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ArribaAbajoHacia una nueva bibliografía de revistas y periódicos chicanos

Ernestina Eger



Carthage College, Wisconsin

El desarrollo de los estudios chicanos como disciplina académica corre parejas no sólo con la publicación de nuevos periódicos y revistas chicanos sino también con un aumentado interés en los periódicos y revistas antiguos65. En la última década estos antiguos periódicos han proveído material para destacadas investigaciones de historia chicana, tanto literaria66 como cultural y general. Para que sigan estos estudios, se necesita un adecuado control bibliográfico que sistematice la pesquisa de tales publicaciones y les facilite el acceso.

Se calcula que se han publicado más de 1.500 periódicos y revistas chicanos67. La extremada dificultad de identificar siquiera una pequeña porción de los más contemporáneos la apuntan Roberto Cabello-Argandoha, Juan Gómez-Quiñones y William Tamayo: «(It) has required the Chicano Research Library of the Chicano Studies Center at the University of California, Los Angeles, six months of intensive research to find out the (about 206 periodical) titles being published in the Chicano communities throughout the Southwestern United States»68. En efecto, la pesquisa de estas publicaciones, a excepción de las ya identificadas y coleccionadas por un manojo de bibliotecas especializadas en lo chicano, es un problema circular: se buscan revistas y periódicos cuyos datos principales, hasta el título en algunos casos, pueden desconocerse. Además, estos datos pueden estar conservados en cualquiera de centenares de bibliotecas, sociedades históricas, o archivos públicos y privados en los Estados Unidos, México, u otros países.

Ya que una nueva bibliografía requerirá un diseño bien informado y meditado, ofrecemos este ensayo como un primer paso hacia ese plan más ambicioso. Proponemos resumir analítica y críticamente los trabajos anteriores más importantes, sugerir un plan de máxima utilidad, considerar definiciones y límites, e indicar posibles fuentes y metodología. Esperamos, como resultado, entablar un diálogo entre individuos e instituciones que se interesen tanto en el diseño del proyecto como en sus aspectos más pragmáticos.

Los primeros estudios bibliográficos de los periódicos chicanos son de tipo descriptivo e histórico69. Publicados principalmente en revistas de historia regional, su propósito parece reducirse a establecer las primicias editoriales de lo que serían los varios estados norteamericanos, con el fin de apropiarlas para la unión americana. Semejante tendencia asimiladora la ve James F. Shearer en el «criollismo» de Raymond R. MacCurdy y su History and Bibliography of Spanish-Language Newspapers and Magazines in Louisiana, 1808-194970. Muchas historias periodísticas estatales y regionales incluyen algunas publicaciones chicanas, pero aún el meticulosamente investigado Territorial Press of New Mexico, 1834-1912, de Porter Stratton, revela una concepción normativa de la prensa rural angloamericana, a la cual la prensa hispana había de ceder a medida que se asimilaran sus lectores71.

Las obras de consulta que han salido de la primera década de los estudios chicanos se aproximan a los periódicos y revistas de una de dos maneras: o presentan una lista de títulos, fechas de publicación y otros datos, sin indicar en dónde las publicaciones se encuentran conservadas, o señalan únicamente los títulos y números que posee una o varias bibliotecas. Un distinguido precursor del primer tipo de acercamiento son los 400 títulos catalogados en 1938 por La Prensa de San Antonio para conmemorar su vigesimoquinto año de publicación72. Otros ejemplos son «Toward a True Chicano Bibliography/Mexican-American Newspapers: 1848-1942», una lista de 193 periódicos compilada por Herminio Ríos y Lupe Castillo; y otra lista suya que añade 85 periódicos más, publicados entre 1881-y 195873. En el campo contemporáneo, dignos de mención son la «Mexican American Publishing Guide», de Anne Jordan, la cual incluye las direcciones de 109 revistas y periódicos latinos que se publicaban en 1973, además de 31 que habían dejado de publicarse74; y el Directorio Chicano que dos años más tarde recoge las direcciones de 88 publicaciones actuales y otras 119 aparentemente suspendidas75. «Hispanic American Periodicals for Libraries», de Richard D. Woods and Ann Hartness Graham, es otra lista, anotada, de 49 revistas actuales en 197876. Del segundo tipo de aproximación han aparecido en Aztlán la colección de UCLA77 y, primero en El Grito y luego reimpreso en Hispania, la importante «Serials Listing: Chicano/Raza Newspapers and Periodicals, 1965-1972», de Guillermo Rojas, obra que abarca 191 títulos en 20 bibliotecas de California, Arizona, Nuevo México y Texas78. Además, las listas de varias bibliotecas están localmente disponibles79.

Los problemas que presentan estas compilaciones son múltiples. En primer lugar, ninguna ha tenido la frecuente puesta al día que exige la aparición de nuevos periódicos y revistas y el redescubrimiento de antiguos. La ausencia, en las obras de Ríos y Castillo, de una metodología explícita, de fuentes de investigación y de bibliotecas que tengan las publicaciones citadas, disminuye su utilidad. Además, su omisión de periódicos en inglés distorsiona el panorama de las publicaciones chicanas. Rojas, quien examina los catálogos y verifica las fichas personalmente, se ve obligado a limitarse a las bibliotecas chicanas del suroeste, lo cual hace que predominen en su obra las publicaciones de esa región. Una limitación más seria radica en el hecho de que su metodología hace pasar por alto las publicaciones que se encuentran en otras bibliotecas de las mismas universidades en donde realiza sus investigaciones, como algunos periódicos de la Byron T. Mills Collection en la Rodgers Library de New Mexico Highlands University80, por ejemplo. Otro problema es la laguna que existe entre 1958 (Ríos) y 1965 (Rojas).

El plan de una nueva bibliografía debe tomar en cuenta al usuario. Los títulos deberían acompañarse por datos que incluyan lugares y fechas de publicación y, de ser posible, editores y redactores y alguna noción de contenido y política. Se dará información sobre su disponibilidad en microforma y se indicarán las bibliotecas que tengan las colecciones más completas. Se deben indicar las fuentes de información y el modo de verificar las fichas. Serían útiles un índice de periodistas y una bibliografía de investigaciones que se refieran a periódicos y revistas chicanos81.

Como nos parece que las bibliografías arriba citadas han pecado de estrechez, ahora conviene asentar la diversidad de las publicaciones chicanas, ampliando sus criterios. Consideraremos su alcance histórico y lingüístico, los papeles de la redacción y del público lector en su clasificación étnica y la inclusión de esfuerzos colectivos de chicanos y otros. En la conjunción de tipos variados se verá mejor la evolución de la vida cultural e intelectual chicana.

Aunque Ríos ha fijado el comienzo de la literatura y el periódico chicanos en 184882, Luis Leal propone una periodización en la cual «the Hispanic period (to 1821)» y «the Mexican period (1821-1848)» anteceden al Tratado de Guadalupe Hidalgo (páginas 35-38). Para promover la investigación de estos períodos, conviene que la bibliografía se remonte unos cuarenta años a El Misisipí de Nueva Orleans, primer periódico que se publica en español en territorio que sería norteamericano.

Apunta Leal también que el año 1848 «is important in the literary field since English then became the official language of the Mexican territory that became part of the United States, and for this reason it affected the development of the literature of the region but did not interrupt it» (página 35). Aunque es innegable que el español sigue siendo vía esencial de comunicación y símbolo de resistencia cultural, es preciso añadir las publicaciones bilingües e inglesas para completar el cuadro histórico del periodismo chicano. El bilingüismo ha servido para diversos propósitos: desde el siglo pasado la prensa anglosajona ha usado traducciones para aumentar sus ventas e influencia entre un público de habla española83; últimamente, muchos periódicos del movimiento chicano han optado por el bilingüismo para unir elementos dispares de sus comunidades. Además, la década de los setenta ha visto el auge del inglés en revistas chicanas de interés general y profesional, aunque no es así en las revistas literarias.

Los periódicos, a diferencia de las obras literarias, cuya autoría aparentemente determina si se les denomina «chicanas» o «chicanescas», son clasificados tanto por su público como por su redacción84. El primer criterio abarca las numerosas publicaciones de tipo religioso, laboral, político, comercial y profesional, editadas por anglos o por extranjeros de habla española para lectores latinos. Es de notar que El Misisipí fue editado por una empresa norteamericana, William H. Johnson and Company, y los primeros periódicos tejanos, La Gaceta de Texas y El Mexicano (ambos de 1813), fueron publicados por un cubano, José Álvarez de Toledo y Dubois, y un agente estadounidense, William Shaler85. El segundo criterio, de redacción chicana, abre el campo, creemos, a tales periódicos como Time de Raymondville, Texas, editado y redactado por A. R. Rodríguez, cuyos lectores también habrán sido mayormente chicanos.

La larga historia de esfuerzos colectivos de latinos y otros dificulta mucho la distinción entre publicaciones chicanas y no chicanas. Shearer señala la heterogeneidad étnica de los editores, redactores y colaboradores de la prensa hispánica luisianesa del siglo XIX (página 52). Otro ejemplo es La Revista Ilustrada de Nueva York, fundada en 1886 por Elías de Losada, «a third generation American [...] born in Panama and settled in New York», cuyos contribuyentes incluían autores distinguidos de varias partes de Latinoamérica86. La presencia de su agente Jorge Tripland en Brownsville, Texas, indica que había lectores méxico-americanos y nos lleva a preguntar si algunos de los colaboradores también eran de esa región (página 7). En la época actual han tenido notable éxito colaboraciones latinas como la Revista Chicano-Riqueña y Tin-Tan y publicaciones académicas minoritarias o multiétnicas tales como Bilingual Review / Revista Bilingüe, MELUS y Minority Voices. Ante la imposibilidad de encasillar estas revistas según su afiliación étnica y la imprudencia de excluirlas, queda la alternativa de expandir el alcance de la bibliografía a las publicaciones hispánicas en general.

La compilación de una nueva bibliografía debería incorporar un número máximo de fuentes. Primero habría que concordar la bibliografía de Rojas y las listas de las distintas bibliotecas. Una fuente importante pero poco aprovechada debido a la dificultad de manejo son los catálogos de la Library of Congress: Union List of Serials; American Newspapers, 1821-1936: A Union List of Files Available in the United States and Canada, editor Winifred Gregory (1937; reprinted New York: Kraus Reprint, 1967); New Serials Titles; y Newspapers in Microform. Estas listas, compiladas gracias a la cooperación de las bibliotecas participantes, llevan una cantidad sorprendente de material chicano, pero es aconsejable verificar las fichas ya que a veces las bibliotecas descartan publicaciones que debieron retener. Algunas guías anuales de periódicos son American Newspaper Directory (New York: George P. Rowell and Company, 1867) y Ayer Directory of Publications, anteriormente American Newspaper Annual (Philadelphia: N. W. Ayer, de 1881 en adelante). Las union lists estatales también se deben aprovechar87. Otra posible fuente son las colecciones temáticas de bibliotecas particulares, tales como la Western Americana de Yale y Princeton. La emigración de periodistas como Julio G. Arce nos recuerda la necesidad de realizar pesquisas en las bibliotecas de México; ya Nettie Lee Benson y Chamberlin y Schulman han apreciado los problemas y los premios de tal labor88. Compilando datos de diversas fuentes, se puede llegar a tener un cuadro bibliográfico más completo del que hoy existe. Reconocemos que se requerirían tiempo y personal para llevar a cabo un plan tan extenso, pero los gastos serían más que recompensados por las resultantes creces en la investigación.