Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —51→  


ArribaAbajo Canto IV


ArribaAbajo Hecho el santo exercicio acostumbrado
En el mismo lugar entretenido,
Garin contempla el golfo sosegado
Al claro sol en plata convertido,
Y el resplandor alegre tremolado  5
Dulcemente le tiene divertido;
Luego la vista donde está convierte,
Y allí mas se entretiene, y se divierte.
Mira de la real popa sublime
Puesto en su punto el arte y la riqueza:  10
Los ojos, en pié puesto, en ella imprime,
Y admira la riquísima belleza;
Pero la vista un poco mas reprime,
Para ver con mas gusto y entereza
Parte por parte de la gran hechura  15
La milagrosa traza y compostura.
La materia es marfil, ébano, y oro,
De la real y artificiosa popa.
En la ancha basa está historiado el toro
Que pasa el mar Cretense con Europa:  20
De la dama el espanto, el miedo, el lloro,
Y el movimiento del cabello y ropa
Exprime lo esculpido de manera,
Que mostrar mas lo vivo no pudiera.
—52→
Desde la bella basa que restriba  25
En el suelo de flores matizado
Del corredor, hasta el bandil de arriba,
Que en forma de cornisa está labrado,
Hay quatro dioses Términos, que arriba,
Cada qual con el brazo levantado,  30
A dar por pié la mano á las primeras
Ménsulas, que sustentan las tixeras.
De los hermosos Términos, ornados
De trofeos marítimos infieles,
Estan los tres vacíos empleados  35
En el arte bellísimo de Apeles.
Muestran estos tres quadros señalados
Quanto pueden mostrarnos los pinceles,
Representando en su color diversa
Tres batallas navales del gran Persa.  40
En el quadro primero se mostraba
Negroponte del mar Egeo ceñida,
Que de galeras bárbaras estaba
Confusa y fieramente circuida;
Y por la angosta parte que miraba  45
A la costa de Grecia, la reñida,
La fiera, la sangrienta, la espantosa
Batalla, de ambas partes peligrosa.
Xerxes con casi mil y quatrocientas
Galeras con Temístocles pelea,  50
Que, dél acometido, con quinientas
La griega industria y el poder emplea;
Pero la noche, envuelta en las violentas
Tinieblas, la victoria que desea
Cada qual de los dos aquí les quita,  55
Con pérdida de todos infinita.
—53→
En la segunda tabla otra batalla,
Allí en el mismo mar de Negroponte,
Se muestra tan sangrienta, que al miralla
Se via turbar la luz del horizonte:  60
En la qual la famosa griega malla
Fue retirada al Artemisio monte,
Donde á los Jónios escribió el famoso
Temístocles su exceso vergonzoso.
En el tercero quadro el gran Corinto,  65
La isla Salamina al istmo enfrente,
El espumoso mar en sangre tinto,
Y lleno de la infiel soberbia gente:
Un intricado y fiero laberinto,
Que allí formaba el infernal tridente,  70
Del número de fustas excesivo,
Representaba lo pintado vivo.
Tan vivamente el arte los sentidos
De cada cosa allí representaba,
Que no la vista, pero los oidos,  75
Con espanto dulcísimo engañaba.
Parece que se oian los ruidos
Que aquella belicosa gente brava
Mostraba en el pintado movimiento,
Qual si gozára de vital aliento.  80
Aquí los fieros Persas, y Atenienses,
Y acullá los Corintos, y sus Jónios;
Allá los bravos Medos, y Focenses,
Y allí los Partos, y Lacedemonios;
Acá los negros Indios, y Tricenses,  85
Y allá los Pílios, y los Paflagonios,
Vierten sangre, dan fuego, desbaratan,
Rompen, abren, destrozan, mueren, matan.
—54→
Aquí se via una muger famosa
En favor del confuso Persa armada,  90
Tan valiente y tan brava quan hermosa,
Y, mas que todo aquesto, apasionada:
La gran Reyna de Caria, que amorosa,
Tras tener en su cuerpo sepultada
De su muerto marido la ceniza,  95
Con el vano sepulcro le eterniza.
Esta tambien con los del fiero bando
Del roto Persa, vergonzosamente,
Al viento y mar la vela y remo dando,
Huye de la furiosa griega gente;  100
Y aquel consejo á todos acordando
Que á Xerxes dió de plática y prudente,
Mostró, con gloria de su sexô y nombre,
Ser digna en todo de inmortal renombre.
Su galera, de muchas perseguida,  105
La pintura vivísima mostraba,
Con la vela mayor llena y tendida,
Y con la presta boga, que volaba.
Fué mas que todas las demás seguida,
Dándole caza porfiada y brava,  110
Cada qual aspirando á la promesa
Que Atenas hizo por tan rica presa.
Mas, aunque no alcanzaron esta gloria,
Que fuera la mayor con que pudiera
Ilustrar de los Griegos la memoria  115
La Fama, de sus cosas pregonera;
En lo demás se via la victoria
Pintada de su padre de manera,
Que á hierro y agua y fuego y fuga, rota
Quedó del Persa la soberbia flota.  120
—55→
Ya que de la siniestra banda habia
Visto Garin la obra delicada,
Y aquella grande historia que él sabia
Tan vivamente allí representada,
Por donde el ancho corredor hacia  125
A la espaciosa timonera entrada,
Pasó á gozar en la derecha parte
De lo que ya le prometia el arte.
Mira por el mismo orden compartida
La obra, y en la basa de escultura  130
Medusa bella, por el mar traida,
De un gran caballo á su placer segura.
Muéstrase mas alegre y atrevida
Que Europa, y con mas gracia y hermosura:
Todo lo qual le fué dañoso tanto,  135
Que en fealdad se convirtió y espanto.
A los tres quadros de pintura luego
Alza la vista, y en el uno mira
De dos armadas encendido un fuego,
Y un bélico furor que al mundo admira,  140
Y un caudillo de amor turbado y ciego,
Y otro abrasado en vengativa ira:
Es Marco Antonio el torpe, y el airado
El grande Octaviano su cuñado.
Entre las dos armadas, mil galeras,  145
Casi en iguales partes repartidas,
Daban al ayre claro las banderas
De las Romanas gentes divididas;
Y en el fértil Epíro, en las laderas
Del Accio promontorio, al mar tendidas,  150
Los dos campos estan de los Romanos,
Vueltos al mar, las armas en las manos.
—56→
Solo representaba lo pintado
En este primer quadro, presentada
La batalla del uno y otro lado,  155
En orden puesta la una y otra armada:
En la segunda tabla, ya trabado
Se via el gran conflito con la airada
Furia, que suele en estos trances tales
Emplear sus rigores infernales.  160
Allí se vian llamas encendidas,
Que llegaban furiosas á su esfera;
Allí en el ayre denso suspendidas
Nubes de vista tenebrosa y fiera;
Allí de astadas armas impelidas  165
El daño se mostraba de manera,
Que el mar, de muertos lleno, está revuelto,
Y en espumosa y negra sangre vuelto.
Pero quien el furor que las espadas
Muestran allí podrá decir, al punto  170
Que se ven las galeras abordadas,
Y el confuso tropel de armados junto,
No solo por los vivos gobernadas,
Que aun dañan en las manos del difunto,
Hallando en ellas mil varones fuertes,  175
Por varios casos mil, mil várias muertes.
Pone la vista, al fin, en el tercero
Quadro de la pintura artificiosa,
Y mira el fin de aquel conflito fiero
Con la roca de Antonio lastimosa;  180
De Antonio, que de honor rompiendo el fuero
Huye, no de prision, ó muerte honrosa,
Sino por ver huir desto á Cleopatra,
En quien el torpe idólatra idolátra.
—57→
Y de la Reyna aquí el vaxel se via  185
Con la purpúrea vela desplegada,
Que aunque era tarde ya, se descubria
Por ser de las demás diferenciada;
Demás que la sagaz muger hacia,
En medio de la fuga acelerada,  190
Alzar de quando en quando un fuego, para
Que su querido Antonio la atinara.
Era de ver allí la fuga della,
Y el presto seguimiento dél, causado
De la fuerza de amor, viva centella  195
En que el lascivo amante está abrasado:
Infame fuga y trágica, que en ella,
Herido Antonio, muere desangrado
Al pecho de Cleopatra, y ella muere
Del áspid con que el pecho airado hiere.  200
Echa á fondo y abrasa quanto topa
El grande Augusto en su mayor ventura,
Que el ser de Asia, y de Africa, y de Europa
Monarca esta victoria le asegura.
Al fin llegaba de la bella popa  205
Todo lo de pincel y de escultura
A su perfeto punto, en qualquier parte
De las que se requieren en el arte.
Pero si quan pintor fuera adivino
El que pintó la popa suntuosa,  210
El arte y el ingenio peregrino,
Y la mano sutil y artificiosa,
Y el elevado espíritu divino
Que empleó en la labor maravillosa,
Sin duda lo empleára en otra historia  215
Para ganar eterna fama y gloria.
—58→
En la marina misma allí pintada
Del Egéo revuelto y espumoso,
Pintára aquella célebre, jornada,
Aquel gran vencimiento milagroso,  220
Donde mostró la dulce paz amada
Un rayo de su rostro tan hermoso,
Con Pedro, y Diego, y Marco, y la florida
Gente del mundo en santa liga unida:
Donde por Pio Quinto, y por Venecia,  225
Y por Felipe, el gran Don Juan su hermano,
Breve consuelo á la afligida Grecia,
Y espanto del imperio del tirano,
De la infelice gente que desprecia
El nombre felicísimo cristiano,  230
Tuvo tantos marítimos trofeos,
Que pudieron quadrar con sus deseos.
¡O pio! ó santo! ó singular prelado!
Lleno de zelo paternal divino,
Vuestro alto intento en viva fe fundado  235
Abrió al poder cristiano este camino,
Para ver su estandarte enarbolado
En la grande ciudad de Constantino,
Y librar el sepulcro y santa tierra
Del cautiverio injusto, y larga guerra:  240
Teniendo á vuestro intento el aparejo,
Qual en el mundo desear se pudo,
Con el gran Rey, de Reyes claro espejo,
Y de la Iglesia diamantino escudo,
Cuyo gobierno y ser, zelo y consejo,  245
Y cuya gran prudencia, yo no dudo
Que fué claro milagro con que quiso
Darnos Dios de su ciencia claro aviso.
—59→
Llore la santa madre militante
Con su sacro real cuerpo difunto,  250
Y cante en gozo eterno la triunfante
Con l'alma santa que llegó á su punto:
Llore la triste tierra, el cielo cante,
Donde muriendo gozo y pena junto
Dió el gran Felipe, á quien de eterna gloria  255
Será como de justo la memoria.
Y no menos, Pontifice famoso,
Tuvistes aparejo para el hecho
En el libre Senado poderoso,
Conforme en intencion á vuestro pecho;  260
Y en aquel fuerte jóven belicoso,
Que General, en general provecho
Del cristiano, fué de la jornada,
Digna de ser por única estimada.
Digna de que las plumas, cuyo vuelo  265
Pasa las altas cumbres de Elicona,
La esparzan con la fama en todo el suelo,
Y la coronen de inmortal corona.
¡O si á mi pluma concediera el cielo
En esto lo que en vella á mi persona!  270
¡O si, así como vi la gran batalla,
Supiera describilla yo, y cantalla!
Al fin, si aquel pintor aventajado,
Que mostró procurar por su arte y gloria,
Fuera en adivinar tan extremado,  275
Como en pintar y en escoger historia;
En el sangriento mar allí pintado
No diera aquella célebre memoria
A los furores bárbaros y ciegos
De Persas, de Romanos, y de Griegos.  280
—60→
No mostrára su espíritu ingenioso
Los hechos, aunque grandes, de gentiles:
Del gran Don Juan el hecho milagroso
Mostrára con sus manos tan sutiles,
Y no en quatro, ó en seis artificioso  285
Retratára los Héctores y Aquiles;
Sino en todos pudiera retratarlos,
Y en muchos mucho mas aventajarlos.
Pues es muy cierto que aunque igual no fuera
La famosa batalla de este dia,  290
En número, ó en fuerzas, á qualquiera
De las quatro que allí pintado habia,
¿Qual furia dellas igualar pudiera
A la infernal de tanta artillería?
¿De tanto fiero y tempestuoso rayo?  295
Del celestial, tan infernal ensayo.
Arcabuces, mosquetes, esmeriles,
Pedreros, y cañones reforzados,
(Por martirio de espíritus viriles,
Por los de infierno, y su Vulcan forjados,  300
Con que suelen matar soldados viles,
Los que apenas mirar serian osados
No usaron las gentílicas armadas,
Y así no pueden sernos igualadas.
Quanto mas, que demás destas no iguales  305
Armas, dellos no usadas, espantosas,
De doscientas y diez galeras reales,
Y de seis galeazas poderosas,
Fué nuestra armada; y los varones, quales
Suelen hallarse en cosas tan famosas,  310
Fueron veintiocho mil, seis de Alemaña,
Doce de Italia, y los demás de España.
—61→
Y fué la fiera armada de Otomano
De doscientas galeras y quarenta,
Y cinqüenta de aquellas que al tirano  315
Suelen servir á costa suya y cuenta
Galeotas, que el mar mediterrano
Corren, con tanto daño, y tanta afrenta;
Y en naciones, y en armas diferentes,
Fueron treinta y seis mil sus combatientes.  320
De los quales la suerte allí trocaron
Mas de diez mil con doce mil cristianos,
Que en deseada libertad quedaron,
Dexando aquellos hierros inhumanos:
Que este gran bien, que entonces alcanzaron  325
Nuestras cristianas vencedoras manos,
Es bien con quien en igualdad no cabe
La victoria mayor que el mundo sabe.
Por todo, al fin, desta naval victoria
Es sin igual el triunfo, y preferido  330
A quantos tiene el mundo en su memoria,
Y la Iglesia Católica ha tenido:
Para el gran vencedor de eterna gloria,
Y de eterno terror para el vencido:
Obra, al fin, de la paz divina amiga.  335
¡O si siempre duráras, santa liga!
Y ya que no duraste, ó liga santa!
Como durar pudieras hasta ahora;
¡O si qual fértil arraigada planta,
En el jardin de la divina Flora,  340
Volvieses á brotar ahora tanta
Flor, de eterna virtud producidora,
Que al nuevo excelso Rey hicieses della
Corona de victoria la mas bella!
—62→
Si de Sion con la real conquista  345
Hiciese á mi gran Rey sacro diadema,
La santa paz del cristianismo, vista
En un divino presupuesto y tema;
Despues que á la insolencia calvinista,
Herética, cismática y blasfema,  350
Su primer golpe echase en el profundo
Mar de su error, sacrílego y inmundo.
Despues que los agudos filos nuevos
De su espada mi Rey pruebe, cortando
Duras raices, y ásperos renuevos,  355
Del sedicioso, infiel, pérfido bando,
Con aquellos primeros dulces cebos
El gusto de altos triunfos incitando;
¡O santa paz! potente en santa guerra,
Dale tú el triunfo de la santa tierra.  360
Vaya á tomar la posesion Felipe
De su Jerusalen sagrada, y della
Aquel injusto posesor disipe,
Indigno tanto de reynar en ella;
Que despues, qual corriente de Aganipe,  365
Tras victoria de todas la mas bella,
Africa toda, toda Tracia, todo
El ancho mundo vencerá á su modo.
Así sea, Señor, así el divino
Os lo conceda, quanto á su alta gloria  370
Sea conveniente, en su real camino
No discrepando un punto la memoria:
Así seais, en modo peregrino,
De poema dignísimo, y de historia:
Así la santa paz, en santa liga,  375
Santísimos efectos os consiga.
—63→
Pero mientras Garin de la galera
La belleza riquísima miraba,
Ella con viento próspero ligera
El sosegado golfo atrás dexaba;  380
Y al tiempo ya que la mayor lumbrera
En la mitad de su camino estaba,
Mostrando alegre y claro el horizonte,
Descubre de Marsella el alto monte.
Con alegre rumor los marineros  385
Su cumbre con el dedo señalaban,
Y á Garin, y á los otros pasageros,
Como nube entre nubes le mostraban;
Y al favorable viento los ligeros
Vaxeles con el arte apresuraban,  390
Ora con el timon, ya con la escota,
Tomada para el puerto la derrota.
El General subió á la popa en esto,
Y el contento creció; el rumor cesando,
Garin se le humilló sábio y modesto,  395
El á Garin notablemente honrando;
A quien en su alto y reservado puesto,
Ya las mesas alzadas, retirando,
Como admirado de su ser notable,
Le dice así con dulce voz y afable.  400
Dais, padre, de bondad y de prudencia
Tan grandes muestras, que me habeis forzado
A que quiera saber de cierta ciencia
El nombre vuestro, el hábito, y estado;
Y así con toda salva y reverencia  405
Os pido aquí, en secreto retirado,
Satisfagais en esto á mi deseo,
Si en ello cosa injusta no deseo.
—64→
Con baxa voz, humilde y grave, dando
Un severo y tristísimo suspiro,  410
Garin al General responde: quando
Tu grandeza, Señor, contemplo y miro,
Ese término llano, afable, y blando,
Que usas conmigo, qual divino admiro,
Por ver en ti la clara ilustre lumbre  415
De heroyca alteza, y santa mansedumbre.
Pedir tú así, Señor, es mandamiento
Que por mí debe ser obedecido;
Y así el hábito y nombre y nacimiento
Y quanto puede ser de mí sabido,  420
Por tu satisfacion y tu contento,
Como es á tu grandeza y ser debido,
Con llaneza diré y verdad sencilla,
Y no sin darte alguna maravilla.
Cerca de donde Lobregate ameno  425
Mezcla sus aguas con el mar profundo,
De bellezas riquísimas tan lleno,
Que á ningun rio debe ser segundo:
Tiene dos islas en su dulce seno,
A donde da la que enriquece el mundo,  430
Todo lo de mas gusto, y de alegria,
Que en los jardines mas curiosos cria:
En una de las quales retirado
Vivia un hombre santa y dulcemente,
A quien fuí yo del mar por hijo dado,  435
Siéndome el cielo próspero y clemente:
Oirás, Señor, un caso señalado,
Reveládome á mí por el prudente
Viejo que me crió de la manera
Que si su verdadero hijo fuera.  440
—65→
Contábame que, estando atento un dia
Mirando como el mar bravo y furioso,
Con un levante que le revolvia
Con porfiado soplo y riguroso,
Sus altas olas con furor rompia  445
En su preciso límite arenoso,
Atronando la playa, que alterada
Estaba, negra, triste, y despoblada;
Vió llegar fluctuando á la ribera,
Allí muy cerca de donde él estaba,  450
Una ancha y hermosísima venéra,
Que por cosa admirable celebraba:
La qual, como si alguno la rigiera
En el rigor de la tormenta brava,
Los golpes de las olas esquivando  455
Del bravo mar, la tierra iba ganando.
Y al fin llegada, y puesta en salvamento,
Donde al soberbio mar la tierra enfrena,
Un niño echó con admirable tiento
Fuera del agua en la mojada arena;  460
Y luego del refluxo y mar violento
Sorbida fué, de arena y agua llena,
Quedando yo, que el niño era, tendido,
Sin pulso, sin aliento, y sin sentido.
El viejo, que mirando atentamente  465
Estuvo siempre aquella maravilla,
Con presurosos pasos diligente
A ver lo que era yo llega á la orilla;
Y visto, me levanta, y con ardiente
Zelo de caridad á su casilla  470
Me lleva, y con remedios principales
Vuélveme los espíritus vitales.
—66→
Tenia yo de edad un año, quando
Fuí por este camino así admirable
A ser hijo del viejo venerando,  475
En cristiandad, y en discrecion notable:
El qual, como estuviese vacilando,
Con discurso confuso y variable,
Acerca de mi nombre y nacimiento,
Y de aquel prodigioso acaecimiento;  480
Sucedió que, quitándome el vestido
Del tempestuoso mar todo mojado,
En un pequeño reliquiario asido
Un cordon, y con fuerza desatado,
Fué causa que se abriese; y de escondido  485
Manifiesto quedó un papel doblado,
Que era una oracion hecha en mi ruego,
De quien mi nombre supo el viejo luego.
Supo que Juan Garin mi nombre era,
Y así me llamó siempre el sábio anciano;  490
Crióme allí desde esta edad primera
Hasta seis años con su industria y mano:
Al cabo de los quales la ribera
Del mar dexó, la isla, el rio, y llano,
Y subióse conmigo á Monserrate,  495
De cuyo asiento gustarás que trate.
Hizo aquí pausa el sábio religioso,
Como para querer tomar aliento,
Y al mismo punto un tono lastimoso
El hilo rompe de su dulce cuento:  500
Hombre á la mar, dice el proel cuidoso:
Hombre á la mar, replíca en un momento
La chusma, y como el cómitre le ordena
De golpe amayna la cruzada entena.
—67→
Luego por una banda apriesa boga,  505
Y por la otra á toda furia cia,
Y la galera al triste que se ahoga
Vuelve veloz por la sulcada via;
Y no con vara, ó pica, ó remo, ó soga
El socorro prestísimo le envia,  510
Sino con la barqueta y marineros,
Que al mar se arrojan diestros y ligeros.
Sacan, al fin, al pasagero pobre,
Que de bisoño y mal considerado
Al mar cayó, por confiarse sobre  515
Un filarete en sueño descuidado;
Y para que el aliento y vida cobre
Se atiende con piedad y con cuidado,
Volviendo la galera ya á su curso,
Y las demás que guardan su discurso.  520



  —68→  


ArribaAbajoCanto V


ArribaAbajo Garin, que lastimado y condolido
Del triste que pasó el peligro fiero,
Porque en el alma fuese socorrido,
Fué á velle con cuidado verdadero:
Dexándole ya vuelto en su sentido,  5
Con el esfuerzo y ánimo primero,
Vuelto al ilustre Alberto, y á su intento,
Así prosigue el comenzado cuento.
Monserrate, Señor, la alta montaña,
Cuyas grandezas gustas que te cuente,  10
Tras el suceso de mi vida extraña,
Que he referido ya sumariamente,
Está situada en la felice España,
Casi en el medio de la noble gente,
De que es cabeza Barcelona ilustre,  15
Grande ciudad, de gran riqueza y lustre:
De quien hácia poniente está distante
Siete leguas, y doce á tramontana
Tiene los Pirineos, y delante
Al medio dia la marina llana;  20
Por donde, quando sale de levante
La clara luz de quien el dia mana,
Los rayos de oro que en el agua altera
En el hermoso monte reverbera.
—69→
Quatro leguas ocupa de la sierra  25
El ancho asiento al rededor medido;
Y el grande rio que en el mar se encierra,
Allí donde yo fuí del mar traido,
Fertiliza del pié la verde tierra,
De las aguas del monte enriquecido,  30
Que son muchas, muy claras, y agradables,
Dulces, suaves, frias, saludables.
La belleza, la gala, y compostura
De toda la montaña es admirable,
La vária y hermosísima espesura  35
No puede ser mas linda y agradable:
La eterna y fertilísima verdura
Es en extremo dulce y deleytable,
Hasta los riscos ásperos y yertos
Estan de flores y árboles cubiertos.  40
Los riscos, cuyas cimas hasta el cielo
En forma de pirámides subidas,
Bastan á divertir y dar consuelo
A las mas tristes almas y afligidas;
Que, ora cubiertas de importuno yelo,  45
Ora se muestren verdes y floridas,
Solo el orden y traza de su asiento,
Quanto es de admiracion, es de contento.
Ni en los famosos tempes de Tesalia,
En la mayor riqueza del Penéo,  50
Ni donde mas las ninfas de Castalia
Enriquece el arroyo Pegaséo;
Ni en la aurífera Hesperia, ni en Italia,
Ni en lo mejor del Arabe, ó Sabéo,
Algun lugar con Monserrate igualo  55
En belleza admirable, y en regalo.
—70→
Qual famosa ciudad puesta en la raya
Del enemigo reyno poderoso,
Donde mil torres y atalayas haya
Sobre un asiento altísimo y hermoso;  60
Y que entre el cerco, torre y atalaya
Se muestre el alto templo suntuoso,
La casa principal, los capiteles,
Las almenas, las cruces, y pineles:
Así parece desde léjos vista  65
La sierra, porque estan los riscos puestos
Con tal concierto, que uno de otro dista
Casi á nivel en el altura y puestos.
Engañan al juicio, y á la vista,
Que parece por arte estar dispuestos,  70
Y por entre ellos ver con varias luces,
Templos, almenas, capiteles, cruces.
Estan las peñas como si aserradas,
O partidas á mano, hubiesen sido,
Menos ó mas en partes levantadas,  75
Segun menos ó mas hayan crecido;
Y de vellas la gente así cortadas,
Y el monte en tantas partes dividido,
Fué Mont Serrat en catalan llamado,
Que es lo mismo decir monte aserrado.  80
Pero la universal lengua de España,
De Mont Serrat llamóle Monserrate,
Y así se ha de llamar esta montaña
Por qualquier que en tal lengua della trate:
Fuera otra cosa afectacion extraña,  85
Y quitar á la lengua su quilate,
Pues es en ella propio ya tal nombre,
Y así es razon, Señor, que yo la nombre;
—71→
Aunque es mejor nombralla un paraiso,
Segun es la alegria y el consuelo,  90
De que dotar del monte el ayre quiso
El liberal y favorable cielo.
Gozo divino, celestial aviso,
Lleno de sacra luz, claro desvelo,
Influye el rico clima eternamente  95
Del fértil y alto monte al ayre ambiente.
Y á las innumerables plantas bellas
Influye varios y abundantes frutos,
De que con liberales manos ellas
Al hombre en todo tiempo den tributos;  100
Y á las yerbas las flores como estrellas
Hasta en los secos riscos mas enxutos,
De quien el viento ofrezca á los sentidos
Los ámbares y almizques mas subidos.
De fieras y aves ¿quien pintar podria  105
La multitud, belleza, y mansedumbre?
De sus voces y cantos y armonía
¿Quien referir el gusto en su costumbre?
Hacen al hombre amiga compañia,
Qual si razon humana las alumbre,  110
Con gusto que el espíritu levanta
Al Hacedor de maravilla tanta.
Y así las espesuras espantosas,
Las fieras y aves, plantas, frutos, flores,
Las altas sendas, ásperas, fragosas,  115
La regalada suavidad de olores,
Las escuras cavernas temerosas,
Y del ayre los claros resplandores,
Se conforman de suerte en dar contento,
Que no desea mas el pensamiento.  120
—72→
Y el ver desde amenísimos lugares,
Que tiene á cada paso la montaña,
Mil sierras, mil llanuras, mil lugares,
Los altos montes, término de España;
Y aun las fértiles Islas Baleares  125
Se pueden ver, tal es su altura extraña,
Que estan dentro del mar doscientas millas,
En frente de las Iberas orillas.
Es un regalo, un gozo, una belleza,
Y un entretenimiento tan gustoso,  130
Que levanta el espíritu á la alteza
Del deseado celestial reposo.
Al fin, allí extremó naturaleza
Todo lo mas suave y mas hermoso,
Y todo lo que mas mueve y aviva  135
La santa soledad contemplativa.
Allí pues fué, Señor, donde el discreto
Viejo conmigo se subió escondido,
Aquel puesto mas áspero y secreto,
Por mas á su propósito escogido;  140
Y allí de mi niñez el ya inquieto
Bullicio fue en sus obras convertido,
Siéndome el sábio anciano juntamente
Dulce padre, y maestro diligente.
Tal le gozé veinte años, en aquella  145
Vida llena de gusto y de consuelo,
Solo aspirando y procurando en ella,
Con eficaz deseo y santo zelo,
La vida eterna, que en la patria bella
Al hombre ofrece el Hacedor del cielo:  150
A la qual él subió con gozo y canto,
Quedando solo yo con pena y llanto.
—73→
Y así como quedé, perseverando
En aquella dulzura solitaria,
Otros veinte años he vivido, obrando  155
La vida al cuerpo y alma ya ordinaria;
Hasta que al fin de tanto tiempo, quando
Era aquella quietud mas necesaria,
Por suceso importante me es forzoso
Hacer este viage trabajoso.  160
Aquí dió fin al cuento de su vida
El afligido monge sabiamente,
Y mostró de su pena dolorida
Lo que él quiso encubrir como prudente;
Y al punto la galera, que traida  165
Era del fresco y próspero poniente,
De Marsella tomó el seguro puerto
Con grande salva, y singular concierto.
Ya estaba en l'alta puerta de levante
La noche á la salida aparejada,  170
Y ya, pasado el ancho mar de atlante,
El dia apresuraba su jornada;
Quando Garin en devocion constante,
Con licencia dificilmente dada,
Fué á visitar el santo monumento  175
De aquella dama del precioso unguento.
Todo encendido en el divino exemplo
De aquella pecadora tan gran santa,
Quiere ver el sepulcro, cueva y templo
Donde ella hizo penitencia tanta.  180
Para allá parte, y dice: si contemplo
Lo que un contrito espíritu levanta
La penitencia y oracion contina,
Ellas repararán mi gran ruina.
—74→
Si en vos, dichosa Madalena, miro  185
El primer nombre deslustrado y feo,
Y el segundo lustroso y lindo admiro,
Que ser trocado en penitencia veo;
Con justa causa á penitencia aspiro,
Con gran razon la busco y la deseo,  190
Animado, aunque indigno y miserable,
Con vuestro santo exemplo memorable.
Aquel santo Señor por mí enclavado
En alta cruz delante á vuestros ojos,
Aquel que vistes vos resucitado,  195
Lleno de mil trofeos y despojos;
Siendo de mí como de vos amado,
El reparo será de mis enojos:
En él espero yo con vuestro exemplo,
Aunque inmérito tanto me contemplo.  200
Diciendo así el andar apresuraba
El contrito animado penitente,
Quando ya el sol del todo se encerraba
En el mar de las Indias de Occidente;
Y de la parte donde él iba estaba  205
En medio del camino justamente,
Quando con grave horror oyó un gemido
Cerca de sí, lloroso y dolorido.
Y vuelto el rostro á la siniestra mano,
Entre una espesa y áspera maleza  210
Vió abierto un corto paso, fácil, llano,
Aunque lleno de espanto, y de tristeza:
Hizo allí fuerza el apetito humano
De investigar las cosas de extrañeza,
Y así volvió, aunque á espacio y receloso,  215
El paso al paso triste y temeroso.
—75→
Guióle á aquella parte, donde oía
La voz llorosa que á su son le lleva,
Una pequeña lámpara, que ardia
Al fin del paso en una angosta cueva.  220
A la puerta llegó, y no bien ponia
Los pies en ella, quando en forma nueva,
Y en tono triste, humilde, afable y blando,
Así la voz sonó, siempre llorando.
¡O tú que con divino y santo zelo,  225
Y con alma contrita y dolorida,
Procuras el reparo y el consuelo
De tu pesada y mísera caida!
Quéjate del rigor bravo del cielo,
Duélete de tu amarga y triste vida,  230
Blasfema y aborrece el ser criado,
Para tan miserable y triste estado.
¿Adonde vas, cuidoso peregrino,
Mil mares y mil tierras travesando,
Piedad, favor y gracia en el divino  235
Juez rigurosísimo esperando?
Vuélvete, ó para aquí de tu camino,
Que en vano vas, ó triste! agonizando:
Yo lo sé, no lo dudes, yo te aviso,
No hay silla para tí en el paraíso.  240
Y porque creas lo que digo, advierte:
De España vienes, Juan Garin te llamas,
Con torpe estupro, y con injusta muerte,
De una doncella mísera te infamas:
En el infierno con tormento fuerte  245
Tu asiento tienes entre eternas llamas,
Con lástima de próximo y con duelo
Sentencia irrevocable te revelo.
—76→
La qual, si me ha mandado que te diga
El juez, que es solo quien saberla puede,  250
Es porque se repare tu fatiga
Mientras la mortal vida te concede,
Dándote la fortuna siempre amiga
Mientras contigo en este mundo ruede;
Y alcanzes esto por tus buenas obras,  255
Ya que el infierno por las malas cobras.
No te congojes, pues, ni así afanado
Andes en tu esperada penitencia:
Huye de Roma, donde tu pecado
Se sabe ya con presta diligencia.  260
El mismo Conde, fiero y lastimado,
Acusa tu sacrílega insolencia,
Hallado el cuerpo do la ve patente,
Y quanto es justo la exâgera y siente.
Y para que mejor, ó Garin, creas  265
Que no ha de ser tu culpa perdonada,
Y el gran rigor del juez del cielo veas,
Como si vieses su sangrienta espada;
Yo triste ahora entre las almas feas,
En la pena mas fiera y lastimada,  270
Eternamente lloro, gimo, y peno,
Habiendo sido en alto grado bueno.
Aquí cesó la triste voz, y al llanto
Primero se volvió con ronco acento.
El monge queda qual si un fuerte encanto  275
Le atára el corazon y el pensamiento:
El fiero horror, el infernal espanto,
Ni da á la vista paso, ni al aliento,
Ni dexa al alma la espantosa pena
Discurso, ni razon, ni cosa buena.  280
—77→
Qual estátua de piedra el monge estaba,
Sin movimiento, y sin color, pasmado;
Quando la luz pequeña que alumbraba
El aposento triste y asombrado,
Con una furia temerosa y brava,  285
De un turbion repentino arrebatado,
En humo espeso y negro fué resuelta,
Y en él se fué la triste cueva envuelta.
Solo Garin quedó en el campo abierto
Del espanto primero como vido,  290
Con el segundo bravo desconcierto
Del repentino desigual ruido;
Y junto á un grande pozo, y al desierto
Camino que á la cueva le ha traido,
Se vió Garin, y casi estuvo dentro  295
Con la intencion de aquel profundo centro.
Pero ya que el confuso desvarío
A la flaqueza humana sojuzgaba,
Y faltando del alma el santo brio,
A punto ya de ser rendida estaba;  300
Sin que supiese él como el albedrio
De aquel peligro el paso retiraba,
El asombrado y flaco peregrino,
A mano diestra por el buen camino.
Y como si de un ímpetu de viento  305
Contra su voluntad fuera llevado,
O si algun repentino encendimiento
Le siguiera con vuelo acelerado,
Vuelve á seguir el comenzado intento
Con prestos pies por el camino usado;  310
Y en breve tiempo llega al templo santo,
Y allí renueva su angustioso llanto.
—78→
Póstrase ante el altar de Madalena
Con presuroso respirar rendido
Al presto movimiento, y á la pena  315
Que con tanta congoja le han traido;
Y sin poder hablar, y sin que á pena
Se pueda aprovechar de algun sentido,
Pasmado se quedó, como si fuera
Voto ofrecido allí de tabla, ó cera.  320
Así gran rato está, pero ya quando
Se vino poco á poco recogiendo
El espíritu pobre, que volando
Andaba ya de su mortal huyendo:
Qual de profundo sueño despertando,  325
Rios de amargas lágrimas vertiendo,
Con sollozar tristísimo y amargo
Vuelve Garin de aquel desmayo largo.
Y dice con llorosa voz, salida
De un ronco pecho convertido en yelo:  330
¿Quien trocó la esperanza de mi vida
En tan desesperado desconsuelo?
¿Qué mar, qué tierra podrá dar cabida
A quien así la niega el justo cielo?
¿Adonde iré, ó qué haré cuitado  335
Tan miserablemente condenado?
¿Es esta la dulcísima esperanza,
Que con tanto cuidado me traía
A santa penitencia, y que en bonanza
El alto mar de mi dolor tenia?  340
¿Es esta aquella bienaventuranza
Que mi santo viage prometia,
Yendo á los pies del Sumo Sacerdote
A demandar el saludable azote?
—79→
Que quanto la tremenda voz y horrible  345
De mí me ha dicho sea verdad sin duda
En quanto á quien yo soy, y á la terrible
Culpa que de la gracia me desnuda,
Conozco ser verdad cierta infalible,
Queda mi lengua contra ella muda;  350
Mas que á mi llanto falte en Dios clemencia,
Tengo por dudosísima sentencia.
Y así dudoso en esto, y no dudoso
En que Dios puede al pecador cuitado
Mas perdonalle con amor piadoso,  355
Que pecar él con corazon trocado:
Teniendo de mi parte el congojoso
Dolor de haber en su camino errado,
¿Como puedo creer la irrevocable
Sentencia que esta voz dixo espantable?  360
Pero ¿que voz osar pudiera tanto,
Que con tanta certeza pronunciara
De parte del juez tan justo y santo
Sentencia tal, difinitiva y clara?
En todo veo un mar de inmenso llanto,  365
Todo en dolor, en pena todo para;
O sea el llanto que el perdon merezca,
O el que por tal sentencia se padezca.
Y así, por tan intrínsecos cuidados,
Con miedo horrible, con temor horrendo,  370
Con dolores vivísimos, causados
De asombro tan atroz, tan estupendo,
Llorad sin descansar ojos cansados,
Salid sin duelo lágrimas corriendo,
Formad un mar inmenso en mí de pena,  375
Y la culpa anegad que me condena.
—80→
Así lloraba, así su pena amarga
Con dolores vivísimos sentia,
Mientras la noche triste, al triste larga,
El usado camino proseguia:  380
Al fin, juntado á la pesada carga
De tormentos, que tanto le afligia,
Un sueño pesadísimo rindióle,
Y el alma á sus fantasmas entrególe.
El triste sueño grave y congojoso  385
Le trabó los sentidos trabajados,
Y al afligido espíritu cuidoso
Dexó solo en las penas y cuidados:
Allí del fuerte trance riguroso
Confusamente vió representados  390
Los pasados tristísimos horrores,
Los peligros, las penas, y temores.
Y particularmente el sueño vano,
Le representa aquel escuro centro,
Aquel profundo pozo, que en el llano  395
Al triste fué tan peligroso encuentro;
Y que le arroja con horrenda mano
Uno vestido de ermitaño dentro:
El qual era en el hábito el del monte,
Y en las manos y cara un Aqueronte.  400
Pero ya quando la amorosa estrella
Recogia su luz resplandeciente,
Y la rosada aurora alegre y bella
Salia por las puertas del oriente,
La vio en sueño salir, y á par con ella,  405
Pero mas adornado y mas luciente,
Un jóven vió salir, y que guiaba
Hácia el ardiente pozo donde estaba.
—81→
Dos alas hermosísimas batia
El bello jóven en el largo vuelo,  410
Con que ligeramente descendia
Por el abierto iluminado cielo:
Severo el lindo rostro sí traía,
Mas echaba mil rayos de consuelo;
Y al afligido y mísero llegado,  415
Así le dice en tono sosegado:
Levanta, no desmayes, persevera,
Esfuerza, no te rindas, cobra aliento,
Vuelve mas animado á la carrera,
Confia, y sigue tu primer intento.  420
Ya ves que vengo de la excelsa esfera,
Donde podrás tener eterno asiento:
No creas las pasadas ilusiones,
Dios oye los contritos corazones.
No dixo mas, sino alargó la mano,  425
Y al cabello la echó del que dormia,
Y del gran pozo por un paso llano
Tras sí le trae allí donde yacía;
Y luego el mensagero soberano
Vuelve ligero á la alta gerarquía:  430
Con el alma Garin le sigue alerto,
Entrar le ve, y hállase despierto.
Temblando, y el cabello espeluzado,
Se vió despierto ante el altar tendido.
Estuvo un rato así; pero animado,  435
Y al discurso y razon restituido,
Siéntese internamente consolado
De un divino consuelo no entendido.
Tiernas lágrimas riegan sus mexillas,
Y dice así, lloroso, y de rodillas:  440
—82→
¿Que yelo riguroso diamantino
Hará, Padre piadoso, resistencia
Al fuerte rayo de ese Sol divino
De tu inefable altísima clemencia?
Anímas á este pobre peregrino  445
A que prosiga, y haga penitencia:
Abresle de tu gracia la ancha puerta:
Quieres, Señor, que viva, y se convierta.
Yo lo conozco verdaderamente,
Era ángel tuyo el que he visto yo ahora  450
Salir y entrar en el lumbroso oriente,
Por las doradas puertas de la aurora.
Ya siente el fuego de tu amor clemente
Esta alma tuya, que sus culpas llora,
Y se apercibe en tu servicio y nombre  455
A dar al traste con el viejo hombre.
Así se consolaba, confirmado
En la verdad de la vision divina:
Desta suerte se aníma, ya esforzado
Con aquella preciosa medicina.  460
En esto del oficio acostumbrado
La santa hora del alba se avecina,
Y entraron luego al santo ministerio
Los cultores del sacro monasterio.
Gimiendo siempre, siempre en tierno llanto  465
Pasó las horas del divino oficio,
Mostrando valerosamente quanto
Vuelve ya á confiar de su exercicio:
El que gobierna el monasterio santo,
Llegado al fin el alto sacrificio,  470
A Garin llega, y con amor le ofrece
Todo lo que conoce que merece.
—83→
Era Garin de aspecto venerable,
Aguileña nariz, enxuta cara,
Alegre vista, gravemente afable,  475
Con humildad, y con modestia rara:
Blanco, rubio, dispuesto, y de agradable
Compostura, que daba muestra clara,
En amable apariencia, ser persona,
Que de nobleza y cristiandad se abona.  480
Y así el monge prudente conociendo,
Luego en viendo á Garin, que merecia,
En su notable aspecto y reverendo,
Cumplida y amigable cortesía:
Hospedage carísimo ofreciendo,  485
Con palabras discretas de alegria,
Su voluntad, su celda, y mesa ofrece;
Y él la caricia acepta, y la agradece.
Van á la celda á entretenerse hasta
Que se llega la hora de la mesa,  490
Dando cuenta de sí la que le basta
A quien sus cosas con prudencia pesa:
Que almacen de palabras no se gasta,
Adonde es dellas la razon turquesa,
Porque las saca solamente al justo  495
Con la verdad, con el provecho, y gusto.