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Acto segundo



En casa de Bruto. -Una lámpara encendida.
Escena I
SERVILIA, LICIA.
(Ambas están sentadas.)
SERVILIA         �Tus párpados se cierran, pobre Licia!
�Por qué te obstinas en velar? Descansa:
retírate a tu lecho.
LICIA                               �Será justo
que tu esclava repose, y solitaria
esperes tú?
SERVILIA                     Yo espero al hijo mío. 515
�Con bien los dioses al hogar le traigan!
LICIA Contigo esperaré. �Te aflige acaso
triste presentimiento? �Por qué causa
en perpetuos temores te consumes?
Bruto es de Roma el ídolo: le ama 520
el dictador.
SERVILIA                     �Y él huye de su vista!
LICIA �Huye de César Bruto? �Oh cielo! �Y nada
le dice el corazón?
SERVILIA                                 �Licia!
LICIA                                              No temas:
nadie nos oye aquí.
SERVILIA                                  �Yo te oigo; y basta!
LICIA �Y qué podrás oír del labio mío 525
que en justa admiración, en alabanza
de tu virtud no sea? �Quién en Roma
no respeta tu nombre? �Quién tu casa
no mira como un templo, donde el genio
del severo Catón vive en su hermana? 530
SERVILIA Él desde las mansiones de los justos
ha visto el crimen ya, que mi falacia
supo ocultarle aquí. Su voz escucho
que me grita: ��Impostora! �Por qué engañas
al mundo así con tu virtud mentida? 535
�Tiembla que un día de tu rostro caiga
esa máscara vil! �Ay de ti entonces!
Y �ay de tu hijo!� -�Bárbara amenaza
que sin cesar me aterra!
LICIA                                         �Y cómo puede
cumplirse nunca?, di. �Depositaria 540
no soy yo sola del secreto?
SERVILIA                                              �Sola!
LICIA Pues qué, �recelas del que pruebas tantas
te da de su respeto? Desde el punto
que, mal tu grado, en las nupciales aras
fe juraste a un esposo, �cuándo César 545
osó manchar de tu virtud la fama
con indiscreto labio, ni a tus ojos
siquiera presentarse? Y el que ahogaba
en la fogosa edad de las pasiones
con tal nobleza su celosa rabia, 550
hoy que la gloria y la ambición tan sólo
llenan su pecho, �mancillar osara
tu nombre? �Ah!, no lo temas.
SERVILIA                                                   �Eso mismo
me hace temerlo! �Ah, Licia! �Cuál te engañas!
Lo que el obscuro César nunca hiciera, 555
César el dictador quizá lo haga;
que en su ciega ambición los poderosos
razón de estado a los delitos llaman.
�Mi vida es un suplicio! Cuando César
a Bruto mira, me estremezco, �y tanta, 560
tan congojosa es mi inquietud, que tiemblo
si le aborrece, y tiemblo si le ama!
LICIA �Modera tu aflicción! No anticipado
llores al menos un peligro...
SERVILIA                                               �Calla!
�Pasos oigo en el atrio! -�Él es!
LICIA                                                     �Tu hijo? 565
SERVILIA A su esclavo prevén: y tú a mi estancia
vete, y aguarda allí.
(Se va Licia.)
                                   Sólo su vista
un breve instante mis dolores calma.
�Hijo mío!
(Dirígese a la entrada: preséntase César.)
 
Escena II
SERVILIA, CÉSAR.
CÉSAR                     �Dichosa tú, que puedes
tan dulce nombre pronunciar!
SERVILIA                                                   �Helada 570
mi sangre está! -�Tú aquí!... �Qué buscas?
CÉSAR                                                                         Busco,
no a la que en otro tiempo aquí buscaba,
misterioso, furtivo, devorado
de juvenil amor: no a la que el alma
en vivas ilusiones encendía, 575
que la ausencia, la edad, el tiempo apagan;
no a la amante de César: �busco ahora
a la madre de Bruto!
SERVILIA                                    Penetrada
de gratitud la encuentras por los dones
que en él tu mano liberal derrama. 580
CÉSAR Otros mayores ofrecerle quiero.
SERVILIA �A Bruto?
CÉSAR                   A nuestro hijo.
SERVILIA                                             �Oh cielos!... �Calla!
CÉSAR �Callar? �Si vengo a que lo sepa Roma!
SERVILIA �Contra mi voluntad?
CÉSAR                                      Por respetarla,
�sabes tú la violencia, el sacrificio 585
que me impongo años ha? Por ti en Farsalia
sufrí que Bruto en el opuesto bando
lidiase contra mí. Desbaratada
la hueste de Pompeyo, a las legiones
que sobre ella con furia se lanzaban: 590
��Perdón, grité, no los matéis, traedlos
vivos a mi presencia!� Y mis miradas
en cada cuerpo exánime creían
su cadáver hallar. -Vuelto a la patria,
por ti sufriendo estoy que a mis favores, 595
a mi tierna afición, a mis instancias,
a mi solicitud oponga siempre
cruel desvío, indiferencia helada.
Mil veces, al hablarle, ya el secreto
sentí asomar al labio; y otras tantas, 600
por ti, por tu respeto, en lo más hondo
de mi pecho infeliz lo sepultaba.
Llegó tu vez, Servilia: un hijo tienes.
Yo hasta ahora a esa fama que idolatras
sacrifiqué mi amor: a ti te toca 605
hoy a su amor sacrificar tu fama.
SERVILIA Llegó mi vez; lo veo. �Y yo he creído
en tu respeto! �Necia! �Qué esperanza
pude nunca fundar en quien de Roma
no respetó la majestad sagrada? 610
�Fatal a Roma y a Servilia fuiste!
�A tu violencia, a tu pasión tirana
sucumbimos los dos!
CÉSAR                                    �Ambas me amasteis!
SERVILIA �Ah! �Y este premio a nuestro amor guardabas!
�A Roma la opresión: a mí el oprobio! 615
Si de ese modo a tus amigos pagas,
�qué harás con tus contrarios!
CÉSAR                                                  Lo estás viendo.
Perdonarlos, volverlos a la patria
y a la silla curul: dejar que libres
conspiren contra mí, y acaso el alma 620
emponzoñen de Bruto. �Y tú lo sabes,
Servilia, y lo consientes! �Esa rara
virtud no se horroriza de que un hijo
al que le ha dado el ser tienda asechanzas!
SERVILIA �Nunca tal intentó! Bruto, heredero 625
de la virtud que le inspiró en su infancia
el sublime Catón, el fin lamenta
de la antigua República, y en alta
voz, a la faz de Roma, a par que justo
tu bondad, tu valor, tu genio ensalza, 630
con dureza inflexible, no lo niego,
tu usurpación condena. Y tú le amas
quizá por eso mismo; porque admiras,
porque envidias en él la pura llama
de patrio amor; porque en su noble pecho 635
asombrado contemplas cuál se hermanan
el alto genio de su heroico padre
y la virtud de su materna raza.
Mas, al odiar tu usurpación, aún siente
por ese pueblo que a tus pies se arrastra, 640
mayor desprecio, y de su vil contacto
en los lares domésticos se aparta.
Aquí corre su vida; y yo dichosa
gozo el amor, que entero me consagra.
�Ah! Si en tu corazón... si en tu memoria 645
vive el recuerdo de la edad pasada;
si la mujer que te salvó la vida,
y se perdió salvándote, una gracia
tiene derecho a demandarte; �César!...
�No la arrebates su serena calma! 650
�No me arrebates el amor de Bruto!
Sabedor de mi culpa, no alcanzara,
ante el rigor de su tremendo fallo,
ni aun su madre perdón. A ti te bastan
para llenar tu corazón la gloria, 655
los triunfos, el poder, Roma, la Italia,
el mundo entero, que de ti, en retorno
de tanta sumisión, su dicha aguarda.
Yo la aguardo también. Por ti de Bruto
seré madre feliz. Si a ti te halaga 660
tan dulce nombre, conquistarlo puedes:
haz que te llamen padre de la patria.
CÉSAR �Y tú te llamas madre? �Y tú imaginas
que eso es amar a Bruto? No: te engañas.
Tú no amas a tu hijo.
SERVILIA                                     �No le amo? 665
CÉSAR Te amas a ti. Por conservar intacta
esa opinión en que tu orgullo goza:
porque tu vida obscura y solitaria
sus encantos no pierda, a Bruto quieres
en ella consumir, cortar las alas 670
a su impetuoso genio, de su padre
ahogar las halagüeñas esperanzas,
y lo que es más, el porvenir de Roma.
SERVILIA �De Roma?
CÉSAR                      Sí, de Roma. Óyeme: falta
una empresa a mi plan: vencer al Persa; 675
y a acometerla voy. En las batallas,
por vez primera la fortuna instable
me puede abandonar; y antes que parta
quiero a la faz del pueblo y del Senado
nombrar mi sucesor.
SERVILIA                                   �Oh cielos!
CÉSAR                                                       �Ardua 680
resolución, si el misterioso Numen
que a César juzga y su designio ampara
no le otorgase por fortuna un hijo
digno de tanto honor!
SERVILIA                                     �Y qué? �No basta
a abonar tu elección su nombre solo, 685
su inmaculado nombre? �Quién osara
con Bruto competir? Pueblo y Senado,
los patricios, la plebe, cuantos aman
el bien de Roma, todos a porfía
lo aceptarán con júbilo. �Qué falta 690
hace a tu noble fin que mi vergüenza
corra de boca en boca? �Qué inhumana
razón te impele a decretar la gloria
del hijo mío, a precio de mi infamia?
�Por qué tanta ventura... y tanto oprobio? 695
Elige a Bruto; y mi secreto calla.
CÉSAR Eso no. Pues te obstinas, yo te juro
que callaré; mas pierde la esperanza
de que a Bruto designe, si hijo mío
no le puedo llamar. La soberana 700
dignidad, que a una voz Senado y pueblo
a conferirme van, hereditaria
será desde hoy; mas sólo en el que tenga
sangre de César. -�Tú gloria tan alta
robarle quieres?
SERVILIA                            �Mas del hijo mío 705
el origen manchar!...
CÉSAR                                    �Cuál es la mancha?
No de torpe adulterio es hijo Bruto:
libres eran sus padres; y hoy en casta
unión esposos fueran, si el mandato
de tu hermano feroz no lo estorbara 710
y tu debilidad. -�Servilia!, �quieres
más? Más haré. -Ante Roma todo calla.
Repudiaré a Calpurnia: soy tu esposo.
SERVILIA �Otra víctima? No.
CÉSAR                                  �No eres hermana
tú de Catón, del héroe que con noble 715
y ciego error sacrificó en las aras
de la patria su vida? Menos grande
sacrificio te pide, �y lo rechazas?
Bien: tu secreto morirá conmigo;
y otro será...
SERVILIA                      �Qué dices? �Otro?...
CÉSAR                                                           �Acaba! 720
Despierta esa virtud. Toma: este escrito
es la revelación: tu firma falta.
(Le da un pergamino.)
Va a juntarse el Senado: �piensa en Bruto!
�Piensa en Roma! Pronuncia una palabra;
y la dicha de Bruto harás cual madre, 725
y la dicha de Roma cual romana.
(Se va.)
 
Escena III
SERVILIA.
Catón... mi hermano... su preciosa vida
supo inmolar en aras de la patria.
La patria era su amor: mi amor es Bruto.
Aquí está mi sentencia. �Desgraciada! 730
�Ni a la virtud ni al crimen pertenezco!
Un Dios, adverso a Roma y a mi raza,
por instrumento designarme quiso
de la ruina y del baldón de entrambas...
Ese implacable Dios fue quien mis pasos 735
encaminó al umbral de esta morada
en aquel día de fatal memoria.
Él quien ardió improvisa en mis entrañas
la compasión que libertó al proscripto.
Él quien después, en aparente calma, 740
me dio a gozar en la filial ternura
el sublime placer que hoy me arrebata.
�Numen inexorable! �No ha bastado
a desarmar tu vengativa saña
la pura sangre en Útica vertida, 745
y mi existencia entera consagrada
a llorar mi delito? �Qué me pides?
�Que ose yo misma revelar mi infamia
a Roma... a Bruto? �Ah! �Nunca! �Eso no puedo!
�A tanto esfuerzo mi virtud no alcanza! 750
�Él es!
(Viendo llegar a Bruto.)
 
Escena IV
SERVILIA, BRUTO.
BRUTO              �Madre, salud!
SERVILIA                                      �Cuánto has tardado!
BRUTO En el Pretorio fatigosa y larga
la audiencia ha sido.
SERVILIA                                   Inquieta me tenías:
ven y en mis brazos de tu afán descansa.
(Abrazándole.)
�Noble afán! Por tu boca la impasible 755
Temis dicta sus fallos.
BRUTO                                      �Su balanza
nunca torcí!
SERVILIA                     �Ni tuvo nunca Roma
pretor más justo! Entre mercedes tantas
como César te otorga, ésta sin duda
fue la más digna.
BRUTO                              �Todas las trocara 760
por la que hoy le pedí!
SERVILIA                                       �Tú le has pedido
una merced?
BRUTO                       �Echándome a sus plantas!
SERVILIA �Tú?
BRUTO           �Yo!
SERVILIA                    �Y la niega?
BRUTO                                          �Y para más vergüenza,
acaso con razón! -No se levanta
un tirano jamás donde no hay siervos, 765
ni jamás de rodillas se demanda
la libertad. Me la negó: �bien hizo!
SERVILIA �Y esa fue la merced?
BRUTO                                      �Sueños que pasan
por mi mente febril!
SERVILIA                                   No desesperes. 770
Roma esta vez no gime bajo el hacha
del rudo Mario o del demente Sila.
No es César opresor; de la usurpada
autoridad no abusa: sus afanes
al bien de la República consagra. 775
Tú lo sientes así; yo de tu labio
mil veces escuché sus leyes sabias
y su genio admirar. No desesperes.
Y pues por senda de clemencia marcha,
sabio y justo, dejémosle, hijo mío, 780
al término llegar. -Dicen que al Asia
corre a nuevas conquistas. -�Si por dicha
meditase, al partir, dejar a Italia
en muestra de su amor... cuanto pudiera
su esperanza colmar!...
BRUTO                                        �Vana esperanza! 785
No lo hará, no lo hará. �Si en torno suyo,
aunque su noble instinto le dictara
tan generosa acción, no ven sus ojos
sino lisonja, servidumbre, infamia!
SERVILIA �En todos, hijo?
BRUTO                              En todos. �Y aun hay lengua 790
entre esa muchedumbre degradada
que se atreva cobarde al nombre mío!
�Hay quien su ilustre descendencia clara
ose a Bruto negar!
SERVILIA                                �A ti? �Quién, hijo?
BRUTO En este escrito...
SERVILIA                             �Oh cielos!
BRUTO                                                  Que ora acaban 795
de arrojarme a la silla del Pretorio.
SERVILIA �Ese escrito! �Y qué dice?...
BRUTO                                                Estas palabras:
��Duermes, Bruto? �En verdad, tú no eres Bruto!�
SERVILIA �Qué más?
BRUTO                     No más.
SERVILIA                                    �Ah!
BRUTO                                             Todo cuanto alcanza
el antiguo valor de los romanos, 800
helo aquí. Digo mal: de tanta hazaña
pocos fueran capaces. Este solo,
que tal escrito en las tinieblas traza
con temblorosa mano, este es un héroe.
�Me asombra su valor! �Éste aventaja 805
a todos en virtud! El desdichado
siente siquiera la coyunda, y clama
porque amparo le den. Pronto me tiene.
Mas �dónde están los que lo piden? �Salga
el pueblo de Quirino: verá entonces 810
si duerme Bruto, y si en sus venas guarda
sangre de aquel varón que, por la hermosa
libertad, de sus hijos las gargantas
impávido segó!
SERVILIA                            �Qué horror! �Detente!
�Fueras capaz?...
BRUTO                              �Y de Catón la hermana 815
me lo pregunta? Madre, �no aprendiste
que hijos, padres, hermanos, a la patria
todo se sacrifica? �No darías
tú por su bien tu vida, tu honra y fama,
y hasta tu hijo? -�Si capaz no fueras 820
de tal virtud, por madre te negara!
SERVILIA Lo seré, lo seré: ni tú por madre
me negarás, ni Roma por romana.
Digna me juzgo, y a la vez indigna,
de ti y de Roma. Mi flaqueza es causa 825
de vergüenza, lo sé; mas hoy los Dioses
quieren por dicha hacer que de ella nazca
la grandeza de Roma y tu grandeza.
Si me has pagado con ternura tanta
un estéril amor, cuando se eleve 830
hasta la heroica abnegación, �tu gracia
me negarás?
BRUTO                      �Qué dices?
SERVILIA                                            Que la sangre
que circula en tus venas, hoy te llama
a inesperado honor...
BRUTO                                     Habla: de Bruto
la sangre siento en mí: �no la trocara 835
por la del Dios que en el Olimpo reina!
SERVILIA �Hijo! �Esa sangre!...
BRUTO                                    �Di!...
SERVILIA, aparte.                                                �No puedo! -�Oh patria!
�Perdón, perdón!... y déjame ser madre
un día más... -�Se lo diré mañana!
(Se va apresurada.)
 
Escena V
BRUTO.
�Huye de mí sin explicarse! -�Cielos! 840
�Qué me ha dado a entender con sus palabras?
�También mi madre a recordarme viene
lo que debo a mi sangre? �Hasta una flaca
mujer me acusa! �Cómo es esto, Bruto?
�Será cierto que duermes? �Ofuscada 845
está tu mente?, �sordos tus oídos?,
�ciegos tus ojos? -�No!
 
Escena VI
BRUTO, CASIO.
CASIO, aparte.                                        �Solo se halla!
BRUTO �Quién llega?
CASIO                        �Salud, Bruto!
BRUTO                                                 �Salud, Casio!
CASIO Ese acento me dice cuánto extrañas
mi presencia en tus lares.
BRUTO                                           Me sorprende 850
con razón: años ha que la palabra
no cruzamos tú y yo.
CASIO                                    Me hirió que César
te antepusiese en la Pretura urbana.
BRUTO Negar debiste la palabra entonces
a César y no a mí.
CASIO                                César obraba 855
según su ley; como opresor. -Tú, Bruto,
que desde el punto mismo en que postrada
Roma cayó a sus pies, objeto has sido
de su predilección, de su privanza:
tú, que de tus antiguos compañeros 860
desde aquel día con desdén te apartas,
y en tu largo aislamiento desconoces
a Roma ya, �qué mucho si te tratan
los cobardes, los tibios con reserva,
y los altivos con rudeza franca? 865
BRUTO Esa amistad que el dictador me otorga,
nunca la mendigué; nunca su casa
hollé una vez, sin que en mi boca oyese
la voz de la verdad. Quizá le agrada
por peregrino y nuevo mi lenguaje, 870
y la servil adulación le cansa.
Hoy lo has visto. El Senado, �oh vilipendio!,
el Senado de Roma, un Cimbro, un Casca,
un Decio, un Cicerón. -Casio, �qué mucho
si de ellos Bruto con desdén se aparta? 875
CASIO Ese frío desdén, que a tu silencio
de sumisión las apariencias daba,
es la sola ocasión de esa flaqueza
que condenando estás. Tú eres la causa
del desaliento universal. Mirando 880
a Bruto sucumbir, �quién no desmaya?
BRUTO Y porque Bruto sucumbiera, �todos
le debierais seguir? �Bruto es la patria?
�De mi ejemplo os guiáis? Y por ventura,
�os mandé yo que al dictador llevarais 885
los divinos honores, que con noble
altivez rechazó? �Cuál se elevaba
sobre vuestra bajeza su desprecio!
�Ah! �Si algún día vemos restaurada
la libertad en Roma, de él lo espero, 890
de un generoso arranque de su alma:
no de vosotros, no!
CASIO                                  Ni de nosotros
ni de él lo espera Roma: su esperanza
en ti la tiene.
BRUTO                       �En mí?
CASIO                                       Yo en nombre de esos
que con dureza tal tu labio infama, 895
a hablarte vengo. -Bruto, nuestra duda
se disipó; te conocemos: falta
que nos conozcas tú. -Como se esconde
en el inerte pedernal la llama,
fuego de libertad en Roma hierve: 900
�toque el acero, y la centella salta!
BRUTO Casio, �lo crees así?
(Echan de fuera un pergamino.)
                                   �Qué es esto?
(Leyendo.)
                                                            ��Duermes,
Bruto? �Duermes; y Roma gime esclava!�
�Otra vez!
CASIO                  �Qué te admira? Ese es el grito
que suena en la ciudad; eso en voz baja 905
por millares de labios se murmura;
todos a ti se vuelven: sus miradas
todos fijan en ti; �tú no respondes!
Y el dolor, el despecho nos arrastra
a un sacrificio heroico. -Cual Virginio, 910
para excitar la popular venganza,
mató un día a su hija; así nosotros,
alzando al opresor templos y estatuas,
matamos nuestra honra: �a ver al menos
si de vergüenza Roma se levanta! 915
BRUTO La vergüenza no engendra el heroísmo.
CASIO Te ha despertado a ti, y eso nos basta.
BRUTO Yo no dormía; la dormida es Roma;
más que dormida: �muerta!
CASIO                                               �Y si te engañas?
BRUTO �Plegue al cielo!
CASIO                              Los juegos lupercales 920
mañana son: �irás?
BRUTO                                  Iré.
CASIO                                         �Mañana
renace la República! -�En el foro
Roma viva y despierta a Bruto aguarda!

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