Poder decir: todo
menos la soledad existe. Y hacer de la distancia, de la raíz
de la voz, un desafío brutal. Cómo miente la nieve en
los cristales. La noche es amplia, ajena. Sin embargo, ahora
sé que no puede sino estar conmigo. Otros cuerpos desnudos
nos miran, abrasados por un humo constante. Su ausencia dura.
Pájaros que agonizan de frío entre la ropa, por las
baldosas en sombra de la habitación, las palabras la buscan,
acaso. Fingen esta muerte tranquila que discurre, silenciosa, por
nosotros, más hábil y más cierta que
nosotros.
Árboles de dolor
alumbras
Árboles de dolor
alumbras
madrugadas sin término
viviendo en la memoria
de este pulso desierto
un absurdo timón
hecho de barro
Con un temblor apenas
perceptible
Con un temblor apenas
perceptible
en las alas inquietas
hay pájaros pequeños,
dibujados
sobre el cable impasible de la
luz.
No saben qué, pero
esperan.
Tranquilos, de improviso
se lanzan al vacío,
signos de la nada descienden,
dan un giro y se elevan
el uno desde el otro.
La tarde los olvida.
No volverán ya
más
adonde estaban.
Un lugar que no existe
Atardecer con pájaros
Gorriones en bandada me sorprenden
avanzando despiertos por el
cielo
Raso. Rozando, mínimas, las
alas
con el frío persistente de
la tarde.
No su perseverancia; no la luz
que invisible termina en torno a
ellos;
no su capricho, no el dolor
pequeño
que sostiene, quizás, su
vuelo bajo
haciéndolo imposible a las
palabras.
No el temblor encendido de sus
cuerpos
abriéndose al futuro,
desterrados.
Miro el aire en silencio que los
une.
Noche
A las Madres de
Plaza de Mayo
La memoria en la piel se
desencuentra
con su vivo deseo. Sobrevive
al curso de la noche siendo
noche,
a este resucitar de las
palabras
siendo vida perdida
únicamente,
vértigo que se marcha o
sobreviene
como sombra buscando en cada
sílaba
su cuerpo: su
transformación. Fantasmas
que llegan sin ruido a
despertarnos.
Nos observan callados y se
van.
En lo que queda de la
madrugada
dejan un rastro desaparecido.
Claro en la noche
El ave que no encontró
consuelo vuela perdidamente
sin más razón que la
desobediencia.
Roza las hojas altas sin
posarse
cuando el silencio desenreda la
luz
para probar su transparencia
oscura.
El aire aguarda, donde el ramaje
está entreabierto,
hasta saber por qué la
claridad
no puede verse. Cómo desea
el silencio
de la luz escuchar
otra vez el silencio en las
palabras.
La interrupción comienza
siempre.
Ajena a todo nombre, el ave
pasa.
Amnesia in
litteris
Viento en los surcos ciegos
y resecos.
Sabe
algo más que quien oye
cómo se siembra azar
desnudo. Silba
para que no despierte
hasta que no se olvide
para siempre.
Sin luz
prometen también fruto
las semillas.
Trasluz
Ahora se va a ocultar
Ahora se va a ocultar
el sol. Cae la tarde
y su materia apura
los brillos más
inútiles
del arroyuelo.
El agua,
hacia el hayedo que la espera en
sombra,
va sin fin aprendiendo
a callar
al son desprevenido
de un silencio que no vuelve
-o sí. Tal vez
insiste sin saberlo en esa
ausencia
más acá de lo
visto,
de la voz
que transcurre con el paisaje,
del vuelo de los pájaros
altos,
ciegos por la esperanza
de existir.
Más nieve hacia la noche
blanca
Más nieve hacia la noche
blanca
arrasándose mientras vuela
en desorden.
La hierba que ahora nace se
sorprende
Porque aún no sabe si el
dolor es eso.
Aprender a esperar es aprender a
oír
lo que la nieve calla. Todo lo que
no espera
se acuerda de un momento no
elegido.
Lo no visible es lo que está
a la vista
donde falta la luz. La noche en las
palabras
va a su encuentro.
Trasluz
Trasluz. Sed que se borra
mientras se multiplica.
Las ramas o su antojo:
rumor de la materia
movida por el aire.
Forma que deja de serlo.
El
resplandor de furia que no se refleja
El resplandor de furia que no se
refleja.
Los secretos que no guardó
la piel.
La vergüenza que iba a ser un
regalo.
La fiesta en la frontera.
Más vino.
Sudor.
Plazos para buscar lugar de
origen.
(Estado
español, agosto 2000)
Por más señas
Resumen
1.
Más cierta que en un
sueño,
cautiva en su trasluz,
la fiesta
reconoce calor en la ruina
queriendo como nada
preguntarse:
razonar el dolor
hasta que entonces viera en los
árboles nuevos
perderse hasta crecer
lo que era mío.
2.
La ceguera del mundo
traída al mundo
que también existe.
Noche abierta.
Hay que empezar
a celebrar
la fiesta del miedo.
3.
No es mi sitio, la marca
es otra marca: no ya el
sentido,
su interrupción que da
tiempo y que da
razón del tiempo.
El agua
se salió del surco
y ahora así lo refleja.
Le ofrece protección
con su mensaje.
4.
Cruzar el aire en paz
por un momento.
Nieva de noche.
Ser la criatura
con la suerte de ver
llegar el frío.
Razón de más
En
más deuda
Miro sin contestar lo que me has
dado
y ahora es música ardiendo
por el aire.
Corte limpio: demora. Nada
menos
que esa ilusión: parece que
el paisaje
lo cuidaran los muertos, nuestros
muertos,
cuando sólo hay la luz para
entenderlo.
Animales en celo. Esa danza,
que precede a la niebla, no tiene
que
perdonarse. La luz ya se
prepara
para el sueño diurno.
Madrugada
de la consumación: la
verás resonar
en más deuda que amor, en
tierra clara.
Historia del daño
Las hojas transparentes,
las más embelesadas
me hacen daño.
Las cartas sobre la mesa
Lo que hay en el silencio
del que se hace memoria
es más mortal que tú.
Y ya es decir.
Guárdalo, cuídalo. Es
la llave invisible
con que los amos creen
aparecer.
No conocen ni aclaran
la obligación de
comprender.
El empedrado suda. El aire busca el
aire.
La nada no es certeza.
¿Qué, pues? Hay
también la
destrucción de las preguntas. En confianza: