Caracas (Venezuela). 1781 - Santiago
de Chile. 1864
Gran humanista
venezolano. Arte. Periodismo. Profesor que tuvo entre sus
discípulos a Simón Bolívar. En 1810 es enviado
a Londres como delegado de la Junta Revolucionaria de Caracas en
compañía de Simón Bolívar y
López Méndez. En 1829 es enviado a Chile como oficial
mayor y es en esta República, su patria de adopción,
donde después de llevar una vida intensa como intelectual
acaba su vida. Su obra más importante en tierras chilenas es
la Gramática de la lengua
castellana destinada al uso de los americanos. Miembro
honorario de la Real Academia Española.
Mis deseos
Sabes, rubia,
¿qué gracia solicito
cuando de ofrenda cubro los
altares?
No ricos muebles, no soberbios
lares,
ni una mesa que adule al
apetito.
De Aeagua a las
orillas un distrito
5
que me tribute fáciles
manjares,
do vecino a mis rústicos
hogares
entre peñascos corra un
arroyito.
Para acogerme en
el calor estivo,
que tenga un arboleda
también quiero,
10
do crezca junto al sauce el coco
altivo.
¡Felice yo
si en este albergue muero,
y al exhalar mi aliento
fugitivo,
sello en tus labios el adiós
postrero!
A
la victoria de Bailén
Rompe el
león soberbio la cadena
con que atarle pensó la
felonía,
y sacude con noble
bizarría
sobre el robusto cuello la
melena.
La espuma del
furor sus labios llena,
5
y a los rugidos que indignado
envía,
el tigre tiembla en la caverna
umbría,
y todo el bosque atónito
resuena.
El león
despertó; ¡temblad, traidores!
lo que vejez creíste, fue
descanso;
10
las juveniles fuerzas guarda
enteras.
Perseguid
alevosos cazadores,
a la tímida liebre, al
ciervo manso;
¡no insultéis al
monarca de las fieras!
Soneto
¿Y posible
será que destinado
he de vivir en sempiterno
duelo,
lejos del suelo hermoso, el caro
suelo
do a la primera luz abrí los
ojos?
Cuántas,
¡ah!, cuántas veces dando
5
auque breve a mi dolor
consuelo,
oh montes, oh colinas, oh
praderas,
amada sombra de la patria
mía.
Orillas del
Anauco placenteras,
escenas de la edad
encantadora,
10
que ya de mí, huyeron por
mezquino,
huyó con
presta irrevocable huida;
y toda en contemplarnos
embebida
se goza el alma, a par que pena y
llora.
Benegasi y Luján, José
Joaquín
Madrid. 1707 - 1770
Hijo del poeta
Francisco Benegasí y Luján. Fue, como su padre, poeta
y comediógrafo. Era magistrado y al final de su vida se hizo
religioso.
Soneto
Ser liberal,
según las ocasiones,
favorecer al pobre desvalido,
proteger y gustar del
entendido,
y no querer jamás
adulaciones;
usar de las
decentes diversiones,
5
estar siempre de libros
prevenido,
resistir los arpones de
Cupido,
sabiendo ser señor de sus
pasiones;
no atender al
mordaz ni lisonjero,
ni proceder jamás con
ligereza,
10
observa quien ser sabe
caballero.
Esto debe
apreciar, no la grandeza;
porque es mejor cabeza sin
sombrero,
que no tener sombrero sin
cabeza.
Soneto
¡Oh!
¡Ingenio, ameno, célebre y profundo!
¿En Siglo tan fatal con
Versos vives?
Pero en el otro mundo los
escribes,
que para Versos ya no está
este Mundo.
Singular es tu
Numen, y fecundo,
5
tanto, que en lo que dices, y
describes,
produces los conceptos, que
concibes,
con un acierto, en todo, sin
segundo.
El Insigne
Solís tu Norte ha sido,
y en mucho (que no es poco) le
imitaste;
10
¡Oh! ¡Cuánto
esto sólo has conseguido!
Ya es ocioso
decir te remontaste:
Porque no siendo así,
¿quién ha podido
seguir al que seguiste, y
alcanzaste?
Beña, Cristóbal de
España. 1777 - 1833
Poeta hallado en
Internet.
Para servir de epitafio a la sepultura
del general inglés Crawfurd, muerto gloriosamente al asaltar
la plaza de Ciudad Rodrigo
Mortal, que pisas
la dichosa tierra,
donde yacen de CRAWFURD los
despojos,
al tiempo que pasó torna los
ojos,
verás los hechos que su
tumba encierra.
Cuando en
España la espantosa guerra
5
vistió de luto sus pendones
rojos,
y un fiero usurpador trocó
en abrojos
la mies dorada de su opima
tierra;
CRAWFORD, ansioso
de eternal memoria,
supo vengarla, hasta que en lid
reñida
10
la misma brecha que trepó
con gloria
le vio caer con
una y otra herida,
que dio al inglés la palma
de victoria
y al castellano libertad y
vida.
Soneto al ver por primera vez una moneda
de plata con el busto de José Napoleón
De las
Españas y las Indias rey
se apellida en su busto el
balandrón,
por llamarse no más
Napoleón,
y mandar de asesinos una grey.
Mas quiebra la
verdad la eterna ley
5
dándose tal dictado
fanfarrón,
pues no le pertenece ni un
terrón
de los que arando rompe el tardo
buey.
Poco importa que
un pérfido cincel
una en su escudo el águila
imperial
10
con los leones que se burlan de
él,
si puesta toda en
armas, por su mal,
la fuerte España
borrará con hiel
de unión tan execrable aun
la señal.
Blanco White, José
María
Sevilla. 1775 - Liverpool
(Inglaterra). 1851
Seudónimo
de José María Blanco y Crespo. Su padre, de origen
irlandés, le instigó a seguir la carrera
eclesiástica El año 1801 gana por oposición
una canonjía en Cádiz. Durante la guerra de la
Independencia colabora en el periódico de Sevilla, El
Semanario Patriótico. Más tarde, al ser invadida
Andalucía por los franceses, emigra a Gran Bretaña,
donde fijó su residencia.
Muerte y vida
Al ver la noche
Adán por vez primera
que iba borrando y apagando el
mundo,
creyó que, al par del astro
moribundo,
la creación agonizaba
entera.
Mas, luego, al
ver lumbrera tras lumbrera
5
dulce brotar y hervir en un
segundo
universo sin fin..., vuelto en
profundo
pasmo de gratitud, ora y
espera.
Un sol velaba
mil: fue un nuevo Oriente
su ocaso, y pronto aquella luz
dormida
10
despertó al mismo
Adán pura y fulgente.
...¿Por
qué la muerte al ánimo intimida?
Si así engaña la luz
tan dulcemente,
¿por qué no ha de
engañar también la vida?
Soneto a la amistad
¿Qué
resta al infeliz que acongojado
en alma y cuerpo, ni una sola
hora
espera de descanso o de mejora
cual malhechor a un poste
aherrojado?
Por el dolor y la
endeblez atado
5
me ofrece en vano en arrebola
Aurora,
y el sol en vano el ancho mundo
dora:
tal gozo inmole, en vida
sepultado.
¡Infeliz!
¿Qué hago aquí? ¿Por qué no
abrigo
del sepulcro una voz que dice:
«Abierta
10
tienes la cárcel en que
gimes: vente».
¿Por
qué? pregunto. Porque en tierno amigo,
en imagen vivísima a la
puerta
se alza, y llorando, dice:
«No detente».
El
sol y la vida
¡Oh noche!
Cuando a Adán fue revelado
quién eras, y aun no vista,
oyó nombrarte,
¿no temió que
enlutase tu estandarte
el bello alcázar de zafir
dorado?
Mas ya el celaje
etéreo, blanqueado
5
del rayo occidental. Héspero
parte;
su hueste por los cielos se
reparte,
y el hombre nuevos mundos ve
admirado.
¡Cuánta sombra en tus llamas
ocultabas,
oh Sol! ¿Quién
acertara, cuando ostenta
10
la brizna más sutil tu luz
mentida,
esos orbes sin
fin que nos velabas?
¡Oh mortal! Y ¿el
sepulcro te amedrenta?
Si engañó el Sol,
¿no engañara la vida?
La
revelación interna
¿Adónde
te hallaré, Ser Infinito?
¿En la más alta
esfera? ¿En el profundo
abismo de la mar? ¿Llenas el
mundo
o en especial un cielo
favorito?
«¿Quieres saber, mortal, en donde
habito?»
5
dice una voz interna. «Aunque
difundo
mi ser y en vida el universo
inundo,
mi sagrario es un pecho sin
delito.
Cesa, mortal, de
fatigarte en vano
tras rumores de error y de
impostura,
10
ni pongas tu virtud en tiro
externo;
no abuses de los
dones de mi mano,
no esperes cielo para un alma
impura
ni para el pensar libre fuego
eterno».
Night and
Death
¡Qué
noche! Cuando Adán fue revelado
quién eras, y aún no
vista, oyó nombrarte,
¿no temió que
enlutase tu estandarte
el bello alcázar de zafir
dorado?
Mas ya el celaje
etéreo, blanqueado
5
del rayo occidental, Héspero
parte;
su huesta por los cielos se
reparte
y el hombre nuevos mundos ve
admirado.
¡Cuánta sombra en tus llamas
ocultabas,
oh sol! ¿Quién
acertará cuando ostenta
10
la brizna más sutil tu luz
mentida
esos orbes sin
fin que nos velabas?
¡Oh, mortal! Y, ¿el
sepulcro te amedrenta?
Si engañó el sol,
¿no engañará la vida?
Bretón de los Herreros,
Manuel
Quel (Logroño). 1796 -
Madrid. 1873
Comediógrafo. Miembro de la Real Academia desde 1837 y
director de la Biblioteca Nacional desde 1847. Con 15 años
luchó en la guerra de la Independencia. Su obra literaria
consta de cinco volúmenes publicados en 1883-84.
A
la pereza
¡Qué
dulce es una cama regalada!
¡Qué necio el que
madruga con la aurora
aunque las musas digan que
enamora
oír cantar a un ave en la
alborada!
¡Oh, que
lindo en poltrona dilatada
5
reposar una hora y otra hora!
Comer, holgar..., ¡qué
vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en
nada!
¡Salve, oh,
Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me
acomodo.
10
De tus graves alumnos el
ejemplo
arrastro
bostezando: y en tal modo
tu apacible modorra a entrar me
empieza
que no acabo el soneto... de per...
(eza)
Los dos padres
(Traducción del italiano)
Padres los dos
felices algún día
de dos hermosas vírgenes, al
cielo
plugo arrancarlas del humano
suelo
que tan sublime don no
merecía.
Guarda a la tuya
austera celosía,
5
candado eterno, religioso
velo,
y a la antorcha imperial ¡ay
desconsuelo
súbita muerte
arrebató la mía!
Tú al
menos de su voz tierna y piadosa
el son puedes oír cabe el
sagrado
10
inaccesible muro que la
esconde;
yo al frío
mármol, do mi bien reposa
corro en amargas lágrimas
bañado;
llamo, torno a llamar...
¡Nadie responde!
A
varios amigos tronados
Esta turba
famélica y bellaca
nunca se cansa de fumar de
gorra;
como al hebreo en tiempo de
Gomorra
yo os maldigo, y mi furia no se
aplaca.
¿A
qué tanto pedirme la petaca?
5
¿Cómo quieres,
hambrón, que te socorra?
¿Soy acaso asqueroso hijo de
zorra?
¿Recibo yo bajeles de
Guaxaca?
¿Cómplice acaso soy del vicio
ajeno?
Yo gano mi fumar con mi
trabajo,
10
y en la aduana lo compro, malo o
bueno.
Tú, que
eres un pobre calandrajo,
estate sin fumar... o chupa
heno...
o chúpate la punta del
carajo.
Cadalso, José
Cádiz. 1741 - Gibraltar.
1782
Cursa sus primeros
estudios en los jesuitas de París, para terminarlos
más tarde en el Seminario de Noble de los jesuitas de
Madrid. Su padre, comerciante de Indias, le llevó a recorrer
parte de la geografía europea. Se alista como cadete en el
Regimiento de caballería de Borbón. Es desterrado a
Aragón, donde escribe sus célebres Cartas a Marruecos. Célebre por
sus amores con la actriz María Ignacia Ibáñez,
al morir esta en 1771, origina en el escritor una fuerte crisis de
conciencia. Sargento mayor de su regimiento, un casco de granada en
el sitio de Gibraltar acabó con su vida el año
1782.
A
la muerte de Filis
Mientras
vivió la dulce prenda mía,
Amor, sonoros versos me
inspiraste;
obedecí la ley que me
dictaste,
y sus fuerzas me dio la
poesía.
Mas, ay, que
desde aquel aciago día
5
que me privó del bien que
tú admiraste,
al punto sin imperio en mí
te hallaste,
y hallé falta de ardor a mi
Talía.
Pues no borra su
ley la Parca dura
(a quien el mismo Jove no
resiste),
10
olvido el Pindo y dejo la
hermosura.
Y tú
también de tu ambición desiste,
y junto a Filis tengan
sepultura
tu flecha inútil y mi lira
triste.
Probando que la ausencia no siempre es
remedio contra el amor
Cuatro tomas de
ausencia recetaron
a un enfermo de amores los
doctores;
el enfermo sanó de sus
amores,
y los doctores sabios se
mostraron.
Otros mil
ejemplares confirmaron
5
de la nueva receta los
primeros;
los astros conocieron mis
dolores,
y sin duda sanarme
proyectaron.
Me dieron de
recetas tan divina
cincuenta tomas (que tomé
con tedio),
10
pero más me agravó la
medicina,
pues tan opuesto
al fin fue aqueste medio,
que agonizando mi alma, se
imagina
me matará el remedio sin
remedio.
A
la primavera después de la muerte de Philis
No basta que en su
cueva se encadene
el uno y otro proceloso viento
ni que Neptuno mande a su
elemento
con el tridente azul que se
serene.
ni que Amaltea el
fértil campo llene
5
de fruta y flor, ni que con nuevo
aliento
al eco den las aves dulce
acento
ni que el arroyo desatado
suene.
En vano anuncias,
verde primavera
tu vuelta, de los hombres
deseada,
10
triunfante del invierno triste y
frío.
Muerta Filis, el
orbe nada espera
sino niebla espantosa, noche
helada,
sombras y sustos como el pecho
mío.
Sobre el poder del tiempo
Todo lo muda el
tiempo, Filis mía;
todo cede al rigor de sus
guadañas;
ya trasforma los valles en
montañas,
ya pone campo donde mar
había.
Él muda en
noche opaca el claro día,
5
en fábulas pueriles las
hazañas,
alcázares soberbios en
cabañas,
y el juvenil ardor en vejez
fría.
Doma el tiempo al
caballo desbocado,
detiene el mar y viento
enfurecido,
10
postra al león y rinde al
bravo toro.
Sólo una
cosa al tiempo denodado
ni cederá, ni cede, ni ha
cedido,
y es el constante amor con que te
adoro.
Soneto
Ya veis cual
viene, amantes, mi pastora
de bulliciosos céfiros
cercada,
la rubia trenza suelta, y
adornada
por manos sacras de la misma
Flora.
Ya veis su blanco
rostro que enamora;
5
su vista alegre y sonreír
que agrada,
su hermoso pecho, celestial
morada
del corazón a quien el
mío adora.
Oís su voz
y el halagüeño acento
y al ver y oír que
sólo a mí me quiere,
10
con envidia miráis la suerte
mía.
Mas si vierais el
mísero tormento
con que mil veces su rigor me
hiere
la envidia en compasión se
trocaría.
De
la timidez natural a los hombres
¡A
cuánto susto el cielo te condena,
oh género mortal, flaco y
cuitado!
Se espantan unos en el mar
salado
y tiembla otros cuando Jove
truena.
Otros si el eco
del león resuena,
5
otros cuando el magnate está
irritado,
otros cuando en la cárcel
han pasado
días y noches tristes con
cadena.
Yo sólo
discurrí no temblaría
al trueno, ni al león, ni al
poderoso,
10
ni a la prisión, ni a todo
el orbe entero.
Mas se
engañó mi débil fantasía:
el rostro de mi Filis
desdeñoso
me cubre de terror, temblando
muero.
Sobre el anhelo con que cada uno trabaja
para lograr su objeto
Pierde tras el
laurel su noble aliento
el héroe joven en la atroz
milicia;
sepúltase en el mar por su
avaricia
el necio, que engañaron mar
y viento.
Hace
prisión su lúgubre aposento
5
el sabio, por saber, y por
codicia
el que al duro metal de la
malicia
fio su corazón y su
contento.
Por su cosecha
sufre el sol ardiente
el labrador, y pasa noche y
día
10
el cazador de su familia
ausente.
Yo también
llevaré con alegría
cuantos sustos el orbe me
presente,
sólo por agradarte, Filis
mía.
A
J. A. C. B.
Naturaleza absorta
en este día
contempla el precursor que del
futuro
abriendo el escondido seno
oscuro
trajo al linaje humano la
alegría.
Los seres
solemnizaron a porfía
5
la paz universal que muy más
puro
tornó el placer y el bien
muy más seguro
cumpliéndose la excelsa
profecía.
También
celebran el placer sabroso
que fundad, ¡oh Juan!, en la
esperanza
10
de nueva prole, cual su madre
hermosa.
Treparán
por su cuello delicioso
y ella alegre por ver su
semejanza
posteridad donare numerosa.
Caro, Antonio José
Santa Fe (Colombia). 1783 -
Bogotá (Colombia). 1830
Poeta hallado en
Internet.
Soneto
Hallándome
del mundo retirado
en mi honrado, aunque pobre,
humilde nido,
donde al fin entregar logré
al olvido
cuanto por ti he sufrido y he
llorado.
Excusa, ingrata,
el bárbaro cuidado
5
de recordarme que tu amante he
sido:
¡Ay! eso es refregar en un
herido
la antigua llaga de que está
curado.
Hubo un tiempo en
que pude agradecerte
el más leve recuerdo de tu
parte;
10
hoy tus memorias para mí son
muerte.
Yo me atrevo,
señora, a suplicarte,
si algún favor alcanzo a
merecerte,
que de mi amor no vuelvas a
acordarte.
Carpio, Manuel
México. 1791 - 1861
Poeta hallado en
Internet.
El
río de Cosamaloapán
Arrebatado y
caudaloso río
que riegas de mi pueblo las
praderas
¡quién pudiera llorar
en tus riberas
de la redonda luna al rayo
frío!
De noche en mi
agitado desvarío
5
me parece estar viendo tus
palmeras,
tus naranjos en flor y
enredaderas,
y tus lirios cubiertos de
rocío.
¡Quién le diera tan sólo una
mirada
a la dulce y modesta casa
mía,
10
donde nací, como ave en la
enramada!
Pero tus olas
ruedan en el día
sobre las ruinas ¡ay! de esa
morada,
donde feliz en mi niñez
vivía.
Conde de Noreña
Gaspar María de Nava
Álvarez
Castellón. 1760 - Madrid.
1815
Militar y
diplomático.
Situación inalterable del
justo
Al ambicioso
aterran los cuidados
de ser entre los hombres el
primero.
Al avaro la sed del vil
dinero,
cercado de temor por todos
lados.
Al jugador la
suerte de los dados,
5
de los dañosos naipes y el
tablero.
Al soberbio le ahoga su ardor
fiero.
Al lascivo deseos no
arreglados.
A éstos
destruye la voraz conciencia,
poniendo los delitos por
delante,
10
y dándoles pesar con su
presencia.
Mas el justo,
sereno su semblante,
sabe la grande indubitable
ciencia
de no temer a nadie ni un
instante.
Pintura del cruel estado de un
celoso
Así como el
bridón noble y fogoso
al eco del clarín, que el
aire hiende,
la crin encrespa, las orejas
tiende
y a veces la menea presuroso,
enhiesta la
cerviz, el polvoroso
5
suelo a patadas deshacer
pretende,
tasca el duro bocado, que le
ofende,
se inquieta y combatir desea
ansioso,
se encuentra
aquel amante desdichado,
que en su pecho los celos
aposenta
10
y vive con sospechas alarmado.
Porque todo lo
agita, le impacienta,
hasta que llega a ver
desengañado
con pureza su honor, falsa su
afrenta.
Dando la enhorabuena a un amigo, que iba
a casarse