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La vida nueva [Selección de poemas]

Raúl Zurita








Del amor de Chile


Del amor de Chile, del amor de todas las
cosas que de norte a sur, de este
a oeste se abren y hablan
Los torrentes y los nevados que se tocan
y hablan amándose porque en este mundo
todas las cosas hablan de amor;
las piedras con las piedras y los pastos
con los pastos
Porque así se aman las cosas, las playas,
los desiertos, las cordilleras, los
bosques de más al sur, los glaciares y
todas las aguas que se abren tocándose
Para que tú las veas se abren
Sólo para que tú lo escuches Chile se
levanta
Sólo para que tú y yo no miremos
por todo el horizonte, si mira
se levantan






Homenaje de amor de los desiertos



Queridos, amados desiertos

Quién podría la enorme dignidad del desierto
de Atacama          como un pájaro se eleva sobre
los cielos apenas empujado por el viento


Purgatorio, 51

Por el amor llegamos, por el amor subimos,
por el amor se nos volaron los pastos
que nos cubrían, repite entonces el
desierto de Atacama, inmenso, tendido
frente a los Andes, mirándolo.
Es que los ríos entraron sobre el cielo y nos
dejaron huecos, vacíos, quemándonos
como el sueño frente al alba
Es que el amor nos quemó como el sueño y
somos los arenales, somos ustedes, somos
las líneas de Zurita, nos contestan
los desiertos de Chile, infinitos, mudos de
amor, llamándonos






Homenaje de amor de las cordilleras


Queridas cordilleras

Todas las cosas viven y se aman. Las grandes
montañas y las nieves que se levantan
azules y se miran
Como ustedes se miran te miran
Como ustedes se esperan te esperan
Te he esperado tanto, se van diciendo unas
a otras las preñadas montañas, arriba,
besándose
Toda la nieve te he esperado, responden al
unísono los desbordados horizontes
de los Andes abriéndose igual que todas las
cosas,
igual que tú
a quien ahora saludan estas cumbres
y a quien yo saludo
largando la nota más alta de las cordilleras






Homenaje de amor de las playas


Amadas playas que ruegan

Aquí llegamos entonces los ríos a decir,
toda la nieve, todas las cosas llegaron,
las nuevas de los hombres, los aires,
aquí llegaron a decir el amor de estas
playas
Que todo vuelva y vuelva entonces
como las rompientes;
las cordilleras y las cumbres del océano
y que cuando Chile que había estado
ciego y muerto vuelva a ver
que vea de nuevo el fulgor de estas
costas
Que aquí renazcan todas las cosas,
que renazcas tú, cada uno de ustedes
con algo de estos poemas
con algo del nuevo mar tiñéndose sobre
el horizonte






Saludan las piedras de Chile


Amadas piedras

Somos el aire más duro que toca, el primer
sueño, las palabras que jamás se dijeron,
murmuran encaramándose las piedras de Chile
porque si tu sientes el latido de los riscos
entenderás que mi amor es igual que tu amor
y que mi pena es también la tuya
Que los roqueríos palpitan, se encrespan y
hablan
y entonces en las oscuridad, cuando ya hayas
cerrado este libro
al menos sentirás mi mano buscando la tuya
aquí, en la durísima noche de las piedras






Saludan los pastos, vegetaciones y vientos


Amados pastos

Que se vuelan, que se levantan volando
desde el primer amor que subió sobre
las llanuras;
los pastos de nuestros cuerpos tendidos
perdonándose
como habrán de perdonarse todas las cosas
tendidas bajo el cielo
Pero de dónde han llegado, nos preguntan
los sangrientos arenales, resecos de
pena, arrastrándose
Es que se nos cuajó de pasto la terrible
noche
y somos la multitud que marchará renacida
bajo el viento, les contestamos nosotros
los renacidos de las aguas.
todavía húmedos, como el horizonte,
meciéndonos






Saludan los valles, las praderas y el amor humano


Querido tú, queridos valles

Y queridas de las praderas humanas, valles
del centro y torrentes
Que grande y hermosas son las cosas que te
hablo,
los hombres y las mujeres que recorren las
líneas de estos poemas
y firman un acuerdo con las nuevas aguas
Escucha: estas líneas dicen lo que dicen
y yo no soy su autor
porque lo es tu aliento sobre ellas
Me gustas saber que aquí las cordilleras
mueren de amor por ustedes y se derrumban
y que el Pacífico
cae bramando sobre sus cumbres
Porque en estos poemas todas las cosas se
aman
y yo a ti te amo






Los torrentes hablan de sí mismos


Queridos lagos, queridos torrentes

Para ustedes se tiende entonces el Canto del
amor de Chile
Para ustedes que han oído hablar de estos
poemas y que están aquí
como están todas las cosas con nosotros
Amigo, los escribo para ti, para que tu veas
mis ojos
y yo imagine los tuyos,
los lagos inmensos donde nuestros ojos se
pierden
y nacen los torrentes que juntan los míos
con los tuyos
Como las aguas que se largan rompiéndose
los escribo
como las corrientes del Baker, del Cisnes
y la ancha lengua del Biobío
perdiéndose en la muchedumbre que
camina entre nosotros,
hermano que te llamas Jack o Patricia o tú
mismo






Monólogo de amor de las llanuras nevadas


Amadas llanuras

Sueño un mar nuevo, una nueva planicie, un
blanco que se extiende y se extiende
al sur de este mundo
Sueño con unos ojos nuevos, con una nueva
vida, con el aire humano silbando
las orillas del ventisquero y la Patagonia
Sueño con los nuevos hermanos de las
heladas praderas viniéndose
como vendrá el nuevo mundo, como se
congelarán los fríos de alma hasta el fondo
de la escarcha
Sueño con un nuevo poema en las congeladas
planicies
Sueño con tu amor, con los párpados nevados
de tu amor flameando
sobre la libertad final de nuestros aires






Homenaje de los témpanos, icebergs y glaciares


Queridos glaciares, queridas blancuras de mi
país...

Queridos y blancos. Ay así, ay así es el amor
más blanco que se derrumba
se acercan diciendo los blancos glaciares del
Pacífico besándose, viniéndose entre los
cielos
Tras el horizonte, tras las aguas más heladas
del amor de este mundo que se rompe
mirando
Son las cordilleras del mar, les contestan las
blancas playas, los poemas,
los sueños que lloran mirándose
Somos el sueño que todo Chile lloró mirando,
responden los albos glaciares ciñéndose desde
el océano hacia el sur de este mundo, como
todo el amor, como todo el amor,
helados, azulándose






Todas las cosas cantan bajo el cielo


Querido cielo de mi país

Cantan las cumbres de los Andes, los pastos,
el desierto de Atacama, los grandes ríos,
canales y aguas del sur, Pacífico, nevados
y glaciares
cantan y cantan
Las aves, las bandadas y nieves de las cimas,
garzas, loicas
y las aves más lóbregas de los pequeños de
alma cantan
Canta el día radiante y el día nublado, el
vuelo de las inmaculadas praderas, de las
montañas y los archipiélagos del amor
más helado cantan
Como todas las cosas cantan y cantan
Sólo porque están vivas cantan
cantan y cantan
bajo el cielo de mi país






Las parejas reunidas largan su amor frente a las aguas


Señor, ante el torrente de las almas que aquí
van pasando
nosotros dos, boteros de estos ríos, te pedimos
que sostengas nuestro amor
tal como sostienes estas aguas corriendo
Y que cuando mi alma y la tuya
se desvanezcan entre los sueños y los mundos
que nuestro abrazo siga creciendo
más vasto que las mareas y más lento
Y que cuando al fin todo se vaya
tras las corrientes, cauces y ríos
que todavía
que todavía se escuchen los gritos de nuestro amor
acompañando el pulso de los remos sobre el agua






Queridos poderosos, queridos humildes


Cuando todo se acabe quedarán tal vez
estas algas
sobrevivirán a las marejadas, a los siglos
y a los sueños
Como perdurarán a los poderosos, a los
tercos de corazón
y a los hombres que nos humillan
estos poemas de amor a todas las cosas






Partitura final


De todo lo que se derrumba sólo tú has sobrevivido; vieja
religión de los pobres, y en los ríos de las galaxias y de las
constelaciones yo leo tus salmos y entono los mantras.
Más límpido es entonces el viento barriendo los espacios.
Yo te saludo también en los vientos.
Te saludo en todo lo que vive y mi amor conmigo, en todo
lo que persiste. Las capitales se forman volando igual que
anillos en lo alto y el resplandor de la Pasión ilumina sus
ingrávidos edificios. Yo rezo contigo en las ciudades y en
los edificios, y en la oración del universo que se desfonda
tu voz es la mía y el canto.
Allí está la mañana y yo saludo en ti a los mártires y a los
iluminados, a todas nuestras muertes y derrotas, a la
última plegaria antes del martirio. Igual que los cielos
estelados nuestras patrias se expanden, y como todo lo
que existe fue más fuerte que el exterminio y el abandono,
yo saludo en los campos de exterminio la sobrevivencia
de nuestro amor y tu creencia.
Te amo y eso es una forma, una encamación de mi vida.
El cosmos esplende dibujando nuestros caídos y en el
fulgor del sacrificio, cada cuerpo roto es la reencarnación
y el mundo nuevo. Contigo celebro entonces todo el mal
que
nos hicieron, por ti yo entré cantando en la tortura y el
vuelo de mi amor naciendo bendijo los suplicios. Las
multitudes se arremolinan y es como una capilla la
bóveda del firmamento, pero en una larga tierra lejana,
recortada
de cordilleras y glaciares, saludo a los que nos torturaron
y santifico en ti la reencarnación diaria de mi vida...
...la era nueva, el resplandor de los pastos en que miramos
nuestro sueño, el inaudibles hilo de voz que fue creciendo
en el diluvio, la fe sostenida contra el fuego. Las grandes
ideas se han quebrado y las constituciones y los poderes
ya no existen; pero como la muerte es un parto de la vida
yo
leo en los torrentes la permanencia y en las piedras los
fundamentos de nuestro encuentro. Allí están las piedras
y tu amor. Todo mi sueño se levanta sobre tus piedras y te
ama.
Toda mi sed te ama, todo el hambre, todo el júbilo de mi
corazón. Como un pueblo aborigen adopto tus emblemas
y reverencio a los padres de tu patria, a cada una de tus
heridas y de tus apóstatas, y sobre las playas y en los
desiertos, sobre lo que pervive en el país sudamericano,
en los espejismos humanos y en las utopías, yo me apego
a tu nombre verdadero y escucho tu voz entre las palabras
de las bienaventuranzas.
Escuchen entonces el soplo de este canto. Los países
sobrevuelan el horizonte y los chorros de la luz, del
océano y los témpanos hablan suspendidos en el mar azul
de estos cielos. Es mi vuelo y mi amor. Expandida como
de todas las estrellas la cruz se levanta y es el grito, los
vientos, todo lo que lloramos, el consuelo que nos
extiende sus brazos como dos olas abriéndose. Dame
entonces tu mano, recuesta sobre mi tu rostro y luego
contempla conmigo el torrente renovado de nuestros
cuerpos.
Allí están los campos que desamparé para seguirte, allí
están mis hijos, allí está el curso de todas las heridas y
abandonos cuando arrebatado de lágrimas alcé la cara a
las alturas y vi que eras tú mi mandato y la nueva tierra;
el canto de los ríos esta mañana:

Felices los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino de los
cielos.
Felices los que lloran, porque ellos serán consolados.
Felices los limpios de corazón, porque ellos verán a dios.

Bienaventurados sí, los cauces de tu vida y nuestras vidas.

en EL AMOR DE CHILE
de La vida nueva (1994)





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