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24. La paloma, la zorra y el águila

SAN LUIS

Había una paloma que todos los años tenía dos pichones, y una zorra le había agarrado ya la treta de comerselós. Había agarrado la treta de decirle cuando ya tenía los pichones, que si no le daba los hijitos se subía al árbol y la comía con hijos y todo. Y la paloma con toda la pena de la madre se los daba. Bué... Y por áhi con el rodar del tiempo, ya tenía los pichoncitos y 'taba llorando porque la zorra le había dicho el día antes que se los iba a comer, que iba a venir esa mañana, que se los tenía que dar. Y con este anuncio de la zorra, la paloma se puso a llorar y a hacerle las últimas caricias a los hijos. Y en eso que está así, triste, la paloma, llega a las ramas de más arriba un águila, y grita: ¡Criú!... fuerte y finísimo. Y la oye llorar a la paloma, y la mira y le dice:

-¿Qué te pasa que estás tan triste?

-¡Oh!, si usté se demora yo le cuento lo que me pasa.

-Sí, contame.

-Es que ha venido la zorra y me ha dicho que le dé los pichones y como no se los quería dar me ha dicho que si no se los doy se va a subir y me los va a comer.

-¡Y vos sos tan tonta que le has creido! Decile, cuando venga a decirte que le larguís los pichones: «Subite, no más y comeme los pichones y comeme a mí si es que podís» -y se voló l' águila.

Y ya vino la zorra y le dijo a la paloma que le tirara los hijitos y la paloma ya con coraje le dijo las mismas palabras   —101→   que li había enseñado l' águila. Y entonce la zorra le dice a la paloma:

-¡Ah!, ¡ya sé quién ti ha dado ese dato, pero me la va a pagar! Es mi comadre águila, pero ya va a ver.

Bué... Después, como a los cuatro o cinco días se juntaron la zorra y la comadre águila, y estaban conversando de la vida, de muchas cosas. L' águila 'taba arriba di un árbol y la zorra, claro, abajo. Y ya 'taban áhi y la zorra la envitó a l' águila que se bajara a conversar en el suelo, cara a cara. Y se bajó l' águila y se quedó lejito no más, no muy cerca. Y le dice la zorra a la comadre:

-¿Cómo hace usté, comadre, para salvarse cuando 'tá nevando o corriendo viento muy frío en esas alturas ande usté vive?

L' águila le dice:

-Yo hago esto: si hace frío dueblo así la cabeza y la pongo abajo 'e l' ala en esta forma -y l' águila ponía la cabeza abajo 'el ala-. Y me pongo al contrario del viento que corra.

Y aprovechó la zorra y se allegó a l' águila y le dice:

-¿Y si cambia el viento?

-Si cambia el viento me pongo de este otro lado, y pongo la cabeza en l' otra ala -y se ponía con la cabeza abajo 'el ala.

Y al dar la vuelta l' águila y poner la cabeza abajo 'el ala se aprovechó la comadre zorra y le saltó encima a l' águila y la mató y se la comió.



Juan C. Puarte, 66 años. Los Manantiales. Belgrano. San Luis, 1951. Nativo de la región. Gran narrador.

En este cuento, el motivo del ave amiga de la paloma que se escapa de la boca del zorro al hacerlo hablar, ha sido reemplazado por otro motivo, también tradicional: el del ave cazada al explicar cómo duerme con la cabeza bajo el ala, que tenemos en otro cuento. Con ello, presenta una gran semejanza con el famoso cuento de «La paloma, la golpeja y el alcavarán» del Calila y Dimna, el más antiguo de Europa.



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25. La zorra y la bandurria

SAN LUIS

Qu' era una bandurria118 que tenía dos pichones, y había una zorra qu' era su comadre. La zorra nu hallaba modo de comerse los pichones. La madre no los desemparaba nunca.

Un día, inventó la zorra de convidarla que juera la bandurria pa la casa d' ella, a almorzar con ella. Y ya llegó a la mañana y la convidó. Y que le contesta la bandurria:

-¡Que voy a ir, comadre! ¿Y mis hijitos, con quién los dejo?

-¡Pero, comadre! -que le dice la zorra-. ¡Cómo no va a ir, cómo me va a despreciar así! A sus hijitos los deja dormiditos y va.

Y al fin, tanto la rogó, que le dijo:

-Voy a ir, comadre.

Y al fin jue. Ya cuando llegó la bandurria, la zorra la recibió muy contenta, y echó sobre una piedra un poco de comida, y le dijo:

-Vaya sirviéndose, comadre, ya vuelvo, voy a invitar a otros.

Y salió muy apurada. Y a todo esto, se jue derecho y se comió los pichones y vino en un momento. Estuvieron un rato, y ya la bandurria se jue.

-Voy a ver mis hijitos -que dijo.

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Cuando llegó, no halló ningún hijito la bandurria. Pero ella pensó en seguida en la zorra.

-¡Ah, bien me parecía! -dijo- que mi comadre tenía mala intención.

Y se puso a llorar. Lloró todo el día sin consuelo.

Al otro día, va la zorra a la mañana a saludarla. Y la halló llorando y le dice:

-¡Buenos días, comadre! ¿Pórque está llorando?

Y la bandurria le dice:

-¿No le decía yo que no podía dejar mis hijitos?... Me los ha comido algún bicho.

-¡Pero, comadre! -le decía la zorra-, lo siento muchísimo, y es por causa mía.

Y que la consolaba en toda forma.

La bandurria se dejaba consolar, pero entre de ella decía:

-¡Ya vas a ver! ¡Ya me la vas a pagar!...

Un día, que le dice la bandurria a la zorra:

-Mire, comadrita, tengo una fiesta, la convido, va a haber una gran comilona.

-Bueno, comadre, ¿y ande es eso?

-Son unas bodas en el cielo.

-¡Pero comadrita! ¿Cómo voy a ir yo? Usté sabe volar, pero yo, ¿cónque voy a volar?

-¡Uh, comadrita, es lo más fácil! ¡Yo la voy a llevar apacho119! Venga, ensayemos. Suba apacho, comadre, pa que vea que vamos a ir muy bien. Venga, suba.

Y ya voló la bandurria con la zorra arriba. La bandurria que volaba suavecito, y que la zorra decía:

-¡Qué lindo, comadrita!

Y que quedó contentísima la zorra y que no hacía otra cosa que esperar que llegara el día para ir a las bodas en el cielo. Y ya llegó el día. Tempranito iban a salir. La zorra estaba apuradísima. Y vino la zorra y subió apacho, y se jueron.   —104→   La bandurria volaba suavecito, y comenzó a encumbrarse, a encumbrarse, y ya cuando iba a una altura grande, comenzó a hacer gambetas. Y la zorra comenzó a gritar:

-¡Ay, comadre! ¡Ay, comadrita, que me caigo! ¡Ay, que me caigo! ¡Por vidita suya, paresé!

En una de ésas, ya di una altura muy grande, ya la despidió no más. Y ya cuando venía en el aire, que la zorra gritaba:

-¡Pongan colchones! ¡Pongan colchones!

Y que la bandurria decía:

-¡Tomó! ¿Te gusta comer pichones? ¡Comé ahora!

Y cuando llegó abajo s' hizo tira120 del golpazo, la zorra.



Juan Lucero, 60 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1946.

Variante del robo artero de los polluelos, en la que entran motivos del convite y de la fiesta en el cielo.



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26. La palomita, la zorra y la caserita

CÓRDOBA

La palomita estaba en el árbol, en su nido, con sus pichoncitos. Y viene la zorra y le dice que le dé un pichoncito, que 'taba con mucho hambre. Y ella no quería darle sus hijitos. Entonce l'amenaza, que va a subir al árbol y le va a comer los pichoncitos y a ella. Entonce ella, como inocente que es, saca un pichoncito y se lo tira para que no los coma a todos. Y se pone a llorar. Llora y llora. Y entonce la caserita como es tan viva viene y le pregunta por qué 'tá tan triste, pórque llora. Y le dice ella que ha venido la zorra y le ha pedido un pichoncito, y que la ha amenazado que si no le da uno, sube y le come al otro y a ella también. Entonce le dice la caserita:

-Qué inocente sois vos, palomita. Si los zorros no suben a los árboles. Y va a volver porque es muy pilla. No le des ninguno. Decile que suba al árbol no más.

Y vuelve la zorra y le dice que le dé el otro pichoncito, que tiene hambre, y que si no, va a subir al árbol y la va a comer a ella.

-Subí -le dice-. Subí no más, si querís comer m'hijito.

-¡Ah! -le dice-, éstas no son vivezas tuyas. Ésta es la caserita la que te ha avisado, pero ya me la pagará.

Un día andaba la caserita muy coqueta picando barro, a la orilla di un arroyo y la zorra l'andaba espiando para cazarla. Y ella ya se pone a hablarla y a alabarla.

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-¡Qué coqueta sois121 caserita! ¡Qué piernas delgaditas tenís, parecidas a las de tu tatita!

Y entonce ella por ser educada, ya por atenderla a la zorra, se da vuelta y áhi l'agarra. Y la zorra la llevaba en la boca no más sin mascarla, y la caserita grita y grita. Y todos los pajaritos que la querian mucho a la caserita le gritaban a la zorra y le revolotiaban encima:

-¿Qué ha hecho doña Caserita que le llevan presa? ¡Largala, zorra mala! ¡Pobre caserita!

Y entonce ella piensa y le dice a la zorra:

-Deciles que ¡qué les importa!

Y la zorra que ya 'taba aturdida con tanto grito, qui abre la boca para decirles qué les importa, y áhi se vuela la caserita. Y se asentó bien arriba. Y así se salvó. Y fue más viva la caserita que la zorra.



Eloísa Martínez de Ponce, 81 años. Tulumba. Córdoba, 1952. Lugareña semiculta. Muy buena narradora.



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27. La palomita, el zorro y el alonsito

CORRIENTES

La palomita tenía tre hijito122. Y viene el zorrito y le dice a la palomita que le eche uno porque si no le echa le va comer todos lo hijito y a ella. Entonce le echó uno y se puso a llorar.

Y al pasar el alonsito le vio llorando a la palomita y le preguntó si por qué estaba llorando. Y le contó que vino el zorrito y le dijo que le eche uno de lo hijito, porque si no le echaba le iba a comer a todo lo hijito y a ella. Entonce le dijo el alonsito que no le eche má lo otro que le queda, que el zorro no puede subir arriba. Entonce le dijo la palomita que no le iba a echar má.

Y el zorrito volvió a venir otra ve a pedile que le echara otro, y entonce la palomita le dijo que no le iba a echar má. Que el alonso le dijo que él no puede subir arriba.

Entonce el zorrito se enojó con el alonsito y se fue a buscale al alonsito. Y le encontró en una limpiada123, y le dijo:

-¡Qué compadrito que so, alonsito! ¡Qué lindo ojo que tené! Mi hermana recuerda bien de vo.

Y el alonsito cerraba lo ojito y depué miraba a todo lado, muy contento, como lo alababa el zorrito.

Y aprovechó el zorro que el alonsito caminaba descuidado, presumiendo, y por ahí le124 a cazó a él. Y le llevaba en la boca.   —108→   Y entonce, al llevale en la boca le dijo el alonsito:

-Si sale mi compañero, decile, si te pregunta, ¿en dónde le lleva a don Alonso?, decile, ¿para qué quiere sabé?

Y salieron lo compañerito del alonsito y todo gritaban encima del zorro, y le preguntó al zorrito:

-¿En dónde le lleva a don Alonso?

Entonce el zorro le contestó:

-¿Para qué quieren sabé?

En eso abrió la boca el zorro y se le escapó el alonsito.



Paulina Gómez, 29 años. San Luis del Palmar. Corrientes, 1959.

La madre de la narradora, Amelia Gómez, de 62 años, relata también el cuento, pero en guaraní; su español es confuso. La narradora ha concurrido a la escuela; la madre es analfabeta.



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28. El zorro, la palomita y el casero

ENTRE RÍOS

Una güelta125 la palomita 'taba en su nido y tenía pichoncitos.

Venía pasando el zorro y la vio en el nido. Áhi no más le dijo que le tire un pichoncito porque si no va a subir al árbol y le va a comer a ella y a los otros pichones.

La palomita le creyó y le tiró un hijito y se puso a llorar.

Al ratito vino el caserito y le pregunta qué le pasa. La palomita le contó y el caserito le dijo:

-Qué tonta que sos palomita, el zorro no puede subir a los árboles. Cuando vuelva y te amenace le tenés que decir que es un mentiroso y que no vuelva más por acá.

Y así jue. Cuando vino el zorro a pedirle otro pichoncito, la palomita lo trató mal y le dijo que era un mentiroso.

-¿Y quién te ha dicho eso de mí?

-El casero me ha dicho.

-Ya va a ver el casero con quién se está metiendo -dijo el zorro y se jue a buscar al pobre caserito.

Lo encontró descuidado y lo cazó, y lo llevaba en la boca. El caserito se puso a gritar a más no poder y se juntaron muchos pájaros y empezaron a decir a los gritos:

-¡Don Juan se lleva al casero! ¡Don Juan, deje al caserito que es amigo de todos!

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Entonce el casero le dice al zorro:

-Digalés, don Juan, que a ellos qué les importa, que no se metan en las vidas ajenas.

Entonces el zorro, aturdido con tanto griterío, les dice a los gritones metidos:

-Y a ustedes, ¿qué les importa?

Cuando dijo así abrió la boca y el caserito se voló a un árbol, y de áhi se reía del zorro que se pasó de vivo.



Juana Etcheverría, 70 años. Federal. Entre Ríos, 1956. Buena narradora. Semiculta.



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29. El zorro y la paloma

ENTRE RÍOS

Ésta era una paloma que 'staba en un árbol, tenía su nidito. Y tenía sus dos hijitos. Y pasó don Juan el zorro. Y vio la paloma que 'staba arriba. Y entonce le dijo:

-Buen día, doña Paloma. ¿Me da uno de sus hijos para comelo? Si no me subo, vuelo y la como a usté, con hijo y todo.

Y la pobre paloma, asustada, le tiró un pichón y el zorro se lo comió. Y la pobre paloma se quedó llorando, llorando. Y en eso vino un zorzal126 y le dijo:

-¿Por qué llora tanto doña Paloma?

Y la pobre le contestó:

-¿Cómo quiere que no llore si vino don Juan, el zorro y me comió un hijito?

-¿Y cómo se lo comió? -le dijo el zorzal.

Y entonce la paloma le dijo que el zorro le había dicho qu' iba a volar o iba a subir y la iba a comer a ella con el hijo y todo. Y el zorzal le dice:

-¡Cómo!, si el zorro no vuela ni sube. No le dé nada doña Paloma cuando venga ese pícaro y digalé todo lo que yo le digo.

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Al otro día apareció el zorro de güelta, y le dijo que le diera el otro hijo que le quedaba para comeseló otra vez. Y entonce la paloma le dijo:

-No se lo voy a dar nada.

-'Hora127 voy a subí y la voy a comer a usté y a su hijo.

Y entonce la paloma le dijo:

-Si usté ni vuela ni sube.

Y el zorro le dijo:

-¿Quién se lo ha dicho a usté?

Y la paloma le contestó:

-Me lu ha dicho el zorzal.

-¡'Hora verá el zorzal cuando yo lo agarre!

Y se fue andando el zorro. Y por ahí encontró al zorzal que'taba cantando y entonce se arrimó y le dijo:

-¡Qué lindo canta usté! ¡Igualito que mi finau mi padre! ¡Igualito, igualito al pobre finau!

Y se hacía el que lloraba el zorro lo que le hacía acordá del padre.

Y entonce le dijo el zorro que el padre le cantaba entre las manos, y que le cantaba en el oído, y tan lindo como cantaba él. Que él daría lo que le pidiera pa que le cantara así como su padre. Y el zorzal zonzo le dio lástima de velo llorar al zorro y vino y le cantaba entre las manos y le cantaba en el oído. Y ahí lo cazó el zorro. Y se iba el zorro a comelo. Lo llevaba en la boca pa comelo. Cuando iba por un camino, entonce dice el zorzal:

-Uno... y dos... y tres... y cuatro... y cinco... y seis... y siete con el rabón que viene más atrás.

-¿Qué é? ¿Qué é? -dijo el zorro.

-Nada, nada, hora cuando vengan más cerca te voy a decir -dijo el zorzal.

-¡Decí qué é! ¡Decí qué é! -le dijo el zorro.

-Uno... y dos... y tres... y cuatro... y cinco... y seis... y siete con el rabón que viene más atrás -dijo otra vez el zorzal-. ¡Y ya 'tán cerquita!

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-¡Decí qué é! ¡Decí qué é! -dijo el zorro.

-¡Es un hombre que viene con siete perros! -dijo el zorzal.

-¡Oh! -dijo el zorro-. ¡Pande128 disparo!

Y cuando dijo ¡oh!, el zorro abrió tan grande la boca que el zorzal se voló y se asentó bien alto en un árbol.

-¡Dispará pallá, dispará paquel lau! ¡Dispará, dispará que áhi vienen!...

Y el zorro con el susto se olvidó del zorzal y disparó y el zorzal se salvó. Que no venían nada los perros. Y áhi se terminó.



Dora Passarella, 28 años. Villaguay. Entre Ríos, 1957. Muchacha del servicio doméstico. Muy buena narradora. Aprendió los numerosos cuentos que sabe de la madre, que como ella es nativa del lugar.



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30. La calandria, el casero y el zorro

ENTRE RÍOS

La calandria129 se llamaba Alejandra. Tenía pichones. Iba el zorro y arañaba el árbol y decía:

-Che, Alejandra, largame un pichón o sinó me subo y te los como a todos.

Bien... La calandria llorando le largó un pichoncito.

Y lo comió el zorro en seguida.

Pero en eso viene el casero y la calandria le cuenta llorando. Entonce el casero le dice:

-No, no siás zonza, el zorro no puede subirse. ¡A qué le hacías caso!

Bien... Viene al otro día el zorro y le pide que le mande un hijo sinó él sube. Y le dice:

-No, no, no. Si vos no podés subirte.

-¡Y cómo no me voy a poder subir! ¿Y quién te ha dicho?

-Alfonso, me dijo.

Alfonso era el casero.

-Ya vas a ver como lo voy a traer a Alfonso aquí.

Bien... Se fue a buscarlo al casero. El casero estaba en un charquito de agua, haciendo con su piquito barro para hacer su casa.

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Viene el zorro y lo saluda:

-¿Qué tal Alfonso? ¿Y cómo te va? Y que sé yo...

Y hasta que se arrima cerquita, y en un descuido lo caza. Bueno...

-¡Ahora vas a ver! -le dice-, te voy a llevar al frente de Alejandra y te voy a comer para que veas que no seas sinvergüenza, que me has descubierto que no puedo subir a los árboles.

Bien... El casero, lo que iba gritando áhi, los otros lo seguían, los otros caseros, los pájaros, todos asustados, el griterío, ¿no?

Entonces le dice al zorro el casero:

-Deciles que no sean tan cobardes. Si nunca han visto llevar un hombre a la muerte -le dice al zorro.

Y entonce el zorro cré, pues, y abre la boca para decirle a los otros, y entonce se escapa el Alfonso, se sube a un árbol y se salva.



Amílcar Aniceto Zapata, 79 años. Estancia «Don Cristóbal». Nogoyá. Entre Ríos, 1970.

El narrador está afincado en el lugar. Es ganadero. Muy buen narrador.

Excepcionalmente la calandria ocupa el lugar de la paloma del cuento tradicional.



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31. La paloma, don Juan y el casero

SANTA FE

Una güelta don Juan el Zorro le quería comer los pichones a la palomita y le dijo que iba a subir al árbol ande tenía el nidito. La palomita lloraba y lloraba. El casero pasó por ese lugar, la consoló a la palomita y le dijo que el zorro no le podía comer los pichoncitos porque no podía subir a los árboles.

Ya se enteró el zorro de todo y comenzó a perseguirlo al casero hasta que un día lo encontró descuidado y lo cazó. Lo llevaba en la boca pa comerlo cuando lo vieron los pájaros del campo y comenzaron a decirle a don Juan que lo largue y gritaban como locos:

-¡Don Juan ha cazao al casero! ¡Pobre caserito tan bueno! ¡Largueló, don Juan! ¡Largue el casero, don Juan Zorro!

Entonce el caserito que es tan vivo le dice:

-¡Digalés, don Juan, que yo soy suyo y que a ellos qué les importa! ¡Digalés, digalés, don Juan Zorro!

El zorro no se dio cuenta de la mala jugada y abrió la boca para retarlos a los que se metían en sus cosas, y en ese mismo momento se voló, y don Juan se quedó muerto de rabia y sin la presa.

Lo empezó a hablar y a decirle que era una broma, pero, el casero que lo conocía, se puso a cantar de contento arriba de un árbol y después se voló lejos.

Ramona Andrea Quiroga, 55 años. Campo de los Zapallos, Santa Rosa, Santa Fe, 1951.

Campesina que ha concurrido a la escuela primaria. Aprendió el cuento de la madre, que era buena narradora.



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ArribaAbajo Nota

Nuestro cuento La paloma, el zorro y el ave amiga es una recreación y a la vez una conservación del famoso cuento medieval La paloma, el zorro y el alcaraván. Mantiene en sus 17 versiones los motivos fundamentales de la tradición oral hispánica y occidental:

A. Una paloma vive con sus polluelos en un árbol. Un zorro le exige que le tire uno de los hijos si no quiere que él trepe y los coma a todos. La paloma atemorizada le entrega un hijito y el zorro lo come. Se pone a llorar. Sabe que volverá.

B. Una ave amiga, el chuschín o chingolo, el hornero u otra, se entera de lo sucedido, le dice que los zorros no trepan a los árboles y le aconseja cómo debe tratar al audaz mentiroso.

C. El zorro vuelve para pedir otro hijo a la paloma, pero ella lo increpa como la aconsejó el ave amiga. El zorro se marcha airadamente con la intención de vengarse del consejero.

D. El zorro encuentra al ave amiga y la caza casi siempre por engaño. Ésta se salva, también por engaño, haciendo hablar al zorro que la lleva en la boca.

Aurelio M. Espinosa que lo ha documentado en el cuento La pega y los peguitos (258), le dedica un erudito estudio en el que incluye los cuentos que sólo desarrollan el motivo D; aquí los tratamos separadamente por las razones que imponen al ser cuentos independientes.

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Se lo calificó de cuento árabe porque el más antiguo de Europa se encuentra en todas las versiones del Calila y Dimna, que seguramente derivan de un antiguo Calila y Dimna árabe, en el cual ya figura en una edición de 1242. El cuento fue, sin duda, agregado a esta obra que lo introdujo en Europa, pues no figura en ninguna versión del Panchatantra, que es su fuente. Espinosa dice que cuando fue conocido por la antigua traducción española y la latina traducida de la hebrea por Juan de Mantua, llevaba elementos muy conocidos de la narrativa medieval europea. Agrega que, «en vista de su extensa difusión en la tradición hispánica, el tipo hispánico de él derivado es también de origen medieval». Es posible que nuestro cuento haya tenido origen occidental y que en época antigua se incorporara a la cuentística árabe de la cual se lo agregó al Calila y Dimna. La tradición griega tuvo influencia importante en la cuentística oriental.

Entre las versiones españolas del cuento completo tenemos, además de la citada de Espinosa, las de Curiel Merchán, 45-47 y 154-155; la de Espinosa, Castilla, 163-165, y la de Cortés Vázquez, 50 . Para la clasificación de Aarne-Thompson es el Tipo 56.

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

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Su área de difusión comprende las provincias de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.

Para su difusión en la tradición universal véase Espinosa (III, páginas 400-402).





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ArribaAbajo El zorro, el gallo, otra ave y otros animales

La caza por engaño


70 versiones y variantes


Cuentos del 32 al 101


  —[122-124]→     —125→  

ArribaAbajo El zorro, el gallo, el hornero u otra ave

La caza y la liberación por engaño


20 versiones


Cuentos del 32 al 51



32. El zorro y el gallo

TUCUMÁN

En un gallinero vivía un gallo que se llamaba Gallardo.

Juan, el Zorro, se lo quería comé a Gallardo. Todos los días llamaba al gallo. Un día, Juan le decía:

-¡Gallardo! ¡Gallardo!, vení que te leo un código que está muy importante. Dice que todos tenimos que ser amigos. Que nadie tiene que comer a otros. Vení, Gallardo, que te lo leo al código.

Y áhi ha obedecido el gallo y ha venido a vé el código. Y áhi el zorro lo ha agarrao. Y lo ha llevado en la boca al pobre gallo. Y se iba pa comelo. Y por áhi ha pasado abajo di un árbol ande había muchos loros. Gallardo gritaba y gritaba. Cuando han visto los loros que el zorro lo llevaba al gallo, han empezao a gritá todos. Que era un griterío muy grande de los loros. Y decían:

-¡Juan se lo lleva a Gallardo en la boca! ¡Juan, largalo a Gallardo! ¿Ánde vas con Gallardo? ¡Largalo, Juan, largalo!

El zorro 'taba muy enojao de ver como gritaban los loros, que todo el mundo se enteraba de que él se lo llevaba a Gallardo.

Entonces el gallo le dice al zorro:

-Deciles ¡qué te importa!, a esos loros entremetidos qui hacen ese griterío. ¡Qué te importa!, deciles a esos chismosos.

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Entonce el zorro, que 'taba muy enojao, si ha parao y les ha dicho a los loros:

-¡Qué te importa!

Cuando ha abierto la boca Juan, Gallardo si ha volao y si ha salvao arriba di un monte muy alto. Entonce los loros han visto que venía un cazador con muchos perros, y han empezao a gritá:

-¡Dispará, Juan, que viene la polecía! ¡La polecía te caza, Juan! ¡Dispará! ¡Dispará!

Juan, muerto 'i miedo ha preguntao:

-¿Di ande viene la polecía?

-¡Del norte! -le han gritao los loros, engañandoló pa que lo maten los perros.

Entonce Juan disparó pal sú, y áhi cerquita se topó con muchos perros que venían con un cazador. Y los perros lo carniaron y lo devoraron al Juan. Entonce los loros se reían a carcajadas del pícaro Juan que quería engañá al pobre Gallardo pa comerlo. Y Gallardo, muy contento, se pudo bajá del monte y se jue a su gallinero despué que agradeció a los loros que lu habían salvao.



Sabina de Mamaní, 60 años. Benjamín Paz, Trancas. Tucumán, 1964.

Oriunda de este lugar, alejado y conservador. Su apellido figura entre los más típicos de sus ascendientes indígenas. Ha concurrido a la escuela primaria. Es buena narradora.



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33. El zorro y el gallo

TUCUMÁN

El zorro si había hecho compagre del gallo porque andaba con intención de comerlo. Y güeno, un día lo agarró descuidau y se lo llevaba en la boca.

Lo vieron unas mujeres y empezaron a gritarle:

-¡El zorro se lleva el gallo! ¡El zorro se lleva el gallo!

Entonce el gallo, más vivo que el zorro, le dice:

-Digalés compagre que ¡qué les importa!, qui usté me lleva porque es mi compagre.

El zorro que 'taba rabioso con los gritos de las mujeres, se da güelta y les dice, muy enojado:

-¡Qué les importa, metidas, si lo llevo porque es mi compagre!

Abrió la boca el zorro y el gallo aprovechó y se voló a un árbol. Se subió bien alto, contento di haberse salvado por un milagro.

El zorro, qui había perdido la presa por zonzo, empezó a decirle al gallo:

-Bajesé, compagrito, y sigamos juntos. Yo lo llevaba a pasiarse, así alzadito en mi boca.

El gallo en vez de contestarle, miraba lejos y contaba:

-Uno, dos, tres, cuatro y el cazador.

Y el zorro li hablaba y el gallo seguía contando:

-Uno, dos, tres, cuatro y el cazador.

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-¿Qué está contando, compagre? -le dice el zorro muy intrigado.

-¡Son unos perros que vienen áhi cerquita con un cazador!

-¿De qué lau vienen?

-Di aquel lau, compagre, ¡dispare!

Y el pícaro gallo lu hizo dispará pal lau que venían los perros, y lo mataron al zorro.



Florencia Lucero, 48 años. Potrerillos. Luján. Mendoza, 1951.

Campesina que vive en esta región de las montañas andinas. Analfabeta. Buena narradora. En su lenguaje hay influencia del habla rústica de Chile.



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34. El tigre, el zorro y el alonso

CHACO

Resulta que el zorro y el tigre jueron a mariscá130. Resulta que el tigre y el zorro no encontraron má lo que iba a mariscá. Lo encontraron al alonsito que 'taba haciendo su casa. 'Taba llevando barro para la casa.

Cuando le vio al alonsito, el tigre le pegó un dentro para cazalo. El alonsito como é chiquito pasó por abajo del brazo del tigre y áhi le cazó el zorro que estaba atrá del tigre.

Y se jue el zorro con l'alonsito en la boca. Y el tigre le miraba. Y el alonsito le dice al zorro:

-Decile al tigre, qué pavo é para cazá.

Y el zorro, contento, al decile eso al tigre, abrió la boca, y el alonsito se voló.

Y se quedó el zorro sin el alonsito pa comele. El alonsito é má vivo que el zorro.



Anastasio Melgarejo, 21 años. Machagai. 25 de mayo. Chaco, 1959. El narrador ha concurrido a la escuela del lugar.



  —130→  
35. El zorro y el alonsito

MISIONES

El zorro le agarró descuidado al alonsito. Y le vieron todo lo pájaro que había en el estero y gritaba que aturdía. Y le dice el alonsito al zorro:

-¡Decíle qué pa131 le importa!

Y el zorro le quería decí. Abrió la boca y se voló por132 un árbol el alonsito. El alonsito é vivo y le embroma al zorro.



Pedro Gómez, 64 años. San Javier. Misiones, 1961. Nativo de la región. Oyó el cuento a muchos narradores del campo.



  —131→  
36. El zorro y el hornero

CORRIENTES

En una oportunidad el zorro cazó un hornero. No lo comió allí mismo y lo llevó en la boca derecho a la cueva. Como el hornero no había muerto, procuró zafarse. Pataleó y picoteó en vano. Entonces empleó la astucia, y dijo al zorro:

-Señor Zorro, por aquí todos son curiosos y no pierden la oportunidá en preguntar por todas las cosas. Esos teros133 que están allí son de los más curiosos y si le preguntan qué lleva en la boca, contestelé usté:

-¡Qué le importa!

Los teros, cuando vieron que el zorro trotaba por la orilla de la laguna y llevaba al hornero en la boca, empezaron las griterías:

-¡El zorro lleva en la boca al hornero! ¡El zorro ha cazado al hornero!

El zorro enfadado les dijo:

-¡Qué les importa!

Y cuando abrió la boca el zorro, se voló el hornero.

Así salvó el hornero de ser muerto por el zorro.

No hay astuto que no encuentre otro más astuto.



Juan Bautista Acosta. Mburucuyá. Corrientes, 1950. El narrador es director de escuela. Habla el guaraní de la región.



  —132→  
37. Cuento del compadre el zorro

CORRIENTES

Había hace muchos años un zorro que vivía cerca del alonsito. Se hizo compadre del alonsito. Una vez andaba con hambre atrasado el zorro, y se propuso comerlo al compadre alonsito.

Cuando supo el alonsito de las intenciones de su compadre, no se descuidaba un solo momento.

El zorro lo encontró al alonsito cerca de un estero134 y le dice:

-Acercate, compadre, que te contaré un cuento.

El alonsito se paseaba dando saltitos sin acercarse. Tanto hizo el compadre para cazar al alonsito, que al fin, para engañarlo le dijo:

-Pero, me hacés recordar a tu padre con ese modo de caminar tan compadrito que tené. Yo le conocía mucho a tu padre.

Cuando le habló del padre muerto, el alonsito se acercó, y el zorro de un salto se lo cazó.

Viendosé ya muerto el alonsito, mira hacia el estero y ve dos mujeres lavando ropas, y le dice al compadre zorro:

-Mirá, esas mujeres dirán: ¡El pobre alonsito será muerto! Y vos, compadre, cuando griten, contestale: ¡Qué les importa!

Entonce el alonsito empieza con su ¡Tis, tris! ¡Tis, tris!... gritando fuerte.

  —133→  

Miran las mujeres y dicen:

-¡El pobre alonso será muerto! ¡Lo lleva el zorro en la boca!

Y el zorro enfadado contesta:

-¡Qué les importa!

Al decir esto el compadre abre la boca y el alonsito volando se escapa, salvandosé de la muerte.



Carmen L. F. de Godoy. Arroyo Marote. Curuzú Cuatiá. Corrientes, 1950.

La narradora es directora de escuela. Habla el guaraní de Corrientes. Pronuncia con marcada aspiración las eses finales.



  —134→  
38. El zorro y el alonso

CORRIENTES

El zorro, dice, que cazó al alonsito. Y depué, dice, que lo 'taba llevando en la boca a la costa de una laguna.

Y depué lo 'taba lavando do muchacha a la orilla de eta laguna. Y entonce dice que le dice el alonsito:

-Cuando te digan la muchacha por qué me llevá, decile qué le importa a ella.

El alonsito le enseñó así.

Y le 'taba llevando el zorro al alonsito en la boca. Y la lavandera gritaba:

-¡El zorro 'tá llevando a don Alonso en la boca! ¡Pobre don Alonsito!

Y entonce el zorro s'acordó lo que le dijo el alonsito y le dice a la lavandera:

-¡Qué le importa a ustede!

Entonce, dice, abrió la boca el zorro para hablá. Y cuando abrió grande la boca, salió, saltó el alonsito volando y cantando.

Severa Alfonso de Falco, 71 años. Corrientes. 1959.

La narradora, mujer del pueblo, iletrada, es bilingüe guaraní-español.



  —135→  
39. El aguará y el alonsito

(El zorro y el hornero)


CORRIENTES

Dice que ante... andaba un aguará135... Y dice delante del aguará iba pasando un alonsito... jha jhe'í chupé el aguará (y le dice el aguará):

-Pero yáma nicó reyoguá pavé ndé abuelito, el finádope jha reguatarõ... zambó... jha rembotí-mbotírõ pende resacito... uperõ catú tevé es el reyoguá pait'éva -para adularle- ¿sabé pa? (Pero qué idéntico parecido tené a tu abuelito, el finado, y cuando caminó a saltito, a saltito, y cuando cerró, cerró eso tu ojito, entonce sí que le parecé en todo).

Jha upérõ... é claro qu' el pajarito má cerraba y má abría lo ojito y en una de ésa saltó sobre él el aguará y le agarró... Y le tenía fue136 en la boca. Y dice que el alonsito le dijiste entonce:

-Aní'pi che yucá güeterí. Jha agha137 yajháne ya pasá peteĩ gallo renonderupi jha jhe'íne ndéve (No, pué, me vaye a matá todavía. Y ahora iremos por delante de un gallo y entonce te va a decí): ¡Epoí pe alonsítope! Jha entonce decile usté: ¡Nda poichéne! (¡Largale a ese alonsito!) Y entonce contestale usté: ¡No le he de largá!

  —136→  

Y dicen que fueron a pasá por delante del gallo. Y dice que le dijiste el gallo al aguará:

Epoí pe alonsítope!

Y entonce le dijiste el aguará:

Nda poichéne!

Abrió fue la boca el aguará para hablá y salió fue a vuelá el alonsito. Y le bromó el aguará. Y subió en la rama a mirá por él.



Gregorio González, 70 años. Itá Ibaté. General Paz. Corrientes, 1950.

Transcribió el cuento la Sra. Rosa E. Gelardi de Schlomer, directora de escuela. El español del narrador es el de los viejos comarcanos que no han concurrido a la escuela y hablan el guaraní preferentemente. El narrador traduce espontáneamente su guaraní muy hispanizado.

Antes de comenzar el cuento dice el narrador:

-Aicua'á co peteí cuentico ïmá güaréva, la señora (Sé un cuento de antes, la señora).

Quiere decir que lo sabe narrar en guaraní.

-¿Conoce pa la señora el aguará? -agrega para advertir que ese animal es el personaje de su cuento.



  —137→  
40. El zorro y el alonsito

CORRIENTES

El zorro salió a rebuscarse. Que tenía hambre el zorro. Y por ahí se encontró con el alonso, que andaba comiendo. Caminando andaba el alonsito, que camina tan compadrito y se mueve tan lindo. Y le quería comer el zorro. Y para ver si le podía comer le dice el zorro al alonsito:

-¡Puta, que só compadre! ¡Cómo caminá tan compadrito! ¡Ya verás cómo te voy a comer!

Entonces le dijo el alonsito:

-Eso 'tá lejo de su ambición.

Y siguió caminando el alonsito, muy lindo. Y por ahí el zorro le descuidó y le cazó al alonso. Y el zorro no le mató, lo llevaba en la boca. Y el alonsito le dice que por ahí suele haber uno baile muy lindo y que el zorro, que é un mozo caté138, tenía que ir a eso baile. Y el zorro por ahí le pregunta, sin abrir mucho la boca:

-Decime, por aquí ¿adónde suele haber baile?

Y entonces le dice el alonsito:

-Y bueno, tiene que reírse usté y dar un grito para que lo venga a invitar lo dueño del baile.

Y pegó un grito el zorro. Cuando grita, abrió grande la boca y se escapó el alonso. A ese momento abrió la boca y salió volando el alonsito. Y el zorro quería ir a lo baile para comerse   —138→   la gallina de la casa. Y cuando pegó el grito el zorro lo sintió uno cuanto perros y le corrieron y le arregló al zorro. Y entonce le decía el alonsito que 'taba arriba de un árbol:

-¿Ha visto que me decía que era compadre y que me va a comer?

Y le mató al zorro lo perro y se salvó el alonsito.



Pedro Amado Vázquez, 63 años. Itatí. General Paz. Corrientes, 1959.

Lugareño rústico. Bilingüe guaraní-español.



  —139→  
41. El gallo y el zorro

CORRIENTES

En una fría mañana de invierno y tentado por el hambre, un zorro madrugador recorría los gallineros y miraba los árboles para divisar las gallinas que dormían en él139. De pronto quedó debajo de uno, viendo moverse un gallo. Largo rato aguardó debajo de éste en espera que bajase. Como el gallo no lo hacía, pues éste había notado la presencia del zorro, comenzó a desparramar unos granos de maíz para tentar el estómago del gallo. Aguardó otro rato. Impaciente ya el zorro y ansioso por darle caza, le dice:

-Bajate gallo a comer maíz.

Éste, fingiéndose no oírlo alarga el pescuezo y mirando a lo lejos tratanto de divisar algo a la distancia, se puso a contar:

-Uno, dos, tres...

El zorro no le causó buena gracia esta cuenta y se apuró a preguntarle:

-¿Qué estás viendo, gallo?

Éste, completamente indiferente, comienza de nuevo:

-Uno, dos, tres...

El zorro afligido ya, viendo que nada bueno podía esperar, comenzó a inquietarse y con más fuerza pregunta:

-¿Qué es lo que mirás, gallo?

  —140→  

Éste se mantiene sordo y estirando el pescuezo todo lo que puede dice nuevamente y más alarmado:

-Uno, dos, tres y cuatro con el rabón...

El zorro al oír lo de rabón y por instinto del miedo, bajó la cola y haciendosé el chiquito, olvidándose de la presa codiciada que aguardaba, echó a correr todo lo que pudo. El rabón era nada menos que un perro cazador. El gallo, riendosé de la astucia del zorro, bajó a comer tranquilamente, pensando que él, teniendo una cabecita tan chica, pudo inventar la mentira del rabón para librarse de las garras del zorro.



Dolores Celia Alaya, 45 años. Ciudad de Corrientes, 1950.

La narradora, que es directora de escuela, oyó contar este cuento a una mujer del pueblo en El Malezal (Esquina).

Es variante del cuento del nuevo decreto.



  —141→  
42. El casero y el zorro

ENTRE RÍOS

Éste era el zorro que un día había cazau al casero para comeseló. Y se lo llevaba en la boca. Iba por un camino y los demás pajarito se juntaron y gritaban alrededor del zorro. Que hacían un griterío muy grande, que lo enloquecían al zorro, diciendo:

-¡Pobre don Casero! ¡Pobre don Casero! ¡Tan bueno y tan trabajador, que lo irán a comer! ¡Y el zorro lo lleva! ¡Áhi lo lleva el zorro a don Casero tan bueno y tan amigo qu' es de todos!

Y el zorro iba no más con el caserito en la boca y marchaba por un camino. Y por áhi al casero se le ocurre decíle al zorro, que le dijiera a los demás pajaritos que eran tan entrometido, ¡qué les importa!

Entonce el zorro que 'staba enojado con tanto griterío se paró y les dijo:

-¡Qué les importa! -y abrió la boca tan grande que el caserito salió volando. Y así se salvó el caserito y el zorro se quedó rabiando no más.



Dora Passarella, 28 años. Villaguay. Entre Ríos, 1957.

Nativa de la comarca. Muy buena narradora. Semianalfabeta.



  —142→  
43. El casero y el zorro

ENTRE RÍOS

El casero 'taba bañandosé en un arroyo. Y en eso llega el zorro.

-¿Ajá! ¡Que 'tás haciendo?

-Y me estoy bañando...

Y quería volar y no podía. 'Taba todo mojado, todas las plumas mojadas, no podía volar. Y entonce dice que le dice el zorro:

-¡Aquí te quería agarrar yo!

Y entonce lo pesca de la cola y lo agarra, ¿no? Y lo llevaba.

-No me apretés tan juerte -le dice el casero.

-No -dijo.

-Llevame -dice el casero- a una parte ande hay sombra, porque si me comés acá te va hacer mal. Mirá que estoy bien gordo, yo.

-Sí, voy ande vos querás.

-Sí, llevame ande hay un árbol lindo, en aquella sombra. Bueno, se van.

Y vienen entonce todos los otros pájaros y dicen, gritando:

-¡Ah! ¡Lo agarraron, lo agarraron a Alonso, después tan arisco que era, tan arisco!

Y entonce que le dice don Alonso, que le dice al zorro:

-Pero, es una vergüenza. Digalé ¡qué les importa! -dice.

  —143→  

Y cuando abrió la boca para decirles qué les importa, le pegó el volido el casero y se le escapó otra vez, porque muchas veces lo había querido cazar el zorro al casero.

Pedro Mazzuco, 66 años. Federal, Entre Ríos, 1970.

Lugareño semiculto.



  —144→  
44. El casero y el zorro

ENTRE RÍOS

Lo encuentra don Juan el zorro al casero. Y lo quería comer, y le dice:

-¿Cómo te va, Alonso? Tenés el mismo traje que tenía tu padre. El mismo traje también lo vestís vos. Qué parecido sos a tu padre, que era mi amigo querido.

Al casero le gustaba mucho que le hablaran del padre que se le había muerto, y se olvidó de las mañas del zorro.

Y le vuelve a decir el zorro:

-Lo único que te falta para parecerte más a tu padre, es hacer unas cerraditas de ojos que él sabía hacer.

Y entonce el casero inocente entró a cerrar los ojos. Y en una de esas que el casero cerraba los ojos, el zorro se abalanzó y lo cazó con la boca. Y partió al trote con el casero en la boca. Cuando lo vieron los otros pájaros empezaron a gritar, y decían:

-¡Don Juan lo lleva a don Alonso! ¡Don Juan lo lleva a don Alonso!

Y entonce le dice el casero:

-Deciles que sos dueño, que ¡qué mierda les importa!

Y el zorro, que iba enojado por el bochinche que hacían los pájaros, aflojó la boca, para decirles eso, y el casero salió volando y se asentó en un árbol. Y el zorro quedó mirando, arrepentido de haberlo atendido al casero.



Santiago Entecho, 80 años. Villaguay. Entre Ríos, 1970.

Hombre de pueblo, semiculto. Buen narrador. Ha olvidado casi todos los cuentos que sabía porque ya no los cuenta.



  —145→  
45. El zorro y el casero

ENTRE RÍOS

Dice que una vez se agarra un casero el zorro. Lo llevaba en la boca. Quien sabe qué le dio que no lo apretó, que no lo mató. Y don Casero le dice:

-Dígame, don Juan. Me han dicho que usté sabe cantar muy lindo.

Y don Juan esa vuelta creyó. Cuando abrió la boca para hacer un canto, que sé yo, se voló don Casero y se quedó mirando don Juan.

De ahí sacó algo ya el zorro, algo para ser más zorro. Porque el casero lu había engañau. Eso quiere decir que a veces no hay que fiarse de cualquier persona porque el má humilde puede darle una leción, ¿no?

Amílcar Anicero Zapata, 79 años. Estancia Rincón del Vizcaíno. Don Cristóbal, Nogoyá, Entre Ríos, 1970.

Hacendado. Gran conocedor de la narrativa nacional.



  —146→  
46. El zorro y el casero

SANTA FE

Una vuelta el zorro lo encontró al casero en un charco. 'Taba sacando barro pa hacer su casita, porque el casero es como un albañil para hacer la casa. Áhi lo empezó a conversar y en un descuido lo cazó. Salió al trote con el casero en la boca. En eso lo vieron los pájaros del campo y se amontonaron y hicieron un griterío, y lo insultaban al zorro, y le decían que lo largue al pobre caserito, que lo largue. Entoce el caserito, que es tan vivo, le dice:

-Decíles que se dejen de joder, que qué les importa a ellos.

El zorro que 'taba enojadísimo se paró, abrió la boca para hablar y el casero se voló.

Los pajaritos hicieron una fiesta, revoloteaban y cantaban y el zorro siguió muy enojado y diciendo que ya se la iban a pagar todos.



Francisco Galván, 65 años. San Cristóbal. Santa Fe, 1953.

Trabajador rural. Buen narrador.



  —147→  
47. El cavarán y el pajarito

BUENOS AIRES

Yo he conocido un pajarito que se llamaba cavarán140, que era muy malo, que se comía todos los pajaritos, ése. Y a él nunca lo podían agarrar. Y por áhi, otro pajarito lo agarró de descuido, no sé cómo lo agarró, y entonces le dijo:

-Bueno... Vos estás acostumbrado a comer todos los pajaritos que agarrás. Ahora yo te voy a comer a vos.

Entonces le dijo que sí, pero que antes le iba hacer un pedido. Le dijo:

-Yo te voy hacer un pedido antes que me comás.

Dice:

-¡Sí, cómo no!

-Vos tenés que decir: A un cavarán comí.

Y entonces, cuando dijo: A un cavarán comí, salió volando el cavarán y le dijo al pajarito:

-A otro zonzo, pero no a mí.

Y así se salvó el pícaro cavarán.



Ángel Moyano, 62 años. Estancia San Pedro. Cañuelas. Buenos Aires, 1969.

Peón de campo.

En el cuento hay una confusión entre el alcaraván del cuento español, el ave amiga de la paloma que le aconseja no entregar sus polluelos al lobo, y el caburé de nuestros campos. Seguramente el cuento ha sido narrado por inmigrantes españoles y adaptado por los narradores criollos.



  —148→  
48. El gallo y el zorro

LA PAMPA

Se encontraron el zorro y el gallo. El zorro no sabía cómo hacer para agarrarlo. Le preguntó al gallo cómo hacía para dormir, y el gallo le preguntó al zorro cómo hacía él. Y el zorro se acostó, se puso la cabeza entre las patas y cerró los ojos, y dormía. Después se despertó y dijo al gallo:

-Ahora enseñame vos cómo dormís.

El gallo se agachó, puso la cabeza abajo de las alas. Entonces el zorro dio un salto y lo agarró y disparó con el gallo en la boca. Pasó cerquita del dueño del gallo. Y el dueño empezó a gritar y a decir:

-¡Ay, mi gallo! ¡El zorro se lleva mi gallo!

Entonces el gallo le dijo al zorro:

-Decile que no soy más de él, que soy tuyo.

Entonces el zorro, al abrir la boca para hablar, lo dejó escapar, y el gallo disparó.

El zorro dijo:

-¡Pobre mezquino!, quise hablar y tenía la boca llena. El gallo le contestó:

-Y yo era zonzo que quise dormir y no tenía sueño.



Antonio Liboa, 65 años. Rancul. La Pampa, 1955.

Lugareño semiculto. Buen narrador.



  —149→  
49. El zorro y el gallo

LA PAMPA

Esto sucedió en el tiempo que los animales hablaban. Había una gran escasez. El zorro con toda maña se había hecho compadre del gallo. Entonces un día vino y lo invitó al gallo a que salieran a rodar tierras y a buscar comida.

El zorro lo convenció al gallo. Entonces prepararon las cosas y salieron. Anduvieron un buen trecho. Como el gallo se alimentaba de pastitos, de semillas, y bichitos, siempre encontraba algo para comer. Pero el zorro, como se alimentaba de carne, no encontraba nada. Entonce, ya muy hambriento el zorro, le dice al gallo:

-Mire, compadre, me parece que si no encuentro nada para comer, me lo voy a tener que comer a usté.

Entonce el gallo se asustó mucho y le contesta:

-Pero, compadre, ¿cómo es eso? Usté es mi compadre, usté no me puede comer a mí.

-Así no más hai141 ser, compadre -le dice y lo agarró.

Y áhi el gallo pega el grito y le dice:

-Compadre, vienen unos arrieros, grite que yo soy suyo pa que no lo persigan.

El zorro se creyó, quiso abrir la boca pa gritar y el gallo se escapó y se voló a un árbol. Se dio cuenta el zorro y le empezó a decir que era una broma, que cómo lo iba a comer si eran compadres. Tanto le dijo que al fin el gallo se bajó.

  —150→  

Siguieron andando. Al otro día, el zorro cada vez con más hambre, se decide a comerlo al compadre. Y entonce le dice:

-Yo me lo voy a tener que comer, no más, a usté.

Y en eso ven un polvo que se levantaba a la distancia, y el gallo le dice al zorro:

-Mire, mire compadre lo que viene áhi cerquita. Pueden ser animales para carniar. Espere, voy a ver.

Entonce el zorro le dice al gallo que se suba a divisar. Y ya el gallo se había subido a un árbol y empieza a decir:

-Uno... dos... tres... y el cazador.

-¿Qué dice compadre?

El gallo no contestaba y mirando lejos seguía:

-Uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis y el cazador.

-Pero ¿qué pasa? -decía el zorro desesperado.

Nada contestaba el gallo y seguía diciendo:

-Uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete... y el cazador.

Y seguía contando el gallo, pero como el zorro le rogaba que por su vida le dijera quién venía, al fin le dijo:

-Son perros que vienen con un cazador. Dispare, compadre, que lo van a matar.

-¿De qué lado vienen? ¿Para dónde puedo disparar, compadre?

-Dispare para aquel lado -le dice el gallo y le señalaba para el lado que venían los perros. Y áhi cerquita no más se encontró de golpe con los perros que venían corriendo y lo agarraron entre todos. Y así lo mataron y se salvó el pobre gallo que creyó que el zorro era compadre verdadero.


Y entré por un camino y salí por otro
para que otro cuente otro.





Ruth Gil Torres. Pellegrini. Toay. La Pampa, 1964.

La narradora es maestra de escuela. Aprendió el cuento del padre, Salvador Gil, nativo de La Pampa, gran narrador, que murió en 1959 a los 85 años.



  —151→  
50. El zorro y el gallo

NEUQUÉN

Una vez el zorro cazó el gallo y lo llevaba. Unos hombres lo vieron y le empezaron a gritar que lo largue. El gallo le dijo que les diga qué les importa. El zorro quiso decir y el gallo se voló.

El zorro vino otra vez a comerse el gallo.

El gallo 'taba alojado en un árbol. El zorro lo sentía cantar al gallo, y como ardiloso142 que es el zorro, dijo:

-Yo lo voy a comer al gallo esta noche, ya sé en el árbol que 'ta. Yo me voy a ir despacito pa joderlo.

El árbol 'taba caido contra la laguna, que había una laguna de agua, áhi. Y a la luz de la luna se vía el árbol y el gallo en el agua, en la laguna donde espejeaba el agua. Y llegó el zorro y lo vio al gallo en el árbol, tan cerquita, y dijo que lo iba a cazar fácilmente. Y el gallo se dio cuenta que el zorro lo 'taba por cazar en el agua, y dejó de cantar, se quedó calladito. Y entonce el zorro entusiasmado, atropella. Y se hunde en lo más hondo de la laguna, donde espejea el agua. Y entonce dice, mientra se 'taba augando:

-Me jodiste, gallo, otra vez.

Y así se salvó el gallo del zorro, que lo andaba persiguiendo desde hacía mucho tiempo.



Fernando Beccaria, 50 años. El Alamito. Neuquén, 1960.

Peón de campo. Buen narrador.



  —152→  
51. El gallo, el zorro y el perro

JUJUY

En el tiempo de antes dicen que los animales hablaban como nosotros. Entonces si habían juntado una vez el perro con el gallo y conversando los dos diz qui habían dicho:

-'Tamos aburridos acá. Metidos en las casas, no conocimos nada, nadie, nada. Vamos a rodar tierra143 por otras partes.

Y así habían dispuesto una alba a salir los dos en camino. Y si han ido. Así llegan, se les hace la noche a los dos, tanto caminar, y entonce le dice el perro al gallo:

-Aquí hay mucho animal de peligro. Mejor 'tán ustedes como sagaces144. Hay león, tigre, zorro, todo. Esos nos han de pillar. Mejor usté subasé a ese árbol. Y yo me guá meter aquí, en este aujero, porque no puedo subir al árbol. Yo me guá meter aquí y usté subasé.

Bueno... Se subió el gallo arriba a dormir y el perro 'taba áhi. Claro, el zorro, al oirlo cantar al gallo, se entusiasmó y fue a ver dónde 'taba cantando el gallo.

-Aquí tengo buena presa yo -dijo el zorro-. Voy a comer hoy día bien.

Bueno... Se va el zorro. Mira pa todos laus, pero no lo mira al perro. Bué... Porque era zonzo. Mira pa arriba. Bueno, lo que l 'interesaba era velo al gallo, adónde 'taba el gallo, pues. Y ya lo ve y le dice:

  —153→  

-Oiga, amigo gallo, baje. ¿Por qué si ha subíu usté tan arriba a dormir?

-Así me gusta a mí dormir fresco -dice el gallo-. No me gusta a mí dormir abrigado. A mí me gusta dormir, cuando más fresco, más mejor. Yo hi dormido opíperamente145.

-¿Y por qué no se baja, amigo gallo, a que vamos a casa a tomar un chocolate con leche, con tostadas? ¿No sabe que hay una orden del gobierno para que todos los animales seamos amigos, hermanos?

-Ah, sí sí, iría con mucho gusto, pero yo no andoy146 solo, yo tengo mi compañero.

Y el zorro se creyó que era otro gallo o gallina.

-Tendríamos que ir los dos.

-¡Cómo no, con el mejor gusto! ¡Sí, los dos! ¡Vamos a ir todos! Pero ¿dónde está?

-En el güeco 'el árbol, áhi si ha quedao a dormir él, de flojo porque nu ha podido subir arriba.

Y ya el perro 'taba parando las pailas147 para saber.

-¡Cuando ti arrimés no más ya vas a ver lo que te va a pasar! -le dijo entre dientes el gallo.

Y el zorro mete la cabeza a velo si era gallo también y el perro le pesca el cogote al zorro y lo mata.

Y con eso los compañeros si han vuelto a las casas148 y si han quedau tranquilos áhi.



Sixta Castro de Guerrero, 53 años. Tilcara. Jujuy, 1968.

Mujer del pueblo, pero que ha pasado buena parte de su vida en el campo. Semianalfabeta, pero verbosa y fantaseosa.

Este cuento es una variante del cuento del decreto.





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ArribaAbajo El zorro y el gallo

El nuevo decreto


25 versiones


Cuentos del 52 al 76



52. El zorro y el gallo

El nuevo decreto


TUCUMÁN

Había una vez un zorro en un monte149. Y había también un gallo muy hermoso que vivía en el mismo monte. Y el monte era muy espeso. La guarida del gallo era un algarrobo. El zorro no sabía cómo hacer pa comelo, porque el algarrobo era muy alto y el gallo era muy volador.

Un día, el zorro había pensao una manera pa cazalo al gallo. Agarró una vez un diario, y se jue por un caminito ande 'taba el gallo, y se paró abajo 'el algarrobo, y se puso a ler, y le decía al gallo:

-Baje, amigo gallo, a ler la nueva ley que manda el gobierno. La ley dice que nosotros los zorros no podimos comer a los gallos, ni a las gallinas. Ni los perros pueden matar a los zorros.

Y lo llamaba el zorro, y si hacía el que 'taba lendo. El gallo se venía bajando de gajo en gajo.

Y por áhi ha dao la casualidá qui andaba un campero con perros. Y como el zorro 'taba entusiasmao lendo, no se daba cuenta que venían los perros. Cuando si ha dao cuenta ya los tenía encima y se echó a diparar. Y di arriba el gallo le decía:

-¡Mostrales el diario! ¡Mostrales el diario!



Víctor Daniel Jiménez, 26 años. Los Pereyra. Cruz Alta. Tucumán, 1954.

Lugareño rústico. Trabaja en un ingenio azucarero. Buen narrador.



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53. El zorro y el gallo

LA RIOJA

El gallo estaba escarbando debajo de un árbol. En eso se hace presente, disimulando entre el yuyo, un zorro, que venía con toda la intención de cazarlo al gallo. Pero el gallo alcanzó a verlo, ¿no? No se levantó al todo150, pero lo vio. Entonces voló arriba del árbol. Entonces el zorro llegaba áhi y que le dice:

-¡Eh! ¡Cómo te va! -le dice al gallo.

-Aquí 'stoy, tomando fresco aquí arriba.

-Bajate, que charlemos un rato -le dice el zorro.

-No -dice-, si podés subir vos, subí. Yo 'stoy bien acá, fresquito.

-No, ¡bajate!

-No, no, no me bajo.

-Seguro que has de 'tar creyendo que te voy hacer alguna cosa, que te voy a comer, que te voy a cazar, en fin. No, esas cosas ya se dejaron -dice-. ¿Vos no sabés que el gobierno ha publicado un decreto donde nosotros, los zorros, no tenemos que hacerles nada a ustedes, las gallinas? Los perros no tienen que hacernos nada a nosotros. Ni los perros al gato, ni el gato a los ratones. En fin, esa lucha -dice- entre animales y animales, ya se quedó sin efecto. Así que bajate.

-No, subí vos si querés.

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Y en tanto oía la conversación, entonce el gallo estiró un poco el cuello y miró así como a la distancia, y el zorro, di allá abajo lo miró. Y dice:

-¿Qué 'tas mirando?

-Y, de allá vienen unos dos tipos -dice-. Vienen a mula, con guardamonte, con lazo y todo eso. Y traen unos lindos perros -dice- galgos.

-¿A dónde? -le dice el zorro.

-Di aquel lado.

Pero, el gallo le equivocó, porque los tipos venían del lado contrario. Entonce el zorro le dice:

-Ya que no te querés bajar, me voy. Bueno, ¡chau!151

-¡Chau!

Y se fue. Pero a poca vista se encontró con los perros. Da la vuelta el zorro con la colita parada, corriendo, corriendo... Y cuando pasan debajo del árbol le dice el gallo, di allá arriba:

-Che152, parate, leéles el decreto -le dice.



Basilio Estargidio Martínez, 65 años. Malligasta. Chilecito. La Rioja, 1968.

Maestro jubilado, dedicado a la vitivinicultura. Nativo del lugar.



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54. El zorro y el gallo

LA RIOJA

Había un gallo que vivía apartado de la casa, en un árbol que él acostumbraba ir a dormir ahí. Y resulta que don Juan, el Zorro, lu había bichado, porque nu hallaba cómo hacerlo bajar pa comerlo -carne preferida de don Juan-. Y nu hallaba de qué artimaña valerse para hacerlo bajar. Una vez halla un pedazo de diario y se lo llevó abajo 'el árbol. Por cierto, don Gallo 'taba arriba acomodado pa dormir. Como tan temprano buscan sus locales pa dormir. Y... llegó don Juan con el diario.

-¡Ah! ¡Pero qué bien el decreto del gobierno! Este decreto dice (y lo leía):

«Los zorros no comer a los gallos, ni a las gallinas, ni a las aves. Y los perros no correr a los zorros».

¡Pero qué bien está este decreto del gobierno! Para mí esto merece aplauso.

Mientras tanto el gallo lo 'taba sintiendo di arriba 'el árbol, pero no se confiaba porque lo conocía que don Juan tenía tantas mañas.

-Venga, don Gallo. ¿No sabía el nuevo decreto del gobierno?

-¡No! -dice el gallo.

-Fijesé el decreto. Que nosotros no comemos a los gallos ni a las gallinas, ni a las aves. Ni los perros tampoco los corren a los zorros.

-¡Está bien! -le dice don Gallo di arriba.

-Pórque no se baja, así charlamos un rato.

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-No, ya es tarde. Ya es hora de que yo busco donde acomodarme. Yo ya no me puedo bajar.

Mientras tanto el gallo 'taba mirando y vio que venían unos arrieros y traiban unos perros.

-¡Don Juan!

-¿Qué hay?

-Allá vienen unos arrieros con unos perros.

-¿Di adónde vienen?

-Del lau del norte -dice.

Y en realidá venían del lau del sú.

-Sabe que por precaución, no vaya ser que estos perros no conocen el decreto del gobierno y me vayan a querer correr, es mejor que me vaya.

Y salió el zorro trotando, creendo que él nu iba en realidá para donde venía el arriero con los perros. En lo que iba trotando, agachado él, pensando ponerse a salvo, cuando mira que de ese lado venían los perros con el arriero. Y dio la vuelta don Juan y ha agarrau... ¡sálvate patitas, que nadie te salva! Cuando venía abajo 'el árbol ya los perros lo traían cerquita, y como el gallo lo 'taba viendo di áhi, le gritaba:

-¡Leeles el diario!... ¡Leeles el diario!...153

En esa emergencia hasta el diario había perdido el zorro, en la carrera que tráia disparando...



Isidro Segundo Páez, 53 años. Los Sarmientos. Chilecito. La Rioja, 1968.



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55. El zorro y el gallo

LA RIOJA

Una vez que iban dos viajeros que llevaban un gallo. Se les hizo la noche y acamparon al lado del camino y al gallo lo pusieron arriba de un árbol. El zorro oyó cantar al gallo y se arrimó a verlo, pero vio que estaban unos perros junto a los viajeros y cerca del árbol donde estaba el gallo, por eso no llegó. Cuando se fueron los hombres se olvidaron del gallo. Entonces llegó el zorro, buscó un papel, lo encontró, y se echó en el tronco del árbol haciéndose el que leía y decía:

-¡Las nuevas leyes que salen ahora! ¡El perro que no lo corra al zorro y el zorro que no lo coma al gallo!

El gallo vio que los hombres volvían y entonces dijo:

-Allá viene mi amo.

El zorro preguntó de qué lado venía y el gallo le dijo que del norte cuando venían en realidad del sur. Entonces el zorro disparó para el sur y se encontró con los perros. Los perros corrieron al zorro y éste pasó huyendo por debajo del árbol donde estaba el gallo. Entonces el gallo le gritó:

-¡Haceles ver el diario, ho...!154



Laureano Aguirre, 45 años. Mollaco. Rivadavia. La Rioja, 1950.

Lugareño con cierto grado de cultura.