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En efecto el dos de mayo de 1559 Lorenzo de Cepeda, tesorero de la Real Hacienda, dio al mayordomo de la Catedral 381 pesos y 1 tomín de oro corriente de 19 quilates y 3 granos por los no venos de los diezmos de que el Rey le hizo merced. Esto era por el año de 1559. Por el año 1560 fueron 400 pesos. Por el de 1561 fueron   —82→   388 pesos y 7 tomines. Por el de 1562, 377 pesos 6 tomines y 3 gramos. Igual cantidad por el de 1563.

Por otro lado el mismo Lorenzo de Cepeda recibía esta orden de pago:

Señor Lorenzo de Cepeda, Tesorero de la Real Hacienda desta ciudad de Quito: de los pesos de oro que son o fueron a nuestro cargo de la dicha Real Hacienda, dad e pagad para la obra de la Santa Iglesia desta ciudad dos mil e setecientos e setenta e siete pesos e seis tomines de oro corriente en esta ciudad de diez e nueve quilates e tres granos cada un peso que cupo e le fue repartido a la dicha Real Hacienda, en el segundo repartimiento que se ha fecho para la dicha obra, conforme a la provisión de Su Majestad los cuales tened en vuestro poder para los gastos e distribuir conforme a la dicha provisión; e de cómo tomardes los dichos dos mil e setecientos e setenta e siete pesos e seis tomines del dicho oro, asentad la razón a las espaldas deste libramiento, firmado de vuestro nombre, con lo cual e con la dicha provisión e demás recabdos sobre ello fechos, os serán recibidos en cuenta. Fecho a once de Junio de mil e quinientos e sesenta años.

Diego Méndez



Sin embargo, grandes eran la miseria y la escasez de la Iglesia. El señor Díaz Arias vivía con mucha pobreza, porque entonces la vasta diócesis no tenía rentas, por lo cual se vio en la necesidad de recurrir al Rey pidiéndole lo que ya otros le habían pedido para sus diócesis: los dos novenos de los diezmos que le pertenecían. Y el Rey accedió a ello. Pero esto no era para la fábrica sino para los gastos de «las cosas necesarias»47.

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Aunque la traza de la iglesia no era gran cosa y pecaba de humilde, en cuanto regresó de Lima el canónigo Alonso López Hidalgo con la aprobación de la Real Audiencia se aprestaron a ejecutarla. Lo primero era buscar el terreno. Parece que la Catedral no se construyó sobre las ruinas del viejo templo parroquial, sino en sitio separado. No valía la pena el derrumbar las tapias y la cubierta de paja para hacer la Catedral, tal cual fue planeada en la traza que llevó a presentar a la Audiencia de Lima el canónigo Alonso López; ésa se la dejó hasta que la nueva pueda prestar sus servicios, no si no ahí están las innumerables concesiones de sepulturas que hechas en la iglesia antigua se renovaron en tiempos del obispo Peña con las mismas condiciones en la nueva, que agora se está haciendo48. El mismo bachiller don Garci Díaz Arias que murió el 1.º de noviembre de 1562 «se enterró en la iglesia antigua, junto al altar mayor al lado del Evangelio, y después se trasladó   —84→   su cuerpo en esta que ahora tenemos en el mismo lugar donde estaba en la primera iglesia», según dice Sánchez Solmirón49.

Más tarde, cuando se trató de depositar el cadáver embalsamado del tercer obispo de Quito, ilustrísimo señor don fray Antonio Solier de San Miguel no encontraron lugar más aparente que depositarlo junto a las cenizas del señor Garci Díaz Arias «en la sepultura de la antigua Iglesia Catedral»50. Así, pues, la iglesia antigua estuvo en servicio largos años después, pues el obispo Solier de San Miguel murió en Riobamba el 7 de noviembre de 1590.

La construcción de la nueva Iglesia Catedral no pudo principiar antes del 1562. Lo dice el propio Rodríguez de Aguayo: «Esta iglesia se edificó desde los cimientos en la sede vacante»51 y se acabó «en poco más de tres años». En ese mismo tiempo moría el Obispo después de haber gobernado esta iglesia por más de doce años; pero dejaba apenas empezada la Catedral y aunque la graciosa concesión del Rey de los dos novenos de los diezmos a él pertenecientes había terminado, por haber expirado el plazo de seis años para el cual se le había concedido, tocole al Arcediano el pedir nuevamente al Rey esa merced. Fue comisionado Bartolomé Muñoz, clérigo, a que expusiera la situación al Virrey Conde de Nieva; pero al mismo tiempo llevó el encargo de comunicar al Virrey que la obra de la edificación de la iglesia se había paralizado por la muerte del ilustrísimo señor Garci Díaz Arias, toda vez que los pagos debían de hacerse de acuerdo con el parecer del obispo y el gobernador de Quito, y el Obispo había fallecido. El Virrey se hizo cargo de la situación y prorrogó por seis años más la concesión de los dos novenos, y en cuanto al otro punto lo solucionó dando poder al Arcediano para reemplazar al Obispo en lo que a los pagos para la fábrica se refiere52. Así pudo coronar el Arcediano su gloria de haber levantado la iglesia desde sus cimientos.

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Dediquemos un momento unas pocas líneas a don Pedro Rodríguez de Aguayo fervoroso edificador de la Catedral de Quito y que venido en 1550, pasó veinte años residiendo en este obispado, donde, desde el día de su llegada, obtuvo mil consideraciones del primer obispo Garci Díaz Arias, quien le nombró su provisor y vicario, el 1.º de abril de 1551, y visitador el 25 de agosto de 1552. Hombre rumboso y magnífico, no era un gran talento, pero sí vivo y ambicioso. Fue el primer vecino de Quito que edificó una casa de su morada muy elegante y llena de ostentación. Supo más tarde unir su nombre a la edificación de la Catedral quiteña. «La iglesia mayor es de cantería, grande, buena torre, la capilla mayor de bóveda, buen maderamiento de cedro y artesones a partes y a partes otra labor más llana. Esta iglesia se edificó desde los cimientos en   —86→   la sede vacante con industria del administrador que a la razón era, yendo él y los demás clérigos y a su imitación todo el pueblo e indios a las canteras y hornos de ladrillo e lugares donde estaba la arena trayendo los dichos materiales en sus hombros, mulas y caballos de rua; y así, en poco más de tres años se hizo el más suntuoso templo que hay en el Perú. Ayudó S. M. para este edificio con diez mill pesos y los vecinos estantes y habitantes con otros diez mill y los indios otros diez mill, que para lo que cuestan los officiales y cosas de hierro en aquel reino, era poco dinero, si no fuera por la dicha industria del dicho administrador. Tiene la dicha iglesia servicio de plata en cantidad, que asimismo lo tiene por industria de dicho administrador».

Esta es la primera noticia que se da de la edificación de la iglesia a petición del Consejo de Indias en el año de 1570 de parte interesada, pues que la fábrica de la Catedral, así como la de muchas iglesias de indios que dispuso, le bastaron para que los vecinos de Quito elevaran una solicitud al Consejo de Indias en los años de 1562 y 1563 para que fuese elegido Aguayo obispo de Quito. Administró la diócesis por elección del Cabildo eclesiástico confirmada por Su Majestad y los señores de Su Real Consejo y en atención al trabajo que tiene le señalaron de salario mil pesos anuales que aceptó el Arcediano53. Salario que lo percibió desde el 4 de mayo de 1562 hasta el 15 de mayo de 1565 en que fray Pedro de la Peña le declaró absuelto y libre por sentencia de 15 de enero de aquel año. Honrado, limpio y no pobre y conservando su dignidad eclesiástica se restituyó a su patria, adonde llegó el 16 de agosto de 1570, muriendo en su casa de Alcázar de Consuegra el 19 de febrero de 1595.

Quiso a su Catedral con verdadero amor, la dotó de campanas, ornamentos, cruces y cálices y especialmente de una custodia de plata que pesó 3.000 castellanos y un espejo grande que compró en 1564 para adornarla.

Entre los papeles que Rodríguez de Aguayo dejó de los cargos y descargos de las cuentas de su administración al señor obispo Peña el 18 de setiembre de 1566 se cita el nombre del albañil Alonso de Aguilar como del constructor de los arcos de la iglesia54.

Sólo que no es cierto que la Catedral se haya concluido en tres años como dice el Arcediano; porque si la iglesia apenas fue principiada por él cuando murió el Obispo Garci Díaz Arias, el sucesor el obispo Peña emprendió la construcción de ella con vivo empeño hasta verla casi terminada. Decimos casi porque el 3 de agosto de 1565 se nombró al canónigo Gómez de Tapia diputado para que, en representación del Cabildo, se entienda en la obra de la iglesia nueva; el 6 de noviembre de 1573 se ordenó que en el sitio de la antigua iglesia se construyan edificios que produzcan renta   —[Lámina XX]→     —87→   para ayudar a la fábrica de la iglesia y en 14 de diciembre de 1576 se discutía en el Cabildo acerca de la necesidad de enviar un comisionado a España para tratar de las cosas pertenecientes a la Catedral y especialmente: 1.º) que se acabe de hacer la iglesia, y 2.º) que se la haga merced de la cava y que Su Majestad dé con qué se cierre y haga el claustro.

Caspicara. San Juan Bautista

Caspicara. San Juan Bautista

[Lámina XX]

En la escritura de asiento para sepultura concedida a Juan de Londoño y a doña Juana Calderón, su mujer, se hace por primera vez mención de la iglesia nueva «que agora se ha fecho». La orden se dictó en la sesión del Cabildo de 10 de setiembre de 1579. Luego la fecha precisa debemos fijarla en este año y a lo más en 1578 ya que en diciembre de 1576 se trataba todavía de mandar un comisionado al Rey pidiéndole que se acabe de hacer la iglesia. Ya en 6 de julio de 1581 se concedió una capellanía a Diego Suárez de Figueroa que era la capilla del Santo Crucifijo hasta la capilla del señor Francisco Ruiz con la obligación de poner en la capilla un retablo de Nuestra Señora la Antigua y de San Pedro y San Pablo y encima el Santo Crucifijo y allí se han de enterrar Gaspar Diego, Francisco y Luis Suárez de Figueroa. Lo que indica que estaba concluida la fábrica de la iglesia y sólo faltaba decorados como los retablos: para éstos y los adornos se creó un impuesto por abrir y cerrar las sepulturas que, en estos casos, era limosna para la fábrica de la iglesia55.

Concluida la iglesia quedaron los solares de la antigua pegados a la Capilla Mayor sin edificio alguno, por lo cual Diego Lobato, el clérigo mayordomo que fue de esta Catedral, viendo la suma pobreza de ella dirigió una comunicación al Cabildo eclesiástico haciéndole ver la pobreza de la iglesia y teniendo como tenía unos solares en la plaza, sin edificar, los tenía ociosos y botados cuando, edificados, podían darle más de ochocientos pesos de plata marcada. Pedía autorización para edificar sobre ellos y consentimiento en que de los pesos de que Su Majestad hizo merced a la dicha iglesia, y que se hallan depositados en poder de Hernando Alonso de Cantos, se gasten los que fueren necesarios para dicho edificio y obra, a lo cual se allanó el Cabildo, no sin el cuidado de poner el negocio en conocimiento del Presidente y oidores.

Con esto y alguna generosa concesión de sepultura como la hecha el 13 de abril de 1583 a Julián de la Plaza de la capilla de Santa Ana quien dio nada menos que 1.400 pesos de plata marcada para la obra de la iglesia, ya se pudo seguir pensando en arreglarlo. El señor Peña murió el 7 de marzo de 1583 en Lima, casi octogenario. Tomó posesión del obispado el 27 de abril de 1566. Fundó las primeras parroquias de San Blas y San Sebastián, en 1571. Cuando el señor Peña vino a Quito, la Catedral no estaba terminada: el presbiterio no tenía retablo y sus paredes estaban adornadas con un cuadro llamado de la Sagrada Cepa, porque representaba la genealogía evangélica de Jesucristo por medio de los reyes de Judá descendientes de David, cuya sucesión estaba figurada en los pámpanos   —88→   de una vid que nacía del cuerpo del Santo Rey y finalizaba con María Santísima56. El obispo Peña puso la primera estatua de madera y fue la de la Virgen María y la proveyó de paramentos sagrados. El año de 1578 trajo de Sevilla Diego Suárez de Figueroa, Nuestra Señora de la Antigua y junto con un Santo Crucifijo que en tiempos del obispo Peña trajo de Roma el padre Luján, las colocó en la capilla que se le dio el 6 de julio de 1571. Sin embargo en la reunión del Cabildo, el 12 de octubre de 1582 el arcediano don Bartolomé de Soto culpó al Obispo, ausente en el Sínodo de Lima, de haber defraudado en mucha cantidad de plata que el señor Obispo tomó contra su voluntad, así como que el canónigo Gómez de Tapia mayordomo que fue muchos años de la Catedral, murió sin dar cuenta de los pesos que eran a su cargo y que Diego Lobato clérigo mestizo fue mayordomo, no canónicamente, sino por ser familiar del dicho señor Obispo; por lo cual el licenciado Galavís propuso que Benito Hernández de Ortega, clérigo, fuese nombrado apoderado para que como letrado, solícito y cristiano, haga lo que pueda por la fábrica. No sabemos en qué paró el asunto porqué el Obispo murió en Lima cinco meses después de expedida la providencia susodicha57.

Sin embargo en 1583 se ordena que los papeles tocantes a la fábrica se reúnan y se junten en custodia.

Durante su obispado, el 30 del mes de junio de 1589 el Cabildo eclesiástico a petición de Francisco Sanabria, Domingo Muñoz, Pedro Ramón, Antonio Zayán, Juan y Antón Rrs. y Juan Moyano se fundó la cofradía de mulatos, cofradía de Nuestra Señora de Altagracia, se les dio como capilla la que está debajo de ella y ofrecieron que harán la dicha capilla a su costa y darán de limosna la renta de 500 pesos de plata corriente, conforme a la traza de la santa Iglesia Catedral58.

El 13 de Mayo de 1583 llegó la noticia de la muerte del señor Peña. Después de la muerte del Obispo se siguió casi diez años de sede vacante hasta la venida del señor Solís, 4.º obispo, de Quito; pues el 3.º no llegó a gobernar, porque la muerte le tomó en Riobamba. El obispo Solís tomó posesión del cargo el 18 de febrero de 1594 y entró en la capital el 15 de junio de aquel misma año.

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Casi por la misma época elevó el licenciado Salazar de Villasante su Relación General de las poblaciones españolas del Perú al Consejo de Indias, por orden del licenciado Juan de Ovando. Esta relación tiene su interés porque Salazar de Villasante vio construir la Catedral y tomó parte en ella, desgraciadamente, por cierto, según lo confiesa, pues siendo gobernador impidió que se subiera la   —89→   torre, porque si algunos se alzaban, tomando la torre con un tiro, allanaban la ciudad. «Dentro desta ciudad -dice- está la iglesia catedral; está en la plaza, es nueva y muy buena, grande, de cal y canto y ladrillo toda, con su torre para el campanario; y siendo yo allí gobernador, no la dejé subir más de lo agora está, porque señoreaba toda la ciudad a subirse más, y si algunos se alzaban, tomando la torre, con un tiro allanaban la ciudad».

Fray Reginaldo de Lizárraga en su Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile para el excelentísimo señor Conde de Lemos y Andrade, presidente del Consejo Real de Indias, nos da una descripción de la iglesia primitiva en esta forma: «El edificio de la iglesia mayor es de adobe, la cubierta de madera muy bien labrada; labróla un religioso nuestro, fraile lego, de los buenos oficiales que había en España».

Hay que tener en cuenta que fray Reginaldo de Lizárraga vino de quince años con sus padres a Quito y se paseó muchas veces por los lugares que él describe a los 50 años de su llegada al Perú. Conoció a los primeros fundadores de Quito, trató a fray Jodoco, a fray Francisco Morales y a fray Pedro Gosseal, a quien le llama pintor.

Por otra parte Toribio de Ortiguera en su Jornada del Río Marañón, escrita en 1586 dirigida a Felipe III, y como «vecino que fue de la ciudad de San Francisco de Quito» -en donde debía enterrarse para lo cual Toribio de Ortiguera y doña Catalina Navarro, su difunta mujer, dejaron una capellanía perpetua de dos misas rezadas semanales, capellanía que la estableció el 5 de febrero de 1584 en la iglesia de la Merced-, Toribio de Ortiguera, dice de la Catedral de Quito: «Hay en esta ciudad una iglesia catedral, lindo templo de cal y canto y ladrillo, de tres naves, toda la techumbre de madera de cedro, enlazada con grande artificio; una capilla mayor de bóveda y una torre de campanas muy alta y buena, de cal y canto y ladrillo, la más suntuosa y autorizada de cuantas hay en el Perú». Esta relación escribía Ortiguera en el año de 1586. Ortiguera llegó a Quito en 1571 y regresó a España en 1585. Precisamente la catedral que conoció Ortiguera era la iglesia en el estado en que la dejó el señor obispo Peña el año 1585, tres años antes de morir. Otro testimonio de la misma época, pero de 12 años antes, nos da la verdadera gestación de este templo. Es la relación anónima La ciudad de Sant Francisco de Quito hecha en España en 1573, cuyo original se halla en la Academia de la Historia de Madrid, y que, al referirse a la Catedral de Quito, dice: «La iglesia comenzó don Garci Díaz Arias, primer obispo, a hacerla de obra perpetua, porque de antes era pequeña y de tapias, cubierta de paja; después la solicitó el arcediano, porque gobernó en sede vacante y ahora la acabó el maestro don Fr. Pedro de la Peña, obispo»59.

Tres años después los oficiales de la Real Hacienda dicen e   —90→   informan que «Hay en esta ciudad obispo e iglesia cathedral y la iglesia de las más principales que hay en todas las Indias, que se ha hecho conforme a la Cédula de V. R. Persona. Habrá costado más de cuarenta mil pesos. Está librada a uso de Spaña»60.

De todo esto se deduce claramente la gestación de la construcción. La iglesia fue de adobe que sirvió de catedral hasta que se construyó la actual, que fue principiada en 1562 y terminada ésta en 1578. Verdad que, conforme dice el Arcediano, la principió él desde sus cimientos y la terminó en menos de tres años, en tiempos del obispo Peña, pero esa aseveración debe referirse a la obra bruta, sin adorno de ninguna clase, de manera que la iglesia estaba desmantelada y sin retablo ninguno, con sólo el cuadro de la Sagrada Cepa y nada más. Poco a poco, con el auxilio del Rey y el entusiasmo de los obispos y prebendados, se fue abasteciendo de ornamentos y objetos religiosos. Los sucesores del obispo Peña siguieron arreglándola, principalmente el obispo fray Luis López de Solís, con gran entusiasmo; pues fue el modelo de obispos por virtud, como por don de organización.

Fray Luis López de Solís fundó el Colegio Seminario, fundó cuatro conventos de monjas de Pasto, Riobamba, Cuenca y Loja, fundó las parroquias de San Marcos, San Roque y Santa Prisca y fundó las de Pasto y Cuenca. Dejó a la Catedral el órgano grande y la lámpara que le costaron mucha plata, una cruz rica de ébano con el Santo Lignum Crucis y un cáliz rico con vinajeras y salvilla dorada y al Cabildo campanilla, tintero y salvilla de plata (1594-1606).

Alonso de Santillán hizo el retablo mayor de la iglesia y dio el apostolado de pintura que está en el altar mayor que se lo envió un hermano de Sevilla enviando el dinero para que allá se hiciese (1617-1622)

Fray Francisco de Sotomayor hizo dorar el Coro de la Catedral y las figuras que están en la sillería (1624-1628) y un frontal de plata en 1625.

Mientras tanto, el Cabildo eclesiástico preocupado muy de cerca de los negocios de la Iglesia veía diariamente la pobreza en que se debatía y dictaba las medidas que la más elemental prudencia aconsejaba, ya encargando al secretario el cuidado y adorno de la iglesia, ya tomando cuenta de la sacristía «a su buen saber y entender»61; ya votando porque se componga la cubierta porque por el terremoto se rompió cinco o seis madres vigas del enmaderamiento de cedro de la iglesia62, ya ordenando «que por cuanto el aposento de la sacristía que al presente sirve de cabildo se está cayendo y no es lugar decente para la autoridad y no hay secreto en él con achaque de los sacristanes que entran y salen, se acordó que se pase a la sala que cae sobre el Juzgado del cabildo eclesiástico   —91→   para cuyo efecto se abría puerta»63; «ya, en fin, disponiendo que es conveniente a la autoridad de esta iglesia que en el muro de ella a donde está el balcón del altar, adonde se dice misa a los naturales de la plaza que se haga un balcón de parte a parte adonde ansimesmo quede con el dicho altar y quedará rreservado y con desencia. Y los canónigos tengan de donde ver las fiestas con la autoridad con que debe estar y tener el cabildo y no que por la falta de este modo anden derramados y mendigando lugares, atravesando la plaza y haciendo acciones indecentes corriendo y huyendo de los toros y caballos y asimismo para que mientras entran las horas del caso haya en altos y bajos adonde entretenerse sin que por esta falta de comodidad se vayan a sus casas y causen falta notable. Que el corredor quede con autoridad y sea obra importante cual se requiere por el intento para lo cual mandan a llamar al administrador de la fábrica y aviendose propuesto las obras la sala y corredor dijo que es cosa importante el hacer la una y la otra obra y como cosa tan necesaria la hará hazer con todo cuidado»64.

Sin embargo en tiempo del obispo Sotomayor octavo obispo de Quito (1623-1628) el Cabildo eclesiástico, sin duda haciéndose eco de lo que el Obispo veía y sentía, viendo la estrechez de la Iglesia Catedral en relación con la población, siempre creciente y el convento franciscano ya concluido y primoroso monumento «que en España en pueblos muy principales se tuviera por escogida obra» como escribía Ortiguera el año 1584 y que en 1628 estaba ya concluido, el Cabildo eclesiástico, decimos escribía en aquel mismo año lo siguiente:

Y la iglesia cathedral está en gran estrechura y no cabe en ella la gente y fue necesario dilatar la capilla mayor para la Real Auda. y tomado a este fin muchos asientos de gente principal que pretenden su paga y es fuerza alargar la iglesia y esta necesidad imposibilita por la mucha que tiene la iglesia y aunque su magd. se inclina a favorecer este intento pidiendo se le den arbitrios para ello no se logran a falta de solicitador que apriete con cuydado y amor causa tan forzosa.

El claustro está por hazer siendo tan necesario a la autoridad y estensión de la misma iglesia [...] además que está pobre y su fábrica necesitada y sin la merced que S. M. le suele hazer por algunos años de los 2 novenos decimales y tiene por pagar la mayor cantidad del precio de las casas que se compraron para obispales con fin de alargar la iglesia hazia las casas viejas y falta caudal par su edificio y demas ornato de ella65.



Efectivamente la iglesia era muy pequeña. Doscientos pies de largo y sesenta de ancho, como dice la Relación anónima La Cibdad de Sant Francisco de Quito del año 1573, no eran las dimensiones para una catedral de una ciudad que crecía a ojos vista; doscientos pies son las dos terceras partes de una cuadra de cien   —92→   varas, es decir sesentiseis varas y no se podía alargar sino por el testero, porque por abajo no había ya sitio; pues había llegado al límite de la calle. Pero aquello costaba dinero y la Iglesia no lo tenía, estaba pobre y endeudada, porque debía la mayor cantidad del precio que pagó por las casas del frente a la puerta de la Catedral, que adquirió para episcopales con el fin de alargar la iglesia hacia el Oriente. El año 1631 todavía encontramos al Cabildo tratando de vender las casas viejas «que antes solían ser episcopales» para llevar esos fondos a la fábrica de la iglesia. En efecto el jueves 7 de marzo de 1631, votose el que se vendan las casas sin las tiendas, por dos vidas y «sin perjuicio del edificio que se ha de hacer, de la extensión de esta iglesia». Se llevó el Deán por 160 patacones; haciendo exclusión del corral «que era de la iglesia, en caso necesario»66.

La imagen de Nuestra Señora de la Antigua que, en 1578, trajo de Sevilla Diego Suárez de Figueroa y el crucifijo que trajo de Roma el padre Luzán se colocaron tras del altar mayor en la pared de la capilla mayor, con lo cual la puerta de entrada a la Sala del Cabildo, que por orden del mismo Cabildo dada en 20 de noviembre de 1626, se abrió, quedó tapada. El arquitecto, llamado a estudiar la manera de dar entrada a la sala y demás dependencias, dijo que era imposible abrir otra puerta, sino en la pared del altar mayor, lo cual consultaron al obispo Pedro de Oviedo, el que asintió a la opinión de dicho arquitecto. Los canónigos opinaron también porque se quite el corredor que da a la plaza y que se había creado por voto del mismo Cabildo el 20 de noviembre de 1626, por ser muy indecente haberlo colocado allí y prefirieron que se «pase abajo que caiga en la sala del Cabildo hacia la plaza mayor»67.