A la pendiente cuna Abra dorada llave Ciudad gloriosa, cuyo excelso muro Corcilla temerosa, De la florida falda De pura honestidad templo sagrado Del mar, y no de Huelva, Descaminado, enfermo, peregrino, Donde las altas ruedas El líquido cristal que hoy de esta fuente En esta que admiráis de piedras graves En este occidental, en este, oh Licio, En roscas de cristal serpiente breve, Era la noche, en vez del manto obscuro Escribís, oh Cabrera, del segundo Esta en forma elegante, oh peregrino, Generoso mancebo, Hoy es el sacro y venturoso día Ilustre y hermosísima María, La bella Lira muda yace ahora La dulce boca que a gustar convida La vidrïera mejor Las duras cerdas que vistió celoso Levanta, España, tu famosa diestra ¡Mal haya el que en señores idolatra Mátanme los celos de aquel andaluz: Mataron al señor Villamediana. Menos solicitó veloz saeta Mientras por competir con tu cabello, Moriste en plumas no, en prudencia cano, Perdona al remo, Lícidas, perdona Piadoso hoy celo, culto Por este culto bien nacido prado, Prisión del nácar era articulado ¡Qué de invidiosos montes levantados, Sobre trastes de guijas Suene la trompa bélica Suspenda, y no sin lágrimas, tu paso, Tenía Mari Nuño una gallina Tres víolas del cielo, Verde el cabello undoso, Vuelas, oh tortolilla,
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