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ArribaAbajo Acerca de los fenómenos lingüísticos de retención o arcaicos caracterizadores del habla salteña

Susana Martorell de Laconi


Sr. Presidente de la Academia Argentina de Letras, Dr. Pedro Luis Barcia; Sr. Rector de la Universidad Católica de Salta, Dr. Patricio Colombo Murúa; señores académicos aquí presentes, colegas docentes, amigos, señoras y señores:

Agradezco las palabras de recepción pronunciadas por mi colega y amigo el Dr. César Eduardo Quiroga Salcedo, miembro correspondiente en San Juan, gran investigador y docente, que agrandaron y magnificaron mi labor también como docente e investigadora. Muchas gracias.

Antes que nada, quiero decir que me siento muy honrada de pertenecer al grupo de salteños que integraron y otros que aún integran esta institución, tal vez, la más importante entre las rectoras de la cultura argentina, la Academia Argentina de Letras, una de las veintidós integrantes de la Asociación de Academias de la Lengua Española, encabezada por la Real Academia Española.

No puedo dejar de recordar, porque me enorgullece profundamente, que tres de los académicos fundadores de aquella, en septiembre de 1931, fueron los salteños Joaquín Castellanos, Juan Carlos Dávalos y Carlos Ibarguren, quien fue presidente de la institución desde 1935 hasta 1956, cuando fallece. Los tres, figuras señeras de la cultura argentina, ya que trascendieron los límites de la provincia. Grandes escritores los dos primeros, uno de los cuales, Juan Carlos Dávalos, es cabeza del movimiento literario regionalista que se inicia en el NOA. Éste pasó a académico correspondiente en 1938 al volver a residir en Salta.

Debido a esta condición de los académicos de número, que por el art. 8.º del estatuto de la Academia de Letras deben tener su residencia en Buenos Aires, es que transcurrieron sesenta años para que otro salteño, don José Luis Clemente, conocido desde las primeras épocas   —98→   de Borges, hasta la actualidad, como gran ensayista, ocupe el Sillón Martín Coronado, como miembro de número desde 1993.

Como miembro correspondiente, en 1966 ingresa el Dr. Roberto García Pinto. Su figura como profesor y ensayista es para mí muy importante, puesto que fue mi profesor de Literatura en el profesorado, quien nos hizo amar las letras y a nuestros autores vernáculos en amenas clases, donde se mezclaban lo teórico con lo anecdótico. Gran parte de su labor se desarrolló en los Estados Unidos. En 1994 tuve el honor de reseñar su trayectoria como representante de la Universidad Católica -a cuyos claustros él perteneció-, en la sesión académica N.º 986 que esta institución realizó en Salta el 12 de mayo de 1994, cuando yo aún no soñaba con estar pronunciando mi discurso de ingreso a ella, nueve años después.

En 1988 ingresó el poeta y ensayista Raúl Aráoz Anzoátegui, hoy la figura más representativa, en todo sentido, de las letras y la cultura salteñas. Ha cumplido recientemente, sus gloriosos ochenta años, sesenta, por lo menos, dedicados a componer sentidas poesías, acertadas y honestas críticas literarias, sesudos ensayos. Perteneció al grupo regional La Carpa, de los jóvenes poetas innovadores que se abren al mundo en general, siendo él con otros, algunos ya fallecidos, cabezas de una vertiente poética -telúrica- que dejó un poco la veta folclórica. Su obra trasciende los límites, no solo de Salta, sino también, de la Argentina hacia el mundo en general. Su figura es muy querida aquí por su bondad, generosidad y honestidad en general, además de la del creador brillante que fue y es en los ámbitos de la poesía.

El último en ingresar, en 1996, salteño por adopción, nativo de la casi gemela y querida provincia de Jujuy, es el eximio poeta y narrador Carlos Hugo Aparicio.

Debido a la importancia que en el campo de la cultura tienen o han tenido todo este grupo de salteños ilustres, a los que me he referido, es que me siento muy honrada de unirme a ellos, todos creadores, todos hacedores de ficción, yo, un ratón de biblioteca, que hunde su ser en la realidad de las cosas, amante de la cultura mixta de esta tierra que cobijó también a mis ancestros, inmigrantes todos que consagraron y pasaron sus vidas en ella, y me dejaron como herencia su cariño por este país, patria adoptiva y definitiva de todos, fascinante región poblada con los fantasmas de sus dueños primitivos, de sus   —99→   invasores, de sus colonos y de sus vecinos. Región dueña de un sincretismo de culturas que se refleja en sus hablas, además de su dejo arcaizante.

Todas estas voces surgen en el lenguaje como medio no sólo de comunicación, sino también de expresión, de representación de esos sueños que se hacen realidad, que se plasman en esta facultad privativa del hombre que es el lenguaje.

Movida por la curiosidad de analizar la sustancia y la forma del signo lingüístico, tanto en el plano de la expresión como en el del contenido, es que dediqué mi vida al estudio de las distintas disciplinas que se ocupan de hacerlo. Abandoné mi primer amor en las letras: la literatura, que quedó para mí como casi única fuente de regocijo y esparcimiento -aunque a veces me atrevo al ensayo y a la crítica- para sumergirme en la Gramática fascinante, tanto la sincrónica como la histórica, en la Fonética y la Fonología, en la Lexicología y la Lexicografía, en las nuevas corrientes lingüísticas y gramaticales, para culminar con la Sociolingüística, sincretizadora de todas las otras en el plano del habla.

Después de mucho pensar, me he decidido a exponer en este discurso un tema perteneciente a la Lingüística: retenciones o arcaísmos en el habla de Salta. Estos fenómenos fueron investigados con metodología sociolingüística, aunque aquí obviaremos los datos estadísticos, dado el carácter de discurso que tiene la presente disertación. Todos ellos tienen un índice mayor de 0,6, necesario para que el fenómeno se considere vigente en el habla.

Uso aquí el concepto de arcaísmo como retenciones en el habla de fenómenos lingüísticos presentes hasta hoy en el español traído de la Península a las tierras americanas, en este caso a la región NOA, a la que pertenece Salta, aunque desaparecidos en la mayoría de las hablas hispánicas.

En el español de Salta, que se muestra arcaizante a la vez que moderno y con rasgos debidos a la influencia aborigen, aparecen muchos fenómenos lingüísticos pertenecientes a los siglos XV y XVI que le dan un sabor peculiar. Estos conciernen a las áreas gramaticales y léxico-semánticas. Los fenómenos más evidentes son los de las dos últimas áreas de la lengua y también, los más estudiados; los primeros son los más caracterizadores y los menos investigados. Es decir, los morfológicos, sintácticos y morfosintácticos.

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El carácter en parte arcaizante del español hablado en Salta puede ser explicado dentro de las teorías sobre el origen del español hispanoamericano, que sintetizaremos más adelante.

Son interesantes las opiniones que sobre este tema (el del arcaísmo) han dado algunos lingüistas en estas cuestiones. Juan M. Lope Blanch, en «El supuesto arcaísmo del español americano» (1962), rechaza como demasiado generalizadora la opinión de otros investigadores que consideran como arcaizante en general al español de América. Se expresa de esta manera:

[...] ¿En qué puede por consiguiente basarse la opinión de que el español americano sea esencialmente arcaizante y conservador? ¿Qué pruebas se aducen para ello?


Llega a la conclusión siguiente, después de una elocuente argumentación en que echa por tierra fundamentalmente las opiniones de Zamora Vicente (1967)20, sobre este peculiar carácter del español americano. Se expresa así:

[...] Podrá calificarse de arcaizante o conservadora una norma particular que haya mantenido en uso un elevado número de formas olvidadas por todas o por la gran mayoría de las hablas hispánicas en especial, si entre estas se hallan las de mayor prestigio.


Opinión ésta a la que me adhiero, fundamentalmente si hacemos la comparación de la norma culta salteña con la del español bonaerense y el del litoral en general, en la Argentina, observaremos la retención en aquella de dichas formas olvidadas en éstas, que son más prestigiadas.

Don Ramón Menéndez Pidal21, quien, en la última época de su vida, se ocupó del español hispanoamericano en «Sevilla frente a Madrid» (1962), dice:

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[...] El habla de América se divide en variedades conservadoras e innovadoras que vienen a complicar el panorama lingüístico del español en Ultramar [...].


El ya nombrado Dr. Lope Blanch (1962)22 dice:

Conviene establecer una distinción entre los conceptos de arcaísmo y de conservatismo. Aunque muy próximos y tal vez interdependientes en la mayoría de las ocasiones podría darse no obstante ello: el caso de un sistema lingüístico particular que hubiera mantenido un buen número de arcaísmos -con relación a otras modalidades de la misma lengua- pero que hubiera realizado a la vez, un buen número de innovaciones originales. Acaso no sea rara esta situación en algunas hablas americanas.


Podemos pensar que el habla de Salta y la del NOA en general se ubica en este último caso. Muchos de los fenómenos que caracterizan el habla de Salta no son usados en otros lugares de habla hispánica, mientras que en Salta están en el habla normal estándar y, además, observamos en ella innovaciones provenientes de la metrópoli. Nuestra metodología con la técnica de la contrastación mira en estas cuestiones más a la norma de Buenos Aires y su zona de influencia, que a la de la Península, debido a que, en realidad, en estos usos antiguos, a veces, coincide más con hablas peninsulares, incluida la estándar de Madrid (por ejemplo, el pretérito perfecto compuesto). Como dice J. M. Lope Blanch, en «El supuesto...»:

[...] existen otras muchas áreas más importantes, fuertemente innovadoras, como puede ser la porteña, la mexicana o la chilena.


La capital de cualquier país, por su papel preponderante, es sin duda, un área innovadora, con mayor razón Buenos Aires por su cosmopolitismo.

Encontramos razones históricas que avalan la denominación de arcaizante dada al español de Salta. En tiempos iniciales de la Colonia, al pertenecer a la Gobernación del Tucumán -la primitiva «patria   —102→   vieja»- y ser Salta su capital durante bastante tiempo, recibió toda la influencia del Alto Perú y del Virreinato del Perú en general, incluyendo la léxica fundamentalmente de origen quichua. Pero al ser Buenos Aires «puerto abierto» al contrabando, si bien favorecía los viajes de metales desde Potosí pasando por Salta hasta el puerto de Buenos Aires, también mermaban las travesías de las mercancías provenientes de Europa, que debían pasar por esta ruta desde el puerto de Lima, habilitado por la Corona; pero lo hacían ilegalmente por Buenos Aires, a menor costo. Esta situación de contacto con el Perú en las primeras épocas de la Colonia facilitó el afianzamiento de usos lingüísticos propios de la época clásica y los de la coiné primitiva. Al crearse la «aduana seca de Córdoba» en 1622, y establecerse la Colonia del Sacramento, en 1680, fundada por los portugueses cerca de Buenos Aires, toda la región del actual NOA, incluida Salta, se marginó del movimiento comercial y quedó convertida en área lateral o «marginal» desde el punto de vista económico. Esta situación permitió que se conservasen fenómenos del habla que ya habían desaparecido de las áreas centrales de la Colonia (virreinatos y capitanías) por el permanente movimiento de peninsulares que traían las innovaciones.

Ya en el siglo XVIII, al crearse el Virreinato del Río de la Plata, quedó el NOA convertido en un área «reliquia», adonde no llegarían las innovaciones lingüísticas irradiadas desde las zonas centrales o metropolitanas.

Esta región23 declinó definitivamente su importancia al crearse, en 1776, el Virreinato del Río de la Plata, por todo lo que económica y políticamente ello significó, fundamentalmente, el comercio con España, que se realizaría con Buenos Aires con salidas y entradas por el Río de la Plata y el mar; no por el Alto Perú, con paso obligado por la Gobernación del Tucumán.

Estas causas económicas y políticas aislaron la región del Tucumán -la antigua provincia del Tucumán- coincidente, geográficamente, con el NOA actual, más Córdoba, y la convirtieron lingüísticamente en una zona «reliquia » -como dije-, usando denominaciones propias de   —103→   la geografía lingüística, que se corresponden con el histórico de la «patria vieja», o «el espíritu de campanario» de Saussure (salvadas las diferentes categorías de conceptos).

Esta es, en general, una zona que conservó rasgos propios del español que trajeron los conquistadores a fines del siglo XV a América: hacia la década del treinta, al Perú (Pizarro), y a mediados del XVI, al territorio de la actual Argentina (Diego de Rojas). Aquellos no aparecen hoy en el español peninsular, ni tampoco en otras zonas del país -salvo dialectalmente-, y en estos lugares son arcaísmos.

Los conquistadores eran españoles con largo tiempo de permanencia en Indias, específicamente Panamá, Las Antillas y el Perú, acompañados por criollos e indios quichuahablantes. De manera que, junto con el español hablado por los soldados españoles y criollos, venía el quichua cuzqueño de los indios guerreros y de los yanaconas, indios esclavos o «amigos», como algunos interpretan.

Por este motivo también pueden ser considerados usos antiguos, o retenciones, los fenómenos de contacto con el quichua que aún se observan, por haberse producido también en la época primera de la Colonia. Tema éste que aquí no trataré.

El español que traían los conquistadores, sin importar que algunos fueran originarios de España, era una coiné de origen andaluz fundamentalmente, que se había formado en «las islas» (región insular del Caribe y también Panamá) de donde salieron casi todos los integrantes de la corriente colonizadora del norte. En nuestro caso, venían del Virreinato del Perú, salvo en la fundación de Santiago del Estero, que provenían de Chile.

En el español del NOA, se observa la persistencia actual de fenómenos de la coiné primitiva. El proceso de estandarización en esta región en convergencia con Buenos Aires, no con la Península, se da en el siglo XIX, fundamentalmente, por el centralismo político y cultural porteño. Según N. Donni de Mirande24 (1992), el proceso de convergencia nombrado lleva a la aparición del yeísmo, del voseo verbal monoptongado, y de otros fenómenos, conclusiones que yo también comparto ampliamente.

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Mi opinión sobre el tema es la siguiente: algunos rasgos del español hablado en Salta son coincidentes con los del español, llamado por don Rafael Lapesa (1982)25 «preclásico», período de cincuenta años, aproximadamente (1485-1525).

Los fenómenos fonéticos de retención que existen en el español salteño son: a) la aspiración de (-s) implosiva interior y deleción [Ø] de ésta cuando es final, fenómeno similar al de la coiné de base andaluza que se mantendría en Salta por la estandarización tardía; b) la deleción de [d] en las terminaciones -ado -ido con alófonos finales [o] [u] y cierre de vocales finales /e/, /o/ en [i] [u] en general, fenómeno de influencia quichua, por la misma razón de área reliquia.

Los fenómenos semejantes desaparecieron con la estandarización en las zonas litoraleñas y rioplatenses argentinas en las que la /-s/ permanece, cuando es final, y se aspira delante de consonante sorda, cuando es interior, y se mantiene la /d/ de los sufijos -ado, -ido.

Éstos, aquí enunciados, son los fenómenos establecidos por los lingüistas estudiosos de los orígenes del español en América. Con excepción del voseo, todos son de carácter fonético-fonológico. Sin embargo, existen en el NOA fenómenos pertenecientes a las áreas morfosintáctica y sintáctica, que son considerados por mí como «arcaicos», o bien «antiguos», de retención, por pertenecer al período llamado por Lapesa del «español preclásico» unos, y otros al siglo XVI completo español o comienzos del XVII, es decir, del «español clásico», según la división del español establecida por el filólogo nombrado.

Estos fenómenos fonéticos que se mantienen en Salta y en la región NOA, en general, pertenecen a la coiné primitiva traída por los conquistadores. En general, con la estandarización primera desaparecieron de las zonas virreinales, pero se mantuvieron en zonas marginales, como fue el NOA y otras regiones hispanoamericanas.

No me detendré más en ellos, porque no son, en realidad, caracterizadores del habla de Salta y del NOA en general, por no ser privativos de ella; aunque sí, se observa la diferencia con el área de la capital (Bs. As.) y su zona de influencia, cuando se procede a la contrastación de rasgos.

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Tampoco me detendré en el área léxica, que es la más evidente, aunque haya en vigencia gran cantidad de vocablos caídos en desuso en otros lugares de habla hispánica, como: almorzar (comer al medio día), bosta (estiércol), chiquero (lugar sucio, pocilga), frazada (manta), hendija (rendija), pollera (falda), puntada (dolor intenso), sancochar (cocer a medias), tardecita (atardecer), etc. En realidad, los quichuismos léxicos, de los que he encontrado más de doscientos cincuenta en mis investigaciones, colorean el habla culta salteña, más que los arcaísmos, también léxicos.

Insisto en que los fenómenos arcaicos más caracterizadores del habla de Salta pertenecen a las áreas morfológicas, sintácticas y morfosintácticas.

Los fenómenos morfológicos son:

a) Apócope de los adjetivos ordinales primero y tercero delante del sustantivo.

Cada vez con mayor frecuencia, se encuentran en el habla expresiones como las siguientes: primer alumna, tercer página, etc., en todos los niveles de ésta en Salta.

La explicación, tal vez, debamos encontrarla en el fenómeno fonético esporádico de la analogía con el adjetivo masculino que sí, se apocopa. Y, cuando se trata de sustantivos con «a» tónica inicial, la analogía se produce con el artículo: el águila (f), tercer (por tercera) águila.

Este fenómeno fue tratado por Keniston (1937) y Charles Kany (1976). El primero observa que durante el siglo XVI estas formas apocopadas aparecen ocasionalmente delante de los sustantivos femeninos, en tanto que el segundo afirma que en la literatura del siglo XVII la frecuencia es mayor: la primer fuente, la primer cosa (Calderón, Casa con dos puertas I, ápud Kany).

En realidad, durante el Siglo de Oro, según Keniston, podía producirse o no, la apócope, tanto en el género masculino como en el femenino: «primer rey y primero rey»; «primer vez y primera vez».

De acuerdo con lo expuesto, este fenómeno debe ser considerado un uso antiguo conservado más en América que en España y que se mantiene en Salta.

b) Uso del diminutivo illo-a.

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En Salta se observan palabras con el sufijo derivativo illo-a en la formación del diminutivo de ciertos sustantivos.

Así:

bolilla(por bolita)
platillo(por platito)
cucharilla(por cucharita)
gomilla(por gomita)
empanadilla(por empanadita dulce)
cuadernillo(por cuadernito)

Es verdad que este sufijo derivativo no está en actividad en la actualidad, sino que entró con los conquistadores, participó en la formación de diminutivos de sustantivos y quedó para algunos de ellos.

En algunos casos, dichos diminutivos han sufrido cambios semánticos, como se observa en algunos de los mencionados y en los siguientes:

chinitilla(despectivo)
tortilla(tipo de pan)
palillo(por escarbadientes)
locrillo(maíz pelado fragmentado)
mantequilla(por manteca)
papilla(por puré para los niños)

Lo encontramos formando parte de topónimos: Higuerillas, Cerrillos, La Punilla, Saladillo, La Lagunilla, Chorrillitos.

Este uso debe ser considerado arcaizante, en cuanto a que sólo aparece en la actualidad en escasos lugares. Se presenta en épocas del castellano medieval, y llegó a ser el preferido durante el Siglo de Oro, lo siguió -ito en frecuencia. Éste llega con el tiempo a anular a aquél.

En el siglo XIV, el Arcipreste de Hita, hace frecuente uso de él:


¡Ay Dios! ¡Quán fermosa viene Doña Endrina por la plaça!
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandança! [...]


(A. de Hita, Libro de Buen Amor).                


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Los fenómenos sintácticos son:

a) Artículo delante de nombres propios, especialmente femeninos.

En el habla de Salta, se observa este fenómeno en todos los niveles sociales, aun en el culto. Recalco esta situación porque la normativa academicista rechaza este uso, muy pronunciado en otras regiones hispanohablantes, como Madrid. Según Charles Kany (1945), se reduce a los nombres femeninos; sin embargo, en Salta se observa también con los masculinos: el Adolfo, el Juan, etc.

Este uso debe ser considerado arcaico o antiguo -según nuestra posición-, porque fue usado por los escritores del Siglo de Oro y aparece en la poesía romanceril. Santa Teresa hace uso del artículo ante nombre propio, como exponente del «escribo como hablo», de Juan de Valdés. Se puede suponer que el habla de Castilla del siglo XVI haría uso de esta forma que trasciende a la «escrituridad» de la santa de Ávila.

Ejemplos extraídos de Obras Completas de Santa Teresa de Jesús. Madrid: Aguilar, 1979:

[...] También se le ha muerto otro niño; trae tres y la Teresita [...].


Carta: LXXVIII, p. 824.                


[...] Sepa Ud. que me han dicho, y es así, que el Tostado ha enviado un correo aquí al provincial con carta y él quiere enviar allí un fraile.


Carta: CXX, p. 888.                


Había una práctica con los nombres árabes (el Cid), con los vocativos («Digas tú, el marinero», romance), delante de «don» («el don Diego», Quevedo, 1927). Como dice Charles Kany:

[...] Los colonizadores debieron llevar esta práctica a América donde ha sobrevivido en el habla coloquial y rústica de numerosas regiones mucho más vigorosamente que en España [...].


Agregaremos -por nuestra cuenta- que este fenómeno está vivo en el habla «culta» de Salta.

b) Pronombre personal enclítico con el auxiliar de la frase verbal.

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El problema de los clíticos, en general, es muy importante también, dentro del contacto con el quichua. Aquí haremos hincapié solamente en un fenómeno que creemos antiguo por aparecer en el Poema de Mio Cid. En el habla corriente, escuchamos expresiones como las siguientes:

Creemos que vamos a
poderlo hacer
(por: poder hacerlo).
Ite yendo
(3.ª gen. fem.)
(por: í yéndote)
[«i»] 2.ª pers. plural del imperativo
con deleción de /d/ usada para
la 2.ª pers. singular
Pienso poderlo partir
(2.ª gen. masc.)
(por: partirlo)
Tengo que irte a ver
(3.ª gen. fem.)
(por: ir a verte)
Estoy empezándolo a entender
(1.ª gen. masc.)
(por: empezando a entenderlo)
Voy a volverlo a poner en su lugar
(1.ª gen. fem.)
(por: volver a ponerlo)
En caso de poderlo presentar
(3.º gen. fem.)
(por: poder presentarlo)
Voy a tenerlo que hacer
(2.ª gen. masc.)
(por: tener que hacerlo)


(Son ejemplos extraídos de nuestras grabaciones).                


Se trata de la colocación del pronombre clítico como enclítico, detrás del primer elemento de la frase verbal en lugar del segundo que tiene la carga significativa. Esto era muy común en el castellano arcaico, que colocaba el pronombre entre el auxiliar y el verbo principal (un verboide), dificultando la formación de los tiempos verbales modernos sintéticos (futuro, condicional). Así observamos en el Poema de Mio Cid:

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[...] si yo vibo, doblar vos he la soldada


(p. 109, v. 80)                


[...] Saliálos recebir con esta su mesnada


(p. 132, v. 487)                


[...] vayámoslos ferir en aquel día de cras


(p. 143, v. 676)                


c) Uso del pronombre acusativo lo etimológico por le dativo.

En Salta y en el NOA en general, hay distintos casos de loísmo. El que aquí se trata es uno de ellos, que -creo- debe ser considerado antiguo o arcaico.

Según Charles Kany (1976), el verbo hablar en la lengua antigua, podía tomar un objeto directo, como en la actualidad ocurre en el NOA y en Salta, en particular.

Fue hasta la casa para hablarlo a Juan.


Puede observarse también en el habla del NOA, la presencia de un lo neutralizador en el nivel vulgar de habla, que se produce por contacto con el quichua, el que no debe ser confundido con este uso.

d) Uso de la forma en -ra del pretérito imperfecto de subjuntivo, por el pluscuamperfecto del modo indicativo.

En el español hablado en Salta, se observa este uso: el pretérito imperfecto en -ra del modo subjuntivo por el pretérito pluscuamperfecto del indicativo, además de otros usos de éste.

Este valor de pretérito pluscuamperfecto de indicativo tuvo la forma en -ra en latín, antes de pasar al imperfecto de subjuntivo en el romance español, y como tal, se usó en el castellano medieval y continuaba en el siglo XV, en el que significaba también, el imperfecto de subjuntivo. El primitivo significado gramatical fue perdiéndolo en favor del subjuntivo hasta que -según Charles Kany- los escritores románticos lo reavivaron.

Escuchamos en Salta: No olvidó lo que le diera (por lo que le había dado).

La niña que amara en su infancia(por había amado)

En el Poema de Mio Cid, leemos:

[...] por miedo del Rey Alfons, que assí lo pararan («pararan»: habían dispuesto).


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e) Uso del verbo haber (impersonal) en plural concordando con su objeto.

De acuerdo con la normativa academicista, el verbo haber no usado como auxiliar es impersonal y debe ir en singular, como tal. Sin embargo, suele encontrárselo en plural en el habla, en regiones hispanohablantes de América y aun de España.

Hubieron grandes inundaciones.


Esta construcción es muy común en el habla de Salta y suele encontrarse en los discursos de los políticos, y también en el habla de otras personas cultas que caen en ella, tal vez, por hipercorrección.

Puede ser considerada un uso arcaico, ya que aparece en la antigüedad. Así, un ejemplo de Pérez de Guzmán (1450, ápud Charles Kany, 1973):

Algunos ovieron que quisieron difamar al rey de Navarra


(Generaciones y Semblanzas, p. 144).                


f) Queísmo - dequeísmo.

Este fenómeno, el dequeísmo, así llamado por Rabanales en Chile26, puede ser considerado arcaísmo, porque apareció esporádicamente en el español de los siglos XVI y XVII para reaparecer en el siglo XIX, hasta llegar al actual, como un uso muy difundido en extensas zonas de América -entre las que se encuentra la Argentina- específicamente Salta, y en regiones de España; pero no, en todas ellas; ni es aceptado como normal (correcto) por la normativa academicista. No goza de prestigio en nuestro país.

Junto con el dequeísmo mencionaré el llamado -también por Rabanales- queísmo, debido a que se relacionan, en cuanto ambos fenómenos se producen por un particular uso o des(uso) de la preposición de. Ambos fenómenos se yerguen como variables lingüísticas diferentes entre sí.

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El fenómeno queísmo entra en la común supresión de la preposición de, que se enmarca en la caída normal de todas las preposiciones en español, no solamente delante del que relativo, y también del integrante de modos adverbiales y conjuntivos. En cambio, el dequeísmo legisla solamente dentro de un fenómeno no general a todas las preposiciones, sino solamente respecto de de: su uso redundante.

El queísmo no es un arcaísmo, sino un uso normal, que se continúa desde la antigüedad hasta ahora; uso considerado correcto, hasta que la normativa moderna de la lengua lo descalifica y pasa a ser falsamente un -ismo. Si atendemos al uso -aun el culto- no debe ser considerado esto último; en cambio el dequeísmo, sí es un -ismo, y también puede ser considerado como un arcaísmo, o un uso antiguo que reaparece modernamente.

Todos los lingüistas que tratan uno de estos fenómenos lo relacionan con el otro, hasta el punto de llegar a enfrentarlos. Esto es incorrecto. No son fenómenos enfrentados, sino diferentes, cuya relación gramatical es la preposición de, que aparece inadecuadamente en uno (dequeísmo) y desaparece por mecánica del uso en el otro (queísmo).

Evidentemente, la relación gramatical está dada porque el índice gramatical de aparece o desaparece delante del que transpositor de proposiciones subordinadas o transpuestas sustantivas. En el caso del dequeísmo, delante de completivas adnominales, suplementarias y aditamentarias (según denominación de Alarcos Llorach27 y Ofelia Kovacci28).

Ejemplos de dequeísmo extraídos del habla actual de Salta:

Juan afirma «de» que no era así el resultado.
prop. sub. sust. objetiva

Me parece muy bien «de» que regreses temprano.
prop. sub. sust. subjetiva

Mi ilusión es «de» que se case mi hija.
prop. sub. sust. atrib.


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Ejemplos de queísmo del habla de Salta:

Existen indicios que subirá la bolsa.
prop. sub. sust. adnominal

Estoy seguro que me equivoqué.
prop. sub. sust. adnominal

Me enteré que había muerto.
prop. sub, sust. c. circunst. (o suplementaria)


Desde los comienzos del castellano literario, desde el Poema de Mio Cid, se observa la falta de la preposición de.

miedo iva aviendo que Mio Cid se repintrá


(v. 1079)                


A fines del siglo XV, aparece un ejemplo de introducción anormal de de en el Lazarillo de Tormes (dequeísmo). Es el único caso en toda la obra, donde sí aparece la supresión de de (queísmo actualmente) como era normal en la época.

[...] que yo holgava y auía por bien de que ella entrasse y saliesse de noche y de día.


(La vida de Lazarillo de Tormes, p. 239).                


Durante el siglo XVI, comienza a aparecer de en su uso normal (de que constitutivo). Así en Santa Teresa y en Juan de Valdés.

No me acuerdo de qué cosa queréis decir [...]. No os acordéis que os dije


(VALDÉS, JUAN DE. Diálogo de la lengua).                


Posteriormente, durante el siglo XVII va generalizándose el uso preposicional, lo que hace que se produzcan confusiones, y aparezca un caso de dequeísmo en Cervantes (Rinconete y Cortadillo).

[...] respondió que el oficio era descansado y de que no se pagaban alcabalas


(CERVANTES. Rinconete y Cortadillo). Uso normal y dequeísmo.                


El uso normal de de constitutivo podemos observarlo en Lope de Vega (La Dorotea), en Cervantes (el Quijote), Gracián (El Criticón), Quevedo (El Buscón) y algún otro.

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[...] Advertir a los otros de que tiraban aceite [...].


(LOPE DE VEGA. Dorotea).                


No dudaba de que se iba derecho al cielo


(SANTA TERESA DE JESÚS. Vida).                


Yo tengo determinado de que por mí


(CERVANTES. el Quijote).                


Durante cuatro siglos, aparece en España la alternancia entre de constitutivo y sin de.

En el siglo XVI en América, en Méjico (según Company y Bogard29, 1986), continúa la no introducción del índice funcional de. Se observa en Bernal Díaz del Castillo (Historia Verdadera..., 1568), en Hernán Cortés (Segunda Carta), o en Sigüenza y Góngora (Infortunios de Alonso Ramírez). En Gómez de Cervantes, aparece ya el de constitutivo a fines del siglo. Durante los siglos siguientes, se da la alternancia, igual que en España, entre el uso «normal» de de, y supresión de éste, y se da la alternancia en el habla. Méjico sigue con más fidelidad, como primer virreinato (Nueva España), el uso de la Península.

En la Argentina, dos estudiosas se ocupan históricamente de este tema. Nélida Donni de Mirande30 (1990) halló predominio de que en las Actas del Cabildo de los siglos XVI y XVII hechas por escribanos de origen castellano. Elena Rojas31 (1985) los encuentra desde principios del siglo XVII (pp. 203-210 y otras). En el período que establece de 1780 a 1899, advierte ausencia de la preposición en los casos en que tendría canónicamente, que llevarla (p. 303).

Durante el siglo XIX, resurge el uso de de redundante delante de que, mientras continúa la pérdida de dicha preposición, cuando es necesaria.

En Buenos Aires, M. Beatriz Fontanella de Weinberg32 (1987, p. 121) trata en su obra de ambos fenómenos en el siglo XIX.   —114→   Advierte que ambas fórmulas: que y de que alternaban como encabezadores de subordinadas y sobre la caída de dicha preposición delante del que subordinante de adnominales (queísmo). Ej.:

Yo sería de la opinión que [...].


(Tomás de Anchorena, 1812).                


En cambio hay dequeísmo en poemas populares:

Lo cierto es de que los matan


(recogida por Fontanella de Weinberg, 1968).                


En Rosario, Susana Boretti de Macchia33 (1995) encara el estudio histórico de estos fenómenos durante el período de 1850-1990, con cientificidad.

En Salta la primitiva investigación que realicé con mi equipo sobre (de) queísmo fue en los años 1990 y 91. No había antecedentes de estudios de este tipo en la ciudad, y nos pareció importante hacerlos, debido al uso y abuso del dequeísmo en todos los niveles sociales, como surgía de las observaciones directas. Se usó la técnica de las grabaciones.

Ejemplos:

Yo creo de que hace falta el disenso.
(prim. gen. masc., estudiante)

Quiero expresarle de que el presidente Menem no ha pensado soslayar la cuestión.
(médico, segunda generación, masc.)

Me gustaría de que ustedes dos piensen adónde ir.
(seg. gen. masc.)


Cuando decidimos hacer una encuesta escrita, el dequeísmo dio resultados que se aproximan a los del corpus oral en primera generación, mientras que en segunda y tercera los resultados dieron porcentajes ínfimos; en cambio, el queísmo elevó considerablemente los índices respecto del corpus oral, sobre todo en las generaciones segunda y tercera.

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La realidad del habla salteña nos muestra que, cuando el hablante se inclina por el queísmo, cuando debe elegir en lo escrito, es porque considera esta forma de más prestigio. Es decir nos da su opinión, no el uso, desde luego, como lo observamos en el corpus oral. Por lo tanto, el fenómeno queísmo se produciría -creemos- por ultracorrección: el hablante elude de al considerarlo vulgar.

En síntesis, el dequeísmo debe ser considerado un arcaísmo, no así el queísmo. Considero que solamente el primer fenómeno es caracterizador de nuestra habla norteña, aunque no privativo, porque se ha extendido en los últimos tiempos por todo el país y aparece en otros lugares de habla hispánica como Venezuela, y hasta en España.

g) Hay en el NOA mayor uso del Pretérito Perfecto Compuesto que en otras regiones hispanohablantes, fundamentalmente, la liderada por Buenos Aires, como metrópoli y su zona de influencia, con la que normalmente contrastamos en nuestras investigaciones, por obvias razones.

El pretérito perfecto compuesto está dentro del eje antiguo o arcaico; porque, si bien es cierto que éste, el perifrástico, es más moderno que el simple más usado en el Medioevo, el compuesto (la perífrasis) acentúa su uso a fines del siglo XV (La Celestina) y durante el siglo XVI, para decaer ante el simple desde el siglo XVII en adelante. Como son menos los lugares en los que el compuesto está vigente y es un uso propio del siglo XVI -cuando entra al NOA-, es que lo podemos considerar antiguo, y arcaico, por no estar vigente en la mayor parte del mundo hispanohablante (dentro de nuestras apreciaciones).

El significado temporal de la forma perifrástica osciló entre una acción pasada y el resultado presente de ésta, desde el latín arcaico -cuando surge- hasta el siglo I, para resurgir en el V. Desde el Poema de Mio Cid, se observa vacilación y neutralización en el significado temporal de ésta (en el aspectual coincidían). Ya en los siglos XV y XVI -en este último siglo, se intensifica el uso de la perífrasis- en algunos casos se equiparan ambas formas, y en otros no. Ésta es la época en que entran en Indias.

Ambas formas evolucionan en forma diferente en la Península y en Hispanoamérica. Aquí, en general, sus significados gramaticales se   —116→   confunden, cuando permanecen las dos (NOA), o bien se pierde la forma compuesta (Buenos Aires y el litoral argentino, México y otras regiones). Y, por lo tanto, en las regiones donde ambas están en uso, podríamos decir que en general, «varían libremente» o están en alternancia (usando terminología estructuralista).

Desde la perspectiva sociolingüística, se podría determinar la variable dependiente «pretérito perfecto», con dos variantes: simple y compuesta, condicionadas social, geográfica, lingüística y diacrónicamente.

En el griego clásico existían ambos «tiempos» y correspondían entonces: el simple al «aoristo» y el compuesto al «pretérito». No se diferenciaban ni por el grado (tiempo cronológico) ni por la «especie» (nuestro aspecto). La diferencia que había entre ambos es la que tuvieron como modelo nuestros gramáticos para diferenciar ambas formas en el español, como podemos verlo en Alarcos Llorach34 (1982). El aoristo indicaba «acción incipiente» en el pasado, sin relación con ninguna otra; en cambio, el pretérito expresaba una acción pasada relativa al presente, ya concluida; o bien el cumplimiento progresivo de la acción terminada y convertida en estado permanente.

El latín clásico tuvo un solo pretérito, el simple, que abarcaba ambas posibilidades y aun el pretérito anterior. En el latín arcaico, aparecieron perífrasis con el verbo habere que terminan en el siglo I. En el siglo V, latín decadente, aparece nuevamente la perífrasis con el significado aspectual «perfectivo».

La transformación del sistema verbal en las lenguas romances, provenientes del latín vulgar, aumenta los llamados «tiempos verbales» con un nuevo sistema de formas compuestas. Éstas se gramaticalizan y las simples se futurizan, equilibrándolo.

Aparece la forma perifrástica, junto con la simple en nuestra primera obra literaria en castellano, el Poema de Mio Cid. Así:

[...] fabló Martín odredes lo que ha dicho [...].

[No se diferencian ambas formas. Podría haber aparecido: lo que dixo].


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Continúa la alternancia en el uso y en el significado temporal hasta el siglo XV con los romances; aunque la perífrasis que daría lugar a la forma compuesta tenía poco uso.

La Celestina muestra mayor uso de la forma perifrástica con el valor de acción puntual en el presente ampliado. Ej.: «[...] No me as, señora, declarado la calidad del mal [...]», en boca de Celestina. Y Melibea: «[...] Cómo dizes que llaman a este mi dolor, que así se ha enseñoreado en lo mejor de mi cuerpo?»; aunque no hay grandes diferencias en la categoría tiempo, ni menos en el aspecto.

En el siglo XVI, la forma compuesta gana terreno con significado temporal más definido y algo diferente. Así en el Lazarillo de Tormes. En el falso Quijote, de Avellaneda, predomina la forma compuesta, y en el verdadero, la simple.

En estas circunstancias, el pretérito perfecto pasa a América. Su evolución no es paralela a la de la Península, en la que cada forma tiene su propio significado gramatical. No así en Indias, donde desde el inicio predominó la forma simple, y quedó la compuesta relegada a zonas económicamente marginales. En algunas de ellas, influenciadas por esta forma temporal en las lenguas aborígenes, como Bolivia, el Perú y el NOA. En general, se usan tanto la forma simple, mayoritaria, como la compuesta, con el mismo significado gramatical. Esta última prácticamente desaparece en la capital de la Argentina y su zona de influencia: la Patagonia, la Pampa húmeda y la Mesopotamia. Los estudios sociolingüísticos de Nélida Donni de Mirande35 (1972), M.ª Cristina Ferrer y Carmen Sánchez Lanza36 (1991), en Rosario muestran la poca aparición de la forma compuesta en el habla; como así también, los materiales de los dos tomos de El habla culta de la ciudad de Buenos Aires. Materiales para su estudio, bajo la dirección de la Dra. Ana María Barrenechea.

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En cambio en la región del NOA, en estudios no tan recientes: en Tucumán37, en 1984; en Jujuy38 y en Salta39, en 1991, nos encontramos con predominio de la forma compuesta en Tucumán, valores bastante equilibrados con tendencia a predominio de la simple en Salta y en más proporción en Jujuy. El fiel de la balanza es manejado por la primera generación muy influenciada por la televisión y otros medios que traen los usos de Buenos Aires.

Hay que enfatizar que en estos lugares donde están ambas formas en América, como el NOA, Bolivia y el Perú, no se observan diferencias en sus significados gramaticales, como ocurrió en el Medioevo y en el español preclásico, que sí parece que existen en Méjico, según las observaciones del Dr. Lope Blanch40 (1972), aunque allí el compuesto tenga sólo poco más del treinta por ciento de uso, resultados semejantes a los que se arriba en Chile y Puerto Rico.

Por esto, porque la forma perifrástica ha caído en desuso en casi todo el mundo de habla hispánica, es que debe ser considerada arcaísmo en los lugares en que aún se mantiene, como Salta.

Un fenómeno a la vez sintáctico y morfofonético que aparece en el habla no sólo de Salta y el NOA, sino de toda la Argentina y otras regiones hispanoamericanas es el voseo, «rígido arcaísmo», como lo denomina Alonso Zamora Vicente41.

No puedo dejar de mencionarlo por su gran importancia al no haber hoy atisbos de aquél en España, donde es reemplazado por el tuteo. Es decir se usa , no vos para la segunda persona del singular con la forma verbal correspondiente a ésta. En cambio en el voseo, vos es acompañado por la forma verbal antigua de la segunda persona del plural, retención de un uso aparecido en el siglo XV, cuando el   —119→   tratamiento vos de respeto referido a la segunda persona del singular, aparece con la correspondiente forma verbal en proceso de evolución fonética, con el predominio de «ás», «és», «ís» (vos cantades > cantás > cantáis). La forma diptongada es la que prevalecerá con el pronombre vosotros proveniente de vos (vosotros cantáis) como segunda persona del plural y con vos tratamiento de respeto de segunda persona del singular hasta el siglo XVIII: (vos cantáis). En cambio el vos en América se vulgariza, reemplaza a , en muchas regiones, y lleva la forma verbal monoptongada del español del siglo XV. Así: cantás, temés, partís.

Desde el Poema de Mio Cid aparece el vos acompañado de la segunda persona del plural: «[...] Cavalgad, Minaya, vos sodes [por sois] el mío diestro brazo» (v. 753).

Del Libro de Buen Amor (siglo XIV): «[...] Al diablo catedes [por catéis] vos el polvo».

perdon astes [por perdonasteis] mi vida e vos por mí bivredes [por viviréis]


[Obsérvese el uso no solo con presente, sino también con pretérito y futuro].

Del Lazarillo de Tormes (siglo XVI):

[...] Sus, saltá [por saltad] todo lo que podáis, porque deys desde cabo del agua [...].


Las formas del presente ya están diptongadas, el imperativo (saltá) se muestra aún apocopado, como se usa en Salta, y da origen a formas actuales coloquiales, como ite yendo, andá, vení, sabételo, etc.

En Salta, como área reliquia con su español arcaizante, tienen lugar todas las formas más antiguas de voseo: monoptongado: vos sabés, con alternancia en -ís (sabís), del imperativo apocopado, (saltá, ite); como así también formas híbridas más modernas, resultados infructuosos de la introducción de (vos sabes, vos tengas) preferentemente en subjuntivo, casi privativa en Santiago del Estero. Aun una forma, que yo llamo atípica, de los verbos con diptongación en la raíz por analogía con la primera persona del plural: No mientás (por mintás) en analogía con mientamos, también no académica; cuando muerás, etc.

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En cambio, los esfuerzos por introducir el sujeto, que en algunos lugares dan formas mixtas, como tú sabés, del español estándar uruguayo, o tú estái, del español vulgar de Chile, no tuvieron eco en Salta y en el NOA, ni en la Argentina en general, salvo la última en el habla cordobesa vulgar. El con segunda persona del singular que alguna vez trató de imponerse desde la escuela, no se encuentra en el habla de Salta, estándar o no.

Creo que con todo lo dicho, no podemos dejar de opinar que el español de Salta ofrece una gran cantidad de arcaísmos en todas las áreas gramaticales y en la léxica también; de manera que bien podríamos adjudicarle el calificativo de arcaizante.

Nota bene: Los ejemplos del castellano medieval, preclásico y clásico fueron extraídos de los respectivos ejemplares de la colección Clásicos Castellanos, de Espasa Calpe.

Poema de Mio Cid, anónimo. Madrid: Espasa Calpe, 1998.

ARCIPRESTE DE HITA. Libro de Buen Amor. Madrid: Espasa Calpe. Tomo 1, 1974.

CERVANTES, MIGUEL DE. «Rinconete y Cortadillo». En Novelas Ejemplares I. Madrid: Espasa Calpe ([1613] 1973).

La vida de Lazarillo de Tormes de sus fortunas y adversidades. Madrid: Espasa Calpe, 1976.

VALDÉS, JUAN DE. Diálogo de la lengua. Madrid: Espasa Calpe, 1976.