Confesiones
Libro I
Confiesa San Agustín los vicios y pecados de su
infancia y de su puericia, y da gracias a Dios por los beneficios que
recibió de su mano en una y otra edad
Capítulo I
Reconociendo Agustín la grandeza y majestad
de Dios se enciende en deseos de alabarle
Capítulo II
Que Dios está en el hombre y el hombre en
Dios
Capítulo IV
Que la majestad y perfección de Dios son
inexplicables
Capítulo V
Pide Agustín a Dios perdón de sus
pecados
Capítulo VI
Describe Agustín su infancia, y alaba la
eternidad y providencia divina
Capítulo VII
Que aun la primera edad de la infancia no
está libre de pecados
Capítulo VIII
Del modo con que aprendió a hablar, cuando
llegó a la niñez
Capítulo IX
Del aborrecimiento que los muchachos tienen al
estudio, amor al juego y temor al castigo
Capítulo X
Cómo por amor al juego no se aplicaba al
estudio
Capítulo XI
Afligido con una enfermedad pide el Bautismo; pero
habiéndose mejorado prontamente, se dilata el dárselo por consejo
de su madre
Capítulo XII
Cómo le compelían y forzaban al
estudio, y cómo Dios volvía en bienes sus males
Capítulo XIV
Del aborrecimiento que tenía al estudio de la
lengua griega
Capítulo XVI
Reprueba el método que comúnmente se
observa en la enseñanza de la juventud
Capítulo XVII
Continúa reprendiendo el modo acostumbrado de
ejercitar a los jóvenes en el estudio
Capítulo XVIII
Que los hombres ponen cuidado en guardar las leyes y
preceptos de los gramáticos, y no lo ponen en observar los mandamientos
de Dios
Capítulo XIX
Que algunos vicios de la puericia pasan
también a otras edades del hombre
Capítulo XX
Da gracias a Dios San Agustín por los
beneficios que le hizo en la puericia
Libro II
Llora amargamente el año decimosexto de su
edad, en que, apartado de los estudios, estuvo en su casa y se dejó
llevar de los halagos de la lascivia, y se entregó a una vida derramada
y licenciosa
Capítulo I
De su adolescencia y vicios de aquella edad
Capítulo II
Cómo a los dieciséis años se
entregó a amores impuros
Capítulo III
Del viaje que hizo a Cartago para continuar
allí sus estudios y de los intentos de sus padres en orden a esto
mismo
Capítulo VI
Que todas las cosas que nos incitan a pecar con
apariencia de bien, solamente en Dios es donde son verdaderos y perfectos
bienes
Capítulo VII
Da gracias a Dios porque le ha perdonado sus pecados
y porque le ha preservado de otros muchos
Capítulo VIII
El gusto de obrar mal en compañía de
otros fue lo que le movió a hacer aquel hurto
Capítulo IX
De lo perjudicial y contagiosa que es la mala
compañía
Libro III
Confiesa cómo en Cartago se enredó en
los lazos del amor impuro, que leyendo allí el
Hortensio de Cicerón, al año 19
de su edad, se excitó al amor de la sabiduría, y cómo
después cayó en el error de los maniqueos. Últimamente
refiere el sueño que tuvo su santa madre y la esperanza y seguridad que
le dio un obispo acerca de su conversión
Capítulo I
Cómo deseando agradar y ser amado,
cayó en los lazos del amor
Capítulo II
De la afición que tenía a los
espectáculos trágicos
Capítulo III
De lo mucho que le disgustaba la conducta de los
estudiantes de Cartago
Capítulo IV
Cómo se encendió en amor a la
filosofía, leyendo el tratado de Cicerón que se intitula
Hortensio
Capítulo V
Le desagradaron las Sagradas Escrituras por
parecerle que tenían un estilo humilde y llano
Capítulo VI
Del modo con que los maniqueos le
engañaron
Capítulo VII
Cómo se dejó llevar de la doctrina de
los maniqueos
Capítulo VIII
Explica contra los maniqueos qué pecados se
deben detestar siempre
Capítulo IX
De la diferencia que hay entre los pecados; y de la
que hay también entre el juicio de Dios y el de los hombres
Capítulo X
Desvaríos de los maniqueos acerca de los
frutos de la tierra
Capítulo XI
Llanto y sueño de Santa Mónica acerca
de la conversión de su hijo Agustín
Capítulo XII
Lo que un santo obispo respondió a Santa
Mónica acerca de la conversión de su hijo
Libro IV
Recorre los nueve años de su vida, en que desde
el año 19 hasta el 28 enseñó retórica y tuvo una
manceba, y se dedicó a la astrología genetliaca. Después
se duele del excesivo e inmoderado dolor que tuvo por la muerte de un amigo, y
el mal uso que hacía de su excelente ingenio
Capítulo I
Del tiempo que empleó en engañar y
pervertir a otros, y de los medios que usaba para ello
Capítulo II
De cómo enseñaba retórica; de
la fidelidad que guardaba a una mala amistad que tenía; y cómo
despreció los pronósticos de un agorero
Capítulo III
Cómo dejó el estudio de la
astrología, a que se había dedicado por consejo de un anciano
bien instruido en medicina y física
Capítulo IV
Refiere la enfermedad y bautismo de un amigo suyo a
quien él había pervertido, cuya muerte sintió y
lloró amargamente
Capítulo V
Por qué los afligidos e infelices tienen
gusto en llorar
Capítulo VI
De lo mucho que sintió la muerte de su
amigo
Capítulo VII
Cómo se salió de su patria por no
poder aguantar este dolor
Capítulo VIII
Cómo el tiempo y el trato con los amigos le
fueron curando su sentimiento
Capítulo IX
De la amistad humana, y que es dichoso el que en
Dios y por Dios ama a sus amigos
Capítulo X
Cómo la bondad de todas las criaturas es muy
limitada y transitoria, e incapaz de dar quietud y descanso a los deseos del
alma
Capítulo XI
Que todas las cosas creadas son mudables, y
sólo Dios es inmutable
Capítulo XII
Que no es malo el amar las criaturas, con tal que en
ellas amemos a Dios
Capítulo XIV
Cómo dedicó los libros
De lo Hermoso y
De lo Conveniente a Hierio, orador romano, y
del motivo por que amaba a dicho Hierio
Capítulo XV
Por estar oscurecido su entendimiento con las ideas
o imaginaciones corpóreas, no podía alcanzar a conocer las
criaturas espirituales
Capítulo XVI
Cómo entendió por sí mismo las
categorías o predicamentos de Aristóteles, y los libros de las
artes liberales
Libro V
Habla del año 29 de su edad, en el cual,
enseñando él retórica en Cartago y habiendo conocido la
ignorancia de Fausto, que era obispo, el más célebre de los
maniqueos, comenzó a desviarse de ellos. Después, en Roma fue
castigado con una grave enfermedad: interrumpido por eso en la enseñanza
de la retórica, pasó después a enseñarla a
Milán, donde por la humanidad y sermones de San Ambrosio fue poco a poco
formando menor concepto de la doctrina católica
Capítulo I
Excita a su espíritu para que alabe a
Dios
Capítulo II
Que los pecadores no pueden huir de la presencia de
Dios, y que debieran convertirse a Él
Capítulo III
De la llegada de Fausto, maniqueo, a Cartago: su
carácter y talentos; y de la ceguedad de los filósofos, que no
conocieron al Creador por medio de las criaturas
Capítulo IV
Que sólo el conocimiento de Dios hace
bienaventurados
Capítulo V
El atrevimiento con que Fausto enseñaba lo
que no sabía acerca de los astros le hacía indigno de que le
creyesen acerca de otras materias
Capítulo VI
Que Fausto era naturalmente verboso, pero ignorante
de las ciencias y artes liberales
Capítulo VIII
Cómo se partió a Roma contra la
voluntad de su madre
Capítulo IX
Cómo enfermó en Roma con tan grave
calentura, que le puso a peligro de la vida
Capítulo X
De los errores en que andaba antes de recibir la
doctrina evangélica
Capítulo XI
Cómo trató y confirió sus dudas
con los católicos
Capítulo XII
Del engaño que practicaban en Roma los
discípulos con sus maestros
Capítulo XIII
Cómo fue enviado a Milán por
catedrático de retórica, donde fue bien recibido de San
Ambrosio
Capítulo XIV
Cómo oyendo a San Ambrosio fue poco a poco
saliendo de sus errores
Libro VI
Cuenta lo que hizo en Milán en el año 30
de su edad, fluctuando en sus dudas todavía. Confiesa que San Ambrosio
poco a poco le hizo ir conociendo que la verdad de la fe católica era
probable. Mezcla también muchas cosas de Alipio y de sus buenas
costumbres, y refiere el intento que él y su madre tenían de que
tomase el estado del matrimonio
Capítulo I
Cómo Agustín ni era maniqueo ni
católico
Capítulo II
De las viandas y ofrendas que acostumbraban llevar
los fieles en África a los sepulcros de los santos
mártires
Capítulo IV
Cómo oyendo predicar a San Ambrosio
entendió la doctrina de la Iglesia, que antes no entendía
Capítulo V
De la autoridad de los Libros Sagrados, y
cuán necesario es el uso de ellos
Capítulo VI
Del infeliz estado de los ambiciosos, al
través del ejemplo de un pobre mendigo que estaba muy alegre
Capítulo VII
Cómo apartó a su amigo Alipio de la
locura de los juegos circenses
Capítulo VIII
Cómo Alipio se aficionó a la loca
diversión del juego de los gladiadores, que él mismo
aborrecía antes
Capítulo IX
Cómo en una ocasión fue Alipio preso
por sospecha de un hurto
Capítulo X
De la bondad y desinterés de Alipio, y
llegada de Nebridio
Capítulo XII
Disputa de Agustín con Alipio acerca del
matrimonio y del celibato o vida de solteros
Capítulo XIV
Determina Agustín instituir el método
de vida común que él y sus amigos habían de
observar
Capítulo XV
Toma Agustín otra amiga, en lugar de la
primera, que se volvió al África
Capítulo XVI
Cómo nunca llegó a perder el miedo de
la muerte y del juicio
Libro VII
Explica las ansias de su alma, que se fatigaba en la
imaginación del mal; cómo llegó también a conocer
que ninguna sustancia era mala; y que en los libros de los platónicos
halló el conocimiento de la verdad incorpórea y del verbo divino,
pero no halló su humildad y anonadamiento
Capítulo I
Cómo Agustín todavía imaginaba
a Dios al modo de un ente corpóreo, que estaba difundido por todas
partes y llenando unos espacios infinitos
Capítulo II
Argumento con que Nebridio impugnó a los
maniqueos
Capítulo IV
Cómo necesariamente Dios es invariable e
incorruptible
Capítulo V
Vuelve otra vez a inquirir de dónde provenga
el mal y cuál será su origen y raíz
Capítulo VI
Desecha Agustín por vanas y engañosas
las adivinaciones de los astrólogos
Capítulo VII
De las graves penas que le causaba a Agustín
el averiguar la causa y principio del mal
Capítulo VIII
Cómo la divina Misericordia socorrió
entre estas ansias a Agustín
Capítulo IX
Cómo en los libros platónicos
halló Agustín establecida la divinidad del Verbo eterno, pero no
halló cosa alguna de lo perteneciente a su encarnación
Capítulo X
Cómo las verdades divinas se le iban ya
descubriendo más claramente
Capítulo XI
Cómo las criaturas en cierto modo son y no
son
Capítulo XII
Que todas las cosas que son o existen son
buenas
Capítulo XIV
Que al hombre cuerdo ninguna cosa desagrada de
cuantas Dios ha creado
Capítulo XV
Del modo con que se halla en las criaturas, ya la
verdad, ya la falsedad
Capítulo XVI
Que todas las criaturas son buenas, aunque algunas
no son convenientes y acomodadas a otras
Capítulo XVIII
Que solamente Cristo Señor Nuestro es el
camino que guía a la salud eterna
Capítulo XIX
De lo que sentía Agustín acerca de la
Encarnación de Cristo Señor Nuestro
Capítulo XX
Cómo el haber manejado los libros
platónicos le hizo a la verdad más instruido, pero también
más soberbio
Capítulo XXI
De lo que halló en los Libros Sagrados, que
no halló en los platónicos
Libro VIII
Desechados todos los errores; encendido con los
consejos de Simpliciano, con los ejemplos de Victorino, de Antonio, de los dos
magnates y de otros siervos de Dios; después de una gran contienda y
lucha con la concupiscencia, y una dificultosa deliberación; amonestado
con una voz divina, y leídas las palabras de San Pablo en la
Epístola a los romanos (cap. XIII, 13 y
14), se convirtió todo a Dios, imitándole Alipio y
alegrándose mucho su madre
Capítulo I
Determina Agustín ir a verse con Simpliciano,
movido del deseo de disponer y arreglar mejor su vida
Capítulo II
De cómo Victorino, célebre orador
romano, se convirtió a la fe de Jesucristo
Capítulo III
Cómo Dios y los santos ángeles se
alegran mucho de la conversión de los pecadores
Capítulo IV
Por qué razón debemos alegrarnos
más con la conversión de aquellos pecadores que son personas
nobles y principales
Capítulo V
Qué cosas eran las que detenían a
Agustín para no acabar de convertirse a Dios
Capítulo VI
Cuéntale Ponticiano la vida de San Antonio
abad
Capítulo VII
Cómo interiormente se deshacía
Agustín, al oír esta relación de Ponticiano
Capítulo VIII
Cómo Agustín se retiró a un
huerto de su casa, y lo que en él le sucedió
Capítulo IX
En qué consiste que, mandando el alma en
sí misma, no se hace algunas veces lo que manda
Capítulo X
Contra los maniqueos, que por experimentar en un
sujeto a un tiempo mismo dos voluntades opuestas, inferían que
había en el hombre dos naturalezas contrarias
Capítulo XI
Lucha que experimentaba Agustín entre el
cuerpo y el espíritu
Capítulo XII
Cómo se convirtió de todo punto,
amonestado de una voz del cielo
Libro IX
Vase Agustín con su madre y los demás
compañeros a la quinta de Verecundo. Renuncia a la cátedra de
retórica y se ocupa en escribir libros. Después, a su tiempo
vuelve e Milán, donde con Alipio y Adeodato recibe el bautismo. Desde
allí dispone volverse a África en compañía de su
madre y de los demás. Después refiere la vida de su santa madre y
su muerte, acaecida en el puerto de Ostia. Finalmente cuenta piadosa y
elegantemente su sentimiento y llanto, como amante y buen hijo de tal
madre
Capítulo I
Reconociendo Agustín su miseria, alaba la
suma bondad de Dios
Capítulo II
Dilata Agustín renunciar la cátedra de
retórica hasta que llegasen las vacaciones del tiempo de la
vendimia
Capítulo III
Cómo Verecundo le cedió a
Agustín una casa de campo en que viviese mientras llegaba el tiempo de
recibir el Bautismo
Capítulo IV
De los libros que escribió, después de
retirado con todos los suyos a la dicha heredad de Casiciaco; de las cartas a
Nebridio; afectos que experimentaba leyendo los Salmos, y cómo
sanó milagrosamente de un vehementísimo dolor de dientes
Capítulo V
Consulta con San Ambrosio sobre qué Libros
Sagrados le sería más conveniente leer
Capítulo VI
Vuelve Agustín a Milán, y en
compañía de Alipio y Adeodato recibe el sagrado Bautismo
Capítulo VII
Cómo en Milán comenzó la
costumbre de cantarse himnos y salmos en la iglesia. Y cómo fueron
hallados los cuerpos de los santos mártires Protasio y Gervasio
Capítulo VIII
De la conversión de Evodio; de la muerte de
su santa madre, Mónica, y de la crianza y educación que tuvo
desde sus primeros años
Capítulo IX
Continúa Agustín refiriendo las
loables costumbres de su madre
Capítulo X
Coloquio de Agustín con su madre, acerca del
reino de los cielos
Libro X
Muestra por qué grados fue subiendo al
conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la memoria, cuya capacidad y
virtud describe hermosamente; que sólo en Dios está la verdadera
bienaventuranza que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medios
legítimos. Después describe el estado presente de su alma y los
males de las tres concupiscencias
Capítulo I
Que en sólo Dios halla un alma su esperanza y
alegría
Capítulo II
Siendo claras y manifiestas respecto de Dios las
cosas más ocultas, qué viene a ser lo que hace el hombre en
confesarse a Dios
Capítulo III
Del fruto que sacaba de confesar a Dios el estado
presente de su alma, a distinción de lo que antes había
sido
Capítulo IV
Del grande fruto que esperaba hacer en los fieles
con los libros de sus
Confesiones
Capítulo V
Que el hombre no se conoce a sí mismo cabal y
perfectamente
Capítulo VI
Qué cosa es la que se ama cuando se ama a
Dios; y cómo por las criaturas se llega a conocer al Creador
Capítulo VII
Que ninguno puede hallar a Dios por medio de los
sentidos corporales ni de las potencias puramente sensitivas
Capítulo IX
Del lugar que tienen en la memoria las
ciencias
Capítulo X
Las ciencias no entran en la memoria por ministerio
de los sentidos, sino que salen de otro seno más profundo de ella
Capítulo XI
Qué cosa sea aprender, hablando de las
verdades que hallamos en nosotros mismos
Capítulo XII
Del lugar que tienen en la memoria las ciencias
matemáticas
Capítulo XIII
Cómo la memoria es tan reflexiva que con ella
nos acordamos de habernos acordado
Capítulo XIV
Cómo también están en la
memoria las afecciones o pasiones del ánimo
Capítulo XV
Cómo también nos acordamos de las
cosas que están ausentes
Capítulo XVII
Que no obstante ser tan grande la capacidad y virtud
de la memoria, es necesario, para hallar a Dios, subir más arriba de
esta potencia
Capítulo XVIII
Cómo no pudiera hallarse una cosa perdida si
no se conservara en la memoria
Capítulo XIX
Cómo vuelve a acordarse la memoria de lo que
había perdido ella misma
Capítulo XX
Para desear la bienaventuranza, como todos los
hombres la desean, es necesario que la conozcan
Capítulo XXI
Del modo en que la bienaventuranza está en
nuestra memoria
Capítulo XXII
En qué consista la vida bienaventurada, y
dónde se ha de buscar
Capítulo XXIII
Prosigue explicando qué cosa sea la vida
bienaventurada, y dónde se halla
Capítulo XXIV
Se alegra Agustín de haber hallado a Dios
dentro de su memoria
Capítulo XXX
Confiesa Agustín el estado en que se hallaba
en orden a las tentaciones libidinosas
Capítulo XXXI
Del estado en que se hallaba en orden a las
tentaciones de la gula
Capítulo XXXII
Del estado en que se hallaba en orden a las
tentaciones de los olores y fragancias tocantes al olfato
Capítulo XXXIII
Del estado en que se hallaba en orden a los deleites
tocantes al oído
Capítulo XXXIV
De cómo se hallaba en cuanto a los deleites
de la vista
Capítulo XXXV
De cómo se hallaba en orden al segundo
género de tentación, que es el de la curiosidad
Capítulo XXXVI
De cómo se hallaba en orden al tercer
género de tentación, que es el de la soberbia
Capítulo XL
Cómo buscó a Dios dentro de sí
mismo y en todas las demás cosas
Capítulo XLI
Cómo algunos han recurrido infelizmente a los
demonios, para que sirvieran de medianeros a fin de convertirse los hombres a
Dios
Capítulo XLII
Carácter del verdadero mediador entre Dios y
los hombres
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