La douleur seule entre assez avant dans l'âme pour l'agrandir. Elle y réveille des sentiments qu'on n'avait point encore soupçonnés. Il y a dans l'âme des places très eleveés où dort la vitalité et que la douleur seule peut atteindre.
Le passé: Autant que le Présent, bien plus que l'Avenir, il est tout entier dans notre pensée et constamment dans notre main... «Le passé est passé» disons-nous; et cela n'est pas vrai; le passé est toujours présent.
Et pourquoi le monde ne se composerait-il pas de sphères de réalités climates, mais interférentes, si bien que nous ne pourrions, nous, l'apprehender qu'en usant alternativement des différents symboles et en prenant des attitudes diverses?
¡Qué importa que no escuches cómo estoy sollozando
si escucho mi sollozo yo, que soy tú dos veces!
Febrero 5 de 1913
Pensamientos afines
En mettant les choses aux mieux, notre vie est comme un enfant revêche qu'il faut amuser sans cesse, si l'on veut qu'il reste tranquille, jusq'au moment où il s'endort; et c'est la fin de nos soucis.
...Todos los seres proceden del mismo espíritu, que tiene diversos nombres: justicia, amor o sabiduría, en sus diversas manifestaciones, como el océano recibe otros nombres cuando baña otras riberas.
Puesto que hemos tenido el privilegio de existir, hemos tenido el privilegio de entrar de lleno en el misterio del universo, y somos forzosamente una porción -por pequeña que sea- de ese misterio.
A. N.
Il sait (le mystique) que l'univers entier, aussi bien que lui même, est en sécurité entre les mains paternelles de son Dieu. Il a l'intuition que tous seront sauvés, en dépit des portes de l'enfer et de toutes les apparences contraires.
WILLIAM JAMES (L'Expérience Religieuse. Trad. de F. Abunzit)163
...Où est Dieu, les ruines et les naufrages ne son jamais définitifs.
Cristo dijo que allí donde nos reuniésemos en su nombre estaría él en medio de nosotros. No es, pues, extraño que aquella noche misteriosa en que hablábamos de Él con unción cordial, de su inmensa alma diáfana, de su ternura grande como el universo, de su espíritu de sacrificio incomparable, del sabor místico de su caridad, que nos penetra y nos envuelve, Él se presentara de pronto, suavemente, en el corro.
Cristo dijo que allí donde nos reuniésemos en su nombre estaría él en medio de nosotros. No es, pues, extraño que aquella noche misteriosa en que hablábamos de Él con unción cordial, de su inmensa alma diáfana, de su ternura grande como el universo, de su espíritu de sacrificio incomparable, del sabor místico de su caridad, que nos penetra y nos envuelve, Él se presentara de pronto, suavemente, en el corro.
Lejos de sorprendernos, su aparición divina nos pareció natural. Quizá no se trataba propiamente de una aparición; más bien le sentíamos dentro de nosotros; pero la realidad de su presencia era absoluta, imponente, superior a toda convicción.
En vez de turbarnos, experimentamos todos un bienestar infinito.
Cristo nos bendijo y, sonriéndonos, con aquella indecible sonrisa, nos preguntó:
-¿Qué deseáis que os dé antes de volver al Padre?
-Señor -dijo Rafael-, deseo que me perdones mis pecados.
-Perdonados están -respondió Jesús, siempre sonriendo.
-Yo, Señor -dijo Gabriel-, ansío estar contigo...
-Pronto estarás -replicó Cristo amorosamente-. Y tú -me preguntó- ¿qué quieres, hijo?
Iba a decirle algo de mi muerta; pero no sé por qué, al ver la expresión divina de su rostro, comprendí que no era preciso decirle nada; que los muertos estaban en paz en su seno, junto a su corazón, y que todas las cosas que sucedían eran paternalmente dispuestas o reparadas.
-¿Qué anhelas, hijo? -repitió Jesús, y yo respondí:
-Señor, ¿qué puedo anhelar si todo está bien? Yo sólo deseo que se haga en mí tu voluntad...
Cristo me miró con ternura (¡qué mirada de éxtasis!); pasó su mano traslúcida por mis cabellos...
¡Y acabé por echarme, como un niño, en sus brazos!
Hoy, ella es la divina barquera en quien me fío;
con ella, nada temo; con ella, nada ansío.
En su gran barca d'ebano, llena de majestad,
me embarcaré tranquilo para la Eternidad.
Junio de 1913
III
Restitución
¿Encontrará la ciencia las almas de los muertos
un día, y a la angustia y el llanto que los van
buscando, del Enigma por los limbos inciertos,
responderá la boca del abismo: «Aquí están»?
¿Descubriremos ondas etéreas que transmitan
a los desaparecidos la voz de nuestro amor,
y habrá para lo que ellos decirnos necesitan
algún maravilloso y oculto receptor?
¡Oh milagro, tu sola perspectiva nos pasma!
Pero ¿qué hay imposible para la voluntad
del hombre, que a su antojo tenaz todo lo plasma?
¡Ante el imperativo del genio, mi fantasma
tendrás que devolverme por fuerza, Eternidad!
Enero 9 de 1914
IV
Buscando
Entre el dudoso cortejo
de sombras, peregrinando
voy, una sombra buscando.
En el místico reflejo
de la noche constelada,
quiero hallar una mirada.
Asir anhela mi oído
una voz que se ha extinguido
entre los ecos lejanos.
Al pasar por un jardín,
finge el roce de un jazmín
la caricia de sus manos.
¡Oh sombra, mirada, voz,
manos!; el vórtice atroz
de la eternidad callada
os sorbió. ¡Triste de mí,
que no tengo nada, nada;
que ya todo lo perdí!
Enero 18 de 1914
V
Indestructible
Bien ves, si me estás mirando,
que desde que te perdí,
mi vida se va pasando
piadosamente pensando
en ti;
que incólume, sin desgaste,
¡oh Ideal!, has de vivir
en el alma en que anidaste,
y que lo que edificaste
ni Dios lo querrá destruir.
Febrero 2 de 1914
VI
La bella del bosque durmiente
Tu amada muerta es como una princesa que duerme.
Su alma, en un total olvido de sí mismo, flota en la noche.
Mas, si tú persistes en quererla,
un
día esta persistencia de tu amor la recordará.
Su espíritu tornará a la conciencia de su ser, y sentirás en lo íntimo de tu cerebro el suave latido de su despertar y el influjo inconfundible de su vieja ternura que vuelve...
Comprenderás entonces, merced a estos signos misteriosos, que una vez más el amor ha vencido a la muerte.