Escena I
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CLAVELA | No cuento más. | (Se levanta.) |
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NIÑO | (Tirándole del vestido.) | Cuéntanos otra cosa. | |
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CLAVELA | (Echándoselo en cara.) | Tu madre lo compró. |
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NIÑO | (Riendo y tirando del vestido para que se siente.) | ¡Clavela! |
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CLAVELA | (Sentándose a la fuerza y riendo también.) | ¡Niños! | |
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NIÑA | El cuento aquel del príncipe gitano. | |
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CLAVELA | Los gitanos no fueron nunca príncipes. | |
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NIÑO | No los quiero a mi lado. | | Sus madres son las brujas. |
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CLAVELA | (Reprendiéndola.) | ¡Pero niña! |
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NIÑA | Si ayer vi yo rezando | | al Cristo de la Puerta Real dos de ellos. | | Tenían unas tijeras así... y cuatro | | borriquitos peludos que miraban... | | con unos ojos... y movían los rabos | | dale que le das. ¡Quién tuviera alguno! | |
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NIÑO | (Doctoral.) | Seguramente los habían robado. | |
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CLAVELA | Ni tanto ni tan poco. ¿Qué se sabe? | |
(Los NIÑOS se hacen burla sacando la lengua.)
| ¡Chitón! |
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NIÑO | ¿Y el romancillo del bordado? | |
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NIÑA | ¡Ay duque de Lucena! ¿Cómo dice? | |
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NIÑO | Olivarito, olivo... está bordado. | | (Como recordando.) |
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CLAVELA | Os lo diré; pero cuando se acabe, | | en seguida a dormir. |
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CLAVELA | (Se persigna lentamente, y los NIÑOS la imitan, mirándola.) | Bendita sea por siempre | | la Santísima Trinidad, | | y guarde al hombre en la sierra | | y al marinero en el mar. | | A la verde, verde orilla | | del olivarito está... | |
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NIÑA | (Tapando con una mano la boca a CLAVELA y continuando ella.) | Una niña bordando. | | ¡Madre! ¿Qué bordará? | |
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CLAVELA | (Encantada de que la NIÑA lo sepa.) | Las agujas de plata, | | bastidor de cristal, | | bordaba una bandera, | | cantar que te cantar. | | Por el olivo, olivo, | | ¡madre, quién lo dirá! | |
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NIÑO | (Continuando.) | Venía un andaluz, | | bien plantado y galán. | |
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(Aparece por la puerta del fondo MARIANA, vestida de amarillo claro, un amarillo de libro viejo, y oye el romance glosando con gestos lo que en ella evoca la idea de bandera y muerte.)
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CLAVELA | Niña, la bordadora, | | mi vida, ¡no bordar!, | | que el duque de Lucena | | duerme y dormirá. | |
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NIÑA | La niña le responde: | | «No dices la verdad: | | el duque de Lucena | | me ha mandado bordar | | esta roja bandera | | porque a la guerra va». | |
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NIÑO | Por las calles de Córdoba | | lo llevan a enterrar, | | muy vestido de fraile | | en caja de coral. | |
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NIÑA | (Como soñando.) | La albahaca y los claveles | | sobre la caja van, | | y un verderol antiguo | | cantando el pío pa. | |
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CLAVELA | (Con sentimiento.) | ¡Ay duque de Lucena, | | ya no te veré más! | | La bandera que bordo | | de nada servirá. | | En el olivarito | | me quedaré a mirar | | cómo el aire menea | | las hojas al pasar. | |
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NIÑO | Adiós, niña bonita, | | espigada y juncal, | | me voy para Sevilla, | | donde soy capitán. | |
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CLAVELA | Y a la verde, verde orilla | | del olivarito está | | una niña morena | | llorar que te llorar. | |
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(Los NIÑOS hacen un gesto de satisfacción. Han seguido el romance con alto interés.)
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Escena V
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MARIANA llega corriendo a la puerta en el momento que DON PEDRO entra por ella. DON PEDRO tiene treinta y seis años. Es un hombre simpático, sereno y fuerte. Viste correctamente, y habla de una manera dulce. MARIANA le tiende los brazos y le estrecha las manos. DOÑA ANGUSTIAS adopta una triste y reservada actitud. Pausa.
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PEDRO | (Efusivo.) | Gracias, Mariana, gracias. | |
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MARIANA | (Casi sin hablar.) | Cumplí con mi deber. |
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(Durante esta escena dará MARIANA muestras de una vehementísima y profunda pasión.)
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PEDRO | (Dirigiéndose a DOÑA ANGUSTIAS.) | Muchas gracias, señora. | |
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ANGUSTIAS | (Triste.) | ¿Y por qué? Buenas noches. | (A MARIANA.) | Yo me voy | | con los niños. | (Aparte.) | ¡Ay, pobre Marianita! | |
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(Sale. Al salir ANGUSTIAS, PEDRO, efusivo, enlaza a MARIANA por el talle.)
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PEDRO | (Apasionado.) | ¡Quién pudiera pagarte lo que has hecho por mí! | | Toda mi sangre es nueva, porque tú me la has dado | | exponiendo tu débil corazón al peligro. | | ¡Ay, qué miedo tan grande tuve por él, Mariana! | |
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MARIANA | (Cerca y abandonada.) | ¿De qué sirve mi sangre, Pedro, si tú murieras? | | Un pájaro sin aire, ¿puede volar? ¡Entonces!... | | (Bajo.) | Yo no podré decirte cómo te quiero nunca; | | a tu lado me olvido de todas las palabras. | |
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PEDRO | (Con voz suave.) | ¡Cuántos peligros corres sin el menor desmayo! | | ¡Qué sola estás, cercada de maliciosa gente! | | ¡Quién pudiera librarte de aquellos que te acechan | | con mi propio dolor y mi vida, Mariana! | | ¡Día y noche, qué largos sin ti por esa sierra! | |
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MARIANA | (Echando la cabeza en el hombro y como soñando.) | ¡Así! Deja tu aliento sobre mi frente. Limpia | | esta angustia que tengo y este sabor amargo; | | esta angustia de andar sin saber dónde voy, | | y este sabor de amor que me quema la boca. | | (Pausa. Se separa rápidamente del caballero y le coge los codos.) | ¡Pedro! ¿No te persiguen? ¿Te vieron entrar? |
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PEDRO | Nadie. | | (Se sienta.) | Vives en una calle silenciosa, y la noche | | se presenta endiablada. |
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PEDRO | (Cogiéndole una mano.) | ¡Ven aquí! |
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MARIANA | (Se sienta.) | Mucho miedo de que esto se adivine, | | de que pueda matarte la canalla realista. | | Y si tú... | (Con pasión.) | yo me muero, lo sabes, yo me muero... | |
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PEDRO | (Con pasión.) | ¡Marianita, no temas! ¡Mujer mía! ¡Vida mía! | | En el mayor sigilo conspiramos. ¡No temas! | | La bandera que bordas temblará por las calles | | entre el calor entero del pueblo de Granada. | | Por ti la Libertad suspirada por todos | | pisará tierra dura con anchos pies de plata. | | Pero si así no fuese; si Pedrosa... |
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PEDRO | ... sorprende nuestro grupo y hemos de morir... |
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PEDRO | Mariana, ¿qué es el hombre sin libertad? ¿Sin esa | | luz armoniosa y fija que se siente por dentro? | | ¿Cómo podría quererte no siendo libre, dime? | | ¿Cómo darte este firme corazón si no es mío? | | No temas; ya he burlado a Pedrosa en el campo, | | y así pienso seguir hasta vencer contigo, | | que me ofreces tu amor y tu casa y tus dedos. | | (Se los besa.) |
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MARIANA | ¡Y algo que yo no sé decir, pero que existe! | | ¡Qué bien estoy contigo! Pero aunque alegre noto | | un gran desasosiego que me turba y enoja; | | me parece que hay hombres detrás de las cortinas, | | que mis palabras suenan claramente en la calle. | |
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PEDRO | (Amargo.) | ¡Eso sí! ¡Qué mortal inquietud, qué amargura! | | ¡Qué constante pregunta al minuto lejano! | | ¡Qué otoño interminable sufrí por esa sierra! | | ¡Tú no lo sabes! |
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MARIANA | Dime: ¿corriste gran peligro? | |
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PEDRO | Estuve casi en manos de la justicia, |
(MARIANA hace un gesto de horror.)
| pero | | me salvó el pasaporte y el caballo que enviaste | | con un extraño joven, que no me dijo nada. | |
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MARIANA | (Inquieta y sin querer recordar.) | Y dime. |
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(Pausa.)
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MARIANA | (Nerviosa.) | Sigue. ¿Después? |
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PEDRO | Después | | vagué por la Alpujarra. Supe que en Gibraltar | | había fiebre amarilla; la entrada era imposible, | | y esperé bien oculto la ocasión. ¡Ya ha llegado! | | Venceré con tu ayuda, ¡Mariana de mi vida! | | ¡Libertad, aunque con sangre llame a todas las puertas! | |
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MARIANA | (Radiante.) | ¡Mi victoria consiste en tenerte a mi vera! | | En mirarte los ojos mientras tú no me miras. | | Cuando estás a mi lado olvido lo que siento | | y quiero a todo el mundo: | | hasta al rey y a Pedrosa. | | Al bueno como al malo. ¡Pedro!, cuando se quiere | | se está fuera del tiempo, | | y ya no hay día ni noche, ¡sino tú y yo! |
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PEDRO | (Abrazándola.) | ¡Mariana! | | Como dos blancos ríos de rubor y silencio, | | así enlazan tus brazos mi cuerpo combatido. | |
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MARIANA | (Cogiéndole la cabeza.) | Ahora puedo perderte, puedo perder tu vida. | | Como la enamorada de un marinero loco | | que navegara eterno sobre una barca vieja, | | acecho un mar oscuro, sin fondo ni oleaje, | | en espera de gentes que te traigan ahogado. | |
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PEDRO | No es hora de pensar en quimeras, que es hora | | de abrir el pecho a bellas realidades cercanas | | de una España cubierta de espigas y rebaños, | | donde la gente coma su pan con alegría, | | en medio de estas anchas eternidades nuestras | | y esta aguda pasión de horizonte y silencio. | | España entierra y pisa su corazón antiguo, | | su herido corazón de Península andante, | | y hay que salvarla pronto con manos y con dientes. | |
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MARIANA | (Pasional.) | Y yo soy la primera que lo pide con ansia. | | Quiero tener abiertos mis balcones al sol | | para que llene el suelo de flores amarillas | | y quererte, segura de tu amor sin que nadie | | me aceche, como en este decisivo momento. | | (En un arranque.) | ¡Pero ya estoy dispuesta! | (Se levanta.) |
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PEDRO | (Entusiasmado se levanta.) | ¡Así me gusta verte, | | hermosa Marianita! Ya no tardarán mucho | | los amigos, y alienta | | ese rostro bravío y esos ojos ardientes | | (Amoroso.) | sobre tu cuello blanco, que tiene luz de luna. | |
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(Fuera comienza a llover y se levanta el viento. MARIANA hace señas a PEDRO de que calle.)
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Escena VII
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Entran tres caballeros con amplias capas grises; uno de ellos lleva patillas. MARIANA y DON PEDRO los reciben amablemente. Los caballeros dan la mano a MARIANA y a DON PEDRO.
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MARIANA | (Dando la mano al CONSPIRADOR 1.º.) | ¡Ay, qué manos tan frías! |
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CONSPIRADOR 1.º | (Franco.) | ¡Hace un frío | | que corta! Y me he olvidado de los guantes; | | pero aquí se está bien. |
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CONSPIRADOR 3.º | (Decidido.) | El Zacatín estaba intransitable. | |
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(Se quitan las capas, que sacuden de lluvia.)
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CONSPIRADOR 2.º | (Melancólico.) | La lluvia, como un sauce de cristal, | | sobre las casas de Granada cae. | |
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CONSPIRADOR 3.º | Y el Darro viene lleno de agua turbia. | |
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CONSPIRADOR 2.º | (Melancólico. Habla poco y pausadamente.) | ¡No! Vinimos separados | | hasta la entrada de esta oscura calle. | |
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CONSPIRADOR 1.º | ¿Habrá noticias para decidir? | |
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PEDRO | Llegarán esta noche, Dios mediante. | |
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CONSPIRADOR 1.º | (Sonriendo.) | ¿Por qué, doña Mariana? | | Toda la gente duerme en este instante. | |
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PEDRO | Creo que estamos seguros. |
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CONSPIRADOR 3.º | No lo afirmes; | | Pedrosa no ha cesado de espiarme, | | y, aunque yo lo despisto sagazmente, | | continúa en acecho, y algo sabe. | |
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(Unos se sientan y otros quedan de pie, componiendo una bella estampa.)
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MARIANA | Ayer estuvo aquí. |
(Los caballeros hacen un gesto de extrañeza.)
| ¡Como es mi amigo | | no quise, porque no debía, negarme! | | Hizo un elogio de nuestra ciudad; | | pero mientras hablaba, tan amable, | | me miraba... no sé... ¡como sabiendo!, | | (Subrayando.) | de una manera penetrante. | | En una sorda lucha con mis ojos | | estuvo aquí toda la tarde, | | y Pedrosa es capaz... ¡de lo que sea! | |
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PEDRO | No es posible que pueda figurarse... | |
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MARIANA | Yo no estoy muy tranquila, y os lo digo | | para que andemos con cautela grande. | | De noche, cuando cierro las ventanas, | | imagino que empuja los cristales. | |
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PEDRO | (Mirando el reloj.) | Ya son las once y diez. El emisario | | debe estar ya muy cerca de esta calle. | |
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CONSPIRADOR 3.º | (Mirando el reloj.) | Poco debe tardar. |
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CONSPIRADOR 1.º | ¡Dios lo permita! | | ¡Que me parece un siglo cada instante! | |
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(Entra CLAVELA con una bandeja de altas copas de cristal tallado y un frasco lleno de vino rojo, que deja sobre un velador. MARIANA habla con ella.)
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PEDRO | Estarán sobre aviso los amigos. | |
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CONSPIRADOR 1.º | Enterados están. No falta nadie. | | Todo depende de lo que nos digan | | esta noche. |
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PEDRO | La situación es grave, | | pero excelente si la aprovechamos. | |
(Sale CLAVELA y MARIANA corre la cortina.)
| Hay que estudiar hasta el menor detalle, | | porque el pueblo responde, sin dudar. | | Andalucía tiene todo el aire | | lleno de Libertad. Esta palabra | | perfuma el corazón de sus ciudades, | | desde las viejas torres amarillas | | hasta los troncos de los olivares. | | Esa costa de Málaga está llena | | de gente decidida a levantarse: | | pescadores del Palo, marineros | | y caballeros principales. | | Nos siguen pueblos como Nerja, Vélez, | | que aguardan las noticias, anhelantes. | | Hombres de acantilado y mar abierto, | | y, por lo tanto, libres como nadie. | | Algeciras acecha la ocasión, | | y en Granada, señores de linaje | | como vosotros exponen su vida | | de una manera emocionante. | | ¡Ay, qué impaciencia tengo! |
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CONSPIRADOR 3.º | Como todos | | los verdaderamente liberales. | |
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MARIANA | (Tímida.) | Pero ¿habrá quien os siga? |
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PEDRO | (Convencido.) | Todo el mundo. | |
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MARIANA | No hay nadie | | que vaya a la Alameda del Salón | | tranquilamente a pasearse, | | y el café de la Estrella está desierto. | |
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PEDRO | (Entusiasta.) | ¡Mariana, la bandera que bordaste | | será acatada por el rey Fernando, | | mal que le pese a Calomarde! | |
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CONSPIRADOR 3.º | Cuando ya no le quede otro recurso | | se rendirá a las huestes liberales, | | que aunque se finja desvalido y solo, | | no cabe duda que él hace y deshace. | |
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MARIANA | ¿No es Fernando un juguete de los suyos? | |
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PEDRO | (Inquieto.) | Yo no sé decirte. | |
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CONSPIRADOR 1.º | No es probable. | | Oscuridad y lluvia le protegen, | | y él está siempre vigilante. | |
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(Se levantan y se dirigen a la puerta.)
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CONSPIRADOR 3.º | Bien venido, si buenas cartas trae. | |
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MARIANA | (Apasionada, a PEDRO.) | Pedro, mira por mí. Sé muy prudente, | | que me falta muy poco para ahogarme. | |
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Escena VIII
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Aparece por la puerta el CONSPIRADOR 4.º. Es un hombre fuerte: campesino rico. Viste el traje popular de la época: sombrero puntiagudo de alas de terciopelo, adornado con borlas de seda; chaqueta con bordados y aplicaciones de paño de todos los colores en los codos, en la bocamanga y en el cuello. El pantalón, de vueltas, sujeto por botones de filigrana, y las polainas de cuero, abiertas por un costado, dejando ver la pierna. Trae una dulce tristeza varonil. Todos los personajes están de pie cerca de la puerta de entrada. MARIANA no oculta su angustia, y mira, ya al recién llegado, ya a DON PEDRO, con un aire doliente y escrutador.
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CONSPIRADOR 4.º | ¡Caballeros! ¡Doña Mariana! | (Estrecha la mano de MARIANA.) |
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PEDRO | (Impaciente.) | ¿Hay noticias? | |
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CONSPIRADOR 4.º | ¡Tan malas como el tiempo! |
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CONSPIRADOR 1.º | (Irritado.) | Casi lo adivinaba. |
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MARIANA | (A PEDRO.) | ¿Te entristeces? | |
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CONSPIRADOR 4.º | Todo en vano. | | Hay que estar prevenidos. El Gobierno | | por todas partes nos está acechando. | | Tendremos que aplazar el alzamiento, | | o luchar o morir, de lo contrario. | |
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PEDRO | (Desesperado.) | Yo no sé qué pensar; que tengo abierta | | una herida que sangra en mi costado, | | y no puedo esperar, señores míos. | |
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CONSPIRADOR 3.º | (Fuerte.) | Don Pedro, triunfaremos esperando. | | La situación no puede durar mucho. | |
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CONSPIRADOR 4.º | (Fuerte.) | Ahora mismo tenemos que callarnos. | | Nadie quiere una muerte sin provecho. | |
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PEDRO | (Fuerte también.) | Mucho dolor me cuesta. |
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MARIANA | (Angustiada.) | ¡Hablen más bajo! | |
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(Se pasea.)
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CONSPIRADOR 4.º | España entera calla, ¡pero vive! | | Guarde bien la bandera. |
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MARIANA | La he mandado | | a casa de una vieja amiga mía, | | allá en el Albaicín, y estoy temblando. | | Quizá estuviera aquí mejor guardada. | |
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CONSPIRADOR 4.º | En Málaga, un espanto. | | El canalla de González Moreno... | | No se puede contar lo que ha pasado. | |
(Expectación vivísima. MARIANA, sentada en el sofá, junto a DON PEDRO, después de todo el juego escénico que ha realizado, oye anhelante lo que cuenta el CONSPIRADOR 4.º.)
| Torrijos, el general | | noble, de la frente limpia, | | donde se estaban mirando | | las gentes de Andalucía. | | Caballero entre los duques, | | corazón de plata fina, | | ha sido muerto en las playas | | de Málaga la bravía. | | Le atrajeron con engaños | | que él creyó, por su desdicha, | | y se acercó, satisfecho | | con sus buques, a la orilla. | | ¡Malhaya el corazón noble | | que de los malos se fía!, | | que al poner el pie en la arena | | lo prendieron los realistas. | | El vizconde de La Barthe, | | que mandaba las milicias, | | debió cortarse la mano | | antes de tal villanía, | | como es quitar a Torrijos | | bella espada que ceñía, | | con el puño de cristal, | | adornado con dos cintas. | | Muy de noche lo mataron | | con toda su compañía. | | Caballero entre los duques, | | corazón de plata fina. | | Grandes nubes se levantan | | sobre la tierra de Mijas. | | El viento mueve la mar | | y los barcos se retiran | | con los remos presurosos | | y las velas extendidas. | | Entre el ruido de las olas | | sonó la fusilería, | | y muerto quedó en la arena, | | sangrando por tres heridas, | | el valiente caballero, | | con toda su compañía. | | La muerte, con ser la muerte, | | no deshojó su sonrisa. | | Sobre los barcos lloraba | | toda la marinería, | | y las más bellas mujeres, | | enlutadas y afligidas, | | lo iban llorando también | | por el limonar arriba. | |
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PEDRO | (Levantándose, después de oír el romance.) | Cada dificultad me da más bríos. | | Señores, a seguir nuestro trabajo. | | La muerte de Torrijos me enardece | | para seguir luchando. | |
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CONSPIRADOR 4.º | Pero hay que estarse quietos; | | otro tiempo vendrá. |
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CONSPIRADOR 2.º | (Conmovido.) | ¡Tiempo lejano! | |
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PEDRO | Pero mis fuerzas no se agotarán. | |
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MARIANA | (Bajo, a PEDRO.) | Pedro, mientras yo viva... |
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CONSPIRADOR 3.º | No hay nada que tratar. Tienes razón. | |
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CONSPIRADOR 4.º | Esto es lo que tenía que contaros, | | y nada más. |
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CONSPIRADOR 4.º | La aceptamos | | porque nos hace falta. |
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(Se ponen de pie y cogen sus copas.)
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MARIANA | (Llenando los vasos.) | ¡Cómo llueve! |
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(Fuera se oye la lluvia.)
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PEDRO | ¡Es verdad! | | Y tenemos razones para estarlo. | |
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MARIANA | Pero a pesar de esta opresión aguda | | y de tener razones para estarlo... | | (Levantando la copa.) | «Luna tendida, marinero en pie», | | dicen allá, por el Mediterráneo, | | las gentes de veleros y fragatas. | | ¡Como ellos, hay que estar siempre acechando! | | (Como en sueños.) | «Luna tendida, marinero en pie». | |
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PEDRO | (Con la copa.) | Que sean nuestras casas como barcos. | |
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(Beben. Pausa. Fuera, se oyen aldabonazos lejanos. Todos quedan con las copas en la mano, en medio de un gran silencio.)
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MARIANA | Es el viento que cierra una ventana. | |
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(Otro aldabonazo.)
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MARIANA | (Llena de angustia.) | ¡Dios santo! | |
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PEDRO | (Acariciador.) | ¡No temas! Ya verás cómo no es nada. | |
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(Todos están con las capas puestas, llenos de inquietud.)
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CLAVELA | (Entrando casi ahogada.) | ¡Ay señora! ¡Dos hombres embozados, | | y Pedrosa con ellos! |
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MARIANA | (Gritando, llena de pasión.) | ¡Pedro, vete! | | ¡Y todos, Virgen santa! ¡Pronto! |
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(CLAVELA quita las copas y apaga los candelabros.)
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MARIANA | (Iluminada.) | ¡Por aquella ventana del pasillo | | saltarás fácilmente! Ese tejado | | está cerca del suelo. |
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CONSPIRADOR 2.º | ¡No debemos | | dejarla abandonada! |
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PEDRO | (Enérgico.) | ¡Es necesario! | | ¿Cómo justificar nuestra presencia? | |
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MARIANA | Sí, sí, vete en seguida. ¡Ponte a salvo! | |
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PEDRO | (Apasionado.) | ¡Adiós, Mariana! |
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MARIANA | ¡Dios os guarde, amigos! | |
(Van saliendo rápidamente por la puerta de la derecha. CLAVELA está asomada a una rendija del balcón, que da a la calle. MARIANA, en la puerta, dice:)
| ¡Pedro..., y todos, que tengáis cuidado! | |
(Cierra la puertecilla de la izquierda, por donde han salido los CONSPIRADORES, y corre la cortina. Luego, dramática.)
| ¡Abre, Clavela! Soy una mujer | | que va atada a la cola de un caballo. | |
(Sale CLAVELA. Se dirige rápidamente al fortepiano.)
| ¡Dios mío, acuérdate de tu pasión | | y de las llagas de tus manos! | |
(Se sienta y empieza a cantar la canción del «Contrabandista», original de Manuel García; 1808.)
| Yo que soy contrabandista | | y campo por mis respetos | | a todos los desafío | | pues a nadie tengo miedo. | | ¡Ay! ¡Ay! | | ¡Ay muchachos! ¡Ay muchachas! | | ¿Quién me compra hilo negro? | | Mi caballo está rendido, | | ¡y yo me muero de sueño! | | ¡Ay! | | ¡Ay! Que la ronda ya viene | | y se empezó el tiroteo. | | ¡Ay! ¡Ay! Caballito mío, | | caballo mío, careto. | | ¡Ay! | | ¡Ay! Caballo, ve ligero. | | ¡Ay! Caballo, que me muero. | | ¡Ay! | |
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(Ha de cantar con un admirable y desesperado sentimiento, escuchando los pasos de PEDROSA por la escalera.)
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Escena IX
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Las cortinas del fondo se levantan y aparece CLAVELA, aterrada, con el candelabro de tres bujías en una mano, y la otra puesta sobre el pecho. PEDROSA, vestido de negro, con capa, llega detrás. PEDROSA es un tipo seco, de una palidez intensa y de una admirable serenidad. Dirá las frases con ironía muy velada, y mirará minuciosamente a todos lados, pero con corrección. Es antipático. Hay que huir de la caricatura. Al entrar PEDROSA, MARIANA deja de tocar y se levanta del fortepiano. Silencio.
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PEDROSA | (Adelantándose.) | Señora, no interrumpa | | por mí la cancioncilla que ahora mismo | | entonaba. |
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(Pausa.)
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MARIANA | (Queriendo sonreír.) | La noche estaba triste | | y me puse a cantar. |
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(Pausa.)
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PEDROSA | He visto luz | | en su balcón y quise visitarla. | | Perdone si interrumpo sus quehaceres. | |
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(Pausa. En esta escena habrá pausas imperceptibles y rotundos silencios instantáneos, en los cuales luchan desesperadamente las almas de los dos personajes. Escena delicadísima de matizar, procurando no caer en exageraciones que perjudiquen su emoción. En esta escena se ha de notar mucho más lo que no se dice que lo que se está hablando. La lluvia, discretamente imitada y sin ruido excesivo, llegará de cuando en cuando a llenar silencios.)
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MARIANA | (Con intención.) | ¿Es muy tarde? |
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(Pausa.)
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PEDROSA | (Mirándola fijamente, y con intención también.) | ¡Sí! Muy tarde. | | El reloj de la Audiencia ya hace rato | | que dio las once. |
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MARIANA | (Serena e indicando asiento a PEDROSA.) | No las he sentido. | |
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PEDROSA | (Sentándose.) | Yo las sentí lejanas. Ahora vengo | | de recorrer las calles silenciosas, | | calado hasta los huesos por la lluvia, | | resistiendo ese gris fino y glacial | | que viene de la Alhambra. |
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MARIANA | (Con intención y rehaciéndose.) | El aire helado | | que clava agujas sobre los pulmones | | y para el corazón. |
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PEDROSA | (Devolviéndole la ironía.) | Pues ése mismo. | | Cumplo deberes de mi duro cargo. | | Mientras que usted, espléndida Mariana, | | en su casa, al abrigo de los vientos, | | hace encajes... o borda... | (Como recordando.) | ¿Quién me ha dicho | | que bordaba muy bien? |
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MARIANA | (Aterrada, pero con cierta serenidad.) | ¿Es un pecado? | |
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PEDROSA | (Haciendo una seña negativa.) | El Rey nuestro Señor, que Dios proteja, | | (Se inclina.) | se entretuvo bordando en Valençay | | con su tío el infante don Antonio. | | Ocupación bellísima. |
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MARIANA | (Entre dientes.) | ¡Dios mío! | |
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MARIANA | (Tratando de sonreír.) | ¡No! |
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PEDROSA | (Serio.) | ¡Mariana! | |
(Pausa.)
| Una mujer tan bella como usted, | | ¿no siente miedo de vivir tan sola? | |
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PEDROSA | (Con intención.) | Hay tantos liberales | | y tantos anarquistas por Granada, | | que la gente no vive muy segura. | | (Firme.) | ¡Usted ya lo sabrá! |
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MARIANA | (Digna.) | ¡Señor Pedrosa! | | ¡Soy mujer de mi casa y nada más! | |
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PEDROSA | (Sonriendo.) | Y yo soy juez. Por eso me preocupo | | de estas cuestiones. Perdonad, Mariana. | | Pero hace ya tres meses que ando loco | | sin poder capturar a un cabecilla... | |
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(Pausa. MARIANA trata de escuchar y juega con su sortija, conteniendo su angustia y su indignación.)
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PEDROSA | (Como recordando, con frialdad.) | Un tal don Pedro de Sotomayor. | |
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MARIANA | Es probable que esté fuera de España. | |
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PEDROSA | No; yo espero que pronto será mío. | |
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(Al oír eso MARIANA tiene un ligero desvanecimiento nervioso; lo suficiente para que se le escape la sortija de la mano, o más bien, la arroja ella para evitar la conversación.)
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MARIANA | (Levantándose.) | ¡Mi sortija! |
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PEDROSA | ¿Cayó? | (Con intención.) | Tenga cuidado. | |
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MARIANA | (Nerviosa.) | Es mi anillo de bodas; no se mueva, | | y vaya a pisarlo. | (Busca.) |
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MARIANA | Parece | | que una mano invisible lo arrancó. | |
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PEDROSA | Tenga más calma. | (Frío.) | Mire. | (Señala al sitio donde ve el anillo, al mismo tiempo que avanzan.) | ¡Ya está aquí! | |
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(MARIANA se inclina para recogerlo antes que PEDROSA; éste queda a su lado, y en el momento de levantarse MARIANA, la enlaza rápidamente y la besa.)
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MARIANA | (Dando un grito y retirándose.) | ¡Pedrosa! |
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(Pausa. MARIANA rompe a llorar de furor.)
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PEDROSA | (Sentándose.) | Me parece que este llanto está de más. | | Mi señora Mariana, esté serena. | |
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MARIANA | (Arrancándose desesperada y cogiendo a PEDROSA por la solapa.) | ¿Qué piensa de mí? ¡Diga! |
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PEDROSA | (Impasible.) | Muchas cosas. | |
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MARIANA | Pues yo sabré vencerlas. ¿Qué pretende? | | Sepa que yo no tengo miedo a nadie. | | Como el agua que nace soy de limpia, | | y me puedo manchar si usted me toca; | | pero sé defenderme. ¡Salga pronto! | |
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PEDROSA | (Fuerte y lleno de ira.) | ¡Silencio! | (Pausa. Frío.) | Quiero ser amigo suyo. | | Me debe agradecer esta visita. | |
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MARIANA | (Fiera.) | ¿Puedo yo permitir que usted me insulte? | | ¿Que penetre de noche en mi vivienda | | para que yo...? ¡Canalla! No sé cómo... | | (Se contiene.) | ¡Usted quiere perderme! |
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PEDROSA | (Cálido.) | ¡Lo contrario! | | Vengo a salvarla. |
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MARIANA | (Bravía.) | ¡No lo necesito! | |
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(Pausa.)
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PEDROSA | (Fuerte y dominador, acercándose con una agria sonrisa.) | ¡Mariana! ¿Y la bandera? |
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PEDROSA | ¡La que bordó con esas manos blancas | | (Las coge.) | en contra de las leyes y del Rey! | |
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PEDROSA | (Indiferente.) | ¡Muy bien bordada! | | De tafetán morado y verdes letras. | | Allá, en el Albaicín, la recogimos, | | y ya está en mi poder como tu vida. | | Pero no temas; soy amigo tuyo. | |
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(MARIANA queda ahogada.)
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MARIANA | (Casi desmayada.) | Es mentira, mentira. |
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PEDROSA | Sé también | | que hay mucha gente complicada. | | Espero que dirás sus nombres, ¿verdad? | | (Bajando la voz y apasionadamente.) | Nadie sabrá lo que ha pasado. Yo te quiero | | mía, ¿lo estás oyendo? Mía o muerta. | | Me has despreciado siempre; pero ahora | | puedo apretar tu cuello con mis manos, | | este cuello de nardo transparente, | | y me querrás porque te doy la vida. | |
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MARIANA | (Tierna y suplicante en medio de su desesperación, abrazándose a PEDROSA.) | ¡Tenga piedad de mí! ¡Si usted supiera! | | Y déjeme escapar. Yo guardaré | | su recuerdo en las niñas de mis ojos. | | ¡Pedrosa, por mis hijos!... |
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PEDROSA | (Abrazándola, sensual.) | La bandera | | no la has bordado tú, linda Mariana, | | y ya eres libre porque así lo quiero... | |
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(MARIANA, al ver cerca de sus labios los labios de PEDROSA, lo rechaza, reaccionando de una manera salvaje.)
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MARIANA | ¡Eso nunca! ¡Primero doy mi sangre! | | Que me cueste dolor, pero con honra. | | ¡Salga de aquí! |
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PEDROSA | (Reconviniéndola.) | ¡Mariana! |
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PEDROSA | (Frío y reservado.) | ¡Está muy bien! Yo seguiré el asunto | | y usted misma se pierde. |
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MARIANA | ¡Qué me importa! | | Yo bordé la bandera con mis manos; | | con estas manos, ¡mírelas, Pedrosa!, | | y conozco muy grandes caballeros | | que izarla pretendían en Granada. | | ¡Mas no diré sus nombres! |
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PEDROSA | ¡Por la fuerza | | delatará! ¡Los hierros duelen mucho, | | y una mujer es siempre una mujer! | | ¡Cuando usted quiera me avisa! |
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MARIANA | ¡Cobarde! | | ¡Aunque en mi corazón clavaran vidrios | | no hablaría! | (En un arranque.) | ¡Pedrosa, aquí me tiene! | |
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(Entra CLAVELA, aterrada, con las manos cruzadas sobre el pecho.)
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PEDROSA | No hace falta, señora. Queda usted | | detenida en nombre de la Ley. | |
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PEDROSA | (Frío y ceremonioso.) | ¡Buenas noches! | | (Sale.) |
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CLAVELA | (Dramática.) | ¡Ay, señora; mi niña, clavelito, | | prenda de mis entrañas! |
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MARIANA | (Llena de angustia y terror.) | Isabel, | | yo me voy. Dame el chal. |
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(Se asoma a la ventana. Fuera se oye otra vez la fuerte lluvia.)
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MARIANA | ¡Me iré a casa de don Luis! ¡Cuida los niños! | |
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CLAVELA | ¡Se han quedado en la puerta! ¡No se puede! | |
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MARIANA | Claro está. | (Señalando al sitio por donde han salido los CONSPIRADORES.) | ¡Por aquí! |
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(Al cruzar MARIANA, por la puerta aparece DOÑA ANGUSTIAS.)
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ANGUSTIAS | ¡Mariana! ¿Dónde vas? Tu niña llora. | | Tiene miedo del aire y de la lluvia. | |
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MARIANA | ¡Estoy presa! ¡Estoy presa, Clavela! | |
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ANGUSTIAS | (Abrazándola.) | ¡Marianita! |
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MARIANA | (Arrojándose en el sofá.) | ¡Ahora empiezo a morir! | |
(Las dos mujeres la abrazan.)
| Mírame y llora. ¡Ahora empiezo a morir! | |
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(Telón rápido.)
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