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ArribaAbajoCanto Vigesimocuarto

387-primera línea del sumario:

[...] el desbarate y rota de la armada turquesca [...]


Desbarate, que se repite una sola vez (585-3-7):


Del desbarate y muerte del tirano [...]


Voz comunísima en los historiadores de la conquista de América, pero que ya en la primera mitad del siglo XVI se escribía también desbarato.

«[...] visto por el capitán este desbarato, y el poco remedio que allí había para curarse y reformar su gente, embarcose [...]». Francisco de Jerez, Conquista del Perú, ed. Rivad., p. 321.



387-1-7:


Los varios hados, diferentes suertes [...]


Hablar en España de suertes en la acepción en que está tomada aquí, sería punto menos que ridículo, cuando a diario se oye tratar allí y en los periódicos se leen largas relaciones de las varias suertes que se ofrecen en el arte de torear. Suerte en la acepción de este verso importa, pues, tanto como accidentes.

He aquí un ejemplo, que tomamos del comienzo de las Selvas del año de Baltasar Gracián:


Después que en el celeste anfiteatro
el ginete del día
sobre Flegonte toreó valiente
al luminoso toro,
vibrando por rejones rayos de oro,
aplaudiendo sus suertes
el hermoso espectáculo de estrellas [...]


«Viendo, con todo, iba ya la fortuna haciendo suertes en mí a toda priesa, condecendí, debaxo de algunas condiciones, que después no se me guardaron». Suárez de Figueroa, El Pasagero, hoja 42 v.


Esperaron al tiempo más obscuro
para mejor poder hacer la suerte [...]


Castellanos, Elegías, p. 116.                


donde suerte reviste la acepción de hecho, hazaña, golpe de mano: acepción que no se halla en el léxico.



388-1-6:


Deste naval conflito el rompimiento [...]


«Conflito, el aprieto y necesidad en la guerra, cuando cierra un campo con otro, del verbo latino confligo [...] y de allí llamamos conflito cualquier aprieto o trabajo en que nos vemos con angustia y peligro». Covarrubias.

Conflito: he aquí otra de las voces que en la edición príncipe y en las dos de Madrid de 1578 salió en su forma actual: conflicto. En la primera la usó Laso de la Vega (Cortés valeroso, hoja 47 v.):


Neptuno de su asiento cristalino
sale a ver el conflito atroz, sanguino.


Cervantes (Don Quijote, I, 292): «Ansí que de cualquiera manera que responda, saldré del conflito y trabajo en que me dejares [...]».

Todavía en América, a principios del siglo XVII, Pedro de Oña en su Temblor de Lima, fol. 9 vlto.:


Solas murieron seis en tal conflito.


Y en Chile, mediado el siglo XVII, Mendoza Monteagudo, también en conformidad a su etimología:


«Yo he sido quien en tiempos diferentes [...]
vientos y torbellinos y conflitos
ha hecho en menoscabo de las gentes [...]


Guerras de Chile, Canto XI, p. 236.                


Es voz que no se registra en el léxico de la Academia.



388-3-7, 8:


Genízaros, sanjacos, capitanes,
chauces, behelerveyes y bajanes [...]


Genízaro es adjetivo anticuado, pero como sustantivo se conserva en su valor de «soldado de infantería de la antigua guardia del Gran Turco». (Véase más adelante: 395-2-1).

Sanjaco, voz tomada del turco, que vale gobernador de un territorio.

El singular de chances es chauz, que en turco significa alguacil. El plural de bajá, conforme a la gramática es bajaes, y en esa forma lo hallamos empleado por Zapata (Miscelánea, p. 110): «[...] muchos arcabuceros traían en sus escarcelas, para bajaes, pelotas de plata [...]»; y por Rufo en La Austriada, Canto III:


[...] Después de haber dos bajaes
acuerdo, no sin priesa y sobresalto [...]:


ejemplo recordado por Selva en abono de que el legítimo plural es bajaes.

Bajanes, es, por consiguiente, una licencia poética.

En cuanto a behelerveyes, no hallamos esta voz en los diccionarios. Parece que debiera escribirse en la última v, b, puesto que es compuesta de bey. En la edición príncipe se puso beguelerveyes, y en otras posteriores la v de que hablábamos se convirtió en u.



388-4-7:


Y en las popas, carceses y trinquetes [...]


Carceses en todas las ediciones antiguas, en la de Sancha, de Rosell y de la Academia, y, por ende, en la nuestra. Es voz que no aparece en los diccionarios, ni se halla tampoco en la Instrucción nauthica   —369→   de García de Palacio. Ha debido de ponerse por calcés, que este último autor define así: «se dice un palo grueso que está enxerido en la cabeza del árbol, con un pedazo de concavidad a manera de teja, y sobre la cabeza déste, se asientan los baos para sustentar la gavia» (Hoja 137).



388-5-5:


Las cicaladas armas relucían [...]


Véase más adelante (459-2-1) la nota referente a acicalada. Cicalar es anticuado.



389-2-2:


Aficionado al talle y apostura [...]


«Aficionado, enamorado, viene del verbo afficio, is, que significa lo mesmo», advierte Covarrubias. Bien corresponde en ese verso a la definición, pero más generalmente responde al concepto de «ganar la voluntad de otros con su hermosura, con su virtud y buenas partes, atrayendo así las personas con quien trata», según otra acepción, también de Covarrubias. Así dijo Las Casas, Historia de las Indias, t. III, p. 5: «[...] acordó enviar [...] a ayudar a Diego Velázquez, a un Pánfilo de Narváez [...] que [...] le era aficionado».

Cervantes (Viaje al Parnaso, cap. I):


Las muchas leguas de la gran jornada
se me representaron que pudieran
torcer la voluntad aficionada.




389-5-5:


Calad armas y remos a porfía [...]


«Calar remos: introducirlos en el agua para bogar; y, en general, bogar, remar». Cuervo, Dicc., II, 33, que cita este verso de Ercilla y dos ejemplos de Quevedo.



391-2-7:


Así que, ya del cielo prometido [...]:


«ya del cielo prometido», ablativo absoluto, que equivale a decir «habiendo sido ya esto prometido».



391-5-3:


A la suya real se acosta presto [...]


Acostar, en términos náuticos, vale atracar, anticuado, según el Dicc. Marít., a que hace referencia Cuervo. Este mismo gramático, al hablar de la conjugación de dicho verbo, dice lo siguiente: «Tiene estas formas irregulares: acuest-o, as, a, an; acuest-e, es, e, en; acuesta tú. Se halla usado como regular en el sentido de "acercarse a la costa", por parecer inmediatamente sacado de este nombre; pero ésta es una aplicación secundaria de la significación primordial arrimar. Los gramáticos nada dicen sobre el particular». Dicc., I, 153.



391-5-7:


Zafa la artillería, y alistada [...]


Zafar, de donde zafarrancho, que vale dejar desembarazada la cubierta para una faena cualquiera, y especialmente para el combate. Entendemos, pues, que zafar la artillería significa dejarla en punto de proceder a usarla.



392-1-3:


De quien el largo mar Mediterrano [...]


Licencia poética, claro está, por Mediterráneo.



392-4-3:


La vuelta de la infiel, que a sobreviento [...]


«Estar o ponerse a sobreviento, dice el Diccionario de Autoridades, es frase marítima, que explica tener el lugar más ventajoso de barlovento, u lograr todo el viento a su favor, respecto de otra nave»: definición que comprueba con este ejemplo de Ercilla.



393-2-7:


Y las armas tomad, en cuyo hecho [...]


«Encontramos uno de los empleos irregulares de cuyo, que se hacen cada vez más frecuentes en el uso moderno, y que, según lo que dice Cuervo, pág. 1050, trascienden a escribanía. El mismo gramático lo hace remontar hasta Solís por lo menos. Se ve que es más antiguo aún». Ducamin, p. 266.



393-5-6:


Tomad desos indignos posesores [...]


Posesor, en forma latinizada, por poseedor, y en aquella forma se le encuentra en Don Quijote (P. I, cap. 33): «[...] legítimo posesor de un finísimo diamante [...]».



394-1-4:


Sin curso, diciplina ni experiencia [...]


Curso en la misma acepción que le vimos antes emplear cursado, esto es, práctico, ejercitado.



394-3-1:


«Y esotra turbamulta congregada [...]


Esotra, compuesto de esa otra, que como observa Bello (Gramática, p. 60), no es enteramente anticuado, y aun vemos, en efecto, que hoy lo han solido emplear escritores de tan buena cepa como Rodríguez Marín.

En El diablo cojuelo de Luis Vélez de Guevara: «[...] y lo mete en paz aquella música que dan a cuatro voces en esotra calle unos criados de un señor a una mujer de un sastre [...]».

Cervantes en Persiles y Sigismunda, cap. último: «[...] aprieta, ¡oh!, hermano, estos párpados, y ciérrame estos ojos en perpetuo sueño, y con esotra mano aprieta la de Sigismunda [...]».

En el Arauco domado de Pedro de Oña (Canto XI, p. 288) hallamos este ejemplo:


En esto esotra gente del pantano [...]


El obispo Villarroel (Historias sagradas, t. I, hoja 36 v.): «Desahogose un poco, y alargando el paso, siguiéndole esotros».

Pero este uso no era común, ni en La Araucana se registra más de la vez en que queda anotado.



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394-3-4:


En quien conformidad jamás se halla [...]


Conformidad en su acepción de «unión, concordia y buena correspondencia entre dos o más personas».



395-2-1:


Y más cuando un genízaro forzado [...]


«Genízaro, vale cerca de los turcos tanto como el que es nacido de padre cristiano y madre turca, o al revés, de padre turco y madre cristiana». Covarrubias.

«Forzado, el que está en galera, condenado por la justicia». ¿Necesitamos recordar, a propósito de esta voz, la aventura de don Quijote con los galeotes, «gente forzada del Rey [...]»?



395-2-2:


Que iba sobre la gata descubriendo [...]


«Gata, en la galera es lo más alto del mástil y el subir allá se llama propiamente gatear». Covarrubias.



395-3-7:


Enderezó su escuadra aventajada [...]


Aventajada, que hacía ventaja a la enemiga; pero acaso pudiera entenderse también que se la decía tal por ir tripulada por muchos soldados aventajados: adjetivo cuyo valor se verá en el siguiente ejemplo: «Gonzalo Pizarro entendía por su parte en dar socorros a muchos soldados que no estaban debajo de bandera, y a otros que estaban daba ventajas, demás de lo que habían rescebido, de a mil y a dos mil castellanos [...]». Zárate, Conquista del Perú, p. 554.



396-2-2:


La enemiga real que iba en la frente [...]


Con la enemiga real se alude a la nave capitana de la flota contraria, la que llevaba el estandarte del monarca o su representante. No parece que en este caso corresponda a real la acepción de navio de tres puentes y más de ciento veinte cañones, que también tiene.



396-5-4:


Que iba en la capitana ginovesa [...]


Por genovés, ginovés, adjetivo, anticuado, que registra el léxico de la Academia.



397-2-2:


Llegan unas con otras abordarse [...]


Omitida la a antes de abordarse, por efecto de haplología, ya notada en otras ocasiones.



397-5-3:


Quien por herir sin tiempo al adversario [...]


Sin tiempo, a destiempo, al uso de hoy día.



398-1-1:


¿Cual será aquel que no temblase viendo [...]


Diríamos de ordinario: sería, para responder al valor hipotético de temblase; o conservando será, cambiaríamos el tiempo de temblase, por tiemble, y en lugar de viendo, cuando vea.



398-2-3:


De Tesifón y Aleto acompañado [...]


Tisiphone y Alecto, dos de las Furias, llamadas también Euménides; la otra era Megara, que de ordinario decían los españoles Megera. Tesifón, como escribe Ercilla, era el ministro de la venganza divina para con los mortales, infligiéndoles plagas y enfermedades. Se la representaba con un látigo en la mano, serpientes le colgaban de la cabeza y otras llevaba envueltas en los brazos a guisa de brazaletes.

Alecto aparecía representada con antorchas ardientes, con la cabeza poblada de serpientes y respirando venganza, guerra y pestilencia.



398-2-5; 441-3-3:


Ora bate el escudo fulminoso [...]



Donde el forjado acero se fulmina [...]


Dícese hoy fulmíneo, «que participa de las propiedades del rayo»: definición del léxico que servirá para explicar el sentido del verbo fulminar en el segundo de los versos citados.


Por parte del Oriente le demora
la magnitud inmensa de los llanos
que lo rodean hasta Mediodía,
y al Occidente fulminosas sierras,
bosques incultos y montañas bravas.


Castellanos, Hist. del N. R. de Granada, t. I, p. 20.                




398-3-3:


Quién trabuca al forzado y lo deshierra [...]


El valor de deshierra está expresado en el verso que sigue:


Arrebatando el grillo o la cadena,


pues los galeotes o forzados iban colocados en los bancos de la galera con grillos o cadenas.



398-3-7, 8:


Rotos bancos, postizas, batayolas,
barriles, escotillas, portañolas.


Postiza es voz marítima, que quiere decir la «obra muerta que se ponía exteriormente a las galeras y galeotas desde su cubierta principal en ambos costados, para aumentar la manga y colocar los remos en la posición más ventajosa».

Batayola: «barandilla fija o levadiza, hecha de madera, que encajada en los candeleros, corre las bordas del buque».

Portañola vale cañonera, tronera.



398-4-8:


Que faltaba la fuerza y vida junto.


Que, empleado en su valor de en que, de que ya hemos notado otras muestras en el poema.



399-2-3:


Otros, que habían probado el ahogarse [...]


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Probar en la acepción de experimentar, y en este caso diríamos que habían estado a punto de ahogarse.


Porque más les probó que en guerra estrecha
ver del contrario rostro las señales [...]


Valbuena, El Bernardo, p. 223.                


«Llegados, pues, nuestros españoles a Chile, no los prueba la tierra, como en otros climas o regiones, cuyo temple les es tan apropiado, que por maravilla se ve adolescer en él un español». Nájera, Desengaño, p. 199.

Todo el pasaje está imitado del Orlando furioso, canto XXXIX, estrofa 85:


Altri, che spera in mar salvar la vita,
o perderlavi almen con minor pena;
poi che notando non ritrova aita,
e mancar sente l'animo, e la lena,
a la vorace fiamma, c'ha fuggita,
la tema di annegarsi anco rimena;
s'abraccia a un legno, ch'arde, e per timore
c'ha di due morti, in ambe se ne more.


que en la versión de Urrea dice así:


Otro que espera en alto mar salvarse,
o la vida perder con menos pena:
como no halla dónde reposarse,
fáltale el huelgo lexos de la arena;
de la llama querría repararse,
y el miedo de ahogar lo desordena;
un leño ardiente abraza con el miedo
de dos muertes, y en ambas muere cedo.




399-3-3:


Los tiros y las lanzas apañando.

Donde apañar está tomado en la acepción de «recoger y poner en orden la cosa, porque no está mal puesta, sino ceñida como lo que se aprieta en el puño». Covarrubias.

Baltasar de Gracián en su Criticón: «Pues, señores, ¿quién compra? El que apaña piedras, el que hace y no dice, el que hace su negocio, y Harpócrates a quien nadie reprende».



399-4-4:


Hierve y regüelda cuerpos de apretado [...]


Regüelda, en sentido metafórico, como con menos violencia en esta figura de retórica dijo más adelante, hablando del volcán de Villarica (cuya vista damos en la cabecera del Canto):


Que regoldando fuego está contino.


Es voz, naturalmente, baja, como bien se lo dijo don Quijote a su escudero: «Erutar, Sancho, quiere decir regoldar, y éste es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy significativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice erutar [...]» (VII, 111).

Pero hoy, en circunstancias análogas a las consideradas por el poeta, acostumbramos vomitar: la metralla que vomitaban los cañones enemigos. En nuestra literatura colonial hallamos ejemplos de esa voz:


La cólera revuelta, hasta allí fría,
sobre ella regoldando sus pasiones,
echaron las entrañas los cañones.


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VIII, p. 164.                




399-4-8:


Las herradas galeras bate apriesa [...]


Hay que aspirar la h, volviéndola a su valor de f, caso del que hemos visto ya varios ejemplos.



400-5-5:


Saliole de través, boga arrancada [...]


«Ir de boga arrancada. (Símil de las naves)». Correas, Vobabulario, p. 54.

«Boga arrancada. Mar. La que se hace con la mayor fuerza y precipitación, sirviéndose a un mismo tiempo de todos los remos» definición abreviada de la que da el Diccionario de Autoridades, que trae a colación este verso de Ercilla.

Ejemplos de este término de marina que hallamos en poetas españoles y americanos:


Ya hiere sin cesar los aires vanos
de voces y cadenas el estruendo,
ya del zarpar se nota el remar lento,
ya del arrancaboga el violento.



¡Arma! soldados ¡arma! y vos canalla,
¡arrancaboga a priesa a la batalla!


Rufo, La Austriada, C. XX, 353 v., y XXIII, 413.                



Dejando la del riesgo desmentida,
cambiando a diestra mano en un instante
bogamos de arrancada a la importante.


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VIII, p. 163.                


De las diversas formas de bogar nos ofrece curiosa enumeración Gaspar de Villagra (Conquista de la Nueva México,, hoja 79 v.):


El General prudente que así puso
seguro vado a todos por delante,
el mismo comenzó a picar los bueyes,
animando al ejército suspenso
con uno y otro grito de manera
que así como la chusma salta y carga,
siguiendo al bogavante con destreza,
o de boga arrancada, o sea picada,
o quiera sea larga, o sea chapada,
a todo pone el hombro y con esfuerzo
los poderosos tercios van cargando [...]




401-2-3:


Poniendo espuelas y ánimo a su gente [...]


«Poner espuelas a uno. Frase figurada. Estimularle, incitarle para que emprenda o prosiga con más calor un negocio»; así, escribió Cervantes (Don Quijote, P. I, cap. 46): «[...] porque va poniendo espuelas al deseo [...]».



401-3-8:


Gritando: «¡Cierra! ¡cierra! ¡España! ¡España!» [...]


«Cerrar con el enemigo, embestir con él, de do manó el proverbio militar: Cierra España». Covarrubias.

«¡Cuerpo del mundo, señor Bachiller! Sí, que tiempos hay de acometer, y tiempos de retirar, y no ha de ser todo "Santiago, y cierra, España!"». Don Quijote, V, 92.

Comentando Rodríguez Marín esa exclamación (VIII, 56) hoy perdida, cita varios ejemplos de ella,   —372→   y, entre otros, este de La Araucana, que puntúa así:


Gritando: «¡Cierra, cierra, España, España!»


Insiste el docto humanista en que debe ponerse coma entre cierra y España.

Y sobre esto mismo vuelve a insistir en nota a la página 56 del tomo VIII, sobre todo acerca del valor que debe concederse a la y, que suele ponerse antes de cierra, como en este otro pasaje, en el que don Quijote explica a Sancho el valor y origen de tal grito de guerra: «[...] y querría que vuesa merced me dijese qué es la causa porque dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel San Diego Matamoros: "¡Santiago, y cierra España!". ¿Está por ventura España abierta, y de modo, que es menester cerrarla, o qué ceremonia es ésta?

»-Simplícimo eres, Sancho -respondió don Quijote-; y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo, especialmente en los rigurosos trances que con los moros los españoles han tenido, y así, le invocan y llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen, y muchas veces le han visto visiblemente en ellas derribando, atropellando, destruyendo y matando los agarenos escuadrones; y desta verdad te pudiera traer muchos ejemplos que en las verdaderas historias españolas se cuentan».

Tal es la explicación de don Quijote por lo tocante al significado y origen de esa frase; veamos ahora la que Cuervo le dedica a la parte gramatical de la misma: «El imperativo [de cerrar] figura en el antiguo grito de guerra "¡Santiago, y cierra, España!" cuya explicación gramatical es obvia: invocando el apóstol, se excita a España para que embista. El uso de la conjunción se aclara [...] con multitud de frases familiares, como ¡Ánimo, muchachos, y a ellos! ¡Un trago, y a correr! Causan maravilla las intrincadas cavilaciones a que acudió Puigblanch para explicar el mencionado grito de guerra, apartándolo de la interpretación que en España siempre se le ha dado (véase Sbarbi, Refr. gen., 6, p. 271 y siguientes)».



402-1-2:


Que a la batida proa recudían [...]


Recudir en la acepción de acudir o concurrir a una parte, es anticuado, según el léxico de la Academia. En Chile se le empleaba todavía mediado el siglo XVII:


Tanto así por avante de repente
hizo la temerosa recudida
que no pudo, virando allí, la gente
por popa recibir el avenida [...]


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VII, p. 145.                




402-4-6:


De aquella audaz caballería cristiana [...]


Alusión a la Orden de los caballeros de Malta.



403-1-2:


Resisten aquel ímpetu y motivo [...]


Motivo, de su etimología, motum, lo que mueve o tiene eficacia para mover; movimiento, que diríamos hoy.



403-5-8:


Pero dentro del mar ganando tierra [...]


Dos cosas al parecer inconciliables, pero cuyo significado se explica cuando sabemos que ganar tierra es frase figurada que vale avanzar, ganar terreno.



404-3-2:


Contrastaba la furia sarracina [...]

Sarracina parece revestir en este verso la acepción de sarraceno, si bien el léxico dice que sarraceno es el natural de la Arabia Feliz, y sarracina vale lo que pelea entre muchos, con confusión y sin orden.



404-3-5:


Donde a poco de rato cayó muerto [...]


En Chile al menos, acostumbramos anteponer el artículo a rato: el rato, un rato; pero en el verso de Ercilla y en el siguiente ejemplo se ve que antaño no se usaba.

«Quién fuera tú, dixo entre sí, y juntándose a cabo de rato conmigo, me preguntó qué era y dónde tenía lo recibido». Suárez de Figueroa, El Pasagero, hoja 249.



405-4-3:


Con furia inexorable todo a hecho [...]


A hecho es modo adverbial, que vale, según el léxico, «seguidamente, sin interrupción hasta concluir»; y también «por junto, sin distinción ni diferencia».



406-1-1, 2:


Pero el hijo de Carlos, conociendo
del traidor renegado el bajo intento [...]


Con la primera de estas perífrasis se alude a don Juan de Austria, y con la segunda a Ochalí.



406-3-3:


Cuál, sin mirar al fondo y largo trecho [...]


Fondo, por hondo, según el léxico. Ya en otros lugares vimos que pasa con ese vocablo justamente lo contrario, por efecto de la medida del verso, hondo, con hache aspirada, en su valor de j.



406-3-5:


No hay parentesco, no hay amigo estrecho [...]


El mismo concepto expresado ya antes por el poeta (100-2-4):


Estrechas amistades olvidadas.




406-3-6:


Ni el mismo padre el caro hijo atiende [...]


Rossell corrigió al.

Es corriente en Ercilla no usar la preposición a   —373→   con los acusativos de persona o de cosas personificadas (422-2-1; 432-2-3):


Uno deja tullido y otro muerto [...]



Salvar quise uno dellos [...]


Sería fácil anotar otros ejemplos.

Atender, tanto puede valer aquí «tener en cuenta o en consideración una persona»; o aguardar, y en esta acepción «de mucho uso en lo antiguo, menos frecuente en nuestros clásicos, no puede usarse hoy sin afectación de arcaísmo», observa Cuervo, Dicc., I, p. 739; y así se advirtió ya.



406-4-2:


En la arenosa playa pie tomaron [...]


Tomar pie, frase figurada, que vale, respecto de las cosas, arraigar, y en el presente caso asentar o hacer pie, como dijo en otra parte el poeta.



407-2-6:


Que en larga digresión me he divertido [...]


¿Necesitamos decirque aquí divertido importa tanto como apartado, ocupado en otra cosa, etc., conforme a su etimología latina: divertere, apartarse? Las cinco veces que Ercilla empleó este verbo divertir fue siempre en esa acepción. Véase otro ejemplo (513-4-7):


No puedo proseguir, que me divierte
tanto golpe, herida, tanta muerte:


que a primera vista parece pudiera entenderse como que el poeta se goza y entretiene en tales cosas, siendo que lo que dice es que le distraen y embeben su tiempo.

En El mercader amante, del poeta valenciano don Gaspar de Aguilar, se lee una frase semejante:


Pero ¿qué es esto? ¿qué antojos
me divierten la memoria?



Garraf se pasma y queda sin sentido,
como el que oyó del arcabuz el trueno
estando divertido [...]


Lope de Vega, La Gatomaquia.                


En Don Quijote (IV, 244): «Y no será bastante disculpa desto decir que el principal intento que las repúblicas bien ordenadas tienen permitiendo que se hagan púlicas comedias es para entretener la comunidad con alguna honesta recreación y divertirla a veces de los malos humores que suele engendrar la ociosidad [...]». Voz que en este caso ha motivado la siguiente nota de Rodríguez Marín: «Divertir en su antiguo significado de distraer, correntísimo antaño. Ya ocurrió en esta acepción [...] y aun saldrá otras veces [...] En idéntica significación está usada en el Coloquio de los perros, donde Cipión dice a Berganza: "No te diviertas, pasa adelante"».

En Chile lo usó un poeta de la colonia, mediado el siglo XVII: nos referimos a Mendoza Monteagudo, que en su poema dice (Canto VI, p. 117):


No le divierte el daño de su gente
ni un mísero clamor le pone pena [...]


«[...] cuando los cautos enemigos que los están acechando, los ven bien ocupados y divertidos en la vendimia de lo que para tal cebo les plantaron, salieron de improviso a ellos [...]». Nájera, 89.

Y el P. Ovalle (I, 190, 315): «Bien es verdad que parece da salida a esta instancia la antigua costumbre de los hebreos de no divertirse a nuevos países y regiones [...]». «[...] a la cual [la ciudad de la Imperial] teniéndola sitiada, cortaron y divirtieron el brazo del río de que bebían todos [...]».

Tratando de este verbo y del sentido en que le hemos visto empleado en los ejemplos copiados, (que corrobora con otros sacados de diferentes autores) dice el P. Mir, que «es gran lástima que por flojedad y dejamiento se vaya menoscabando el uso de esta preciosa dicción». Hispanismo y Barbarismo, t. I, p. 619. Creía Baralt que el desuso en que ha caído en la acepción dicha se debiera a los asomos que tiene de galicismo, sin serlo en realidad.

Pero alguna observación más merece la forma de gerundio en que sale en La Araucana (594-5-1), comparándola con la que se lee en Don Quijote:


Voime de punto en punto divirtiendo [...]


como escribió la Academia, separándose de la lección que trae la edición de 1589-90: divertiendo, que es también la empleada por Cervantes (V, 149): «[...] y así, temo que en aquella historia que dicen que anda impresa de mis hazañas, si por ventura ha sido su autor algún sabio mi enemigo, habrá puesto unas cosas por otras, mezclando con una verdad mil mentiras, divertiéndose a contar otras acciones fuera de lo que requiere la continuación de una verdadera historia».

¿En qué quedamos, pues? ¿Divirtiendo o divertiendo? En la novena clase de verbos irregulares coloca Bello como ejemplo a advertir, cuyo gerundio dice es advirtiendo, y añade que las mismas irregularidades de aquel tienen todos los verbos cuyo infinitivo termina en ferir, gerir o vertir; con lo que manifiestamente se infiere qué divertir pertenece a la clase dicha, y, por lo tanto, que debe ser el gerundio divirtiendo. Mas esto no quiere decir que el cambio de la e por i en la forma usada por Cervantes y Ercilla esté mal puesta, ya que sólo demuestra que aun no se cambiaba la e en i, como acontece ahora.



407-2-8:


Con falsas armas y esperanzas vanas [...]


En otro lugar quedó nota sobre el valor de arma en la acepción más corriente hoy de alarma; arma falsa es, como define el léxico, «acometimiento o ataque fingido, para probar la gente o para deslumbrar al enemigo».



407-4-1:


Una tarde que el sol ya declinaba [...]


De nuevo nos encontramos con este que en su valor de en que.





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410-2-2:


Representar en orden la batalla [...]


Representar, anticuado en su acepción de presentar, según lo advierte el léxico de la Academia.



410-2-5:


Hacer defensas, fosos y muralla,
trincheas [...]


Trincheas, como se decía antaño, por trincheras, que acostumbramos hoy. Así, en Don Quijote (IV, 20): «[...] porque la experiencia mostró la facilidad con que se podían levantar trincheas en aquella desierta arena [...]».

«Llegó de tropel la extendida y gruñidora piara, y sin tener respeto a la autoridad de don Quijote, ni a la de Sancho, por cima de los dos, deshaciendo las trincheas de Sancho [...]». Don Quijote, VII, 239. Cervantes usó también del verbo trinchear (VII, 239).


El frente fue con maña fabricado,
a los lados con muchos torreones,
estaba a todas partes resguardado
con sus trincheas, fosas y bastiones [...]


Barco Centenera, Argentina, hoja 167 v.                


Y en Arauco domado (V, 132 y 133, y en VII, 180):


Demás de que por toda la trinchea [...]



Hace subir más gente a la trinchea [...]



Después que le rompimos la trinchea [...]


Y así el P. Ovalle (I, 66): «[...] y hicieron una trinchea como media luna [...]».

Álvarez de Toledo la usó en Chile antes que el jesuita, diciendo:


Paran tapiales, puertas y trincheas [...]


Purén Indómito, Canto XVI, p. 324.                




311-2-5:


Dándote por ventaja de su grado [...]


Parece indispensable poner entre comas la frase adverbial a fin de que se entienda que la ventaja se la daba de su voluntad, valor que tiene grado en este caso, y no como renuncia del grado que le correspondía en el escalafón militar.



412-1-6:


De tu altiveza y ánimo confío [...]


Altiveza, por altivez, que el poeta usó en otras dos ocasiones (547-5-2, y 571-2-1), mucho más corriente hoy en la segunda de esas formas y que tanto valen una como otra, según el léxico. Altiveza, dijo también Juan Rufo en su Austriada, Canto II, hoja 35:


Estas exclamaciones y otras tales
sembraban con recelo y altiveza [...]




412-3-7:


Que iba a reconocer bajo de trato [...]


Trato en su acepción de tener comunicación amistosa; y bajo, como preposición «que se junta con nombres que denotan el principio o norma que regula una operación y a la cual se subordina ésta en todas sus partes», según lo nota Cuervo, Dicc., I, p. 843.



413-2-7:


Que un terrapleno y muro poderoso [...]


Licencia poética que exigía ganar una sílaba en el verso, de la que conocemos ejemplo en Mendoza Monteagudo, poeta de la colonia que escribía a mediados del siglo XVII (Guerras de Chile, Canto VI, p. 118):


Refrescan con vinagre el terrapleno
y al lienzo todo a un tiempo dan barreno.




413-5-1:


De sus golpes los nuestros no faltaron [...]


Faltar en su valor de «no corresponder una cosa al efecto que se esperaba de ella»; en este caso, que los golpes los acertaron.



414-3-8:


Con un batir de dientes y ternillas.


Ternilla, según el léxico, es el «tejido sólido, flexible, elástico y blanquecino que generalmente forma láminas en el cuerpo de los animales vertebrados»; en términos menos técnicos, diríamos aquí cartílagos que es, en efecto, el equivalente que el léxico da en esa voz a ternilla.



415-3-3:


Lanzas, gorguces y armas enastadas [...]


El gorguz era un arma arrojadiza a modo de dardo.



415-3-8:


Heridas penetrables y mortales [...]


Herida penetrante es la llamada así porque alcanza a la concavidad torácica, de donde pasó a decirse por todas aquellas que profundizan en la carne. ¿Vale lo mismo penetrable?

Según el léxico, evidentemente, no; si bien pudiera creerse que el poeta quiso aquí dar a ese adjetivo el valor figurado de que el dolor físico llegaba a lo interior del alma.



415-4-6:


Y de un revés y tajo arrebatado [...]


  —375→  

Arrebatado en su valor de violento y fuerte, a la vez que con precipitación.



416-4-2:


El mozo Galbarín sargenteando [...]


Ejemplo del verbo sargentear alegado por el Diccionario de Autoridades en demostración de que vale «animar con denuedo y desembarazo a otros para alguna facción de valor, o bullicio, yendo delante»; pero se observa allí que con más propiedad se dice capitanear.



416-4-3:


Que sus troncados brazos descubría [...]


«Troncar, según el léxico, vale truncar: cortar una parte a cualquier cosa»; así escribía Cervantes: «[...] y tronque la palma eminente de las buenas y liberales artes [...]». Don Quijote, P. II, cap. VII.



417-2-1, 2:


«Que si en esta batalla sois vencidos,
la ley perece y libertad se atierra [...]


Reminiscencia de lo que el poeta había expresado por boca de Lautaro en su arenga de la batalla de Tucapel (47-2-5, 6), aludiendo por tercera vez a las leyes del pueblo araucano, que no existían, según él mismo lo dijo.



417-2-4:


Inhábiles del uso de la guerra [...]


Del, donde hoy pondríamos para el; pero antaño se usaba así, como puede verse en este ejemplo de Cervantes: «[...] el pobre está inhabilitado de poder mostrar la virtud de liberalidad con ninguno [...]». Don Quijote, P. I, cap. 50.



417-2-5:


Pues con las brutas bestias siempre uñidos.


Respecto del significado de este verbo uñir, el léxico se limita a decir que «en algunas partes, uncir»; pero el Diccionario de Autoridades lo daba ya por anticuado, si bien advierte que se usaba todavía «en algunas partes», y el hecho es que sólo invoca un ejemplo de las Epístolas de Guevara, escritor de la primera mitad del siglo XVI. Nosotros agregaremos que esa forma, y nunca uncir, usó invariablemente Gonzalo Pérez en su traducción en verso de La Ulixea.



420-2-2:


No por eso amainó al furor la vela [...]


Comparación tomada de lo que se usa en la ciencia marinera, en la que amainar velas significa disminuir la marcha del barco.



420-3-3:


Hurtando el cuerpo, así que al italiano [...]


Rosell puso la coma después de así.

Desde luego, la puntuación es inadmisible, pues nada explicaría el uso del que siguiente.

Así que puede ser frase conjuntiva consecuencial, equivalente a de manera que, o frase adverbial relativa sinónima de luego que. Se ve claramente que es lo primero, pues, si tradujéramos así que por luego que, aparecería el araucano hurtando el cuerpo después que el italiano azotó el aire vacío, cosa ya sin objetó, pues nadie huye cuando el peligro ha pasado. Además, la significación luego que era tal vez desconocida en el siglo XVI. (Vide Bello-Cuervo, Gramática, § 1213, 1214, y nota 144. Ed. de París de 1905).

A mayor abundamiento, ya sea así que frase conjuntiva o frase adv. relativa, la coma deberá siempre ir antes de así.



421-2-6:


Habían echado aparte una partida [...]


Jugando aquí doblemente de los vocablos aparte y partida, quiere dar a entender el poeta con esta última que el contador y el factor habían, cual si se dijera, apuntado en sus libros una partida, como se llamaban las anotaciones que esos funcionarios asentaban en sus libros.



422-2-7:


Vieran arneses rotos y celadas [...]


Nótese que en toda esta estrofa, como en la relación que el poeta viene haciendo de aquel combate, se vale del presente de indicativo y sin transición pasa en ese verso a pintar el hecho a que alude en subjuntivo hipotético: construcción adecuadísima para manifestar el estado de ánimo del que cuenta.

Esa transición del presente histórico al pretérito, y viceversa, era y es común, aunque hoy menos que antes en subjuntivo.



422-4-4:


Sin dejarle alentar le fatigaba [...]


«El Presidente y el Arzobispo, que iban en delantera, fatigaban los artilleros que tirasen a gran priesa [...]». Zárate, Conquista del Perú, p. 569.


Ansí la cuantidad y la viveza
de presurosos golpes y sonidos
fatigaban aquesta fortaleza [...]


Castellanos, Elegías, p. 77.                


El licenciado Juan de Aguilar (Espinosa, Flores de poetas ilustres, p. 46):


[...] ¿Con qué ruego
las vírgines piadosas, y gemido
fatigarán de Vesta el sordo oído?


Ejemplos en los que se ve que fatigar reviste la acepción de molestar.



422-5-7:


Asoma otro famoso de Jarama [...]


Enumerando don Luis Zapata las «cosas singulares de España», cita, entre otras: «Los mejores neblíes, de las Hocinas; los mejores azores, de Navarra; los mejores gavilanes, del Pedroche; los mejores baharíes de Cataluña; las mejores mulas, de   —376→   Villalón; los mejores toros, los de Jarama». Miscelánea, p. 58.

El comparar la bravura de un soldado a la de los toros de Jarama fue en otro tiempo bordoncillo tan socorrido, que hasta el mismo Pedro de Oña, quien casi seguramente no había tenido ocasión de presenciarla, la trae en su Arauco domado, aplicándola a don Beltrán de Castro:


Y hacerse atrás el toro de Jarama
para embestir mejor a quien le llama.


Canto XIX, p. 507.                


Jarama es un río de la provincia de Madrid, que se divisa muy de cerca yendo por el ferrocarril desde la capital española hacia Alcalá de Henares.



423-1-7:


Viéndole así tratar, sin poner duda [...]


Poner en duda, decimos hoy casi invariablemente, y así escribía también Cervantes; pero otras veces lo hizo como nuestro poeta, diciendo, por ejemplo: «[...] no pongo yo duda en eso [...]». «[...] y no hay poner más duda en esta verdad [...]». Don Quijote, P. II, capítulos 11 y 33.



424-1-3:


Haciéndose amistad y compañía [...]


Advierte el léxico que hacer, «junto con algunos nombres, significa acción de los verbos que se forman de los mismos nombres»; de tal modo que aquí diríamos amistándose y acompañándose.



424-2-2, 3:


Andaba muy reñida y sanguinosa,
con tal furia y rigor que no se halla [...]


Otro caso que ocurre aquí del empleo del presente histórico: halla, en seguida de andaba; que se prolonga por la estrofa entera y contribuye a dar brillo y animación a todo el relato.






ArribaAbajoCanto Vigesimosexto

428-4-2:


Que aun no quieren venir en el partido [...]


«Darse uno a partido, enseña el léxico, es frase figurada: ceder de su empeño u opinión». Y así como se dice venir, darse, en otras veces, rendirse, cual en este ejemplo de Cervantes: «[...] rindiose a partido un pequeño fuerte [...]». Don Quijote, P. II, cap. 14.



428-4-7:


Tirando a tiento golpes y estocadas [...]


A este ejemplo de Ercilla, añadiremos dos de Cervantes, sacados de Don Quijote (III, 129; V, 76): «Ella dijo que muchos ratos se había entretenido en leellos: pero que no sabía ella dónde eran las provincias, ni puertos de mar, y que así, había dicho a tiento que se había desembarcado en Osuna». «Ahora digo -dijo don Quijote- que no ha sido sabio el autor de mi historia, sino algún ignorante hablador, que a tiento y sin algún discurso se puso a escribirla [...]».

El licenciado Luis Martín de la Plaza (Calderón, Flores de poetas ilustres, p. 129):


Peregrino, que en medio della, a tiento
buscas a Roma, y de la señora
del orbe, no hallas rastro: mira y llora
de sus muros por tierra el fundamento.


Véase lo dicho antes, a propósito de a tino, en la página 296. También se dice a tientas, como a oscuras, a ciegas, a tontas y a locas.



428-5-7:


Arrojan en las fieras montesinas [...]


Montesino vale montés, y en su acepción figurada de agreste, huraño, es anticuado.



429-1-1:


Como los nuestros hasta allí cristianos [...]


Parece que debiera ponerse una coma después de nuestros, ya que, de otro modo, sólo resulta una trasposición violentísima y la frase sin el concepto que el poeta quiso expresar, cual es, que los españoles se habían manifestado hasta ese momento cristianos, humanos, que diríamos.



429-1-7:


Bastaba aquella gente desalmada [...]


Falta la a entre las dos primeras palabras, o sea, ocurre otro caso de haplología: a, que suplieron Sancha y Rosell.



429-3-7:


Altas y campeando las banderas [...]


Ejemplo de este significado de campear nos ofrece Cervantes: «y en señal que lo recibirían de paz, y no de guerra, sacaron muchos lienzos, y los campearon por el aire [...]». Persiles y Sigismunda, página 564, t. I, Colec. Rivad.: comprobante de campear que trascribe el Diccionario de Autoridades, bajo la acepción de «equivalente también a disponer alguna cosa de modo que sea vista de todos, como   —377→   haciendo ostentación de ella»; aunque la última edición del léxico pone esa acepción entre las de la milicia, diciendo «tremolar banderas o estandartes»; si bien nos parece que significa algo más que el acto material de desplegarla, pues de hecho campear la bandera, o tendidas las banderas, de que en nota anterior tratamos, importa tanto como romper las hostilidades o entrar en campaña: y por eso Calvete de la Estrella (Vida de don Pedro Gasca, I, 57) dijo, tratándose de un hecho semejante: «[...] comenzó Mateo Rodríguez, el Galán, a campear la bandera entrando en la plaza [...]».



429-5-5:


Con paso tardo, grave y espacioso [...]


Queda ya (p. 117) indicado el valor de esta voz espacioso. Ahora sólo queremos recordar que ese verso ha sido citado con ocasión del siguiente pasaje de Don Quijote (VII, 30): «Así como acabó de parecer el dueñesco escuadrón, el Duque, la Duquesa y don Quijote se pusieron en pie, y todos aquellos que la espaciosa procesión miraban». «Cuervo, en sus Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano (§ 649) nota que Clemencín de buena gana hubiera puesto despacioso, y no espacioso; pero cita, a la par, muchos ejemplos de que en espacioso no predominaba antaño, como hoy, el sentido de lugar, sino el de tiempo. Tal como en este verso de Ercilla». Rodríguez Marín.



430-5-2:


Y que todos volvieron a mirarme [...]


Volvieron, en esta frase, casi parece inútil advertirlo, no significa que mirasen por segunda vez. Ese verbo está empleado en el sentido de dar vuelta el rostro. Así, en Don Quijote, P. I, cap. 4: «[...] volviose a su criado Andrés, y díjole [...]».



430-5-6:


Comencé de romper y aventurarme [...]


Recuérdese que, según ya dijimos, esta construcción de comenzar con de, está olvidada al presente.



431-4-1:


Que la gente araucana en poca de hora [...]


En poca de hora = en poco tiempo. En España se dice todavía una poca de agua: «No es esto querer decir que fuera falta demandar un poco de agua fresca, una poca de agua, una poca de tinta para escribir [...]» (Mir, Pront. de Hisp. y Barb., II, 440-443).



431-4-7:


Quiso rendir al hierro antes la vida.


Advierte el léxico que rendir en su valor de dar, entregar, es anticuado; y en tal acepción lo empleaba todavía Cervantes (Don Quijote, t. II, p. 225, edición cit.): «[...] y cuando está en su seso lo pide por amor de Dios, cortés y comedidamente, y rinde por ello muchas gracias [...]».



431-5-4:


Como ya dije atrás, se retiraron [...]


En todas las antiguas ediciones, no hay coma en medio del verso, y que la necesita, nos parece indudable; pero, ¿dónde debe ir? ¿Antes o después de atrás? Rosell tomó el partido de suprimirla.

La frase intercalada, según se colige del contexto, debe terminar en dije, y por tanto, ponerse allí; tanto más, cuanto que de ese modo queda también especificado que la retirada de los indios se verificó dando espaldas a las fuerzas españolas.



431-5-7:


Y un número copioso de prisiones [...]


Ejemplo de metonimia en que los grillos, cadenas, amarras, etc., o sea prisiones, están tomados por prisioneros, exactamente como dijo más adelante (462-5-6):


Con dos prisiones bárbaros atados [...]


Y a propósito de este modo de hablar, dijimos que en todas las ediciones peninsulares del siglo XVI, entre, las que se cuenta la de 1589-90, en el verso (298-2-5):


Quedó en prisión con otros [...]


que la Academia, y nosotros siguiéndola, pusimos en, falta en todas ellas, debiendo, pues, leerse quedó prisión.

Prisiones, en la acepción a que aludíamos en el principio de esta nota, se halla en (555-5-8):


Como si de prisiones fuera suelto [...]


No usamos en Chile prisiones en su sentido genérico y genuino, aplicando esa voz sólo a las cárceles. Cervantes, en su Galatea, lib. VII, pp. 254-255, estableció, valiéndose de exquisita galantería, por boca de Orompo, la diferencia entre una, y otra palabra, descifrando la siguiente charada:

TIMBRIO
¿Quién es el que a su pesar
mete sus pies por los ojos,
y sin causarles enojos
les hace luego cantar?
El sacarlos es de gusto,
aunque a veces quien los saca
no sólo su mal no aplaca,
mas cobra mayor disgusto.

«A Nisida tocaba responder a la pregunta de Timbrio, mas no fue posible que la adevinase ella, ni Galatea que se le seguían. Y viendo Orompo que las pastoras se fatigaban en pensar lo que significaba, les dijo: No os canséis, señoras, ni fatiguéis vuestros entendimientos en la declaración desta enigma, porque podría ser que ninguna de vosotras en toda su vida hubiese visto la figura que la pregunta encubre, y así no es mucho que no deis en ella; que si de otra suerte fuera, bien seguros estábamos de vuestros entendimientos, que en menos espacio otras más dificultosas hubiérades declarado; y por esto, con vuestra licencia, quiero yo responder a Timbrio, y decirle que su demanda significa un hombre con grillos, pues cuando saca los pies de aquellos ojos, que él dice, o es para ser libre, o   —378→   para llevarle al suplicio: porque veáis, pastoras, si tenía yo razón de imaginar que quizá ninguna de vosotras había visto en toda su vida cárceles ni prisiones».

«Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones más que los otros». Don Quijote, I, 213.

El P. Ovalle (I, 363): habla del suplicio de Caupolicán y dice «que salió con gran denuedo, sin que le hiciesen embarazo las prisiones [...]».



532-2-1:


Yo a la sazón al señalar llegando [...]


Al señalar, esto es, cuando se estaba haciendo la elección de los doce araucanos presos que habían de ser colgados: de modo, que señalar vale aquí lo que hacer una señal, como cuando en ciertos documentos se ponía una rúbrica y se decía señalado.



432-3-6:


Mostrando la encubierta inimicicia [...]


Voz que se repitió una vez más en esa misma forma (599-2-5) y luego (602-3-4) en la de enemicicia. En cualquiera de las dos formas, trasciende su origen latino. Es voz anticuada y vale hoy enemistad.



432-5-7:


Tenemos en la espada confianza,
que os quitará (en vosotros convertida) [...]


y algo más adelante, una frase casi enteramente análoga (470-1-3):


Que por la cara patria han convertido
en sus mismas entrañas las espadas [...]


pasajes ambos en que convertir está en acepción de dirigir, volver, enderezar, y que no se halla en Covarrubias.

Vaya un ejemplo de Cervantes (Numancia, jornada III, esc. I):

LINA
El hierro agudo, el brazo belicoso
contra mí, buen soldado, se convierte [...]



433-3-1:


Yo, que estaba a par dél, considerando [...]


Véase más adelante (489-2-1) la nota que ponemos a propósito del modismo par a par.

«A par, mod. adv. Cerca o inmediatamente a una cosa o junto a ella». Dicc. de la Academia.

«Estas ánsares en mucha cantidad se asientan a par de unas grandes lagunas que en aquellas islas hay [...]». Oviedo, Sumario etc., cap. VIII.



433-3-5:


Pero al fin los ministros porfiando [...]


Ministro en su acepción de «alguacil o cualquiera de los oficiales inferiores que ejecuta los mandatos y autos de los jueces». Como ejemplo del uso de esa voz en tal acepción, bástenos con recordar los numerosos folletos impresos en América en los que se contienen las instrucciones para los ministros del Santo Oficio de la Inquisición.



433-3-8:


A ser con los caciques justiciado [...]


Justiciar, doblemente anticuado, en su forma, por ajusticiar, y en su valor de condenar a muerte.



433-4-6; 580-3-6; 600-2-4:


Fue el insulto y castigo injusto hecho [...]



De los nuevos insultos estragada [...]



Grandes insultos y esperados daños [...]


Insulto, que en Chile suele emplearse por ataque repentino, refiriéndolo a una enfermedad, y que en los versos que copiamos vale en la acepción de «acometimiento o asalto repentino y violento», tal como en los siguientes ejemplos:

«[...] lo cual si lo eran, y hacían en la comarca de la tierra algunos insultos y latrocinios, eran luego con gran rigor castigados [...]». Cieza de León, Crónica del Perú, p. 397.


Perdimos por traiciones, por insultos
las mejores reliquias de Godofredo [...]


Lope de Vega, Jerusalem conquistada, Madrid, 1609, 4.°, hoja 54.                




433-5-6:


Un bastante cordel le fue entregado [...]


Bastante ¿es aquí adjetivo o adverbio? Cuando en la oración tiene el primer oficio, observa el P. Mir (Hispanismo y Barbarismo, t. I, p. 245) y lo corrobora con ejemplos, lleva para, a, con, que no podemos suplir en el verso en que le vemos empleado. Luego, sería adverbio. Sin embargo, es evidente que bastante es aquí adjetivo y tiene la significación de suficiente, proporcionado al objeto. Para que sea adjetivo, no es necesario que lleve siempre las preposiciones para, a, con, como quiere el P. Mir, pues nadie negará que lo es en los conocidísimos versos que siguen y, sin embargo, no va con preposición alguna:


Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.


Calderón.                


Y que bastante es adjetivo en el caso de Ercilla y en el de Calderón, se advierte con sólo ver que está modificando a sustantivos no adjetivados, cosa que jamás pueden hacer los adverbios. Y que los sustantivos cordel y causa no están adjetivados, se prueba fácilmente, pues el primero es sujeto y el segundo complemento directo.

Si se admitiera la elipsis de largo, que no creemos procedente, bastante sería adverbio, pues modificaría a la voz elíptica, que es adjetivo, cosa que sólo los adverbios y los complementos pueden hacer.

«Dábame tan bastantes razones, que a mí me hacían toda seguridad» (Santa Teresa, Vida, pág. 89 de la ed. Rivadeneyra).

Aquí, bastantes es también adjetivo, pues está en plural, que no lo admiten los adverbios, y modifica al sustantivo razones. Sin embargo, no lleva ninguna preposición.

  —379→  

«Enrique, que siguiendo la mala opinión del Rey Francisco su padre, se ha juntado con el gran turco Mustafá contra el Emperador, nuestro señor, e los christianos, como si el que castigó a su padre fuese menos bastante para castigar al hijo». Oviedo, Quinq., p. 104.


Si estos dioses quisiesen, ofendidos,
tomar venganza en ti, no eres bastante
a pagar tantos yerros cometidos.


Mexía, Parnaso Antártico, hoja 36.                


En todo caso, su empleo en tal forma no parece recomendable.



434-1-3:


Por escalas, por picas y maderos [...]


Cómo pudieron los indios subir a lo alto de la muralla por las picas, lo indicó antes el poeta, al hablar de la hazaña de Gracolano en el fuerte de Penco (31-2-5):


Y por la misma pica gateando,


después de fijar en tierra el regatón



436-2-8:


Os tiene su descuento aparejado.


«Una fórmula ordinaria hay cuando viene algún trabajo y desmán a alguno, llevarlo en paciencia, diciendo: Vaya en descuento de mis pecados». Covarrubias.

El léxico de la Academia no ha considerado esta acepción figurada, sino la de «rebajar algo del mérito o virtudes que se atribuyen a una persona», lo cual no es lo mismo que lo que se quiere decir en este verso de La Araucana, ni en el siguiente pasaje de Persiles y Sigismunda: «[...] desta suerte y con la misma tranquilidad y sosiego navegaron diez y siete días sin ser necesario subir ni bajar, ni llegar a templar las velas, cuya felicidad en los que navegan, si no tuviese por descuentos el temor de borrascas venideras, no habría gusto con que igualalle». Pág. 623, t. I, Colec. Rivad.

Notaremos que Bartolomé Leonardo de Argenso usó en este mismo sentido el verbo discontar (Calderón, Flores de poetas ilustres, p. 158):


[...] ¡Oh glorias nuestras vanas!
¡No hay bien que en larga edad no se discuente!


Descuento, voz que en Chile tenemos relegada al uso mercantil y que suplimos en todo y por todo con desmedro, que no es lo mismo. ¿Por qué hacer caso omiso de ella, cuando los clásicos nos ofrecen tantas muestras de su verdadero valor? Dígalo, si no, este otro pasaje de Cervantes: «Algunos trabajos he pasado en esta mi demanda, todos los cuales los juzgo y tengo por descanso, con el descuento que han traído de veros [...]». Las dos doncellas, p. 207, t. I, Colec. Rivad.



436-3-1:


«Si la fortuna así a pedir de boca [...]


«A pedir de boca. (Cuando algo viene como se desea)». Correas, Vocabulario de refranes, p. 506. El Diccionario de Autoridades define así esta frase: «para expresar que una cosa viene ajustada, cabal, muy a tiempo y a medida del deseo». Empléala Cervantes en Don Quijote (III, 268): «Dorotea dijo que así lo creía, y que no tuviese pena; que todo se haría bien y sucedería a pedir de boca.

»A lo que dijo el Duque: Sancho está muy en lo cierto, y no hay que culparle en nada; al rucio se le dará recado a pedir de boca [...]». Pág. 469, t. I, Colec. Rivad. Y en este pasaje de Quevedo: «Los años que tiene son pocos (y decía entre sí por vivir); lo demás es a pedir de boca [...]».

No nos parece locución adecuada para el estilo poético.



436-4-1:


Yo de le ver así maravillado [...]


Falta, evidentemente, una coma después de así para que resulte el sentido que corresponde a lo que quiso decir el poeta.

En el Cortés valeroso (hoja 167) de Laso de la Vega encontramos exactamente el mismo hipérbaton, anteponiendo el enclítico al verbo:


Con amorosa voz le saludaron,
mostrando de le ver mucho contento [...]




436-4-3:


Mi caballo en un líbano arrendado [...]


Puesto que falta la coma que debió llevar después de caballo, para que se entienda mejor la frase, deshagamos la transposición y digamos arrendado en un líbano. Queda ya dicho el valor de esta última palabra. ¿Cuál es el que tiene aquí arrendado? Bien se comprende que no viene en esta voz de arrendar o tomar a renta, sino de rienda, y por eso dice Covarrubias que cuando reconoce ese origen, «valdrá tanto como detener el caballo con la rienda, y él se llama arrendado, cuando la obedece». Tenemos, pues, así, que lo que Ercilla quiso decir fue que había atado su caballo a un árbol, un pino por más señas: concepto que expresó anteriormente (436-5-4) casi con las mismas palabras:


Y atando a mi caballo de la rienda [...]


Cervantes empleó, casi al pie de la letra, la expresión que motiva esta nota, diciendo (Don Quijote, III, 273): «[...] y apenas hubo andado la mitad, cuando, acosado de sus pensamientos, le fue forzoso apearse y arrendar su caballo a un árbol [...]». Y en Galatea, lib. V, p. 188: «Hallámosle Elicio, Erastro y yo habrá dos horas en medio de aquel monte que a esta mano derecha se descubre, el caballo arrendado a un pino [...]». Y, por fin, en Persiles y Sigismunda, p. 634, ed. cit.: «Arrendó Antonio el mozo la cabalgadura [...]».

Cuervo, Apuntaciones, p. 117, observa, a propósito de esta voz, que arrendar se forma de rienda, y cita en comprobación ese primer pasaje de Cervantes, por el cual «se comprende, expresa, que arrendar, o como vulgarmente se dice entre nosotros, arriendar, no significa enseñar el caballo a que obedezca   —380→   al freno o rienda: esto se dice en castellano enfrenar».

Según esto, es el adjetivo y no el participio el que trae el léxico de la Academia cuando define «arrendado se dice de las caballerías que obedecen a la rienda». Y aun dando esta definición por verdadera, por los ejemplos citados se ve que arrendado vale tanto como atado de la rienda.

Mateo Alemán (Guzmán de Alfarache, p. 47) usó, en sentido figurado, de la forma arriendado: «¡Qué cosa tan honrosa, qué digna de hombres cuerdos, hidalgos y valerosos, andar medidos, arriendados y ajustados con la razón para que no se les atrevan y los pongan en ocasión!».



436-4-7:


Hendimos la espesura y breña extraña [...]


Cervantes dijo hender por: «Llegó el alguacil, apartó la gente, entregó a sus corchetes al asturiano, y antecogiendo a su asno, y al herido sobre el suyo, dio con ellos en la cárcel, acompañado de tanta gente y de tantos muchachos que le seguían, que apenas podía hender por las calles». La ilustre fregona, p. 188, t. I, Colec. Rivad.



437-1-7:


En las puertas de cedro barreadas [...]


Adjetivo de que usó cuatro veces el poeta.

No se halla en el léxico de la Academia esta acepción de barrear, esto es, poner barras, digamos en este caso, anillos de hierro u otro metal, y hasta de madera, si se quiere; lo que en Chile llamamos zunchos, en una palabra.

Barrar, como sinónimo de barrear, en sus acepciones de embarrar y fortificar, es anticuado, según el mismo léxico.

Laso de la Vega (Cortés valeroso, hoja 37):


Rompa el aire el batir desentonado
de martillos y mazas barreadas [...]




437-3-8:


De un ajeno descuido poseídos.


Es digno de notarse el valor que se concede a este adjetivo ajeno, que, al decir de Cuervo, importa el concepto de enajenación o embelesamiento, si bien añade, después de citar este verso de Ercilla: «a no ser que signifique extraño descuido o descuido de las demás cosas».



437-4-5:


Metiome por la mano en una clara [...]


Es decir, cogido, tomado o asido por la mano, como, continuando en su relación, dice luego:


Asido por la mano me acercaba [...]


No se confunda el significado recto y literal de este complemento con el figurado que tiene en la frase castiza Ganar por la mano, que usó Cervantes en el siguiente pasaje:


El quinto es otro Eneas el troyano,
Arrociolo, que gana en ser valiente
al que fue verdadero, por la mano.


Viaje al Parnaso, cap. VIII.                


Recuérdese lo dicho también en 374-4-3.



437-5-6:


Y comenzando él mesmo a señalarme [...]


Tanto en la edición príncipe como en la de Madrid, 1578, 8.°, salió mismo, pero ya en la en 4°. de ese año se volvió al mesmo, que era, en realidad, lo corriente aun muchos años después, puesto que Cervantes escribió siempre en la forma, hoy anticuada, esa voz, v. gr. (Don Quijote, III, 18): «Y si es que vosotros, señores, venís con la mesma intención que otros han venido [...]». «Los dos, que no deseaban otra cosa que saber de su mesma boca la causa de su daño, le rogaron se la contase [...]».