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ArribaJornada tercera

 

Salen DON PEDRO MIAGO y GALVAN.

 
DON PEDRO
Galvan, seáis mil veces bien venido.
GALVAN
Esta es la mano de Zoraide, y vengo
a pedirle del yerro cometido
que le perdones.
DON PEDRO
A ventura tengo,
aunque estaba, por Dios, muy ofendido
que me mandéis, que los hidalgos modos
de vuestro proceder, mucho merecen
entre los nobles españoles godos.
GALVAN
Zoraide y yo las vidas os ofrecen.
DON PEDRO
No habléis más, yo tengo de serviros,
sin que penséis que son ofrecimientos
aunque no era razón desto advertiros,
pues que sabéis quién soy; aqui y ausente,
siempre que me mandéis he deserviros;
yo sé que jugáis cañas, y al presente
que de caballos falto estáis, y quiero
para serviros, que os sirváis de veinte
tan resueltos y airosos, que yo espero
que no los tiene el Rey, Galvan, mejores
ni en León ni en Castilla caballero;
y otros tantos jaeces de colores
diversos melionenses, de pinceles
estrellados de perlas y rubíes,
que sirven de jazmines y claveles
entre turcos baxges y alelíes,
ganados por mis manos de intieles.
GALVAN
A la merced, cristiano, que me haces
me prometo salir el más lucido;
si entras a ver al Rey, no te embaraces
conmigo más, que yo buscarte intento
en tu casa.
DON PEDRO
Mi pecho satisfaces
con mandarme, Galvan, sin cumplimientos
GALVAN
Guárdete Alá, cristiano valeroso.
 

 (Vase.) 

DON PEDRO
É1 prospere, Galvan, tu pensamiento.
 

Salen EL REY y DON GARGÍA.

 
DON GARCÍA
De verte el Rey aguarda deseoso.
REY
Don Pedro, ¿era ya tiempo conveniente
de ver a losamigos?
DON PEDRO
Yo soy vuestro
esclavo, y lo he de ser eternamente;
algo en aquesto de lisonja muestro,
palacio se me pega poco a poco,
yo saldré, dél a mi pesar maestro.
¿Esclavo dije? digo que estoy loco.
La verdad es que soy vuestro criado,
aunque no lo pensé decir tampoco,
que no ha dedecir más un hombre honrado
de lo que es la verdad. Bien se me luce
las pocas veces que en Palacio he entrado
aunque a notables cosas se reducen
los que en alguna una costumbre han hecho,
y lisonjas más fácil se introducen.
REY
Tenéis de noble castellano el pecho,
y la verdad desmida en todo estado
mas que la adulación me ha satisfecho.
DON PEDRO
Plutarco Quironense le ha igualado
con el representante al lisonjero,
que siempre en la comedia da al Senado
a entender con semblante verdadero
lo que no siente con el alma él mismo
de falsos pensamientos pregonero.
Y otro sabio también, que el mar abismo
de Palacio surcó, sin ser su centro,
llamaba a la lisonja gargarismo,
porque no pasa de la boca adentro;
y yo la llamo humana hipocresía,
que sale a recibir siempre al encuentro
al gusto, a la vulgar cortesanía,
a la ambición, a la desconfianza,
a la soberbia y vana idolatría;
Pero metamos otra cosa en danza,
que cansa hablar en una misma cosa.
DON GARCÍA

 (Ap.) 

Yo voy encaminando mi esperanza.
¡Ay, noche alegre, noche venturosa!
Dame favor con Toda, que sospecho
que eres mi luz siendo la suya hermosa
bien sé que su belleza no merezco;
pero bien sabes lo que amando a Toda
con suspiros y lágrimas padezco.
REY
Déjanos solos, García.
DON GARCÍA
Que ha adivinado el Rey creo
lo mismo que yo deseo;
¡Pasa, perezoso día,
y llega, noche dichosa,
porque salga en ti mi sol,
que del ocaso españo1
harás alba más hermosa!
 

(Vase, y siéntanse EL REY y DON PEDRO.)

 
REY
Hoy quiero tomar de vos,
Don Pedro, un consejo, y quiero
como amigo verdadero,
que me le deis.
DON PEDRO
Vive Dios,
que lo que fuere verdad
no más os he de decir.
REY
Eso es lo que quiero oír.
DON PEDRO
Decid ahora.
REY
Escuchad:
a mí se me va ofreciendo
una forzosa ocasión
de guerra, en quien siempre son...
DON PEDRO
Ya voy, Señor, entendiendo.
REY
Los dineros necesarios,
que aunque me ha dado en Castilla
mi suegro, rey de Sevilla,
villas y presentes varios
para dote de la Reina,
cuya virtud es tesoro
que estimo yo más que el oro
que el sol en Arabia Peina,
hallome tan alcanzado
de la guerra el casamiento,
que no es nada, y ansí intento
deste arbitrio que me han dado
usando en esta ocasión,
y es más fácil de adquirir,
a cada hidalgo pedir
de Castilla y de León
un maravedí no más
cada mes con que podré
la guerra tener en pie
sin necesidad jamás;
que ya veis que ha menester
siempre dinero el soldado
 

(Vase levantando DON PEDRO.)

 
DON PEDRO
Quien este arbitrio os ha dado
mal os debe de querer;
quien esa infamia y bajeza
os aconseja, Señor,
el enemigo es mayor
que conoce vuestra alteza.
No debe ser caballero
ni adulador cortesano
sitio cobarde y villano
que pasa de lisonjero.
Los hidalgos de Castilla
y de Leó no han pagado
pecho jamás, aunque han dado
con hidalga maravilla,
y eternamente lo han hecho
en todas las ocasiones,
a su Rey los corazones
antes que a ninguno un pecho
que como nobles vasallos
a las alarbes saetas,
dardos, lanzas y ginetas,
pechos dan por no pagallos.
Y yo he de ser el primero
que esto defienda, Señor;
perdonad, que es vuestro honor,
y por él morir espero;
porque conservar procuro
la nobleza que heredaron
mis padres, y me dejaron.
Esto digo, y esto juro,
puesta la mano en la espada,
porque no hay sangre, Señor,
vieja, en llegando al honor,
que esté helada siendo honrada.
Y, vive Dios, que es y ha sido...
REY
Basta, don Pedro, por Dios,
que no os pido campo a vos,
que sólo consejo os pido.
DON PEDRO
Esto es, Señor, solamente
la verdad y mi consejo,
que ya yerro como viejo;
dadme licencia, y aumente
el cielo vuestro poder,
que en mi casa estoy mejor
para serviros, Señor,
donde a nadie he menester.
REY
Volved.
DON PEDRO
Vuelvo a obedeceros
como tengo obligación,
REY
Dadme esos brazos, Catón
de España, cuyos aceros
que el moro ha visto teñir,
cuya verdad a las leyes,
a la nobleza, a los reyes,
de espejo pueden servir.
DON PEDRO
Sólo este agradecimiento
que a mi voluntad se haga
quiero por premio y por paga;
y porque veáis que intento
serviros no solamente
con los consejos, yo quiero
prestaros (pues el dinero
os hace falta al presente)
treinta mil doblas en oro,
con que la guerra intentéis,
que vos me los pagaréis
de los depojos del moro.
Vayan unos contadores
mañana a casa por ellas,
que no contarán en ellas,
aunque vayan los mejores,
los deseos de serviros.
REY
No sé con qué agradeceros
servicio igual.
DON PEDRO
Socorreros
es grande, pero advertiros
de la verdad, es mayor:
que hay mil hombres con dineros,
y muy poco., verdaderos;
y este es natural amor.
REY
La Reina viene, y el día
con sus ojos juntamente
de quien el alma es Oriente.
 

Sale LA REINA.

 
REINA
¿Señor?
REY
¡Oh, Señora mía!
REINA
¿Cómo ha estado vuestra Alteza?
REY
Como quien sin vos está,
porque la vida me da
presente vuestra belleza,
y muero ausente de vos.
REINA
Bien os venga mi deseo,
Alfonso, cuando no os veo.
DON PEDRO
Viváis mil años los dos
en esa conformidad.
REINA
¿Don Pedro?
DON PEDRO
Dadme esa mano
sol de España soberano.
REY
Conde de Tudela, alzad.
DON PEDRO
¿Quién es conde de Tudela,
que no hay otro que yo aquí?
REY
Vos, don Pedro.
DON PEDRO
Si de mí
no habéis sido con cautela
ni con lisonjas servido,
¿por qué me pagáis tan mal?
REY
Pues no es de honraros señal
esto?
DON PEDRO
Por merced os pido
que de esa suerte excliséis
honrarme, yo estoy contento
con ser lo que soy, que intento
con la merced que me hacéis
huir siempre la ocasión
de empezar a desear,
que es ansia que suele dar
sed eterna a la ambición;
y no hay mayor enemigo
que nuestro propio deseo,
y este mal que venir veo
quiero con vos y conmigo
desta manera atajar,
alegre y desengañado
que el más venturoso estado
es vivir sin desear.
Del favor me satisfago;
pero no puede, Señor,
darme nada más valor,
que ser don Pedro Miago.
REY
Vos sois el hombre primero
que se ha sabido vencer.
DON PEDRO
Alfonso, este parecer
es seguro, aunque grosero
vos tenéis nobles criados
en quien poder emplear
títulos, y aventajar
sus pensamientos honrados
que yo mi quietud no más
estimo; y en conclusión
siempre pienso en ser mirón;
tomar el naipe, jamás;
porque esta fue la primera
intención con que entré aquí;
de vos nú deseo en mí
sola esta merced espera,
pidiéndoos que me mandéis
cosas de vuestro servicio.
REY
Dado habéis bastante indicio
en aquese que me hacéis,
más otro espero, por vida
de la Reina, que me hagáis,
sin que excusaros podáis.
DON PEDRO
Mande vuestra alteza, y pida,
que me obliga el juramento.
REY
Que juguéis quiero las cañas,
porque con vuestras hazañas
y vuestra persona intento
honrar la fiesta.
DON PEDRO
Aunque estaba
disculpado por la edad,
haré vuestra voluntad;
pero no se me acordaba,
que a Galvan (de Ecija alcalde)
di caballos y jaeces,
cosa que infinitas veces
hago.
REY
No importa, que Zaide,
el rey de Alcalá, me envía
algunos, con que no harán
los que distes a Galvan
falta.
DON PEDRO
La voluntad mía,
segura tenéis con eso,
y dadme licencia ahora,
que pienso, Señor, que es hora.
REY
Que es muy de noche confieso,
y os he desasosegado
del órden con que vivís.
DON PEDRO
Yo confieso que decís
lo que siento en sumo grado,
puesto que, para serviros
algo se ha de aventurar.
REINA
. ¡Qué poco sabe adular!
DON PEDRO
Por merced quiero pediros...
REY
Pedid, pedid, que por Dios
de hacer cuanto me pidáis.
¿No respondéis? ¿qué dudáis?
Amigos somos los dos.
DON PEDRO
Que me llaméis pocas veces,
porque es desacomodarme
de mi quietud, y sacarme
a cansaros con vejeces.
REY
Don Pedro, no os puedo dar
palabra de eso, ya es tarde,
andad con Dios.
DON PEDRO
Él os guarde,
y a los dos deje gozar
con dichosos herederos.
Que, a Dios gracias, vuestra alteza
a darnos de alguno empieza
felices nuevas y agüeros.
REINA
Don Pedro, el cielo lo quiera.
DON PEDRO
Para entonces, si estoy vivo,
a mantener me apercibo
un torneo.
REINA
¡Nunca muera
hombre de tanto valor!
DON PEDRO
Para serviros deseo
vivir.

 (Vase.) 

REINA
Esa verdad creo.
REY
Venid, Señora.
REINA
¡El mayor
hombre es aqueste que vi
entre moros ni cristianos!
REY
Gloria es de los castellanos.
REINA
De lo que ha pasado aquí
mil admiraciones hago.
REY
Prometo, Señora mía,
que me admiro cada día
más de don Pedro Miago.

 (Vanse, y cantan dentro.) 

Quemando está unas memorias
La mudable Galatea,
Que aborrece los testigos,
La que quiso, ser firmeza.
 

Sale DON GARCÍA, y DOÑA TODA al balcón.

 
DOÑA TODA
¡Qué prendas para seguras!
DON GARCÍA
¿Es Toda?
DOÑA TODA
Y soy toda vuestra.
DON GARCÍA
Estimo en mucho el favor,
DOÑA TODA
Estimad mucho las muestras
de haber venido a escucharos
Al cielo de aquella reja,
pues que conocéis quien soy
y conocéis mi firmeza.
DON GARCÍA
Sabe el cielo que la estimo
en el alma.
DOÑA TODA
No lo hiciera
tampoco, a no permitirlo
Palacio. Por vida vuestra
que prosigan.
DON GARCÍA
¿No es mejor
que escuchando estéis mis quejas?
DOÑA TODA
Mejor es cantar que hablar.
DON GARCÍA
Pues que vuestro gusto sea
a mandarles voy que canten
y luego aquí doy la vuelta.
DOÑA TODA
Quiero ver en qué pararon
memorias que el tiempo quema,
pues para olvidar no bastan.
DON GARCÍA
Pase adelante la letra.

 (Cantan dentro.) 

Quiso acaso, cuando quiso,
dando a quien muere por ella,
por accidentes favores
celos por naturaleza.
DON GARCÍA
Este es don Pedro Miago.
 

Sale BERRUECO vestido como DON PEDRO, y DON PEDRO MIAGO detrás, arrebozado, y un criado delante con una hacha.

 
DOÑA TODA
Mi padre es éste, no fuerza
poco sus inclinaciones,
pues hablando cou su Alteza
está en Palacio a estas horas.
DON PEDRO
No cantan mal.
DOÑA TODA
Con la reja
Es verme imposible cosa.
BERRUECO
Canten muy en hora buena:
¿Cuándo han de cantar los gallos
campanas de las estrellas,
se levantan a cantar
los hombres en esta tierra?
A mi me engañó el diablo
y con él alguna vieja,
para obligarme a poner
estas calzas y esta cuera.
Si los que en las cortes viven
a tales horas se acuestan,
no hay Berrueco para un año.
Ni aún para una noche destas.
Estrella soy del Rey mago,
que guió con pedorreras.
DON GARCÍA
Señor don Pedro Miago.
DON PEDRO
Señor don García, espera,
BERRUECO
¿No basta lo que he esperado?
¿Espera más una deuda
de un tramposo un hombre honrado?
DON PEDRO
Tuvieron poca paciencia,
y dejáronme, que están
mal acostumbrados; esta
música debe de ser,
si yo no me engaño, vuestra;
serviréis dama en Palacio.
DON GARCÍA
Nunca amor la verdad niega.
DON PEDRO
Porfiad y venceréis,
que yo, lo sé de experiencia;
y por la fe de hijodealgo
que hay partes en vos, que es fuerza
que de la que es más ingrata
muy favorecidas sean;
y si ella me está escuchando,
hace mal, cuando no quiera
haceros muchos favores;
perdóneme su presencia,
que sois, señor don García,
bueno por las partes vuestras
para galán y marido.
DOÑA TODA
Bien mi padre me aconseja.
DON GARCÍA
Estimo en mucho el favor,
DON PEDRO
Verdades son todas estas,
que ya sabéis que profeso
toda mi vida esta ciencia;
y adiós.
DON GARCÍA
Tengo de ir con vos.
DON PEDRO
Buena grosería fuera,
cuando en el terrero estáis
idolatrando una reja;
con vuestra dama os quedad
obligándola a finezas,
que yo de la parte mía
la pido que os favorezca
y aquesto dijera a Toda,
cuando vuestra dama fuera.
DOÑA TODA
¿Qué no ha de alcanzar un padre?
Él me anima a que le quiera.
DON GARCÍA
Yo estimo en mucho el favor,
y he de aprovecharme de esa
merced, Señor, algún día.
DON PEDRO
Don García, aquí estoy: vuestra
es mi hacienda y mi persona;
camina, Berrueco.
BERRUECO
Ciega
llevo una lanterna ya.
¡Dios de su mano me tenga!
Paje lechuzo me ha hecho
la ingratitud de Teresa,
que de ser moro no pudo
ser otra la penitencia.
 

(Vanse DON PEDRO y BERRUECO.)

 
DOÑA TODA
Bravamente, don García,
ha hecho las partes vuestras
mi padre.
DON GARCÍA
¡Soy tan dichoso!
DOÑA TODA
Adiós, que viene una dueña.

 (Vase.) 

DON GARCÍA
¡Dueña hubo de ser a falta
de un demonio! ¡quién pudiera
no dejar dueña en el mando!
Voime, para dar la vuelta.

 (Vase.) 

 

Sale DON PEDRO MIAGO y BERRUECO por la otra puerta.

 
BERRUECO
¡Qué largas que son las calles
de noche, y más a quien lleva
sueño y miedo juntamente!
DON PEDRO
Ya descubro a San Esteban.
BERRUECO
¿No me pidieras albricias?
DON PEDRO
Antes yo hacerte pudiera
mercedes, pues esta noche
me has esperado a la puerta
de Palacio.
BERRUECO
Los Berruecos
tenemos fe berroqueña.
DON PEDRO
¿Quieres que te dé una casa.
Berrueco?
BERRUECO
Merced me hicieras,
porque con eso de mí
hiciera caso Teresa.
DON PEDRO
Estas casas quiero darte,
a cuyas labradas puertas
llegas, Berrueco.
BERRUECO
Ya sé
que son tuyas todas estas
hasta salir a esa calle
donde muestra la frontera
de la casa donde vives
que un alcázar representa;
pero pienso que te burlas.
DON PEDRO
¿Cuándo yo no hablé de veras?
Desde esta noche son tuyas.
BERRUECO
Que te bese los pies deja.
DON PEDRO
Alza del suelo, y camina.
BERRUECO
Mañana en góticas letras,
«De Pedro Berrueco son
estas casas», pongo en ellas,
y ha de venir tiempo alguno
en que deste nombre pueda
llamarse también la calle.
DON PEDRO
No será cosa muy nueva.
BERRUECO
Quien sirve a buenos bien haya,
pues que desta suerte medra.
DON PEDRO
Adelántate a llamar
a casa, porque esté abierta
cuando llegue.
BERRUECO
Voy, Señor;
pero ¿qué máscara es esta?
 

Salen CUATRO MOROS con máscaras.

 
DON PEDRO
Moros son; y vive Dios,
que me da cuidado. Espera.
BERRUECO
Y a mí miedo, que es lo mismo.
DON PEDRO
Bien merece cualquier, pena
quien sigue a Palacio, y sale
a estas horas dél; ya es fuerza
cumplir con mi obligación.
Moros, mi casa es aquella,
y pasar he menester.
BERRUECO
Llegarse dan por respuesta.
DON PEDRO
Si acaso a los cuatro obliga
necesidad con vergüenza,
que se atreve al más honrado,
hombre soy, que con mi hacienda
suelo socorrer a muchos,
que siempre han hallado abierta
mi casa los que la buscan
con esta ocasión. Si esperan
que llevo al presente aquí
con que socorrellos pueda,
engáñanse; pues dejarlos
la capa, parece ofensa,
llevando esta espada al lado,
que en la paz como en la guerra
nunca la hallaron cobarde
vuestra nación y la ajena,
que soy don Pedro Miago.
BERRUECO
Ninguno viene con lengua.
DON PEDRO
El no responder me obliga
a pasar desta manera,
pues sabéis, moros, quien soy.
BERRUECO
Que no hubiera una calleja
ahora por donde echar!
GALVAN
Engañado me has, Zoraide,
que nunca entendí que fuera
el cristiano que venías
a matar éste; y pues dejas
olvidar obligaciones
de tu ley y de tu fuerza
con tan infames acciones,
después de tener yo hechas
las paces; a tí, y a cuantos
fueren de tu parte, intenta
esta espada hacer pedazos.
Noble cristiano, pelea,
que a Galvan tienes al lado,
que por mi santo Profeta
que no ha de quedar con vida
ninguno destos.
DON PEDRO
Espera,
que no es razón que por mí
quedes con tu sangre mesma
malquisto.
GALVAN
Déjame aparte.
DON PEDRO
Esto es razón que me debas,
y que te deba, Galvan.
¿Qué aguardáis, moros?
GALVAN
Que vierta
su vil sangre.
DON PEDRO
Acabad; idos,
idos.
 

(Vanse los moros.)

 
BERRUECO
¡Notable obediencia!
Religiosos moros son.
GALVAN
Corrido estoy; ¡que pudiera
engañarme este cobarde!
DON PEDRO
Nunca mejor les suceda;
y hacedme merced, Galvan,
entre las que tengo a cuenta,
que no habléis más a Zoraide
en esto; basta la afrenta
con que salió del empeño.
GALVAN
Tú solo alcanzar pudieras
esa palabra, cristiano;
tu casa pienso que es esta
entrate, y Alá te guarde.
DON PEDRO
Acompañaros quisiera.
BERRUECO
Caras me salen las casas
si damos con él la vuelta,
que es la noche muy oscura.
GALVAN
Seguro voy, que me esperan
con mi yegua cuatro moros,
y esos tres perros me tiemblan

 (Vase.) 

DON PEDRO
Dios os guarde; bien me acuerdo,
que en ocasión como esta
el bien que hice hallé.

 (Vase.) 

BERRUECO
Yo, porque acordarme pueda,
al crucifijo de Búrgos
prometo un moro de cera.

 (Vase.) 

 

Salen LOS LABRADORES, cantando y bailando.

 
LABRADORES

 (Cantan.) 

Si está preñada la niña,
apostad que pare un sol,
hijo de sus ojos negros
y de las flechas de amor;
por sus bodas juegan cañas
en Castilla y en León,
por ser Alfonso el velado
y ser su rey y señor.
 

Sale BERRUECO, como se viste DON PEDRO MIAGO.

 
BERRUECO
¿Dónde va la buena gente?
TERESA
¿Berrueco?
BERRUECO
Dime, Señor;
Teresa, que estoy muy grave.
TERESA
¿Qué es grave?
BERRUECO
Como estoy yo.
TERESA
¿Luego grave es estar tieso?
¿Hate hecho el Rey favor?
BERRUECO
Teresa, unas casas solas
hubieras dicho mejor;
ya he puesto mi nombre en ellas,
y a la calle se le doy,
por cuya ocasión la llaman
todos juntos a una voz,
cuando la nombran, la calle
de Pedro Berrueco.
TERESA
Estoy
por darte la norabuena.
BERRUECO
Es muy justa obligación;
llegaos todos, no os turbéis.
¿Este es Mingo?
MINGO
Mingo soy.
BERRUECO
¡Oh qué apretados amigos,
hemos sido Mingo y yo!
MINGO
¿Por qué no ahora?
BERRUECO
Porque hay
desigualdad en los dos;
cubríos todos.
UNO
Bien estamos,
que hace muy grande calor.
TERESA
¡Bravo cortesano vienes!
BERRUECO
Tanto, Teresa, lo estoy,
que no me conocerá
la madre que me engendró;
ya sé no cumplir palabra,
ya sé ser adulador,
y decir mal de mi amigo
en toda conversación;
ya sé las intercadencias
del él, tú, merced y vos,
y sé con agua bendita
quitarme y ponerme un don
ya sé decir «está falso»,
«En baja fortuna estoy»,
«Desvalido anda don Gazmio»,
«Valido don Golondrón».
Ya digo «mi zapatero,
Mi sastre, mi tundidor»,
y hago lo que todos hacen
por tema y no por amor.
Ya me cansa todo el mundo
y en melancólico doy
porque me llamen discreto,
y salgo misa a las dos.
Por cumplimiento en Palacio
traigo alguna pretensión,
hablo aspacio, haciendo gestos,
como quien juega al rentoy.
Y al fin para dar limosna
u para tratar de amor,
no traigo blanca conmigo,
siendo con todos doblón.
TERESA
Bien sabes las letanías
de la corte.
MINGO
En fin, ¿son hoy
las cañas?
BERRUECO
Mingo, si,
sin duda esta tarde son,
y doce toros con ellas,
que don Pedro, mi señor,
les hace toda esta fiesta,
y juntamente los dos
este favor a don Pedro
MINGO
¿Juegan moros y cristianos
con un mismo traje?
BERRUECO
Yo,
Mingo, sospecho que sí,
y que las parejas son
un moro con un cristiano.
MINGO
Es amistad y es amor.
BERRUECO
Haced por llegar temprano,
que yo en ese rocín voy
por cañas para don Pedro,
que están para esta ocasión
cortadas de muchos años;
allá me veréis dar hoy
una merienda a los reyes
con más grandeza y sazón
que la dió Sardanapalo.
Adiós, Teresa.
TERESA
Mi amor
me puedes pagar, si acaso
me has querido.
BERRUECO
Adiós.
TERESA
Adiós.
¿No me respondes?
BERRUECO
Teresa,
yo me acordaré de vos.

 (Vase.) 

UN PASTOR
Con Cuidado caminemos,
y cántese otra canción.
LABRADORES

 (Cantan.) 

En Valladolid, damas,
juega el Rey las cañas,
el rey don Alfonso, cuerpo garrido,
hoy las cañas juega.
Galán y lindo, galán y lindo,
damas,
juega el Rey las cañas.
 

(Vanse todos, y al entrarse coge ABDELMON a TERESA.)

 
ABDELMON
Aguarda, mujer.
TERESA
¿Quién eres?
ABDELMON
Un hombre que ha pretendido
morir, y nunca ha podido;
sígueme.
TERESA
¿Pues qué me quieres?
ABDELMON
Quiero enseñarte un tesoro
entre aquestas yerbas.
TERESA
Moro,
Déjame aquí, que daré
mil voces.
ABDELMON
No detendré
con mi valor el decoro;
sígueme, pues.
TERESA
No te sigo.
ABDELMON
Yo voy con entretenerte
solicitando la muerte
de mi mayor enemigo;
porque sé por mis conjuros,
y mágicas, no te asombre,
que hoy has de dar vida a un hombre
de quien no viven seguros
los de mi sangre y mi ley,
siendo otro segundo Cid.
TERESA
Yo voy a Valladolid,
que juega cañas el Rey,
y temo tarde llegar
y lo que dices no entiendo.
ABDELMON
Vete ya, que estoy muriendo
de que no pueda matar.
TERESA
De una carrera imagino
a Valladolid llegar,
que es poco lo que hay que andar.

 (Vase.) 

ABDELMON
Plegue a Dios que en el camino,
Mahoma quiera, mujer,
ser de tu vida homicida,
antes que tu ingrata vida
de alguno lo llegue a ser;
pues el agua no ha querido
dármela ni haya fuego
que abrase la tierra luego,
que al viento solo le pido
que deje para mis quejas,
pero la tierra imagino
que abra a mis males camino
si Alá cierra las orejas.

 (Húndese.) 

 

Sale TERESA, corriendo.

 
TERESA
¡Bravamente han caminado!
y vengo tan sin sentido,
que a las puertas he perdido,
porque en nada he reparado;
si a la puerta me buscaren,
aquesta es la de Segovia,
donde la que fuere novia
parirá si la empreñaren,
que habiendo de entrar primero
por la del Campo, la erré.
VOCES

 (Dentro.) 

Atajad, tené, tené.
TERESA
Dios te guíe, caballero;
De fiestas viene vestido,
las riendas se le han quebrado,
el caballo es desbocado,
y de las clines asido
detenerle intenta en vano,
y un mundo viene tras él;
pero el caballo cruel,
de sangrienta espuma cano,
despeñarle determina;
yo quiero, en lugar de antojos,
puesta en la puerta, en los ojos
echalle esta mantellina,
pues no hay ningún hombre aquí.
DON PEDRO

 (Dentro.) 

Ten, ataja, labradora,
que es el Rey.
TERESA
¡Nuestra Señora
le valga! ¡triste de tí!

 (Echa la mantellina, y éntrase.) 

 

Salen LA REINA y DAMAS.

 
DOÑA TODA
Vuestra alteza se asegure
de la furia del caballo,
que ya te han detenido
o le habrán hecho pedazos.
REINA
¿Que tuviese tanta furia
cayendo sobre las manos,
que los alacranes mismos
rompiese? ¡notable caso!
CONDESA
Apenas se vio sin riendas
el bruto espumoso, cuando
partió como el apetito
furioso y desenfrenado,
REINA
¿Qué casa es esta?
DOÑA TODA
Señora,
es de don Pedro Miago,
mi padre, y esclavo vuestro.
REINA
El asombro, el sobresalto,
de manera, doña Toda,
me tiene, que aseguraros
puedo que no estoy en mí.
DOÑA TODA
Eso es justo, y no me espanto.
 

Sale TERESA, labradora.

 
TERESA
Albricias, señora mía.
REINA
Labradora, yo os las mando.
TERESA
Pues no tengáis pena alguna,
que el Rey viene bueno y sano,
que yo con mi mantellina
he detenido el caballo
en la puerta de Segovia,
y allá queda hecha pedazos;
una mantellina quiero
no más.
REINA
La vida me has dado,
y un heredero a Castilla.
TERESA
Ya imagino que me llamo
moros y cristianos juntos.
 

Sale toda la compañía de juego de cañas.

 
REINA
Mi Señor, dadme esos brazos
REY
Señora del alma mía.
REINA
¿Cómo venís?
REY
Gracias dando
al cielo de mi suceso.
TERESA
Ya que estáis desavahado,
hacedme merced.
REY
Confieso
que te la debo.
TERESA
¡Qué agravio?
BERRUECO
¿Qué, Teresa, ha sido al fin
la que detuvo el caballo?
REY
¿Quién eres, mujer: quién eres?
TERESA
Soy de don Pedro Miago
labradora.
REY
Cosa suya
pudo hacer este milagro.
¿Como, te llamas?
TERESA
Teresa
Gil, Señor.
REY
Dueño te hago
de la puerta de Segovia,
y de dos leguas de campo
alrededor juntamente,
y el nombre desde hoy mudando
la puerta, por el suceso
admirable del caballo,
de Teresa Gil se llame.
TERESA
Dios te dé herederos tantos
que les vengan a faltar.
Nombres en el calendario.
BERRUECO
Teresa, pues tienes puerta
y yo casa, y siempre he andado
como gato por Enero
sin alma por tus pedazos
casémonos; ¿qué respondes?
TERESA
Berrueco, en habiendo espacio,
yo me acordaré de vos.
BERRUECO
¡Lindamente me has pagado!
DON PEDRO
No tengo admirable cosa
en mi casa que enseñaros
si no es esta.
REY
Este es entierro.
DON PEDRO
Donde he de ser sepultado,
que para que de la muerte
me acuerde, siempre le traigo
puesto delante los ojos
REY
¡Sabio y cuerdo desengaño!
DON PEDRO
¿Qué miráis?
REY
Estoy leyendo
estas letras, que en el mármol
de negro están esculpidas,
y es notable el epitafio.

 (Lee.) 

«Yo soy don Pedro Miago
que con lo mío me yago;
lo que comí y bebí gocé;
el bien que yo hice hallé,
lo que dejé no lo sé.»
Ni yo qué queréis decir
en estas letras
DON PEDRO
Gustando
que os las declare, escuchad.
REY
Decid, que confuso aguardo.
DON PEDRO
Digo que yago en lo mío,
porque he de ser enterrado
en mi casa, y que ha de ser
en los venideros años;
decir que gocé no más
lo que comí y bebí, es claro,
pues que sustento la vida,
porque los demás humanos
gustos traen otras pensiones
y nadie los goza francos;
hallar el bien que se hace
acontece de ordinario,
y ya es la sala testigo
de alguna vez que lo ha hallado;
que lo dicho no se sepa;
Alfonso; no os cause espanto,
que por un maravedí
lo tengo todo prestado
mirad si os he satisfecho.
REY
Siempre, don Pedro Miago,
de vos lo quedé, y pretendo
de lo que os debo pagaros
alguna cosa, hoy que vengo
a vuestra casa.
DON PEDRO
No aguardo
sino serviros por premio.
REY
Pues sepulcro y epitafio
que está muerto nos enseña,
tomar ejemplo tan claro
pueden todos; sois discreto.
DON PEDRO
Siempre, Alfonso, de ordinario
me hacéis mercedes.
DON GARCÍA
Ahora,
pues es ocasión, le hablo
Alfonso, rey de Castilla,
azote de los paganos,
cuya vida guarde el cielo
largos y felices años,
por defensa de la fe,
y a vos, don Pedro Miago,
a quien siempre obedecí
como a mi padre, y amparo
os pido, noble Señor,
que a doña Toda, el sol claro
que alumbra nuestro hemisferio,
he servido con cuidado;
si mi obediencia y amor,
si mi bumildad y recato
merecen que sea su esposo,
aquí a vuestros pies postrado
os suplico me la deis.
REY
Hablad, don Pedro Miago,
como dueño superior
de vuestra hija.
DON PEDRO
Gusto tanto,
que ha días que lo deseo.
REY
Pues entremos en Palacio,
que quiero ser el padrino
destas bodas.
REINA
Largos años
viváis los dos; yo la doto,
señor, en seis mil ducados.
DOÑA TODA
Para serviros serán.
DON PEDRO
Con aquesto da fin Lauro
a esta verdadera historia.
Pidiendo perdón y aplauso
para la segunda parte
a tan ilustre Senado.