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ArribaAbajoCapítulo XVI

El teatro y la prensa


Noticias sobre las primeras representaciones teatrales en Talca.- Algunas diversiones públicas.- Construcción de un Teatro Municipal.- Compañías que actuaron en él en sus primeros años.- La prensa.- El primer periódico El Alfa.- Periódicos, revistas y diarios que se han publicado hasta nuestros días, 1844-1942.- La Libertad, La Mañana, 1906-1942.

Desde la Colonia se hicieron en Talca representaciones teatrales. En 1760, o sea cuando la ciudad tenía apenas dieciocho años de vida, se representan dos comedias por la «exaltación al trono del heredero de la corona de España». También existe constancia que en el año de 1796, con ocasión de haber llegado la real cédula que confería a la villa el título de ciudad, se representaron tres comedias con sus entremeses, sainetes y loas, en el patio del Cabildo, y que estuvieron a cargo de don Nicolás Cienfuegos y Arteaga.

La monotonía colonial era sacudida por el bullicio de los payasos que recorrían las calles provocando la curiosidad del público por sus funciones. Este espectáculo no agradaba a la gente culta, lo que determinó a las autoridades a prohibirlas. Sin embargo, dejaron recuerdos imborrables las compañías de títeres con sus característicos personajes vestidos de colores chillones y que remedaban ya la vida de un vecino o representaban una historieta regocijante.

El reglamento de patentes, dictado el 8 de abril de 1854, por la Municipalidad, disponía: «Los títeres pagarán $0,50 por cada función».

El tradicional espectáculo de la riña de gallos se continuó dando en la república. Sus canchas estaban situadas en el llamado Casino o café de Santo Domingo, situado en la plazoleta de este nombre. La Municipalidad arrendaba esta concesión y constituía una de sus entradas. Esta diversión apasionaba al vecindario por el dinero que circulaba en las apuestas. Por esta razón fueron definitivamente suprimidas en 1890.

El café de Santo Domingo, célebre en la crónica lugareña, era una especie de posada, con cama para alojados, sala de juegos y de refrescos. Desde allí partían los coches que hacían el servicio de pasajeros a Santiago, hasta que se terminaron con prolongación de la línea férrea del ferrocarril central en 1875.

A propósito de espectáculos no resulta fuera de lugar recordar una disposición de la ordenanza municipal de 1857 que decía así:

«Se prohíben las funciones que bajo el nombre de celebración del Angelito suele tener la gente del pueblo cuando muere algún párvulo, bajo multa de cuatro pesos».



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Por 1854, don Francisco Navarro, que había adquirido alguna práctica en establecimientos de Santiago, organizó una compañía dramática con la juventud. Llegó a tener 7 u 8 aficionados, que representaron las comedias El Médico a Palos y La Escuela de Maridos.

Este improvisado teatro, funcionó en un local de construcción ligera y provisional, frente al templo de la Merced. También funcionó en él la Compañía Jiménez, que dio algunas representaciones.

La iniciativa de Navarro tuvo un continuador en la persona de don Genaro Silva, quien levantó otro teatro en 1860, en la calle uno Oriente N.º: 167. Aunque de construcción precaria, fue decorado por don Conrado Vasserotti, quien pintó su telón de boca con alegorías a las artes. Se estrenó en la noche del 12 de abril de 1860 con Locura de Amor. Las Compañías Risso, Robles, Garay, Vásquez, Pantoja, dieron allí sus temporadas. Cerca de 12 años prestó servicios a la ciudad, hasta que fue demolido en 1872.

La buena acogida que tuvieron estas compañías, hizo pensar a los miembros de la Municipalidad, en la necesidad de tener un teatro propio. Se eligió el sitio situado en la calle 1 Oriente, a 3 cuadras de la plaza, hacia el norte, esquina que enfrenta a la Alameda, acera Oriente, y lo adquirió a don S. B. Smith. El primitivo plano lo levantó en 1857 don José B. Mannhein y los trabajos de construcción los principiaron los señores Pablo Ferretti y Hugo Devotti. La revolución de 1859 suspendió esta obra, pero en 1861 el italiano Héctor Franzoy quiso continuarla, celebrando para este objeto un contrato con la Municipalidad. Estos trabajos tampoco prosperaron.

Solamente gracias a la iniciativa gastada por el Intendente don Ursicino Opazo Silva para conseguir dinero, tanto por medio de colectas como por empréstitos, se pudo dar principio definitivo a la obra. Se utilizaron los planos del teatro de Quillota, modificados por el arquitecto don Ricardo Brown. En 1875 estaba terminado, constituyendo desde entonces un orgullo para la ciudad. La construcción era toda de cal y ladrillo, tenía en su centro una lámpara a gas de ciento treinta y tres luces, y las aposentadurías fueron adquiridas en Europa.

Se estrenó en la noche del día 15 de agosto de 1875, con la Conquista de Madrid, dada por la Compañía Mateos-Catabeni. Después actuaron en él la Compañía de dramas y comedias de Velasco y la de la famosa Pantanelli. En 1886 tuvo el honor de ver representaciones de la gran artista dramática Sara Bernhardt.

Aun esta en pie esta vieja construcción, esperando ser reemplazada por una moderna, que encuadre con el ritmo de renovación que ha experimentado la ciudad en sus construcciones.

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Si todos estos esfuerzos representaron un valor de cultura del vecindario, no lo fueron menos los que se gastaron en dotar a la ciudad de un órgano de publicidad.

Talca fue una de las primeras ciudades de la zona central que tuvo una imprenta propia. Tan importante acontecimiento fue comunicado a la municipalidad en la sesión de 12 de septiembre de 1844, por su secretario don Pedro Nolasco Donoso.

Por medio de volantes se anunció que pronto saldría a luz el periódico El Alfa. El 31 de octubre, aparecía el primer número de ese periódico, redactado por don Juan de la Cruz Donoso Cienfuegos, profesor del Instituto Literario, y don Toribio Hevia. De él se imprimieron 246 números en sus cuatro años de existencia.

Como una ayuda, la Municipalidad acordó suscribirse al nuevo periódico con veinte pesos mensuales, obligándose sus directores a publicar los acuerdos de la corporación.

Al terminarse El Alfa, salió a luz en 1846, el 16 de agosto, La bandera republicana, periódico semanal, cuyo lema era: «Reforma, Unión y Libertad», editado por la imprenta de la Sociedad Cívica. Alcanzaron a salir veinte números.

En 1850 se instaló una tercera imprenta, llamada «El Faro», de propiedad de don Feliciano Gaete, y que administraba y dirigía su hijo don José Miguel Gaete y don Bernardino Opazo Silva. Esta imprenta dio a luz El Faro del Maule, que sólo tuvo una corta vida, cuatro números. Al mismo tiempo la imprenta El Alfa editó El Talquino, cuyo primer número circuló el 1.º de junio de 1850. Era un semanario político y social, sin día fijo. Lo redactaban don Rafael Cruz y don Cleto Vergara. Alcanzó a publicar 56 números.

En 1853 la imprenta «El Faro» imprimió un nuevo periódico semanal El atalaya, que también tuvo una corta duración de sólo 6 números. En 1854 cobró nueva vida la imprenta «El Alfa» con su Eco de Talca, que comenzó a publicarse el 7 de septiembre, redactado por don Juan de la Cruz Donoso, que había hecho sus primeras armas en «El Alfa», y del que también fueron redactores don Manuel Chaparro y don Toribio Hevia. Después cambió de imprenta y se trabajó en El heraldo y en la llamada de «El Liceo». Alcanzó a tener una vida más larga que todos los anteriormente publicados. Su último número apareció el 4 de agosto de 1860.

Durante los años 1855, 56 y 58 aparecieron primero El motor, editada por «El Alfa», periódico semanal que alcanzó a veinte números; después El diario de avisos o El aviso, editado por la imprenta del Motor, que tuvo una vida de veintinueve números, y, por último, El provinciano, periódico semanal de carácter político y judicial, editado por la imprenta «Popular». Escribió en él don Francisco Opazo, alcanzando a tener la efímera vida de tres números, pues los acontecimientos de la revolución de 1859 impidieron su continuación. Este mismo año el señor Opazo hizo circular en Talca, sin pie de imprenta, el periódico El Talquino, que sólo alcanzó cuatro números de existencia.

La vieja imprenta de los «Gaete», «El Faro», que había editado el tercer periódico de Talca, El Faro del Maule, en 17 de agosto de 1850, pasó en 1854 a instalarse en una pieza del Liceo, facilitada a su propietario don José Miguel Gaete por su rector don Gaspar del Río. Durante la revolución de 1859, el Intendente de la provincia, creyéndola de propiedad fiscal, por encontrarse en un establecimiento público, se incautó de ella. Cuatro años después, en 1863, la reclamó su dueño.

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Al terminar la publicación de El eco de Talca, en agosto de 1860, comenzó a circular el periódico llamado La Esperanza, que salía los sábados. Era de carácter político, literario y comercial, e inició su publicación el 2 de agosto de ese año. Fue redactado por los señores Ambrosio Letelier, José Salinas, Manuel A. Concha, Nicolás Hederra y colaboraron en él los señores Salvador Cabrera, Álvaro Letelier y Pedro V. Letelier. Se imprimieron 78 números, terminando de publicarse el día 30 de septiembre de 1862.

El mismo año comenzó a publicarse La Época, que apareció el 9 de agosto de 1862 y terminó el 23 de octubre de 1865, después de imprimir cuarenta y nueve números. Editado por la imprenta La Época se publicó El Nacional, periódico político, literario y comercial, órgano del partido nacional, redactado por los señores José Salinas, Álvaro Letelier y Manuel A. Concha. Se publicaron de él 225 números, hasta el 6 de marzo de 1865, fecha del último.

En 1863 vio la luz La Opinión, periódico semanal, de filiación liberal, redactado por los señores Ramón Donoso, Francisco Opazo y Rafael de la Cruz. Aparecieron de él 258 números desde el día 5 de abril de ese año, hasta el 4 de agosto de 1866. Fue editado por la imprenta La Opinión.

El boletín de noticias, editado también por la propia imprenta La Opinión, salió a la publicidad el 10 de octubre de 1865, y alcanzó los 104 números, hasta el 28 de abril de 1866. Se repartía gratis, salía en las tardes y trataba de asuntos generales.

Don Francisco Opazo Silva, caballero de ideas liberales, que había tomado parte en la preparación de la revolución de 1859, amigo de los obreros, de quienes fue su constante guía, regaló a la Sociedad de Artesanos una imprenta. En ella se imprimió el primer órgano de los trabajadores de Talca, El artesano, que circuló desde el 11 de noviembre de 1866 hasta el 18 de febrero de 1873, con un total de 305 números. Fueron sus redactores Graciano Silva, Luciano Orellana y Pascual Aravena.

Así como se movía la masa trabajadora, la juventud estudiosa sacaba a luz el periódico Juventud, órgano exclusivo del Liceo de Talca, el 14 de junio de 1866. Pero debía tener efímera vida, pues sólo se publicaron de él cuatro números. Terminó el 5 de julio de 1866.

El elemento católico, al ver que los obreros tenían su órgano de prensa, de marcada orientación liberal, fundaron en 1867 el periódico titulado El Obrero Católico, de carácter religioso, dirigido y costeado por el cura de Talca, don Miguel Prado, ayudándolo en su redacción don Salustio Vergara, y los presbíteros Sabino Valenzuela, Agustín Vargas y Luis Vergara. Circuló desde el 19 de octubre de 1867 al 7 de septiembre de 1868. Fue editado por la imprenta de La época.

Entre los años de 1868 y 1878 tenemos a los siguientes periódicos: El Talquino, semanal, que vio la luz el 14 de noviembre de 1868 y terminó el 12 de diciembre de 1869, con 54 números, editado por la imprenta La época; El radical, semanal como el anterior, salió el 18 de marzo de 1870 y terminó el 17 de agosto de 1872, con 121 números, editado por la imprenta de La época; La crónica de Talca, bisemanal, que se ocupó de los sucesos locales, tuvo corta vida, desde el 1.º de abril de 1872 hasta el 24 de agosto de ese año. Se imprimieron 19 números por la imprenta La Crónica; La democracia, semi diario, nació en 1872 y murió el 12 de enero de 1875. Publicó 294 números; fue redactado por don Emilio Corbalán y editado por la imprenta Democracia.

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El año 1872 tiene una señalada importancia en la vida periodística de la ciudad, porque en él circuló el primer diario La Unión. Salió su primer número el 1.º de septiembre de 1872. Lo redactaron don Pedro Nolasco Donoso y don Miguel Herrera, se imprimía en la nueva imprenta llamada «La Unión» y terminó de publicarse en 1879.

En 1874 circula El ruiseñor, periódico literario, órgano de la juventud del Liceo, con sólo 18 números, editado por la imprenta La opinión.

Casi simultáneamente nacen en 1875 El porvenir de artesanos, de carácter político, literario y comercial; que vio la luz el 6 de mayo de 1875, pero que tuvo una corta vida de doce números, que terminó en julio de ese mismo año, y El Laboro, que vino a ser el continuador del periódico El obrero católico que dirigía el presbítero Miguel Prado. Como aquél, fue un defensor de las ideas católicas. Fue redactado por don Alberto González y don Rafael Gumucio, terminando de publicarse en 1878.

Entre los años de 1878 y 1879 circularon los siguientes periódicos: La Reacción, El Iris, órgano de la juventud del Liceo, Las Noticias y La Esmeralda.

A partir de 1880 surge una prensa de más larga vida y de más importancia con el diario La Libertad, de cuyas actividades hablaremos más adelante.

En 1881 se publica La Voz de Talca, en 1882-83 La Aurora, en 1883 La Verdad, y en 1886 El Talquino, periódico semanal impreso en la imprenta de La Libertad, que volvió a salir en 1891. En 1888 apareció La Democracia, que tuvo larga vida y que salía aun en 1904.

Como una reminiscencia del fundador de la prensa local, salió a la luz en 1890 el periódico El Alfa, semanal, editado por la imprenta «El Alfa», que tuvo una corta vida; El Progreso, sin pie de imprenta, circuló en 1891. Este mismo año apareció La Actualidad, que tuvo una existencia más prolongada, editado por la imprenta de La Actualidad, circulaba aun el año 1912.

El periódico El Deber, impreso en la imprenta «El Deber», se fundó en 1897 y se publicó hasta 1902. En 1899 apareció El Alfa, periódico semanal, literario y comercial, fundado el 15 de mayo de ese año, editado por la imprenta «El Deber», y La Antorcha, publicación quincenal de ciencia y artes, editado por la misma imprenta anterior. Salió a la publicidad el 23 de enero de ese año.

La Revista Vespertina, literaria, semanal, se fundó en 1902; Pueblo libre circulaba en 1904, junto con La Verdad, como asimismo La hojita del buen consejo, revista semanal editada por la imprenta de N. S. del Buen Consejo, que salió a luz en 1908 y tuvo dos años de vida.

Pero de todos los periódicos y revistas que nacieron en esta época, el que tiene más importancia es La Mañana, que junto con La Libertad ya mencionada, constituyen la prensa de Talca en sus últimos años.

La Libertad fue fundada en 1880, por don Graciano Silva Aravena, uno de los periodistas más activos de la zona. Nació en San Javier e hizo sus estudios en el Colegio Mercantil de Talca, que fundara en el año 1859 el educacionista don Adrián Araya. El señor Silva mantuvo el diario unos pocos años, pasando en seguida a manos de don José Ignacio Meza.

La intransigencia religiosa de sus redactores decidió a la directiva del partido conservador a comprar la imprenta, pasando a ser desde entonces el órgano autorizado del partido, hasta el año 1924, fecha en que cesó su publicación.

Durante un corto tiempo escribieron en él los señores Clodomiro Silva, abogado y diputado al Congreso Nacional, y Misael Correa Pastene, destacado periodista. En los años que el señor Correa estuvo a cargo de La Libertad, el diario mantuvo una vigorosa campaña de bien público, que todavía se recuerda.

Posteriormente tomó la dirección de La Libertad don Marco Antonio Silva, y de su redacción se hizo cargo don Pantaleón González L. El señor Silva, después de una corta y activa labor, se retiró dejando en su reemplazo, como director y redactor al señor González, quien desempeñó esas funciones por espacio de treinta años, con abnegación y perseverancia.

Durante ese período, de más de un cuarto de siglo, el diario renovó su material tipográfico con la adquisición de una prensa Marinoni y la compra de una propiedad para la instalación de la imprenta.

Terminada la publicación de La Libertad en el año 1924, poco tiempo después se daban a la publicidad, con el mismo material del viejo diario, las nuevas ediciones de El Día y más tarde Crónica, periódicos que tuvieron una vida efímera. Durante el corto tiempo que se publicó El Día, fue su redactor y director el periodista don Luis Itier, y a cargo de La Crónica estuvo como director y principal redactor don Enrique Munita W., quien supo darle al diario un giro de gran novedad en sus secciones de Crónica e informaciones del exterior. Estas dos últimas publicaciones, que habían estado siempre bajo la tutela del partido conservador, se vieron obligadas a cerrar sus puertas por razones de índole económica.

El diario La Mañana fue fundado el 15 de noviembre de 1906, por don Enrique Prieto, en el local de la calle una Sur entre Cinco y Seis Oriente. En el año 1909 adquirió la imprenta el partido liberal, haciéndose solidarios de la transacción los señores Matías Silva y Vicente Ignacio Rojas.

Alrededor de 1915, mientras se construía el edificio de dos pisos que hoy ocupa en la calle una Norte esquina de dos Oriente, funcionó la imprenta en una propiedad de las dos Oriente entre una Sur y una Oriente, a escasos metros de distancia de su local actual.

Por diversas circunstancias, que no es del caso recordar, la directiva del partido se desentendió de su dirección y administración, haciéndose cargo de ella el actual propietario de la imprenta. Dotándola de material moderno, y con laudable actividad y espíritu de iniciativa, logró transformar el antiguo periódico en un órgano atento a las necesidades locales y regionales.

Son numerosas las obras de interés público a las que La Mañana ha prestado acogida, apoyándolas con decidido entusiasmo, como un aporte al progreso de la ciudad y de la provincia. Entre ellas podemos recordar las siguientes: ferrocarril de Talca a Mariposas, el Canal del Maule, terminación de los servicios de agua potable y alcantarillado, la transformación urbana de Talca y la desviación del Estero Baeza.

La Mañana ha mantenido siempre abiertas sus puertas a todas las opiniones y corrientes espirituales, persiguiendo sin desvíos una línea de estricta neutralidad al pronunciarse sobre problemas en los que comúnmente ha estado en juego el interés nacional. Se puede afirmar que en sus treinta y cinco años de vida ha aportado La Mañana su decidida cooperación al progreso local y regional.