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Abajo

Fábulas

Ramón de Campoamor



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ArribaAbajoSección literaria




ArribaAbajoNo hay gloria sin pena


Los jóvenes y la ofrenda

Abajo    En un vergel ameno
mil jóvenes sin freno
discurren distraídos,
aquí y allí perdidos.
Uno a otro, de un arranque,  5
zambulle en un estanque;
y el otro a su vecino
le acuesta en un espino.
Para ellos esculturas
son hórridas figuras;  10
y así, cual en retablo,
copiando las del diablo,
les pintan sutilmente
un no sé qué en la frente.
Ya sin panza de un taco  15
me dejan al dios Baco;
y ya a Venus la bella,
tan sin pudor como ella,
por más que se agazapa
haciendo que se tapa,  20
la hacen que como un charro
fumando esté un cigarro.
Uno al fin sobre Apolo,
travieso como él solo,
mostrando una corona,  25
esto a todos pregona:
-Aunque envidias provoque,
—156→
del que el extremo toque
de ese ciprés que ondea,
premio esta ofrenda sea.  30
-¡Arriba! -gritan todos,
corriendo de mil modos:
y en trances infelices,
los ojos y narices
ya ven de día estrellas,  35
ya acaso barren huellas,
ya el alto viene abajo
asido del zancajo,
o ya el más bajo al otro
le monta como a un potro:  40
hasta que uno elevado,
que más que otros, lo osado
con lo dichoso junta,
toco al ciprés la punta
al fuego que le inflama,  45
y ¡chasc!... rota la rama,
cayó rápidamente,
haciéndose en la frente,
amén de algún rasguño,
un chichón como un puño.  50
Cercáronle con prisa
unos fingiendo risa,
y otros mostrando pena
por la ventura ajena;
y vendando sus sienes,  55
tras de mil parabienes,
por cima de la venda
ciñéronle la ofrenda.


   Dos coronas contemplo
que ha de ceñir el sabio  60
para alcanzar victoria,
si de la gloria al templo,
despreciando su agravio,
aspira en su delirio:
antes la del MARTIRIO,  65
después la de la GLORIA.






ArribaAbajoSección política


Fábula I




ArribaAbajoEl reino de los beodos


Insuficiencia de las leyes

ArribaAbajo    Tuvo un reino una vez tantos beodos,
que se puede decir que lo eran todos,
en el cual por ley justa se previno:
      -Ninguno cate el vino.-
      Con júbilo el más loco  5
aplaudiose la ley, por costar poco:
acatarla después, ya es otro paso;
       pero en fin, es el caso
que la dieron un sesgo muy distinto,
creyendo que vedaba sólo el tinto,  10
      y del modo más franco
se achisparon después con vino blanco.
Extrañando que el pueblo no la entienda,
el Senado a la ley pone una enmienda,
y a aquello de Ninguno cate el vino,  15
añadió, blanco, al parecer, con tino.
Respetando la enmienda el populacho,
volvió con vino tinto a estar borracho,
creyendo por instinto ¡mas qué instinto!
que el privado en tal caso no era el tinto.  20
      Corrido ya el Senado,
en la segunda enmienda, de contado,
      -Ninguno cate el vino,
sea blanco, sea tinto;- les previno;
y el pueblo, por salir del nuevo atranco,  25
con vino tinto entonces mezcló el blanco;
hallando otra evasión de esta manera,
pues ni blanco ni tinto entonces era.
      Tercera vez burlado,
-No es eso, no señor; - dijo el Senado  30
-o el pueblo es muy zoquete, o muy ladino:
se prohíbe mezclar vino con vino.-
Mas ¡cuánto un pueblo rebelado fragua!
¿Creeréis que luego lo mezcló con agua?
Dejando entonces el Senado el puesto,  35
de este modo al cesar dio un manifiesto:
La ley es red, en la que siempre se halla
      descompuesta una malla,
por donde el ruin que en su razón no fía,
se evade suspicaz... ¡Qué bien decía!  40
      Y en lo demás, colijo
que debiera decir, si no lo dijo:
      Jamás la ley enfrena
al que a su infamia su malicia iguala:
si se ha de obedecer, la mala es buena;  45
mas si se ha de eludir, la buena es mala.




Fábula II




ArribaAbajoEl arquitecto y el andamio


Instituciones inútiles

ArribaAbajo      Quitó el andamio Simón
después que una casa hubo hecho,
y el andamio con despecho
exclamó: -¡Qué ingrata acción!-
—157→
   A tan necia exclamación  5
dijo Simón muy formal:
-Quitarte antes, animal,
fuera imprudencia no escasa;
mas después de hecha la casa,
¿hay cosa más natural?-  10




Fábula III




ArribaAbajoEl gato y el milano


Oficios mutuos

ArribaAbajo      Desplumaba a una tórtola un milano,
y un gato que gruñendo lo veía
el hocico lamiéndose, aunque en vano,
-¡Ah, verdugo! -furioso le decía.
-Y tú ¿qué eres? -el ave le contesta.  5
Calló el gato, ocultando su deseo;
y echándole las garras por respuesta,
-¿Qué he de ser, contestó, siendo tú el reo?-
   Dotado siempre está de ansia inhumana
cuanto arrojar al mundo a Dios le plugo  10
verdugos de hoy, reos serán mañana,
pues el reo de ayer es hoy verdugo.




Fábula IV




ArribaAbajoEl veterano y el pastor


El falso heroísmo

ArribaAbajo    Volviendo hacia su tierra
un pobre veterano de la guerra,
donde en trances sacó nada felices
un pie de palo y varias cicatrices,
a un pastor que encontró por carambola,  5
le dijo en tono adusto:
-¿Cómo entre tanto arbusto
se ve con hojas esta encina sola?-
El pastor contestó: -Salió de madre
aquel cercano río,  10
y estos arbustos deshojando impío,
perdonó solo a esa gigante encina,
que llaman desde entonces la heroína.-
-Pues mire usted, compadre,-
replicó el veterano,  15
es más digna de encomio la desgracia
de tanto arbusto enano
que la gloria de ese árbol eminente;
porque no tiene gracia
que no la hollase el bramador torrente,  20
cuando tan alta levantó la frente.
Soy Juan Fernández, para quien sin duda
la trompa de la fama ha sido muda;
pues sepa usted que al redactar mi jefe
(que por Dios que era un grande mequetrefe)  25
las siguientes palabras:
voy a asaltar el muro;
en verdad le aseguro,
como es usted lacayo de esas cabras,
que sólo en lance tal sufrió la mecha  30
—158→
el pobre Juan Fernández en la brecha.
¿Y qué sacó?, esta pierna de rebaja.
¿Y el jefe?, nada menos que la faja.
Y así porque esta encina
desde hoy no vuelva, con su orgullo necio,  35
de tanto pobre arbusto con desprecio
a honrarse con el nombre de heroína,
o voto a Dios le rompo la cabeza,
o me entalla usted esto en su corteza:
   Porque nació más alta, es más felice:  40
y porque es más felice, es la HEROÍNA.
¡Cuántos héroes habrá como esta encina!
Juan Fernández lo dice.




Fábula V




ArribaAbajoLa col y la rosa


La igualdad

ArribaAbajo    Una col en un cercado
probaba a una rosa bella
que era tan buena como ella,
y aun de una tierra mejor.
-Mas aunque de cuna iguales,  5
dijo un pepino, ¡mastuerza!
¿dejarás tú de ser berza,
mientras que ella es una flor?-




Fábula VI




ArribaAbajoGuerras civiles


Pelear por un mismo fin

ArribaAbajo   Era un reino infeliz en donde altivo
un partido de olivo un dios quería;
y otro partido que en el reino había,
pidió el dios de aceituno, en vez de olivo.
   Clamando guerra, en su furor activo  5
al golpe asolador del hacha impía
fue tumba universal la monarquía;
de un yermo la nación fue ejemplo vivo.
   Hecho el dios de aceituno a sus antojos,
un partido, en sus glorias, importuno,  10
lo encumbró sobre míseros despojos:
   hasta que, el dios mirando de aceituno,
vieron por fin con desolados ojos
que aceituno y olivo era todo uno.




Fábulas VII y VIII

Salvar el honor con frases





- I -



ArribaAbajoEl gallo y la liebre

ArribaAbajo   Dijo un gallo a una liebre: -¡Huye, cobarde!
-¿Cobarde yo? -la liebre respondía;
pero atisbando a un galgo nada tarde
hasta más no poder, cobarde huía.-
-Espera, dijo el gallo, un Dios te guarde.  5
¿No llamas a eso huir, señora mía?-
Y antes que el galgo la acercase el morro,
la liebre contestó: -No huyo, que corro.-


- II -



ArribaAbajoLa liebre y el gallo

   Gritó la liebre al gallo: -¡Anda medroso!
Como el Cid, -dijo el dueño del serrallo;
mas viendo no muy lejos a un raposo,
hizo una acción que por medrosa callo.
-Ten, la liebre exclamó, gran Cid, reposo.  5
-Pues ¿acaso esto es miedo? -siguió el gallo.
Y al ver que se subía a un parapeto:
-No, le dijo la liebre, eso es respeto.-




Fábula IX




ArribaAbajoLos aldeanos y el caminante


Descubrir la hilaza

ArribaAbajo      Viendo a unos aldeanos
que injertaban en roble los manzanos:
-¿A qué son tan ridículas mixturas,
      les dijo un caminante,
      -pudiendo a cada instante  5
comer bellotas o manzanas puras?
¿No echáis de ver que nacerán, idiotas,
si vuestras esperanzas no son vanas,
ya bellotas que sepan a manzanas,
ya manzanas con dejos de bellotas?-  10


      Aunque en roble villano
injertéis, gran señor, algún manzano,
       pese a tanta locura,
al ver sus frutos con un dejo doble,
se ha de saber que tiene vuestra hechura  15
de manzano la sien, y el pie de roble.




Fábula X




ArribaAbajoEl mastín y el conejo


Glorias llovidas

ArribaAbajo   Por la margen de un río iba un conejo
huyendo de un mastín con planta esquiva,
y al verle caer al agua sin consejo:
-¡Ya lo maté! -dijo con voz altiva.
Formando de conejos un consejo;  5
-¡Viva el héroe conejo! exclama: ¡viva!-


¡Oh, cuántos deben, con llovidas glorias,
a un azar del contrario sus victorias!



  —159→  
Fábula XI




ArribaAbajoEl ladrón y el sargento


Percances

ArribaAbajo   (De los reyes con perdón)
oculto en cuanto robaba,
en un árbol se sentaba
como en un trono, un ladrón.
Cogió un sargento al bribón  5
y al árbol le ahorcó en su encono.
Sepa algún rey en su abono
que a veces Dios, y no es falso,
ya hace trono de un cadalso,
ya hace de un cadalso un trono.  10




Fábula XII




ArribaAbajoTiranías justas


ArribaAbajo ¿Para qué llevas a ese mono?, ¡estúpido!
      (dijo a un oso un lebrel).
-Porque el dueño que ves (responde el mísero)
      me hace cargar con él.
-Pues rómpele de un trompis los omóplatos  5
      (el lebrel replicó).
Fue el oso a ejecutarlo, pero súbito
      miró al dueño y tembló.
-Muera y no tenías (el lebrel famélico
      le volvió a replicar);  10
no llevara yo en hombros a ese títere
      estando en tu lugar.
Ser el burro de un mono es muy ridículo
      (proseguía el lebrel);
mata al dueño también, ya que tiránico  15
      te hace cargar con él.
Yo sé de pueblos que después que imbéciles
      el oso hicieron bien,
arrogantes mataron a sus déspotas;
      mátalos tú también.  20
O vaya andando, como tú, ese zángano
      en perfecta igualdad,
o si no, tus cadenas rompe heroico:
       ¡viva la libertad!-
Con calma escuchó el dueño esta filípica  25
      sin sentido común,
y, dando un par al oso con el látigo,
      dijo: -¡Valiente atún!
El oso, el mono y yo, lebrel sin cálculo,
      hacemos una grey,  30
en la cual oso y mono son los súbditos,
      mientras yo soy el rey.
El oso inepto, por mis reales órdenes
      va andando con sus pies,
y el mono va sobre él, porque su mérito  35
      nos mantiene a los tres.
Justa es que sirva a mono tan benéfico
      el oso de alazán;
que para seres como este oso indómito
      no hay más que palo y pan.  40
¡A los necios baldón; gloria a los útiles!
      esto manda la ley.
Agur, señor lebrel: vos, oso bárbaro,
      seguid, y ¡viva el rey!-

Yo no sé si se arengó como un estólido  45
      el patriota animal;
pero responda el respetable público:
      ¿habló el dueño tan mal?...




Fábula XIII




ArribaAbajoEl dogo y los lobos


Un daño destruye otro

ArribaAbajo   -¡Ay! -un dogo inocente
exclama triste en el confuso idioma
que los perros entienden solamente.
-No me coma, don Lobo, no me coma,
porque nunca a su raza la he debido  5
      ni siquiera un ladrido;
y es más digno de garras tan atroces
cebarse en animales más feroces.-
El lobo ya sobre él, no oye sus quejas,
(como quejas al fin de un infelice),  10
y meneando la cola y las orejas,
      parece que le dice:
-Muere, pícaro, aquí, mal que te cuadre;
que aunque sé que a mi raza no has ladrado,
recuerdo sin embargo haber pasado  15
por donde en tono vil ladró tu padre.
-Pues mi padre hizo mal, -clamó expirante;
y ya iba el lobo a devorarle fiero,
      cuando en el mismo instante
apareció otro lobo carnicero,  20
que mirando hacia allí con vista impía,
pudiérase decir que le decía:
      -No le toques al pelo;
que con él quiero, por vengar mi afrenta,
      solventar una cuenta  25
que me quedó a deber su infame abuelo.
-¡Infame abuelo!, sí, -pienso que dijo
      el dogo en tanto aprieto:
      -¿Y he de sufrir la muerte,
      no sólo por ser hijo,  30
      mas también por ser nieto?
¡Oh!, ley, más que inhumana, del más fuerte-
Encarados el lobo con el lobo,
      el segundo al primero:
      -Suelta, le dijo, bobo;  35
—160→
verás cómo en tan bajo marrullero
vengo ta agravio con rencor profundo.
      -Mil gracias, le contesta
      el primero al segundo:
      -yo solo en este impío  40
      vengaré el honor mío.
      Y sin otra respuesta:
-Es muy justo a mi ver, de nuevo dijo,
que el galardón de un padre herede un hijo.
      -Pues alto ahí, compadre-,  45
el segundo prorrumpe en son de queja.
      -Si así hilas la madeja,
      es de mi contingente,
pues me ha ultrajado el padre de su padre.
      -Mi ofensa es más reciente.  50
      -La mía más añeja.
-Pues no le matarás. -Ni tú tampoco.
      Y con intento loco
se enzarzaron, embate tras embate,
en tan igual como feroz combate;  55
mientras que el triste dogo, muerto el perro,
se agacha humilde en tan atroz fracaso,
sufriendo las pisadas que por yerro
le desuellan la piel, sin ser del caso:
hasta que viendo la refriega entrada,  60
      como quien no hace nada,
sin decir tus ni mus, huyendo el diente,
taimado se escurrió bonitamente.


      ¡Cuántas veces por ruines,
       con encontrados fines,  65
       traban lid importuna
       dos enemigos fuertes,
       y no les dan ninguna,
por querer con afán darles dos muertes!




Fábula XIV




ArribaAbajoEl concierto de los animales


Hacer sonar a tiempo

ArribaAbajo       Supuesto que respira
se hace oír bien o mal cualquier garganta;
      y en esto no hay mentira,
pues mal o bien, el que respira, canta.
Hablen, si no, mil animales duchos  5
que dieron un concierto como muchos.
      Y es fama que el sentido
no acompaña a los órganos vocales,
      por lo que ha sucedido;
que en la patria de dichos animales,  10
cada cual presumiéndose asaz diestro,
gritó: -¡Caiga el león!, ¡fuera el maestro!-
      Cayó la monarquía,
y en república el reino convirtieron.
      -Vaya una sinfonía  15
de nuestros triunfos en honor, -dijeron;
-cada uno cante cual le venga a mano:
ya no más director: muera el tirano.-

      Comenzose el concierto,
cá-cá-ra-cá gritando el polli-gallo;  20
      y al primer desacierto
con un relincho contestó el caballo;
a-y-o, a-y-o siguió el pollino;
pí-pí-pí el colorín, ufff el cochino.

      El mis y el marramau  25
cantó el gato montés, cual tigre bravo;
      y con cierto pau-pau
le acompañaba el indolente pavo;
formando tan horrenda algarabía,
que ni el mismo Luzbel la aguantaría.  30

      El león destronado,
viendo el reino en desórdenes tan grandes:
      -Silencio, -dijo airado,
mostrando un arcabuz ganado en Flandes;
-el rey va a dirigir: atrás, canalla-;  35
y al verle cada cual, se amorra y calla.

      -Vuelva a sonar la orquesta-,
siguió el tirano, de Nerón trasunto;
      -y ¡ay de la pobre testa
de aquel que por gruñir me coma un punto!  40
¿Qué es replicar? No hay réplica ninguna.
Palo, o canción: vamos a ver: ¡a una!-

      Y la orquesta empezando
pí-pí, cá-cá-ra-cá, mis-mis, miau-miau,
       siguió después sonando  45
o-y-o, a-y-o, ufff-ufff, pau-pau, pau-pau.
      Y tal sonó la música. que alabo,
que el mundo gritó absorto: -¡Bravo!, ¡bravo!

      Fue el concierto, antes loco,
la maravilla, vive Dios, del arte;  50
      y aunque gruñendo un poco,
cada animal desempeñó su parte;
aprendiendo, en perjuicio de su testa,
que sin buen director, no hay buena orquesta.




Fábula XV




ArribaAbajoLeyes fundamentales


ArribaAbajo      Con ánimos sencillos
varios chiquillos cierto día un dado
      para jugar hicieron;
y las leyes del juego los chiquillos
      por seguir a la letra,  5
—161→
del dado aquel en cada faz pusieron
el uno, el dos, el tres, el cuatro... etcétera.
      De niños entre el bando
alguno de ellos calculó prudente
que, por los bordes subrepticiamente  10
la cara de su número limando,
siempre a la mesa en amoldarse esquiva
      quedaría, rodando,
la cara de su número hacia arriba.
De esta manera a todos, el fullero  15
como era natural ganó el dinero,
hasta que al fin, de sus falaces modos
      apercibidos todos,
dando de su pericia muestras claras,
      limando y más limando  20
      fueron también dejando
convexas de sus números las caras.
      De este modo el ex-dado
por ángulos y bordes cepillado,
al impulso menor del aura sola  25
rodaba, ya se ve, como una bola.
Desde entonces el número de azares
      se sucede a millares,
y la igualdad geométrica admirando
      de equilibrio tan justo,  30
unas veces perdiendo, otras ganando,
se divierten los niños que es un gusto.
      Con lengua atrabiliaria
a cada azar del inconstante dado
agotan su afición parlamentaria,  35
y sucede un discurso a otro discurso
sobre si el aire le sopló de un lado,
sobre si un pelo interrumpió su curso.
      Y acaban las cuestiones,
su furor conteniendo en breves plazos,  40
los que son vencedores, a razones;
los que vencidos son, a sombrerazos:
      y en caos importuno
alzándose hoy los que caerán mañana,
todos se pierden, y ninguno gana,  45
ganando todos, sin perder ninguno.
Y entretanto, sediento de emociones,
y ajeno, el pueblo espectador, del fraude,
aplaude tan continuas variaciones,
pues siempre el pueblo la comedia aplaude  50
si van y vienen sin cesar telones.


      Desde el feliz momento
que la moral he oído de este cuento,
      ignoro cómo hay gente
que idolatrar como a sus ojos pueda  55
la ley fundamental, que blandamente
adonde quiera que la impelen rueda.

  —162→  






ArribaAbajoSección religiosa


ArribaAbajoDios es causa de las causas

La urraca, la rama, el árbol, la tierra y el sol



ArribaAbajo    Al lado de una iglesia un olmo había,
desde donde una urraca escuchó un día
que un fraile predicaba de este modo:
Dios todo lo hace, y lo dispone todo.
Torciendo entonces el agudo gesto,  5
dijo la atea urraca: -Por supuesto,
Dios dispondrá si quiere de lo suyo,
porque yo sin sus órdenes arguyo
      que ya corro, ya vuelo,
      según me viene a pelo,  10
y, aunque su ley traspase soberana,
hoy canto aquí porque me da la gana.
      -Porque yo te sustento
(dijo la rama con sutil acento),
      gracias al troneo adusto  15
      que me encumbra robusto.-
      -Yo (con acento ronco
      gritó a la rama el tronco)
te encumbro a ti, porque la tierra amante
con brazo creador me alzó triunfante.-  20
-Y yo te levanté (dijo la tierra,
sus entrañas abriendo en son que aterra),
porque ese sol que de su luz me inunda
con sus rayos mis gérmenes, fecunda.
-Y yo (contestó el sol de orgullo lleno,  25
con voz de quien es eco el bronco trueno)
      la tierra fecundizo,
porque el potente Ser que todo lo hizo
      desde mi trono alzado
hasta el último fin de lo increado,  30
cual don con que su alteza manifiesta
la clara sombra de su luz me presta!-
Desde entonces la urraca,
con una fe que su temor aplaca,
cuando oye prorrumpir en el otero:  35
«yo canto estas rondeñas porque quiero»;
-cantáis porque Dios quiere ¡bachilleras!-
   (grita a sus compañeras):
-¿cómo ultrajáis al cielo de ese modo?
Dios todo lo hace, y lo dispone todo.-  40






ArribaAbajoSección moral


Fábula I




ArribaAbajoEl galgo y el podenco


Partidas de ruines

ArribaAbajo   Persiguiendo un conejo de gran traza,
al ladrador podenco dijo el galgo:
-Calla, y no ladres tanto, mala raza,
que maldito sea yo, si sirves de algo.
¿A qué venimos, prosiguió, de caza,  5
si en saliendo la espantas, mal hidalgo?-


Así el ruin, que seguirlo en vano intenta,
porque otro no lo alcance, el bien ahuyenta.



  —163→  
Fábula II




ArribaAbajoEl chico, el mulo y el gato


La carambola

ArribaAbajo   Pasando por un pueblo un maragato
llevaba sobre un mulo atado un gato,
al que un chico, mostrando disimulo,
le asió la cola por detrás del mulo.
   Herido el gato, al parecer sensible,  5
pegole al macho un arañazo horrible;
y herido entonces el sensible macho,
pegó una coz, y derribó al muchacho.


   Es el mundo, a mi ver, una cadena
       do rodando la bola,  10
el mal que hacemos en cabeza ajena,
refluye en nuestro mal, por CARAMBOLA.




Fábula III




ArribaAbajoEl piloto y su aprendiz


Ganar el flanco a la suerte

ArribaAbajo      -¿De qué modo tan vario,
un aprendiz a un náutico decía,
-sigue usted siempre la trazada vía,
ya sea el viento próspero, o contrario?-
Entonces el piloto le contesta,  5
mientras que el otro copia la respuesta:
-Si ves que por la popa arrecia el viento,
sin torcer el timón, recto camina;
si es por la proa, gana el barlovento;
y si es por el babor, marcha en bolina.-  10


   Así en el mar del mundo, el buen piloto,
no exponiendo el bajel a innobles tumbos,
por donde quiera que le acosa el noto,
gana puerto también, trocando rumbos.




Fábula IV




ArribaAbajoEl viejo y el mendigo


La justicia en un cuento

ArribaAbajo   Rodeado el tío Blas de gente,
dijo: -Vaya un cuento ahora-;
y ya iban tres cuartos de hora,
cuando él iba en lo siguiente:
-Aunque pobre, el juez prudente  5
le hizo justicia al momento.-
Y un pobre, que oía atento,
dijo al tío Blas con malicia:
-¿Pobre, y se le hizo justicia?
Dice usted bien: eso es cuento.-  10




Fábula V




ArribaAbajoLa encina y el rosal


Virtud y orgullo

ArribaAbajo      -¡Mezquina es tu existencia-,
a un humilde rosal dijo una encina,
-pues arrastras al par de mi opulencia
      tu existencia mezquina!-
De una santa en las fiestas placenteras,  5
bajaron a coger unos pastores
ramaje de la encina para hogueras,
y del rosal, para la imagen, flores.
Ornó el rosal la imagen peregrina,
      y entonces me presumo  10
que mirando en la hoguera arder la encina,
      exclamó al darle el humo:


No afrentes al humilde con tu fausto:
que el día de la prueba, en acto innoble,
       con ignominia doble  15
tal vez sirvas de incienso a su holocausto.




Fábula VI




ArribaAbajoEl mancebo y los pájaros


El método

ArribaAbajo   Vio Gil de un árbol caer
cinco pájaros, y todos,
corriendo por varios modos,
los quiso a un tiempo coger.
-Deja, buen Gil, de correr,  5
que no cogerás ninguno.
¿A qué tras cinco ¡importuno!
a un tiempo vas con ahínco,
si para coger los cinco
tienes que empezar por uno?  10




Fábula VII




ArribaAbajoEl muchacho, el podador y el manzano


La piedad bien entendida

ArribaAbajo   A un manzano podaba un hortelano,
y un muchacho con íntimas querellas,
-¿por qué, decía a gritos, inhumano
del tronco a quitar vas ramas tan bellas?-
-Córtalas, podador, dijo el manzano,  5
que se me quiere encaramar por ellas.-


   El tal rapaz, que procuraba arguyo
el bien ajeno, en beneficio suyo.



  —164→  
Fábula VIII




ArribaAbajoLa vid, el olmo y la hiedra


Baladronadas

ArribaAbajo       En continua querella,
una vid y una hiedra, a un olmo asidas,
se despreciaban, de odio estremecidas,
poniéndose a su vez de más es ella.
-¿Ves aquel ave, que en tendido vuelo-  5
dijo la vid por fin-, ya besa el cielo?
pues si quiero subir; sin mas arrimo,
le llevo a que meriende este racimo.-
-Pues si me subo yo, -dijo la hiedra,
que sólo asida de los olmos medra,  10
      -formo un dosel al cielo,
que, interpuesto entre el sol, enlute el suelo.
Vamos a ver si no, -siguió importuna.
-Vamos, dijo la vid: ¡A una! -¡A una!
      En tono el más sencillo:  15
-No, por Dios; no, por Dios, gritó un tomillo,
      que pueden sus bravuras
      dejar el mundo a oscuras.-
Llegando ya de su impaciencia al colmo,
      dijo al tomillo el olmo:  20
-Puedes perder el miedo, en mi conciencia,
si nadie miedo a los cobardes tuvo,
   pues sé por experiencia
que jamás subirán si yo no subo.-




Fábula IX




ArribaAbajoLa mona, el mono y el loro


Un bobo hace ciento


ArribaAbajo   Con la faz más espantosa,
la mona de un mercader,
en ilusión deliciosa,
recordando cualquier cosa
reía a más no poder.  5

   Como un mono la veía,
que por boba la tenía,
reír sólo para sí,
de ella el mono se reía
con un burlesco jí jí.  10

   Un loro, que al mono vio,
por loco lo tuvo ya,
y también de él serio,
y sin cesar prorrumpió
en un já já, y más já já.  15

   Cuando al pasar por allí
oía al simple del loro
la gente, fuera de sí
reía, diciendo a coro,
unos já já, otros jí jí.  20

   Y aunque de bobos la hornada
ya siendo muy larga va,
siquiera por la bobada,
conmigo la carcajada
soltad, diciendo: ¡Já! ¡já!!  25

   Con lo cual probar intento
que, con remedio servil,
en este mundo, y no es cuento,
así como un loco ciento,
llega un bobo a hacer cien mil.  30




Fábula X




ArribaAbajoLos dos gorriones


Contras de la mala fe

ArribaAbajo      Llégame el comedero-
dijo a un gorrión otro gorrión muy maula.
      -Pues ábreme primero-,
contestó aquél-, la puerta de la jaula.
-¿Y si al verte ya libre, en tu embeleso,  5
te vas sin darme de comer en pago?
-¿Y quién me dice a mí, -responde el preso,
      -que me abrirás, si llenas el monago?-
Y en conclusión, por si ha de ser primero
      llegar el comedero,  10
      o correr el alambre,
quedose el enjaulado prisionero,
y el hambriento volviose con el hambre.
¡Digno amigo, por Dios, de tal amigo!
Y ahora diréis, y bien, como yo digo:  15


   ¡Vaya, que son en ciertas ocasiones
lo mismo que los hombres los gorriones!




Fábula XI




ArribaAbajoEl pastor y el insecto


De pequeñas causas grandes efectos


ArribaAbajo   Cantando Gil, vio de un insecto el nido,
      y le holló con pie rudo:
y aunque oyó de mil tristes el gemido
siguió cantando de piedad desnudo.

   Viendo el insecto hollados a sus hijos,  5
      subiose a la montaña,
y en el chopo más alto ayes prolijos
lanzó exhalando su impotente saña.

   Era el tiempo en que vientos y nublados
      desatando los cielos,  10
igualan con los montes los collados
copiosas nieves y abundantes hielos.

   Por vengarse de Gil, cargó sañudo
      con un copo de nieve,
carga mayor con que el insecto pudo.  15
¡De tan grande furor venganza leve!
—165→

   Suelta el copo, al encono que le inflama,
      desde el altivo chopo;
y engruesado al bajar de rama en rama,
fuese aumentando el invisible copo.  20

    Va el germen infeliz de inmensa ruina
       de hoja en hoja bajando,
y un copo y otro copo arremolina,
y cien mil, y auméntanse rodando.

   Cruje la mole, escasa todavía,  25
      mas en creciente extraña,
ya un monte desatado parecía
el declive al bajar de la montaña.

   El alto roble y la empinada encina,
      a su impulso arrollados,  30
amenazaban convertir en ruina
del pobre Gil apriscos y ganados.

   Y al ver la mole, el insectillo en tanto,
      que lo arrasaba todo,
parodiando de Gil el fiero canto,  35
tarareó esta canción allá a su modo:

   No hay venganza que un ruin, si está ofendido,
       tomar no pueda en bago,
cuando un copo de nieve desprendido
la causa llega a ser de tanto estrago!  40




Fábula XII




ArribaAbajoEl perro y la rana


Si eres débil, sé prudente

ArribaAbajo      -Calla, maldita rana-,
un perro desde un hato prorrumpía:
y ella car car y más car car seguía,
como quien dice: -no me da la gana.-
(Esta rana, en invierno y en verano  5
cantaba, por decreto sobrehumano,
aunque jure algún sabio, echando un terno,
que nunca ha visto ranas en invierno.)
-¿Con que te sales, dijo aquél, del río,
para venir a incomodarme al hato?  10
Por Dios, que si no hiciera tanto frío,
anoche salgo, te sorprendo y mato.
-Car car car, car car car, -siguió la rana
burlándose del perro con orgullo.
      -¿Y es posible que creas-,  15
le contestó la vana,
-que en moviendo tú un pie, no me zambullo?
¡Car car car!, ¡car car car! -¡Maldita seas!-
clamó el perro siguiéndola enojado.
      La rana, de contado,  20
      ¡cataplún!, se echó al río;
mas como helado estaba por el frío,
      sin concederla plazos,
sobre el hielo el mastín la hizo pedazos.


      No insultes al más fuerte,  25
aunque libre, al huir, tengas el paso;
que si lo encuentras obstruido acaso,
como la rana sufrirás la muerte.




Fábula XIII




ArribaAbajoEl alcornoque y la enredadera


Amar por las apariencias


      Nació una enredadera
al pie de un alcornoque descarnado;
      vistiole de manera,
      que fue en la primavera,
siendo un bodoque ruin, blasón del prado.  5

      Como propios primores
lucía el corcho vil ajenas galas;
      siendo con tantas flores
      envidia de pastores
y blanco del amor de las zagalas.  10

      -¡Oh, qué árbol tan florido,
decían; qué gentil, qué primoroso!-
      Elogio merecido,
pues gracias al vestido,
por Dios que el alcornoque estaba hermoso.  15

      Mas llegaron sin cuento
del otoño las ráfagas sonoras,
      y soplando violento,
      dejo alcornoque el viento,
al que el ídolo fue de las pastoras.  20

      ¡Cuántas de esta manera,
Elvira, adoran a un galán bodoque,
       y hasta que el aura fiera
       lleva la enredadera,
ArribaAbajo no advierten que han amado a un alcornoque!  25




Fábula XIV




ArribaAbajoEl cuervo y el reptil


Excusas necias


ArribaAbajo      Hacia el nido de un cuervo
      sube un reptil protervo,
      que de otro manjar falto,
      de huevos se apercibe;
      mas al dar el asalto,  5
creyendo al cuervo ausente, oyó: -¿Quién vive?

      -Perdone usted; no es nada
      (dijo con voz turbada);
—166→
      el hallarme soñando
      mi indiscreción abone;  10
      pues llegué aquí rodando;
mas desperté, y me vuelvo: usted perdone.-

      -¡Hola, traidor vecino!
      (dijo el cuervo ladino),
      ¿cuando el sueño te priva,  15
      sin costarte trabajo
      te ruedas hacia arriba?
Pues a ver cómo ruedas hacia abajo.-

      Y remontando el vuelo,
      lo suelta desde el cielo,  20
      por más que ya difunto
      el reptil lo rehúsa;
      y plaf reventó al punto.


¡Digno castigo de su necia excusa!




Fábula XV




ArribaAbajoLa niña halagüeña


Delirios del amor


ArribaAbajo   Los que vuestro amoroso pensamiento
tenéis por el non plus, oíd un cuento:

   A un enfermo una niña cierto día
acariciaba con honesto modo,
y en la ilusión de su placer decía:  5
-Mi rey, mi luz, mi sol, mi dios, mi todo.-

   Y para que veáis de qué manera
el afecto su juicio turbaría,
el rey, el sol y el dios, ¿sabéis quién era?
Un dogo que de ahitado se moría.  10




Fábula XVI




ArribaAbajoEl enfermo y los dos médicos


Lisonjas viles


ArribaAbajo      Más tenaz cada día
esto a un enfermo un médico decía:
      -Si bebe usted más agua,
es indudable que su muerte fragua.-
      Sediento el otro en tanto,  5
le dio su pasaporte, y otro al canto.

      Fuese el doctor primero,
enterando del caso al compañero;
      pero el doctor segundo,
más inepto que aquél, o más profundo,  10
      dejó de buena gana
que se ahitase el pobre hombre como rana.

      Pues señor, murió ahitado;
y al morirse, contento de su estado,
      del que le daba vida  15
aun blasfemó, mientras que a su homicida
      colmó de bendiciones.


¡Lo que vale halagar a las pasiones!




Fábula XVII




ArribaAbajoLa urraca y la gallina


Acusar delitos propios

ArribaAbajo    -¡Qué escándalo! -en tono fiero
una gallina decía,
a una urruca que comía
las flores de un limonero.
-¡Que se come, jardinero,  5
de las de arriba a destajo!
-Celebro tu desparpajo-,
contestó la urraca altiva.
-¿No he de comer las de arriba,
si no has dejado una abajo?-  10




Fábula XVIII




ArribaAbajoEl jilguero y el reclamo


No hay mal como un falso amigo


ArribaAbajo    De pájaros un bando
al asomar el día,
iban al aire blando,
pí pí, pí, pí, cruzando
en dulce compañía.  5

   Mudaron el intento,
oyendo que un reclamo
pí pí, pí pí, a su acento
les respondió contento
cabe un pulido ramo.  10

   Y en giros desiguales
cercándole en gran copia
para llorar sus males,
como la acción más propia
de amigos tan leales.  15

   Posándose un jilguero,
cayó en la liga impía
que armada le tenía
un cazador artero,
que cerca lo veía.  20

   Se aleja el bando espeso
viendo el caso infelice;
y en tanto el triste preso
con inútil exceso
luchando en vano, dice:  25

   -¡Nada, ay de mí, consigo,
pues en tan fiera lucha
más cada vez me enligo!-


¡Triste de aquel que escucha
la voz de un falso amigo!  30



  —167→  
Fábula XIX




ArribaAbajoLa madre, el hijo y la concurrencia


Nunca una moral nos cuadra

ArribaAbajo   Fastidiaba a una noble concurrencia
una madre amorosa, que asentaba
que de Adolfo a admirar iban la ciencia
si alguna fabulilla recitaba.
      -Ven acá, dijo, niño.-  5
Y Adolfo al escuchar su voz severa,
con mucha más pereza que cariño,
la fábula empezó de esta manera:
-LA OVEJA Y EL CORDERO. Cierto día
la oveja, con el tono que ella sabe,  10
daba a su hijo lecciones de ser grave,
las que él pronto olvidaba, o no aprendía.
¿Lección diréis, y en una edad tan corta?
Es necio, sí. Mas voy a lo que importa.
La oveja en vano en enseñar se ahínca,  15
porque el hijo no aprende una palabra;
mas corre, y viene, y va cual suelta cabra
y vuelta, y dale, y brinca que te brinca.
La madre del cordero era tan porra...-
Truncó Adolfo la historia de repente,  20
cual cayendo en estúpida modorra;
y es que viendo de dulces una fuente,
      de su memoria en mengua,
dura como el turrón quedó su mente,
y en agua vuelta la movible lengua.  25
-Sigue, niño, -la madre le decía.
-Era tan porra... el niño repetía;
la madre con sus guiños le hostigaba;
y -tan porra... el muchacho replicaba;
y con que si era porra, o si no lo era,  30
llegó a cansar la sociedad entera.
La madre al fin le dijo, ya corrida:
-Aparta, que estás siendo, majadero,
más torpe que el cordero de la historia.-
      Y ¡oh, qué frágil memoria!  35
¡no acordarse que ella era distraída
más porra que la madre del cordero!


      ¡No hay acción mala o buena,
que aplicación no tenga, si es ajena!
       Mas siendo propio el caso,  40
jamás la aplicación nos sale al paso.




Fábula XX




ArribaAbajoLos dos esposos y el veneno


La curiosidad

ArribaAbajo      Para matar ratones
hizo Guzmán algunas confecciones,
las que encerradas con rigor tenía
en un lugar, en el que escrito había:
-«Ninguno para cosa mala o buena,  5
      me llegue a esta alacena».
Su mujer Blasa, que con él reñida
la mayor parte estaba de su vida
(porque según la vecindad pregona,
tanto como curiosa, era gruñona),  10
presumió que su esposo allí encerraba
el tósigo fatal con que trataba
de castigar su eterna impertinencia
(señal que le argüía la conciencia),
y buscando las viles confecciones,  15
encontró el solimán. ¡Qué imprecaciones!
-¡Un veneno! -frenética decía.
-¡Un veneno!! ¡un veneno!!! -repetía;
y con verle y tocarle aun no contenta,
llega, lo huele, pruébalo, y revienta.  20


      Si lo ven por acaso,
atad a los curiosos corto el freno;
       o apurarán el vaso
aunque escribáis sobre él: -aquí hay veneno.-




Fábula XXI




ArribaAbajoEl médico y el inválido


De los males el más visto


ArribaAbajo   Un inválido a un médico decía:
-Si me corto esta pierna gangrenada,
¿podré vivir, al parecer de usía?
Y el médico dudando respondía:
-Podrá ser por acaso, camarada.-  5

   -La duda, replicó, no me hace al caso.
Mas si la corto, ¿sabe si de fijo
podré vivir aunque no dé ni un paso?
Dudando siempre el médico le dijo:
-Podrá ser, camarada, por acaso.  10

   -Pues si al cortarla ataco la existencia,
y el no cortarla es un dudoso medio,
a la cura prefiero la dolencia.-

   Yo también prefiera, en mi conciencia,
morir antes del mal que del remedio.  15




Fábula XXII




ArribaAbajoEl lugareño y el magnate


Efectos de la injusticia


ArribaAbajo    Un señor de calidad,
por dar, con magia distinta,
a su vida variedad,
se iba en verano a la quinta,
y en invierno a la ciudad.  5
—168→

   Tras la casa del señor
la de un labrador había,
ruin casa en que al labrador
así el hielo le atería,
como le asaba el calor.  10

   Por más de cincuenta abriles
fue casa de tanta mella
nido de gorriones viles,
y a la del señor desde ella
pasaban después a miles.  15

   Incomodado el usía,
porque al asomar el día
los gorriones con empeño
con su chau chau, si dormía,
le interrumpían el sueño.  20

   La casa del labrador
furioso sin más arrasa.
-¿Tal sinrazón, diréis, pasa?-
Era más rico el señor,
y vino abajo la casa.  25

   Sin casa ya los gorriones
do anidar en los abriles,
del otro a los murallones
fueron después, más que a miles
los malditos, a millones.  30

   Y a cada instante al señor
cantándole el aleluya,
lo entraron en tal rencor,
que cual la del labrador
tuvo que arrasar la suya.  35

   Justo premio al que inclemente
pudo dejar sin consuelo
a un labrador indigente.
Siempre se ensucia la frente
el loco que escribe al cielo.  40




Fábula XXIII




ArribaAbajoEl beodo en el festín


El diablo predicador


ArribaAbajo      Un beodo en una orgía,
-Brindo por que el alto cielo
purgue de vicios al suelo-,
con voz de trueno decía.
-¡Guerra al vicio! -repetía,  5
y un vaso apuró hasta el poso.

   Que en este mundo engañoso,
dando al labio torpe oficio,
hay quien habla, mal del vicio
siendo él el primer vicioso.  10

  —169→  





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