Buenas cosas mal dispuestas |
(SÁTIRA CONTRA EL GÉNERO HUMANO) |
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Verdadera miseria es vivir en la tierra. Cuando el hombre
quiere ser más espiritual, tanto le será más amarga la vida; porque siente mejor,
y ve más claro los defectos de la corrupción
humana. |
(KEMPIS, lib.
I, cap. XXII) |
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Introducción
| | Del hombre, Emilia,
las virtudes canto, | | | | aunque al hombre al cantar, siempre
sin calma, | | | | cayendo está sobre mi risa el llanto. | | | | Dicen que lleva la moral la palma | | | | con
el físico el alma comparando, | | | | mas tan ruin tiene
el cuerpo como el alma. | | | | Perdonad mi opinión
los que llamando | | | | al hombre la mejor de las conquistas, | | | |
un culto le rendís; ¡culto nefando! | | | | Hablo
con vos, ilusos moralistas, | | | | con vos, factores de virtudes,
hablo, | | | | que en el hombre miráis cosas no vistas. | | | |
Vos, alzando un aurífero retablo, | | | | ponéis al hombre en preeminente nicho, | | | | siendo digno
de altares como el diablo. | | | | Vos, que le
amáis por bárbaro capricho, | | | | sois, su hipócrita
instinto, disculpando, | | | | más hipócritas que
él: lo dicho, dicho. | | | | Vos, al hombre
en vosotros adorando, | | | | vivís, amantes de vosotros
mismos, | | | | la humanidad falaces incensando. | | | | ¡Huid
con tan revueltos silogismos | | | | a la luz con que alumbro temerario | | | | del corazón los múltiples abismos! | | | | Derrocad
por pudor vuestro escenario, | | | | o, agitado a mi voz el pueblo,
arguyo | | | | que os romperá en la frente el incensario. | | | | Mas ya de vos, sin ahuyentaros, huyo, | | | | porque, altivo, desprecio a los histriones, | | | | y en santa
paz mi introducción concluyo. | | | | Cuando,
cual don de sus mejores dones, | | | | Dios hizo al hombre, le adoptó
por hijo, | | | | y en su afán le colmó de bendiciones. | | | | Y en cuanto al hombre su Señor
bendijo, | | | | -Si ennobleces con esto tu existencia, | | | | serás
mi ser predilecto, -dijo. | | | | Y en prueba
de inmortal munificencia | | | | echó a sus pies con paternal
contento | | | | la «fe», el «amor», la «gloria», la «conciencia», | | | | el «honor», la «virtud», el «sentimiento». | | |
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- I - |
El sentimiento
| | ¿Qué dirás que hizo el hombre,
aun inocente, | | | | el verse de virtudes opulento? | | | | (No te rías,
Emilia.) Lo siguiente: | | | | Al «sentimiento»
se acercó al momento, | | | | y echando al corazón
enhoramala, | | | | se colocó en la «piel» el «sentimiento». | | | | La aprensión, vive Dios, no fue
tan mala, | | | | porque en su alma el dolor jamás se ceba, | | | | pues siempre fácil por su piel resbala. | | | | Así
el dolor de la más triste nueva, | | | | si un aire se lo
trae, cuando pasa, | | | | otro aire, cuando pasa, se lo lleva. | | | | Y así el alma en sentir es tan
escasa, | | | | cuando antes, por la piel, el «sentimiento» | | | | con
ímpetus brutales no traspasa. | | | | ¡Ay,
por esa se olvidan al momento, | | | | al muerto padre, que a llorar
provoca, | | | | la ausencia de un amigo, y de otros ciento! | | | | Y
así el alma en su fondo nunca toca | | | | la lumbre de unos
ojos que se inflaman, | | | | el regalado aliento de una boca. | | | |
Y por eso nunca oye a los que la aman, | | | | cuando, con voces de dolor gimiendo, | | | | del corazón
contra las puertas llaman. | | | | Y solamente
con la «piel» sintiendo, | | | | al hombre vil con corazón
vacío | | | | (de golpes y estacadas prescindiendo,) | | | | sólo
le afectan el calor y el frío. | | | | ¿Lo
has oído, bien mío? | | | | «¡Sólo le afectan
el calor y el frío!». | | |
|
- II - |
La conciencia
| | El
hombre, por su infamia o su inocencia, | | | | se puso en el estómago»,
y no es broma, | | | | la augusta cualidad de la «conciencia». | | | |
Por su «conciencia» el hambre a veces toma, | | | | y por eso en el hombre nadie extraña | | | | que su deber
olvide, porque coma. | | | | ¡El alma enciende,
en implacable saña, | | | | ver la «conciencia» a la opresión
expuesta | | | | de un atracón de trufas y champaña! | | | | En alta voz mi corazón protesta | | | | contra esta rectitud de hombre fiero, | | | | puesto que de él
la rectitud es ésta. | | | | ¿Quién
espera en la fe de un caballero | | | | si otro contrario regaló
su panza | | | | (hablo siempre en metáfora), primero? | | | | ¿Quién
verá sin impulsos de venganza | | | | que un cuarterón
de... (cualquier cosa), inclina | | | | de la justicia la inmortal
balanza? | | | | ¡Mísera humanidad, a quien
domina | | | | ya de una poma la frugal presencia, | | | | ya el aspecto
vulgar de una sardina! | | | | Jamás un
noble escucha con paciencia | | | | que llame a su despensa algún
ricacho, | | | | «general tentación de la conciencia». | | | | ¿A
qué alma sin doblez no causa empacho | | | | ver que el hombre,
honrosísimas cuestiones | | | | las reduce a cuestiones de
gazpacho? | | | | Decid, ¡oh diplomáticos
varones! | | | | los muchos tratos que hacen y deshacen | | | | pechugas
de perdices y pichones. | | | | El hambre o el
interés deshacen o hacen | | | | cuando ofrece aumentar nuestra
opulencia, | | | | pues como dicen los que pobres nacen: | | | | El
hambre es quien regula la «conciencia». | | | | Añade a tu
experiencia, | | | | «que el hambre es quien regula la conciencia». | | |
|
- III - |
El honor.- La virtud
| | «Virtud
y honor», Emilia, y no te asombre, | | | | puso el hombre en la
«lengua», y por lo mismo | | | | de «honor» y de «virtud» tanto
habla el hombre. | | | | De su «virtud» y «honor»
el heroísmo | | | | pondera altivo, hablando y más
hablando, | | | | silogismo añadiendo a silogismo. | | | | Siempre
al hombre más vil verasle alzando | | | | un pedestal donde
su honor se ostente, | | | | las frases con las frases combinando. | | | | Rico o pobre, el mortal eternamente | | | | llama
a su honra «el amor de los amores»: | | | | ¡maldito charlatán,
y cuánto miente! | | | | Jamás a
la «virtud» faltan loores | | | | de las doncellas en la linda boca | | | | cráter que Mayo, coronó de flores. | | | | Hay
tanta lengua que el «honor» evoca, | | | | que, ya ofuscada mi razón,
no explico | | | | si a risa, a llanto, o a indignación provoca. | | | | Perpetuamente en expresiones rico, | | | | ¡qué
hermoso fuera el hombre si tuviese, | | | | las entrañas
tan bellas como, el pico! | | | | En general,
si hay uno que os confiese | | | | que es la virtud su solo patrimonio, | | | | bien podéis exclamar: «¡Qué pobre es ese!» | | | | O buscad de su «honor» un testimonio; | | | | varéis que por dor cuartos... (y son caras), | | | | «honra»
y «virtud» se las vendió al demonio. | | | | Pues
como dijo el padre Notas-Claras | | | | (que era un fraile muy sabio,
por más mengua): | | | | -Salvo alguna excepción (que
son muy raras) | | | | no hay «honor» ni «virtud» más que
en la lengua.- | | | | ¿Lo has entendido? ¡Oh
mengua! | | | | «¡No hay honor ni virtud más que en la lengua!». | | |
|
- IV - |
El amor
| | ¿Qué hizo el
hombre -dirás, Emilia bella-, | | | | con la llama de «Amor»?
-¡Ay! El idiota | | | | la torpe sangre se inflamó con ella. | | | | Y así, de «amor» si el huracán
le azota, | | | | por sus entrañas circulando ardiente, | | | |
el torpe incendio a los sentidos brota. | | | | Lleva
el «amor» su antorcha diligente | | | | por aldeas, por villas y
por plazas, | | | | de nación en nación, de gente
en gente. | | | | Diablo es «amor» de angelicales
trazas | | | | que, estirpes con estirpes confundido, | | | | las razas
asimila con las razas. | | | | Ora hacia el lecho
conyugal corriendo, | | | | de alta estirpe pervierte el tronco
honrado, | | | | de un ruin árbol el germen ingiriendo: | | | |
ora, en traje modesto disfrazado, | | | | la inocencia
sorprende en la cabaña, | | | | de mirtos y de rosas coronados; | | | | ya con infame ardor, montando en saña, | | | | la augusta luz de la imperial diadema | | | | con niebla eterna
el deshonor empaña; | | | | y en el furor
de su ilusión extrema, | | | | con vil incesto, ignominiosamente | | | | el santo hogar donde nacimos quema. | | | | Pasa,
gozada, una ilusión ardiente, | | | | ¡oh fútil brillo
de la gloria humana!, | | | | como todos los goces, de repente. | | | | Y hasta los fuegos que tu pecho emana, | | | | mañana acabarán, Emilia mía; | | | | ¡sí,
Emilia mía, acabarán mañana! | | | | El
más seguro «amor» que el cielo envía, | | | | entre
el montón de los recuerdos vaga, | | | | después que
pasa un día y otro día. | | | | ¡Es
triste que el «amor,» que tanto halaga, | | | | se extinga, no apagándolo,
en pavesas, | | | | o en cenizas se extinga, si se apaga! | | | | Mas,
pese a las promesas más expresas, | | | | muere el «amor»
más tierno, confundido, | | | | entre cartas y dijes y promesas. | | | | Y a llegar fácilmente reducido | | | | al termino infalible de la muerte, | | | | en cenizas o en pavesas
convertido, | | | | fuego es «amor» que en aire se convierte. | | | | Advierte,
Emilia, advierte: | | | | «¡Fuego es amor que en aire se convierte!». | | |
|
- V - |
La fe.- La gloria
| | La bribonada,
Emilia, o la simpleza, | | | | cometió el hombre de poner
«fe» y «gloria» | | | | donde está la locura, en la cabeza. | | | | Por eso en nuestra mente transitoria | | | |
la «fe» que muchos con placer veneran, | | | | es tan fútil
cual rápida memoria. | | | | Y aunque se
indignen los que en ella esperan, | | | | la «gloria» es sueño,
¡oh! sí, simple embeleso, | | | | sombra, ilusión,
o lo que ustedes quieran. | | | | ¡A cuánto
exceso arrastra, a cuánto exceso | | | | ese tropel de imágenes
que crea | | | | la propiedad fosfórica del seso! | | | | Por
la «gloria» el mortal llegar desea | | | | a la inmortalidad! ¡Nombre
rotundo! | | | | ¡Buen lugar para el tonto que lo crea! | | | | Por
la «fe», en este piélago profundo, | | | | mil cosas aguardamos
tras la losa; | | | | ¡oh esperanza dulcísima del mundo! | | | | Y sólo por la «gloria»,-«Aquí
reposa»- | | | | grabamos en sonoras expresiones, | | | | -«Don Fulano
de Tal, que fue tal cosa». | | | | Y por más
que en tan vagas emocionen | | | | su existencia malgasta con empeño | | | | (su destino es correr tras de ilusiones) | | | | «gloria» y «fe»
para el hombre son un sueño. | | | | No
lo olvides mi dueño: | | | | «¡Gloria y fe para el hombre
son un sueño!». | | |
|
Conclusión
| | Ya
que mi atroz prolijidad lamentas, | | | | voy, Emilia, a decir,
por consiguiente, | | | | lo que es el hombre en resumidas cuentas: | | | | Ahora el «interés» primeramente | | | | su «honor» y su «virtud», su «fe» y su «gloria», | | | | y con,
«frío» y «calor» tan sólo siente. | | | | En
fin, porque ya abrumo tu memoria, | | | | de las virtudes lloraré
la ausencia, | | | | pues mi pasión por ellas te es notoria. | | | | «¡Fe, sentimiento, amor, honra y conciencia», | | | | pues se os desprecia, abandonad el suelo, | | | | ensueños
de mi cándida inocencia! | | | | ¡Tornad,
fuentes del bien, tornad el vuelo | | | | para castigo de la humana
gente, | | | | a vuestra patria natural, el cielo! | | | | «¡Gloria
y virtud!» Yo os juro tiernamente | | | | que al alejaros, desgarráis
atroces | | | | el corazón donde os guardé inocente. | | | | ¡Huid, a mi pesar, huid veloces, | | | | leves
emblemas del orgullo humano, | | | | sonores ecos de proscritas
voces! | | | | ¡Adiós! Y, por dar fin,
bésoos la mano, | | | | pues ya me llena de mortal despecho | | | | la convicción de que predico en vano. | | | | Que
a ahogar el hombre sus virtudes hecho, | | | | sólo le han
de afectar, a pesar mío | | | | (por Dios, que este final
desgarra el pecho), | | | | «calor, hambre, interés, amor
o frío...» | | | | Apréndelo, bien
mío: | | | | «¡Calor, hambre, interés, amor o frío!...». | | |
|
Historia de un amor |
Pero, si alcanza lo que deseaba, siente luego pesadumbre
por el remordimiento de la conciencia que siguió
a su apetito... |
(KEMPIS: Imitación de Cristo, lib.
I, cap. VI) |
|
|
- I - |
Deseo
| | -Román, tu ciencia es
incierta; | | | | me ha dicho quien bien lo sabe | | | | que es la
pureza una llave, | | | | que abre del cielo la puerta. | | | | -Victoria,
por Dios, ahora | | | | de la juventud gocemos, | | | | porque, después
que expiremos | | | | lo que ha de pasar se ignora. | | | | -No
gozo por no penar. | | | | -Pues es igual, a mi ver, | | | | gozar para
padecer | | | | que padecer por gozar. | | | | Si Dios
nos cierra su gloria, | | | | en el infierno algún día | | | | será inmortal, alma mía, | | | | de este placer la
memoria. | | | | Porque un recuerdo tan fuerte | | | | de tan grande bienandanza, | | | | traspasa, cual la esperanza, | | | | los límites de la muerte. | | | | Hoy
mis deseos coronas | | | | del favor más soberano, | | | | con esta
trémula mano | | | | que en tu embriaguez me abandonas. | | | |
Deja que en ansia tan loca | | | | una mi frente
a tu frente, | | | | porque me ahoga el ambiente | | | | que no perfuma
tu boca. | | | | Pon en tu blando extravío, | | | | para calmar mis antojos, | | | | tus ojos junto a mis ojos, | | | | tu
corazón junto al mío. | | |
|
- II - |
Placer
|
| Es
imposible, Victoria, | | | | que
haya un tormento | | | | que me haga olvida la gloria | | | | de
este momento. | | | | No, quien dicha tan cumplida | | | | a
ver llegó, | | | | ni en la eternidad la olvida. | | | | -«¡Ay,
no! ¡Ay, no!»-. | | |
|
| Mi ser de tu ser
recibe | | | | mutuos
placeres; | | | | y, pues uno en otro vive | | | | nuestros
dos seres, | | | | en tan dulce parasismo, | | | | ¿no
es cierto, dí, | | | | que son partes de un ser mismo? | | | | -«¡Ay,
sí! ¡Ay, sí!»-. | | |
|
| Si
cuestan horas serenas | | | | penas
sin cuento, | | | | vale un infierno de penas | | | | este
momento. | | | | Dí si en tu virtud pasada | | | | tu
alma encontró | | | | satisfacción más colmada. | | | | -«¡Ay,
no! ¡Ay, no!»-. | | |
|
| Modera tu ardor,
querida, | | | | por
un instante, | | | | que no hay deleite en la vida | | | | más
adelante... | | | | ¡Victoria!- ¡Román!- La muerte | | | | a
mí...-Y a mí... | | | | -Hállenos ¡ay! de esta
suerte. | | | | -«¡Ay,
sí! ¡Ay, sí!»-. | | |
|
|
- III - |
Hastío
|
| ¡Pasó!
La hiel de un repugnante hastío | | | | ya en tu indolencia
paladeando vas; | | | | «jamás» mi fe te pagará, bien
mía, | | | | ese rubor que devorando estás. | | | | -¿Jamás? | | | | -«¡Jamás!». | | |
|
| ¡Pasó! Yo he abierto el
insondable abismo | | | | do tu inocencia sepultando irás: | | | | el placer es verdugo de sí mismo; | | | | «jamás»
el gusto sin dolor verás. | | | | -¿Jamás? | | | | -«¡Jamás!». | | |
|
| ¡Pasó! Por culpa de un fugaz
contento, | | | | siendo ludibrio de ti misma estás; | | | | ya
el puñal de un atroz remordimiento, | | | | ¡perdón!
«jamás» lejos de ti verás. | | | | -¿Jamás? | | | | -¡«Jamás», paloma sin candor, «jamás»...! | | |
|
|
Todos son unos |
- I -
| | Voy a contaros la historia | | | | de
una entrañable pasión, | | | | aunque se haga, a su
memoria, | | | | pedazos mi corazón. | | | | Que
hay historias que, aunque pasan, | | | | por siempre, a nuestro
despecho, | | | | los ojos en llanto arrasan | | | | y ayes arrancan del
pecho. | | | | Pues siempre entre las pasiones | | | | hay una, a cuyos reveses | | | | se agostan las ilusiones | | | | como
al estío las mieses. | | | | Cuento la
historia querida | | | | de esa pasión desgraciada | | | | que,
aunque amarga nuestra vida, | | | | sin ella la vida es nada. | | | | Pues
tras de ese amor tan tierno, | | | | siempre queda en la memoria | | | | todo el dolor del infierno, | | | | todo el placer de la gloria. | | | | No hay mortal afortunado | | | | para quien la
triste idea | | | | de un buen querer mal pagado, | | | | eterno dogal
no sea. | | | | Si la mujer con rigores | | | | paga
tan tiernos quereres, | | | | si es tan cruda en sus amores, | | | | hombres,
«¡lo que son mujeres!». | | |
|
- II -
| | Pues
cuento de amor historias, | | | | copiaré letra por letra | | | | el libro en que sus memoria | | | | grababa la hermosa Petra. | | | |
Después de amar con locura | | | | tuvo
de morir la suerte; | | | | que hay males que sólo cura | | | |
el bálsamo de la muerte. | | | | Petra,
cual dije al principio, | | | | su historia dejó al mundo
hecha, | | | | y en ella hasta el menor ripio | | | | es para el alma una
flecha. | | | | Pues no hay sensible lector | | | | que,
al repasar sus anales, | | | | si a todo llorar no llora, | | | | no exclame:
-Aquí de mis males.- | | | | Pues llega
en ella a hacer ver, | | | | de su ciencia un testimonio, | | | | que es
un «ángel» la mujer, | | | | y que es el hombre un «demonio». | | | | Y después que al hombre injuria, | | | | con frases por el estilo, | | | | de este modo el «ángel
furia», | | | | coge de su historia el hilo: | | | | -Que
no hay fe en hombres contemplo- | | | | (prosigue la hermosa Petra), | | | | -y son de esto, buen ejemplo, | | | | Pablo, Juan, Luis, Diego,
etcétera. | | | | De ésta manera
injuriando, | | | | sigue nombres tras de nombres, | | | | y al fin concluye
exclamando: | | | | -Mujeres, «¡lo que son hombres!». | | |
|
- III -
| | Si, a los dos sexos igualo, | | | | es porque
infiero con pena | | | | que, si es el hombre «algo malo», | | | | es la
mujer «no muy buena». | | | | «Donde las toman,
las dan» | | | | asienta un refrán de amor: | | | | y, cual dice
otro refrán, | | | | «a un pícaro, otro mayor». | | | | A
«buena» fe, «mala» fe; | | | | a un «adelante», un «arredro»; | | | | «quien
más mira menos ve»; | | | | «tan bueno es Juan como Pedro». | | | | Con cuyos versos, acaso | | | | probar a los
hombres plugo | | | | que el que es «víctima» en un paso, | | | | en otro paso es «verdugo». | | | | Por eso sé
que, al que falso | | | | a una mujer asesina, | | | | le han de servir
de cadalso | | | | las rejas de otra vecina. | | | | Y
la que dice -no quiero-, | | | | cuando «amor» le canto amante, | | | | sé que amará a otro coplero, | | | | aunque «epitafios»
le cante. | | | | Porque esta es la ley más
triste | | | | que impone amor justiciero: | | | | «Cuando quise, no quisiste, | | | | y ahora que quieres, no quiero». | | | | Pues
hombre y mujer son seres | | | | con fe igual y varios nombres, | | | | hombres, «¡lo que son mujeres!» | | | | mujeres, «¡lo que son hombres!». | | |
|
Proximidad del bien
|
| En el tiempo en que el mundo informe
estaba, | | |
| creó el Señor, cuando por dicha
extrema | | |
| el paraíso terrenal formaba, | | |
| un fruto que
del mal era el emblema, | | |
| y otro fruto que el bien simbolizaba. | | |
| Del miserable Adán al mismo lado | | |
| el Señor colocó del bien el fruto; | | |
| pero Adán
nunca el bien halló, ofuscado, | | |
| porque es del hombre
mísero atributo | | |
| huir del bien, del mal siempre arrastrado. | | |
| El fruto que del mal el símbolo
era | | |
| puso Dios escondido y muy lejano; | | |
| pero Adán
lo encontraba dondequiera; | | |
| abandonando en su falaz quimera, | | |
| por el lejano mal, el bien cercano. | | |
| ¡Ay!
Siempre el hombre, en su ilusión maldita | | |
| su misma
dicha en despreciar se empeña, | | |
| y al seguirla tenaz,
tenaz la evita, | | |
| y aunque en su mismo corazón palpita, | | |
| ¡lejos, muy lejos, con afán la sueña!... | | |
Amar al vuelo
|
A la niña Asunción de Zaragoza
y del Pino. |
|
- I -
| | Así, niña
encantadora, | | | | porque tus gracias no roben, | | | | las huellas
que el tiempo deja, | | | | juega como niña ahora, | | | | como
niña cuando joven, | | | | como joven cuando vieja. | | | | Por
mis muchos desengaños, | | | | te ruego, Asunción
querida, | | | | que ames mientras tengas vida | | | | como amas a los
seis años. | | | | Justamente, de ese modo; | | | | amando desamorada; | | | | así, no queriendo nada; | | | | esto es, queriéndolo
todo: | | | | anhelante y sin anhelo, | | | | ya resuelta, ya indecisa, | | | | pasa de la risa al duelo, | | | | pasa del duelo a la risa; | | | | así,
de prisa, de prisa: | | | | todo «al vuelo», todo «al vuelo». | | |
|
- II -
| | Sé amorosa y nunca amante: | | | |
lleva a la vejez tu infancia; | | | | sé constante en la
inconstancia, | | | | o en la inconstancia constante; | | | | que en amor
creen los más duchos, | | | | contra los que son más
locos, | | | | que en vez de los pocos muchos, | | | | valen más
los muchos pocos. | | | | Y cuando, tu labio bese, | | | | que formule
un beso insápido, | | | | inerte, estentóreo y rápido... | | | | Pues... así, lo mismo que ese. | | | | Nunca beses como
loca, | | | | besa como una loquilla; | | | | jamás, jamás
en la boca, | | | | siempre, siempre en la mejilla; | | | | ten presente
que la abeja, | | | | queriendo entrañar la herida, | | | | la desventurada
deja | | | | entre la muerte la vida. | | |
|
- III -
| | ¡Sí!
Si lo mismo, que hoy eres | | | | la hermosa entre las hermosas, | | | | ser, mientras vivas, quisieres | | | | dichosa entre las dichosas, | | | | tal ha de ser tu divisa: | | | | amar muy poco y de prisa, | | | | como
hacen las mariposas; | | | | aunque no importa realmente | | | | que ames
infinitamente, | | | | si amas infinitas cosas. | | |
|
- IV -
| | Son
tan cuerdos mis consejos, | | | | que me atreveré a jurarte | | | | por mis ojos que, aunque viejos, | | | | aun, Asunción,
al mirarte, | | | | aspiran a ser espejos, | | | | que aplicando estos
consejos | | | | a mi vejez, todavía | | | | pienso curar, hija
mía, | | | | de mi corazón las llagas; | | | | llagas ¡ay!
que no tendría, | | | | si yo hubiera hecho algún
día | | | | lo que te aconsejo que hagas. | | |
|
- V -
| | Para
ver si es verdadero | | | | lo que un apóstol revela, | | | | -que
lo fijo es pasajero, | | | | que sólo es real lo que «vuela»,- | | | | tiende el rostro, hermosa niña, | | | | como ese cielo sereno, | | | | ya al cielo, ya a la campiña, | | | | y verás de
una mirada | | | | que es lo más rico o más bueno | | | | lo que vuela o lo que nada, | | | | como la espuma en los mares | | | | en el cielo los fulgores, | | | | en los árboles las flores, | | | | los celajes en el viento, | | | | en el viento los sonidos, | | | | la
vida en nuestros sentidos, | | | | y en la vida el pensamiento. | | | | Sigue el plan a que te exhorto, | | | | amando
«al vuelo» hazte cargo | | | | que el viaje es largo, ¡muy largo!... | | | | y el tiempo es corto, ¡muy corto!... | | | | Sé ligera,
no traidora; | | | | sopla el fuego que no abrasa, | | | | quiere, como
el que no quiere; | | | | sea siempre, como ahora, | | | | tu llanto, nube
que pasa, | | | | tu risa, luz que no muere. | | | | Ama mucho, mas de
modo | | | | que estés siempre enamorada | | | | de un cierto todo
que es nada, | | | | de un cierto nada que es todo. | | | | Si ríes,
olvida el duelo; | | | | si lloras, pasa a la risa; | | | | así...
de prisa, de prisa; | | | | todo «al vuelo», todo «al vuelo». | | |
|
El beso
|
Mucho hace el que mucho ama. |
(KEMPIS, lib. I ,cap. XV) |
|
|
- I -
| | Me han contado que al morir | | | | un hombre de corazón, | | | | sintió o presumió
sentir | | | | en Cádiz repercutir | | | | un beso dado en Cantón. | | | | ¿Que es imposible, Asunción? | | | | Veinte años
hace que di | | | | el primer beso ¡ay de mí | | | | de mi primera
pasión!, | | | | ¡y todavía Asunción, | | | | aquel
frío que sentí | | | | hace arder mi corazón! | | |
|
- II -
| | Desde la ciega atracción, | | | | beso que da el pedernal, | | | | subiendo hasta la oración, | | | | último beso mental, | | | | es el beso la expansión | | | | de esa chispa celestial | | | | que inflamó la creación, | | | | y que en su curso inmortal | | | | va, de crisol en crisol, | | | | su
intensa llama a verte | | | | en la atmósfera del ser | | | | que
de un beso encendió el sol. | | |
|
- III -
| | De
la cuna al ataúd | | | | va siendo el beso, a su vez | | | | «amor»
en la juventud, | | | | «esperanza» en la niñez, | | | | en el adulto
«virtud», | | | | y «recuerdo» en la vejez. | | |
|
- IV -
| | ¿Vas
comprendiendo, Asunción, | | | | que es el beso la expresión | | | | de un idioma universal, | | | | que, en inextinto raudal, | | | | de una
en otra encarnación | | | | y desde una en otra edad, | | | | en
la mejilla es «bondad», | | | | en los ojos «ilusión», | | | | en
la frente «majestad», | | | | y entre los labios «pasión»? | | |
|
- V -
| | ¿Nunca se despierta en ti | | | | un
recuerdo, como en mí, | | | | de un amante que se fue? | | | | Si,
me contestas que sí | | | | eso es un beso, Asunción, | | | | que en alas de no sé qué, | | | | trae la imaginación. | | |
|
- VI -
| | ¡Gloria a esa oscura señal | | | | del hado en incubación, | | | | que es el germen inmortal | | | | del alma en fermentación, | | | | y a veces trasunto fiel | | | | de todo un mundo moral | | | | y si no, dígalo aquel | | | | de
entre el cual y bajo el cual | | | | nació el alma de Platón! | | |
|
- VII -
| | ¡Gloria a esa condensación | | | | de toda la eternidad, | | | | con cuya tierna efusión | | | | a
toda la humanidad | | | | da la paz, la religión; | | | | con la
cual la caridad | | | | siembra en el mundo el perdón; | | | | himno
a la perpetuidad, | | | | cuyo misterioso son, | | | | sin que lo oiga
el corazón, | | | | suena en la posteridad! | | |
|
- VIII -
| |
¿Vas comprendiendo, Asunción? | | | | Mas
por si acaso no crees | | | | que el beso es el conductor | | | | de ese
fuego encantador | | | | con que a este mundo que ves | | | | ha animado
el Criador... | | | | prueba a besarme y después | | | | un beso
verás cómo es | | | | esa copa del amor | | | | llena del
vital licor | | | | que en el humano festín, | | | | de una en otra
boca, al fin | | | | llega, de afán en afán, | | | | a tu
boca de carmín | | | | desde los labios de Adán. | | |
|
- IX -
| | Prueba en mí por compasión, | | | | esa clara iniciación | | | | de un oscuro porvenir; | | | | y entonces,
bella Asunción | | | | comprenderás si, al morir, | | | | 'un hombre de corazón | | | | habrá podido sentir | | | | en Cádiz repercutir | | | | un beso dado en Cantón. | | |
|
Fuente inagotable
|
A mi amigo don Teodoro Guerrero. |
|
- I - |
| ¡Amé
una vez, y dos, inmensamente, | | | | y
tres... y acaso más! | | | | ¡Del corazón la inextinguible
fuente | | | | no
se agota jamás! | | |
|
| ¡Magnífico está
el baile! ¡Encantadora | | | | se
halla prendida así! | | | | Resumen de la vida en una hora | | | | es
la existencia aquí. | | |
|
| ¡Mirad qué hermosa
está! ¡Si na la miro | | | | siquiera
en ilusión, | | | | falta una cosa al aire que respiro!... | | | | «¡Otra
vez, corazón!». | | |
|
|
- II - |
| Mientras bailamos ¡ay! el
tiempo vuela... | | | | pero,
¿qué hemos de hacer? | | | | La vida humana al fin sólo,
es la tela | | | | de
que se hace el placer. | | |
|
| Allí va. ¡No, no va!
Mi pensamiento, | | | | de
su imagen en pos, | | | | aquí y allí, en la tierra
y en el viento | | | | la
crea, como Dios. | | |
|
| ¡Maldito corazón, que nunca
cesa | | | | de
mudar y querer! | | | | ¡La carne de mi espíritu es hoy esa | | | | como
otra ha sido ayer! | | |
|
| ¡Ira del cielo! Como nunca tierna, | | | | baila
con otro... ¡Oh Dios! | | | | ¡La breve vida a veces es eterna! | | | | Ya
va un instante... dos... | | |
|
| ¡Ni una mirada de su amor
merezco! | | | | Van
cuatro... seis... ¡Pardiez! | | | | ¡Cuándo ella no me mira
me aborrezco | | | | Van
ocho... nueve... diez...! | | |
|
| ¡Y once van ya! ¿La eternidad
entera | | | | tarda
tanto en pasar?... | | | | ¡Oh, cuánto gemiría, si
pudiera | | | | gemir
sin respirar! | | |
|
| Vamos como ella, a enloquecer con esa, | | | | y
con esta también... | | | | -Divino, Concepción! -¡Bravo,
Teresa! | | | | ¿Qué
si vas bien? ¡Muy bien! | | |
|
| No quisiera más días
de contento, | | | | Mercedes,
por quien soy, | | | | qué de besos te dan de pensamiento | | | | cuantos
te miran hoy-. | | |
|
| ¡Huyamos de ella, huyamos, alma mía! | | | | ¿Cómo
huir, ¡maldición! | | | | si exceptuando su amor, todo me
hastía? | | | | «¡Otra
vez, corazón!». | | |
|
|
- III - |
| ¡En baile! ¡Vedla, como,
siempre, hermosa! | | | | -¿Qué
estoy muy triste, Inés? | | | | Tú no entiendes mi
pena, eres dichosa. | | | | ¿Qué
es porque no amo? ¡Pues! | | |
|
| Se te ha subido, Inés,
con el contento | | | | al
rostro el corazón; | | | | y eso no es, vive Dios, el sentimiento, | | | | eso
es la sensación. | | |
|
| ¡En baile! ¡En baile! -Tu
semblante augura | | | | castidad
y salud; | | | | bien dicen, Asunción, que la hermosura | | | |
es
casi una virtud. | | |
|
| ¿Quién hoy, responde, tus
encantos labra? | | | | ¿Dices
que es la pasión | | | | ventura que deshace una palabra? | | | | (¡Cruel!
¡Tiene razón!) | | |
|
- IV -
| | (¡Allí pasa otra
vez! Mas no; es mi anhelo | | | | que
se lo forja así...) | | | | -¿Que en qué pienso, Leonor,
mirando al cielo? | | | | ¿Qué
he de pensar? En ti. | | |
|
| ¿Quién besará,
mi bien, labios tan bellos?... | | | | Mas
perdona, Leonor; | | | | quise decir: poner el alma en ellos... | | | | ¡Bendigo
tu pudor! | | |
|
| Cuando te vi, cruzó por mi, cabeza | | | | un
pecado venial... | | | | ¿Si habrán dicho por ti que es la
belleza | | | | demonio
temporal? | | |
|
| Tu pupila, esa entrada de los cielos, | | | |
me
llena de embriaguez; | | | | no eres mía, Leonor, y tengo
celos, | | | | ¿Que
es envidia? Tal vez. | | |
|
| -¡Bella música, a fe!
¡Cuál corresponde | | | | su
acento a mi pasión!... | | | | Esto lo oí con ella
no sé dónde... | | | | ¡Siempre
«ella», corazón! | | |
|
| ¡Qué sufrir! -Luz,
no sufras; es el modo | | | | de
que sufran por ti; | | | | una mujer que me lo cuenta todo, | | | | me
lo ha contado así...- | | |
|
| Pasó el baile
y la noche. ¡Con el día | | | | ya
vendrá otra embriaguez!... | | | | ¿Dónde la muerte
está de esta agonía?... | | | | «¡Otra
vez», corazón! ¡Ay, «otra vez!». | | |
|
|
¡Más!...¡Más!...
|
¿Piensas satisfacer tu apetito? Pues no lo alcanzarás. |
(KEMPIS, lib. I, cap. XX) |
|
|
- I -
| | Bridemos por Salomón, | | | | que con tan cuerdo saber | | | | nos pinta la condición | | | | del alma de la mujer. | | | | Ved, por ejemplo a Leonor, | | | | que ya
del Rhin a merced, | | | | ve girar en derredor | | | | los frescos de
la pared; | | | | y cansada de gozar, | | | | aunque no harta de sentir, | | | | llena de pasión quizás, | | | | y sin quizás,
de elixir, | | | | sintiéndose derrumbar, | | | | a una postrer
libación, | | | | ¡oh insaciable corazón! | | | | aun dice
en sueños: ¡Más!... ¡Más!.. | | |
|
- II -
| | ¡Más! ¡Más! Suprema explosión | | | | del pensar y del sentir, | | | | misteriosa evocación | | | | de
un oscuro porvenir, | | | | prolífica emanación | | | | que
entre gozar y sufrir, | | | | en eléctrica ascensión | | | | corre en eterna espiral | | | | de eslabón en eslabón, | | | | una cadena inmortal. | | | | ¡Más! Divina aspiración | | | | a otra transfiguración, | | | | como así nos lo hacen
ver, | | | | en perpetua evolución, | | | | las gramas con germinar, | | | | las flores con florecer, | | | | los frutos con madurar, | | | | los árboles
con crecer; | | | | y en su anhelo de llegar | | | | a más alto
porvenir, | | | | cuanto sisente, con sentir | | | | llega como el hombre
a amar: | | | | y el hombre, supremo ser, | | | | de todo infinito en pos, | | | | con pensar y con querer | | | | sube a arcángel, y además | | | | llega hasta embeberse en Dios. | | | | ¡Más, alma mía!
¡Más!... ¡Más!... | | |
|
- III -
| | ¡Rhin!
El «más», en conclusión, | | | | es el anhelo eternal | | | | de toda la creación, | | | | siendo en fuerza desigual, | | | | en la materia, atracción, | | | | tendencia en el vegetal, | | | | en lo vital, sensación, | | | | pensamiento en lo humanal. | | | | «Más» como alma es religión, | | | | corno espacio,
inmensidad, | | | | como cuerpo, corazón; | | | | como tiempo, eternidad; | | | | y entre amar y florecer | | | | entre pensar y sentir, | | | | a un fin
aspira mejor | | | | cuanto fue, y es, y ha de ser | | | | ya fruto, ya
árbol, ya flor. | | | | ¡Elixir! ¡«Más» elixir! | | | | ¡Brindis!...
al «más» de Leonor. | | |
|
- IV -
| | ¡«Más...»
de todo!! ¡Venga Rhin! | | | | ¡«Más» aire! Abrid el balcón | | | | y veremos la extensión | | | | de esa Australia celestial | | | | cuyas islas de coral | | | | las piedras miliarias son | | | | con que
el principio sin fin | | | | marca la imaginación | | | | de ese
insondable caudal | | | | de esa eterna sucesión | | | | que no
tiene fin jamás, | | | | tiempo y espacio, expresión | | | | del «más», del último «más...»! | | |
|
- V -
| | ¡Rhin! «Más» en el tiempo ¿qué
es? | | | | Contad un día y un mes, | | | | luego un siglo, después
mil, | | | | siglos de siglos después, | | | | con la cabeza febril | | | | por siglos multiplicando, | | | | y después que acumuléis | | | | a toda una eternidad, | | | | si no amengua vuestro ardor | | | | jamás,
jamás y jamás, | | | | aun acumular podéis | | | | cien eternidades más, | | | | del postrer jamás al
fin. | | | | ¡Siempre «más» ¡Gloria a Leonor! | | | | ¡Rhin, Ganimedes,
«más» Rhin!... | | |
|
- VI -
| | ¡Rhin,
Rhin! Como en la evasión | | | | del tiempo que se nos va, | | | | también se halla en la extensión | | | | ese eterno
más allá; | | | | sumad un mundo, dos, tres, | | | | y cuatro,
y mil, y un millón | | | | y mil millones después, | | | | y hallaréis, en conclusión, | | | | de vuestras sumas
al fin, | | | | del postrer mundo al través | | | | siempre otro
mundo detrás... | | | | ¡Rhin, Ganimedes, «más» Rhin!... | | | | ¡«Mucho...» mucho, «más...»! ¡mucho«más»...! | | |
|
¿Qué es amor?
|
Cual es cada una en la interior, tal juzga lo de fuera. |
(KEMPIS, lib. XI, cap. IV) |
|
|
| Dudando, Enriqueta, tu pura inocencia, | | | | si amor, que aun no sientes, es dicha o dolor, | | | | pretendes
que diga mi amarga experiencia, | | | | ¡feliz, pues lo ignoras!
¿Qué cosa es amor? | | |
|
| ¡Alzad
de las tumbas, y al par de la brisa | | | | cruzad, bellas sombras,
dejando el no ser! | | | | La Estuardo, Francisca, Lucrecia, Eloísa, | | | | ¡dementes sublimes! Decid: ¿Qué es querer? | | |
|
| -Querer, un misterio -comienza la Estuardo,- | | | | que a dos funde en uno, partiendo uno en dos. | | | | -¿Qué
son tus amores, amor de Abelardo? | | | | -Infierno de dichas y
cielo sin Dios. | | |
|
| No amar siendo
amada -prosigue-, «no es vida»; | | | | no ser nunca amante ni amada,
es «no ser»; | | | | querer, el «infierno», no siendo querida; | | | |
mas, siendo querida, la «gloria» es querer-. | | |
|
| ¡Perdona,
oh perpetuo pudor de la historia, | | | | perdona a mi musa, si
evoca en tropel | | | | los nombres que fueron escándalo
o gloria; | | | | Cleopatra, la Cava, Teresa, Raquel! | | |
|
| Dejad
los sepulcros, falange divina, | | | | tomando a mi acento las formas
de ser: | | | | Elena, Artemisa, Judith, Mesalina, | | | | ¡honor o vergüenza!
Decid: ¿Qué es querer? | | |
|
| Decidme
si es fiebre que el alma envenena, | | | | o sólo un deleite
que se une al pudor: | | | | Semíramis, Safo, Ninón,
Magdalena, | | | | ¡falsarias eternas! ¿Qué cosa es amor? | | |
|
| Teresa la santa, más bien
la divina, | | | | -Amor -dice-, junta ternura y deber | | | | (Amar es
-replica la vil Mesalina-, | | | | hallar el descanso, cansando
al placer. | | |
|
| -Amor pierde -dicen
la Cava y Elena-, | | | | la fe y patria siempre, los goces jamás. | | | | -Es -dice, gimiendo de amor, Magdalena-, | | | | gozar mucho y
luego llorar mucho más-. | | |
|
| Y
Safo, con fiebre de amor que no espera, | | | | -Morir por quien
se ama -prorrumpe-, es querer. | | | | -Es cierto, -responde Lucrecia
altanera-: | | | | morir por quien se ama, si se ama el deber. | | |
|
| -Vivir en la niente -prosigue Artemisa- | | | | de aquel que amó mucho y amó porque sí. | | | | -Vivir siempre en otro -murmura Eloísa, | | | | Semíramis
dice: -Vivir otro en mí. | | |
|
| -¡Hablar
con el aire!,- de amor satisfecha, | | | | ¡mal haya su boca! -Prorrumpe
Ninón-: | | | | amores sin crimen, son sueños sin
fecha; | | | | pasión que no afrenta, no es digna pasión-. | | |
|
| ¡En fin! ¿Halla el que ama la gloria
o el infierno! | | | | ¡Aquí las perjuras! ¡Las fieles aquí! | | | | Decidme, en resumen, lo que es ese eterno | | | | deseo que miente,
mintiéndose a sí. | | |
|
| -¡Morir!
-dice Safo, Francisca, -¡el incesto!- | | | | Teresa,-¡aquel místico
amor del amor!- | | | | Judith y Lucrecia, -¡ gozar con lo honesto!- | | | | Cleopatra, -¡la orgía!- Raquel, -¡el pudor!- | | |
|
| ¡Silencio! Así el mundo volvieron
demente; | | | | y aun dudan hoy locas, más locas que ayer, | | | | si amor da delicias, o si es solamente | | | | perder la ventura
buscando el placer. | | |
|
| ¡Huid, falsas
dueñas de todos los dueños | | | | que el mundo anegaron
en llanto por vos, | | | | que hacéis de la vida ya un sueño
de sueños, | | | | que hacéis de la carne ya un monstruo,
ya un dios! | | |
|
| ¿Amor en vosotras es
todo, o no es nada, | | | | verdad o mentira, virtud o placer? | | | |
¡Odiosa falange del mundo adorada, | | | | pues sois siempre un
caos, tornad al no ser! | | |
|
| ¡Maldito
aquelarre de diosas, que ignoran | | | | si amor cura o mata, si
afrenta o da honor! | | | | -Ya oíste, Enriqueta; si sabes,
ahora | | | | responde tú misma: ¿Qué cosa es amor?- | | |
|
Las dos grandezas
|
| Uno altivo, otro sin ley, | | |
| así
dos hablando están: | | |
| -Yo soy Alejandro, el rey, | | |
| -Y
yo Diógenes, el can. | | |
| -Vengo a hacerte
más honrada | | |
| tu vida de caracol. | | |
| ¿Qué quieres
de mí? -Yo, nada. | | |
| Que no me quites el sol. | | |
| -Mi
poder es... -Asombroso, | | |
| pero a mí nada me asombra. | | |
| -Yo, puedo hacerte dichoso. | | |
| -Lo sé; no haciéndome
sombra. | | |
| -Tendrás riquezas sin tasa, | | |
| un palacio y un dosel. | | |
| -¿Y para qué quiero casa | | |
| más grande que este tonel? | | |
| -Mantos
reales gastarás | | |
| de oro y seda. -¡Nada, nada! | | |
| ¿No
ves que me abriga más | | |
| esta capa remendada? | | |
| -Ricos
manjares devoro. | | |
| -Yo con pan duro me allano. | | |
| -Bebo el Chipre
en copas de oro. | | |
| -Yo bebo el agua en la mano. | | |
| -Mandaré
cuanto tú mandes, | | |
| -Vanidad de cosas vanas! | | |
| ¿Y a
unas miserias tan grandes | | |
| las llamáis dichas humanas? | | |
| -Mi poder a cuantos gimen, | | |
| va con gloria
a socorrer. | | |
| -¡La gloria!, capa del crimen. | | |
| Crimen sin capa
¡el poder! | | |
| -Toda la tierra iracundo; | | |
|
tengo postrada ante mí. | | |
| -¿Y eres el dueño
del mundo, | | |
| no siendo dueño de ti? | | |
| -Yo
sé que, del orbe dueño, | | |
| seré del mundo
dichoso. | | |
| -Yo sé que tu último sueño | | |
| será tu primer reposo. | | |
| -Yo impongo
a mi arbitrio leyes. | | |
| -¿Tanto de injusto blasonas? | | |
| -Llevo
vencidos cien reyes. | | |
| -¡Buen bandido, de coronas! | | |
| -Vivir
podré aborrecido, | | |
| mas no moriré olvidado. | | |
| -Viviré desconocido, | | |
| mas nunca moriré odiado. | | |
| -¡Adiós, pues romper no puedo | | |
|
de tu cinismo, el crisol! | | |
| -¡Adiós! ¡Cuán dichoso
quedo, | | |
| pues no me quitas el sol!- | | |
| Y al
partir, con mutuo agravio | | |
| uno altivo, otro implacable, | | |
|
¡miserable! dice el sabio; | | |
| y el rey dice: ¡miserable! | | |