Así, justamente así. ¡Claro que deseabas volver alguna vez Contra la demente destrucción de suelos, Cuando miré a tus ojos Desde el fondo remoto de mí mismo El misterio de una flor, Era entonces la carne retozando Era una alondra Haber nacido en sombras y perseguir una estrella. Había ya un pedazo de trueno en mi garganta. Hay formas, mis amigos, de alargar palabras Hiciste mal, perínclito varón, Lágrima gris en las aceras grises. Maldad hay en las mentes, Mientras la voz oculta el destino, No es tan fácil retomar lo caminado, Para que tus labios ávidos de besos Poso el oído en tierra Preguntas, joven poeta, si gritar es poesía. Que nadie diga que ha muerto Sartenes, ollas, trébedes de zuncho Sola, con su imagen contra el vidrio, Te escribiré un poema, hija querida, Tembiguay no somos todos, General. Un inconmovible corazón de bronce Una lluvia de estrellas. Y entre las últimas cosas del cajón Y fue la tarde aquella como se van las flores, Ya era tarde y partieron mis palomas enfermas Ya no tu gallardía de vinchas y penachos. Yo tengo una casa verde
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