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ArribaAbajoRey de Artieda, Andrés

Valencia. 1544 - Valencia. 1613

Poeta, autor dramático y militar. Estuvo en la batalla de Lepanto.




A las pretensiones


   Cuando en el aire torres edifico
sirviéndome de artífice el deseo,
veo que su gran fábrica y rodeo
requieren gasto de señor mas rico.

   Así que, mis deseos, yo os suplico  5
que me dejéis en paz, pues ya no creo
de estos castillos más de lo que veo
que se consume y llega a ser tantico.

   ¿Lo queréis ver? Mirad el fundamento
y del cordón corred hasta la almena,  10
que ello con los demás veréis que es viento.

   Pues en cosa que en tanto es mala o buena,
en cuanto la fabrica el pensamiento,
¿será bueno que funde gloria o pena?




Soneto


   Como a su parecer la bruja vuela,
y untada se encarama y precipita,
así un soldado dentro una garita,
esto pensaba, haciendo centinela:

   No me falta manopla ni escarcela,  5
mañana soy alférez, ¿quién lo quita?
y sirviendo a Felipe y Margarita,
embrazo, y tengo paje de rodela;

   vengo a ser general, corro la costa,
a Chipre gano, príncipe me nombro  10
y por Rey me corono en Famagrosta;

   reconozco al de España, al turco asombro...
Con esto se acabó de hacer la posta,
y hallóse en cuerpo con la pica al hombro.




El estado de Artemidoro


   El bien honesto distribuye Palas
y con las letras y armas le sustenta,
y del bien deleitable tiene cuenta
Venus y el niño del arquillo y alas.

   Juno, que abunda de riqueza y galas,  5
el provechoso bien nos representa,
la cual conmigo siempre fue avarienta
de entrañas cortas, pésimas y malas.

   Palas me honró con borlas y jineta,
y me dio moderado nombre y fama  10
entre la gente armígera y discreta;

   Venus ni me dejó dormir en cama,
ni el niño despuntó por mi saeta,
ni supe lo que el mundo placer llama.




De Los amantes


Acto I - Escena III - Atambores


   Aunque tarde a servir el Conde empieza
por lo que la tardanza le remuerde,
y espera en breve hacer, sale de verde,
esmaltada su dama en la cabeza;

   do el que sus flacos ojos endereza  5
porque si bien lo hiciere, o mal, se acuerde
de su arnés perderá, si acaso pierde,
o al Conde ganará la mejor pieza.

   Lo mismo al caballero que se atreve,
alabar otra dama se publica,  10
pues no hace en su presencia lo que debe,

   a más de que dará una prenda rica
al que mejor emplee y mejor cebe
en el arnés contrario espada y pica.




Acto II - Escena II - Marcilla


   César después que la cabeza mira
que el Rey de Egipto le mandó en presente,
para encubrir valor tan evidente,
según escrito está, llora y suspira;

   y Aníbal, cuando ya se le retira  5
su fortuna, y la falta de ella siente,
ríese entre afligida y triste gente,
sólo por encubrirles su gran ira.

   Sucede, pues, que cada cual procura
una pasión con un cierto desvío  10
de la vista encubrir, clara o oscura;

   así que si esta vez yo canto o río,
hágolo por ser esta más segura
manera de encubrir el dolor mío.




Acto III - Escena I - Preafán


   Si porque Sophonisba te lo manda,
contra Scipión resuelves, Masinisa,
siguiendo las bandera y divisa
de Aníbal, que apretando al Cónsul anda.

   ¿Por qué, di, si Cartago se desmanda  5
contra Scipión después, le das tal prisa,
que apenas Sophonisba el suelo pisa
segura, cuando Roma la demanda?

   Prometióme esa dama casamiento,
y por que la dio a Siface Cartago,  10
me le muestro tan áspero y sangriento,

   y si lo que me escribe Scipión hago,
la falta de ella, y mi desabrimiento,
ni merece, ni pide menor pago.




De El gran Semiramis


Jornada tercera - Semiramis


   Ya el tiempo con su vuelo acostumbrado
ha traído a tal punto mis deseos
que libre, sin ficciones ni rodeos
muestre mi corazón fuerte y osado.

   El Capitán y Rey tan señalado,  5
que con tan grandes triunfos y trofeos
de persa, libios, medos, nabateos
y de otros mil sus templos ha adornado,

   no ha sido Ninías, como habéis creído,
¡oh mil vasallos fuertes y leales,  10
sino su madre, puesta en su vestido!

   Yo he sido el Capitán de los Reales,
y mi querido hijo es quien ha sido
virgen entre las vírgenes vestales.5




Zameis


   Pasmado queda el pueblo del engaño
en que tan dulcemente le has traído,
con mi nombre y mi rostro y mi vestido
en mil guerras un año y otro año.

   Y alegre del presente desengaño  5
cada cual de los dos reconocido,
con general aplauso y alarido
te alaba nuestro pueblo y el extraño.

   Y yo así mismo loo tu grandeza
y encarezco tu espíritu elevado,  10
y admiro tu prudencia y fortaleza.

   Y ser tu hijo y ser de ti estimado,
tengo por mayor suerte y más riqueza
que si del alto Amón fuera engendrado.




A la vida y costumbre de Nuestra Señora conforme San Epifanio


   Vistió la humilde Virgen lino y lana,
honró en su estado al grande y al pequeño.
Ira, cólera o risa, ni por sueño
mostró tener, ni turbación humana.

   De estatura de cuerpo fue mediana,  5
rubio el cabello, el color trigueño,
afilada nariz, rostro aguileño,
cifrado en él un alma humilde y llana.

   Los ojos verdes de color de oliva,
la ceja negra, arqueada, hermosa,  10
la vista santa, penetrante y viva.

   Labios y boca de purpúrea rosa,
con gracia en las palabras excesiva,
representando a Dios en cualquier cosa.




Soneto


   A. ¿Quién vive aquí? C. Un pobre peregrino.
A. ¿Pues peregrino con hogar y casa?
C. ¿No la veis toda ya desierta y rasa,
que sólo esté sobrado quedó en pino?

    A. ¿Quién os trajo a tal lugar? C. Mi sino.  5
A. ¿Quién sois? C. Soy viento que no vuelve y pasa:
tuve favor del mundo, tuve el asa;
pasó el buen tiempo, y el adverso vino.

   A. ¿Qué hacéis aquí? C. Un cesto, una canasta,
tal vez de mimbre, tal de seco esparto,  10
con que gano el sustento que me basta.

   Y no me vi (os prometo) jamás harto
de pretensiones militares hasta
que el desengaño me alquiló este cuarto.




Los quince misterios del Rosario


   Cuando a María el Ángel la saluda,
y ella visita a Elisabet su prima,
cuando pare al que cielo y mundo anima,
y cuando ordena Dios que al templo acuda,

   cuando Cristo en el huerto sangre suda  5
el azote y corona le lastima,
cuando el sagrado leño se echa encima,
y pasa muerte tan acerba y cruda.

   cuando con triunfo y gloria resucita,
sube la los cielos, y a su Iglesia santa  10
el Espíritu Santo la visita;

   cuando llama a María sacrosanta
y la corona con aplauso, y grita
para siempre sin fin la Iglesia canta.




ArribaAbajoRibadeneira, Isabel de

España. Siglo XVII

Poeta y amiga de Lope de Vega.




A Lope de Vega y Carpio


   Si el Español, o el Florentín famoso
vieran de tus escritos la excelencia,
Vaga, a quien el Parnaso reverencia,
quedara cada cual de ti envidioso.

   Porque tu dulce estilo caudaloso  5
así de los demás se diferencia,
como entre las estrellas la presencia
del sol al medio curso luminoso.

   Y pues los ríos, sin faltar ninguno,
cortando montes, o por valles fríos,  10
al mar van a pagar debido censo:

   Aunque no has de crecer con loor alguno,
vaya mi arroyo entre famosos ríos
al Océano de tu ingenio inmenso.




ArribaAbajoRibellas y de Villanoua, Miguel

España. Siglo XVI - XVII

En la obra de Rey de Artieda, Los Amantes de 1581, en los preliminares hay un laudatorio de este poeta al autor.




A Rey de Artieda


   Al que en estado humilde se entretiene,
y al que por gradas llega a ser Monarca,
iguala lo que llaman hado, y Parca,
como ejecute el uno y otro ordene.

   Pero aquella que a dar lo justo viene,  5
cuya memoria mil siglos abarca,
eterniza por letras a Petrarca
y al Cid, porque en valor igual no tiene.

   Justamente, señor, y amigo caro,
con el rumor que mueve y el estruendo  10
la que el silencio de la Parca ataja,

   contra su gran poder tenéis reparo,
pues el valor al Cid le vais siguiendo,
y espero que a Petrarca haréis ventaja.




Discurso XIV del libro Agudeza y arte de ingenio de Baltasar Gracián


   Gallardo capitán, que armado de oro,
con la lanza fatal puesta en la mano,
pisas el cuello del feroz tirano,
que a su rey y a su Dios perdió el decoro.

   El pie sagrado con respeto adoro,  5
que así castiga el loco intento vano,
en el divino alcázar soberano
tiene el primer lugar el primer coro.

   Postraréme a tus pies con tu licencia,
y allí do Lucifer está tendido,  10
juntos los dos haremos penitencia.

   Que si al mismo Señor tengo ofendido,
no queda entre él y yo más diferencia
de estar él pertinaz, yo arrepentido.




ArribaAbajoRibera, Juan de

Ronda (Málaga). Siglos XV - XVI

Poeta.




A Francisco de Roales


   Ante tu canto, en plectro dilatado,
la eterna Fama, o del Tormes undoso
Canoro Cline, fin que el tiempo, odioso
Leteo, ofulque a tanta gloria el grado.

   No de la envidia, el Midas obstinado  5
niegue a tu labio acento. el Lauro honroso
pues gustar mejor pudo decoroso,
el Numen dulce, el Helicón sagrado.

   Y la Penea Ninfa, que de Apolo,
el docto empleo le negó a sus brazos,  10
(trocó a las ansias de un amor prudente).

   Hoy nuevo Apolo, a ti te ofrezco solo,
con amoroso afecto, ardientes lazos,
que ciñan de tu ser, la adulta frente.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Nacer a gusto, y atención del Cielo
en el margen del quieto Manzanares,
más erudito que el cercano Henares,
y aplaudido con honras en el Suelo.

   Explicar sus conceptos tan sin velo,  5
que en Provincias extrañas, anchos Mares
como divinos, como singulares
unos, y otros los leen sin recelo.

   Solamente lo admiro en el ejemplo
del Grande Montalbán, de España Taso,  10
con copia de mejores atributos;

   y por ellos eterno le contemplo:
pues renace en Virtudes sin Ocaso,
que nunca a caducar vendrán sus frutos.




ArribaAbajoRibera, Simón de

España. Siglo XVI - XVII




En loor a la obra de Francisco de Guzmán, publicada en 1565


   Traten en amorosas niñerías
otros vanos ingenios y poetas,
blasonen del aljaba y las saetas
del ídolo de amor sus poesías.

   Describan fuentes claras, aguas frías,  5
a menos prados, frescas violetas,
que en fin obras son estas imperfectas
do de ceban las vanas fantasías.

   Muy al revés gastaste tu talento
que el cielo os concedió galán famoso  10
pues de estas vanidades no curaste.

   Antes con alto celo y fundamento
enseñando lo bueno y provechoso,
más que todos en todo os señalaste.




ArribaAbajoRivera, Luis de

España. 1612

De Sagradas Poesías (1612)




De Cristo resucitando a Lázaro


   La enfermedad del justo y sus dolores
a la gloria de Dios abren camino;
que no para en la muerte su destino,
odiosa cual de tristes pecadores.

   Sueño es de paz y de abundancia y flores  5
por quien espera el cuerpo no mezquino,
aquel eterno abrazo, fiel, divino,
de la alma con purísimos amores.

   Lázaro así, ya en el sepulcro puesto,
con lágrimas de Marta y de María  10
a Cristo movió en lloro, ¡humana suerte!

   Turbó al valiente espíritu el funesto
horror; mas dando un grito al que dormía,
sacólo a luz del seno de la muerte.




Soneto


   Estrella nunca vista se aparece
a los remotos reyes orientales,
y al juzgar de los fuegos celestiales,
otra lumbre mayor los esclarece.

   Nacido sacro rey se les ofrece,  5
con nuevas maravillas y señales
para que reverentes y leales
la obediencia le den como merece.

   Parten llevados de la luz y el fuego,
del fuego de su amor; luz que los guía  10
con claridad ardiente y soberana.

   Subió al trono de Dios el pío ruego,
y llenos de firmísima alegría,
vieron la luz de Dios por nube humana.




Soneto


   Cubrid de flores a la bella Esposa,
que se apaga el oriente en sus mejillas,
y un exceso de amor vuelve amarillas,
almas, si ya os tocó llama hermosa.

   Revivid la temprana y fresca rosa  5
que viola parece, ¡maravillas
de vehemente ardor, y cómo humillas
al alma por tu santa unión ansiosa!

   Las preciadas camuesas de sus huertos
traed para que huela, y el semblante  10
suyo fortaleced con nuevas flores;

   que yace de amorosos desconciertos
ella herida, y el amor triunfante,
¿qué mucho que la venza mal de amores?




De Cristo ya resucitado


   Rosas, brotad al tiempo que levanta
la cabeza triunfal del breve sueño
el sacro vencedor, trocado el ceño,
y huella el mundo su divina planta.

   El cisne entre las ondas dulce canta,  5
y el campo, al espirar olor risueño,
al renovado fénix, sobre el leño
ve pulirse las plumas y se espanta.

   Brotad, purpúreas rosas, y el aliento
vuestro, mezclado de canela y nardo,  10
bañe el semblante de carbuncos hecho.

   Mueva el coro la voz y el instrumento,
el coro celestial, si más gallardo,
¿puede ofrecerse a más heroico hecho?




Soneto


   Última raya de las cosas nuestras
eres, hora terrible y despechada
embeleso fatal en sombra helada
de figuras horribles y siniestras.

   ¡Qué osadas son tus flechas y qué diestras  5
para abrir la herida acelerada!
De sangre, amarillez, hedor manchada
así en tus trances con pavor te muestras.

   Mas a ti, tan aleve y tan temida,
el justo te desprecia, y en paz santa  10
recibe ese tu abrazo deseado,

   porque para hacer que seas vencida,
el vigor con que a sí propio quebranta,
en inmortal ardor lo ha transformado.




Soneto


   La noche estaba del silencio en medio,
y las cosas suspensas, aguardando
de la dichosa hora el punto, cuando
reciba el mundo sin igual remedio.

   Puso entre el hombre y Dios la Virgen medio,  5
su consentir humilde al Ángel dando
y el resplandor del Padre, así encarnando,
ya vecino al nacer confirma el medio.

   María, de extremado gozo llena
y en vehemente ardor toda encendida,  10
pide que salga el sol que la enamora.

   Vistióse de blancura y luz serena,
y sobre humanas fuerzas conmovida,
virgen y madre se mostró a la hora.




Soneto


   Hoy al templo una Virgen se presenta
con un hijo en los brazos, Virgen madre,
que siendo tal, de no terreno padre
lo parió, y a sus pechos lo alimenta.

   En gozo fue su parto, y sin afrenta  5
de culpa; el concebir de humana madre;
mas en la luz en que se vio su padre
y en su mente engendrado lo sustenta.

   Al mismo Padre se lo ofrece, y dice,
con aquella pureza que en su alma  10
vido el Infante cuando estuvo dentro:

   «Tú, gran Padre, lo acepta, y lo bendice,
porque de tu virtud la excelsa palma
de su enemigo humille el recio encuentro.»




ArribaAbajoRoa, Martín de

Córdoba. 1563 - Montilla (Córdoba). 1637

Poeta. Jesuita. Rector del Colegio de Málaga. Teólogo, filósofo e historiador.




Lamento


   De tan injusta culpa es justa pena,
y de tal deuda merecida paga,
a quien herir se deja, mortal llaga,
y a quien se entró en la cárcel, la cadena.

   ¿Qué fruto espera a quien sembró en la arena?  5
¿Qué bienes quien de tanto mal se paga?
Qué luz, quien de su sol la luz apaga?
¿Qué puerto, quien su nave al mar barrena?

   Mas, ay, que en mis razones me condeno,
pues sigo tan a ciegas tal derrota,  10
y favor pido a quien mi mal no duda.

   Yo soy el que camino tan sin freno,
herido, preso, ciego, en nave rota,
a vistas de quien puede y no me ayuda.




ArribaAbajoRobles de Carvajal, Rodrigo de

Siglo XVII


Sonetos




- I -


   No me duelo de mí porque mi duelo
regala con su pena mi sentido,
que es gloria ser de vos aborrecido
pues, amando la vuestra, me consuelo;

   de vos y con razón justa me duelo  5
que causándoos mi amor odio crecido,
siempre el temor tendréis al alma asido
que en pecho que aborrece no hay consuelo.

   Siendo esto así, no debo estar quejoso
yo del rigor de vuestro pensamiento,  10
vos sí de la afición de mi memoria:

   que mi amor es con vos más riguroso
pues, amando yo siempre, os doy tormento,
y vos, aborreciendo, me dais gloria.




- II -


   Ya no culpo al amor porque no es parte
ya para deshelar tu pecho frío,
porque todo su fuego está en el mío
y mi fuego no aspira a deshelarte.

   Antes si de él me pides una parte  5
para amarte y matar a tu desvío
no te ha de dar ninguna mi albedrío
por no perder ninguna de adorarte.

   Y pues la obstinación de mi firmeza
para tu sequedad, no busca medio,  10
busca fiereza tú, para matarme,

   que con desvío, sequedad, fiereza,
es bien que contradigas mi remedio,
pues yo mismo no aspiro a remediarme.






ArribaAbajoRobles y Guzmán, Pedro de

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   ¡O Reina Grande, aun antes de la Cuna!
Mas que accidente opone la fiereza,
a la constante luz de su grandeza,
afectando la ley de la fortuna.

   Crece dolencia grande, que importuna  5
a pagar solicita la fineza,
y remontando Sol en su entereza
resiste la inconstancia de la Luna.

   Con igualdad discorde en Regia Valla,
dos grandes a la lucha se permiten,  10
creciendo el uno, el otro sin aumento.

   Vence Mariana, ¡o tu! porque es batalla
donde violento, y natural compiten,
es preciso, que ceda lo violento.




ArribaAbajoRodríguez de Cifuentes, Juan

Cuba. Siglos XVI - XVII

Poeta y regidor.




Soneto


   Las siete afortunadas islas bellas
donde Marte y Amor tienen su asiento,
salen surcando el líquido elemento,
acompañadas de dos mil estrellas;

   y de aquel ámbar-gris que en todas ellas  5
cría el Divino Autor del firmamento,
llega el suave olor que lleva el viento,
por donde se conocen que son bellas.

   Llegan adonde vive el que las loa;
y como a hijo dulce y regalado  10
le puso cada cual su laureola;

   y así quedó Silvestre de Balboa
de estas siete diademas coronado
todas ganadas por su virtud sola.




ArribaAbajoRodríguez de Villaviciosa, Sebastián

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Ya sepultado en su memoria yace
quien tanto prefirió su misma gloria,
díganlo su esplendor y su victoria,
nobles cenizas en quien hoy renace.

   El eje helado su opinión abrace,  5
y en el orbe su fama sea notoria,
de capítulos sirvan a su historia,
las que estrelladas hojas Tauro pace.

   Que se atreva a contar la Parca horrible
la cerviz que la tierra tiene absorta  10
despecho fue cruel, pero posible.

   Que corte, y que ejecute, nada importa,
mas pensar que ella vence es increíble,
pues Lope triunfa de lo que ella corta.




ArribaAbajoRodríguez del Rincón, Juan

España. Siglo XVII

Poeta y bachiller




Soneto


   También A la eminencia, al Sol, y Rosa
(monarcas siendo) amaga los rigores;
de ardientes rayos, cierzos, y vapores;
que a un tiempo es ser grandeza y peligrosa.

   Todo en ti amenazado (o prodigiosa  5
Majestad) se lloró vanos temores
si eternos se vinculan en ti flores,
sacro laurel, y luz tan poderosa.

   Frustro de fatal hado triste suerte
de un veneno prudencia prevenida.  10
Veneno es la grandeza dulce, y fuerte.

   Mas burla de él, si aun antes de nacida,
próvido el cielo en excusar tu muerte,
de este veneno alimentó tu vida.




ArribaAbajoRodríguez y Martel, Juan

Aragón. Siglo XVII

Canónigo de la Santa Iglesia de Daroca. Poeta.




Soneto


   Don Alberto, la fama de hoy te llama,
como a Lope, Quevedo, Gracilazo,
para Timbre glorioso del Parnaso,
componiendo en tu frente esquiva rama.

   Muestra tu ingenio tan altiva llama,  5
que la célebre fuente del Pegaso,
al Ibero se vino paso a paso,
a los Ecos sonoros de su fama.

   Nuevo aplauso pretende, más ufanas,
al plecto de tu voz siempre Española,  10
por mirarse en ti, Diez, las nueve Hermanas.

   Y sin duda a tu lira, siempre sola,
la dotaron de voces soberanas,
porque tenga en ti el Ebro otro Argensola.




ArribaAbajoRojas Villandrando, Agustín de

Madrid. 1572 - Paredes de Nava (Palencia). 1618

Poeta. Comediante. Notario eclesiástico.




Soneto


   Amor de amor nacido y engendrado,
a la fe de tu amor estoy rendido;
amor si en fe de amor fe te he tenido,
¿cómo es posible amor, me hayas dejado?

   Amor; donde hay amor siempre hay cuidado;  5
amor, do no hay amor, siempre hay olvido;
a tu blanda coyunda, amor, asido,
mi indomable cerviz has sujetado.

   Amor, sin ti no hay gusto, no hay contento;
amor, contigo hay rabia, hay pena, hay llanto;  10
amor, por ti hay desgracia y hay castigo.

   Si busco amor, amor me da tormento;
si dejo amor, amor me causa espanto;
¿pues a quién seguiré si amor no sigo?




ArribaAbajoRojas y Ladrón, Pedro de

Valencia. Siglo XVII

Poeta.



   No de Orlando y Angélica ficciones,
no la navegación del sagaz Griego,
no el incendio de Troya, y grande fuego,
no de España y Arauco las cuestiones.

   No de Beatriz y Laura perfecciones,  5
no de la de Cartago el triste ruego,
no sátiras que alaba el vulgo ciego,
no dioses falsos, ni transformaciones.

   Canta con verso grave y elegante
el Ponce, a quien dotó naturaleza  10
de ingenio que a mayor se empina.

   De reina sabia mártir y constante
nos muestra en tiernos años la belleza,
de Cristo esposa, virgen Catarina.




ArribaAbajoRojas Zorrilla, Francisco de

Toledo. 1607 - Madrid. 1648

Dramaturgo español. Tras estudiar en Toledo y Salamanca, se introduce en la corte. En algunas de sus obras colaboró con Calderón y Montalbán y alguno más de los autores de su tiempo.




Soneto de los esposos aldeanos


   No quiere el segador el aura fría,
ni por abril el agua mis sembrados,
ni yerba ni dehesa mis ganados,
ni los pastores la estación umbría;

   ni el enfermo la alegre luz del día,  5
la noche los gañanes fatigados,
blandas corrientes los amenos prados,
más que te quiero, dulce esposa mía:

   que si hasta hoy su amor desde el primero
hombres juntaron, cuando así te ofreces  10
en un sujeto a todos los prefiero,

   y aunque sé, Blanca, que mi fe agradeces
y no puedo querer más que te quiero,
aun no te quiero como tú mereces.



   No quieren más las flores al rocío
que en los fragantes vasos el sol bebe,
las arboledas la deshecha nieve,
que es cima de cristal y después río;

   el índice de piedra del Norte frío,  5
el caminante al iris cuando llueve,
la oscura noche la traición aleve,
más que te quiero, dulce esposo mío;

   porque es mi amor tan grande que a tu nombre
como a cosa divina construyera  10
aras donde adorarte; y no te asombre,

   porque si el ser de Dios no conociera,
dejara de adorarte como hombre
y por Dios te adorara y te tuviera.




La mujer


   De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta,
buena mujer de veinte y cinco a treinta:
¡dichoso aquel que en tal edad la goza!

   De treinta a treinta y cinco no alboroza  5
pero puede pasar con «sal-pimienta»;
mas de los treinta y cinco a los cuarenta
cría niñas que labren su coroza.

   Ya de cuarenta y cinco es bachillera,
habla gangoso y juega de vocablo,  10
de cincuenta cerrados da en santera;

   y a los cincuenta y cinco hecho el retablo,
niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera se la lleve el diablo.




Al sepulcro de Lope de Vega


   Este que en decoroso monumento,
siendo ceniza, se habilita llama,
al peso que da luces a la fama,
añade compasión al sentimiento.

   Fue su accidente su merecimiento,  5
no el dolor fue el veneno que le inflama,
que a quien grande la voz del orbe aclama,
parece que el vivir dura violento.

   Este es el mismo llanto y el llorado;
sus méritos dirá su infeliz suerte,  10
no tuvo que envidiar, y fue envidiado.

   Su admiración en llanto se convierte,
de todos fue en la vida venerado,
y nadie le premió, sino es la muerte.




ArribaAbajoRomeo, Juan Lorenzo

Aragón. Siglo XVII

Poeta y abogado en los Reinos Consejos de Aragón.




Soneto


   Baga sin sujeción, con desvarío,
la fantasía en todos imagina,
sólo a la de Javier virtud divina
dio elección discurso, y albedrío.

   Lasciva especie con tirano brío  5
en sueños le acomete, y para ruina,
del Templo de Javier, falsa maquina
ídolo torpe en el letargo frío.

   Mas como sobre el cuerpo el alma vela
en éxtasis divino, a Dios unida,  10
fuerte le opone al fácil movimiento.

   Borra la imagen, y a su sangre apela,
que por ser de su espíritu movida,
purifica en su ardor, el pensamiento.




ArribaAbajoRomero, Doctor

España. Siglo XVII

Poeta.




Al retrato y escudo de armas de don Luis Carrillo y Sotomayor


   Gran Capitán segundo, renacido
de Córdoba, esperanza renovada,
invicto César, cuya ardiente espada
rinde al soberbio, ampara al ya vencido.

   Rayo de Marte en olas encendido,  5
espantoso terror de Turca armada,
defensa de la nuestra no domada,
a pesar de las ondas del olvido.

   Si te llama, o clarísimo mancebo,
el valor de Alejandro fin segundo,  10
o esperanzas de César el Romano.

   De ganar cuanto alumbra el claro Febo,
mira tu escudo, que es valor del mundo,
y veras otro Hércules Tebano.




ArribaAbajoRomero de Cepeda, Joaquín

Badajoz. ¿1540? - 1590

Poeta. Escribió comedias y vivía hacia el 1588




Soneto


   Estábase «Morfida» contemplando
en su pecho al pastor por quien moría;
ella misma le hablaba y respondía,
que lo tiene delante imaginando.

   Por sus hermosos ojos destilando  5
lo que orientales perlas parecía,
con un ¡ay! que del alma le salía
estas palabras dice lamentando:

   «No viva yo sin tu dulce amor mío,
de mí me olvide yo, si te olvidase;  10
pues no tengo otro bien, ni otra esperanza.

   Solamente en tu fe, pastor, confío;
y si esta en algún tiempo me faltase
mi muerte me dará de ti venganza.»




Soneto


   Aquellos claros ojos que solían
a mi cansada vida dar reposo
con solo un bien mirar dulce, amoroso,
por quien todos mis males fenecían;

   ahora de otra suerte se volvían,  5
con un furor airado y enojoso,
en cuya alegre vista y ver furioso
mis males todos juntos se perdían.

   ¡Oh desleal Amor, que procuraste
que fuese sólo el ver sola mi gloria  10
y que de allí viniese el mayor daño!

   ¿Por qué no dejas libre la memoria,
pues las demás potencias me quitaste,
mostrándome tan claro el desengaño?




Soneto


   Cual cándida paloma reclinada,
que el dulce viento pasa de corrida;
como la bella Aurora entretenida
del nocturno vapor sale forzada;

   cual la blanca azucena rociada  5
del frescor matutino enternecida,
y cual temprana rosa, aun no cogida,
entre espinosos cardos levantada;

   así entre todas va vuestra blancura,
con gracia, con dulzura, con aseo,  10
que excede toda gracia y hermosura:

   sois la blanca paloma en el meneo;
sois azucena y rosa en la figura;
sois una hermosa aurora a mi deseo.




ArribaAbajoRufo, Juan

Córdoba. 1547 - 1620

Poeta. Jurado de Córdoba y cronista de Juan de Austria.




A una Ana


   Di, Ana, ¿eres Diana? No es posible,
que eres fecunda y eres más hermosa.
¿Eres, por dicha, el Sol? Tampoco es cosa,
aunque sola, a tu sexo compatible.

   ¿Eres Belona bella? Fue terrible;  5
ni Venus, que era fácil, aunque diosa,
¿Pues qué serás, oh imagen milagrosa,
si el ser humana y tal es increíble?

   Serás Diana, Ana, en la pureza,
Febo en el resplandor y en la alegría;  10
en valor Palas, Venus en belleza;

   y mujer a quien dio más que podía
la atenta y liberal Naturaleza
que, en hacerte, más hizo que sabía.




ArribaAbajoRuiz de Alarcón, Juan

México. 1581 - Madrid. 1639

Poeta español. Autor dramático. Con Lope, Quevedo y Calderón considerado entre los mejores autores teatrales del mundo. Su joroba fue la crítica de muchos de estos autores.




Al Vesubio


   Al Nilo, Eúfrates, Ganges y Danubio
lágrimas faltan y en ardiente abismo
gime Neptuno todo el caso mismo
del hijo infausto del Planeta rubio.

   Tanto de rayos, tanto es el diluvio,  5
que el orbe ya en funesto paroxismo
el último flamante cataclismo
se anticipa en volcanes del Vesubio.

   ¡Oh, humano sueño! ¡oh, necia confianza!
Despierta ya, que el cielo en el que miras  10
te ofrece avisos del mayor estrago.

   Y si irrita sus iras tu tardanza,
¿cuál será, cuál, el golpe de sus iras,
si tales son las iras de su amago?




ArribaAbajoRuiz de Biedma, Fernán

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
que en toscas líneas labrador termina,
giran globos de gloria peregrina
los ratos que con Dios conversáis tanto.

   Y porque el Vargas vuestro admire cuanto  5
aumentáis su labor, mano divina
inteligencias al arado inclina,
que a la común materia rompa el manto.

   Libra el cielo al que siembra entre dolores,
que siegue eterno gozo por tributo,  10
duras espinas convirtiendo en flores.

   Y así de vos, Isidro, el rostro enjuto
allá cogió por flor de labradores,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




ArribaAbajoRuiz de Silva, Damián

España. Siglo XVII

Poeta. Cirujano de Su Majestad.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Descansa en mármol, y mi pluma sea
a tus cenizas dolorosa Pira,
y ese mortal aliento que en ti inspira
informe el numen de mi corta Idea.

   Pues remontado a tanta luz Febea,  5
entre esplendores, que tu Fama gira,
muerto mi afecto, vivo, allí te mira,
y vivo, muerto, duda no te vea.

   Descansa pues, y huella más ufano
anciano Joven globo cristalino,  10
de inalterable gloria Cortesano,

   y en tan pura región, en tal destino,
quien te aclamaba Montalbán humano,
hoy te venere Montalbán divino.




Al mismo tema


   Baja en puro cristal, o en puro hielo
lluvia a la tierra en torbellino ondoso,
y el corazón del día, el Sol hermoso
enjuga el llanto que ha llorado el cielo.

   Cuando en niebla se exhala al vitrio velo  5
de uno y otro vapor caliginoso,
nube que la pavimento luminoso,
sino le empaña, se le opone velo.

   Pues si aquí al luminar tanto elemento
le perturba tan sólo un accidente  10
impreso en un vapor que lleva el viento.

   Que mucho, Montalbán, que a tanto ardiente
la idea de su humano entendimiento
el móvil pierda de su firme asiento.




ArribaAbajoSaa de Meneses, Francisco

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Detén, verás, o caminante, en nada
el bulto del gran Lope, alto recelo
tu pecho ocupará, tus venas hielo,
si eres hombre, sino eres piedra helada.

   Mas advierte que ya se ve ilustrada  5
la tierra, aun del caduco mortal velo,
que el nombre llena al mundo, el alma al cielo,
donde fue procedida, es trasladada.

   Miras un dulce, aunque lloroso ejemplo,
para los desengaños de la vida,  10
que voces da sin voz a los mortales.

   Sus obras son imágenes en templo,
que muestran llana la áspera subida,
para escalar los muros celestiales.




ArribaAbajoSaenz de Lazcano, Francisco

España. Siglo XVII

Poeta. Furrier Mayor de la Caballería de la Reina Nuestra Señora.




A don Juan de Vera Tassis y Villarroel


   Hoy al inmortal Templo de la Fama,
contra injurias del tiempo, y del olvido,
llega en sonora voz restituido
Fénix canoro en armoniosa llama.

   En hombros del Atlante, que le aclama,  5
sale en Orbe luciente esclarecido,
donde, con nuevos rayos esparcido
ilustre acentos, que su nombre inflama.

   A tan noble amistad Aras levante,
la Cumbre de Castalia en dulce metro,  10
el Griego, ni el Latino ya no cante,

   a Pilades, ni Pólux Palma, y Cetro,
pues tienen con unión aun más constante
Salazar consonancias, Vera plectro.




ArribaAbajoSalamanca y Carranza, Juan de

España. Siglo XVII

Licenciado, poeta y amigo de Lope de Vega.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
de los Elíseos son honrosa afrenta,
pues el cielo sus flores acrecienta,
cuando vos aumentáis amor y llanto.

   Admiración me causa, más no espanto,  5
que cultivarlos tomen por su cuenta
los Ángeles, pues Dios así frecuenta
sumo poder, por estimaros tanto.

   Triunfos tantos de gloria Isidro alcanza,
emulando soberbias en el suelo,  10
y dando a Dios en agua fiel tributo.

   Que en posesión convierte su esperanza,
pues goza dicha tales en el cielo,
sembrando aquí sus lágrimas el fruto.




ArribaAbajoSalas, José de

España. Siglo XVII




De El libro de claustros del año 1621


   Hable a los siglos Córdoba elocuente,
por sus Sénecas, no, ni por Lucano,
como pretende el gran Bilbilitano,
sino sólo por Góngora eminente.

   Por su Lope blasone justamente  5
ennoblecido el suelo carpetano
y a tanta Musa se la oponga en vano
del Tiber, o del Pado la corriente.

   Madrid segundos lauros se aperciba,
pues el renombre eterno ensalzar puede  10
que en la posteridad Hortensio goza.

   Con un Leonardo y otro el Ebro viva,
el Betis con su Herrera ufano quede,
que a mí no ha de callarme Zaragoza.




ArribaAbajoSalas Barbadillo, Alonso de

Madrid. 1581 - 1635

Es Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, poeta y novelista amigo y rival de Lope.




A Lope de Vega Carpio


   Es la patria del sol el alto cielo
por donde solo sigue su camino,
y así en su propia patria es Peregrino,
cursando su divino paralelo.

   De allí cercado el ámbito del suelo  5
rompe y quebranta el hielo cristalino,
mostrando al hombre su poder divino
con la presteza de su hermoso vuelo.

   Vos, Belardo, en Madrid, patria dichosa,
con vuestro ingenio célebre seguiste  10
un camino desierto, raro y solo,

   y así, por esta hazaña milagrosa,
en vuestra patria Peregrino fuiste,
como en el cielo el soberano Apolo.




A San Juan Bautista


   Cumbre de santidad, monte sagrado,
que al cielo nos enseña y encamina,
tan señalado en santidad divina,
que el propio Dios por vos fue señalado;

   índice de aquel libro celebrado  5
de la verdad que a la virtud inclina,
y mano que corriste la cortina
al sumo Dios cubierto y disfrazado.

   ¿Para qué le mostráis, varón famoso,
a un pueblo que después tiranamente  10
ha de ser de su sangre carnicero?

   Encoged vuestro dedo milagroso,
y advertir que mostrarle aquesta gente,
es mostrar a los lobos el cordero.




A San Juan Bautista, al haber sido precursor6


   Hermosa, clara y celestial aurora,
que de la gracia el sol nos anunciaste,
cuando de bellas luces coronaste
los campos verdes que entapiza Flora;

   ave del claro día anunciadora,  5
que cual ave los campos habitaste,
y al despuntar su luz tan bien cantaste
que tu voz le suspende y enamora;

   de Cristo capitán, sagrada espada,
para saber el modo de la guerra  10
de Lucifer furioso y arrojado,

   pues mostrando tu esfuerzo y valentía
siendo reconocido de la tierra,
quedaste, como espía, degollado.




Soneto


   Trasladas del Latino la Elocuencia,
Ximénez docto al Español divino,
y de las cultas frases del Latino
as reducido al arte la excelencia.

   El sagrado farol de tu prudencia  5
enseña a los mortales un camino
tan fácil, cuanto raro, y peregrino
para llegar al puerto de la ciencia.

   Y pues el justo intento que te llama
es mostrar a las lenguas que más saben  10
el alto estilo que de hablar ofreces.

   A las divinas lenguas de la fama
enséñalas también porque se alaben,
y sabrán alabarte cual mereces.




Soneto en el libro de Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio


Discurso XVII


   Cumbre de santidad, monte sagrado,
que al Cielo nos enseña, y encamina,
tan señalado en santidad divina,
que el mismo Dios por vos fue señalado.

   Índice de aquel libro celebrado,  5
de la verdad que a la virtud inclina,
y mano que corriste la cortina
al sumo Dios cubierto, y disfrazado.

   ¿Para qué le mostráis, varón famoso,
a un pueblo, que después, tiranamente,  10
ha de ser de su sangre carnicero?

   Encoged vuestro dedo milagroso,
y advertir que el mostradle a aquesta gente,
es mostrar a los lobos el Cordero.




ArribaAbajoSalazar Mardones, Cristóbal de

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega. Oficial Mayor de la Secretaría del Reino de Sicilia.




A la muerte de Lope de Vega


   De las plumas, o tú la más valiente,
que canoro vistió cisne sagrado,
émulo no de alguno, sí imitado
del claro Orión al lúgubre occidente.

   Cuya facundia a todas eminente,  5
excedió tanto escrito del Tostado,
dejó normas divinas al tablado,
y coronada de laurel su frente.

   A la región asciende de zafiro;
pues quedan tus conceptos, tus memorias  10
siempre admiradas de uno y otro coro.

   Y en diáfana piel de terno giro
describe, parcial ya de inmensas glorias
del celeste cristal los ejes de oro.




ArribaAbajoSalazar Mardones y Aguirre, María

España. Siglo XVII

Poeta.




Al sepulcro del celebre poeta Juan Pérez de Montalbán


   Este con letras de oro Monumento,
y de insignias vestido funerales,
descanso es de cenizas inmortales
construido de ciencia, y escarmiento.

   Al dulce de las Musas instrumento,  5
Montalbán, sin espíritus vitales
contiene (aunque divino) con señales
que Olimpios ascendió del Firmamento.

   La admiración explica más perpleja,
y tantas inserciones misteriosas  10
de ingeniosa copia si lucida;

   Su Región alterada tan sin queja
entre acciones, y estampas estudiosas,
que está restituido a mejor vida.




ArribaAbajoSalazar y Alarcón, Eugenio

Madrid. 1530 - 1604

Estudió en Alcalá, Salamanca y Sigüenza. Licenciado en Leyes. Juez en Asturias. Gobernador de Canarias. Fiscal de Guatemala y de México. Consejero de Indias.




Vidrio de rosas


   ¡Oh lozanico vaso vidrioso!
¡Oh agua clara, fresca, dulce y pura!
¡Oh rosas delicadas, en quien dura
un ser suave, lindo y oloroso!

   El claro cielo, empíreo, glorioso,  5
¡oh limpio vidrio!, en ti se me figura,
y en esa tu agua dulce la dulzura
que hinche aquel lugar tan deleitoso.

   Las coloradas rosa que en ti veo
las gloriosas almas representan  10
que gozan del bien sumo y la alegría.

   Divinas esperanzas me sustentan:
Padre del cielo, ¡cumple mi deseo!
Que sea rosa tal el alma mía.




A doña Blanca Enríquez, marquesa de Villamanrique


   Blanca sobre las blancas que por suerte
demás que felicísima ventura,
la Nueva España vino a tanta altura
que goza de tu ser sin merecerte.

   Si mi Musa pudiera engrandecerte  5
según tu merecer y virtud pura,
cantara en tu loor con tal dulzura
que se imprimiera el canto en mármol fuerte.

   Mas pues no llega a tu valor mi canto,
y en él mi musa está suspensa y muda,  10
ni puede haber tal vez que suba tanto;

   recibe, alta señora, de mi ruda
zampoña el rudo son, que llega cuanto
puede una humilde voluntad desnuda.




ArribaAbajoSalcedo Coronel, José García de

Sevilla - Madrid,1651

Escritor y poeta. Gobernador de Capua. Admirador de Góngora, Lope y Vélez de Guevara.




Soneto


   Céfiro, que en la hojas deleitoso
de laureles espiras vencedores,
y despertando las dormidas flores
suave olor les robas codicioso:

   Deja (si a hurto aspiras más dichoso)  5
tus lascivos y próvidos errores,
y donde Lisi ostenta resplandores,
vuela agradablemente licencioso.

   Lleva, si fueres a mi ruego humano,
estos suspiros y estas amorosas  10
quejas donde envié mi pensamiento.

   Podrás robar a las purpúreas rosas
de sus labios olor más soberano,
y darle a mis deseos por sustento.



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