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21

Reproduce los versos biográficos José M. AZÁCETA, ed., Juan de MENA, Antología de su obra poética, Barcelona, Plaza Janés, 1986, pp. 16-18. Agradezco a Dorothy Severin el recuerdo de la noticia de muerte por dolor de costado de Juan de Mena, que reconozco me había pasado desapercibida. (n. 1, p. 84).

 

22

Si no de dolor de costado, como Juan de Mena, sí de dolor de la ijada murió, según alguna versión cronística, el rey Enrique III de Castilla (Michel GARCIA, ed., Repertorio de príncipes y obra poética del Alcaide Pedro de Escavias, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses del C.S.I.C., 1972, p. 324). (n. 2, p. 84).

 

23

Viaje de Turquía, ed. F. GARCÍA SALINERO, Madrid, Cátedra, 1980, p. 142. (n. 3, p. 84).

 

24

Para Antony VAN BEYSTERVELDT, La poesía amatoria del siglo XV y el teatro profano de Juan del Encina, Madrid, Ínsula, 1972, la imagen de conquista y escala aporta una de las claves principales de la teoría del amor cancioneril español. (n. 1, p. 85).

 

25

Jorge MANRIQUE, Poesía completa, ed. Vicente BELTRÁN, Barcelona, Planeta, 1988, p. 24. En Manrique, para Antonio SERRANO DE HARO, ed. Obras, Madrid, Alhambra, 1986, p. 144, n. 1, las heridas mortales son heridas que se localizan tanto en el corazón, como en el «costado», o en el «siniestro lado». Sin embargo, creo que no se puede equiparar «costado», en el poema citado, con las «llagas» o «heridas» más tópicas de los otros casos. En otros poetas, como Santillana, esta vulnerabilidad puede aparecer como lado, siniestro lado, etc., pero no la encuentro como costado. La herida o llaga del costado se presta, por otro lado, por la alusión obvia a la muerte de Jesucristo en la cruz, a un aprovechamiento sacroprofano de la imagen. (n. 2, p. 85).

 

26

Libro del esforzado caballero Don Tristán de Leonís y de sus grandes fechos en armas, ed. Ignacio B. ANZOÁTEGUI, Buenos Aires, Espasa-Calpe ('Austral', 359), 1943, pp. 234-35. (n. 3, p. 85).

 

27

Véase BELTRÁN, «Las "bodas sordas"». (n. 1, p. 86).

 

28

Lo hará bien confeso, tras haber recitado completo el ritual de agonizantes y tras haber dictado clarísimo testamento (c. 471). Su muerte acarrea también la del Emperador y la de su amada Carmesina. Rosario trágico, entre cuyas cenizas se mantiene como rescoldo __como no deja de reconocer el narrador__ el amor de la Emperatriz hacia Hipòlit, quien finalmente heredará la corona imperial, instaurando al cabo una nueva dinastía. (n. 2, p. 86).

 

29

Joanot MARTORELL, Tirant lo Blanch, ed. Albert HAUF, Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, 1990, vol. II, p. 892. El texto de la traducción castellana de Valladolid, 1511 Tirante el Blanco, ed. M artí de RIQUER, Madrid, Espasa-Calpe ('Clásicos Castellanos', 188-192), 1974, vol. V, p. 82) sólo se diferencia en algún detalle y en no especificar el número de médicos. El «mal de costat» es traducido como «dolor de costado». Obsérvese, en el original, la más que probable precipitación o descuido en la escritura del pasaje, con varias repeticiones en tan pocas líneas: tramés a dir/trametés a dir, passejant-se/passejant, pres-lo/pendre, una ciutat/aquella ciutat/la ciutat, costat dels murs /mal de costat. (n. 3, p. 86).

 

30

«Si viene por las causas de fuera, assí como por grande calor e frior, e en especial como sobreviene grande movimiento. E viene esso mismo por bever grande quantidad de vino puro, o de mucho bever agua fría, o quando viene el biento boreal después del austral [...]. E si viniere por las causas intrínsecas, entonces la causa antecedente es finchimiento de la cabeça e de todo el cuerpo, e mayormente como sobrevenga súbito grande frialdad en el aire» (GORDONIO, Lilio, pp. 196-97). (n. 1, p. 87).