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Ulises Wensell

Presentación de la página de Ulises Wensell

La obra de Ulises Wensell constituye una aportación relevante a la evolución de la Literatura Infantil, en el apartado concreto de la ilustración de libros infantiles, durante una dedicación personal mantenida más de cuarenta años con una constancia en sus niveles de calidad y de innovación artística.

Desde finales de la década de los 60, y hasta el momento actual, Ulises Wensell ha desarrollado una personal visión de la hermosa tarea de ilustrar textos literarios dedicados a los lectores infantiles. Esa personal interpretación del arte de la ilustración está marcada, muy especialmente, por la constante búsqueda de la adecuación de los recursos plásticos y gráficos -tanto en el empleo del color como en la ilustración a línea o a una tinta- al carácter de las historias, de los temas, de los ambientes, de los personajes... De tal forma, su obra constituye un claro ejemplo de lo que, en sí misma, es la recreación con imágenes de textos literarios, con todas sus limitaciones y sus condicionantes, pero sin dejar nunca de lado la calidad en los elementos expresivos, tal como exige esta particular manifestación del Arte.

Junto a esa búsqueda de la más adecuada adaptación estilística entre recursos plásticos y gráficos y textos literarios, Ulises Wensell ha cuidado siempre la rigurosa documentación a la hora de buscar referentes artísticos y culturales para ambientar situaciones dramáticas, momentos históricos, circunstancias sociales... sin perder, por ello, su personal punto de vista, desde una interpretación estilística centrada en el carácter de sus personajes y sin caer en tópicos o manierismos plásticos. Por ello, todas y cada una de esas figuras que protagonizan sus ilustraciones presentan siempre un carácter propio, unos rasgos que revelan la personalidad del ilustrador, sin caer en las repeticiones o tópicos expresivos. Es, quizá, ese toque de humanidad en la mirada del ilustrador a la hora de recrear un determinado texto literario el rasgo que mejor define su estilo artístico y le coloca por encima de modas pasajeras, de tendencias falsamente vanguardistas, proporcionando a sus creaciones un tono intemporal. Hoy, las ilustraciones de su primera época siguen gozando de esa permanencia que sólo alcanzan las obras de los clásicos indiscutibles y tienen una clara continuidad, fruto a la vez de una lógica evolución, en las más recientes. Es la consecuencia normal del paso del tiempo, que sirve para decantar las mejores cualidades en la obra de cualquier creador artístico.

Tal rasgo de permanencia en sus valores plásticos viene avalado, además, por la continuidad y variedad en las ediciones de sus libros ilustrados, algunos de los cuales han marcado auténticos hitos en la evolución actual de la ilustración infantil, más allá de cualquier frontera local o nacional. Al revisar su amplísima bibliografía resultan evidentes las numerosas ediciones en las lenguas más dispares y en editoriales de todo el mundo, hecho incontestable a la hora de valorar su aceptación por los lectores infantiles y su permanencia en el tiempo, valor ya resaltado antes como requisito indispensable para considerarle como un clásico actual en la ilustración de los libros infantiles.

En una primera época, cerrada en los primeros años ochenta, su obra estuvo marcada por notables aportaciones a la evolución del álbum de imágenes con proyectos como «La primera biblioteca» o «Los Derechos del Niño» -El niño que tenía dos ojos y La niña invisible (1978)-, que publicados por Ediciones Altea han tenido numerosísimas versiones reseñadas en la bibliografía del autor. Junto a ellas, las obras que le proporcionaron los premios españoles más prestigiosos, como son el Premio Nacional de Ilustración Infantil 1978 (Don Blanquisucio) y el Premio Lazarillo 1979 (Cuando sea mayor seré marinero), y alguna otra como El hombrecito vestido de gris (1978), han quedado ya marcadas como hitos en la evolución de la ilustración española.

Ya en los primeros años ochenta, Ulises Wensell inició unas colaboraciones constantes con editoriales alemanas (Ravensburger, Spatzen brauchen keinen Schirm, ganadora de The Owl Prize 1985, o la serie protagonizada por Valentín), francesas (Bayard Press, «Les Belles Histoires de Pomme d'Api»; Gautier-Languereau, Centurion), que ha mantenido durante los últimos veinte años, sin perder presencia en las ediciones publicadas en España con trabajos originales para textos de diversos autores. Otra prueba de esa difusión de su obra es su presencia constante en la Bologna Children's Book Fair y la invitación que recibió en 1988 para figurar en la exposición que, seleccionada por una comisión internacional, reunía la obra de veinticinco ilustradores como conmemoración de los veinticinco años de esta muestra.

De tal forma, Ulises Wensell es un ilustrador que ha sabido transcender los límites de una difusión local o nacional como mejor prueba de la universalidad e intemporalidad de su arte como ilustrador.

Jaime García Padrino
Universidad Complutense de Madrid

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