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ArribaAbajoGuerras de animales

Animales de garras y animales de flechas


26 versiones y variantes


Cuentos del 473 al 507


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508. El tigre y el toro

La guerra entre animales de garras y de flechas


JUJUY

Una vez, dicen que el tigre tenía una cuevita en una aguada. Un charquito que gotiaba de una vertiente, en una barranca. El toro lo encontró la aguada. Como no anda bien con el tigre, el toro se bebió todo l'agua. Y ya se dio vuelta. Ha bostiado y lo dejó ensuciado al agua.

Cuando vino el tigre pa tomar, la ha encontrado toda sucia. Entonce el tigre le buscó al toro pa peliarlo. Y lo encontró en una cueva -el toro tenía también su cueva.

Y claro, como los dos son rivales. El tigre también le tenía miedo. El toro le ganaba siempre. El tigre salta sobre el lomo, y el toro lo clava con el asta.

Bueno. Se han encontrau. Quedan un día de peliar. Han indicau un día para peliar.

Tenían que peliá cerca 'e la cueva del toro. Entonce el tigre ya ha invitado su ejército. Y su ejército se componía de todos los bichos grandes, con garras, los osos, leones, tigres, zorros. El tigre ha rugido pa llamar sus compañeros. Y ha juntado un ejército grande.

Pasó como cuatro o cinco días. Y el toro 'taba así no más. Él estaba afilando las astas no más. Y va el escarabajo292, y lo habla, lo saluda:

-Buen día, señor Toro. ¿Y qué va hacer usté solo? El tigre tiene un ejército muy grande y en tal parte 'tá reunido. Si quiere yo lo voy ayudar.

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Y el escarabajo se ha compadecido del toro; como siempre él hace su bolo de la bosta de vaca, donde se rodea la hacienda. Por eso quería ayudar al toro.

-Yo lo voy a ayudar.

-Qué vas hacer vos, acatanca293 -le dice el toro.

-Como no -que le dice- yo traigo animales de flecha y los van a vencer a los de uñas.

Y le había acetado que le ayude, el toro.

-Entonce yo le voy a juntar mis amigos.

Él subió, entonce, al cerro más alto, y empezó a hacer su canto: rom... rom... rom... En seguida vienen los que tienen alas y flechas, avispas, San Jorges, Guancoiros de todas clases. Y así ha juntado y tenía los cerros llenos. 'Taba hirviendo la cueva de bichos.

Y ya llegó el día de peliar, de la batalla.

Y diz que el tigre dijo:

-Tiene que ir una patrulla a oservar.

Y como el zorro es más adelantado, que dice:

-Yo voy a ir -y salió a oservar.

Y el escarabajo ya ha instruido a su ejército, a sus soldados. En el momento del combate 'taban designados dos a los ojos y dos bajo la cola. Áhi tenían que flechar ellos al enemigo.

Y la instrucción del tigre era, a todos, atacar y peliar encarnizadamente.

El zorro ha ido como de patrulla. Pero como el escarabajo 'taba alerta, lo ha visto. Le mandó cuatro: dos lu han flechau en los ojos y dos en la cola. Y el zorro desesperado se revolcaba y se ha dado unos golpes y no se podía defender. No se desprendían los enemigos. Menos mal que había un charco di agua, y si ha metido en el agua. En el agua ya se salieron los enemigos, pero 'taba con los ojos hinchados, no podía ver. Entonce el zorro no volvió, ha quedau por áhi, enfermo.

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Cuando pasó más tiempo, el tigre ordenó que siguieran, que no esperen el zorro, que algo le pasó. Entonce ha elegido un abanderado. Y ha dicho el abanderado:

-Como yo voy adelante, siempre que alce la cola, vamos ganando la batalla; cuando baje la cola, ya 'tá perdido la batalla -y ya había que disparar.

Y entonce, cuando el tigre ordenó, marcharon todos los tigres, los osos, los liones, los zorros.

Y cerca de la cueva del toro salieron todos a atacar. Y muchos, como son chiquitos, no se le ven. El escarabajo ordenó a los de flechas: ¡al encuentro! Lo primero que han hecho, atacar al abanderado. Y el abanderado, de tres chuzazos no aguantó más. Al primero, saltó; al segundo, dio un brinco en el aire, y al tercero, se disparó. Y los atacaron a todos. Así que era una batalla muy peliada. Los animales de uña se daban golpes en la tierra, en las plantas, quebrando gajos, se revolcaban, 'taban enloquecidos, que no sabían cómo defenderse. Y salió perdiendo el tigre, se disparaba todo su ejército. Y entonce que aparece el patrulla, el zorro y que gritaba:

-Tiresén al agua, tiresén al agua, así mi hi salvau yo.

Y áhi si han salvau algunos. Con los ojos hinchados no distinguían nada.

Perdió el tigre. Y el toro ni ha salido de la cueva, y ya tenía la batalla ganada.

Y el toro muy agradecido se ha despedido del escarabajo y el escarabajo si ha ido con sus amigos, y yo m' hi venido para acá.

Jacinto Cala, 40 años. Agua Caliente. Cochinoca. Jujuy, 1958.

Nativo de este lugar lejano de la Puna. De familia colla.

En el cuento tradicional no intervienen animales domésticos, como en éste.



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509. La guerra del quirquincho con el suri

JUJUY

El quircuinchu qui 'staba durmiendo. Y que el suri qui ha dichu:

-¿Quiesti?294 ¿Pasto? ¿Plasta 'i vaca?

Entonce lu ha pisau al quirquinchu, y el quirquinchu si ha enojau, po.

-¿Pórqui, usté, mi pisa? -que le decía.

-Y porque yo ti piso, ¿por esu ti enojás? Hagamos una guerra -qui ha dichu-. Usté junte su gente y yo mi gente.

Y si ha ido el quirquinchu. Se ha ido a su compagre la perdiz. Y le ha dichu todu. Y no sabía quí hacer el quirquinchu. Y la comadre diz qui li ha dichu:

-Que no esté triste, compagre. Tengo unos dos poritos295 de hormigas malas, malas. Ésas matan todo.

Y le dio los poritos llenus, llenus di hormigas. Y que si ha veníu, po. Ande lu ha pisau al suri, áhi lo tenía qui aguardar al suri para hacer la guerra.

El suri ha juntau liones, zorros, cuervos, águilas, caranchis.

Es que dice que el suri lu ha mandau al zorro ande el quirquinchu. Y es que cuando ha 'stau llegando el zorro, el quirquinchu li ha largau hormigas di un poronguito. Y es que lu han agarrau las hormigas y el zorro ha disparau a meterse en un   —543→   ojo di agua. Y el suri qui 'staba meta aguardar y aguardar al zorro y qui nu aparecía. Y el suri si ha veníu con toda su gente ande el quirquinchu. Y han estau llegando ande el quirquinchu, y el quirquinchu ha largau los poronguitos di hormigas. Y las hormigas han agarrau a todos los animales. Y el suri había muerto con las hormigas y los otrus si han disparau. Y ha ganau el quirquinchu. Y áhi si acabó.

Valeria Cruz, 40 años. Sey. Susques. Jujuy, 1954.

Puneña analfabeta. Narra con verdadera gracia. Su expresión es la de los bilingües quichua-español. No habla quichua.



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510. La guerra del conejo con el zorro

SALTA

Resulta que un día andaba hambriau el zorro, y lo encuentra en un campito al conejo. Comiendo pastito lo sorprende el zorro. Lo salta, y erra el bote el zorro, y sale disparando el conejito y se va a la cueva. Y de allí lo habla el conejo. El conejo se llamaba Diego y el zorro se llamaba Antonio.

-Mirá, Antonio, vení -dice el conejo-. Vos has intentau comeme, pero ya verás -dice-. Vamos a hacer guerra -dice-. Tan hombre sos vos como yo. Si vos me ganás la guerra te tengo que respetar a vos, y si yo te gano, me tenés que respetar a mí. Y así.

Entonce, dice:

-Bueno -dice el zorro.

-Tal día va a ser la guerra, en este mismo lugar -dice el conejo-. Yo te voy a peliar de adentro de mi casa. Entonce -dice- vos te encargás de buscate los ejércitos, y yo los míos.

Y así el zorro se busca caballos, bueyes, toros, burros, toda clase de animales grandes. Y Diego va y se busca toda clase de bichos de flecha, como ser avispas, guanqueros296, sanjorge297, madre bala, madre lachiguana, y así. Entonce llega el día en que tenían que combatir. Y ya Diego tenía el porongo lleno de bichos   —545→   de flecha, porque los había juntado en un porongo298. Y el zorro llega con toda su gente, con todo animal grande.

Llegó la hora del combate. Dice que el zorro hizo avanzar a toda su gente por sobre la casa del conejo; que le habían derrumbau la cueva. Y en eso, dice que Diego sale y destapa el poronguito de bichos, y salen los bichos y los agarran a los toros, bueyes, caballos, burros y los agarran y los picaban por todas partes. Los animales desesperados que se han mandado a mudar. Y por ahí andaba el zorro, y también dice que lo han agarrado a él y lo han picado por todas partes. Y él agarró para abajo de un arroyo y se zampó en el agua, y les gritaba a los compañeros:

-¡Al agua, compañeros! ¡Al agua, compañeros! Que áhi me salví yo.

Y así lo ganó la guerra Diego a Antonio.

Eusebio Maita, 46 años. Salta, 1952.

En el cuento tradicional no intervienen animales domésticos como en éste.



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511. La guerra del chilicote y el tigre

TUCUMÁN

Diz que el chilicote299 estaba en guerra con el tigre. Bueno... Y cada uno tenía que encuartelar la gente para la pelea. El chilicote juntó las avispas coloradas, los guanqueros, las balas, las madres de balas, los caranes300 y las lechiguanas, toda la gente de flecha. Y el tigre juntaba la gente de uñas y dientes, como leones, gatos del monte, mayoatos301 y tigre onza.

El tigre lo mandó al sargento que se llamaba Juan el Zorro para que declare la guerra con el chilicote. Y jue el sargento y le ha dicho al chilicote si ya 'taba listo, y el chilicote le ha dicho que sí. Entonce el sargento ha querido ver la gente. Y tanto ha pedíu el sargento que le abra la puerta para ver la gente, que al fin el chilicote le ha abierto uno de los porongos con guanqueros. Y áhi han salido los gunanqueros enojadísimos y lo han agarrado al sargento por los ojos, la cabeza, el lomo, la cola, por todos lados. Y el zorro ha disparau, ¡y nada! Se revolcaba, ¡y nada! Y por fin ha tenido que revolcarse en el barro y meterse al agua para que lo puedan dejar. Di áhi se ha podido ir a avisar al tigre que estaba la gente del chilicote, lista, pero no le dijo nada de lo que le había pasado.

Ha llegado el día de la batalla. El tigre ha llegado con su gente. El zorro que se había puesto en un bordo302, algo retiradito,   —547→   y ha dicho que di áhi iba a mandar. Y ha llegado después el chilicote y en seguida ha dehencuartelado303 su gente, que ha abierto la puerta de los porongos. Y áhi que han salido todas las avispas. Y luego la gente del chilicote la agarró a la gente del tigre y la flechaban por la cabeza, el cuerpo, la cola, por todas partes. Y que los leones, los mayoatos, el tigre y los tigres onza disparaban, saltaban, se enloquecían y gritaban, y no sabían cómo defenderse de la gente del chilicote que había sido tan mala. Y el sargento de lejo que les gritaba:

-¡Revuelquensén en el barro y echensén en el agua! ¡Al agua! ¡Al agua! Hagan como yo hi hecho.

Y áhi que el tigre y la gente del tigre se han revolcado en el barro y se han entrado al agua, y recién304 se han podido salvar de la gente del chilicote.

Entonce el tigre le ha tenido que pedir por favor que retire su gente el chilicote y se ha dado por vencido. Y así ha ganado la guerra el chilicote con su gente que es chiquita pero muy mala.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Un gran narrador.



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512. El zorro y el quirquincho

La guerra


TUCUMÁN

Dice que una vez el zorro y el quirquincho, que eran compadres, se hicieron un desafío.

-Compadre, hagamos una guerra. Usté busque sus soldados y yo buscaré los míos -había dicho el zorro.

El quirquincho, ante tal propuesta, se quedó pensativo, pero le acetó.

El zorro que la créia segura a la vitoria, buscó al tigre, al lión y otros feroces animales, mientras tanto el quirquincho se consiguió unos cuantos porongos vacíos, y en ellos metió una enormidá de huanqueros, abejas y avispas, animalitos que simpatizaban del quirquincho y que decidieron ayudarlo.

Salieron a un campo, y ya venía el zorro, con los tigres, leones y otros animales feroces.

Apenas se inició la pelea, el quirquincho les largó un porongo con huanqueros, luego los otros con las abejas y avispas.

El zorro le gritaba al quirquincho:

-Vamos, compadre, a no hacer trampas, a no hacer trampas...

Los huanqueros, abejas y avispas picaron de tal modo a los soldados del zorro y al zorro mismo, que salieron huyendo, y no se les vio el polvo...

Florio Soto, 50 años. Yasyamayo. Tafí. Tucumán, 1951.

Lugareño de cierta cultura. Buen narrador.



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513. La guerra del sapo con las fieras

TUCUMÁN

Había una vez un sapo que le tenía rabia al tigre y lo desafió a un combate. La guerra tenía que ser en un lugar encerrao, según determinó el sapo.

El tigre intrigao al verlo al sapo tan corajudo, lo mandó a su sobrino el zorro para que, haciendosé el tonto, viera con qué elementos contaba el sapo.

El sapo tenía para la lucha, cajas de barro llenas de avispas, guanqueros, pijes, caranes, a las que tenía tapadas y puestas de trecho en trecho en todo el local.

Al verlo al zorro que se acercaba, urgó las cajas para hacerlas enojar a las sabandijas y lo hizo dentrar al zorro, trancó la puerta y le sacó la tapa a la caja con los bichos. Éstos se prendieron del zorro que daba gritos y no podía encontrar la puerta pa juyir. Cuando ya lo vio muy enloquecido le abrió la puerta para que se escape y el zorro se tiró en una represa con agua para amortiguar el dolor. Luego se fue a la casa del tigre y le dijo que el sapo sólo contaba con unos cuantos sapos locos, cuidandosé de contarle lo que le había sucedido.

El tigre para estar más seguro, invitó a todas las fieras del monte, y avanzaba con su ejército al lugar del combate, diciendolé al zorro que como conocedor, haga la punta, pero el zorro, sabedor de lo que iba a pasar se escabulló a una orilla, dejó pasar a los otros y él se quedó rezagao.

Cuando entraron, el sapo destapó su ejército y enfurecidos por el bochinche se prendieron a las fieras, y era una de bramidos y gritos de desesperación.

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Cuando ya los vio rendidos, el sapo les abrió la puerta y salieron a los tropeles con el zorro a la cabeza que los llevó derechito a la represa donde él amortiguó las picaduras y se revolcaban de dolor, mientras que el sapo se despanzurraba de risa en la puerta de su casa.

Isabel Jiménez de Acosta, 65 años. San Miguel. Río Chico. Tucumán, 1954.

Nativa de la región. Tiene cierto grado de cultura. Buena narradora.



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514. La guerra con el sapo

SANTIAGO DEL ESTERO

El tigre era acostumbrado a ir a tomar agua en un pozo en lo más tupido del monte. Y cuando estaba tomando agua, el sapo, que estaba debajo, y no lo vio el tigre, le dijo:

-¡Epa!, ¡amigo!, no me vaya a pisar. Vea que hay gente.

Le contesta el tigre:

-¡Of!, yo creía que era bosta 'i vaca.

Entonce, el sapo le dice:

-No se burle, amigo, yo le puedo hacer una guerra.

Y áhi no más se desafiaron y se dispusieron a peliar. Fijan día y lugar donde iba a ser la pelea.

Para ese día el tigre había reunido a toda su gente. Eran cuchis305 del monte, leones, osos hormigueros, zorros.

Y el sapo había reunido toda clase de avispas: carán306 coloráu, carán negro, lachiguanas, balas, guancoiro.

Entonce, el tigre fue al campamento adonde iba a ser la batalla. Antes de acercarse mucho mandó al sobrino, a don Juan, a preguntarle al sapo si ya 'staba listo para la batalla. Entonce el sapo le hizo contestar:

-¡Que venga no más!

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Y áhi, cuando salió con su ejército, el tigre, al sobrino que hacía como de secretario, centinela, asistente, lo mandaba de trecho en trecho y preguntaba y gritaba:

-¡Mi sobrino!

Y el otro contestaba:

-¡Aquí voy!

Cuando llegaron al campo de batalla ordenan los dos:

-¡Avancen, muchachos!

Y las avispas del sapo se vinieron y se juntaron con la gente del tigre, y los enloquecían. Y locos se revolcaban. Y el zorro no sabía qué hacer. Y el tigre bramaba, y siempre le gritaba:

-¡Mi sobrino!

Y el zorro le gritaba:

-¡Al agua, tío! -había habido una laguna cerca.

Cuando vio el peligro se escondió en el montecito, en medio de los yuyos, y de áhi le gritaba:

-¡Al agua, tío!

Y el tigre no lo oía, hasta que lo oyó y se metieron todos al agua. Y áhi recién se salvaron.

Y ganó así la batalla el sapo.

Andrólico Gil Rojas, 60 años. Santiago del Estero, 1953.

El narrador es Director de escuela, jubilado. Ha publicado un volumen de cuentos recogidos de la tradición oral.



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515. La guerra del chilicote con el tigre

CATAMARCA

El tigre andaba en el campo y estaba por cazar una mula, y el chilicote, cuando él iba a atraparla a la mula, ¡chii!, dice el chilicote. Vuelve otra vez a atrapar otro animal. Él, que va a pillarlo, ¡chii!, el chilicote. Va otra vez, tercera vez, a pillar otro potrillo, y grita el chilicote, ¡chii! Y dispararon los animales, por cierto. Y él estaba en un palo, subido el chilicote. Y le pega un manazo, el tigre:

-Te voy a hacer una guerra. Voy hacer que todos mis compañeros te maten.

-Muy bien, señor Tigre, cómo no, convocados.

Bueno... Y se juntan.

Se va el chilicote y busca muchos bichos de la grey de él, avispas, guanqueiros y todo animal de la especie de él. Y encantonó toda la gente. Y el tigre encantonó toda la gente de él, leones, panteras, en fin, todos los animales, lobos, zorros, comadrejas, todos.

Y lo manda al zorro, el tigre:

-Andá -que le dice-, Juan, a ver qué gente tiene el chilicote.

Y lo manda y se va.

Y el chilicote le larga un guanqueiro y se le priende en el poto307, bajo la cola, ¿no? Y toma el zorro disparando y se va   —554→   y se pierde en el agua. Al agua, para que se desprienda el guanqueiro. El zorro volvió y no contó nada. Quería que todos se lleven la misma picardía que le hicieron a él.

Y largaron la gente. Y los guanqueiros y las avispas se les prendieron a los animales feroces en el poto y tuvieron que salir disparando desesperados.

Y el zorro 'taba arriba di un tronco y les decía:

-¡Al agua como yo hice! ¡Al agua como yo hice! ¡Al agua como yo hice!

Se hicieron pedazos ellos mismos por desprenderse de la picadura de los guanqueiros, de las avispas coloradas, de todas las avispas malas.

Y ganó la guerra el chilicote.

Ramona Villafañe de Coronel, 86 años. San Fernando del Valle de Catamarca, 1968.



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516. El zorro y el tigre

La guerra


CATAMARCA

Había una vez un tigre malo y egoísta que quería comer a un pobre zorro que se buscaba la vida de todas maneras, hasta que un día se encontraron cerca de una laguna. Y conociendo el zorro las intenciones del tigre, le dijo que a pesar de ser él, el más fuerte de todos los animales, y él un pobre zorro, lo invitaba a hacer una batalla. El tigre convencido de que le iba a ganar muy lejos, moviendo la cola y dando un gran rugido, le dijo que hicieran la batalla. Quedaron de encontrarse en ese mismo lugar.

El tigre llamó a toda su gente, que tenían garras como él, leones, tigres, pumas, panteras, gatos, preparando así un gran ejército.

El zorro preparó un ejército de gente con flecha como abejas, guanqueros, avispas, sanjorges, caranes.

Llegaron a la laguna el día indicado. El tigre venía con su gente atronando el campo. El zorro venía en sentido contrario y su gente se vía como humo en el suelo. A una orden del jefe volaron los bichos del zorro y se les pegaron en los ojos, en el hocico, en la cola de los animales de garra. Los animales de garra desesperados pegaban unos brincos tremendos y se revolcaban en el suelo, rugiendo y bramando, y echaron a correr dejando el campo libre.

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El zorro, de adentro de la laguna, le gritaba al tigre:

-Tirate al agua como yo lo hago.

Juan Vargas, 16 años. San José. Fray Mamerto Esquiú. Catamarca, 1951.

El narrador, nativo del lugar, ha cursado los grados de la escuela primaria.



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517. El chilicote y el león

La guerra


CATAMARCA

Diz que un chilicote308 que vivía en el campo s'hizo con gran sacrificio una casita. Había llamao a muchos de su familia que li ayuden y al fin la había terminado.

Diz que la estaba estrenando a la casita cuando llega el lión, y como es tan soberbio la pisa y la aplasta a la casita. El chilicote apenas pudo salir por una rendija y se le paró adelante al lión y le ha dicho:

-Bárbaro, cuasi mi hais muerto.

-Dejate de tanta bulla -li ha dicho- yo nu hi visto este zoquete 'i barro.

Áhi si ha enojado el chilicote y lu ha desafiau a una guerra. El lión ha dicho que güeno y ha dau la fecha del encuentro.

El lión se jue muy tranquilo a su casa. El chilicote se puso a trabajar noche y día formando un ejército de avispas, abejas, bumbunes, guanqueros, todos animales de flechas. A todos les iba concentrando en canutos de caña.

Diz que habían pasado varios días y el lión resolvió mandar a uno de sus sirvientes, al zorro, con la misión di averiguar con qué juerzas contaba el chilicote.

El zorro ha llegado a la casa del chilicote y li ha dicho que venía de parte del lión a ver si ya 'taba listo. El chilicote   —558→   ha contestado que ya. Y diz que el zorro de curioso ha dicho si puede mostrarle parte de sus juerzas. El chilicote largó la primera compañía y las avispas enojadas lu han agarrao al zorro por todas partes ande lo podían picar y lu han dejao lleno de tolondrones y cuasi ciego. Y así volvió el zorro a llevarle la noticia al lión. Cuando el lión lu ha visto tan hinchao le ha preguntao si por qué volvía en ese estado, cuasi desconocido.

Diz que el zorro, que siempre anda por vengarse del lión, le ha contestao:

-M'hi dao un baño y mi ha hecho mal la tierra caliente.

Después le ha avisado que las fuerzas del chilicote eran unos cuantos animalitos inofensivos.

Diz que el lión, cuando ha llegado el día señalado, ha invitado a su señora, la liona, y a animales de garra, como liones, tigres, gatos monteses. Y si ha ido seguro de que ya se puede dar por ganado.

Diz que se han encontrado y el chilicote ha largado todas sus fuerzas. Los bichos de flechas han salido furiosos y los han agarrado a los bichos de garras por todas partes del cuerpo ande se podían prender y los han flechado. Estos bichos de garras bramaban y se revolcaban de dolor y no sabían qué hacer. Al fin han disparado todos y ha ganado el chilicote.

Diz que cuando el lión ha visto que todos 'tán hinchaos como el zorro, si ha dau cuenta de la picardía de éste y lu ha sacao corriendo. El zorro se ha disparau y si ha metío en una cueva. Y áhi ha quedao el lión esperando.

Diz que una vez que el zorro si ha créido seguro y que se li ha pasau el susto, ha empezao a ponderar las patitas que lo habían salvao, enojandosé en cambio con la cola que le ha servíu de estorbo. Y áhi li ha dicho a la cola que la va a botar y sin querer la ha sacao un poco. Áhi el lión lo ha pillao de la cola, lu ha sacao afuera y lu ha muerto pa que le pague todas las que li ha hecho. Y así ha terminao el zorro.

Águeda Avellaneda, 75 años. Los Quinteros. Tinogasta. Catamarca, 1946.

Nativa de la región. Muy buena narradora.



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518. La guerra

CATAMARCA

Dice que una vez estaba el tigre echau en una sombra. Había comiu una ternera, dice, y 'taba lleno. Y los mosquitos lo molestaban, dice. Y les tiraba unos manotones. Y otro manotón, y otro manotón. Y se le volvían a las barbas los moscos. Que dice:

-¡Ay, estos animales tan ordinarios, sólo pa molestar sirven! Si los destrozaría a todos.

-¿Y qué vas hacer? -que le dice una avispa que li había bramau en las orejas-. ¿Qué vas hacer? Vos sos grande.

-Te golpeo -es que dice.

-Por una apuesta -dice-, yo te 'vía peliar, yo te vía hacer una guerra.

-¡Meta! -que dice, y se levanta el tigre.

-Vamos hacer una guerra --dice-, y el que pierda tiene que abandonar la comarca. El otro va quedar áhi.

Si había ido la avispa y li había avisau al guanquero, a la abeja, a la lechiguana, a la bala, al bumbul, al San Jorge, al iliguanche, a toditos los bichos esos bravos pa picar.

Y el tigre, dice, había pegau un bramido, dice, y lu había llamau al león, al zorro, al perro, a todos los carniceros.

Y han formau la línia de batalla. Ha hechu un campo parejo, dice.

Y han hecho al fin el encuentro y han veníu las avispas, los guanqueros y se les habían pegau, dice. De los ojos no podían, del hocico, sí, que tenían un pedacito limpio, pero del anca áhi tenían el pedazo redondo, grande, sin pelo. Y di áhi   —560→   se les habían pegau todos. Dice que disparaban los bichos, se sentaban y araban con la cola y disparaban. Hasta que se habían hecho una reunión lejos. Que dice un joven:

-Lo único que tenimos pelau es el ocote309 -que dice. Aquí, dice, se vamos a sacar el ocote y lo vamos a poner aquí.

Se 'bían sacau los ocotes y los 'bían amontonau.

Y habían vuelto a la carga. Dicen que mientras tanto las abejas y los otros ya 'taban en línia, esperandolós. Habían vuelto a la carga, les tiraban mordidas, zarpazos, colazos. Y nada, los otros si habían ganau en lugar de triunfo. Y claro, dice, y el güeco más grande le habían llenau, dice. Y habían disparau peor. Los galgos, qui habían ido primero, dice, qui atinaban al ocote que pillaban, se lo ponían y disparaban.

Así que si habían puesto los más lerdos los bultos que 'bían quedau atrás, que si habían puesto los ocotes que 'bían sobrau. Y se los 'bían cambiau, pues. Por eso cada vez que se encuentran, que se huelen el ocote pa ver si no es el que si han puesto cambiau, éste, a ver si recuperan el de ellos.

Perfecto Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.

El último motivo es el del cuento muy conocido Por qué se huelen los perros.



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519. La guerra del tigre con el champi

LA RIOJA

Una vez se declararon la guerra el tigre con el champi310. El tigre reunió sus tropas que eran los animales de uña y diente, como el zorro, el puma, lobo, león, gato montés. Y el champi reunió todos los animales de flecha, como bumbunes, avispas, guanqueros.

El champi acuarteló su gente dentro del hueco de cañas donde se sentía un solo zumbido y el tigre reunió sus tropas a campo raso.

El tigre creía una fija ganar esta guerra. Nunca podía pensar que animales tan pequeños pudieran vencer a ellos que eran fuertes y poderosos.

Como era necesario saber con qué número contaba el champi, el tigre lo manda al zorro por más diablo, con esa misión. El zorro llegó al campamento del champi y le pide que le largue siquiera unos diez para hacerle ver quien era él. El champi le hizo una largadita de unos pocos. Unos se le prendieron de los ojos, otros del hocico y otros del sieso. El zorro grita y huye hasta meterse en un pozo con agua que había en las proximidades.

Luego vuelve a su campamento y le informa al tigre que el enemigo era mucho, pero que cada uno de ellos podía batir   —562→   a más de cien enemigos. Entonces el tigre ordena marchar sobre el enemigo, pero el zorro se queda a la cola de las tropas.

Y ya los enemigos frente a frente, el champi le larga una parte de su gente, sucediendolés lo mismo que al zorro. Y el zorro les gritaba desde lejos:

-¡Al agua, compañeros, como yo lo hice!

Norberto Peñaloza, maestro. Tama. Vélez Sársfield. La Rioja, 1948.

El narrador ha oído el cuento a campesinos de la región con frecuencia.



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520. La guerra

LA RIOJA

Una vez el lión tenía unas higueras a medias, y el quirquincho había entrao a robarle brevas. El lión lo había pillao y se fue a correrlo. Entonces el quirquincho se l'enculao311 y se habían desafiado a una guerra.

El lión se había juntao tigres, liones, lobos, zorros, todos esos bichos más malos, y el quirquincho se había juntao todos esos bichos de flecha, avispas, abejas, bumbune, y se había ensillao un suri, y él se había ido con los porongos llenos de cada lao, y los había bajao en el lugar indicao, donde iba ser la guerra.

Y bueno, al primer encuentro, el lión había mandao un zorro a atacarlo al quirquincho, al ver qu'el quirquincho iba solo.

Y al llegar, el quirquincho le había aflojao un poquito al porongo de las avispas. Y le pegaron una batida al zorro que se metió al agua. Se revolcaba en la tierra, se refregaba en los montes y eso no más han visto los otros, y tomaron el hilo disparando todos por una loma.

Agapito Gaitán, 33 años. Guanchín. Chilecito. La Rioja, 1950.

El narrador es originario de la región. Buen narrador.



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521. El tigre y el quirquincho bola

LA RIOJA

Una vez se dijustaron el tigre con el quirquincho bola. El enojo fue tal que se declararon en guerra. El tigre buscó todos los animales más grandes y de garra, liones, panteras, zorros, pumas, perros, gatos, en fin, cuantos eran temibles.

Por su parte, el quirquincho juntó todos los de aguijón, avispas, bumbunes, abejas, que fue colocandolós en dos porongos. Ya alistados los ejércitos, el tigre mandó al zorro para que hable con el quirquincho y acuerden acerca del día y lugar donde se llevaría a cabo la batalla. Se presentó el zorro quen habló al quirquincho de esta manera:

-Ya el señor Tigre tiene listo su ejército ¿y usté qué gente va a presentar?

El quirquincho mostró al zorro sus dos porongos diciendolé:

-Aquí tengo a mi gente.

El zorro rió sarcásticamente:

-¡Cómo me gustaría ver a sus soldados y conocer su capacidá!

-Muy bien -contestó el quirquincho, quen no demoró en sacar dos avispas de uno de los porongos, las que atacaron al zorro.

El zorro al sentirse flechado se revolcaba, daba saltos, se enloquecía y corrió a meterse en el río. Luego todo hinchado y dolorido llegó adonde estaba el tigre. El tigre le preguntó si qué le había pasado por lo que venía así.

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-Hi peliado con todo el ejército enemigo, le puedo asegurar a usté que no los harán nada. El puñado de soldados no alcanza a llenar dos porongos y mañana los esperan.

Al día siguiente el tigre fue con todo su ejército. El tigre como jefe, se había colocado arriba de un bordo, y de pronto, sin comprender lo que pasaba, vía que toda su gente se revolcaba y se golpiaban como enloquecidos entre una polvareda. Como los bichos se desbandaron por todos lados, llegaron unas avispas que pusieron en desesperante situación al tigre. El zorro que se había colocado en un buen escondite gritaba riendosé:

-Corran al agua, como lo hice yo.

De esta manera el quirquincho venció al tigre.


Que pase por un zapato roto
y que usté me cuente otro...



Gregorio Herrera, 61 años. El Bordo. General Belgrano. La Rioja, 1950.

Nativo de la región. Buen narrador.



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522. La guerra del tigre y del abejón

MENDOZA

Se hicieron una guerra el tigre y el abejón y cada uno juntó su gente. El abejón juntó todos los animales de flecha y los puso en un porongo. Y el tigre juntó la gente con garras como el león, el gato montés, los zorros. El zorro, que se llama Juan del Campo, era el asistente del tigre. Ya cuando estaban todos listos, lo manda el tigre al Juan del Campo a ver la gente contraria.

Se asoma Juan del Campo y el abejón dice:

-Éste viene explorando -y le lanzó una avispa.

La avispa lu agarró por el trasero al zorro. Y, ¡uta!312, pegaba el zorro unos saltos pa arriba y se revolcaba. Y no sabía quí hacer, hasta que se mandó a la laguna. Y áhi se salvó de la avispa.

Y el Juan del Campo volvió ande 'taba el tigre y no dijo nada.

-¡Si ni gente se ve! -le dijo el zorro al tigre-. Cuando lleguemos no más les vamos a ganar.

Y ya llegó el ejército del tigre bramando y no veían nada. Y entonces preguntaron por el capitán.

-Presentesé -le dice el tigre- que ya le vamos a meter balas.

Y ya que el abejón tocó su instrumento -que tiene voz como corneta, el abejón- y destapó el porongo. Y salió el ejército de flechas y lo atacó al de garra. Que se les prendieron por la boca, por los ojos, por el trasero, y los flechaban sin lástima. Y áhi se   —567→   dieron güelta y huyeron desesperados los animales salvajes. Y el zorro que si había quedado aparte, mirando, que les gritaba:

-¡Aprovechen, tirensén al agua, como lo hice yo! ¡Tirensén al agua como yo!

Y si han echado al agua y di áhi si han disparado al campo.

Y ganó el abejón con su ejército de soldaditos tan chiquitos, pero tan bravos.

José Mercedes Brizuela, 70 años. Lavalle. Mendoza, 1951.

El narrador es hombre del pueblo.



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523. La guerra del tigre con el quirquincho

MENDOZA

Una vez s'hicieron guerra el quirquincho con el tigre. Cada uno se puso a juntar gente. El tigre juntó los animales de dientes y de uñas, los tigres, los liones, los zorros, los chiñe313, los gatos monteses, las comadrejas. El quirquincho juntó los bichos del campo de lanceta, las abejas, las avispas de todas clases -qui hay tantas-, los matarañas314, los abejones. El rey de las abejas y de las avispas li ayudaba al quirquincho. 'Taban todos los animales de flecha en unos poronguitos.

El tigre lo manda a don Juan, al zorro, comu es tan activo a que vea cómo va la guerra.

Don Juan va y habla con el quirquincho:

-Estoy dispuesto -le dice el quirquincho-. El día que quera.

Y el zorro no sabía cómo hacer pa ver la gente que tenía el quirquincho. El quirquincho li había dicho que su gente eran bichos chicos, de lanceta. Y él había visto algunos qui andaban sueltos. Entonce va el zorro y le dice al tigre:

-Si no tiene ni pa principiar, si tiene cuatro avispas locas. Yo sólo me las aplasto. Yo tapandomé los ojos y la nariz, con la cola me defiendo. Hay que avanzar, ya 'tá listo.

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-Mirá qui hay que ver bien, chey315 -le dice el tigre-; mañana vamos a hacer el avance a las diez. Vos vas a ir primero, pa qui avisís comu es la gente.

Y al otro día hicieron el avance. Pegó un grito el zorro y salió adelante:

-¡Listos, muchachos, para avanzar!

Y avanzaron la gente de los dos lados. Cuando llegó el zorro, pegó un grito el quirquincho, y el rey de las abejas y de las avispas largó la gente de un poronguito. Y lu agarraron a flecharlo al zorro por todo el cuerpo. Se revolcaba, el zorro, de dolor, que no se podía defender. Se levantaba y se volvía a quer316. Y al fin se encontró con un pocito di agua y se zampó áhi. Y no dijo nada para que a los otros que venían atrás también les pasara la misma mano.

Y avanzaron los animales de dientes y de uñas, y los agarraron la gente de lanceta. Los flechaban por los ojos, la cola, las narices, por todas partes, ande se podían meter. Y éstos no se podían defender. Y 'taban locos. Y andaban entre verados en la tierra, enterrandosé, redotados317. Y ganaron no más los de lanceta.

Y áhi el quirquincho lo redotó al tigre.

Máximo Reyes, 68 años. Las Cuevas. Tupungato. Mendoza, 1951.

Muy buen narrador.



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524. El desafío del sapo y del tigre

SAN LUIS

Un día a la mañana, pasando el tigre por las pasadas que siempre hacía él, pisó un sapo. Entonce se enojó el sapo y di atrás lu habló:

-¡Epa, amigo! ¿Pórque me pisa? Entonce el tigre, sin darse vuelta, le dijo:

-Perdoná, no ti había visto. Me creí que eras una retaca de vaca318:

Entonce el sapo, muy ofendido, le dijo:

-Toda la gente de tu calaña pisotea a cualquiera, sin tener consideración a nadie, como si fueran los únicos que valen. Entonce el tigre se reía y le decía que no se enojara, que no lu había visto.

El sapo 'taba áhi, muy enojau, parau en cuatro uñas. Bueno... Entonce le empezó a decir al tigre que toda la familia d'el era así, que a todos los chicos lo trataban con desprecio, y que no se daba cuenta que eran grandes, pero que eran más inferiores que los animales chicos, más inferiores que él y que otros animales. Y le dice:

-Los chicos somos más malos y más bravos que ustedes, los animales grandes que se las dan de muy malos.

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Claro, el sapo 'taba ofendido hasta l'alma. Entonce el sapo lo desafió al tigre a una lucha, a una lucha entre todos los animales chicos y todos los animales grandes y malos, de la calaña del tigre.

-Bien, quedamos di acuerdo -dijo el tigre.

Eligieron cierto lugar donde se iba hacer la lucha. Y tenía que ser entre dos o tres días. Y eligieron un día en la mañana, bien temprano.

Entonce cada uno empezó a juntar su gente.

Entre la gente que tenía el tigre 'taba el zorro, el lión, el gato monté, toda la familia de los tigres, en fin, todas las fieras, toda esa compañía de malos, que tenían garras y dientes de malignos.

El sapo juntó gente chica, de flecha como enjambres de abejas, de avispas, de abejones, de mata arañas, que pican y que son muchísimos.

El tigre y las fieras querían saber qué gente tenía el sapo. Y claro, todos se reían. Di una plaza alcanzaron a ver al sapo cuando se encaminaba para el lugar de la cita, al lugar ande era la batalla. Lo vieron de lejo y vieron que el sapo se corrió al monte. Entonce el tigre con todo lo malo y grande que se creía entró a desconfiar. Entonce lo mandó al zorro, como es tan vivo que fuera a ver qué fuerza tenía el enemigo.

El zorro fue. Se quería esconder entre los yuyos y se quería hacer el que andaba no más como de paseo, pero como todos lo conocen bien, lo atacaron. Salió disparando y loco de dolor. Se sacudía, se revolcaba, y nada, no lo dejaban las avispas que lo perseguían. Y no tuvo más remedio que tirarse al agua y así se salvó de las picaduras. Ya se dio cuenta, el zorro, que lo habían mandado para probar, y pensó que los otros no se la iban a llevar de arriba, que tenían que sufrir como él ese mal rato. Entonce llegó y dijo que no había ninguna novedá. Entonce el tigre le dice:

-Pero, ¿qué parece, Juan? ¿Tiene gente u no tiene, el sapo? Entonce el zorro dice:

-Yo vi unos bultitos, unos montoncitos en el medio del monte. Eso era lo que había, pero para mi ver, eso no tiene importancia, tío tigre.

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Entonce, cuando el zorro vino con el parte y decía que no había ninguna novedá, el tigre dio la orden de avanzar a su tropa.

-Bueno, ¡a la carga! -dijo y avanzó con toda su barra.

El sapo ya había llegado al lugar de la lucha y 'taba esperando.

Entonce entraron ande 'taba el sapo y avanzaron todo el ejército de los grandes, de las fieras. El zorro con disimulo se quedaba atrás, listo para disparar. En primera fila iba el tigre, como jefe. En cuantito asomaron al terreno de la lucha, salieron enjambres de animalitos de flecha, y al primero que agarraron fue al tigre. Y se les prendieron a los animales de garras los bichitos de flechas y los picaron por todos lados ande podían meterse. Y eran las partes que más les dolía, la boca, los ojos, las verijas, el ocote319. Todos se revolcaban de dolor y disparaban. El zorro, de lejo no más, cuando vio el desbande, le gritaba al tigre:

-Dispare al agua, tío tigre. ¡Al agua! ¡al agua!, como yo lo hice.

El zorro no había dicho atada, de pícaro.

Y áhi rumbiaron para el lau del agua y se tiraron al agua, y así se defendieron, pero perdieron no más.

Y le ganó el sapo la batalla al tigre. Y todo jue por causa del lío que hizo el tigre.

Nicasio Muñoz, 25 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1987.

Trabajador rural. Ha concurrido a la escuela primaria.



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525. El burro y el tigre

La guerra de los animales


SAN LUIS

El burro que tenía una aguadita para él, áhi no más. Y entonce una vez había ido el tigre a la aguada y dispuso de echarlo al burro. Y que le dijo el burro que no l' iba entregar nada el virtiente320, que era d' él. Y entonces estos ya se dispusieron a una guerra, a peliar, a ver quen se quedaba con el vertiente.

Entonce quedaron en juntar la gente que iba a peliar con ellos, plazo de tres días. Y cada uno iba a juntar su ejército. Y el tigre que juntó los tigres, liones, zorras, zorrinos, animales feroces de uñas y de dientes.

Y el burro qué iba a hacer, jue de discurso321 no más, y así ganó. Les empezó a avisar a las avispas y a las abejas que venían a tomar agua, que el tigre iba a venir a quitarle el virtiente y que naide más que él iba poder tomar agua áhi. Y les pidió que se reunieran con él para peliar. Todas dijeron que bueno. Y juntó el burro, un gran ejército de abejas de toda clase, de avispas de toda clase, de abejones, de matarañas, todos animalitos de flecha322. A unos pocos los embotelló y que los demás s' iban a quedar en los montes que 'taban cerca y que iban a salir a una voz. Que estaban negros los montes de bichos de flecha, esperando el aviso del burro para atacar. Todos 'taban áhi cerca, en unos talas, juntos para entrar en la pelea. El burro les iba avisar.

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Y el tigre, que al tercer día lo manda a don Juan, al zorro, como de bombero323, a ver como 'staba el ejército del burro y a decirle que se prepare, qu' él tiene muchísima gente y muy mala. Y que el burro le dice:

-Yo 'toy solo, no tengo más de mí y esa botellita con unas pocas avispas. No hay más de mí acá y esos bichitos.

Y el burro 'taba di acuerdo que cuando él refunara324 s' iban a venir todos sus ayudantes y iban a atacar.

Y el Juan de metido, y por ver, destapó la botella y salieron las avispas y lu agarraron. Y él salió huyendo que no se podía defender, y se ganó al agua para librarse de las avispas.

Bué... Y claro, él se dejó estar hasta que se libró de las avispas.

-¡Carái! -que dice el zorro-, a mí no más no mi han de joder estos bichos, yo los voy hacer joder a los otros.

Y se jue ande 'taba el tigre, el zorro, y le dice que el burro 'taba solito, que tenía una poquita gente no más.

Y entonce avanzó el tigre con su gente. Empezaron a dentrar a una quebrada. Ya cuando comenzaron a pasar la aguadita, el burro ya refunó, y las avispas y los otros bichos con flecha se vinieron y los agarraron a los animales feroces por los ojos, por el trasero y por las partes que no tenían pelo. Y los animales con uñas y dientes no podían defenderse y se refregaban en el suelo, y no sabían cómo librarse de los bichos con flecha.

Y el zorro quedó lejito, no más, y que di allá les gritaba:

-¡Al agua, compañeros! ¡Al agua, compañeros!

Y algunos se largaron al agua y otros se dispararon y no volvieron más. Y el tigre también se disparó.

Y así el burro le ganó la guerra con los animalitos chicos, al tigre con los animales feroces, y quedó dueño de la aguada, ande dejaba beber a todos los animales del campo.

Prefiterio Heredia, 54 años. Las Cañas. Los Corrales. Ayacucho. San Luis, 1951.

Modesto propietario rural. Buen narrador.



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526. La guerra del sapo y del tigre

SAN LUIS

Que un día venía el tigre, y lo pisó al sapo. Lo vio, y no l' hizo caso, y lo pisaba a propósito el tigre. El sapo decía que no lo pisara, y el tigre que le dice:

-Te voy a pisar no más -y que más lo apretaba.

-Te voy a hacer una revolución -que le dice el sapo, y el tigre que se reía.

Y ya el sapo que se enojó y le dijo que le iba hacer una guerra en serio.

-Bueno -que le dijo el tigre, y se reía.

Ya se pusieron de acuerdo en el día y en el lugar que s' iban a encontrar.

El sapo buscó toda gente de flecha. Como avispas, abejas, abejones de todas clases.

El tigre buscó gente de uñas como zorros, zorrinos, pumas, tigres.

Y ya llegó el tiempo que tenían que peliar y reunieron toda la gente de cada uno. Ya llegó el sapo y se ganó abajo de un espinillo. Que la gente del sapo 'staba entre las ramas, las hojas, que ni se veían. El sapo que 'staba quietito, y no decía nada.

El tigre reunió toda su gente. Bué... ya 'taban todos juntos, y que lo manda al zorro a ver la gente del sapo. Y ya vuelve el zorro y dice:

-¡Uh! Tá solito el sapo, sin nadie. 'Tá echadito en el tronco 'el monte.

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Y ya volvió el zorro y le avisó al sapo que venía el tigre con su gente, que iban a avanzar. Y que el zorro, compadrón, lo provocaba y le decía que qué iba hacer solito su alma. Bué... Y ya se toparon. Que el zorro venía en punta. ¡Qué miércoles!, y salió la gente del paso. Y al primero que agarraron fue al zorro, y se le prendieron por abajo de la cola, puel hocico, por todas partes.

¡Qué pucha, caracho!, y disparó el zorro, y el jefe lo mismo, y toda la gente de uñas salieron que se las pelaba, despavoridos, pidiendo socorro. Y así ganó la guerra el sapo con la gente de flecha.

Jorge Pardo, 36 años. Embalse La Florida. Pringles. San Luis, 1958.



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527. La guerra de animales

SAN LUIS

Una vez iba un grillo por un caminito, caminando despacito. Y en eso venía un tigre y lo pisó. Entonce le dijo el grillo:

-No, no sea así. Porque me vea chico no me pise. Si yo puedo ser tan capaz como usté.

-¡Qué va ser tan capaz!

-Le hago una guerra.

-¿Para cuándo?

-Para mañana.

-A ver. Los vamos a juntar.

-¿En dónde?

-En tal parte. En aquella loma. Al otro lau 'e la loma. Usté junte sus animales y yo voy a juntar los míos.

El tigre juntó el lión, juntó el gato, juntó el zorro... Todos esos animales más feroces, de garras.

El grillo juntó la avispa, la abeja, el abejón, avispas silvestres, matarañas, y así, todos esos insectos malos.

Bueno, al otro día fue, se juntaron.

Que le dice al zorro, como ha sido más curioso, que le dice el tigre:

-Andá vé, a vé que clase 'e gente tiene mi enemigo.

Se fue.

-¿Qué dice, señor Grillo?

-Acá 'toy.

-Y su gente, ¿ánde la tiene?

-Áhi 'tá.

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Había en unos arbolitos, unas pelotas de avispas, de abejas...

-¡Y qué va hacé con eso! Allá -que dice- con los enemigos que traiga el tigre. A manotones los van a matar. A vé -que le dice- larguemé uno o dos para verlos.

Y fue y le largó unas avispas. Áhi lu agarraron por las orejas, por la cola, lu hacían gritar al zorro. Y si alzó. Y se zampó en una laguna con agua. Lo dejaron. Se fue.

-¿Qué se ve? -le dijo el tigre.

-Nada. Unos montones de hormigas tiene -que le dice.

-Si nu hay necesidá -que le dice- que haga nada usté.

-Voy ir a ver.

Se fue el tigre.

-Buenos días, señor Grillo.

-Buenos días.

-¿Ya 'tá preparado para la guerra, ya? -que le dice.

-Ya. Áhi tiene sus enemigos. Ahí,'tán ésos.

-Pero, qué va hacer con ésos. Ni necesidá que vengan mis compañeros. Yo no más.

Fue y le pegó una cachetada a un montón. Y lu agarraron por las orejas, por la cola, por todos laus. Y el zorro le gritaba di allá:

-¡Al agua como hice yo! ¡Al agua como hice yo!

Es claro, él ya sabía que lo habían picau y él se metió al agua. Y el tigre se metió al agua. Y así se salvó.

No lo quiso peliar más al grillo. Ganó el griíto con los animales chicos.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.



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528. El burro y el tigre

La guerra


CÓRDOBA

Resolvieron hacer una pelea el burro y el tigre por un charco di agua, en tiempo de seca. Porque si tomaban l'agua los dos, pronto s'iba a acabar, y si la tomaba uno solo, duraba. El tigre fue el que manifestó que si no le cedía l'agua lo iba a peliar, y el burro le aceptó.

El tigre como vence, porque es el más fuerte, domina a todas las clases de animales de garra, y por la fuerza los hizo venir para peliar al burro. Y lo nombró como asistente de él al zorro.

El burro juntó un ejército de avispas y las puso en un gajo de tala.

Cuando calculó el tigre que el burro podía haber rejuntado su ejército, lo mandó al zorro que se entrevistase con el burro y le dijera si ya tenía listo su ejército. Así lo hizo el zorro y el burro le contestó que tenía su ejército listo. Y el zorro, en tono de farsa, le preguntó que adónde 'taba porque no se veía nada. El burro le contestó que lo tenía ahí, en un gajo de tala. Y era el ejército de avispas.

Bueno... El zorro le dijo que qué podía hacer ese puñado de moscas, que se las largara pa comerlas a todas. Y el burro, en vez de largarlas a todas, le largó tres no más. Dos de las avispas se le prendieron en los ojos, al zorro, y la otra en el trasero325. El zorro dio un tremendo grito y disparó arrastrando   —580→   la cola326 por el suelo, hasta llegar al charco. Desesperado se metió en l'agua pa sacarse las avispas. Después que lo dejaron las avispas salió del charco todo embarrado. Dispuso, entonces, revolcarse en las pajas y limpiarse el barro para que el tigre no se diera cuenta mayormente lo que le había ocurrido.

Al presentarse el zorro, a su general, éste le dijo que qué le pasaba en los ojos, que tenía tan hinchados y colorados. Y el zorro le contestó que tenía los ojos hinchados de rabia por la farsa que le quería hacer el burro de peliarlo con un puñado de moscas. Y le dijo que si no quería crer que juera él solo, pa que viera que no precisaba ejército para peliarlo.

Y el tigre aceptó la proposición y jue a ver al burro. Y le dijo al burro que áhi venía a peliarlo y el burro le largó al tigre todas las avispas. Movió el gajo de tala y salió el enjambre de avispas y lu agarraron al tigre por todo el cuerpo a flechazos327, que lu enloquecían de dolor. Si largas eran las corridas qui hacía el zorro, más largas eran las del tigre y más las revolcadas que se daba, lo que lo flechaban las avispas por las partes del cuerpo que podían.

El zorro que lo estaba espiando sobre el bordo del charco, le gritaba al tigre:

-¡Al charco, mi tío! ¡Al charco, mi tío!

Del resultado de la flechadura de las avispas el tigre murió y perdió la guerra.

Por eso hay que convencerse que no hay enemigo chico.

Lorenzo Arturo Ferreyra, 60 años. Villa General Mitre. Totoral. Córdoba, 1952.



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529. El mono y el carayá

La guerra


MISIONES

El carayá328 é mono grande, é el gorila, y siempre quiere dominá al mono, que é chico.

Andaban mal el mono y el carayá. Discutieron lo do y firmaron una guerra.

El carayá formó la tropa con todo lo bicho feroce del monte329, el onza330, el tigre331, el león332, el zorro333 y todo lo bicho má malo y juerte.

El mono formó la tropa de él con bicho chico, pero todo como avispa, bicho que tenía flecha334. Avispa de toda clase y hormiga de toda clase, como la hormiga negra, que le dicen. Y son todo bravo.

Y se atropellaron. Lo bicho feroce venían muy enojado, pero lo bicho chico venían volando y otro caminando que no se veían, por el suelo. Y se atropellaron, y lo bicho chico se le prendieron a lo grande por toda parte, por lo ojo, la boca, la cola, y lo grande no podían hacé nada. Entonce salieron   —582→   disparando lo bicho grande muerto de dolor. Y se revolcaban y echaban al agua esto bicho feroce porque lo chico lo picaba por toda parte. Lo vencieron no má.

Entonce ganó el mono que é chico con la tropa de lo bicho má chico y perdieron los animales feroce que era la tropa del carayá.

Paulino Silvano Olivera, 59 años. Eldorado. Misiones, 1961.

Nativo de la región. Buen narrador.



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530. El zorro y el burro

CORRIENTES

El zorro y el burro eran grandes amigos, pero un día riñeron por cosas del momento. El zorro enojadísimo desafió al burro a pelear. El burro aceptó gustoso. Indicaron día y lugar en donde debían enfrentarse.

El zorro había salido a buscar en los montes a los animales salvajes grandes y pequeños, de los que eligió al sapo como sargento del ejército.

El burro, en cambio, salió al campo a buscar dos grandes lechiguanas335 que fueron sus únicas armas para la hora del desafío y se tomó el trabajo de tapar con una hoja cada una de las celditas para que las avispas no pudieran salir.

Llegó el día del encuentro. El burro se fue al lugar indicado llevando listas sus dos lechiguanas y allí se paró, colocando cada avispero detrás de cada una de sus patas y allí solo, con sus largas orejas caídas, esperó la hora fatal.

Apareció un de repente336 el bien alineado ejército salvaje y variado del zorro, el que se acercaba cada vez más al enemigo, pero viendoló tan solo y tristón el sargento sapo, ¡alto!, gritó, y adelantandosé a grandes saltos ante el burro le preguntó:

-Señor Burro, ¿está listo para pelear?

-Sí señor don Sargento Sapo, aunque estoy solo pueden acercarse no más.

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Con esta noticia las fieras se le vinieron encima, pero el burro en ese precisa instante pegó una tremenda patada a las lechiguanas, de las que salieron a volar desesperadas las avispas repartiendo aguijonazos a diestro y siniestro. Desesperado el ejército del zorro, se desbandó, disparando de un lado para otro, siendo completamente derrotado.

El burro largó un rebuzno de satisfacción y se alejó tranquilamente del lugar.

Fundados en este cuento, cuanto discuten dos ignorantes y uno de ellos se ve vencido, dicen entre ellos:

-Con razón dice el refrán que el burro tiene un punto más que el zorro.

Rosa E. Gelardi de Schlomer. Itá Ibaté. General Paz. Corrientes, 1951.

La narradora es directora de escuela. Conoce muy bien la narrativa popular de su provincia.



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531. La guerra del tigre y el zorro

BUENOS AIRES

El tigre no podía con el zorro. Entonce dice:

-A este bicho no se le puede ganar, hay que hacerle una guerra.

Entonce el tigre lo llamó al zorrino. Y vino el zorrino y le dijo:

-¿Qué quiere mi tío?

-Ve, zorrino, yo te voy a nombrar capitán.

-¿Pa qué?

-Tenemos que librarle una guerra al zorro. Es la única forma de matarlo. Nosotros buscamo los animales más feroces, los leone, los elefante, las panteras, todos los más malos.

Y el capitán habló a los animales feroces, y ya viene y le dice al tigre que estaban listos. Y entonce le dice:

-Bueno, Capitán, usté se va con el parte al zorro y le dice que para tal día tenemos una guerra.

Y entonce el Capitán va y le dice al zorro:

-Permiso, don Juan. Vengo de parte del tigre que se prepare, que para tal día, le trái una guerra.

-Digalé a mi tío que estamos dispuesto a todo, que venga no más.

Y entonce el zorro se fue a buscar los animales feroces, pero ellos le dijeron:

-Nosotros estamos ya comprometidos con el tigre, no podemos.

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Entonce se fue a ver las abejas. Y la madre de las abejas le dijo:

-Vea, lo vamos ayudar. Usté no se apure.

Juntó todas las abejas, las avispas y todos los animales de flecha, y los tenía listos.

Entonce va adelante el zorrino a decirle al zorro que estea337 listo. Y el zorro le dijo que estaba muy bien y le largó unas poquitas abejas. Y lo agarraron al zorrino por la cola, por los ojos, por las orejas, que casi lo enloquecieron, y se tuvo que largar al agua pa librarse. Y le dijo al tigre que el zorro esperaba la guerra, pero no le contó de lo demás.

Entonce ya marchó con su ejército el tigre y le dice al zorrino que vaya adelante. Y el zorrino no quiso por nada:

-Yo voy a dir a la retaguardia pa que el ejército no se vuelva -le dice, y se puso bien atrás.

Y cuando llegaron salió el avispero y se les prendieron las abejas por todos lados a los animales feroces y al tigre. Y estaban locos, se revolcaban y no sabían qué hacer. Y el zorrino les comenzó a gritar, bien de lejos:

-¡Al agua mi tío! ¡A la laguna!

Y recién se salvaron cuando se tiraron al agua. Y ganó el zorro.

Vicente Rossi, 61 años. Tandil. Buenos Aires, 1957.

Es el único cuento en el cual el tigre le declara esta guerra al zorro.



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532. La guerra de los animales

BUENOS AIRES

Bueno, se cuenta, ha llegado a mi conocimiento, de que en una oportunidad, este, hubo una gran guerra. Todos los animales de aire, o sean los que vuelan, este, contra todos los animales terrestres. Entrando fieras y animales domesticados, todo el mundo de tierra era contra los de aire, ¿no? Y... claro, se estaban comenzando las organizaciones para ver cómo iban a distribuir el combate. Y entonces, el jefe de los animales de vuelo, manda a un mosquito a que se esconda entre los yuyos, cerca donde 'taba la reunión de los terrestres, para traer datos, así que hacía las veces de espía. Y el jefe, que era el león, le decía al zorro que tenía que ir al frente, y que mientras el zorro vaya con la cola levantada, era señales de que había que ir avanzando, porque iban venciendo, iban ganando la guerra. Pero que, cuanto el zorro bajara la cola, había que emprender la retirada, porque eran vencidos. A todo esto el mosquito, entonces, salió volando y se fue a dar la noticia a su jefe. Pero para tal caso, el jefe de los animales que vuelan, instruyó a una abeja para que se fuera rápidamente y en plena guerra le picara la cola al zorro, debajo de la cola, claro.

En pleno combate va la abeja y le pica debajo de la cola al zorro que iba con la cola levantada. Y el zorro no pudo aguantar la picadura y escondió la cola entre las piernas, ¿no? Y de esa manera se desbandaron todos los animales terrestres pensando   —588→   en que estaban perdiendo la batalla y ganaron los animalitos más débiles. Así que esto demuestra de que no sólo el fuerte siempre gana, sino que gana también la inteligencia.

Ronaldo Elleceer Urruti, 35 años. Cañuelas. Buenos Aires, 1969.

Ganadero. Muy conocedor de la narrativa de su región.



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533. El tigre, el peludo y el zorro

La guerra


BUENOS AIRES

Era el tiempo en que había dos bandos entre los animales, el bando del tigre y el bando del peludo. El peludo tenía su gente, la tortuga, el piche, la mulita... El tigre tenía también su gente, el león, la pantera, el leopardo, el zorro. El zorro le servía de chasque al tigre; era el que llevaba todos los mensajes. Una vez, el tigre necesitaba más tierra para su guarida. Entonces lo mandó al zorro a pedirle más tierra al peludo que tenía mucho campo. El peludo le mandó a decir que no le iba a dar nada. Entonce se enojó el tigre y le dijo que se la iba a dar a la fuerza, y que le iba hacer una guerra. Entonce se puso muy triste el peludo y no sabía con qué gente lo iba a poder resistir.

Iba por un camino, el peludo, muy triste y se encontró con una abeja reina. Entonce la abeja le preguntó por qué estaba tan triste. El peludo le contó el desafío del tigre y la abeja le dice:

-¿Qué piensa hacer?

-Entregarle todo lo que tengo porque yo no tengo gente para peliar.

-No, no -le dice la abeja-, mandelé a decir al tigre que venga con su gente y que usté no le tiene miedo. Yo lo voy a defender.

-Pero, cómo me va ayudar si usté es tan chiquita.

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-Sí, soy chiquita, pero somos muchas.

Entonce viene el zorro nuevamente y dice:

-Manda a decir el tigre que le dé campo y si no que vaya preparando la gente, porque él ya viene con su gente.

-Que venga -le contestó el peludo.

La abeja reina que estaba presente le dice a las otras abejas:

-A ver mi gente, en una banda sola, unos a los ojos y otros a la cola.

Entonces las abejas lo agarraron al zorro y se le prendieron unas en los ojos, en el hocico, y otras en la cola. El zorro salió disparando, loco de dolor, pero no podía hacer nada para defenderse. Entonces se tiró a un arroyo y así se libró de las abejas.

El zorro se secó al sol y pensó que no le iba a decir nada al tigre. Se fue y le dice:

-Manda a decir el peludo que venga pon su gente, que no le tiene miedo y lo espera.

Salió el tigre furioso con su gente. El zorro lo seguía de cerca. Llegaron a la propiedá del peludo. Todas las fieras iban bramando muy enojadas.

Cuando llegaron, dice la abeja:

-A ver mi gente, en una banda sola, unas a los ojos y otras a la cola.

Salieron las abejas y se les prendieron a los animales feroces por la cabeza y la cola. Se querían defender, pero no podían. El zorro, entonces, les gritaba de lejos:

-Al agua compañeros..., al agua como lo hice yo... Pero tuvieron que disparar todos y lo dejaron dueño de todo al peludo.

Valentín Iriarte, 55 años. Chasicó. Tornquist. Buenos Aires, 1950.

Trabajador de campo. Buen narrador.



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ArribaAbajoNota

Nuestro cuento de Guerras de animales tiene gran difusión en el país. Son sus tipos fundamentales:

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

A. Dos animales, por distintos motivos, se declaran la guerra y preparan sus ejércitos.

D. Uno organiza su ejército con animales grandes y particularmente feroces, de garras. El otro, de animales pequeños, insectos de flechas, en su mayor parte.

C. En el encuentro los animales de flechas atacan a los de garras que no pueden defenderse; los pican en las narices, en los ojos, en el trasero y en las partes libres de pelos.

D. El zorro, que dirige el encuentro, ha dicho que mientras mantenga la cola levantada van triunfando; lo pican los insectos, baja la   —592→   cola y sus partidarios ven el desastre. Desesperado se tira al agua y grita a los otros: ¡Al agua! ¡Al agua!

Estos motivos, con algunas variantes, constituyen el tipo fundamental del cuento que tiene difusión universal y el primitivo de la tradición hispánica a la que pertenece el nuestro, de fuentes antiguas esópicas. En general, los cuentos de luchas de animales en las que triunfan los pequeños tienen fuentes orientales. Espinosa les dedica un minucioso estudio, 104 y 222 son los tipos de Aarne-Thompson.