| De todo lo que se derrumba sólo tú has sobrevivido; vieja | | |
| religión de los pobres, y en los ríos de las galaxias y de las | | |
| constelaciones yo leo tus salmos y entono los mantras. | | |
| Más límpido es entonces el viento barriendo los espacios. | | |
| Yo te saludo también en los vientos. | | |
| Te saludo en todo lo que vive y mi amor conmigo, en todo | | |
| lo que persiste. Las capitales se forman volando igual que | | |
| anillos en lo alto y el resplandor de la Pasión ilumina sus | | |
| ingrávidos edificios. Yo rezo contigo en las ciudades y en | | |
| los edificios, y en la oración del universo que se desfonda | | |
| tu voz es la mía y el canto. | | |
| Allí está la mañana y yo saludo en ti a los mártires y a los | | |
| iluminados, a todas nuestras muertes y derrotas, a la | | |
| última plegaria antes del martirio. Igual que los cielos | | |
| estelados nuestras patrias se expanden, y como todo lo | | |
| que existe fue más fuerte que el exterminio y el abandono, | | |
| yo saludo en los campos de exterminio la sobrevivencia | | |
| de nuestro amor y tu creencia. | | |
| Te amo y eso es una forma, una encamación de mi vida. | | |
| El cosmos esplende dibujando nuestros caídos y en el | | |
| fulgor del sacrificio, cada cuerpo roto es la reencarnación | | |
| y el mundo nuevo. Contigo celebro entonces todo el mal | | |
| que | | |
| nos hicieron, por ti yo entré cantando en la tortura y el | | |
| vuelo de mi amor naciendo bendijo los suplicios. Las | | |
| multitudes se arremolinan y es como una capilla la | | |
| bóveda del firmamento, pero en una larga tierra lejana, | | |
| recortada | | |
| de cordilleras y glaciares, saludo a los que nos torturaron | | |
| y santifico en ti la reencarnación diaria de mi vida... | | |
| ...la era nueva, el resplandor de los pastos en que miramos | | |
| nuestro sueño, el inaudibles hilo de voz que fue creciendo | | |
| en el diluvio, la fe sostenida contra el fuego. Las grandes | | |
| ideas se han quebrado y las constituciones y los poderes | | |
| ya no existen; pero como la muerte es un parto de la vida | | |
| yo | | |
| leo en los torrentes la permanencia y en las piedras los | | |
| fundamentos de nuestro encuentro. Allí están las piedras | | |
| y tu amor. Todo mi sueño se levanta sobre tus piedras y te | | |
| ama. | | |
| Toda mi sed te ama, todo el hambre, todo el júbilo de mi | | |
| corazón. Como un pueblo aborigen adopto tus emblemas | | |
| y reverencio a los padres de tu patria, a cada una de tus | | |
| heridas y de tus apóstatas, y sobre las playas y en los | | |
| desiertos, sobre lo que pervive en el país sudamericano, | | |
| en los espejismos humanos y en las utopías, yo me apego | | |
| a tu nombre verdadero y escucho tu voz entre las palabras | | |
| de las bienaventuranzas. | | |
| Escuchen entonces el soplo de este canto. Los países | | |
| sobrevuelan el horizonte y los chorros de la luz, del | | |
| océano y los témpanos hablan suspendidos en el mar azul | | |
| de estos cielos. Es mi vuelo y mi amor. Expandida como | | |
| de todas las estrellas la cruz se levanta y es el grito, los | | |
| vientos, todo lo que lloramos, el consuelo que nos | | |
| extiende sus brazos como dos olas abriéndose. Dame | | |
| entonces tu mano, recuesta sobre mi tu rostro y luego | | |
| contempla conmigo el torrente renovado de nuestros | | |
| cuerpos. | | |
| Allí están los campos que desamparé para seguirte, allí | | |
| están mis hijos, allí está el curso de todas las heridas y | | |
| abandonos cuando arrebatado de lágrimas alcé la cara a | | |
| las alturas y vi que eras tú mi mandato y la nueva tierra; | | |
| el canto de los ríos esta mañana: | | |