Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoActo segundo

 

Mutación de marina: árboles a los lados, bajo los cuales están algunos criados poniendo mesas, y el aparato correspondiente; salen DON ANDRÉS y LUCÍA.

 
LUCÍA
¿Conque vmd. es el mandón
de esta broma?
ANDRÉS
Sí Lucía.
LUCÍA
¿Y la personaza mía
no se cuela en la función?
ANDRÉS
¿La mejor senda sin lazo
querías que yo dejase,
y que ocioso se quedase
tu mucho desembarazo?
pero sabrás...
LUCÍA
¿Qué es saber?
tratándose de enredar,
no se le ha de preguntar
si sabe o no a una mujer
como yo: ¿de qué se trata?
¿de dar un golpe de mano
a un ignorante Asturiano?
¿y para esta patarata
se pregunta si sabré
cuando ninguno me ataja,
y al más sastre de ventaja
mil mentiras le daré?
conmigo nació la broma
el enredo, y embolísimo;
de invenciones soy abismo
y de los tontos carcoma.
En fin, es tan extremado
mi genio simple rajante
que engañaré en un instante
a un mercader, y a un letrado.
ANDRÉS
Tu despejo no lo ignoro,
y pues en el caso estás,
hoy papel de mora harás.
LUCÍA
Y si vmd. quiere, de moro.
ANDRÉS
Ya de la quinta parece
que el Duque con Doña Rosa
sale.
LUCÍA
Y siguiendo a su hermosa,
el Don Francisco se ofrece:
el pobrete anda ardoroso
pero me disgusta a mí.
ANDRÉS
¿Por qué?
LUCÍA
Porque es muy baboso.
Desde que aquí se halla el Duque,
ni un solo instante la deja,
colgado siempre a su oreja,
hombre en fin de poco buque.
ANDRÉS
¿Qué quieres decir con eso?
LUCÍA
Que enamora suspirando,
haciendo coplas; rondando,
indicios de poco seso,
y como amante novel
cualquiera de estos se pierde,
pues por una cinta verde
son capaces de irse a Argel;
siempre están los pobrecitos
con el hay de mí en la boca,
y de su manía loca
sus rostros son sobrescritos;
todos conocen...
ANDRÉS
Lucía,
no murmures tanto, acaba.
LUCÍA
En tomando yo la taba
no la dejaré en un día.
ANDRÉS
Calla por Dios que ya llegan.
 

(Salen el DUQUE, DON FRANCISCO y ROSA.)

 
ROSA
Todo está en forma compuesto.
FRANCISCO
A propósito es el puesto,
pues del mar las ondas riegan
blanda, y apaciblemente
—14→
toda esta playa arenosa.
DUQUE
¿Don Andrés?
ANDRÉS
¿Señor? no hay cosa
que no se halle exactamente
prevenida, el navichuelo
de todo arreo adornado
está a la orilla amarrado,
y ningún daño recelo.
Los trajes que nos sirvieron
en la comedia que hicimos,
los cortamos, y medimos
y cabales no vinieron.
DUQUE
Don Leonardo, con su gente
estará ya en la emboscada.
ANDRÉS
A la señal concertada,
saldrá presurosamente.
FRANCISCO
¿Aquí estás tu?

 (A LUCÍA.)  

LUCÍA
No, Señor,
que me he quedado en Gandía:
¿quién igual pregunta haría?
DUQUE
Siempre estás de buen humor.
LUCÍA
No tengo más que gastar.
ANDRÉS
Pues también entra en la danza.
LUCÍA
Pues no, que es cosa de chanza,
yo tengo de alborotar
a Lesmes, según discurro;
le encajaré una sotana,
y si me diere la gana,
darele sesos de burro.

 (Sale CRIADO.)  

CRIADO
Señor, ya Don Lesmes viene
de su esposa acompañado,
de su Tío, y su criado.
DUQUE
Pues retirarme conviene,
y en la espesura escondido
lo veré todo.
ANDRÉS
Lucía,
antes que entre más el día
a la quinta he discurrido,
es bien que nos retiremos.
LUCÍA
Pues vámonos poco a poco.
ANDRÉS
Si hoy no se volviere loco,
los enredos renunciemos.

 (Vanse.) 

FRANCISCO
¿Qué os parece?
ROSA
Que invención
tan extremada, a cualquiera,
aunque Don Lesmes no fuera,
le causara confusión.
FRANCISCO
Ya llegan; por Dios que es risa
mirar su extraña figura.
ROSA
Compadezco su locura.
FRANCISCO
Hola, criados, aprisa,
venid todos.
 

(Salen algunos.)

 
CRIADO
1 ¿Qué queréis?
FRANCISCO
Que esté todo aparejado,
y hasta el lance proyectado,
este sitio no dejéis.
 

(Siéntase en un banco rústico, y hacen que hablan: los criados están repartidos alrededor de las mesas. Salen MARCOS, con una escopeta apuntando a varias partes; detrás de él, el TÍO GIL, luego MARCELA, y detrás DON LESMES con una escopeta.)

 
GIL
El cielo, todo se mira
de espesas nubes cubierto.
LESMES
Por otro tanto se dijo,
está oscuro y huele a queso.
¿Marquillos?
MARCOS
¿Señor?
LESMES
¿Descubres
por ahí algún cancerbero?
MARCOS
No Señor.
LESMES
Pues si le vieres
dispárale en el momento.
MARCOS
Si está vacío el fusil.
LESMES
¿Y no sabes majadero
que el diablo suele cargarlas?
MARCOS
¿Y qué importa todo eso,
Señor, si está sin cerraja?
LESMES
Pues apunta por lo menos.
GIL
¿No te avergüenza que vamos
así, cuando parecemos
al cazador que se halla
atisbando algún conejo?
LESMES
Yo guardo a Marcela.
MARCOS
Yo,
que así me guardes no quiero,
pues somos risa, y escarnio
de todos.
LESMES
¿Y qué tenemos?
ellos se ríen de mí,
yo también de todos ellos,
y estamos pata.
 

(Llegan donde están ROSA y DON   —15→   FRANCISCO y se levantan a recibirlos.)

 
ROSA Y FRANCISCO
Señores,
bien venidos.
ROSA
Mas, ¿qué es esto?
¿con escopeta, Don Lesmes?
LESMES
Me venía divirtiendo
cazando como de paso.
FRANCISCO
¿Y qué tal tiráis?
LESMES
Al vuelo,
Señor mío, casi nada,
y ha parado casi menos.
GIL
En eso está adelantado
como en lo demás.
ROSA
Lo creo.
¿Marcela?
MARCELA
¿Señora mía?
cuánto la dicha celebro
de poder comunicaros
en libertad.
ROSA
A ese efecto,
sentaos aquí conmigo.
 

(Siéntanse.)

 
LESMES
¿Cómo, cómo?
GIL
No empecemos
con cómos, ni con cominos,
calla y aguanta.
LESMES
Muy bueno;
¿pero quién le mete a vmd.
en camisa de once pliegos?
FRANCISCO
Vaya, Don Lesmes, mirad
que no corre ningún riesgo
vuestra esposa en este sitio,
donde todos son ejemplo
de virtud, esa escopeta
dejad ahora y hablemos
de otra cosa.
LESMES
De aquí a un poco,
que a mi criado le tengo
que dar un recado. ¿Marcos?
MARCOS
¿Mi Señor?
LESMES
Escucha atento.
¿Son grandes tus faltriqueras?
MARCOS
Como maletas.
LESMES
Me alegro,
¿quieres que para dos meses
la bucólica saquemos
libre y sin costas?
MARCOS
Si vmd.
gusta, para un año entero
será mejor.
LESMES
¡Ah buen hijo!
cuando me veas comiendo
en la mesa a dos carrillos,
te pondrás tras de mi asiento,
y por debajo de mango
te iré dando...
MARCOS
Ya lo entiendo.
LESMES
Si no bastan los bolsillos
unas alforjas o un cesto
prevendrás.
MARCOS
Está muy bien.
ROSA
Pues ya quedáis del suceso
enterada hasta que llegue
el caso, disimulemos.
MARCOS
Hombre; ¿pues tan retirado
de mí?
LESMES
Estoy aquí haciendo
cuentas conmigo.
FRANCISCO
¿Vos cuentas?
LESMES
Yo cuentas, y son por cierto
unas entre cuero y carne,
y otras entre carne y cuero.
GIL
¿Y dónde está S. E.?
ROSA
En el ejercicio honesto
de la caza está ocupado;
salió al alba, y yo contemplo
que hasta la hora de comer
no vendrá.
LESMES
Pues según veo,
ya tarda.
MARCOS
Para comer,
siempre tú te hallas dispuesto,
y la tardanza del Duque,
la mides por tu deseo.
FRANCISCO
¿Y tenéis buen apetito?
LESMES
No, Señor, algo es más que eso.
FRANCISCO
¿Tenéis hambre?
LESMES
Mas que un paje,
un poeta, y un logrero,
que de no comerse a todos
se esta a sí propio comiendo.
FRANCISCO
¿Coméis?
LESMES
Como un sabañón.
FRANCISCO
¿Y bebéis?
LESMES
Como un cochero.
GIL
Y no quisiera alabarlo.
—16→
pero Lesmes, en todo ello
dice la pura verdad.
FRANCISCO
Pues se os prevendrá el almuerzo
al instante.
LESMES
Y la merienda
y cena, que yo prometo
no dejaros desairados.
FRANCISCO
¿Qué os gusta?
LESMES
Digan primero
lo que hay.
CRIADO 1.º
Hay jamón, hay pollos,
pavos y también cordero,
salmón, lenguados, Besugos,
y todo ello está dispuesto.
LESMES
Del género masculino
es todo; ¿si serán estos
pronósticos?
 

(Sale el CRIADO 2.º, asustado.)

 
CRIADO
Ay Señores.
ROSA
¿Qué es lo que tienes Alberto?
CRIADO
Para siempre nos perdimos:
huya el que pueda.
LESMES
Jumento.
CRIADO
Los moros...
LESMES
Llevose el diablo el almuerzo.
CRIADO
Vienen hacia aquí.
TODOS
Socorro.
LESMES
Marcela, pronto a Gandía,
los talones apretemos.
GIL
Ya es en vano, ya es en vano,
pues por todas partes veo
que nos cercan.
LESMES
Los demonios,
de mi casa me trajeron:
¡buena está la morondanga;
qué bigotes, y qué gestos
que traen!
TODOS
Cielos, piedad.
 

(Salen D. LEONARDO con séquito numeroso de gente, que vienen vestidos de moros, rodean y amenazan a los demás con las armas que sacaren D. FRANCISCO, y los demás se postran.)

 
LEONARDO
No hay piedad: rendíos, perros,
si alguno se resistiere,
cortadle el cuello al momento.
TODOS
Infelices de nosotros
que cautivos moriremos.
LESMES
Morillos, los mis morillos,
no os lleguéis a mí, que tengo
los ojos de basilisco,
y no os hará buen provecho.
LEONARDO
Separad esos cristianos.
LESMES
Eso no, viven los cielos,
engufetado con ella
iré, aunque vaya al infierno,
cuanto más a morería.
LEONARDO
Si porfía, muera luego
MARCELA
Lesmes, a Dios para siempre,
que acaso no volveremos
a vernos ya más.
LESMES
Marcela,
por Dios no me digas eso,
que se me vuelve vinagre
la sangre dentro del cuerpo.
LEONARDO
Haz señal que las Galeras
lleguen a fuerza de remo
a esta orilla, porque embarquen
los cautivos.
LESMES
Ahí va eso.
 

(Hacen señal con un pañuelo y se ve acercar una o dos naves que llegan a la orilla; DON FRANCISCO y D. LESMES se arrodillan y dicen a LEONARDO.)

 
FRANCISCO
Moro noble...
LESMES
Moro infausto...
FRANCISCO
Si el oro.
LESMES
Si los talegos.
FRANCISCO
Te obliga a hacernos cautivos...
LESMES
Te llenan el ojo izquierdo...
LEONARDO
Por más que me supliquéis,
cristianos, es en vano el ruego,
que sirvo a mi Soberano.
TODOS
Paciencia, divinos cielos.
LESMES
¿Qué paciencia, ni qué acá?
moro ruin, moro perverso,
tú, y todos los de tu casta,
pues nos tratas tan severo,
perro de aguas con bigotes,
aun te rompas el pescuezo.
LEONARDO
Compadezco tus pesares,
y por eso no me vengo
alto a embarcar; a la orilla
llegad, que ya sopla el viento
—17→
favorable.
 

(Se embarcan.)

 
LESMES
Así te soplen
un garrotazo en los sesos.
ROSA
Patria, a Dios.
FRANCISCO
A Dios amigos.
GIL
A Dios, parientes y deudos.
ROSA
Vira al mar.
LESMES
A Dios, a Dios,
malditos casamenteros,
que engaritáis a los hombres
para que se pudran luego.
LEONARDO
No lloréis, bellas cristianas,
dejad el llanto, que creo
que ha de hacer tanta hermosura,
feliz vuestro cautiverio.
LESMES
Bravo consuelo de tripas,
me está dando este podenco.
LEONARDO
Proa a Argel y larga vela.
LESMES
Largad también el pellejo
malditos, como yo largo
la paciencia que no tengo.
Dios me haya perdonado;
recen por mi alma un credo,
y si no un requiem eternam,
pues ya juzgo que me he muerto.
 

(Salón corto y salen D. ANDRÉS y LUCÍA de moros.)

 
ANDRÉS
A fe que el traje de Mora
te asienta muy bien al cuerpo.
LUCÍA
A todo cuerpo de pobre,
asienta cualquier arreo.
ANDRÉS
Estás en lo que has de hacer.
LUCÍA
Bien estudiado lo tengo.
ANDRÉS
Mucho me hubiera alegrado
de oír al gran majadero
de D. Lesmes, en el lance
de su prisión.
LUCÍA
Lo sabremos,
en breve, pues S. E.
no habrá dejado de verlo,
pero él llega.
ANDRÉS
Y es señal
que no se halló en el suceso.
 

(Sale el DUQUE.)

 
Hola, ¿ya estáis prevenidos?
ANDRÉS
Sí señor, pero tan presto
extraño el veros aquí.
DUQUE
¿Pues por qué?
ANDRÉS
Creí por cierto,
que la prisión de D. Lesmes,
presenciarais.
DUQUE
Tuve intento
de hallarme; mas divertido
en la caza, me hallé lejos
de aquel sitio, y cerca de este;
y como no me intereso
mas que en hacerle ceder
de sus locos devaneos,
molestarme no he querido
en ir allá.
LUCÍA
Qué bien hecho,
y más que sin fatigaros
todo aquí habéis de saberlo.
ANDRÉS
Sin embargo, hay diferencia
muy grande entre los extremos
de presenciarlo, o de oírlo.
LUCÍA
Jamás en tan duro aprieto
se habrá visto el infeliz.
DUQUE
Eso y más, merece el necio,
que erigiéndose en tirano
de su Esposa, tan severo
la trata, sin otra causa
que la que de los injustos celos
nace; ¿pero D. Francisco?
 

(Sale DON FRANCISCO.)

 
FRANCISCO
Señor, ha estado muy bueno
el pasaje.
DUQUE
No lo dudo.
FRANCISCO
Todo se hizo con esmero.
Si vierais al Asturiano
ya echando votos, y retos,
ya suplicando postrado.
Por lo que hace a mí, confieso
que el contenerme en reír,
me fue, Señor, muy violento.
DUQUE
Mas, ¿cómo venís tan pronto?
FRANCISCO
Apenas el cautiverio
fingido, se ejecutó,
cuando D. Leonardo cuerdo,
dispuso que Doña Rosa
y Marcela, entrasen dentro
de la Cámara, D. Lesmes,
cuando esto vio, en el momento
comenzó a desatinar,
diciéndonos mil dicterios
a todos, sin diferencia,
por lo cual le condujeron
—18→
a la bodega del barco;
pero me fui arrepintiendo
por entonces de la burla,
porque el hombre a un desaliento
rendido, se nos quedó
desmayado, y con recelo
de alguna mala resulta,
con el posible secreto,
sin saberlo su mujer,
se le aplicaron remedios
oportunos, y empezó
a volver en sí, y yo atento
a todo, dispuse al punto
saltar en tierra, en efecto
saltamos todos, Señor,
a excepción sólo de aquellos
que con él han de venir,
y no tardarán sospecho
en hacerlo.
DUQUE
¿Cómo así?
reparará el corto tiempo
que dura el supuesto viaje.
ANDRÉS
No, señor, no hay que temerlo.
Si es tan patán, y en su vida
en barco alguno se ha puesto,
ni menos ha visto el mar,
¿cómo puede comprehenderlo?
LUCÍA
Además, que con el susto,
tendrá los cascos revueltos,
sin saber el infeliz
si está en la tierra, o el cielo,
como alma de garibay.
FRANCISCO
Añadid el que el efecto
de su desmayo también
deslumbrará su talento,
si es que le tiene.
DUQUE
Es verdad,
y si todo considero
atentamente, no hay duda
que no entenderá el enredo;
pero Rosa con Marcela
y el tío Gil, a este puesto
llegan ya.
 

(Salen ROSA, MARCELA y GIL.)

 
ROSA
¿Señor?
DUQUE
¿Señora?,
¿se hizo bien?
ROSA
De lo más bello
que he visto en toda mi vida,
tan cabal fue el desempeño
del lance, que el más astuto
le creyera verdadero.
GIL Y si no traslado a Lesmes.
DUQUE
¿Me parece que os encuentro
hermosa Marcela triste?
MARCELA
Si la verdad os confieso,
ver padecer a mi esposo,
me cuesta mil sentimientos,
que, en efecto, soy, su esposa,
aunque me pesen sus yerros.
GIL
Denguecillos de mujer.
DUQUE
Dijerais, señora, eso
de una vez, y no se hiciera
este gracioso embeleco,
solo por desengañarle;
¿queréis volver al encierro
que hasta ahora habéis tenido?
MARCOS
Eso no, señor excelso,
que es un martirio continuo,
y tanto, que morir quiero
antes de una vez.
DUQUE
¿Queréis
acudir a lo supremo
del tribunal que os separe?
MARCOS
Ese es el último medio.
DUQUE
Pues dejaos gobernar.
MARCOS
Yo, señor, tan solo temo
alguna mala resulta.
LUCÍA
De alfeñique es el mancebo
con más cabeza que un poste,
y más alto que un camueso.
GIL
Marcela, un día es un día.
 

(Tiros.)

 
ANDRÉS
Ya la seña está diciendo
que llegan, vamos nosotros
a ese inmediato aposento,
preparado para el caso,
los demás hasta su tiempo
se retiren prevenidos
para el aviso.
DUQUE
Yo intento
ocultamente mirar
el pasaje, vamos luego.
 

(Vanse todos. Salón de estilo morisco, alfombra y repartidos a los lados almohadones, dos de estos en medio.   —19→   Vuelven a salir LUCÍA y D. ANDRÉS.)

 
LUCÍA
Yo, porque sea más grave
este gran recibimiento,
llamaré a las compañeras.
Hola niñas, al momento
salid.
 

(Salen moras.)

 
Vaya cada una
su correspondiente puesto
ocupando.
ANDRÉS
Yo también
ocupar el mío debo;
me ajusto bien el bonete,
y el bigote me retuerzo
para estar más respetable;
ya van entrando: silencio.
 

(Durante estos versos se van sentando, y luego al son de instrumentos militares va entrando una numerosa comparsa de moros que traen a DON LESMES, vendados los ojos, y algunos otros hacen de cautivos, detrás de todos DON LEONARDO; se forman en dos alas los moros y quitan a DON LESMES el pañuelo que traerá en los ojos.)

 
LEONARDO
A vuestros pies, gran señor,
glorioso y triunfante vuelvo.
ANDRÉS
Llega a mis brazos.
LESMES
Hermosas
figuras de nacimiento,
pero en todo este tropel
a mi Marcela no veo,
la habrá llevado algún moro
para ponerle el puchero,
ANDRÉS
Valiente salí morato,
di cómo te fue.
LEONARDO
Oye atento.
Salí señor de estas playas,
a correr del golfo inmenso
las siempre inconstantes aguas,
y con favorable viento,
llegué a las fértiles costas
de Valencia, donde haciendo
lugar a que la ocasión,
ayúdase mis proyectos,
en calas, y en ensenadas
estuve oculto algún tiempo,
hasta que vi que una tropa
de Damas y Caballeros
se solazaban alegres
en el sitio más ameno
y umbroso de aquellos campos,
y de improviso saliendo,
sin la menor resistencia
los cautivé a todos ellos,
y a tu presencia los traigo;
llegad cristianos soberbios,
y besad de Mahomad
Jafá, Bey de Argel supremo,
las plantas.
LESMES
Y cuanto quiera,
si quiere, le besaremos.
ANDRÉS
Alzad canalla.
LESMES
Gracioso
es el primer cumplimiento,
si por canalla empezamos,
Dios mío, ¿en que acabaremos?
ANDRÉS
¡Qué oficio tienes!
LESMES
¿Quién? ¿yo?
ANDRÉS
Sí.
LESMES
Soy hidalgo.
ANDRÉS
No es eso
lo que te pregunto yo.
LESMES
Pues Señor, yo no lo entiendo.
ANDRÉS
¿De qué vives?
LESMES
De comer.
ANDRÉS
¿Apuras mi sufrimiento?,
con qué oficio te mantienes
es lo que saber pretendo.
LESMES
Ya he dicho que soy hidalgo.
ANDRÉS
¿Y ese es oficio?
LESMES
No tengo
otro por ahora.
ANDRÉS
Pues
por acá te lo daremos.
¿Cómo te llamas?
LESMES
Don Lesmes
Salazar.
LUCÍA
¿Qué escucho cielos?
¿vos Don Lesmes Salazar?
ANDRÉS
Fátima hermosa, ¿qué es esto?
¿por qué te alteras?
LUCÍA
Sabed,
Señor, que el que estáis oyendo
es el hombre más infame
que contiene el universo.
LESMES
Esta mora está borracha.
  —20→  
LUCÍA
Durante mi cautiverio
en la gran Valencia, supe,
gran señor, que este grosero,
este bárbaro, logró
por mujer suya, el más bello
simulacro del amor,
sólo por ser opulento;
pero procedió con ella
tan ingrato, que a un encierro
la redujo, sin más causa
que sus caprichosos celos;
casi sin gozar los rayos
del sol la tuvo el perverso,
y en fin en toda la España,
sus conocidos excesos
fueron tan notorios, que
eran entretenimiento
de la nobleza y la plebe,
y así pude yo saberlos,
y pues ya es vuestro cautivo,
haced un grande escarmiento
en él, y recibiréis
mil gracias del bello sexo.
LESMES
A fe que la mora nada
se ha dejado en el tintero.
De esta vez me hacen gigote,
o me pringan cuando menos.
ANDRÉS
Es verdad esto, cautivo,
porque yo apenas lo creo.
LEONARDO
Pues no tenéis que dudarlo.
LESMES
¿Otro demonio tenemos?
Señor Dios que nos dejaste,
sacadme de estos aprietos.
LEONARDO
Su mujer, un tío suyo
y otra dama, compañeros
en esta cautividad
lo dirán; se indispusieron
con el susto, y yo previne
que algunos breves momentos
descansaran antes que
viniesen a los pies vuestros,
mas ya llegan a este sitio.
 

(Salen moros custodiando a ROSA, MARCELA, y el TÍO GIL.)

 
LESMES
Ya no hay que esperar remedio,
tiró el diablo de la manta
quedando todos en cueros.
GIL
Gran Bey, Mahomad Jafá.
ROSA
Noble moro a cuyo Imperio...
MARCOS
Se rinde el África toda.
LAS 3
A tus pies estamos puestos
humildes, y sometidos.
 

(Estará D. ANDRÉS como arrebatado, mirando a MARCELA, y se levanta siempre suspenso.)

 
LESMES
Aún peor que todo esto,
el moro le echa a Marcela
unos ojos como huevos;
sólo falta que le guste;
si hay algún santo en el cielo
protector de jorobados,
yo desde luego te ofrezco
una joroba de cora
si me saca de este aprieto.
ANDRÉS
Hermosísimo prodigio.
LESMES
¡Muy buen principio de cuento!
que no te quedarás mudo.
ANDRÉS
Cuyos divinos luceros,
por dicha mía han venido
a ser del África incendio,
¿eres por ventura esposa
de ese animal tan soberbio?
LESMES
Alabo la cortesía.
MARCOS
Sí señor.
ANDRÉS
Y allá en los Reinos
Españoles, di, ¿no había
nobles príncipes excelsos
que aspirasen a tu mano?
MARCOS
Nací pobre, y el precepto
paternal bastó a obligarme
que en desdichado himeneo
me uniese con él.
ANDRÉS
Anduvo
tu padre muy poco cuerdo,
y aún digo desatinado,
pues no conoció el aprecio
ni los sublimes quilates
de tanto merecimiento
como el tuyo, pues a un ruin,
a un ignorante, a un protervo,
a un bárbaro...
LESMES
Vete echando.
ANDRÉS
Te sacrificó severo.
LESMES
Lo que me honran me divierte,
pero es poco.
ANDRÉS
Ahora quiero...
—21→
pero antes en el estrado
ocupad esos asientos,
cristianas, pues aunque moro
de cortesano me precio
con las damas.
ROSA
Y nosotras,
señor, os agradecemos
la atención.
ANDRÉS
Bella mujer,
di si por ventura es cierto
lo que Fátima, mi hermana,
me contó de los extremos
crueles que usó contigo
durante tu casamiento
ese vil.
LEONARDO
Si ella lo dice
la tajada de mi cuerpo
mayor serán las narices.
ANDRÉS
¿Callas, y los soles negros
al suelo inclinas?
LUCÍA
Señor,
pues que con ella vinieron
esos otros, fácilmente
puedes informarte de ellos,
que Marcela hablar no quiere
por no acusar al jumento
de su marido
ANDRÉS
Está bien:
Llega tú y di qué hay en esto.

  (A GIL.)  

LESMES
Ahora el viejo potrilla
desembucha, y de este puesto
me llevan a que bendiga
con los talones el pueblo.
GIL
Lesmes, señor, es un hombre
muy flaco de entendimiento
y tiene muy poco mundo.
LESMES
Demonio y carne a lo menos
no me faltan.
GIL
Por lo cual
se propasó a algún exceso
con Marcela, su mujer,
mas no tanto como creo
imagináis.
LESMES
Sí señor;
yo soy un babieca, es cierto,
pero no soy tan malvado
como dicen: con mis celos
más no pude: el Tío Gil,
sin quitar pizca ni pelo,
os dirá todo; bien hayan
los Tíos que por sus nietos
saben en las ocasiones
sacar la cara: mil besos
le he de dar si de esta salgo.
ANDRÉS
Calla, y prosigue.
GIL
En efecto,
desde que Lesmes casó
puso en un encerramiento
a Marcela; solo al alba
salía para ir al Templo;
con nadie sino conmigo
hablaba.
LESMES
¡Virgen del pero
a muy buen puerto he llegado!
GIL
En los dos años y medio
que ha que está casado, solo
nos dio por mantenimiento
cocina, pasas y arroz.
 

(Se levanta DON ANDRÉS irritado.)

 
ANDRÉS
Basta, basta, que no puedo
tolerar más; perro infame,
lo pagarás: al momento
que le corten la joroba
con un taján.
LESMES
¡Santos cielos!

 (De rodillas.) 

Por Dios, Señor y mama-paja,
buey de Argel.
ANDRÉS
¿Cómo, perverso,
de esa manera profanan
tus labios mi nombre regio?
LESMES
Misericordia, señor,
que yo no sé lo que pienso,
ni qué digo: Moro afable
suspende, ¡ay de mí! el horrendo
suplicio, así en esas barbas
de choto jamás un pelo
cano crezca, y tus bigotes
lleguen desde aquí a Marruecos:
yo lo doy por recibido;
bastante joroba creo
me quitas en mi mujer;
Moro noble, moro excelso,
moro el mejor de los moros
que de las moras nacieron,
por la ánima condenada
de tu padre, o de tu abuelo,
—22→
perdóname, y si no basta,
que sea por el tremendo
zancarrón del gran Mahoma
que está ardiendo en los infiernos.
LOS MOROS
Desacato, desacato,
que muera.
MARCOS
Señor, si puedo
algo con vos, perdonadle,
que no está en sí.
ANDRÉS
Lo contemplo;
pero aun cuando así no fuese,
bastaban solo tus ruegos
para mucho más. Marcela,
tú serás, de este mi Reino,
señora; tu voluntad
será la ley que primero
se obedezca en todo Argel,
que hacerte mi esposa quiero
y entre delicias inmensas
de toda tu vida el resto
pasarás: llega a mis brazos.
 

(Se arroja LESMES precipitado y se pone en medio.)

 
LESMES
Eso no, viven los cielos;
aunque trece mil jorobas
me corten, y luego el cuello,
que soy su marido yo.
ANDRÉS
Bárbaro vil, este acero.
 

(Agarrado LESMES de MARCELA, se defiende con ella.)

 
ha de dar justo castigo,
a tan loco atrevimiento.
MARCOS
¿Señor?
ANDRÉS
En vano me ruegas.
MARCOS
Advertid.
ANDRÉS
No considero,
sino mi venganza sola.
LESMES
Aunque todos los podencos
de Argel se junten, dejarla;
no en mis días.
ANDRÉS
¿Como perros,

 (A los moros.) 

mirando de esta manera
mis ultrajes manifiestos
os detenéis? separadlos
al instante.

 (Los apartan.) 

LESMES
Yo cumpliendo
con el honor que adquirí
entre los navos de Oviedo,
sabré morir: mas ya en vano
porfío.
ANDRÉS
Ahora el sangriento
castigo.
 

(Va a darle y se interpone MARCELA.)

 
MARCOS
Suspende el golpe,
por las lágrimas que vierto,
por los suspiros que exhaló,
Gran Mahomad, te lo ruego.
ANDRÉS
¡Qué fuerza tienen tus voces
que remitirlas no puedo!
LUCÍA
Hermano, si la venganza
solicitas, no es el remedio
mejor el darle la muerte.
ANDRÉS
¿Pues cuál?
LUCÍA
El que esté viendo
que enamoras a Marcela.
LESMES
¿Del demonio es el consejo...
que se pierda una coroza,
¿tan bien merecida?
ANDRÉS
Pienso
que dices bien, al instante
todos los cautivos sueltos
anden por donde quisieren;
regaladlos con esmero,
Y a ese vil, a la mazmorra
más honda llevadlo luego,
donde sólo pan y agua
sea todo su sustento;
y ahora Marcela hermosa,
ven conmigo.
MARCOS
Ya obedezco.
ANDRÉS
Seguidme todos.
 

(Éntranse todos, y queda DON LESMES con dos o más moros que le cubren el rostro, y dice)

 
LESMES
Vinagres,
aunque todo el universo
se conjure, en mi constancia
no encontraréis movimiento,
que he sido, y tengo de ser
lo mismo que me parieron
aunque me muera de rabia,
y no encuentre mi sustento
en los elementos cuatro,
agua, vino, pan, y queso.