Saltar al contenido principal

Santa Teresa de Jesús

Presentación del portal Santa Teresa de Jesús

Pocos autores reúnen tantos méritos para tener una página en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes como Santa Teresa de Jesús, porque contados son los escritores en que se combinan armónicamente la acción y la reflexión, las empresas humanas y el éxtasis místico, el servicio a la sociedad y el recogimiento, la humildad bien entendida y el valor individual; en fin, la vida activa y la contemplativa. De este reducido grupo, Santa Teresa es la más grande, porque las dos facetas las lleva a la excelencia literaria y porque poseyó tan enorme fuerza interior, que fue una de las mujeres más influyentes de su época y tuvo una decisiva proyección en el cristianismo de los siglos venideros. Fue, en efecto, una mujer extraordinaria cuya convicción y entereza allanaron todos los obstáculos e incomprensiones, incluidas las de su propia regla, que se interpusieron en su camino.

Todo lo logró con una formación que tiene mucho de autoaprendizaje, ilustrada mediante algunas lecturas muy bien seleccionadas, cuyo inicio fueron los "libros de romance" de su juventud, o sea, las novelas de caballería y la vidas de santos. Quizá por esa afición lectora, destinó sus propios libros no sólo a sus exigentes directores espirituales, sino también a las monjas de clausura, la mayoría sin formación. Y al dirigirse a tan diversos públicos, la santa abulense tuvo que esforzarse por ser comprendida universalmente, evitar los malentendidos, ser clara y perspicua; llevar, en fin, a la práctica la idea de la naturalidad expresiva, el "escribo como hablo" de Juan de Valdés.

También por esa formación tan peculiar alcanza una gran originalidad, porque crea símbolos propios, perfectamente articulados y adaptados a los fines propuestos; adecua doctrinas antiguas y aplica a las suyas lecturas de los santos Padres. Para esa creación, adaptación, adecuación y aplicación, recurre a las metáforas: único modo de alumbrar e iluminar los más recónditos conceptos ascéticos, las complejidades psíquicas y las dificultades de la realidad vital. Porque su obra tiene que reflejar, simultánea o consecutivamente, las vivencias de un misticismo ardiente (Castillo interior o las Moradas), la dura actividad cotidiana (Libro de la vida) y la frialdad y concreción de negocios mundanos (Libro de las constituciones); los éxtasis o arrobamientos (Camino de perfecciónConceptos del amor de Dios) y el cerrado organigrama de los nuevos conventos (Libro de las constituciones).

Marcó una época, porque en un mundo dominado por los hombres, defendió el derecho de la mujeres a desarrollar su propia personalidad, y a fe que lo hizo, convenciendo de paso a sus mejores contemporáneos: fray Luis de León, San Juan de la Cruz, San Francisco de Borja, fray Juan de Ávila, el padre y profesor Domingo Báñez, al inquisidor Quiroga…, incluso a Felipe II. Y a pesar de los desprecios e insultos, viajó por toda España con idéntico espíritu. Porque tuvo una gran decisión, determinación y elevación de pensamiento; rigor analítico y precisión expresiva, sin que le faltase el sentido del humor. Andarina, que no "andariega", Teresa de Ávila hubiese sido igualmente una excelente santa laica, patrona de las más cualificadas ONGs, porque consagró su vida, entendida como servicio religioso y entrega a Dios, a la orden de los Carmelitas Descalzos y a la comunidad en su conjunto.

Guillermo Serés
(Universidad Autónoma de Barcelona)

Subir