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Crónica del siglo XII
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Cortado al uso y ajustado por mano amiga al cuerpo de la obra
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En que se habla, a manera de prólogo, con el lector
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Que largamente trata ya de una famosa fiesta y ceremonia que tuvo lugar en la grande ciudad de Huesca
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Comienza a aguarse la fiesta
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Que por ser todo esperanzas y temores entretiene y no satisface al curioso lector
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Llegan las lástimas
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Donde se da cuenta de cierta expedición que hizo un monje benito a un monasterio para acallar escrúpulos de conciencia
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Que no hace más sino proseguir la materia del anterior
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Que no merece leerse por otra cosa sino porque desata y esclarece algunos nudos y oscuridades que dejan en sí los precedentes
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De una plática sentimental que pasó entre el rey don Ramiro, de buena memoria, y la hermosa doña Inés de Poitiers
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Que sirve para dar tiempo al tiempo y ocasión a que vengan otros inauditos sucesos.
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Donde se ve que los ricoshombres de aquella edad no eran tan sufridos como otros que andan ahora
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De cómo Aznar Garcés era hombre que solía hallar todas las puertas abiertas
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Comienzan las pláticas y aventuras del valeroso caballero don Ramiro de Aragón y su escudero Aznar Garcés
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Que es, si no de los más largos, de los más singulares de esta historia
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De un miedo muy grande con que probó Dios a cierto caballero, y cómo este se dispuso a recobrar su honra con grandes hazañas
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En el cual se narra una grande y descomunal batalla que no fuera para creída si por tan seguro conducto no nos viniera
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Prosiguen las pláticas y aventuras
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Descríbese un moderado banquete y no poco alegre festín
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Qué cosa era ser buen rey en el siglo XII, y cómo podía convenirle, malo o bueno, saber latines
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De los escrúpulos que tuvo el piadoso don Ramiro con ocasión de una mentira, y cómo hizo penitencia de su pecado
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Donde se ve que el cronista no echaba en olvido las cosas de la nobilísima ciudad de Huesca
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Cómo Dios trae consuelo y ayuda a las dueñas menesterosas
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Que los de la montaña y los de la ciudad seguían en sus trece; por donde se ve que ya debían de ser todos buenos aragoneses
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Donde se preparan y entrevén los sucesos que, andando capítulos, han de poner fin a esta historia
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Cómo es verdad que Dios castiga sin palo ni piedra pruébase con el ejemplo del lego Gaufrido, que lo que recibió fue una puñada
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Que Aznar no dejaba de acudir a las citas de amor
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Que Aznar Garcés, con ser tan rudo, sabía fundir campanas de muy gran sonido
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Donde se continúa en algo la materia del anterior, y así como al descuido, se aclaran sucesos no bien explicados hasta ahora
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El cual sería de gustosa lectura para las mujeres sensibles, si, más ducho en ciertas cosas el que escribe, hubiera acertado a pintarlas mejor
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Que el espíritu es fuerte, pero débil la carne, es lección de un santo padre, que halla aquí alguna demostración y ejemplo
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Donde se relata un famoso reto y desafío que, cuando menos se pensaba, tuvo lugar en la renombrada ciudad de Huesca
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Donde se pone tan en claro como suele andar el sol a mediodía que fueron aleves los ricoshombres
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Que trata de cosas místicas; es quizá más que ninguno gustoso, por ser el último de los que escribió el mozárabe
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De algunas averiguaciones y descubrimientos que no estarían de más, y omite, sin saberse por qué, el prolijo cronista
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