Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice Abajo

Rotos pero nunca vencidos (Análisis de la trilogía «el tiempo del exilio», de Jordi Sierra i Fabra)

Anabel Sáiz Ripoll






ArribaAbajoIntroducción

Sólo Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) podía imaginar y escribir una obra de tanta envergadura como es «El tiempo del exilio». Escritor polifacético, curioso, pasional, Sierra i Fabra nos ha querido ofrecer en tres volúmenes -Los años oscuros (2002), Los años de la espera (2003) y Los años rojos (2003)- el fresco de 63 años decisivos para entender nuestro mundo actual. Su punto de partida es el viaje que emprendió el Sinaia en 1939 con exiliados españoles que iban a México en busca de otro hogar; aunque no se queda sólo ahí, sino que entra en sentimientos y emociones, pero también en hechos históricos, rastrea los conflictos más importantes que se dieron en la Hispanoamérica del siglo pasado; vuelve una y otra vez a España; en fin, es la crónica viva, emocionada y emocionante, de un puñado de personajes que bien pudieron haber sido reales y que vivieron en el exilio más de 30 años. A continuación vamos a comentar algunos de los aspectos más llamativos de esta trilogía.




ArribaAbajoEstructura

Sierra i Fabra trabaja mucho las estructuras de sus novelas, las organiza de manera singular y aquí no es una excepción. Divide cada libro en diversas partes y estas partes a su vez aparecen desglosadas en otros capítulos que no llegan a serlo porque son muy breves, pero que le dan a la obra una agilidad importante a la hora de la lectura.

«Los años oscuros» se divide en tres partes y un epílogo que se subdividen en 208 apartados:

-1.ª parte: mayo-junio 1939 (Sinaia)

-2.ª parte: junio-diciembre de 1939

-3.ª parte: 1942-1944

Epílogo

 

«Los años de la espera» se divide en cuatro partes y 151 subapartados:

-1.ª parte: 1948-1950 (regreso)

-2.ª parte: 1954-1956 (Revoluciones)

-3.ª parte: 1963-1967 (Odios)

-4.ª parte: 1968 (Ocaso)

 

«Los años rojos», en fin, se divide en 4 partes más tres epílogos decisivos y en total 114 epígrafes:

-1 parte: 1969-1971 (Despertares)

-2 parte: 1973-1975 (Cambios)

-3 parte: 1975-1976 (Violencias)

-4 parte: 1976-1977 (Rencores)

-Epílogos: 1977-2002

-Epílogo 2: 1993

-Epílogo 3: 2002

Son, por lo tanto, once grandes bloques más los epílogos. Cabe señalar que la voz del narrador, de la que ya hablaremos, no aparece numerada puesto que es quien cuenta la historia, no quien la protagonizó.




ArribaAbajoPersonajes

La trilogía podría subtitularse también «Vidas Cruzadas» puesto que los principales personajes viajaron juntos en el Sinaia. Se trata de Valeriano Puig, periodista de raza, que viajaba con su mujer Teresa, su hija Natalia y su nuera viuda Ana que estaba embarazada. Jordi Sierra i Fabra siente especial simpatía por Valeriano al que convierte en un personaje noble y honesto, una especie de quijote. Cabe señalar que a menudo los personajes que se dedican a la escritura cobran un papel relevante en la obra de nuestro autor; así como las personas mayores, como ocurre con Valeriano quien, poco a poco, envejece. Con esto añadimos un detalle más a la obra y es que los personajes no son planos, sino que evolucionan a lo largo de la historia. Teresa, su mujer, es una persona vencida por el dolor de haber perdido a dos hijos, Carmen y Juan, y por no saber el paradero de un tercero, Ismael. Natalia representa la alegría. Y Ana es una mujer acorralada que hace del hijo que, precisamente nace en alta mar, Juanito, su bandera.

Otra familia que iba a bordo del Sinaia era la formada por Ramón Alcaraz, su esposa Amparo y sus hijos Ernesto y Elías. Ramón es, en principio, un comunista convencido que no sabe encarar bien la situación y, por un encuentro fortuito, inicia un odio visceral contra Valeriano y todo lo que él representa. Amparo es una pobre mujer que encuentra en la religión, allá en México, un cierto consuelo a su soledad. Ernesto es un mal hombre, ya que se autolesionó en la Guerra para abandonar el frente y además fue tomado por héroe. Y Elías es un soñador, un idealista. El destino hace que Elías y Natalia se enamoren en el barco y se casen en México, con todo lo que reporta esta historia de amor -no admitido por Alcaraz-. Ramón pasa gran parte de su vida tramando venganzas oscuras contra Valeriano y su familia.

Lorenzo Vilá viaja solo, pero se encuentra con Berta Aguirre, una vasca hermosa fuerte, que le propone que se hagan pasar por matrimonio porque así les darán un camarote. Los dos arrastran un pasado tormentoso y entre ambos surge un amor pasional que no se resolverá de manera fácil, puesto que, al llegar a México se separan, y poco a poco, sus destinos, se van acercando hasta que acaban unidos. Ellos no pueden tener hijos pero adoptan a Amanda, la hija de Rosita, la mujer hermosa que le dio acogida a Lorenzo en México en los primeros tiempos. Cabe decir que Berta dirige un burdel y acaba regentando, junto a su marido, la sala de fiestas «El Fortín». Lorenzo Vilá, en realidad es Esteban Torres, pero tuvo que matar al verdadero Lorenzo para poder sobrevivir, aunque de ello nos enteramos más tarde. La propia Berta también comete un asesinato, el de su violador que, para su mala suerte, también viajaba en el Sinaia.

Lorenzo y Valeriano se conocen en el Sinaia. Valeriano cree evitar el suicidio de Lorenzo, aunque éste sólo pretendía coger una gorra. Y sus vidas se entrecruzan. Lorenzo en otro momento le salva la vida y acaban reencontrándose en Madrid, ya muy mayores los dos.

También viajan en el barco los Arana, abuelo y nieto. El nieto es una figura secundaria, pero el único testigo de un asesinato a bordo -el que cometió Berta- que a él le cambió la vida, puesto que se quedó con la fortuna -en clave de mapa del tesoro- del asesinado.

En el exilio estas familias siguen evolucionando. Teresa muere y Valeriano se vuelve a casar con una joven mexicana, Sara, periodista como él y de gran vitalidad. Tienen una hija, Miriam. Natalia y Elías se casan y tienen tres hijos, Óscar, Teresa y Lucía. Con el tiempo y el final de la II Guerra Mundial vuelve a casa Ismael, con una historia terrible a sus espaldas y un muy difícil futuro, pero se casa, por error quizá, con Ana y tienen una hija, Carlota.

Juanito, por su parte, se deja influir por las ideas de Ismael y se apunta, como también veremos, a todas las revoluciones para tratar de encontrar su sitio en el mundo que encuentra en Cuba, después de muchos azares, en brazos de Tatiana con la que tendrá también un hijo.

Hay otros muchos personajes, es evidente, pero estos son los esenciales para entender la historia.




ArribaAbajoNarrador

Arranca el libro con un diálogo entre dos personas, de las cuales lo ignoramos todo y que son las que, cada cierto tiempo, retoman la historia y sacan conclusiones, hacen balance de lo vivido, reflexionan. Es un juego literario muy importante porque es como si lo pudiésemos contemplar desde fuera. Cuando aparecen estos dos narradores tipográficamente cambia letra. También cambia cuando los personajes recuerdan algo del pasado, en ese caso se acude a la cursiva.

Es interesante ver como uno de los interlocutores no conoce bien la historia y le está pidiendo al otro que se la cuente y se sorprende de algunos detalles:

«Todos en el Sinaia, los Puig, los Alcaraz, Berta Aguirre, Lorenzo Vilá...

-¿Realmente fue así como se conocieron Berta y Lorenzo?

-Sí, ¿por qué?

-Es extraño» (pág. 16, I).

Más adelante, la voz que lleva el peso de la historia, clarifica lo que está contando:

«No quiero extenderme en detalles sociales o políticos que en nada ayudan a nuestra historia, que es una historia de personas, de sentimientos» (pág. 98, I).

«No hablamos de héroes. Hablamos de gente común y corriente, como tú y como yo» (pág. 219, I).

Y ya casi al final nos sorprenden con:

«-No es fácil tener paciencia cuando estamos a punto de aparecer en la historia» (pág. 55, III).

Y ya podemos desvelar el misterio. La narradora principal, pues que es mujer, es Mireia Pons, una antepasada de Lorenzo Vilá, y quien le hace preguntas y escucha embobado es su hijo adolescente, Marc. El falso Lorenzo cuando pudo regresar a España decidió averiguar el paradero de los Vilá y encontró en La Canonja, un pueblo de Tarragona, a sus familiares más directos, la madre de Lorenzo, la madre de Mireia y ella misma.

Con el tiempo, Lorenzo escribirá parte de su historia y se la dejará en depósito a Valeriano quien, a su vez, se la deja a Sara, escritora cada vez más reconocida. Sara se la acaba dejando a Mireia y ésta la lega a su hijo Marc, quien suponemos, por las últimas palabras de ambos, es el que la acabará escribiendo de verdad:

«-No sé, hijo. Es tu turno. Tienes todo el siglo XXI por delante» (pág. 331, III).




ArribaAbajoPerspectivismo

Es curioso observar como un mismo hecho afecta de manera similar o distinta a los personajes. Cada uno, según su sentir, reacciona de manera dispar. Así, por ejemplo, cuando la amnistía, pasados muchos años, les permite volver a España. Lorenzo y Berta mantienen, por ejemplo, esta conversación:

«-¿Tú volverías?

-Sí -fue categórico.

-¿Para quedarte?

-No lo sé, aunque supongo que ahora que nada nos retiene en ninguna parte... Siempre esperamos poder hacerlo cuando muriera Franco» (pág. 15, III).

Cuando muere Franco el sentimiento es de alegría desbordante. Valeriano no puede ocultar su satisfacción:

«-le he sobrevivido, cariño, ¡le he sobrevivido! Daría lo que fuera por estar allí, con Jofre» (Jofre es su hermano gemelo que se quedó en Barcelona) (pág. 159, III).

Elías y su familia brindan con entusiasmo:

«El champán llenaba sus copas, pero no se quedaba en ellas mucho tiempo. Desaparecía a una velocidad de vértigo. Y volvían a llenarlas, las hacían tintinear con cada brindis y luego las apuraban. Era la tercera botella, algo inusual siendo únicamente cinco personas» (pág. 161, III).

Y Lorenzo y Berta, que ya están en Madrid, mantienen otro diálogo. Lorenzo decide vestirse e ir a ver el cadáver para cerciorarse de su muerte:

«-¿No lo has visto por televisión? ¡Es maravilloso!

-Mira, no me apetece nada verlo, ni frío ni muerto, qué quieres que te diga.

-Allá tú.

-Vas a tirarte cinco horas de cola.

-Como si son diez.

-¿Y qué harás cuando estés delante?

-Gritar.

-¡Sí, hombre!.

-Por dentro, claro. Pero gritar, y muy fuerte. Si no hubiera sido boxeador, de joven habría sido actor. Hoy lo demostraré. Por fuera seré una máscara, una persona inexpresiva. Pero por dentro...» (pág. 163, III).




ArribaAbajoEstilo y léxico

En la narración abunda el diálogo, aunque hay también algunas descripciones para centrar los rasgos fundamentales de los personajes. De vez en cuando se recapitula porque en una historia tan dilatada el lector necesita tener asideros para no perderse:

«En 1969 Valeriano Puig cumplía setenta y cinco años, Lorenzo Vilá cincuenta y nueve, Berta Aguirre cincuenta y siete, Ismael Puig cincuenta y tres, Elías Alcaraz cincuenta, Natalia Puig cuarenta y siete, Juan Puig treinta...

-Recapitula» (pág. 7, III).

El autor, Sierra i Fabra, gravita por encima de la peripecia humana y aporta de tanto en tanto su visión, pero lo hace de manera escueta, lacónica, con pocas palabras, para que quede más rotunda esa visión:

«A veces todo parecía una fiesta.

A veces» (pág. 52, I).

«La vida estaba llena de mentiras» (pág. 66, I).

«Aunque su primer nieto o nieta naciese allí, en mitad del mar.

Libre» (pág. 68, I).

«Casi podía considerarse un símbolo» (pág. 89, I).

«Españoles sin España.

La pena se hizo desazón» (pág. 128, I).

«Para trabajar en el presente, y preparar el futuro, primero debía conocer el pasado» (pág. 194, I).

«Una mentira maravillosa» (pág. 30, II).

«Y ahora...

Se sentó en la cama y hundió su rostro entre las manos.

Rompió a llorar.

No recordaba haberlo hecho desde el día de la muerte de Teresa.

Hacía de ello una eternidad» (pág. 73, II).

«Los ojos de su nieto le dieron miedo.

Los había visto en España entre 1936 y 1939.

Y ahora todos estaban muertos» (pág. 158, II).

«La vida era una fiesta.

¿Para qué acabarla antes de tiempo?» (pág. 77, III).

«Nada más.

Luego cerró la puerta y el mundo real quedó del otro lado» (pág. 217, III).

«Y pese a todo, ceder o rendirse era imposible.

Todavía quedaba Tedesio.

Y buscar a la niña.

La superviviente» (pág. 241, III).

«El pañuelo blanco.

El escapulario.

Los pañuelos blancos.

Los escapularios» (pág. 294, III).

Hay otro rasgo de estilo que quisiéramos comentar. Se trata del léxico. Jordi Sierra i Fabra hace un esfuerzo extraordinario para incorporar el léxico propio de los lugares de acogida. Así encontramos mexicanismos, términos colombianos y argentinos; pero con la habilidad de que los incorpora al texto de manera fluida:

«Se reían en voz baja. Ya conocía cuatro variantes de testículos según el habla popular: tanates, talazotes, talegas, y ahora ésa» (pág. 116, I).




ArribaAbajoHistoria y ficción

Nuestra trilogía parte de unos hechos reales que revisten de significado la peripecia humana. En primer lugar la Guerra Civil, ya que todos los que se embarcan han de exiliarse a causa de sus ideas políticas, puesto que son exiliados. El exilio es un gran agujero en la vida de estas personas:

«Nunca conseguiría ponerse al día. Era imposible. Tenía un agujero de treinta y siete años» (pág. 243, III).

Desde el exilio, los personajes van siguiendo las vicisitudes de España. En el caso de Valeriano, su hermano Jofre le va contando lo que ocurre. Así vemos como evoluciona el régimen, cómo llega la amnistía, el Juicio de Burgos, el atentado de Carrero Blanco, la muerte de Franco, la matanza de Atocha, el papel del rey, la legalización del Partido Comunista, las Elecciones democráticas, el golpe de Estado de Tejero... Todo esto se nos cuenta, pero en algún caso uno de nuestros personajes será partícipe, como Berta quien, por ejemplo, en el atentado contra Carrero Blanco casi pierde la vida.

Por otro lado, todos ellos asisten al principio de la II Guerra Mundial, horrorizados porque se repite la historia. Y de nuevo los Puig lo sufren en primera línea, ya que Ismael es uno de los pocos supervivientes del Campo de Concentración de Mauthausen, del que vuelve con el alma hecha trizas y con un deseo de venganza que empeñará el resto de su vida. La escalera fatídica de 187 escalones, se le aparece una y otra vez en sus pesadillas (pág. 65-66, II).

Jordi Sierra i Fabra incide más en los conflictos que se dan en Hispanoamérica. Por ejemplo, se inicia con un caso de corrupción imaginario en México, el Proyecto Magno, que desmantela Valeriano en uno artículo, ayudado por Berta. Bien, el Proyecto Magno era un proyecto urbanístico que iba a hacer ganar mucho dinero, entre otros, a Alcaraz.

Históricas son las referencias al Sinaia y al recibimiento que dieron los mexicanos a los españoles. También son históricas las referencias a los intelectuales que se exiliaron allá, Max Aub o Benjamín Jarnés entre otros.

Precisamente, en México, el 26 de julio de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlateloco, hubo una represión brutal por parte de la policía hacia un grupo de estudiantes que se manifestaban y que murieron masacrados. Aquí, de nuevo, aparece la ficción, puesto que Amanda, la hija adoptiva de Lorenzo y Berta, muere en esa plaza.

Lorenzo Vilá, por su parte, estaba en Colombia, cuando el «bogotazo».

Otro de los conflictos es el cubano. Esta vez es Juanito el protagonista. Él conocerá al Che Guevara (que aparece como un personaje más) y a Fidel Castro, y con ellos embarca a bordo del Gramma y es uno de los supervivientes y uno de los liberadores. Lo encontramos también en la romántica empresa fallida de la liberación del Congo.

Juanito también está en Chile cuando el golpe de estado contra Allende, allí conoce a Víctor Jara (en clara referencia a otro de los títulos de Sierra i Fabra, «Reventando Silencios») y es uno de los torturados, aunque también sobrevive. Hay también alusiones a Pablo Neruda.

Por último, a los Alcaraz que viven en la Argentina, Natalia, Elías y sus hijos, les toca de recerca la represión de Videla. Los militares se llevan a su hija pequeña, Lucía, a su marido, Tedesio y, es más, se quedan con la niña que tuvo Lucía en esas penosas circunstancias. Lucía muere torturada y de Tedesio nunca más se supo. Natalia y su hija, Teresa, serán integrantes de las Madres de la Plaza de Mayo, el movimiento emocionante de las mujeres que perdieron a los suyos en esa brutal represión. Ahí Sierra i Fabra alude a otro de sus títulos «La memoria de los seres perdidos». Al fin, Natalia encuentra a su nieta en Madrid, Esperanza, y le habla de su origen y de que el que ha dicho ser su padre fue el principal torturador de su verdadera madre.

Hay fragmentos realmente espeluznantes, como la denuncia que interpuso Natalia para tratar de aclarar lo que ocurrió con su hija.

Jordi Sierra i Fabra nos recrea momentos de singular importancia, pero lo hace no con el tono de un historiador, sino como alguien que lo ha vivido desde dentro y para ello coloca a sus personajes en el «ojo del huracán», para que casi lo sintamos en nuestra piel, de manera más cercana.

Por supuesto, aunque ya de pasada, se nos habla de otros conflictos, el de Vietnam, el de Camboya, la guerra de los Balcanes... y de aspectos más sociales, como la llegada del hombre a la luna y demás. Es, insistimos, un ejercicio prodigioso el que hace Jordi Sierra i Fabra al organizar todo este material y darle forma novelada.




ArribaAbajoSentimientos encontrados

Hay mucho del autor en los libros. Encontramos su fuerza, su pasión, su vehemencia, su visceralidad.

El amor es un sentimiento que lo invade todo. El amor entre Natalia y Elías que surge en el barco; el de Berta y Lorenzo que es como un fuego; el de Valeriano y Sara, mucho más sosegado. El de Lucía y Tedesio es el amor en estado puro. Veamos un ejemplo del amor rotundo de Lorenzo y Berta:

«Primero fue el abrazo, el sentimiento, el contacto que los liberó de todo. A continuación el beso, la suma de todos los besos aplazados pero no olvidados. Finalmente, el deseo.

Beso a beso, desnudándose» (pág. 412, I).

El odio es otro sentimiento rotundo que encarnan Ramón Alcaraz e Ismael Puig, cada uno por unas causas. El de Ramón llegará hasta consecuencias inadmisibles:

«-Y si ese Puig se convierte en un estorbo, sepan que yo tampoco voy a preocuparme por él. Después de todo, aun antes de que me quitara a mi hijo, alguien debería haberlo echado ya por la borda en el Sinaia» (pág. 271, I).

Ismael trama una venganza, quiere matar a Salvador Gallego, el causante de que en el campo de concentración muriesen sus compañeros, el delator; pero cuando está al punto de lograrlo sus sentimientos se mezclan:

«Tanto odio almacenado... ¿para nada?

Ismael se echó a llorar.

Se agarró al lavamanos, frente al espejito, y se echó a llorar.

Lavado, centrifugado y vaciado.

Lloró un minuto, dos o más. Lloró hasta vaciarse, hasta que le dolió el pecho, y la cabeza, y cada una de sus terminaciones. Lloró de una forma como nunca lo había hecho, ni de niño. Un sentimiento brutal, como si una mano enorme lo apretara igual que una naranja para exprimirle todo el jugo. Allí estaban sus cinco compañeros de Mauthausen, su padre, su madre, su hermano Juan y sus hermanas carmen y Natalia, Ana, Juanito, Sara, Carlota, el tío Jofre...» (pág. 229, III).

El dolor es otro de los sentimientos que encontramos, dolor por lo perdido, dolor por los hijos muertos, dolor por la vida. Dos mujeres representan bien este dolor. Teresa, la primera mujer de Valeriano, y Amparo, la mujer de Ramón.

«-Me duele, Valeriano. Me duele mucho.

El dolor invisible, así lo llamaba ella. El dolor del alma y del corazón, de la mente y de los sentimientos. Su mujer se sostenía en pie por un último gesto de coraje» (pág. 51, I).

«El silencio.

Amparo sintió la llegada del dolor.

El dolor invisible, el del alma, el peor de todos» (pág. 323, I).

Los ideales, la ilusión, la fuerza son también aspectos que encontramos en muchos de los personajes de Sierra i Fabra. Valeriano, ya lo dijimos, encana, la honradez absoluta, la lucha por unos ideales. Es quizá el ejemplo para sus descendientes:

«Aquello que nos gusta, lo que más nos llena, es siempre lo que nos da la vida. Lo malo es que todos esos lugares están lejos, y ellos no vienen a ti, tú has de ir a por ellos» (pág. 312, I).

Los recuerdos, eso es evidente, planean en las novelas, sobre todo en la primera, que es la más cercana a la Guerra Civil. Pero también la fuerza, el ánimo, el deseo de salir adelante. Deseo que encarna como nadie Berta Aguirre. Ahí Sierra i Fabra hace un homenaje al cine, por el que siente debilidad, y permite que una gran película, «Lo que el viento se llevó», cambie a Berta:

«Para mí fue una revelación. El gran momento. Estaba ahí, sentada, absorta, y entonces Escarlata O`Hara se levantó con el puño en alto y dijo: «Pongo a Dios por testigo de que nunca volveré a pasar hambre...» -Apretó las mandíbulas. Los ojos volvieron a brillar un instante-. Y lo entendí, Cruz. Por fin lo vi claro. Por fin supe qué hacer» (pág. 210, I).




ArribaAbajoConclusiones

Mucho más, es evidente, se podría comentar de esta trilogía; pero es el lector quien tiene la última palabra y debe leerla con los ojos de la mente y los del corazón bien abiertos.

«El tiempo del exilio» es una revisión higiénica y necesaria de nuestro pasado más inmediato, es un balance, un punto de partida y, a la vez, de llegada.

Amores y odios, violencia y ternura, llantos y risas... son las caras contrapuestas que podemos hallar en las páginas de los tres libros, son los sentimientos encontrados de los seres humanos. En este caso seres humanos de ficción quienes viven unas peripecias importantes, que son las nuestras propias. De ahí que nos conmueva tanto la historia.

Repetimos que es un acierto el uso del narrador embebido, que no se desvela casi al final. El uso de ese narrador que es como un contador de cuentos, un contador de nuestra propia historia quien va poniendo cada cosa en su sitio porque el tiempo, ésa es su única ventaja, acaba situándonos en el lugar que nos merecíamos.

Evidentemente los títulos de cada uno de los tres libros no son casuales, sino simbólicos: Años oscuros son los primeros, aquellos en que no se veía ningún futuro, en que todos los caminos parecían cerrados. Años de la espera son aquellos en que el mundo parecía haberse detenido y aguardaba, tras una II Guerra Mundial, unos momentos antes de lanzarse a otra vorágine de miedo y de luchas; pero también de esperanzas y anhelos. Y los años rojos son los del final de muchas utopías, pero también el inicio de otras. Porque mientras existan seres humanos, existirán las ilusiones.




ArribaBibliografía

  • Sierra i Fabra, Jordi: «Los años oscuros», Barcelona, Planeta, 2002, 436 pág.
  • Sierra i Fabra, Jordi: «Los años de la espera», Barcelona, Planeta, 2003, 352 pág.
  • Sierra i Fabra, Jordi: «Los años rojos», Barcelona, Planeta, 2003, 333 pág.




Indice