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ArribaAbajoCapítulo III

Que trata de la liberalidad, y de conciliar amigos, y de las condiciones del vulgo, y de otras tocantes al buen gobierno



Ha de ser liberal el que gobierna,
Magnánimo en extremo y generoso,
Porque si en ser avaro se encarniza,
Es otra crueldad tan extremada
Que no hay alguna cosa alta ni baja
Que toda para sí no se la aplique,
Como si fuera sólo en este mundo,
Sin acordarse que un gentil nos dijo:
      No hay cosa más propia al hombre
      Que la liberalidad,
      Mayormente en potestad79.
Y al que es avaro, Tácito le dijo:
—178→
      Todo bien humano es frágil,
      Piensa cuando más achuecas
      Que de niñas son muñecas.
Mas, aunque hay muchos más que en esto pecan,
Hay pródigos también en demasía,
Y esto en gobernador es vicio grande,
A quien también Cornelio así corrije:
      No es bien que por dar te obligues
      A juntar como tirano,
      Lo que das con larga mano.
Y como dijo Tulio cuerdamente:
      Quitar para dar no es bueno,
      Que nadie tanto agradece
      Cuanto el menguado aborrece.
Y Plinio dice bien aconsejando:
      Si quieres bien gobernar,
      Deja de dar al mayor
      Por no quitar al menor.
Y Erasmo al que gobierna así le avisa:
      Guarda medianía y tasa
      Porque el orden y concierto
      Es un muy prudente acierto.
Y esto de dar quitando, las más veces
Suele causar intercesiones graves,
Y más principalmente de mujeres;
Y el Filósofo dijo esto afeando,
      Más mal que al gobernador
      Es gobiernen damas bellas,
      Que si gobernasen ellas.
Y esto sin duda es porque ninguna
Hiciera tales cosas como piden;
Ajena mala fama aventurando
Acrecientan la suya, porque muestran
Que aún en lo injusto grande poder tienen,
Por lo cual debe más ganar amigos
Que granjear amigas tan costosas;
Que dijo Salomón como tan sabio:
      De hermosura de mujer
      Ajena, muy admirados
—179→
      Fuimos, y hechos reprobados.
Y Tácito un aviso dice cierto:
      Si a las mujeres se da
      Gobierno en cosas menores,
      Tomaranlo en las mayores.
Así que los amigos más le importan
Al buen gobernador, que amigas muchas,
Que es de Plinio sentencia memorable:
      Debe el rey ganar amigos
      Que son del reino mejor
      La mayor fuerza y vigor.
Por lo cual nos refiere Jenofonte:
      Ciro medo, rey prudente,
      En sus amigos decía
      Que el cetro firme tenía.
Y débese tomar este consejo
Por ser de rey y poco interesado,
Que por esto Salustio dijo a César:
      Siempre el hombre fue dichoso
      Por el consejo guiado
      De hombre desinteresado.
Y para elegir buenos consejeros
Cosa que en todo caso importa tanto,
Examine primero sus costumbres,
Y elíjalos que tengan sangre buena,
Que dice así un moderno cerca desto:
      Es más leal el más bueno,
      Y es no ser el ruin traidor
      Merced del alto señor.
Y hablando en general Salustio siente:
      El viejo es buen consejero,
      Que aunque en flaco cuerpo viene,
      Vigoroso juicio tiene;
Porque larga experiencia hace maestro,
Que Mitridates decía
      Que del errar le quedaba
      Saber lo que aconsejaba.

 Aquí llegaba Provecto, sin que Gustoquio hubiese despegado la boca, muy agradado del buen discurso que llevaba el amigo; pero por ofrecérsele un consejo agudo y de muy gran soldado, habló desta manera:  

—180→

GUSTOQUIO

   Tened que se me ofrece un pensamiento
Que cuadra mucho ahí, y es extremado,
Que aunque tanto lo es lo dicho todo
Que no he querido en nada divertiros,
Porque he gustado mucho de escucharos,
No puedo aquí dejar de hacer mi basa.

PROVECTO

   Huélgome tanto deso que ahora veo
Que vale algo lo que os he leído,
Pues que gusto mostráis de enriquecerlo
Con cosa vuestra, que sin duda aguardo
Será tal que un realce les dé grande
A estos mis ordinarios pensamientos.

GUSTOQUIO

   Tienen deso tan poco que otra cosa
En muchas que hasta aquí se me ofrecieron
No he juzgado que puestas junto a esas,
Pasar pudieran por del mesmo paño;
Y déjame decir, no se me olvide,
Que no hay que replicarme más en esto.
Tocaste la materia de consejo,
Y en ello cuando son de la milicia,
Que son de los que puedo decir algo,
Es advertencia aguda de un moderno:
Que aunque el consejo fuese muy de estima
Y cuadre mucho, debe no loarle
El que preside en la militar junta
Con encarecimiento a el que le daba,
Por no dar ocasión a hacer lo mesmo
Lisonjeando al parecer que él diese,
Aun siendo errado, o la principal parte,
Porque aprobado así de agradecido
Del que el primero dio y fue tan prudente
Con la propia afición, no el suyo siga,
—181→
Dejando el otro en daño de la cosa;
Y está en esta sentencia esto fundado:
      Si mucho agradó el consejo,
      Disimula por no dar
      Causa de lisonjear80.

PROVECTO

   Admirable es por cierto, y así luego
Le tengo de anotar con grande estima.

GUSTOQUIO

   Adelante pasad, que va extremado
Y es todo muy notable y de provecho,
Y gusto con extremo de atenderos.

PROVECTO

   Pocas veces deleitan los consejos,
Porque aunque agraden al entendimiento,
La voluntad ufana los recibe
Con rebeldía y ceño las más veces,
Y más la del que dellos mucho sabe.
Si os cansáis doblaremos ya la hoja
Y descendamos otro rato ahora,
A otra conversación más agradable.

GUSTOQUIO

   ¿Cuál puede serlo más que a tantos sabios
Oír hablar sentencias de útil tanto,
Tan prudenciales y menesterosas?
Y esas tan bien por vos acomodadas
Que parece se hicieron para aquello
Que tratáis, y no ello para ellas.

PROVECTO

   No pueden tener deso mucho bueno
Bien lo veo, y que el tiempo ha sido corto,
—182→
Y el lugar muy sin libros y consejo;
Pero en su bondad misma confiado,
Aunque mal barajadas, me parece
Darán gusto al que más las entendiere;
Y si no pues que sólo tienen mío
El haberlas tan mal propositado,
Poco puedo perder en su desprecio,
Aunque trabajo grande me han costado,
Que por haberlas visto doy por bueno
Sin otro fin mayor, que éste es muy grande.

GUSTOQUIO

   Yo os prometo, señor, que son de estima
Y mayor a el mayor entendimiento.

PROVECTO

   Ya eso va de lisonja conocida;
Quédese esa señora rebozada
Si queréis que pasemos adelante,
Que aunque viene galana y tan al uso,
No debe de tener la cara buena,
Pues que tanto la encubre recelosa.

GUSTOQUIO

   Conocísteisla mal, que es verdad pura,
Cosa la más hermosa de la tierra.

PROVECTO

   Descubrirase presto si lo fuere,
Y vendrá sin padrino ni escudero;
Más prosigo tratando del consejo.
Nunca debe juzgarse dél empero
La bondad por el malo o buen suceso,
Mas por la conveniencia que en sí tiene,
En prueba de lo cual Salustio dijo:
      No juzgues por el suceso
      Venturoso el parecer,
      Que el malo lo suele ser,
      Y a las veces la fortuna
—183→
      Pone mil inconvenientes
      En los consejos prudentes.
Y nunca, aunque el criado mucho prive,
Del amo ha de entender todo el consejo,
Que advierte bien el Estadista y dice:
      Que tu gobierno no entienda,
      Aunque capaz, tu criado,
      Procura con gran cuidado.
Y la razón es clara, que el sirviente
O nunca o casi ser capaz se halla
Para buen consejero, y el secreto
No ha de guardar por desfogar privanza,
Aun cuando nadie dél saberlo quiera.
      Y en todos siglos se ha visto
      Que el más privado sirviente
      Daña al amo confidente.
Y porque esto es muy cierto casi siempre,
Se deben elegir con mucho acuerdo
Y de nobleza, si posible fuere,
Que por esto Aristóteles enseña:
      En razón serán mejores
      Los procedientes de tales;
      Noble elije en dos iguales.
Y como dice bien el docto Plinio:
      No es príncipe generoso
      El que en hombres bajos hace,
      Ni el que tal gente le aplace.
Que ha de tener gran fuerza de virtudes
El que de baja cepa y mal principio
Es por sí bueno conocidamente.
Pero llegando a serlo con certeza,
Dice Valerio Máximo dél esto:
El de bajo nacimiento
      De gran virtud, es por ley
      Noble como el mismo rey.
Y esto del elegir sujetos tales
Con acierto, es gran parte del gobierno,
Como lo muestran bien sentencias muchas,
Y ésta de Cicerón más claramente:
      Nunca encomiendes las cosas
—184→
      De peso y reputación
      A el de poca presunción.
Que dijo en su Pulítica (?) Plutarco:
      No todos son para todo,
      Y el que elige ha de mirar
      Que a quien ha de encomendar.
Y Tácito Cornelio más advierte:
      Mira bien a el elegir,
      Y no vendrás a llegar
      Tu ministro a castigar;
      Y el que por caminos malos
      A oficios grandes subió,
      Nunca dellos bien usó;
      Y erradamente se inclina
      Mal rey a hacer elecciones
      En los de sus condiciones.
Pero en otro lugar muy mejor dice:
      Aunque ame y aborrezca
      El rey por inclinación,
      Elija por discreción.
Pero dice Aristóteles en esto:
      A aquel que ya levantaste
      No le humilles de repente,
      Que no es hecho de prudente.
Por lo cual las más veces peligroso
Es mucho levantar al más privado,
Aunque mucho merezca, porque es cierto,
      No es amable ya el privado
      Cuando no hay más que le dar,
      Ni el ama sin desear81.
Y Séneca por esto bien advierte:
      Al prudente no conviene
      A nadie gran poder dar,
      Por no obligarse a quitar.
También importa mucho al buen acierto
Del vulgo conocer las condiciones,
      Que el vulgo es mar inconstante,
      Nada más mudable que él,
—185→
      Ya piadoso, ya cruel82.
Y dice Séneca dél muy propiamente:
      Va el vulgo a la perdición,
      Cual carneros tras aquellos
      Que corren delante dellos.
Y Tácito un consejo da de estima:
      Si temes el vulgo, quita
      Los caudillos, y verás
      Como dél seguro estás.
Y de su condición Salustio dice:
      No mira el futuro mal
      El vulgo, como al presente
      Tenga segura su gente.
Y otra Tácito así también descubre:
      Es el vulgo desbocado:
      Bravosea, no oprimido,
      Y enfrenado, está afligido.
Y en otro lugar ésta que es muy cierta:
      Regocijos quiere el vulgo,
      Y es así alegría plena
      Si el que manda los ordena.
Y en lo tocante a todos bastimentos,
Parte muy esencial del buen gobierno,
Nos dice Cicerón esta sentencia:
      Al buen gobierno compete
      Y regimiento hacer sobre
      Al vulgo todo, aunque pobre.
Y prosiguiendo Tácito este punto, dice:
      El vulgo feroz, sujeto
      Con el regalo se hace
      A la quietud que le aplace,
      Que los romanos prudentes
      Con pasatiempos fijaron
      Muchos que en guerra ganaron.
Han empero de usarse estos desvelos
Sin que la autoridad su punto pierda,
Porque como bien dijo Justo Lipsio:
      Ha de ser la autoridad
—186→
      Severa con buen talante,
      Y recatada y constante.
Tampoco le conviene al buen gobierno
Remitir lo importante totalmente,
Que demás de que vemos de ordinario,
Son remisiones tales remisiones
A los negocios muy perjudiciales;
El hacerlas así es quitarse toda
La autoridad, y así Tácito dice:
      No debe el príncipe sabio
      De su poder se inhibir;
      Con todo, lo remitir.
Y en los Proverbios, Salomón nos dijo:
      El rey que de asiento asiste
      Al juicio con su mirar,
      Todo mal suele apartar.
Y así el gobernador remita poco
De aquello que rey le ha encomendado,
Que es bien desagraviar a sus vasallos;
Y el remitirlo a otro, será el juego
En que a esotro lo sabe van pasando
Las vidas, y padece la justicia
Perjuicio grande en tantas dilaciones;
Y el remitir las cosas graves mucho
Por igualar así el juez que cría,
Contra lo que muy bien Tácito apunta:
      Siempre fue muy peligroso
      Tanto a alguno levantar
      Que al señor venga a igualar.
Demás de que Dión, gran sabio, dijo:
      El mandar en grandes cosas
      Tanto engríe el pensamiento,
      Que desea ser exento.
Y el prevenir a daños semejantes
Es una muy prudente providencia,
Y una piedad muy grande, pues se evitan
Los grandes que el descuido causar suele,
Y castigos que son inevitables;
      Y si las virtudes ponen
      Todas grande autoridad,
—187→
      Más providencia y piedad83.
También es conveniente ser temido
En parte el que gobierna de los malos,
Que de Séneca es sentencia grave:
      Muy necesario es el miedo
      Para aquellos que olvidaron
      La virtud que profesaron.
Mas dijo Cicerón, como tan sabio:
      Sin quitar honra ni vida
      Puede el buen gobernador,
      Dar ocasión de temor.
Y es bien no dé a entender que a nadie teme,
Pero aparte de si facinerosos,
Hombres perdidos, locos, temerarios,
Siquiera porque no estraguen los buenos,
Que como dijo Antístenes, es cierto:
      Cuando entre malos y buenos
      Diferencia no parece,
      La república perece.
Y como el mismo Séneca nos dice:
      El que desprecia su vida,
      Es muy señor de la ajena,
      Y su amistad nada buena.
Y estos cuan presto aman, aborrecen,
Como lo dijo Tácito Cornelio:
      Cuando ocurren contra ti
      Miedo y aborrecimiento,
      Teme de tu perdimiento.
Y conviene inquirir con disimulo
De gente tal la vida y los designios,
Los tratos y las pláticas secretas
Porque Lipsio esta máxima acredita:
      Raras veces hacen mal
      Sino los que han mal hablado,
      Prevéngase el recatado.
Y como dice Tácito Cornelio:
      Para el ánimo entender
      De los suyos el señor,
      Escucharlos es mejor.
—188→
Y el famoso de Arcila, también dijo
De pechos engañosos y traidores:
«Escuchados, serán más entendidos,
Ahora sean verdaderos o engañosos,
Que siempre por señales y razones
Se vienen a entender las intenciones»84.
Y el Filósofo sabio da este aviso:
      Mucho importa al superior
      El inquirir por buen modo,
      Mas no oiga chismes de todo.
Y lo mismo Cornelio así aconseja:
      Siempre procure saber
      Quien gobierna, lo que pasa
      En su ciudad y su casa.
Y en Salustio se halla este consejo:
      Tenga siempre puesta talla
      El que es buen gobernador
      Al que descubre al traidor;
      Que el gran premio e interés
      Descubre los conjurados,
      Aun por los más obligados;
      Y no habrás amigo tal
      Que si el rey se lo pidiere,
      No te mate si pudiere.
Mas no olvide el consejo de Mecenas:
      No siempre al denunciador
      Ha de ser crédito dado,
      Sino muy examinado.
Que es aviso de Tácito prudente:
      El que la traición intenta
      Del que excusa ser traidor,
      Suele ser denunciador;
      Y entre mil males que tiene
      El motín, es el mayor
—189→
      Que lo rige el que es peor.
      Y es gran maldad acusar
      De lo que imposible fue
      Y algunas veces se ve;
Porque aconseja el Cordobés prudente
      Sea tardo en el creer
      El cuerdo gobernador,
      Hasta ver prueba mayor;
Que es peligroso mucho lo contrario,
      Y el que en graves cosas hace
      Castigo con poca prueba,
      De errar muy gran riesgo lleva85.
Y caído en un daño destos grande,
En otros muchos luego se despeña,
Porque dijo el romano coronista:
      Cuando empieza el encumbrado
      A despeñarse y rodar,
      Muy presto viene a acabar.
Porque son las humanas altiveces
Mucho a naturalezas semejantes,
Que cual cosa de tierra, son pesadas
Y tienen lo más bajo por su centro;
Y cuando son mayores, en saliendo
De su sillar, con mayor fuerza bajan
Despeñándose a él con más estruendo.
Debe advertir que es cosa muy sabida
Que de grandes la pérdida procede
Las más veces, por persuadirse errando
Que lícito les es todo a su antojo
Si alcanza su poder a ejecutarle,
Aunque esto a otros algunos no lo sea,
Lo cual Séneca el sabio así lo dijo:
      Piensan mal los poderosos
      Que es lícito a aquel estado
      Lo que a todos es vedado.
Mas sienten al contrario desto mucho
Los que procuran súbditos contentos,
Y a la letra Platón así lo dice:
—190→
      Del gobierno y sus acciones
      Son los más firmes cimientos,
      Muchos vasallos contentos.
Y Tácito nos da de contentarlos
Un modo muy suave, desta suerte:
      Contentarás los vasallos
      Con mansedumbre y mercedes,
      Perdonando lo que puedes.
Y Plinio una sentencia memorable
Nos dice a este propósito, que es ésta:
      El respeto sin espanto
      Busca, y el amor sin mengua,
      Templando el mando y la lengua;
A que Tácito alude donde dice:
      Cualquiera mando es pesado,
      Pero el soberbio y terrible
      Es a todos insufrible.
Y Salomón en los Proverbios dice:
      El mal príncipe es león
      Rugiente y hambrienta fiera
      Si en el pobre pueblo impera.
Y Tácito nos dijo acerca desto:
      Necios tienen por mejor
      Que el pueblo tiemble sujeto;
      Cuerdos, que ame con respeto;
      No ha el príncipe de moverse
      Por miedos, armas, ni fuegos,
      Mas sí por humildes ruegos.
Y dijo Tulio en la oración de Bruto:
      Aunque es difícil juntar
      Dos virtudes diferentes,
      Las juntan bien los prudentes.
Y Séneca en su libro De clementia
Dice tratando de gobernadores:
      Es mejor obedecido
      El más blando y más humano
      Que el bronco, recio, inhumano;
      Y a el justo gobernador
      Que guarda lo que establece,
      Bien todo el pueblo obedece.
—191→
Y mostró Livio así ser deste voto:
      El mando justo y templado
      Hace vasallos leales,
      Y el contrario, los no tales.
Y refiere Dión que al César dijo:
      Conserva y adquiere mucho
      Todo mando moderado,
      Pierde el no tal lo ganado.
      Y Séneca, que más bien
      Guardan mucho los estados
      Los dones, que los soldados;
Con quien conforma Lipsio donde dice:
      Las mercedes son raíces
      Con que se arraiga el estado,
      Muchas eche el mal fundado.
Mas el Cornelio como más maestro
Este consejo templa desta suerte:
      La llaneza y la largueza
      Si exceden lo necesario,
      Son dañosas de ordinario.
Y dijo como sabio que, excediendo
La virtud de los límites prudentes,
Siempre mucho más daña que aprovecha,
Como en esto se ve, porque descubre
En este caso el juego, y entendido
El de el que por fundado no se tiene,
Ganará más con ellas menosprecio
Que durable amistad que útil le sea.




ArribaAbajoCapítulo IV

Que trata del buen acierto en los gastos, y del tiempo de la sedición, y como se ha de haber en ella el buen gobernador, y otras cosas pertenecientes al gobierno político



Tiempo es de decir ya algo sin rebozo
De lo que en más peligro siempre corre
El mal gobernador, que es en el gasto
Del tiempo, y la hacienda ajena y suya
En amores, de quien Salustio dijo:
—192→
      ¡Ay del que gasta en lujuria
      Los tributos de vasallos!
      Más le valiera el pagallos.
Que, como a Nerón Séneca dijo:
      Las riquezas tiraniza
      El que piensa que el gozarlas
      Consiste en desperdiciarlas.
A que con gracia Tácito esto añade:
      Más gran necio que grande es
      Quien por grandeza a truhanes
      Da su hacienda, y charlatanes.
Otro consejo cuerdo y provechoso
Para bien gobernar hallé en Salustio,
Que es éste, y platicar86 le ha visto a muchos:
      Arranca al mozo la amiga,
      Y al viejo dile con pausa
      Lo que mal ejemplo causa.
Y para tener esto buen efecto,
Es menester que obligue con ejemplo,
Porque generalmente Plinio dijo:
      Cuando el que manda es primero
      En guardar la ley que pone,
      Todos los demás compone.
Y por materia de reformaciones
No ha de reparar mucho en malquistarse,
Que es sentencia de Séneca muy cierta:
      Aunque bien quisto procure
      Ser quien rige por mil modos,
      No lo puede ser con todos.
Que dijo Erasmo con razón no poca:
      El que teme en demasía
      Ser mal quisto, ese reinar
      No sabe, ni gobernar.
Y añade en su Pulítica (?) Plutarco:
      En todo vulgo copioso
      Se halla siempre una querella
      Del que manda, aún sin debella,
—193→
Y Suetonio Tranquilo nos refiere,
      El grande Augusto decía:
      Basta estar asigurado
      Quien rige, aunque murmurando.
Que, mirándolo bien, si por su suerte,
Sus partes y prudencia, el que gobierna
Se hace estimar, no es grande inconveniente
Ser de pocos y malos murmurando;
Pero líbrele Dios le desestimen
Con razón por defectos conocidos,
Que es perdido, y así dijo Lucano:
      La estimación, obediencia
      Engendra en comunidades;
      Y el desprecio, libertades.
Acerca de lo cual Cornelio dice
Esta sentencia, buena como suya:
      El juez que ser loado
      Quiere muy en general,
      Hace a todos y a sí mal.
Porque dijo Dión resueltamente:
      Mal es que todo se vede,
      Mas es maldad infinita
      Que todo mal se permita.
Debe advertir también que la justicia
Distributiva es una gran cabeza
Del buen gobierno, porque Lipsio dijo:
      El que las honras reparte
      Sin mirar por que ni a quien,
      Cierto es no gobierna bien.
Que no hay cosa que más quejosos críe
Que el mal distribuir todas mercedes,
Pues que suele ofenderse un reino entero
Con una provisión de un hombre indigno,
Así como se agrada y goza todo
De una provisión buena en grande oficio;
Aunque fundarse suelen cosas tales
En razones de estado tan secretas,
Que no las puede penetrar el vulgo,
Y el darles apariencia convendría,
Pudiendo ser para evitar sospechas;
—194→
De más que razones de estadistas
No son todas las veces muy conformes
A toda cristiandad, pues estos vemos
Ser poco cuidadosos de conciencia,
Porque imitando a Midas, dijo Lipsio:
      Mira no pierdas el cielo,
      Estadista, en paz o guerra,
      Por querer tanto la tierra.
Porque hubo muchos destos que sintieron
No haberse de guardar la fe y palabra,
Más de en cuanto al estado conviniese,
Sin ver que aún por la ley del mundo misma,
Es la perfidia cosa tan infame;
Mas si con la católica quebraron,
¡Qué mucho es quiebren con la fe mundana!
Y afrentolos Plutarco desta suerte:
      Dice el pérfido se engañan
      Los niños con falsos cuentos,
      Los necios con juramentos.
Y también dijo Lipsio por lo mesmo:
      Al que ser pérfido quiere
      No le faltan argumentos,
      Para salvar juramentos.
Y el Orador mejor aún tanto antes:
      Por cualquier resquicio escapa
      Y por señal de hendidura
      El que con perfidia jura.
Y otra máxima llevan estos tales
En que se vio lo que ya dije dellos,
Y es que lícito es y aún hacedero
El apartar de sí, y aún deste mundo,
Quien con ellos compite por el reino,
De quienes dice Tácito Cornelio:
      Aparta el competidor
      Si es modesto, por buen modo;
      Y quita el malo del todo.
Para lo cual hacer más a su salvo
Hacen lo que Dión que César hizo
Afirma, por su estado, que fue aquesto:
      Augusto César mató
—195→
      Muchos de sus sospechosos,
      Por manos de sus odiosos;
Cosa que han imitado en nuestros días
Muchos herejes contra nuestros reyes,
El dicho de Aristófanes fingiendo:
      La discordia en los vecinos
      Es a reyes provechosa,
      Y a los demás peligrosa.
Y aconseja Vejecio: militando,
      Siembra discordia en el campo
      Del contrario, que la unión
      Es más fuerte que el león.
A quien parece Tácito disculpa,
Que, como no cristiano, también dijo:
      Aquellos ejemplos grandes
      Que algo de injusticia tienen,
      En bien común se mantienen.
Doctrina que no admite la ley santa,
Mas al contrario que ni un mal pequeño
Se sufre hacer por bienes muy mayores;
Y así injusticia a nadie hacerse puede
Por ningún bien común, mas por aqueste,
Todo el particular ha de estrecharse,
Y es justicia fundada en buen gobierno.
    Otras máximas muchas del estado
Tocan los sabios que con gran prudencia
Contienen más provecho que justicia,
Cual de Séneca es esta memorable:
      Cuando el estado es dichoso,
      El menearle es error
      Muy pernicioso al señor.
Que lo que el refrán dice comúnmente:
Lo que está a par de bien no ha de mudarse,
      Que mayor prudencia muestra
      La estable conservación,
      Que valor la adquisición,
Y el parecer contrario es de ignorantes.
Mas las cosas mundanas son de suerte
Que a la ruina caminan por sí solas,
Y así dijo Lucano bien notando:
—196→
      Por sí, las mayores cosas
      Apriesa a su fin caminan,
      Se caen, consumen y arruinan.
Y Séneca notó como tan sabio:
      Que quiso Dios nada fuese
      Desta vida muy estable,
      Antes todo variable.
Mas lo que más destruye poderosos,
Son porfías injustas y excusadas,
Porque dijo bien Tulio esto notando:
      Porfía de poderosos
      Siempre para en perdición,
      Del que tiene y no razón.
Así mismo es peligro del estado
La demasiada unión de los vasallos,
Porque Plutarco, de Catón tomada,
Nos vino a declarar esta sentencia:
      Peligrosa es mucha unión
      En tus mismos comensales
      Si no te son muy leales.
Y aunque esté en su poder muy afirmado
El que gobierna pueblo muy copioso,
No ha de menospreciar por eso a nadie,
Ya mínimo soldado o ya a su amigo,
Ya bajo, o poderoso, o chico o grande;
Mas piense ha menester a cada uno,
Porque Séneca dijo en razón desto:
      Como las piedras del arco
      Unas a otras se tienen,
      Nuestras vidas se mantienen.
Mas no por esto debe persuadirse
Que convienen discordias entre nobles,
Que antes son gran peligro del estado,
Y mayor cuando son banderizadas
De poderosa copia de parientes,
Por lo cual el Filósofo aconseja:
      Procúralas concertar
      Al punto que las entiendas
      De los grandes las contiendas;
      Y para apartar sus iras
—197→
      Como sus parcialidades,
      Atropella calidades;
Que cuando declaradas éstas andan,
Está la sedición ya muy cercana;
La cual es del estado grave peste,
De que bien Tito Livio nos avisa:
      Las juntas y monopolios
      Secretos, son desconciertos
      Que ya anuncian males ciertos.
Y sobre esto también Lipsio nos dice:
      Las más veces hemos visto
      Que nace la sedición
      De miedo de la opresión.
Y es punto esencialísimo al gobierno
Antever con prudencia anticipada
La sedición que el vulgo mover quiere,
Y acudir al remedio antes que el mesmo
Sienta que el oprimirle se pretenda
Y para conocer de quien se puede
Esperar, Aristóteles afirma:
      Las sediciones levantan
      Los que delinquen con furia,
      O los que temen injuria.
Y aunque he loado la clemencia tanto,
Ya dije había de ser prudente mucho,
Que no lo siendo, Tito Livio dice:
      La demasiada blandura
      Hace el pueblo licencioso,
      Y este tal da en sedicioso.
Y gran peligro corre deste daño
Comunidad de pueblo en que se halla
Rica y de calidad muy poca gente:
      Que cerca está a sedición
      La tierra donde los buenos
      Y los ricos, son los menos.
Y Tito Livio aún más esto exagera
Y dice lo que mil veces se ha visto:
      Pocos malos enloquecen
      Y encienden en sedición
      Los muchos por contagión.
—198→
Y para conocer estos tan malos,
Que pocos hacen muchos sediciosos,
El maestro insigne Tácito Cornelio
Esta regla nos da por cosa cierta:
      Un desalmado y tahúr,
      Pobre, inquieto y revoltoso,
      Hace un millar sedicioso.
Y ésta Tulio nos da no menos buena:
      A el malo que ve no puede
      Mandar en paz, su ambición
      Le lleva a la sedición.
Y otra también de Tácito esto dice:
      Los perdidos y quebrados
      Desean revoluciones,
      Por rebozar sus borrones.
Y en otra parte el mismo escribió ésta:
      Los vanos que no han podido
      Aparentar su hinchazón,
      Fomentan la sedición.
Y para amonestar contra los tales
El pueblo que aún se está indeterminado,
Advierta lo que Justo Lipsio dice:
      Siempre el tirano se arrea
      De apellidar libertad,
      Pero no dice verdad;
Según siente Cornelio como sabio:
      Quien pueblo engañar procura
      Toma motivos fingidos,
      Y apellidos fementidos;
      Y a el que vanas esperanzas
      Engañan muy de ligero,
      No tiene su juicio entero.
Y adviértales también que el mesmo nota
En prueba del error en que se envuelven:
      No gobiernan sediciones
      Los hombres más estimados,
      Sino los más empeñados.
Y así Lipsio lo nota donde dice:
      Las revueltas populares
—199→
      Porque son de los más ruines
      Regidas, han malos fines.
Y dice bien Lucano, que si estando
En sedición revuelto el pueblo todo,
El gobernador grave y atrevido
Se entrase entre la plebe y alboroto
Y con blandura la reprehendiese
Prometiendo perdón, la cobraría,
Opinión que parece temeraria
Más que prudente, aunque la siguió César,
Y cobró autoridad con un tal hecho;
Pero tienen muy pocos su fortuna,
Y así yo no la apruebo ni repruebo,
Sólo digo que el caso y accidentes
La podrán hacer buena o reprobada,
Y a ocasión y prudencia la remito;
Y dice su sentencia desta suerte:
      El príncipe que en revueltas
      Al gran César imitare,
      Sin duda que las repare.
Y parece que Tácito lo aprueba
Porque dice tratando de este punto:
      Más peligroso es el miedo
      Que no la temeridad,
      En sediciosa maldad.
Pero aunque yo a Cornelio reconozco
Por maestro de estado y de gobierno,
Más crédito le diera habiendo visto
Por su propia persona ejecutarle,
Y ser segundo César en suceso.
Es de advertir empero que a este hecho
Llamó temeridad muy declarada,
Aunque dice es el miedo más nocivo,
Y esto por ser en sí tan vergonzoso,
Que es menos mal morir que mal mostrarle.
Mas no sé si a el estado es conviniente,
Al cual más debe siempre el que gobierna
Mirar prudente que a su propia vida;
Mas es sentencia cierta y imitanda:
—200→
      Nada emprende con valor
      La sedición mal regida,
      Y con mediano es vencida.
Y más claro lo dijo Tito Livio:
      El vulgo de mejor gente
      Es feroz al rebelar,
      Y cobarde al pelear.
Con que el montante pienso que atendido
En la contienda desta controversía,
Dando la decisión de lo acertado,
Es que el gobernador no se entrometa
En la primera furia declarada;
Mas sí después, antes de dar batalla,
Cuando tiene las fuerzas ventajosas;
Y si no aprovechare, seguir debe
A Tácito Cornelio que así dice:
      Si crece la sedición
      Y a medios no se endereza,
      Fuerza y armas y presteza.
Y otro moderno en su parecer dice:
      Da esperanza al sedicioso,
      Y con la preparación,
      Le quebranta el corazón.
El cual practicar vimos al gran duque
De Alva, como famoso y tan cristiano,
Entrando en Portugal tan prevenido
Para rendir con sólo el aparato,
Los que por ser cristianos y españoles
Y valerosos tanto, no quería
Guerrear derramando aquella sangre
Que en servicio de Dios también se emplea
Y tanto el Evangelio ha propagado.
Mas prosigue así Tácito el consejo:
      Con promesas y con maña
      Divide los sediciosos,
      Conciliando poderosos.
Porque bien Tito Livio en esto avisa:
      Entre muchos obstinados,
      No faltan arrepentidos
      Que fácil son reducidos.
—201→
Y Plutarco lo mismo por buen modo:
      Pues que las palabras valen
      Para deshacer las quejas,
      Gana al lobo las orejas.
Más va ganando el juego si hay moneda,
Según dice Cornelio desta suerte:
      Dinero en civiles guerras
      Mucho más que el hierro puede,
      Espere el que en él excede.
Y en otra parte esta sentencia grave:
      Promete mucho al alzado,
      Que no llenar su esperanza
      No será cruda venganza.
En lo cual Justo Lipsio más se aclara:
      Para conciliar errados
      Menos daño es engañarlos,
      Que por no hacerlo, matarlos.
Ya sosegado el sedicioso fuego
No conviene hacer gran carnicería,
Según Tácito siente, en los culpados,
Cuya sentencia y a la letra es ésta:
      Acabado el alboroto
      No te muestres muy cruel,
      Ganarás crédito en él;
      Pero ya bien sosegado,
      Aparta bien las cabezas,
      Ya con honras, ya por piezas.
Que el divino Crisóstomo nos dice:
      La justicia sin clemencia
      No es justicia, mas maldad
      Y tirana crueldad;
      Y el usar misericordia
      Sin justicia, no es cordura,
      Mas perniciosa locura.
Y el sabio cordobés Séneca dijo:
      Tan grande crueldad es
      Todo a todos perdonar,
      Como a ninguno librar.
Y Lucano admirablemente dice:
      Lo que muchos cometieron,
—202→
      Bien en pocos se castiga,
      Aún en la gente enemiga.
Pero tuvo Cornelio envidia, y dijo
Una prudencial cosa, y como suya:
      No busques culpados más,
      Antes da a entender son menos,
      Y que los más fueron buenos.
Y el buen gobernador consejos tales
No sólo ha de seguir, mas mostrar mucho
Enojo con quien diere los contrarios,
A quien ama el tirano vengativo,
Por quien dijo Salustio de enojado:
      El que sirviendo al tirano
      Muestra pecho más cruel,
      Halla más favor en él;
      Que espanta el bueno al tirano,
      A quien la virtud ajena
      Causa recelosa pena.
Y diré deste monstruo algunas mañas,
Porque el gobernador bien huiga dellas,
Y si le guerreare, le conozca,
Cual estos sabios todos lo publican,
Que como (gloria a Dios) en nuestra España
Es incógnito tanto, es conveniente
El retratar en algo sus facciones
Para que sea por ellas conocido,
Y entre Plinio primero, que dél dice:
      Ciencia y virtudes destierra
      El tirano aún sin odiarlas,
      Sólo por no respetarlas.
Pero es muy de reír que se persuada
A que con su poder mal adquirido
Ha de justificar su causa en algo,
Sino con Dios, que no recibe engaño,
Con el mundo a lo menos, mal torciendo
La historia y la verdad, siendo imposible
El hacer trampantojos a los tiempos,
Y así le burla Tácito y dél dice:
      Piensa el soberbio tirano
      Con su presente poder,
—203→
      La historia y verdad torcer.
Y el mismo en otra parte certifica:
      Es el tirano reinar
      Mar de procelosos vientos,
      De sospechas y tormentos.
Y Suetonio Tranquilo muestra esto
Bien claro, que su historia destos tales
Dice que dijo Séneca de experto:
      Los oídos en las lenguas
      Y los ojos en las manos,
      Tienen siempre los tiranos.
Y Justo Lipsio con viveza grande:
      Como el que al infierno fue,
      Así el tirano insolente
      Siempre tarde se arrepiente.
Y Tácito Cornelio bien le nota
Otro tormento cierto, y esto dice:
      El recuerdo de sus hijos
      Es del tirano castigo,
      Grande más que otro enemigo.
Y Laercio, mejor que judiciario
Experto, les acierta su fortuna
Así en la historia de Milesio Tales:
      El morir tirano viejo
      Dijo Tales que era cosa
      No vista, o muy espantosa.
Y Juvenal lo afirma, y más añade:
      Pocos tiranos escapan
      De morir a puñaladas,
      En infierno trasladadas.
Que es a buenos la falsa tiranía
Tan insufrible, que nos dijo Tulio:
      Quiere el ánimo brioso
      Ver antes muerte temprana,
      Que no la cara tirana.
Dé pues gracias a Dios el que gobierna
Con justicia, de verse así apartado
De una suerte tan llena de miserias,
Que como Quintiliano bien decía:
      Del príncipe la clemencia
—204→
      No nace dél solamente,
      Mas del súbdito obediente.
Que es virtud la obediencia que produce
Admirables efectos en las grandes
Repúblicas, cual dijo bien Plutarco,
Atribuyendo el dicho a Teopompo:
      No floreció tanto Esparta
      Por buenos reyes tener,
      Cuanto por obedecer.
Pero siempre entre muchos hallar suele
Cualquier gobernador, unos soberbios
Que pensando es agravio de fortuna
El ser mandados de otro, y que debían
Mandar y gobernar ellos el mundo,
El presente gobierno más calumnian
Deseando continuas novedades:
A quienes desengaña así Tucides:
Siempre el gobierno presente
      Es pesado y de quebranto,
      Y el que viene, o más o tanto.
Pero Cornelio como sabio dijo:
      Mejor es sufrir gobierno
      Tolerable, que esperanzas
      Poner en nuevas mudanzas.
Mas no se canse mucho el que gobierna
En contentar los tales, que es trabajo
Inútil, pues que nace las más veces
Su discontento, no del mal gobierno,
Sino de su ambición y su soberbia;
Mas haga lo que Séneca aconseja:
      No procures contentar
      A los muchos o a los menos,
      Contenta a Dios y a los buenos;
      Y así procura vivir,
      Que ni te teman los chicos,
      Ni menosprecien los ricos,
      Que es la nobleza del hombre
      Tener alto corazón
       Y hidalga condición.
—205→

 Y en llegando a este punto hizo Provecto pausa, como dando a entender que allí paraban las sentencias tocantes al gobierno; y dijo: 

Aquí tienen principio las sentencias
En materia de guerra, en que el discurso
Se acaba: más cansado estaréis pienso
Y será bien dejarlo por ahora.

GUSTOQUIO

Éstas son las que más he deseado,
Como cosas más propias de mi arte,
Ver puestas en teórica a ese modo,
Y lo que escriben dellas los antiguos;
Que cierto me parecen las tratadas
Materias dos, están bien advertidas.

PROVECTO

¿Cómo decís que dos? Que sólo una
Materia de gobierno he mal tocado,
Y por tal y no más os la he vendido.

GUSTOQUIO

Bien he echado de ver que la de estado
Inserta en esa va, aunque al disimulo,
Y que vos lo negáis de muy modesto.

PROVECTO

¡Líbreme Dios de tal! No me atreviera
Así a arrojar mi hoz en mies ajena,
Que esa es materia sólo de prudentes,
Y en experiencias muchas consumados.

GUSTOQUIO

Cierto que está lo visto más que bueno,
Y materias tan graves, tan sucintas
No he visto, ni tan bien autorizadas,
Con autores tan graves, como tantos,
Que parece coloquio que entre sí hacen,
—206→
Siendo en tiempo y edades diferentes.
Bien sé que este mi voto aficionado
Os puede parecer; que lo es, confieso.
Mas muchos compañeros tendrá, juzgo,
Que con su gusto le han de hacer muy cierto;
Y tengo por sin duda que si a todos
En general también no pareciere
Cosa tan provechosa como grave,
Por lo menos quien trata de gobierno,
Verá que le es no sólo provechosa,
Pero para acertar, muy necesaria;
Y los que de gobiernos diferentes
Tratan en posesión o en esperanza,
Son tantos, que ha de ser bien recibido
Este vuestro discurso, de infinitos.
Mas porque, como digo, lo que resta
Es lo que más me toca y pertenece,
Os pido prosigáis, que verlo aguardo
Con un entero gusto deseoso,
Si el vuestro ya cansado no se halla,
Que si lo estáis y gustáis, podré yo leerlo.

PROVECTO

Paréceme muy bien, que aunque mi gusto
En cosa que es el vuestro no se cansa,
Porque veáis si está algo mal escrito,
Y porque oyendo yo, mejor perciba
Lo que pidiere conocida enmienda,
Será acertado mucho así se haga.

GUSTOQUIO

Venga pues.

PROVECTO

Desde aquí.

GUSTOQUIO

Desde ahí leo.