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ArribaAbajoApéndice documental


ArribaAbajoCónsul general del Paraguay en Madrid

Decreto del 23 de mayo de 1902,
nombrando Cónsul General del Paraguay

Asunción, 23 de mayo de 1902

No habiéndose llenado hasta la fecha el cargo de Cónsul General de la República en Madrid, creado por decreto del 30 de julio de 1901,

El Vicepresidente de la República en ejercicio del P. E.

Decreta:

1.º Nómbrase al doctor Viriato Díaz-Pérez Cónsul General del Paraguay en Madrid con la jurisdicción mencionada en el referido decreto del 30 de julio de 1901;

2.º Derógase el Art. 2.º del decreto del 7 de setiembre de 1885 por el que fue nombrado el señor Daniel Herrero y Cabello, Cónsul Nacional en la ciudad de Madrid, en razón de que jamás en el Departamento de Relaciones Exteriores se ha recibido de él ni siquiera su contestación a las comunicaciones del mismo;

3.º Comuníquese, publíquese y dese al Registro Oficial.

(Fdo) CARVALLO
M. Domínguez

(En: Registro Oficial correspondiente al año 1902. Asunción, Talleres Nacionales de H. Kraus, 1903, p. 119-120).



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ArribaAbajoPrimer saludo del periodismo

Viriato Díaz y Pérez


Llegado de Madrid y en viaje de estudios se halla entre nosotros el distinguido doctor Viriato Díaz y Pérez, de la moderna y siempre viril y meritoria intelectualidad de España.

El doctor Díaz y Pérez, a quien presentamos por estas líneas nuestro afectuoso saludo de bienvenida, no es un desconocido para nosotros. Durante varios años desempeñó con altura el cargo de Cónsul General de nuestro país en la metrópoli de la Península Ibérica, y nuestra prensa se ha visto engalanada más de una vez con sus obras científicas y literarias, llenas de amenidad, interés y erudición. Es una inteligencia preciosa, abierta a los más grandes ideales de la sociedad contemporánea. Y no podía ser de otro modo; nuestro huésped es miembro de una de las más antiguas y nobles familias de España, que ha dado a la madre patria guerreros y marinos, hombres de ciencia, literatos y políticos, entre quienes su ilustre padre el doctor Nicolás Díaz y Pérez, y nuestro malogrado maestro el doctor Cristóbal Campos ocupan puesto prominente.

Joven aún el doctor Díaz y Pérez es individuo de varias academias y socio de muchas instituciones y sociedades europeas y americanas, y pertenece a esa gloriosa falange de literatos que ostenta en los Baroja, los González Blanco, los Machado, los Valle Inclán y los Marquina las más profundas convicciones y las más hermosas esperanzas de los pensadores iberos que como Ganivet, el gran Ganivet, Navarro Ledesma, Unamuno, Posada, Altamira, Giner de los Ríos y tantos otros, han luchado y siguen luchando en la labor honrada de devolver a España en sus obras inmortales,   —159→   las preciosas prendas de la inteligencia que los incapaces de amarla y comprenderla quieren a toda costa negarle.

Nosotros que, ante todo, seguimos amando a la España de Tirso y de Tamayo, a nuestra antigua madre hidalga; nosotros, que a través de los siglos sentimos el noble poderoso influjo de las inspiraciones de su raza y conservamos con orgullo el tesoro de su lengua, formulamos nuestros votos porque sea grata la permanencia del doctor Díaz y Pérez en el Paraguay, y en el saludo que le presentamos y repetimos, van unidas las viejas simpatías y los grandes entusiasmos que siempre hemos sentido por la gloriosa patria de Cervantes, simpatías que hoy se remueven con más vehemencia ante el favor de la visita con que nos honra uno de sus más hermosos talentos y uno de los más esforzados campeones de las ideas de civilización y progreso de la tierra española.

(En: El Liberal. Órgano político de la juventud. Asunción, Año 1, N.º 38, domingo 19 de agosto de 1906, p. 1).



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ArribaAbajoRespuesta desde San Lorenzo del Campo Grande del doctor Díaz-Pérez

Una hermosa carta


Por venir de este distinguido y estimable intelectual español, a quien hace poco saludamos como merecía, y porque nuestros lectores las leerán con gusto, damos a publicidad las siguientes galanas líneas que nos ha dirigido:

«Señor Director de El Liberal.

»Muy distinguido señor mío y amigo: Retirado en la campiña de este simpático pueblo de San Lorenzo y sin otra comunicación con la capital ni otras noticias de ella, que las que algunos buenos amigos me suelen proporcionar, no había tenido noticia del cariñoso saludo, amables frases y más que benévolos conceptos que con motivo de mi llegada a Paraguay ha hecho público en el semanario de su digna dirección, de otra manera, ciertamente, esta carta en la que quiero expresar mi agradecimiento, hubiera sido escrita antes, en tanto tenía el placer de saludarle personalmente.

»Humilde escritor, sin otros méritos que los de tener ideales aun en nuestro tiempo y los de amar la Verdad en todo y por encima de todo, sería injusto con usted y conmigo mismo si aceptase, sin algunas salvedades, las encomiásticas frases con que me honra usted por manera tan galante como entusiasta.

»Y las salvedades de que hablo, son las que pudiera hacerse por todo aquello que se relaciona con mis méritos -que son ninguno- o mis conocimientos, que distan bastante de lo que pudiera deducirse a vista de sus bien intencionadas palabras.

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»Las frases encomiásticas con las cuales, empero, recuerda a los que de mi familia se distinguieron por su noble fe y constancia en la persecución de los elevados ideales de patria y progreso, las acepto con verdadero y hondo agradecimiento, por creerlas justas, primero, por venir de usted, además; y por aparecer hijas de una espontaneidad poco frecuente.

»Otra cosa. Habla usted del pasado y yo amo entusiásticamente el pasado, sobre todo si no fue feliz. El de mi país no lo fue, y el de mi familia acaso tampoco. ¡Pobres viejos los viejos de mi patria monárquica, que unos tras otros fueron desapareciendo sin haber visto realizados sus anhelos! Si yo tuviera talla suficiente para tamaña Asunción yo le agradecería, en recuerdo de ellos, las frases que les dedica, la memoria que hace de ellos, de Pi y Margall, mi maestro y venerable amigo, de mi padre, de Nakens, el paternal y viejo amigo inolvidable... de todos en suma...

»No será de gran consuelo para ellos, pero es aliento y es vida para nosotros los que venimos detrás -acaso con cansancios atávicos- el ver que en estas nuevas patrias, en estas juveniles repúblicas, y sobre todo en este original, progresivo y libre Paraguay -país de porvenir, de historia, de leyenda y de poesía- hay un recuerdo para quienes hace un siglo hablaban temerariamente de libertad y de progreso en las calles tortuosas y empolvadas de las viejas ciudades castellanas.

»Con el agradecimiento a que es merecedora su gentileza para conmigo, el ofrecimiento de mi sincera amistad y el deseo de serle útil, se despide de usted como segura servidor q. b. s. m.

Doctor Viriato Díaz-Pérez».

(Ex cónsul general del Paraguay en Madrid)

San Lorenzo, 30 de agosto de 1906.

(En: El Liberal, Asunción, 16 de setiembre de 1906).



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ArribaAbajoJefe del Archivo Nacional

Departamento de Justicia,

Culto e Instrucción Pública

Decreto nombrando Jefe del Archivo Nacional

Asunción, diciembre 13 de 1906.

Vista la renuncia presentada por el señor Tomás Airaldi al cargo de Gefe (sic) del Archivo Nacional, y la propuesta hecha por el Director General,

El Presidente de la República

Decreta:

Art. 1.º Nómbrase Gefe (sic) del Archivo Nacional al doctor Viriato Díaz-Pérez, en reemplazo del señor Tomás Airaldi, que renunció;

Art. 2.º Dense las gracias al renunciante por los servicios prestados;

Art. 3.º Comuníquese, publíquese y dese al Registro Oficial

(Fdo.) FERREIRA
Carlos L. Isasi

(En: Registro Oficial correspondiente al año 1906. Asunción, 1907, p. 885).



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ArribaAbajoPaleógrafo de la Comisión de Límites

Ministerio de Relaciones Exteriores

Decreto N.º 20098

Aumentando el personal de la
Comisión de Límites.

Asunción, febrero 16 de 1925.

Siendo necesario aumentar el número de paleógrafos de la Comisión de Límites para su mejor funcionamiento,

El Presidente de la República

Decreta:

Art. 1.º Nómbrase adscripto en carácter de Paleógrafo de la Comisión de Límites al doctor Viriato Díaz-Pérez, con la asignación mensual de un mil trescientos pesos de curso legal en concepto de sobresueldo;

Art. 2.º Impútese esta erogación al Inc. 4, Partida 1 del Anexo C del Presupuesto General de Gastos vigente;

Art. 3.º Comuníquese, publíquese y dese al Registro Oficial

(Fdo.) ELIGIO AYALA
Manuel Peña

(En: Registro Oficial. Asunción, febrero de 1925, p. 107).



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ArribaAbajoDiscursos en el Parlamento

El viernes 9 de abril de 1926 la Cámara de Diputados trató la solicitud del doctor Viriato Díaz-Pérez pidiendo carta de ciudadanía paraguaya. Considerada y aprobada sobre tablas, con el previo pronunciamiento de la Comisión de Negocios Constitucionales, habló el doctor Luis de Gásperi para adherir al proyecto de decreto, que finalmente fue sancionado por unanimidad. Igual destino tuvo en el Senado, donde hizo uso de la palabra el Comandante Atilio Peña. Seguidamente se trascriben ambos discursos.


ArribaAbajoDel Diputado de Gásperi

«Voy a distraer por breves instantes a mis honorables colegas de esta Cámara en las graves preocupaciones del legislador. Quiero decir dos palabras de la carta de ciudadanía solicitada por el director del archivo que serán mi pequeño homenaje de amigo y de conciudadano.

»Hace veinte años más o menos llegaba a esta capital, atraído por sus vinculaciones de familia, un joven todo de negro vestido, enjuto, alto y gacho de cuerpo, negros y lacios cabellos, pálido el rostro, corva y afilada nariz con gafas en ella, por donde aquel extraño caballero con aire de estudiante salamanquino, de pintor o de poeta, asomaba la mirada escrutadora de sus ojos pensativos y azules.

»Como la dorada abeja sólo posa en la flor que exhala delicado perfume y liba rico licor para sus panales, solía verse al desconocido recién llegado en los pequeños y dispersos cenáculos intelectuales de esta ciudad, a donde acudía con Barrett, aquel glorioso soñador y pensador desaparecido, musitando versos de   —165→   Marquina o de Machado, o bien a comentar los milagros musicales de la última Sonata de don Ramón del Valle Inclán, que por entonces ya brillaba en las letras españolas,

»El desconocido a quien aludo era un joven que se había graduado de doctor en filosofía en la Universidad Central de Madrid, ciudad donde por algunos años había ejercido la representación consular de nuestro país. Me refiero al doctor don Viriato Díaz-Pérez, hijo del ilustre político y literato español don Nicolás Díaz-Pérez, perteneciente, según el Espasa, «a una familia democrática de abolengo», compañero de Castelar y Figueras en las luchas que habían de terminar con el triunfo de la República, y autor de notabilísimos comentarios a la Constitución de 1869, como de varias obras de historia y otras de mero esparcimiento espiritual, como un estudio sobre Camoens y la Literatura Portuguesa y otro sobre López de Ayala y Moreno Nieto, amén de una copiosísima tarea periodística de combatiente activo desde 1350 hasta la Restauración de la Monarquía.

»No se trataba, pues, de un advenedizo, ni de un mercader o de un aventurero venido a estas Cólquidas en busca del vellocino, sino de un joven de la más ilustre prosapia, que por aquella razón, honrando el apellido paterno, comenzaba a destacarse en las letras españolas con varios trabajos reveladores de un selecto espíritu de esteta y de paciente como honesto investigador de los secretos del lenguaje y de la historia. Ya antes de venir a nuestro país, el doctor Díaz-Pérez había publicado en su patria un opúsculo sobre La India, Algunos datos sobre la antigua literatura inda, otros sobre, la Naturaleza y Evolución del lenguaje Rítmico, un ensayo sobre Edgar Poe, y en fin numerosas colaboraciones de la misma índole, con que se ha enriquecido la bibliografía hispana.

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»En el Paraguay, el doctor Díaz-Pérez ha proseguido su obra trunca, publicando acá numerosos trabajos literarios e históricos, de los cuales citaré su opúsculo sobre Ruskin, reproducido por varias revistas extranjeras, su estudio sobre Rusiñol, su monografía sobre José Asunción Silva y sobre Guido Boggiani, sus conferencias sobre los Comuneros, y el Polibiblión paraguayo, este último para nuestra presentación al Primer Congreso Americano del Libro, donde el doctor Díaz-Pérez fue saludado por David Peña como a un «sesudo e inteligente obrero que con su pluma hace libros y con su palabra fija derroteros, como los que ayudaron a señalar el bien de este Congreso».

»Mas, fuera de estos merecimientos que al doctor Díaz-Pérez le hacen digno del afecto desinteresado y puro de todo hombre de mediana cultura, aúna a ellos una otra circunstancia que ya le hace digno de nuestro respeto. El doctor Díaz-Pérez se ha vinculado al Paraguay por lazos indestructibles. Ha elegido para su compañera y esposa a una paraguaya, a doña Leticia Godoi Rivarola, hija del gran repúblico y publicista don Juan Silvano Godoi, patriota que fue, como hay pocos que por su desinterés y abnegación puedan parangonársele, mujer aquella que le dio los hijos con que cuenta, todos paraguayos también. El doctor Díaz-Pérez ha llevado más lejos su afincamiento en el Paraguay: mientras muchos que aquí vinieron a levantar fortuna, una vez enriquecidos, y repletas sus talegas, levantan sus carpas de indianos, el doctor Díaz-Pérez, con el fruto de sus ahorros, pacientemente recogidos en luengos años, ha comprado un pequeño inmueble y allí ha fijado el asiento de su domicilio y de su familia. En ese jardín, que es el hogar del doctor Díaz-Pérez está perennemente encendida la llama del sentimiento paraguayo. Es que el doctor Díaz-Pérez, como decía hace un momento, no ha venido a enriquecerse   —167→   acá. Su sentimentalismo y su idealismo de esteta de buena ley le han movido a adoptar al Paraguay por su segunda patria. Después de haber ejercido acá el cargo de Jefe del Archivo de la Nación, quiere él sin duda rendir al Paraguay el homenaje de su incorporación a la vida pública, donde el ejercicio de los derechos políticos embebe el sufrimiento de las cargas inherentes a la calidad de ciudadano.

»He aquí, señor Presidente, una actitud que honra al doctor Díaz-Pérez por el edificante ejemplo que acaba de dar a los extranjeros que en nuestro país están equiparados a los autóctonos en todas las ventajas, pero no en las desventajas. Nuestra legislación acuerda al extranjero los mismos derechos civiles que al natural, pero no le hace soportar ninguna de las cargas que, como el servicio militar, pesan sobre el ciudadano.

»La solicitud del doctor Díaz-Pérez importa, por lo demás, la confesión de su parte, de que piensa radicarse definitivamente en el Paraguay, al mismo tiempo que es una lección de optimismo, de fe y de esperanza en la suerte venidera de nuestro país, que contrasta con la sorda propaganda de desaliento y de emigración que muchos extranjeros enriquecidos en el Paraguay predican dentro y fuera de nuestras fronteras.

»No puede ser indiferente para nosotros la incorporación de un hombre como el doctor Díaz-Pérez a la masa ciudadana paraguaya. Hace poco tiempo y en esta misma Cámara saludábamos la del sabio doctor Fiebrig, hoy nos toca hacer lo mismo con el doctor Díaz-Pérez, otro extranjero que encuentra a bien acompañarnos, no como tal sino como paraguayo, tanto en la presente prosperidad cuanto en la adversidad que el destino depare a nuestra patria».

(En: El Liberal, Asunción, 19 de abril de 1926).

(Fotocopia por cortesía del doctor Raúl de Gásperi - University of Miami, Florida).



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ArribaAbajoDel Senador Peña

«Yo considero, señor Presidente, que cuando un hijo de España reclama nuestra nacionalidad no hace sino tratar de legalizar, en cierto modo, lo sancionado mucho antes por una ley biológica, por imperativo étnico que afirman los vínculos espirituales que nos unen a la raza inmortal que se prolongó en nosotros, por la sangre que baña nuestros corazones, por el incomparable idioma, la lengua castellana, donde se agita y vibra nuestro pensamiento.

»Y al tratarse de una personalidad como la del doctor Díaz-Pérez, debemos mirar como una adquisición inestimable contarlo entre los nuestros, pues bien se ha dicho, y repito, que la importancia de un país no se mide ni por la extensión de sus fronteras, ni la multitud de su población, de su poder o riquezas, cuanto por la calidad y cultura de sus habitantes; lo confirma el aserto de que cien mil y aun más ignorantes no constituyen un saber.

»Por eso es muy halagador para nosotros ver integrada dentro de la nacionalidad la brillante trinidad: Fiebrig, Bertoni y Díaz-Pérez».

(En: El Liberal, Asunción, 16 de abril de 1926).





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ArribaAbajoCarta de ciudadanía paraguaya

Poder Legislativo

Resolución L N. 777

Que concede carta de ciudadanía
paraguaya al doctor Viriato Díaz-Pérez

El Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Paraguaya reunidos en Congreso acuerdan y

Resuelven:

Art. l.º Otórgase carta de ciudadanía paraguaya al súbdito español doctor Viriato Díaz-Pérez;

Art. 2.º Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Dada en la Sala de Sesiones del H. Congreso Legislativo a los quince días del mes de abril de mil novecientos veinte y seis.

El Presidente del Senado

Manuel Burgos

Juan de D. Acevedo

Secretario

El Presidente de la C. de DD.

José P. Guggiari

Dionisio Prieto

Secretario

Asunción, abril 17 de 1926

Comuníquese, publíquese y dese al Registro Oficial

(Fdo.) ELIGIO AYALA
Belisario Rivarola

(En: Registro Oficial. Asunción, abril de 1926, p. 282).



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ArribaAbajoMovimiento intelectual en el Paraguay (Madrid, 1904)

Viriato Díaz-Pérez


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Aunque casi desconocido en España, como el país mismo, el movimiento intelectual paraguayo es realmente un hecho. Maravilla que una región encerrada entre los bosques inmensos de la América del Sur, agotado hasta no ha mucho por una guerra verdaderamente epopéica y consagrada casi exclusivamente a su reorganización, puede presentar ejemplos de intelectualidad; mas el hecho es cierto. Paraguay al reorganizarse ha dedicado toda su atención a la enseñanza, estando hoy por encima de Chile en todo cuanto con ella se relaciona162. Por otra parte, la cantidad realmente notable de publicaciones de todo género que allí aparecen, algunas de ellas en francés, inglés y alemán (Revue mensuelle du Paraguay, The Paraguay Review, Paraguay Rundschau, etc.)163, nos hacen entrever que no son inútiles los esfuerzos en pro de la enseñanza.

Mas, sin embargo, que todo cuanto se pudiera asegurar en favor de la intelectualidad paraguaya, dirá seguramente la breve enumeración de nombres que seguirá; nombres conocidos muchos de ellos en América, y en su mayoría populares en el Paraguay, y que recordaremos con verdadero agrado.

Figura en primer término, e indiscutiblemente a la cabeza del movimiento intelectual del país, un nombre en él popularísimo, el doctor Domínguez, vicepresidente hoy de la República. Domínguez no es una gloria de su país, lo es de la América toda. Aquí, en España, donde han sido juzgadas algunas de sus obras, ha sido comparado por su estilo y aticidad a Valera164, y a Pi y Margall por sus conocimientos verdaderamente sorprendentes. Urbano González Serrano165, querido y malogrado maestro, decía, refiriéndose a él   —208→   (no obstante su general y tal vez justa desconfianza de las mentalidades de allende el mar) que era uno de los pocos escritores americanos «de habla y espíritu verdaderamente europeo y... español» que había leído. En Nuestro Tiempo, estudiaban no ha mucho uno de sus trabajos, que elogiaban justamente. Sus Cartas acerca de Menéndez Pelayo, modelo de crítica serena y ática; sus Polémicas sobre etnología y filología americana con el sabio italiano Boggiani; sus estudios sobre Las Escuelas en el Paraguay, verdadera evocación de toda una historia olvidada, sin datos escritos apenas y sin precursores166, y, por último, su labor constante como catedrático, como historiador y como político le han hecho acreedor a la fama de que justamente goza. Domínguez es un símbolo del Paraguay: como la de su país, su historia es breve y hermosa a la vez. Simple ciudadano, labró por su propio esfuerzo la escala de su vida, sin otro apoyo que el de su natural entusiasmo y la vitalidad que heredara de sus antepasados, los aborígenes del Chaco...167

Digno compañero del ilustre crítico es el doctor Cecilio Báez. Su obra ha sido obra de cultura, lo prueban sus estudios religiosos, sus brillantes discursos y explicaciones desde la cátedra de Sociología, sus trabajos en la Revista del Instituto Paraguayo168 y su vida misma política, en la que siempre apareció en oposición noble y desinteresada. Con el doctor Olascoaga169 y con Zubizarreta170 -dos españoles- fue el padre de la intelectualidad paraguaya. Como estos, fue uno de los primeros que recibieron la investidura doctoral en Asunción y uno de los que más han contribuido a la resurrección del país. Y ya que he citado a Olascoaga, no lo haré sin recordar lo mucho   —209→   que a sus nobilísimos esfuerzos debe el Paraguay. A él se deben, por no citar otros méritos, las importantes y necesarias rectificaciones de la Geografía del ilustre Reclus171, mal informado indudablemente en la parte que consagró al Paraguay.

De temperamento completamente distinto al de los citados escritores más originales y eruditos, no ya de su país sino de la América misma. Semejante a Rubén Darío, Gondra es un americano que sintetiza en su espíritu esos anhelos vagos, indecisos y «prodrómicos» de la cultura moderna europea, a la vez que los de su propia raza... Gondra representa en su país la intelectualidad moderna. Sus estudios de crítica son conocidos en España. Clarín mismo hubo de confesar que Gondra conocía allá, en su rincón asunceno, lo que nosotros creemos conocer exclusivamente por privilegio singular172. Salvador Rueda, con quien habláramos de Gondra en alguna ocasión, le admira sinceramente173.

Uno de los más jóvenes escritores del Paraguay y de los que más nombre, sin embargo, han alcanzado es Juan E. O'Leary, poeta injustamente desconocido entre nosotros. Evocador de las glorias de su patria y cantor delicado de las razas primitivas y olvidadas, es el poeta nacional del Paraguay. Descendiente del gran libertador Bolívar174 y de los conquistadores, y llevando a la vez en sus venas la antigua sangre guaraní, sabe evocar en sus versos, llenos de ritmo y de emoción, el pasado de las viejas razas. Nadie como él ha cantado al indio175. El alma de la raza, ¡Salvaje!, sus traducciones de Stechetti y de Amadeo Amaral y otros poemas, le han colocado en la pléyade de los consagrados...

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Junto a O'Leary precisa recordar a Ignacio Alberto Pane, asimismo poeta. Pane es el cantor de la incomparable gracia de la mujer paraguaya. En sus versos vibra un admirable sentido de entusiasmo patrio y un amor hacia la naturaleza verdaderamente ruskiniano176.

Francisco L. Bareiro es otro de los jóvenes escritores. Su nota distintiva es la originalidad y la elegancia. Verdadero temperamento de artista, su obra es la de un precursor. Influido por las auras de una modernidad exquisita y sana, sus escritos -versos y prosas- parecen engendrados en París y vigorizados en la selva... Algunos han sido publicados en España, en donde asimismo es conocido su estudio El Paraguay en la Argentina...177

Herib Campos Cervera, hijo del malogrado doctor Campos, es uno de los más distinguidos periodistas paraguayos. Sus distintos trabajos y sus conferencias sobre la inmigración nos le presentan como uno de los escritores que más han dado a conocer el Paraguay en sus visitas a Galdós, Linares, Núñez de Arce, Nakens, Rueda, etc. A su actividad se debe la publicación del primer trabajo sobre el doctor Domínguez en España178.

Ricardo Brugada (hijo) es otro de los representantes del periodismo paraguayo. Fue fundador de La Juventud y director del semanario ilustrado Estudiante, órgano de la juventud asuncena batalladora. Es autor del oportuno trabajo Chile y el Paraguay, donde patentiza la nota de simpatía de ambas Repúblicas179.

Y no me extiendo por hoy en esta ligera reseña que debería prolongar a no faltarme espacio. En otra   —211→   ocasión, sin embargo, dedicaré la atención que se merecen otros muchos nombres para nosotros familiares, y de los cuales no puede menos de hablarse tratando de dar una idea de la cultura paraguaya. Tales son, en lo científico, los de Moisés S. Bertoni, director de la Revista de Agronomía de la Escuela Nacional de Agricultura, de Asunción, y de numerosos trabajos, algunos traducidos en Europa180; el del doctor Audibert, cuyas investigaciones sobre la delimitación entre el Paraguay y Bolivia despertaron tanta curiosidad en América181; el de Belisario Rivarola, director de la Revista del Instituto Paraguayo, la más importante del país y una de las más interesantes de América por sus estudios históricos182; de los López Decoud, Fulgencio R. Moreno, Fleytas183, Doctor Benítez184 y otros muchos, que han hecho de la antigua República del tirano Francia un estado moderno lleno de ideales, de juventud y de vida185.

VIRIATO DÍAZ-PÉREZ

Cónsul General del Paraguay en Madrid

(Madrid, abril 1904).

(Reproducido de Unión Iberoamericana, Madrid, Año XVIII, N.º 4, p. 59-60, mayo 1904).



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ArribaBiobibliografía de época

MANUEL DOMÍNGUEZ (1868-1935).- Director del Colegio Nacional, Rector de la Universidad; diputado y vicepresidente de la República entre 1897 y 1904. Ensayos publicados en separata: Las escuelas en el Paraguay, 1897; Marcelino Menéndez y Pelayo (1899-1902); Estudio sobre 'La Atlántida' del doctor Diógenes Decoud, 1902; Causas del heroísmo paraguayo, 1903.

CECILIO BÁEZ (1862-1941).- Delegado plenipotenciario a congresos internacionales de México y Uruguay (1901-1902). Introductor del positivismo en el Paraguay. Maestro de la juventud secundaria y universitaria hasta la polémica de 1902. Artículo precursor del revisionismo histórico: «El dictador Francia. Fundador de la Nacionalidad paraguaya», en: La Ilustración Paraguaya, Asunción, Año I, N.º 16, p. 122-124, 31 de diciembre de 1888. Obras: Ensayo sobre la libertad civil, 1893 Introducción General al Estudio de la Sociología, 1903; La tiranía en el Paraguay. Sus causas, caracteres y resultados, del mismo año.

RAMÓN DE OLASCOAGA (1865-?).- Abogado bilbaíno y profesor de derecho llegado al Paraguay en la década del 90. Regresó a España quince años después, aunque siguió vinculado con el país. Fue Rector de la Universidad Nacional. Es el iniciador de los estudios económicos en nuestro medio. Obras: Programa razonado de economía política, 1894; Resumen de economía, 1895; El papel moneda, 1901.

RAMÓN ZUBIZARRETA (1840-1902).- Abogado burgalés, residente desde 1870. Propagador del krausismo y miembro del primer Centro Republicano Español. Profesor fundador del Colegio Nacional y de la segunda Escuela de Derecho (1882). Considerado, desde antes del 900, como el padre intelectual de la juventud paraguaya. Obras: Nociones de principios de legislación, 1884; Programa de filosofía, 1886; Elementos de Derecho Natural, 1893; Discurso a la juventud paraguaya, del mismo año; Nociones de Derecho Natural, 1895; Elementos de Derecho Civil, 2 v., 1899-1900.

MANUEL GONDRA (1871-1927).- Agrimensor, profesor de enseñanza secundaria. Inspector de colegios de la misma rama. Secretario general de la Universidad. Autor de ensayos sobre   —217→   historia colonial y de la independencia y sobre el idioma guaraní, entre 1894 y 1897. En enero de 1898 da a publicidad su carta al poeta Francisco L. Bareiro, que contiene el estudio sobre Prosas Profanas de Darío. Fue difundido por el diario La Democracia de Asunción durante los días 14, 15, 16, 18, 19, 24 y 25 de ese mismo mes y año. La segunda versión aparece corregida y con título apropiado: «En torno a Rubén Darío», en: Revista del Instituto Paraguayo, Asunción, Año II, N.º 17, p. 167-201, junio de 1899.

IGNACIO ALBERTO PANE (1880-1920).- Periodista desde los 16 años. Secretario de Legación en Chile. Profesor de enseñanza secundaria y universitaria; abogado, magistrado judicial y poeta. Su aporte en artículos, notas, ensayos y folletos es cuantioso hasta 1904. Se destacó también como traductor del francés e italiano. Sus estudios de época más importantes son: Ariel por José E. Rodó, 1901; Los cantos extranjeros al Paraguay, 1902; El Paraguai (sic) intelectual, del mismo año; Eusebio Lillo y el Paraguay, 1903. Obras: Poesías, 1900; Poesías Paraguayas, 1904, primera antología nacional, con prólogo de Cipriano Ibáñez.

JUAN E. O'LEARY (1879-1969).- Se inició en las actividades literarias presidiendo el Centro estudiantil La Brisa del Porvenir, integrado por alumnos del segundo curso del Colegio Nacional en 1895. Periodista desde 1897. Su primer poema patriótico apareció en El Pueblo de Asunción: «1.º de marzo de 1870», ese mismo día del año 1898. Su bibliografía está integrada por opúsculos, siendo dos de ellos de poemas: El alma de la raza, 1899 y ¡Salvaje!, 1902; el restante será en prosa: Recuerdos de gloria. 24 de mayo, 1904, con prólogo de Pane.

FRANCISCO L. BAREIRO (1878-1929).- Poeta trunco. Se ha exagerado un tanto la influencia de su breve esbozo poético Espuma, escrito en Valparaíso en 1898. Destinatario de la carta de Gondra sobre la poesía de Darío, en la que se lo reconoce como entusiasta lector de Azul. Sólo publicó dos folletos: Nuevas ideas en nuestra política, 1899, en colaboración con Daniel Codas y Blas Garay, y El Paraguay en la República Argentina, 1900, con su firma.

HERIB CAMPOS CERVERA (1879-1921).- Periodista y poeta desde los 18 años. Tuvo su propio diario: La Verdad, de corta duración. Pasó a residir en Europa, desde donde, en 1913,   —218→   enviaba colaboraciones al periodismo asunceno. Contrariamente a lo que se cree no murió en París sino en Madrid, donde está sepultado. Usó los seudónimos de «Silvestre Paradox (h)» en 1902, y de «Juvenal» en 1910, para sus artículos polémicos.186 No ha dejado obra édita. Pocas referencias hay sobre su vida y obra, debiendo estimarse las de Juan E. O'Leary, Carlos R. Centurión y Natalicio González.

RICARDO BRUGADA (hijo) (1880-1.920).- Hijo del jurisconsulto y periodista catalán don Ricardo Brugada (1842-1911), avecindado en el Paraguay desde 1869; militante republicano en su país. Ricardito, como le llamaban, también hizo periodismo estudiantil y luego doctrinario, además de su militancia social. A comienzos de siglo fue secretario de la Legación en Río de Janeiro. Su bibliografía de época está constituida por un folleto: El Paraguay y Chile, 1902, y un libro: Brasil-Paraguay, 1903, donde se hallan útiles informaciones sobre la actividad cultural.

MOISÉS S. BERTONI (1857-1929).- Además de una importante bibliografía botánica, etnográfica y lingüística (guaraní) habrá que considerar los tres tomos de La Civilización Guaraní, que comprenden, separadamente, Etnografía, Moral y religión, Medicina e higiene, aparte de numerosos opúsculos sobre dichas materias.

ALEJANDRO AUDIBERT (1859-1920).- Jurisconsulto, legislador, diplomático y orientador de dos periódicos de lucha: El Independiente y La Ley. Muchas de sus páginas permanecen inéditas. Obras: Los límites de la Antigua Provincia del Paraguay, 1892; Cuestión de límites entre el Paraguay y Bolivia, 1901.

ARSENIO LÓPEZ DECOUD (1867-1945).- Nieto del Presidente Carlos Antonio López y sobrino del Mariscal Francisco Solano López. Con el grado de alférez de fragata regresa, en 1888, de la Escuela Naval Militar Argentina. Dos años después vuelve al Paraguay, donde fue periodista, legislador, diplomático y director del Colegio Nacional. No tiene más que una sola obra de época: Sobre feminismo, 1901.

FULGENCIO R. MORENO (1872-1933).- Periodista desde joven. Legislador, ministro, economista y diplomático, especializado por largo tiempo en la cuestión de límites con Bolivia. Comenzó actuando en La Semana (1890) con Gondra y Blas Garay, luego en El Tiempo (1891) y con Domínguez y López   —219→   Decoud en El Progreso (1893). Redactor de temas internacionales del diario La Prensa, de Buenos Aires, entre 1922 y 1928. En sus años mozos fue poeta satírico y, con los años, posromántico. Obra: La cuestión monetaria en el Paraguay, 1902, y Diplomacia paraguayo-boliviana, 1904, ambos folletos.





 
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