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  —84→  

ArribaAbajoRitmos continuos y proporcionales


ArribaAbajo-I-

Mi muerte


(Ritmo binario)

óo|óo|óo|óo|óo|óo|óo|... &

Cuando vengas tú, supremo día, yo no quiero en torno mío, llantos, quejas ni ayes: no sagradas preces, no rituales pompas, no macabros cirios verdes, no siniestra y hosca faz de bonzo ignaro. Quiero yo morir consciente y libre, en medio a frescas rosas, lleno de aire y luz, mirando el Sol. Ni mármol quiero yo ni tumba. Pira griega, casto y puro fuego, abrasa tú mi podre; viento alado, lleva tú mi polvo al mar. Y si algo en mí no muere, si algo al rojo fuego escapa, sea yo fragancia, polen, nube, ritmo, luz, idea.




ArribaAbajo-II-

Vida universal


(Ritmo cuaternario)

oooó|oooó|oooó|oooó|oooó... &

Se disipó la saturnal melancolía del Invierno, y al prolífico regreso de las brisas tropicales, se derriten los nevados del volcán, se desvanecen las nostálgicas neblinas de los lagos. Desgarró Naturaleza su ropaje de aridez,   —85→   de oscuridad y de tristeza: coronándose de blancos azahares, se apercibe a su divino desposorio con el Sol. Las misteriosas, las miríficas potencias de la vida, por arterias invisibles se derraman de los cielos a la Tierra, de los seres a las cosas, palpitando en las raíces de los bosques, desbordando en las entrañas de los mares.




ArribaAbajo-III-

La incertidumbre de Kouang-Tseo


(Ritmo proporcional)

Soñaba un día ser voluble mariposa: ya volando por encima de los huertos y los ríos, ya posándome en el délfico nectáreo de las flores ¿me acordaba yo de que en el mundo respirara un tal Kouang-Tseo? Desperté de súbito, me vi Kouang-Tseo y al instante dije: -Mi existencia de voluble mariposa ¿fue viviente realidad o vano sueño? ¿Soy yo el Kouang-Tseo que soñaba ser la mariposa o soy tal vez la mariposa que estará soñando ser Kouang-Tseo?




ArribaAbajo-IV-

Perdón


(Ritmo proporcional)

Naturaleza, más que bondadosa madre, pérfida madrastra ¡cómo nos engaños y nos burlas! Tú nos llevas de la infancia a la vejez, de la vejez al gran abismo, persiguiendo bienes que nos huyen, atisbando soles que no existen, Tú nos das la sed de frescas aguas cristalinas; y la fuente salvadora pones lejos de los labios, en región inaccesible. Nos inspiras el anhelo de subir a las alturas;   —86→   y con hierros infrangibles a las rocas de la Tierra nos enclavas. Nos infundes la esperanza de vivir eterna vida; y a la nada nos arrojas sin piedad y con desprecio, que nos creas y nos tratas como al heno de los campos o al insecto de las charcas. Mas, oh dura madre, te perdono el trago acerbo de la muerte; con el alma te perdono toda burla y todo engaño- tú nos diste la mujer.




ArribaAbajo-V-

La duda


(Ritmo ternario)

ooó|ooó|ooó|ooó|ooó... &

A mis ojos el mar, a mis plantas la arena. Se esfuman en oro de nimbos arcaicos las nieblas de plata, y azula los montes el Sol matutino. Velada mujer misteriosa -¡Partamos!- me dice. Con mano de hierro, me coge la mano, me arrastra, me empuja a la nave. ¿Quién eres? pregunto. Si hermosa, te sigo por islas y golfos, en calma y tormenta, por años y siglos. El velo replega: divina hermosura- la Helena de Paris, la Venus de Milo.

-¿Tu nombre?- Me llamo la Duda, la fiel compañera del sabio, la vista del ciego, la fuerza del débil. La Fe me proscribe, la Ciencia me aclama -¡Partamos, partamos! ¡Gloriosa la vida vivida contigo! ¡Dichosa la muerte venida por ti!





  —87→  

ArribaAbajoNotas

En estas breves líneas prescindimos de toda nomenclatura clásica. Las sílabas acentuadas y no acentuadas de nuestro idioma ninguna semejanza tienen con las largas y las breves de la lengua latina; y cuando decimos dáctilo a un trisílabo esdrújulo, anapesto a un trisílabo agudo, coreo a un disílabo llano y yambo a un disílabo agudo, damos el mismo nombre a cosas muy diferentes, aventurándonos a incurrir en muchos equivocaciones.

Aunque algunos metros clásicos obedecieran a leyes acentuales (como, por ejemplo, el hexámetro, el pentámetro, etc.) la métrica latina se basaba en las combinaciones de largas y breves; y aunque en el verso castellano ocurran algunas leyes cuantitativas (como, por ejemplo, la equivalencia de los finales esdrújulos, llanos y agudos) nuestra versificación se funda en el acento. No cabe negar que poseamos sílabas largas y sílabas breves; pero, al tratarse de versificación, hemos convenido en establecer el isocronismo de los sílabas, reconociendo que su diferenciación estriba únicamente en el acento. Un octosílabo, sea cual fuere el valor cuantitativo de sus sílabas, tiene ocho tiempos. No poseemos Métrica sino Rítmica; y Schlegel decía muy bien al afirmar que «los antiguos medían las sílabas, en tanto que los modernos las pesan».

Si para Saint-Beuve y Théodore de Banville «la rima es la única armonía del verso», para Boileau:

La rime est une esclave, et ne dois qu' obéir.

La cadencia viene primero:

Ayez pour la cadence une oreille sévere.

Inspirándose en Boileau, los preceptistas castellanos podrían decir que el acento es el amo y debe ser obedecido. Hay hermosas composiciones sin rima; pero no cabe imaginar verso castellano sin acentos disciplinados. En nuestra lengua fracasaron las tentativos de aclimatar el hexámetro, por una sola causa: los aclimatadores no se cuidaron mucho de la acentuación, como no se cuidan hoy algunos poetas, llegando al extremo de escribir composiciones dignos de equipararse con el amorfo Poema del Cid, y la Adoración de los Reyes. Calcan el verso libre de Gustave Kohn, de Emile Verhaeren y de Francis Vielé Griffin, olvidando que el ritmo de la poesía francesa no es acentual ni puede servirnos de modelo sin contrariar la índole de nuestro idioma.

  —88→  

Sustituimos los pies con los elementos rítmicos. Llamamos elementos rítmicos a una sílaba acentuado o tónica, seguida o precedida por sílabas no acentuadas o átonas. Si la tónica precede, tenemos el elemento rítmico descendente; si lo contrario, el elemento rítmico ascendente.

Elementos rítmicos decendentes:

Líra.- Cándido- Préstamelo.

Elementos rítmicos ascendentes:

Mujér- Ilusión- Insensatéz.

En resumen:

Dos elementos binarios,

Dos elementos ternarios,

Dos elementos cuaternarios.

Los quinarios, sextarios, etc., entran como elementos disonantes.

La sucesión melódica de elementos rítmicos produce el ritmo verbal. Y decimos verbal, en vez de sólo poético, dado que la bueno prosa no carece de ritmo.

El ritmo será descendiente o ascendiente, según comience por elemento rítmico descendente o ascendente. El olvido de esta división hizo a los hombres como Sinibaldo de Mas no conceder mucha importancia a la primera sílaba de los versos y considerar homorrítmicos a estos dos:

Con sus visos de rósa, de zafir y piola,

Náce el cóncavo nácar de la már fulgénte.

Ignoramos si habremos conseguido acertar al dividir el ritmo en:

Perfecto.- Proporcional

Mixto.- Disonante.

En el perfecto, que también podríamos llamar continuo, se repite el mismo elemento rítmico:

Ensálce al verde láuro vóz canóra (HERRERA)

El temór de los lóbos tal véz las retrájo (MAS)

Tranquilaménte modulándo su ronquido intermináble,

ofrecen un ejemplo de ritmos perfectos: binarios, ternarios y cuaternarios.

En el proporcional, se suceden y alternan ad libitun los elementos binarios y cuaternarios, con exclusión de los demás. El verso:

En pos el cáno invierno innundára de escárcha (MAS)

se compone de tres binarios, un cuaternario y otro binario.

En el mixto, dos o más elementos de las mismas clases preceden o siguen a dos o más elementos de clase diferente, como en este endecasílabo:

Entónan himnos de amór y placér (MAS)

donde dos binarios van seguidos de dos ternarios, o como en este:

y por última véz su alcázar ira (ESPRONCEDA)

donde dos ternarios preceden a dos binarios.

  —89→  

En el disonante, una serie del mismo elemento va precedida, cortada o rematada por un elemento diferente, produciéndose una disonancia inicial, intermedia o final.

Disonancia inicial:

Me muéstras a véces el róstro enojáda (MAS)

Disonancia intermedia:

Cuándo en válle florido, espéso, umbróso (GARCILASO)

Disonancia final:

Sentimiénto profúndo, letál melancolia (MAS)

Los poetas castellanos suelen usar disonancias de quinario, sextario, etc. como:

Arbitro de la páz y de la guerra (OLMEDO)

El príncipe con su négra partido (BERMÚDEZ)

Del vérso deliciosamente escrito (B. L. de ARGENSOLA)

El véllo, flóres de su primavéra (GÓNGORA)

En los polirritmos sin rima, como en todas las demás composiciones de este libro, hemos admitido una sola, disonancia, aun en los versos de diecisiete sílabas.

Nos ha parecido conveniente poner a la cabeza de ciertas composiciones un esquema rítmico. Por una ó representamos toda sílaba tónica o acentuada y por una o. la sílaba átona o no acentuada:

Esquema de líra óo

Esquema de cándido óoo

Esquema de préstamela óooo

Esquema de mujér

Esquema de ilusión ooó

Esquema de insensatéz oooó

Separamos por una rayita vertical .|. los elementos rítmicos y señalamos con un guión .-. los hemistiquios. El esquema del verso:

Los reflejos del íris con colór luciénte (MAS)

ooó|ooó|o-oó|oó|o

Si los ritmos perfectos y los proporcionales admiten una disonancia, si debe establecerse por ley que al introducirla en el verso no desaparece la melodía, el endecasílabo puede ofrecer nuevas formas, que implican el acento en la quinta sílaba, sin contar el ensayo de la página 97. (Pág. 54 de esta edición).

  —90→  

ESQUEMAS:

(a) óo | oó | óo | óoo | óo

(b) óo | oó | óoo | óo | óo

© óooo | óo | óoo | óo

(d) óooo | óoo | óo | óo

EJEMPLO: EL GRAN DOCTOR.

(a)Mar profundo, inmenso mar de los cosas

(b)¿Puede acaso el hombre sondar tu abismo?

(b)¿Qué del mundo alcanzan a ver sus ojos?

© ¿Sabe si el granito goza y padece?

© ¿Sabe si las flores sienten y piensan?

(a) Todo ignora y hoy dogmático afirma;

(b) Todo ignora, y niego mañana osado.

(a) Niño sempiterno, presume el hombre

(d) Ser el infalible doctor del Cosmos.





  —93→  

ArribaAbajoTrozos de vida

  —94→  

ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIÓN

Iniciamos con estos versos la publicación de las obras inéditas de Manuel González Prada. Un simple motivo sentimental nos ha inducido a dar la preferencia a «Trozos de Vida»: comenzado en 1918, la muerte (22 de Julio de ese mismo año) le impidió terminarlo. Tiene, pues, este libro -que debería titularse «ULTIMA VERBA», como sus dos composiciones finales- el interés particular de haber sido íntegramente escrito durante los seis últimos meses de la vida del autor.

El libro va al público en la forma exacta en que fue encontrado entre los manuscritos de González Prada. El lector notará la diferencia entre la filosofía de las composiciones de la Primera Parte y la del mayor número de las agrupadas en la Segunda Parte, la Sección I, la Sección II y la Sección III. ¿Pensaba el autor dividir el libro en sólo dos partes, distribuyendo ulteriormente los poemas de las tres Secciones en los lugares más apropiados de las Partes Primera y Segunda? ¿Proyectaba una Tercera Parte? No hemos osado interpretar su pensamiento, y publicamos el manuscrito en su orden original, dejando a cada lector la libertad de conjeturar el agrupamiento definitivo de los poemas.

A. G. P.



  —96→  

ArribaAbajoPrimera parte

  —97→  

    Al hogar arrojan leña,
y helado, exánime estoy.
¿Quién mi yerto ser anima
con un soplo de calor?
Quemarán en vano selvas,  5
porque el frío guardo yo
muy adentro, muy adentro,
en mi propio corazón.

En la noche más obscura,
tras la niebla más opaca,  10
vi levantarse a lo lejos
una hermosa mano blanca.
Hoy al Sol de pleno día,
desde las tumbas me llama,
convertida en mano negra,  15
esa hermosa mano blanca.

¡Oh el arcano de la muerte!
¡Oh el misterio de la vida!
¡Quién perforara la sombra!
¡Quién resolviera el enigma!  20
Puede ser que nada encierre
esa bóveda infinita:
es acaso el Universo
una inmensa nuez vacía.
—98→

-¡Misterio, siempre misterio!  25
Dime, oh noche constelada,
¿Qué sabes tú de la vida,
del ayer y del mañana,
de los hombres y del Cosmos?
-Rompe tu silencio y habla...  30
De lejano sol desciende
estentórea carcajada.

    ¡Oh tragedia de los seres!
¡Oh miseria del vivir!
¿A quién no apiada el tormento  35
universal y sin fin?
Ríe, goza y en el colmo
del gozar y del reír
esconderás en tu pecho
el horror de ser feliz.  40

(Omar Khayyam)                




    Esa podre y ese barro
que huellas hoy con tus pies
fueron pétalos de rosa,
fueron labios de mujer;
y las rosas y los labios  5
en que cifras hoy tu bien
serán en próximo día
podre y barro de otros pies.

  —99→  
(Omar Khayyam)                




    No se altera el firmamento
con mi muerte o con mi vida:
¿Qué importo yo a las estrellas?
¿Qué a los soles una hormiga?
Hablo al cielo, y calla el cielo  5
ocultando un doble enigma:
el por qué de mi llegada
y el por qué de mi partida.

    Oigo a través de mi puerta
un rumor de pasos leves:  10
alguien llega cauteloso,
piensa entrar, y se detiene.
¿La ventura o la desgracia?
¿La paz, la vida o la muerte?
Venga la muerte o la vida,  15
todo me es indiferente.

    ¡Ir sin ir a parte alguna,
caminar por descaminos,
siempre ocultando en el pecho
la carcoma del hastío!  20
Creo llevar en mis hombros
cien montañas de granito:
no hay un peso tan pesado
como el peso de sí mismo.
—100→

    Noche de paz y de olvido,  25
noche eterna y sin mañana,
adorméceme al amparo
de tus sombras invioladas.
Dulce noche de la tumba,
cuerpo devórame y alma.  30
¿Por qué nacer a la vida?
¿Por qué surgir de la nada?

    ¿Hay dicha como la dicha
de dormir eternamente
en la calma del sepulcro,  35
al amor de los cipreses?
Salve a ti, Naturaleza,
madre piadosa y clemente
que junto al mal de la vida
pusiste el bien de la muerte.  40

    De las frutas a los hombres,
todo lleva su gusano,
todo guarda en sí la muerte
como funesto legado.
Carne joven nos dormimos  45
y carroña despertamos,
que en la vigilia y el sueño
nos va royendo el gusano.
—101→

    ¿Todo acaba con la muerte
o en la tumba renacemos  50
a felices avatares,
progresando y ascendiendo?
Otros sueñen...2
Yo en la muerte sólo veo
la sumersión pavorosa  55
en un mar de sombra y hielo.

    Callen el sabio y el necio,
pues ignoran necio y sabio
si late un pecho en la roca,
si piensa un alma en el árbol.3  60

    ¿Quién ha visto nunca un hombre?
¿Quién ha visto al noble ser,
todo equidad y justicia,
todo amor y todo bien,
sin el pecho saturado  65
con el veneno y la hiel?
Hoy sólo existe el gorila,
el hombre está por nacer.
—102→

    Oh gorila mal pulido,
el reptil te dio su mano,  70
su mandíbula el felino
y su lengua el papagayo.
¡Cómo denuncias tu origen,
ser lascivo y sanguinario
en quien descubro y desprecio  75
a mi legítimo hermano!

    ¿Dónde el licor de la Tierra
sin las heces de amargura?
¿Dónde el beso y el abrazo
sin la sospecha o la duda?  80
Se divisa el esqueleto
a través de la hermosura;
bajo ungüentos olorosos
toda carne huele a tumba.

    ¡Pobres seres confinados  85
en un yo de mira estrecha!
Si en ninguno penetramos,
nadie en nosotros penetra.
Solos vamos en la triste
soledad de la conciencia,  90
solos morimos y solos
nos pudrimos en la huesa.
—103→

    Oh corazones viriles
que en vuestro oculto sagrario,
como fuego de vestales,  95
arda el odio justo y santo.
Para víctima y verdugo
no haya miel en vuestros labios:
sed escudo para el bueno
y cuchillo para el malo.  100

    El campo cruzo de antiguo,
miserable cementerio.
¿En dónde el polvo del malo?
¿En dónde el polvo del bueno?
Si la misma suerte espera  105
a Nerón y a Marco Aurelio,
en el mártir y en el héroe
hay acaso un par de necios.

    Con la boca siempre muda
y el alma siempre tranquila,  110
voy cruzando los furiosos
huracanes de la vida.
¿La sinagoga o el templo?
¿La pagoda o la mezquita?
Orar no saben mis labios  115
ni plegarse mis rodillas.
—104→

    Al vaivén de las ideas,
desvanecidos giramos,
confundiendo eternamente
lo verdadero y lo falso.  120
Hoy vemos blanco lo negro,
mañana negro lo blanco:
sin fe en la vida, vivimos;
sin esperanza, esperamos.

    En el viaje por la Tierra,  125
eternamente cansados,
sin momento de reposo,
caminamos, caminamos.
Hasta en el lecho de plumas,
a la sombra de un palacio,  130
hay fatiga en la fatiga,
no hay descanso en el descanso.

    Oh Pitágoras, mi ser
divinamente desmaya
al sentir la vibración  135
de una armonía lejana.
No es la armonía que tú
bajar del cielo escuchabas:
es la cuerda de un violín,
es la tripa de una cabra.  140
—105→

    Felicidad ¿quién te goza?
Eres tú, Felicidad,
el encantado recinto
que se ronda sin cesar,
que se palpa con los ojos,  145
donde no se entra jamás,
porque un genio maldecido
arrojó la llave al mar.

    ¡Qué sabemos si es la dicha
verdadera de los hombres  150
mantener su inteligencia
en las sombras de la noche,
habitar la misma casa
que habitaron sus mayores,
sembrar un palmo de tierra  155
y abrazar a Maritornes!

    ¡Qué sabemos si el acaso
es la fuente de la vida,
si la Nada nos aborta
y la Nada nos victima!  160
¡Si de todas las quimeras
si de todas las mentiras,
es la mayor la esperanza
en el bien y en la justicia!
—106→

    Surge siempre a nuestros ojos  165
la Muerte abriendo sus fauces.
¡Pobres hijos de la Tierra,
devorados por la madre!
De nada sirven los ruegos
a los pies de los altares,  170
nada obtienen, nada logran,
las rodillas al plegarse.

    ¿Dónde el hijo predilecto
de la madre sin entrañas?
Ella al malo como al bueno  175
pulveriza y anonada:
dura piedra de molino,
igualmente desbarata
a rubio grano de trigo
y a seca brizna de paja.  180

    Ir creyendo y esperando
¡imperdonable locura!
Sin pensar si bogaremos
con estrellas o con Luna,
sin preguntar si las olas  185
nos darán mañana tumba,
indiferentes vayamos
por los mares de la duda.
—107→

    Ni verdades las verdades
ni mentiras las mentiras.  190
Para rumbo del cerebro
¿Dónde hallar la estrella fija?
Todo sombras y apariencias;
todo vago, todo gira
en la caótica noche  195
de una cueva sin salida.

    Bebí de todos los ríos,
mas no templaron mi sed:
todas las aguas me dieron
ansia mayor de beber:  200
dulce sabor al probarlas,
dejo de muerte después...
Fuente de verdad y vida
¿Dónde, dónde te hallaré?

    Ser el microbio o el hombre,  205
el monarca o el gañán,
el impecable y el justo
o el abyecto y criminal;
ser la palmera o el liquen,
el ruiseñor o el jaguar,  210
la podredumbre o la rosa,
todo viene a ser igual.
—108→

    Morir en carro de triunfo
o en el fangal de un camino,
por el virus de una fiebre  215
o el trabuco de un bandido;
yacer en tumba de mármol,
servir de pasto al felino
o ir al fondo de una cloaca,
todo equivale a lo mismo.  220

    No miremos en la muerte
un blando lecho de rosas
ni muramos al arrullo
de esperanza halagadora.
Nadie sabe si en el seno  225
inviolado de la fosa
nuevos males nos asaltan,
nuevos tigres nos devoran.

    No imaginemos un padre
compasivo a los clamores,  230
un buen padre restañando
los heridos corazones.
Si hay un ser omnipotente,
rey de hormigas y de soles,
es acaso tan injusto  235
como nosotros los hombres.
—109→

    El que todo lo pudiera
(Pues a todo alcanza un Dios)
derramar los bienes pudo
y «sólo quiso el dolor».  240
Impasible mira el reino
del ser inicuo y feroz,
porque tiene inteligencia
mas no tiene corazón.

    No hay verdades sin mentiras  245
ni mentiras sin verdades.
El gran misterio del Todo
no comprende acaso nadie.
Mar sin fondo y sin orillas,
universo impenetrable,  250
quizá te ignoras tú mismo:
eres Dios y no lo sabes.

(Omar Khayyam)                




¡Ve lo implacable y lo helado
de ese mudo firmamento!
¡Lo solitario del mundo
sin los amigos de un tiempo!
Atrás no vuelvas los ojos,  5
vive siempre del momento
sin cuidarte del pasado:
el pasado hiede a muerto.
—110→

    Haz de tu pecho una esfera
de bien forjado metal:  10
todos la rocen; ninguno
logre en ella penetrar.
En los zarzales del hombre
no florece la bondad,
y la mano del amigo  15
suele cambiarse en puñal.

    ¿Siete veces fuiste madre?
Pues maldita siete veces
por los siete condenados
al suplicio de la muerte.  20
Oh mezquino amor del hombre,
por suprema gloria tienes,
la deforme y asquerosa
rotundidad de los vientres.

    Montaña excelsa, no sueñes  25
el verdor primaveral:
deja al llano las fruiciones
de la vil fecundidad.
Arropada en nieve eterna,
como en armiño imperial,  30
sigue a la mujer estéril,
ten su noble majestad.
—111→

    ¡Vanidad pueril del hombre!
¡Soñarse el amo y el rey
de la Tierra y de los mundos!  35
W un gusano ¿por qué?
Nadie sabe lo escondido
en el pobre, humilde ser
que los hombres desdeñamos
y aplastamos con el pie.  40

    Bajo un cielo azul y rosa,
nube de palomas blancas
en la verdura del campo,
como perlas, se desgrana;
mientras sombríos pesares  45
vienen y anidan en mi alma,
como un enjambre de cuervos
en una torre arruinada.

    ¡Quién arrojara de sí
la bondad y la clemencia  50
para hacer del corazón
un duro trozo de piedra!
¡Quién, al fin, lograra ser
el Nerón de la leyenda,
el sereno espectador  55
en el circo de las fieras!
—112→

    Mendigando luz y vida,
sujeta al yugo solar,
por ignorados caminos,
madre Tierra ¿dónde vas?  60
Vayas, Tierra, donde fueres,
la dicha en ti reinará,
cuando muda y sola gires
muerta al fin la Humanidad.

    Contemplando cielo y Tierra  65
por crecido monte voy;
mas ¿qué diviso a distancia?
¿Son acaso insectos? son
un pontífice supremo
y un soberbio emperador...  70
Nada cómo las alturas
para perder la ilusión.

    ¡Qué sabbat de formas vanas!
¡Qué girar vertiginoso
de ilusorias apariencias!  75
Todo miente, engaña todo.
¡Cuán distinto el Universo
de lo que dicen los olas!
«No hay pulida tez de raso
«A través de un microscopio».4  80
—113→

    Por delante las tinieblas,
las tinieblas por detrás,
y fría mano de hierro
en la eterna obscuridad.
No diré de dónde vengo  85
ni dónde voy a parar:
sólo sé que vivo y muero,
y no sé ni creo más.

    Paso a paso, mas de frente,
siguen su marcha los hombres,  90
despojándose del bruto,
alejándose del bosque.
A los hombres de mañana
serán los de hoy inferiores,
como son a Byron y Hugo  95
pieles rojas u hotentotes.

    Agoreras aves lanzan
a los aires sus graznidos,
y sobrecoge las almas
pavoroso calofrío.  100
Roja mano rasga el fondo
del negro espacio infinito,
y escribe en letras de llama:
no vencerás al Destino.
—114→

    Estalla el campo en verdor,  105
en azul el firmamento,
y en un espasmo carnal
se estremece el Universo;
mas vuela en torno de mí,
entra al fondo de mi pecho  110
y me estruja el corazón
la fría mano del tedio.

    Con el hacha de la Ciencia
cruza el mundo la Razón
y viejos troncos derriba  115
en las selvas del error.
¿Dónde irán los desvaríos
de senil superstición?
Todos los dioses murieron,
y no está muy sano Dios.  120

    Noche eterna del Invierno,
ventosa noche glacial,
menos dura a la intemperie
que en abrigado boudoir.
Nada infunde tanta pena  125
como oír en la ciudad,
el aullido clamoroso
de los perros sin hogar.
—115→

    Van, como flechas de plata,
por sobre el mar las gaviotas,  130
zabullen, cogen la presa
y a la bruma se remontan.
El hombre cruza la Tierra,
como el pájaro las ondas:
llega, causa el mal y muere  135
sin dejar eco ni sombra.

    Ven, oh Quimera, y huyamos
lejos del mundo, muy lejos:
apesta el hombre, y la vida
es un mar de sangre y cieno.  140
No me importa que tus garras
se hundan todas en mi pecho,
si tus alas me remontan
a la luz del firmamento.

    Turba humana, concebida  145
en la infamia y el oprobio
¿Vales más que nauseabunda
pululación de microbios?
Lejos ya de tus miserias,
de tu sangre y de tu lodo,  150
a las cumbres de la muerte,
libre asciendo, libre y solo.
—116→

    Harto vivo yo de siervos
y de abyecta Humanidad.
Rebeldía ¿dónde existes?  155
Razas libres ¿dónde estáis?
En mi Olimpo, ya sin Dioses,
sólo perdura tu altar,
sólo no muere tu culto,
oh divina libertad.  160

    Dime, oh pobre muchedumbre
¿No sabrás romper los hierros?
¿Temblarás siglos de siglos
Ante el palacio y el templo?
Quien de terrestres tiranos  165
no sufre yugo en el cuello,
soporta humilde y cobarde
la tiranía del cielo.

    Si en las miriadas de mundos
existe un mundo viril,  170
si hay un astro de rebeldes,
oh muerte, llévame ahí.
Seres libres, mis hermanos
¿En qué planeta vivís?
¿No se oculta en otra parte  175
cuanto yo persigo aquí?
—117→

    En las nupcias misteriosas
de la Tierra con el Cielo,
despiden luz los rosales
y dan olor los luceros.  180
Yo mi frente al polvo inclino
en profundo desaliento,
que ante el dombo constelado
de ser hombre me avergüenzo.

    Posadero, da posada  185
al cansado peregrino.
Bajo dosel de cipreses,
dame un lecho duro y frío;
porque el sueño que me agobia
no es un sueño fugitivo:  190
es un sueño interminable,
es un sueño de granito.

    En la paz del cementerio,
ventoso día sin sol,
se mecían los cipreses  195
con fatídico rumor.
Yo pensé cuál encerraba
menos vida de los dos,
un cadáver en la tumba
o en mi pecho el corazón.  200
—118→

    Su poder revela el Cosmos
del paquidermo al gusano,
desde el granillo de arena
hasta la mole del astro;
y en la marcha de los mundos  205
lo mismo importan acaso
una ciudad destruida
y un hormiguero anegado.

    Para las leyes del Cosmos
no hay lo bueno ni lo malo,  210
que son distingos del hombre
la buena acción y el pecado.
No lleva el tigre la culpa
por lo fiero y sanguinario,
ni tiene mérito el lirio  215
por lo bello y perfumado.

    ¿Quién oyó jamás un grito
doloroso de mis labios?
¿Quién vio jamás en mi rostro
húmeda sombra de llanto?  220
Sin estrechos confidentes,
yo he sido el cofre sellado:
más allá de la epidermis
no he sufrido los contactos.
—119→

    El pasado reina oculto  225
en el fondo de las almas,
y la voz de los abuelos
detiene al mundo en su marcha.
Vivo en lucha sin descanso,
que esta raza no es mi raza,  230
que este siglo no es mi siglo:
yo debí nacer mañana.

    El vapor vomita el humo
en espesas bocanadas,
y entre chirridos de hierros  235
emergen húmedas anclas.
¡Quién a la nave subiera
y en la nave se alejara!
Tú me achicas, tú me ahogas,
aire infecto de la patria.  240

    Los tremendos cataclismos
sufre mudo y resignado:
sé la roca en la firmeza,
el hombre fuerte de Horacio.
Ruegos, lágrimas, ofrendas,  245
todo es inútil y vano.
¿Qué dolores conmovieron
la eterna paz de los astros?

  —120→  
(Fernand Gregh)                




    ¡Cómo vemos tu grandeza
en la clara inmensidad,
cómo escuchamos tu acento
en la voz del huracán,
oh Dios que todo lo llenas  5
con tu infinita bondad,
que eres el padre amoroso,
y que no existes quizá!

    Hombre henchido de falaz
y risible presunción,  10
deja ya de ver en ti
el predilecto de un Dios.
Bien lo dice Omar Khayyam:
«No se ocupa el Hacedor
de gusanos como tú  15
ni de hormigas como yo».

    ¿Por qué temblar y gemir
ante la faz del abismo?
la muerte acaso nos da
la anestesia del olvido.  20
A la sombra del ciprés,
en el mármol duro y frío,
olvidaremos quizá
el horror de haber vivido.
—121→

    ¡Benditos sean los soles,  25
los volcanes del espacio,
donde la vida no existe,
donde no hay dolor ni llanto!
¡Horror al mundo viviente,
que la vida está anunciando  30
la aparición de la muerte,
la podredumbre del astro!

    ¡Funesta ley de los seres!
¿Quién no fue verdugo un día?
¿Quién recorrió su existencia  35
sin destrozar una vida?
Para mosquito y oruga,
nuestra mansa golondrina
es un monstruo sin entrañas,
es un ave de rapiña.  40

    ¿Quién eres hombre siniestro
que a mis ojos cruzas hoy?
Sin haberte visto nunca,
conocerte pienso yo.
Te aborrezco y te maldigo  45
pues me dice el corazón
que tú fuiste mi verdugo
en una vida anterior.
—122→

    Omar Khayyam, no a mis labios
la ardiente copa de vino,  50
no a mi cerebro la niebla
del beodo empedernido.
Si el abismo de la muerte
es aterrante y sombrío,
yo quiero ver con mis ojos  55
los horrores de ese abismo.

    ¿Por qué sucumben los buenos
en las luchas de la vida?
¿Por qué disfrutan los malos
de poder, riqueza y dicha?  60
Por el sueño inoportuno:
la Providencia divina,
como el Homero de Horacio,
algunas veces dormita.



  —124→  

ArribaAbajoSegunda parte

  —125→  

    ¡Deliciosas las vagancias
al muriente Sol de Otoño!
Lejos yo de las ciudades
abstraído voy y solo...
Solo no, que están conmigo  5
las encinas y los olmos,
las montañas y los astros,
mis amigos silenciosos.

    Madre Tierra ¡cuántas veces,
con la ternura de hermano,  10
abracé los recios troncos,
besé los duros peñascos!
Yo me siento unido a todo
con estrechos, dulces lazos,
que todos somos tus hilos,  15
la roca, el hombre y el árbol.

    No apachurres un insecto
ni deshojes una rosa:
la bondad se alberque en tu alma
como el diamante en la roca.  20
Dejo al malo las maldades,
al manzanillo su sombra,
al tigre el diente y la garra,
al escorpión la ponzoña.
—126→

    Cierro puertas y ventanas,  25
velo el sol, apago luces
y derramo en el ambiente
un exquisito perfume.
Un ebriedad inefable,
mi alma vibra y se difunde  30
entre colores fragantes
y entre músicas azules.

    Implacable leñatero
con el hacha embiste al árbol:
cada golpe repercute  35
como un ¡ay! desesperado.
La savia corre, y sus gotas
horror me infunden y espanto:
en las heridas de un tronco
veo sangre de un hermano.  40

    Son los alciones: dejando
el limpio cielo de Grecia,
van a través de las brumas
hacia «el mar de las sirenas».
Mas al verme en su camino  45
sobre mí revolotean
y de sus picos destilan
doradas gotas de néctar.
—127→

    ¿Habré sido en otras vidas
ave libre, nunca en jaula?  50
¿He volado por las cumbres
de gigantesco Himalaya?
No lo sé; mas de repente
vago recuerdo me asalta
y acongojado me siento  55
por la ausencia de unas alas.

    ¡Cuántas veces de improviso,
sin razón ni causa alguna,
me anega un mar de inefable,
de seráfica dulzura!  60
Esa dulzura es acaso
la amorosa, tierna angustia
de un abuelo que ha mil años
duerme en la paz de la tumba.

    ¿Qué sabemos de las vidas?  65
Nadie alcanza a develar
los misterios escondidos
en el duro pedernal.
Esos montes de granito
sienten y piensan quizá,  70
viven tal vez una vida
de silente idealidad.
—128→

    ¿Por qué de súbita pena
siento el alma ennegrecida?
Despedacé con mis plantas  75
una hermosa flor de lila.
¿Por qué rebosa mi pecho
de inusitada alegría?
En el jardín anegado,
salvé del agua una hormiga.  80

    Yo quisiera serlo todo:
la peña, el musgo, el rosal,
la paloma de los bosques
y el infusorio del mar.
Yo quisiera difundirme  85
en la etérea inmensidad
y sentir las convulsiones
del amor universal.

    Como fuera de mi centro,
«Vivo sin vivir en mí»,  90
si vivir podrá llamarse
un mecánico existir.
Busco la paz y el silencio:
solo y encerrado en mí,
quiero hallarme y poseerme,  95
quiero sentirme vivir.
—129→

    Cae lluvia diluviana,
sopla un viento embravecido.
¡Ay del huérfano en harapos
y del pobre sin abrigo!  100
¡Ay también de los polluelos
arrojados de sus nidos!
¡Ay también de los insectos
arrastrados por los ríos!

    No es el Cosmos un imperio  105
con su plebe y su nobleza:
iguales hombres e insectos,
rangos no hay en la existencia.
Invisibles hilos de oro
van del gusano a la estrella,  110
y a la muerte de un microbio
mundo y cielo acaso tiemblan.

    Dicha en todo: ni un gemido
oyen tierra, mar y viento;
paz en todos: siempre juntos  115
andan lobos y corderos.
¿Quién obraba tal prodigio?
Con el transcurso del tiempo,
Dios se había humanizado,
era al fin clemente y bueno.  120
—130→

    ¡Cuánto enseñas a los hombres,
India sabia y precursora!
En los bosques primordiales
eres tú la magna trocha.
Por ti vemos (tras el móvil  125
simulacro de las formas)
la unidad de la substancia,
la identidad de las cosas.

    Sueño yo morir con muerte
bonancible, sublimada,  130
sin dolores en el cuerpo
ni congojas en el alma:
entre la luz del ocaso,
ascender a una montaña,
Y como vago perfume,  135
evaporarme en la Nada.

    Nunca digamos: yo el hombre,
yo la planta o yo la roca.
Todo es uno, bajo el velo
de los nombres y las formas;  140
todo es uno en la divina
identidad de las cosas.
Somos el mar infinito,
desde que somos la gota.
—131→

    Oblicuo sol del ocaso  145
atraviesa mi ventana:
en los haces luminosos
áureos corpúsculos danzan.
Átomos de oro tejiendo
una loca zarabanda  150
¿Serán también las ideas
en mi cerebro anidadas?

    La torpe herencia española
no me abruma con su carga,
el ambiente de la cuna  155
no me asfixia con sus miasmas:
vivo yo la hermosa vida
de la ciencia emancipada,
y extirpé de mi cerebro
la inmunda lepra judaica.  160

    -Soy la gran Naturaleza,
soy el principio y el fin.
Hombre necio ¿no me sientes
darte la vida y vivir?
¿Por qué tras dioses grotescos  165
vas en locura febril
cuando tienes a la madre,
cuando me tienes a mí?
—132→

    ¡Ojalá nacieran rosas
en rosales sin espinas!  170
¡Ojalá se humanizaran
tigres y aves de rapiña!
¡Ojalá no hubiera muerte
ni dolores en la vida!
¡Ojalá los seres todos  175
disfrutaran de la dicha!

Yo no quiero en mi agonía
verdes cirios ni oraciones:
inundadme de perfumes,
cubridme todo de flores.  180
¡Quién se hiciera polvo y nada,
oh buen sepulcro, en tu noche,
sin las náuseas al gusano,
sin el hedor de la podre!

    ¡Ser quisiera el vaso lleno  185
de sublimado licor,
sin guardar el sedimento
del antropoide feroz!
¡lo bello, siempre lo bello!
Como el divino Platón,  190
vivo sediento y hambriento
de la belleza interior.
—133→

    Quiero yo lanzar de mi alma
lo mezquino y lo menguado,
como se arroja del cuerpo  195
los girones de un harapo.
Quiero el bloque de mi vida
cincelar año tras año
para morir convertido
en griega estatua de mármol.  200

  —134→  


I


    ¿Qué deseo, qué me falta?
No sabré decirlo yo;
mas guardo en mi alma un abismo
de mortal desolación.
Cruzo el mar, escalo el monte  5
y los brazos tiendo al Sol...
Universo, tú no alcanzas
a llenar mi corazón.

    ¡Oh las noches de verano,
todo luz y todo paz,  10
en que el hálito bebemos
de un oculto más allá!
¡Oh la inefable delicia
de ascender y naufragar
en el piélago infinito  15
de la vida universal!

    ¿Soy el engendro monstruoso
de la nada y del acaso?
No lo sé, mas siempre ansío
remontarme a los espacios.  20
Quiero yo cernir mi vuelo
por lo ignoto y lo inviolado,
aunque mis alas se fundan
en las hogueras de un astro.
—135→

    Lo amo todo: en mi desborda  25
una ternura infinita;
yo anegara el universo
en un mar de eternas dichas.
Un divino parentesco
une a mi vida la vida  30
de la paloma y del tigre,
del rosal y de la ortiga.

    ¡Oh la hermosura del campo
con su diadema de rosas!
Yo las cojo, yo las beso,  35
yo me embriago con su aroma.
¡Quién amara! ¡Quién viviera
en dulcísimas congojas
y muriera respirando
la fragancia de una rosa!  40

    En el sueño me circundan
cien fantásticas bellezas,
y tendiéndome los brazos,
viene a mí la más perfecta;
mas al querer yo estrecharla,  45
se disipa en una niebla
con albor de nebulosas
y fragancia de azucenas.
—136→

    Mi corazón se estremece
y en las ondas de un perfume  50
deja el nido de mi pecho.
¿Para qué se aleja y sube?
Para vivir en coloquios
estrechísimos y dulces
con el alma de una rosa  55
encarnada en una nube.

    Hay en mi frente una idea
vaporosa, inmaterial,
perseguida eternamente
y no alcanzada jamás.  60
Gran locura, la locura
de agitarse por hallar
la quimera de un cerebro,
un engaño, y nada más.

    Día lóbrego de invierno;  65
mas se rasga un nubarrón,
e ilumina las montañas
un relámpago de Sol.
¡Hórrida vida mi vida!
¡Negra aflicción mi aflicción!  70
¿Cuándo el invierno de mi alma
tiene su rayo de amor?
—137→

    En mar sin olas ni brisas
soy la nave siempre anclada.
¡Oh monótona existencia  75
sin amorosas borrascas!
Si no me ofreces, oh vida,
la feliz pasión de un alma,
dame el tormento infinito
de un amor sin esperanza.  80

    ¿Guardo yo reminiscencias
de otros mundos y otras vidas?
¿De pasiones siderales
llevo cálidas cenizas?
¿Por qué la negra nostalgia,  85
la tenaz melancolía?
Me han herido en otra parte,
y aquí me sangra la herida.

    Un exótico perfume
en torno mío se esparce,  90
y resuena en mis oídos
ultraterrestre lenguaje.
¿Qué invisible ser me busca
al fallecer de la tarde?
¿Es la amada que impaciente  95
me espera en Venus o Marte?

  —138→  


II


    Callen la rama y el nido;
la más hermosa canción
no la modulan el mirlo,
el turpial ni el ruiseñor.
Venid, poned el oído  5
y escuchad mi corazón:
en él su canto divino
está cantando el amor.

    En una noche sin sueño,
en pocas horas no más,  10
comprendí lo que eran siglos
y viví la eternidad.
En lecho de ascuas y espinas,
presa de duda mortal,
me decía yo con miedo  15
¿Me querrá? ¿No me querrá?

    Fueron la vida y el mundo
una eterna lobreguez,
ya son el mundo y la vida
un perpetuo amanecer.  20
Mas ¿qué produjo en el orbe
tanta luz y tanto bien?
Atravesó las alturas
blanca forma de mujer.
—139→

    Era inmenso mar con aguas  25
de amarguísimo sabor;
mas dulzura de panales
esas aguas tienen hoy.
¿Qué denso enjambre de abejas
ríos de miel destiló?  30
Tú endulzaste el mar inmenso
con una gota de amor.

    Yo entiendo ya cuanto dicen
a las arenas las olas,
a los nevados los cóndores,  35
a la flor las mariposas.
El Amor -el gran políglota
que habla todos los idiomas-
me explicó los tiernos diálogos
de los seres y las cosas.  40

    Huye el pájaro, sediento
de aire, libertad y sol;
persiguiendo luz y dicha,
se me escapa el corazón:
va con alas invisibles  45
donde en sueños vivo yo,
donde una rosa con alma
da su perfume de amor.

  —140→  
(Heine)                




    En mi pecho vibra un canto,
un tierno canto de amores.
Oh canción de primavera,
cruza el llano y cruza el monte,
busca el sitio embalsamado  5
con el ámbar de las flores
y si miras una rosa,
va y salúdala en mi nombre.

    ¿El viento llora o se ríe?
¿Nace el alba o muere el sol?  10
¿De tristeza o de alegría
lleno está mi corazón?
Vago en mundo de quimeras,
y en mi ser, uniendo estoy
con dolor que sabe a dicha  15
dicha que sabe a dolor.

    El pensar no me fatiga
ni me tortura el sentir,
porque no siento ni pienso,
porque duerme todo en mí.  20
A media luz, encerrado
en «la torre de marfil»,
gota a gota saboreo
la dulzura de vivir.
—141→

    Soñé dormir en la tumba.  25
¡Oh fatídica visión!
Me asaltaban los gusanos
con famélico furor.
Y el gusano que sin tregua
me roía el corazón,  30
el voraz, el implacable,
eras tú, mi dulce Amor.

    Amor, combate y arroja
la miseria terrenal:
vive, siempre, nunca mueras...  35
¡Sueño el perenne durar!
Naturaleza los bienes
con injusta mano da:
para el hombre, corta vida;
para sí, la Eternidad.  40

    Medianoche en el reloj,
rudos toques a mi puerta.
-¿Quién a deshora me llama?
-Tu futura compañera:
Felicidad es mi nombre;  45
abre y mis brazos estrecha...
Ser feliz me dio pavura,
mas temblando abrí la puerta.
—142→

    Yo sentí que a medianoche
una suave y tibia mano  50
arrancaba de mi pecho
el corazón a pedazos.
-¿Quién eres, dije, oh verdugo?
-El Amor, me contestaron:
vengo a brindarte los goces  55
del perfecto enamorado.

    Fijo dolor terebrante,
muerte de horrible agonía,
eso eres tú, la Encontrada,
la Buscada noche y día.  60
Mas sigue, sigue rompiendo
mis secretas, nobles fibras...
Oh mi dolor, oh mi muerte,
no hay sin ti placer ni vida.

    Mi corazón atraviesa  65
un puñal de triple filo
y torturan mi cerebro
apasionados delirios.
Amorosas, crueles penas,
os acepto y os bendigo:  70
al hundirme en el sepulcro,
diré gozoso ¡He vivido!
—143→

    ¿Mis días? Celos y dudas,
sin momentos de bonanza.
¿Mis noches? Largos insomnios,  75
sueños de agónicas ansias.
Amor tirano, implacable:
hierro hundido en mis entrañas,
si te dejo, me destrozas,
y si te arranco, me matas.  80

    Al verme pálido y triste
por amores de mujer,
se burlaron en mis barbas
una ortiga y un clavel.
Río, campo, monte, nube,  85
se burlaron a su vez;
y como todos reían,
me reía yo también.

    ¿A santidad o a belleza
otorgaremos la palma?  90
Vengo Thais oliendo a nardo,
quede en su mugre la santa.
Al ver triunfar la hermosura,
escandalízate y rabia,
oh peste negra del mundo,  95
gazmoñería cristiana.
—144→

    -¿Qué decir a la belleza
que espantada de la luz,
va con su horror al pecado
y su tufo a cirios? -¡Uf!...  100
Oh mujeres, sedlo todo;
mas no sois la virtud.
Busquen al divino esposo
las Teresas de Jesús.

    A la margen de un arroyo  105
(Por supuesto bullidor)
un imbécil se detuvo
en hondísima abstracción.
Viendo en el agua su imagen
y suspirando de amor...  110
Mas aquí termina el cuento:
el imbécil era yo.

    Infierno, cielo, quimeras
de la estólida ignorancia:
todo, en la mente del hombre;  115
fuera de su mente, nada.
Cuando furiosa me miras,
ardo en infierno de llamas;
cuando me ves amorosa,
atesoro un cielo en mi alma.  120

  —145→  


III


    Viendo nacer las estrellas,
al morir la luz del Sol,
por la arena de las playas
solitario y mudo voy.
En mi ausente amada pienso;  5
y ¡oh prodigio del amor!
cabe todo el universo
en mi amante corazón.

    En la mitad del otoño,
un olor de primavera  10
viene y embriaga mi pecho:
es que mi amada se acerca.
A la luz del mediodía,
el sudario de una niebla
envuelve al sol del estío:  15
es que mi amada se aleja.

    Si no encierra tu hermosura
lo divino en lo perfecto,
dime el lunar de tu cara,
la imperfección de tu cuerpo.  20
Yo en los febriles arranques
de mi amor demente y ciego,
olvidaré tus hechizos
y adoraré tu defecto.
—146→

    Un sol de gloria en el cielo,  25
soplos de mirra en el campo,
quejas de amor en el nido,
frutas de miel en el árbol,
labios de fuego y de néctar
apretándose a mis labios...  30
Y ¡hay quienes llaman al mundo
valle de muerte y de llanto!

    ¿Tú brotaste de las olas
o descendiste de un astro?
No lo sé; mas encarnaste  35
mi glorioso ideal pagano.
Tus miradas y tus besos
para siempre me dejaron
luz de aurora en las pupilas,
miel de panal en los labios.  40

    ¡Benditos sean tus ojos
siempre dulces para mí!
¡Benditos sean tus labios
con su eterno sonreír!
Mas no extrañes si en mi enojo  45
te maldijera yo a ti:
en la lengua del amante
maldecir es bendecir.
—147→

    Oh la amada, van mis sueños
más allá del dombo azul  50
y florece mi alma al beso
de tu fresca juventud.
¿Es primavera o invierno?
¿Reina la noche o la luz?
Para mí no hay universo,  55
el universo eres tú.

    ¡Brevedad de la existencia!
Huyen horas, días y años,
como arroyos de la cumbre,
como saetas del arco.  60
Afanémonos hoy día
por amar y ser amados...
Mañana el sol y la luna
nos buscaron sin hallarnos.

    Huye rápida la vida,  65
y el instante que se va
se va dejando un consejo:
«Apresúrate a gozar».
Bien el sabio lo decía:
«Vete a dividir tu pan  70
con la esposa o la manceba;
no te importe lo demás».
—148→

    En mi estancia velo a solas
y de ternura desmayo
entre el bíblico perfume  75
del cinamomo y del nardo.
Ven, oh amada: estoy sediento
de los besos de tus labios,
de esos besos pecadores,
sabiamente prolongados.  80

    Como un vino generoso
me emborrachan tus caricias.
Ven y el fuego de tus venas
a mis venas comunica,
ven y la miel de tus labios  85
entre mis labios desfila...
ven y dame aquella muerte
más ansiada que la vida.

    Para mí tus labios son
y tus pechos, oh mi amada.  90
Oloroso nardo en flor,
para mí tu aroma exhalas.
Fuente oculta en el jardín,
con siete sellos sellada,
tú reservas para mí  95
la frescura de tus aguas.
—149→

    No la nada del ateo
ni el paraíso del santo.
¿Sabes tú lo que deseara
tras de muchos, dulces años?  100
En la noche del sepulcro
despertar de cuando en cuando
y gozar por un instante
el placer de haberte amado.

    ¿Qué planetaria mansión  105
será mañana mi edén?
¿Porqué región sideral
en futuro viaje iré?
Oh planeta el más feliz,
no tendrás cumplido bien,  110
si careces del amor,
si te falta la mujer.

    En mi pecho no hay borrascas
ni celosas, cruentas lidias.
Van sin penas ni amarguras  115
deslizándose mis días,
como por suave pendiente
agua mansa y cristalina.
¡Oh gloriosa y envidiable
serenidad de mi vida!  120
—150→

    ¡Sideral magnificencia!
¡Arde en soles el espacio!
Ven y el cielo contemplemos,
estrechamente abrazados.
Oh la adorada en la Tierra,  125
la noble y fiel, yo te emplazo
a vivir futuras vidas
en los reinos de los astros.



  —151→  

ArribaUltima verba



    Ida la luz de mi sol,
se difunde en mi existencia
una tenue claridad
de crepúsculo y de estrella.
Convidándome a dormir,  5
surge un eco de la tierra,
y la muerte aguardo ya
Sin buscarla ni temerla.

    ¿Qué me importa si mi cielo
obscurece ya la noche?  10
No te amé jamás, oh mundo,
negro charco de vibriones.
Al puede ser de la tumba
voy sin pena ni temores,
con el asco por la vida,  15
con el desprecio a los hombres.