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Antología poética de Antonio Méndez Rubio

Antonio Méndez Rubio






ArribaAbajoEl fin del mundo




ArribaAbajoMundo en mis ojos sueño


Mundo en mis ojos sueño
lentísimo que en mis ojos arraiga
palabra en soledad ninguna
desaparezco en él como si nada fuera
costa quieta arrecife caído
llanura de desasosiego frágil
mundo en mis ojos de ninguna parte




ArribaAbajoOctubre

Poder decir: todo menos la soledad existe. Y hacer de la distancia, de la raíz de la voz, un desafío brutal. Cómo miente la nieve en los cristales. La noche es amplia, ajena. Sin embargo, ahora sé que no puede sino estar conmigo. Otros cuerpos desnudos nos miran, abrasados por un humo constante. Su ausencia dura. Pájaros que agonizan de frío entre la ropa, por las baldosas en sombra de la habitación, las palabras la buscan, acaso. Fingen esta muerte tranquila que discurre, silenciosa, por nosotros, más hábil y más cierta que nosotros.






ArribaAbajoÁrboles de dolor alumbras


Árboles de dolor alumbras
madrugadas sin término
viviendo en la memoria
de este pulso desierto

un absurdo timón
hecho de barro




ArribaAbajoCon un temblor apenas perceptible


Con un temblor apenas perceptible
en las alas inquietas
hay pájaros pequeños, dibujados
sobre el cable impasible de la luz.
No saben qué, pero esperan.
Tranquilos, de improviso
se lanzan al vacío,
signos de la nada descienden,
dan un giro y se elevan
el uno desde el otro.
La tarde los olvida.
No volverán ya más
adonde estaban.






ArribaAbajoUn lugar que no existe




ArribaAbajoAtardecer con pájaros


AbajoGorriones en bandada me sorprenden
avanzando despiertos por el cielo
Raso. Rozando, mínimas, las alas
con el frío persistente de la tarde.
No su perseverancia; no la luz
que invisible termina en torno a ellos;
no su capricho, no el dolor pequeño
que sostiene, quizás, su vuelo bajo
haciéndolo imposible a las palabras.
No el temblor encendido de sus cuerpos
abriéndose al futuro, desterrados.
Miro el aire en silencio que los une.






ArribaAbajoNoche


A las Madres de Plaza de Mayo



ArribaAbajoLa memoria en la piel se desencuentra
con su vivo deseo. Sobrevive
al curso de la noche siendo noche,
a este resucitar de las palabras
siendo vida perdida únicamente,
vértigo que se marcha o sobreviene
como sombra buscando en cada sílaba
su cuerpo: su transformación. Fantasmas
que llegan sin ruido a despertarnos.
Nos observan callados y se van.
En lo que queda de la madrugada
dejan un rastro desaparecido.






ArribaAbajoClaro en la noche


ArribaAbajoEl ave que no encontró consuelo vuela perdidamente
sin más razón que la desobediencia.

Roza las hojas altas sin posarse
cuando el silencio desenreda la luz
para probar su transparencia oscura.

El aire aguarda, donde el ramaje está entreabierto,
hasta saber por qué la claridad
no puede verse. Cómo desea el silencio
de la luz escuchar
otra vez el silencio en las palabras.

La interrupción comienza siempre.
Ajena a todo nombre, el ave pasa.






ArribaAbajoAmnesia in litteris


ArribaAbajoViento en los surcos ciegos
y resecos.
Sabe
algo más que quien oye
cómo se siembra azar
desnudo. Silba
para que no despierte
hasta que no se olvide
para siempre.
Sin luz
prometen también fruto
las semillas.






ArribaAbajoTrasluz




ArribaAbajoAhora se va a ocultar


Ahora se va a ocultar
el sol. Cae la tarde
y su materia apura
los brillos más inútiles
del arroyuelo.
El agua,
hacia el hayedo que la espera en sombra,
va sin fin aprendiendo
a callar
al son desprevenido
de un silencio que no vuelve
-o sí. Tal vez
insiste sin saberlo en esa ausencia
más acá de lo visto,
de la voz
que transcurre con el paisaje,
del vuelo de los pájaros altos,
ciegos por la esperanza
de existir.






ArribaAbajoMás nieve hacia la noche blanca


Más nieve hacia la noche blanca
arrasándose mientras vuela en desorden.

La hierba que ahora nace se sorprende
Porque aún no sabe si el dolor es eso.
Aprender a esperar es aprender a oír
lo que la nieve calla. Todo lo que no espera
se acuerda de un momento no elegido.

Lo no visible es lo que está a la vista
donde falta la luz. La noche en las palabras
va a su encuentro.






ArribaAbajoTrasluz


Trasluz. Sed que se borra
mientras se multiplica.

Las ramas o su antojo:
rumor de la materia
movida por el aire.

Forma que deja de serlo.






ArribaAbajoEl resplandor de furia que no se refleja


El resplandor de furia que no se refleja.
Los secretos que no guardó la piel.
La vergüenza que iba a ser un regalo.
La fiesta en la frontera.
Más vino.
Sudor.
Plazos para buscar lugar de origen.

(Estado español, agosto 2000)






ArribaAbajoPor más señas




ArribaAbajoResumen



1.

ArribaAbajoMás cierta que en un sueño,
cautiva en su trasluz,
la fiesta
reconoce calor en la ruina
queriendo como nada
preguntarse:
razonar el dolor
hasta que entonces viera en los árboles nuevos
perderse hasta crecer
lo que era mío.


2.

ArribaAbajoLa ceguera del mundo
traída al mundo
que también existe.

Noche abierta.

Hay que empezar
a celebrar
la fiesta del miedo.


3.

No es mi sitio, la marca
es otra marca: no ya el sentido,
su interrupción que da
tiempo y que da
razón del tiempo.
El agua
se salió del surco
y ahora así lo refleja.
Le ofrece protección
con su mensaje.


4.

Cruzar el aire en paz
por un momento.

Nieva de noche.

Ser la criatura
con la suerte de ver
llegar el frío.






ArribaAbajoRazón de más




ArribaAbajoEn más deuda


ArribaAbajoMiro sin contestar lo que me has dado
y ahora es música ardiendo por el aire.
Corte limpio: demora. Nada menos
que esa ilusión: parece que el paisaje
lo cuidaran los muertos, nuestros muertos,
cuando sólo hay la luz para entenderlo.
Animales en celo. Esa danza,
que precede a la niebla, no tiene que
perdonarse. La luz ya se prepara
para el sueño diurno. Madrugada
de la consumación: la verás resonar
en más deuda que amor, en tierra clara.






ArribaAbajoHistoria del daño


ArribaAbajoLas hojas transparentes,
las más embelesadas
me hacen daño.






ArribaAbajoLas cartas sobre la mesa


ArribaAbajoLo que hay en el silencio
del que se hace memoria
es más mortal que tú. Y ya es decir.
Guárdalo, cuídalo. Es la llave invisible
con que los amos creen aparecer.
No conocen ni aclaran
la obligación de comprender.
El empedrado suda. El aire busca el aire.
La nada no es certeza. ¿Qué, pues? Hay
también la destrucción de las preguntas. En confianza:
tú los oyes, los miras.

Pero ni eso les sirve, nos sirve, de consuelo...






ArribaLo vivido, no lo hecho (3)


ArribaNi toda la humildad, precisamente.
¿Ves el desconcierto del mundo? ¿Puedes
realmente verlo, no por ti, no por nadie, cómo
se acuerda de cualquier imagen
sea o no sea imprevista? Se apodera de lo
que te ha hecho estar aquí.
Huella de la canción, memoria cierta,
voz. Y luego hay que servir.
Mira una sola cosa: ha empezado a llover,
hay pájaros que van, lo que vas a aprender
no son palabras.







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