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HURTADO DE VELARDE (ALFONSO). Este insigne y casi desconocido poeta, llamado por algún bibliógrafo Hurtado de Guadalajara Fajardo, (Índice manuscrito de comedias), fue, en efecto, natural de Guadalajara, según refiere el padre Hernando Pecha, jesuita, su paisano, en la Historia de las vidas de los Excmos. señores duques del Infantado y sus progenitores, desde el infante don Zuria primero señor de Vizcaya; preciosa obra que acabó de escribir en 1635, inédita130, y cuyo códice han tenido presente los señores don Aureliano Fernández-Guerra y Orbe y don Manuel Tamayo y Baus para la composición de su excelente drama: La Ricahembra, fundado en la historia de doña Juana González de Mendoza131.

El padre Pecha asegura que Hurtado Velarde fue el autor del célebre romance:


Si el caballo vos han muerto,
subid, Rey, en mi caballo.



que fue publicado anónimo en el Romancero general (1602), e incrustado en la comedia de Luis Vélez de Guevara, que lleva por título su primer verso, y gira sobra su asunto.

Compuso Hurtado Velarde la tragedia de Los siete Infantes de Lara, en lenguaje antiguo; pieza rarísima, que salió a luz en la Flor de comedias de España de diferentes autores, recopiladas por Francisco de Ávila, vecino de Madrid, Quinta parte. -Madrid, Alcalá, 1615; bajo el apellido expreso de su autor. El extraño error de don Nicolás Antonio, que llamó a este peregrino libro: Quinta parte de comedias do Lope, no conteniendo sino una de este ingenio, y siendo las demás de otros notabilísimos, cuyos nombres constan en él terminantemente, ha dado lugar a que así esta pieza como todas las publicadas en dicho tomo, se hallen atribuidas en varios catálogos a Lope de Vega Carpio.

Creemos que nuestro Alfonso Hurtado de Velarde es el mencionado por Agustín de Rojas Villandrando en su apreciable Loa de la comedia con el dictado del heroico Velarde:


Pero de paso diré
de algunos que se me acuerdan,
como el heroico Velarde,
famoso micer Artieda,
el gran Lupercio Leonardo,
Aguilar, el de Valencia,
el licenciado Ramón, etc...



Hace muy distinguida mención de este poeta el doctor Cristóbal Suárez de Figueroa en su Plaza universal de ciencias y artes (Madrid, 1615), al hablar de los más célebres dramáticos españoles.

Un Lope de Rueda (dice), un Velarde, único en el lenguaje antiguo, un famoso Lope de Vega, Tárrega, Aguilar, Miguel Sánchez, Miguel de Cervantes, Mira de Mescua, Luis Vélez, Gaspar de Ávila.



En el Ragguaglio di Parnasso, de Fabio Franchi (Essequie Poetiche... del signor Lope de Vega... 1636), hallamos noticia de otras dos composiciones dramáticas de Velarde, que se han perdido. Pone Franchi en boca de Lope de Rueda, que a nombre de los demás poetas hablaba en el tribunal de Apolo, la siguiente petición de nuestro autor:

Velarde, que es este hombre grueso, quiere que de su Comedia del Cid, doña Sol y doña Elvira, y de aquella otra titulada: El Conde de las manos blancas, no quede más que el título, porque la obra no sirva de ejemplo a ningún hombre barbado, para preciarse de blanca mano.



He visto últimamente una más exacta nota bibliográfica del libro: Flor de las comedias de España...Quinta parte; y, según ella, el epígrafe de la tragedia de nuestro poeta, dice así: «Tragedia de los siete Infantes de Lara, en lenguaje antiguo. De Hurtado Velarde, vecino de la ciudad de Guadalajara».

Nota sobre el padre Pecha. Del padre Hernando Pecha existe en la Biblioteca Nacional de Madrid el manuscrito original de la Historia de Guadalajara, fundación de la Orden de San Jerónimo, en España, y genealogía de los duques del Infantado. Códice G-92.

Salazar y Castro, en su Biblioteca genealógica española, dice:

El padre Hernando Pecha, de la Compañía de Jesús, escribió la Historia de Guadalajara con las genealogías de los principal es linajes de aquella ciudad, y con extensión de la casa del Infantado, que comprende tantas de España. Este libro se ha estampado con el nombre de don Alonso Núñez de Castro, pero no es suyo, ni tiene en él otra cosa que el habérsele apropiado su mismo autor, y hecho que le prohijase.



De otra obra del mismo autor, inédita, da asimismo noticia el señor Muñoz y Romero, a saber:

Tractatus de primatu sanctœ ecclessiœ Toletanœ in unniversa Hispania; in duos distributus libros, auctore P. Fernando Pecha, Guadalajarensi, e Societate Jesu, theologo collegii Placentini rectore. Manuscrito, original en la librería de la santa iglesia de Toledo.

Dramas de Hurtado de Velarde:

Tragedia de Los siete Infantes de Lara. (Flor de las comedias de España de diferentes autores, Quinta parte. -Madrid, 1615. -Alcalá, 1615.)

Comedia del Cid, doña Sol y doña Elvira.

El Conde de las manos blancas.

Citadas por Fabio Franchi en su Ragguaglio di Parnasso (Essequie Poetiche... del signor Lope de Vega. -Venecia, 1636.)

HURTADO DE LA VERA (PEDRO). De este autor, acaso natural de la Vera de Plasencia, residente en Flandes por los años de 1572, no tenemos otra noticia que la de sus obras. Si hubiéramos de atenernos al aparente sentido de unos versos que escribió al frente de su Comedia Doleria, diríamos que su nombre conocido era un seudónimo. Comienzan así:

AL LECTOR. -SONETO



HERACLIO

   Pregúntanme quien soy, no oso platicallo,
del poco que meresco nace este temor,
podría ser también de ser nuevo pintor,
vos responderéis, pintura, lo que callo.
    Que yo detrás me escondo, a ver si hallo,
de más de la correa, quien haga el reprensor, etc...

Un año después de esta publicación sacó a luz la

Historia lastimera d'el Príncipe Erasto, hijo del emperador Diocleciano, traducida del italiano en español, por Pedro Hurtado de la Vera. -Anvers, 1573; 12.º

La Doleria es comedia en prosa del género de las Celestinas.

Comedia intitulada: Doleria del sueño del mundo, cuyo argumento va tratado por vía de Philosophía Moral. Por Pero Hurtado de la Vera. -En Anvers, en casa de la viuda y herederos de Juan Steelsio, 1572. No he tenido presente esta primera edición.

Comedia intitulada: Doleria d'el sueño d'el mundo, cuyo argumento va tratado por vía de Philosophía Moral. Ahora nuevamente compuesta, por Pedro Hurtado de la Vera. (Ens.) -En Amberes, en casa de Guslenio Iansens, al Gallo vigilante, 1595. Con gracia y privilegio; 16.º

Dedicatoria a don Juan de la Cerda, duque de Medinaceli, capitán general por S. M. en las Tierras Bajas. Va dirigida por el autor, sin fecha ni firma. -El soneto referido. -Texto.

La Doleria del sveño del mundo. Comedia tratada por vía de philosophía moral... Por Pero Hurtado de Vera. -París; 1614. (Con los Proverbios de Alonso Guajardo Fajardo); 12.º español.




ArribaAbajo- I -

IBÁÑEZ Y GARCÍA (DON JOSÉ DE). Autor del segundo tercio del siglo XVIII. Caballero noble de Aragón se titula en el encabezamiento de su comedia:

El valiente Eneas, o Dido abandonada. Impresa en 1757.

IBARRA (DON ANTONIO DE).

Escribe comedias con tanta prudencia y felicidad, como acierto y aceptación de todos.

Así dice Montalbán en su Memoria de los que escriben comedias en Castilla. -(Para todos, 1632.)

IBARRA (JUAN ANTONIO DE). Vascongado o Navarro. En 1623, siendo secretario del erudito duque de Alcalá, don Fernando Afan de Rivera Enríquez, publicó una Relación de las Fiestas de la Canonización de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, celebradas en Sevilla.

En 1639, era secretario y contador del Consulado y Lonja de aquella ciudad, como lo expresa el epígrafe de un soneto que escribió en elogio póstumo de Montalbán.

Parece algo dudoso que este fuese el don Antonio de Ibarra, citado por el propio Montalbán como autor dramático.

IDIÁQUEZ (LORENZO). Residía y era procurador en Zaragoza a mediados del siglo XVII. Nómbrale y hace alusión a una comedia suya, José Navarro en uno de los Vejámenes que dio allí en la Academia del virey, conde de Lemos.

IPARRAGUIRRE (DON MANUEL DE). Escribió para el teatro a mediados del siglo pasado, después de la muerte de don José de Cañizares.

El Enfermo imaginario.

El Avariento.

IZQUIERDO (AUSÍAS). Valenciano; librero de profesión y muy aplicado a los estudios históricos, y poéticos. Escribió en agradecimiento a un milagro con que la Virgen del Puig le favoreció a él y un hermano suyo junto al lugar de Museors, la

Historia y fundación de Nuestra Señora del Puig; de Valencia. -En Valencia, por Juan Navarro, 1575; 8.º

Compuso y publicó también ocho romances sobre la Pasión con título de

Quaderno espiritual. -En Valencia, 1577; 8.º

y la

Representación o auto de un milagro de la Virgen del Rosario. -Valencia, Juan Navarro, 1589; 8.º

pieza que le da lugar en este Catálogo. Fue colector y co-autor de un pequeño Cancionero que intituló:

Relox de Namorados (sic), primera parte. -Valencia, 1565; 8.º

Contiene poesías en castellano y valenciano; de estas últimas son algunas suyas. No expresa los nombres de los restantes autores.

Es de creer que a él se refiera el siguiente elogio escrito por Lope en el Laurel de Apolo. Silva 2.ª:


Y si cualquiera de los que hay propuestos
en la ocasión faltara
izquierdo, como digno de altos puestos,
la mano de su nombre acompañara.
Mas Castilla repara
en ver que escribe tan prudente y cuerdo
que no pensaron que era Apolo izquierdo.



Representación o Auto Sacramental de un milagro de la Virgen del Rosario. -En Valencia, por los herederos de Juan Navarro, 1589; 8.º

IZQUIERDO ZEBRERO (AUSÍAS).

Lucero de nuestra salvación al desprendimiento que hizo N. S. Jesuchristo de su bendita Madre, pasos muy devotos y contemplativos, estando en Bethania. Por Ausías Izquierdo Zebrero. -En Sevilla, por Fernando Maldonado, año de 1532.

Figuras del Auto: Hijo y Madre, Ángel, con cartas de Adán, David, Moisen, Hieremías y Abraham; Magdalena.

Auto llamado Lucero de nuestra salvación al desprendimiento... etc. Compuesto por Ausías Izquierdo Zebrero... -Sevilla. Por Bartolomé Gómez de Pastrana, 1620.

He visto además esta pieza en impresión del siglo pasado, con el título siguiente:

Despedimiento de Christo y de su bendita Madre... Compuesto por el doctor Ceballos, natural de Sevilla.

IZQUIERDO DE PIÑA (JUAN).

(Véase PIÑA.)




ArribaAbajo- J -

JANER Y PERARNAU (MATÍAS). Natural de Barcelona; floreció en el primer tercio del siglo XVIII.

La política del amor. Barcelona, por Francisco Guasch, 1732.

JÁUREGUI Y AGUILAR (DON JUAN DE). Oriundo de Vizcaya y de familia distinguida; nació en Sevilla hacia el año de 1570. Tuvo sin duda excelentes estudios literarios y artísticos; fue eminente poeta lírico y a la par celebrado como insigne pintor132. Pasó a Roma, donde residía, y publicó su bellísima y conocida versión castellana de la Aminta, de Tasso, en el año de 1607, a cuyo frente escribió Alonso de Acevedo, el autor insigne del poema: La Creación del mundo, un elegante soneto. La Aminta salió dedicada al duque de Alcalá. Regresó Jáuregui a Sevilla, donde imprimió sus Rimas, año de 1618; y después se trasladó a Madrid, fijando aquí su residencia y mereciendo las mayores distinciones del rey don Felipe IV. Obtuvo el hábito de Calatrava y el empleo de caballerizo de la reina doña Isabel de Borbón.

Trató aquí a los más célebres ingenios y escritores: fue muy íntimo del padre Hortencio Paravicino y de don Gabriel Bocángel, y adversario de Góngora y Quevedo. A este último satirizó en su desatinada comedia de El Retraído, pretendiendo ridiculizar el precioso libro de La cuna y la sepultura. Desgraciadísimo en todos sus ensayos dramáticos, refiérese que entre los silbidos con que fue saludada una de sus farsas, le oyó gritar a un mosquetero: «Si Jáuregui quiere aplausos que los pinte». Impugnador de Góngora en un Discurso contra el hablar culto y oscuro, vino por último a ser gongorino en su traducción de la Farsalia, de Lucano, que se imprimió póstuma en Madrid, 1684; aunque algunos dudan que le pertenezca legítimamente.

Falleció Jáuregui en Madrid, año de 1649. Sus Rimas se han reimpreso en la Colección de Estala (don Ramón Fernández): la Aminta repetidamente. Dio a luz un Memorial al Rey sobre los escritos contra Francia y una Apología del sermón de Paravicino en las honras de Felipe III. Hállase impreso su parecer sobre la libertad o exención del arte de la Pintura al fin de los Diálogos de Carduchi.

El Retraído. Comedia famosa de don Claudio. Representóla Villegas. Entran en ella las personas que ha habido en el mundo y las que no hay. Escrita e impresa en 1636. Es una sátira insulsa de la obra de Quevedo intitulada: Lacuna y la sepultura.

Aminta. Fábula pastoril de Torcuato Tasso, traducida por don Juan de Jáuregui. -Roma, 1607. Dedicada al duque de Alcalá.

Aminta. Fábula pastoril de Torcuato Tasso. La reimprimió Jáuregui entre sus Rimas. -Sevilla, Francisco de Lyra Varreto. MDCXVIII; 4.º Se ha impreso después repetidamente.

JAVALQUINTO (MARQUÉS DE). (Don Juan Alonso Francisco de Benavides.) Señor de las villas de Estibiel, la Ventosilla, Ezpeluy y Almanzora. Fue hijo de don Manuel de Benavides, señor de las expresadas villas, caballero muy distinguido por su valor y arrojo, que se halló en el combate de Lepanto, y a quien Felipe III concedió el título de marqués de Javalquinto, en 1617; y de su esposa (con la cual casó en Baeza) doña Catalina de Rojas y Sandoval, hija de don Diego, que lo era de don Bernardo, segundo marqués de Denia. De este matrimonio tuvo además don Manuel a doña María de Bazán y Benavides, que casó con don Álvaro de Benavides, hijo de don Francisco, quinto conde de Santisteban, y del segundo enlace que contrajo con doña Josefa de la Cueva, o don Antonio de Benavides.

Señala Haro como notables ascendientes de esta familia a Manuel de Benavides, señor de Javalquinto, Estibiel, etc., a quien sucedió su hijo tercero Juan, llamado el Bueno, valerosísimo caballero, que sirvió a don Enrique IV, y después se distinguió por sus continuadas hazañas en la conquista de Granada, no menos que por sus relevantes prendas morales, mereciendo de los reyes Católicos el cargo de capitán general de la frontera y ciudad de Lorca.

Nuestro don Juan Alonso, nacido acaso en Baeza, Jaén, o en alguno de los pueblos de aquel reino, pertenecientes al Señorío de su padre, se hallaba ya por muerte de éste en posesión de ellos y del marquesado en el año de 1620. Inclinóle especialmente el estudio y ejercicio de las letras; y tanto por esta afición como por lo esclarecido de su linaje, mereció particular favor y aprecio del rey don Felipe IV, de quien fue mayordomo y gentil hombre de cámara, y como tal prestó juramento en el solemne del príncipe don Baltasar Carlos, año de 1632.

Por este mismo año le incluía y celebraba el doctor Juan Pérez de Montalbán en su Para todos (Memoria de los que escriben comedias en Castilla), de esta manera:

El marqués de Javalquinto, poeta cuerdo, maduro y grave, ha dado muestras de su ingenio en cuantas ocasiones se le han ofrecido, y tiene acabadas algunas comedias de linda traza y mejores versos.



Estas comedias nos son hoy desconocidas. El señor don Jacinto de Salas y Quiroga, en un Cuento ingenioso que escribió años pasados (Semanario pintoresco del 4 octubre de 1840), dando en el principal papel a nuestro Marqués, le atribuye una comedia titulada, Quien no sepa más, que aprenda; pero esto sin duda es pura ficción, como todo aquel artículo.

No he visto a la fecha composición alguna lírica del Marqués, a quien olvidó Lope de Vega en sus panegíricos. Ignoro asimismo la época de su fallecimiento.

No debe omitirse aquí la noticia de un soneto que, debido a la pluma no inelegante de su padre, se halla impreso al frente y en elogio de La Angélica, de Luis Barahona de Soto. (Granada, 1586.)

JIMÉNEZ (PADRE FRANCISCO).

Diálogo, hecho en Sevilla por el padre Francisco Jiménez a la venida del padre Visitador a las escuelas. Entres actos, con prólogo. (Códice de piezas dramáticas representadas en los colegios de la Compañía de Jesús.)

JIMÉNEZ DE CISNEROS (DON FRANCISCO).

Emendar yerros de amor. (P. 38.)

JIMÉNEZ DE ENCISO (DON DIEGO).

(Véase ENCISO.)

JIMÉNEZ DE HERRERA... Entremés de La Preñada, y quimera de Carcomilla. Impreso suelto. Índice del señor Guerra.

JIMÉNEZ PATÓN (MAESTRO BARTOLOMÉ). Escribió una puntual biografía de este insigne humanista, con presencia de fehacientes documentos, el señor don Benito Maestre; y la publicó adornada con un retrato del mismo, cuya procedencia olvidó indicar, en el tomo I de El siglo pintoresco, Madrid, 1845.

Nació Patón en Almedina (Mancha, partido de Villanueva de los Infantes); recibió el bautismo a 15 de agosto de 1569; fueron sus padres Bartolomé Jiménez y Apolonia Hernández, y tuvo parentesco próximo con Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia.

Estudió en el Colegio Imperial de jesuitas de Madrid, y después en la Universidad de Baeza; distinguiéndose ya por su erudición y tareas literarias a los veinte años de edad. Dedicado a la profesión de maestro de humanidades la ejerció cinco años en Alcaráz y pasó luego de catedrático de elocuencia a Villanueva de los Infantes, donde, en 1618, desempeñaba además el destino de correo mayor de aquella villa, por merced de su discípulo el conde de Villamediana. Fue también notario de la Curia romana y de la Inquisición de Murcia. Casó don doña Juana Hervas Monsalve, de quien tuvo varios hijos, quedándole solamente dos, llamados Alonso y Félix.

Apreciado de los hombres más eminentes de su tiempo, entré ellos del gran Lope de Vega, que le dedicó un elogio en su Laurel de Apolo, vivió Patón exclusivamente para la enseñanza, el estudio y los trabajos literarios, siendo ejemplar modelo de virtudes. Falleció en Villanueva, de setenta y un años, el 3 de abril de 1640.

Sus obras impresas son:

El perfecto Predicador, 1612.

Epítome de la Ortografía latina y castellana. -Baeza, 1614.

Proverbios morales de Barros; concordados. -Baeza, 1615.

Discurso sobre la langosta. -Baeza, 1619.

Mercurius trimegistus, sive de triplici eloquentia, sacra, española, romana. -Baeza, 1621.

Decente colocación de la Santa Cruz. -Cuenca, 1625.

Declaración de varios epigramas de Marcial; en pliegos sueltos. -Madrid, Baeza y Cuenca, 1628 1630.

Historia de la... ciudad de Jaén... y de algunos hijos della. (No fue Patón su autor original, como diremos.) -Jaén, 1628.

Discurso de los tufos, copetes y calvas. -Baeza, 1629.

Declaración preámbula del Salmo «Beati inmaculati...». 1633.

Discurso en favor del santo y loable estado de la limpieza. -Granada. 1638.

Reforma de trajes (comentando la obra del arzobispo don Hernando de Talavera), con un opúsculo sobre El buen uso del tabaco. -Baeza, 1638.

No tenemos conocimiento de ninguna de sus obras dramáticas, que tal vez corren anónimas.

...A los veinte años de su edad tenía hechas muchas poesías, comedias, autos y otras obras sueltas, divinas y humanas,



dice su panegirista y Mecenas don Fernando de Ballesteros y Saavedra. (Proverbios morales... de Alonso de Barros, concordados por Jiménez Patón. -Baeza, 1615.)

Entre sus obras inéditas se encuentra una titulada: Victorias del árbol sacro de la Cruz. Dio muchas aprobaciones a libros, y pareceres en varias consultas.

Arregló y adicionó los borradores de la Historia de Jaén y de sus varones ilustres, que su autor el celebérrimo viajero, don Pedro Ordóñez de Ceballos, la remitió a este efecto en 1616. La publicó Patón, así corregida y dilatada, en 1628, dedicándola por medio de su hijo Félix, al insigne cardenal Cueva, primer marqués de Bedmar.

JIMÉNEZ SEDEÑO (DON FRANCISCO). Escribió un soneto a la muerte de Pérez de Montalbán. (Lágrimas panegíricas. -Madrid, 1639.)

La Aurora del sol divino. Schack cita una comedia de este título, manuscrita, con la licencia fechada en 1640 y bajo el nombre de Francisco de Monteser.

JIMÉNEZ...

Entremés de La Mujer loca y el Marido cuerdo.

JUQUER (FRAY ANSELMO). Natural de Lisboa; hijo de Juan Juquer, alemán, y de Luisa Freire, portuguesa. Tomó el hábito reglar de la Orden de Cristo, en el convento de Thomar, el 2 de febrero de 1583. Varón muy docto y erudito; ejerció en su religión elevados cargos, y fue secretario de la embajada que don Juan IV envió a Cristina de Suecia.

Con este motivo conoció en Colonia al Nuncio Fabio Chisio, después pontífice Alejandro VII, con quien pasó a Roma y tuvo estrecha amistad. Murió en Thomar, año de 1663, dejando manuscritas algunas obras apreciables.

Tragœdia Sanctœ Catherinœ martyris Alexandrina.

JUSTINIANO (LICENCIADO LUCAS). Mencionado en el Discurso del doctor Antonio Navarro, y por Agustín de Rojas (1603):


El licenciado Ramón.
Justiniano, Ochoa, Cepeda...



Cervantes le nombra en su Viaje (1614), de un modo no menos interesante que amistoso, a la par de su querido Morales. Hallólos en Madrid al volver del Parnaso, y dice:


   El pecho, el alma, el corazón, la mano
di a Pedro de Morales, y un abrazo;
y alegre recebí a Justiniano.



Fue el licenciado Justiniano, en Madrid, cura de la parroquia de San Ginés.

Los ojos del Cielo y martirio de Santa Lucta. Compuesta por el licenciado Justiniano. Sacóse en Valladolid, 30 de marzo de 1615. Manuscrito existente en la biblioteca del duque de Osuna.

La Ahogada de los ojos, Santa Lucía. Por el licenciado Lucas Justiniano. Manuscrito, en la librería del señor Durán.

Son una misma comedia; con ambos títulos consta en los Catálogos.




ArribaAbajo- L -

LACERDA (MATEO DE). Natural de la India oriental portuguesa; de Margaon, provincia de Salsete; hijo de Francisco Javier de Lacerda. No indica Barbosa su época. Escribió poesías y comedias en portugués y castellano.

LA-DUEÑA (DON DIEGO).

Jornada de La más constante Mujer. (Burlesca.) (P. 11.) (Con don Juan Maldonado y don Jerónimo de Cifuentes.)

LAMADRID (JUAN DE).

Los Médicos divinos, San Cosme y San Damián, y Luceros de la Iglesia.

LANINI Y SAGREDO (DON PEDRO FRANCISCO DE). No hallamos en la obra de don N. Antonio la menor mención de este escritor dramático. La primera fecha que podemos citar relativa a su persona es la de 1666.

Imprimióse en este año la Parte veinte y seis de comedias escogidas de los mejores ingenios, y en ella la titulada: Resucitar con el agua, compuesta por don José Ruiz, don Jacinto Hurtado, de Mendoza y Pedro Francisco de Lanini, Valencia. El Certamen de la Soledad, celebrado aquí en 1660, e impreso el año 1664, contiene una composición de don Jacinto Alonso Lanini. En 1668 se publicaban sazonados entremeses de nuestro don Pedro Francisco Lanini Sagredo en la Ociosidad entretenida. El Ramillete de sainetes (Zaragoza, 1672), insertaba un baile y una agudísima y discreta Pintura de los poetas más conocidos, escrita en seguidillas133; una y otra son obras del mismo Lanini, de quien salieron a luz dos o tres nuevas piececillas cómicas en la Flor de entremeses (Zaragoza, 1676).

Las Partes treinta y seis, treinta y ocho, cuarenta, cuarenta y dos y cuarenta y tres de comedias escogidas, contienen varias que compuso, ya por sí, ya en colaboración; además comprende su repertorio otras muchas sueltas y algunos autos. Concluyó, escribiendo la tercera jornada, el drama: Santa Rosa del Perú, de Moreto, último obra de este ingenio. Escribió con González de Bustos, Diamante y La Hoz Mota. En 1676, obtuvo el privilegio real, por diez años, para la impresión de la Parte cuarenta y dos de comedias escogidas, que comprende tres de su pluma; de ellas la titulada: Será lo que Dios quisiere, cuyo autógrafo poseo. Hubo luego de ceder este privilegio a Martín Merinero, que costeó y dedicó el tomo. Merece especial mención su comedia: La nueva maravilla de la gracia, Juana de Jesús María, que después de impresa en la Parte cuarenta y tres, fue prohibida in totum por la Inquisición.

En 1685 era ya Lanini censor de comedias. Con fecha de 10 de octubre 1689, firmó la notable aprobación (o censura) que citamos en el artículo de don Pedro Rosete Niño.

Consérvanse en manuscritos de la biblioteca del señor duque de Osuna, censuras originales de Lanini, firmadas en los años de 1685, 89, 91, 92, 1700, 1701 y 1706. Un manuscrito de su comedia: Habladme en entrando, lleva fecha de este último año.

Comedias manuscritas en la biblioteca de Osuna.

El Hijo del carpintero. (Manuscrito con fecha de 1674. Autógrafa firmada.)

Sitio y toma de Namur. (Sin fecha.)

El Ángel de las escuelas, Santo Tomás de Aquino.

Habladme en entrando. Aprobada por el censor Cañizares, con fecha de 1706, 1.º de diciembre.

Esta última pieza, se atribuye a Vallejo en los Catálogos impresos.

La Dama comendador.

El más valiente Extremeño.

Saber obligar a Dios, para llegar a ser Rey.

Entremés de La pluma. Autógrafo, con fecha de 1676: biblioteca de Osuna.

Habladme en entrando. Manuscrito antiguo: señor Durán. Esta pieza es diversa de las atribuidas, de igual título, a Tirso y a Vallejo.

Será lo que Dios quisiere. Manuscrito autógrafo en el códice Núm. 13 de mi librería. Está rubricado por el autor y lleno de enmiendas e intercalares de su mano. Al fin de la segunda jornada se lee la siguiente censura:

«De orden del Excmo. señor Inquisidor general y de los demás señores de la suprema y general Inquisición de España, e visto la comedia culo título es: Será lo que Dios quisiere, y quitando lo que está borrado en la primera jornada, no alló en ella cosa contra nuestra santa fe y buenas costumbres y lo firmé en Madrid a 4 de henero de 1675. -El doctor don Juan de Rueda y Cuevas. -Abiendo reconocido que por el lugar de las tablas tiene inconveniente el azer cosa que parezca sermón, no se aga, sino digan las alabanças de María Señora Nuestra con tal modo, que antes mueban a devoción que causen escándalo, por parecerle al pueblo que la acción grande y santa de la predicación se pasa a las tablas. -El doctor don J.º de Rueda y Cuevas».



Al fin de la comedia, va la aprobación siguiente:

«Señor, he visto esta comedia de: Será lo que Dios quisiere, y por caso exemplar, merece su licencia de V. S. para que se represente. -Madrid a 2 de henero de 1675. -Don Francisco de Avellaneda».



Imprimióse en la Parte cuarenta y dos de Varios. -Madrid, 1676.

Comedias en la Colección de Madrid:

Darlo todo y no dar nada. (Burlesca.) (P. 36.)

El Rey don Alfonso el Bueno, (o La batalla de las Navas). (P. 40.)

El Lucero de Madrid, Nuestra Señora de Atocha.

El gran Rey anocoreta, San Onofre134.

Será lo que Dios quisiere. (P. 42.)

La nueva maravilla de la gracia, Juana de Jesús María. (P. 45.)

Comedias sueltas:

El Ángel de las escuelas, Santo Tomás de Aquino.

El Apóstol de Alemania, San Norberto, y segundo San Pablo.

La Dama comendador.

La gran Patrona de España.

El Hijo del carpintero.

Habladme en entrando.

El monstruo de la amistad, y azucena de Valencia.

El Niño de Zaragoza.

Nuestra Señora de la Novena.

Nuestra Señora del Pilar.

Nuestra Señora y San Ildefonso.

El prodigio de la fe, y más feliz Renegado.

Saber obligar a Dios para llegar a ser Rey.

Sitio y toma de Namur.

El sol de Oriente, San Basilio el Magno.

El más valiente Extremeño, Bernardo del Montijo.

Autos.

La restauración del género humano.

La restauración de Buda.

Resucitar con el agua, San Pedro de Mazara. (Con don José Ruiz y don Jacinto Hurtado de Mendoza.) (P. 26.)

Tercera jornada de Santa Rosa del Perú. (Dejó escritas las otras dos jornadas Moreto.) (P. 36, y en la Segunda parte de comedias de Moreto.)

El Águila de la Iglesia, San Agustín. (Con don Francisco González de Bustos.) (P. 38.)

El Apóstol de Valencia, San Vicente Ferrer. (Con Diamante.)

Fray Francisco Jiménez de Cisneros. (Con Diamante.)

El deseado Príncipe de Asturias, y Jueces de Castilla. (Con La Hoz Mota.)

Labrador, Rey y Monje, y mejor Rey de los Godos. (Con don Isidoro de Burgos Mantilla.)

La perla de Cataluña, y peñas de Monserrate. (Con don Nicolás de Villarroel.)

B.: El Hilo de Flandes.

E. f.: La Sacadora. (Ociosidad entretenida en varios entremeses, bailes, loas y jácaras. -Madrid, 1668.)

Baile de La Plaza de Madrid. (Ramillete de Saynetes. -Zaragoza: 1672.)

B.: Las alhajas para Palacio.

B.: El juego del Hombre. (¿Es de don Juan Vélez de Guevara?)

E.: La víspera de la Pasqua. (Flor de entremeses, bailes y loas. -Zaragoza, 1676.)

LARA (DON PABLO DE).

Amparar su propio agravio.

LAVIANO (DON MANUEL FERMÍN DE). Floreció en el segundo tercio del siglo XVIII.

La afronta del Cid vengada.

La buena casada.

La defensa de Sevilla por el valor do los Godos.

La Española comandante.

El Godo Rey Leovigildo, y vencido vencedor.

La inútil precaución, y Barbero de Sevilla.

El Pretendiente y la Mujer virtuosa.

El Reo inocente.

El Sigérico. (Tragedia.)

La Suegra y la Nuera.

El tirano Gundérico.

La toma de Sepúlveda por el conde Fernán González.

Triunfos de valor y honor en la corte de Rodrigo.

Valor y honor de Otoniel.

El verdadero heroísmo está en vencerse a sí mismo.

La Viuda indiferente y esquileo de Castilla.

La bella Guayanesa.

Las Hijas de Gracián Ramírez, y Restauración de Madrid.

Morir por la Patria es gloria: Atenas restaurada.

Los Pardos de Aragón.

El sol de España en su Oriente, y Toledano Moysés.

LAYUSA (SIMÓN).

La católica Belona, y conquista de Granada.

LEBRIJA (FREY MARCELO DE). Fue hijo legítimo del célebre humanista Antonio de Lebrija (Antonio Martínez Cala y Harana); el solo legítimo y el mayor de los cinco que éste dejó a su fallecimiento, en el año de 1522. Infiérese que debió de nacer hacia el año de 1476, y probablemente en Salamanca, adonde pasó su padre desde Sevilla poco después de 1473, obteniendo la cátedra de letras humanas de aquella famosísima Universidad.

Educado por tan insigne maestro, debió Marcelo a sus relevantes prendas y a la nombradía y relaciones de su padre, la colocación que alcanzó de gentil hombre en la casa de los duques de Alba; la protección más decidida de esta ilustre familia, y muy especialmente de su vástago, el cardenal don frey Juan de Toledo, obispo que fue de Burgos; y por último, el hábito de la Orden de Alcántara, con una encomienda de ella.

Regresando nuestro autor, año de 1517, de Flandes en la armada que traía a Carlos V, con el comendador mayor de León, don Francisco de Toledo, el duque de Sessa y otros caballeros, encalló la nao en los bancos de Flandes, sufriendo además la embestida de otra nave que la rompió un costado. Salvóse la gente por especial favor de la Providencia; pero este suceso hizo tal impresión en nuestro Marcelo, que deseando (dice) hallar otra manera de vida lejos del tráfago de la corte, y huir de las justas, torneos y fiestas que en otro tiempo le fueron muy agradables, determinó retirarse a la Encomienda de la Puebla, que ya poseía, en la Orden de Alcántara, con beneplácito que obtuvo de su amo el comendador mayor. Llevada a efecto esta determinación, desempeñó después frey Marcelo varios encargos del Emperador, así en la judicatura de la Orden, cuyo visitador general era al propio tiempo, como en lo tocante a las obras del insigne convento de la misma y de reedificación del puente de Alcántara, que fue concluido en 1543.

Impidiéronle estas comisiones dar la última mano a sus peregrinas poesías, que publicó hacia el año de 1545, con títulos de Triaca del alma, Triaca de amores y Triaca de tristes, en un volumen, sin fecha ni lugar de impresión. De la advertencia al lector y de otras ilustraciones que puso a este libro, así como de una Epístola que va al fin suscrita por Pedro de Estrada; constan las referidas noticias, y que Marcelo escribía la primera parte de la obra siendo ya de edad de cuarenta años.

El erudito don B. J. Gallardo, en su Carta sobre el asonante (Antología española, 1848), sospecha si de frey Marcelo pudo ser tal vez hijo natural Juan de Lebrija Cano, autor de una traducción de La Ilíada, en verso suelto endecasílabo castellano, inédita, cuyo manuscrito original, con la aprobación autógrafa de Lope de Vega, firmada en 7 de noviembre de 1628, existía en la librería del conde del Águila. El traductor, natural y vecino de Plasencia, «fue docto (dice Lope), herencia de su casa, desde el insigne español Antonio de Lebrija». El privilegio para la impresión póstuma va dado a favor de Francisco de Trejo Lebrija, sobrino del traductor.

En una excelente biografía del maestro Antonio de Lebrija, escrita por don Antonio Sánchez de Alba, y fechada en Lebrija, 5 de febrero de 1843, la cual salió impresa en el Semanario pintoresco español del propio año, leemos:

Fue casado (el maestro Antonio) con doña Isabel de Solís, natural de Salamanca, de la que tuvo seis hijos varones, y una hija única, muy célebre por su erudición y extraordinario talento...



Yo he seguido, sin embargo, la autoridad de Pedro de Estrada, que en su precitada Epístola al comendador Marcelo, impresa al fin de la Triaca del alma, dice:

Como a vuestra merced le venga de herencia la virtud de su linaje, y la doctrina de aquel tan insigne padre Antonio de Lebrija... Vuestra merced participó de una especialidad en que ninguno le igualó, que fue serle hijo legítimo, y el mayor, y de no menor ingenio, de cinco hijos que quedastes.



Triaca del alma compuesta por el magnífico y muy noble caballero. Marcelo de Lebrixa, comendador de la Paebla, de la Orden y caballería de Alcántara. -Con privilegio imperial. Sin lugar ni año. (Guadelupe? 1545?) Folio, gótico; 98 hojas sin foliación.

Dividese en tres partes, como va dicho, dedicadas a tres personajes de la casa de Alba. La primero, de unos ocho mil versos, cortos; tiene formas dramáticas: viene a ser un auto sobre el Misterio de la Encarnación.

LEIVA RAMÍREZ DE ARELLANO (DON FRANCISCO DE).

(Véase LEYVA.)

LEIVA (DON PEDRO DE).

(Véase LEYVA.)

LEMOS (CONDE DE). (Don Pedro Fernández Ruiz de Castro y Osorio). Conde de Andrade y Villalba, marqués de Sarriá, comendador de la Zarza en la Orden de Alcántara. Primogénito de don Fernando Ruiz de Castro, texto conde de Lemos, de Andrade, etc.135, y de su esposa doña Catalina de Sandoval y Zúñiga, hermana del duque de Lerma, célebre ministro de Felipe III; nació en el año de 1578. Dióle cuna la flastro provincia de Galicia, no tan infecunda en eminentes ingenios como la pinta Lope al escribir esta noticia, no advertida por los biógrafos, en el elogio que del conde escribe en el Laurel de Apolo:


Galicia, nunca fértil de poetas,
mas sí de casas nobles,
ilustres capitanes y letrados,
por no dejar sus partes imperfetas.
Cual blanca palma entre robustos robles,
por donde los cabellos coronados
de mirto y de verbena,
el Sil anciano blandamente suena.
Un príncipe llamaba
de Lémos y del monte de Helicona,
porque juntar pensaba
al coronel de perlas
del árbol de las Musa o la corona.
Y de un círculo solo componerlas;
que perlas y laureles juntamente
adornan bien de un gran señor la frente...



Lope tenía muchos y muy especiales motivos para saberla patria de su insigne elogiado; no creo que posean o hayan tenido a la vista datos igualmente fidedignos los modernos que le suponen natural de Madrid, sin recordar que el diligente Álvarez Baena le hubiera dado lugar en su Diccionario de ilustres hijos de esta coronada villa, cuyos archivos parroquiales registró detenidamente. Una partida bautismal como la del conde, no podía ocultarse a las investigaciones de este erudito, de Vargas Ponce y otros curiosos.

A la superioridad de los talentos del joven magnate correspondió su educación literaria, contribuyendo a desarrollar su buen gusto y apasionado amor a las bellas letras. Las cultivó desde su más temprana edad, honrándose con el frecuente trato de los más distinguidos ingenios y prodigándoles favor y protección. A los veinte y dos años de su edad, por los de 1598, en cuya época llevaba, como primogénito, el título de marqués de Sarriá, escogió por su secretario al gran Lope de Vega, que le profesó constantemente el más tierno afecto, no desdeñándose de llamarse muchos años después su criado, al escribirle, en 1608, y publicar, en 1621, la Epístola (quinta de La Filomena) donde se leen estos versos:


El dulce trato del discurso nuestro
(perdonad el lenguaje) os tuvo y quiso
por señor, por Apolo y por maestro;
[...]
Mostrara yo con vos cuidado eterno,
más haberos vestido y descalzado
me enseñan otro estilo humilde y tierno.



Enlazóse el joven marqués de Sarriá con su prima hermana, doña Catalina de Sandoval y Zúñiga, segunda hija del célebre prócer, que debió a la simpatía invencible del piadoso Felipe III, mas que a su propio merecimiento, la dirección suprema de los negocios del Estado. Acertó a utilizar el de Lerina en beneficio público, al paso que no descuidaba el propio, las brillantes prendas de talento y de carácter que adornaban a su yerno don Pedro136:

Florido en años, en prudencia cano;


como repetidamente le alaba don Luis de Góngora, y le confirió la presidencia del Real Consejo de Indias, que, poseedor ya por fallecimiento de su padre de los condados de Lémos, Andrade y Villalba, desempeñaba por el de 1608137. Estuvo por aquel tiempo a punto de ser nombrado para el vireinato de Nueva-España, como lo acreditan las alusiones de Lope en su citada composición. No quiso tal vez Lerma exponer a su hija, como padre afectuoso y amante, a los peligros de una larga navegación y de un clima extraño; y esperó a favorecer al joven Conde con otro cargo no menos importante. Reservóle, el de virey y capitán general de Nápoles que, terminado el mando del conde de Benavente, le confirió S. M. en el año de 1610.

Llevado el nuevo virey de su pasión a las letras y de los generosos sentimientos que le animaron siempre en favor de los hombres de ingenio, granjeándole el dictado de Mecenas de su siglo, quiso rodearse en Nápoles de una corte de poetas y eruditos. Habiendo coincidido con su nombramiento la muerte de su secretario, Juan Ramírez de Arellano, escribió inmediatamente a Lupercio Leonardo de Argensola, nombrándole para el cargo de secretario de Estado y Guerra del vireinato, pidiéndole que llevase consigo a su hermano el doctor Bartolomé, a quien no menos estimaba y favorecía, y comisionando a entrambos para que le buscasen y propusiesen los necesarios oficiales de secretaría y de algunas otras dependencias, escogiéndolos entre los que cultivaban con fruto y renombre los estudios literarios y señaladamente los poéticos. Correspondieron los dos insignes Argensolas a la confianza y al deseo del de Lémos, que se trasladó a Nápoles a principios de 1611. De los ingenios que le acompañaron, además del secretario, su hijo Gabriel y su hermano, da noticia uno de ellos, don Diego Duque de Estrada, en los Comentarios de su vida, ya impresos y publicados a esta fecha. Nombra allí al célebre Mira de Amescua, al entremesista Gabriel de Barrionuevo, a don Francisco de Ortigosa, singular y desgraciado ingenio, a Laredo y Coronel, y algunos otros que concurrieron a formar la reunión académica en el palacio del joven virey. Describe Estrada estas reuniones jocoserias, en las cuales se leían discursos y poesías, cuyo asunto se daba con antelación, y se improvisaban versos y comedias burlescas, terminándose con una opípara cena costeada entre todos los socios, que pasaban de veinte. Así descansaba y se distraía el de Lémos de las graves ocupaciones de su gobierno, que supo desempeñar con admirable prudencia, acreditando cada vez más su carácter bondadoso y benéfico. Al paso que tomaba placer en los ingeniosos recreos de su academia, protegía el establecimiento en aquella capital de otra mas pública, importante y grave; la que se tituló: de los Ociosos, promovida por el erudito Juan Bautista Manso, marqués de Vila y por el secretario Lupercio. Así este, como el virey, pertenecieron a ella, juntamente con los más insignes sabios de aquel país. Poco tiempo después celebraba esta academia con majestuosa pompa las exequias del mismo Lupercio de Argensola, perdido para su patria y las letras en la edad de cincuenta años, por marzo de 1613. Sintió vivamente esta desgracia el Conde, que a la actividad e inteligencia del célebre aragonés fiaba el despacho de los más arduos negocios, y descansaba en él con absoluta confianza del principal peso de todos. Quedóle, sin embargo, en el otro no menos famoso hermano, un sabio y prudente consejero, y dio la secretaría al hijo de Lupercio, don Gabriel Leonardo de Albión.

De esta época datan precisamente los principales títulos de fama y renombre del conde de Lémos, y los que tiene a la gratitud de la posteridad; porque de ese tiempo es el primer documento que le acredita de bienhechor y Mecenas del gran Cervantes.

Sin duda, antes de 1610, había este inmortal y desafortunado ingenio recibido socorros del Conde; el cual, nombrado para el vireinato, es de creer que hubiese favorecido a Cervantes con algún destino en aquel gobierno, a no considerarle de edad ya demasiado avanzada. Por otra parte, la influencia de los Argensolas fue en este caso poco activa y eficaz, y aun cuando al partir hicieron grandes promesas al escritor inimitable, no las llevaron a efecto. Quejóse de ellos, amarga pero amistosamente, en el Viaje del Parnaso:


    Que no sé quién me dice y quién me exhorta
que tienen para mí, a lo que imagino,
la voluntad, como la viste, corta:


    Pues si alguna promesa se cumpliera
de aquellas muchas que al partir me hicieron,
lléveme Dios si entrara en tu galera.
    Mucho esperé, si mucho prometieron,
mas podrá ser que ocupaciones nuevas
les hagan olvidar lo que dijeron.



Escribía esto Cervantes por el año de 1613, probablemente al tiempo mismo que fallecía su tibio amigo Lupercio. Elogió merecidamente en esta obra al conde de Lémos, y poco después, con fecha del 13 de julio del mismo año, le dedicó sus Novelas, llamándole «su verdadero señor y bienhechor». En 1615, al dirigirle las Comedias, se firmaba no menos reconocido a «su firme y verdadero amparo», y luego escribía con donoso gracejo la dedicatoria de la segunda parte del Quijote, diciendo expresamente que el conde de Lemos «le sustentaba y amparaba, haciéndole más merced que él podía desear», al paso que en el prólogo repetía que la «cristiandad y liberalidad del mismo, contra todos los golpes de su corta fortuna, le sostenía en pie». Por último, a tan benéfico favorecedor se mostró reconocido y apasionado Cervantes hasta sus postreros momentos, escribiéndole


Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,



aquella célebre dedicatoria del Persiles, que tan bien retrata la vivacidad de su ingenio y la nobleza de sus sentimientos. De creer es, aunque no tengamos de ello prueba terminante, que así el conde de Lemos como su tío, el cardenal arzobispo don Bernardo de Sandoval y Rojas, a cuyos caritativos auxilios se muestra a la vez agradecido Cervantes, le sirviesen de escudo contra los rencorosos manejos que apoyó su poderoso émulo fray Luis de Aliaga, y que por lo menos bastaron a privarle del premio que merecía.

Por el año de 1612 se ajustaron las dobles bodas de nuestro príncipe don Felipe y de la infanta doña Ana, respectivamente, con Isabel de Borbón y su hermano el rey Luis XIII de Francia. Celebráronse grandes fiestas en Nápoles, que ligeramente describe Cervantes en el Viaje del Parnaso, encareciendo con especialidad el torneo, en que fue primer mantenedor el conde de Villamediana y segundo el de Lemos. ¡Fiesta de triste augurio para el gallardo Tassis! Si en ella lució su destreza y gala, excusado es decir cuánto luciría su ingenio en la academia del Conde, a la cual por aquella época asistió asimismo breves temporadas el ilustre Quevedo, con ocasión de su viaje a Sicilia.

Cuando Cervantes, cuatro días antes de fallecer (el 19 de abril de 1616), escribió la dedicatoria del Persiles y Sigismunda, estaba para regresar a España el conde de Lemos, terminado el quinquenio de su gobierno. Fue a la vuelta agraciado con la presidencia del Consejo de Italia, y además destinado en su clase de gentil hombre de cámara al inmediato servicio del joven príncipe don Felipe, a quien servían ya con iguales cargos don Fernando de Boda, primo de nuestro Lemos, y el sagaz don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares138.

Preparábase ya por aquella fecha el cambio personal en la gobernación del Estado, que se realizó dos años después. Don Cristobal de Sandoval y Rojas, gentil hombre de la cámara del rey, duque de Uceda, y primogénito del de Lerma, trabajaba sordamente para sustituir a su padre en el mando y la privanza. Ligáse a este fin con el astuto y ambicioso fray Luis de Aliaga, confesor del Rey, que ingrato a los favores de su patrono le hacia cruda guerra; y sirvióse con éxito del ministro don Rodrigo Calderón, no menos ingrato, pero más flexible y que sabía conservarse bien quisto del antiguo privado. No comprendía bien este magnate la intriga que le amenazaba: tal vez no podía persuadirse de ella. Recelaba principalmente del conde de Olivares, a quien, arrepentido de haberle colocado en posición tan ventajosa, veía con inquietud adquirir cada vez mayor ascendiente sobre el príncipe don Felipe. Valióse Lerma del conde de Lemos, en quien principalmente confiaba y hallaba simpatía, para minar el favor y la pequeña privanza de Olivares, coadyuvando, a sus intentos el ama del príncipe; estuvo ya a punto de conseguirlos, pero la destreza del Guzmán superó a la de sus contrarios.

Equivocáronse los validos de Felipe III (dice el moderno Ilustrador de Quevedo), y míseramente firmaron su ruina, el día que abandonaron a merced de un extraño los floridos abriles del sucesor de la corona... Consagrado el gentil hombre (Olivares) a dirigir la forma del vestido, el manejo del caballo, la disposición de una cacería y las aventuras juveniles del príncipe, era imposible arrancarle de su lado; y ocupados los favoritos del monarca en destruirse mutuamente, dejaron crecer áquel valimiento, que después derrocó el de todos, en 1621.



Unido tan estrechamente el conde de Lemos a (a no dudarlo, más por afecto y agradecimiento que por miras de interés) con su tío y suegro, debía de atraerse por natural consecuencia el odio de su primo Uceda y del padre confesor. Profesábanle mortal enemistad, dice el anónimo historiador a quien vamos siguiendo139, y acaso no eran respecto de Aliaga, motivos extraños a este odio la amistad y protección que el Conde había dispensado a Miguel de Cervantes Saavedra. Para deshacerse de él privándole del favor que asimismo gozaba con el príncipe, uniéronse al de Olivares en pasajera coalición, prometiéndole, en cambio de sus oficios contrarios al de Lemos, todo su auxilio y poderoso influjo, que fueron tan eficaces cuanto en aquel caso podía desear.

Llegó por fin a su sazón la intriga, a primeros de octubre de 1618. En la tarde del día 4 cayó de su valimiento el duque de Lerma, saliendo desterrado para Valladolid con el marqués don Rodrigo Calderón, y sucedióle su hijo el duque de Uceda en el deseado poder. Precedieron dos días a esta crisis las mudanzas personales en la servidumbre alta del príncipe, siendo principal víctima de ellas el conde de Lemos. Oigamos sobre este punto a Quevedo. (Grandes anales de quince días.)

Por relaciones que se inventaron de que el conde de Lemos tenía rodeado de negociación suya al... príncipe, desde la azafata hasta los ayudas, mandó su Majestad quitar tres llaves de ayudas de cámara; a Solá, a Pacheco y a Loaisa, y doradas el comendador mayor de Montesa y al conde de Olivares; cedió Montesa, inducido de un vireinato; Olivares ofreció cabeza y llave todo junto, y con valor y entereza entretuvo la orden, y a costa de Filiberto, y mediante la ignorancia del de Uceda, aseguró de si a los válidos con su mayor asechanza. Sacaron a la azafata de palacio, y el conde de Lemos, como he apuntado, tomó a su cargo está reformación, y sintióse por todos. Habló a su Majestad pidiéndole licencia, que no le regateó. Dióse por sentido del de Uceda con demostraciones y palabras, y fuese a Galicia, y de allí a dos días salió el duque (de Lerma), desterrado para Valladolid, etc.



Está Quevedo en tal relación sobremanera oscuro y algo inexacto. Positivamente el conde de Lemos y su primo don Fernando de Boda, comendador mayor de Montesa, procuraron ganarse el completo favor del príncipe. Influido el Rey por Uceda y Aliaga, prohibió a don Fernando severa y terminantemente que hablase a solas al augusto joven. Renunció aquel en consecuencia la llave dorada; intercedió por él sin fruto su primo, resentido también de la orden, y doblemente desairado, renunció asimismo todos sus cargos y dejó la corte con beneplácito del Rey. Trasladóse nuestro Conde a su pueblo señorial de Monforte de Lemos, donde poseía un magnífico palacio. Allí, y en sus posesiones de aquel país, residió tranquilo y contento por espacio de tres años en compañía de su esposa (no tenía ni logró sucesión), entregado al estudio, y disfrutando algunas veces de la correspondencia y del trato epistolar con los ingenios y eruditos. Consérvanse impresas dos cartas suyas de aquella época: la una fechada en Paradela, 25 de octubre de 1620, contestando afectuosamente a don Luis de Góngora, que se excusaba de su omisión en escribirle140, y la otra de Monforte, 9 de agosto de 1621, dirigida a su más querido Bartolomé L. de Argensola. Quiero reproducir algunos pasajes de esta última, que dan idea de su carácter y estilo, y noticia de sus ocupaciones en aquel retiro.

¡Válgame Dios, rector de Villapulera, y qué profundo ha sido nuestro sueño! De aquí saco por cuenta cierta que vuestra merced y yo, que no somos más que yo y vuestra merced, que quiere decir dos, hemos parecido siete de un año a esta parte. Ya ve donde voy a parar con mi erudición; pues yo le perdono el silencio pasado, si todo este tiempo se ocupó en lamer el parto de los desiguales; y como quiera que sea, le perdono su silencio por lo bien que habla en sus tercetos. Elegantísima cosa, mi rector, y un traslado muy puntual de la verdad.



Corrige con acierto y festiva crítica un pasaje de la elegía o epístola a que se refiere, y de la cual nos ocuparemos seguidamente. Habla después de la dedicatoria que de cierta traducción le hacía don Juan Vitrian, aceptándola, y concluye:

Vuélveme a la descripción del cortesano, y sepa que he gustado mucho del gabancillo verde; lindamente lo dice todo, y muestra cómo se han de juntar con gentileza virtudes contrarias en un sugeto... Por horas aguardo que mi madre me avise de Madrid, pero yo le prometo que estoy tan a mi placer, que nunca me parece que tarda este aviso. ¡Oh gran felicidad! Si non Passis quod vis, vellis quod passis. Lindos ratos me paso con los libros, y encomendarme a Dios. Todo es risa,mihi credo, nisi vivere jocunde et severe mori. Guarde Dios a vuestra merced como deseo. Monforte, etc. A Gabriel mis encomiendas, y déle Dios lo que merece. -El conde de Lemos y de Andrade.



La composición referida, aunque relativa principalmente al buen conde de Lemos, no iba dedicada sin embargo a él, sino a su primo Borja, que, en efecto, había obtenido el vireinato de Aragón. Es la justamente famosa y renombrada que comienza:


Para ver acosar toros valientes;



y en ella describe con filosófica y elegante pluma la vida retirada, sabia y modesta que hacía en Monforte el conde, pintándole, bajo el sencillo traje de la aldea, como el modelo


Del cuerdo labrador que pinta Horacio;



refiriendo a la corte «las verdades naturales del campo» y entregado a los puros goces de aquella honesta vida, al estudio de la historia y al cultivo de las letras.


    O escribe en prosa, o con heroico acento
mueve la voz, o en amorosa lira,
y tal vez en satírico instrumento.
    Ni se desdeña de abajar la mira
Al ignorado cómico lenguaje,
con que a desagraviar zuecos aspira.



Pone Argensola en boca del retirado cortesano del gabancillo verde un discurso o relato de las causas que le movieron a dejar la corte y el palacio; discurso reticente, como es de suponer y el autor mismo declara. En este relato se describe con belleza y maestría la regalada vida de que allí disfrutaba el Conde, y se dirigen a las altas regiones de la privanza y del poder supremo algunos dardos tan bien aguzados como el siguiente:


    Que aquí, ni la ambición finge y porfía,
ni el inocente arado y ruda azada
ofrece a la privanza idolatría:
    A la privanza, que con ver la espada
que sobre en cerviz del techo pende
al pelo sutilísima añudada,
    tanto a evitar los émulos atiende
que la virtud que en otros pechos mira
solo por benemérita le ofende.



El Conde, a cuya penetración no dobla ocultarse la verdad que encierran estos versos, confiaba, no obstante, y creía, según de su carta se deduce, poder libremente regresar a la corte; pero se equivocaba. Sus contrarios, Uceda y fray Luis, habían caído del poder cuatro meses antes, al fallecimiento de Felipe III, y hallábanse desterrados; pero el nuevo y más temible dueño del mando y de la regia confianza, el ambicioso conde de Olivares, le era no menos contrario y enemigo. Así, habiendo bajado poco después de Monforte a Tordesillas, donde su tío y suegro el duque cardenal desterrado, y aun preso, padeció una gravísima enfermedad, recibió, convaleciente ya su deudo, expresa orden de S. M. para que sin venir a Madrid se volviese a su retiro.

El conde, escribe Quevedo, tuvo por lisonja este mandato, y era fuerza que quien despreció la corte cuando la mandaba, la aborreciese cuando la padecía con toda su sangre.



Manteníase aquí la condesa viuda, su madre, con entereza varonil, atenta a la defensa de su hermano, hijos y sobrinos. Cayó gravemente enferma a principios de agosto de 1622: y solicitando con empeño ver a su hijo el de Lemos, dio licencia el Rey, con fecha del 18, para que viniese a la corte, orden que le fue transmitida por correo especial. Acudió, en efecto, ansioso y pudo abrazar aun a su cariñosa madre. Permaneció en la corte, y acaso por su desgracia, pues a los dos meses, el 19 de octubre, murió inopinadamente, contando solo cuarenta y seis años de edad. ¡Muerte llorada de todos los que daban culto al saber y a la virtud! Su entierro fue suntuoso. Acompañaron al cadáver desde la casa mortuoria al convento de las Descalzas Reales, donde se le depositó, las Comunidades religiosas con hachetas encendidas; los señores y grandes, vestidos de luto, cincuenta pobres, y todos los criados de la casa. Iba descubierto, vestido de blanco, manto capitular de Alcántara, cuello abierto y espada dorada, en hombros de los caballeros de su Orden. Presidían el fúnebre cortejo, el conde de Castro, don Francisco, hermano y sucesor del difunto, don Andrés de Castro141, el conde de Benavente y don Duarte de Portugal.

Dejó muchas mandas, y el remanente de los bienes libres a su esposa doña Catalina de Sandoval. Su Encomienda de la Zarza, de valor de 5,000 ducados, pasó por Real merced a la hija del Conde-duque, doña María de Guzmán.

La modestia del conde de Lemos y el descuido de sus ilustres descendientes, nos han privado de las producciones de su ingenio. En no escaso numero debieron ser las que presentase en las academias de Nápoles y las que trabajase en su tranquilo y dilatado retiro. Para las solemnes y suntuosísimas fiestas con que se celebró en la villa de Lerma, a mediados de octubre de 1618, la dedicación de aquella iglesia colegial, costeadas por el duque y sus hijos, y autorizadas con la asistencia del rey Felipe III y de toda la corte, escribió nuestro poeta una comedia intitulada: La casa confusa, que se representó en un bien, dispuesto teatro, preparado al efecto en la iglesia de San Blas. Hacen mención de esta desconocida pieza, y declaran por su autor al de Lemos, los historiadores de aquellas fiestas, el insigne poeta López de Zárate y Francisco Fernández Caso, y además el doctor Juan Pérez de Montalbán. El licenciado Pedro de Herrera habla de ella y la elogia sin expresar su autor.

El transcrito pasaje de la Epístola de Bartolomé Argensola, acredita que el Conde se dedicaba en Monforte, entre otras tareas, a la composición dramática, partidario de la escuela de los preceptistas clásicos. En el año de 1608, escribió una descripción poética y topográfica de La gobernación de los Quixos, provincia perteneciente a la Audiencia de Quito, obra que, según Pellicer (Vida de Cervantes), dedicó a su padre, y tal vez es anterior a la fecha citada, pues que el padre falleció en 1601. Existía esta obrita en el códice J-122 de la Biblioteca Nacional. Al principio del poema de San Isidro, de Lope, se leen dos redondillas del joven marqués de Sarriá.

Sin duda existirán retratos suyos, debidos al pincel de acreditados artistas de su época, en los salones del palacio de Monforte y de los actuales poseedores de la esclarecida casa de Lemos; pero el único hasta la fecha publicado no procede directamente de esos cuadros, sino de la estampa que se halla en el tomo II del Teatro heroico-político del gobierno de los vireyes de Nápoles. Copióse esta lámina para la Colección de Retratos de los españoles ilustres, hecha en la calcografía de la imprenta real, año 1791. Dibujó la copia don J. Maea142, y la grabó don N. Besanzou.

A mediados del siglo último, la señora condesa de Lemos, marquesa de Sarriá, doña Josefa de Zúñiga y Castro, fundó en esta capital, y presidió en su casa una academia literaria que se tituló: Del Buen Gusto. Duraron sus sesiones, que eran mensuales, desde el 3 de enero de 1749 al 16 de setiembre de 1751.Pertenecieron a ella Luzan, Montiano, Porcel, Nasarre, Velázquez, el conde de Torrepalma, el duque de Montellano, la duquesa viuda de Arcos, el duque de Béjar, el conde de Saldaña y otros ingenios y apalonados a las bellas letras. Consérvanse sus actas y las composiciones originales que a la academia se presentaron.

Debemos hacer aquí mención de dos sonetos notables de Góngora, relativos al conde de Lemos.

El uno, que comienza:


Llegué a este Monte fuerte coronado
de torres convecinas a los cielos...



os indica la visita que el insigne poeta cordobés hubo de hacer al Conde en su villa de Monforte.

En el segundo, uno de los más bellos del mismo autor, que principia:


El conde mi señor se va a Nápoles
y el duque mi señor se va a Francia:
Príncipes, buen viaje, que este día
pesadumbre daré a unos caracoles;



alude con burlesco y picante estilo a la partida del de Lemos a su gobierno de Nápoles, y a la simultánea del duque de Feria, comisionado para dar el pésame a la reina de Francia, María de Médicis, por la muerte de Enrique IV.

Infiérese de esta última composición que don Luis debió de quedar muy quejoso por no haber logrado, sin solicitarle, puesto en la comitiva literaria del Conde.


Como cobren tan doctos españoles
a ninguno ofrecí la musa mía;
a un pobre albergue sí de Andalucía,
que ha resistido a grandes, digo soles.



La misma queja tuvo el poeta Cristóbal de Mesa, como se referirá en su artículo.

La casa confusa. Comedia inédita, y a esta fecha desconocida. Representóse en las suntuosas fiestas de Lerma, a la solemne dedicación de aquella iglesia Colegial, a presencia de SS. MM. y de toda la corte, el 16 de octubre de 1618. Francisco López de Zárate en su poema descriptivo de estas fiestas, habla de ella, y la celebra del modo siguiente:

Comedia del conde de Lemos intitulada: La casa confusa.


El cuarto sol en cómicos primores,
Aristófanes nuevo, dio doctrina:
Pintó de amor las iras, los temores;
afectos que alcanzó pluma divina,
ecediendo con arte a los colores
animados de mano peregrina;
pues pasó de los labios a los ojos
llamas de celos, lágrimas de enojos.
    Mostróse culto el arte y reducido
a su severidad con hermosura;
suspensamente deleytó Cupido
atando y desatando con blandura
el primor en lo fácil escondido;
con dulce gravedad, grave dulzura
juntó, plato sirviendo de manjares
suavísimos con términos vulgares.
    Dio a probar a los ojos el veneno
pestilente con título amoroso,
y en sentencias concisas puso freno
al anhelar solicito y penoso;
el sátiro ridículo, no obsceno,
jugó rústicamente malicioso;
no intervino corona o apariencia
de épico ornato, o trágica licencia.
    Admiró todo, bien que sustentado
en los estrechos cómicos umbrales;
lo natural, vencido en lo pintado,
dio de abundancias del autor señales,
siendo el lenguaje propio, no llevado
como de lluvia en rápidos raudales,
antes profundo y claro, cual Danubio
que no se altera en el mayor diluvio.
    Dio a fábula con nombre de confusa
límite alegre en popular estilo;
escribió Apolo, recitó la musa.
Anudando los labios a Zoflo:
Pluma, pues vuelas torpemente, excusa
honores del que dellos es asilo:
Dio a la comedia fin, como al deseo,
honesta Venus, lícito himeneo.



El licenciado Pedro de Herrera, en la Relación oficial que hizo de las fiestas, dice:

«Cerca de anochecer, en la iglesia de San Blas, se empezó a representar una comedia con que el conde de Lemos hizo fiesta esta noche. -Tenía allí puesto teatro para ella, muy adornado... con buena disposición y traza... En coloquio, entre dos, se recitó un prólogo ingenioso, declarando con mucho estudio cuáles son los preceptos ciertos de la poesía cómica... fundado todo en exemplares de la antigüedad y buenos discursos de la razón. El título de la comedia es La casa confusa; guardóse en ella tanta propiedad de lenguaje y afectos, que correspondiendo el argumento a lo demás, las personas que pudieron hacer juicio la calificaron por la primera cosa más conforme al arte que se ha tenido en España. Representóla la compañía de Pinedo, juntándosele Baltasar Osorio y Mari Flores, con otros grandes representantes traídos diferentes compañías, excelentes todos en su profesión. Dióles el Conde vestidos, según el papel que representó cada uno. Hubo dos entremeses de mucha agudeza y entretenimiento»... La función terminó con un baile de vegetes, que danzaron el Turdión y la Zarabanda.



Debe advertirse que la comedia: La casa confusa, se halla citada anónima en los Catálogos de Medel y de Huerta.

LEMUS (DON JUAN DE).

Nadie pierda la esperanza, en el mayor imposible. (Nadie pierda la esperanza.) (En el mayor imposible nadie pierda la esperanza.) ¿Existen dos diversas comedias con este ligeramente variado título?

En el Índice de Fajardo se lee: «En el mayor imposible... de don Juan de Lemus. La misma de Moreto, suelta y en su Parte tercera impresa en Valencia». En el Catálogo de Huerta: Nadie pierda la esperanza... de Lemus, y En el mayor imposible... de Moreto. Bajo el nombre de este último se halla impresa en la Verdadera tercera parte de sus comedias. -Valencia, 1676 y 1703, y suelta, edición del siglo XVII, sin lugar ni año, que poseo; y otra del VIII, sin año, impresa en Sevilla. En estas ediciones se declara por autor Moreto al pedir perdón de las faltas.

El señor don Luis Fernández-Guerra ha tenido presente en la biblioteca del señor duque de Osuna, un antiguo manuscrito de esta pieza que la da el solo título de Nadie pierda la esperanza; y la ha insertado en su preciosa Colección de Moreto.

LEONARDO DE ARGENSOLA (LUPERCIO). Escrita su biografía con la mayor extensión y copia de noticias por don Juan Antonio Pellicer y Saforcada al principio de su Ensayo de una biblioteca de Traductores españoles (Madrid, 1778), solo nos cumple darlas aquí breves y limitadas.

Oriundo de Bávena por la línea paterna y de Cataluña por la de madre, nació Lupercio en Barbastro, año de 1562. Fueron sus padres Juan Leonardo, secretario luego del emperador Maximiliano II, y doña Aldonza de Argensola. Estudió filosofía y leyes en Huesca, y después, elocuencia, lengua griega e historia romana en Zaragoza, con el erudito Andrés Scoto. A los veinte y tres años de edad entró a servir de secretario al duque de Villahermosa, y por el mismo tiempo fue en Madrid individuo de la Academia Imitatoria, célebre ya por su ingenio y eminentes talentos.

En 1587 casó con doña Mariana Bárbara de Albión. Dos años después vino a la ciudad de Alcalá, concurriendo al certamen de la canonización de san Diego, y después residió alternativamente en Madrid y Zaragoza.

Nombrado secretario de la emperatriz doña María de Austria, que vivía retirada en el convento de las Descalzas, de esta corte, fijó aquí su domicilio. En 1599 le confirió S. M. el cargo de coronista mayor de Aragón, nuevamente creado, y este reino, por sus diputados, le nombró para el especial de coronista en 1607. Pasó a Nápoles tres años después elegido por el virey, conde de Lemos, para el arduo empleo de secretario de aquel gobierno, cuyo peso llevó por espacio de tres años, fomentando al propio tiempo las academias y reuniones literarias. En medio de tan graves y útiles tareas, le sorprendió la muerte: falleció en Nápoles a mediados de marzo de 1613, con sentimiento general de los doctos. La academia de los Ociosos, honró su memoria con suntuosas exequias.

Lupercio había entregado al fuego poco tiempo antes la mayor parte de sus obras poéticas. Recogió años después las que pudo, su hijo don Gabriel Leonardo de Albión, y las imprimió juntas con las del doctor Bartolomé Leonardo de Argensola, hermano de nuestro autor, en Zaragoza, 1634. La mayor parte de los escritos históricos de Lupercio quedaron inéditos; a Pellicer y Saforcada debemos la publicación de algunos opúsculos de ambos ilustres hermanos en la citada Biblioteca de Traductores: los de Lupercio son cartas latinas y castellanas.

Con grande encarecimiento alabó Cervantes sus tragedias en la parte primera del Quijote, y Lope de Vega hace mérito de ellas, aunque muy vagamente, en una carta al duque de Sesa, que con otras suyas manuscritas posee el señor don Agustín Durán. Tres fueron las composiciones de esta clase que Cervantes mencionó en el pasaje a que aludimos: La Isabela, La Filis y La Alejandra, tragedias; y aunque no expresó el nombre de su autor, el moderno descubrimiento de las dos primera y última, citadas, y las noticias del cronista Andrés de Ustarroz, las han declarado producciones del gran Lupercio, a quien ya Rojas Villandrando y Espinel alabaron como poeta trágico.

Compúsolas en su juventud, por los años de 1585. Las dejó inéditas, pero afortunadamente y a pesar de la escasa diligencia de su hijo don Gabriel, que debió incluirlas en la edición que hizo de las Rimas, de su padre y tío, se conservaron manuscritas La Isabela y La Alejandra; tiénese hasta el día por perdida la titulada: Filis.

Guardó manuscritos de las dos expresadas, el canónigo de Tarazona, don Martín Miguel Navarro, elegante poeta latino y español, grande amigo de ambos Argensolas; y de estos ejemplares sacó exactas copias el doctor Francisco Andrés de Ustarroz.

No probablemente ninguno de estos códices, sino otro más original, y acaso autógrafo, debía de ser el que en 1772 se conservaba en el archivo del Colegio de padres de las Escuelas Pías de Barbastro, y era dádiva del fundador de aquella casa religiosa, don Manuel Pilares, Argensola y Calasanz, pariente de nuestro autor. Comprendía asimismo únicamente las dos tragedias: Isabela y Alejandra.

Por los años de 1750 al 53, cuando Montiano publicó sus célebres Discursos, aún permanecían oscurecidos estos manuscritos; pero algún tiempo antes del de 1772, ya fueron conocidos de nuestros literatos. Por copias no muy fieles, publicó López de Sedano en el sexto volumen del Parnaso español (1772), estas dos obras dramáticas de Lupercio, cuya biografía compendiada, escribió al frente del tomo.

A la vez manejaba el precioso códice de los Escolapios de Barbastro don Tomás Sebastián y Latre, con ocasión de hallarse escribiendo su Ensayo sobre el Teatro español, donde lo refiere mostrándose agradecido a los padres, dueños del códice, que él conceptuaba original, fundado, no solamente en las noticias tradicionales del convento, sino en la corrección, integridad y multitud de variantes que ofrecía su texto comparado con el impreso poco antes por Sedano. Para muestra de esta diferencia, transcribe dos pasajes que faltan allí en la referida impresión a la tragedia: Alejandra.

Ambas piezas van precedidas de sus respectivos prólogos, que recitan La Fama y La Tragedia (este último lleva el nombre de Loa); de ellos consta haber sido compuesta la Alejandra para representarse en Zaragoza, y que La Isabela fue ejecutada por la compañía de Salcedo.

El códice de Barbastro, que tal vez se conserve aún, si no desapareció en la época de la invasión francesa, contenía además algunas poesías líricas.

Sedano y Signorelli hablaron con imparcialidad crítica de las dos tragedias de Lupercio; con la misma, y más detenidamente, las han juzgado los señores don L. Moratín y don F. Martínez de la Rosa. En el Tesoro del Teatro español, tomo I, se halla reproducida La Isabela, que es la más tolerable de ambas composiciones.

Tragedia de La Isabela.

Tragedia: La Alejandra. Escritas en diversidad de metros. Publicadas en el Parnaso español, tomo VI. Madrid, 1772; y la primera en el Tesoro del Teatro español, tomo I. París, 1838.

Tragedia: La Filis. No es conocida.

Isabela. Tragedia de Lupercio Leonardo de Argensola: Año MDLXXI.

Manuscrito, excelente copia de aquel tiempo, en un Códice que comprende gran parte de las poesías de ambos Argensolas. Colección del señor Sancho Rayón.

Este manuscrito corrige el error con que se había fijado la composición de las tragedias de Lupercio en 1585.

LEÓN MARCHANTE (MAESTRO DON MANUEL DE). Nació por los años de 1620 al 27 en la villa de Pastrana, de padres calificados, que le dieron (dice su biógrafo), segundo ser en la aplicación a las letras. De niño fue muy vivo, de adolescente ingenioso. En la esclarecida Universidad de Alcalá cursó filosofía, graduándose de maestro; empezó la sagrada teología: prosiguió y no acabó. Ya sacerdote, fue honrado con título de capellán de S. M.; obtuvo la capellanía mayor del noble Colegio de Caballeros Manriques de Alcalá, que desempeñaba en 1657; fue notario y comisario del Santo Oficio; y por último, racionero de la santa iglesia magistral de San Justo y Pastor de aquella ciudad, donde falleció del 8 al 15 de octubre de 1680. Fue sepultado en la magistral, con lápida, cuya inscripción latina transcribe su biógrafo.

De festivo y agudo ingenio, compuso algunos sazonados entremeses, y estuvo feliz en varias de sus producciones líricas del mismo género, como en la Relación de los toros de Meco, apreciada, según asegura su biógrafo editor, del insigne Calderón. Tuvo grande amistad con el padre Diego Calleja; escribieron juntos comedias, ya mencionadas en su lugar propio; una escribió Marchante por sí solo. Infatigable autor de relaciones y coplas de ciego, de villancicos, glosas, jácaras, chambergas y seguidillas; a pesar de haber entregado al fuego sus versos; poco antes de morir, prontamente obedecido en esto por un religioso que te asistía, dejó, no obstante, ya impresas gran número de sus composiciones y otras muchas inéditas en poder de amigos y de curiosos papelistas. Recogidas años después por «un su aficionado», salieron a luz en los de 1722 y 1735; formando dos volúmenes en 4.º, costeados por el librero de Madrid, Fernando Monje, y por el mismo dedicados al cronista don Luis de Salazar y Castro. Prometióse, y aun se comenzó a imprimir, un tercer tomo comprensivo también de obras líricas y cómicas, pero al fin no llegó a ver la luz pública.

El tomo primero contiene después de varias líricas, las composiciones dramáticas. El segundo, solamente poesías líricas sagradas.

En esta Colección, como póstuma y publicada tantos años después de la muerte del autor, debe de haber mucho de otras plumas: algo acaso de don Melchor Fernández de León, su contemporáneo, aunque más joven; con el cual suele a menudo ser confundido, principalmente respecto de algunas comedias.

En el certamen celebrado por la Universidad de Alcalá para festejar el nacimiento del príncipe don Felipe Próspero, el día 6 de febrero de 1657, fue León Marchante secretario segundo; hizo la introducción y las cedulillas, y presentó varias composiciones. Todo se imprimió en el libro de esta justa, que salió a luz en Alcalá, año de 1658. Al fin de él va una Descripción de las fiestas, en verso, por el propio maestro León Marchante.

Su retrato, grabado toscamente en madera, se halla al principio del tomo II de sus Obras.

Entremés de El Pericón. Autógrafo, con fecha de 1660. Biblioteca de Osuna.

Mojiganga de Los Motes. Autógrafo, con fecha de 1675, en la biblioteca de Osuna.

Saynete para la fiesta de la Zarzuela. Escrito hacia el año de 1661.

Jácara entremesada.

Entremés de Los Tontillos.

Entremés de La Tarasca.

Manuscritos. Biblioteca de Osuna.

Obras poéticas Pósthumas, que a diversos assumptos escrivió el maestro don Manuel... Comissario del Santo Oficio... etc. -Divididas en tres classes, sagradas, humanas y cómicas... -Dálas a luz un su aficionado. -Y las dedica al muy ilustre señor don Luis de Salazar y Castro, comendador de Zorita,... etc. Con privilegio. -En Madrid, por don Gabriel del Barrio, impressor de la Real Capilla de S. M. -A costa de Fernando Monge, mercader de libros. -Véndese en su casa, frontero de san Phelipe el Real. -Año de MDCCXXII; 4.º

Dedicatoria del librero, 28 de mayo, 1722. -Aprobaciones y licencias fechadas del año anterior. -Suma del privilegio a Monge por diez años. -Prólogo del colector anónimo con la biografía del autor.

Comprende la clase o Parte tercera de este tomo, las siguientes piezas dramáticas:

Loa al Patriarca San Pedro Nolasco.

Loa de Planetas y signos.

Loa del Relox.

Comedia famosa: La Virgen de la Salceda. (Escrita con el padre Diego Calleja.) (Se promete segunda parte.)

Comedia famosa: Las dos estrellas de Francia. (Escrita con el mismo padre Calleja.) Son protagonistas, san Juan de Mata y san Félix de Valois. (Prométese segunda parte.)

Comedia famosa: Los dos mejores Hermanos, San Justo y Pastor. (Escrita con el padre Calleja. Quedó en borrador y esta es su primera edición.)

Comedia famosa: No hay amar como fingir. (Es solo de León Marchante.)

Entremés del Gato y la montera.

Entremés de Las barbas de valde.

Entremés de La Estafeta.

Entremés del Día de Compadres.

Entremés del Refugio de los Poetas.

Entremés del Abad del Campillo.

Entremés de Los Pages golosos.

Mojiganga de Los Alcaldes.

Entremés de Los Espejos.

Baile de La Pulga y la chispa.

Baile del Borracho y Talaverón.

Jácara entremesada de Gargolla. El tomo II, impreso en la misma imprenta año 1733, contiene algunas composiciones glosando títulos de comedias, y un villancico alusivo a la prohibición de estas.

Las dos estrellas de Francia. (P. 17.) (Con el padre jesuita Diego Calleja.)

La Virgen de la Salceda. (P. 24.) (Con el mismo padre Calleja.)

No hay amar como fingir. (P. 35.)

E. f.: El Abad del Campillo. (Ociosidad entretenida en varios entremeses, bailes, loas y jácaras... -Madrid, 1668.)

Loa de Planetas y de Signos. (Vergel de entremeses y conceptos del donaire. -Zaragoza, 1675.)

E.: El refugio de los Poetas. (Libro de entremeses de varios autores, incompleto y sin portada ni preliminares; impreso al parecer de 1670 a 1675. Bibliotecas de los señores Durán y Fernández-Guerra.)

Mojiganga: La Manzana. (Floresta de entremeses y rasgos del ocio. -Madrid, 1691.) (Entremeses varios ahora nuevamente recogidos... -Zaragoza, Dormer. -S. a.: fines del siglo XVII.)

E.: El Gato y la montera. (Arcadia de entremeses. -Pamplona, 1700.) (Va sin nombre de autor.)

Entremés de La casa de placer. Índice del señor Fernández-Guerra.

LERMA (PEDRO DE). Sacerdote. Autor dramático del tiempo de Juan de la Encina. Hállase únicamente mencionado por don Diego Clemencín (Comentarios al Quijote, nota 6.ª al prólogo de Cervantes a la Segunda parte), y en los términos siguientes:

...la dramática castellana nació en las farsas de Juan de la Encina y de Pedro de Lerma, ambos sacerdotes, como lo fue también Bartolomé Torres Naharro, que dio ya forma más extensa a las composiciones teatrales.



LEYORA (LICENCIADO DON JUAN DE).

Tragedia de Jephté. Catálogos de Medel y Durán. ¿Será la tragedia de la Hija de Gepten, que anónima se halla en el libro de «Doce comedias de varios autores... Empresso en Tortosa, en la emprenta de Francisco Martorell, año de 1638», y que en el índice de Saceda se atribuía a Mira de Amescua?

LEYVA RAMÍREZ DE ARELLANO (DON FRANCISCO DE). Notable y digno de estima entre nuestros poetas dramáticos de segundo orden. Floreció en el segundo tercio del siglo XVII. Consta que nació en Málaga, por el epígrafe de una de sus comedias; en aquella ciudad residía por abril do 1673, fecha que lleva otra de sus producciones dramáticas, qua autógrafa se guarda en la biblioteca del señor duque de Osuna.

Con el nombre de don Carlos de Arellano se imprimió en su tiempo el apreciable drama titulado: El socorro de los mantos. Inclínanse los críticos a adjudicarle esta pieza; si, en efecto, es suya, el disfraz que usó puede hasta cierto punto indicarnos su deseo de vivir oscurecido, y explicar la escasez de noticias de su vida y relaciones literarias.

No hay contra un Padre razón. Manuscrito autógrafo, firmado en Málaga a 13 de abril de 1673, y con licencias dadas en Burgos, 1683, y Madrid, 1685. Biblioteca del señor duque de Osuna. El Negro del cuerpo blanco, o el esclavo de su honra. Manuscrito: en la misma Biblioteca.

Cuando no se aguarda. (Comedias de los mejores y más insignes ingenios de España. -Colonia, 1697.)

(?) El socorro de los mantos. (P. 31.)143

Cuando no se aguarda, y Príncipe tonto.

No hay contra lealtad cautelas.

Amadis y Niquea. (P. 40.)

Cueva y castillo de amor.

Nuestra Señora de la Victoria y restauración de Málaga.

La infeliz Aurora y fineza acreditada. (P. 43.)

Comedias sueltas:

La Dama presidente.

Los Hijos del dolor y Albania tiranizada.

El honor es lo primero.

La mayor constancia de Mucio Scévola.

No hay contra un Padre razón.

El Negro de cuerpo blanco y esclavo do su honra. Se ha impreso anónima.

(?) Marco Antonio y Cleopatra. Esta comedia se hallaba ya impresa antes de 1682, puesto que la cita don Juan de Vera Tassis entre las que falsamente corrían atribuidas a Calderón.

Entremés: Los Poetas. Índice del señor Fernández-Guerra.

LEYVA (DON PEDRO DE).

Amor, astucia y valor. Escrita en colaboración con don Pedro Correa. Impresión suelta. De ninguno de estos dos autores sabemos la menor noticia.

LIAÑO (DON LOPE DE). Autor dramático citado por Montalbán (Memoria de los que escriben comedias en Castilla solamente).

Es (dice) tan abundante, ingenioso y fértil para autos y comedias, que en todo tiene muy grande estimación, y toda muy digna de sus aciertos.



El señor Mesonero Romanos atribuye, a mi juicio con acierto, a este don Lope de Liaño la comedia titulada: Bernardo del Carpio en Francia, que ha sido impresa y citada en los Catálogos con el nombre de don Lope de Llano, y que, según noticia dada por el señor Chorley, existe impresa con el nombre de Liaño en un tomo colecticio que, procedente de la antigua biblioteca del lord Arlington, se conserva actualmente en la del Museo Británico.

Bernardo del Carpio en Francia.

LIMA (ALEJANDRO ANTONIO DE). Hijo de Francisco Méndez Barbosa y Lima y de doña Josefa Teresa de Moura; nació en Lisboa el 21 de enero de 1699. Por los años de 1738 tenía dispuestas para la imprenta sus obras de poesía con título de Rasgos métricos. Había ya publicado algunas composiciones líricas en el libro de elogios fúnebres a la infanta doña Francisca, titulado: Voces da pena, y sueltas las dos comedias:

Novos encantos de amor. -Lisboa, por Pedro Gargareje, 1737.

O zeloso e o avaro, pella industria castigados.

LIÑÁN DE RIAZA (PEDRO). Nació el celebrado Liñán en Calatayud, «donde, y en su tierra (dice Latassa), es ilustre el blasón de la faja roja en campo de oro de los caballeros de este linajes. Hizo sus estudios en la Universidad de Salamanca, siendo en ella, según asegura Lope de Vega su grande amigo, contemporáneo de don Luis de Góngora, que los principió allí el año de 1576. Distinguióse desde luego como poeta, y Latassa alude a versos suyos, publicados en el Cancionero general, pág. 208. Pero como la última edición antigua del expresado Cancionero, hecha en Anvers (1573, no añade, antes suprime, obras a la penúltima impresa en la misma ciudad (1557), fecha en la que Liñán, si había nacido, debía de ser muy niño, creemos que el erudito Latassa hubo de referirse equivocadamente al Cancionero general. Acaso aludió al titulado: Cancionero de Romances, del cual existen ediciones de 1568, 73, 81, 87 y 1626.

Celebró encarecidamente en el canto de Calíope; Galatea (1584),el talento poético de Liñán nuestro inmortal Cervantes. Dice así este elogio:


    El sacro Ibero de dorado acanto,
de siempre verde yedra y blanca oliva,
su frente adorne, y en alegre canto
su gloria y fama para siempre vivo,
pues su antiguo valor ensalza tanto,
que al fértil Nilo de su nombre priva
de Pedro de Liñán la sutil pluma,
de todo el bien de Apolo cifra y suma.



«Grandes poetas son los de esta edad (dice Lope en La Dorotea, segunda parte, escena segunda, obra que escribió en sus primeros años), pero más querrán ellos imprimir sus obras que ilustrar las ajenas. «Cita a continuación los nombres de veinte y ocho ingenios españoles y entre ellos el de nuestro Liñán de Riaza, a quien antes, en la primera parte, califica de «ingenio ilustre».

Residió Liñán, según afirma Latassa, en Zaragoza, Alcalá, Madrid, Granada y otras partes. En una carta del cronista Andrés de Ustarroz (de que tenía copia el mismo Latassa) dirigida al cronista Sayas desde Zaragoza, con fecha de 16 de octubre de 1651, entre otras cosas le decía que don Francisco de Aragón, conde de Luna, escritor de los Comentarios de los sucesos de Aragón en los años de 1591 y 1592, conoció en este tiempo a Liñán.

Por el epígrafe de una larga composición poética, estampada al frente y en loor del Tratado de las Bubas, escrito por el doctor Torres144, e impreso en Madrid, año de 1600, sabemos que Liñán de Riaza, autor de ella, desempeñaba, en 1599, los cargos de secretario del marqués de Camarasa (virey que fue de Aragón) y de los Guardias españolas de a pie y de a caballo de S. M.

Cristóbal de Mesa incluyó a nuestro poeta en el panegírico de los ingenios españoles, que forma el asunto del libro décimo de su poema: La Restauración de España, cuya impresión es de Madrid, año de 1607.

Liñán, a quien no daña el tiempo ingrato;

dice Mesa en este elogio (Octava 111), frase que nos indica al elogiado como de edad ya bastante avanzada, pero lleno de salud, fuerte y vigoroso.

Veinte y dos años próximamente, después de publicado el poema de Mesa, escribía Lope en su Laurel de Apolo (Silva 4.ª), el elogio de nuestro autor que después transcribiremos, y del cual parece deducirse, por una parte que Liñán vivía, y por otra lo contrario. Sin embargo, en el libro XIX de la Jerusalén conquistada, cuyo privilegio se firmó a 13 de agosto de 1608, concluyéndose de imprimir la obra a principios de 1609, escribió Lope de nuestro Liñán lo siguiente:


    Aquí formó Liñán la soberana
música en ciertos números poesía
cual nunca así cantó cítara humana
y al cielo trasladó su melodía;
y aquí también la lira castellana
puso en el punto a que llegar podía
palomares divino en tiempo breve:
Musas, pagad lo que a los dos se debe.



estampando al margen de esta octava dos notas que dicen:

Pedro Liñán de Riaza, milagroso y único ingenio. Juan de Palomares, músico excelente.



y a continuación de ellas, otra en estos términos:


Aunque muertos, viuen



El elogio del Laurel dice así:


    Ciudades compitieron por Homero,
y por Liñán agora, pues le goza
Castilla y le pretende Zaragoza,
y el Ebro claro a quien vivió primero:
Ingenio raro y dulce, aunque severo,
que jamás habló cosa que no fuese
o sentencia o donaire:
Que nunca fue desaire
la gravedad mezclada con el gusto.



No conocemos a esta fecha otro dato alguno relativo al fallecimiento de Liñán; a quien observamos que no menciona Cervantes en su Viaje del Parnaso, 1614.

A los panegíricos ya expresados que mereció de eminentes ingenios, añadiremos breve noticia de algunos otros con que fue honrado.

Vicente Espinel le alabó en el Canto 2.º de La casa de la Memoria (Diversas rimas, Madrid, 1591). Lope en su Jardín, epístola a Rioja, 8.ª de La Filomena, 1621. Quevedo, en su Historia de la vida del Buscón, 1626, le mencionó a la par de Espinel, Lope, Ercilla, Figueroa y Pedro de Padilla. Baltasar Gracián le elogió, e insertó una composición suya en el Arte de ingenio, 1648. Andrés de Ustarroz le dio lugar merecido en su Aganipe de ingenios Aragoneses, obra que permanece inédita.

Quedáronlo también la mayor parte de las poesías de Liñán, y perdidas u ocultadas después, solo nos han quedado preciosas muestras de ellas en las Flores de poetas ilustres, colectadas por Pedro de Espinosa, Valladolid 1605145, en la Agudeza y arte de ingenio, de Gracián, Huesca 1648-49, etc., y según Latassa, en un Cancionero, que no hemos visto. Hay que agregar a estas las publicadas en alabanza de diferentes libros y tal vez en algún certamen o academia.

Las comedias de Liñán, pues con efecto nuestro bilbilitano fue a quien citó y alabó como autor dramático Agustín de Rojas Villandrando en la Loa de la comedia, se han perdido, o por lo menos existen oscurecidas. Pero se conserva noticia curiosísima de sus títulos en una carta de Lope de Vega al duque de Sesa, manuscrita, que con otras del mismo dirigidas al propio duque, y algunas a otra persona, cuyo nombre no consta, y todas ellas escritas de letra que parece del amanuense de su autor, existe en la rica librería del señor don Agustín Durán. Ha publicado alguna de estas cartas íntegra, y diversos retazos de otras, el señor barón Adolfo Federico de Schack en los Apéndices a su Historia del Arte y de la Literatura dramática en España (Geschichte der Dramatischen... etc.), tomo III, Francfort sobre el Mein, 1854, y entre estos fragmentos, el que se refiere a nuestro Liñán dice así:

(Carta sin fecha). -No sé si es sobra de tiempo o falta de gusto juntar V. E. estos papeles que me escribe, pero de cualquiera suerte, quisiera que fueran, ya que ignorancias mías, en su original por lo menos, porque aunque tengan los nombres, no serán mías, pues de partos y adulterios ya no tendrán la primera forma que yo les di en sus principios. Liñán hizo algunas y yo las vi: del Cid eran dos, una de la Cruz de Oviedo, y otra que llamabanLa Escolástica; de Brabonel también y de un Conde de Castilla; no se que escribiese otras. De Lupercio hubo algunas tragedias, pienso que buenas, lo que permitió aquel siglo, en que ni los ingenios eran tantos, ni los ignorantes tan atrevidos... Se entretuviera mucho V. E. viendo tanto representante con el luto en los estómagos, que es cosa lastimosa. Todos se han venido aquí, que como es el corazón este lugar, no hay parte necesitada que no le pida favor146.



Aunque sin más fundamentos que la noticia referida, escrita por Lope, de los asuntos o títulos de las comedias de Liñán he llegado a sospechar, si serán dos de ellas, las que denominadas:

Comedia de La libertad de Castilla por el conde Fernán González (en lenguaje antiguo);

Y Comedia de Las hazañas del Cid y su muerte, con la tomada de Valencia,

e publicaron, falsamente atribuidas al mismo Lope, en el ya rarísimo libro que cita Schack, titulado: Seis comedias de Lope de Vega Carpio, cuyos nombres de ellas son estos... -En Lisboa; por Pedro Crasbeek, año de 1603. -A costa de Francisco López; 4.º

Acaso escribió Liñán algunas más de las que cita Lope, y entre el inmenso número de anónimas que poseemos, existen desconocidas ya como obra de su excelente ingenio.

He aquí el artículo referente a nuestro autor, en la citada del padre Gracián:

Realzó lo sentencioso con lo ingenioso nuestro insigne bilbilitano Pedro de Liñán, en todas sus obras juicioso, por no desmentir lo de poeta Aragonés; y entre más de cien epigramas, todos selectos y conceptuosos, cantó así a un desengaño:


    Si el que es más desdichado alcanza muerte,
ninguno es con extremo desdichado,
que el tiempo libre le pondrá en estado
que no tema ni espere injusta suerte.
    Todos viven penando, si se advierte:
Este por no perder lo que ha ganado,
aquel porque jamás se vio premiado,
condición de la vida injusta y fuerte.
    Tal suerte aumenta el bien y tal le ataja,
a tal despojan porque tal posea,
sucede a gran pesar grande alegría:
    Mas ay! que al fin les viene en la mortaja
al que era triste, lo que más desea,
al que era alegre, lo que más temía.



En una hoja manuscrita de letra, de fines del siglo XVI, procedente al parecer de algún códice de poesías varias, que hallé sirviendo de guardas a un libro impreso en 1660 (El día de fiesta por la tarde, de Zabaleta), se lee la siguiente composición de Liñán:


    Niña, cuyos años
al mundo amanecen
con mil arreboles
de gloria en su oriente,
de tu verde vida
los frescos laureles
para siempre vivan,
crezcan para siempre.



Bartolomé Jiménez Patón, entre los ejemplos de figuras y locuciones que presenta en su Elocuencia española (Trimegistus, Baeza 1621), trae cuatro de Pedro Liñán de Riaza, todos de composiciones poéticas: de una en coplas castellanas titulada: La Noche; de otra, en versos cortos asimismo: Sátira contra el amor; y dos de un Romance de Biselo. Y pone por uno de los ejemplos de palabras nuevas, la de «aliñanado»: el que imita a Liñán.

Aunque Lope de Vega conoció y trató con intimidad a Pedro Liñán de Riaza, tanto que este fue quien lo presentó en Alcalá de Henares al insigne humanista, y orador sagrado fray Plácido de Tosantos, después obispo de Oviedo, según el mismo Lope escribe en su Epístola 2.ª de La Circe (1624)147

, parece que en cierto tiempo hubo de tener equivocada noticia de su patria, y por esto quizá se expresó en la segunda parte de la Filomena de esta suerte:


    Oh tú, Pedro Liñán, que injustamente
quiere el Ebro usurparte,
como Calabria a Titiro divino,
preciado de tu origen para darte
lo que de ti recibe:
Pero responde el Tajo cristalino
que por tus versos vive,
y que te vio nacer desde sus ruedas
donde devana eternamente plata.



Salas Barbadillo en su libro póstumo. Coronas del Parnaso, cita de la manera más honrosa, y a la par del gran Cervantes, a Pedro Liban de Riaza.

Hállase impreso como de Góngora en sus Obras un romance picaño que empieza:


    Así Riselo cantaba
en su rabel de tres cuerdas:
Aquel de la capa blanca
y de las costillas negras.



Bartolomé Jiménez Patón presenta, según dijimos, en su Trimegisto, varios ejemplos tomados de las composiciones líricas de Liñán, y uno de ellos es, para la figura epifonema, el siguiente principio de un romance:


    Esto cantaba Riselo
en su rabel de tres cuerdas.



Opina en consecuencia el señor don Aureliano Fernández-Guerra, que el romance expresado de Liñán, a que se refiere el docto humanista, es el que con análogo principio se ha impreso como de Góngora.

En la Biblioteca Ambrosiana de Milán se conserva un grueso tomito en 12.º, que comprende varios cuadernos de romances, impresos en Valencia desde 1589 a 1594. El onceno de ellos titulado: Cuatro cuadernos de varios romances..., etc. Valencia 1592, contiene: Un juego de Toros, de Liñán. (Ilustraciones de los señores Wolf y Hofman a su preciosa antología: Primavera y Flor de Romances... Berlín, 1856).

Debe tenerse presente respecto de este insigne poeta, que son muchos y de notable mérito los romances en que habla o interviene el pastor Riselo, comprendidos en el Romancero general, y en alguna otra de las antiguas colecciones de esta especie. Las modernas del señor Durán contienen varios de ellos. Repasando la primitiva de este digno y laborioso colector, encontré en el tomo II (Romances doctrinales, amatorios, etc.), y cabalmente entre los expresados de Riselo, la letrilla:


    Alegre porque moría
en la fe de su tormento
le dice Riselo al valle,
que estaba a su mal atento
malo me siento.



(o llámese romance en consonantes forzosos e iguales) que Jiménez Patón cita como ejemplo de la figura Homeotheleuton o Similiter cadente, y atribuye a nuestro Liñán de Riaza.

Comedias suyas que menciona Lope en una carta al duque de Sesa, que, manuscrita, posee don Agustín Durán:

Dos Comedias del Cid.

La Cruz de Oviedo.

La Escolástica.

El Brabonel.

El Conde de Castina.

LISBOA (FRAY ANTONIO DE). Franciscano lisbonense; floreció a principios del siglo XVII. Compuso, poesías sagradas y algunos autos, que se representaron con grande aplauso. De estos solo llegó a noticia de Barbosa el titulado:

Auto dos dous Ladroens que fozaõ crucificados juntamente com Christo Senhor nosso. -Lisboa, por Antonio Álvarez, 1603; 4.º

LOBERA Y MENDIETA (DON JOSÉ DE). Autor que escribió en el segundo tercio del siglo XVIII.

La Mujer más penitente y espanto de caridad, la venerable hermana Mariana de Jesús, hija de la venerable orden tercera de nuestro padre San Francisco, de la ciudad de Toledo.

Sin el oro pierde amor, imperio, lustre y valor.

LOBO (DON EUGENIO GERARDO).

(Véase GERARDO LOBO.)

LOBO LASO DE LA VEGA (GABRIEL). Natural de Madrid, de la ilustre familia de los vizcondes de Puertollano, que en 1623 produjo otro don Gabriel Laso de la Vega, general de artillería de notable valor e inteligencia, primer conde de Puertollano, el cual se enlazó con una hija de don Diego de Argote, señor de Cabriñana, próximo deudo del poeta Góngora.

Nació Gabriel Lobo Laso de la Vega en el año de 1559, según consta de la inscripción puesta en su retrato, grabado en 1588, al frente de su poema: Cortés valeroso.

Sirvió a los reyes Felipe II y III en la guardia interior de palacio, llamada de los Continuos, que se componía de cien caballeros. Dotado de excelente ingenio, cultivó la poesía y los estudios históricos, logrando enlazar hábilmente una y otra inclinación. Distínguese como romancerista artístico: compuso un poema, dos tragedias, y diversas obras en prosa, de que haremos ordenado catálogo.

A los veinte y ocho años de su edad publicó:

Primera parte del Romancero y Tragedias de Gabriel Lobo Lasso de la Vega, criado del Rey nuestro señor, natural de Madrid. -Alcalá de Henares; Juan Gracián, que en gloria sea, 1587; 8.º

Comprende este libro setenta y seis romances, sesenta históricos y diez y seis pastoriles; de los cuales, algunos se reimprimieron anónimos en las partes doce y trece del Romancero general de 1604 y 1614. El señor Durán ha reproducido cincuenta en el suya de la Biblioteca de Autores españoles, de M. Rivadeneyra. Parece, según Baena, que el autor llamó a este primer Romancero el Manojuelo; esto explica las dudas y contradicción de algunos relatos bibliográficos acerca de las colecciones de romances de nuestro poeta. De las tragedia se hablará en su lugar propio.

Un año después dio a la estampa su

Primera parte de Cortés valeroso, o la Mexicana. -Madrid, Pedro Madrigal, 1588; 4.º

oema en doce cantos, que, añadido con trece más y corregido, publicó de nuevo, en 1594, con título de

La Mexicana. Emendada y añadida por su autor, dirigida a don Fernando Cortés, tercero marqués del Valle. -Madrid, Luis Sánchez, 1594; 8.º

La primera edición lleva el retrato de Laso. El poema, en que este quiso imitar a Ercilla, es más bien una crónica rimada y poco exacta. Por los años de 1600 a 1601, hubo de pasar nuestro autor a Zaragoza, y acaso también a Barcelona. Indícalo así la impresión de sus

Elogios en loor de los tres famosos varones, don Jaime, rey de Aragón; don Fernando Cortés, marqués del Valle, y don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. Compuesto por Gabriel... contino del Rey nuestro señor. -Zaragoza, Alonso Rodríguez, 1601; 8.º, con retratos.

Los Elogios están escritos en prosa y confirmados con romances. Es obra de mérito; y en ella se hace referencia a los Manojuelos o Romanceros, del autor, de una manera que produce cierta duda relativamente a este artículo. Al folio 33, vuelto, incluye un romance en loor del rey don Jaime, y añade luego: «Se queda imprimiendo en el Manojuelo». Y en el folio 121, vuelto, al poner otro dirigido al marqués de Santa Cruz, advierte: «Se imprimió en la primera parte de su Manojuelo de romances». Hácese referencia en estas notas a dos épocas y dos libros distintos. De estos libros, el uno se imprimía al tiempo mismo que los Elogios, y era segunda parte de otro que ya estaba impreso. Ahora bien; estas épocas ¿fueron próximas o remotas? Parece que lejanas, puesto que si las dos partes hubiesen debido de salir juntas, o con muy corta intermisión, ociosa era la última advertencia: «Se imprimió...»; y este pretérito muy mal aplicado. Había publicado Lobo Laso de la Vega la primera parte de su Romancero, en 1587, y dio a luz, en 1601, la segunda. Comprúebalo así el no conocerse ni citarse de nuestro autor, con el título de Manojuelo expreso en la portada, mas que un romancero, y este sin calificación de primera ni segunda parte. Baena, según va indicado, asegura que Laso tituló Manojuelo a su colección de 1587, y añade que en el folio 24 de los Elogios dice que la segunda parte de aquel se estaba imprimiendo. Con esta indicación de Baena (que tuvo presentes las obras de nuestro autor, y pudo referirse tal vez a algún epígrafe parcial o a los preliminares, de la de 1587), se explica todo perfectamente; en otro caso es necesario suponer que, empezada la impresión del Manojuelo, segunda parte, no se concluyó, y quedó incompleta la obra.

Estampábase, pues, al tiempo que los Elogios, un Romancero del mismo autor, no en Zaragoza, donde aquellos, sino en Barcelona; a lo menos la edición que se conoce lleva esta portada:

Manojuelo de romances nuevos y otras obras de Gabriel Lobo, etc. -Barcelona, Sebastián de Cormellas, 1601; 16.º (Va dirigido a don Hierónymo Arias Dávila Virués, señor de Hermoro.)

Consta de ciento treinta y seis romances, parte históricos, parte amatorios, aunque el género que más predomina es el burlesco. Contiene también un gracioso cuento intitulado: Novela, y una canción a don Álvaro Bazán. (Notas a Ticknor por los señores Gayangos y Vedia.) Debe advertirse que así en los Elogios como en este Manojuelo, inserta Laso algunos romances de otros autores, expresando los que no le pertenecen.

De presumir es que no alcanzase muy larga vida, si se atiende al considerable número de escritos que dejó inéditos, y hallamos citados en el Diccionario de Baena con relación a don N. Antonio y otros autores. Consta, por lo menos, que había muerto algunos años antes de escribir Moltabán su Para todos. (1632.)

No fue muy afortunado en punto a encomios y alabanzas de su mérito. Lope de Vega le olvidó en el Laurel de Apolo y la Filomena; pero te celebró de una manera más popular: al fin de la comedia: Juan de Dios y Antón Martín, compuesta con posterioridad al año de 1603, pues que no se halla citada en el primer catálogo de El Peregrino, e inserta en la Décima parte de las suyas: Madrid, 1618. Concluye así esta comedia:


[...]
Pero en la segunda parte
de Juan Pecador, veréis,
Senado, cosas notables,
y todas en un discurso
que en versos heroicos hace
Gabriel Lasso de la Vega,
vega fértil y admirable;
porque a su autor le parece
que aquí la primera acabe.



No hallo más noticia de este discurso de Laso de la Vega en versos heroicos.

Sus romances adolecen bastante de afectación y ampulosidad, y fue poco feliz y diestro en imitar el lenguaje antiguo. Los traductores del Ticknorelogian mucho sus romances burlescos. Merced a la excesiva rareza del libro que las contiene, sus tragedias escaparon a la rígida censura de Montiano y de Moratín. Una de ellas: La destrucción de Constantinopla, fue reimpresa bajo el nombre de Lope de Vega en otro libro, no menos peregrino, falsamente denominado: Seis comedias de Lope de Vega Carpio... -Lisboa, Crasbeek, 1603.

Los títulos de las obras que nuestro Laso dejó inéditas, son los que siguen:

Curia española, primera y segunda parte.

Jornada de los Duques de Pastrana y Humena.

Compendio de España.

Condes de Flandes y Reyes de España.

Varones insignes en letras de España.

Compendio de las cosas notables de España.

Plumaje de diamantes de diversas sentencias.

Origen do los Reyes de Portugal y Jerusalén.

Tratado de todos los Señores de Castilla.

Sitio y presa de Ostende, y plazas de Frisia.

Advertencias del Emperador don Carlos a su hijo.

Relación puntual de las rentas del Rey de España.

Discursos de las órdenes militares de España.

Iglesias de España.

Recopilación de las grandezas de Madrid.

Añádase a este catálogo:

Relación puntual de todos los Consejos y Tribunales de la corte y Chancillerías de España e Indias, y plazas que tiene cada uno. (Manuscrito.) Existía en la biblioteca del conde-duque. de Sanlúcar en un tomo de Varios. F-26.

Primera parte del Romancero y Tragedias de Gabriel Lobo Lasso de la Vega, criado del Rey nuestro señor; natural de Madrid. -Alcalá de Henares, Juan Gracián, que en gloria sea, 1587; 8.º

Contiene:

Tragedia: La honra de Dido restaurada.

Tragedia de la Destrucción de Constantinopla.

La destrucción de Constantinopla. (Tragedia.)

Seis comedias de Lope de Vega Carpio, cuyos nombres de ellas son estos... (Solo una es de Lope.) -En Lisboa, por Pedro Crasbeek. Año de 1603. A costa de Francisco López; 4.º

LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO.

(Véase VEGA CARPIO.)

LÓPEZ (CLEMENTE). Presbítero; natural de Torres Novas, arzobispado de Lisboa. No expresa Barbosa su época. Escribió poesías líricas, que no se imprimieron, y publicó sin su nombre las dramáticas:

Auto do Nacimento.

Comedia de Santo Antonio.

LÓPEZ (ENRIQUE). Excelente poeta cómico portugués del último tercio del siglo XVI. Solo se publicó una de sus obras, por diligencia de su pariente Alfonso López de Acosta, en el tomo de Varios que éste colectó, año de 1587.

Cena Policiana. (O Estudante.) (Primera parte dos autos e comedias portuguesas. Lisboa, 1587; 4.º)

LÓPEZ (DON FELIPE).

El Escanderbey. (Burlesca.)

LÓPEZ (FRANCISCO). Natural de Lisboa, y librero en aquella capital, versificador fecundo y popular. Desde 1603 a 1659 publicó relaciones varias de vidas de santos, ya en tomos, ya en papeles sueltos, algunos otros opúsculos devotos, versos a diferentes sucesos políticos, dos tomos de enigmas: (Pasatempo honesto de adivinhancoens... -Lisboa, 1603 y 1659), y un Auto e colloquio do Nacimento de Christo. -Lisboa, por Manoel da Sylva, 1646; 4.º

LÓPEZ (DON JOSÉ MARÍA).

Condiciones son terribles, y un lance vence imposibles. Índice del señor don José Fernández-Guerra.

LÓPEZ (DON JUAN BAUTISTA).

Santa Rita de Casia, y el milagroso imposible. Manuscrito moderno en el códice M-181 de la Biblioteca Nacional, con el nombre de Luis Vélez de Guevara. Consta anónima en el Catálogo de Huerta, y con el nombre de su autor en el del señor Durán.

LÓPEZ DE ACOSTA (ALFONSO). Nació en Torres Novas, arzobispado de Lisboa, y desde su infancia se dedicó al servicio de la iglesia en la real Capilla. Acompañó al Rey don Sebastián en la infortunada expedición de África, quedando cautivo de los infieles; rescatado, fue, en recompensa de sus méritos, nombrado tesorero mayor de la expresada capilla. Fue muy inclinado a la poesía festiva, y de este género compuso algunas farsas que se representaron. Corrigió los autos y comedias portuguesas de varios autores, Primera parte, que se imprimieron en Lisboa, 1587.

LÓPEZ DE ALCARAZ (DIEGO). Comediante y autor dramático, a quien menciona Agustín de Rojas Villandrando (Viaje entretenido, 1603), contándole entre aquellos de sus contemporáneos, que después de Lope de Rueda, Navarro, etc., perfeccionaron las comedias, y empezaron a hacerlas costosas de trajes y galas.

El gran Lope, al fin de su Peregrino (1604), al referir los títulos de diez comedias que pensaba imprimir con la Segunda parte de dicha obra, y los actores que las habían representado, dice que hizo «la segunda148 Alcaraz, único representante y de sutil ingenio». Cascales cita en sus Tablas poéticas a Alcaraz entre los famosos en el arte histriónica, a la sazón florecientes. Las Tablas no se imprimieron hasta 1617, pero estaban escritas desde mucho antes, como lo indica su autor, y se ve por la fecha del privilegio (1614). Fue Diego López de Alcaraz uno de los ocho autores o jefes de compañía cómica, facultados exclusivamente para representar con ellas en España, y esto con ciertas restricciones, por Real decreto expedido en Valladolid, a 26 de abril de 1603. Las otras siete compañías autorizadas fueron las de Porras, Ríos, Pinedo, León, Granados, Villegas y Juan de Morales. Véase el decreto textual en el artículo Nicolás de los Ríos.

LÓPEZ DE ARMESTO Y CASTRO (DON GIL). En 1674 era ayudante de furrier de las reales caballerizas. Dedicó sus Sainetes y Entremeses (Primera parte, según expresa la licencia) al ministro de Estado y del despacho universal don Pedro Fernández del Campo Angulo y Velasco, marqués de Mejorada, declarándose vivamente agradecido a las continuas honras que de él recibía.

En el prólogo «Al lector» dice que había dado estas piezas sin interés alguno a las compañías que las representaron, y concluye:

Te suplico los leas con el gusto que los oíste, sin que olvides, al leellos, la dulzura de la música, con que se executaron, que fue el logro de todos ellos.



Sainetes y entremeses representados y cantados, compuestos por don Gil López de Armesto y Castro, ayuda de Furrier de la Real cavalleriza de S. M. Dedícalos al señor don Pedro Fernández del Campo Angulo y Velasco, etc., año 1674. Con licencia. -En Madrid, por Roque Rico de Miranda, a costa de Gregorio Rodríguez, mercader de libros, véndese en su casa en la calle de Atocha, en frente de la Virgen de Loreto: 8.º

Dedicatoria de Armesto al expresado. -Aprobación del doctor Aguilar y Zúñiga, Madrid, 1674. -Licencia del Ordinario, 16 julio. -Aprobación de fray Luis Tineo de Morales, premostratense. -Tasa. -Fe de erratas, 22 de setiembre. -Suma del privilegio. -Décima panegírica, de Matos. -Otra, id. de Alonso de Olmedo. -Soneto, de Lanini. -Otro, de Francisco de Villegas. -Décimas acrósticas de Juan Núñez Guerra. -Soneto, de un amigo del autor. -«Al lector». (Prólogo, de Armesto.)

Contiene:

Loa sacramental de Las tres potencias del alma.

Entremés de Los Nadadores de Sevilla y de Triana.

E.: Del Persiano fingido.

E.: Del Sacristán Berenjo.

E.: Del Sacristán Bonamí.

E.: Del cantárico. (Cantado y representado.)

E.: Del Agujetero fingido.

E.: De las Vendedoras en la puerta del Rastro.

E.: Del pajarillo. (Sainete cantado y representado.)

E.: De los forzados de amor.

E.: De la competencia del Portugués y Francés.

E.: De la burla de los capones.

E.: De los Baladrones. (Sainete cantado y representado.)

E.: El desterrar los Zagales. (Sainete cantado y representado.)

Entremés y sainete: Las tonadas grandes del Retiro.

E.: Del Negro valiente y enamorado.

Entremés y sainete, cuyo título es: ¿Oye usted? ¿Qué dice usted? «Por ser estribillo hecho para Palacio».

E.: Del Zagal agradecido.

Entremés y sainete de: Guarda corderos, Zagala.

E.: De Pan y Siringa. (Para la zarzuela que se hizo en las bodas del señor Condestable de Castilla.)

E.: De los Maricones galanteados.

Entremés cantado en una fiesta a SS. MM.

Otro id. id.

Loa sacramental: De los cinco sentidos del Hombre.

LÓPEZ DEL CAMPO (BERNARDO).

Mojiganga del Zarambeque. Inédita. El Zarambeque era baile muy aplaudido a mediados del siglo XVII. (Don A. Fernández-Guerra. Notas a Quevedo).

LÓPEZ DE CÁRDENAS (DON FERNANDO JOSÉ). El Macabeo. (Loa sacramental.) Manuscrito autógrafo citado en el Índice del señor Fernández-Guerra.

LÓPEZ DE CASTRO (DON JOSÉ JULIÁN). Fecundo coplero, y autor de algunas piezas dramáticas. Nació en Madrid, año de 1723, hijo de Manuel de Castro y Juana García. Hizo sus primeros estudios con intención de seguir la carrera de la Iglesia; sirvió de paje al Vicario de Madrid, y logró el título de Notario apostólico. Inclinado a la composición de versos y escritos populares, y al mismo tiempo al comercio especulativo de libros, dejó la curia, y estableció imprenta en esta capital, calle de Jesús María, y después en la del Correo, por los años de 1756, y tuvo puesto de libros en la Puerta del Sol. Vino posteriormente a extremada pobreza, sosteniéndose por algún tiempo con el solo y escaso producto de sus papeles, jácaras y relaciones de ciego, hasta el año 1762, en que enfermó de hidropesía, y falleció, día 13 de marzo, en el Hospital general, a la edad de treinta y nueve años.

Da Baena extensa, pero aún no completa noticia de sus obras; entre ellas merecen alguna atención las dramáticas, que consisten en varios entremeses, y la comedia: Más vale tarde que nunca (notable por las chistosas y conocidas relaciones del gracioso Perejil); el papel histórico de las representaciones teatrales españolas que publicó en Madrid, sin año, con título de La comedia triunfante, y reimprimió José García de Villanueva Hugalde y Parra en su Origen... del Teatro... Madrid, 1802, con el retrato ¿de Castro? en el frontis, grabado por Marti; las descripciones que hizo de varios festejos públicos, y los Almanaques literarios que dio a luz, denominados: Piscatores de las Damas, de los Pajes, etc., para los años 1752, 53, 54, 55 y 57.

Más vale tarde que nunca.

Loa en favor de las señoras mujeres.

Entremeses:

Los áspides de Cleopatra.

El Barbero de repente.

El castigo de un Celoso.

El derecha de los Tuertos.

El Gato.

Los Indianos de hilo negro.

El informe sin forma.

Los Médicos de la moda.

El Sastre desastrado.

Un Yentero y un Ladrón, ¿cuál es mayor?

LÓPEZ DE OLIVEIRA (JUAN). Natural de Evora; compuso varias obras dramáticas en el último terció del siglo XVI.

Achiles e Thetis. Representada en 1578.

O Pródigo. En verso y prosa; fue aprobada por el Tribunal de la Inquisición de Evora, en 25 de agosto de 1590.

Auto da Asumpçaõ de Nossa Senhora.

LÓPEZ DE QUIRÓS (MANUEL). En la Colección del señor Sancho Rayón he visto un antiguo manuscrito de la comedia de este poeta: Sobre gustos no hay disputa, con ciertas notas borradas y no inteligibles en las márgenes y al fin de la jornada primera, de letra del mismo tiempo.

LÓPEZ PESTANA (FRANCISCO). Nació en Santarem a principios del siglo XVII. Fue freire profeso de la Orden militar de Avís; grande humanista, y profesor de teología en su convento. Desempeñó dos prioratos parroquiales, y murió en Santarem el 20 de agosto de 1672.

Entre otras obras dejó manuscritas las siguientes, dramáticas:

Historia de Nossa Senhora da Gloria. Comedia portuguesa.

Loas para varias festividades.

Diálogos festivos (dos), en portugués y castellano.

LÓPEZ DE QUIRÓS (MANUEL). Natural de Madrid149. Fue notario mayor de la audiencia del Vicario de esta corte, desde el año de 1645 hasta el de 1655, en que parece murió, según consta de los asientos del Tribunal.

Hubo de vivir poco más de cuarenta años; pues que del cariñoso elogio que le dedicó Lope en el Laurel de Apolo (compuesto desde 1628 a 1630), consta que era muy joven por aquella fecha.

Dice Lope:


    ¡Oh, pimpollo del árbol del Parnaso!
¡Oh, Manuel López! con principios tales
fácil será que iguales
los partos felicísimos del Tasso:
Alarga al monte el paso,
que Apolo con los rayos de su lumbre
tu ingenio llama a la difícil cumbre
pues en tu tierno edad intempestiva
tanta gracia del cielo se deriva.
¿Pero qué mucho si tu padre Eugenio
quiso en el tuyo retratar su ingenio?

Manuel López (dice Moltabán), poeta lírico y cómico, y de lindo ingenio y natural para todo, ha escrito (fuera de otros muchos versos), algunas comedias.



Solo se conoce de estas la denominada:

Sobre gustos no hay disputa. Catálogos de Medel y Huerta.

LÓPEZ RANGEL (PEDRO).

La Farsa siguiente hizo Pero-Lopes Rangel, a honor y reverencia del glorioso nascimiento de Nuestro Redemptor Jesu-Christo y de la Virgen Gloriosa Madre sua. En la qual se introduzen quatro pastores»; 4.º; letra gótica; sin lugar ni año; viñeta. Tiene tres villancicos. Pertenece a la Colección de Mr. Ternaux-Compans, y está encuadernado con otras farsas, dos de ellas impresas en 1536.

LÓPEZ DE ZÁRATE (FRANCISCO). López de Zárate, digno de un lugar distinguido en nuestro Parnaso, a pesar del juicio de Ticknor, nació en Logroño hacia el año de 1580. Su padre y familia debían de ser naturales, según todas las conjeturas, de la inmediata villa de Navarrete, pero residían en Logroño, donde el padre obtenía el empleo de correo mayor, reservado en aquellos tiempos a personas de nobleza calificada. Dedicóse en los primeros años de su juventud a la carrera militar, y con este motivo recorrió la Península y algunos países extranjeros. Retirado del servicio, vino a Madrid, donde tenía un pariente con destino en el Negociado de Italia; y admitido en casa del célebre ministro don Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, logró por su mediación una plaza en la Secretaría del despacho de Estado. En este cargo manifestó sus elevados talentos, mereciendo grande y general estimación. Descontento, sin embargo, con él por la austera rigidez de principios que distinguía su carácter, pensó en renunciarle y dejar la corte; y lo hubiera efectuado a no detenerte el consejo leal de algunos amigos, y la necesidad de atenderá su subsistencia.

Suavizaba (dice el señor don Eustaquio Fernández de Navarrete, su moderno biógrafo) los disgustos que le acarreaba un género de vida, a que no tenía inclinación, con el trato de las masas, a cuyo ejercicio se había inclinado desde muy joven; y esta ocupación, favorecida por su carácter natural, debió contribuir a regular la integridad de su conducta, y a dar el último toque a su moderación, dulzura y urbanidad, cualidades por las que se te distinguía en la corte, igualmente que por la elegancia y aseo de su persona, que le merecieron entre sus contemporáneos el dictado de Caballero de la Rosa.



Publicó López de Zárate por aquel tiempo sus Silvas, y alguna otra composición, en un pequeño volumen, titulado:

Varias poesías, de Francisco López de Zárate, natural de la ciudad de Logroño. Por la viuda de Alonso Martín de Balboa, 1619.

Este libro, en 8.º menor, de 99 hojas y tres más de preliminares, no lleva lugar de impresión, pero sabido es que la oficina de Alonso Martín estaba en Madrid.

Don Nicolás Antonio cita esta publicación como de Alcalá, 1619, en 8.º, sin nombrar el tipógrafo.

Aprobó el libro, con fecha de 29 de noviembre de 1618, Lope de Vega Carpio, diciendo entre otras cosas: «Me parece que este tomo es un ejemplo del lugar a que ha llegado este género de estudios en España, que de pocos años a esta parte florece con hermosura de su lengua y honra de nuestra nación».

Dedicóle el autor al duque de Medina-Sidonia, don Manuel Pérez de Guzmán el Bueno, de quien afirma el del Panegírico por la poesía, que, habiéndole Zárate dedicado cierta obra poética, regaló a este tantas coronas de oro, cuantos versos contenía el volumen.

Tenía ya en aquella fecha compuesto López de Zárate su poema de La invención de la Cruz, por el Emperador Constantino Magno, obra que Cervantes anunció en el Persiles con los más extremados elogios, y que su autor no publicó hasta muchos años después.

En 1620, concurrió a la famosa justa poética de la beatificación de san Isidro, escribiendo a tres de sus asuntos: Canción, Soneto y Octavas; obteniendo premio, por lo menos en dos, y de las canciones el primero. Lope le alabó así en el Romance panegírico de los justadores:


    Armóse Francisco López
de Zárate, de manera,
que si encontrara a Virgilio
le hiciera ver las estrellas.
    Caballero de la Rosa
le llaman por excelencia;
pero tales Silvas hace
que tales Rosas engendran.



Y en su introducción al libro, estampó el celebrado soneto de nuestro Zárate, A la Rosa, con este preámbulo:

«...Pero si quisiésemos hacer rostro a Italia, no faltarían agora notables hombres, pues bien se puede oponer este soneto de Francisco López de Zárate a todos los de entrambas lenguas».



Y añade después de copiarle:

«Rosa es esta, que no la podrá marchitar ni el ardor del sol, ni el yelo de la envidia...» etc.



Con la desgracia del ministro Calderón, quedó nuestro poeta, ya en 1618, privado del apoyo que había menester para conservar su importante empleo; y tres años después tuvo el sentimiento de ver a tan encumbrado personaje en la ejemplar y terrible altura del cadalso. Separado Zárate de su destino, que tal vez renunció en aquellas circunstancias, continuó residiendo en la corte, aunque, según sus biógrafos, reducido a bastante estrechez. Debió generosos auxilios en esta situación al conde de Molina, don Pedro Mesía de Tovar, varón de excelentes prendas, amigo también del ilustre Quevedo; pero sin duda, adquirió más adelante medios que le permitieron sostenerse en Madrid por más de treinta y siete años. Continuó en las mejores relaciones con los poetas y literatos de su tiempo, y en el apacible trato de las musas, escribiendo apreciables composiciones, ya en los certámenes y festejos públicos, ya elogiando diferentes obras y producciones del ingenio, ora en recuerdo y obsequio de sus amigos y patronos. En 1632 tenía ya compuestas algunas piezas dramáticas; así lo acredita el testimonio de Moltabán, que incluyéndole en su Catálogo segundo del Para todos, dice:

Ha escrito algunas comedias, con tan levantados y grandes versos, que cada una pudiera pasar por poema heroico de aquella clase.



No estuvo silenciosa su lira en los panegíricos fúnebres de Lope, de Moltabán y de la reina doña Isabel de Borbón. En 1648 dio por fin a la estampa su poema de La Cruz, para cuya impresión tenía privilegio desde el año 1629.

Poema heroico de la invención de la Cruz, por el emperador Constantino Magno. Dedícalo, al Rey nvestro señor, Francisco López de Zárate, natural de la ciudad de Logroño. Año 1648. Con privilegio. -En Madrid, por Francisco García, Impresor del reino: 4.º

Este poema, dividido en veinte y dos cantos, salió sin más preliminares que la suma del privilegio, la tasa y fe de erratas. En un piadoso madrigal que va al fin, el autor, «desierto de humano amparo, en este mar del mundo borrascoso», se acoge a la Sagrada Cruz, como a su norte y puerto de salvación.

No mucho después, fue, atacado de un amago apoplético que le dejó imposibilitado del lado derecho. No obstante, aún escribió algunos versos, que se hallan en la Colección de sus Obras varias, comprensiva de las puramente líricas, y de la tragedia de Hércules furente, que, a repetidas instancias y a costa del librero Tomás Alfay, consintió se imprimieran en Alcalá, año de 1651. No lleva esta edición más preliminares que la suma del privilegio, donde se hace referencia al otorgado a Zárate, en 1629; las erratas, tasa, y una advertencia de Alfay, manifestando que el libro se publicaba a sus ruegos, y sin la corrección debida, por el estado de salud del autor. Cítanse meramente las aprobaciones de Lope de Vega y del doctor Diez Noguerol, que hubieron de darse en dicho año de 1629.

Aún vivió algunos López de Zárate después de esta publicación. Postrado al fin en cama y completamente paralítico, falleció en Madrid, el 5 de marzo de 1658.

Debemos a la diligencia de los señores don Martín y don Eustaquio Fernández de Navarrete, el retrato de este ingenio, que, trasladado en lápiz por Goya de uno de los cuadernos o borradores del Libro de retratos, que hizo Francisco Pacheco, el insigne pintor sevillano, lo fue después en tinta de China, por don Benito Sáez, sirviendo este último traslado de original para la tosca lámina en madera que don Eustaquio hizo estampar al frente de su trabajo biográfico en el Semanario pintoresco español, de 16 de marzo de 1845150. Al observar la adusta y melancólica fisonomía de López de Zárate, hallamos en extremo probable la anécdota que de este poeta se refiere en el Deleite de la discreción.

Encontráronse cierto día paseando, ambos en coche, por el Prado de San Jerónimo, el compungido Zárate y el conde-duque de Olivares.

Díjole éste con burlona sonrisa:

-«¿Cuándo se acaba el mundo, señor doctor151?».

Zárate, sin perder su seriedad, haciendo un gran acatamiento, le contestó:

-«Cuando V. E. mande, señor excelentísimo».

Picante y oportuno epigrama, que, si el hecho es exacto, debió contribuir a que su improvisador, desde luego víctima de la elevación del siniestro Guzmán, continuase desdeñado y oscurecido.

Don Nicolás Antonio hizo de nuestro autor en breves, pero valientes rasgos, el mejor retrato moral. -«Contentus paucis» (escribe) «non ullis ex curialibus vitiis obstrictus; serius, milis, valdeque modestus». A sus prendas debió la estimación que le dispensaron personas de la más elevada jerarquía; y así vemos que dirigió composiciones a muchos de los más notables de su época, en la dilatada que alcanzó: tales como el duque de Medina-Sidonia, el de Alba, el Almirante de Castilla, los obispos de Orense, Jaén y Zamora, el conde de Santisteban, los duques de Sessa, don Luis Méndez de Haro, etc., etc. Hizo muchos versos en loor del rey Felipe IV y del infante cardenal don Fernando.

Distinguese López de Zárate como poeta lírico, por su versificación numerosa y rotunda, su lenguaje puro y castizo, y por la filosófica elevación de sus pensamientos. Era más filósofo que poeta; sus obras carecen generalmente de bellezas de imaginación; refléjase en la aridez de su estilo el carácter del autor. Entre las líricas sobresalen, casi como excepción por su amenidad y floridez, unos veinte y cuatro Romances y Letras, y tienen el lugar más señalado las dos Églogas amorosas:


Árboles compañeros destos ríos,
que en selva amena convertís el viento
y vais creciendo con regalos míos.



Y la segunda, que comienza:


Pastora tan hermosa como esquiva.



Aludió Lope a la primera de estas Églogas en el justo elogio que tributó a Zárate al incluirle en el Laurel de Apolo. Respecto del soneto: A la rosa, no puede decirse que su forma justifique las alabanzas que recibió.

La obra épica del poeta riojano, aunque inferior a los exagerados elogios del gran Cervantes, quien (como observa el señor don Eustaquio Navarrete) la conoció acaso más exenta de ciertos defectos, hijos del gusto culterano, atendido el largo intervalo que medió hasta su publicación»; es, no obstante, digna del mayor aprecio; y sus mejores pasajes han merecido formar parte de la colección de este género en la antológica, publicada por el señor don Manuel José Quintana. El asunto del poema, aunque santo y elevado, se presta poco a la epopeya, y por su mismo carácter resaltan más en la obra la aridez y sequedad de estilo propias del autor, en medio de excelentes trozos de narración, acabadas pinturas, agradables descripciones, tal cual nueva y bien desenvuelta comparación, y de bellezas de lenguaje algo deslucidas por el culteranismo. -Otro poema en doscientas treinta y tres octavas, descriptivo de las fiestas célebres que se hicieron en Lerma a la instalación de su iglesia Colegial, se encuentra en el tomo de Poesías, de Zárate, edición de 1651; y es obra por extremo curiosa.

Al escribir su tragedia de Hércules furente y Oeta, «con todo el rigor del arte», pretendió Zárate reducir a uno los dos argumentos de las de Séneca, tituladas: Hércules furens, y Hércules OEtœus, complicando la acción de esta suerte con lances inconexos, y no logrando al paso, con el empeño de observar rígidamente los preceptos clásicos, hacer más que un amontonamiento de pesados y confusos diálogos, en diversidad de metros, con algunos buenos versos y profusión de apariencias teatrales. Dedicó esta pieza dramática a su bienhechor el conde de Molina.

Obras varias de Francisco López de Zárate. Dedicadas a diferentes personas. Año 1651. Con privilegio. -En Alcalá, por María Fernández, impressora de la Universidad. A costa de Tomás Alfay, mercader de libros. Véndese en su casa, junto a San Felipe I en la esquina de la calle de la Paz, y en Palacio; 4.º

Nota de las aprobaciones. -Suma del privilegio. -Fe de erratas, 8 de junio 1651. -Tasa, 28 de id. -Tomás Alfay al lector.

Contiene:

Tragedia do Hércules Furente y Oeta.

Escribió también esta poeta la comedia:

La Galeota del Conde de Niebla. Manuscrito autógrafo: señor Durán. En su prólogo consta que el autor escribía entonces la referida Tragedia de Hércules. Citado anónima en el Catálogo de Huerta.