—84→
Ritmos continuos y proporcionales
-I- Mi muerte
(Ritmo binario)
óo|óo|óo|óo|óo|óo|óo|...
&
Cuando vengas tú, supremo día, yo no
quiero en torno mío, llantos, quejas ni ayes: no sagradas
preces, no rituales pompas, no macabros cirios verdes, no
siniestra y hosca faz de bonzo ignaro. Quiero yo morir consciente
y libre, en medio a frescas rosas, lleno de aire y luz, mirando
el Sol. Ni mármol quiero yo ni tumba. Pira griega,
casto y puro fuego, abrasa tú mi podre; viento alado,
lleva tú mi polvo al mar. Y si algo en mí no
muere, si algo al rojo fuego escapa, sea yo fragancia, polen,
nube, ritmo, luz, idea.
-II- Vida universal
(Ritmo cuaternario)
oooó|oooó|oooó|oooó|oooó...
&
Se disipó la saturnal melancolía del
Invierno, y al prolífico regreso de las brisas tropicales,
se derriten los nevados del volcán, se desvanecen
las nostálgicas neblinas de los lagos. Desgarró
Naturaleza su ropaje de aridez,
—85→
de oscuridad y de tristeza:
coronándose de blancos azahares, se apercibe a su
divino desposorio con el Sol. Las misteriosas, las miríficas
potencias de la vida, por arterias invisibles se derraman
de los cielos a la Tierra, de los seres a las cosas, palpitando
en las raíces de los bosques, desbordando en las entrañas
de los mares.
-III- La incertidumbre de Kouang-Tseo
(Ritmo proporcional)
Soñaba un día ser voluble mariposa: ya volando
por encima de los huertos y los ríos, ya posándome
en el délfico nectáreo de las flores ¿me acordaba
yo de que en el mundo respirara un tal Kouang-Tseo? Desperté
de súbito, me vi Kouang-Tseo y al instante dije: -Mi
existencia de voluble mariposa ¿fue viviente realidad o vano
sueño? ¿Soy yo el Kouang-Tseo que soñaba ser
la mariposa o soy tal vez la mariposa que estará soñando
ser Kouang-Tseo?
-IV- Perdón
(Ritmo proporcional)
Naturaleza, más
que bondadosa madre, pérfida madrastra ¡cómo
nos engaños y nos burlas! Tú nos llevas de
la infancia a la vejez, de la vejez al gran abismo, persiguiendo
bienes que nos huyen, atisbando soles que no existen, Tú
nos das la sed de frescas aguas cristalinas; y la fuente
salvadora pones lejos de los labios, en región inaccesible.
Nos inspiras el anhelo de subir a las alturas;
—86→
y con hierros
infrangibles a las rocas de la Tierra nos enclavas. Nos infundes
la esperanza de vivir eterna vida; y a la nada nos arrojas
sin piedad y con desprecio, que nos creas y nos tratas como
al heno de los campos o al insecto de las charcas. Mas, oh
dura madre, te perdono el trago acerbo de la muerte; con
el alma te perdono toda burla y todo engaño- tú
nos diste la mujer.
-V- La duda
(Ritmo ternario)
ooó|ooó|ooó|ooó|ooó...
&
A mis ojos el mar, a mis plantas la arena. Se esfuman
en oro de nimbos arcaicos las nieblas de plata, y azula los
montes el Sol matutino. Velada mujer misteriosa -¡Partamos!-
me dice. Con mano de hierro, me coge la mano, me arrastra,
me empuja a la nave. ¿Quién eres? pregunto. Si hermosa,
te sigo por islas y golfos, en calma y tormenta, por años
y siglos. El velo replega: divina hermosura- la Helena de
Paris, la Venus de Milo.
-¿Tu nombre?- Me llamo la Duda,
la fiel compañera del sabio, la vista del ciego, la
fuerza del débil. La Fe me proscribe, la Ciencia me
aclama -¡Partamos, partamos! ¡Gloriosa la vida vivida contigo!
¡Dichosa la muerte venida por ti!
—87→
Notas En estas breves líneas
prescindimos de toda nomenclatura clásica. Las sílabas
acentuadas y no acentuadas de nuestro idioma ninguna semejanza
tienen con las largas y las breves de la lengua latina; y
cuando decimos dáctilo a un trisílabo esdrújulo,
anapesto a un trisílabo agudo, coreo a un disílabo
llano y yambo a un disílabo agudo, damos el mismo
nombre a cosas muy diferentes, aventurándonos a incurrir
en muchos equivocaciones.
Aunque
algunos metros clásicos obedecieran a leyes acentuales
(como, por ejemplo, el hexámetro, el pentámetro,
etc.) la métrica latina se basaba en las combinaciones
de largas y breves; y aunque en el verso castellano ocurran
algunas leyes cuantitativas (como, por ejemplo, la equivalencia
de los finales esdrújulos, llanos y agudos) nuestra
versificación se funda en el acento. No cabe negar
que poseamos sílabas largas y sílabas breves;
pero, al tratarse de versificación, hemos convenido
en establecer el isocronismo de los sílabas, reconociendo
que su diferenciación estriba únicamente en
el acento. Un octosílabo, sea cual fuere el valor
cuantitativo de sus sílabas, tiene ocho tiempos. No
poseemos Métrica sino Rítmica; y Schlegel decía
muy bien al afirmar que «los antiguos medían las sílabas,
en tanto que los modernos las pesan».
Si
para Saint-Beuve y Théodore de Banville «la rima es
la única armonía del verso», para Boileau:
La rime est une esclave,
et ne dois qu' obéir.
La cadencia viene primero:
Ayez pour la cadence
une oreille sévere.
Inspirándose
en Boileau, los preceptistas castellanos podrían decir
que el acento es el amo y debe ser obedecido. Hay hermosas
composiciones sin rima; pero no cabe imaginar verso castellano
sin acentos disciplinados. En nuestra lengua fracasaron las
tentativos de aclimatar el hexámetro, por una sola
causa: los aclimatadores no se cuidaron mucho de la acentuación,
como no se cuidan hoy algunos poetas, llegando al extremo
de escribir composiciones dignos de equipararse con el amorfo
Poema del Cid, y la Adoración de los Reyes. Calcan
el verso libre de Gustave Kohn, de Emile Verhaeren y de Francis
Vielé Griffin, olvidando que el ritmo de la poesía
francesa no es acentual ni puede servirnos de modelo sin
contrariar la índole de nuestro idioma.
—88→
Sustituimos
los pies con los elementos rítmicos. Llamamos elementos
rítmicos a una sílaba acentuado o tónica,
seguida o precedida por sílabas no acentuadas o átonas.
Si la tónica precede, tenemos el elemento rítmico
descendente; si lo contrario, el elemento rítmico
ascendente.
Elementos rítmicos decendentes:
Líra.-
Cándido- Préstamelo.
Elementos rítmicos
ascendentes:
Mujér-
Ilusión- Insensatéz.
En resumen:
Dos
elementos binarios,
Dos
elementos ternarios,
Dos
elementos cuaternarios.
Los quinarios, sextarios, etc.,
entran como elementos disonantes.
La
sucesión melódica de elementos rítmicos
produce el ritmo verbal. Y decimos verbal, en vez de sólo
poético, dado que la bueno prosa no carece de ritmo.
El ritmo será descendiente o ascendiente, según
comience por elemento rítmico descendente o ascendente.
El olvido de esta división hizo a los hombres como
Sinibaldo de Mas no conceder mucha importancia a la primera
sílaba de los versos y considerar homorrítmicos
a estos dos:
Con sus
visos de rósa, de zafir y piola,
Náce
el cóncavo nácar de la már fulgénte.
Ignoramos si habremos
conseguido acertar al dividir el ritmo en:
Perfecto.-
Proporcional
Mixto.-
Disonante.
En el perfecto, que también podríamos
llamar continuo, se repite el mismo elemento rítmico:
Ensálce al verde
láuro vóz canóra (HERRERA)
El
temór de los lóbos tal véz las retrájo
(MAS)
Tranquilaménte
modulándo su ronquido intermináble,
ofrecen
un ejemplo de ritmos perfectos: binarios, ternarios y cuaternarios.
En el proporcional,
se suceden y alternan ad libitun los elementos binarios y
cuaternarios, con exclusión de los demás. El
verso:
En pos el cáno
invierno innundára de escárcha (MAS)
se compone
de tres binarios, un cuaternario y otro binario.
En
el mixto, dos o más elementos de las mismas clases
preceden o siguen a dos o más elementos de clase diferente,
como en este endecasílabo:
Entónan
himnos de amór y placér (MAS)
donde dos binarios
van seguidos de dos ternarios, o como en este:
y
por última véz su alcázar ira (ESPRONCEDA)
donde dos ternarios preceden a dos binarios.
—89→
En
el disonante, una serie del mismo elemento va precedida,
cortada o rematada por un elemento diferente, produciéndose
una disonancia inicial, intermedia o final.
Disonancia
inicial:
Me
muéstras a véces el róstro enojáda
(MAS)
Disonancia intermedia:
Cuándo
en válle florido, espéso, umbróso (GARCILASO)
Disonancia final:
Sentimiénto
profúndo, letál melancolia (MAS)
Los
poetas castellanos suelen usar disonancias de quinario, sextario,
etc. como:
Arbitro de
la páz y de la guerra (OLMEDO)
El
príncipe con su négra partido (BERMÚDEZ)
Del vérso deliciosamente
escrito (B. L. de ARGENSOLA)
El
véllo, flóres de su primavéra (GÓNGORA)
En los polirritmos sin rima, como en todas las demás
composiciones de este libro, hemos admitido una sola, disonancia,
aun en los versos de diecisiete sílabas.
Nos ha parecido
conveniente poner a la cabeza de ciertas composiciones un
esquema rítmico. Por una ó representamos toda
sílaba tónica o acentuada y por una o. la sílaba
átona o no acentuada:
Esquema de líra óo
Esquema de cándido óoo
Esquema de préstamela óooo
Esquema de mujér oó
Esquema de ilusión ooó
Esquema de insensatéz oooó
Separamos por una rayita
vertical .|. los elementos rítmicos y señalamos
con un guión .-. los hemistiquios. El esquema del
verso:
Los reflejos
del íris con colór luciénte (MAS)
ooó|ooó|o-oó|oó|o
Si los ritmos perfectos y los proporcionales admiten una
disonancia, si debe establecerse por ley que al introducirla
en el verso no desaparece la melodía, el endecasílabo
puede ofrecer nuevas formas, que implican el acento en la
quinta sílaba, sin contar el ensayo de la página
97. (Pág. 54 de esta edición).
—90→
ESQUEMAS:
(a) óo | oó
| óo | óoo | óo
(b)
óo | oó | óoo | óo | óo
© óooo |
óo | óoo | óo
(d)
óooo | óoo | óo | óo
EJEMPLO:
EL GRAN DOCTOR.
(a)Mar
profundo, inmenso mar de los cosas
(b)¿Puede
acaso el hombre sondar tu abismo?
(b)¿Qué
del mundo alcanzan a ver sus ojos?
©
¿Sabe si el granito goza y padece?
©
¿Sabe si las flores sienten y piensan?
(a)
Todo ignora y hoy dogmático afirma;
(b) Todo ignora,
y niego mañana osado.
(a)
Niño sempiterno, presume el hombre
(d)
Ser el infalible doctor del Cosmos.
—93→
Trozos de vida
—94→
ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIÓN
Iniciamos
con estos versos la publicación de las obras inéditas
de Manuel González Prada. Un simple motivo sentimental
nos ha inducido a dar la preferencia a «Trozos de Vida»:
comenzado en 1918, la muerte (22 de Julio de ese mismo año)
le impidió terminarlo. Tiene, pues, este libro -que
debería titularse «ULTIMA VERBA», como sus dos composiciones
finales- el interés particular de haber sido íntegramente
escrito durante los seis últimos meses de la vida
del autor.
El libro
va al público en la forma exacta en que fue encontrado
entre los manuscritos de González Prada. El lector
notará la diferencia entre la filosofía de
las composiciones de la Primera Parte y la del mayor número
de las agrupadas en la Segunda Parte, la Sección I,
la Sección II y la Sección III. ¿Pensaba el
autor dividir el libro en sólo dos partes, distribuyendo
ulteriormente los poemas de las tres Secciones en los lugares
más apropiados de las Partes Primera y Segunda? ¿Proyectaba
una Tercera Parte? No hemos osado interpretar su pensamiento,
y publicamos el manuscrito en su orden original, dejando
a cada lector la libertad de conjeturar el agrupamiento definitivo
de los poemas.
A. G. P.
—96→
Primera parte
—97→
Al hogar arrojan leña, y helado, exánime estoy. ¿Quién mi yerto
ser anima con un soplo de calor? Quemarán en
vano selvas,
5 porque el frío guardo yo muy adentro,
muy adentro, en mi propio corazón.
En la noche más obscura, tras
la niebla más opaca,
10 vi levantarse a lo lejos
una hermosa mano blanca. Hoy al Sol de pleno día,
desde las tumbas me llama, convertida en mano negra,
15 esa hermosa mano blanca.
¡Oh
el arcano de la muerte! ¡Oh el misterio de la vida! ¡Quién perforara la sombra! ¡Quién resolviera
el enigma!
20 Puede ser que nada encierre esa bóveda
infinita: es acaso el Universo una inmensa nuez vacía.
—98→
-¡Misterio, siempre misterio!
25 Dime, oh noche constelada, ¿Qué sabes tú
de la vida, del ayer y del mañana, de los hombres
y del Cosmos? -Rompe tu silencio y habla...
30 De lejano
sol desciende estentórea carcajada.
¡Oh tragedia de los seres! ¡Oh miseria
del vivir! ¿A quién no apiada el tormento
35
universal y sin fin? Ríe, goza y en el colmo del gozar y del reír esconderás en tu pecho
el horror de ser feliz.
40
Esa podre y ese barro que
huellas hoy con tus pies fueron pétalos de rosa,
fueron labios de mujer; y las rosas y los labios
5 en que cifras hoy tu bien serán en próximo
día podre y barro de otros pies.
—99→
No se altera
el firmamento con mi muerte o con mi vida: ¿Qué
importo yo a las estrellas? ¿Qué a los soles una
hormiga? Hablo al cielo, y calla el cielo
5 ocultando
un doble enigma: el por qué de mi llegada y
el por qué de mi partida.
Oigo
a través de mi puerta un rumor de pasos leves:
10 alguien llega cauteloso, piensa entrar, y se detiene.
¿La ventura o la desgracia? ¿La paz, la vida o la muerte?
Venga la muerte o la vida,
15 todo me es indiferente.
¡Ir sin ir a parte alguna,
caminar por descaminos, siempre ocultando en el pecho
la carcoma del hastío!
20 Creo llevar en mis
hombros cien montañas de granito: no hay un
peso tan pesado como el peso de sí mismo.
—100→
Noche de paz y de olvido,
25 noche
eterna y sin mañana, adorméceme al amparo
de tus sombras invioladas. Dulce noche de la tumba,
cuerpo devórame y alma.
30 ¿Por qué nacer
a la vida? ¿Por qué surgir de la nada?
¿Hay dicha como la dicha de dormir
eternamente en la calma del sepulcro,
35 al amor de
los cipreses? Salve a ti, Naturaleza, madre piadosa
y clemente que junto al mal de la vida pusiste el bien
de la muerte.
40
De las frutas
a los hombres, todo lleva su gusano, todo guarda en
sí la muerte como funesto legado. Carne joven
nos dormimos
45 y carroña despertamos, que en
la vigilia y el sueño nos va royendo el gusano.
—101→
¿Todo acaba con la muerte o en la
tumba renacemos
50 a felices avatares, progresando y
ascendiendo? Otros sueñen...2 Yo en la muerte
sólo veo la sumersión pavorosa
55 en un
mar de sombra y hielo.
Callen
el sabio y el necio, pues ignoran necio y sabio si
late un pecho en la roca, si piensa un alma en el árbol.3
60
¿Quién ha visto nunca
un hombre? ¿Quién ha visto al noble ser, todo
equidad y justicia, todo amor y todo bien, sin el pecho
saturado
65 con el veneno y la hiel? Hoy sólo
existe el gorila, el hombre está por nacer.
—102→
Oh gorila mal pulido, el
reptil te dio su mano,
70 su mandíbula el felino
y su lengua el papagayo. ¡Cómo denuncias tu
origen, ser lascivo y sanguinario en quien descubro
y desprecio
75 a mi legítimo hermano!
¿Dónde el licor de la Tierra
sin las heces de amargura? ¿Dónde el beso y
el abrazo sin la sospecha o la duda?
80 Se divisa el
esqueleto a través de la hermosura; bajo ungüentos
olorosos toda carne huele a tumba.
¡Pobres
seres confinados
85 en un yo de mira estrecha! Si en
ninguno penetramos, nadie en nosotros penetra. Solos
vamos en la triste soledad de la conciencia,
90 solos
morimos y solos nos pudrimos en la huesa.
—103→
Oh corazones viriles que en vuestro
oculto sagrario, como fuego de vestales,
95 arda el
odio justo y santo. Para víctima y verdugo no
haya miel en vuestros labios: sed escudo para el bueno
y cuchillo para el malo.
100
El
campo cruzo de antiguo, miserable cementerio. ¿En dónde
el polvo del malo? ¿En dónde el polvo del bueno?
Si la misma suerte espera
105 a Nerón y a Marco
Aurelio, en el mártir y en el héroe hay
acaso un par de necios.
Con
la boca siempre muda y el alma siempre tranquila,
110 voy cruzando los furiosos huracanes de la vida. ¿La
sinagoga o el templo? ¿La pagoda o la mezquita? Orar
no saben mis labios
115 ni plegarse mis rodillas.
—104→
Al vaivén de las ideas, desvanecidos
giramos, confundiendo eternamente lo verdadero y lo
falso.
120 Hoy vemos blanco lo negro, mañana
negro lo blanco: sin fe en la vida, vivimos; sin esperanza,
esperamos.
En el viaje por
la Tierra,
125 eternamente cansados, sin momento de
reposo, caminamos, caminamos. Hasta en el lecho de
plumas, a la sombra de un palacio,
130 hay fatiga en
la fatiga, no hay descanso en el descanso.
Oh Pitágoras, mi ser divinamente
desmaya al sentir la vibración
135 de una armonía
lejana. No es la armonía que tú bajar
del cielo escuchabas: es la cuerda de un violín,
es la tripa de una cabra.
140
—105→
Felicidad
¿quién te goza? Eres tú, Felicidad, el
encantado recinto que se ronda sin cesar, que se palpa
con los ojos,
145 donde no se entra jamás, porque
un genio maldecido arrojó la llave al mar.
¡Qué sabemos si es la dicha
verdadera de los hombres
150 mantener su inteligencia
en las sombras de la noche, habitar la misma casa
que habitaron sus mayores, sembrar un palmo de tierra
155 y abrazar a Maritornes!
¡Qué
sabemos si el acaso es la fuente de la vida, si la
Nada nos aborta y la Nada nos victima!
160 ¡Si de todas
las quimeras si de todas las mentiras, es la mayor
la esperanza en el bien y en la justicia!
—106→
Surge siempre a nuestros ojos
165 la
Muerte abriendo sus fauces. ¡Pobres hijos de la Tierra,
devorados por la madre! De nada sirven los ruegos
a los pies de los altares,
170 nada obtienen, nada logran,
las rodillas al plegarse.
¿Dónde
el hijo predilecto de la madre sin entrañas? Ella al malo como al bueno
175 pulveriza y anonada: dura piedra de molino, igualmente desbarata a rubio
grano de trigo y a seca brizna de paja.
180
Ir creyendo y esperando ¡imperdonable
locura! Sin pensar si bogaremos con estrellas o con
Luna, sin preguntar si las olas
185 nos darán
mañana tumba, indiferentes vayamos por los mares
de la duda.
—107→
Ni verdades las
verdades ni mentiras las mentiras.
190 Para rumbo del
cerebro ¿Dónde hallar la estrella fija? Todo
sombras y apariencias; todo vago, todo gira en la caótica
noche
195 de una cueva sin salida.
Bebí
de todos los ríos, mas no templaron mi sed:
todas las aguas me dieron ansia mayor de beber:
200
dulce sabor al probarlas, dejo de muerte después...
Fuente de verdad y vida ¿Dónde, dónde
te hallaré?
Ser el
microbio o el hombre,
205 el monarca o el gañán,
el impecable y el justo o el abyecto y criminal; ser la palmera o el liquen, el ruiseñor o el jaguar,
210 la podredumbre o la rosa, todo viene a ser igual.
—108→
Morir en carro de triunfo
o en el fangal de un camino, por el virus de una fiebre
215 o el trabuco de un bandido; yacer en tumba de mármol,
servir de pasto al felino o ir al fondo de una cloaca,
todo equivale a lo mismo.
220
No
miremos en la muerte un blando lecho de rosas ni muramos
al arrullo de esperanza halagadora. Nadie sabe si en
el seno
225 inviolado de la fosa nuevos males nos asaltan,
nuevos tigres nos devoran.
No
imaginemos un padre compasivo a los clamores,
230 un
buen padre restañando los heridos corazones. Si hay un ser omnipotente, rey de hormigas y de soles,
es acaso tan injusto
235 como nosotros los hombres.
—109→
El que todo lo pudiera (Pues a todo alcanza un Dios) derramar los bienes pudo
y «sólo quiso el dolor».
240 Impasible mira el
reino del ser inicuo y feroz, porque tiene inteligencia
mas no tiene corazón.
No
hay verdades sin mentiras
245 ni mentiras sin verdades.
El gran misterio del Todo no comprende acaso nadie.
Mar sin fondo y sin orillas, universo impenetrable,
250 quizá te ignoras tú mismo: eres Dios
y no lo sabes.
¡Ve lo implacable y lo helado de ese
mudo firmamento! ¡Lo solitario del mundo sin los amigos
de un tiempo! Atrás no vuelvas los ojos,
5 vive
siempre del momento sin cuidarte del pasado: el pasado
hiede a muerto.
—110→
Haz de tu
pecho una esfera de bien forjado metal:
10 todos la
rocen; ninguno logre en ella penetrar. En los zarzales
del hombre no florece la bondad, y la mano del amigo
15 suele cambiarse en puñal.
¿Siete
veces fuiste madre? Pues maldita siete veces por los
siete condenados al suplicio de la muerte.
20 Oh mezquino
amor del hombre, por suprema gloria tienes, la deforme
y asquerosa rotundidad de los vientres.
Montaña
excelsa, no sueñes
25 el verdor primaveral: deja
al llano las fruiciones de la vil fecundidad. Arropada
en nieve eterna, como en armiño imperial,
30
sigue a la mujer estéril, ten su noble majestad.
—111→
¡Vanidad pueril del hombre!
¡Soñarse el amo y el rey de la Tierra y de los
mundos!
35 W un gusano ¿por qué? Nadie sabe lo
escondido en el pobre, humilde ser que los hombres
desdeñamos y aplastamos con el pie.
40
Bajo un cielo azul y rosa, nube de
palomas blancas en la verdura del campo, como perlas,
se desgrana; mientras sombríos pesares
45 vienen
y anidan en mi alma, como un enjambre de cuervos en
una torre arruinada.
¡Quién
arrojara de sí la bondad y la clemencia
50 para
hacer del corazón un duro trozo de piedra! ¡Quién,
al fin, lograra ser el Nerón de la leyenda,
el sereno espectador
55 en el circo de las fieras!
—112→
Mendigando luz y vida, sujeta
al yugo solar, por ignorados caminos, madre Tierra
¿dónde vas?
60 Vayas, Tierra, donde fueres, la
dicha en ti reinará, cuando muda y sola gires
muerta al fin la Humanidad.
Contemplando
cielo y Tierra
65 por crecido monte voy; mas ¿qué
diviso a distancia? ¿Son acaso insectos? son un pontífice
supremo y un soberbio emperador...
70 Nada cómo
las alturas para perder la ilusión.
¡Qué sabbat de formas vanas!
¡Qué girar vertiginoso de ilusorias apariencias!
75 Todo miente, engaña todo. ¡Cuán distinto
el Universo de lo que dicen los olas! «No hay pulida
tez de raso «A través de un microscopio».4
80
—113→
Por delante las tinieblas, las tinieblas por detrás, y fría mano de
hierro en la eterna obscuridad. No diré de dónde
vengo
85 ni dónde voy a parar: sólo sé
que vivo y muero, y no sé ni creo más.
Paso a paso, mas de frente,
siguen su marcha los hombres,
90 despojándose
del bruto, alejándose del bosque. A los hombres
de mañana serán los de hoy inferiores,
como son a Byron y Hugo
95 pieles rojas u hotentotes.
Agoreras aves lanzan a
los aires sus graznidos, y sobrecoge las almas pavoroso
calofrío.
100 Roja mano rasga el fondo del negro
espacio infinito, y escribe en letras de llama: no
vencerás al Destino.
—114→
Estalla
el campo en verdor,
105 en azul el firmamento, y en
un espasmo carnal se estremece el Universo; mas vuela
en torno de mí, entra al fondo de mi pecho
110 y me estruja el corazón la fría mano del
tedio.
Con el hacha de la
Ciencia cruza el mundo la Razón y viejos troncos
derriba
115 en las selvas del error. ¿Dónde irán
los desvaríos de senil superstición?
Todos los dioses murieron, y no está muy sano Dios.
120
Noche eterna del Invierno,
ventosa noche glacial, menos dura a la intemperie
que en abrigado boudoir. Nada infunde tanta pena
125 como oír en la ciudad, el aullido clamoroso
de los perros sin hogar.
—115→
Van,
como flechas de plata, por sobre el mar las gaviotas,
130 zabullen, cogen la presa y a la bruma se remontan.
El hombre cruza la Tierra, como el pájaro las
ondas: llega, causa el mal y muere
135 sin dejar eco
ni sombra.
Ven, oh Quimera,
y huyamos lejos del mundo, muy lejos: apesta el hombre,
y la vida es un mar de sangre y cieno.
140 No me importa
que tus garras se hundan todas en mi pecho, si tus
alas me remontan a la luz del firmamento.
Turba humana, concebida
145 en la infamia
y el oprobio ¿Vales más que nauseabunda pululación
de microbios? Lejos ya de tus miserias, de tu sangre
y de tu lodo,
150 a las cumbres de la muerte, libre
asciendo, libre y solo.
—116→
Harto
vivo yo de siervos y de abyecta Humanidad. Rebeldía
¿dónde existes?
155 Razas libres ¿dónde estáis?
En mi Olimpo, ya sin Dioses, sólo perdura tu
altar, sólo no muere tu culto, oh divina libertad.
160
Dime, oh pobre muchedumbre
¿No sabrás romper los hierros? ¿Temblarás
siglos de siglos Ante el palacio y el templo? Quien
de terrestres tiranos
165 no sufre yugo en el cuello,
soporta humilde y cobarde la tiranía del cielo.
Si en las miriadas de mundos
existe un mundo viril,
170 si hay un astro de rebeldes,
oh muerte, llévame ahí. Seres libres,
mis hermanos ¿En qué planeta vivís? ¿No
se oculta en otra parte
175 cuanto yo persigo aquí?
—117→
En las nupcias misteriosas
de la Tierra con el Cielo, despiden luz los rosales
y dan olor los luceros.
180 Yo mi frente al polvo inclino
en profundo desaliento, que ante el dombo constelado
de ser hombre me avergüenzo.
Posadero,
da posada
185 al cansado peregrino. Bajo dosel de cipreses,
dame un lecho duro y frío; porque el sueño
que me agobia no es un sueño fugitivo:
190 es
un sueño interminable, es un sueño de granito.
En la paz del cementerio,
ventoso día sin sol, se mecían los cipreses
195 con fatídico rumor. Yo pensé cuál
encerraba menos vida de los dos, un cadáver
en la tumba o en mi pecho el corazón.
200
—118→
Su poder revela el Cosmos del paquidermo
al gusano, desde el granillo de arena hasta la mole
del astro; y en la marcha de los mundos
205 lo mismo
importan acaso una ciudad destruida y un hormiguero
anegado.
Para las leyes del
Cosmos no hay lo bueno ni lo malo,
210 que son distingos
del hombre la buena acción y el pecado. No lleva
el tigre la culpa por lo fiero y sanguinario, ni tiene
mérito el lirio
215 por lo bello y perfumado.
¿Quién oyó jamás
un grito doloroso de mis labios? ¿Quién vio
jamás en mi rostro húmeda sombra de llanto?
220 Sin estrechos confidentes, yo he sido el cofre sellado:
más allá de la epidermis no he sufrido
los contactos.
—119→
El pasado
reina oculto
225 en el fondo de las almas, y la voz
de los abuelos detiene al mundo en su marcha. Vivo
en lucha sin descanso, que esta raza no es mi raza,
230 que este siglo no es mi siglo: yo debí nacer
mañana.
El vapor vomita
el humo en espesas bocanadas, y entre chirridos de
hierros
235 emergen húmedas anclas. ¡Quién
a la nave subiera y en la nave se alejara! Tú
me achicas, tú me ahogas, aire infecto de la patria.
240
Los tremendos cataclismos
sufre mudo y resignado: sé la roca en la firmeza,
el hombre fuerte de Horacio. Ruegos, lágrimas,
ofrendas,
245 todo es inútil y vano. ¿Qué
dolores conmovieron la eterna paz de los astros?
—120→
¡Cómo
vemos tu grandeza en la clara inmensidad, cómo
escuchamos tu acento en la voz del huracán,
oh Dios que todo lo llenas
5 con tu infinita bondad, que eres el padre amoroso, y que no existes quizá!
Hombre henchido de falaz
y risible presunción,
10 deja ya de ver en ti
el predilecto de un Dios. Bien lo dice Omar Khayyam:
«No se ocupa el Hacedor de gusanos como tú
15 ni de hormigas como yo».
¿Por
qué temblar y gemir ante la faz del abismo?
la muerte acaso nos da la anestesia del olvido.
20 A
la sombra del ciprés, en el mármol duro
y frío, olvidaremos quizá el horror de
haber vivido.
—121→
¡Benditos sean
los soles,
25 los volcanes del espacio, donde la vida
no existe, donde no hay dolor ni llanto! ¡Horror al
mundo viviente, que la vida está anunciando
30 la aparición de la muerte, la podredumbre del
astro!
¡Funesta ley de los
seres! ¿Quién no fue verdugo un día?
¿Quién recorrió su existencia
35 sin destrozar
una vida? Para mosquito y oruga, nuestra mansa golondrina
es un monstruo sin entrañas, es un ave de rapiña.
40
¿Quién eres hombre
siniestro que a mis ojos cruzas hoy? Sin haberte visto
nunca, conocerte pienso yo. Te aborrezco y te maldigo
45 pues me dice el corazón que tú fuiste
mi verdugo en una vida anterior.
—122→
Omar
Khayyam, no a mis labios la ardiente copa de vino,
50 no a mi cerebro la niebla del beodo empedernido.
Si el abismo de la muerte es aterrante y sombrío,
yo quiero ver con mis ojos
55 los horrores de ese abismo.
¿Por qué sucumben los
buenos en las luchas de la vida? ¿Por qué disfrutan
los malos de poder, riqueza y dicha?
60 Por el sueño
inoportuno: la Providencia divina, como el Homero de
Horacio, algunas veces dormita.
—124→
Segunda parte
—125→
¡Deliciosas las vagancias al muriente Sol de Otoño! Lejos yo de las ciudades
abstraído voy y solo... Solo no, que están
conmigo
5 las encinas y los olmos, las montañas
y los astros, mis amigos silenciosos.
Madre
Tierra ¡cuántas veces, con la ternura de hermano,
10 abracé los recios troncos, besé los
duros peñascos! Yo me siento unido a todo con
estrechos, dulces lazos, que todos somos tus hilos,
15 la roca, el hombre y el árbol.
No
apachurres un insecto ni deshojes una rosa: la bondad
se alberque en tu alma como el diamante en la roca.
20 Dejo al malo las maldades, al manzanillo su sombra,
al tigre el diente y la garra, al escorpión
la ponzoña.
—126→
Cierro
puertas y ventanas,
25 velo el sol, apago luces y derramo
en el ambiente un exquisito perfume. Un ebriedad inefable,
mi alma vibra y se difunde
30 entre colores fragantes
y entre músicas azules.
Implacable
leñatero con el hacha embiste al árbol:
cada golpe repercute
35 como un ¡ay! desesperado. La savia corre, y sus gotas horror me infunden y espanto:
en las heridas de un tronco veo sangre de un hermano.
40
Son los alciones: dejando
el limpio cielo de Grecia, van a través de las
brumas hacia «el mar de las sirenas». Mas al verme
en su camino
45 sobre mí revolotean y de sus
picos destilan doradas gotas de néctar.
—127→
¿Habré
sido en otras vidas ave libre, nunca en jaula?
50 ¿He
volado por las cumbres de gigantesco Himalaya? No lo
sé; mas de repente vago recuerdo me asalta y acongojado me siento
55 por la ausencia de unas alas.
¡Cuántas veces de improviso,
sin razón ni causa alguna, me anega un mar de
inefable, de seráfica dulzura!
60 Esa dulzura
es acaso la amorosa, tierna angustia de un abuelo que
ha mil años duerme en la paz de la tumba.
¿Qué sabemos de las vidas?
65 Nadie alcanza a develar los misterios escondidos en el duro pedernal. Esos montes de granito sienten
y piensan quizá,
70 viven tal vez una vida de silente
idealidad.
—128→
¿Por qué
de súbita pena siento el alma ennegrecida? Despedacé con mis plantas
75 una hermosa flor de
lila. ¿Por qué rebosa mi pecho de inusitada
alegría? En el jardín anegado, salvé
del agua una hormiga.
80
Yo quisiera
serlo todo: la peña, el musgo, el rosal, la
paloma de los bosques y el infusorio del mar. Yo
quisiera difundirme
85 en la etérea inmensidad
y sentir las convulsiones del amor universal.
Como fuera de mi centro, «Vivo
sin vivir en mí»,
90 si vivir podrá llamarse
un mecánico existir. Busco la paz y el silencio:
solo y encerrado en mí, quiero hallarme y
poseerme,
95 quiero sentirme vivir.
—129→
Cae
lluvia diluviana, sopla un viento embravecido. ¡Ay
del huérfano en harapos y del pobre sin abrigo!
100 ¡Ay también de los polluelos arrojados de sus
nidos! ¡Ay también de los insectos arrastrados
por los ríos!
No
es el Cosmos un imperio
105 con su plebe y su nobleza:
iguales hombres e insectos, rangos no hay en la existencia.
Invisibles hilos de oro van del gusano a la estrella,
110 y a la muerte de un microbio mundo y cielo acaso tiemblan.
Dicha en todo: ni un gemido
oyen tierra, mar y viento; paz en todos: siempre
juntos
115 andan lobos y corderos. ¿Quién obraba
tal prodigio? Con el transcurso del tiempo, Dios se
había humanizado, era al fin clemente y bueno.
120
—130→
¡Cuánto enseñas
a los hombres, India sabia y precursora! En los bosques
primordiales eres tú la magna trocha. Por
ti vemos (tras el móvil
125 simulacro de las formas)
la unidad de la substancia, la identidad de las cosas.
Sueño yo morir con
muerte bonancible, sublimada,
130 sin dolores en el
cuerpo ni congojas en el alma: entre la luz del ocaso,
ascender a una montaña, Y como vago perfume,
135 evaporarme en la Nada.
Nunca
digamos: yo el hombre, yo la planta o yo la roca. Todo
es uno , bajo el velo de los nombres y las formas;
140 todo es uno en la divina identidad de las cosas.
Somos el mar infinito, desde que somos la gota.
—131→
Oblicuo sol del ocaso
145 atraviesa
mi ventana: en los haces luminosos áureos corpúsculos
danzan. Átomos de oro tejiendo una loca zarabanda
150 ¿Serán también las ideas en mi cerebro
anidadas?
La torpe herencia
española no me abruma con su carga, el ambiente
de la cuna
155 no me asfixia con sus miasmas: vivo yo la
hermosa vida de la ciencia emancipada, y extirpé
de mi cerebro la inmunda lepra judaica.
160
-Soy la gran Naturaleza, soy el principio
y el fin. Hombre necio ¿no me sientes darte la vida
y vivir? ¿Por qué tras dioses grotescos
165 vas
en locura febril cuando tienes a la madre, cuando me
tienes a mí?
—132→
¡Ojalá
nacieran rosas en rosales sin espinas!
170 ¡Ojalá
se humanizaran tigres y aves de rapiña! ¡Ojalá
no hubiera muerte ni dolores en la vida! ¡Ojalá
los seres todos
175 disfrutaran de la dicha!
Yo no quiero en mi agonía verdes
cirios ni oraciones: inundadme de perfumes, cubridme
todo de flores.
180 ¡Quién se hiciera polvo y nada,
oh buen sepulcro, en tu noche, sin las náuseas
al gusano, sin el hedor de la podre!
¡Ser
quisiera el vaso lleno
185 de sublimado licor, sin guardar
el sedimento del antropoide feroz! ¡lo bello, siempre
lo bello! Como el divino Platón,
190 vivo sediento
y hambriento de la belleza interior.
—133→
Quiero
yo lanzar de mi alma lo mezquino y lo menguado,
como se arroja del cuerpo
195 los girones de un harapo. Quiero el bloque de mi vida cincelar año tras
año para morir convertido en griega estatua
de mármol.
200
—134→
I
¿Qué
deseo, qué me falta? No sabré decirlo yo;
mas guardo en mi alma un abismo de mortal desolación.
Cruzo el mar, escalo el monte
5 y los brazos tiendo
al Sol... Universo, tú no alcanzas a llenar
mi corazón.
¡Oh las
noches de verano, todo luz y todo paz,
10 en que el
hálito bebemos de un oculto más allá!
¡Oh la inefable delicia de ascender y naufragar
en el piélago infinito
15 de la vida universal!
¿Soy el engendro monstruoso
de la nada y del acaso? No lo sé, mas siempre
ansío remontarme a los espacios.
20 Quiero yo
cernir mi vuelo por lo ignoto y lo inviolado, aunque
mis alas se fundan en las hogueras de un astro.
—135→
Lo amo todo: en mi desborda
25 una
ternura infinita; yo anegara el universo en un mar
de eternas dichas. Un divino parentesco une a mi vida
la vida
30 de la paloma y del tigre, del rosal y de
la ortiga.
¡Oh la hermosura
del campo con su diadema de rosas! Yo las cojo, yo
las beso,
35 yo me embriago con su aroma. ¡Quién
amara! ¡Quién viviera en dulcísimas congojas
y muriera respirando la fragancia de una rosa!
40
En el sueño me circundan
cien fantásticas bellezas, y tendiéndome
los brazos, viene a mí la más perfecta;
mas al querer yo estrecharla,
45 se disipa en una niebla
con albor de nebulosas y fragancia de azucenas.
—136→
Mi corazón se estremece
y en las ondas de un perfume
50 deja el nido de mi pecho.
¿Para qué se aleja y sube? Para vivir en coloquios
estrechísimos y dulces con el alma de una rosa
55 encarnada en una nube.
Hay
en mi frente una idea vaporosa, inmaterial, perseguida
eternamente y no alcanzada jamás.
60 Gran locura,
la locura de agitarse por hallar la quimera de un cerebro,
un engaño, y nada más.
Día
lóbrego de invierno;
65 mas se rasga un nubarrón,
e ilumina las montañas un relámpago de
Sol. ¡Hórrida vida mi vida! ¡Negra aflicción
mi aflicción!
70 ¿Cuándo el invierno de mi
alma tiene su rayo de amor?
—137→
En
mar sin olas ni brisas soy la nave siempre anclada. ¡Oh monótona existencia
75 sin amorosas borrascas!
Si no me ofreces, oh vida, la feliz pasión de
un alma, dame el tormento infinito de un amor sin esperanza.
80
¿Guardo yo reminiscencias
de otros mundos y otras vidas? ¿De pasiones siderales
llevo cálidas cenizas? ¿Por qué la negra
nostalgia,
85 la tenaz melancolía? Me han herido
en otra parte, y aquí me sangra la herida.
Un exótico perfume en torno
mío se esparce,
90 y resuena en mis oídos
ultraterrestre lenguaje. ¿Qué invisible ser
me busca al fallecer de la tarde? ¿Es la amada que
impaciente
95 me espera en Venus o Marte?
—138→
II
Callen la rama
y el nido; la más hermosa canción no
la modulan el mirlo, el turpial ni el ruiseñor.
Venid, poned el oído
5 y escuchad mi corazón:
en él su canto divino está cantando el
amor.
En una noche sin sueño,
en pocas horas no más,
10 comprendí lo
que eran siglos y viví la eternidad. En lecho
de ascuas y espinas, presa de duda mortal, me decía
yo con miedo
15 ¿Me querrá? ¿No me querrá?
Fueron la vida y el mundo
una eterna lobreguez, ya son el mundo y la vida
un perpetuo amanecer.
20 Mas ¿qué produjo en el
orbe tanta luz y tanto bien? Atravesó las alturas
blanca forma de mujer.
—139→
Era
inmenso mar con aguas
25 de amarguísimo sabor;
mas dulzura de panales esas aguas tienen hoy. ¿Qué
denso enjambre de abejas ríos de miel destiló?
30 Tú endulzaste el mar inmenso con una gota
de amor.
Yo entiendo ya cuanto
dicen a las arenas las olas, a los nevados los cóndores,
35 a la flor las mariposas. El Amor -el gran políglota
que habla todos los idiomas- me explicó los
tiernos diálogos de los seres y las cosas.
40
Huye el pájaro, sediento
de aire, libertad y sol; persiguiendo luz y dicha,
se me escapa el corazón: va con alas invisibles
45 donde en sueños vivo yo, donde una rosa con
alma da su perfume de amor.
—140→
En mi pecho vibra un canto, un tierno
canto de amores. Oh canción de primavera, cruza
el llano y cruza el monte, busca el sitio embalsamado
5 con el ámbar de las flores y si miras una rosa,
va y salúdala en mi nombre.
¿El
viento llora o se ríe? ¿Nace el alba o muere el
sol?
10 ¿De tristeza o de alegría lleno está
mi corazón? Vago en mundo de quimeras, y en
mi ser, uniendo estoy con dolor que sabe a dicha
15
dicha que sabe a dolor.
El
pensar no me fatiga ni me tortura el sentir, porque
no siento ni pienso, porque duerme todo en mí.
20 A media luz, encerrado en «la torre de marfil»,
gota a gota saboreo la dulzura de vivir.
—141→
Soñé dormir en la tumba.
25 ¡Oh fatídica visión! Me asaltaban los
gusanos con famélico furor. Y el gusano que
sin tregua me roía el corazón,
30 el voraz,
el implacable, eras tú, mi dulce Amor.
Amor, combate y arroja la miseria
terrenal: vive, siempre, nunca mueras...
35 ¡Sueño
el perenne durar! Naturaleza los bienes con injusta
mano da: para el hombre, corta vida; para sí,
la Eternidad.
40
Medianoche
en el reloj, rudos toques a mi puerta. -¿Quién
a deshora me llama? -Tu futura compañera: Felicidad
es mi nombre;
45 abre y mis brazos estrecha... Ser feliz
me dio pavura, mas temblando abrí la puerta.
—142→
Yo sentí que a medianoche
una suave y tibia mano
50 arrancaba de mi pecho el
corazón a pedazos. -¿Quién eres, dije, oh
verdugo? -El Amor, me contestaron: vengo a brindarte
los goces
55 del perfecto enamorado.
Fijo
dolor terebrante, muerte de horrible agonía, eso eres tú, la Encontrada, la Buscada noche y
día.
60 Mas sigue, sigue rompiendo mis secretas,
nobles fibras... Oh mi dolor, oh mi muerte, no hay
sin ti placer ni vida.
Mi
corazón atraviesa
65 un puñal de triple filo
y torturan mi cerebro apasionados delirios. Amorosas,
crueles penas, os acepto y os bendigo:
70 al hundirme
en el sepulcro, diré gozoso ¡He vivido!
—143→
¿Mis días? Celos y dudas,
sin momentos de bonanza. ¿Mis noches? Largos insomnios,
75 sueños de agónicas ansias. Amor tirano,
implacable: hierro hundido en mis entrañas,
si te dejo, me destrozas, y si te arranco, me matas.
80
Al verme pálido y triste
por amores de mujer, se burlaron en mis barbas una
ortiga y un clavel. Río, campo, monte, nube,
85 se burlaron a su vez; y como todos reían,
me reía yo también.
¿A
santidad o a belleza otorgaremos la palma?
90 Vengo
Thais oliendo a nardo, quede en su mugre la santa.
Al ver triunfar la hermosura, escandalízate y rabia,
oh peste negra del mundo,
95 gazmoñería
cristiana.
—144→
-¿Qué decir
a la belleza que espantada de la luz, va con su horror
al pecado y su tufo a cirios? -¡Uf!...
100 Oh mujeres,
sedlo todo; mas no sois la virtud. Busquen al divino
esposo las Teresas de Jesús.
A
la margen de un arroyo
105 (Por supuesto bullidor) un
imbécil se detuvo en hondísima abstracción.
Viendo en el agua su imagen y suspirando de amor...
110 Mas aquí termina el cuento: el imbécil
era yo.
Infierno, cielo, quimeras
de la estólida ignorancia: todo, en la mente
del hombre;
115 fuera de su mente, nada. Cuando furiosa
me miras, ardo en infierno de llamas; cuando me ves
amorosa, atesoro un cielo en mi alma.
120
—145→
III
Viendo nacer
las estrellas, al morir la luz del Sol, por la arena
de las playas solitario y mudo voy. En mi ausente amada
pienso;
5 y ¡oh prodigio del amor! cabe todo el universo
en mi amante corazón.
En
la mitad del otoño, un olor de primavera
10 viene
y embriaga mi pecho: es que mi amada se acerca. A la
luz del mediodía, el sudario de una niebla envuelve
al sol del estío:
15 es que mi amada se aleja.
Si no encierra tu hermosura
lo divino en lo perfecto, dime el lunar de tu cara,
la imperfección de tu cuerpo.
20 Yo en los febriles
arranques de mi amor demente y ciego, olvidaré
tus hechizos y adoraré tu defecto.
—146→
Un sol de gloria en el cielo,
25 soplos
de mirra en el campo, quejas de amor en el nido, frutas
de miel en el árbol, labios de fuego y de néctar
apretándose a mis labios...
30 Y ¡hay quienes
llaman al mundo valle de muerte y de llanto!
¿Tú brotaste de las olas o
descendiste de un astro? No lo sé; mas encarnaste
35 mi glorioso ideal pagano. Tus miradas y tus besos
para siempre me dejaron luz de aurora en las pupilas,
miel de panal en los labios.
40
¡Benditos
sean tus ojos siempre dulces para mí! ¡Benditos
sean tus labios con su eterno sonreír! Mas no
extrañes si en mi enojo
45 te maldijera yo a ti:
en la lengua del amante maldecir es bendecir.
—147→
Oh la amada, van mis sueños
más allá del dombo azul
50 y florece mi
alma al beso de tu fresca juventud. ¿Es primavera o
invierno? ¿Reina la noche o la luz? Para mí
no hay universo,
55 el universo eres tú.
¡Brevedad de la existencia! Huyen
horas, días y años, como arroyos de la cumbre,
como saetas del arco.
60 Afanémonos hoy día
por amar y ser amados... Mañana el sol y la
luna nos buscaron sin hallarnos.
Huye
rápida la vida,
65 y el instante que se va se
va dejando un consejo: «Apresúrate a gozar». Bien el sabio lo decía: «Vete a dividir tu pan
70 con la esposa o la manceba; no te importe lo demás».
—148→
En mi estancia velo a solas
y de ternura desmayo entre el bíblico perfume
75 del cinamomo y del nardo. Ven, oh amada: estoy sediento
de los besos de tus labios, de esos besos pecadores,
sabiamente prolongados.
80
Como
un vino generoso me emborrachan tus caricias. Ven y
el fuego de tus venas a mis venas comunica, ven y la
miel de tus labios
85 entre mis labios desfila... ven
y dame aquella muerte más ansiada que la vida.
Para mí tus labios
son y tus pechos, oh mi amada.
90 Oloroso nardo en flor,
para mí tu aroma exhalas. Fuente oculta en el
jardín, con siete sellos sellada, tú
reservas para mí
95 la frescura de tus aguas.
—149→
No la nada del ateo ni el
paraíso del santo. ¿Sabes tú lo que deseara
tras de muchos, dulces años?
100 En la noche
del sepulcro despertar de cuando en cuando y gozar
por un instante el placer de haberte amado.
¿Qué planetaria mansión
105 será mañana mi edén? ¿Porqué
región sideral en futuro viaje iré? Oh
planeta el más feliz, no tendrás cumplido
bien,
110 si careces del amor, si te falta la mujer.
En mi pecho no hay borrascas
ni celosas, cruentas lidias. Van sin penas ni amarguras
115 deslizándose mis días, como por suave
pendiente agua mansa y cristalina. ¡Oh gloriosa y envidiable
serenidad de mi vida!
120
—150→
¡Sideral
magnificencia! ¡Arde en soles el espacio! Ven y el
cielo contemplemos, estrechamente abrazados. Oh la
adorada en la Tierra,
125 la noble y fiel, yo te emplazo
a vivir futuras vidas en los reinos de los astros.
—151→
Ultima verba Ida la luz de mi sol,
se difunde en mi existencia una tenue claridad de crepúsculo
y de estrella. Convidándome a dormir,
5 surge
un eco de la tierra, y la muerte aguardo ya Sin buscarla
ni temerla.
¿Qué me
importa si mi cielo obscurece ya la noche?
10 No te
amé jamás, oh mundo, negro charco de vibriones.
Al puede ser de la tumba voy sin pena ni temores,
con el asco por la vida,
15 con el desprecio a los hombres.