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ArribaAbajoJornada II

 

Habitación de ANTÍOCO.

 

Escena I

 

SELEUCO, LUQUETE, acompañamiento.

 
LUQUETE
Señor, yo no he de asistir
mas al Príncipe.
SELEUCO
¿Por qué?
LUQUETE
Porque lo que gusto fue,
ya no se puede sufrir.
SELEUCO
¿Qué dices? Pues cuando viste 5
que el Príncipe se divierte
con tus donaires, de suerte
que por ti su mal resiste,
¿faltar quieres, y en un mal
que por puntos se empeora, 10
y crítica es cualquier hora
de su accidente mortal?
Nunca le faltes de aquí.
LUQUETE
Gran cosa es ser menester;
mas ¡qué infeliz ha de ser 15
quien me ha menester a mil
yo, Señor, no faltaría;
mas harto ya de reír,
de estos médicos sufrir
no puedo la bobería; 20
porque yo, Señor, no sé
dónde hay tanto desatino
como dicen de contino.
SELEUCO
¿En qué?
LUQUETE
Yo te lo diré.
Entran todos de consuno, 25
y el pulso le van tomando;
hoy las cejas arqueando
se estuvo dos horas uno.
A este, que mas se atribula,
pregunté: «¿Qué hay?» Respondió: 30
« No lo alcanzo;» y dije yo:
« Pues pique mas a la mula.»
Fruncióse y torció el hocico;
y yo, para rematarle,
dije: «¿Cómo ha de alcanzarle, 35
si va tras él un borrico?»
Otro llega, el pulso toca,
y se arrasca de admirado.
Y tras de haberse rascado,
le mete el dedo en la boca. 40
Otro a la orina se apresta,
y a gestos interrumpido,
miró y dijo: «No ha cocido.»
Dije yo: « Es día de fiesta.»
Y viendo su desatino, 45
para otra vez que viniera,
escondiendo la vasera,
al orinal eché vino.
Como el vino era real,
de mosquitos se llenó; 50
vino el juego y le pidió,
y tomando el orinal,
suspenso saliva traga,
viendo en él tanto mosquito,
y acordándose de Egito, 55
dijo: « Aqueste mal es plaga.»
«Médico tan moscatel,
dije yo, ¿á qué viene aquí,
si esto ignora?» Y me bebí
la plaga delante dél. 60
Pero no es nada la orina
con verlos hechos orates
en junta; más disparates
no dijo Juan de la Encina.
Júntanse todos, y luego 65
sobre si el pulso indicó
si hay fiebre en la arteria o no,
se hacen pedazos en griego,
lo que uno habla, otro trabuca,
y cuando arde la opinión, 70
otro empata la cuestión,
con que todo lo bazuca.
Crecen los gritos atroces,
y cuando anda el morbo insano,
otro, medio cirujano, 75
se arrima al que da mas voces.
Otro calla y da atención;
otro no es contra ninguno,
todo lo aprueba, y si alguno
sale con una opinión, 80
el dice, pese o no pese:
«Yo soy de ese parecer;»
Dice otro: «No puede ser;»
Y él dice: «También soy de ese.»
Y cuando por varios modos 85
los cascos se están quebrando,
el que no habla está callando
más desatinos que todos.
Y después que a troche y moche
se han hartado de gritar, 90
lo que resulta es mandar
que no cene aquesta noche.
Yo dije a gritos: «Señores,
pues estar malo ¿es pecar?
¿Sois, mandándole ayunar, 95
médicos o confesores?»
Vive el cielo, que si fías
su mal de mí solamente,
te he de dar sin accidente
al Príncipe en cuatro días. 100
Y si pretendes que él gane
salud, ha de ser (si vienen)
mandando que ellos no cenen
hasta que el Príncipe sane.
SELEUCO
Con la vulgar opinión 105
los médicos tratas mal;
cuando la causa es mortal,
vanos los remedios son.
Aunque más los culpes, ellos
son el norte de la vida, 110
y no hay en cualquier caída
más alivio que tenellos.
Dudar fuera desatino
que yerran como acontece;
más también el que adolece 115
Tiene el yerro por destino;
y el médico más liviano,
que ha estudiado esta doctrina,
sabe más de medicina
que el más docto cortesano: 120
con que, yo llego a creer
que mas daño ha de causar
sin su consejo acertar,
que errar por su parecer.
LUQUETE
Que matan los más es cierto. 125
SELEUCO
¿De dónde se ha de inferir?
LUQUETE
Pues ¡quién nos lo ha de decir,
sino puede hablar el muerto?
Echa un bando a los que fueren
muertos desde hoy sin herida, 130
en que pena de la vida
digan de lo que se mueren.
Mas él sale, y lo sabrás
del protovaliente aquí.
SELEUCO
¿Por qué le llamas así? 135
LUQUETE
Porque es el que mata más.


Escena II

 

ERASISTRATO. Dichos.

 
SELEUCO
¿Qué hay, amigo? En mi dolor
tu vista espera el deseo;
que yo al Príncipe no veo
por no inmontar mi temor. 140
Dame alivio de algún modo;
que mi vida solamente
de tu voz está pendiente.
LUQUETE
Y de su receta y todo.
ERASISTRATO
Señor, todo mi desvelo 145
a esta atención he aplicado,
y lo que halla mi cuidado
es consuelo y no es consuelo.
SELEUCO
¿Cómo es posible?
LUQUETE
Dirélo.
El llegar uno a enterrar 150
su mujer sin heredar
es consuelo y no es consuelo.
ERASISTRATO
El Príncipe no ha tenido
corporal enfermedad.
LUQUETE
Eso, Señor, es verdad; 155
yo a los médicos he oído
hablar del mal que tenía,
y decían: «hernia, insania,
crisis, pleura, pericarnia,
vulva, hipocondrio, mania; 160
y después he reparado
que son nombres de demonios,
que son ciertos testimonios
de que él está endemoniado.
ERASISTRATO
Lo que el Príncipe padece 165
no es de causa material,
pasión del alma inmortal
es el mal de que adolece.
Conocida su querella,
remedio tendrá el dolor; 170
más no es posible, Señor,
remediarla sin sabella.
SELEUCO
Pues ¿qué cosa habrá a su mano
difícil o inaccesible?
ERASISTRATO
Algún antojo imposible 175
o algún deseo inhumano
con mil ejemplos tropiezo
de historia.
LUQUETE
Es cosa asentada;
¿no se antojó a una preñada
morder a un fraile el pescuezo? 180
ERASISTRATO
Discurrir en confusión
es aumentar los temores,
y diremos mil errores,
sin más cierta información.
Yo, Señor, he prevenido 185
un medio para saber
la pasión que puede ser.
SELEUCO
Erasistrato, tú has sido
de quien mi vida he fiado,
y de quien ahora fío 190
el alma, el aliento mío,
que es mi hijo. Enamorado
de mi esposa estoy de suerte,
que siempre es más mi afición
porque con la privación 195
se hace esta pasión más fuerte.
El mal del Príncipe es quién
del logro de amor me priva;
si tú dispones que él viva,
me das lo que quiero bien. 200
Que a los dos cura tu mano
tu misma gloria te acuerde:
a él de la pena que pierde,
y a mí del gusto que gano.
ERASISTRATO
El Príncipe viene aquí. 205
SELEUCO
Pues ¿cómo se ha levantado?
ERASISTRATO
Yo, Señor, se lo he ordenado.
SELEUCO
Yo salgo tanto de mí
oyendo su triste queja,
que aquí no me atrevo a estar; 210
cuida tú de mi pesar,
que en él mi vida te deja.
 

(Vase con el acompañamiento.)

 


Escena III

 

ANTÍOCO, que viene apoyado en criado, músicos. ERASISTRATO, LUQUETE.

 
ANTÍOCO

 (Aparte.) 

¡Ay injusto y triste amor!
ERASISTRATO
¿Cómo os va, Señor, de pena?
ANTÍOCO
De mí mismo me enajena. 215
LUQUETE
Es que te vende el doctor.
ANTÍOCO
No cantéis; todo me aflige.
¡Ay corazón! ¿dónde vas?
ERASISTRATO
La música es lo que más
aquesta pasión corrige; 220
y así, Señor, os conviene
oír cantar.

 (Aparte. 

Este ha de ser
el medio para saber
qué pasión es la que tiene.)
ANTÍOCO
No cantan tono ninguno 225
que divierta mi dolor.
ERASISTRATO
Pues variarlos, Señor,
hasta que gustéis de alguno.
LUQUETE
Eso en la elección consiste;
si le queréis alegrar, 230
cantad...
MÚSICO
¿Qué hemos de cantar?
LUQUETE
Un zarambeque muy triste.
ERASISTRATO
Entre una y otra canción
el Príncipe escogerá
la que más gusto le da. 235
Vaya algo de devoción.
MÚSICA
Venid, pastores de Nares,
a mirar de Francelisa
dos soles, que con sus luces
amanece alegre el día. 240
ANTÍOCO
No es bueno eso, no prosigas.
LUQUETE
Y tiene razón, señores,
¿qué han de venir los Pastores,
que están allá haciendo migas?
Tanto pastor, ya es cansado. 245
ANTÍOCO
Ni yo con ellos me alegro.
LUQUETE
Suelten un tonillo negro,
que aquese tono es bragado.
ERASISTRATO
¿Qué es lo que mejor os suena?
ANTÍOCO
Ninguna letra han cantado 250
de un amor desesperado.
ERASISTRATO

 (Aparte.) 

Sin duda es de amor su pena.
LUQUETE
Felisardo y yo sabemos
una letra de esa suerte.
ANTÍOCO
Dila pues.
ERASISTRATO

 (Aparte.) 

Indicio es fuerte.
255
LUQUETE
Entre los dos la diremos.
MÚSICA
Corazón osado mío,
ya no sé qué hacer con vos,
que vos queréis que yo quiera,
y no quiero querer yo. 260
ANTÍOCO
Corazón osado mío,
yo no sé qué hacer con vos,
pues siendo uno, somos dos
entre vos y mi albedrío.
Yo del riesgo me desvío, 265
y vuestra violencia no;
si la esperanza faltó,
querer que os siga es quimera,
que vos queréis que yo quiera,
y no quiero querer yo, 270
bien dice, proseguid pues.
ERASISTRATO

 (Aparte.) 

Efecto de amor ha sido,
de quien su mal ha nacido;
ya la cara fácil es.
MÚSICA
Conociendo el riesgo mío, 275
me ponéis en el mayor;
pues ¿qué fiaré del ajeno,
si hallo infiel mi corazón?
ANTÍOCO
Conociendo el riesgo mío,
me ponéis en el mayor, 280
pues me lleváis a un amor,
de quien mi muerte aún no fío;
si no muero del desvío,
me ha de matar la razón,
y queréis que mi pasión 285
se precipite sin freno;
pues ¿qué fiaré del ajeno
si hallo infiel mi corazón?
ERASISTRATO
¿Os divierte?
ANTÍOCO
En otra lid
más pena al discurso dan. 290
ERASISTRATO
Pues de cantar dejarán.
ANTÍOCO
No lo dejéis, proseguid.
MÚSICA
Entre callar yo mi pena,
o publicar mi dolor,
si la callo, no hay remedio, 295
si la digo, no hay perdón.
ANTÍOCO
Entre callar yo mi pena
o publicar mi dolor,
da dos sentencias amor,
que una y otra me condena: 300
el decirla me enajena
de mi misma obligación;
callar es muerte y razón;
con que entre el daño y el medio,
si la callo no hay remedio, 305
si la digo no hay perdón.
Pues ¿qué haré? Hablar y callar
ni es remedio ni es posible.
¡Oh mal tan fiero y terrible,
que alivia el desesperar! 310
Dejadme, dejadme estar
padeciendo este rigor;
si el alivio hace mayor
el mal que no tiene medio,
no me deis ningún remedio, 315
que mejor me está el dolor.
ERASISTRATO

 (Aparte. 

Sin duda está enamorado
de algún esquivo desdén.
Saber a quiere bien
falta solo a mi cuidado; 320
una industria he discurrido,
con que saberlo es forzoso.)
Señor, en mal tan penoso...
ANTÍOCO
Que no me habléis más os pido;
de a time pues de afligir, 325
que aunque a morir me condena,
yo sé que mi mal no tiene
más remedio que morir.
Dejadme a solas aquí.
ERASISTRATO
Ya me voy.
 

(Vase con los músicos.)

 


Escena IV

 

ANTÍOCO, LUQUETE.

 
LUQUETE
Fuerza será,
330
pues en tu cuarto entra ya
la Reina a verte.
ANTÍOCO
¡Ay de mí!
LUQUETE
Con tan buena compañía
el dejarte no recelo.
ANTÍOCO
¿La Reina? ¡Válgame el cielo! 335
¿Quién dijiste que venía?
LUQUETE
La Reina.
ANTÍOCO

 (Aparte.) 

Mortal estoy;
su nombre asombro me da.
LUQUETE
Y en tu cuarto ha entrado ya.
ANTÍOCO
¿Quién dices que entra?
LUQUETE
Ya voy.
340
La Reina, Señor. ¿Hay tal?
ANTÍOCO
No oí.
LUQUETE
Por eso hablo yo gordo.
Vive el cielo, que estás sordo,
y no te entienden el mal.
ANTÍOCO

 (Aparte.) 

Todo me ha cubierto un hielo; 345
ni aun de mi valor me fío.
LUQUETE
¿Qué es eso? ¿Te ha dado frío?
ANTÍOCO
Sí, que es el frío recelo.
LUQUETE
Pues ¿te da?
ANTÍOCO
Cada mañana.
LUQUETE
¿Qué es lo que dices? Señores, 350
¡que haya en el mundo doctores
que ignoren esta terciana!
ANTÍOCO
Véte.
LUQUETE
Al rey voy a decillo.
¡Que hayan dudado sanarle!
Vive Dios, que he de curarle 355
yo con ungüento amarillo.

 (Vase.) 



Escena V

 

ANTÍOCO; luego, la REINA y ASTREA.

 
ANTÍOCO
El cielo me ha de valer,
porque mi ardor no se vea.
 

(Salen la REINA y ASTREA.)

 
REINA
¿Qué es lo que dices, Astrea?
ASTREA
Que recelo entrarle a ver, 360
porque siempre que le veo,
de verme se aflige más.
REINA
Tú te lo presumirás.
ANTÍOCO

 (Aparte.) 

Detente, injusto deseo.
REINA
¿Príncipe?
ANTÍOCO
¿Señora mía?
365
Déme a besar vuestra alteza
a mí, que a sus pies...

 (Aparte. 

Turbada
el alma tengo y la lengua.)
REINA
Los brazos, Señor, os debo.
ANTÍOCO
La mano os pedí, que en ella... 370

  (Aparte. 

Yo no sé lo que me digo.)
REINA
¿Qué decís?
ANTÍOCO

 (Aparte. 

Todas mis venas
discurre un hielo. ¡Ay de mí!
¿Cómo la misma belleza,
que estando ausente me abrasa, 375
con su presencia me hiela?)
Digo, Señora, que os debo...

 (Cáesele el sombrero.) 

REINA
¿Qué me debéis?
ANTÍOCO
La obediencia,
que a vuestros pies sacrifico.
REINA
Y ¿es el sombrero la ofrenda? 380
ANTÍOCO
Pensé que era el corazón.
REINA
¿Tan poca es la diferencia?
ANTÍOCO
Está del mismo color.
REINA
Alzadle pues.
ANTÍOCO
Mucho pesa
lo que cayó a vuestros pies. 385

 (Alza el sombrero y deja caer los guantes.) 

REINA
Mirad que los guantes deja
vuestro descuido en el suelo.
ANTÍOCO
Por más, Señora, que quiera
recoger las prendas yo,
que a vuestros pies tengo puestas, 390
habrá siempre otras en ellos.
REINA
Recoged, Príncipe, aquestas,
puesto que ahora no nay otras.
ANTÍOCO
Yo soy quien decir pudiera,
mejor que vos, que no hay otras, 395
pues soy quien está sin ellas.
REINA

 (Aparte. 

Mal hice en entrarte i ver
acompañada de Astrea,
que está el Príncipe muy ciego,
sino es que lo esté más ella; 400
mas así he de remediarlo.)
En vano dices, Astrea,
que el Príncipe no te quiere,
pues le turba tu presencia.
ASTREA
Lo que le turba, Señora, 405
no es amor, sino violencia,
que en su pecho hacen mis ojos;
que si amor, Señora, fuera,
ya hubiera hablado conmigo.
Más sea amor o no sea, 410
el agravio del desvío
sobra ya para la queja;
y porque a mi sentimiento
no ocasione mas ofensas
mi imaginación injusta, 415
ya que decís que lo es esta,
el mejor remedio es irme;
guarde Dios a vuestra alteza.

 (Vase.) 



Escena VI

 

La REINA, ANTÍOCO.

 
ANTÍOCO
Pues ¿por qué se va mi prima?
REINA
Porque reparó discreta 420
en que no la habéis hablado.
ANTÍOCO
Esta es la dicha primera,
que he logrado por callar.
REINA
Luego ¿el callar os condena?
ANTÍOCO
A la muerte me parezco. 425
REINA
¿Qué muerte, Príncipe, es esa?
ANTÍOCO
Es una muerte, Señora,
que cuando de mí se aleja,
aquella vida que paso
es otra muerte más fiera. 430
REINA

 (Aparte. 

Aunque ya el Príncipe sabe
que yo sé su mal, no sepa
que yo le quiero saber,
y aunque el corazón lo siente,
disimule mi decoro 435
contra mi naturaleza.)
Príncipe, si vuestro mal
tan sin remedio os molesta
vos os morís de rendido,
sin dar parte a la defensa; 440
no gaste todo en sentirle
quien ningún alivio espera;
lo que le da al sentimiento
déselo a la resistencia.
Vos decís que padecéis 445
la pena menor; tenedla,
que el temor de la que es más,
puede ser alivio de esa.
El que pone al golpe el brazo
por defensa, se contenta 450
con dar el brazo al peligro,
por no arriesgar la cabeza;
si vos os veis defendido
de pena mayor con esta,
sufrid la helida del brazo, 455
pues os logra una defensa.
Sufrid, Príncipe, sufrid;
que yo...

 (Aparte. 

Más tened, violencias.)
ANTÍOCO
Vos, Señora, que sabéis
de qué linaje es mi pena; 460
vos, que tenéis conocida,
como yo, la causa de ella,
¿tan cuerda me persuadís
que la sufra y que la venza?
¿Es posible que os parece 465
tan fácil la resistencia?
REINA
Yo, Príncipe, no he tenido
de vuestro dolor más señas
de lo que vos me habéis dicho.
ANTÍOCO
¿También, Señora, me niega 470
vuestro rigor ese alivio?
¿Tun atrevida es mi queja,
que ese castigo merece?
¿No me veis morir con ella?
No me veis callar mi mal, 475
sin que otro alivio pretenda?
El morir de mi silencio
¿Es tan inútil fineza,
que no os merece que ahora
vuestra piedad me dijera: 480
«Príncipe, si vuestras ansias
son hijas de vuestra estrella,
yo no soy quien la hizo injusta,
la mía os ha sido adversa.
Lo que ha dispuesto el destino, 485
no lo hizo la diligencia;
yo veo que os morís,
ya lo conozco y me pesa
de no poder socorreros
cuando os miro en la tormenta. 490
Esta es ley de mi decoro,
ni os puedo aliviar por ella,
si aún licencia me permite
de agradeceros la pena.
Sufrid pues y resistírla, 495
ya que así el cielo lo ordena;
y si es consuelo, tomad
el del pesar que me queda»?
¿Qué costa a vuestro decoro
este alivio le tuviera? 500
Perdería algún blasón,
por piadoso, la entereza?
El alma, por compasiva,
¿dejarla de ser vuestra?
No os hiciera más divina, 505
a mí más feliz me hiciera?
Mas si mi dolor no os mueve,
mal vuestro rigor lo acierta;
decid que ignoráis la causa;
que así mi vida se abrevia. 510
REINA

 (Aparte. 

Tiene razón. Más ¿que digo?
¡Ay alma, que te despeñas!)
Príncipe, con ese alivio,
¿qué en vuestro mal se remedia?
ANTÍOCO
Lograrle ahora y vivir 515
aquel rato que le oyera.
REINA
Y ¿después?
ANTÍOCO
Penar callando.
REINA
Luego ¿no lo es?
ANTÍOCO
Sí, mas cesa.
REINA
Pues ¿de qué sirve?
ANTÍOCO
De alivio.
REINA
¿Para qué?
ANTÍOCO
Para que muera.
520
REINA
¿No lo excusará el aliento?
ANTÍOCO
No, porque es poca defensa.
REINA
Y ¿cuál bastará?
ANTÍOCO
Ninguna.
REINA
Luego ¿era en vano?
ANTÍOCO
No fuera.
REINA
¿Por qué?
ANTÍOCO
Porque consolara.
525
REINA
¿Consuelo y morir?
ANTÍOCO
Es fuerza.
REINA
Pues ¿quién os mata?
ANTÍOCO
El dolor.
REINA
Y en eso...
ANTÍOCO
No hay resistencia.
REINA
¿Puedo yo estorbarlo?
ANTÍOCO
No.
REINA
¿Y vos?
ANTÍOCO
Yo no me atreviera.
530
REINA
Y ¿quién lo podrá?
ANTÍOCO
La muerte.
REINA
Pues ¿qué remedio?
ANTÍOCO
Paciencia.
REINA
Callad, Príncipe, callad;
que al escuchar vuestra pena,
me obliga...

 (Aparte. 

Mas yo no sé
535
lo que digo, y dar es fuerza
con la nave en un escollo,
si no recojo las velas.)
Príncipe, adiós.
ANTÍOCO
¿Qué decís?
¿Así, Señora, me deja 540
vuestro rigor?
REINA
Es preciso.
ANTÍOCO
¿Por qué?
REINA
Porque estoy muy cerca...
ANTÍOCO
¿De qué?
REINA
De mayor peligro.
ANTÍOCO
Pues ¿qué en mi alivio se arriesga?
REINA
El cazador con industria, 545
para coger sin defensa
a los simples pajarillos,
finge un árbol, y te llena
de la liga que los prende;
luego otros pájaros lleva, 550
que allí junto están cantando.
Los que descuidados vuelan
oyen la voz conocida,
y al tierno silbo se acercan,
pensando hallar compañía, 555
y en triste prisión se quedan.
Vos; sois como el cazador,
que el árbol de la fineza
tenéis lleno de la liga
de amor, que las almas ciega. 560
Lleváis el llanto, el suspiro,
el dolor y la tristeza,
que son tan dulces reclamos,
que llamarán a las piedras.
Yo soy la simple avecilla, 565
que ignorando la cautela,
oigo su voz, muevo el vuelo,
y ellos tristes se lamentan.
Yo los escucho piadosa,
ellos repiten la queja; 570
yo me acerco enternecida,
vos aviváis su querella;
yo voy a daros alivio,
vuestro corazón me empeña:
yo ignoro el riesgo, él me llama; 575
yo me abato, él se lamenta;
yo le escucho, él me enternece;
yo me detengo, él se queja:
yo en efecto me despeño.
Pues para que no se pierda, 580
lo que por perderse falta,
si hay algo que yo no sepa,
no hay más remedio que huir,
porque cuando yo esté presa,
ni vuestro dolor alivio, 585
ni en mi decoro hay enmienda.

 (Vase.) 



Escena VII

 

ANTÍOCO; después, SELEUCO, ERASISTRATO y LUQUETE.

 
ANTÍOCO
Oid, aguardad, Señora.
¿Así os vais? Así me dejan
vuestros injustos rigores?
¡Ay de mí! Ya titubea 590
la fábrica de la vida.
Lo que alentó su presencia
es ya rendido desmayo;
¿no aguardarás, porque vieras
que, pues sin ti muero, es cierto 595
que tú la vida me llevas?
¡Hola, criados, amigos!
¡Ay de mí!
 

(Salen SELEUCO, ERASISTRATO y LUQUETE.)

 
SELEUCO
Acudid apriesa,
que llama el Príncipe. ¡Hijo!
ERASISTRATO
Señor, ¿qué voces son estas? 600
ANTÍOCO
Morir, Señor; yo me muero.
SELEUCO
No te rindas a la pena,
hijo, que aún no es tan mortal.
LUQUETE
Señor, que es terciana aquesta,
y el mal no le han entendido. 605
ERASISTRATO
¿Qué dices, necio? ¿Qué piensas?
LUQUETE
Viven los cielos, que estaba
con un frío, no ha hora y media,
como un brasero sin lumbre.
ERASISTRATO
Eso en el pulso se viera; 610
este es un mal interior,
que a la indicación se niega.
LUQUETE
Pues eso será, que luego
le quieren salir viruelas.
 

(Hablan aparte ERASISTRATO y SELEUCO.)

 
SELEUCO
Erasistrato, si es cierto 615
lo que dices que sospechas,
yo he mandado que a palacio
hoy todas las damas vengan,
que pueden ser en la corte
asunto de su tristeza. 620
Para que él las vea todas.
ERASISTRATO
Señor, con esa cautela
se ha de conocer sin duda
la que tal dolor le cuesta,
porque él está enamorado. 625
SELEUCO
Pues ¿cómo saberlo esperas?
ERASISTRATO
Todas han de ir una a una
pasando por su presencia,
y si es amor, y es de alguna
de las que pasan, es fuerza 630
conocer en su semblante
la causa de su dolencia,
y cual mueve su cuidado.
SELEUCO
Solo tu ingenio pudiera
hallar, para conocerlo, 635
tan peregrina agudeza.
Más el Príncipe, ¿es posible
que amor tan difícil tenga,
que no pueda conseguirle?
Hijo mío, considera 640
que en tu amor está mi vida,
de tus alientos compuesta,
y que no habrá medio alguno
tan difícil que no sea
ejecutado de mí, 645
si es remedio a tu dolencia.
Dime lo que sientes, hijo;
¿qué te aflige? ¿Qué deseas?
¿Qué apetito te entristece?
¿Qué pensamiento te inquieta? 650
ANTÍOCO

 (Aparte. 

¡Ay de mí, que aqueste amor
es lo que a callar me empeña!
El respeto de mi padre
es quien los labios me sella.)
Pues, Señor, ¿yos presumís 655
que si yo le conociera,
os lo negara?
SELEUCO
No, hijo.
ANTÍOCO
Pues si no, ¿qué es la sospecha?
SELEUCO
Es deseo de tu vida
y la mía, que es la mesma. 660
ANTÍOCO
Mi vida será mi muerte.
ERASISTRATO

 (Aparte a SELEUCO.) 

Cierto es, Señor, que lo niega;
porque él no puede ignorarlo.
SELEUCO

 (Aparte a ERASISTRATO.) 

Mi amor a tu industria apela.
ERASISTRATO
Su mal, Señor, está dentro, 665
y no hay señales afuera.
LUQUETE
Pues échenle unas ventosas
hasta cinco o seis docenas,
y veremos lo que pinta.


Escena VIII

 

NICANOR. Dichos.

 
NICANOR
Señor, las damas esperan 670
para empezar el sarao.
SELEUCO
Hijo, por ver si te alegras,
he mandado que las damas
vengan hoy a tu presencia,
y hagan un sarao; con esto 675
puede ser que te diviertas.
ANTÍOCO
Pues ¿vienen todas, Señor?
SELEUCO
Todas, hijo, hasta la Reina.
ANTÍOCO
Grande merced me habéis hecho;
que solo eso alivio fuera. 680
SELEUCO

 (Aparte. 

Eso asegura el indicio;
retirarme de aquí es fuerza,
porque todos sus afectos
no reprima en mi presencia.)
Ea pues, tú te divierte, 685
que yo, por forzosa deuda
de mi oficio, a asistir voy
al despacho que me espera.
 

(Vase con NICANOR.)

 


Escena IX

 

ANTÍOCO, ERASISTRATO, LUQUETE; luego, los músicos, las damas y la REINA; estas con sombreros de sarao.

 
LUQUETE
Ya vienen las damas todas;
¡qué lucida primavera 690
parecen! Y juntas son
como banasta de peras,
que echa el hombre el ojo a una,
y luego ve otra mas bella,
y tras ella otra mejor, 695
con que suspenso se queda,
sin saber cuál escoger
entre una y otra belleza;
pero también hay algunas
que parecen berengenas. 700
ANTÍOCO
¿Salen, Luquete?
LUQUETE
Ya salen,
ya los músicos comienzan;
todas pasan por aquí
para ir a tomar la vuelta.
ERASISTRATO
¿Cómo os sentís, gran Señor? 705
ANTÍOCO
Esta esperanza me alegra.
 

(Pasan las damas, precedidas de los músicos, y hacen una reverencia a ANTÍOCO. La REINA sale y pasa la postrera.)

 
MÚSICA
Al empeño de amor más lucido
sus flechas apresta la aljaba de amor,
y por verse en su esfera, le envían
sus luces el alba, sus rayos el sol. 710
 

(Sobresáltase el PRÍNCIPE al ver a la REINA.)

 
ANTÍOCO

 (Aparte.) 

¡Válgame Dios! ¿qué veo?
Toda el alma turbada,
me cubre un mortal hielo.
ERASISTRATO

 (Aparte.) 

Ya está aquesta pasión averiguada;
¡qué empeño tan cruel, válgame el cielo! 715
 

(Llega la REINA a hacer la reverencia, y el PRÍNCIPE se levanta arrebatado.)

 
ANTÍOCO

 (Aparte. 

¡Peregrina belleza!)
Señora, ¿qué me manda vuestra alteza?
REINA
Yo Señor, festejaros,
y a eso voy.
 

(Vase detrás de las damas.)

 
ANTÍOCO

 (Aparte. 

¡Ay de mí! Vanos reparos
son cuantos me previene mi silencio, 720
pues yo mismo a mi muerte me sentencio.)
Dejadme ir a morir, que ya no quiero
alivio; de mi vida desespero;
no quiero vida en penas tan crueles.


Escena X

 

SELEUCO. ERASISTRATO, ANTÍOCO, LUQUETE.

 
 

(Hablan aparte ANTÍOCO y ERASISTRATO.)

 
SELEUCO
¿Qué es esto?
ERASISTRATO
Ya está el daño conocido.
725
SELEUCO
¿Qué decís?
ERASISTRATO
Sí, Señor, ya lo he sabido;
quedemos solos.
SELEUCO

 (A su hijo.) 

Príncipe, ¿qué tienes?
ANTÍOCO
Trocarse ya los males en los bienes,
Porque ya, de vivir desesperado,
saber que he de morir me ha consolado. 730
Yo me voy a morir; solo te pido
que me dejes morir, compadecido
de la vida que paso.
LUQUETE
Eso es matarte.
SELEUCO
Hijo, véte a tu cuarto a sosegarte;
que eso es aprieto de melancolía, 735
y yo volverla espero en alegría.
Ve con él.

 (A LUQUETE.) 

ANTÍOCO
Ya perdí la confianza,
solo en mi muerte llevo la esperanza.
 

(Vase con LUQUETE.)

 


Escena XI

 

SELEUCO, ERASISTRATO.

 
SELEUCO
Ya, amigo, que estamos solos,
no dilates el consuelo 740
de tu aviso; que mi vida
pendiente esta de tu aliento.
ERASISTRATO
Lo peor, gran Señor, es
que dilatarlo no puedo.
SELEUCO
Pues ¿por qué?
ERASISTRATO
Porque este mal
745
no tiene ningún consuelo.
SELEUCO
Erasistrato, ¿qué dices?
ERASISTRATO
Que el mal del Príncipe es cierto
que es amor; pero, Señor,
es un amor sin remedio. 750
SELEUCO
¿Amor sin remedio?
ERASISTRATO
Sí.
SELEUCO
Pues ¿cómo puede ser eso?
ERASISTRATO
Porque es amor imposible.
SELEUCO
¿Es inhumano el sugeto?
ERASISTRATO
No es inhumano, Señor. 755
SELEUCO
Pues si es humano, en mi reino
¿qué imposible puede haber,
que no lo rinda mi imperio?
ERASISTRATO
No lo defiende el poder;
que eso, Señor, fuera menos. 760
SELEUCO
Pues di quién.
ERASISTRATO
La voluntad.
SELEUCO
Voluntad que a tal intento
pueda resistir ¿cuál es?
Amigo, dímelo luego,
y no en taza tan penada 765
me estés dando este veneno.
ERASISTRATO
Creed, Señor, que el callarle,
Sin duda es decoro vuestro;
y cuando yo no os lo he dicho,
y la respuesta rodeo, 770
entended que os está bien
gran Señor, el no saberlo.
SELEUCO

 (Aparte. 

¡Válgame el cielo! ¿Qué escucho?
Ya de preguntarlo tiemblo.
¡Amor imposible, y tal, 775
que el callarte es mi respeto,
y que me está bien dudarlo!
¡Con qué de dudas peleo!
¡Qué de recelos me asustan!
Llegar a saberlo temo; 780
mas ¿por qué lo he de temer,
si está cometido el yerro?
¿Dejará de ser error
porque lo ignore mi pecho?
Y caso que sea muy grave, 785
¿qué mayor daño recelo
si a mí me mata la duda,
y no se enmienda el empeño?)
Erasistrato, yo estoy,
sea cual fuere, resuelto 790
a saber a quién adora.
ERASISTRATO

 (Aparte.) 

¿Qué he hacer? ¡Válgame el cielo!
Si al Rey le digo quien es,
un yerro grande cometo,
habiéndome dicho a mí 795
que quiere con tanto extremo
a la Reina; si lo callo,
a su razón no obedezco.
Entre callarlo y decirlo,
no puede haber ningún medio. 800
SELEUCO
¿No me respondes? ¿Qué dices?
ERASISTRATO
Señor, si a eso estáis resuelto,
sanadle vos; que vos solo
le podéis dar el sugeto
que él adora.
SELEUCO
Pues ¿quién es?
805
ERASISTRATO
La Reina.
SELEUCO
¡Válgame el cielo!
¿La Reina?
ERASISTRATO
Sí.
SELEUCO
Calla, calla,
hombre; ¿qué has dicho? qué has hecho?
Que el corazón me has pasado
con un puñal.
ERASISTRATO
Esto es cierto.
810
SELEUCO
¿La Reina?
ERASISTRATO
Sí, gran Señor.
SELEUCO
Mientes, mientes, vive el cielo;
que en mi hijo caber no pudo
tan desesperado intento.
ERASISTRATO
Señor, a la Reina adora. 815
SELEUCO
No lo pronuncie tu aliento.
¡Ah hijo traidor! ¡Ah hijo aleve!
¿Tal alevosía has hecho?
¡Que en tu pecho consentiste
tan infame pensamiento! 820
Yo te envío por mi esposa,
y tu, atrevido y soberbio,
¿los ojos osas poner
en quien tía de ser mi dueño?
Pues cuando no te venciera 825
de padre el justo respeto,
el haberme yo fiado
de ti bastaba a vencerlo.
La confianza me agravias,
hijo traidor, torpe y ciego; 830
mas que como hijo, de ti
como de amigo me ofendo.
¡Ah villano! Más pedazos
te he de hacer, viven los cielos,
que tiene infamias tu culpa, 835
que tiene átomos el viento.
Más cielos, ¿qué es lo que digo?
¿A mi hijo Y ¿A quién yo tengo
para mi segunda vida,
por alma de mis alientos? 840
¿Yo a mi hijo he de matar?
Aunque hay hijos que lo han hecho
con sus padres, padre a hijo,
no pienso que hay tal ejemplo.
¿Yo he de estrenar el delito? 845
Más en tan torpe suceso
no mata el padre a su hijo,
sino un enemigo fiero;
pues muera el traidor mil veces.
Nombre, véte, véte luego, 850
no en ti mis iras comiencen
el castigo más sangriento
que han de haber visto los siglos;
véte de aquí.
ERASISTRATO
Ya te dejo.
SELEUCO
Has, oye, aguarda.
ERASISTRATO
¿Qué mandas?
855
SELEUCO
Lo que me dices ¿es cierto?
ERASISTRATO
¿Yo, Señor, he de engañarte?
SELEUCO
¿En qué lo has visto?
ERASISTRATO
En su incendio.
SELEUCO
¿Cómo lo viste?
ERASISTRATO
En sus ansias.
SELEUCO
¿Quién te las mostró?
ERASISTRATO
El efecto.
860
SELEUCO
¿De qué?
ERASISTRATO
De su mismo ardor.
SELEUCO
Y ¿adora...
ERASISTRATO
Su mal es eso.
SELEUCO
¿A la Reina?
ERASISTRATO
Sí, Señor.
SELEUCO
¿No hay duda?
ERASISTRATO
Pluguiera al cielo.
SELEUCO
¿Que no hay remedio en el daño? 865
ERASISTRATO
No le hallo.
SELEUCO
Pues véte luego;
que hoy ha de morir el uno
entre Antíoco y Seleuco.



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