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Sobre el proyecto de un claustro en el ala derecha no se volvió hablar; pero sí sobre el Sagrario, aún cuando «no alcanza casi la renta de la fábrica». A pesar de que el 26 de julio de 1630 se trató de hacer la Capilla Mayor del Sagrario consagrada a Jesús Sacramentado para el viático y entierro de difuntos, como lo tienen las otras catedrales y aun se ordenó edificar y sacar piedra para los cimientos, no se llegó a concretar y tuvo que pasar 50 años para verla convertida en realidad.

Tratóse que conviene hacer el Sagrario de esta Sta. Iglesia para el viático y entierro de difuntos en el cuarto a donde viven los sacristanes y que se comience a edificar y sacar piedra para los cimientos por lo que importa a la authoridad de la mesma iglesia y a reverenda del culto y oficio divino y se haga el gasto de cuenta de la fábrica, dicen las Actas Capitulares y en la sesión del miércoles 26 de julio de 1630.

Con la falta de dinero que tenía la Iglesia, muchos proyectos no pasaban de tales, otros tardaban en ponerse en ejecución mucho tiempo. Así pasó con el monumento para componer los Jueves Santos, que votado el 7 de mayo de 1631, ordenado el pago de su costo de la renta de la fábrica, no se realizó sino cuando, más de tres años después. Al Deán se le antojó vender unos cuadros de la Pasión y el Cabildo se los quiso comprar, previa tasación del hermano Hernando de la Cruz. Aún en ese tiempo se hablaba todavía del monumento que se ha de hacer. Todo esto da idea de la pobreza por la que pasaba la Catedral de Quito68.

Y es así como Diego Rodríguez Docampo, clérigo presbítero, secretario del Deán y Cabildo Metropolitano pudo ya decir, en 1650, al señor obispo Ugarte y Saravia, lo siguiente, en su Descripción y relación del estado eclesiástico del Obispado de San Francisco de Quito:

La iglesia Catedral es capaz y adornada, la iglesia material es capaz, de las buenas que hay en todo el Reino, de tres naves y la capilla mayor de bóveda; el cuerpo de toda ella, labrado, el techo con artesones de madera de cedro, con su arquería, el Coro con sillería de madera y pinturas al óleo de todos los Profetas; dos tribunas donde están dos órganos y la Silla Episcopal de piedra y madera bien labrada [...]. La Sacristía es del mismo edificio aunque ya   —94→   es corta y pide su extensión para el mejor servicio del Culto divino, el cual se hace con la reverencia y continuación debida a tan gran ministerio, a imitación de la iglesia de Sevilla bajo cuya erección se fundó esta de Quito [...]. Y para los continuos gastos de ministros, cera, vino, ornamentos y reparos, no alcanza casi la renta de la fábrica, por lo cual no se ha podido hacer el Sagrario del cargo de los Curas, como le tienen en todas las Catedrales, ni menos el trascoro, que tanto necesita, por ser corta la iglesia para tanta gente como hay en la ciudad; y así mismo la sacristía, cual se requiere lo uno y lo otro para tan principal Iglesia. Tiene torre, campanas y el reloj se puso a lo de la Compañía de Jesús.

La Santa Sede Apostólica ha concedido a esta Iglesia los jubileos siguientes:

Al altar del Santo Crucifijo, que lo es de ánimas, jubileo perpetuo por la Santidad de Clemente VIII. Es muy adornado el altar con retablo grande dorado y después del Santo Crucifijo de bulto está la imagen de Nuestra Señora de la Antigua.

Otro jubileo de cuarenta horas, teniendo descubierto el Santísimo Sacramento, el día del Bienaventurado San Jerónimo y otros dos subsecuentes, por ser patrono de esta ciudad en temblores grandes que en ella hubo el año de 1587.

Otro jubileo que antiguamente se concedió a la capilla de Santa Lucía para sus días y primeras vísperas.

Otro jubileo a la capilla de Nuestra Señora de Copacabana para el día de la Espectación, que es cuando se celebra su fiesta concedido por la Santidad de Urbano VIII, la cual fiesta se hace comenzando el novenario de las misas de aguinaldo hasta la víspera de Navidad [...]. La Capilla donde está colocada tan Santa imagen está muy adornada con retablo de láminas romanas de Santos e imágenes de bulto, colgaduras, ornamentos, y la demás decencia conveniente a tan admirable reliquia, y por no estar hecho el Sagrario del Santísimo Sacramento viático, está en la misma capilla y altar, con mucha decencia, aunque cortamente para el ministerio de los curas.

Otro jubileo perpetuo para el día de la Concepción de Ntra. Señora y sus festividades de la Natividad, Purificación y Asunción, antigua Gracia Apostólica. El altar del patrono San Jerónimo le tiene dotado el Cabildo y Regimiento de esta ciudad, el cual colocó la imagen del Santo de bulto, cuerpo grande, en tabernáculo dorado, con imágenes romanas en tabla rica y devota...

Con bulas de la Santa Sede Apostólica hace años que se trajeron a esta Iglesia Cathedral 268 reliquias de Santos y de ellas son magnas las de San Mauro, San Zenon, Sta. Ursula [...] están en relicarios y las demás pequeñas en baúl adornado con clabazón y cerradura dorada, en el altar mayor, a donde está una lámpara grande de plata, y en la capilla de Copacabana tres medianas y una rica de cristal69.



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El año de 1654 fue nombrado XI obispo de Quito, don Alonso de la Peña Montenegro que gobernó 33 años la diócesis; pues murió el 12 de mayo de 1687 a los 91 años de edad. Durante su gobierno hizo la capilla de San Ildefonso y dotó su fiesta en 800 pesos. Se dirigió al Cabildo y les ofreció tres mil pesos de a ocho reales por la propiedad de la capilla y el derecho de patronato sobre ella, con ciertas calidades que hicieron que se acuerde previamente, para mejor proceder en lo propuesto por el Obispo, conocer ante todas las cosas el precio y valor que tenía a la fecha de la propuesta dicha Capilla, para lo cual nombraron de peritos: a fray Antonio Rodríguez, religioso lego de la Orden de San Francisco, conocido arquitecto que estaba dirigiendo el Santuario de Guápulo, y al capitán don Pedro León Maldonado que cuidaba de la fábrica del mismo santuario70 para que vean y tasen el verdadero precio y valor de dicha capilla y diputaron a los señores doctor don Antonio Bernardo de Aldana, arcediano y canónigo don Luis Matheus y Sanz para que asistan a dicha tasación y la traigan a conocimiento de los señores del Cabildo71.

El señor De la Peña y Montenegro dejó en la Catedral dos retablos grandes, más un retablo de Nuestra Señora de la Concepción de medio cuerpo, una imagen grande de la Virgen con el Niño, una imagen de la Concepción que está encima del Sagrario, una cruz de madera dorada con un santo Cristo que sirve en los Viernes Santo, un Cristo de bulto grande que está en el altar del Calvario, una imagen de madera de San Pedro, una imagen de bulto de Nuestra Señora de Egipto, y un lienzo pequeño de un santo Cristo72.

El ilustrísimo señor De la Peña y Montenegro contribuyó con sumas considerables para la reedificación de la Iglesia Catedral, ensanchándole y hermoseándole, lo que había sido el sueño dorado de sus antecesores, hasta consagrarlo solemnemente el 17 de octubre de 1667; hizo la Sala Capitular y la Sacristía; puso en ella los ambones y como le gustaba la pompa religiosa, erigió en el coro de la Catedral cuatro canonjías de oficio y dos medias raciones y con capitales propio puestos a censo fundó cuatro capellanías de coro para que el culto religioso fuera desempeñado con pompa y solemnidad, le dio ornamentos y el 7 de abril de 1658 hizo fundir una campana de 22 quintales. La fundió Juan Rodríguez Calero, siendo mayordomo de la fábrica de la iglesia Pedro Molina. También se fundió otra que servía de segunda73.

Durante la sede vacante por la muerte del ilustrísimo Ugarte y Saravia, dos años antes de la venida del señor Peña y Montenegro, el Deán propuso de que necesitando la capilla de Copacabana en la Catedral de edificio y aderezo, él daría la mitad y la otra mitad   —96→   la fábrica. Aceptaron los capitulares la oferta, nombráronle superintendente de la Capilla y que lo que iba a dar como limosna lo emplee en hacer una bóveda para enterrar los restos del señor deán, don Miguel Sánchez Solmirón74.

Los obispos no tenían una casa de habitación cómoda y decente. De las casas parroquiales viejas andaban a las que estaban al frente de la Iglesia Catedral junto al guayco, y de allí se pasaban a las casas y solares que hoy son la capilla del Sagrario hasta que el señor Ugarte y Saravia compró las casas que fueron de Rodrigo Núñez de Bonilla; pero ya para recibir al obispo De la Peña y Montenegro adquirió en trueque las de la testamentaría del señor Ugarte; pues el 8 de agosto de 1653 el hermano Bernardo Alonso procurador de la Compañía de Jesús se dirigió al Cabildo eclesiástico en demanda de compra o permuta de las casas episcopales adscritas a la fábrica de la iglesia. Alegaba el religioso la gran utilidad que le prestaban aquellas casas, mientras a la Catedral le costaba mucho dinero el sostenimiento de lo que no servía para residencia de obispos. Por lo cual hacía una proposición: o el trueque con las casas de la doble testamentaría del señor Ugarte y Saravia que fueron de Rodrigo Núñez de Bonilla o la venta. El Cabildo se decidió por lo primero para lo cual dio comisión al chantre don Cristóbal Bernardo de Quiroz y al canónigo don Cristóbal Mateo Zambrano75.

Desde 1619 hasta 1653 anduvo tras de estas casas el Colegio Seminario de San Luis. Estas casas eran de Luis Cabrera quien vendió al obispo Santillán para dar facilidades de extender la Capilla Mayor a las que el señor Obispo ocupaba. Las vendió en 20.000 pesos los 10.000 a censo, los 1.200 que debía a la Catedral, 1.200 a las monjas de Concepción y lo restante en tejos de oro. Pero resulta que Luis de Cabrera tenía vendidas las casas a la Compañía; mas los esfuerzos de la Catedral frustraron la venta a favor de la Compañía, por lo que ésta puso pleito a Cabrera. El pleito se suspendió. Años después el hermano Alonso propuso el trueque con las casas de Rodrigo Núñez de Bonilla, que las había adquirido de los albaceas del señor Ugarte y fue aceptado, como se acaba de ver por escritura celebrada el 14 de agosto de 1653 ante Gaspar Rodríguez, a excepción de una parte de ella vendida al licenciado don Cristóbal Bernardo de Quiroz, chantre de la Catedral, con las condiciones de no edificar en ella iglesia, capilla ni oratorio, ni levantar torre, ni las paredes a mayor altura, ni poner aulas para estudio.

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Con esta adquisición, con la de la casa de doña Ana de Vargas mujer del doctor Pineda de Zurita, en la cuadra frontera a la Catedral, de las casas que el deán Galavís vendió a Alonso de Moreta y Gabriel de Granobles en la misma cuadra frontera de la Catedral y que ellos declararon que la compra era para el Colegio de San Luis, con el trueque de las casas del Colegio de San Gerónimo con las del Seminario, las casas que Elvira Rodríguez vendió al Colegio de San Gerónimo y las que vendió Francisco Suárez de Figueroa al mismo colegio para ensanchar la iglesia y edificarla, en 25 de enero de 1605, quedó redondeada la propiedad de los jesuitas76.

Así vino el señor De la Peña y Montenegro a vivir en donde vivió y murió el obispo, su antecesor, Ugarte Saravia.

Como le había dado mucha ocupación al arquitecto el 18 de agosto de 1668 los señores del Cabildo eclesiástico acordaron «que en atención a que el Sr. Bachiller Jacinto Román asiste a la obra de esta Sta. Iglesia por el mucho trabajo que tiene, que se le añada y dé sobre el salario que tiene por dicha razón durante la dha obra cien pesos más de salario y que de presente por vía de remuneración y ayuda de cuenta se le den cien pesos de la fábrica y para ello se le de cuenta a Su Sría. Ilma. para que provea lo que fuere de su agrado»77.

El señor De la Peña y Montenegro puso esmero en que los objetos del culto sean del mejor modo trabajados, y así se ordenó hacer una lámpara de 80 marcos de plata, que desde el año anterior pensaban los canónigos encargar. Y para que la iglesia se conserve bien, el Cabildo nombró asistente mayor y general de la obra de la iglesia al doctor Diego de Valencia León, para que asista al reparo de ella sin que sea necesario dar parte a ninguno de los señores de esta santa iglesia78. Lo que no quitaba el que se vea por las casas que pertenecían a la iglesia, casas situadas en la calle de Villacís y que hasta ahora las conserva con el nombre de Casillas. Al mayordomo se le daba la orden que repare las casas que amenazaban ruina y que pase en cuenta79.

En 29 de octubre de 1680 se ordenó la hechura de una lámpara, tratada en 19 de febrero de 1679, hasta la cantidad de 80 marcos de plata, de la que entonces se desistió y no tuvo efecto. Se comisionó al señor Baltasar Rodríguez que cogió los 28 marcos que tenía el colector anterior Pedro de León y los demás que faltan hasta completar los 80 los tomó de la fábrica.

En 15 de mayo de 1682 se nombró asistente mayor y general de la obra de esta santa Iglesia Catedral al señor doctor don Diego de Valencia León, para que asista al reparo della sin que sea necesario dar parte a ninguno de los señores de esta santa iglesia.

En 5 de julio de 1686 determinose que el mayordomo repare las casas que están conjuntas a esta santa iglesia en la calle de Villacís   —98→   y gaste lo necesario por estar en riesgo de arruinarse y se le pasará en gastos.

El ilustrísimo señor don Sancho de Andrade y Figueroa construyó el Palacio Arzobispal, puso la primera piedra para el Sagrario y donó para su fábrica 20.000 pesos, realizando así un deseo que largo tiempo habían acariciado los canónigos. Este señor Obispo vino como obispo auxiliar con derecho a sucesión del señor De la Peña y Montenegro y puso en su iglesia tres retablos y uno consagrado a Santo Toribio de Mogrovejo, otro a San Liborio y otro a la Virgen de la Nube, en gracia a que el milagro fue hecho en su tiempo y en los momentos en que presidía una procesión. Esos retablos han desaparecido, como otros más, con imágenes y todo, como hemos de ver más adelante. El de Santo Toribio llevaba una imagen del santo con su velo de raso viejo, y cinco lienzos de distintos santos y dos velos de holandilla azul que cubren todo el retablo; el de San Liborio con la imagen en lienzo, todo él dorado con sus cortinas de dandilla, y el de la Virgen de la Nube que llevaba en pintura la imagen de la Virgen. Este retablo era pequeño. Ya para el año de 1875 este retablo había desaparecido.

Como la Catedral estaba construida muy frágilmente, a lo menos en el cuerpo de la iglesia, se vivía reparando, porque las goteras y la humedad venían causando graves y frecuentes daños que por no ser reparados a tiempo, venían a ser mucho mayores. Así lo manifiesta el reclamo que el Cabildo hizo de 400 piezas de madera que el maese de campo don Mathías de la Escalera estaba obligado a poner en la obra, de las que sólo había conducido 140 no obstante estar ya mucho tiempo pagadas80. Esto era causado por el terrible terremoto de 1704 que hizo estragos en los edificios públicos de la ciudad, obligando al Cabildo eclesiástico a poner pronto remedio.

Por este tiempo se practica el inventario de los bienes de la Catedral. Es curioso ver la cantidad de altares y retablos que en él se hallan inventariados y comparados con los que hoy existen, ver la cantidad de pinturas y esculturas que ha existido antes y mirar los escasos cuadros y estatuas que han quedado. Casi no existe nada. Hemos averiguado por alguna de ellas y nos han contestado que no saben qué se haría. Aquella cantidad ingente de plata labrada que constituía el verdadero tesoro de la Catedral, ya no existe. A las antiguas lámparas y arañas que lucían ante el altar, todas de plata, se han sustituido con otras de metal, y lo más lujoso está representado por cuatro grandes candelabros que pertenecieron   —99→   a la iglesia de la Compañía y que sacaron de allí los canónigos cuando estuvieron hospedados haciendo Catedral de la iglesia; porque la metropolitana quedó inutilizada después de los terremotos del año de 175581.

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Según los inventarios del año 1708 eran 23 altares que había repartidos en el ámbito de la iglesia. El altar mayor, la capilla de San Ildefonso, el altar con su retablo de la Virgen de Dolores, el de la Sábana Santa, el altar del Ecce Homo, el altar y retablo de Santa Rosa, el altar y retablo de la Virgen de Dolores, el altar de Nuestra Señora de la Antigua, el altar y retablo de Santa Catalina, el altar y retablo de Nuestra Señora de la Nube, el altar y retablo de San Francisco de Paula, el altar y retablo de San Antonio Abad, el altar pequeño con su retablo de San Andrés, el altar de San José, el altar y retablo de Nuestra Señora de Egipto, el altar y retablo de Santo Toribio, el altar de Nuestra Señora de Chiquinquirá, el altar de Santa Rosa, el altar y retablo de San Miguel, el altar de San Dionisio, la Capilla y retablo de San Pedro, el altar pequeño de Santa Lucía, la Capilla y retablo de Santa Ana, el altar y retablo de San Liborio.

Todos estos altares tenían sus estatuas y las capillas, sus lienzos, como puede verse en la copia del inventario que reproducimos en la nota. De estas imágenes si hay una docena no hay una más y de los lienzos, si hay tres no hay cuatro: todos se han perdido, sin que haya quedado rastro. Del único que hay recuerdo es de la Adoración de los Pastores que está en el Museo Británico y eso porque está en un museo. Fue adquirido hace 50 ó 60 años por mister Ludovico Soderstrom, sueco de origen al servicio de Su Majestad Británica, que lo tenía como cónsul en Quito. Gran amigo   —101→   de Quito, murió aquí de viejo, en manos de los jesuitas, aunque era protestante; fue también amigo de los artistas, y de don Joaquín Pinto, especialmente, de quien era el cliente y el comprador seguro de todas las acuarelas que sobre costumbres del país hacía el artista. Con un ligero fondo las hacía para el señor Soderstrom y sin fondo para el señor Francisco Cousín, otro fervoroso del arte de don Joaquín. Pues este señor hizo el negocio a los canónigos del cuadro de la Adoración de los Pastores y lo regaló al Museo Británico. Poseemos nosotros una postal atrás de la cual está escrito que el lienzo fue encontrado en Quito y fue materia de discusión larga entre los entendidos la adjudicación a Velázquez o Zurbarán, quedando como más probable que sea de este último.

El último cuadro de este inventario, es una Inmaculada de Miguel de Santiago que fue llevada a la casa episcopal, de donde no regresó. Está en la grada del palacio.

El 10 de enero de 1720 se añadieron dos altares: el uno colocado a espaldas del altar mayor formado por los fragmentos del altar mayor viejo, y el otro de San Isidro formado así mismo con los fragmentos de algunos retablos viejos.

En 1726 se hace otro inventario que lo copiamos al pie, en la nota, que apenas se diferencia del inventario anterior82.

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En este inventario hay constancia de las donaciones del señor doctor don Antonio Munive quien costeó el Tabernáculo de Santa Rosa, del ilustrísimo señor obispo doctor don Luis Francisco Romero que dio los niños Justo y Pastor y estableció la devoción de esos mártires en la Catedral. Son los únicos santos que se han conservado, pero ya arrumbados. Yo los hice colocar siquiera en un sitio a un lado y al otro del altar de San Pedro. Son estatuas traídas de Roma.

En ese inventario se han consignado los mil objetos de plata labrada que tenía la Catedral, la mayor parte de los cuales se ha   —[Lámina XXI]→     —103→   esfumado. En él se consignan 20 crucifijos de todo tamaño de plata, 3 crucifijos de marfil, 1 trono de plata con el peso de 240 marcos, frontales, candeleros, blandones, visos, atriles, jarras, fuentes, aguamaniles, báculos, palanganas, salvillas, relicarios, braseros, acetres, masas, cálices de oro, vinajeras, vasos, hostiarios, portapaces, paletillas, incensarios, novetos, cruces, crismeras, despabiladoras, varas, sitiales, todo esto en cantidad suficiente para suplir a las necesidades de la iglesia.

Caspicara. La Fe

Caspicara. La Fe

Autor desconocido. San Pedro

Autor desconocido. San Pedro

[Lámina XXI]

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