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Introducción: Luisa Valenzuela... «diciendo lo que no se dice»

Juanamaría Cordones-Cook


Editora invitada



Al iniciar una nueva época con el siglo y el milenio, Letras Femeninas dedica este número especial a la obra de Luisa Valenzuela (Buenos Aires 1938), figura clave en el panorama literario hispanoamericano contemporáneo, quien fiel a sus obsesiones -la palabra, la escritura, el cuerpo, la política y el poder, ha cuestionado y puesto al desnudo, con afinadas y artísticas prácticas discursivas de transgresión, contradiscurso y resistencia, lo prohibido y reprimido por un orden dominante que, con desmesurada ambición de control, ha llegado a la más cruel violencia. Este volumen especial surgió de una conferencia, Symposium of Spanish American Women Writers, que organicé en la Universidad de Missouri-Columbia en noviembre de 1998 y que, contando con la presencia de Luisa Valenzuela y de otras escritoras, atrajo a un círculo internacional de críticos de alto calibre.

Varios de los estudios presentados en esa ocasión junto con otros trabajos han sido incluidos en este número. Aparecen enmarcados por palabras inéditas de la escritora con una colección de poemas, Los deseos oscuros y los otros, un ensayo, «La búsqueda, la escritora y la "Tierra sin Mal"», y una conversación con Ksenija Bilbija.

Las incursiones de Valenzuela en la poesía han generado sorpresa entre sus estudiosos. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que, aunque por mucho tiempo la escritura no se le presentó como vocación ineludible -al contrario, inicialmente la ciencia parecía acaparar su interés, la primera manifestación de la vena literaria en Luisa fue un poema dedicado a su madre, escrito a la precoz edad de seis años. Lamentablemente, de este texto no han quedado rastros1.

Como Julio Cortázar que también creara una poesía que en su momento y durante mucho tiempo fuera desconocida por la crítica, entre 1978 y 1982, Luisa Valenzuela escribió, guardó y olvidó en una gaveta varios poemas. Casi veinte años después, descubrí la pista de algunos en inglés en Columbia, Missouri, gracias a la traductora Margaret «Petch» Sayers Peden. Para este número de Letras Femeninas, Valenzuela nos concedió una colección completa de poemas en español, que, con un humor proverbial que no perdona ni su propia obra, ella misma calificara de «poemastros».

Coherente consigo misma y plena de ludismo y humor, Valenzuela manifiesta en Los deseos oscuros y los otros una expresión condensada y estilizada de algunos aspectos esenciales de la poética que ha elaborado en su ficción y en toda su ensayística: la palabra, el cuerpo, el deseo y la escritura que, traspasando fronteras, se desplazan en pos de saber e identidad. Autoconscientemente, la voz poética se presenta abierta y firme ante sus lectores:


Ha llegado el momento
       de decirlo
      de tomar consistencia
Esta soy
      es ésta mi verdad mal
       que me pese
Después de tanto hablar por bocas interpósitas
       creando personajes
HEME AQUÍ


«El papel prot/agónico»                


En su conferencia «Transposing the Secret: Reflections on Writing»2, refiriéndose tanto a las posibilidades como a los límites del lenguaje, Valenzuela afirmó que las palabras velaban en el preciso momento en que desvelaban, y llegaban, así, a limitar al individuo, distanciándolo de lo real. Muchos de sus personajes yendo en pos de identidad y conocimiento, como AZ en Como en la guerra (1977) y Agustín en Novela negra con argentinos (1990), aparecen desposeídos de sí mismos en la articulación del lenguaje, pues, como el sujeto lacaniano, piensan desde donde no son y son desde donde no piensan, llegando a configurar seres que, de acuerdo al filósofo-psicoanalista argentino, Eduardo Vidal, son extraños «en la morada de nadie: el lenguaje»3.

Acuciada por una incógnita, por un deseo de saber y por una necesidad expresiva «de decirlo todo», Valenzuela explora el interior de la realidad más allá de las palabras. Desde perspectivas de mujer, se ubica al otro lado del lenguaje con múltiples estrategias de ruptura que iniciara a partir de El gato eficaz (1972), para integrar luego de diversas maneras en toda su obra. Con merodeos, avances y retrocesos, hila un discurso que se mueve en juegos lingüísticos sensuales por rumbos imprevisibles para «descubrir la verdad detrás de los paisajes...» y «...ver qué hay adentro» (El gato eficaz 31). Yendo «cada vez más lejos» transgrede las barreras del lenguaje para expresar lo inefable. En el proceso, logra recuperar su energía primordial y genera voces fecundas, impregnadas de recónditos humores, que van «ordeñando las palabras,/esa leche» («El papel prot/agónico»).

Valenzuela crea espacios discursivos sin límites, abiertos al libre juego de las palabras, las cuales, al responder «a la urgencia de los vientos», se lanzan a galopar en tinieblas por rumbos insospechados y, en su trayectoria, inventan y desconstruyen el lenguaje y la sintaxis para entregarnos «textos como rompecabezas» (El gato eficaz 73). Estos textos se presentan destinados a lectores activos y solidarios, dispuestos a descubrir las claves de juegos inscritos sobre un papel que es trampa por una voz narrativa que también se revela a sí misma como «trampa toda hecha de papel y mera letra impresa» (Gato eficaz 109-10).

La escritura de Valenzuela transgrede y transvasa fronteras en pos de lo no visto, de aquello que debe permanecer apartado del conocimiento general. Pero también busca lo ya visto, vivido y experimentado con tal intensidad y desgarrador dolor, que como en el caso de Laura de «Cambio de armas», ha sido desterrado de la memoria para ir a alojarse en el inconsciente y permanecer allí constituyendo el saber no sabido de Freud4, que ha de regresar insospechada e inesperadamente.

A partir de la palabra, «siempre cambiante como las nubes», Valenzuela reconoce el miedo a la manera de Roberta en Novela negra con argentinos. Con cierta fruición, «para sacarle punta al miedo», hurga en el misterio, en el secreto («Las grandes dudas»). Ausculta territorios oscuros, para iluminar lo que resiste ser nombrado mediante fantasías y fantasmas, con el deseo de ser desde sus propias entrañas, el deseo oscuro, el principal y más apremiante: «el de decirlo todo» sin dejar pasar palabra («Los deseos oscuros...»). Sin dejar congelar el mundo con la palabra ni dejar congelar la palabra «privándola de su propio movimiento», Valenzuela caza el lenguaje vivo y en vuelo para mantenerlo fluido y acceder más allá del recóndito silencio, a lo imposible, «lo único que vale la pena ser buscado».

«Diciendo lo que no se dice», como personaje de sus propios relatos, Valenzuela logra dar rienda suelta a sus lobos, sus demonios. Expone monstruos visibles e invisibles que pertenecen al individuo, pero que, como nos ha dicho, constituyen un espacio compartido por todos.

Sin afirmaciones, ni concreciones de tipo alguno, Valenzuela sugiere:


Quizá no se trate de palabras,
en definitiva.
El secreto radica
en el decir o el callar o en todo lo contrario.


«Aprendizaje del silencio»                


Siempre navegando entre dos aguas, Valenzuela constantemente cruza y descruza límites inmateriales entre lo perceptible y lo imperceptible, entre lo prohibido y lo permitido. Atraviesa umbrales de pensamiento y experiencia por espacios indeterminados, que, como el parergon, no son ni esencia ni marco, no están completamente adentro ni afuera y se mantienen entre dos ámbitos, en la frontera.

La frontera constituye un territorio de peligro desde donde Valenzuela, en pos de significados y verdades, despliega su escritura liminal e intersticial. Siempre en los umbrales, permanece «al borde de la alberca,/al borde del poema/sin horario» («Viaje tardío a la poesía beat»). Cierra su colección de poemas diciéndonos:


¿quién dijo alguna vez que el único lugar
es la frontera?
¿quién sugirió así
      fronteramente,
que el vivir entre dos aguas
es lo máximo
a que pueda aspirarse en materia de verdades?
.........................................................
sin embargo quien dijo
que el único lugar
es
la frontera
sabe.


«Frontera»                


En «La búsqueda, la escritora y la "Tierra sin Mal"», Valenzuela elabora una metáfora de la escritura y la creación como profundo viaje mítico, subjetivo y colectivo hacia lo desconocido que se va imprimiendo con «los pies andantes sobre papel». Se trata de un viaje transgresor y cuestionador, de indagación inacabable, que, sin una meta determinada a priori, se «lanza en todas las direcciones» en la búsqueda mística de un lugar de sueño, un paraíso mental, similar a la Tierra sin Mal de los guaraníes.

Para nombrar lo innombrable, Valenzuela se deja llevar por su pulsión creativa libidinal más allá de las frases y las palabras. Traza una escritura móvil y nómade, dinamizada por la materialidad de un cuerpo puesto en movimiento, que, en aras de significado, apuntará en su trayecto hacia la creación y el descubrimiento. Sin guía y a sabiendas de que no llegará al fin del camino, corre para atrapar una historia y la sigue sin prestar atención a los obstáculos, «a las piedras, a las espinas, a los torrentes o los precipicios que brotan en el camino». Para revelar lo desconocido, inventa nuevas imágenes, nuevas subjetividades, nuevas miradas sobre el mundo que, a la vez, nos ofrecen nuevas perspectivas desde donde mirarlo.

En un viaje que al estilo del Ulises de James Joyce puede ser por un espacio mítico interior, la escritora atraviesa umbrales con el cuerpo para aproximarse al secreto. Escribe sobre lo que no sabe y desea conocer, conduciéndose en la escritura/lectura por una trayectoria no transitada que nos revela, como Machado al caminante, que no hay camino, sino que se hace camino al andar.

*  *  *

Este volumen contiene las voces críticas de destacados estudiosos de la escritura de Luisa Valenzuela. Con seis novelas y siete colecciones de cuentos, además de múltiples antologías, ensayos5 y textos traducidos a más de diez idiomas, es difícil abarcarla totalidad de su obra en un solo volumen. Sin embargo, cada uno de los artículos incluidos aquí ilumina aspectos claves de su creación. Empleando diversos enfoques teóricos, ofrecen una serie de propuestas desde perspectivas de mujer en muchos de los casos, pero no exclusiva ni dogmáticamente feministas. En su conjunto, exponen un significativo y sustancial corpus crítico alrededor de la obra de Valenzuela de quienes se han venido ocupando de su creación desde hace varios años.

Los artículos han sido ordenados de acuerdo a la cronología de la publicación de las obras tratadas en cada uno. Comenzamos con el trabajo de Diane E. Marting, quien, a través del lente teórico de Fredric Jameson, Gilles Deleuze y Félix Guattari, examina «Escaleran», micro-cuento de Aquí pasan cosas raras (1975). Marting sostiene que la alegoría constituye una estrategia frecuente en la producción de significado de Valenzuela, que, en este cuento, es empleada para iluminar la realidad político-social de la Argentina de los años setenta. Willy Oscar Muñoz estudia «Cuarta versión», de Cambio de armas (1982), como re-escritura de diferentes versiones de un diario personal. A partir de una dilucidación de las características de este género y de la relación histórica entre el lenguaje y la mujer, nos muestra que la escritora ha reivindicado el valor del diario íntimo como instrumento testimonial y como vehículo de renegociación de la exclusión de la mujer del orden cultural. Por su parte, María Inés Lagos hace un estudio comparado de «Cuarta versión» con narraciones de Julio Cortázar y de Clarice Lispector, vinculándolas bajo el común denominador de la metaficción y la problematización de la subjetividad de los protagonistas.

Desde una perspectiva poscolonial, mi artículo presenta Cola de lagartija (1983) como metáfora mítico-realista de la biografía de López Rega. Partiendo de un momento histórico de extrema crisis, violencia y victimización, los prolegómenos de la guerra sucia, este estudio ilumina zonas de invisibilidad del inconsciente colectivo argentino donde convergen componentes culturales heterogéneos de un universo conflictivo en el cual la hibridez cultural opera como instrumento generador de contradiscurso y resistencia, Helene M. Anderson dirige su atención hacia Realidad nacional desde la cama (1990). Bajo el prisma teórico de Michel Beaujour y de Gaston Bachelard, presenta la novela como testimonio de una agobiante realidad política de la Argentina y como evidencia de un subtexto de autorretrato mediante un discurso especular del «Yo/Ojo»-testimonio/autorretrato. Por otra parte, Sandra Messinger Cypess ofrece una mirada comparativa sobre Realidad nacional desde la cama y «Si esto es la vida, yo soy Caperucita Roja», cuento de Simetrías (1993). Destaca los puntos en común entre ambas narraciones en cuanto a la re-escritura de elementos subyacentes a los cuentos de hadas, así como un repetido interés en la represión política, la sexualidad femenina y la subversión de la mujer. Ksenija Bilbija hace un estudio psicoanalítico freudo-lacaniano de Novela negra con argentinos (1990) como retórica de lo reprimido y de una amnesia prescrita. Demuestra que, a pesar del mandato de borrar y eclipsar/desaparecer seres y recuerdos, éstos permanecen inscritos en el cuerpo y regresan de modo violento y fragmentado resultando así en la transformación de entes pasivos en agentes insertados en la historia.

En su análisis de «Cuchillo y madre», cuento incluido en Simetrías (1993), Sharon Magnarelli señala un cuestionamiento de los modelos sociales hegemónicos inscritos en los cuentos de hadas mediante la relación hija/madre. Magnarelli identifica el objeto del deseo y la violencia de la hija dirigido hacia la madre, no el padre, y la relación de identificación/desidentificación entre la hija y la madre para demostrar que ambas están en una continua renegociación. Basándose en los conceptos de la polución de Mary Douglas y de la abyección de Julia Kristeva, Gwendolyn Díaz analiza tres narraciones de Simetrías, «La densidad de las palabras», «La llave» y «Simetrías», que des-cubren las estructuras de control y dominio del poder oficial valiéndose de estrategias de manipulación del lenguaje y abuso del cuerpo físico. Díaz apunta tres ingredientes centrales en la creación de Valenzuela, el cuerpo, la política y la lengua, puntos desde los cuales es posible ejercer el poder. Z. Nelly Martínez examina la lectura/re-escritura desconstructora y descolonizadora que Valenzuela realiza de los cuentos de hadas tradicionales en la breve colección «Cuentos de Hades», incluida en Simetrías. Señala la represión y la violencia implicadas en el mundo representado en esas narraciones y sugiere que estos textos apuntan hacia un mundo moderno que, cristalizando su ideal de organizar racionalmente todo lo existente en pos de un ideal civilizador, se erigió en extendido cuento de hadas que, hoy en día, está en proceso de desconstrucción.

Estos artículos son acompañados por notas de dos presentaciones del libro más recientemente publicado de Luisa Valenzuela, Cuentos completos y uno más (Alfaguara 1998), en ocasión de su lanzamiento en Buenos Aires. Como «lector artesanal», Guillermo Saavedra se detiene en la búsqueda sin fin y sin destino fijo de esta escritora, cuya originalidad traza registros irreductibles a escuelas o generaciones. Por su parte, Alicia Dujovne Ortiz hace un comentario crítico celebratorio sobre algunas narraciones desde la perspectiva personal de una escritora y amiga que ha conocido a Luisa desde siempre y que ha oído varios de sus cuentos antes de que fueran escritos.

Cenamos los trabajos alrededor de la obra de Valenzuela, con otra visión personal de Luisa y su escritura en una prolongada conversación que mantuvo con Ksenija Bilbija, en Buenos Aires. Se trata de un trabajo sui generis que cubre la trayectoria literaria de Luisa, entregada en diálogos directos y narrados, con comentarios críticos e impresiones personales de la entrevistadora ligadas a sus propias vivencias autobiográficas y asociaciones de identificación con la escritora.

Este número especial no hubiera sido posible sin el apoyo y la contribución de valiosos colaboradores. Agradezco a Debra Castillo el respaldo brindado a la iniciativa de dedicar este volumen de Letras Femeninas a la obra de Luisa Valenzuela. A Ksenija Bilbija, quien con este número especial asume la dirección editorial de la revista, extiendo mi reconocimiento por el continuo apoyo que me prestara para esta edición. Para la selección y aceptación de los artículos incluidos he contado con un comité editorial que examinó cada estudio con consciente y constructivo rigor crítico-Debra Castillo, Ksenija Bilbija, Gwendolyn Díaz, Z. Nelly Martínez y Patricia Rubio. A todas ellas y a los colegas que colaboraron con sus estudios así como a Nancy Gates Madsen, encargada de la parte técnica de composición del ejemplar, va mi sincera gratitud.

Por último, por aquello de que los últimos son los primeros, le agradezco a Luisa Valenzuela su generosidad habitual al compartir su obra con sus críticos y lectores y concedemos para este volumen material inédito, la primicia de su poesía, su ensayo y una foto. Tomada por Giancarlo Puppo, la fotografía, muy artística y metafórica de su escritura, muestra por la mirilla de la puerta de la casa de Luisa la mitad de su rostro. La Otra, la mitad oculta, la conocemos nosotros.






Obras citadas

  • Valenzuela, Luisa. El gato eficaz. México: Mortiz, 1972.
  • ——, «Transposing the Secret: Reflections on Writing». Mid-America Conference of Hispanic Literatures University of Wisconsin-Madison. Septiembre 23, 2000.


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