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ArribaAbajoArsenio Lope Huerta. Los Cervantes de Alcalá

Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1998. 189 pp. ISBN: 84-88333-23-4


Daniel Eisenberg



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La familia de los Cervantes es, por la rebusca de datos que iluminan la vida de Miguel, la mejor documentada de la España del siglo XVI. Pocas figuras hay de siglos anteriores cuya intimidad conozcamos mejor: la familia real y la de algunos «grandes», como los duques del Infantado, de quienes tenemos noticia de generación en generación. Cuando salimos de este ámbito privilegiado y limitado, hay sólo figuras sueltas aquí y allá cuya vida ha podido conocerse con algún detalle: el Conde de Villamediana, Francisco de los Cobos, religiosos como el cardenal Cisneros o Santa Teresa. Pero informarnos de una familia entera, a través de tres o cuatro generaciones, a lo largo de casi un siglo, la que podemos estudiar fácilmente es la cervantina. Es una familia que se mueve por varios escenarios, desde Valladolid a Cabra, desde Cuenca a Sevilla, y también desde el mundo de los altos funcionarios -alcalde de Córdoba- hasta la clase media baja, el triste mundo del «cirujano» Rodrigo de Cervantes.

Si bien se ha estudiado algo a sus hermanas, faltaba un estudio de conjunto de la familia de Miguel. También, aunque su abuelo paterno y su hija han merecido atención reciente, de Krzysztof Sliwa y un servidor, no es así en los casos de su padre Rodrigo y de su hermano homónimo, compañero del cautiverio argelino. Lope Huerta, antiguo alcalde de Alcalá de Henares, nos ofrece en este modesto pero sensato libro una presentación de la Alcalá donde nació Miguel, y sendos capítulos dedicados a su padre y a sus hermanos que sobrevivieron la infancia: Andrea, Luisa y Rodrigo. Un total de cinco parientes, todos nacidos allí. Algunos de ellos, naturalmente, pasaron mucho más tiempo en la ciudad universitaria que el joven Miguel.

El libro no presenta ningún dato del todo desconocido; se basa completamente en fuentes publicadas y se describe no como «un trabajo de investigación, sino de recopilación y, en muchos casos, aun de interpretación»   —166→   (10). Sobre todo se emplea a Astrana, combinado con los historiadores alcalaínos y un conocimiento a fondo del ambiente local. No pretende darnos conclusiones ni datos nuevos, pero sí una presentación de la familia de Miguel y de las circunstancias de su vida familiar. Dos ejemplos: En tiempos de su abuelo, el licenciado Juan de Cervantes, «los Cervantes llevaron un tren de vida que los igualaba con el de las más ricas y nobles familias alcalaínas. Amigos de justas, fiestas y carreras, hicieron que Rodrigo [el padre de Miguel] se acostumbrara pronto a ellas y que la ruina, la separación y la decadencia, le mordieran su espíritu amargándole prácticamente el resto de su vida. Pero lo cierto es que su padre [Juan] les abandonó» (p. 54). El padre Rodrigo era el más desdichado de sus hermanos. Sin embargo, «la vida de Rodrigo es, como la de casi toda su familia, un ir y venir por un sinfín de ciudades y lugares de aquella España. Parecería que la vida nómada y la itinerancia, ya creemos haberlo señalado, son dos características comunes a todos los Cervantes con muy escasas excepciones» (55, énfasis mía). De allí, el andariego Miguel, sin hogar fijo aparte del de Catalina, no parece sino continuar la práctica de su padre y abuelo.