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ArribaAbajoSoneto VII


ArribaAbajo    No puedo sufrir más el dolor fiero,
ni ya tolerar más el duro asalto
de vuestras bellas luzes, antes falto
de paciencia y valor, en el postrero

    trance, arrojando el yugo, desespero;  5
y, por do voy huyendo, el suelo esmalto
de rotos lazos; y levanto en alto
el cuello osado, y libertad espero.

    Mas, ¿qué vale mostrar estos despojos,
y la ufanía d' alcançar la palma  10
d' un vano atrevimiento sin provecho?

    El rayo que salió de vuestros ojos
puso su fuerça en abrasar mi alma,
dexando casi sin tocar el pecho.




ArribaAbajoSoneto VIII


ArribaAbajo    ¿Por qué renuevas este encendimiento,
tirano Amor, en mi herido pecho?
que ya, casi olvidado del mal hecho,
vivía en soledad de mi tormento.

    Cuando más descuidado y más contento,  5
rebuelves a meterm' en tanto estrecho;
oblígasme, cruel, qu' a mi despecho
procure contrastar tu fiero intento.

    Las armas, en el templo ya colgadas,
visto, y el azerado escudo embraço,  10
y en mi vengança salgo a la batalla.

    Mas ay, qu' a las saetas, que templadas
en la luz de mi Estrella están, y al braço
tuyo no puede resistir la malla.




ArribaAbajoSoneto IX


ArribaAbajo    Esta desnuda playa, esta llanura
d' astas y rotas armas mal sembrada;
do el vencedor cayó con muerte airada,
es d' España sangrienta sepultura.

    Mostró el valor su esfuerço, mas ventura  5
negó el suceso, y dio a la muerte entrada,
que rehuyó dudosa y admirada,
del temido furor la suerte dura.

    Venció Otomano al Español ya muerto
antes del muerto el vivo fue vencido,  10
y España y Grecia lloran la vitoria.

    Pero será testigo este desierto,
qu' el español, muriendo no rendido,
llevó de Grecia y Asia el nombre y gloria.




ArribaAbajoSoneto X


ArribaAbajo    Roxo sol, que con hacha luminosa
coloras el purpúreo y alto cielo,
¿hallaste tal belleza en todo el suelo,
qu' iguale a mi serena Luz dichosa?

    Aura suäve, blanda y amorosa,  5
que nos halagas con tu fresco buelo;
cuando se cubre del dorado velo
mi Luz, ¿tocaste trença más hermosa?

    Luna, onor de la noche, ilustre coro
de las errantes lumbres y fixadas,  10
¿consideraste tales dos estrellas?

    Sol puro, Aura, Luna, llamas d' oro,
¿oístes vos mis penas nunca usadas?
¿vistes Luz más ingrata a mis querellas?




ArribaAbajoSoneto XI


ArribaAbajo    Suspiro, y pruevo con la voz doliente
qu' en su dolor espire l' alma mía;
crece el suspiro en vano, y mi agonía,
y el mal renueva siempre su acidente.

    Estas peñas, do solo muero ausente,  5
rompe mi suspirar en noche y día;
y no hiere, (ô dolor de mi porfía)
a quien estos suspiros no consiente.

    Suspirando no muero, y no deshago
parte de mi pasión, mas buelvo al llanto;  10
y cesando las lágrimas, suspiro.

    Esfuerça Amor el suspirar, que hago,
y como el cisne muere en dulce canto,
así acabo la vida en el suspiro.




ArribaAbajoSoneto XII


ArribaAbajo    Yo voy por esta solitaria tierra,
d' antiguos pensamientos molestado,
huyendo el resplandor del Sol dorado,
que de sus puros rayos me destierra.

    El paso a la esperança se me cierra;  5
d' un' ardua cumbre a un cerro vo enriscado,
con los ojos bolviendo al apartado
lugar, solo principio de mi guerra.

    Tanto bien representa la memoria,
y tanto mal encuentra la presencia;  10
que me desmaya el coraçón vencido.

    O crueles despojos de mi gloria,
desconfiança, olvido, celo, ausencia,
¿por qué cansáis a un mísero rendido?




ArribaAbajoElegía II


ArribaAbajo    ¿Cuál fiero ardor, cuál encendida llama,
que duramente me consume el pecho,
por estas venas mías se derrama?

    Abrasado ya estoy, ya estoy deshecho,
cese, Amor, el rigor de mi tormento;  5
basten los males qu' en mi alma as hecho.

    Este dolor que nuevo siempre siento,
esta llaga mortal contino abierta,
este grave y perpetuo sentimiento,

    esta corta esperança y siempre incierta,  10
este vano deseo peligroso,
fin de mis penas, esta muerte cierta;

    tal me tienen confuso y temeroso,
y sin valor perdido, y quebrantado;
que ni aun huir de mis pasiones oso.  15

    No es amor, es furor jamás cansado;
rabia es, que despedaça mis entrañas,
este eterno dolor de mi cuidado.

    Qué gran vitoria, Amor, y qué hazañas,
atravesar un coraçón rendido,  20
un coraçón que dulcemente engañas.

    Ya que me tienes preso, y tan herido,
qu' en mi pecho no hallas lugar sano,
no m' acabes, cruel, en duro olvido.

    Mi fê, y mi pensamiento soberano,  25
de mi grande osadía la nobleza
no sufren, que me dexes de la mano.

    Nací para inflamar m' en la pureza
d' aquellas vivas luzes, qu' al sagrado
cielo ilustran con rayos de belleza.  30

    Y de sus flechas todo traspasado,
por gloria estimo mi quexosa pena;
mi dolor por descanso regalado.

    Tal es la dulce luz, que me condena
al tormento, y tal es por suerte mía  35
de mi enemiga la beldad serena.

    Mas, aunque sin igual fue mi osadía
y el mal, que sufro, por tu fuego juro
que contrastar no puedo a mí porfía.

    Y cuanto en él mi coraçón apuro  40
y afino, tanto más crece el deseo,
y un temor, con que nunca m' aseguro.

    Quién me daría, Amor, qu' el bien, que veo,
gozase solo, y libre de recelo,
en aquella verdad, con que lo creo;  45

    que nunca mi ofensor, medroso celo,
que tan grave me aflige y desbarata,
podría derribarme por el suelo.

    ¡Ay, cuánto tu crueza me maltrata!
¡Ay, cuánto puede en mí tu diestra airada,  50
que contino me aviva, y siempre mata!

    Bella Señora, si mi voz cansada
alcança tanto bien, que no os ofende,
oídla blandamente sosegada.

    Luz d' eterna belleza, en quien m' enciende,  55
y gasta Amor, y en un lloroso río
buelto, contra sus llamas me defiende;

    si os puede enternecer el dolor mío,
comiencen a ablandaros mis enojos;
no deis ya más lugar a más desvío.  60

    No me neguéis esos divinos ojos,
que todo en vos m' an ya trasfigurado,
llevándose consigo mis despojos.

    Si ausente estoy de vos, muero cuitado,
y vivo alegre sólo cuando os miro,  65
¡mas, ay, cuán poco duro en este estado!

    Que cuando a vêr m' en vos presente aspiro,
mi enemiga fortuna no consiente,
que falte causa al mal, por quien suspiro;
y así estoy ante vos solo y ausente.  70




ArribaAbajoSoneto XIII


ArribaAbajo    Dulces halagos, tierno sentimiento,
regalos blandos y amoroso engaño,
qu' a un rudo pecho, y del Amor estraño
fuistes grave ocasión de su tormento;

    ¿qué dura fuerça y grande movimiento  5
os deshizo, y mostró el cubierto daño?
¿por qué no me consuela el desengaño,
ya que m' ofende vêr mi perdimiento?

    No me distes herida tan liviana,
qu' a lo íntimo del alma no tocase;  10
quedando en ella eternamente abierta.

    Faltastes; porque nunca yo alcançase
del bien, que tuve, en esperança vana,
segura un' ora d' alegría cierta.




ArribaAbajoSoneto XIV


ArribaAbajo    ¿Do vas? ¿Do vas, cruel? ¿Do vas? Refrena,
refrena el presuroso paso, en tanto
que de mi dolor grave el largo llanto
a abrir comiença esta honda vena.

    Oye la boz de mil suspiros llena,  5
y de mi mal sufrido el triste canto;
que no podrás ser fiera y dura tanto;
que no te mueva esta mi acerba pena.

    Buelve tu luz a mí, buelve tus ojos,
antes que quede oscuro en ciega niebla;  10
dezía en sueño, o en ilusión perdido.

    Bolví, halléme solo y entre abrojos,
y en vez de luz, cercado de tiniebla,
y en lágrimas ardientes convertido.




ArribaAbajoSoneto XV


ArribaAbajo    En vano error de dulce engaño espero,
y en la esperança de mi bien porfío;
y aunque veo perder m', el desvarío
me lleva del Amor, a donde muero.

    Ojos, de mi deseo fin postrero,  5
sola ocasión del alto furor mío,
tended la luz, romped aqueste frío
temor, que me derriba en dolor fiero.

    Porque mi pena es tal, que tanta gloria
en mí no cabe, y desespero, cuando  10
veo, qu' el mal no devo merecello;

    pues venço mi pasión con la memoria,
y con la onra de saber, penando
que nunca a Troya ardió fuego tan bello.




ArribaAbajoSoneto XVI


ArribaAbajo    ¿Qu' espíritu encendido Amor envía
en este frío coraçón esquivo,
que con l' alva en calor el pecho avivo,
y ardo al aparecer del nuevo día?

    Yo m' inflamo si a Febo se desvía  5
la sombra; y cuando d' aquel puesto altivo
declina el Sol, me quemo en fuego vivo,
y abraso, cuando al mar tuerce la vía.

    Centella soy, si el lubricán parece;
llama, cuando se vên las luzes bellas,  10
y el blanco rostro a Delia se colora.

    Fuego soy, cuando el orbe s' adormece;
incendio al asconder de las estrellas,
y ceniza al bolver de nueva Aurora.