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Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III

Tomo Tercero

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ESCALONA (el P. Fr. Romualdo) Monje de Sahagún, y Cronista de la Congregación de San Benito de España. Historia del Real Monasterio de Sahagún, sacada de la que dejó escrita el P. M. Fr. José Pérez, Catedrático de Lenguas, y de Matemáticas de la Universidad de Salamanca, corregida y aumentada con varias observaciones históricas y cronológicas, y con muchas memorias muy conducentes a la historia general de España. Madrid 1782 en la Imprenta de Ibarra. Un tomo en folio. Esta historia está escrita sobre documentos originales, existentes en el Archivo del mismo Monasterio, con los cuales se corrigen muchos yerros de cronología, y se afirman varios hechos importantes de nuestra historia Eclesiástica, y Civil. Son muy apreciables tres Apéndices, que van adjuntos a la obra. El primero es la Historia del Monasterio de Sahagún, hasta el año de 1255 escrita por dos Monjes anónimos. El segundo la defensa del honor de la Reina Doña Urraca, indignamente mancillado por varios rumores esparcidos en su tiempo, ligeramente creídos y propagados por Autores poco noticiosos a la posteridad: escrita por el M. Fr. José Pérez sobre el capítulo   —2→   48 de la Historia del anónimo de Sahagún, que dice: «los Burgueses llamaban a la Reina meretriz pública y engañadora.» Y el tercero es una colección de 326 Escrituras, sacadas del Archivo del mismo Monasterio, que empiezan en el año de 904 y acaban en el de 1475.

ESCOBAR (Don Antonio Pérez de) Médico de Familia de S. M. Examinador del Real Tribunal del Protomedicato, y Académico de la Real Academia Médica de Madrid. Avisos Médicos, populares y domésticos. Historia de todos los contagios: preservación y medios de limpiar las cajas, ropas y muebles sospechosos. Madrid 1776 por Don Joaquín Ibarra. 4.º.

El Autor, habiendo notado el general horror con que se mira la enfermedad de la tísica, los extremos a que obliga de abandonar los que la padecen, quemar la ropa y muebles de su uso, picar las paredes, y otros semejantes, estudió particularmente sobre la naturaleza de este mal, y habiendo notado bien sus diferencias, los grados de su malignidad, sus causas y modo de propagarse, llegó a conocer que no todas las especies de ética, y de tísica son contagiosas: que aun en las que lo son, sólo se comunica el contagio a una muy pequeña distancia, y que puede precaverse con ciertas diligencias, sin que sea necesario separar los muebles. Últimamente prescribe ciertos medios para purificar estos,   —3→   sin que sea necesario recurrir al último extremo de quemarlos. Para hacer más perceptible su doctrina, y fundar más bien su opinión, pone la historia de los demás contagios, sacada de los mejores Autores antiguos y modernos, entre los cuales no tienen el menor mérito algunos Españoles.

No habiendo en el mundo cosa alguna más importante que la salud pública, y habiendo mezclado la ignorancia sus preocupaciones en ésta, como en los demás ramos de la vida, es muy recomendable el esmero con que el Señor Escobar ha procurado combatir una opinión, que al desconsuelo de las familias ha añadido muy frecuentemente la total ruina de muchas, y ciertos recelos que muchas veces han sido tan funestos, como la misma tísica.

La opinión del Señor Escobar no es enteramente nueva, ni singular. Ya en 1651 se había practicado en Valencia el arbitrio de purificar los muebles con muy buen suceso, como lo refiere el P. Gavaldá, Dominico, en unas Memorias que publicó en aquellos años, en que hubo una gran peste en aquel Reino. Zimmerman opinó del mismo modo en su Arte de Experiencia, que no había llegado todavía a manos del Señor Escobar, cuando publicó la suya. Que el mal de la lepra se comunica por el aire, lo ha negado también después Mr. Lorry en su obra de Morbis Cutaneis.   —4→   También el Autor de la lección 13 de las contenidas en el tomo tercero de las Memorias de la Real Sociedad de Sevilla, publicada en el año pasado de 1785 declama contra la pena de encerrar a los leprosos. La Sociedad Real de Medicina de París propuso un premio de 600 libras para primero de enero de 1785 al que mejor respondiere sobre la cuestión siguiente: «Determinar cuáles son en las enfermedades agudas y crónicas las que deben reputarse como verdaderamente contagiosas; por qué medios cada una de ellas se comunica de un individuo a otro; y cuáles son los progresos de estos diferentes contagios»1.

Todo esto prueba la solidez de las observaciones del Señor Escobar, muy dignas de llegar a noticia de todos los Médicos, para que notando con más cuidado las diferencias que puede haber en este género de enfermedades, excusen en cuanto puedan la dura diligencia de quemar la ropa y muebles, templando en la ejecución el rigor de las Leyes que la ordenan; porque fundándose estas en la opinión común acerca de la propagación de las enfermedades contagiosas; si se demuestra que todas las que se han tenido por tales, no lo son: que aun en las que lo son,   —5→   el contagio no se propaga con la actividad que se creía: y finalmente que la infección de la ropa y muebles puede quitarse por algunos medios sencillos, y no muy costosos, cesa la causa porque se publicaron; en cuyo caso es muy regular que se revoquen, o que sin revocarse formalmente, no se observen, como ha sucedido en otras muchas.

EXIMENO (el Abate Don Antonio) Ex-jesuita Español, residente en Italia, entre los Pastores Arcades Aristojeno Megareo. Antes de salir de España fue el primer profesor de la Real Academia de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de Artillería de Segovia, y publicó la Oración que dijo en la abertura de aquella Academia en 1764. El objeto de esta Oración es demostrar la necesidad del arte de la guerra, y de estudiarlo por principios. Para esto propone por pruebas varios ejemplos de casos en que la práctica y la experiencia más constante y autorizada ha tenido que ceder al cálculo, y a la teoría. «Los Académicos Franceses, dice, después de 36 años de observaciones, y medidas para averiguar la figura de la tierra, resolvieron que era prolongada. Newton, sin observación ninguna, con sólo el cálculo, desde el retiro de su gabinete, dijo que era chata, lo que ya nadie duda. Los mismos Franceses, a costa de muchas experiencias, formaron las tablas de proyección de las bombas, que se siguieron generalmente en   —6→   el siglo pasado. Galileo y Torricelli, sin experiencia alguna, solamente con el buen uso de la geometría demostraron la curva que deben describir las mismas bombas arrojadas: y aunque al principio los Artilleros Franceses se burlaron de los trabajos de aquellos geometras, riéndose de que unos puros Matemáticos sin experiencia quisieran darles reglas; después se han visto precisados a abandonar las suyas, y adoptar las de aquellos Italianos, mejoradas por otros Matemáticos posteriores. Lo mismo que pasaba en Francia con las bombas, estaba sucediendo en España con la fundición de cañones. Don Juan de Bayarte Calasanz, Gobernador y Capitán General de la Isla de Menorca, propuso al Rey en 1606 la reducción del calibre y longitud de las piezas de Artillería. La falta de conocimientos Matemáticos, hizo que se despreciara entonces aquel pensamiento, que después ha sido seguido en toda Europa».

«Confesemos, decía el Señor Eximeno, que cuando se ensalza la práctica para abatir la teórica se habla de mala fe. Bajo de la voz práctica se escuda nuestra ignorancia, y cortamos con ella el nudo del estudio a que se nos quiere obligar; pero de esta ignorancia se sigue tal vez que en los lances, aun contra nuestra intención, somos traidores al Rey que nos mantiene y nos honra, poniendo en nuestras manos la fuerza de su Imperio, la   —7→   justicia de sus derechos, la felicidad de la Nación. Digo y repito, que la experiencia y la práctica son las madres de las Ciencias y de las Artes; pero la práctica sin ciencia ha sido siempre el mayor obstáculo para el progreso de ellas.» Estas sabias reflexiones del Sr. Eximeno son aplicables a otros muchos ramos de las demás ciencias, y aun a la conducta de los hombres en la vida civil. ¡Cuántas cosas buenas dejan de hacerse, no porque no se conoce que lo son, sino porque ha habido práctica de lo contrario! Demostrada la necesidad de la teórica, concluye el Señor Eximeno su Oración, exhortando a sus discípulos al estudio y a la aplicación, para salir dignos Oficiales de su Rey, y su Nación.

Dell' origine è delle regole della Musica, colla Storia del suo progreso, decadenza, è rinovazione, opera di Don Antonio Eximeno, frá y Pastori Arcadi Aristosseno Megareo, dedicata all' augusta real Principesa Maria Antonia Balburga di Babiera, Elettrice Vedova di Sassonia, frá le Pastorelle Arcadi Ermelinda Talea, in Roma 1774, nella stamperia di Michel Angelo Barbiellini. 4.º mayor.

El Señor Abate Eximeno, que siendo profesor de Artillería en España, había persuadido la necesidad de las matemáticas para el arte de la guerra, en Italia, centro de las bellas artes, concibió el designio de demostrar   —8→   la inutilidad de las mismas para la Música e inventó un nuevo sistema, que aunque al principio encontró algunas oposiciones, después ha tenido bastantes partidarios. Este sistema consiste en que la Música es un verdadero idioma, y que por consiguiente sus reglas no se han de buscar en las matemáticas, sino en la Prosodia. «En el canto de las palabras, dice su Autor, la Música las adorna de variedad de tonos para hacer más viva la impresión en el ánimo. En la modulación sin palabras tiene el mismo objeto, esto es, el conmover el ánimo con los tonos de la voz: y por el natural enlace de los afectos con las ideas, la Música suple las palabras, particularmente por medio de los objetos que excitan en el ánimo las impresiones más vivas. Y así un concierto de instrumentos nos pone a la vista una tempestad, una borrasca, un terremoto, una pasión de ira, o de amor, y como lo podría hacer un orador elocuente, nos enternece, contrista, alegra y enfurece. También añade la Música a las palabras cierta fuerza de significar, que no tienen por su naturaleza. Por ejemplo, la palabra amor significa solamente cierta inclinación del ánimo a un objeto que agrada; pero el amor varía según las condiciones de las personas. Las mujeres, por lo general, aman más tiernamente que los hombres, y su debilidad hace que su amor sea tímido y celoso. Al contrario   —9→   el hombre, no siendo afeminado, ama con amor más noble. Por más fuerte que quiera representarse el amor de Eneas a Dido, no conviene a tan grande Capitán la ternura, que en el joven Artajerjes no es inverosímil. Y aunque la expresión yo te amo, por sí no significa más que aquella general inclinación del ánimo, la Música hace significar a aquellas palabras cualquiera especie determinada de amor.»

Declarado su sistema, impugna el de los Griegos, las teorías de Tartini, Euler, Rameau, y D'Alembert. Deduce de bien pocos principios, que establece sobre la observación de la naturaleza, las reglas prácticas para la composición. Examina las causas del agrado de la Música: pone la historia de ésta desde los Griegos hasta nosotros: y concluye con varias observaciones acerca del gusto de la Música, y poesía, y de la disposición para estas dos artes de las principales lenguas de la Europa. Bastaba para dar al Señor Abate Eximeno el mérito de Autor original la invención de un sistema nuevo en medio de una nación que ha sido la más fecunda de ingenios inventores en todos ramos. Pero a aquel se ha añadido otro poco común, esto es, el de haberlo sabido proponer con pruebas deducidas de la misma naturaleza, y destruir los demás, que tenían en su apoyo a los más grandes matemáticos del siglo XVIII.

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El nuevo sistema del Señor Abate Eximeno tuvo al principio muchos contrarios, y particularmente entre aquellos profesores que para relevar más su habilidad, hacían cierto misterio de una arte que tiene sus reglas fáciles, sacadas, como todas las demás, de la atenta observación de la naturaleza. Pero posteriormente ha ido adquiriendo muchos partidarios. Los papeles públicos han hablado de esta obra con mucho elogio. El Monthly reviere, o revista mensual de Londres, al anunciarla, empieza de esta suerte: «Esta es una producción de primera clase, respecto al verdadero gusto, vasta erudición y filosóficas discusiones...» En las noticias literarias de Florencia se dice, que la Italia y las naciones extranjeras le serán tan obligadas, como lo son los que introdujeron la filosofía moderna.

Letera del Sig. Abate Don Antonio Eximeno al R. P. M. Fr. Tommaso Maria Mamacchi, sopra l'opinione del Signor Abate D. Giovanni Andres intorno alla Letteratura Ecclesiastica de' Secoli barbari. Mantova 1783. El Señor Eximeno había remitido al Abate Pezzuti, principal autor de las Efemérides literarias de Roma, el extracto de la obra del origen, progreso, y estado actual de toda la Literatura, para que lo insertara en su diario, según había hecho con algún otro. Publicado en el número en donde correspondía, advirtió que se le habían truncado, y variado algunos   —11→   pasajes acerca de la Literatura Eclesiástica de los siglos bárbaros, y que lejos de expresarse en él la verdadera opinión sobre el estado miserable de la Literatura de aquellos tiempos, se había desfigurado su pintura. Reconvenido el Señor Abate Pezzuti, respondió que aquellas enmiendas se habían hecho por mano superior; y suponiendo que el Señor Don Antonio Eximeno que ésta sería la del P. Mamacchi, como Maestro del Sacro Palacio, y Censor, le escribió esta carta, en la que le hace cargo de la libertad que se había tomado, y vindica la opinión del Señor Abate Andrés.

EZQUERRA (Don Joaquín) Catedrático de Latinidad en los Estudios Reales de Madrid. Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid. Don Pedro Pablo Trullenc, Portero de la Cámara de Castilla, había empezado a trabajar desde el año de 1775 varios artículos pertenecientes a la historia política y económica de Madrid, desde principios del Siglo XVII en que escribieron sus Grandezas los Licenciados Gil González Dávila, y Jerónimo de Quintana. No habiendo podido llevar a efecto aquella idea, por varias enfermedades y desgracias que le sobrevinieron, y mucho más por las dificultades y repugnancia que encontró en adquirir los documentos necesarios para su obra, le ocurrió el pensamiento de trabajar otra periódica y en la cual se anunciarán los sucesos más   —12→   notables, y que más pudieran interesar la curiosidad del público en los ramos que no se suelen incluir en la Gaceta. Pero reflexionando que sus fuerzas no serían bastantes para la ejecución de una obra de esta clase, para la cual se necesitaba instrucción y diligencia, comunicó el proyecto a su paisano y amigo Don Joaquín Ezquerra, y aunque al principio se les opusieron varias dificultades, últimamente se resolvieron a publicar la obra meditada, con el título de Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid. Los artículos que en él se propusieron publicar son los siguientes.

I.º Un diario de las variaciones del viento, del calor, frío, lluvias, nieves, hielos, granizos, nieblas, y demás observaciones meteorológicas, con una razón de las enfermedades o epidemias que reinan en cada estación; los remedios que han usado los Médicos; los que han probado bien o no; y las curaciones más dificultosas que se han seguido. Este artículo, aunque acaso el menos leído, es sin duda alguna el más importante, por lo que en él se interesa la salud pública. Sólo con esta diligencia, seguida constantemente, se puede conocer bien el clima, y constitución particular de los pueblos; compararlos entre sí, y fundar sobre este conocimiento las observaciones médicas acerca de las causas de las enfermedades, y los métodos   —13→   de su curación. La Real Academia Médica Matritense, reflexionando sobre la importancia de estas observaciones, empezó a publicar en 1737 por medio de su individuo el Dr. Don Francisco Fernández Navarrete las Efemérides barométrico-médicas, que los sabios Diaristas, convencidos de la necesidad de que se hicieran muy notorias, reimprimieron en algunos artículos de su Diario de los Literatos.

II.º La relación de las curaciones más dificultosas y raras, operaciones y método de ellas, principalmente en los Hospitales Generales. III.º De lo nuevo que se aumenta en el Gabinete de la Historia natural; lo particular que ocurriere, así en la química, como en el Jardín Botánico, con el número de discípulos que han concurrido, y aprovechado en las lecciones de éste. IV.º Del número de discípulos que concurren a la Real Academia de las tres nobles artes, Pintura, Escultura y Arquitectura; adelantamientos que hacen; premios y pensiones que reciben todos los meses. V.º De los trabajos literarios de las Academias de Jurisprudencia, así Civil, como Canónica, Derecho público, y disciplina Eclesiástica; y de los Actos, Conclusiones, o Certámenes públicos de esta Corte. VI.º De los libros y papeles que se imprimen; idea de su argumento, y el coste de ellos. VII.º De las festividades Eclesiásticas; Oradores que   —14→   predican en ellas; asuntos de sus Sermones, especialmente panegíricos, y oraciones fúnebres de personas distinguidas; y demás circunstancias dignas de atención, que hacen más solemnes las fiestas. VIII.º Del nombramiento de nuevos Párrocos, Prelados, elección de Superiores de los Conventos, Abadesas de los Monasterios, días de sus fallecimientos y entierros; y de los de otras personas de jerarquía de ambos estados. IX.º La descripción de las fiestas seculares, como Iluminaciones, Publicaciones de Paz y de Guerra, Coronaciones, Inauguraciones, Entradas de Embajadores, y demás celebridades públicas. X.º De los teatros, y Dramas que se representan en ellos, con una idea breve de su argumento, y el juicio que hicieren los inteligentes sobre su perfección y defectos. XI.º De los Edictos, Decretos, Bandos, Avisos, Tasaciones, Arreglos, Posturas, y demás perteneciente a la Policía, y a la Economía política. XII.º De las ruinas de edificios, incendios, y otros daños públicos; de sus reparos, y obras públicas que se construyen, o acaban. XIII.º De los instrumentos y máquinas que se inventen, y observaciones que se hagan para adelantar la Agricultura, Comercio y Artes; y establecimientos de Fábricas, Telares, &c. que se hubieren hecho, y no se hallen incluidos en las noticias que la Sociedad patriótica comunica. XIV.º De los géneros   —15→   comerciables que llegan, ventas o compras que se proponen, Almacenes que se abren, etc.

Está ya tan generalmente conocida la utilidad de los Diarios, que apenas hay Corte alguna en Europa, ni Ciudad principal que carezca de ellos. En Londres salen 80 Gacetas de diferentes especies cada semana. En París trabajan en los Diarios, Mercurios, y otras obras periódicas las mejores plumas de la Francia. MM. Marmontel, de la Harpe D'Alembert, Rozier, Linguet, y otros sabios acreditados en las buenas letras, Física, Matemáticas, Jurisprudencia, y demás ciencias han sido por mucho tiempo autores de varias obras periódicas. El gobierno las protege; y sin duda se le debe a ellas una gran parte de la ilustración de aquella nación2.

No todos tienen igual mérito, porque ni sus Autores están dotados de unas mismas luces, ni el asunto de ellos es igualmente proporcionado, para que resalte la elocuencia, la elección, y el gusto. También se ha añadido a esta causa la demasiada codicia de sus autores, o de los libreros que han tomado por su cuenta su publicación, como ha sucedido   —16→   con el Mercurio de Francia, cuyas transformaciones hechas por MM. La Combe, y Panckoucke refiere con mucha gracia Mr. Linguet en sus Anales Políticos.

El plan de los Autores del Memorial Literario no puede ser más importante en algunos de sus artículos. Pero considerando que semejante género de obras, si no se interesa en su lectura el vulgo, nunca pueden sostenerse, han insertado otros de pura curiosidad, y que parece no debían tener lugar entre los primeros. Lejos de deberse tener esto por un defecto, manifiesta que aquellos Autores han meditado bien las causas de la corta duración de otras obras periódicas en España, y precavido por este medio la ruina de la suya. Como quiera que sea, se advierte que se van reformando algunos artículos, que al principio acaso fueron útiles para interesar a más número de individuos; como los nombres de los Predicadores, y asuntos de los Sermones; las conclusiones, y ejercicios de las Academias de Jurisprudencia, y demás ejercicios literarios.

Se debe esperar que esta obra continúe, y se mejore, habiendo merecido la protección de S. M. quien ha concedido a sus Autores varias gracias, particularmente la de libertarlos de los estorbos que muy comúnmente se encuentran en las censuras y licencias, teniendo por suficiente la del Señor Juez de   —17→   Imprentas, precedida la aprobación de los Señores Don Manuel de Lardizábal, y Don José Miguel de Flores, Secretarios ambos, el primero de la Academia España, y el segundo de la de la Historia, y sujetos de fino gusto, y de acreditado mérito en la Literatura, como se puede ver en sus respectivos artículos en esta Biblioteca.




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FERNÁNDEZ (Don Luis) Maestro Tintorero, Visitador de los Tintes de la Ciudad y Reino de Valencia, Director del de la Real Fábrica que los cinco Gremios Mayores de Madrid mantienen en dicha Ciudad; Socio de mérito de las Sociedades de Madrid, y de Valencia. Tratado instructivo, y práctico sobre el Arte de la Tintura: reglas experimentadas, y metódicas para tintar sedas, lanas, hilos de todas clases, y esparto en rama, formado de orden del Exmo. Señor Don Miguel de Muzquiz, y de la Real Junta General de Comercio. Madrid 1778 en la Imprenta de Blas Román, en fol. Este Autor había aprendido en su patria Toledo la tintura, con todos los defectos que debe tener naturalmente una arte enseñada sin principios, y sin más conocimientos que los de la práctica puramente tradicional. Pero su ingenio le movió a hacer   —18→   algunas observaciones y tentativas, por medio de las cuales había llegado a hacer progresos nada comunes entre los de su oficio, cuando acreditado ya por ellos, lo eligió la Compañía de los cinco Gremios de Madrid para dirigir los Tintes de las Fábricas que mantienen en Valencia, en donde con las mayores proporciones que se le franquearon, pudo hacer más número de experiencias, y mayores adelantamientos. Dio muestras de estos en los tintes de las cintas para las bandas de las Reales Órdenes de Carlos III, Sancti Spiritus, y San Genaro, las que presentadas a S. M. y cotejadas con las que venían del Extranjero, se encontraron muy superiores a aquellas, y merecieron que S. M. les diera la preferencia. Vistos los progresos del Señor Fernández, para que la nación no careciera de ellos, le mandó el Exmo. Señor Don Miguel de Muzquiz, que escribiera esta obra. Aunque el Autor carecía del conocimiento de la física y de la química, por medio de las cuales se han hecho en otras partes muchos descubrimientos en el arte de la Tintura, se encuentran no obstante en su obra muchas observaciones nuevas, tanto más útiles, cuanto menos complicadas, y más fáciles de entender a los de su oficio, que es lo que principalmente se necesitaba en España, debiéndose por lo mismo al Señor Fernández gran parte de los progresos que   —19→   después de la publicación de su obra van haciendo los Tintes en nuestras Fábricas, y el que por este medio se les vaya quitando a las manufacturas extranjeras la ventaja que tenían en los colores a las nuestras.

FEIJOO Y MONTENEGRO (Don Fr. Benito Jerónimo) Maestro General del Orden de San Benito, del Consejo de S. M., etc. Teatro Crítico universal, o Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes, 8 tomos en 4º impresos en diferentes años desde 1726 hasta 1760 y reimpresos 15 veces en varias Imprentas.

Siempre han tenido en España los Regulares un grande influjo en los progresos, y decadencia de la literatura. En algunos libros extranjeros se les atribuye a ellos principalmente el atraso que han experimentado las ciencias, y artes, desde fines del siglo XVI. «La ignorancia, y la pereza de los Frailes, dice el Dr. Eduardo Clarke, contra los cuales aquel (Erasmo) tanto declamó, han variado muy poco desde entonces, a lo menos en España. Muy pocos de ellos saben hablar, ni aun entienden siquiera el latín: y son muchos menos todavía los que se aplican a las ciencias útiles. Todos sus estudios están reducidos a la escolástica, y a la controversia. No hablo aquí sino de los Frailes en general, con las limitaciones que es   —20→   justo hacer. Sé la estimación que se merecen los Flórez, Ponces, un Burriel, un Panel, etc. Pero a la verdad estos Religiosos son muy raros, y brillan entre sus hermanos, como las lámparas en los sepulcros»3.

Don Antonio Pons ha manifestado ya las muchas alucinaciones en que incurrió aquel inglés, hablando de nuestras cosas: y no sería difícil demostrar, que esta es una de las mayores, a lo menos en los términos en que se expresa.

Pero es indubitable que dos acaecimientos literarios, a que principalmente dieron origen algunos Regulares, influyeron mucho en la decadencia de nuestra literatura. El primero fueron las famosas disputas de Auxiliis, que dividiendo en dos escuelas principales toda la Teología, y aun la Filosofía, y otras ciencias que no tienen la menor relación con aquellas sublimes materias, retrajeron a los ingenios de aplicarse a otros estudios, y conocimientos. Los Regulares Españoles más juiciosos han conocido este daño: y así decía el P. Fr. Jerónimo de Salamanca, Religioso Capuchino: «Yo tengo por cierto, que desde que se movieron las disputas de ciencia Media, y Física Predeterminación, con   —21→   tanto ardor de las partes, padeció España notable quiebra en todas las ciencias. Es verdad que florecían entonces unos ingenios monstruosos, aquellos grandes Teólogos Domingo Báñez, Diego Álvarez, Tomás de Lemos, Zumel, Luis de Molina, Gregorio de Valencia, Gabriel Vázquez, el Eximio Suárez, y otros muchos ingenios capacísimos para la ciencia universal, y que elevaron la Teología a su mayor perfección: pero es igualmente cierto, que los sucesores de esos Gigantes degeneraron en Pigmeos, comparados con sus Maestros, sin que pudiese España consolar su pérdida con lo de David: Pro Patribus tuis nati sunt tibi Filii; porque enardecidos en las sobredichas disputas, se vio toda su Teología redundante de inútiles cuestiones puramente metafísicas, y de las que se dicen de supuesto imposible, cuando al mismo tiempo los Teólogos de las otras Naciones peleaban gloriosamente con los Herejes sobre el punto gravísimo de las tradiciones, de la autoridad de la Iglesia, y sus Concilios, de la infalibilidad del Romano Pontífice, y su potestad suprema, y monárquica, del carácter de la verdadera Iglesia de Cristo, y Religión, con otros puntos de la Historia Eclesiástica.4»

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El otro acaecimiento fue la ficción de los falsos Cronicones, los cuales corrompiendo nuestra historia nacional, han hecho transcendental este daño a otras ciencias, y que en gran parte se fundan sobre la misma historia.

Se descuidó del estudio del dogma, y de las demás verdades teológicas, por atender casi únicamente a la defensa las opiniones que caracterizaban a cada escuela. Y la impostura de los falsos Cronicones, corrompiendo nuestra historia nacional, ha hecho transcendental este daño a la jurisprudencia civil, y canónica, cuyo estudio en gran parte se funda sobre la misma historia.

Mas como quiera que haya sido en otros tiempos, en este siglo no puede dudarse que los Regulares han sido de los primeros en aprovecharse de las luces de las ciencias, y las artes, y que han contribuido mucho para fomentarlas, y propagarlas. Si viciaron nuestra historia Eclesiástica, y profana con la ficción de los Cronicones en el siglo pasado, en éste la han purgado, y hecho nuevos descubrimientos por medio de la Diplomática, y de la Crítica. Tampoco han faltado entre los Regulares Españoles quienes se hayan aplicado a las ciencias naturales y a los demás ramos de la literatura. Los pocos conocimientos que había de Física y de Matemáticas a principios del actual reinado, ¿a quién se debieron,   —23→   por la mayor parte, sino a los Regulares?

¿Quién ignora lo que padecieron los PP. Feijoo, y Rodríguez por querer reformar la Medicina? el P. Ribera por combatir la barbarie de Salamanca; y el P. Isla por satirizar los defectos introducidos en el púlpito? Cuando el Consejo ha exhortado a las Universidades, y sabios de España a que escriban cursos de todas las ciencias, más conformes al gusto que reina ahora generalmente en Europa, ¿quién ha sido el primero en este trabajo sino un Religioso Capuchino? Los nombres de los PP. Miñana, Interián de Ayala, Berganza, Sarmiento, Rodríguez, San José, Flórez, Risco, Ribera, Scio, Buriel, Isla, Andrés, Aymerich, Lasala, Colomés, Eximeno, Serrano, Mohedano, Villaroig, Cabadés, ocuparán siempre un lugar muy distinguido entre los Sabios Españoles.

Pero cuando no hubiera otro, bastaba para acreditar a todos el P. Feijoo. Habrá algunos que se hayan aventajado a este sabio en ciertos ramos de literatura; pero ninguno se le podrá comparar, ni en la universalidad, ni en la felicidad de producirse, ni en la firmeza para combatir las preocupaciones vulgares. «Él solo, dice el citado Clarke, ha hecho más para formar el gusto de los Españoles, y para enseñarles a pensar, que todos sus predecesores.»

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España tiene en esta parte una ventaja, de la que han carecido ciertamente otras Naciones. En estas la ilustración ha andado acompañada regularmente de la impiedad; y los progresos del entendimiento han ocasionado frecuentemente disputas peligrosas, y opiniones extravagantes, y perjudiciales a la Religión, y al Estado. En España ha salido una gran copia de luces del mismo lugar, donde algunos creen que tiene colocado su trono, la superstición. Porque, ¿quién ha declamado con mayor vigor contra la falsa devoción, contra las opiniones vulgares acerca de las brujas, duendes, y energúmenos; contra los abusos de la autoridad, y contra los vicios de la enseñanza de nuestras Universidades, que el P. Feijoo?

Las obras de este sabio produjeron una fermentación útil; hicieron empezar a dudar; dieron a conocer otros libros muy distintos de los que había en el país; excitaron la curiosidad; y en fin abrieron la puerta a la razón, que antes habían cerrado la indolencia, y la falsa sabiduría.

El arduo empeño que emprendió el P. Feijoo le suscitó infinito número de contrarios, y no pocos embarazos. Pero su patriotismo, ayudado de su pluma feliz, y más particularmente del arreglo de su conducta, triunfó de todos ellos, y grabó su nombre en el templo de la inmortalidad. El Papa Benedicto   —25→   XIV, el Cardenal Querini, y un gran número de Literatos del primer orden lo honraron con sus elogios. Fernando VI le concedió honores de Consejero. Nuestro Augusto Monarca Carlos III hizo la mayor estimación de su persona. Y toda la Nación venera el nombre del principal restaurador de su literatura. «La fama del eruditísimo Feijoo, dice el Sr. Conde de Campomanes en su Vida, durará entre nosotros, mientras la Nación sea culta, y en los fastos de su literatura hará época la de su tiempo».

El dar idea de todas las obras de este Sabio sería un trabajo muy prolijo, y nada necesario, pues andan en manos de todos, a lo menos, su Teatro, y Cartas, de las que se han hecho quince ediciones; y así bastara poner aquí la cronología de todas ellas, y de sus impugnaciones, y apologías, según la arregló el Ilmo. Señor Conde de Campomanes, digno Escritor de la Vida del P. Feijoo, que está en el primer tomo del Teatro Crítico, con un ligero extracto de su contenido.

Año de 1725.

Carta Apologética de la Medicina Escéptica del Dr. Martínez. Va añadida en la última impresión.

1726.

Tomo Primero del Teatro Crítico, publicado en 3 de septiembre. La obra está dividida por Discursos, cuyo objeto principal, es combatir   —26→   varias preocupaciones vulgares, así en materia de artes, y ciencias, como en las máximas acerca de la conducta de la vida. El primero de toda la obra, y de este tomo es contra el adagio que dice, que la voz del pueblo, es voz del Cielo. Luego sigue hablando sobre la verdadera felicidad natural, la que prueba que se puede conseguir en cualquiera estado. Son muy dignas de tenerse presentes las reflexiones que pone en este Discurso sobre los mendigos, y sobre la falta de prudencia que suele haber en el repartimiento de la limosna. Carácter de la verdadera política. Falibilidad de la Medicina, y particularmente de lo arriesgados que son los dos remedios más comunes de sangría, y purga. Advertencias sobre el régimen para la conservación de la salud. Impugnación de la opinión que dice, que el estudio acorta la vida. Contra los Astrólogos judiciarios, y pronósticos; y contra el miedo que se tiene comúnmente a los eclipses, cometas, y a los climatéricos. Contra la opinión de que el mundo se envejece, o que va a menos la vida de los hombres, y el vigor de la naturaleza. Declamación contra la introducción de la música profana en los templos. Paralelo de las lenguas Castellana, y Francesa, en el que prueba que ésta no tiene ventaja alguna sobre la nuestra. Y concluye con una defensa de las mujeres, probando que no son inferiores a los hombres, ni en las   —27→   dotes del ánimo, ni en las del espíritu.

Carta Apologética de este tomo, escrita por el Dr. Martínez, publicada en 5 de octubre, en la cual se defiende incidentemente la Medicina de las impugnaciones del Teatro.

Breves apuntamientos en defensa de la Medicina, y de los Médicos contra el Teatro, por el Dr. Don Pedro Acuenza, Médico de Cámara, publicado en 22 de octubre.

Templador Médico del Dr. Don Francisco Rivera, Médico que fue después de Cámara, contra el Teatro Crítico, en 29 del mismo mes.

Diálogo harmónico sobre el Teatro Crítico en defensa de la Música de los Templos, por Don Eustaquio Cerbellón en 3 de diciembre.

Contra defensa crítica a favor de los hombres, contra la nueva defensa de las mujeres, que es uno de los Discursos del Teatro: papel anónimo, que salió en 17 de diciembre.

Medicina Cortesana, satisfactoria del Dr. Rivera al P. Feijoo, en 24 del mismo.

1727.

Anotaciones al Teatro Crítico: anónimo, en 21 de enero.

Juicio final de la Astrología, en defensa del Teatro Crítico, su Autor el Dr. Martínez, en 4 de febrero.

Discurso Filosófico Crítico sobre el Corolario del paralelo de lenguas: anónimo, en el mismo día.

  —28→  

Estrado Crítico en defensa de las mujeres, contra el Teatro Crítico: anónimo, en 16 del mismo.

Antiteatro: su Autor Don Jerónimo Zafra, en 25 de febrero.

Noticias Críticas sobre el Teatro Crítico: anónimo, en 11 de marzo.

Residencia Médico-Cristiana contra el Teatro Crítico, por el Dr. Don Bernardo Araujo, Médico que fue de Cámara, en 25 de marzo.

Antiteatro Délfico del Teatro Crítico: anónimo, en el mismo día.

Escuela Médica en respuesta al Teatro Crítico, por el Dr. Don Francisco Suárez de Rivera, en 15 de abril.

Medicina Vindicata contra el P. Feijoo, por el Dr. Don Ignacio García Ros, en 6 de mayo.

Cátedra de desengaños Médicos en defensa del P. Feijoo: anónimo, en 1 de julio.

Respuesta a la Carta inserta en el Teatro Crítico de Feijoo sobre el estado del matrimonio en 16 de diciembre.

1728.

Tomo II del Teatro Crítico, en 6 de abril. En el primer discurso intitulado Guerras filosóficas, examina varios sistemas modernos que se han substituido a la filosofía peripatética, y nota el encono con que han tratado y perseguido muchas veces los partidarios de uno   —29→   a los de los otros. De las fábulas introducidas en la Historia natural. De la falsedad de las Artes divinatorias, y particularmente de la Quiromancia5, Oniromancia6, Apantomancia7, Cabalística8, y otras de esta clase. De las profecías supuestas, y entre estas de la falsedad de los oráculos de los Gentiles y de los libros de las Sibilas, a lo menos, como los tenemos ahora, puntos ambos muy importantes en la historia Eclesiástica. De la Mágica. No niega que haya hechiceros, y hechicerías: pero asegura que la mayor parte de las que se refieren son falsas; y propone las causas de la gran credulidad del vulgo en esta parte. Declamación contra las Modas, entre las cuales incluye también a las que se suelen introducir en materia de devoción, prefiriendo ciertos rezos, y oraciones a las que la Iglesia general tiene adoptadas. Discurso contra la pretendida senectud moral del mundo, esto es, contra los que dicen que en nuestros tiempos están las costumbres más corrompidas, que en los anteriores. De la sabiduría aparente, y artificios con que muchos ignorantes se hacen tener por sabios. De las causas de la antigua oposición que ha habido entre las dos naciones Francesa,   —30→   y Española, a la que algunos han llamado antipatía. Contra la creencia de que hay días críticos. Del peso del aire. De la esfera del fuego, en donde prueba que no la tiene determinada. Contra la antiperístasis. Varias paradojas físicas. Mapa intelectual, y cotejo de naciones, en el que prueba que en orden al uso del discurso, es casi imperceptible la desigualdad que hay de unas a otras. Una Carta del Dr. Martín Martínez al P. Feijoo, sobre el primer tomo del Teatro Crítico, y la respuesta de éste. Y un escrito intitulado Veritas Vindicata adversus Medicinam vindicatam. De este último había sido el autor el Dr. Ros.

Tertulia Histórica: impugnación del Teatro Crítico: anónimo, en 20 del mismo.

1729.

Tomo III del Teatro Crítico, en 31 de mayo. Precede un prólogo apologético, en que se defiende de las impugnaciones que le había hecho el autor de un escrito intitulado Tertulia apologética, y particularmente en lo que había dicho sobre Fr. Jerónimo Savonarola. En la obra trata de las socaliñas de los saludadores, de las patrañas que se venden con título de secretos de la naturaleza, y particularmente de los medicinales que venden los curanderos. Impugnación de la simpatía, y antipatía en el sentido en que se toman vulgarmente. Niega la existencia de los duendes,   —31→   y espíritus familiares; la vara divinatoria, y los Zahoríes. De los milagros supuestos en general, y en particular de algunos efectos de la naturaleza, que el vulgo suele tener por milagrosos. Paradojas matemáticas. Impugnación de la piedra filosofal. Examina la naturaleza del alma de los brutos, y propone muchas razones en prueba de que tienen inteligencia, y discurso. Analiza el amor patriótico, indagando sus causas, y señalando sus diferencias; y demuestra que cuán útil es el amor de la patria tomado por el de toda la nación, es perjudicial el de las patrias, provincias, o territorios particulares en que ha nacido, y se ha criado cada uno. Carta de un Togado a un hijo suyo recién elevado a la Toga, sobre la recta administración de la justicia. Sobre la educación de los Príncipes, y declamación contra los Conquistadores. Del escepticismo filosófico, o duda racional en asuntos de Filosofía. La verdad vindicada, contra la Medicina vindicada, traducción de la misma obra impresa en el tomo antecedente en latín, y aumentada con algunas adiciones.

Antiteatro Crítico sobre los dos primeros tomos del Teatro Crítico: su Autor Don Salvador José Mañer, en 7 de junio.

Apelación sobre la piedra filosofal, contra el tomo 3.º del Teatro Crítico: anónimo, en 6 de septiembre.

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1730.

Ilustración Apologética al 1.º y 2.º tomo del Teatro Crítico, donde se notan más de cuatrocientos descuidos al Autor del Antiteatro, que en su defensa publicó el P. Feijoo, en 10 de enero.

El tomo IV del Teatro Crítico, en 26 de diciembre. Pinta los caracteres de la falsa virtud. Trata de la Nobleza, y del poco influjo que tiene la sangre en la verdadera. Trata de las fábulas a las que llaman lámparas inextinguibles. Prueba que no solamente los Médicos se pueden curar a sí mismos, cuando están enfermos, sin valerse de otro, sino también los que no lo son, como esto se haga con ciertas precauciones y reglas fáciles que prescribe. Declama contra los excesos que se suelen cometer en las peregrinaciones sagradas, y romerías. Impugna la opinión de que en los Criollos de América se adelanta la decrepitez, respecto de otras naciones. De las causas del gran crédito que logró Aristóteles en las escuelas. Reflexiones sobre la historia, y dificultades de escribirla bien. Prueba que es falso cuanto se refiere de las transformaciones mágicas, esto es, de la conversión de hombres en bestias, y en otras formas; y de las transmigraciones, o vuelos nocturnos de las brujas, y hechiceras. De las fábulas de las Batuecas, y otros países imaginarios. Los que notan la dureza con que los   —33→   historiadores Robertson, Rainal, y otros extranjeros han tratado en sus escritos a los Españoles que conquistaron la América, pueden leer el §. 17 último de este discurso. Defiende que pecan los escritores inhábiles, que venden sus malos libros al mismo precio que los buenos. De la preferencia entre antiguos, y modernos, donde prueba que la mayor parte de los que se tienen por inventos de estos fueron ya conocidos por aquellos. Glorias de España, o apología de los Españoles, contra las invectivas de los extranjeros, dividida en dos partes, en la primera de las cuales trata de las dotes de los Españoles, por lo que toca al corazón, y en la segunda de las del entendimiento.

1731.

Crítico y Cortés, Castigo de pluma contra los descuidos del tomo 4.º del Teatro Crítico: anónimo, en 30 de enero.

Antiteatro Crítico, tomo 2.º y 3.º su Autor Don Salvador Mañer, en que está la réplica satisfactoria a la Ilustración Apologética, el 7 de agosto.

1732.

Demostración Crítica Apologética del Teatro Crítico universal, en defensa de los 4 primeros tomos, y de la Ilustración Apologética, contra las impugnaciones, y contradicciones del vulgo: su Autor el R. P. Fr. Martín Sarmiento, Benedictino, Lector de Teología Moral   —34→   en San Martín de esta Corte: dos tomos, en 23 de diciembre.

1733.

Tomo V del Teatro Crítico, en 7 de julio. Se examinan los motivos de la fe humana, la probabilidad, la verosimilitud, la fama, y demás que inducen al asenso. Crítica de la Fisonomía, o arte de conocer a los hombres por su semblante exterior. Idea de un nuevo arte fisonómico. Habiendo probado antes que el mundo no está ahora más corrompido que antes; prueba en el Discurso intitulado Maquiavelismo de los antiguos, que los Príncipes de este siglo están muy distantes en su conducta de la de los tiempos anteriores, y que en estos se vieron practicadas con más frecuencia las máximas que dejó impresas Maquiavelo. De la falsedad de varias observaciones comunes. De la falibilidad de las señales de la muerte, para evitar en lo posible muchas desgracias, como las que han ocurrido de enterrar a veces a los vivos, por parecer que están muertos. Refuta el aforismo que llama exterminador, esto es, que cuando el Médico obra en todo conforme a razón, aunque el suceso no corresponda a su deseo, no ha de mudar el modo de curación, sino insistir, o proseguir en el que al principio juzgó conveniente. Contra el dicho común, que la mentira siempre es hija de algo, demostrando la gran diversidad entre los orígenes de la   —35→   historia, y los de la fábula. Nuevas paradojas físicas. De la futilidad de los libros que tratan de política, y máximas de estado. De las grandes ventajas de las experiencias, y de los medios de hacerlas con acierto y utilidad. De las propiedades de la luz; existencia del vacío; intransmutabilidad de los elementos. Sobre los primeros pobladores de América. Sobre la poca fe que se merecen las tradiciones populares, y entre ellas muchas de las que se habían introducido en la historia Eclesiástica. Sobre la transmutación de los metales, y precauciones contra los Alquimistas.

1734.

Crisol crítico, teológico, histórico, político, físico, y matemático, en que se quilatan las materias, y puntos que se le han impugnado al Teatro Crítico, y pretendido defender en la Demostración Crítica el M. R. P. Lector Fr. Martín Sarmiento, Benedictino, en dos tomos, que son 4.º y 5.º del Antiteatro: su Autor Don Salvador José Mañer.

El tomo VI del Teatro Crítico, en 31 de agosto. Empieza probando varias paradojas políticas, y morales, no porque lo sean todas ellas, sino porque atendiendo al mayor número de los que creen lo contrario, y por estar entre otras, les aplica aquel nombre, como él mismo lo previene. Son notables las siguientes. La multitud de los días festivos perjudicial al interés de la República, y nada   —36→   conveniente a la Religión. Que debiera hacerse constar al Magistrado de que se sustentan todos los individuos del pueblo. Que gran parte de lo que se expende en limosnas, no sólo se pierde, pero daña. Que la Tortura es medio sumamente falible en la inquisición de los delitos. Luego forma la apología de algunos personajes famosos en la historia, entre los cuales coloca a Enrique de Villena, injustamente infamado de mago, y hechicero. Sobre la fábula del establecimiento de la Inquisición en Portugal. Sobre varias producciones naturales, que se creen perdidas, y de otras que se tienen por nuevas. Reflexiones físicas, y morales sobre varias maravillas de la naturaleza. Sobre los Sátiros, Tritones, y Nereidas. Examen filosófico de un hombre marino. Sobre la mentira, y sus especies. Chistes de N. Sobre las causas del Gusto. De el no sé qué. Del error universal, esto es, del juicio ventajoso, y no merecido, que todos hacen de su propio entendimiento.

Combate intelectual contra el Teatro Crítico, por Don Manuel Ballester, en 14 de septiembre.

El famoso hombre marino, contra un discurso del Teatro Crítico: su Autor Don Salvador Mañer, que le publicó bajo del anagrama de Don Álvaro Menardes, en 19 de octubre.

Impugnación al P. Feijoo sobre la vida del   —37→   falso Nuncio de Portugal, por Don Manuel Martín, en 7 de diciembre.

1735.

Vindicias de Savonarola contra el P. Feijoo: su Autor Fr. Jacinto Segura, del Orden de Predicadores.

Teatro Anticrítico: los dos primeros tomos: su Autor Don Ignacio de Armesto y Osorio, residente en esta Corte.

1736.

El tomo VII del Teatro Crítico, en 28 de agosto. Demostración de la omnipotencia, y sabiduría de Dios, particularmente por las obras más pequeñas de la naturaleza. Sobre la formación de las piedras, y de las petrificaciones. Causas del color negro de los Etíopes. Demarcación de las dos Etiopías, y conjeturas sobre el sitio en donde estuvo el Paraíso. Sobre la venida del Anticristo. Sobre la fábula del Purgatorio de San Patricio. Son muy dignas de saberse por todos las palabras con que empieza este discurso. «Dios, dice, no sólo quiere en los hombres religión verdadera, sino pura; y con tal pureza, que excluya, no sólo errores perniciosos, mas también fábulas inútiles, o noticias inciertas. Aquellos la destruyen; estas la afean. El grano del Evangelio no presta nutrimento seguro, sino separado de la paja. Paja llamo a las relaciones de revelaciones, y milagros que carecen de fundamento sólido; y   —38→   aunque vulgarmente se crea que estas alimentan en algún modo la piedad, digo que ese es un alimento vicioso, sujeto a muchos inconvenientes, que hemos ponderado en otros lugares. La doctrina celestial por sí misma sola, tiene todo el influjo que es menester para conducirnos a la patria. Todo lo que se le sobreañade es superfluo: y las superfluidades, no menos que en el humano, son nocivas en el cuerpo místico...» Impugna la opinión vulgar de las cuevas de Salamanca, y Toledo, y que hubiese escuelas de Mágica en España; y la práctica supersticiosa del Toro de San Marcos. Refuta la opinión de que los alimentos cuaresmales son de inferior calidad a los de carne. De los caracteres de la verdadera, y falsa urbanidad. De lo que conviene quitar en las Súmulas, y de lo que sobra, y falta en la Lógica, Metafísica, Física, y Medicina. Sobre las causas del amor, en donde impugna el axioma que la semejanza es causa del amor, y la vanidad de los filtros, o medicinas amatorias; a lo que sigue otro discurso sobre los remedios del mismo amor, en que después de señalar los que propuso Ovidio, propone uno que tiene por nuevo, y muy eficaz.

1737.

Teatro Anticrítico de Don Ignacio Armesto; el último tomo, en 28 de mayo.

  —39→  

1739.

El tomo VIII del Teatro Crítico, en 14 de abril. Continúa tratando de la reforma de los estudios. Sobre el poco examen con que se ponen las noticias en las gacetas. Prueba que son rarísimos los energúmenos verdaderos, y da reglas para conocerlos. Sobre la corruptibilidad de los Cielos. Examen filosófico del suceso de la Condesa Bandí, que se encontró quemada en la cama una mañana, sin saberse de donde provino el fuego, ni cómo produjo éste su efecto sin dañar a la cama, y muebles inmediatos. Pruebas de la opinión del Marqués Maffei, que el rayo no baja de las nubes, sino que se forma acá abajo. Paradojas médicas. De la importancia de la ciencia física para la moral. De la utilidad de la Agricultura, honor, y estimación que debe hacerse de ella, y medios de fomentarla. Declamación contra la ociosidad, en la que vuelve a tratar de la necesidad de reducir los días festivos.

1741.

Suplemento a los ocho tomos del Teatro Crítico, en 7 de febrero.

Teatro de la verdad, o Apología por los exorcismos contra el Teatro Crítico: su Autor Fr. Alonso Rubiños, Religioso Mercenario, en 1 de agosto.

Duelos Médicos, en defensa, y desagravio de la facultad Médica, contra el Teatro Crítico:   —40→   su Autor Don Narciso Bonamich, Médico de Villarejo de Salvanés, en 10 de octubre.

1742.

Bailes mal entendidos, y Señeri sin razón impugnado por el R. P. M. Feijoo: su Autor Don Nicolás de Zárate, en 13 de febrero.

El tomo I de Cartas eruditas y curiosas, en que por la mayor parte se continúa el Teatro Crítico universal, impugnando, o reduciendo a dudosas varias opiniones comunes, en 4 de septiembre. Este tomo contiene veinte y cuatro cartas. Las más notables son sobre el influjo de la imaginación materna respecto del feto. Sobre el abuso de enterrar a los muertos antes de tiempo. Sobre el Agua considerada como medicina universal. De los escritos médicos del P. Rodríguez Cisterciense, en la que prueba que para escribir bien sobre una facultad, no se necesita haberla cursado en las Universidades, o Estudios generales. Sobre el Arte de la memoria, y el de Raimundo Lulio. De la necesidad de adoptar algunas voces nuevas en el idioma castellano. Sobre la multitud de los milagros. Cotejo de la música antigua, y moderna. Del valor actual de la Indulgencia plenaria, en la que prueba, que ésta no se dice tal, porque actualmente, y siempre remita toda la pena; sino porque es capaz de remitirla, suponiendo   —41→   de parte del sujeto disposición proporcionada.

1744.

El Príncipe de los Poetas Virgilio, contra las pretensiones de Lucano apoyadas por el P. Feijoo: su Autor el P. Joaquín de Aguirre, de la Compañía de Jesús, en 24 de marzo.

1745.

El tomo II de Cartas eruditas, en 20 de julio. Se trata en ellas de la necesidad de reformar los abusos que se han introducido en la República. Se prueba que la elocuencia debe más a la naturaleza que al arte. De las causas del atraso que padecen las ciencias naturales en España. De la Crítica. Sobre el aprecio que debe hacerse de los inventores, con motivo del nuevo arte de beneficiar la plata, inventado por Don Lorenzo Felipe de la Torre, etc.

1746.

Carta Respuesta a la 17 de las eruditas del P. Feijoo: su Autor el P. Don Antonio Rodríguez, Monje Cisterciense, en 4 de enero.

Liber apologeticus artis magnae B. Raymundi Lulii Doctoris illuminati & Martyris, scriptus intus & foris ad justam & plenariam defensionem famae, sanctitatis, & doctrinae ejusdem ab injuriosâ calumniâ ipsi inique, opinative, et qualitercumque illatâ. Auctore R.   —42→   P. Fr. Bartholomaeo Fornes, Praedicatore Apostolico, & Generali, S. Theol. Lectore, & in Salmantina Universitate Philosophiae, ac S. Theol. Baccalaureo, ac linguae Hebraicae, & S. Theol. Procathedratico, publicado en 20 de diciembre.

1749.

Examen de la Crisis del P. Feijoo sobre el Arte Luliano, en la que se manifiesta la santidad, y culto del iluminado Dr. y Mártir el B. Raimundo Lulio; la pureza de su doctrina y la utilidad de su arte, y ciencia general: su Autor el R. P. M. Don Antonio Raimundo Pascual, del Orden de San Bernardo, Dr. y Catedrático de Filosofía, y Teología Luliana en la Universidad de Mallorca, y Maestro del Número de la Congregación de Navarra, y Aragón, tomo I publicado en 15 de abril.

Reflexiones Crítico-Apologéticas sobre las obras del P. Feijoo, en dos tomos, en defensa de las flores de San Luis del Monte: de la constante pureza de fe, admirable sabiduría, y utilísima doctrina del iluminado Dr. y esclarecido Mártir el B. Raimundo Lulio: de la gran erudición, y sólido juicio del clarísimo Dr. el V. Fr. Nicolao de Lira; de la famosa literatura, y constante veracidad histórica del Ilmo. y V. Sr. Fr. Antonio de Guevara; y de otros clarísimos Ingenios, que ilustraron al orbe literario: su Autor el   —43→   P. Fr. Francisco de Soto y Marne, Lector de Teología en el Convento de S. Francisco de Ciudad Rodrigo, y Cronista general del Orden de San Francisco: publicáronse en 6 de mayo.

Justa Repulsa de inicuas acusaciones, escrita por el Rmo. P. Feijoo, contra los dos tomos antecedentes del P. Soto y Marne, en 23 de septiembre.

1750.

El tomo III de Cartas eruditas, en 4 de agosto. Vuelve a tratar de la falibilidad de los adagios. Responde a algunas impugnaciones que se le habían hecho. Sobre los exorcismos. Contra la pretendida multitud de hechiceros. Argumentos a favor del sistema Copernicano. Sobre la importancia de abreviar las causas judiciales; y de erigir Hospicios. Sobre las causas de los pocos progresos de las ciencias, y artes en España. Esta carta es una de las más importantes, y digna de ser leída; pues con la libertad propia de su carácter, señala aquellas causas en su raíz, como en parte se podrá conocer por la conclusión de ella. «Yo veo bien, dice, que para introducir esta mudanza de método hay algunas dificultades, cuales son, en primer lugar la falta de noticias en los Lectores, y Catedráticos de Artes, y en segundo, la falta de libros para adquirirlas. Pero la mayor de todas está de parte de   —44→   los profesores antiguos, o viejos, a lo menos de muchos de ellos, los cuales, mirando cómo desprecio de su existimada ciencia, que en las Escuelas se empiece a enseñar lo que ellos ignoran, es natural se valgan de la autoridad que les dan sus años, y sus honores para hacer odiosa esta novedad literaria. Los dos primeros estorbos considero bastantemente vencibles. Pero el último es formidable, y sólo veo que paulatinamente se puede ir removiendo este estorbo, ofreciendo el tiempo algunos nuevos profesores de más que ordinaria capacidad y de espíritu generoso, que rompan la valla y vayan introduciendo el buen gusto literario en las Escuelas, repitiéndoles entre tanto a los viejos profesores el consejo saludable que les da el P. Dechales: Dum ipsi nihil explicant, & principiis universalibus insistunt, alios ulterius progredi aequo animo patiantur.» Acaba finalmente exhortando al Ministro a quien escribe a la fundación de una Academia de Ciencias, y Artes, a imitación de la de París, y de Berlín.

El tomo II del examen de la crisis del P. Pascual, en defensa de la doctrina de Lulio, en 15 de diciembre.

1753.

El tomo IV de Cartas eruditas, en 14 de agosto. Trata de los que voluntariamente, y sin particulares señales se meten a interpretar   —45→   los arcanos de la Divina Providencia, advirtiendo que esto muchas veces más es efecto de la maledicencia, que de la piedad, y religión. Sobre la charlatanería de algunos Médicos advenedizos. Sobre el proyecto de una historia general de las Ciencias, y Artes. De los progresos del sistema Copernicano; en la prueba que «bien lejos de ser privativamente propio de herejes, o de Filósofos sospechosos en la fe, como le había escrito cierto amigo, es seguido por innumerables Autores Católicos, y se enseña dentro de la misma Roma, a vista, y ciencia de el Papa, de el Colegio de Cardenales, y de otros muchos ilustres, y doctos Eclesiásticos que hay en aquella Capital de el catolicismo, no sólo como hipótesis, sino asertivamente; de modo que ya ha más de veinte años, (y de consiguiente ahora más de cincuenta y tres) que fuera de las Aulas de los Regulares apenas se encuentra Filósofos y mucho menos Astrónomo que siga el de Ptolemeo. He puesto, añade, la excepción en las aulas de los Regulares, no en los Regulares, por tener entendido que muchos de estos, y aun los más, en su particular, ha algunos años que desertaron de el sistema de Ptolemeo hacia el de Copérnico».

1754.

Satisfacción a la Carta 16 del tomo IV   —46→   de las eruditas sobre los Francmasones: su Autor el R. P. Fr. José Torrubia, Coronista general del Orden de San Francisco.

1755.

Cartas escritas sobre el terremoto acaecido en 1 de noviembre de este año, las cuales se publican en esta última impresión, porque antes andaban sueltas.

176O.

El tomo V de Cartas eruditas, que fue el último, en 20 de mayo. Prueba que los astros, y particularmente el sol, y la luna, no tienen en el globo de la tierra el influjo que vulgarmente se cree. Hace algunas advertencias para los Predicadores de Misiones. Se recomienda la doctrina, y escritos del Médico Solano de Luque. Sobre la despoblación de España. Es muy singular la opinión del P. Feijoo, quien duda con razones bastante probables que España haya estado nunca más poblada que en este siglo, o a lo menos que no ha padecido diminución notable desde el tiempo de Felipe II. Reflexiones sobre la Poesía. Disuade a un amigo del estudio de la lengua Griega, y le persuade al de la Francesa, como más útil.

Nació el P. Feijoo el día 8 de octubre de 1676 en Casdemiro, pequeña Aldea del Obispado de Orense: y murió en el Colegio de San Vicente de Oviedo en 26 de septiembre de 1764.

  —47→  

FINESTRES Y MONSALVO (el Dr. Don José) Catedrático de Leyes en la Universidad de Cervera.

Josephi Finestres & de Monsalvo, Barcinonensis Jurisconsulti, & in philippico Cervariensi Athenaeo primarii legum Antecessoris Exercitationes Academicae XII in leg. Ex hoc jure 5. Dig. de Just. & jure; atque altera in L. Cum igitur 2. Digestor. de statu hominum. Ex libro 1 Epitomarum juris Hermogeniani Jurisconsulti. Accedit. Disertatio de eodem Hermogeniano & ejus scriptis. Cervariae. Typis Academicis, excudebat Emmanuel Ibarra an. 1745 en 4.º.

Las Exertitaciones son I. De jure naturali promiscuo. II. De jure naturali humano, sive gentium primario. III. De jure gentium secundario, sive ex hypothesi. IV. De origine & jure bellorum, de singulari certamine, jure feciali, represaliis, jure legatorum, induciis, pace, fœderibus, sponsionibus, obsidibus, captivis, præda hostili, postliminio, redemptione captivorum, & bellica lædendi licentia. V. De gentium segregatione. VI. De origine, & jure regnorum. VII. De origine dominiorum. VIII. De agrorum terminis, eorumque jure. IX. De urbium origine & jure. X. De commercio, contractibus, nummo. XI. De conventionibus & obligationibus. XII. De conventionibus juris civilis.

Andando tan escasos en España los autores extranjeros de derecho público, por estar   —48→   prohibidos casi todos ellos, pueden suplir en algún modo estas Exertitaciones del Dr. Finestres. Su autor, además del estudio del derecho Romano, en que era versadísimo, había consultado los mejores escritores que acerca de él han florecido en otros países.

El objeto que más había llamado siempre la atención del Dr. Finestres fueron los Comentarios a los fragmentos del jurisconsulto Hermogeniano. Con este motivo dio a sus discípulos estas diez lecciones, y vencido de las instancias de estos se resolvió a publicarlas.

Al fin se añade la lección in Leg. 2. Diges. de Stat. hom. y una Disertación sobre la vida, y escritos de Hermogeniano, la cual se publicó en el año de 1757 con el siguiente título.

D. Josephi Finestres & de Monsalvo, Barcinonensi Jurisconsulti, & in philippico Cervariensi Athenaeo primarii Legum Antecesoris emeriti in Hermogeniani Jurisconsulti, Juris Epitomarum libros VI. Comentarius. Cervariae Lacetanorum: typis Academicis, apud Antoniam Ibarram viduam. an. 1757. 2. vol. 4.º.

Precede una elegante carta de Don Gregorio Mayans, en la que le exhorta a publicar el Comentario a la L. Cun igitur 2 de statu hom. como una pequeña muestra del Hermogeniano de que era parte; con cuyo   —49→   motivo da noticia de los Comentarios de otros a varios jurisconsultos antiguos, y hace una crítica muy juiciosa de ellos. Manifiesta la diferencia grande entre las ventajas que tuvieron los jurisconsultos antiguos para acreditarse, y de las que carecen los modernos. No será inoportuno poner en este lugar la diferencia que el Señor Mayans señala, pues puede servir para cortar muchas disputas acerca de la historia literaria, y comparaciones que se suelen hacer frecuentemente entre el mérito de los autores antiguos, y modernos.

«Antiqui Jurisperiti, scribentes eo tempore, quo latinitas adhuc florebat, aut paulo ante florere desierat; cum legibus moribusque viverent, quibus explicandis dabant operam, hoc tantum intendebant ut in singulis argumentis sententiam suam proprie, breviter, ac graviter enunciarent. Nos autem illorum interpretes consulere debemus, coævos scriptores ad morum legumque caussas cognoscendas, singula verba expendere, legesque cum legibus conferre, obscura clarioribus illustrare; in examen adducere Glossatorum & Interpretum opiniones; Recentium criticas conjecturas ad trutinam revocare: quæ omnia etsi feliciter præstentur, servum pecus videmur, nihilque aliud scire, nisi quod ab illis didicimus, majori diligentia quam ipsi didicerunt: & quod pejus est, ipsissima   —50→   illa diligentia nostra sermonis facilitatem, & gravitatem minuit. Quapropter licet ingenio exæques Q. Cervidium Scævolam, etsi Dialecticæ cognitione & usu Servium Sulpicium vincas; tametsi eruditionis laude Antistium Labeonem superes; quamquam cum ipso Æmilio Papiniano judicii magnitudine certes; ac dicendi facilitate Julio Paullo sis par, inferior iis omnibus semper judicabere. Nam diligentia investigandi, quod alius dixit, ingenii laudem minuit, cum nihil aliud facere videaris nisi ab alio excogitata repetere: eruditionis copia orationem interrumpit & inæqualem facit; verborum ac phrasium minutula illa expositio humilem reddit orationem, & gravitatem detrahit: ipsa rerum varietas non modicum affert impedimentum scribendi methodo, quæ pasim interrumpenda est, vetustarum rerum explicatione, vel falsarum opinionum impugnatione: atque hæc rerum multiplicitas & spinosa disputatio eloquentiam impedit».

Después se sigue el prólogo, no menos docto, del Dr. Finestres, en el cual pone la historia de los mejores jurisconsultos Catalanes, y refiere los motivos de la impresión de su Hermogeniano.

Gerardo Meerman, Conde de Merman, y Síndico de Rotterdam, imprimió en aquella Ciudad una obra intitulada Thesaurus juris Civiles, & Canonici, en siete tomos de a folio,   —51→   en la cual se propuso recoger los mejores, y más raros escritos de los jurisconsultos de todas las naciones. Habiendo sabido, por Don Gregorio Mayans el particular mérito del Hermogeniano del Dr. Finestres, se lo envió a pedir a éste, con ánimo de incluirlo en su colección. Era entonces tiempo de guerra, con cuyo motivo cuando llegó, estaba ya para acabarse la impresión de aquella obra, y no pudo tener lugar en ella. Meerman escribió al Dr. Finestres, que lo haría imprimir en Alemania. Pero éste persuadido de sus amigos, lo publicó luego en Cervera.

Don Gregorio Mayans hizo tanto aprecio de esta obra del Dr. Finestres, que la antepuso al Papiniano de Cujacio, que era la que tenía la palma entre todas las que en este género se han escrito. Meerman dijo también en la prefación al tom. 7. Novi Thesauri Juris. «Tanta eruditione, eaque minime vulgari conscripti sunt, ut omnium eruditorum, quibus eos inspiciendi copiam dedi, & suffragium, & admirationem meruerint. Operam itaque navaturus sum, ut quantocius prælo commitantur, ad quod typographos quoscumque exhortatos velim».

Sylloge Inscriptionum Romanarum, quae in Principatu Catalauniae vel exstant, vel aliquando exstiterunt, notis, & observationibus illustratarum a D. D. Josepho Finestres, &c. cum   —52→   variis indicibus congruentibus. Cervariae Lacetanorum: typis Academicis, per Antoniam Ibarra viduam, an. 1762 en 4.º. Son entre todas trecientas cuarenta y seis, sacadas de las mejores colecciones de Don Antonio Agustín, Grutero, Morales, Marca, Muratori, y algunas inéditas, copiadas por el Señor Bayer, y por algunos otros amigos del autor. Todas tienen al pie su explicación, y varias observaciones críticas del Señor Finestres, dirigidas a ilustrar la historia general, y a purgar la particular de Cataluña de las fábulas que se han mezclado en ella. Al fin se añaden también veinte y cinco que el autor tiene por sospechosas.

Además de estas obras sacó el Señor Finestres del olvido los Comentarios del Dr. Altamirano a los libros de las Cuestiones de Q. Cervidio Scevola, y la Jurisprudencia Anti-justiniana, que reimprimió Meerman en su Tesoro.

Cataluña debe a los oficios del Señor Finestres la primera Imprenta de caracteres griegos, que se vio en aquel Principado en este siglo, y el fomento de aquel idioma, y del latín, en el que escribía con tanta pureza, que sólo por una carta suya que vio el P. Lagomarsini, dijo: «Alter, quem ex ejusdem libri lectione præcipue adamare cœpi, est consultissimus ille Juris Civilis in vestra Academia Primarius atque Emeritus Legum   —53→   Antecessor, Josephus Finestres & de Monsalvo. Ejus ego non nisi judicium de Aymerichii opere, censuramque legi. Sed leonem ex ungue, ut est in proverbio, statim agnovi. Pauca illa tam docte, tamque eleganter scribere non potest, qui non multa docte, & eleganter scribere assueverit: nec qui se tam excellentem scribendi artificem in brevi scriptione prodit, ejus æque excellens artificium poterit in quamvis longa oratione desiderari.»

Nació el Dr. Finestres en Barcelona a II de abril d e 1688 y murió en la Aldea de Monfalcó, de Mosén Meca en 17 de noviembre de 1777 de edad de ochenta y nueve años.

FLORES (Don José Miguel de) del Consejo de S. M. y Alcalde de Casa y Corte, Individuo de las Reales Academias Española, y de la Historia, Secretario de ésta, Socio Matemático de la Real Sociedad de Sevilla, e Individuo de la Económica de Madrid. Aduana Crítica, donde se han de registrar todas las piezas literarias, cuyo despacho se solicita en esta Corte. Hebdomadario de los sabios de España: su Autor Don Miguel de la Barrera. En Madrid, en la Imprenta de Don Gabriel Ramírez, año de 1763. Tres tomos en 8.º.

Después de cerca de un siglo que en varias partes de Europa se había introducido   —54→   la publicación de los Diarios, y otros papeles periódicos acerca de la literatura, empezó a salir en España el Diario de los Literatos, en el año de 1737. Sus Autores estaban dotados de la instrucción, juicio, y entereza necesaria para este género de obras, no obstante que en las primeras se conoce que usaron de alguna indulgencia, sin duda por no irritar de un golpe la caterva de los malos escritores, capaz en todos tiempos de acobardar al hombre más constante. Pero sea por la oposición de estos, o porque la nación no estaba todavía en estado de gustar la delicadeza de su crítica, lo cierto es que no duró el Diario más que un año y nueve meses, no obstante que había llegado a merecer la aprobación de S. M. y la protección del Señor Campillo, entonces Ministro de Hacienda, y el que se costeara la impresión a expensas de ésta.

En el año siguiente de 1738 empezó a salir el Mercurio Histórico y Político, en que se contiene el estado presente de la Europa; lo que pasa en todas sus Cortes, los intereses de los Príncipes, etc. Traducido del Francés al Castellano por Mr. Le Margne, esto es, por Don Salvador Mañer, que después continuó Don José Daoiz, y últimamente, habiéndolo tomado S. M. por su cuenta, está trabajándolo Don José Clavijo. Los Diaristas dijeron de esta obra que por ella era digno el   —55→   Señor Mañer, no solamente a que se le dieran gracias, sino aun a que le erigieran estatua los verdaderamente apasionados a la política.

En 1 de octubre de 1755 empezó Don Juan Enrique Graef a publicar sus Discursos Mercuriales. Memorias sobre la Agricultura, Marina, Comercio, y Artes liberales, y Mecánicos, dando dos números cada mes, los que llegaron hasta el de veinte.

En 1758 empezó a publicarse el Diario curioso, erudito y comercial, público y económico por Don Manuel Ruiz de Uribe, del que se dará noticia más individual en el artículo Nipho.

Apenas vino Carlos III a España, en cuatro o cinco años salieron más de veinte Diarios, y papeles periódicos, a saber: el Cordón Crítico; el Duende especulativo; el Cajón de Sastre; el Pensador; el Correo general de Europa; la Estafeta de Londres; el Diario Extranjero; el Pensador Cristiano; el Hurón Político; el Hablador juicioso; el Escritor sin título; los Entretenimientos del Anticuario; el Amigo del Público; la Pensadora Gaditana; la Aduana Crítica; el Corresponsal del Pensador; la Miscelánea Política; el Desengañador del Teatro; el Poeta Matritense; el Feijoo Crítico-moral; el Erudito investigador; el Santoral Español; y el Novelero de los Estrados; publicados hasta el año de 1765 en que salió el   —56→   Belianís Literario: otra obra periódica dirigida a censurar las demás, que iban saliendo de esta clase9. El Señor Flores puso a su obra el título de Aduana Crítica, conformándose con la idea que propuso Don Diego Saavedra Fajardo en su República Literaria, de establecer una Aduana, en donde se registraran los libros que se introdujeran en ella, bien que con alguna diferencia en la ejecución: pues el Señor Saavedra sólo quería que se examinasen las facultades, o materias de que trataban los libros; y el Señor Flores se propuso examinar el modo como estaban tratadas en ellos.

Los extractados, y censurados por el Señor Flores en los veinte y seis números, a que llegó su Hebdomadario, son los siguientes.

El Pensador: los tres primeros tomos.

Benedicti Clementis de Arostegui Disertatio, qua Apostoli Jacobi Majoris Praedicatio Hispanis vindicatur.

El Hablador juicioso y Crítico imparcial. Cartas y Discursos eruditos sobre todo género de materias útiles, y curiosas, con las noticias literarias de España. Obra periódica para todas las semanas, por el Abate J. Langlet, de la Real Academia de Angers.

  —57→  

El Sabio ignorante, o descripción de los defectos de los sabios, y mala cultura de las ciencias, por el P. Fr. José Sanz, Monje Jerónimo.

Diario Extranjero. Noticias importantes, y gustosas para los verdaderos apasionados de Artes, y Ciencias, etc. por Don Francisco Mariano Nipho.

Demostración en que se da un método fácil para jugar en la nueva Lotería de Madrid, con todas las noticias que la pertenecen.

Librería de Jueces, por Don Manuel Silvestre Martínez.

Lucrecia, Tragedia de Don Nicolás Fernández Moratín.

Damasus & Laurentius Hispanis asserti, & vindicati. Disertatio historica, auctore Francisco Perezio Bajerio, Presbitero Valentino, in Patriae primum, deinde in Salmanticensi Academia, Perp. Sacc. Lig. Professore, etc.

Elogio de Maximiliano de Bethune, Duque de Sully, traducción del de Mr. Thomas.

Escrutinio de maravedíses, y monedas de oro antiguas, por Don Pedro de Cantos Benítez.

Tratado de las Calenturas del Dr. Andrés Piquer.

Retórica Castellana de Don Alonso Pabón Guerrero.

Conjeturas sobre las Medallas de los Reyes   —58→   Godos, de Don Luis José Velázquez.

Discurso sobre la aplicación de la Filosofía a los asuntos de Religión, por el Dr. Piquer.

Reverente representación que al Ilmo. y Rmo. P. Francisco Rabago, Confesor de S. M. Católica, hace el Dr. Don Juan José Ortiz de Amaya... para que pasando sus eficaces oficios con S. M. tenga efecto lo que se expone en ella.

Maná escondido, y confundido entre las apariencias de la nieve, etc.

Disertaciones históricas del Orden, y Caballería de los Templarios... su Autor el Licenciado Don Pedro Rodríguez Campomanes.

Carta sobre la patria de Miguel de Cervantes.

Es sensible que las ocupaciones que sobrevinieron al Señor Flores, privaran a la nación de la continuación de aquella obra, tan útil como difícil para un hombre solo, en quien no concurra el talento, y la varia instrucción que posee este Autor, por más que en el año de 1764 por Real Orden comunicada por el Marqués del Campo del Villar al Señor Curiel, se le estimuló, a que prosiguiese la Aduana Crítica, ofreciéndole la Real protección.

Discurso de las enfermedades de la Compañía, por el P. Juan de Mariana, con una Disertación   —59→   sobre el Autor, y la legitimidad de la obra, y un apéndice de varios testimonios de Jesuitas Españoles que concuerdan con Mariana. Madrid 1768 en 4.º. El Autor de la Disertación, y Apéndice es el Señor Flores.

Crónica de Don Álvaro de Luna Condestable de los Reinos de Castilla, y de León, Maestre, y Administrador de la Orden, y Caballería de Santiago. La publica en varios Apéndices Don José Miguel de Flores. Segunda impresión. Madrid 1784 en la Imprenta de Don Antonio de Sancha. En 4.º mayor. Los Apéndices son el seguro de Tordecillas, escrito por Don Pedro Fernández de Velasco; y el libro del Paso honroso, defendido por el excelente Caballero Suero de Quiñones. En todas estas tres obras puso sus prólogos el Señor Flores; y además una colección de documentos, muchos de ellos inéditos, en comprobación e ilustración de algunos lugares de la Crónica.

También cuidó por orden del Consejo de la edición de la Monarquía de España que escribió el Dr. Don Pedro Salazar de Mendoza, y se imprimió en Madrid en 1779 en dos tomos de a folio.

Discurso Cronológico, en que se determina el día que murió el Santo Rey Don Fernando, con escolios, y un Appendix, en que se trata de la instrucción de la Era vulgar en España; del Reinado en que se principiaron las Leyes de las   —60→   Partidas, y de la naturaleza, calidades, raíces, ciclos, y reducciones del año hebreo, y del mahometano. MS. El P. Flórez en su España Sagrada, había fijado la muerte de San Fernando en el 31 de mayo, contra la opinión común autorizada con el Calendario; y volvió a afirmar lo mismo, cuando en el año de 1754 publicó los cuatro epitafios de aquel Santo Rey, en castellano, latín, árabe, y hebreo.

Algunos años después Don Diego Alejandro de Gálvez, Bibliotecario de la Catedral de Sevilla, e Individuo de la Academia de Buenas Letras de la misma Ciudad, publicó una Disertación, en la que impugnó la opinión del P. Flórez, notándole al mismo tiempo algunos otros defectos.

El Señor Don Miguel José de Flores, movido del buen deseo de que no se embarazara el P. Flórez con una defensa que le distraería algún tanto del objeto principal de su obra, tomó a su cargo la impugnación de aquel escrito: y en su Discurso Cronológico examinó, y rebatió los argumentos del Señor Gálvez, discurriendo por los lugares principales de la historia, esto es, por las lápidas, los códices, y los libros con cuyo motivo examina al mismo tiempo la fe que estos se merecen, aplicando con mucha oportunidad las reglas de la crítica.

Al discurso se añaden dos Escolios, el primero sobre la introducción de la Era Cristiana   —61→   en España; y el segundo sobre el Autor de las Leyes de las Partidas. En éste prueba que estas son más bien obra de San Fernando, que de Don Alonso X su hijo. Y al fin se pone un Appendix de las cualidades, ciclos, raíces, y reducciones de los años hebreos, y mahometanos.

Sucesos, límite boreal, y lengua de Cantabria, por Don José Miguel de Flores... 1769. MS. Nadie había dudado que las tres Provincias de Álava, Vizcaya, y Guipúzcoa están incluidas en los límites que comprendían a la antigua Cantabria, hasta que Zurita, Oihenart, Moret, y algunos otros historiadores empezaron a negarlo. El P. Henao satisfizo a los argumentos que se habían propuesto contra la opinión común, con lo cual calmó por entonces la disputa hasta que en este siglo volvió a suscitarla Don Pedro de Peralta y Barnuevo; y se declaró por la opinión de Zurita el P. Flórez en el Discurso preliminar que precede al tomo XXIV de la España Sagrada. El Señor Flores, que en la antecedente obra había sido el apologista de aquel P. manifestó con esta, que no era el peso de la autoridad el que había inclinado en aquella otra ocasión su pluma a la defensa sino el de la razón. Y así en ella impugna la opinión singular de Zurita, que había adoptado el P. Flórez: no contentándose con reproducir los argumentos del P. Henao, como   —62→   lo había hecho últimamente el P. Larramendi, sino mejorando el método, y estilo, y añadiendo nuevas observaciones críticas, y geográficas sobre los Autores antiguos, y modernos, que describieron aquellos límites.

No debe omitirse en elogio del Señor Flores, que su librería es una de las más copiosas, y selectas que acaso tiene en Madrid ningún particular; y que franquea su uso con la mayor generosidad. Yo la he disfrutado muy frecuentemente, y no puedo menos de manifestar en este lugar mi reconocimiento.

FLÓREZ (P. M. Fr. Enrique) de la Orden de San Agustín, Catedrático de Teología de la Universidad de Alcalá, y Asistente General de las Provincias de España, Socio correspondiente de la Real Academia de Inscripciones, y Bellas Letras de París. A los treinta y seis años de su edad había ya publicado el P. Flórez cinco tomos de Teología, los cuales la habían adquirido mucha fama en su Religión. Otro se hubiera contentado acaso con ésta, y no hubiera ya pensado más que en recoger los frutos de sus tareas escolásticas. Mas este sabio, lejos de estar poseído de aquella vana satisfacción, que suele engendrar en muchos el aplauso de las Universidades, y de los Claustros, y habiendo leído por entonces la suma de Concilios del P. Cabasucio, abrió los ojos, y conoció lo mucho que le faltaba que saber para ser   —63→   buen Teólogo. Desde entonces se aplicó particularmente al estudio de la historia en todos sus ramos, y más particularmente en la Numismática, y Antigüedades.

La primera obra que publicó en este género fue la Clave Historial, con que se abre la puerta a la Historia Eclesiástica, y Política, descubriendo las cifras de la cronología de los sumos Pontífices, y los Emperadores, y breve apuntamiento de sus vidas. Todos los Reyes de España, Italia, y Francia, con los orígenes de todas las Monarquías, desde Cristo hasta hoy. Concilios, y sus motivos: herejes, y sus errores: Santos, y Escritores más clásicos, con los sucesos más memorables de cada siglo. En Madrid: en la Imprenta y Librería de Manuel Fernández. Año de 1743 en 4.º. De esta obra se han hecho diez ediciones. En la cuarta, y siguientes se simplificó más el título en esta forma: Clave Historial, con que se abre la puerta a la Historia Eclesiástica, y Política, cronología de los Papas, y Emperadores, Reyes de España, Italia, y Francia, con los orígenes de todas las Monarquías, Concilios, Herejes, Santos, Escritores, y sucesos memorables de cada siglo. En la segunda edición se añadió la Disertación sobre Lucifero, Obispo de Caller, por la que había sido delatado al Santo Tribunal de la Inquisición por un Médico Sardo: y se repitió en las demás, con algunas otras adiciones, y correcciones, que hizo el Autor posteriormente.   —64→   La idea de esta obra está tomada de otra semejante del Abad de Vallemont; pero la mejoró el P. Flórez en el método, y con algunas adiciones.

España Sagrada. Teatro Geográfico histórico de la Iglesia de España. Origen, divisiones, y límites de todas sus Provincias. Antigüedad, traslaciones, y estado antiguo, y presente de sus Sillas en todos los dominios de España, y Portugal. Con varias Disertaciones críticas para ilustrar la Historia Eclesiástica de España. Son 29 tomos en 4.º reimpresos muchos de ellos en varias Imprentas, y años, de cuyo contenido me ha parecido conveniente poner aquí el extracto algo más lleno, que el que se lee en las Noticias de la vida, y escritos del P. Flórez, publicadas por el P. Fr. Francisco Méndez, Religioso de la misma Orden: porque siendo esta obra una de las mejores, y de mayor importancia que se han publicado en el actual reinado, merece que se dé alguna noticia más puntual, así por esta causa, como para la mayor facilidad de encontrar en ella lo que se necesite.

Tomo I. Preceden algunas advertencias, y la idea general de toda la obra; y una Clave geográfica, en la que se trata de la importancia del estudio de la Geografía, con los elementos de esta ciencia. Luego de la Geografía Eclesiástica en general; origen de los Obispados, y demás Dignidades Eclesiásticas,   —65→   con las varias demarcaciones que han tenido en diferentes tiempos; de las varias divisiones civiles de España hechas por los Romanos, y de su gobierno político, con un catálogo de los Pretores que hubo en ellas desde el principio de la Era Española, hasta la paz de la Iglesia. Al fin por Apéndice la división de todo el Imperio de Occidente, y Oriente en tiempo de los Emperadores Arcadio, y Honorio. Tres ediciones: la primera en Madrid, por Don Miguel Francis o Rodríguez, en 1747: segunda, por Antonio Marín, en 1754: tercera por Ibarra, en 1779.

Tomo II. Se trata en él de la Cronología que debe seguirse en la Historia Eclesiástica, y Civil de España. Se impugna la opinión del Marqués de Mondéjar, sostenida por Don Gregorio Mayans, acerca del principio de la Era Española, probando que nunca se conoció en España la costumbre de contar los años desde el día de la Encarnación, sino desde el de la Natividad de Jesucristo. Con este motivo se trata también de los Ciclos, y sus utilidades; de las Hégiras, o años de los Árabes; del Calendario Romano gentílico, y demás perteneciente a la Cronología con respeto a la Historia, de España; Tablas de la reducción de los años de Cristo, Hégira, Ciclo solar, áureo número, letra dominical, e indicción a los de la Era vulgar. Chronica regum Wisigothorum reimpresa. Cronicón del   —66→   Cerratense, y el de Don Juan Manuel, publicados por la primera vez. Y al fin se añaden los Elogios del Santo Rey Don Fernando, puestos en el sepulcro de Sevilla en hebreo, y arábigo, hasta hoy no publicados, con las inscripciones latina, y castellana, y notas para su inteligencia, particularmente sobre el día de la muerte del Santo, el cual se fija en el 31 de mayo, contra la opinión común. Dos ediciones: la primera en Madrid, por Antonio Marín en 1747: y la otra por el mismo, en 1754.

Tomo III. Del establecimiento del Cristianismo en España, predicación de San Pablo, y Santiago en ella, con nuevas observaciones sobre lo que se ha escrito acerca de este punto tan controvertido: y una Disertación sobre la Misa antigua de España, y causas de su mutación. Entre otros documentos que se ponen en el Apéndice en comprobación de la obra, se imprimen unos fragmentos de la Historia Compostelana, inéditos hasta entonces. Madrid 1748, sin nombre del impresor: y 1754 en la Imprenta de Marín.

Tomo IV. Preceden unas advertencias y una memoria de las Bibliotecas, Iglesias y Eruditos que han contribuido en algo para la formación de esta obra. Se trata en ella del origen, y progresos de los Obispados, y Metrópolis en España; y suponiendo que la   —67→   división de estas siguió a la Civil que estaba establecida en las provincias, se habla de las varias divisiones que se hicieron de ellas por los Romanos, y demás naciones que se establecieron en España. Se reimprime el Cronicón de Idacio, mejorado con notas, y correcciones: y se publican por la primera vez el Cronicón pequeño del mismo, y el atribuido a Severo Sulpicio. Se prueba contra Sirmondo que los Fastos que se llaman Idacianos, no son de este autor: y se reimprimen también con algunas notas, y con una tabla de las Olimpiadas, y años de la fundación de Roma antes, y después del principio de la Era vulgar. Por Marín, en 1749: y por el mismo, en 1756.

Tomo V. Habiéndose tratado en los antecedentes de la Iglesia de España en general, se empieza en éste a tratar de los Obispados en particular, dando principio con la Silla de Cartagena. Se pone el Mapa de la antigua provincia Cartaginense; se explican sus límites, pueblos principales, montes, ríos y demás perteneciente a su geografía; de los Conventos jurídicos de la provincia de Cartagena; de las excelencias de esta Ciudad, con la explicación de varias medallas que se han encontrado en ella; de la traslación de aquella Silla a Bigastro; se prueba que San Fulgencio no fue Obispo de Cartagena; se empieza a tratar de la Silla de Toledo. En el   —68→   apéndice se pone un Mapa de la provincia Cartaginense, según el sistema de Ptolemeo. Se reimprime corregido el texto griego de éste; el tratado de San Isidoro de viris illustribus, y otros varios documentos relativos a los Asuntos del mismo tomo. Por Marín en 1750, y en 1763.

Tomo VI. Precede la respuesta a algunas objeciones que le había hecho el P. Mamachi en su obra intitulada: Origines & Antiquitates Christianae, acerca de la predicación de San Pablo, y Santiago en España. En la obra continúa hablando de la Iglesia de Toledo; y de los Concilios celebrados en aquella Ciudad. En el apéndice, entre otros documentos, se reimprime el Cronicón del Biclarense, las historias de los Godos, Vándalos, y Suevos de San Isidoro, la del Rey Bamba, escrita por San Julián, y se publicaron por primera vez la Cronología de un Español anónimo del siglo sexto; el Cronicón de las Eras de los Mártires; continuación del Biclarense, y el Cronicón de Melito. Por Marín, en 1751, y en 1773.

Tomo VII. En el prólogo continua la memoria de los Eruditos que han contribuido en algo para la España Sagrada: y luego empieza a tratar de las Iglesias sufragáneas del Metropolitano de Toledo, a saber; las de Acci, Arcavica, Beacia, Bigastro, Cartulo, Compluto, Dianio, Elotana, Ilici, Mentesa,   —69→   Oreto, y Osma. En el apéndice, entre otros instrumentos, se ponen algunas Cartas de Sisebuto, inéditas hasta el año en que se publicó este tomo, que fue en 1751, y segunda vez en 1776, por el mismo Marín.

Tomo VIII. Se continúa hablando de las Sillas sufragáneas de la de Toledo, esto es, de las de Palencia, Setabí, Segovia, Sigüenza, Valencia, Valeria, y Urci. En el apéndice se reimprime muy mejorado el Cronicón de Isidoro Pacense. Y se da al fin la respuesta a la Carta publicada bajo el nombre de Don Joaquín de Azur, en la que se habían hecho algunos reparos a la obra del P. Flórez por Don Juan de Chindurza, Oficial de la Secretaría del Despacho Universal de Estado, que era el verdadero autor de aquella Carta. También tiene de particular este tomo la estampa del Acueducto de Segovia, grabada por un dibujo sacado con la mayor exactitud de aquel monumento Romano, que existe todavía. En 1752, por Marín, y en 1769, por Don Antonio Sanz.

Tomo IX. De la Bética. Se pone el Mapa de esta provincia, con un tratado geográfico de ella, y de su división política, y eclesiástica antigua: se trata luego de la Iglesia de Sevilla, sus antigüedades, Obispos, y Santos que han florecido en ella. En el apéndice, entre otras cosas, se pone el Mapa de la Bética, según el sistema de Ptolemeo, y las Tablas   —70→   de éste en griego, y en latín. En 1752, por Marín: y en 1777, por el mismo.

Tomo X. De las Iglesias sufragáneas de Sevilla, esto es, las de Abdera, Asido, Astigis, y Córdoba; y del gobierno civil, y eclesiástico de los Cristianos en ésta, durante la dominación de los Árabes. En los apéndices se copian los anales Bertinianos, y la historia de Oderico Vital, en lo que tratan de España. Por Marín, en 1753, y 1775.

Tomo XI. Se imprimen en él por la primera vez las obras de Álvaro Cordobés, el Apologético del Abad Sansón, y otras de Escritores Cordobeses, sacadas de MSS. de más de ochocientos años de antigüedad. Por Marín, en 1753, y en 1775.

Tomo XII. De las Iglesias de Egabro, Ilipa, Eliberi, Itálica, Málaga, Tucci. Entre varias antigüedades, está en este tomo el plano y descripción del anfiteatro de Itálica.

Tomo XIII. De la Lusitania. Descripción de esta provincia en tiempo de los Romanos. De la Metrópoli eclesiástica de Mérida. En los apéndices se reimprimen el Cronicón de Albelda, o Emilianense, y el de Sebastián Obispo de Salamanca. Entre las cosas particulares de este tomo, lo es una el plan, y descripción de la famosa puente de Alcántara. Por Marín en 1756.

Tomo XIV. Precede el Mapa de la Lusitania antigua, y se trata de las Iglesias sufragáneas   —71→   de Mérida, esto es, de las de Ávila, Caliabria, Coria, Coimbra, Ébora, Egitatania Lamego, Lisboa, Ossonoba, Pax julia, o Beja, Salamanca, Viseo, y Zamora, y se reimprimen el Cronicón Lusitano, el de Sampiro, y el de Don Pelayo. Por Marín, en 1758.

Tomo XV. Preceden algunos nuevos descubrimientos de Obispos antiguos, y actas de Concilios. Se imprimen por la primera vez el juicio entre Marciano, y Habentio, Obispos Astigitanos, dado en el VI Concilio de Toledo, y el Concilio de Córdoba del año de 839. Luego se describe la provincia de Galicia en general, y se trata en particular de la Iglesia de Braga. En los apéndices se pone el Mapa de Galicia, según el sistema de Ptolemeo, y la descripción hecha por éste, en griego, y en latín; las obras de San Martín Bracarense, corregidas por los códices de la Biblioteca Real de Madrid, y de la de Toledo. Por Marín, en 1759.

Tomo XVI. Trata sólo de la Iglesia de Astorga, de la qual el Autor había recogido más materiales, por la generosidad con que se los franqueó su Cabildo, dándole razón de más de dos mil y quinientas Escrituras inéditas, de las que imprimió cuarenta y una en los apéndices de este tomo. Hay también en él un Mapa del mismo Obispado, delineado por Don Manuel Sutil, Cura de la Bañeza.   —72→   Por Don Gabriel Ramírez, en 1762.

Tomo XVII. De la Iglesia de Orense. Precede el Mapa de este Obispado, delineado por Don José Cornide. En los apéndices se reimprime el Cronicón del Silense, y se publican siete Escrituras inéditas, sacadas del Archivo de aquella Iglesia. Por Marín, en 1763.

Tomo XVIII. De la Silla de Mondoñedo. Precede un plan de aquel Obispado, delineado por el mismo Cornide. En la obra se trata de las Iglesias Britoniense, y Dumiense, que estuvieron algún tiempo dentro de su recinto. En los apéndices se publican por la primera vez treinta y una Escrituras, y se reimprime el Cronicón del Monje de Silos. Por Marín, en 1764.

Tomo XIX. De la Silla de Iria, y principios de la de Santiago. Se pone en él el plan, y vista interior, y exterior del Faro de La Coruña, y en los apéndices varias Escrituras inéditas. Por Marín, en 1765.

Tomo XX. Se publicó en él por la primera vez la Historia Compostelana, sive de rebus gestis D. Didaci Gelmirez primi Compostellani Archiepiscopi. Ubi multa, alias incognita, de Summis Pontificibus, Cardinalibus, Episcopis, Conciliis, regibus, virisque illustribus (ab anno praecipue MC. ad MCXXXIX.) memoriae commendantur, con el Cronicón Iriense. En la Imprenta de la viuda de Eliseo Sánchez, 1765.

  —73→  

Tomo XXI. De la Iglesia de Porto. En los apéndices se reimprime la Crónica de Alonso VII. Por Marín, 1766.

Tomo XXII. De la Iglesia de Tuy, hasta el siglo XVI. En el apéndice se imprimen veinte y una Escrituras inéditas, entre las cuales está el fuero de población de aquella Ciudad, dado por Don Fernando II y confirmado por San Fernando, en 1250. Por Marín, en 1767.

Tomo XXIII. Precede el Mapa del Obispado de Tuy, delineado por Don Rosendo Amoedo; y se continúa su historia desde el siglo XVI hasta el presente. En los apéndices se publican los Cronicones pequeños, a saber, el Ambrosiano, Burgense, los Anales Complutenses, el Cronicón Complutense, inédito, los Anales Compostelanos, el Cronicón sacado del códice de la Historia Compostelana, inédito, el Conimbricense, el de Cardeña, y los Anales Toledanos, primeros y segundos; y los terceros no publicados hasta el año de 1767, en que se publicó este tomo. Por Antonio Marín.

XXIV. Está dividido en dos. El primero es La Cantabria. Disertación sobre el sitio, y extensión que tuvo en tiempo de los Romanos la región de los Cántabros, con noticia de las regiones confinantes, y de varias poblaciones antiguas. Discurso preliminar al tomo XXIV de la España Sagrada, sobre la   —74→   provincia Tarraconense. Por Marín, en 1768. Véase el art. Flores.

En el segundo volumen del tomo XXIV se trata de las antigüedades Tarraconenses, como preliminar a las memorias de la Iglesia de Tarragona. Se hace la descripción de esta provincia, con el Mapa de ella, según la relación de Ptolemeo; el plano topográfico de la Ciudad de Tarragona, el del circo máximo que hubo en ella antiguamente; el del presente de las Terreras, y otros monumentos preciosos, muchos de los cuales se conservan todavía en aquella provincia. En el apéndice se pone la descripción de ésta por Ptolemeo, en griego, y en latín. Por Marín, en 1769.

Tomo XXV. De la Iglesia de Tarragona. Es sumamente interesante el cap. VII en que se trata si la España Tarraconense perteneció en algún tiempo al patrimonio de San Pedro. En el cual refuta el P. Flórez sólidamente aquella opinión; examina con la más sana crítica las Cartas de San Gregorio VII, prueba que el primer autor de aquella opinión, fue el Cardenal Hugo Cándido, hombre astuto, y de una política malvada, Candidus facie nigerrimus mente, como decía el autor de la vida de San Anselmo; y responde completamente a los débiles argumentos con que había intentado apoyar aquella opinión el Cardenal Baronio. Por Marín, en 1770.

  —75→  

Tomo XXVI. De las Iglesias de Auca, y Valpuesta, y se empieza a hablar de la de Burgos. Por Marín, en 1771.

Tomo XXVII. Se trata en él de las Colegiatas, Monasterios, y Conventos principales del Obispado de Burgos. Por Don Antonio de Sancha, en 1772. Este tomo es el último de los publicados en vida del autor. Pero dejó escritos los dos siguientes, que publicó después de su muerte el P. M. Fr. Manuel Risco, de la misma Orden.

Tomo XXVIII. Preceden unas advertencias acerca de los estudios en España del Monje Gerberto, después Papa Silvestre II y de su Maestro de Matemáticas Aton, obispo de Vique, en el siglo X. La obra trata del Obispado de Ausa, hoy Vique. En los apéndices, entre otras cosas, se reimprimen los dos Cronicones Barcinonenses, publicados antes por D'Achery, y Balucio.

Tomo XXIX. Contiene el estado antiguo de la Silla de Barcelona; un catálogo muy exacto de sus primeros Gobernadores; un Mapa de aquel Obispado como está ahora, delineado por Don Francisco Javier de Garma y Durán; la relación de los Condes propietarios, y la descripción de varios monumentos muy notables, cual es entre otros, el pavimento mosaico existente en la Parroquia de San Miguel. En los apéndices se ponen los escritos de los Padres Barcinonenses, y varias   —76→   Escrituras importantes. Por el privilegio núm. XI se ven las grandes franquezas, y libertades que gozaban los pobladores de aquella Ciudad desde el siglo IX. Por Don Antonio Sancha, en 1775.

El Autor de la Biblioteca Eclesiástica Friburgense, después de haber dado noticia, y un extracto de esta obra, con los elogios correspondientes a su mérito, se queja de que no esté escrita en latín, declamando contra la costumbre introducida de escribir en lengua vulgar, y ofreciéndose a traducirla en latín, como algún impresor, o librero quiera encargarse de hacer los gastos de la impresión10.

  —77→  

Esta obra se está continuando por el P. M. Fr. Manuel Risco, de quien se hablará en su artículo.

Medallas de las Colonias, Municipios, y Pueblos antiguos de España. Colección de las que se hallan en diversos Autores, y de otras nunca publicadas: con explicación, y dibujo de cada una. Por el R. P. M. Fr. Enrique Flórez... En Madrid, en la Oficina de Antonio Marín, año de 1757, y 1758. Dos tomos en 4.º mayor.

Los Españoles fueron los primeros que fomentaron el estudio de las Medallas. Aunque el Petrarca había recogido algunas antes que nadie, su ejemplo no había sido bastante para excitar la curiosidad, y afición a este ramo de literatura. Don Alfonso V de Aragón, que vivió entre los años de 1416, y 1458 fue el primero que promovió aquel estudio. Fue tal su inclinación a él, que recogiendo cuantas pudo por Italia, las colocó en una arquita de marfil, y la llevaba siempre consigo11. Los Diálogos de Don Antonio   —78→   Agustín sobre las Medallas, fueron la primera obra de mérito que se publicó sobre esta ciencia. Últimamente los Españoles son los que han hecho más ensayos, y han adelantado más hasta ahora en la inteligencia de las que llaman desconocidas.

Precede a esta colección del P. Flórez un prólogo, en que da razón de la obra, y noticia de los gabinetes de Medallas de que se sirvió para ella, los cuales llegan a treinta y ocho, y entre, ellos el de Doña María Isabel de Bustamante y Guevara, digna de particular memoria, por serlo también muy particular su ejemplo en su sexo.

Sigue un tratado de la utilidad de las Medallas, la que prueba por la conexión que tienen con algunas cosas sagradas, y eclesiásticas, que no pueden averiguarse sino por medio de ellas; y por los descubrimientos que se les deben a las mismas de Ciudades, y pueblos, dioses, familias, y demás ramos pertenecientes a la historia general antigua. También se habla en él del Magistrado a quien pertenecía el batir de la moneda; de la fábrica de ésta, sus contramarcas, o sobresellos; de las Colonias, y Municipios, con todo lo demás perteneciente a los elementos de la ciencia Numismática.   —79→   Al fin de este discurso preliminar se pone un Mapa de los pueblos que batieron medallas en España, de todos los cuales trata por orden alfabético en la obra, explicando las Medallas que se han encontrado de ellos, y las inciertas.

Esta obra es sumamente apreciable, no sólo por más de noventa Medallas que se publican en ella, o de nuevo, o muy mejoradas sino por la colección más completa que presenta de las ya recogidas por otros Autores, y por la expresión de las que son comunes, raras, ni raras, ni comunes; de las más raras, rarísimas, elegantísima, muy excelentes, exquisitas, las más insignes, grados con que el Autor califica las circunstancias apreciables de cada una, después de su explicación, lo que sirve infinito, particularmente para los que no han tenido un gran manejo de ellas. Mr. Pellerin en su Recueil de Medailles des Peuples et Villes, qui n'ont point encore eté publiees, ou qui sont peu connues, dice de esta obra del P. Flórez lo siguiente: «Il y à acompagné la description de toutes ces Medailles de dissertations, et de remarques judicieuses et savantes: c'est tout ce qui à paru de meilleur dans ce genre, jusqu'à present. A un recueil aussi complet, et fait avec autant de soin et de recherches, que celui là, il doit rester peu de Medailles à ajouter, et encore moins d'observations à joindre».

  —80→  

Habiendo presentado el Cardenal Migazzi, Arzobispo de Viena, un ejemplar de la misma obra al Emperador, se quedó con ella, sin quererla devolver, y en prueba de su aprecio envió al P. Flórez una Medalla con su busto, de dos onzas de oro.

La fama de la erudición del Padre Flórez en la Numismática extendida por toda Europa, movió al Conde de Caylus, Presidente de la Real Academia de Inscripciones, y Bellas Letras de París, a proponerle por Socio correspondiente, y a que ésta le expidiera el título de tal en 9 de enero de 1761.

Medallas de las Colonias, Municipios, y Pueblos antiguos de España hasta hoy no publicadas, con las de los Reyes Godos. Parte tercera. Por el R. P. M. Fr. Enrique Flórez... En Madrid: en la Imprenta de Don Antonio de Sancha, año de 1773. Un tomo en 4.º mayor. Como se van descubriendo nuevas Medallas cada día, el P. Flórez, que había recogido muchas inéditas desde el año de 1758 dio su explicación en este tomo, en el que añade otra colección muy particular de monedas de los Reyes Godos. Al principio de este tomo da noticia de otros Gabinetes que disfrutó para su publicación, además de los indicados en los antecedentes; entre todos los cuales sobresale el del Serenísimo Señor Infante Don Gabriel.

No es esta la única obra de mérito que se   —81→   ha escrito sobre las Medallas en el actual reinado. En esta Biblioteca se da noticia de algunas otras muy dignas de ser celebradas, por las cuales se demuestra el poco fundamento con que dijo el Autor de la Ciencia de las Medallas, que cuando las demás Naciones de Europa dan al público cien obras de esta clase, España apenas ofrece tres, o cuatro dignas de ser citadas12 siendo indubitable que en esta ciencia han hecho los Españoles, por lo menos tantos progresos como los mismos extranjeros.

Memorias de las Reinas Católicas, historia genealógica de la Casa Real de Castilla, y de León; todos los Infantes; trajes de las Reinas en Estampas, y nuevo aspecto de la Historia de España. Por el P. M. Fr. Enrique Flórez... En Madrid, por Antonio Marín, año de 1761, y segunda vez por el mismo, en 1770. Dos tomos en 4.º.

Habiendo en España tantos Escritores de Nobiliarios, y Genealogías, que de solos ellos compuso la Biblioteca Heráldica Gerardo Ernesto de Frankenau, o sea el Señor Don Juan Lucas Cortes, no hay siquiera una buena de la Casa Real. El P. Flórez advirtió esta falta, y habiéndole proporcionado sus estudios, y correspondencias la noticia de un número muy   —82→   copioso de Escrituras, puso el mayor cuidado en notar los nombres, y hechos principales pertenecientes a las Reinas, Amigas de los Reyes, y los hijos que tuvieron de ellas: todo lo cual le dio materia para esta historia, en la cual se describe la genealogía de la Sangre Real de España; se aclaran varios puntos de cronología; se publican hechos poco conocidos; y finalmente se ponen a la vista en diferentes láminas los trajes más usados en cada siglo.

Viaje de Ambrosio de Morales, por orden del Rey Don Felipe II, a los Reinos de León y Galicia, y Principado de Asturias, para reconocer las reliquias de Santos, sepulcros reales, y libros manuscritos de las Catedrales, y Monasterios. Dale a luz con notas, con la Vida del Autor, y con su retrato el R. P. M. Fr. Enrique Flórez. En Madrid: por Antonio Marín, año de 1765 fol.

De formando Theologiae studio libri IV. Collecti ac restituti per R. P. M. Fr. Laurentium a Villavicentio, Doct. Theologum, ac regium concionatorem, Ordinis Eremitarum S. Augustini. Tertia editio, ex autographo postrema Auctoris manu concinnato. Curante R. P. M. Fr. Henrico Flórez. Matriti: apud Joaquín Ibarra, 1768 en 4.º.

De sacris Concionibus, seu de interpretatione scripturarum populari libri III del mismo Villavicencio. En la misma Imprenta y año.   —83→   Al principio de la primera obra añadió el P. Flórez una noticia de la vida y escritos del P. Villavicencio.

Dictamen pedido, y dado al Ilmo. Rmo. Señor el P. Francisco de Rabago, sobre si convendría imprimir los Códices Góticos conciliares que están en el Real Monasterio del Escorial. MS.

Dictamen dado al Real, y Supremo Consejo de Castilla sobre el método de censurar los libros. MS.

Quien quiera instruirse más puntualmente acerca de la vida, y otros escritos menores del P. Flórez, puede leer la del citado P. Méndez, quien imprimió también en la misma los viajes del P. Flórez, y otros documentos dignos de saberse. Pero no puedo dejar de referir aquí que el P. Flórez dio un ejemplo muy digno de imitarse en su afición al estudio de la Historia natural, formando un gabinete de ella bastante precioso, en cuanto se lo permitieron sus facultades, el que juntamente con su Monetario, y Biblioteca se conservan todavía en su Convento de San Felipe el Real.

Sobre todo hay dos cosas que celebrar muy particularmente en el P. Flórez. La primera, que habiendo tenido su educación dentro del Claustro, y seguido sus estudios escolásticos con todo los defectos de que abundaban a principios de este siglo, hubiese sabido formarse en adelante un juicio sólido,   —84→   una crítica delicada, y hacer, tantos progresos en la historia, y en las antigüedades. Y la segunda, que habiendo estado tan ocupado en la indagación, y cotejo de Escrituras y monumentos antiguos; en la colección de monedas, y piezas de historia natural, y en las correspondencias que todas estas ocupaciones debían ocasionarle, ni estas distracciones entibiaron en nada su conducta religiosa, ni las honras recibidas del Monarca, del Sumo Pontífice13, y de sus Superiores, y los aplausos con que le celebraron los sabios nacionales, y extranjeros, alteraron en nada su piedad, de la cual dio un continuo ejemplo, así a su Religión, como al público, en algunas obras ascéticas que imprimió también; además de las referidas, y que pueden verse en la citada obra del P. Méndez.

FORNER (Don Juan Pablo) Abogado. Sátira contra los vicios introducidos en la Poesía Castellana, premiada por la Real Academia Española, en junta que celebró el día 15 de octubre de 1782. Su Autor Don Juan Pablo Forner, profesor de Jurisprudencia de la Universidad de Salamanca, Madrid 1782. por Don Joaquín Ibarra. En 4.º.

Se introduce el Autor quejándose del poco   —85→   premio que se da a los buenos Poetas, y persuade irónicamente a que nadie se dedique a componer versos. Luego por medio de una transición oportuna, describe la infinita multitud de versificadores en los varios ramos de la Poesía, notando sus vicios. No pudiendo conocerse bien el mérito de ninguna composición poética, sin ver alguna muestra de ella, pondré aquí la siguiente.

Hablando de la Poesía Dramática, impugna a los que excusan los vicios del teatro, con la necesidad de conformarse al gusto del pueblo, diciendo:


    «Oh vos, gran Calderón, si mis cansados
Discursos no tomáis acaso a enojo,
Pues son tanto los vuestros venerados,
Responded: si en el arte el grande arrojo
De escribir sin concierto se mantiene,
¿Ese arte en qué se funda? En el antojo.
   Lacónica respuesta, y que conviene
Bien con la autoridad de la persona,
Que asegurada ya su opinión tiene.
   Mas la naturaleza, que pregona
Sus leyes inviolables, quejarase,
Si a su verdad la ejecución no abona.
   Quien tal pronuncia sin comer se pase.
¡Oh oráculo sagrado!, yo dijera,
(Sufrid que a replicaros me propase)
   Que en vez de escribir mal, otro eligiera
Término a su vivir, pues que el sustento
—86→
No está solo en el fin de esa carrera.
   El vulgo ha de tener divertimiento:
Es necio, y neciamente se divierte.
Diviértase en buen hora: es justo intento:
   Pero no ayude yo, cuando pervierte
La opinión de la patria, a pervertilla,
Si excede un tanto a la vulgar mi suerte.
   Fuera de que, si es necia la cuadrilla
De la plebe infeliz, del sabio el cargo
Es afear el error que la mancilla:
   No el dar por dulce lo que en sí es amargo,
Ni aumentar al doliente la dolencia
Con indulgente, o con infiel descargo.
   Pero ¡oh cuánta es del vulgo la paciencia!
Cuando con tanta ve, que a su ignorancia
Se atribuye la cómica impudencia.
   Aquel que no distingue la distancia,
Que hay del arte al capricho, sólo aprueba
Lo que no hace al deleite repugnancia:
   En lo agradable se embelesa, y ceba:
Para él este es el arte, otros ignora:
Aplaudirá a Terencio si se eleva,
   Y arrojará a Carcino con sonora
Salva de agudo silbo, si del templo
No ve salir el héroe que colora.
   Quizá más de lo justo me destemplo
En replicaros ya; pero en la Grecia
Me está llamando el memorable ejemplo:
   En cuyos espectáculos la necia
Turba de quien acá sin luz bastante
Se cree, que el arte, y la razón desprecia,
—87→
   Desde que de la máscara el semblante
Esquilo hizo mejor, y heroicamente
la acompañó de espíritu elegante.
   Acostumbrada al arte, e insolente
La oreja con el juicio de su ciencia,
Mofó lo escrito mal, e impertinente.
   Tal vez suele ser útil la insolencia,
y contra los Poetas necesaria,
Y aun así se ve en ellos resistencia.
   España en producir extraordinaria,
Dio Tragedias con arte un tiempo a Roma,
Y es hoy, si ella las tiene, opinión varia.
   En la invención sin repugnancia doma
Al resto de la tierra. ¿Por qué injusta
Tanta amplitud en disponer se toma?
   ¿Por qué, oh gran Calderón, a la robusta
Locución, y al primor del artificio
No unió sus leyes la prudencia justa?
   La diestra plebe, como en propio oficio,
A atender lo excelente acostumbrada,
Notara luego, y repugnara el vicio.»

También son bellos los tercetos que hablan acerca de la imitación, y muy fina la sátira contra las obras poéticas de la Monja de México.

Carta de Don Antonio Varas al autor de la Riada, sobre la composición de este Poema. En Madrid, en la Imprenta de Don Miguel Escribano, año de 1784. En 4.º. En ella se examina el poema que Don Cándido María Trigueros   —88→   publicó con aquel título, con cuyo motivo se hacen algunas buenas reflexiones acerca de la poesía épica.

Reflexiones sobre la Lección Crítica que ha publicado Don Vicente García de la Huerta. Las escribía en vindicación de la buena memoria de Miguel de Cervantes Saavedra, Tomé Cecial, ex-escudero del Bachiller Sansón Carrasco. Las publica Don Juan Pablo Forner. En Madrid, en la Imprenta Real 1786 en 8.º.

Todos los buenos literatos Españoles estaban lamentándose de la corrupción de nuestro Teatro, y de su atraso respecto del de otras naciones cultas, en donde nació después que en España, y deseaban con ansia su reforma, cuando Don Vicente García de la Huerta salió ofreciendo una Colección de piezas dramáticas con el título de Teatro Español, al principio del cual puso un Prólogo, en que declamando contra los extranjeros que lo censuran, afirma que no obstante los defectos que se le atribuyen, es superior al de las demás naciones. Una proposición semejante, dicha por un sujeto que se había adquirido bastante crédito en aquel ramo de poesía, y dicha con el tono en que la anunció el Señor Huerta, causó mucha novedad. Lo peor es que podía causar también mucho perjuicio: pues el canonizar los yerros, y los defectos, es cerrar la puerta a su corrección.

  —89→  

Como la nación no está ya en estado de creer a nadie sobre su palabra, con este motivo salieron algunos papeles satíricos manuscritos e impresos, uno de los cuales fue la Continuación de las Memorias Críticas por Cosme Damián. En prueba de que no solamente los Españoles afrancesados, o como el Señor Huerta decía, transpirenaicos eran los que se quejaban de la corrección de nuestro Teatro, el autor de esta memoria, puso en ella por lema un lugar de la Historia de Don Quijote en que decía Cervantes «...porque los extranjeros, que con mucha puntualidad guardan las leyes de la Comedia, nos tienen por bárbaros e ignorantes, viendo los absurdos, y disparates de las que hacemos...»

A este papel respondió el Señor Huerta con otro intitulado Lección Crítica a los lectores del papel intilulado, Continuación de las Memorias Críticas de Cosme Damián. Lo principal de esta respuesta consistía en rebajar la fuerza de la autoridad de Miguel de Cervantes, tachándolo de envidioso del crédito de Lope de Vega; y atribuyendo a esta causa la censura que hizo de sus Comedias.

Si la apología de un teatro corrompido, y disparatado había chocado a la parte más instruida de la nación, no podía menos de herirla mucho más el ver ajar al autor de una obra, que en concepto de algunos, es la única buena que tienen los Españoles, y en   —90→   el de todos la mejor en materia de estilo, de invención, y de ingenio.

Contra este papel salió luego otro intitulado Tentativa de aprovechamiento crítico de la Lección Crítica de Don Vicente García de la Huerta; y después las Reflexiones del Señor Forner.

Se introduce en ellas por medio de una ingeniosa ficción, en la que supone que Tomé Cecial, escudero del Bachiller Sansón Carrasco, uno de los personajes de la Historia de Don Quijote, se le había aparecido, y le había entregado aquel papel. En él examina la Lección Crítica del Señor Huerta, notándole el poco fundamento con que había hecho sinónimas a las palabras de crítico, satírico, y envidioso, y mezclando oportunamente entre sus reflexiones las necesarias para formar idea acerca del verdadero carácter de la sátira, y de la crítica; censura por incidencia la Raquel, Tragedia del mismo Señor Huerta, y concluye sus Reflexiones con estas juiciosas advertencias. «Hace ya muchos siglos que formó callos en la mayor parte de los mortales el hábito de no juzgar de las cosas, sino por lo que se conforma con sus pasiones, o no se conforma. El juicio de los hombres no está en el entendimiento, esta en el amor, en el odio, en la conveniencia... Un crítico que convence con razones incontrastables el error, la ignorancia, el pedantismo,   —91→   la sandez, la jactancia, el despropósito; y que a esta cualidad junta la de honrado, hombre de bien, amigo de la justicia, es el Hipócrates de la literatura, el Ángel que purifica las aguas de la piscina literaria, para que los que entran en ella sanen, y no se inficionen. La senda de la verdad, y del buen gusto no se allana sino después de haber desmochado la maraña de los errores, y la selva de las extravagancias que la dificultan. El que no estime esta ocupación, desprecie también el trabajo que se emplea en abrir caminos: y logrará ciertamente tan felices viajes sin ellos, como grandes progresos sin la crítica en el estudio de la sabiduría.»

Oración Apologética por la España, y su mérito literario. Madrid 1786 en la Imprenta Real, 8.º mayor.

El Autor, según expresa en el Prólogo, y según lo indica también el mismo título de la obra, se propone tratar la defensa de España como orador, y no como historiador. Con este fin, ajustándose a una sola proposición fundamental, que le sirve como de norte, dirige todas las pruebas hacia ella, sin detenerse mucho en particularidades nimias. La proposición fundamental es la misma con que da principio a su oración, a saber: La gloria científica de una Nación, no se debe medir por sus adelantamientos en las cosas superfluas y perjudiciales. Prueba, siguiendo el hilo de este   —92→   raciocinio, que en España se han cultivado las ciencias y artes útiles al hombre con manifiestos beneficios de ellas. Divide la oración en dos partes. En la primera trata de las cosas generales que contribuyen al verdadero, o falso mérito. En la segunda específica varios aumentos que han recibido las artes y ciencias en España, haciendo un cuadro, o pintura de sus progresos. Ilustra la obra con varias Notas, en que se aclaran algunos puntos de nuestra Literatura.

Discursos Filosóficos sobre el Hombre. MS. Esta obra consta principalmente de cinco Discursos. El primero tiene por objeto mostrar cual es la ciencia que debe merecer al hombre mayor atención. El segundo manifiesta el miserable estado de la razón humana; la imposibilidad que hay en ella de alcanzar por sí el conocimiento de Dios, y el verdadero culto que debe ofrecérsele; y con este motivo toca la variedad de las opiniones filosóficas en este punto. El tercero muestra concluyentemente con razones filosóficas la decadencia de la naturaleza humana, examinando al hombre en sus potencias y obras, y describiendo las contradicciones que se advierten en sus acciones y deseos. El cuarto se emplea en demostrar la existencia de Dios, deduciéndola de un modo nuevo, de las potencias intelectuales del hombre: y de aquí deduce, y enseña cual es el fin de las acciones de éste. El   —93→   quinto describe el estado actual del hombre; y proponiendo los errores que ha introducido su flaca razón en la Religión, y en la Moral, establece los únicos medios que hoy tiene el hombre, y debe observar para ser feliz, y para mantener la recta constitución de su naturaleza. El primero de estos Discursos está escrito en tercetos: el segundo, tercero, y cuarto en verso suelto: el quinto en silva.

El Autor ha procurado hermosear lo escabroso, y metafísico de las materias con varios adornos poéticos, ya figurando el estilo, ya interpolando descripciones amenas; ya fundándolas en algunas ficciones agradables que hagan la ejecución de la obra digna de llamarse poética; respecto de que la sola combinación de las sílabas, y el mero hecho de escribir cláusulas medidas, no basta para que una obra pertenezca a la poesía. Para muestra del estilo, pondré aquí un pasaje tomado del Discurso quinto, en donde se trata de la flaqueza de la razón humana, y dice así:


    ¿Cuándo austera corrige
sus yerros la razón? se precipita
fácil al mal, que tanto la complace,
que aun le juzga virtud cuando le hace.
Guerrera trompa en lo inferior resuena
del sacro capitolio:
túrbase el pueblo: la ambición vertiendo
su ponzoña mortífera condena
—94→
al llanto la Ciudad: desde su solio
instiga a César, a Pompeyo inflama:
su discordia derrama
en pechos rudos, que a morir se arrojan,
sin saber por qué mueren, o se enojan.
Míseros ¿qué emprendéis? el fuego horrendo
que hará a la patria en trágicas pavesas
desperdicio liviano
de hidrópica ambición, ¿tanto os adula,
que héroe aclamáis al que con fiera mano
le alimenta, y os hiere? ¿Al que a la gula,
y ansia de dominar, tiernos suspiros
de la patria pospone,
y os lleva a combatir, para oprimiros?
Id, infelices, id, y cuando opone
la fuerza a la razón, al grande César:
alzad estatuas, consagrad altares.
¡Errores peculiares
del linaje mortal! la pompa activa,
bien que viciosa, a la virtud prefiere
tímida en su humildad.



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