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Bobadilla

Vista general de Bobadilla

Sería imposible decir con exactitud los recursos de que hubo de echar mano en los primeros tiempos de su viudez para atenderá las necesidades de su familia. Probablemente se retiraría al que había sido el hogar de sus padres, o a Nájera, cuyo señor, el Duque de ese título, magnate poderoso, había sido grande amigo de su marido. Tal sería la ocasión también en que Ercilla habitara Bobadilla14.

A su hijo mayor don Francisco, no sabemos a qué le destinara, pero sí consta que falleció en Madrid en el mismo año en que perdía su pleito del señorío de aquella villa; al otro varón debió de ponerle en algún seminario, puesto que consta que siguió la carrera del sacerdocio. Conservó a su lado a sus tres hijas y al menor de los varones, Alonso, a quien, por tal circunstancia, como suele verse con tanta frecuencia, amaba entrañablemente, siendo de él correspondido con no menor afecto15. A su lado aprendió las primeras letras y algo de latín, idioma que debió de   —12→   la enseñarle algún preceptor,-probablemente el cura de su pueblo o alguno de los de Nájera,- y que más tarde hubo de perfeccionar al lado del que lo era de los pajes del príncipe don Felipe, según hemos de verlo.

Posible casa de Ercilla

La casa que se cree fue de Ercilla

Mientras tanto, merced, probablemente, a la consideración que Carlos V dispensó a Fortún García de Ercilla, ella había logrado entrar de guardadamas de doña María, infanta de España, cuando en mediados de 1548 se casó en Valladolid con Maximiliano, rey que fue de Hungría y de Bohemia y más tarde emperador, y colocar, por ésos mismos días, a su hijo menor en calidad de paje del príncipe con Felipe, al tiempo que, reorganizada su casa al estilo de lo usado en la corte de Borgoña, y entregado el mando a su cuñado, estuvo en situación de ponerse en camino para Flandes, adonde le llamaba su padre.

Ese suceso implicaba el reconocimiento explícito de su noble linaje16, a la vez que le abría la carrera de la corte, brillantísima entonces, en la que tantos desencantos había de cosechar a la larga, y fijaba, asimismo, para durante toda su vida la devoción sin límites que demostraría hacia aquel su amo17. Por esos días acababa de cumplir los quince años y con razón pudo decirle en su Araucana que se había criado en su Casa18.

En tal puesto debió Ercilla de completar su aprendizaje, el cual, conforme, a las reglas que eran de uso entonces en la Corte, reunidos todos los pajes, se les dispensaba por un preceptor común. El de nuestro poeta se llamó Cristóbal Calvete de la Estrella, latinista eximio, humanista eruditísimo, cronista Real que fue, y cuyo nombre no se olvidó de recordar el poeta en La Araucana19.