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ArribaAbajoRibestzkoy - Pella Chlüsselburg

Partimos a las once a. m. los cuatro: Sprengtporten, su hijo, el doctor Guthrie y yo. Las damas quedaron en reunírsenos en la casa de Narischkin mañana. El camino está pesado por la lluvia, sigue siempre por las orillas del Neva, que es una hermosura en esta estación. A siete verstas de la ciudad está un edificio en que hay una manufactura imperial de porcelana, y dos verstas más adelante, una hermosa villa con bello jardín, perteneciente al Procurador General Viazemskoy.

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Siguiendo más adelante, y a cinco verstas, observamos que una rueda del coche iba a deshacerse si no la reparábamos, y así nos detuvimos en el lugar de Ribestzkoy, donde encontramos un herrero que inmediatamente se puso a la obra y en una hora la compuso. Nosotros en el ínterin nos entretuvimos en ver las riberas inmediatas que son elevadas y ofrecen las más agradables posiciones que quiera imaginarse para edificar casas de campo. Entramos también en varias casas de paisanos, que son pobres y bien calientes, con buena provisión de muchachos, como las demás en Rusia.

Tomamos el coche cerca de las tres y a las cuatro y media llegamos a Pella, 16 verstas adelante. Nos dirigimos luego a ver el Palacio, o casa antigua de Nepluyev, de quien lo compró la Emperatriz. A una gran glorieta y terraza de madera sobre el río, que es sumamente agradable, luego a la casa, que está en terreno elevado y comanda hermosísima vista en el cuerpo espacioso de aguas que delante forman el Tosna y el Neva que lo recibe. Los apartamentos están amueblados aún como el antiguo dueño los tenía y toda la casa es de madera. De lo alto de ella, donde hay una especie de belvedere, se goza de una vista extensa y agradable. Se ve perfectamente la casa y el jardín de Volkonski, muy bien situada a la embocadura del Tosna, que entra en el Neva aquí. La casa de Falejov -el de Krementchug- y del Príncipe Potemkin y de Narischkin, que están por la parte superior de la catarata, etc.

Y como nuestro doctor muere de hambre ya y hace frío aquí, nos fuimos a tomar un bocado en casa de un traiteur que hay aquí en el lugar. Allí comimos con el mejor apetito del mundo -¡oh, qué placer!- un pedazo de jamón y un vaso de Porter de nuestras provisiones, con algunos huevos que añadió el traiteur. Concluido nos fuimos hacia el Palacio a ver la fábrica de este inmenso edificio que está ya mucha parte cubierto y en dos   —183→   años se cree estará acabado. Vimos el modelo en un cuarto de la casa antigua, y por él se forma cabal idea de lo que éste será cuando concluido. Veinticinco cuerpos o palacios, reunidos por galerías cubiertas perfectamente para comunicar entre sí, sin el menor incomodo, forman este vastísimo y según me parece, el más vasto palacio que existe, a imitación de las antiguas Termas. La Gran Sala ocupa todo el primer cuerpo y por su grandiosidad será tal vez la mayor de que tengamos noticia aun. La de las Termas de Diocleciano que sirve de iglesia, y el Panteón de Roma, son pequeñas cosas. Las proporciones de ésta, y asimismo de todo el edificio, tanto por fuera como por dentro, parecen hermosísimas y el conjunto, a distancia, es bello.

Subimos encima de los techos para ver mejor la estructura, solidez y materiales. De aquí se ve Petersburgo. Hallamos que el ladrillo, aun el que se llama mejor, es malo; el granito de que se forman los pedestales o basamentos, muy bueno, blanco con pequeñas pintas negras, escogido y bien trabajado. Un sobrestante nos informó, que por sentar mil ladrillos se pagaban dos rublos y medio al albañil, y así es que tales obras se hacen con tanta facilidad aquí.

Nos paseamos después por las riberas del río -una mujer desnuda que entraba en el baño y venía del río, se rió y nada más- hacia los rápidos, que son las cataratas, y vimos descender algunas barcas con la vela en facha y popa adelante. Allí se ven las marcas de un canal que Pedro I había comenzado a cavar para evitar aún este paso a las embarcaciones que deben aprovisionar a su favorita Petersburgo, y no sé, a la verdad, por qué no se continuó la obra después del canal inmenso de Ladoga que es con el mismo objeto. Observamos igualmente varios bloques de granito con bandas de materia de otro color y calidad, que aquí   —184→   llaman «piedra de alianza», formado por la simple naturaleza.

Tomamos nuestro coche y seguimos cinco verstas más adelante a la casa de Narischkin, para cuyo mayordomo traía yo carta del amo. Encontramos una bonita ama, que nos recibió muy bien y nos dio té y excelente crema y leche inmediatamente. Vino el marido luego, que había ido de caza y trajo cerca de dos docenas de aves que había matado en tres horas de tiempo esta tarde, y se quejaba de que no había encontrado bastante. Este nos preparó camas inmediatamente lo mejor que pudo, pues, como llevo dicho, no es la costumbre del país y así nos faltaban dos cubiertas y sábanas, porque estas pobres gentes no tenían más. Mi pelliza me hizo muy buen servicio.

Este sitio fue regalado por la Emperatriz a Narischkin. Se llama «Petrushkin» y está agradablemente situado sobre una ribera bien elevada del Neva, frente a la casa del Príncipe Potemkin que está en la ribera opuesta, y hay una pequeña isla entre las dos. A las diez nos fuimos a la cama de muy buen humor. El doctor se encargó de llamarnos temprano.

12 de agosto. A las cinco de la mañana nos hizo levantar el doctor y tomamos café. Partimos a las seis para Schlüsselburg, 22 verstas de aquí, y pasando los ríos Maga, que es el mayor, Moïka, y dos o tres más pequeños que descargan en el Neva, proseguimos por muy buen camino costeando siempre este río y observando varios lugares de parte y otra, y muchas fábricas de ladrillo que por el agua tiene su transporte fijo a Petersburgo, etc. Cerca de Schlüsselburg encontramos un regimiento de aquella guarnición, acampado, y ejercitándose con artillería, etc. Entramos en la ciudad a las ocho   —185→   y ésta parece un gran village. Dimos aquí vista al gran lago de Ladoga, a cuya embocadura del Neva vimos cerca de cien embarcaciones al ancla. Nos paseamos un poco por sus bordes para verlo alejor y encontramos un pescador que nos quiso vender un hermoso pez por carísimo precio.

Vino el bote del Comandante de esta renombrada fortaleza o prisión de Estado, situada justamente en el conmedio del río a su embocadura del Ladoga, y nos pasó, con un frío que hacia más que mediano. Su Comandante, el Brigadier Ziegler, alemán de nación, que nos dijo con sencillez que había comenzado a servir de soldado raso, nos recibió con suma atención, nos ofreció un vaso de vino y nos acompañó a ver el cuarto en que estuvo prisionero el Príncipe Iván, y donde probablemente fue asesinado, aunque el dicho Comandante todo era decir, «igual, igual», y se ve que el prisionero tiene siempre una guardia dentro de su cuarto. Enfrente, en otra bóveda tan negra y sucia como la antecedente, observé que había muchos legajos mal conservados y por el suelo también, y me dijeron que era el Archivo. ¡Oh, Dios!

De aquí seguimos dando la vuelta por todo el rededor de la fortaleza, y entrando en los torreones de los ángulos de la construcción sueca y del tope de estos, y sobre el tejado donde monté, se goza una hermosa vista de este bello lago. Luego bajamos a un recinto de altas murallas que se ha construido en un ángulo de dicha fortaleza y en medio hay un edificio en forma de paralelogramo, casi al rematarse, que contiene doce pequeños apartamentos en dos rangos y su cocina con su pequeñísimo patio que sin duda era la habitación que su marido preparaba para encerrar perpetuamente a la Gran Catalina. ¡Oh, qué horror al reflejar semejante idea!

Pasamos a la iglesia y del patio observamos que hay en el lado de la puerta de la fortaleza dos   —186→   órdenes de bóvedas o calabozos en número de 25 y que seis de ellos solamente tienen la ventana tapizada con mampostería, con un pequeño agujero cuadrado en el medio, por donde entra apenas luz, que es la señal de haber un prisionero dentro.

Entramos de nuevo en casa del buen Comandante que nos dio un buen vaso de Málaga y nos contó que no había distinción para ningún prisionero, pues ni aun el nombre se mencionaba y que el Príncipe Dolgoruky había estado en una bóveda como todas, que son iguales. Dentro hay un horno que sirve para calentarse y hacer la comida por los soldados de guardia. Alguna división con tablas para la cama es toda la ventaja que se puede procurar a un prisionero. Y nos contó igualmente que la hija de su antecesor se había casado con un prisionero -el padre de la preciosa doncella de la casa del Conde de Ostermann- y cada año hacían un hijo. Este buen hombre, que parece humano y es seguramente la principal cualidad de su empleo, es tan buen luterano que tiene allí por principal adorno la mujer de Lutero y este apóstol en estampa. La guardia que hay allí actualmente son 180 soldados de destacamento.

Nos retiramos de allí después de haberlo visto todo y el Comandante nos acompañó hasta la puerta. ¡Oh, qué triste idea sin embargo dan semejantes habitaciones! Mi ánimo estaba en el abatimiento y la tristeza todo este tiempo y mucho después.

Repasamos en el mismo bote y examinamos las esclusas del Canal de Ladoga que se unen al Neva, donde hay una pirámide pequeña de madera y una inscripción en ruso que dice, naturalmente, que Münich el Mariscal, lo concluyó en tiempos de la Emperatriz Ana. Paseamos como dos verstas a pie para ver alguna parte de esta vastísima obra, que está muy bien hecha, y con la precaución de   —187→   formar con la tierra que produjo, un dique por la parte de tierra para que el lago ni sus aguas puedan jamás inundar el país. Aquí se reconoce a Pedro I.

Estuvimos también para ver una manufactura de pañuelos que hay inmediata en dicha ciudad, perteneciente a un judío, mas no la vimos porque no había quien la manifestase en aquel tiempo, y así tomamos nuestro coche volviéndonos a comer a Petrushkin, donde llegamos a las 2 p. m., y en el camino encontramos un oficial general que venía de Petersburgo para revistar aquel regimiento. Hicimos nuestra comida con huevos y leche riquísima, que fue una delicia. Mas al concluir a las tres y media, cata la señora Guthrie y la señorita Golois que llegan y nos traen muy buena comida de Petersburgo, con que continuamos mezclando nuestra comida rural con la otra y divirtiéndonos grandemente. El doctor y Sprengtporten son excelentes miembros de la sociedad y el joven amabilísimo.

Tomamos después un bote y fuimos todos al otro lado a ver la casa del Príncipe Potemkin, en que hace y deshace como un niño todos los días. Yo monté a la torre o belvedere que comanda una vista hermosísima. Nos volvimos en muy buen humor y tomamos las dos damas Sprengtporten y yo; el joven fue con el doctor Guthrie en el cupé, y a las nueve y media llegamos a la villa del Procurador General Viazemskoy que quisimos ver a aquella hora. Mas los jóvenes dueños que cenaban, no tenían civilidad suficiente para habérnoslo permitido, y así nos fuimos al jardín que paseamos en parte y luego a un templo rotondo que está enfrente de la casa y, según pudimos juzgar, parece de buena arquitectura y bella masculina proporción.



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ArribaAbajoSan Petersburgo

Seguimos, y a eso de las diez y media llegamos a casa del doctor Guthrie. Al entrar, una criada suiza bonitilla que tienen, creyó que éramos ladrones y corrió en camisa con una luz en la mano. Cuando la señora y yo llegamos delante de ella la encontramos aterrorizada diciendo: «Ah, mon Dieu, mon Pére!» y apercibiéndose de su error, apagó la luz y se retiró, dejándonos a oscuras. Reímos grandemente con el pasaje, cenamos en muy buena sociedad con los restos que trajimos y a las doce y media nos fuimos a casa.

13 de agosto. Fuimos a hacer algunas visitas y entre otras, a despedirme de la vieja Condesa de Rumantzov, que junto con su hija la Princesa N... me hicieron mil expresiones de cariño y amistad, regalándome la primera un retrato en busto de su hijo, el Mariscal, que lo aprecio infinito, y es el más parecido que he visto. Luego a comer con Betzky y la señora Ribas, quienes me regalaron un modelo del gran diamante, en plomo, y dos medallas de cobre de la piedra del pedestal y la Institución de Niños Expósitos.

Después a casa de la Condesa Galovkin con quien pasé la tarde en sociedad. Su marido me enseñó una bonita colección de libros que tiene. Tomamos té, hablamos en familia mucho acerca del país y cenamos a las diez, solos. A las doce a casa y tuve que dejar el criado, pues estaba muerto, borracho.

14 de agosto. Me estuve en casa escribiendo toda la mañana y tuve visita de Wielhorsky que es muy   —189→   buen sujeto. A tomar el té con la señora Guthrie y a cenar en casa de Narischkin que me dijo que cuanto Coxe decía relativo a Schlüsselburg, era pura verdad, como que él había estado presente en la conversación que menciona y que varias veces le había hablado la Emperatriz, admirándose de lo bien informado que estaba dicho escritor de cosas que muy pocos del Imperio sabían.

Le di las gracias por lo bien que su mayordomo de Petrushkin se había portado con nosotros, y cenamos en muy buena sociedad. A las doce a casa.

15 de agosto. Estuve escribiendo en casa para Bezborodko y a las doce vino un oficial de policía de parte del Gobernador a informarse si yo había partido, lo que me hizo sospechar que Su Majestad había querido informarse -y así fue- echando tal vez de menos mi carta de agradecimiento, y así me puse luego a la obra.

16 de agosto. Concluí la carta de la Emperatriz8, que consulté con mi único confidencial amigo, el   —190→   doctor Guthrie, y copiada se la envié a Bezborodko, con una copia traducida igualmente de la de Macanaz y mi respuesta que me había ya pedido antes.

A tomar té y cenar con la señora Guthrie y el doctor Guthrie y el que me contó le habían pagado una vez en el interior del país una curación con una bonita muchacha de 15 años que era esclava, y los amos, no hallándose con sobrado dinero, le suplicaron la tomase... ¡Qué diantre de consecuencias no resultan de un error!

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17 de agosto. Escribiendo igualmente al Príncipe Potemkin y a mi amigo Ribas, igualmente que al General Levachov, dándole mil gracias por su hospitalidad y favores en alojarme en su casa, etc. y di siete ducados a los criados de éste, de regalo. Leyendo a Wraxall, en lo que respecta a Petersburgo y escribí a Mamonov también, incluyéndole una disertación de mi amigo el doctor Guthrie.

18 de agosto. Estuve a despedirme de la señorita Protassof, favorita de la Emperatriz, que me había dicho que la fuese a visitar a sus apartamentos, y me ha manifestado siempre estima. La hallé que se entretenía en educar a sus sobrinas. Me recibió con mucha distinción, hablamos por una hora amigablemente y me despidió con afecto, encargándome muchas memorias para el Conde de Voronsov en Londres, y para el señor Fitz-Herbert que era su buen amigo.

Después a casa de la señora Skavronska, que igualmente me recibió con suma amistad y cariño; me enseñó su hija, que se parece muchísimo al Príncipe y habla inglés perfectamente. Le ofrecí enviar algunos libros ingleses para su educación de Inglaterra. Hablamos amistosamente por más de una hora y luego me fui a comer con mis amigos Betzky y la señora Ribas, que siempre está pronto a politicar.

Después de comer, a eso de las cinco, pasé a la casa de campo de Bezborodko, dos verstas fuera de la ciudad, sobre el Neva, viendo que no me respondía... Sus criados no me permitieron entrar a la sala donde estaba la compañía que se acababa de levantar de la mesa, y bajé a esperar abajo, mas viniendo él con los demás para dar un paseo en el jardín, inmediatamente me pidió mil perdones. Nos fuimos a pasear juntos, y, separándose de los   —192→   demás, me dijo cuán contenta estaba la Emperatriz con mi carta y que le había dicho que me repitiese que le avisara de cuanto necesitase, y que en subiendo arriba, en un instante me despacharía todo.

Paseamos una media hora enseñándome aquel vasto jardín que en un pantano está formado con inmenso gasto, y luego entré en su gabinete y solos allí se puso a escribir. Primero una carta para Sutherland que me franquease todo como yo lo dispusiera; otra para que su secretario me pasase una copia de la Carta Circular de Su Majestad a sus Ministros, que yo le había pedido por si faltase algún requisito, y otra para el Gobernador de Viborg para que me facilitase y enseñara todo en su provincia, etc. Añadiéndome que Su Majestad le había prevenido me dijese que, como los españoles me buscaban pleito sobre el uniforme, que si yo quería usar el de Coronel de Rusia, no solamente nadie se escandalizaría, sino que le daría sumo gusto. Yo le di mil gracias por todos estos favores y honras que Su Majestad se dignaba hacerme y le dije que yo probablemente no usaría ya ningún uniforme y así me era inútil el español, mas que sin embargo recibía el honor de Su Majestad con sumo aprecio y reconocimiento9. Me dijo también   —193→   que le escribiese de todas partes sin falta, pues Su Majestad desearía saber de mi suerte. Así se lo ofrecí como una obligación de mi parte y me despedí.

Dejé la carta en su secretaría y la otra al Gobernador de Viborg que no estaba en su casa, y me fui a tomar té y comunicar con mi amigo Guthrie, que me aconsejó tomase en todo caso el uniforme que Su Majestad me ofrecía tan honrosamente, aunque no fuese sino por honor y distinción particular. Vi que tenía razón y resolví escribir por ello.

19 de agosto. Temprano escribí a Bezborodko sobre el particular, pidiéndole me enviase aquel mensaje por escrito, pues pensaba hacer efectivamente un uniforme de Coronel de Rusia y servirme en caso necesario llamándome tal, puesto que Su Majestad quería favorecerme con tanta bondad y distinción. Al mismo tiempo llamé al sastre y ordené que me hiciese un uniforme de dicho rango, en el Regimiento de Coraceros de Katerinoslav -la gloria de Catalina- que comanda el Príncipe Potemkin.

Fui a casa de Suthertand -que está encerrado por la muerte de la mujer- y dije a su cajero que aquella carta seguramente le quitaría los escrúpulos que ocasionaban su lentitud y me despacharía prontamente. Cuando la vio, el cajero quedó algo admirado y dijo que todo estaba muy bien y que le dijese lo que quería para despacharlo todo inmediatamente   —194→   Ordené una Letra de 600 y otra de 400 rublos sobre Varsovia y Roma para enviar a mis amigos Nassau y Ribas, con otra de 1.000 libras para mi uso y un duplicado de la orden de Fitz-Herbert para enviar por el correo a Londres, y todo, me dijo estaría pronto para mañana.

Comí en casa y después me fui a hacer mil visitas de despedida por la ciudad hasta la tardecita que me fui a ver a Betzky y luego a cenar con la señora Ribas. A casa a las doce.

20 de agosto. A casa de Sutherland donde todo estaba pronto10. Envié por el correo a mis amigos los duplicados de lo que escribí con Fitz.   —195→   Escribí a Nassau y Ribas por medio de la señora Ribas y de Déboli, Ministro de Polonia, remitiéndoles por duplicado las Letras de Cambio antecedentes y dándoles cuenta inmediatamente de lo que me había pasado.

Comí con mi amigo Guthrie y después fuimos a ver al profesor Pallas en su casa de campo -inmediato de Kurakin- quien solicitaba conocerme, y yo lo mismo, mas los Borbones, que se lo ofrecían todos los días, no lo querían así. Hablamos de Historia Natural y de América, etc., y me dijo que el americano Ledyard, a quien Ségur había ofrecido el pasaporte desde Kiev, no lo había obtenido aún, y se había marchado, el pobre, sin él y temía no lo dejasen pasar de la frontera. Yo me propuse hablar a Bezborodko si lo veía. Quedé convidado a comer con él a la vuelta de mi viaje a Viborg. La mujer con quien se acaba de casar es buena moza...

21 de agosto. He escrito a Gandasegui a Londres igualmente para que si acaso no hubiese cobrado el giro que me adelantó, se haga pago inmediatamente, etc., y he tenido visita De Ligne, ofreciéndome con mucha amistad su casa de Bruselas, etc., con muy finas expresiones.

Mi amigo el Coronel Levachov, que parte mañana para Orel a reunir su regimiento y lleva consigo su moza que mantiene, me ha hecho buscar pasaporte y caballos, etc., para partir esta tarde a Viborg en mi calesa con el joven Sprengtporten que me acompaña, pues su padre no puede venir como me había ofrecido. Tomé té en casa de la señora Guthrie y luego fui a casa para hacer venir los caballos que no aparecían. Hoy he cambiado aun de criado por borracho y me ha venido un español, Francisco, que desertó de Inglaterra en   —196→   tiempo de la guerra y era marinero en nuestra escuadra.

Me despedí tiernamente de mi buen huésped Levachov y tomé mi calesa con algunas provisiones de boca que dicho amigo me había hecho preparar en casa y me dirigí hacia casa de Guthrie.




ArribaAbajoViborg

22 de agosto. Después de cenar con el doctor y la señora Guthrie (día 21) nos pusimos en marcha en mi calesa el señor William Sprengtporten y yo. Partimos a las diez de la noche y por un camino bastante bueno -excepto la segunda posta- seguimos nuestra ruta en la forma que sigue: país pedregoso y cubierto de monte por todas partes, apenas se descubren trazas de agricultura alrededor de los pueblos que son pequeñísimos muy pocos, y sus habitantes muy infelices. Entramos en algunas casucas que sirven de casas de posta y aunque miserables, bastante aseadas y las gentes tienen aire de buena hombría y hospitalarios, mucho más que en los otros pueblos de rusos que he visto. El traje y modos aún difieren de los rusos.

Al entrar en Viborg, lo pedregoso del terreno, etc., se me figuraba la entrada de Trujillo en Extremadura. Llegamos a las ocho y media de la tarde. El Gobernador nos tenía ya prevenidos apartamentos en la posada; fuimos a verlo inmediatamente. Nos convidó a comer mañana y dijo que la Emperatriz le había encargado me hiciese ver todo con puntualidad. ¡Qué soberano! Tuvimos nuestro té y una pequeña cena, todo muy bien servido en dos apartamentos con sumo aseo, que el Gobernador tenía ya prevenidos en la posada, con camas,   —197→   etc. El sobrino de Nolken, el Ministro de Suecia, estaba aquí con su flamante esposa, de paso para Estocolmo y partió por la mañana.

De Petersburgo a Verstas
Dranchikov 25
Belaostrov 16
Río Sisterbeck, que marca los confines de la Ingria y Finlandia11
Lindalova 18
Pampala 20
Siuvenoya 19
Mekere 20
Riachuelo
Viborg 22
140

22 de agosto. A las nueve vino el ayudante del Gobernador, Sherbei, y poco después el Teniente Coronel Yekeln, con quien salimos a visitar el recinto de la plaza, dando un paseo por encima del parapeto, de donde se ven perfectamente los alrededores y parajes donde camparon las tropas rusas que sitiaron y tomaron la plaza en tiempo de Pedro I, posición de la división de Apraxin, etc. ¡Qué rocas y más rocas por todo el rededor!

La ciudad toda está situada sobre una masa enorme de granito. Observamos sobre dicha muralla una antiquísima cureña sueca de hierro, como las que modernamente se creen nueva invención en Inglaterra. Observamos el paraje por donde Pedro I, el hábil ingeniero, abrió la brecha a dicha   —198→   plaza. El reducto o batería que plantó para ello y aún se conserva con su nombre por memoria, etc.

De aquí bajamos, después de haber recorrido más de tres verstas, para ver el oficio en la Iglesia Finlandesa, que es un edificio gótico y había decente congregación. A la Alemana luego, en que estaba el Gobernador que es livonés y muchas de las principales damas. Después a la Rusa, que estaba llenísima de gentes y hacía un calor de los demonios. ¡Oh, qué gusto ver a los hombres reunidos y tolerantes, sin aborrecerse unos a otros porque sus persuasiones sean diversas!

Tomamos aquí el coche del Gobernador, que se llama señor Hinsel y es Teniente General del Ejército, y pasamos el puente para ir a la fortaleza de Santa Ana, que es una extensa obra a corona para abrigar los puestos comandantes desde donde Pedro I atacó la plaza. Mas por evitar un defecto se ha formado otro, que es hacerla demasiado extensa. Montamos por curiosidad en lo que se llama batería de Pedro I, saltando rocas y más rocas. Visitamos algunos cuarteles que sirven de alojamiento a las tropas en el modo ruso, su horno y entablado alrededor, sin más cama.

De aquí bajamos a un arsenal en que hay la artillería de la guarnición y después entramos a hacer visita al General Comandante, Brigadier Delwig, Teniente General, que me parece hombre civil. Me convidó a comer mañana y me prestó un plano de la catarata de Imatra. Luego a la torre del castillo que llaman, y es un antiquísimo edificio que seguramente servía de alojamiento al señor del país en otro tiempo. Del tope de esta torre, que se descubre desde gran distancia, se comanda una hermosísima vista y se ve casi toda la ciudad. La dejé con disgusto, pues se aproximaba la hora de comer y el Gobernador aguardaba.

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Fuimos sin embargo en el coche a ver un casino de campo, llamado «Mon repos» que el Príncipe de Wurtemberg, Gobernador General de la Provincia, ha hecho inmediato a la ciudad, en un paraje verdaderamente romántico y solitario. De la altura de algunas rocas se goza de muy buenas románticas vistas de rocas, lagos y bosques. A la una y media, a comer con el Gobernador que ya nos aguardaba. Aquí encontré al Procurador señor Schilling, hermano de la señora Benkendorf, que ha servido en el Regimiento de Irlanda y ha estado en la casa de O'Reilly en el puerto de Santa María. Tuvimos con la shala un pastel grande de pescado que nos lo comimos enteramente, y consecuentemente nos pusimos a la mesa. Sólo hubo de damas la Gobernadora, que no había más que livonés.

A las tres concluimos, y después de tomar café nos pusimos en el coche del Gobernador, su ayudante, el Teniente Coronel Yekeln, Sprengtporten y yo, partimos para Imatra, 60 verstas de aquí. Mudamos caballos dos veces que estaban ya prevenidos y observé que estas gentes son mucho más inocentes y amigos de servir que los rusos, contra quienes tienen una antipatía singular. A algunos niños que vinieron hacia donde estábamos mudando caballos, ofrecí algún dinero y no lo quisieron tomar, pues no sabían su valor. Les daba un navó y lo tomaban con agradecimiento. ¡Dichosos vosotros, pueblo inocente! Los hombres y mujeres marchan a caballo comúnmente y corriendo como gamos.

A las nueve llegamos al río Wogsa, que forma la catarata, cuyo ruido sentimos a cinco verstas de distancia. Pasamos en una barca cerca de un rápido que no dejó de causarme algún temor, mas aquellas gentes conocen eso. En otra pasó nuestro coche y caballos, y nosotros seguimos a pie como   —200→   una versta, a Zitola, pequeña casa de campo de una viuda conocida de los compañeros. No estaba en casa, mas los criados nos dieron luz, etc., y nosotros cenamos con unas provisiones que traíamos y después nos fuimos a dos camas que había, y otros sobre la paja, donde dormimos grandemente hasta las cuatro.

23 de agosto. A esta hora nos pusimos en pie y en una kibitka llena de paja con dos caballos, marchamos los cuatro a la catarata que está a tres verstas de aquí. Llegamos, y en una galería de madera que hay allí aún, de cuando vino la Emperatriz a verla, corrimos arriba y abajo, mas para juzgar mejor del conflicto, es necesario bajar sobre las peñas abajo y allí se ve el estruendo con admiración.

El plano adjunto, que me regaló el señor Schilling, es justo y así se ve que la inclinación del plano de los rápidos, pues no es otra cosa, son 32 pies, creo. Tomamos algunas piedras reducidas a diversas formas por el rodamiento de las aguas y después vimos el antiguo lecho del río, que se fraguó el nuevo que ocupa ahora, sin que una gota de agua vaya por el otro. Mas se ven las piedras perforadas por el agua, etc., signos de que también corría con precipitación por allí.

Después de haber bien examinado y gozado de la rareza de este sitio nos volvimos a casa a tomar café. Allí encontramos una moza del país que vendía un hermoso pez y preguntándole su valor, nos respondió con sencillez que no sabia. ¡Oh, qué pureza! Se le dio un rubio y se puso de rodillas para dar las gracias. Tienen estas gentes el pelo blanco como lino y sin un rizo absolutamente. Las mujeres, grandes y duras tetas.

Después fuimos versta y media más arriba, en el mismo coche, a ver el lago Saime y formación   —201→   o nacimiento del río Wogsa, que forma la catarata ésta llamada de Imatra. Es noble y majestuosa la corriente de aguas al formarse; hay allí una peña un poco destacada donde me monté, y se ve perfectamente. No sé a la verdad por qué en este amenísimo sitio no hay una casa de campo; poco más abajo hay un molino.

Nos volvimos y ya hallamos nuestro coche del otro lado, que tomamos a las siete y media y nos pusimos en ruta de vuelta. Entramos en algunas casas de los lugares por donde pasábamos, que por lo general estaban abiertas sin que nadie robe nada. Vimos cómo secan el trigo con el calor del fuego para suplir el que el sol les rehúsa. Muchísimos niños por todas partes, y las mujeres y niños venían a ofrecernos fresas y frutas silvestres por todas partes, contentándose con lo que se les daba que recibían con agradecimiento.

Llegamos a eso de la una a la ciudad. Nos detuvimos en un suburbio para ver el Hospital Militar que contiene 208 enfermos, la mayor parte de los cuales van a tomar el baño ruso por su pie, y el aire y aseo no es bueno. De estos hay 58 con enfermedad venérea. El total de la tropa son 6.000 hombres y así se ve que el país es sumamente saludable, no produciendo más hospitalizaciones.

De aquí pasamos a la prisión que está en la ciudad, y allí encontramos 120 prisioneros en unas cuadras no malas, aunque sin disposición alguna de camas y algo puerco. Algunos que tenían las narices cortadas nos dijeron ingenuamente que por ladrones de gran camino, y noté que apenas hay dos prisioneros finlandeses y el Gobernador me informó que no se conoce el hurto entre ellos absolutamente y que la bestialidad o fornicación de vacas, etc., es el crimen dominante, del cual los delatores son las mujeres. ¿No será celos el motivo?

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Pasamos a casa del Comandante que nos envió su coche y nos aguardaba con una compañía de damas, entre quienes había la señora de Semange, joven livonesa bonita y de espíritu, mas ninguna hablaba francés y así pagué yo mi falta privándome de su conversación. En cambio el General Delwig me favoreció con la suya, que es instructiva y agradable.

A las cuatro, fui a casa del Gobernador, que me aguardaba con su bote para ir a ver el puerto que está doce verstas más abajo y se llama Transund. Pasamos un puente pequeño que defiende el acceso por agua a Viborg y está edificado sobre una pequeña rola o roca, donde observamos un inválido que vive allí tan contento, con su pequeñito jardín, su vaca y su familia, acaso más feliz que los que ocupan palacios. A nuestro arribo, diez embarcaciones inglesas y holandesas que había allí cargando tablazón, saludaron nuestro bote a voz y la embarcación de guardia con el cañón.

Seguimos inmediatamente a nuestro primer objeto, que era el ver un obelisco disforme que se acababa de cortar allí para ponerse en el remate del canal de la Fontanka en Petersburgo. Efectivamente fuimos allá con el ingeniero encargado que nos lo mostró e informó que su largo era 49 pies y la base 35. No sé, a la verdad, por qué no se ha cortado mayor, pues la masa de granito blanco es enorme y el método como lo hacen sumamente fácil e ingenioso. Cortaron un bloque de 12 pies delante de mí para que lo viese y es de la manera siguiente: trazan en la gran masa las dimensiones de la pieza que necesitan y profundizan estas líneas por todas partes de una o dos pulgadas. Luego, por la linea superior, que guarnecen de dos reglas de hierro para que los bordes resistan, atracan con cuñas de hierro y a golpe de mazo, que a iguales distancias se dan a un mismo tiempo, se   —203→   abre la piedra por las mismas líneas como siendo linea de menor resistencia, y es increíble la facilidad con que se ejecuta esta operación, cuya ejecución sólo pide pocos minutos. El gran bloque del obelisco se destacó por la fuerza de 24 hombres con otros tantos mazos a la vez, mas yo les pregunté si no sucedía alguna vez que se abriese por otra parte la piedra, y me respondieron que sí, mas que era muy rara vez. Y cata aquí el gran problema resuelto de cómo los egipcios destacaban sus grandes masas de piedra. De esta cantera se sacan las piedras para formar el parapeto y muelles de Cronstadt, y el granito es de una calidad excelente y fácil de transportar, pues está a la orilla del mar. Me informaron que unos contratistas habían pedido por destacar el obelisco solamente, 80.000 rublos, mas que el mujik ruso había dicho que ellos lo destacarían fácilmente por el método dicho, que no ha costado más que 15 rublos 30 kopeks, lo que confirma la opinión de Betzky sobre el ingenio del campesino ruso. Sólo costará dicho obelisco concluido y puesto en su lugar por estas gentes, 43.000 rublos. Véase la diferencia y por qué se hacen prodigios en este país, cuyo origen es el mujik.

Entramos en una pequeña posada muy aseada que hay allí, y nos sirvieron té, ponche, etc., muy bien. Tomamos nuestro bote y nos pusimos en retirada para la ciudad, donde no llegamos hasta las nueve p. m. Me contó el Gobernador en ese rato, cuán honesto era el pueblo finlandés y que si no fuese por la historia de sodomía y alguna disputa entre propietarios, la justicia no tendría aquí nada que hacer..., lo que igualmente confirmó el señor Procurador Schilling, que sabe tanto de leyes como las vacas criminales. Y asimismo me informó que hay dos establecimientos en este gobierno -y lo mismo en los demás del Imperio- fundados   —204→   por la Emperatriz: uno de una casa de Inoculación donde se practica gratis esta operación, y al pobre se le mantiene el niño hasta que esté bueno. El otro, una escuela gratis para hijos de soldados que contiene 400 niños en la ciudad ésta y 200 más en el resto del gobierno. Y dichas escuelas son para 20.000 niños de esta especie en todo el Imperio. ¡Oh, gran Catalina!

La población de esta plaza es de 3.000 habitantes y el gobierno todo contiene como unos 200.000 individuos. La guarnición de la Plaza, 6.000 de tropa reglada y la de la provincia inclusa era de 14.600 hombres. Hablamos de varias peñas de granito que había observado en el camino descompuestas enteramente y otras a medio descomponer, y me dijo que los paisanos, aquí y en Rusia, para formar el camino las descomponían fácilmente calcinándolas un poco con fuego y echándoles en caliente agua encima. Me convidó a cenar, mas yo preferí partir inmediatamente y así me acompañó a la posada, donde tomamos té. Escribí este memorándum y pagué al posadero que sólo nos cargó cinco rublos por los tres días, almuerzo, criado, etc.

A las doce de la noche nos pusimos en marcha, despidiéndonos de aquellos civiles y hospitalarios oficiales que nos acompañaron con tan buena voluntad. Y el Gobernador no dejó de encargarme que hiciese presente al Conde de Bezborodko cómo había procurado hacer lo mejor conmigo, etc.

24 de agosto. Mi compañero y yo dormimos grandemente toda la noche, y a eso de las diez y media llegamos a Lindola, donde era necesario torcer el camino para ir a la fábrica de Sisterbeck. Aquí encontramos al tío de mi compañero, hermano de la mujer de Sprengtporten, el señor Glasenstierna,   —205→   que iba a verlo a Petersburgo. Liamos conversación y de nuestras provisiones reunidas comimos grandemente y acordamos seguir juntos, pues él también deseaba ver dicha manufactura. Tomamos café que el que cuida de la posta, para quien traje carta del Gobernador, nos sirvió en un cuarto donde también comimos.

En fin, con caballos que aquí se nos dieron, no muy buenos, seguimos por malditísimo camino y bosques salvajes en que, según se nos informó, hay muchos lobos y aun osos, y con paciencia y trabajo llegamos a eso de las cuatro p. m. al lugar y manufactura de Sisterbeck, 23 verstas adelante, fundada por Pedro I, para hacer armas para el ejército.

Llegamos a casa del Director, señor Euler, hijo del famoso matemático, que hace nueve años tiene esta comisión y me había convidado en varias ocasiones para que viniese a verla. Hablamos de caballos y no los había, que fue lo peor, mas el buen paisano finlandés nos ofreció continuar con los mismos si gustábamos. Y así le dijimos buscase qué darles de comer, ínterin nosotros visitábamos la manufactura.

Tomamos café con el señor Euler y en su compañía seguimos nuestra inspección. Visitamos varias cuadras muy bien y magníficamente dispuestas para trabajar, mas qué poca obra se veía. Me dijo éste que podrían emplearse hasta 1.000 hombres, mas que sólo había actualmente 400 y lo dudo. Lo que vimos que se trabaja actualmente son puentes, puertas y canapés de hierro, de muy buen gusto, para Zarkoie-Selo, etc. Hay también una fundición para cañones, mas no se trabaja aún y no hay duda que la posición es admirable para el transporte, y con una abundancia de aguas que se puede hacer lo que se quiera. Las máquinas para trabajar son verdaderamente muy bien ejecutadas y de una sencillez   —206→   admirable, mas no veo que se trabaje aquí nada para vender, excepto algunas limas que se cortan con facilidad por una buena máquina, que éste me asegura ha costado solamente cien rublos, cuando otras tres, que hay allí hechas por un tal Fisher, inglés, costaron a la Emperatriz 25.000 y no valen nada ni se trabaja en ellas. Toda esta maquinaria se mueve por agua abundantísima y dominante, que se recoge en un grandísimo depósito formado por el río Sisterbeck y el arroyo Chornariska.

Todos los alrededores, según me informó aquel señor, contienen una mina hermosísima para hacer el mejor acero, y se comienza a trabajar actualmente, mas no veo los provechos que se saquen de esta estupenda fábrica de manufactura. Dice el Director que paga completamente los gastos, sin embargo.

Tomamos té. Después, escribí este memorándum y partimos a eso de las siete para Petersburgo, que distará 25 verstas, creo, con nuestros malos caballos. El señor Glasenstierna me dio uno de los dos que llevaba su silla sueca, que son ligerísimos, y así seguimos con mucha paciencia hasta la una que llegamos a Petersburgo, y yo, con dificultad, pude encontrar luz para entrar en mi cuarto.

25 de agosto. Fatigado en casa. Tuve visita de D'Horta, que no se atiene a políticas bajas y me recibió muy amigablemente en su casa el 19 pasado, diciéndome que los españoles habían despachado un correo extraordinario, y que Gayangos había recibido la orden de retirarse sin ser presentado a la Emperatriz, burlándose un poco de ellos. Yo le respondí con circunspección y allí lo dejamos. He estado copiando la carta para el Príncipe   —207→   Potemkin, y estuve por la tarde en casa de la señora Ribas, que me dijo había dirigido con seguridad mi carta a su marido, que aún estaba con el príncipe en Krementchug. A cenar con la familia Guthrie.

26 de agosto. A ver montar la guardia por segunda vez en el Palacio de Invierno, cuya parada llegará a 300 hombres de Guardias de Infantería y 80 de Guardias a caballo. No se pone ninguna atención en ella, y a eso de las diez de la mañana entra esta tropa en el gran patio de Palacio, cambia la guardia sin concurso ni aparato alguno y ni aun se ven militares espectadores.

Mamonov no recibe por la mañana tampoco, con que me fui a casa después a escribir al Mariscal Rumantzov, a Kiselov, etc., y por la noche estuve en casa de mi buen amigo Narischkin y ofrecí algunos libros a mi favorita, la señorita Marie, que está muy fina siempre.

27 de agosto. Trájome el sastre uniforme, capote, capa, calzones, etc., que me cuesta más de 200 rublos y luego el fajín, 56. Fui a comer a casa de Betzky, donde por acuerdo se encontraban el señor y señora Guthrie, para ir después a casa de Melissino, que nos había convidado para gran función, con motivo de ir allí los pequeños grandes Duques, a distribuir dos medallas de premio.

Después de nuestra comida, que fue en bastante compañía, nos fuimos allá donde había bastante vulgar concurso y algunos militares. Apraxin, que encontré aquí, me dijo que fuese a cenar con Mamonov que me quería siempre bien, mas yo no estaba muy contento de su última conducta. Le dije que sí, sin embargo.

  —208→  

Vamos a esta fiesta, que después de estar el cuerpo formado en batalla, llegaron los Señoritos con Soltikov y D'Anhalt. Comenzaron las maniobras con artillería, etc., y después se formó un círculo en que entramos los militares que por allí había, y estos Señoritos dieron las medallas a dos recomendados por el director, quienes en una tediosa y adulante arenga francesa, dijeron a estos muchachos que eran nacidos para mandar al género humano, grandes Príncipes, etc., y luego creemos extraño si casi todos los soberanos son orgullosos y desprecian a los hombres. ¡Oh, qué adulaciones y bajezas no hacían aquellos hombres para halagar a estos muchachos! De modo que me enfadé tanto que tomé a la señora Guthrie por la mano y me fui a su casa, donde tomamos té, hablamos literatura y tomó tales ganas de aprender inglés, que compró diccionarios, etc., inmediatamente.

28 de agosto. Me dijo la señora Ribas que partía esta noche un cierto coronel -que llegó pocos días ha- con pliegos para el Príncipe Potemkin, a Krementchug, y así me fui a Mamonov, a quien dejé billete con mi carta para el Príncipe Potemkin12.

  —209→  

Después a comer a casa del doctor Guthrie con Pallas, que estuvo aguardándonos hasta las cuatro en su casa el otro día, por defecto del criado del   —210→   doctor que no le previno nada, y así el día que fuimos nosotros no encontramos a nadie y fuimos en busca de algo que comer por todo aquel camino de Peterhof, y sólo una tortilla encontramos en un cuarto más frío que el demonio, mas reímos grandemente con la señora Guthrie que es la mejor mujer del mundo.

  —211→  

De retirada pasamos por Katerinenhof, que yo no había visto y es un paseo con arboleda situado a la embocadura del Neva, con un mal palacio de madera desusado enteramente, y después pasamos a casa de un librero a comprar varios libros. Esto fue el 24 por la tarde. En fin, hoy comimos con Pallas, hablamos de cosas científicas y quedamos convidados para ir a comer a su casa de campo el miércoles próximo si no me había ido. Yo me fui a casa a chapar una moza que me trajo mi criado y no valía un demonio, con quien dormí.

29 de agosto. A comer con el Príncipe Kurakin y Wielhorski en la casa de campo de aquél, con cuya familia comí en la mejor sociedad. Estuve a despedirme de Ostermann. A tomar té con la señora Guthrie y a cenar con Mamonov. Allí encontré a Ribeaupierre y Apraxin que se vinieron a mí con mucha amistad; luego entró Mamonov que me dijo había ya enviado mi carta al Príncipe Potemkin. Y luego, separándome a un lado, me repitió que le escribiera siempre, que era mi amigo, etc. Un poco después comenzamos a hablar solos, burlándose de los diplomáticos, cuando en esto entran Cobenzl y Ségur, que quedaron un poco sorprendidos.

Fuimos a cenar. Cobenzl se puso a mi lado y Ségur enfrente. Hablamos de arquitectura, literatura, hombres de letras, etc., y cuando yo hablaba, Ségur bajaba la cabeza, Cobenzl entraba en contestación. Conocí que Mamonov estaba contento con la escena, y concluida la mesa, fueron Cobenzl y Mamonov a jugar los trucos... Ribeaupierre me dijo amistosamente que dónde vivía para irme a visitar y que mirase bien dónde iba, porque tenía enemigos; que por qué no me quedaba aquí donde la Emperatriz me estimaba tanto, etc. Estuve en   —212→   sociedad en el billar hasta las doce y media que fui a casa.

30 de agosto. Temprano a la Academia de Ciencias donde, con el bibliotecario Backmeister, di aún una visita a la Biblioteca y Gabinete de Historia Natural, examinando aún la Preparata famosa de Ruysch, en que se ve el embrión como una cabeza de alfiler y hasta que nace todo en la naturaleza.

Después a rever aún la figura de Pedro el Grande, sus uniformes y simple ajuar, como todos debíamos usarlo. El Código o Instrucción de Catalina para formarlo, escrito de su propia mano y que sólo bastaría para inmortalizarla. El monetario riquísimo de medallas antiguas y modernas, 20.000 en número, creo, y entre ellas la que acunaron en París para Pedro I a tiempo que éste visitaba la fábrica de la moneda. Una espada corta ricamente guarnecida, que se cree, y realmente parece, antigua. ¡Pieza rara! Y la colección de insectos del doctor Hill en Inglaterra, pintados con sublime perfección en varios volúmenes que compró la Emperatriz, creo que por 10.000 rublos solamente, etc., etc. La llave para el globo de Gottorp no se pudo conseguir.

De aquí fui a la Academia de las Artes, cuyo secretario, el señor... me había convidado para ir a ver una estatua de la Emperatriz. Lo encontré en su magnífico alojamiento con mucho gusto por cierto, y me informó que acababa de declararse la guerra con la Puerta, y que Bulgakoff estaba en las Siete Torres, cuya noticia me sorprendió infinito, pues nada se comprendió anoche en casa de Mamonov. Dimos una vista al hermoso rotondo patio de esta Academia y me dijo cómo mi idea de hacer el Apolo colosal para ponerlo en medio había sido adoptada y que se iba a poner inmediatamente en ejecución.

  —213→  

Fuimos a casa del estatuario señor Chubine, Consejero de Corte, ruso de nación y que ha viajado... Su estatua de la Emperatriz, de tamaño natural, en mármol, teniendo el cetro en la mano inclinado hacia tierra y con la diestra mostrando las leyes que son las que deben gobernar, es muy buena... Debe colocarse en el templo que está en la gran casa del Príncipe Potemkin, donde seguramente hará un bellísimo efecto.

De aquí a casa de Sprengtporten, que está enfermo en la cama y con la noticia de la guerra se ha avivado. Comí allí y después fui a ver la casa de fundición de la Artillería que está junto al Arsenal y es magnífica y muy bien dispuesta. Hay algunos preparados actualmente, que entierran para vaciar otras tantas piezas. Fui aun a dar otra visita a la magnífica Terma del Príncipe Potemkin, que es grandiosa cosa por cierto, mas hallé que el peristilo lo deshacían para añadir a las cuatro que tiene, dos columnas más y me temo que con tanto deshacer echen a perder el edificio.

Luego al gran baño ruso, en que vi mujeres y hombres todos mezclados, en la suposición de que son casados. Nos paseamos entre ellos y las mujeres en cueros sin vergüenza alguna. Es tal la costumbre aquí, que en el campo y junto a los ríos, se encuentran lo mismo, sin que hagan la menor admiración. El sábado, en que también vi este baño, es el día de mayor concurso.

Notamos varias tropas por la calle, ya de marcha a reunir el ejército, espectáculo sumamente militar, y debe inferirse a la poca admiración que manifestaba la gente, que es una nación a quien la guerra es familiar. El señor Moubry me comunicó los adjuntos estados de la importación y exportación del comercio de Rusia, etc.

Vine a casa para chapar una moza que un criado recomendado me ofreció y era virgen. No   —214→   hablaba sino alemán, quería que le pagase cuarto, y la pobrecilla tenía miedo, con que se fue y yo no quise violentar su voluntad.

31 de agosto. Fuimos a comer con Pallas al campo. Estaba allí Cameron, el arquitecto de la Emperatriz, y Buchs, el jardinero. Hablamos del caso con uno y otro, que me informaron que no se podía concluir una buena pieza de arquitectura porque los señores se mezclaban y lo mismo en el jardín, mas que el césped podía tenerse tan bueno como en Inglaterra, si lo supiesen manejar, y que la Ruina era la mejor pieza de su especie en el jardín.

Después a comprar El Diablo Cojuelo, para leer en el viaje y Gil Blas. A tomar té con la señora Guthrie y cenar en casa de Narischkin.

1º de septiembre. Fui a casa de Bezborodko por la tarde. Me dijeron que estaba en el campo y le seguí allá, donde juntos llegamos. Él venía de Palacio. Me pidió excusas por no haberme despachado y me pidió diésemos una vuelta en el jardín y que lo haría inmediatamente.

Subimos después a su gabinete en donde entró y me dijo que la guerra había venido antes que lo que esperaban o deseaban, mas que era menester tomarlo como viniese. Que los turcos habían dado proposiciones inadmisibles a Bulgakoff, quien las tomó ad referendum, etc., y que sobre esto lo habían llevado a las Siete Torres, aunque con más civilidad que antes y con aparato de política; que el Internuncio había protestado amenazando retirarse, y que el Embajador de Francia les había escrito que su Emperador no podría menos que pedir a Dios por el éxito de las armas mahometanas,   —215→   etc., con bajeza como cristiano. Que se habían dispuesto dos ejércitos independientes enteramente: uno bajo el Mariscal de Rumantzov y otro bajo el Príncipe Potemkin. Que no creía comenzasen las operaciones hasta la primavera, pues justamente ésta era la estación en que reinaban enfermedades por aquella parte, etc.

En cuanto a mi carta, me dijo que la Emperatriz le había permitido me la escribiese de dos modos y datándola de Kiev para que todo fuese consecuente, y así resolvimos que me la escribiese como está. Me dijo que Normandez había despachado un correo extraordinario y que él había evitado hablarle a propósito, hasta que yo partiese y que le había instado por respuesta sobre su petición, a que él le respondió que no había más respuesta que lo dicho, y que no se podían injerir en que yo diese o no satisfacción a Macanaz. «Con que he hecho bien en despachar mi correo», dijo entonces, y así se quedó. Me repitió que le escribiese de todas partes, pues Su Majestad deseaba saber de mí y que esperaba nos volviésemos a ver, etc.

Me fui a despedir del señor Betzky, que con ternezas y amistad me dijo adiós y así también la señora Ribas y el buen Münich. Luego a cenar a casa de mi buen amigo Guthrie, donde había un comerciante inglés, hombre sensato, que me habló de mi amigo Stephen Sayre, cuando estuvo aquí. Y su hermana, una señorita que es mujer instruida, con quienes pasamos agradablemente el rato. Yo llevé a Belland a su casa y por el camino hablamos de legislación, lo que me puso en gana de ir a ver los Tribunales antes de dejar a Petersburgo.

2 de septiembre. Vino por la mañana el doctor Guthrie, y a las once fuimos a los tribunales en que el Gobernador, señor de Kakovnitzin, Teniente   —216→   General, me recibió con sumo agasajo y me acompañó por todas las demás salas explicándome todo, y luego me dio un oficial de la policía para que me hiciese ver los hospitales y prisiones y me dijo que mañana temprano me aguardaría en la Duma o Tribunal de Mercantes, para explicarme todo.

Por la tarde ésta, el doctor comió en casa conmigo. Fuimos primero a la prisión de la policía, donde hay 125 hombres y 16 mujeres, prisioneros la mayor parte por deudas, y en cuadras bien cuidadas, mas sin acomodo de camas ni nada. Abajo, en otra cuadra infeliz, están los que han recibido el knut y van a presidio. En el conjunto no están tan mal estos.

Luego el Hospital de Catalina, que volví a visitar con sumo gusto, pues es uno de los mejores de Europa... asistido por mujeres. Aquí está la Casa de Corrección, donde hay 41 hombres y 55 mujeres ocupados en cortar leña y raspar palo de tintura como en Holanda. Los hombres ganan 20 kopeks al día y las mujeres 10, con lo cual se les mantiene y el resto se da a la casa; cuidan del aseo y lavan la ropa del hospital. La asociación de estas dos ideas es excelente.

A la Casa de Caridad, donde se mantienen 816 personas de ambos sexos, que humanamente no pueden trabajar, y pueden recibir hasta mil. Visitamos las cuadras y aunque el aire es denso, aquellos viejos están contentos, reina aseo y un aire de satisfacción en los pobres, que indica están gustosos. Aquí está asociada igualmente la Casa de Trabajo, en que 139 hombres y 39 mujeres prisioneros trabajan en cortar leña, raspar palo, pilar yeso, etc., de cuyo producto se les mantiene y con el resto pagan cualquier hurto que no llegue a 20 rublos, a razón de cinco kopeks por día, hasta el   —217→   completo pagamiento de dicho latrocinio. Un francés, ayuda de cámara de Sutherland, estaba allí por lo mismo. Las cuadras que estos tienen para dormir no son muy buenas, mas se piensa remover todo esto al sitio donde está ahora el Almirantazgo, que debe pasar todo a Cronstadt.

Visitamos igualmente algunas escuelas de las que sirven para el público en general, sobre el mismo plan de la de Moscú. Hay diez de éstas en Petersburgo que admiten 4.000 niños gratis y se les enseña a leer, escribir, aritmética, geometría, alemán, francés, etc., y la Institución en toda la provincia llega en total a 10.000, estos incluso. ¡Oh, sabiduría y bondad de Catalina! Qué gusto da ver esta hermosa juventud ocupando el más ventajoso tiempo de la vida tan útilmente.

Al anochecer fuimos a casa del señor de Soimonov, Director del Gimnasio de Minas, para que diera sus órdenes para verlo mañana. Nos recibió civilmente en su casa, nos dio té y nos enseñó una muy buena colección de minerales y piedras de Siberia. Aquí vimos distintos y muy bellos pórfidos, negro y de todos los colores, granitos, etc., y un guijarro de más de un palmo de largo y ancho en proporción, de lapislázuli, del mismo paraje, haciéndonos ver al mismo tiempo el crecidísimo aumento que tenían las minas de oro y plata en aquella provincia hoy día. Y quedamos en ir al Gimnasio mañana a las doce. A cenar con la señora Guthrie.

3 de septiembre. Fuimos a las nueve y media a la Duma donde el Gobernador me había aguardado más de una hora. El juez que vi, un oficial que allí había, me hizo ver todo con suma urbanidad. Vimos el Instituto, su reglamento firmado por la Emperatriz, muy bellamente, la colección de libros   —218→   para conducirse en sus juicios, etc., y me dio el papel adjunto, que contiene los nombres de los 99 miembros que lo componen.

Luego fuimos a los tribunales del gobierno para ver los que no estaban ayer. Me acompañó el mismo Gobernador y hallamos que el Conde de Schuvalov, que preside en el de Conciencia, no estaba allí. Corrí todos los demás que son semejantes, y hallé por ellos que entre Pedro I y Catalina II apenas hay un ukase, prueba del abandono en que durante dicho período estuvo el Imperio.

Estuvimos también en el de la Policía que está en el mismo paraje y vimos allí infinitas gentes que tenían dependencia. El Intendente nos informó que se despachaban allí anualmente como 20.000 causas y 10.000 prisioneros, y que este tribunal fue instituido el año de 1782.

Supe que mañana daban el knut, que no lo he visto aún. Subí arriba a casa del Gobernador que me dio las listas adjuntas que contienen los 24 tribunales, creo, del gobierno de Petersburgo, y me indicó dónde encontrar las Instituciones del Gobierno, de la Duma y de la Policía, en alemán, que efectivamente encontré. Me hizo mil expresiones de afecto y de respeto que agradecí infinito.

De aquí marché al Gimnasio de Minas y cuando llegué estaban los cadetes a la mesa. Vino el Inspector, señor Felkner -sajón y consejero de Colegio- quien me informó que el señor P. A. Soimonov, Director, me había estado aguardando hasta poco antes y que todo estaba a punto. Vimos los dormitorios que están bien dispuestos y con aseo y decencia. Vino luego el maestro principal de Minas, señor Renovantz, de Dresde también, Teniente Coronel, que nos condujo a la biblioteca y colección de máquinas físicas y químicas, muy bueno todo y bien ordenado. Hizo asimismo su lección demostrativa a los estudiantes para que yo   —219→   viese, y pasamos al gabinete de historia natural que está muy bien ordenado y contiene piezas naturales sumamente instructivas. Observé aquí dientes y mandíbulas de elefantes perfectamente conservados, que se han encontrado en Siberia, y si los que han querido dudarlo hubiesen vístolos, no se habrían empeñado en ello.

De aquí pasamos a otra gran sala que contiene varios modelos en madera de minas, casas de fundición, etc. Se nota primero un hermoso modelo de Cronstadt, puerto, canales, etc.; aquí se ve perfectamente aquella inmensa obra. Ídem de la casa de Olonitza -en el gobierno de Novogorod- para fundir cañones, que es obra magnífica, dirigida por el señor Gaskin, inglés. Ídem de la casa de Moneda de Katerinenburgo, en que se hace moneda de cobre. Modelo sumamente curioso de la famosa montaña de Serpientes, en la provincia de Kolivan, en Siberia, que ha producido a la Corona, del año 1747 hasta el de 1787, 22.000 pouds de plata pura y 680 pouds de oro puro, gastos pagados. En dicho modelo se ven curiosamente las galerías que se han trabajado en distintos tiempos y las que siguen, método de practicarlas, etc.

Luego vimos otro modelo de una mina trabajada en pilotaje, y otro modelo que manifiesta distintos estratos como están comúnmente formados por la naturaleza... todas, piezas que contribuyen mucho a dar cabales ideas de las cosas a los que desean instruirse en ello.

Después pasamos a ver la mina ideal que se ha practicado bajo tierra positivamente, con todo costo para hacer ver la progresión y método de un trabajo semejante, y las ventajas e inconvenientes que resultan de seguir buenos o malos principios en dirección. Se ve por todo que, cuando se trata de educación pública, la gran Catalina no ahorra nada.

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Luego pasamos a la casa de dicho Inspector Felkner para formar un memorándum, quien me informó que las minas de oro y plata de Siberia en general no producían más que dos zolotniks por poud, esto es, 45 kopeks, y que esta Institución contiene en el día 128 estudiantes, a saber: 57 cadetes, 12 estudiantes, 41 pensionistas, 14 de diferentes rangos, 4 gimnasistas.

Un pensionista paga 102 rublos al año y 75 kopeks, y por ello goza de alojamiento, mesa e instrucción, que consiste en las clases siguientes: tres para lengua rusa; una para lógica; tres para lengua alemana; tres para lengua latina; tres para lengua francesa; dos para aritmética; una para geometría; una para sublime matemática; dos para geografía; dos para historia; dos para física; dos para dibujo; dos para baile; dos para música; una para mineralogía, geometría subterránea y arquitectura subterránea; una para química metalúrgica... y 16 profesores en todo... y acaso demasiados ramos.

Escribí una nota de excusas al señor de Soimonov, y el maestro de Minas, señor Renovantz nos hizo ver un tratado que acaba de imprimir en alemán sobre las minas de Siberia. El Instituto este está muy bien reglado y cuando la fábrica se concluya estará con más comodidad.

De aquí fuimos a tomar un bocado a casa de la señora Guthrie y a las cuatro fuimos al Colegio de Guerra, que es el único que queda en el gran edificio que para todos los Colegios construyó Pedro I, de bóveda todo. Un Coronel encargado nos estaba aguardando y con mucha política nos enseñó la sala en que se sientan los miembros, que es suntuosa, y luego pasamos a los cuartos inmediatos que sirven de secretaría y donde hay una imprenta. Pasamos arriba también, donde está el Archivo, y el resto del edificio contiene hoy los demás archivos   —221→   de la ciudad que, efectivamente, no pueden estar en paraje más seguro de fuego, etc.

De aquí fuimos a ver un hermosísimo tigre -o leopardo, como llama el señor de Buffon- que algunos italianos han traído de Marsella en una jaula, y lo hacen ver en el picadero de cadetes por un rublo. Bellísimo animal por cierto, el más hermoso de su especie que he visto.

Fuimos luego a comprar un fajín para mi uniforme, que sin borlas me costó 56 rublos en la fábrica de galones, etc., para el ejército, cuya manufactura que se llama de Mogonckov, emplea 200 obreros diarios, y me entretuve viendo hacer galones, que ciertamente es una máquina como un órgano, que se maneja con los pies... o fuerza de la costumbre. Fui por la última vez a cenar con la señora Guthrie, que me dio muchas cartas para Suecia, etc.

4 de septiembre. A las nueve tomé mi coche y fui cerca del Monasterio de Nevsky a ver dar el knut que no había visto. Estaba un botalón (aquí una figura) fijado por tierra, y los verdugos, hombres de mucha fuerza y no desestimados por los otros, según vi, se ocupaban de componer el zurriago. En esto vino el preso a pie con un piquete de cosacos a caballo -esta gente es la más fiel y vigilante para la custodia de prisioneros- y otro de infantería. Le quitaron la camisa y los calzones al hombre que temblaba. Lo ataron de pies y brazos al botalón, uno le tenía por el pelo contra, y el otro le sacudía latigazos pausadamente, que cogían desde el hombro hasta las nalgas, y cada uno le levantaba el pellejo, haciendo correr la sangre; el pobre se quejaba amargamente y al tercero ya no podía estar. Finalmente al onceavo cesó el castigo y el pobre se puso su camisa y marchó con el oficial   —222→   de policía que presidió el acto y el piquete mismo. Me dijeron que era un mercante dicho criminal y que el delito era robo. Examiné el látigo, que es una penca de cuero cosido como un rolo, de dos palmos de largo y una pulgada de ancho, lo cual se ata a un zurriago.

Me volví a casa y despaché mi equipaje a bordo del yate de Sprengtporten en que pienso, si hace buen tiempo, embarcarme para Cronstadt. He escrito a mis amigos y al Gobernador, y por la noche lo he pasado con mis amigos señor y señora Guthrie, en virtuosa conversación hasta medianoche. Sprengtporten me ha hecho un memorándum de la Suecia para mi uso.

He recibido hoy una carta de mi amigo Viazemskoy en que me previene de peligro por parte de España13.

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5 de septiembre. He tomado un criado por cinco ducados al mes, que me parece un gran bribón, mas no hallo otro; mi calesa he tenido que venderla por 16 rublos y he pagado a dicho criado 36 para que pague sus deudas, pues yo me voy sin advertir nada en los Papeles Públicos, cosa que nadie, ni aun ministros extranjeros pueden hacer. En fin, mi buen Francisco me buscó un bote con ocho remos y cubierto, por cuatro rublos, que me   —224→   llevará a Cronstadt, porque hace mal tiempo y lluvioso.

Entré a despedirme de la señora Levachov que tiene aspecto de una buenísima mujer, y me enseñó dos niñas y un niño, pequeños hijos del General Levachov, muy bonitos y bien criados. Se despidió de mí con terneza. Regalé a los criados de la casa ocho ducados y quedaron contentos.




ArribaCronstadt

Tomé mi bote a la 1 p. m. y con viento fuerte y contrario, y alguna marejada, seguí un desagradable pasaje hasta Cronstadt -30 verstas- donde llegué después de las nueve. Me fui a casa del Almirante Greigh, que me recibió perfectamente, envié mi equipaje a la posada en que había estado anteriormente, y quedé tomando té con dicho amigo, que habiendo leído la carta que traje de Bezborodko, se me ofreció a todo y quedó en buscarme temprano embarcación. Me fui a casa, cené un poco, y a la cama.

6 de septiembre. Fui a casa del Almirante a las nueve y ya se había informado de dos embarcaciones suecas que estaban para partir al primer tiempo. Estuve a verlas. La una me pidió tres ducados por mi pasaje a Norrköping, y la otra, que era mayor y mejor, seis, con criado, etc. Lo tomé y fui a buscar un capitán inglés que se hiciese cargo de mis libros, etc. para Londres, y me fue recomendado el capitán John Robinson, del «Dolphin» a quien pagué media guinea por la caja   —225→   sellada y se encargó de entregarla al señor Waddington en Londres14

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Dimos un gran paseo por el muelle y luego volvimos a casa, pues aclaraba el tiempo magníficamente. Efectivamente, se nos avisó que partía la   —227→   embarcación al despuntar el día y me hice embarcar mi equipaje; escribí dos cartas al señor Waddington y también al doctor Guthrie y después cenamos. Lady Greigh entabló conversación interesante en que me decía que no se podía juzgar el sexo por la Emperatriz, que era mujer extraordinaria, y estuvimos en tête-à-tête hasta medianoche después de levantarnos de la mesa. Me fui a casa y el bote del Almirante quedó en venir a las cinco a llamarme.





 
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