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El verdadero amante

Lope de Vega




Primera comedia de Lope de Vega Carpio dirigida a Lope de Vega, su hijo

Mirando un día el retrato de vuestro hermano Carlos Félix, que, de edad de cuatro años, está en mi estudio, me preguntastes qué significaba una celada que, puesta sobre un libro en un mesa, tenía por alma del cuerpo esta empresa: Fata sciunt ; y no os respondí entonces porque me pareció que no érades capaz de la respuesta. Ya que tenéis edad, y comenzáis a entender los principios de la lengua latina, sabed que tienen los hombres para vivir en el mundo, cuando no pueden heredar a sus padres, más que un limitado descanso, dos inclinaciones: una a las armas, y otra a las letras, que son las que aquella celada y libro significan con la letra, que en aquellos tiernos años dice que el cielo sabe cuál de aquellas dos inclinaciones tuviera Carlos si no le hubiera, como salteador, la muerte arrebatado a mis brazos y robado a mis ojos, puesto que a mejor vida, dolorosamente, por las partes que concurrían en él de hermosura y entendimiento con esperanzas de que había que mejorar mi memoria sobreviviendo a mis años, por la razón de, curso de la naturaleza, orden sujeta a los accidentes de la vida. Vos quedastes en su lugar, no sé con cuál genio, cuya definición os darán Pausanias y Plutarco cuando sepáis entenderlos; el uno en los Acaicos, y el otro en la Vida de Bruto. Ni aun conozco la calidad de vuestro ingenio; que San Agustín tuvo por felicísimo al que nació con él, como en el libro cuarto de la Ciudad de Dios lo siente el Santo; y fue opinión de Cicerón y de Aristóteles la ventaja que hace al arte la naturaleza, a quien afrenta Plinio pensando que la cultura de las artes se debe a la avaricia; bien que casi siempre es verdad cuando no las estudia el gran señor y príncipe, y aun entonces puede ser vanidad, y no virtud, como se ha visto en muchos. Mas ¿para qué os persuado con autores, cuando aun estáis en los primeros rudimentos de la lengua latina? Cosa que no podéis excusar, aunque si hubiera quien os enseñara bien la castellana, me contentara más de que la supiérades; porque he visto muchos que, ignorando su lengua, se precian, soberbios, de la latina, y todo lo que está en la vulgar desprecian, sin acordarse que lo griegos no escribieron en latín, ni los latinos en griego; y os confieso que me causa risa ver algunos hombres preciarse de poetas latinos, y en escribiendo en su lengua parecer bárbaros; de donde conoceréis que no nacieron poetas, porque el verdadero, de quien se dice que ha de tener uno cada siglo, en su lengua escribe y en ella es excelente, como el Petrarca en Italia, el Ronsardo en Francia y Garcilaso en España, a quien también deben sus patrias esta honra; y lo sintió el celestial ingenio de Fr. Luis de León, que pretendió siempre honrarla, escribiendo en ella, como también le sucedió a Fr. Luis de Granada, después de muchos sermones que hay suyos en la lengua latina; y en ella escribieron Fr. Fernando del Castillo, Fr. Agustín de Avila, el P. Ribadeneira, el Dr. Mariana y otras excelentes ingenios, sus historias. No os desanimo para que con menos cuidado estudiéis esta reina de las lenguas, tercera en orden a las del mundo, aunque más común que todas; procuralda, saber, y por ningún caso os acontezca aprender la griega, porque, desvanecido, no digáis lo que algunos que saben poco della y de otras, por vendernos a gran precio la arrogancia de que la entienden; y porque no sepáis lengua tan engendradora de soberbios, y que tan pocos pueden saber que la sabéis, que un catedrático de griego, natural de Guipúzcoa, hallándose en su escuela de Alcalá asaltado de improviso de muchos señores de la corte, oró en vizcaíno delante dellos y fue tenido por hombre insigne, hasta que un secretario de un príncipe, que era de la misma patria, deshizo el atrevido engaño, diciendo que le había entendido. En una de aquellas famosas librerías de Sevilla pidió el P. Fr. Luis de León una Biblia, si acaso la tenían, hebrea. Diósela el dueño, admirado de que la pidiese, y mucho más de vérsela leer en alta voz; pero llevando consigo un sobrino suyo, ingenio singular y del mismo hábito, pidió otro cualquiera libro, si acaso le tenían, en la lengua hebrea; diole el librero los salmos de David, de maravillosos caracteres e impresión del excelente Plantino; y comenzando a leer disparates, porque ignoraba la lengua entonces, volvió Fr. Luis a reprenderle airado; a quien el sobrino dijo: «Déjeme vuesa paternidad, que para el señor librero tan hebreo es esto como esotro.» Vos me habéis entendido; y en razón de la inclinación, que fue el principio de esta carta, no tengo más que os advertir; si no os inclináredes a las letras humanas, de que tengáis pocos libros, y esos selectos, y que les saquéis las sentencias, sin dejar pasar cosa que leáis notable sin línea, o margen; y si por vuestra desdicha vuestra sangre os inclinare a hacer versos (cosa de que Dios os libre), advertid que no sea vuestro principal estudio, porque os puede distraer de lo importante, y no os dará provecho. Tened en esto templanza; no sepáis versos de memoria, ni los digáis a nadie; que mientras menos tuviéredes desto, tendréis más de opinión y de juicio; y en esta materia, y lo que os importa seguir vuestros estudios sin esta rémora, no busquéis, Lope, ejemplo más que el mío, pues aunque viváis muchos años no llegaréis a hacer a los señores de vuestra patria tantos servicios como yo, para pedir más premio; y tengo, como sabéis, pobre casa, igual cama y mesa y un huertecillo cuyas llores me divierten cuidados y me dan conceptos. Libraréisos con esto de que os conozcan; que por la opinión de muchos es gran desdicha y así tenía por jeroglífico un hombre docto deste tiempo un espejo en un árbol, a quien unos muchachos tiraban piedras, con esta letra: Periculosus splendor. Yo he escrito novecientas comedias, doce libros de diversos sujetos, prosa y verso, y tantos papeles sueltos de varios sujetos, que no llegará jamás lo impreso a lo que está por imprimir; y he adquirido enemigos, censores, asechanzas, envidias, notas, reprensiones y cuidados; perdido el tiempo preciosísimo, y llegada la non intellecta senectus, que dijo Ausonio, sin dejaros más que estos inútiles consejos. Esta comedia, llamada El verdadero amante, quise dedicaros, por haberla escrito de los años que vos tenéis; que aunque entonces se celebraba, conoceréis por ella mis rudos principios; con pacto y condición que no la toméis por ejemplar, para que no os veáis escuchado de muchos y estimado de pocos. -Dios os guarde.

VUESTRO PADRE.



PERSONAJES
 

 
JACINTO.
DANTEO.
MENALCA.
BELARDA.
CORIDÓN.
EURISTO.
PELORO.
ERGASTO.
DORISTO.
AMARANTA.
EREUSA.
DÓRIDA.
FELICIO.
GLICERIO.
UN SACERDOTE DE LA DIOSA JUNO.
Alcaldes labradores.
Pastores.
Músicos.





ArribaAbajoActo I

 

Salen JACINTO, músicos y PASTORES con baile y fiesta, y un SACERDOTE.

 
SACERDOTE
   No suene rumor alguno
hasta que a avisaros vuelva
en tiempo más oportuno,
pues Regamos a la selva
sagrada, a la diosa Juno, 5
   cuyas manos vengativas
tanto las nuestras altivas
castigan cuando se atreven,
que hasta los vientos no mueven
las hojas destas olivas. 10
UN PASTOR
   En nada os disgustaremos,
ni la gran diosa permita
que su selva despreciemos.
¡Hola! Cese el baile y grita.
OTRO
Pues lo mandais, cesaremos. 15
SACERDOTE
   Todos hincad la rodilla,
y con voluntad sencilla
mostrad que es nuestra intención
ofrecerle el corazón,
que por víctima se humilla. 20
 

(Descubren la diosa Juno en un templo.)

 
   ¡Oh santa Juno, que fuiste
del alto Júpiter prenda!
Tú que, más bella, venciste
a Palas en la contienda
y a Venus obscureciste, 25
   asiste a nuestro deseo
por el despojo y trofeo
que se te ofrece este día,
y venga en tu compañía
el sacro dios Himeneo. 30
   Doristo con Amaranta
quieren tu yugo amoroso;
asiste, pues, Juno santa,
y el lazo dificultoso
de la coyunda levanta; 35
   y en tanto que se levante,
cualquier agüero se espante
de tu poderosa diestra:
ni la corneja siniestra
ni el buho nocturno cante. 40
    Ya vuestras bodas pronuncia.
Aquella blanca paloma,
Doristo, tu bien anuncia.

 (A la novia.) 

La mano a tu esposo toma
y tu libertad renuncia. 45
   No hay que temer fin prolijo.
DORISTO
A la aldea nos volvamos.
¡Qué grande bien nos predijo!
SACERDOTE
Pastores, de aquí partamos.
PASTORES
Cese el baile y regocijo. 50
 

(Vanse todos; queda JACINTO solo.)

 
JACINTO
   ¿Permitirás levantarme,
falso amor, de aqueste suelo,
donde he venido a humillarme?
Pero si caí del cielo,
¿dónde puedo asegurarme? 55
   ¡Ay, pregunta sin provecho!
Pues en el aire, sospecho,
por donde amor me subió,
mis esperanzas y yo
nos hemos pedazos hecho. 60
   ¿Que te casaste, Amaranta?
¡Muerto soy!
 

(Sale DANTEO.)

 
DANTEO

 (Sin ver a JACINTO.) 

¡Oh! Atalanta,
préstame tus pies veloces.
Así tu Hipómenes goces,
que en verte agora se espanta. 65
   Déjame dar esta nueva
a aquel verdadero amigo:
Eco, mis acentos lleva;
detente, viento enemigo:
no la estorbes, que ya prueba. 70
   Dile a Jacinto, el dichoso,
que el rapacillo envidioso
en este punto le ha dado
el más venturoso estado
que tuvo pecho amoroso. 75
   Dile que se abrase y arda,
que pene, padezca y muera,
pues que le adora Belarda,
de toda nuestra ribera
la pastora más gallarda. 80
   No es este amor, que provoca
a un alma a volverse loca,
malicia que imaginé;
que de su boca lo sé
y lo sabrá de mi boca. 85
   Basta que me ha preguntado
quién es y en qué punto precia
el ser de zagal honrado,
y si el ganado desprecia
o guarda ajeno ganado; 90
   y he hecho lo que he podido
en decirle que ha tenido
elección de mujer cuerda,
y que a mi cuenta se pierda
por un ganado perdido. 95
   Santo Apolo, ¿velo o sueño?
¡Ah, Jacinto! ¿Desta suerte
sirves a tu nuevo dueño?
¡Oh dura imagen del sueño,
sombra y color de la muerte! 100
    ¿Estás en ti?
JACINTO
¡Mi Danteo!
¿Es posible que te veo?
DANTEO
¿Qué has tenido? ¿No estás bueno?
JACINTO
Sí estoy, aunque bien ajeno
del mayor bien que deseo. 105
DANTEO
   Anímate. ¿Qué has tenido?
¿Estás dormido o despierto?
JACINTO
Estoy despierto y dormido,
estoy sano, estoy herido,
estoy vivo y estoy muerto: 110
   tal me tiene mi dolor.
DANTEO
Pues duerme y vela, pastor,
y cúrate y no te cura,
y muere y vivir procura;
quizá te hallarás mejor. 115
   ¿Estás burlando del tiempo?
JACINTO
El se ha burlado de mí,
pues que ya ha llegado el tiempo
que del tiempo que perdí
estoy llorando sin tiempo. 120
DANTEO
   No más, que tu queja entiendo.
Todo tu mal comprehendo:
a Belarda a amar te inclinas.
JACINTO
Ni aun la ceniza adivinas
del fuego en que estoy ardiendo. 125
DANTEO
   No disimules conmigo.
JACINTO
¡Por Dios, Danteo, que ignoras
mi mal!
DANTEO
Antes soy testigo,
y de su boca te digo
que sé que a Belarda adoras, 130
   y porque mejor me creas,
hoy me ha dado el cargo a mí
para que la hables y veas:
y aun de su pecho entendí
que gusta que la poseas. 135
   ¡Brava ventura tuviste!
JACINTO

 (Aparte.) 

Quiérome disimular
callando el suceso triste.
¿Dónde la Pudiste hablar?
¿Adónde vella pudiste? 140
   ¡Que soy amado me cuentas!
DANTEO
Tanto, que alegre te asientas
en el trono del amor.
JACINTO
Poco sientes mi dolor
y gusto que no lo sientas. 145
   ¡Ay, falsa! ¿Que te casaste?
DANTEO
¿Qué dices?
JACINTO
Que te engañaste
en pensar que esa pastora
me quiera bien.
DANTEO
Y te adora.
JACINTO
¿Es cierto?
DANTEO
Es muy cierto.
JACINTO
Baste.
150
   Sin falta, por mano ajena,
la suerte mi vida guarda,
y que se resuelva ordena,
con la gloria de Belarda,
de mi Amaranta la pena. 155
   Irémosla luego a ver.
DANTEO
Así quedó concertado.
JACINTO
Galán me quiero poner;
que me ha tenido enlutado
de un desposorio el placer. 160
   Y pues que tantos lo van,
bien es que vaya galán.
¡Euristo!
 

(Sale EURISTO.)

 
EURISTO
¿Qué mandas?
JACINTO
Presto
trae volando a este puesto
pellico, banda y gabán. 165
 

(Vase EURISTO.)

 
DANTEO
   ¿Desposorio te enlutó?
JACINTO
Sí, porque envidia me alcanza
de ver que allí se cumplió
de dos almas la esperanza
que para mí no llegó. 170
DANTEO
    Nuevo es eso para mí,
que he estado fuera de aquí.
Hoy vine a aquesta ribera.
JACINTO
Para mí también lo fuera,
a no estar fuera de mí. 175
 

(Sale EURISTO.)

 
EURISTO
   Aquí hay recaudo; bien puedes
vestirte.
JACINTO
Muestra el pellico.
Aquesto quiero que heredes,
y de dueño no muy rico
no esperes grandes mercedes. 180
EURISTO
    ¿Qué dices?
JACINTO
Si aquesto viera
Belarda, ¡qué burla hiciera
de ver un pobre pastor
con hazañas de señor!
DANTEO
Harto bien le pareciera, 185
   pues lo que el ser no te ofrece
has por virtud alcanzado;
que tan bien el sol parece
si en un árbol resplandece
como en un techo dorado. 190
JACINTO
   Ya estoy bien. Vamos de aquí.
EURISTO
¿Mandas que vaya tras ti?
JACINTO
Ya bien te puedes quedar.
EURISTO
Pues ¿no te he de acompañar?
JACINTO
No, mientras ande sin mí. 195
 

(Vanse JACINTO y DANTEO.)

 
EURISTO
    ¿Qué novedad es aquesta,
Jacinto? ¿Qué nueva llama
así tu pecho molesta,
que cuando entierras tu dama
sales vestido de fiesta? 200
   ¿Es este acaso el tributo
del tierno llanto y del luto?
¿Son estas colores verdes
de la esperanza que pierdes
el mal sazonado fruto? 205
   ¿Si acaso el dolor espanta?
Mira, señor, si te mueres:
nunca la causa fue tanta,
pues se ha casado Amaranta,
la prenda que tanto quieres. 210
   Mírala en brazos ajenos,
y que de su gloria llenos...
Mas conviéneme que calle,
que suena gente en el valle
y es Menalca cuando menos. 215

 (Vase.) 

 

(Salen MENALCA y CORIDÓN.)

 
MENALCA
   ¿Conoces, dime, Coridón, alguno
que en todo, el Tajo, y en el mundo todo,
posea tanto bien como poseo?
Y no quiero decir pastor ninguno,
que fuera cortedad tan a mi modo 220
medir con la ventura mi deseo.
¿Viste algún rey, ufano del trofeo
de haber ganado un reino, por ventura,
en paz santa y segura
gozar su alegre estado? 225
Pues deste fuera yo tan envidiado,
que trocara del reino lo más rico
por un solo jirón deste pellico.
   No la púrpura sacra y la corona
que ciñe al claro príncipe las sienes, 230
más llenas de soberbia que de gusto;
no la parlera fama, que pregona
pequeños males como grandes bienes
en la boca del vulgo, torpe, injusto,
diciendo a voces: «Príncipe tan justo 235
excede en guerra y paz con igual mano
a Numa y a Trajano»;
ni el ver su nombre eterno
se iguala a que yo pase el duro invierno
y los calores del ardiente estío 240
contento con el bien pequeño mío.
CORIDÓN
¡Qué tal te tiene amor!
MENALCA
¿Qué tal me tiene?
Tal me tiene, gozando el bien que gozo,
que vivo como rey sin desearlo.
CORIDÓN
Furor debe de ser que te entretiene. 245
Vuelve en tu seso, descuidado mozo.
MENALCA
Coridón, por demás será buscarlo.
Dichosamente supe aventurarlo.
CORIDÓN
¿Rey te juzgas queriendo? ¡Gran locura!
MENALCA
Pues dime, ¿que ventura 250
tan próspera me aguarda
como gozar el alma de Belarda?
¿Qué reino puede haber como sus ojos,
de quien tengo y tendré ricos despojos?
CORIDÓN
¿De manera que ya, Menalca loco, 255
te habemos de llamar rey?
MENALCA
De contento.
CORIDÓN
¿Y el título ha de ser rey de Belarda?
MENALCA
A título tan alto un rey es poco.
No cabe en un pastor merecimiento,
que pobremente sus ovejas guarda; 260
un dios podrá reinar; que en Dios no hay pena.
CORIDÓN
Júpiter, como hizo en Alcumena,
podrá reinar dejándola preñada.
Pasión desenfrenada
te rige el pensamiento. 265
MENALCA
Y a ti de libertad ocioso intento.
CORIDÓN
Vuelve en tu seso: cobra tu sentido.
MENALCA
Ganado está muy bien cuando perdido.
CORIDÓN
Pues quieres que así sea, dime, cuerdo,
¿cómo podrás gozar mientras que vives 270
tu Belarda gentil?
MENALCA
Viviendo en ella.
CORIDÓN
¡Cabrás dentro muy bien!
MENALCA
Cabré en su acuerdo.
CORIDÓN
En fin, a todo engaño te apercibes.
Bien ves que no, podrás casar con ella,
porque es humilde el nacimiento della 275
para tu generoso nacimiento.
MENALCA
¡Oh, sumo atrevimiento!
Dime, ¿nació en la tierra?
CORIDÓN
En una choza, junto a aquella sierra.
MENALCA
Y yo ¿dónde nací?
CORIDÓN
Muy diferente;
280
que eres de dioses y de ilustre gente.
MENALCA
La nobleza mayor, la mayor palma,
no para en el pellico: llega al alma.
 

(Salen BELARDA y ERGASTO.)

 
BELARDA

 (A ERGASTO.) 

   Vuélvete, Ergasto, a la fuente,
que al pie del verde laurel 285
que da sombra a su corriente,
he perdido y puse en él
una cinta de la frente.
    Corre.
ERGASTO
¿Has miedo que se huya?
BELARDA
Búscala, por vida tuya. 290
ERGASTO
Ya tarde parecerá,
que el sol la habrá hurtado ya
para ceñirse la suya.
CORIDÓN
    Tu Belarda es ésta, a fe.
MENALCA
Y cuyos son los despojos 295
del alma que la entregué.
¿Cómo no pongo los ojos
adonde estampa su pie?
BELARDA
   ¡Al sol le llaman ladrón!

 (A ERGASTO.) 

¿Es esa buena razón? 300
ERGASTO
Como sus rayos dorados
de la luna son hurtados,
de los tuyos son...
BELARDA
¿Qué son?
ERGASTO
    Hurto los del sol.
BELARDA
¿Mis rayos?
ERGASTO
Tus rayos.
BELARDA
Pues ¿resplandezco?
305
ERGASTO
Tal, que si a verte me ofrezco,
trueco la vista en desmayos,
y desmayado fallezco.
BELARDA
    Basta, que sabes hablar.
ERGASTO
Ahora bien, voyla a buscar. 310
BELARDA
¡Oh, cuánto el rústico tarda!
ERGASTO

 (Aparte.) 

Haz una cosa, Belarda,
para que la pueda hallar.
BELARDA
   Acaba con tus enojos.
ERGASTO
Quiero, para que me alumbre, 315
llevar, en lugar de antojos,
un resplandor de la lumbre
de aquesos divinos ojos.
BELARDA
   ¡Qué necia filosofía!
Vete, que luz tiene el día 320
con que la puedas hallar.
ERGASTO
Voyme por no te enojar,
parte de la vida mía.

 (Vase.) 

BELARDA

 (Aparte.) 

    Mas ¡de qué suerte me tienes,
que paso de enojo a rabia! 325
¡Oh, Menalca! A tiempo vienes.
MENALCA
Siempre al tiempo que te agravia
fuerza de ajenos desdenes,
   para que mal me recibas.
BELARDA
En falsa esperanza estribas, 330
y siendo tú mi esperanza...
MENALCA
O merezco tu privanza,
o de tu gloria me privas.
   ¿Tanto a todos me adelanto?
Sin falta de mí te burlas. 335
BELARDA

 (Aparte.) 

No puedo decirte cuánto.
Pues ¿llamas pesadas burlas
verdades que pesan tanto?
MENALCA
    No más; que sin falta creo
que de tu alma poseo 340
la rendida voluntad.
BELARDA

 (Aparte.) 

Así parece verdad,
aunque te engaña el deseo.
MENALCA
   ¡Oh. Belarda, y cuán notable
se halla en ti la virtud! 345
No hay vicio más detestable
que la injusta ingratitud.
No porque en mis cosas hable;
   que no quiero persuadirte
que para tanto rendirte 350
han sido mis obras parte;
que si valgo para amarte,
no valgo para servirte.
   Que para tanto valor,
un príncipe ser quisiera, 355
y no tan pobre pastor.
BELARDA

 (Aparte.) 

En ese estado, pudiera
aborrecerte mejor.
MENALCA
    ¿Qué respondes?
BELARDA
Que tu estado
es el mejor que han honrado 360
hoy las riberas jamás,
pues hoy el más rico estás
de cuantos guardan ganado;
   y si quieres como muestras,
el más rico de contento. 365
MENALCA
Excede el alma a las muestras,
porque a lo menos que siento
me faltan palabras diestras.
   Pero toda esta riqueza
ofrecida a tu belleza 370
es un humilde caudal.
BELARDA

 (Aparte.) 

Y para quererte mal
no es muy pequeña pobreza.
   ¡Si supieses de qué suerte
te aborrezco, aunque te engaño!... 375
MENALCA
Coridón, agora advierte
si acierto a buscar mi daño
y en procurarme la muerte.
   Mírame tan bien pagado,
y tan del alma adorado 380
de aquella que de las almas
tiene más triunfos y palmas
que el propio niño vendado.
CORIDÓN
   Digo que razón te sobra.
Ama, pues tanto mereces, 385
y pon tu intento por obra;
que si mucha paga ofreces,
por una a ciento se cobra;
   que puesto que merecieras
prendas que igualar pudieras, 390
lo que falta en igualarte,
le sobra en lo que fue parte
para que tanto la quieras.
MENALCA
   Bien me has dicho, bien me enseñas
de mi empleo la ventura. 395
BELARDA

 (Aparte.) 

Pues haz cuenta que lo sueñas,
porque en balde te asegura
con palabras halagüeñas.
 

(Salen DANTEO y JACINTO.)

 
DANTEO

 (Aparte a JACINTO.) 

   ¡Buen encuentro, a no se hallar
aquéste, que, a mi pesar, 400
cada vez aquí le encuentro!
JACINTO
No tengo por buen encuentro
el que comienza en azar.
DANTEO
    Pues a fe que aquesta vez
que ha de ser azar de cedro, 405
pues tienes padre jüez.
JACINTO
Si en tales azares medro,
más negro voy que la pez.
MENALCA
   Al fin, ¿dices que eres mía?
BELARDA
Y que en mi postrero día 410
tu nombre repetiré.
MENALCA
¡Oh. Belarda! A tanta fe
otro premio se debía;
   que poco valen palabras
donde apenas obras pueden, 415
y más de un pastor de cabras;
pero pues ellas no exceden,
gusto que el pecho me abras.
   Mira tu retrato en él,
porque amor es pintor fiel; 420
sólo te diferenció
en que allí blanda te vió,
y aquí te pinta cruel.
BELARDA
   Muestra. ¿Qué es eso que veo?
abre el pecho.
MENALCA
No es ingrato:
425
daréte cuanto poseo,
si ya no has visto el deseo,
que es el cerco del retrato.
   Mas éste no lo verás,
porque no te obligue más 430
a cumplille.
BELARDA
A todo sales.
Buenos son estos corales.
MENALCA
Por estar donde tú estás.
   Espera; que ya los quito
porque los goce ese cuello. 435
BELARDA
Será si yo lo permito.
MENALCA
No hay que replicar en ello.
DANTEO

 (Aparte a JACINTO.) 

¿Has leído el sobrescrito?
JACINTO
   Por cierto, ¡a muy buen lugar
me has traído a despeñar! 440
¿Quién te dijo mi suceso?
MENALCA
¡Qué bien te están!
BELARDA
¡Bueno es eso!
Bien los sabes alabar.
   Ya sé que tienen valor.
MENALCA
Desde que ya tuyos fueron, 445
le tendrán mucho mayor,
pues parece que escogieron
de tus labios el color.
   Aunque les haces agravio,
porque tan cerca del labio 450
perderán la color suya;
mas hurtaránte la tuya.
JACINTO

 (Aparte.) 

A fe que el pastor es sabio.
BELARDA
   No sé qué te diese en pago
de este don, te certifico. 455
MENALCA
Con poco me satisfago.
BELARDA
Pero tú das como rico,
y yo como pobre pago.
JACINTO

 (Aparte.) 

   Bien lo sabe agradecer.
BELARDA
Espera: iréme a coger 460
flores que traiga en la falda,
para hacerte una guirnalda.
MENALCA
Aquí la puedes hacer.
   No quiero que te fatigues;
Coridón irá por ellas. 465
BELARDA
No quiero que así me obligues;
que veo mis dos estrellas
que con tu sombra persigues.
DANTEO

 (Aparte a él.) 

    Por ti lo dice, Jacinto,
que te ha visto.
CORIDÓN
Voyme, y pinto
470
en tus faldas un abril.

 (Vase.) 

DANTEO
A fe que es harto gentil.
JACINTO

 (Aparte.) 

Y gentil el laberinto.
   ¡Oh amor! ¿Faltábate más?
Hoy me casas mi pastora; 475
y ésta que agora me das,
para que la olvide agora,
¡cerca de casalla estás!
DANTEO

 (Aparte a JACINTO.) 

   Sentir nos tienen por ti.
BELARDA
¿Cómo le echaré de aquí? 480
Que he visto mi nueva gloria.
MENALCA

 (Aparte.) 

Siendo tuya la victoria,
¿me das la guirnalda a mí?
   Mira que no es la corona
para la frente vencida; 485
que el vencedor se corona.
BELARDA
Aquesta vez tu homicida,
Menalca, te galardona.
   ¡Ay, Dios! ¡Qué león tan fiero,
arrimado a aquel sendero, 490
por aquel repecho entró!
Mataráme.
MENALCA
Mi bien, no,
que yo moriré primero.
   Pero, ¿dónde fue? ¿Qué es dél?
Espera, que tras él voy. 495
BELARDA
¡Ay Dios! No vayas tras él;
que te matará.
MENALCA
No soy
menos animoso que él.

 (Vase.) 

BELARDA
   ¡Buena industria! Ya se fue.
¡Hola, pastor; hola, ce! 500
DANTEO
¿Llámasme a mí?
BELARDA
Y a los dos.
JACINTO
Guárdeos el cielo.
BELARDA
Y a vos,
parte de mi vida os dé.
JACINTO
   No, sino a vos de la mía;
y no digo parte della, 505
que toda es vuestra, y podría,
si os preciáis de poseella,
serlo el alma que os daría
   Por relación he sabido
que me habéis engrandecido 510
en darme nombre de vuestro.
BELARDA
Holgara veros tan diestro
en el ser agradecido;
   mas si de mí conocéis,
como yo de vos confío, 515
lo que a mi alma debéis,
en darme lo que es tan mío,
¿quién duda que lo seréis?
JACINTO
    Pues me abona ese valor,
vos seréis mi fiador, 520
y firmará la escritura
el tiempo, que ya procura
darme otra deuda mayor.
BELARDA
    Yo pienso que la tendréis,
y que debiéndoos yo a vos, 525
también vos me deberéis.
DANTEO
Si tanto os debéis los dos,
con no pagar pagaréis.
   Cumplido se ha mi deseo,
pues tan conformes os veo, 530
de ausentes enamorados.
JACINTO
Trujo el fin de mis cuidados
el nuevo bien que poseo.
   Hoy sale, aunque a su pesar,
Amaranta de mi alma, 535
y Belarda en su lugar
entra llevando la palma,
pues perdí para ganar.
   Hoy, Danteo, en nueva forma
amor en mí se transforma; 540
no sé si el amor ordena
que esté suspensa la pena,
cosa que al vivir conforma.
BELARDA
   Coridón viene. ¡Ay de mí!
Allí os podréis esconder. 545
JACINTO
Siempre, Belarda, temí
que había más que temer.
BELARDA
Mi suerte lo quiere ansí.
 

(Escóndense los dos.)

 
 

(Sale CORIDÓN con un ramo de laurel en la mano.)

 
CORIDÓN
   Belarda, de aquesta rama,
que agora laurel se llama, 550
y un tiempo Dafnes esquiva,
corona la frente altiva
del vencedor que te ama.
   Toma, enemiga cruel;
y mira si he sido fiel, 555
y lo que puedes conmigo,
pues para que mi enemigo,
corones, traigo el laurel.
   Toma, y ¡plega a Dios, si alcanza
en mi daño la venganza, 560
que el laurel que le previenes
se le marchite, en las sienes,
como lo está mí esperanza,
   o que en fuego se resuelva,
o cuando al que te idolatra 565
la suerte humana revuelva,
en los áspides se vuelva
que mataron a Cleopatra!
   Mas pues tan poco restauro,
arda en su cabeza el lauro 570
como Hércules ardió
en la camisa que dio
a Deyanira el Centauro.
   No traigo rosa ni flor,
que no serán necesarias; 575
que la corona de amor
no ha de ser de flores varias
para el constante amador.
   Y pues Menalca se jta
de la firmeza que trata, 580
toma; que bien sé, cruel,
que se la das de laurel
porque te la dé de plata.
BELARDA
   Basta, Coridón, no más;
no me trates desa suerte. 585
CORIDÓN
Pues di, ¿qué excusas darás
de haberme dado la muerte?
BELARDA
Vivo estás.
CORIDÓN
Muerto dirás.
BELARDA
   ¿Parécete que es razón
que te quiera?
CORIDÓN
Y sinrazón
590
no lo hacer.
BELARDA
Pues ¿por qué, di,
cuando Menalca está aquí
no me dices tu pasión?
CORIDÓN
   Porque te quiere, y me excede
en riquezas; que ese es rey, 595
a quien Dios se las concede,
y porque es del mundo ley
que muera el que poco puede.
   Téngole, te certifico,
aquel respeto que al rico 600
tiene el pobre, cuando acierta
a tener nobleza muerta
debajo de su pellico.
   Sé yo que te quiere bien:
¿tengo con mi mayoral 605
de ponerme ten con ten,
siendo un humilde zagal
que apenas se sabe quién?
BELARDA
   Al fin, ¿confiesas que es noble?
CORIDÓN
En lo exterior, al doble, 610
que en lo interior, decir puedo
que tanto, cruel, le excedo,
cuanto la alta palma al roble.
BELARDA
   Al fin tú, como menor,
¿le respetas?
CORIDÓN
Sí respeto.
615
BELARDA
Pues ¿por qué no tendré amor
a quien tú, como a mejor,
le guardas tanto respeto?
   Anda, vete; que estás ciego.
CORIDÓN
Eso, Belarda, no niego, 620
porque tu vista me mata.
¡Oh más que la palma ingrata,
libre del cuchillo y fuego!
BELARDA
   ¿Ingrata llamado has
a la palma?
CORIDÓN
Y creo yo
625
que tal como ella serás,
pues no dio fruto jamás
al dueño que la plantó.
   Yo fui en amarte el primero,
y del fruto desespero, 630
pues me niegas el tributo,
y vienes a dar el fruto
al pretendiente postrero.
BELARDA
   Ven acá. Si le desamas,
¿por qué siempre estás con él? 635
CORIDÓN
Porque como tú le amas,
de ti gozaré por él
estas veces que le llamas.
   Lo que a ti te enamoró,
amor amar me forzó; 640
quiere bien hasta que mueras,
que basta que tú le quieras
para que le adore yo.
   ¡Oh, ingrata Belarda! Ponte
a querer un monte fiero, 645
y a darle el alma disponte;
que pues por un monte muero,
bien puedo querer a un monte.
   Pon en un monte tu amor,
tan inmoble a mi dolor, 650
y harás que le adore y quiera,
y ¡ojalá que un monte fuera,
y que no fuera un pastor!
   Mas dime, ¿dónde se fue?
¿Aquí no quedó contigo? 655
BELARDA
Partióse, ¡ay triste!, y quedé
llorando, sin él, conmigo.
CORIDÓN
Sin fe te sobra la fe.
   Dime, ¿por qué se partió?
BELARDA
Porque aquí me defendió 660
de un león, y fue tras él.
CORIDÓN
¡León!
BELARDA
Furioso y cruel,
que deste monte bajo.
   ¡Ay, Dios! ¿Si le ha de matar?
CORIDÓN
Ten, Belarda: no me mates 665
con oirte lastimar;
que sangre te puedo dar
con que la suya rescates.
   Yo voy a hacer de manera
que viva, aunque si él muriera, 670
viviera yo; mas no es justo
que yo viva a tu disgusto,
y que tu gusto se muera.
   Sea de mi cuerpo triste
sepultura este león, 675
no de aquel a quien le diste
por vivo en el corazón,
después que muerto le viste.
   El goce de tus abrazos,
y a mí me haga pedazos, 680
que no es decente que muera
en los brazos de una fiera
el que mereció tus brazos.

 (Vase.) 

BELARDA
    ¡Qué bien se traza el engaño!
¡Hola, Jacinto!
 

(Salen JACINTO y DANTEO.)

 
JACINTO
No puedo
685
dejar de sentir mi daño,
porque fue tan cierto el miedo
cuanto fue tu desengaño.
   ¿Qué te quiere este pastor?
BELARDA
Quiere crecer tus amores. 690
JACINTO
¿Qué importa que crezca amor,
si tengo para un favor
cuarenta competidores?
   ¿Enójante mis recelos?
BELARDA
Y aún me regalan en parte. 695
JACINTO
Si me los das, pedirélos:
celos pido antes de amarte.
BELARDA
¿Son hijos de amor los celos?
JACINTO
    Sus hijos dicen que son.
BELARDA
Pues ¿cómo nacen sin padre? 700
JACINTO
No falta mucha afición,
que los cría como madre
al pecho de la razón.
BELARDA
   ¡Bien a fe! Toma, Danteo,
tuerce esta guirnalda, en tanto 705
que hablamos de mi deseo;
teje aqueste laurel santo,
por quien suspiró Peneo,
   y con esta cinta le ata.
DANTEO
Que me place.
JACINTO
Y ¿para quién?
710
BELARDA
Para el pastor que me mata.
JACINTO
No, no sus hojas le den
a quien las vuelve de plata.
   Soy tan pobre, que permito
que la goce, y me la quito; 715
porque un pobre tanto pierde,
que este laurel, siempre verde,
ya le volverá marchito.
   Mal conservamos el bien;
que es nuestra ventura tal, 720
que cuando mucho nos den,
le convertimos en mal.
DANTEO
A Menalca siento.
JACINTO
¿A quién?
DANTEO
A Menalca.
JACINTO
Pues ¡sus! vamos.
BELARDA
¿Y el verte?
JACINTO
Luego podrás,
725
que en el desposorio estamos.
BELARDA
Mil hermosuras verás.
JACINTO
La tuya sólo esperamos.
 

(Vanse JACINTO y DANTEO.)

 
 

(Sale MENALCA.)

 
MENALCA
   ¡Qué buena burla me has hecho!
Que en todo aqueste repecho 730
no hay león, ni sombra vi.
BELARDA
Ahora se fue de aquí,
y casi me lleva el pecho.
    ¿Vístele?
MENALCA
No, por mi fe.
BELARDA
Pues aunque está en otro cabo, 735
en el pecho le guardé.
Ya sé que se me hace bravo;
pero yo le amansaré.
MENALCA
   Basta, que burlas conmigo.
BELARDA
Si burlo, será por él. 740
MENALCA
Qué ¿vino?
BELARDA
Vino, te digo,
y aun otro león con él,
que debe de ser su amigo.
MENALCA
   No más burlas, mi Belarda.
Ponme el laurel, que me aguarda 745
Doristo a su fiesta y boda;
y ven conmigo, que en toda
otra mayor se te aguarda.
BELARDA
   Toma, y mira qué te pones;
que a fe que te la tejió 750
uno de aquellos leones.
MENALCA
Pues también lo seré yo
después que tú me corones.
 

(Vanse.)

 
 

(Suena grita y baile de pastores, y salen DORISTO y AMARANTA, novios; PELORO, padrino; EREUSA madrina; DÓRIDA, pastora; ERGASTO, pastor.)

 
EREUSA
    Mejor están en lo bajo,
y ordénese alguna fiesta, 755
que ya, si el baile os molesta,
descansaréis del trabajo,
y pasaremos la siesta.
Doristo, ¿estás bien sentado?
DORISTO
Júzgalo, pues tengo al lado 760
a mi dulce y cara esposa...
AMARANTA
En merecerte dichosa.
 

(Salen JACINTO y DANTEO.)

 
JACINTO
Ya llevo el color trocado.

 (Aparte a DANTEO.) 

   ¿Cómo he de poder hablar?
Danteo, da el parabién. 765
DANTEO
Muy enhorabuena estén
la prez de nuestro lugar
y la hermosura también.
DORISTO
   ¡Oh, mi Danteo! En buen hora
vengas. Cabe mí te asienta. 770
JACINTO

 (A AMARANTA.) 

Años que pierdan la cuenta
goces del bien que te adora.
Y tú te logres contenta.
AMARANTA

 (Aparte.) 

   ¡Ah, traidor! ¿Que aquí te vienes?
DORISTO
Ea, deja los parabienes, 775
y siéntate cabe mí.
JACINTO

 (Aparte.) 

¡Ay! Que adonde estás me vi,
y en el lugar que me tienes.
DORISTO
   Ergasto, dale tu lado.
JACINTO
Bien estoy aquí.
ERGASTO
Bien puedes
780
JACINTO
A ver mi muerte he llegado.

 (Aparte.) 

¡Oh, Ergasto, tantas mercedes!

 (Aparte.) 

¡Ay, falsa, que te has casado!
 

(Salen CORIDÓN y MENALCA.)

 
CORIDÓN
   Huélgome que fue mentira,
y de hallarte aquí.
MENALCA
¡Oh, señores!
785
el cielo os dé mil favores.
ERGASTO
Doristo, a Menalca mira.
DORISTO
   ¡Oh Menalca, oh mayoral!
Aquí sentaros podréis,
aunque al humilde igualéis 790
vuestra valor sin igual.
 

(Sale BELARDA.)

 
BELARDA
   No os quisiera perturbar
tan buena conversación;
mas la mucha obligación,
por fuerza me obliga a entrar. 795
   Gócense por muchos años.
AMARANTA
¡Oh mi señora Belarda!
Este lugar os aguarda.
Perdonad los ricos paños,
   que es de campo el aparato. 800
BELARDA
Y vos palacio lo hacéis.
AMARANTA
No cual vos lo merecéis,
que tenéis de reina el trato.
PADRINO
   Cesen ya de cumplimientos.
Siéntate, niña, y callad. 805
¿No veis que la soledad
hace iguales los asientos?
    Siéntate.
BELARDA
Ya estoy sentida...
Sentada quise decir.
JACINTO
Si has de hablar como sentir, 810
errarás toda la vida.
PADRINO
    ¡Buenos estamos, por Dios,
para jugar algún juego!
DORISTO
Bien dices: juéguese luego.
MENALCA
Alto: inventaldo los dos. 815
   Mas no ha de ser levantado;
por eso mirad cuál sea.
DANTEO
Yo os diré. Demos librea,
como se suele, al soldado.
CORIDÓN
    Bien dice.
DANTEO
Es de mucha ciencia.
820
ERGASTO
Sí, pero, tiene primor;
y en errando la color,
que pague su penitencia.
MADRINA
    A fe que es de regocijo;
bien le podemos jugar. 825
PADRINO
Y no hay más que comenzar,
pues que mi mujer lo dijo.
CORIDÓN
   Danteo tome la mano,
que suele ser el maestro.
DANTEO
Acudís al menos diestro. 830
ERGASTO
Siempre te excusas en vano.
    Comienza; que es tarde: acaba.
DANTEO
¡Ea, pues! Este cayado
es, señores, el soldado,
que de vestirle excusaba. 835
   Coridón diga primero
su color.
CORIDÓN
Pues yo le visto
de lo que nunca me visto.
DANTEO
Que te declares espero.
CORIDÓN
   ¿Ya no sabes que es de verde 840
la esperanza que perdí,
que nunca me la vestí?
DÓRIDA
Que se pierde, que se pierde.
DANTEO
    Calla, Dórida.
DÓRIDA
A fe mía.
MENALCA
Bien es que todos calléis, 845
que tarde le vestiréis
hablando en filosofía.
    O es verdad o es juego.
DANTEO
Basta.
Ereusa, ¿de qué le vistes?
EREUSA
De negro, color de tristes. 850
DANTEO
¿Tú, Dórida?
DÓRIDA
Color casta.
DANTEO
    ¿Tú, Doristo?
DORISTO
Colorado,
que es señal de mi alegría.
DANTEO
¿Tú, Amaranta?
AMARANTA
De la mía.
DANTEO
¿Cuál es la tuya?
AMARANTA
Leonado.
855
DANTEO
    ¿Tú, Jacinto?
JACINTO
Aunque mi vida
camina a puerto seguro,
le visto de verde oscuro,
que es esperanza perdida.
DANTEO
    ¿Tú, Ergasto?
ERGASTO
La deslealtad,
860
por quien yo tan firme he sido,
turquesado le ha vestido,
color de mi lealtad.
DANTEO
    ¿Y tú, Peloro?
PELORO
De oro,
que es la color que me agrada. 865
DANTEO
¿Y tú, Menalca?
MENALCA
Encarnada,
de aquella cruel que adoro.
DANTEO
   Eso es sangrarte en salud.
¿De qué lo vistes, Belarda?
BELARDA
Yo le visto color parda. 870
DANTEO
Es color de la virtud.
   Bien está así: comencemos.
¡Oh qué bien está vestido
este soldado polido!
¡Bravos colores tenemos! 875
   A fe que ha de ir muy galán
a la guerra que se ofrece.
¡Oh qué gallardo parece!
Todos mirándole van.
   Buena es la pluma leonada. 880
AMARANTA
Leonada.
DANTEO
Y el borceguí
no es malo, porque es turquí,
y tiene vuelta doblada.
ERGASTO
    Turquí.
DANTEO
Tardóse.
ERGASTO
No hice.
DANTEO
Adelante. El buen soldado 885
lleva jubón encarnado,
porque lo negro desdice.
 

(Está MENALCA embebido mirando a BELARDA.)

 
EREUSA
    Negro.
DANTEO
Ya dije encarnado:
pague Menalca.
JACINTO
Es ansí.
DANTEO
¡Hola, Menalca está aquí! 890
¡Hola, hola, embelesado!
    Tírale del brazo.
PADRINO
¡Hola!
MENALCA
¿Qué es eso? Encarnado.
DANTEO
¡Bien!
BELARDA
Su penitencia le den.
DANTEO
Y tú la mereces sola. 895
MENALCA
   Pues ¿ya no dije encarnado?
DANTEO
Anda, loco, embebecido.
MENALCA
Alto: penitencia pido.
PADRINO
Dénsela, que ha confesado.
DANTEO
   Yo mando que aquel laurel 900
ponga a Jacinto, y que diga
que es más digna su fatiga
de coronarse con él.
MENALCA
No mandes eso.
DANTEO
Perdona
y obedece.
MENALCA
No es razón,
905
que es un laurel de un león,
que me puso una leona.
PADRINO
   Si ha de ser, ¿qué te detienes?
MENALCA
Porque dél indigno soy,
Jacinto, el laurel te doy: 910
corona tus dignas sienes.
JACINTO
   Prosigue el juego adelante.
MENALCA
Caro me cuesta la fiesta;
dura penitencia es ésta.
BELARDA
Y a tu pecado importante. 915
MENALCA
   ¿Pecado llamas mirar?
BELARDA
Sí, porque engendra deseo.
ERGASTO
Prosigue el juego, Danteo;
que es esto nunca acabar.
DANTEO
   ¡Pardiez, que él parte brioso 920
con el capotillo verde,
claro oscuro...
CORIDÓN
Verde, verde.
DANTEO
Y que el sombrero es vistoso
   con la pluma colorada...
DORISTO
Colorada.
DANTEO
Es alegría.
925
Y la blanca...
DÓRIDA
Blanca.
DANTEO
Es mía,
porque lo negro me agrada.
MADRINA
Negro.
DANTEO
Y la cinta de oro
es buena con la roseta.
ERGASTO
No ha sido mala la treta. 930
Pague Peloro. ¡Ah, Peloro!
PADRINO
    ¿Pues?...
MADRINA
Pague el señor padrino.
PADRINO
¡Pardiez que me descuidé,
con los mozos que envié
por la harina al molino! 935
DANTEO
   Esa disculpa no abona.
Mando, con su parecer,
que Ereusa, su mujer...
PADRINO
¿Qué?
DANTEO
Le haga una mamona.
PADRINO
Obedezco, aunque es mi daño. 940
DANTEO
¿Quién la sella?
CORIDÓN
¡Por Dios, yo!
PADRINO

 (Aparte.) 

¡Qué papirote me dio!
¡Oh hi de puta, picaño!
DANTEO
   Adelante. Así que, digo
que el soldado lleva espada 945
con la guarnición dorada.
PADRINO
¡Ofrézcole al enemigo!
   Dorada, sesenta veces.
DANTEO
Y que va con tanto brío
a entrar en un desafío, 950
que se admiran los jüeces.
   Mueve la planta gallarda
con la caja al son gallardo,
con banda y gregüesco pardo...
¡Hola! ¿Qué digo, Belarda? 955
   ¡Aho! Tenemos otro bobo.
BELARDA
¿Llámanme a mí?
MENALCA
¡Bueno es eso!
¡Cielos, he perdido el seso!

 (Aparte.) 

Cogido os han con el robo.

 (Aparte.) 

   ¿Qué es esto? A Jacinto mira. 960
BELARDA
Digo, señor, que perdí.
MENALCA

 (Aparte.) 

¿Que no mirándome a mí,
tan largo espacio se admira?
DANTEO
   Yo le doy en penitencia
que a Jacinto, aquel pastor, 965
bese la mano.
MENALCA
¡Oh rigor
de inadvertida sentencia!
BELARDA
   ¿No ves que eso no es decente?
PADRINO
En el juego sí. Callad.
BELARDA
Alto, pues: si es libertad, 970
a vuestra cuenta se asiente.
JACINTO
   Toma mi rústica mano,
baja tu cielo a mi suelo,
o mi suelo suba al cielo
de tu cielo soberano. 975
 

(En dándole la mano, se pone AMARANTA el lienzo en los ojos.)

 

 (Aparte.) 

   ¡Ay, Dios! No me abrases tanto.
Hasme muerto, hasme encendido,
pues cual Icaro atrevido,
caigo en el mar de mi llanto.
   Cuando mi cuerpo mortal 980
se vuelva en ceniza poca,
este lugar de tu boca
quedará siempre inmortal;
   que del tiempo los agravios
no pueden hacerle guerra, 985
pues no ha de volverse tierra
lo que fue cielo en tus labios.
MENALCA

 (Aparte.) 

¿Qué es esto, cielo cruel?
¿Qué es esto, cielo inhumano?
¡Belarda besa su mano, 990
y yo le doy mi laurel!
   Ya no lo puedo sufrir.
Adiós, señores, que tengo
mucho que hacer; luego vengo,
luego.

 (Aparte.) 

Si vuelvo a vivir.
995

 (Vase.) 

PADRINO
   ¿Por qué Menalca se va?
BELARDA
Debe de tener qué hacer.
DANTEO
¿Al juego no hay que volver?
DÓRIDA
No vuelvas, que cansas ya.
   Amaranta, ¿por qué lloras? 1000
AMARANTA
No lloro.
DÓRIDA
Pues ¿qué es aquesto?
¿Como ese lienzo te has puesto
para eclipsar mis auroras?
   Pase de presto el ñublado;
salga el sol, muéstrese el día. 1005
AMARANTA
Ciega estoy.
DÓRIDA
Bien quedaría,
de vuestra luz eclipsado.
   ¿Quién os pudo dar enojos?
AMARANTA
Belarda, cuando pasó,
con su ropa me cegó. 1010
BELARDA
Cegaran antes mis ojos.
   ¿Fue cuando pedí la mano?
AMARANTA
Cuando la mano pediste.
bien al descuido lo hiciste;
pero matóme su mano. 1015
   Y sólo os puedo decir,
que del dolor es lo menos;
que el tener mis ojos buenos
estuvo en no la pedir.
DANTEO

 (Aparte a él.) 

   Jacinto, ¿entiendes los celos? 1020
BELARDA
¡Que no hay fiesta sin azar!
DÓRIDA

 (A AMARANTA.) 

¿Que te han venido a cegar
de pura envidia los cielos?
   ¿Que ansí tus ojos maltratan?
¿Que ansí tus ojos ofenden? 1025
Prenda amor, pues ya no prenden;
mate amor, pues ya no matan.
MADRINA
   ¡Qué! Presto se pasará
ese dolor que la escuece.
DÓRIDA
¿Y tan presto te parece 1030
para quien se muere ya?
 

(Suena grita que viene un toro; vanse las pastoras, y juegan los pastores con él, y derriba al PADRINO, que ha de estar vestido de botarga.)

 
MADRINA
   ¡Ay, triste! ¡Y qué gran rüido!
¿Si es el toro?
CORIDÓN
El mismo es.
PADRINO
Guárdenle para después
si está cansado y corrido. 1035
CORIDÓN
    Ya es tarde; él viene.
DÓRIDA
Amaranta,
huye por esa emboscada.
AMARANTA
¡Ay, pobre!
MADRINA
¡Ay, triste!
DÓRIDA
¡Ay, cuitada!
Vaya en tus pies, Atalanta.
 

(Sale el toro.)

 
CORIDÓN
Avive, señor Peloro. 1040
PADRINO
¡Ah, hosquillo, vente a mí!
ERGASTO
Venga acá, súbase aquí.
PADRINO
¡Vente a mí, torejo, toro!
CORIDÓN
   ¿Mas que coge al viejecito?
ERGASTO
Ya le cogió.
PADRINO
¡Que me muero!
1045
¡Ay, que me rompe el braguero!
No me le rompas, torito.

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