Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoDiscurso segundo de avisos prudenciales de diversos autores colegidos en las materias de gobierno y guerra


ArribaAbajoCapítulo I

Del principio del gobierno político



Es lo primero que ha de ponderarse
      Que el imperio sobre el hombre
      Al bueno es dificultoso
      Y al malo muy peligroso58;
De donde ha de inferirse la importancia
De la virtud para acertar en todo,
Que es tanta que el gentil Séneca dijo:
      La virtud es inmortal,
      Y al mortal que della usa
      De todos males le excusa;
      Que los males deste mundo
      Ofenden al virtuoso
      Cual la sombra al sol hermoso.
—154→
Y Tulio Cicerón añidió a esto:
      Piensa que es para tu Dios
      Ofrenda cumplida y llena
      Ofrecerle una alma buena.
Y debe el que gobierna en sus acciones
Mostrarse muy cristiano y muy prudente,
Porque dijo el Filósofo, y es cierto:
      De mil virtudes que pide
      El ser buen gobernador,
      La prudencia es la mejor.
Y así el Sabio nos dijo lamentando
      Un gran mal: que al necio vio
      Puesto en grande dignidad
      Por error de potestad.
Y Lipsio en su Pulitica asegura:
      Que prudencia a nadie engaña,
      Ni puede ser engañada
      Si en pasión no es anegada;
      Que llegando a estar airado
      El que fuere más prudente,
      No hará cosa conveniente.
Debe poner estudio cuidadoso
En conocer los súbditos del todo,
Sus defectos, humor y condiciones;
También los accidentes del estado
Presente, porque Tácito nos dijo:
      Para acertar el gobierno,
      Se han de conocer primero
      Los súbditos por entero.
Principalmente cuando el tal contiene
De gente militar número grande,
Con quien muy alentado ha de mostrarse
Y viejo mucho en los consejos della,
Aunque en edad sea mozo y orgulloso,
Que el consejo de un sabio éste contiene:
      Reconoce bien tu estado,
      Y al mando, vista le senda,
      Alarga o coge la rienda59.
—155→
Y más en general Lucano dice:
      Que a todo mando conviene
      Muy por entero tener
      Conocido su poder.
Huiga de la calumnia, que así dice:
Que a espada en mano de loco
      Es la fuerza comparada,
      Si por mozo es gobernada.
Y otro dijo mejor de aquesta suerte:
      Que quiere grande consejo
      La guerra, porque sin él
      Es desgraciada y cruel;
      Y es sabio aquel que procura
      Con sabios aconsejarse,
      Y con ellos descargarse60.
Que verdaderamente la edad poca
Lleva gran puerta abierta a las sospechas
Y presunción de corta suficiencia,
Y así debe vivir con más cuidado
Que los que con las canas de su parte
La tienen ya ganada de prudentes,
Para lo cual, cual digo, es el remedio
Mostrarse muy amigo de consejo,
Que fue gran dicho aquel de Tito Livio:
      Si el más sabio fuera rey
      Y por sí se gobernara,
      Yo arrogante le llamara;
      Que en las facciones humanas
      El consejo es la mayor
      Merced del alto señor.
Será también muy acertada cosa
Que imite en sus acciones a los viejos,
Para que así acredite esta prudencia
Lo que la poca edad desacredita,
Porque bien dijo Tácito Cornelio:
      Rostro compuesto y sereno
      Y reposo en la persona,
      El sujeto mucho abona.
—156→
Y Aristóteles dice de los reyes
A quien han de imitar ministros graves:
      Muestre el rey semblante augusto,
      Que por tal, en sólo verle,
      Le tengan sin conocerle.
Que si bien no conviene que se endiose,
Menos conviene que vulgar se muestre,
Según lo que Tranquilo bien advierte:
      Como el ser muy común quita
      Del cargo la autoridad,
      La ensalza la gravedad.
No hacer lo que a muchos hacer vemos,
Que es procurar de rigurosos fama
En el primer principio del gobierno,
Lo cual, dicen, excusa grandes males,
Que por bien lo observar he visto siempre
Dar en inconvenientes conocidos,
Porque castigos muy apresurados
Tener suelen o siempre o las más veces
Más de temeridad que de justicia;
      Que bien gobierna el que quiere
      Ser por justo conocido
      Más que por rigor tenido61.
Y si es verdad que las primeras obras
Del que entra a gobernar son muy miradas
Del pueblo, que a la mira está ganoso
De entender su talento y condiciones,
Más importa con sólidas virtudes
Se muestre que en rigores de artificio,
Que como bien aquel egipcio dice:
      Más testimonio me dan
      Del bien que interior manejas
      Los ojos que las orejas62.
Y el divino Agustino más añade:
      Entienda el gobernador
      Que no hay cosa más dichosa
      Que la conciencia sabrosa.
—157→
Y no puede tenerla el que arrojado
Pretende ganar nombre de terrible;
Y el que conserva un alma bien regida
Con la divina gracia, acierta en todo,
Porque ella los yerros en aciertos trueca
Y sobre esto llevar debe sabido:
      Que el principal fundamento
      Del imperio más fundado,
      Es cuidar de lo sagrado63;
      Que nos es benigno Dios
      ¿Quién lo duda? Si le amamos
      Y de su culto cuidamos64,
Porque la Iglesia santa en himno dice:
Sic tu nos visita, sicut te colimus65,
Y no hay cosa que así el estado afije
Cual la religión santa bien fundada,
Que fue admirable el dicho del rey Ciro,
Que por tal le celebra Jenofonte:
      Si a Dios los vasallos temen,
      Nunca se conjurarán,
      Pero si no, sí lo harán.
Y en Lactancio Firmiano se ve escrito:
      Donde no hay respeto a Dios,
      Todo es vicios y maldades,
      Traiciones y atrocidades.
Pero debe advertirse que a ninguno
Por fuerza a ser cristiano ha de obligarse,
Que como bien nos muestra San Bernardo:
      La fe se ha de persuadir
      Sin fuerza y sin opresiones,
      Sin agravios ni extorsiones.
Y el sabio Cordobés dio este consejo:
      Prueba a todo entendimiento
      Con blando freno a enfrenallo,
      Cual generoso caballo;
—158→
A que añadió Cornelio lo siguiente:
      La fama de la clemencia
      Para el que empieza a mandar,
      Buen modo es de conciliar;
Porque el mucho rigor más entorpece
Como la voluntad desaficiona,
Y en esta falta muchas veces caen
Los de muchas católicas naciones,
Y más los de la nuestra que de altivos
Apuran y avergüenzan los gentiles,
Que a los herejes no me maravillo,
Queriendo en una hora hacerlos buenos,
Y en vez de aficionarlos, los irritan.
Mas los ejemplos son los que más dañan,
Que ¡qué mucho! Ignorantes, desestimen
Nuestra ley, si a nosotros nos ven della
Tan no observantes, más quebrantadores,
Lo cual reparar debe la destreza
Del gobernador cauto así advertido,
Pero no con rigor, porque sin duda:
      Si es muchas veces usada
      La recia severidad,
      Desminuye autoridad66;
Que aunque, como dijo Tulio a Bruto:
      A tiempo es bueno el castigo,
      Y puede severidad
      Más que clemencia y bondad;
      Y a veces mando furioso
      Hace cuerdo el reino y fijo,
      Como el rey de Tracia dijo.
Y aunque sentencia sea prudente mucho:
      Por causa del bien común
      Poder la severidad
      Usar con seguridad67;
Con todo, más me inclino a la clemencia,
—159→
Porque dice Agustino, doctor santo:
      Más amado que temido
      Ser debe de procurar
      Quien bien quiere gobernar.
Y Séneca nos dijo acerca desto:
      Aunque convengan castigos,
      Mejor con la caridad
      Se gobierna en la ciudad;
      Que con la mucha opresión
      El ánimo se envilece
      Y la lealtad descaece68.
Y es de notar que corre este consejo
En ciudad como dice, que otra cosa
Es estando en ejército formado.
Y en otra parte Cicerón afirma:
      Que es muy loable el castigo
      Si cortando mano o dedo,
      A todos alcanza el miedo;
En que claro se ve que a la clemencia
Más que al rigor se inclina, pues que dice:
      Si con castigar a un malo
      Muchos malos enfrenaste,
      Con prudencia ejecutaste.
Y así en otro lugar también advierte:
      Desean ver acabado
      Todos al aborrecido,
      Y esto siempre el muy temido.
Ha lugar el rigor, si tal llamarse
Puede con propiedad el que se usa
Con el delito que de traición tiene
Alguna parte, porque mucho importa
Echar del mundo tan nociva peste,
Demás de que cualquiera que con él se muestra
Se hace en sana paz del vulgo todo,
Según lo dijo el Máximo Valerio:
      El convencido traidor
      En breve ha de ser punido,
      Sin ser a juicio traído,
—160→
Y son muy de notar unas señales
Que pone Quinto Curcio por comunes
En los deste jaez, desta manera:
      Fácil a traición se inclinan
      Los que con el tiempo andan
      Adulando a los que mandan;
A que añade Salustio lo que es cierto:
      Quien al traidor perdonare,
      Verase, si no perdido,
      Confuso y arrepentido.
Que tan abominable vicio es éste,
Que arrancar mandó Dios de sus altares
Al que matase al prójimo acechando,
Y que fuese con muerte castigado69;
Y aconsejó lo mismo Tulio a Bruto:
Para castigar traidor
      Le arranca del santo templo,
      Que importa mucho este ejemplo.
Y para encarecer más la malicia
Deste vicio perverso, abominable,
También nos dijo Tácito Cornelio:
      Que el que goza del provecho
      De la traición, la aborrece,
      En mil ejemplos parece.
Y así el cuerdo en gozando de aquel útil
Que el traidor le encamina, se descarga
Dél por no ser del mundo aborrecido,
Que es un gran mal del vulgo ser odiado;
Y así es de Cicerón esta sentencia:
      Huye del odio común,
      Que aún para un rey poderoso
      Es contrario y peligroso.
Y Calígula dijo por lo mismo:
      No sé porque una cabeza
      De muchos aborrecida
      Sea segura de la vida70.
Principalmente debe el que gobierna
—161→
A nadie hacer injuria en dicho o hecho,
Porque es del sabio Séneca sentencia:
      De tantos peligros piensa
      Tu persona rodeaste
      Cuantos son los que injuriaste;
Ni aunque primero sea él ofendido,
Porque este mismo sabio así procede:
      No castigues con rigor
      Si la ofensa toca a ti,
      Si a la república, sí.
Con que no sea traición a la persona,
Porque en tal caso a la sentencia grave
De Tulio, debe estarse, que así dice:
      Más que al rey al reino toca
      Su rey, y mayor guardar,
      Y su traidor castigar;
      Mas si el agravio no injuria,
      Despreciado con valor,
      Más afrenta al hacedor.
Y por ser primera parte del gobierno
Pulítico el rigor y la clemencia
Saber usar a tiempo conveniente,
Diré muchas sentencias que lo tratan,
En que del mesmo autor es memorable:
      Con gran pesar el castigo
      Mostrar debes y el rigor,
      Por evitar mal mayor.
Porque dijo Claudiano doctamente:
      Alegrarse en el castigo
      Que a sí la ley se atribuye,
      Pecho de cruel arguye.
A que Tácito alude donde dice:
      El juez que en castigo grande
      Asiste a la ejecución,
      Más cruel es que cruel Nerón.
Y así de Jenofonte fue consejo:
      Por ministros el castigo
       Haz lejos de tus paredes,
      Y en tu casa las mercedes.
También de ningún modo ha de entenderse
—162→
Que se muestra venganza en los castigos.
Ni aunque sea en la materia de milicia
A sangre fría se han de hacer crueles,
Que es consejo de Séneca loable:
      La venganza encarnizada
      De pocos la culpa quita,
      Y odio de muchos irrita.
Pero es inexcusable hacer castigo
Por bien común en el ladrón famoso:
      Porque no hay castigo grande
      En alevoso y ladrón,
      Que todos pequeños son71.
Pero guarde el aviso de Salustio:
      No por los facinerosos
      Castigar, siendo tan menos,
      Arriesgues muchos y buenos;
      Mas descubierta traición
      Presto sin ruido te afija,
      Y luego al remedio aguija.
Y Séneca aconseja en casos tales:
      Si incurrió gran personaje,
      Lo mejor es castigarle
      Si puedes, o no irritarle;
Que imprudencia es poner la fuerza toda
Y mostrar que no pudo lo que quiso,
Que engendra un atrevido menosprecio.




ArribaAbajoCapítulo II

De los avisos tocantes a la fe, y palabra y ejemplo: y a lo del cobrar y gastar los tributos



Su palabra estimar debe en extremo
El buen gobernador, muy remitado
En no empeñarla en cosa no hacedera
Que le obligue después a no cumplilla:
      Que es la palabra y la fe
      Gran quilate del valor
      Y de justicia mayor;
—163→
Y Catón Censorino esto pondera
Diciendo para prueba de su estima:
      No sin causa fue la fe
      De los romanos honrada
      Y con Júpiter sentada;
Y contra los perversos estadistas
Esta sentencia Eurípides nos dijo:
      Es diabólica doctrina
      Decir se pueden quebrar
      Fe y leyes para reinar;
A quien abona Séneca diciendo:
      La fe y palabra no pueden
      Por necesidad negarse,
      Ni por interés quebrarse.
Principalmente si es la fe jurada,
Pues añade gran fuerza el juramento,
Y el que no le respeta no es cristiano,
Porque dijo un moderno con viveza:
      Considera quien es Dios
      Antes que a jurar te atrevas,
      Y jurarás como debas.
Lo cual pondera más Séneca y dice:
      La fe y justicia y verdad
      En todo son provechosas,
      Y en el que manda, forzosas.
Y dijo bien justicia según siente
El Filósofo sabio en quien leemos:
      Del gobierno justiciero
      Que las maldades persigue,
      Gran provecho se nos sigue;
Y Tácito Cornelio mejor mucho:
      Digno es de alabanza grande
      El que con severidad
      Excusa a la crueldad.
Y debe con cuidado en todo caso
Hacerse obedecer con entereza,
Que es de Séneca aviso muy prudente:
      Bien mandar, buena obediencia,
      De la república es vida
      En que vive sustenida.
—164→
Y ha de ser el primero que sus leyes
Observe dando ejemplo al pueblo todo,
      Porque aquel cuyos mandatos
      Son por él muy violados,
      No espere serán guardados72.
Y como bien advierte Quintiliano:
      No sólo da ejemplo el grande,
      Mas casi fuerza al vasallo,
      En cuanto puede, a imitallo.
Y dice bien, porque el ejemplo tiene,
Según que nos enseña la experiencia,
Más fuerza que muy grandes persuasiones,
Y héchose con él, los súbditos mejores
Según Plauto Milesio, y aún Salustio
Al grande César, esto mismo dicen:
      Ser fácil mandar a buenos
      Es conocida verdad,
      Y una gran felicidad.
Y Séneca añadió y por cierto tiene:
      Las virtudes que el rey ama
      De todos son recibidas,
      Imitadas y seguidas.
Y Tácito Cornelio siente y dice:
      Siempre el ejército imita
      Lo que hace su capitán
      En pasatiempo y afán.
Porque es cosa muy vista si el que rige
El reino es muy amigo de banquetes,
El convertirse todo en gula torpe,
Y es sentencia de Beda el venerable:
      Si no refrenas la gula,
      De ningún vicio ganalla
      Podrás, entrando en batalla.
Y del divino Ambrosio aviso es cierto:
      Quien amare los regalos
      De esta vida miserable,
      Perderá la perdurable.
Y si lacivo es el que gobierna,
—165→
Todo en lacivo fuego anda abrasado;
Y si es vano, que todos empobrecen
Por imitar sus galas y su pompa;
Y si es templado, casto, y es modesto,
Todos lo son también por imitarle;
Y si se mira bien sin pasión mucha,
      Más propio es de gran señor
      Tener el alma compuesta,
      Que costosa gala en fiesta73.
Que de las galas bien Salustio dijo:
      Las galas son mujeriles
      Adornos de su flaqueza
      .......................................74
Y si el sabio Salomón nos amonesta:
      No en el vestir te gloríes,
      Ni te alces a mayores
      El día de tus honores;
Que la prudencia y peso más honora
Que el muy costoso ornato en demasía,
Que es cual de Marco Tulio esta sentencia:
      La autoridad en la paz
      Es buena, mas en la guerra
      Mayores bienes encierra.
Que si el mostrarse afable, bien concilia,
Ha de ser con prudencia moderada,
Porque Cornelio Tácito nos dijo:
      Haz que no te disminuya
      La estima, afabilidad;
      Ni el amor, la sequedad.
Debe asimismo con cuidado grande
Ni ser ni parecer nada avariento,
Ni conocidamente cudicioso,
Que aunque Muciano dice, y no se engaña:
      Los más experimentados
      Tienen por nervio el dinero
      Del imperio más entero;
Hase de prevenir éste, y juntarse
—166→
Sin nota de tan grande inconveniente
      Que traga pueblos. -Homero
      Llama avarientos señores
      Reyes y gobernadores.
Y el sabio Salomón por cierto tiene:
      Los dones a los jueces
      Muy ciegos suelen hacer,
      Y también enmudecer.
Y arranca el corazón de los vasallos
Quien les chupa el dinero en cualquier modo,
Porque Terencio como sabio dijo:
      La común gente el dinero
      Y sangre del corazón,
      Estima en un parangón.
Y Tácito Cornelio como experto dice:
      El señor que con agravios
      En tesoro mucho crece,
      Más su poder enflaquece.
Y no se deben apretar tributos,
Que en lugar de dar paz, levantan guerra;
Mas de los bien llevados Tulio dice:
      Los tributos dan la paz,
      Pues que mantienen la guerra
      Que pacifica la tierra.
Y no se fíe en esto de vasallos
Deseosos de agradar con nuevas trazas
Y arbitrios nuevos de juntar moneda,
Aunque digan será muy sin molestia,
Que al fin bien entendidos, siempre odiosos
Son todos modos de sacar dinero,
Que esto de Plinio, Lipsio nos refiere
      Avaro es señor que halla
      Vasallos que sepan dar
      Consejos de más sacar.
Y cuando más juntar y a fuerza sea,
Ha de ser persuadiendo blandamente,
Y no por otras trazas exquisitas,
Que avisa y aconseja bien Plutarco:
      Temístocles persuasión,
—167→
      A la violencia pospuso:
      Pon aquella, y no está en uso.
Y agudamente Lipsio mejor dicho:
      Mejor es ganar las cosas
      Con persuasión que mandarlas,
      Por no llegar a irritarlas.
Acerca de lo cual es memorable
De aquel magno Alejandro esta sentencia:
      Trasquila sin desollar,
      Y aunque tengas puerta franca,
      No toda hortaliza arranca.
Y el Sabio en sus Proverbios también dice:
      El que las narices suena
      Demasiado, sangre saca
      Que no fácilmente aplaca.
Y sobre esto es aviso saludable
El que nos dio Lucano, que así dice:
      Refrena ministros malos
      Que son arrebatadores
      Gatos de presas mayores.
Y en los Proverbios Salomón nos dijo
      Cuando crecieren los justos
      El pueblo se alegrará;
      Manden malos, gemirá.
Y poco más abajo más añade:
      Levanta la tierra el rey
      Si es justo, mas al revés
      La asuela si avaro es;
Porque si da la mano en las cobranzas
De tributos a agentes poco fieles
Y de poca prudencia, con el modo
Irritan más que en la cobranza mesma,
Y más es lo que roban y a sí aplican
Que lo que juntan para el fisco mesmo,
Que como dijo Plauto con donaire:
      Un Jerión de tres manos
      Cien Argos no guardarán,
      Y más si le falta el pan.
Y el odio carga destos desafueros
—168→
Sobre el señor, porque nos dice el Sabio:
      Como él suelen ser
      Los ministros, no mejores;
      Y el pueblo, cual sus rectores.
Y aconseja Suetonio contra estos:
      Si el mal ministro es esponja
      Que embebió la sangre al pobre,
      Estrújale, y haz que cobre.
Y el que una vez infiel en esto se halla,
No hay que esperar que alguna enmienda tenga,
Que como dijo bien Tácito el sabio:
      Hombres y siglos se mudan,
      Las costumbres no mejoran,
      Mas de ordinario empeoran.
Porque pensar que la cudicia destos
Se corrige con leyes o instrucciones,
Es ignorancia, y así Plinio dijo:
      Enciérrense los engaños
      En mil leyes, romperán,
      Y en busca de oro saldrán.
Porque advirtió muy bien Tulio diciendo:
      Haz que en dándote el tributo,
      Quede libre lo restante,
      Sin mandón ni sobrestante.
Porque ninguna cosa el pueblo aflige
Y irrita y alborota los vasallos
Y da motivo a los facinerosos,
Como malos ministros que en ser duros
Ponen su estima, porque la hagan dellos,
Contra lo cual Cornelio así aconseja:
      Lo que el vasallo te da
      Procúralo con blandura;
      Que lo violento no dura.
Y fuera desto todo, nada hace
Que el tributo se dé de mejor gana,
Que el ver que con cordura es despendido,
Usando deste nervio con prudencia:
      Si con templanza discreta
      Gastas lo que da el vasallo,
      Más se animará él a dallo;
—169→
Y el Filósofo casi así lo mesmo:
      Despensero del común
      El pueblo te llamará
      Si gastas bien lo que él da.
Será también un prudencial recato
Procurar por caminos convenientes
Que no haya entre los súbditos alguno
Que sobre los demás engría el cuello
En opulencia y amistades muchas,
Que del mismo Filósofo es aviso:
      Procura que en tus vasallos
      No haya uno aventajado
      Mucho, en rico y amigado.
Y confirma esto Tácito diciendo:
      Que la fuerza de riqueza
      Del vasallo es enojosa,
      Y con razón sospechosa;
Que por la mayor parte hacen vicioso
Al poseedor, y así Salustio dice:
      Donde la opulencia abunda
      Faltan justicia y verdad,
      Todo bien y honestidad;
      Y reinos que se ganaron
      Por virtud en gran pobreza,
      Perecieron por riqueza.
Y el sabio Cordobés también añade:
      Tierra de gran vanidad
      En la gala, es ya mal sana,
      Y está a perdición cercana.
Debe asimismo el cuerdo que gobierna
Limpiar la tierra de perdida gente,
Que dijo Tulio contra Catilina:
      De perdidos mozos nacen
      Los perversos Catilinas
      Que son de la patria ruinas.
Y destos se descubren los intentos
Viendo sus patrimonios malbaratan;
      Que el que raíz malbarata
      Grave novedad pretende,
      Y es necio quien no lo entiende.
—170→
   La mucha variedad en los mandatos
Debe evitarse porque claro arguye,
Demás de la inconstancia conocida,
Poco conocimiento en la materia;
Y así Lipsio advirtió como tan sabio:
      La variedad de mandatos,
      Si es frecuente y encontrada,
      Es siempre menospreciada.
Y Séneca lo aprueba así diciendo:
      No trueques mandatos muchos
      Que el árbol mucho traspuesto,
      Nunca es bueno ni hace presto...
Y Tácito Cornelio, maestro grande, dice:
      Mucho pierde de opinión
      El mando que es vacilante,
      Y en ordenar inconstante;
      Excuse pues muchas leyes,
      Que son ruina del estado,
      Aunque esté más bien fundado.
Y Lipsio vemos que lo mismo siente
Por lo que en su Pulítica refiere:
      El reino se fundó en ellas,
      Mas deben mirar los reyes
      Mucho dañan muchas leyes.
A que añadió Stobeo esta secuencia:
      La institución de las leyes
      Conviene sea rigurosa,
      Y la ejecución piadosa;
En lo cual Quintiliano bien advierte:
      Si te tratan novedades,
      Mira si son encontradas
      Con cosas bien ordenadas;
Porque debe tener recato mucho
El que quiere acertar el buen consejo,
Y saber qué sucede algunas veces
El haber en la junta voto alguno
Por un particular apasionado
Y del público bien poco celoso,
Y éste propone traza de estadistas
Que en lo aparente son muy milagrosas,
—171→
Y en lo interior contienen gran malicia;
Porque está el mundo lleno de Sinenes75,
Y como a estos cudicia los engendra,
Como hijos de tal madre, son venales;
Y debe ser por esto remirado
Lo que ofende a lo bien establecido,
Que es grande autoridad el sustentarlo;
Y aunque es de sabios el mudar consejo
En lo notoriamente pernicioso,
Cuando es en graves cosas, muy de espacio
Se debe examinar el tal acuerdo,
Y ya habiendo de ser, Cicerón dijo:
      Si la mudanza es forzosa,
      Ya quel globo se menea,
      Procura sin ruido sea.
Y Dión certifica, es cierta cosa
      Que el fuerte y prudente Augusto
      Temió poner en balanza
      Su fortuna en la mudanza;
Y Tácito Cornelio sabio avisa:
      Que causa gran menosprecio
      Toda precipitación,
      Y agasajo sin razón.
Que cuando es muy notado el agasajo
Que de nuevo se hace a alguno indigno,
Luego se busca causa, y no la hallando
Ocasión da a mil juicios maliciosos,
Que es proverbio del Sabio y como suyo:
      No los regalos al necio
      Competen, ni se ha de dar
      Al siervo a grandes mandar.
Y es mayor daño cuando nuevo modo
Se ve en el agasajo de algún grande,
Olvidando sus nuevos deservicios,
Porque en tal caso Justo Lipsio avisa:
      Pierde crédito el gobierno
      Cuando se olvida de cosas
      Que ofensas fueron notorias.
—172→
Y es grande inconveniente en el que rige
El crédito perder, porque al momento
Se le sigue desprecio peligroso,
El cual suelen causar muy de ordinario
Todos los vicios, pero más algunos;
Y así nos dijo Tácito Cornelio:
      Si vicios causan desprecio,
      Los de vinoso y glotón,
      Más y con mayor razón;
      Mas muy bueno ha de ser quien
      El largo mando y salud
      No corrompe su virtud.
Y el Filósofo dice en alabanza
Desde tal, esta célebre sentencia:
      Difícil es conjurar
      Contra el templado y constante
      Cuidadoso y vigilante.
Y ha de mostrarse el cuerdo que gobierna
Del bien común en todo cuidadoso,
Más que del propio, porque dijo Tulio:
      Todo provecho común
      Prefiere al particular,
      Y harás cosas de loar;
      Que el mirar mucho el provecho
      Suele ser vituperable,
      Mas si es común, es loable.
Y Stobeo lo encarece más diciendo:
      El que bien gobernar quiere
      Lo común ha de guardar
      Cual propio, y lo propio dar.
Ni ha de mostrarse cuidadoso mucho
De su regalo, porque dijo un sabio76:
      Poco ama la virtud,
      Quien mucho el cuerpo regala;
      Dará della cuenta mala.
No ha de ser cudicioso de alabanza
De boca aduladora en su presencia,
Ni así de merecerla cuidadoso,
—173→
Porque es consejo sabio de Cornelio:
      Busca la alabanza en ti
      Por la sólida virtud,
      Sin otra solicitud;
Que saber debe que es trabajo vano
Querer parecer bueno no lo siendo.
      Que el príncipe si no es bueno,
      No lo puede parecer,
      Ni sus obras esconder
      Ni las domésticas cosas
      Puede al principio ocultar,
      Que se las han de juzgar,
      Que del que está en lugar alto
      No hay facción honesta o fea,
      Que muy pública no sea77.
   Y padece otro daño el poderoso,
Y es que nadie le dice las verdades,
Y así ignora el escándalo que causa,
Y por esto a peor va cada día;
      Que el poderoso insolente
      No consiente ser regido,
      Ni es fácil ser reducido78.
Y llegando a este estado de miseria,
Falta justicia y todo se aventura,
Y así Cicerón dijo doctamente:
      El derecho y la equidad
      Son los vínculos estables
      De los estados durables.
Contra lo cual será remedio grande
Tener un confesor grave y de pecho,
Que con verdad le trate desengaños;
Y leer buenos libros, y creerlos,
Porque estos le dirán verdades puras,
Como si de Agustino, doctor sacro,
De la Ciudad de Dios leyere el cuarto
Hallará esta sentencia allí a la letra:
      El rey que olvida en sus hechos
—174→
      La justicia y la razón,
      No rey es, mas es ladrón.
¿Qué vivo se atreviera a decir esto,
Aunque pusiera en ello más rebozos
Que tienen sobre sí los cocos de Indias?
Y Tácito Cornelio en los Anales dice:
      El rey poderoso entienda
      Que es de su reino tutor,
      Más que monarca y señor;
Y en el tercio también de las Historias:
      El general que a los suyos
      Da soltura y larga mano,
      Sospechas da de tirano.
Y otra libertad grande dice Lipsio
Contra gente no poco poderosa,
Que es ésta (no la apruebo ni repruebo):
      Latrocinio permitido
      Llamaba la abogacía,
      Quien pienso no mal sentía.
Y el mejor desengaño es saber cierto
Que las virtudes causan buena fama,
Y que los vicios mala la dan siempre,
Que dice Tulio dijo Jenofonte:
      La virtud es de la fama
      Fundamento muy estable,
      Sin la cual nada es loable.
Y este dicho de Augusto bien lo dice:
      El rey parecerá a Dios
      Justo y misericordioso,
      Si es justiciero y piadoso.
Y de Eliodoro, Lipsio esto refiere:
      Pagan a Dios su talento
      Los potentes y los sabios,
      Deshaciendo los agravios.
Pero con más prudencia que no espanto
Esto se debe hacer, y con blandura,
Si así cumplir se puede la justicia,
De Séneca siguiendo este consejo:
      El que ser bien quisto quiere
—175→
      Cuando le toca el mandar,
      Blanda la mano ha de andar.
Y el procurarlo ser es una cosa
No de menospreciarse, aún de los reyes,
Porque dijo Claudiano como sabio:
      Ninguna guarda asegura
      Tanto al potente señor,
      Cual del vasallo el amor.
Y de Séneca es esta memorable:
      Aunque parezca lo está,
      Nunca es siguro el partido
      Del señor aborrecido.
Y Tácito Cornelio mejor mucho:
      Si es de los suyos amado
      Es el príncipe dichoso,
      Y a su enemigo espantoso.
Para lo cual es ciencia necesaria
El saber perdonar aún más que poco,
Y no llevar las cosas por el cabo,
Según nos dijo Tulio, aunque avergüenza
Con tan alta sentencia mil cristianos:
      No hay cosa en que el hombre pueda
      Más a Dios se asemejar,
      Que en el saber perdonar.
Y de Cornelio dice otra, y es aquesta:
       Si das la vida al rendido,
       Clemencia estás pregonando,
       Y el vivo lo está probando.
Ni se debe pensar que la justicia
En el disimular algo se estraga,
Que como dice Lipsio, siempre vemos:
      No sé por cual resistencia
      Quedan menos enmendados,
      Pecados muy castigados;
Si no es que como dicen vulgarmente
La privación despierta el apetito,
Como en la transgresión de aquel precepto
De Adán se vio con tanta costa nuestra
Y en otros mil ejemplos hoy se prueba
—176→
En que el atrevimiento se adelanta
En lo más prohibido con extremo,
Y así es bien moderarse los rigores,
      Que el moderado temor
      Corrige y tiene en balanza,
      Y el grande mueve a venganza.
Y es como de Salustio este consejo:
      Al cruel la crueldad
      Más da ocasión de temer
      Que autoridad ni poder;
En que Séneca pone por ejemplo:
      Tanta afrenta del rey es
      El castigar muchos tuertos,
      Como al médico sus muertos.
A quien Cornelio da este aviso cierto:
      Dos males siguen al grande,
      Mala querencia encubierta
      Y adulación descubierta.
Y así es más propio oficio de los reyes
El curar todos males con prudencia,
Y con una clemencia muy benigna
Y industriosa, que no verdugo siendo
De sus mesmos vasallos a menudo;
Y por esto Salustio aún más afirma:
      Que se puede por clemencia
      Alguna vez traspasar
      La justicia, sin errar.
Y es consejo de Tácito Cornelio,
Gran maestro de estado, aquel que dice:
      Lo leve el gobernador
      De a entender que no lo sabe;
      Sólo castigue lo grave;
      Que conviene muchas veces
      No todos vicios curar,
      Por no a muchos castigar.
Que como Plinio dijo doctamente:
      Mal por espanto se adquiere
      Del bueno veneración,
      Bien por bien, maña y razón.
Porque Salustio al mesmo César dijo:
—177→
      Cruel mando no es durable,
      Ni sin temor debe ser,
      Si a muchos hace temer.
Y como avisa Tácito es sin duda:
      En reformar las costumbres
      Nadie se ha de apresurar,
      Ni a todas juntas tirar.
Y cuando totalmente el riesgo cese
Por la grande lealtad de los vasallos
Y asentando poder del reino mesmo,
Debe quien tales súbditos gobierna,
Tener por gran blasón el ser clemente,
Que como sintió Plinio que lo avisa:
      Quien tiene mando en el hombre
      Debe acordarse lo es,
      O pesarale después.
Que hay hombres tan crueles que parece
Que de otra especie son, y no nacidos
Más de para hacer mal a los vivientes.