Aleluyas de Fundación Joaquín Díaz
Un género muy difundido de «literatura de cordel» eran las «aleluyas», que fueron tan populares en España en el siglo XVIII y en el XIX. La aleluya («auca» en catalán) es una hoja de papel, generalmente de 420 mm x 305 mm, en la que van impresas 48 viñetas cuadradas, en 8 filas de 6 viñetas cada una, que tratan de asuntos varios, o que relatan una historia o un asunto determinado. Combinaban grabados y texto para facilitar la comprensión, estaban destinadas a una lectura rápida y eran baratas. Trataban temas tan variados como la zoología, la historia, la vida de los santos o las suertes de toros. Bastantes reproducían diversos tipos del mundo, de ciertos países en particular, o de regiones españolas, todos vestidos con el traje propio de su tierra. Las vendían los ciegos a un público lector humilde, y su precio y el que se pudieran adquirir por calles y plazas las diferenciaba de la producción literaria vendida en las librerías.
A partir del siglo XVII, tanto las aleluyas como los azulejos o «rajolas» decorativas valencianas reprodujeron series de tipos representativos de «Artes y oficios», de «Vendedores ambulantes» y de «Pregones», tal como eran vistos y oídos en Madrid, Barcelona y Valencia, que eran los grandes centros productores y consumidores de aleluyas.
Se ha de advertir que mientras la literatura y los grabados destinados a las clases educadas se inspiraban a veces en las obras de cordel, éstas, a su vez, tomaron sus temas de libros y estampas. Por ello, al contemplar los tipos representados en las aleluyas resulta sorprendente la mezcla de fidelidad, inocencia y, a veces, desbordante fantasía con la que están representados. A no ser que aparezca el año de impresión, es casi imposible fechar las aleluyas, pues los mismos bloques de madera se usaban hasta quedar inservibles, y los nuevos se hacían imitando a los viejos.