Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente



  —242→  

ArribaAbajoFestín de Dios con los hombres

28.º Domingo de Tiempo Ordinario
Domingo 15 de octubre de 1978

Isaías: 25, 6-10a
Filipenses: 4, 12-14, 19-20
Mateo: 22, 1-14

Al iniciar la homilía quisiera transmitirles, a través de mi modesto servicio de la palabra, toda la alegría, todo el optimismo que la liturgia de la palabra quiere darnos este domingo, que podíamos caracterizarlo como el festín de Dios con los hombres. Y así será el título de la homilía: «El Festín de Dios con los Hombres»; pero para comprenderlo y situarnos nosotros mismos en el ambiente propicio para recibir este mensaje, quiero recordarles que la línea fundamental de la palabra de Dios que se va recorriendo durante todo este año de 1978, es el Evangelio de San Mateo, del cual hemos difundido el esquema; porque como en 7 etapas, el Evangelio de Mateo nos va presentando la gran noticia que la Iglesia anuncia al mundo: el Reino de Dios ha venido y se remonta a sus orígenes, meditando como lo hacían las primeras comunidades en cuyo ambiente se escribió el Evangelio. Esto que leemos como Evangelio de San Mateo es el resultado de profundas y piadosas reflexiones, no fueron escritas inmediatamente después de que Cristo desapareció, sino que los apóstoles predicaban los hechos que habían vivido y los reflexionaban, de modo que en las parábolas no sólo está directamente el pensamiento de Cristo, el Señor, sino que va recogiendo ya las preocupaciones de la Iglesia. Y en   —243→   la sección que se comentó el domingo pasado, los capítulos 19 al 25, se trata de cómo la sexta estrofa del Evangelio de San Mateo, la crisis que prepara el advenimiento definitivo del Reino de Dios, una crisis suscitada por la oposición creciente de los jefes judíos y anunciada por el mismo Divino Maestro, en lo que va a coronar toda esta hermosa sección, el discurso escatológico, es decir, ya Cristo ha entrado a Jerusalén y estos episodios tienen lugar en vísperas ya de su muerte; en una lucha ya definitiva de pensamiento, con aquellos a quienes él quiere mostrarles con palabra clara que no se opongan al Reino. Si a causa de su oposición orgullosa se les va a quitar el Reino para darlo a los gentiles, como diciéndoles, todavía es tiempo, ábranse a la conversión, se dirige a los dirigentes judíos. Qué tremenda responsabilidad la de los dirigentes de los pueblos, porque ellos conducen al pueblo. Por eso, hermanos, yo quisiera que mi palabra como dirigente espiritual, la comprendieran en el mismo sentido en que el Evangelio se sitúa. Tiene que chocar, no puede agradar a todos, habrá ver quienes lo rechacen, y Cristo nos dio ejemplo. Quienes lo rechazaron, fueron precisamente los dirigentes que le echaban la culpa a Cristo de estar torciendo la historia de Israel; y Cristo no la torcía, Cristo la orientaba a su verdadero destino. Ellos eran los que la torcían.

Es necesario ponerse en este ambiente para comprender el lenguaje actual de la Iglesia. Un lenguaje que no es político, ni subversivo, que no busca la rebelión. Es un lenguaje que predica el amor, pero diciéndole al pueblo: por aquí hay que ir. Y les dice también a quienes están orientando por otro lado: eso es torcer el camino.

Estamos por otra parte, al final del Año Litúrgico. Ya en los primeros días de diciembre, a fines de noviembre, va a comenzar el Año Litúrgico con el primer domingo de Adviento. Debemos de situarnos como el alumno ya en este tiempo recogiendo el fruto del año en sus exámenes, en sus graduaciones, en sus fiestas de promoción. Ojalá que para nosotros estos últimos domingos marquen también una preocupación, la del bachiller que se prepara a sus exámenes privados, cuánto se desvela, cuánto se preocupa para sacar su bachillerato. Mucho más grande que un bachillerato es un curso de Año Litúrgico. Alguien, me halagó mucho una comparación cuando me dijo que «su homilía en los domingos, es como una cátedra de universidad». Nunca he pretendido tanta cosa, sino ser un humilde catequista, un evangelizador del pueblo, nada más. Pero ciertamente que vale mucho más que todas las cátedras de las ciencias de los hombres, la humilde cátedra de la evangelización que señala a los hombres, el verdadero sentido de la vida, sus verdaderas relaciones con Dios, sus responsabilidades en la sociedad y esto es lo que hemos tratado de hacer. Por eso les advierto, pues, que nos encontramos ya finalizando el Año Litúrgico, con el Evangelio de San Mateo y ya comenzará otro año. Como quien dice otro curso, con otro Evangelio, pero siempre es Cristo el maestro.

  —244→  

Ahora comprendemos cómo el Evangelio no es el mismo, de esta semana y del domingo pasado y de los anteriores y de los futuros. Sí, el Evangelio es el mismo, pero el marco histórico en que se reflexiona, qué distinta era la comunidad donde Mateo reflexionaba para escribir su Evangelio, y ahora que leemos a Mateo en el marco concreto de la comunidad de la Catedral y de aquellos lugares, donde se está en sintonía para reflexionar el mismo mensaje de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso acostumbro, hermanos, y a mí es quien más me molesta, ser como un cronista de la semana, porque en esta crónica semanal, no solamente tenemos que evocar esa vida sencilla, floreciente, fervorosa de nuestra Iglesia; sino también el marco de oposición, de persecución, de mala comprensión que rodea a esta comunidad que quiere vivir y orientar según Cristo.

La Iglesia en esta semana podíamos definirla con rasgos muy simpáticos, como este: en esta próxima semana, el jueves, va a cumplir 20 años de vida sacerdotal un grupo de sacerdotes que están trabajando activamente en nuestra Diócesis. El P. Carlos Mejía, párroco de Flor Blanca; el P. Roberto Crespín, de Ciudad Delgado; el P. Benjamín Rodríguez, de Jayaque; el P. Modesto Villarán, de Soyapango y dentro de pocos días más, el 25 de octubre, cumplirán sus bodas de plata sacerdotales, el P. Roberto Amílcar Torruella y el P. Sergio Moreno. Y en este ambiente de nuestros sacerdotes, colaboradores directos, tenemos que ratificar la defensa que hizo nuestro boletín del Arzobispado, del P. Benito Alfaro, con testimonios oficiales del mismo Alcalde y Juez y feligreses de su parroquia. También la aclaración que se ha hecho de los sacerdotes David Rodríguez, Trinidad Nieto y del Br. Guillermo Cuéllar, capturados injustamente también.

En este marco de nuestra vida de Iglesia, esta comunidad que está reflexionando hoy, celebramos hoy el día de Santa Teresa de Jesús. La religiosa española que supo traducir a la edad moderna todo el espíritu del Carmelo, y del cual tenemos aquí en El Salvador, magníficos exponentes en los PP. Carmelitas que rigen la parroquia de la colonia Roma; las religiosas Carmelitas de San José que tienen el colegio Belén, un centro de promoción en la colonia Utila de Santa Tecla y varios centros pastorales directos, como Ciudad Barrios, Apulo, etc. Lo mismo las Carmelitas de Santa Teresa, que tienen el colegio Santa Teresa, donde tuve la oportunidad de celebrarles la Santa Misa y compartir con su vida espiritual carmelitana unos momentos, el hospital de la Divina Providencia y el trabajo directo de pastoral en San Ramón, y proyectan para servicio de nuestra sociedad, también otros centros asistenciales. Lo mismo las Carmelitas Misioneras, que hace 25 años vinieron de España y que trabajan entre nosotros en la Policlínica salvadoreña y directamente con nuestro pueblo en el Plan del Pino y en la Laguna de Chalatenango. En esta vida religiosa, también, quiero traerles con alegría la noticia de una reunión de las religiosas de la Asunción, de todas sus comunidades que trabajan en   —245→   El Salvador, para profundizar y poner más al servicio de nuestro pueblo el carisma de su fundación, porque eso es la vida religiosa, unas mujeres o unos hombres llamados por Dios a recibir una experiencia espiritual que se llama Carisma; no para ellos solamente, sino como la Iglesia para el servicio del pueblo de Dios. También es la comunidad, Iglesia, la que se ofrecía a mi experiencia en esta semana en el Calvario de Santa Tecla, la noche del domingo pasado. ¡Qué fervor, qué alegría!, en aquel ambiente de fiesta.

En la comunidad de Soyapango, donde en honor de la Virgen del Rosario, las comunidades de base se reunieron a una hermosa y fervorosa convivencia. En el cantón La Loma, de San Pedro Perulapán, donde también la comunidad se notaba muy tímida; sin embargo muy valiente asistió a la misa que se celebra allá, por los dos pobres campesinos asesinados, cuya muerte sigue en el misterio y que aparecieron allí por la carretera de Apulo. ¿Por qué esa timidez?, ¿por qué ese miedo?, lo pude constatar de cerca. Un grupo de ORDEN se acerca a la celebración de la misa con sus machetes en una pose de autoridad, como si no tuviera confianza en el Obispo y en los sacerdotes y en las religiosas que estaban allí con sus fieles; amenazantes. Yo quisiera decirles a mis queridos hermanos, que la autoridad es para el servicio, no para atemorizar. También, en el mismo Soyapango, una reunión de laicos para reflexionar sobre la carta pastoral, les agradezco y los felicito; porque la mente de la Arquidiócesis acerca de las organizaciones populares está definida en esa carta, que por tanto, obliga a nuestra Arquidiócesis. Para cada Diócesis, es el Obispo el responsable del magisterio y de la disciplina eclesiástica; por tanto yo les digo a todos los sacerdotes, religiosas y fieles, que en materia de organizaciones populares, la doctrina de la Iglesia auténtica para nuestra Arquidiócesis, es la que les ha presentado su Arzobispo y a ella tienen que atenerse; mientras no venga una disposición de la Santa Sede, es éste, el Obispo, el responsable. Cada obispo en su propia Diócesis, es el maestro y el conductor espiritual.

De Apopa nos llega también la queja de no dar ayuda al servicio de Cáritas en algún cantón. Recuérdense que Cáritas es la mano extendida de la Caridad de la Iglesia y quisiéramos hacerla una organización de verdadero servicio de caridad. Ayúdennos, no nos estorben.

Por otra parte, la Comunidad Arquidiócesis se alegra en que en estos días, en bonitos, significativos festivales de la clausura de los colegios y escuelas Católicas, se está recogiendo la cosecha del trabajo pastoral de los colegios. Ojalá todos los colegios católicos, puedan sentir al final del año, la alegría de no haber sido simplemente un colegio de enseñanza oficial; sino que tiene que ser el vocero de la evangelización, que valiéndose de los programas oficiales, a los que tiene que respetar como verdadero ciudadano, el espíritu que anima a la enseñanza del colegio católico,   —246→   tiene que estar en sintonía con el Pastor responsable de la vida de la Iglesia, ya que los colegios y las escuelas católicos, pertenecen a la vida de la Iglesia, o no son católicos.

Alegrarme también con ustedes, queridos hermanos que asisten a la Catedral, porque nuestra misa ha sido objeto de crónicas de carácter internacional. Ustedes tal vez no se dieron cuenta el 24 de septiembre, día de la Virgen de Mercedes, estuvo entre nosotros un periodista de la Prensa Asociada que describió nuestra misa en un reportaje que se publicó en el extranjero y que aquí en el país no se publicó, porque se refería a aquel ambiente tan triste frente a la Catedral, un parque o gente armada.

También en la misa del domingo recién pasado, tuvimos aquí el honor de que la televisión holandesa filmara nuestra misa, como lo hizo en la noche en el Calvario de Santa Tecla, llevándose una impresión muy grata de sentir en la Catedral, el palpitar de un pueblo que de veras asiste a misa no en forma pasiva, sino que en su silencio y en su oración, en su atención a la palabra de Dios, está siendo verdaderamente una participación viva. Yo les quiero agradecer queridos hermanos que llenan la Catedral; porque la presencia de ustedes es ánimo para el Pastor y también ejemplo, por lo que les acabo de decir, no sólo para nuestra Diócesis, sino más allá de nuestras fronteras.

Quiero traer un recuerdo personal también, perdónenme, y es que hoy celebramos el 7.º aniversario de la muerte de un gran amigo migueleño, don César Augusto Osegueda, quien luchó desde su periódico, el Diario de Oriente, por estos aspectos de Derechos Humanos, por los cuales estamos empeñados ahora.

Lo mismo, agradecer a una viejecita enferma de San Ramón, que en una bonita carta, recuerda con nostalgia sus trabajos por la Iglesia y que ahora ofrece nada más su enfermedad y su buena voluntad. Y le diré que es mejor, si eso queridos hermanos, ustedes los enfermos, los ancianos, los que no han podido venir, son precisamente la riqueza, como acaba de decir el Papa Juan Pablo I, son la riqueza de la Iglesia. Yo les agradezco a todos estos queridos enfermos que le den a su enfermedad, a su incapacidad, a sus achaques, a su vejez, sentido apostólico, ofreciéndolo todo por la gloria de Dios. La persona a que me refiero es la niña Adela Morataya viuda de Hernández. Ojalá tuviera muchos imitadores en ofrecer al Señor, el tesoro de sus méritos personales.

Este es el ambiente como Iglesia nuestra, esta es la Iglesia que está meditando la palabra del Señor esta mañana, y con esa palabra del Señor, iluminará las realidades que se oponen y le hacen crisis al expandimiento de este Reino de Dios, como lo voy a decir un poco después.

  —247→  

Ahora sólo quiero que saquemos de la lectura de la palabra de Dios, estos tres pensamientos bajo el título que ya les insinué para esta homilía: el Festín de Dios con los Hombres. El primer pensamiento es: Dios prepara un festín con los hombres; el segundo pensamiento es: Dios hace a la Iglesia mensajera de su festín para todos los hombres; y tercer pensamiento: Los invitados son todos los hombres, pero no todos fueron dignos de la invitación.

Dios prepara un festín y el motivo es porque celebraba las bodas de su Hijo. Qué bella manera de reflexionar, San Mateo y sus primeros cristianos, en la redención de los hombres, en el misterio de la encarnación. La Redención es una iniciativa de Dios, que quiere para salvar esta humanidad caída en el pecado, hacer de esa humanidad pecadora una esposa para su Hijo. Y el momento en que el Verbo se hizo carne en las entrañas de María, es el momento del desposorio entre Dios y los hombres. Aquel fruto de las entrañas virginales de María es la representación de la humanidad -dice el Catecismo- en ese momento, Dios creó un cuerpo humano al cual le infundió un alma humana, pero por persona humana le dio nada menos que la persona de Dios. Todos nosotros cuando hemos sido concebido en el vientre de nuestras madres, hemos sido esos tres elementos: cuerpo, alma, persona. Pero nuestra persona no es divina y esta es la gran diferencia con aquel producto de las entrañas de María. En cuanto al cuerpo y al alma, igual que todos nosotros, Cristo no tiene una carne distinta de los hombres, un hombre como todos. Pero es asumido por la persona divina y por eso ese hombre es también Dios, porque la persona de Dios sustenta todos los actos espirituales y corporales de Jesucristo. Esto es lo que los teólogos llaman la unión hipostática. Palabra griega que quiere decir personal. Hipóstasis quiere decir persona, unión en la persona del Verbo.

Este es el desposorio maravilloso de la naturaleza humana. Alma y cuerpo de un hombre con la naturaleza divina en la persona del Verbo. Hemos recordado brevemente, en la reflexión del Evangelio, el misterio de la encarnación. Por eso, todos ustedes, los casados, se casan para dar al mundo una representación de este desposorio. San Pablo cuando les habla a los que contraen matrimonio, les dicen: gran misterio, pero yo lo digo refiriéndome a Cristo y su Iglesia, la humanidad redimida, la humanidad que prolonga ese cuerpo y esa alma formada en las entrañas de María, pero luego encarnándose por el bautismo en todos los hombres, es la Iglesia. Todos los bautizados somos ya naturaleza unida a Cristo. Y entonces el que se casa, representa esa unión misteriosa. ¡Ah! Si lo comprendieran todos los que reciben el sacramento matrimonial, qué grande es el amor del esposo y de la esposa, como el que Cristo tiene a su Iglesia y como el que la humanidad redimida tiene a su Redentor.

  —248→  

Si lo comprendieran todos aquellos para quienes lo mismo es vivir amancebado, es decir, sin el sacramento, sin darle una significación divina a su amor de hombre y de mujer. Esta es la gran diferencia, entre el amancebamiento pueden amarse mucho dos personas que se han unido para vivir toda la vida unidos en familia; pero no han bendecido su unión con el sacramento, no lo han elevado al significado de la unión misteriosa de Cristo y de la humanidad redimida.

Cuando se ve pasar por el mundo un matrimonio cristiano, santo, uno no puede menos que descubrir a través de ese amor, en su fe, en el esposo, el amor infinito de Cristo a su Iglesia; y en la esposa, el amor fiel de todos ustedes queridos hermanos, todos los que formamos la Iglesia, imagínese qué riqueza de santidad. Decía antes de la viejecita que ofrece su sacrificio a Dios, de la religiosa que se consagra en un espíritu al Señor, del sacerdote que cumple 25 años de vida entregado al Señor, todo eso es Iglesia, amor de Iglesia. El mártir que da su vida por el Señor, el catequista que no le importa la persecución, sino que morir por Cristo sí es necesario, todo eso es amor de esposa, amor de Iglesia.

Este es el festín que el Señor está celebrando con los hombres. Y para representarlo mejor, los profetas lo anunciaron con figuras, tan poéticas como la de Isaías en esta mañana: «En este monte voy a celebrar con todos los pueblos -miren la encarnación ya extendida al universo- un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera, manjares injundiosos, vinos generosos». Son imágenes materiales para expresar lo que nosotros, cristianos redimidos, tenemos en nuestra Iglesia: la gracia de Dios, los carismas, la riqueza de su perdón, la alegría de la conciencia tranquila, la vocación seguida con fidelidad. Todo eso es superior a una mesa servida con vinos y manjares generosos. La misa de cada domingo, no les parece a ustedes, hermanos, que aun sin servir aquí vinos ni viandas, cuando salimos de la Catedral, salimos como quien sale del banquete de un rey. ¡Más que Rey!, hemos estado con Dios y quienes han estado preparados se han acercado a recibir el pan celestial, el banquete del Rey que celebra las bodas de su Hijo. Qué hermosa es la Comunión, qué bella es la Eucaristía.

Pero el mismo profeta, remontándose ya de la imagen material al significado espiritual de este festín de Dios, fíjense que bellas expresiones: «Aquí, en este monte, arrancaré el velo que cubre todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aquí el Señor aniquilará la muerte para siempre. Aquí Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y el oprobio de su pueblo se alejará de todo el país». ¿No es para cantar un canto de esperanza y llenarse de optimismo, saber que este cristianismo que nos vino con Cristo a través de la Virgen María y encarnándose en todos los hombres que tienen fe, es una presencia de un Dios que nos está prometiendo? No, hermanos, El Salvador no tiene que vivir siempre   —249→   así. Arrancaré aquí ese velo de ignominia que lo está cubriendo en todos sus pueblos. Enjugaré las lágrimas de tantas madres que ya no tienen ni lágrimas de tanto llorar, porque sus hijos no aparecen. Aquí también, se arrancará el dolor de tantos hogares que sufren en este domingo el misterio del secuestro de seres queridos o el asesinato o la tortura o el tormento. Eso no es de Dios. El festín de Dios vendrá, esperen la hora del Señor, tengamos fe, todo esto pasará como una pesadilla de la Patria y despertaremos al gran festín del Señor. Llenémonos de esta esperanza.

Entonces la Iglesia es ese monte que significativamente Isaías señala. El Monte Sión, donde se construyó el Templo de Jerusalén, era como el centro simbólico del encuentro de Dios con su pueblo, con quien celebra unas bodas, una alianza, un pacto. Porque ese es el matrimonio. Y a quien no pueda comprender como puede compararse el amor de Dios a los hombres, con un matrimonio, les diré: es un pacto, es una alianza. Como el novio que le dice a la novia: ¿te sientes capaz de casarte conmigo para toda la vida?, y el venirse a arrodillar ante el altar ellos dos, es precisamente un pacto que Dios ratifica. Lo que Dios ha unido, nadie lo puede separar. Así estaba Dios unido con este monte santo, símbolo de su amor a su pueblo predilecto, a Israel.

Pero resulta que este monte -y estoy llegando ya a mi segundo pensamiento- es la Iglesia mensajera del festín de Dios. La Iglesia heredó toda esa belleza del monte de Sión, toda esa riqueza de las promesas de Dios hechas a Abraham y a todo su pueblo israelita. En Cristo Jesús pasó toda esa rica herencia al pueblo cristiano y este pueblo cristiano tiene el signo de una Iglesia y también su monte santo. Hoy precisamente, la atención del mundo está dirigida a ese Monte Santo. Ustedes saben -tal vez lo oyeron por la Voz de América-, en las primeras horas de esta mañana, anunciaba que en Roma había salido ya la primera fumata de la Capilla Sixtina, humo negro, al mediodía del domingo, recuerden que van ellos siete horas adelante. No tenemos todavía al elegido, pero el mundo entero tiene su mirada clavada en esa chimenea. Apenas salga humo blanco, habrá alegría en todo el mundo. Un cardenal saldrá al balcón del Monte Santo a decir al mundo: ¡os anuncio un gran gozo, ya tenemos Papa! Y anunciará el nombre del Cardenal y el nombre que ha asumido como Papa.

Queridos hermanos, esto es bello, pero la Iglesia no es sólo el Vaticano. Allá está la expresión más acabada, el Pastor Supremo, pero alrededor del mundo este banquete hecho para celebrarlo con todos los hombres del mundo, la Iglesia expandida como mensajera del festín de Dios. Los obispos, como les dije antes, somos los responsables de cada Diócesis, si existen organizaciones de obispos, son de carácter eclesiástico; pero el responsable ante Dios de su Diócesis es el Obispo. Sobre el Obispo no hay más responsabilidad que la del Papa. Él es el mensajero, el que traza el   —250→   camino hacia ese festín. Y yo les agradezco hermanos, sus múltiples pruebas de solidaridad con su Pastor, porque no es a mí a quien siguen, sino al festín de Nuestro Señor.

¿Cómo traducimos este festín de Dios en la Iglesia? Yo he marcado, para que lo reflexionemos esta mañana, este texto del Concilio Vaticano II, cuando dice: «A la sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente quienes, poseyendo el espíritu de Cristo» -aquí está la primera riqueza que la Iglesia tiene, el espíritu de Cristo- «aceptan la totalidad de su organización». La Iglesia es una sociedad organizada, jerárquicamente y el Obispo es el jerarca directo, responsable de la Diócesis. Naturalmente que el Obispo está en comunión con el Papa, único al que tiene que rendirle cuenta; y los fieles que prescindieran del Obispo pasando por encima de él para creer en la Conferencia Episcopal o en el Papa, no están aceptando la organización completa de la Iglesia, y aceptan también todos los medios de salvación establecidos en Ella. He aquí otra riqueza del festín. Lo que estamos celebrando ahora: la Eucaristía, la comunión, el perdón en el confesionario, el bautismo de los niños, la bendición de los matrimonios, la ordenación sacerdotal, los institutos donde las religiosas y los religiosos viven su vida consagrada al Señor, todo esto son medios de salvación establecidos en Ella y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, él cual rige esta Iglesia mediante el Sumo Pontífice y los obispos por los vínculos de la profesión de fe de los sacramentos, del Gobierno y comunión Eclesiástica.

Entonces, en este breve pasaje del Concilio, está traducido al lenguaje de Iglesia, al lenguaje de Concilio Vaticano II, toda la bella profecía de Isaías. Todo el banquete de Dios en este Monte Santo para llamar a todos los pueblos, es eso que instituyó Cristo y lo confió a esta organización, a esta institución que se llama la Iglesia.

Entonces me podrán preguntar ustedes -y yo les voy a responder- ¿cómo puede haber salvación fuera de la Iglesia? El mismo Concilio, que dice que «todo aquel que llegado a conocer la organización de la Iglesia católica como instrumento donde están todos los medios de la salvación, no la acepta, con todos sus medios, no se puede salvar». El que lo conoce, y en este caso hermanos me da mucha tristeza pensar que en nuestra Diócesis hay muchos, y quién sabe si sacerdotes también, y quién sabe si religiosas e instituciones católicas, que no aceptan la totalidad de la Institución, no van camino de salvación. Pero el caso de aquellos que no conocen esta Institución en el sacerdote no se puede alegar ignorancia, él ha estudiado la institución Iglesia, ni en un cristiano medianamente instruido; pero puede haber en un ambiente donde no hay instrucción religiosa, quienes no conozcan y a estos dice el Concilio: «Quienes ignorando, sin culpa, el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan no obstante a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna».

  —251→  

«Qué consolador es pensar que también aquellos que no por mala voluntad, sino por ignorancia, no conocen estos medios que la Iglesia les ofrece; pero tratan de vivir honestamente, santamente. La gracia de Dios se les dará por caminos que no son los sacramentos, les llegará la gracia, el Espíritu Santo, Cristo; porque sin Cristo no hay salvación, pero lo tendrán a su manera». Estos son los mensajeros de la Iglesia, y estoy hablando también... Voy a mencionar aquí, queridos hermanos, la segunda lectura de San Pablo, porque es el modelo de los mensajeros de la Iglesia. Ya les puse el marco ambiental en que fue escrita la carta que se viene leyendo ya hace tres domingos, la carta de San Pablo a los Filipenses fue escrita en la prisión. Pablo está temeroso como todos los prisioneros, ¿qué van a hacer conmigo?; sin embargo, lleno de una gran confianza, agradece a los filipenses que le han mandado por medio de un cristiano ayuda económica; y agradeciendo esa ayuda económica, es donde pronuncia las palabras que hoy se han leído: les agradezco que hayan compartido conmigo por medio de su limosna, la tribulación, pero con una sana independencia de los bienes materiales -este es el apóstol-, Pablo les dice: pero sepan que yo estoy entrenado para todo y en todo. La hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. O sea, muchas gracias, porque me dan de comer, pero si aquí en la cárcel me estuviera muriendo y nadie se acordara de mí, sepan que confío en el Señor y que la dádiva que ustedes han puesto en mis manos y que yo les agradezco, la recibo, porque en pago, mi Dios proveerá a vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.

Qué bella actitud la del hombre independiente, la del hombre que no hace consistir su predicación y su Iglesia en el apoyo del dinero. Esto nos está costando mucho en nuestra Iglesia, hermanos. Esta autonomía del ídolo dinero, del ídolo poder y presentarnos al mundo como Pablo, audazmente libre. Agradecer al que nos da, pero sepan que no son necesarios, que por eso no me van a condicionar mi predicación. ¡Muchas gracias!, pero sepan que yo me debo a Dios y no a ustedes. ¡Muchas gracias!, pero sepan que aunque ustedes se hubieran olvidado de mí, yo los amaría lo mismo y les predicaría lo mismo. Este es el mensaje del festín de Dios, de veras hermanos. Y yo quiero invocar este valor y esta independencia, esta audacia del predicador auténtico, de Pablo, para decirle a todos los catequistas, a todos los sacerdotes, a todas las instituciones católicas, a todos los que quieren vivir una Iglesia evangélica y auténtica: independicémonos en el sentido no soberbio y orgulloso, sino en el sentido de adorar al único Dios y de poner en Dios toda nuestra confianza. Todo lo puedo en aquel que es mi fortaleza. Él, sí, mi fortaleza es el Señor. Mi riqueza es Cristo. Mi esperanza es el Señor, en él se salvará mi patria. A él oro, en él confío, a él predico. Esto y cuanto más auténticamente lo crean, sentirán más riqueza del festín de Dios en sus propios corazones.

  —252→  

Mientras quieran estar compaginando la confianza en Cristo y la confianza en el dinero, no gozan el festín de Dios.

Por eso, finalmente hermanos, ¿quiénes son los invitados? Y según las lecturas de hoy, hemos escuchado a Isaías: Dios prepara para todos los pueblos y arrancará el velo de ignominia que cubre a todos los pueblos. Todos son llamados. Y cuando el Señor, en el banquete preparado para la boda de su hijo manda a llamar, fíjense que hay dos llamamientos: un llamamiento al pueblo predilecto, privilegiado Israel; pero ellos no fueron dignos. Acuérdense el marco en que está hablando Jesús. Última semana de su vida. Ese clímax de lucha, de antagonismo entre el verdadero Evangelio que él predica y la falsa religión que han entablado los fariseos y los dirigentes del pueblo de Judea, esa lucha está llegando al desenlace trágico de la crucifixión, pero Cristo no cesa y a ellos directamente les hecha en cara: no han sido dignos de la invitación de Dios. No es que se predique el Evangelio sólo a los pobres, también está llamando a los ricos; pero para comprenderlo es necesario sentir alma de pobre y eso es lo difícil. Autonomía de los bienes materiales para sentir la única necesidad de Dios, sólo así se puede aceptar el Reino de Dios y desearlo.

Aquí nos está dando Cristo pues, la respuesta a una calumnia que se oye muy frecuente, ¿por qué la Iglesia sólo le está predicando a los pobres? ¿Por qué Iglesia de los pobres? ¿Qué acaso los ricos no tenemos alma? Claro que sí, y los amamos entrañablemente y deseamos que se salven, que no vayan a parecer aprisionados en su propia idolatría, les pedimos espiritualizarse, hacerse almas de pobres; sentir la necesidad, la angustia del necesitado. Entonces dice el rey: salgan a los caminos, allá adonde va el pobre pueblo, llámenlos, traiganlos; y entonces se llenó la sala que había sido preparada para los predilectos, pero no fueron dignos. Entonces se llenó de toda clase de gente. Y entonces viene una segunda parábola: entonces entró el rey a presentarse a los invitados, pero encontró uno que no llevaba el vestido de fiesta, es una falta de cortesía, por más pobre que sea un hombre, llamado a un festín de esta clase, aunque sea con su propia remendada, pero limpia, trata de presentarse lo más decente. Se ve que este individuo, pues, era uno de esos tipos que no le dan importancia a las atenciones y esto también, no es cortesía.

La Iglesia tampoco puede estar por esa falta de educación. Y el Señor se enfrenta al hombre que, a pesar de toda la bondad del Señor de llamar a los pobres, se hace indigno y le dice: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de fiesta?». El otro no abrió la boca, no tenía razones que oponer, había faltado y aquí está una gran lección. El Concilio Vaticano II, cuando nos ha dicho ese pensamiento que les leí primero, que en la Iglesia de Dios están todos los medios para salvarse, añade también una palabra terrible: «No se salva sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien no perseverando en la caridad, permanece en el seno   —253→   de la Iglesia en Cuerpo, pero no en corazón». No basta venir a misa el domingo; no basta llamarse católico; no basta llevar al niño a bautizarlo, aunque sea en una gran fiesta de sociedad. No basta apariencias, Dios no se paga de apariencias. Dios quiere el vestido de la justicia; Dios quiere a sus cristianos revestidos de amor; Dios quiere a los que participan en su festín que hagan un esfuerzo personal, porque Cristo es el principal en salvarnos, pero no te salvarás sin ti, decía San Agustín. No te salvarás sin ti, el que te pudo crear sin ti. Para crearte sí, no necesitó tu consentimiento; pero para salvarte, necesita el uso de tu libertad, que sepas usar tus bienes, tu persona, tus cosas. Libremente, con sentido de justicia y de caridad.

Queridos hermanos, esta es la lección preciosa del festín de Dios con los hombres. ¿Quiénes son los llamados?, nos termina diciendo el Evangelio. ¡Muchos son los llamados! Todos, todos los pueblos. Para Dios no hay categorías ni para la Iglesia hay distinciones. Por eso choca la Iglesia, porque es el mundo el que quiere mantener distinciones. Y la Iglesia sabe que no hay más que una categoría: los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son llamados al festín de Dios, muchos que no pueden entrar todavía.

¿Qué dicen ustedes de este conjunto de vida en El Salvador? El caso más escandaloso de esta semana, escándalo por ser gran un atropello a la dignidad humana, es el de Reynaldo Cruz Menjívar, que se contaba entre los desaparecidos, desde el 21 de diciembre de 1977 y de repente aparece el 29 de septiembre, diciendo que se ha fugado de la cárcel de la policía de Hacienda. Busca asilo en la embajada de Venezuela. ¿Quieren saber la condición en que llegaba? -yo tengo el certificado del médico-, el examen somático reveló marcada palidez de mucosa y tegumentos; emaciación extrema; facies cadavérica; ojos hundidos, nariz afilada; lengua saburral; gingivitis hemorrágica; laceraciones y escoriaciones tantos antiguas como recientes; corazón y pulmones sin particularidades, abdomen excavado; marcada sensibilidad en distintas partes del cuerpo; el siquismo del paciente se encontraba también notoriamente alterado. ¡Estos son los hombres que estamos haciendo! Por estos gritamos: ¿dónde están los desaparecidos?, porque en la misma declaración ante abogado, Cruz Menjívar ha dicho otros dos nombres que él vio: José Adalid Morales, estudiante de último año de Economía y Cecilio Ramírez. El uno ya agonizando y el otro quedándose ciego y sordo. Ante esta tragedia, es la que la Iglesia grita amnistía, o pasarlos a los tribunales.

Y para ser lógica con su reclamo de respeto a lo humano, también queremos reclamar a un partido político y a una organización popular, que en el pobre Menjívar no ven al hombre con estos detalles del médico y de la Pastoral de la Iglesia, sino desde el ángulo de su política, como   —254→   querer hacer de él una bandera de su partido. Esto es injusto también. Si nosotros nos pronunciamos contra estos atropellos y en favor de los Derechos Humanos, no es desde un ángulo político; sino desde el humanismo de la Iglesia, desde el amor de Dios, desde el cristianismo que nos exige entrar con traje de boda, de festín, a esta Iglesia que es caridad y que es amor. También los políticos que quieran manipular la desgracia y el dolor, están pecando contra los Derechos Humanos.

Otro escándalo también de nuestra hora, el operativo militar en Cinquera y alrededores, donde Guardias Nacionales, Policía de Hacienda, Ejército y ORDEN, ocuparon cantones como El Coco, Cacao, Llanitos, y parece que quiere repetirse el terror de Aguilares y de San Pedro Perulapán: saqueos, capturas, torturas, fuga a los montes. Y entre los perseguidos, los que tienen la Biblia y los hablan también de doctrina de la Iglesia. Y se desfigura en esas campañas la palabra del Arzobispo y de los sacerdotes, como si no predicáramos el amor de Cristo, sino la subversión del pueblo. Son testigos todos ustedes, como dijo monseñor Helder Cámara, al preguntarle, catorce años de ser vigilado su teléfono y su correspondencia: «no he nacido para la sublevación y me alegro que el mismo Gobierno se de cuenta de que no he predicado lo que dicen que digo».

También el sector urbano, hemos de lamentar en estos días asesinatos, desaparecimientos, y queremos compartir con esas familias -que se nos haría muy largo enumerar- su dolor, sus oraciones y también sus reclamos. ¡No puede ser, salir a la calle un hombre o una mujer libre a comprar unas pupusas y encontrarse el secuestro!

También quisiera que en este ambiente del festín de Dios, y de los que son invitados y no son dignos, piensen hermanos, en la muerte de un agricultor santaneco, Ricardo Colocho Bosque, y las declaraciones respectivas del Ministerio de Defensa. Son dignas de reflexionarse. El poder militar demarca zonas de muerte en nuestras ciudades y los soldados pueden matar impunemente en esas zonas, resultando culpable la víctima. Recordamos a este propósito, dos casos en esta capital: a principios de año, un joven en la carretera de Los Planes de Renderos y allá por marzo una señorita en las cercanías del cine Apolo, cuando retenes de policía les hicieron alto.

Se ha pedido también, reformas a la Ley de Orden Público; pero muy distinta de lo que está pidiendo el pueblo, se pide que se amplíe más su campo de acción. Se pide dar competencia jurídica a todas las Cámaras Penales de la República y ampliar hasta 120 días el término de la inscripción del proceso a criterio de los Magistrados. Lo que justificaría más cárcel para los pobres reos.

  —255→  

Nos alegró mucho la noticia, de que la Sociedad Interamericana de Prensa analiza el grado de libertad de prensa del hemisferio occidental, y naturalmente nos alegró ver el nombre de El Salvador, entre los países que gozan de esta libertad. Y por eso nos dolió mucho que el periodista Enrique Salvador Castro, síndico de la Asociación de Periodistas de El Salvador, protestara enérgicamente porque un policía lo esposó y lo atropelló. Y apoyándonos en esa libertad, no dudamos que no se harán más inquisiciones sobre YSAX y Orientación, sino que se dejará a estos medios de difusión en un ambiente de libertad, para que la Iglesia, siquiera en estos mínimos medios de expresión, pueda desarrollar su derecho a la libertad de proclamar su fe en Jesucristo y en el Señor.

Desde nuestra Iglesia, que está reunida en esta reflexión y que se va alimentar ya de Cristo, que sufrió primero esta crisis frente a un mundo que no quiere creer en él, hermanos, elevemos nuestro grito de fe y de esperanza al Señor. Nos ponemos de pie...



  —256→  

ArribaAbajoLa respuesta de Dios al mundo actual

Funeral de Juan Pablo I
Domingo 22 de octubre de 1978

Ilustrísimo Monseñor encargado de Negocios de la Santa Sede, queridos hermanos sacerdotes y fieles:

En su breve pontificado, Juan Pablo I nos da la impresión que solamente tuvo el tiempo para dar al mundo la respuesta breve, pero densa, que Dios da al mundo actual. La historia se encargará de recoger esas facetas tan ricas, que ya van en los comentarios de toda la comunidad universal de la Iglesia, porque en el breve espacio de un mes, Juan Pablo se ganó el corazón del mundo. Sería imposible pues -ahora, al venir a celebrar la oración solemne de la Arquidiócesis por su eterno descanso y animar su esperanza de una Iglesia que se levanta de la tumba de cada Papa para seguir adelante-, sería imposible, digo, recoger toda la historia de estos 33 días breves, porque era precisamente eso: la respuesta de Dios al mundo actual.

Inspirándome en ese pensamiento, yo sólo quiero destacar estos tres aspectos: lo jerárquico, lo cristiano y lo mariano.

LO JERÁRQUICO

¿Por qué Dios nos está llamando la atención, en tan breve tiempo, hacia la cumbre de la jerarquía? En menos de dos meses, dos muertes y   —257→   dos elecciones del Pastor Supremo de la Iglesia. Es la máxima expresión de la autoridad que Cristo quiso poner para gobernar al pueblo que él congregaba, como sucesor de la alianza entre Dios y el pueblo. La jerarquía, llevada por los hombres frágiles indica una voluntad de Dios, sea el canal por donde se orienta y se gobierna la Iglesia. Pero como signo sacramental de esa verdad eterna y de esa gracia eterna que se da a los hombres, la jerarquía no es toda la gracia de Dios ni es toda la verdad de Dios, es un signo de que Dios quiere comunicarse con los hombres, y por eso el mundo exige a esa jerarquía la transparencia del espíritu que debe de comunicar y al mismo tiempo comprende, que no puede la jerarquía agotar toda la riqueza que Dios quiere comunicar al mundo, y que la jerarquía no es más que el instrumento sacramental por donde Dios transmite su verdad y su gracia a la Iglesia.

Así también, podemos decir que la Iglesia no es todo el Reino de Dios. Si la jerarquía es como el esqueleto de la Iglesia, la Iglesia misma que reclama de esa jerarquía transparencia, plenitud de Dios, comprende que ella sola no está más que como un pueblo congregado por Dios en torno de esa jerarquía; pero al servicio del Reino de Dios y del mundo entero, y que por tanto, todo su esfuerzo como Iglesia jerárquica no puede concentrarse en una autocontemplación. La Iglesia no es un fin en sí; y mucho menos lo jerárquico, no es un fin en sí. La jerarquía para la Iglesia y la Iglesia para el mundo. Por eso, cuando muere un Papa, el mundo entero, y desde luego la Iglesia entera, clava sus miradas en Roma, sabiendo que allí está el signo de este pueblo de Dios; pero que este pueblo de Dios peregrino y misionero, tiene que fijarse más bien en un segundo aspecto que yo quiero traer ahora a propósito del Papa que muere.

LO CRISTIANO

El Papa es grande porque Dios lo ha escogido para ser su vicario en la tierra. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Tú eres la piedra de consistencia en la cual toma unidad y estilo la Iglesia que Yo, Cristo, construyo. No la construye el Papa ni los obispos, no somos más que los humildes peones del gran artífice de la Iglesia. Construiré mi Iglesia y si las puertas del infierno y de la muerte no prevalecen, no es porque descanse en los hombros frágiles que apenas pueden soportar un mes la tremenda carga, sino porque ese símbolo del Papa está sostenido por lo que es vida eterna, lo inmortal, lo santo, lo divino: Cristo, Nuestro Señor. Y esto es lo que hace grande a Juan Pablo, como a los últimos Pontífices, tan santos y tan cristianos: ser cristiano y tratar de traducirse en instrumento del cristianismo para el mundo, hablar de Cristo. Porque Juan Pablo, podía decirse de él lo que el Evangelio de San Juan dice del primer Juan cristiano: «No era él la luz, pero vino a señalar la luz». Y si Juan Pablo encendió una lámpara que ilumino toda la noche en que murió y que amaneció iluminando el día de la historia; y esa luz es la luz de   —258→   Cristo -la luz de Cristo, la luz de la Iglesia-, es porque señaló los caminos de la verdadera8 Iglesia. Dicen que murió con el libro de La Imitación de Cristo y que, mientras leía, la luz quedó encendida y en sus manos el librito de Kempis, La Imitación de Cristo.

Sea o no sea, lo cierto es que es un gran seguidor de Cristo y que Juan Pablo es la expresión auténtica de lo cristiano. Su humildad proverbial, que hasta la hizo la palabra lema de su escudo: «humilitat», que lo hizo congeniar tan profundamente con los niños -porque es la humildad la que hace acariciar al niño como Juan Pablo en las audiencias solemnes- para decirle al mundo de hoy, lo mismo que Cristo, que es necesario hacerse como niños para entrar en el Reino de los Cielos.

Humildad que se expresa en la simplicidad de un pontificado que renuncia a la tiara y a la silla gestatoria, y que quiere aparecer como un hombre sencillo que recuerda la pobreza de sus orígenes. Y esta es otra nota auténtica del cristianismo, el Papa pobre, el Papa que recuerda con cariño los días en que tuvo que pasar temporadas sin zapatos, y que tuvo que saborear la pobreza verdadera en el hogar de su padre obrero y de su madre empleada de hospital.

La Iglesia de los pobres no es una demagogia. Es que Cristo también quiso gozar la alegría de ser pobre; y así el Papa nos señalaba ya los caminos de una Iglesia que encuentra en la pobreza, la inspiración auténtica de Cristo que comenzó su predicación: «Bienaventurados los pobres».

Defensor de una doctrina auténtica, sin pretensiones de un inquisidor, sino de una doctrina que se capta en la vivencia misma de la Iglesia y que es garantizada por esa fidelidad con que él se profesa cristiano. También defensor y propugnador de una disciplina que no consistirá en legalismos, sino en condiciones y en amor, porque el amor es el que mueve la Iglesia.

En una palabra, hermanos, el espíritu cristiano. Y porque ese espíritu cristiano es lo que la jerarquía de la Iglesia tiene que llevar al mundo, Juan Pablo es amado por toda la Iglesia porque supo ser no sólo el jerarca que manda y que dispone, sino el cristiano que se pone como ejemplar y que, como Pablo, puede decirle al mundo: «Sed imitadores míos así como yo lo soy de Cristo».

Y por eso, la figura cristiana de Juan Pablo en la cumbre del Pontificado se hace característica también, por esta tercera nota que yo quiero destacar: lo Mariano.

LO MARIANO

Qué encantador resulta en su primera homilía -cuando está recibiendo el homenaje de reyes y de representantes de gobiernos, cuando se   —259→   siente el pobrecito en la cumbre de los honores de este mundo- decir que invoca a María y que, si María fue su orientación, su guía, su consuelo en los días de su niñez, en los días de su seminario, en los días de su sacerdocio y de su episcopado, la invoca con corazón de niño para que siga siendo su Madre durante su pontificado y poder proclamar con la fe de María, que Cristo es Dios y que la Iglesia tiene que vivir de esa fe, y cuanto más mariana lo sea, lo será más cristiana, porque nadie fue tan cristiana como María, y María le enseñó al corazón del Papa ese sentido cristiano de ternura, de simpatía. María le enseñó sin duda, esa sonrisa amplia que lo caracterizó en el mundo; porque sólo teniendo el corazón de una madre y sintiendo tan íntimamente como María la misión y la santidad de Cristo, se puede ser su representante simpático en la tierra.

Por eso hermanos -y he querido traer esta nota mariana para concluir estos rasgos póstumos de Juan Pablo, porque providencialmente su presencia de cadáver y la congregación nuestra ahora ante su tumba, es en el mes del Santísimo Rosario-, puedo decirles con inmensa satisfacción, que su único mensaje radiofónico que pudo dirigir a nuestra América Latina se refería precisamente a María. Y yo quiero recoger sus palabras, breves como su pontificado, fue un mensaje que no duró más que un poco más de un minuto y que se dirigía al Ecuador, donde se celebraba el 24 de septiembre la clausura del Tercer Congreso Mariano Nacional. Y sólo Ecuador pudo tener la dicha, entre los países latinoamericanos, de recibir lo que ya soñábamos recibir en Puebla, el mensaje de amor del Papa para América Latina.

«Con sumo gusto -decía el Papa- queremos unir nuestra voz a la vuestra desde esta Roma dentro de la catolicidad, para tributar un homenaje de filial devoción y amor a nuestra Madre del cielo, la Santísima Virgen María. Sabemos que estáis celebrando el Tercer Congreso Mariano Nacional bajo el lema: Ecuador por María, a Cristo.

Haced de este lema todo un programa de vida y de acción apostólica. María, la madre de Cristo, madre de la Iglesia y madre dulcísima de cada uno de nosotros, sea siempre vuestro modelo, vuestra guía, vuestro camino hacia el hermano mayor y salvador de todos: Jesús. Y sea también ella, en este momento difícil y lleno de esperanza, la estrella de la evangelización en Ecuador y en toda la América Latina».

Este fue todo el mensaje del Papa, que terminó bendiciendo a América Latina. Y podemos decir desde esta Diócesis de América Latina, que es la Diócesis de San Salvador, que con este gesto, ya en vísperas de su muerte, el corazón del Papa se unió con el corazón de América para siempre, en un solo amor que caracteriza a América y caracterizó al Papa: el amor a la Santísima Virgen María.

  —260→  

Queridos hermanos, vivamos la lección breve pero densa, como respuesta de Dios al mundo de hoy, que nos deja Juan Pablo. Una Iglesia jerárquica, garantía de su unidad y de su consistencia, pero en servicio a un mundo; y por esto tiene que ser una Iglesia ante todo cristiana y una Iglesia que se sienta filialmente cariñosa con María la Virgen.

Quiero terminar pidiéndoles una oración muy especial por el Señor Encargado de Negocios de la Santa Sede, que ha tenido la bondad de acompañarnos a pesar de estar en este momento de tribulación -cuando le acaban de avisar que su padre está en una enfermedad muy grave, casi agónica- y ojalá que esta oración por el Papa, por la Santa Sede la que él viene a representar ahora, signifique también pues, una súplica de nuestra Iglesia, que siente como suyo el dolor de todos los cristianos, la angustia de todos sus fieles.

Queridos hermanos, adentrémonos en esta Eucaristía porque tenemos tanto que rezarle a Dios; mientras el Papa Juan Pablo ya es nuestro intercesor en el cielo. ¡Nuestra Arquidiócesis de rodillas, enlutada junto a su cadáver, recoge con fe, con amor, con agradecimiento su breve pero densa lección! Así sea.



  —261→  

ArribaAbajoLa Iglesia comunión de vida de Caridad y de Verdad para salvación del Mundo

30.º Domingo de Tiempo Ordinario
Domingo 29 de octubre de 1978

Éxodo: 2,21-27
Tesalonicenses: 1,5c-10
Mateo: 22,34-40

Queridos hermanos:

Siento que de veras la comunidad cristiana es una verdadera familia. Sentí mucho estar ausente el domingo pasado, como cuando alguien de la familia no puede llega a la reunión de fin de semana con sus demás hermanos, pero a veces el Señor nos pide este sacrificio. En cambio, les agradezco la presencia y la atención con que asistieron a la celebración y a la predicación del P. Jesús Delgado, que tuvo la bondad de sustituirme. De sus reflexiones pues, ha habido comentarios muy buenos y por mi parte ahora, precisamente tomando de las lecturas bíblicas, sacaría como de costumbre, un título para nuestra homilía de hoy que venga a fortificar ese sentido de familia, de comunión.

  —262→  

Yo llamaría a mis palabras de hoy: la Iglesia comunión de vida, de caridad y de verdad para salvación del mundo. Y es que en las lecturas de hoy, parecen encontrar un resumen bellísimo en uno de los textos más densos del Concilio Vaticano II, cuando habla de la Iglesia como pueblo mesiánico, dice estas palabras: «Este pueblo mesiánico, aunque no incluya a todos los hombres actualmente, y con frecuencia parezca una grey pequeña, es sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra».

Esto somos, queridos hermanos, esto tenemos que ser si de veras queremos construir la Iglesia. Yo quiero ratificar que la razón de mi predicación, que la razón de nuestras reuniones y de nuestras reflexiones cristianas en torno de la palabra de Dios, tienen esta finalidad, de que cada día nos vayamos constituyendo más como pueblo de Dios, como seguidores de Cristo, sintiéndonos de verdad germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Que el mundo, que nuestra patria, sepa sentir en los grupos cristianos no gente sospechosa, sino gente que de verdad sea luz del mundo y sal de la tierra.

Por eso, me gusta concretar cuál es esta comunidad que está haciendo la reflexión esta mañana. No es una comunidad cristiana reunida en una Iglesia de Europa o de África o de otro país de nuestro continente, es una Iglesia de aquí, de la Arquidiócesis de San Salvador, es esta Catedral. Y son aquellas comunidades tal vez allá en las ermitas donde sé que sintonizan esta misa para reflexionar. Son la comunidad del cantón tal, del pueblecito tal. En este caso pues, tenemos que sentir esta comunidad con sus realidades alegres y tristes. Es aquí donde a mí me gusta hacer un recuento de alegría, de esperanza, con todos ustedes, sintiéndonos de veras esa comunión de vida, comunión de amor y comunión de verdad. Que compactemos más nuestros sentimientos de salvadoreños cristianos o de quienes sin ser salvadoreños se han identificado con nuestra comunidad y viven de verdad esta pequeña grey.

Fíjense bien cómo el Concilio no se hace ilusiones de que la Iglesia sea la totalidad del pueblo, muchas veces puede ser el grupo pequeñito y Cristo así les decía a sus apóstoles: «No temáis pequeño rebañito» (pusillus grex), una expresión cariñosa de Cristo para decir no crean que todos van a aceptar esta palabra, pero habrá siempre un grupo, aunque sea pequeño, y en ese grupo alegraos, decía Cristo, porque a vosotros ha querido el Padre daros el reino y vosotros sois el germen de la unidad y de la salvación del mundo; vosotros sois la esperanza. Sí, queridos hermanos cristianos, seamos de verdad como comunidades cristianas: santos, seguidores de Cristo, llenos de esperanza, unidos en el amor. No pretendamos   —263→   el brillo de grandes muchedumbres, pero sí la solidez de un sólido amor y de una vida que nos viene de Dios.

Esta comunidad, que es la que ha celebrado -como noticias sacerdotales en esta semana- 25 años de promoción de algunos de sus sacerdotes, hace 25 años se ordenaron trece sacerdotes. ¡Qué hermosa cosecha de San José de la Montaña! Recordamos ya uno en la eternidad, nuestro querido amigo -y ven como en la comunidad vive gente que conoce, con quien ha compartido y que ya goza en el cielo- Monseñor Jorge Castro Peña, fue también de esa promoción. No ha podido celebrar con nosotros, pero desde su cielo nos envía su sonrisa de complacencia y se siente miembro de esta comunidad.

Un italiano, franciscano, P. Cosme Spezzotto, en Zacatecoluca, también celebra sus 25 años.

Ayer en Acajutla se ordenan dos jóvenes franciscanos: Óscar Arturo Gutiérrez y Mario Antonio Benítez.

El sábado que viene -ya sirva de invitación esto-, aquí en Catedral, a las 11 de la mañana vamos a ordenar sacerdote a un joven de nuestra Arquidiócesis, Rafael Urrutia, que termina ya sus estudios en Guatemala y va a trabajar con nosotros.

También fruto de nuestras comunidades de El Salvador, dos sacerdotes se ordenan en España para trabajar en el Opus Dei. Profesionales que se santifican y de los cuales ya nos hemos ocupado en otras ocasiones. Esa santidad que se expanda, que sea -sintiendo lo que estoy diciendo en este momento- la vida de la comunidad, porque nadie vive el cristianismo sólo para sí, sino para esto que estamos diciendo, ser el buen olor, ser el germen de unidad, de salvación.

Esta comunidad que está ahora reflexionando aquí, es la que vive y se hace concreta en parroquias, en cantones. Yo tuve la dicha de visitar la parroquia de El Carmen de la colonia Roma, donde celebramos el día de Santa Teresa, su patrona.

También en la parroquia de la Divina Providencia de la colonia Atlacatl, donde palpita una comunidad viva y se organizaba precisamente esa noche la Comisión Parroquial de Cáritas.

También participé de la vida que goza la comunidad cristiana de Soyapango. Agentes de pastoral, grupos juveniles que se anhelan por seguir a Cristo.

  —264→  

He tenido noticias también, de la comunidad que se reúne en la Basílica del Sagrado Corazón bajo el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, donde se han dedicado a estudiar la carta pastoral sobre la Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares.

En cambio, hermanos, no pude asistir por razones de enfermedad, a varias comunidades que tenía programadas en esta semana, pero vaya desde aquí un saludo muy cariñoso a la parroquia de San Juan Opico donde sus agentes de pastoral están estudiando nuestra carta pastoral.

A San Rafael de Chalatenango, donde teníamos que celebrar la fiesta del Arcángel San Rafael, pero el día de San Rafael lo celebré como día de los hospitales, también dando el testimonio de una salud que se quebranta, pero que desde el hospital puede servir también para orar por la comunidad.

También tuve que ir al Paraíso, donde las hermanas betlemitas preparaban una evaluación de sus agentes de pastoral.

No pude participar tampoco en la alegría de los 25 años sacerdotales del P. Moreno, celebrados en la Parroquia de San José Guayabal donde soñaba también gozar esa alegría sacerdotal.

Ni ayer en el festival famoso del maíz que ha organizado desde hace varios años San Antonio Los Ranchos; pero les envié un saludo muy cariñoso deseando que ese producto que es base de nuestra alimentación (el maíz), no falte en ninguno de nuestros hogares. Y que esa iniciativa de aprovechar hasta los desperdicios del maíz en obras, en industrias nacionales muy artísticas (el elote, la tuza, etc.); pues es un gesto de lo que puede ser una comunidad cuando, además del Evangelio, trata también de promoverse en lo material.

Tuve que estar anoche también y no pude en San Antonio Abad, donde se recogía el fruto de la reflexión y del trabajo por las misiones.

Como ven pues, hay tantos motivos para que nuestra comunidad se sienta viva en tantas partes, concretamente. Es la comunidad que en estos días se alegra con los colegios católicos, porque han ya cerrado sus trabajos difíciles de la enseñanza durante el año y desea con verdadero cariño de familia a todos los maestros, religiosos, y religiosas y alumnos, sobre todo, que disfruten unas vacaciones felices y muy sanas.

En el ambiente de colegios católicos, también celebramos el día de San Pablo de la Cruz, fundador de las hermanas pasionistas, en el colegio de La Divina Providencia.

  —265→  

En la Sagrada Familia, también tuve la satisfacción de recoger unos bellos trabajos de religión, entre ellos el estudio, la respuesta al cuestionario de la Carta pastoral ya mencionada.

Una satisfacción inmensa también, compartámosla hermanos, una reunión con quince muchachos bachilleres, fruto del Seminario Menor. Lo más bello es que todos ellos expresan la ilusión de continuar el otro año en el Seminario Mayor. Quince bachilleres para iniciar la Filosofía, además de otros que sin haberse educado en el Seminario Menor han salido de los diversos colegios laicos o religiosos para el Seminario, hasta el punto del problema de no tener ya casi local donde alojar tantas vocaciones ya seguras, porque ya son de Filosofía; o sea, superado el bachillerato cuando se abre el horizonte para una academia, para un horizonte de una carrera profana, ellos dicen que quieren servir al pueblo desde lo que es ser sacerdote.

Esta comunidad también abre sus ojos al ambiente universal, porque sabe que una comunidad, a pesar de ser así tan concreta como hechos que acabo de mencionar, todos estos hechos los incorpora como riqueza, como experiencia, como bendición de Dios en la corriente de la Iglesia Universal. Y así en perspectiva de Iglesia Universal, el jueves de esta semana, nuestra Arquidiócesis, aquí en Catedral con una buena representación de sacerdotes, de religiosas y de fieles, se unió a la alegría del mundo entero por el nuevo Pontífice Juan Pablo II, a quien espero que ustedes hayan visto a través de la televisión y conocido como un hombre verdaderamente pastor, sencillo, pero fuerte en sus pensamientos; popular, políglota, un hombre maravilloso que supo darle a la tiara -aquella triple corona que antes le ponían al Papa el día de la coronación y que desde Juan Pablo I ya no se usa-, le supo dar Juan Pablo II el verdadero sentido, es que no es sólo el Papa el que tiene que tiene que llevar esta triple significación de las tres potestades de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Es que todo el trabajo de los pontífices y de los sacerdotes y de todos los agentes de pastoral, es lograr que todo el pueblo de Dios esté coronado desde su bautismo, desarrollando sus cualidades cristianas con esas tres coronas; porque todos ustedes bautizados, todos ustedes comunidad de la Arquidiócesis y de más allá, son pueblo sacerdotal, pueblo profético, pueblo de reyes, esta es la gran dignidad. Bendito sea Dios, que un Pontífice sabe como quitarse la tiara y ponérsela al pueblo y decirle: todos ustedes son pontífices, profetas y reyes, no es responsabilidad sólo del Papa, sino que es todo el pueblo bautizado el que tiene que vivir esa hermosa responsabilidad de Iglesia Universal.

Así es hermanos, como estos hechos y otros que podíamos recordar nos llevan a la reflexión.

  —266→  

También quiero dar unos avisos antes de entrar en esta reflexión y es que desde el 3 de diciembre, que será el primer domingo de Adviento, o sea cuando comienza ya el año litúrgico nuevo, vamos a poner en práctica lo que hemos venido anunciando, las confirmaciones solamente administradas a niños que tengan ya conocimientos y que hayan sido preparados por sus párrocos. Se exigirá pues, un comprobante de haber recibido las instrucciones respectivas. Así como no se admite un niño a la Primera Comunión sin haber aprendido su catecismo, también hay un catecismo de confirmación que no se dispensará. Porque no es por capricho, sino para que precisamente esta dignidad del pueblo de Dios, que pocos la viven, porque no ha habido una catequesis en los sacramentos cuando se iniciaron como cristianos. De allí que se necesite también, para el bautismo, las charlas prebautismales, nadie se dispense de esto por favor. Aun cuando haya sacerdotes que no quieren cumplir este deber, el cristiano no recibe un favor si no se le dan las pláticas, al contrario, está renunciando a un servicio que la Iglesia quiere dar. Y yo suplico a todos los sacerdotes, que tomemos en serio no dar el bautismo ignorantemente, sino que exijamos la preparación de aquellos que van a ser responsables de educar en la fe al niño inconsciente que se bautiza.

Entonces esta comunidad, pues, que quiere vivir con más intensidad su vida de fe, sus sacramentos, se nos presenta a través de las lecturas de hoy, como una comunión de vida, de caridad y de verdad. Allí tienen mis tres pensamientos.

COMUNIÓN DE VIDA

Comunión de vida. El ejemplo es la segunda lectura, San Pablo le escribe a la comunidad de Tesalónica. Tesalónica, donde Pablo tuvo las dificultades que tenía en todas partes. Los judíos eran sus peores adversarios, pero encontraba eco en los gentiles; y esta comunidad que acogió la predicación de Pablo con sus colaboradores, Silvano y Timoteo, nos cuenta el Libro de Los Hechos, las vicisitudes, lo que costó para ser de veras una comunión de vida.

Yo voy a leerles este pensamiento del Libro de Los Hechos, para que miren que lo que está pasando entre nuestras comunidades cristianas aquí en la Arquidiócesis, es la historia de siempre. La comunidad de Tesalónica, fíjense bien, nace quizá unos veinte años después de la ascensión del Señor. Las epístolas a los tesalonicenses son de las primeras letras del Nuevo Testamento. Es una comunidad fresca, podíamos decir. Recuerden ustedes aquí veinte años atrás, sería 1958, mucha gente nos acordamos de lo que pasó en 1958; pues así había en Tesalónica, mucha gente que conoció, que vivió de los apóstoles y que oían como algo reciente el paso del Hijo de Dios hecho hombre, muerto en una cruz, resucitado y que creer en él era la salvación.

  —267→  

Esto que lo vivieron tan de cerca en Jerusalén los judíos no lo comprendieron, fuera de un pequeño grupo que se adhirió a él. Pero por eso dicen los apóstoles, nos vamos afuera a predicar, porque allá están esperando esta nueva buena noticia. Y así fue, nos dice el libro de Los Hechos: los judíos, llenos de envidia reunieron a la gente maleante de la calle, armaron tumultos y alborotaron la ciudad, se presentaron en casa de Jasón. Este Jasón era un cristiano recién convertido que les dio hospedaje, porque la sinagoga, o sea el templo oficial donde Pablo comenzó a predicar a los judíos, no los quisieron recibir más y le dijeron: tú en esta ermita, en esta sinagoga, no puedes ya, aquí estamos los oficiales, aquí estamos los judíos y tu doctrina es contra nuestro orden.

Tal se parece a esas ermitas que nos han quitado usurpadores y que echan afuera a los cristianos. No se amilanen queridos cristianos. Entonces Pablo, con su grupo de cristianos se fueron a la casa de un amigo, Jasón, y allí llegó todavía la autoridad buscándolos para llevarlos ante el pueblo. Ante los magistrados gritaban: esos que han revolucionado todo el mundo, se han presentado también aquí y Jasón les ha dado hospedaje, ellos van contra los decretos del César y afirman que hay otro rey: Jesús.

Qué les parece, hermanos, tal como se dice ahora: son subversivos, están contra la autoridad, hay que llevarlos a la cárcel. No es extraño, queridos cristianos, la historia de nuestras comunidades es la historia de la persecución. Siempre que se ha querido proclamar que de veras Jesús es rey y Señor; y siempre que se ha querido proclamar su Evangelio como palabra única de salvación, y siempre que se ha denunciado, desde la palabra de Dios, todos los abusos de los poderes del mundo, surgen las persecuciones.

Los llevaron presos, pero a Jasón le dieron libertad mediante una fianza, dice el Libro de Los Hechos. Pero luego cuenta San Pablo, en su Carta a los Tesalonicenses, lo han escuchado ahora, qué hermoso elogio: «Ustedes no se han dejado vencer de las dificultades, desde vuestra comunidad la palabra del Señor ha resonado en todas partes. Habéis creído en el Dios vivo». Ven, comunidad de vida. Esta es la Iglesia, comunión de vida. Y es porque los motivos que nos reúnen ahora en la Catedral, en nuestras ermitas, en nuestras reuniones cristianas, no es para recordar un muerto. Pobrecitos los cristianos que creen que su religión es un museo de recuerdos y solamente quieren conservar y no ponerse en peligro. No, hermanos, la comunión Iglesia es vida, es comunión de vida y tienen que enfrentarse a la vida del tiempo actual. Es vida, sus leyes, sus dogmas, sus creencias, deben de convertirse en vida.

El que no quiera comprender así la religión de un vivo eterno, Cristo que no morirá jamás; de un Dios vivo que va acompañando al pueblo y que desde la primera lectura de hoy nos dice que «no hagamos injusticias,   —268→   porque ese pobre, víctima de la usura o de un préstamo injusto, si clama al cielo lo escucharé». Soy Dios vivo.

Nuestra religión es vida y esto es lo más hermoso que yo quisiera recordarles; y quiero recordárselos con agradecimiento a Dios, porque el haber predicado esta religión como vida, es lo que ha dado a muchos, que habían muerto en la fe, la resurrección y la vida. Vale la pena creer, vale la pena llegar a misa un domingo y alimentarse allí de palabras de vida, no porque las diga fulano o zutano, sino porque son de Cristo, el vivo por excelencia. Y entonces ánimo queridos hermanos, yo sé que para muchos ha llegado la hora de la prueba y están cobardes huyendo: catequistas, celebradores de la palabra, gente que compartía con nosotros las alegrías de nuestras reuniones, los han asustado; gente que no creíamos, que la creíamos muy fuerte, está con miedo; pero es porque se han olvidado que es una religión de vida y que como vida tenía que chocar también con la vida, que no es la vida de Dios, pero que vive como reino de las tinieblas y del pecado en el mundo.

Ojalá que esta invitación, que nos hace hoy la palabra de Dios desde el ejemplo de Tesalónica, viva entre nosotros, queridos hermanos. Ya que se está volviendo a reflexionar mucho la Sagrada Biblia, yo invito a las comunidades eclesiales de base, a tomar como tema de reflexión esta historia de la comunidad de Tesalónica; y aprendan allí como la historia no es más que una repetición.

COMUNIÓN DE VERDAD

Otro segundo aspecto de la comunión Iglesia es que es comunión de verdad. Es bello saber que nuestra fe cristiana es la verdad. Ningún hombre puede decirse dueño de la verdad, ningún hombre es infalible, sólo Dios. Pero cuando un hombre cree en aquél que es la fuente de la verdad y se entrega, es un hombre de fe, ese hombre tiene la verdad, aun sin comprenderla, pero la ha aceptado. Yo quisiera para todos mis queridos oyentes ahora, que fueran hombres de fe y que San Pablo les pudiera decir como les decía a los cristianos de Tesalónica: conozco la actividad de vuestra fe, la fe es activa porque la fe es vida -y quisiera hermanos, que nuestras comunidades fueran lo que dice San Pablo de Tesalónica: vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos, como abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios para servir al Dios vivo y verdadero y vivir aguardando la vuelta de su Hijo... y que os libra del castigo futuro.

Una comunidad cristiana se evangeliza para evangelizar. Una luz se enciende para alumbrar, no se enciende una candela y se mete debajo de un canasto, decía Cristo, se enciende y se pone en alto para que ilumine.   —269→   Esto es una comunidad verdadera. Una comunidad es un grupo de hombres y mujeres que han encontrado en Cristo y en su Evangelio la verdad, y la siguen y se unen para seguirla más fuertemente. No es simplemente una conversión individual, es conversión comunitaria, es familia que cree, es grupo que acepta a Dios. Y como grupo, cada uno siente allí que el hermano lo fortifica y que en los momentos de debilidad se ayudan mutuamente y, amándose y creyendo, dan luz, son ejemplo: de tal manera que el predicador ya no necesita predicar cuando hay cristianos que han hecho de su propia vida una predicación.

Les decía un día y hoy se los vuelvo a repetir, si por desgracia un día callaran nuestra emisora, no nos dejaran escribir ya, nuestro periódico, hermanos, cada uno de ustedes que creen, tienen que convertirse en un micrófono, en una emisora, en un altoparlante, no hablando, sino pidiendo la fe. Y por eso no me da miedo a mí que nuestra fe esté pendiente únicamente de la predicación del Arzobispo. No me creo tan importante, lo que creo es que esta palabra que no es más que un humilde eco de la palabra de Dios, sí entra en el corazón de ustedes, no por ser mía sino por venir de Dios; y que todos aquellos de buena voluntad, hombres, familias, comunidades, la están haciendo vida y por sí sola se va predicando. Y yo puedo decir con la alegría de San Pablo, a las comunidades de la Arquidiócesis y si comenzara a mencionarlas no acabaría todo el día, ustedes cambiando el nombre de Tesalónica por los nombres conocidos de nuestros pueblos y cantones, son las comunidades que van llevando a sus ambientes esta predicación. Hay un contenido, fíjese bien que no es simplemente una fe ciega en Dios, sino que hay un esfuerzo de instruirse, el contenido San Pablo lo resume aquí: «... porque os volvisteis al Dios vivo y verdadero para vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús, desde el cielo».

Tres cosas: un monoteísmo, es decir renunciar a todos los ídolos para creer en el único Dios. Segundo, una cristología, un Hijo de Dios que se hizo hombre, que se llama Cristo y en el cual creemos, porque murió y resucitó. Y tercero, una escatología, un más allá, un esperar que ese Hijo de Dios vivo en la eternidad, vendrá a juzgar a vivos y muertos, que está ya condenando el pecado en este mundo y lo condenará definitivamente cuando diga: «Id malditos, al fuego eterno», a todos aquellos que no se quisieron convertir de verdad.

Este es el contenido en resumen de nuestra fe: comunión de verdad; estas son las grandes verdades: creer en el único Dios verdadero y por ese Dios verdadero renunciar a todas las falsas potestades. No recuerdan el domingo pasado cuando Juan Pablo II hablando precisamente del poder de la tiara, que es el poder de Cristo que todo el pueblo de Dios tiene que llevar, decía: «Abridle las puertas a esa potencia de Cristo, no tengáis miedo, abridle los campos de la economía, de la política, de lo social».   —270→   No digan que el Papa no habla de política, y ha dicho que le abran el campo de la política, porque Cristo va a predicarles a la política su reino sin el cual la política se convierte en el trágico drama del lobo contra el hombre. Sólo Cristo le puede dar un sentido humano a la relación del capital y del trabajo. Sólo Cristo le puede dar una relación de humanidad, de comprensión. Ahora que van llegando ya los momentos en que las cosechas de nuestra tierra debían de ser para la felicidad de todos los que nacemos en esta tierra -que el sentido cristiano que nos ha dicho hoy la primera lectura de los privilegiados y de los pobres-, supieran repartirse con equidad y justicia lo que Dios ha creado para todos.

Hace dos años, el que ahora es Papa, fue llamado por el Papa Pablo VI para que predicara en el Vaticano los ejercicios espirituales. El cardenal Voytila escribió de allí un libro que su compañero de episcopado, el Cardenal Primado de Polonia, lo ha presentado últimamente, y en una de las meditaciones que el cardenal Voytila dictó ante el Papa Pablo VI y todos los de la Curia Romana, dijo esto que ahora lo trae L'Osservatore Romano: «Hay ciertamente en este mundo, una gran carga de fe -y me viene bien porque estoy hablando de que la Iglesia es comunidad de fe-, hay un considerable margen de libertad para la misión de la Iglesia -decía el Cardenal- pero muchas veces se trata solamente de un margen. Basta observar las principales tendencias que prevalecen en los medios de comunicación social; basta prestar atención a lo que se silencia o lo que se dice en voz alta; basta afinar el oído para percibir, qué es lo que encuentra mayor oposición para ver que también allí, donde se acepta a Cristo, al mismo tiempo hay oposición a Cristo por lo que respecta a la verdad plena de su persona, de su misión, de su Evangelio. Parece como si se quisiera modelarlo, adaptarlo a las medidas propias de la dimensión humana, de la era del progreso y al programa de la civilización moderna, que es un programa de consumismo y no de fines trascendentes. Hay oposición a Cristo desde esas actitudes y no se soporta la verdad proclamada y recordada en su nombre. Esta oposición a Cristo, al mismo tiempo que se alude a él, por parte incluso de quienes se llaman discípulos suyos, es un síntoma significativo de los tiempos en que vivimos».

Este es el pensamiento del actual Pontífice. Cuando se quiera creer en un antimarxismo como si fuera inspirado del cristianismo -no se olviden de esto- hay muchos antimarxistas que no es el marxismo lo que les da miedo, sino el perder sus privilegios. Se proclaman cristianos y dicen: sí, miren, aquí hay margen de libertad. Sí, dice el Cardenal, margen. Verdadero margen, porque lo principal, ¿qué es? La prensa, la televisión, las leyes, eso que no es el margen sino el centro, ahí no cabe Cristo. Allí consumismo, allí egoísmo. Qué mal llamados cristianos son ciertos cristianos. Y qué mal llamado cristiano un ambiente donde para Cristo y su Iglesia sólo hay un margen de fe y de libertad, como una página que solamente le deja la orillita, el margen. Pero el cardenal Voytila, que ha   —271→   vivido también la otra situación, continuaba diciéndole al Papa en su meditación: «Pero esta no es la única oposición a Cristo, junto a ella se encuentra otra, surgida -fíjense bien en esta frase- otra oposición surgida probablemente de la misma base histórica e incluso casi de la anterior. ¿Quiénes tiene la culpa de que haya triunfado el comunismo? Los anti-marxistas son los que le hacen el mejor juego al comunismo». Y el Papa está diciendo aquí: «si ha surgido esa oposición a Cristo que se llama el comunismo, gran parte de su origen lo tiene ese egoísmo cristiano».

En el Vaticano II se dijo también: «El ateísmo no es un fenómeno que nazca espontáneamente, y gran parte de culpa la tienen aquellos que creyendo en Dios, en vez de representar a Dios, lo ocultan con su conducta y su manera de vivir como si Dios no existiera. Si el comunismo es ateísmo -no se asusten hermanos-, el capitalismo también es ateo-práctico, y si le da un margen a la fe, es un margen nada más», pero lo principal es lo que el Papa está diciendo. Y hablando luego de esta forma histórica de oposición a Cristo, en la que tienen gran culpa ese cristianismo falso de quienes defendían más su egoísmo que al propio Cristo, continúa diciendo el Cardenal: «Es una forma de oposición directa a Cristo». Para que vean que la Iglesia no es comunista, aquí el Cardenal que vivió el ambiente comunista, y lo estoy diciendo yo también desde las exigencias de la justicia social de la Iglesia, que el comunismo es una forma de oposición directa a Cristo, un rechazo abierto al Evangelio, una negación de la verdad de Dios sobre el hombre y sobre el mundo que el Evangelio proclama. Esta negación asume a veces carácter de brutalidad. Pero se pregunta a veces uno: ¿dónde será más brutal la oposición? He sabido que existen todavía países en los que están cerradas las Iglesias de cualquier confesión, en los que el sacerdote es condenado a muerte por administrar el bautismo. También entre nosotros se ha matado sacerdotes, porque han predicado la justicia social.

¿Qué diferencia hay entre aquel mundo y este? Quizá en esas tierras de persecución hay todavía huellas de las antiguas catacumbas cristianas y de los circos en que los testigos de Cristo eran lanzados a las fieras para que los destrozaran. Sin embargo, la persecución contemporánea, típica de los últimos años del siglo XX, ofrece un panorama completamente diverso del antiguo y por tanto tiene un significado del todo diferente.

COMUNIÓN DE FE

Es hermosa la meditación del cardenal Voytila, pero me bastan esos dos pensamientos para que vean, queridos hermanos, que si nuestra Iglesia -y esta es la conclusión-, si nuestra Iglesia es comunión de fe, no se deje engañar por los pequeños márgenes de fe y de libertad que les quieren dejar ciertos sistemas como protectores de la Iglesia. Si de veras somos   —272→   una comunión de fe, no debemos estar contentos mientras no sintamos que esta fe es vida y que la llevamos en nuestra vida, sin miedo a las situaciones, cualquiera que sea.

El cardenal Voytila recuerda los tiempos de las catacumbas y de los circos de los mártires; y recuerda también -él que lo ha vivido en carne propia- las cárceles del marxismo y a nosotros también nos toca vivir aquí las cárceles y las torturas de un sistema capitalista. Lo que importa es que en uno o en cualquier sistema, la fe en Cristo sea la antorcha que le dé serenidad, valor, esperanza, a esta vida.

COMUNIÓN DE CARIDAD

Y por eso, finalmente, comunión de caridad. Dejada para último, porque ya las mismas lecturas lo dicen por sí solo. La primera lectura del Éxodo es de aquel libro de la Alianza, donde Dios está tratando con los hombres una alianza, «seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo», pero como en toda alianza, aquí están las condiciones. Y sigue una serie de leyes que ustedes leerán en esos capítulos del Éxodo. Ahora solamente trae las leyes sociales: «no oprimirás ni dejarás al forastero porque forastero fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los explotas ellos gritan a mí y yo los escucharé». Qué argumentos más tremendos. Todo lo que se haga a un pobre, Cristo lo está viendo. Cómo me ha conmovido a mí la aflicción de aquella pobre viuda del guardián de la bomba de ANDA en la Universidad, cómo trató de salvar a su esposo y cómo lo vieron hasta sus propios hijos cuando lo macheteaban y cómo esperaba todavía que estuviera con vida en alguna parte, cuando de repente le dicen: es cadáver sepultado allá por Suchitoto. Este es el clamor de las viudas y de los huérfanos que claman a Dios, y Dios no se quedará sordo, «se encenderá mi ira y os haré morir a espada dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos». La Biblia es tremenda. Si prestas dinero, no lo agotes a usura. Yo sé de un caso reciente de cinco mil pesos que se han convertido en treinta y cinco mil y le han quitado ya la casa al pobre hombre con sus nueve hijos.

Queridos hermanos, esto no es comunidad de caridad lo que estamos viviendo. Por eso, cuando enredados en todo este conjunto de leyes que los fariseos habían inventado, dicen los comentaristas que en tiempo de Jesús la legalidad judía era tan complicada que había -no se olviden- 613 mandatos: 248 eran positivos y 365 eran prohibiciones, no harás esto, no harás esto, no harás esto. Así vivían enredados en esa casuística. Se explica entonces, que uno de esos doctores de la Ley se acerque a Cristo, en las horas en que Cristo está librando ya su última batalla para implantar su reino que tendrá por base su crucifixión y su resurrección, es la última semana, es en los atrios del Templo de Jerusalén. Allí lo han llegado a   —273→   probar con preguntas muy peligrosas como la del domingo pasado que no hubo tiempo de comentar, porque era el día de las misiones: ¿Es lícito pagar el tributo al César o no?

Y ahora le presentan otra pregunta: en este enredijo de leyes, de 613 leyes, ¿cuál es el principal mandamiento? Difícil, ¿verdad?, seleccionar entre 613 preceptos, cuál es el principal. Por eso lo más que lograban era dividirlos entre preceptos pesados y preceptos ligeros. Y Cristo tajante les dice: este es el primero y en el cual se funda toda la revelación de Dios. Ustedes han enredado la revelación del Señor de modo que ya ni se entiende por qué han hecho leyes de hombres en vez de la Ley de Dios. Echemos abajo todos estos abrojo, fíjense en lo principal, este es el principal mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser; y el segundo es semejante a este: amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Hermanos, lo original de Cristo no es haber mencionado unas palabras que todo judío casi la rezaba como una profesión de fe en el famoso «semá». Así se llamaba, palabra hebrea que significa, oye, porque comienza diciendo: «Oye Israel, no hay más que un solo Dios». Pues en ese famoso texto de la «semá», Cristo recuerda que dios es lo principal. En esto pues, Cristo es como cualquier otro judío, ha recordado lo que dice la Biblia. Pero lo original de Cristo es esto -no lo olvidemos- que junto a este precepto pesado, principal, «amarás a Dios», puso en el mismo nivel «y a tu prójimo como a ti mismo». Esto sí es original del cristianismo, que el mismo motivo con que amas a Dios tiene que ser aquél con que amas al prójimo. Y esta es la característica del Evangelio, por eso el mandamiento nuevo, cuando Cristo se despedía, decía: «Amaos como yo os he amado». Porque yo no solamente he amado a mi Padre con todo mi corazón, sino que por amor a él os he amado también a vosotros hasta dar la vida. Esto es lo original de nuestra fe, hermanos, es muy fácil, casi es una evasión decir: yo me voy a la Iglesia a amar a Dios y mi prójimo me importa poco. Es la parábola del buen samaritano, sacerdote y levita, hombres de Iglesia no cumplieron, porque por ir a orar al templo, dejaron abandonado al pobre herido y esos no fueron prójimos, dice Cristo.

En este ambiente, hermanos, de la comunidad de amor, yo quiero referirme pues, al ambiente que nos toca vivir. Qué ambiente tan falto de amor. Yo he oído que en esta semana la tortura ha abundado para arrancar confesiones extrajudiciales, yo sé que varios reos han sido confinados a los tribunales por violar la Ley de Orden Público y han sido presentados con horrorosas señales de tortura: shocks eléctricos, picana, golpizas contundentes, más vergonzoso, situaciones inmorales en que se exponen a mujeres desnudas. Es triste ver el estado con que llegan ciertas personas al Tribunal, casi arrastrándose; los médicos de los tribunales han confirmado estos estados fisiológicos.

  —274→  

En el hospital Rosales, desde el 19 de agosto, está convaleciendo Isabel Rodríguez Barrera, cuidado por la Policía Nacional. No ha sido puesto a la disposición de ningún Tribunal de la República. ¿Qué será de él?

Ha habido muchos casos de secuestros y capturas que han quedado en el misterio. Últimamente una comunidad me suplica que denuncie la captura de Neftalí Gutiérrez, Evangelina Galdámez, José Salvador Menjívar. Lo que pedimos hermanos, y lo hemos repetido ya, por eso se llama aquí repetitivo, no es por repetir, es porque lo que queremos es que se lleven a los tribunales y si son culpables que se les castigue legalmente; pero nadie tiene derecho a castigar con torturas a otro hombre. Es imposible recordarse de todos los casos de capturas y desaparecimientos que van siendo ya -y esto es lo más triste- como algo que se va haciendo normal, que nos estamos acostumbrando; y víctimas del mismo atropello como que quedan amedrentados y no son capaces de decir nada. ¿Tan horrorosa será la amenaza que reciben?

También queremos recordar que ya llega el tiempo en que se revisan los salarios de los campesinos. No se ha dado mucha importancia a la publicación del Ministerio de Trabajo donde se hizo un aumento de ¢ 0.50 centavos a los trabajadores de café y algodón. En nuestro semanario Orientación hay un análisis donde se demuestra que este mezquino aumento no equivale al aumento que por inflación se está sufriendo ahora, de tal manera que hoy el trabajador campesino tendrá menos capacidad adquisitiva, aun con este aumento que no equivale a lo que debía de ser lo justo.

Comprendo también, he platicado con gentes que cultivan caña y otros, que tienen sus razones, pero hay una autoridad, digo yo, que es la que tiene que poner orden; una fuerza moral que haga que el producto de nuestra tierra, que debe de ser por voluntad de Dios para bienestar de todos de verdad, sea pues, repartido con más equidad. No es comunismo estar pidiendo que se oiga la voz de los campesinos, sino simplemente que así como se pueden organizar y oír los que producen los productos de nuestra tierra, también se oigan a los colaboradores para recoger esos productos.

También lamentamos conflictos laborales. Donde va surgiendo el deseo de organización de obreros, surge inmediatamente la represión, el despido y no se deja el trabajo organizado que ya los mismos Pontífices han pedido varias veces.

También, hermanos, desde nuestra oración de hoy como comunidad, vamos a pedir por la situación de Nicaragua. Parece que va cundiendo un ambiente de pesimismo al ver que las intervenciones internacionales no   —275→   responden a las necesidades del pueblo. Por nuestra parte quiero agradecerles el generoso donativo que entregamos ya en manos del Sr. arzobispo de Managua, Monseñor Obando Bravo, fueron más de ¢ 6,000.00 -si todavía podemos seguirles ayudando, pues siempre es necesario, un pueblo que está sufriendo mucho.

También con nuestra hermana República de Guatemala, somos solidarios en una hora de aflicción cuando el terrorismo, bajo una organización llamada Ejército Secreto Anticomunista, ha difundido amenazas muy peligrosas que ya han comenzado a hacerse realidad. Y con la preocupación del Papa, también oremos hermanos en esta mañana, por el Medio Oriente. Para que la paz, de veras un anhelo de la Iglesia, vuelva al mundo.

Comunidad de vida, comunidad de fe, comunidad de amor y caridad. No nos apartemos de allí, esta es nuestra Iglesia. Pero desde su vida, desde su caridad, desde su fe, la Iglesia no puede adormecerse ante tantas injusticias. Y precisamente porque es comunidad de vida, de fe y de amor de Dios que exige como prueba de ese amor, el amor y la justicia entre los hombres, tiene que ser una Iglesia que reclama, a pesar de caer repugnante. Tiene que ser una Iglesia que no pone su confianza en las fuerzas de la tierra, y por eso inmediatamente nos acercamos al altar de Jesucristo, allí está él, vida eterna en el cual creemos, vivimos, en él esperamos, por eso estamos en misa.

Acerquémonos ya pues, al altar del Señor... Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso...



  —276→  

ArribaAbajoLa Iglesia Santa, pero necesitada de purificación

31.º Domingo de Tiempo Ordinario
Domingo 5 de noviembre de 1978

Malaquías: 1, 14b-2, 2b. 8-10
Tesalonicenses: 2, 7b-9.13
Mateo: 23, 1-12

Queridos hermanos:

Todo este capítulo 23 de San Mateo, es un modelo de una homilía, es una denuncia tremenda contra la religión oficial, contra los abusos, contra las vanidades, un reclamo a la autenticidad. Recuerden que según el esquema de San Mateo que hemos ido estudiando durante todo el año, nos encontramos ya en los últimos domingos del año y Cristo está en medio de una crisis que tiene que sufrir el Reino de Dios antes de implantarse: la oposición, la mala interpretación, la calumnia, el afán de no quererle entender. Y es en ese ambiente cuando este capítulo 23, escrito por San Mateo, no es solamente un rasgo biográfico de Cristo, sino que es la reflexión de los primeros cristianos en las enseñanzas de Cristo y cómo las está viviendo esa comunidad judeo-cristiana. Eran judíos, la mayor parte convertidos al cristianismo, que se sentían rodeados de judíos auténticos seguidores del judaísmo o de prosélitos ganados por los mismos   —277→   judíos, y que eran mucho más fanáticos que los mismos judíos y consideraban a los cristianos como unos renegados. Con palabras de hoy lo diríamos los subversivos. Y esta subversión que sigue a Cristo auténticamente y sabe que no es subversión, sino que es el verdadero seguimiento del Señor, reflexiona en comunidad.

Y también tengamos en cuenta otra circunstancia, que aparece hoy en forma trágica en este capítulo. Hacia el año 70 de la era cristiana, o sea cuando el cristianismo estaba en estos primeros caminares, los romanos rodearon a Jerusalén, la vencieron y fue una catástrofe espantosa, de modo que en Judea, en su capital, se sintió en carne viva la maldición de Dios por no haber escuchado al mensajero de Dios, al Mesías que venía. Y lo vamos a escuchar en el Evangelio de hoy, se amontona tanta sangre de profetas, tantas persecuciones, tantos crímenes en esta inundación de dolor, de hambre, de sangre, que supuso el asedio y la toma de Jerusalén por los romanos el año 70.

Teniendo en cuenta todo esto, qué bien nos viene aquí en El Salvador también en el 5 de noviembre, día que nuestra patria conmemora el primer grito de Independencia, casi diríamos el primer grito de un dolor de parto, porque no acaba de parir la verdadera libertad para reflexionar. «¡Jerusalén, Jerusalén -sale en el capítulo de hoy- cuántas veces quise recogerte como la gallina recoge a los pollitos y no has querido!» Un eco de esa palabra me parece haber oído hace quince días a través de la televisión en la Plaza de San Pedro, cuando el Papa, procedente cabalmente de una región donde se le cierra la entrada a Cristo, pero desde allí mirando también el otro mundo occidental que le cierra la entrada a Cristo bajo el título de un cristianismo, que bajo el capitalismo es también ateo, «abridle las puertas -decía el papa- no tengáis miedo, sólo él tiene palabras de vida eterna».

Hermanos, yo quisiera darle a esta homilía de hoy un título atrevido, casi diríamos sacrílego, pero lo menciona el mismo Concilio Vaticano II, sería este: La Iglesia Santa, pero necesitada de purificación. Esta palabra está en el número 8 de la constitución Lumen Gentium y todo el texto dice así: «Mientras Cristo (santo inocente, inmaculado) no conoció el pecado, sino que vino únicamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia encierra en su propio seno a pecadores y, siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación». Para mí esto es de lo más bello del Concilio. Nosotros haríamos muy mal en creer que lo mejor del mundo es la Iglesia; y para muchos así conciben la Iglesia, incapaz de pecado, la inmaculada, la intocable. Y el Concilio ha dicho no, si en su seno encierra pecadores. Obispos, sacerdotes, religiosas, matrimonios, nos llamamos cristianos, somos pecadores, necesitados de purificación y el verdadero caminar es la senda de la penitencia y de la renovación. ¡Ay! del cristiano,   —278→   ¡ay! del obispo, ¡ay! del sacerdote que se sienta tan perfecto que puede regañar a los otros y él, como los que va a corregir Jesucristo ahora.

Y en este pensamiento de la homilía, Iglesia Santa y necesita de purificación, como de costumbre les presento estos tres pensamientos: los pecados de la Iglesia, primero; pero en segundo lugar, la santidad de la Iglesia es el ejemplo maravilloso de San Pablo, la segunda lectura y como tercer pensamiento, ¿dónde está la fuente de esta santidad de una Iglesia pecadora, pero que anhela la santidad? (La fuente está en lo que nos dice la Iglesia San Pablo ahora: habéis recibido la palabra de Dios como palabra de Dios y no como palabra de hombre, en eso está el secreto).

LOS PECADOS DE LA IGLESIA

Pero fijémonos en el primer pensamiento: los pecados de la Iglesia. Ya la primera lectura de hoy, que siempre se busca para hacerle un paralelo al Evangelio, está tomado de la profecía de Malaquías, y con qué franqueza en tiempo en que se reestructuraba el culto del templo de Jerusalén, cuando había cierto bienestar -esto es lo malo muchas veces: el bienestar en la Iglesia trae relajamiento, los sacerdotes que se sienten muy bien en sus parroquias, ¡mucho cuidado! Los cristianos que sienten que el Evangelio no les molesta, ¡mucho cuidado! a este bienestar del culto sin compromisos, se refiere la profecía tremenda de Malaquías: «Ahora toca a vosotros sacerdotes -dice la lectura de hoy- os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley. Yo os haré despreciables, viles, ante el pueblo». No hay cosa peor que un mal sacerdote. Si la sal se vuelve insípida, ¿para qué sirve ya?, decía Cristo, nada más para echarle al suelo y que la pise la gente. Qué triste es la palabra del sacerdote cuando ha perdido la credibilidad... lata que suena.

No haber guardado mis caminos, os fijáis en las personas al aplicar la ley, si es don fulano, si es doña fulana, con mucho gusto; si es pobrecito, un despreciable, ni caso se le hace. La Iglesia de los pobres es un criterio de autenticidad, porque no es una Iglesia clasista, no quiere decir desprecio a los ricos, sino decirle a los ricos que si no se hacen como pobres en el corazón, no podrán entrar en el Reino de los Cielos. El verdadero predicador de Cristo es Iglesia de los pobres para encontrar en la pobreza, en la miseria; en la esperanza del que reza en el tugurio, en el dolor, en el no ser oído, un Dios que oye y solamente acercándose a esa voz se puede sentir también a Dios.

Os fijáis en las personas al aplicar la ley. Qué bien lo decía el campesino: la ley es como la culebra, sólo muerde a los que andan descalzos.

  —279→  

Pero además de esa profecía, es más tremendo todavía el Evangelio de hoy, que yo quisiera no solamente concretarme a los versículos oficiales de este domingo, si no que he traído la Biblia para que todo el capítulo 23, es una tremenda denuncia de la primera comunidad cristiana reflexionando lo que Cristo nos ha dejado como enseñanza a ver cómo lo vivimos. Pero en el pasaje oficial de hoy encontramos ya estos pecados de la Iglesia.

En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos, «haced lo que dicen no hagáis lo que hacen». El primer pecado de la Iglesia es cuando hay contradicción entre lo que se enseña y lo que se hace.

Hermanos, los obispos en marzo del año pasado en un comunicado oficial, escribimos esta palabra: todo el que denuncia, tiene que estar dispuesto a ser denunciado, y nos ha llegado el turno este domingo. Hoy en una reflexión de comunidad, con toda franqueza, yo les estoy invitando a que nosotros que somos el pueblo profético, que tiene por obligación denunciar las injusticias del mundo, nos miremos a nosotros mismos, desde los pastores hasta los fieles, a ver si nuestra denuncia no vaya a ser una hipocresía, decimos pero no hacemos.

Otro pecado en la lectura de hoy: «Amarran fardos sobre sus prójimos pero ellos no mueven un dedo para mover esos fardos». Esa, la interpretación rigurosa, hasta inhumana. Muchos moralistas, algunos confesores o consejeros qué fáciles somos para imponer carga, pero no somos capaces de llevarlas nosotros mismos.

Otro pecado más espantoso y muy frecuente en lo eclesiástico: la vanidad y la hipocresía. Todo lo hacen para ser vistos de las gentes, alargan las filacterias -filacterias eran unas cintas que terminaban en una cajita donde estaban copiados trocitos de la Ley- para cumplir en una forma material un mandato de Dios: ten ante tus ojos mi Ley. Pero ellos entendían tan materialmente que copiaban en cajitas la ley y se la ponían colgando sobre los ojos, esas eran las filacterias. O ensanchan las borlas de sus manos -vestidos ampulosos de los fariseos que paseaban por las plazas y en las medidas de sus borlas veían la majestad de su poder sagrado, de su sabiduría. Cuánta vanidad de esto y gracias a Dios los Papas modernos hasta a la tiara han renunciado, las capas magnas y toda esa ampulosidad que nos hizo tanto mal en la vanidad eclesiástica.

Religión de ostentación, les gusta ser saludados; y según el Oriente, cuando la categoría de la persona era mayor, el saludo era más largo y allí se entretenían en grandes saludos para ser importantes. Y Cristo les dice: no quieran llamarse rabí ni padre ni doctor; porque todos ustedes son hermanos, sólo hay un padre, un doctor, un maestro, Dios, Jesucristo.

  —280→  

Qué reflexión eclesiástica ésta, hermanos, ya decía Santa Teresa de Jesús, ya nos confundimos qué título hay que darle a los prelados, si excelencia, si eminencia, y ni entendemos ya, parecen payasadas muchas veces: excelencia, excelencia. Cuando más hermoso el nombre sencillo de cristiano. Pero eso hemos heredado y hoy nos está fustigando el Evangelio y yo quisiera, pues, con franqueza cristiana, que todos, empezando por mí mismo, nos convirtiéramos a esta diatriba tremenda de Nuestro Señor Jesucristo.

El que sea primero entre vosotros, sea vuestro servidor. Este es el principio, en esto hay que hacer consistir la verdadera grandeza del hombre; cuánto más grande, cuánto más autoridad, no lo manifieste en filacterias ni en borlas ni en vestidos, muéstrenlo en servicio, en sencillez, en ser el primero en ofrecerse, porque a quien Dios le ha dado autoridad, le ha dado la gracia para servir a ese pueblo, no para atropellarlo, no para ultrajarlo, no para ponerle cargas sino para ayudarle a servirse.

Y después de esta lectura oficial del Evangelio, hermanos, el versículo 23 en adelante, comprende siete amenazas tremendas de Cristo, que yo no me las quiero perder en esta mañana, para que juntos oremos y no vayamos a caer en estas maldiciones del Señor: «¡Ay, de vosotros, escribas y fariseos hipócritas que cerráis a los hombres el Reino de los cielos, ni entráis vosotros ni permitís entrar a los que querrían entrar!» Se refiere a que los judíos cerraban sus sinagogas, expulsaban a los que se hacían cristianos, los tenían por renegados y por eso les dice Cristo: «Ustedes por rechazar a Cristo no entran en el Reino de los Cielos y a los que quieren entrar les cierran las puertas. Ustedes tienen las llaves del conocimiento, saben mejor la ley y no han sabido interpretar a Cristo que es el cumplimiento de la ley».

No nos creamos de nuestra sabiduría teológica, de nuestros conocimientos religiosos; si no está la humildad y la gracia que acepta a Cristo, de nada sirve hasta ese saber de la ley.

Segundo: «¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito y luego de hecho, le hacéis hijo de la Geenna, dos veces más que vosotros!». En estos primeros años del cristianismo los judíos recorrían por todas partes -algo así como andan los protestantes ahora buscando prosélitos- y cuando lo lograban hacer lo hacían más fanático que ellos y odiaban más a los cristianos, y por eso dice Cristo, los hacen dos veces condenados más que ustedes. ¿De qué sirve ganar un hombre para la perdición?

Tercero: ¡ay, de vosotros, guías ciegos que decís, si uno jura por el templo eso no es nada pero si jura por el oro del templo, queda obligado! Insensatos y ciegos, ¿qué vale más el oro o el templo que santifica el oro?   —281→   Y si alguno jura por el altar, eso no es nada, pero si jura por la ofrenda que está sobre él, ese queda obligado. Ciegos, ¿qué es más la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda?, pues el que jura por el altar jura por él y por lo que está encima de él; y el que jura por el templo jura por él y por quien lo habita; y el que jura por el cielo jura por el trono de Dios y por el que en él se sienta».

Era típico entre los fariseos y los escribas un montón de casos, pero eran casos inventados para huir los compromisos y a esto se refiere Cristo: ustedes han inventado fórmulas y no se han fijado que la intención del que dice una fórmula es o jurar o no jurar. Si ha prometido bajo juramento está obligado, no le busquemos una casuística para evadir los compromisos que se han contraído con Dios.

Cuarta maldición del Señor: «¡Ay, de vosotros, escribas y fariseos hipócritas que ponéis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y dejáis lo más grave de la ley que es la justicia, la misericordia y la lealtad! Bien sería hacer aquello, pero sin omitir esto». Había una ley de pagar diezmo por los bienes que Dios da en la tierra, pero habían llegado estos hombres de la ley a tantas minuciosidades que se fijaban en esas pequeñeces del comino, del anís y no se fijaban en lo que el domingo pasado recordábamos: lo pesado de la ley, lo más grave de la ley, y por eso Cristo usó la tremenda comparación, «ustedes cuelan el mosquito y se tragan el camello». El camello, el animal más grande que se conocía en Palestina, era el signo de esa hipocresía de quien se fija en el zancudito, en el mosquito y no se fija en el camello. Así era la hipocresía que Cristo está fustigando, «guías ciegos que coláis un mosquito y os tragáis un camello».

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas que limpiáis por fuera la copa y el plato, pero por dentro están llenos de rapiña y codicia; fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa para que también su exterior quede limpio. Hipócritas que os parecéis a sepulcros encalados, hermosos por fuera más por dentro llenos de huesos de muerto y de toda clase de inmundicia; así también vosotros por fuera parecéis justos a los hombres mas por dentro estáis llenos de hipocresías y de iniquidad!» ¡Qué bella comparación! Cuántas apariencias pero llenos de rapiña, de injusticias. Qué divertida resulta una sociedad donde todos vestidos de casimir y de seda se saludan con tanta cortesía, y por dentro cómo estarán mordiéndose unos con otros. Qué bonitas las oficinas, la burocracia, las mesas de los tribunales, pero allí enfrente un hombre entre guardias nacionales todo torturado que tiene que seguir diciendo lo que dijo bajo las torturas, porque el Juez no es capaz de alejar a la guardia ¡para que el pobre hombre diga la verdad! Qué bonitas fachadas las de las cárceles, las de los cuarteles, pero allá adentro los que han logrado escapar de esos infiernos, más que sepulcros de muertos, es estar muriendo como desaparecido.

  —282→  

«¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas que edificáis sepulcros a los profetas y adornáis los monumentos de los justos y decís: si hubiéramos vivido nosotros en tiempo de nuestros padres no hubiéramos sido cómplices suyos en la sangre de los profetas! Ya con estos os dais por hijos de los que mataron a los profetas». Qué pensamiento más profundo el de Cristo. De qué sirve cantar elogios a los profetas que mataron nuestros abuelos, sobre todo si los nietos siguen matando profetas y por eso Cristo, ya no refiriéndose al pasado, sino al presente en el cual él mismo está encarnando el desprecio del pueblo, dice: «Colmad ya la medida de vuestros padres, serpientes, raza de víboras, ¿cómo escaparéis al juicio del infierno?» Colmad ya vuestra medida quiere decir, ya está aquí la expresión máxima de los profetas, soy yo el Cristo que hablo con vosotros, ya estáis tramando también como llevarme a la cruz, ya se va a colmar este mar de sangre y de crímenes, de hipocresías y de podredumbre. Ya está llegando al colmo la iniquidad de vuestras injusticias, serpientes, razas de víboras.

«Por esto os envío yo -aquí Cristo ya se refiere al Nuevo Testamento, ya es la historia que todos conocemos. Qué lástima que hasta El Salvador se encuentre manchado también con esta palabra de Cristo-... Por esto os envío yo profetas, sabios y escribas, y a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada desde el justo Abel, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis, entre el templo y el altar. En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación».

Ya estaba próximo el año 70, ya están los romanos planeando el sitio de Jerusalén, ya ese colmo de la ingratitud de los hombres que no quisieron recibir a los enviados de Dios; el máximo, el propio hijo de Dios hecho hombre predicando el amor, la justicia, la libertad, no fue comprendido. A él también lo mataron, pero ya se acerca la hora de la venganza.

Hermanos, Dios es infinitamente bueno, pero también infinitamente justo y toda esta sangre, todos estos crímenes, todas estas hipocresías -y aquí ya desde el principio les dije, no me estoy refiriendo a denunciar solamente hacia afuera de la Iglesia, estamos en una denuncia íntima de nosotros mismos. También toda nuestra iniquidad de pastores; también toda nuestra hipocresía de sacerdotes; también toda nuestra falta de santidad, de vida consagrada; también toda la falta de fidelidad de tantos matrimonios cristianos, pero adúlteros; de tantos jóvenes que no viven la pureza propia que Dios les pide; de tanta sociedad donde se abren burdeles, donde hay todos los centros de vicio, de tantas apariencias; todo esto no puede quedar así, sería un Dios alcahuete e injusto y todo eso que quedará sin un día de la ira del Señor. Ya llega, dice Cristo.

  —283→  

Y llegó, en una forma histórica, para ejemplo y escarmiento de los pueblos el año 70 de Jerusalén. Dice el historiador Flavio Josefo, que escribió esas tremendas situaciones, que no alcanzaban los palos que se cortaban en los alrededores de Jerusalén para crucificar a tanto judío y que adentro de Jerusalén las madres se comían a sus propios hijos y que no había ni agua ni comida, y que se morían de hambre y parecían esqueletos ambulantes.

Es que todo eso que está pasando también entre nosotros, hermanos, Dios nos libre. Ojalá escucháramos a tiempo esta llamada de misericordia con que termina el capítulo 23. «Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas y no quisiste. Vuestra casa quedará desierta, porque en verdad os digo que no me veréis más, hasta que digáis bendito el que viene en el nombre del Señor».

Miren como Dios a pesar de su ira siempre es misericordioso, y ya en uno de estos domingos pasados estudiábamos, a través de la Carta de San Pablo a los Romanos, como es el proyecto de Dios, que porque los judíos rechazaron el mensaje de Dios, los apóstoles se van a predicar a los pueblos gentiles y los pueblos gentiles reciben ese mensaje; y entonces los judíos, al ver que lo que ellos desprecian hacía grande al mundo, van a volver también convirtiéndose ya humildes, y esa señal es la que anuncia Cristo: «Ya me voy, ya no me veréis más, ya no seréis el pueblo predilecto. Ya Dios ha derrochado todos los mimos posibles de padre, no le habéis hecho caso. Se dejará desierta la casa». Qué triste es una casa desierta, cuando regresa alguien que ha vivido lejos, y ya no encuentra ni padre, ni madre, ni hermanos ni amigos, sino simplemente ruinas de una casa donde se pasó la infancia, donde hubo alegrías, pero ahora ya no hay nada, esa es la comparación de Cristo: quedará desierta.

El que ahora visita a Jerusalén, cuando llega a la explanada del Templo, ¡qué tristeza!, hasta existe allí lo que se llama el muro de las lamentaciones, donde los judíos van a llorar lo que era el templo. Ahora no es más que una explanada vacía. «Se os ha dejado desierta».

Que no hubiera sido en Jerusalén, donde fuera el escenario de lo que hemos visto en estos días de la elección de los Papas, la cabeza espiritual del mundo, eso quería Dios, pero todo eso ha quedado desierto, nos vamos para otra parte.

Hermanos, esto no sucede sólo en Jerusalén. Esta comunidad que está reflexionando en la historia, en los proyectos de Dios que los hombres hacemos fracasar. No veamos ya la comunidad donde Mateo está escribiendo este capítulo trágico, veámoslo aquí, somos nosotros los que estamos llenando ya la Catedral o los que a través de la radio -y cada día me   —284→   llena más de consuelo saber que a través de la radio esta reflexión está llegando a tantos pueblos, cantones; a tantos lechos de enfermos; también a tantas cárceles; también a tantos que están sufriendo; también a tantos a los cuales el grito de Cristo les ha llegado en directo: ¡hipócrita, conviértete!-, todos los que estamos haciendo esta reflexión sintamos que somos de verdad nosotros los que ahora estamos escuchando de Cristo: «¡Ay de vosotros si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos no entraréis en el Reino de los Cielos!»

HECHOS NACIONALES

Esta comunidad, queridos hermanos, que está haciendo esta reflexión, es nuestra comunidad real, de la cual a mí me complace recordar aquí hechos concretos: la alegría de ayer, aquí en nuestra Catedral, ordenando a un joven que este día está en la alegría de su pueblo, allá en la Diócesis de Santa Ana, celebrando su primera misa, el joven Rafael Urrutia. Y quiero felicitarlos a ustedes, pueblo de Dios, porque los sacerdotes del seminario de Guatemala que vinieron a acompañar a este joven que se educó allá, nos felicitaron por la participación del pueblo en la liturgia. Fue una ceremonia bella, de veras, no sólo por la imponencia de un hombre que se consagra a Dios, sino porque todo el pueblo seguía con fe, con oración, hasta con aplausos en ciertos momentos, la ceremonia de ese don del sacerdocio.

Esta comunidad también se alegra con los cincuenta años de vida religiosa del padre Juan Platero, un jesuita que dedicó su juventud y su vida al Seminario y que hoy, en la vida parroquial trabaja en Guadalupe de San Vicente, mañana a las 12 del mediodía, le celebraremos sus Bodas de Oro religiosas, en la iglesia del Carmen de Santa Tecla. Hasta allá los invitamos.

Esta comunidad que quiere reflexionar lo serio y la sinceridad de su servicio al mundo, está organizando en estas semanas los ejercicios espirituales del clero. Precisamente mañana, en el noviciado de los PP. Somascos, dirigidos por el P. Jesús Delgado, algunas vicarías de nuestra Diócesis van a hacer sus ejercicios espirituales, es decir, una semana de reflexión para ser pastores auténticos como nos ha pedido el Evangelio de hoy. El P. Delgado me encarga avisar a todos los padres que van a venir a estos ejercicios, ya que el tema se concentrará en torno de esta sublime idea: «Identidad sacerdotal», que traigan por favor la Biblia y los Documentos del Concilio Vaticano II. Todos los participantes, pues, en los ejercicios espirituales del Clero de esta semana, traigan por favor la Biblia y los Documentos del Concilio.

En la Parroquia del Carmen de la Colonia Roma, habrá cambio de párroco ya que el P. Párroco actual, el P. Enrique, tendrá que salir para México.

  —285→  

Esta comunidad de la Arquidiócesis se ha alegrado mucho con la vida religiosa. Yo gocé mucho cuando en Ayagualo, el 1.º de noviembre, día de todos los Santos, la CONFRES, o sea, la organización que conglutina la vida religiosa de todo el país, se reunió para una jornada de estudio y para elegir su nueva directiva. Es hermoso ver como tantas congregaciones con espíritus tan diversos, compaginan fraternalmente la única inquietud de consagrarse a Dios y de servir al pueblo de Dios en nuestra patria. Allí me di cuenta también, de algunos datos concretos como será la reunión que en Roma van a celebrar las Oblatas al Divino Amor y a donde irá la Madre María del Carmen Scaglietti, deseamos que vaya representando bien a su comunidad y que la acompañemos en oración.

También me di cuenta de que una hermana muy estimada de la Asunción, sor Inés, muy pronto nos va a dejar. Lo sentimos de verdad, porque es una de esas colaboraciones que mucho hemos estimado y yo quiero decirle -ya que está aquí siempre en nuestra misa de 8- que le agradecemos y que ojalá el recuerdo que ella tanto lo ha vivido de esta Iglesia de nuestra Arquidiócesis, sea para ella siempre un motivo de inspiración que nuestra comunidad la acompañará en la oración. Y el mundo es chiquito, esperamos que volverá con nosotros.

El 31 de octubre, esta comunidad se reúne -una cosa muy original, una convivencia de párrocos interesados en los seminaristas, porque tienen seminaristas o trabajan con ellos- con la Comisión Pastoral Diocesana, con el equipo de formadores del Seminario y con todos los seminaristas mayores. Fue una reunión muy franca, donde jóvenes y sacerdotes ya maduros confrontaron el pasado y el presente para ver cómo cambian las cosas en la Iglesia, y no podemos aferrarnos simplemente a tradiciones, mientras esas tradiciones no sean vehículos de lo eterno de la Iglesia, la vida que Cristo ha traído a los sacerdotes y al mundo.

Por las comunidades hemos hecho también recorridos muy simpáticos. El 3 de noviembre, día de San Martín de Porres, en Quezaltepeque, donde se celebra en una forma típica, muchos niños vestidos de Fray Martín, como dominicos con su escobita y muchas niñas, vestidas de Santa Rosa de Lima -qué cosa más simpática-, habían preparado una confirmación de jóvenes, junto con el P. Roberto, las hermanas religiosas dominicas y las religiosas belgas. De veras allá vive una comunidad, donde les dije, hermanos, los felicito, porque la Iglesia de Quezaltepeque no es el Templo que ahora lo han usurpado los políticos, la Iglesia es esta comunidad, comunión de amor, comunión de fe, vida, esto es lo que quiere la Iglesia. Los templos, los conventos materiales, ya la Iglesia en su historia está acostumbrada que los hace ella y se los roban para otras cosas, no nos importa; pero la comunidad sigue viviendo, esto es lo que interesa.

Hoy, otra comunidad está de fiesta, Santo Tomás. Qué mérito el del P. Teodoro Alvarenga, hoy le están celebrando 25 años de vivir allí como   —286→   párroco; y a pesar de los años, es uno de esos sacerdotes que no se instalan, como que ayer llegó sigue haciendo obras, sigue trabajando. Bello ejemplo de lo que es un sacerdote pastor.

Comunidad del Cantón del Carmen, de la parroquia de Cristo Redentor, tendremos las confirmaciones el domingo 12, dentro de ocho días si Dios quiere, y no el sábado como se había dicho primero.

Otra comunidad que lleva el nombre del Carmen, en Santa Tecla, trabaja. También allí, jesuitas ancianos, pero siempre jóvenes en el espíritu, organizaron desde el 31 de octubre hasta el 21 de diciembre, charlas bíblicas, todas las noches, mejor dicho los martes y jueves a las siete y media de la noche, tienen oportunidad los tecleños de irse a instruir en la Biblia, en la iglesia del Carmen. Y a los niños se les avisa que allí también, en el Carmen, martes, jueves y sábado a las tres de la tarde hay doctrina para prepararse para la comunión que será el 31 de diciembre.

Otra comunidad más lejana, pero en comunión con nuestra Arquidiócesis, Manaquil, Nueva Trinidad, invita a una bella concelebración el 13 de noviembre en honor de San Antonio.

En cambio esta comunidad se entristece, porque recibí un telegrama del querido padre Gonzalo López, párroco de Comasagua, que me cuenta que en Talnique se robaron los vasos sagrados y otros objetos del templo.

También hay motivo de dolor y de sufrimiento en la comunidad y los compartimos todos, porque somos todos hermanos.

Quiero anunciarles también que ya la Comisión de Información ha publicado los Anexos de la carta pastoral. La carta pastoral sobre la Iglesia y las organizaciones políticas populares, ha encontrado cada vez más acogida, más amplia, yo les agradezco. Y para ayudar a su estudio, se han preparado tres anexos: el primero, que describe la realidad nacional en que trabaja la Iglesia; el segundo, la palabra de Dios ante la miseria humana; y el tercero, la doctrina más reciente, o sea, los documentos de la Iglesia. Al cual se agrega un cuestionario para facilitar en forma de preguntas el estudio de la carta pastoral.

A esto seguirá también una serie de lecciones, que el P. Jesús Delgado ha preparado, para hacer también más asimilable la doctrina de nuestra carta pastoral, que les repito, yo estoy muy agradecido por la amplia acogida que en el pueblo se le ha dado, a pesar de que los medios de comunicación social le han hecho el completo vacío. Pero no importa, también, nuestra Voz Panamericana y nuestro periodiquito Orientación y sobre todo ustedes, a quienes les he dicho que son los micrófonos de la Iglesia donde quiera que van, son mucho más que todos los medios de   —287→   comunicación, porque llevan en su entusiasmo no propagandas vendidas ni artículos condicionados a las situaciones, sino el amor a la verdad, la defensa del derecho, lo que muchas veces molesta y por lo cual se le hace silencio a la Iglesia.

Esta comunidad siente también la intimidad de ciertas cosas personales. Como me dio gusto el Día de Difuntos cuando una persona encargó una serie de misas gregorianas -se llaman 30 misas seguidas- y dijo, no por un difunto de su familia, sino por el alma más abandonada del purgatorio. ¡Qué gesto de amor hay en nuestro pueblo!

También la carta tan bonita de Comalapa donde se me dice: pida una oración por nuestro querido Pablo León León, que fue fiel servidor del Santísimo.

Cómo quisiera repetir aquí estas sugerencias personales tan íntimas, son voz de nuestra comunidad, son la alegría de nuestro pueblo.

También hermanos, desde esta Iglesia que goza y sufre, se ilumina todo un ambiente histórico de nuestra patria, hechos que duelen o que consuelan. Por ejemplo, el 3 de noviembre, cuando el colegio de la Sagrada Familia abría sus puertas generosamente a los jóvenes que iban a examinarse y entraban unos 300 alumnos del Instituto Tecnológico de San Salvador -por encargo del Ministerio de Educación-, al poco rato llegan las fuerzas armadas, violentas: aquí se ha encerrado una manifestación que traía una bandera colorada. Y la Directora y la Subdirectora, serenas, le dicen: si aquí no hay manifestación, aquí es un examen lo que está pasando. Sin embargo, hasta el helicóptero casi bajaba sobre el colegio y las fuerzas estuvieron custodiando toda la manzana como si se tratara de un terrible ejército revolucionario, y eran los pobres muchachos y las pobres muchachas también, cuyos padres de familia ya escribieron protestando por este atropello. Son cosas ridículas, de veras, pero son fruto de esta situación represiva en que vivimos. Ojalá se evitaran estas cosas que más bien avergüenzan a la Patria.

En la zona de Cinquera, se sigue recrudeciendo la represión. ORDEN y la Guardia Nacional siguen siendo el tormento, la violencia y la tortura de muchos jornaleros como Elio y Elpidio Fuentes, que fueron amarrados y golpeados salvajemente frente a sus propias familias.

En Arcatao de Chalatenango, también un operativo militar para maltratar a hombres y trasladarlos, y sin saber dónde están todavía.

Fue bien doloroso para mí la visita de un anciano el domingo pasado. Oyó decir en las declaraciones de Reynaldo Cruz Menjívar que dejaba en la cárcel de la Policía de Hacienda a Cecilio Ramírez casi ciego, fruto de   —288→   las torturas. Y este anciano dice: es mi hijo. Ya he presentado solicitud de Habeas Corpus y no me contestan. Me puede decir dos misas, me dijo. ¿Para qué? le dije. Para ver si Dios les ablanda el corazón. Ya las celebré. Ojalá hermanos, siquiera el dolor angustioso de un padre anciano que sabe que su hijo muere en una angustiad de infierno y la oración que sube hasta Dios, sea escuchada de veras. Y hay como éstas tantas situaciones.

Me alegro de que la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador se ha pronunciado en el caso de Isabel Rodríguez Barrera, del que hicimos mención del domingo pasado. Pobre vendedor de baratijas que es baleado en una camioneta el 19 de agosto y está en el hospital fuertemente custodiado, ni al propio Juez Ejecutor, nombrado por la Corte Suprema de Justicia, se le deja acercarse. ¿Qué democracia es esta, donde la justicia está sometida a las armas? Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo y este pobre enfermo, ya recuperándose, no sabe de su suerte, porque está en manos de quienes armados lo están cuidando.

También lamentamos conflictos laborales en ADOC. Se quejan también de despidos injustificados en Sacos Sintéticos; lo mismo en FINSA, fábrica de fantasías y novedades. También se denuncian atropellos despidos o injusticias. El sindicato INDECA aclara que ciertas publicaciones que confundían a 20 afiliados con guerrilleros, es tendenciosa.

Es una tendencia a violar el derecho de agrupación del que trata precisamente la carta pastoral. Y si la situación de los obreros es tan dura, que no pueden ejercer este derecho de defenderse agrupándose, mucho más dura es la situación de los campesinos -cuya voz no se escucha- explicando que el mezquino aumento de sueldo que se les ha dado no cubre el aumento de costo de vida como está hoy.

Yo recibí una carta explicativa de alguien que se llama pequeño cafetalero. No deja de darme mis ofensas, pero entre otras cosas buenas que yo me fijo, dice: que ellos, los pequeños cafetaleros, son explotados por los grandes cafetaleros, y que también los inspectores de trabajo van a vigilar y prefirieron ellos, los pequeños cafetaleros, pagarle las mordidas y no pagar los impuestos. ¿No es precisamente esto lo que estoy diciendo?, explotación de grandes a pequeños, mordidas para disimular el poco cumplimiento de la ley; y el que sale sufriendo siempre es el descalzo, el campesino. Yo tampoco los justifico a todos, yo sé que en el campesinado hay mucho vicio también, y no estoy de acuerdo con ellos y les aconsejo que aprovechen lo que ganan para, es la única manera, el único ingreso de todo el año, que lo sepan aprovechar. Pero decir que todos son así y que por eso hay que tratarlos mal, esto es injusto y lo que es peor, justificar una explotación.

  —289→  

Esta es la comunidad, hermanos, que luego viendo hacia afuera también, mira con optimismo su lucha, su trabajo, porque no está sola.

Qué gusto me dio leer que la Conferencia Episcopal del Brasil ha publicado un documento en el que se pronuncia sobre la situación del país y declara... -fíjense, bien hipócritas fariseos-, que la misión de la Iglesia es expresar su opinión también, sobre los temas de la realidad del país y por eso asume la responsabilidad en la formación de la conciencia política del pueblo. Analizan los obispos brasileños la realidad del país en una forma cruda y critican al Gobierno.

También en Santiago de Chile, la Vicaría Pastoral Obrera, apoya 7 federaciones sindicales declaradas ilícitas, porque son de tendencias marxistas. Se ve que la acusación es en todas partes lo mismo. Pero la Vicaría, o sea la Iglesia, ha presentado recursos de protección, porque las medidas gubernamentales en contra de estas federaciones son inconstitucionales, y la reforma y la forma y en el fondo, no pueden ser legales.

Alegra también pensar cómo este sentido ecuménico de la Iglesia Católica, uniéndose a la Iglesia Judía y Ortodoxa en Estados Unidos, van a promover con motivo del día de la Acción de Gracias, una campaña contra el hambre del mundo. Ya sabemos que un tercio de los niños de los países en desarrollo, mueren de hambre. Me alegro de que se hagan estas promociones.

Se hizo también el recuento de lo que ha costado la vigilancia de la OEA, entre El Salvador y Honduras, a nuestra patria le cuesta nada menos que un millón doscientos mil dólares y se va a prorrogar, hasta que se arreglen las cosas. ¿Cuándo será?

El conflicto de la Universidad prosigue y yo pienso sobre todo en tantos jóvenes. Ahora mismo que entraba a la Iglesia, un joven universitario en cuyo semblante y ánimo yo descubro el anhelo de una juventud que no quiere una Universidad así, instrumentalizada a la violencia, si no que sea verdadera cátedra de cultura. Ojalá los profesionales, en vez de estarse peleando, busquen una solución para que esta casa de la cultura sea lo que dijo el Presidente: «Una figura que haga honor en el exterior», cuando habló en la inauguración de la Feria Internacional, de que esta vitrina abierta al mundo que se inauguró el viernes y que nos hace mucho honor, sea de verdad no sólo una distracción que cubre por encima las bajas capas de miseria y de injusticia, de violencia de nuestro país; sino que de verdad se cumplan esas palabras que son bellas: «Aunar esfuerzos, multiplicar acciones para restaurar un nuevo orden internacional, en lo social y económico, que será permita afianzar la paz, fortalecer la justicia y promover la dignidad humana». Bonito decirle a la faz de lo internacional, pero teniendo a las espaldas cárceles donde la dignidad humana   —290→   está hecha pedazos y donde la libertad de expresión es pura ilusión con unas leyes como las que tenemos.

Saludamos a los queridos visitantes de otros países, que nos honran con la exhibición de sus progresos y le invitamos a que su solidaridad con nuestro país signifique también una fuerza de humanismo, para hacer de nuestra sociedad lo que decía en su discurso el Señor Presidente, que haya un orden económico más equitativo en el que se apoye la paz y que no se quiera creer solamente en la represión.

Queremos alegrarnos también con 50 años de vida del hospital Bloom. ¡Estas son obras bellas! Cuántos niños, cuántas familias han encontrado allí de verdad un refugio: la salud, el consuelo.

Oremos siempre por la pobre hermana Nicaragua. Diez mil nicaragüenses están refugiados en Honduras y más de diez mil en Costa Rica. El Presidente de Nicaragua suspenderá programas de desarrollo para tener dinero y comprar más armas y defenderse. Y la mediación de fuera parece un fracaso.

Lloramos también con México, por 52 personas muertas y otros gravemente heridos al explotar una cañería de gas natural.

Nos unimos finalmente con el Papa, que este día, en su afán de peregrinar, irá a la tierra de San Francisco de Asís y de Santa Catalina de Siena. Lo acompañamos espiritualmente y con él van nuestras oraciones, porque nos sentimos cada día más solidarios con un Papa que de veras es popular; pero al acercarse al pueblo va llevando esto que constituye, ya para terminar: la santidad de la Iglesia.

LA SANTIDAD DE LA IGLESIA

Queridos hermanos, en la segunda lectura de San Pablo, él se propone decir que él no ha venido a trabajar por interés. Con qué ternura les escribe a los Tesalonicenses: «Os teníamos tanto cariño, como una madre cuida de sus hijos. Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio; sino nuestras propias personas». Si es cierto que el Evangelio y la primera lectura han sido una tremenda diatriba contra los malos pastores, hermanos, en la Iglesia santa y necesitada de purificación, hay también un rico arsenal de santidad.

Qué hermoso saber que en estos últimos meses, cuando la Iglesia necesitaba Pontífices, pudo sacar de sus pastores dos hombres desconocidos, pero que eran riqueza como Pablo. Y como Pablo existen no sólo pastores sino también religiosos, sacerdotes, laicos, que pueden decir que aman al pueblo como una madre y están dándose por ella.

  —291→  

¿DÓNDE ESTA EL SECRETO DE ESTA...?

Y terminamos diciendo, pues, esta pregunta, que era como mi tercer pensamiento, pero que será simplemente una final: ¿Dónde está el secreto de esta conversión, de esta renovación de la Iglesia? En la segunda lectura de hoy también, cuando termina, dice San Pablo: «Por nuestra parte no cesamos de dar gracias a Dios porque al recibir la palabra de Dios que nos predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino cual es en verdad como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes».

Este es el secreto de la santidad. Si en el seno de la Iglesia vemos muchos pecadores; pero cuando estos pecadores acogemos esa palabra de perdón, de esperanza, de fe, nosotros comenzamos a convertirnos y poco importa el pasado cuando la palabra de Dios ha comenzado a hacer nuevo a un hombre, y de esto hay mucho en nuestra Arquidiócesis y ¡bendito sea Dios! Yo también puedo decir, como San Pablo a muchos, no a todos, a muchos radioyentes: le doy gracias a Dios, porque están recibiendo mi palabra como es de verdad, palabra de Dios, porque muchos la reciben como palabra de hombre, como palabra de enemigo, como palabra de subversivo, como palabra de hombre que solamente quiere el mal. Ese es el triste destino del que predica la palabra de Dios, ser como Cristo signo de contradicción. Pero bendito sea Dios, que eso mismo está diciendo que el vehículo, aunque sea tosco e inútil, es vehículo nada más. Lo que interesa es lo que va en el vehículo: la palabra de Dios, que es acogida en los corazones y convierte operante la santidad y la vida. Y por eso hay mucha santidad en nuestras comunidades.

Yo le doy gracias a Dios y los invito a todos para que nos acerquemos a la Eucaristía que significa darle gracias a Dios, porque allí está la fuente: Cristo, que es la palabra, hecha carne, alimento, sacramento, vida. Cristo es el que ahora nos alimenta. Y desde la Eucaristía de nuestro domingo, la palabra que se predica se convierte en una Iglesia de pecadores, también es una Iglesia de Santidad. Así sea (aplausos...)

Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso...



Anterior Indice Siguiente