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Acto tercero

               
                                      
 

Vista exterior de la iglesia mayor de Burgos. A un lado, en el foro, puertas grandes que dan entrada al templo: al empezarse el acto habrá un solo postigo abierto en ellas, por donde entrará y saldrá la gente, que de vez en cuando cruzará la escena por el fondo.

 
 

Escena I

 

HARO. PLASENCIA.

 
HARO El sermón ya habrá empezado,
y el rey estará en la iglesia:
ya salen algunas gentes.
PLASENCIA Unas salen y otras entran:
sobra tiempo para todo. 5
HARO Vos no tenéis mucha priesa
según parece...
PLASENCIA                             No, conde.
HARO Ni el sermón os interesa
mucho tampoco.
PLASENCIA                            Sí a fe:
mas no es justo que me duerma 10
cuando traigo entre las manos
negocios de consecuencia.
HARO Mirad, por Dios, lo que habláis.
PLASENCIA �No habéis visto esta cuaresma
que lindamente he dormido 15
en varios templos la siesta?
HARO Estáis de burlas, el conde.
PLASENCIA No estoy sino muy de veras.
�Qué queréis? Tal es mi genio:
os lo digo con franqueza, 20
me cansan, no me edifican
esas pláticas eternas. [41]
HARO Estoy pasmado de oíros:
tenéis ancha la conciencia
por demás.
PLASENCIA                  �Quién no la tiene 25
en circunstancias como éstas?
HARO �Habéis hoy perdido el juicio?
Me gusta la consecuencia.
�Con qué porque se halle el reino
combatido por opuestas 30
ambiciones, será bien
que los fieles no lo sean?
�Por Dios, conde! Que los moros
otro tanto no dijeran.
Cuidad cuando habléis conmigo 35
de refrenar vuestra lengua
antes de tomar por juego
casas para mí tan serias.
PLASENCIA �Es decir que hay dos sermones,
el de adentro y el de afuera, 40
y vos predicáis el uno?
�Buen modo de que por fuerza
hoy con pláticas cristianas
me calienten las orejas!
Deciros, conde, pensaba 45
cosas que a los dos de cerca
nos tocan, pero ya no:
vos veréis las consecuencias,
y esto bastará. �Sabéis
que acaso en breve su alteza 50
se entregue completamente
en manos de la nobleza?
Os juro, el de Haro, que hoy mismo
resuelto estará el problema
que ha de hundirnos para siempre, 55
o darnos sobrada fuerza
para acabar con don Álvaro.
HARO Óigaos Dios, el de Plasencia.
PLASENCIA �Conocéis de Luna al paje?
HARO Fernando Rivadeneira 60
se llama. [42]
PLASENCIA                     Está a mi servicio;
he halagado su soberbia,
y él nos lo dará hecho todo.
HARO Mirad, conde, no se vuelva
contra nosotros el lazo 65
que al condestable se tienda,
según él nos lo predijo.
 

(Óyese griterío dentro del templo.)

 
Mas �no sentís en la iglesia
un rumor confuso?
PLASENCIA                                   Sí;
es la plebe que vocea. 70
HARO Pues no hay para qué dormirnos
cuando la plebe se altera:
bien sabéis que el condestable
a su devoción la cuenta.
PLASENCIA No temáis, conde de Haro, 75
que por esta vez es nuestra:
ahora será bien que entremos.
HARO Vamos, conde de Plasencia.
 

(Entran en la iglesia. La escena permanece muda algunos momentos: vuelve a oírse griterío, y salen embozados en largas capas los interlocutores de la escena siguiente.)

 
 

Escena II

 

DON ÁLVARO. DON JUAN. RIVADENEIRA.

 
ÁLVARO No puedo tolerar más.
JUAN �Qué atrevimiento...! �Por Cristo! 80
�En qué parte se habrá visto
otra igual cosa jamás?
RIVADENEIRA �Quién pudiera �oh Dios! creer
que en un tan solemne día
esa infame villanía 85
se pudiera cometer!
ÁLVARO �Hablar en mi vituperio
sobre el púlpito elevado!
JUAN �Qué fraile tan descarado! [43]
RIVADENEIRA �Qué abusar del ministerio! 90
ÁLVARO �Nos han conocido?
JUAN                                     No.
ÁLVARO �Ah! La cólera que abrigo
ha de acabar hoy conmigo
si con él no acabo yo.
JUAN Pudo al pueblo conmover: 95
yo temo en verdad por vos.
RIVADENEIRA Hablaba en nombre de Dios,
y le hubieron de creer.
JUAN Cerca está la fortaleza;
pongámonos en seguro. 100
ÁLVARO �Infame...! Por Dios le juro
que ha de perder la cabeza.
 

(Vuelve a oírse rumor en la iglesia.)

 
JUAN El pueblo dentro se agita.
ÁLVARO No me da el pueblo cuidado:
por dar voces le han papado, 105
y no sabe lo que grita.
JUAN Pero puede la grandeza
en saliendo del sermón
aprovechar la ocasión,
y hacer alguna vileza. 110
ÁLVARO Decid... �Podéis sospechar
quién al fraile habrá inducido
a intentar el atrevido
paso que acaba de dar?
JUAN Es por cierto muy extraño 115
que no conozcáis aún
al enemigo común
que se emplea en nuestro daño.
Puedo daros pruebas hartas
que os revelarán al punto 120
al que dirige ese asunto.
ÁLVARO �Qué pruebas son?
JUAN                                 Unas cartas.
ÁLVARO �Y por qué no has revelado
con tiempo el inicuo plan?
JUAN Las cartas os lo dirán, 125
que son las que lo han callado. [44]
ÁLVARO �Y de quién son?
JUAN                            De una dama.
ÁLVARO �De palacio?
JUAN                      Sí señor.
Escribe a su confesor,
y habla en ellas de una trama 130
que se fragua contra vos,
pero sin decir cuál sea.
ÁLVARO Juan, que al punto yo la vea:
tiemblen mis iras las dos.
JUAN Hay además un tercero. 135
ÁLVARO Lo presumo: el de Plasencia.
JUAN No.
ÁLVARO         �Pues quién?
JUAN                               Tened paciencia.
ÁLVARO Dilo al instante.
JUAN                            Vivero.
ÁLVARO �Vivero! �Es posible? No;
fue siempre de mi partido. 140
JUAN Él es el que os ha vendido,
él al fraile sobornó.
�La causa de su embajada
no presumís?
ÁLVARO                         �Por mi vida!
Me estás abriendo una herida 145
que tenía ya cerrada.
�Don Enrique...! Sí, bien sé
que estuvo siempre en mi daño:
ahora conozco el amaño,
pero yo le vengaré. 150
JUAN �Y os dejarán tiempo?
ÁLVARO                                         Sí,
que será esta noche mismo,
o me ha de hundir el abismo.
JUAN Podéis serviros de mí.
ÁLVARO De mi parte has de llamar 155
a Vivero, y en mi torre
veremos quién le socorre.
Pero es preciso ocultar
que su traición conocemos, [45]
para salir bien del paso. 160
�Ah! De cólera me abraso.
JUAN Será bien que nos marchemos.
 

(Agitación en el templo.)

 
�No oís...? La plebe alterada
vuelve otra vez a la grita.
ÁLVARO �Por Santiago!
 

(Desembozándose y sacando la espada: quiere dirigirse hacia la iglesia, y DON JUAN le contiene.)

 
JUAN                        �Qué hacéis?
ÁLVARO                                              Quita. 165
son dignos de que mi espada
haga pedazos su lengua.
 

(Ábrense repentinamente las puertas del templo, y sale de él un tropel de gente que cruza la escena gritando: ��muera el CONDESTABLE!�.)

 
JUAN Por Dios, señor, que ya abiertas
están del templo las puertas,
y va a ser en vuestra mengua 170
si sobre vos carga gente
y desarmarnos consigue:
ya veis que el alarma sigue,
va siendo el riesgo inminente.
ÁLVARO �Y he de callar...? �Y el acero 175
he de esconder...? �Eso no!
�Ignoras tal vez que yo
puedo más que el pueblo entero?
JUAN Pero el conde de Plasencia
trajo ayer bastante gente. 180
ÁLVARO �Qué importa?
JUAN                          Fuera imprudente
tratar de hacer resistencia;
y ya que esto no os obligue,
ved si a obligaros alcanza
el que acaso la venganza 185
se nos frustre...
ÁLVARO (Envainando la espada.)
                           Eso consigue
hacerme prudente...
JUAN                               Vamos, [46]
la gente ya va saliendo.
ÁLVARO En tus manos me encomiendo.
JUAN Pues entonces �qué aguardamos? 190
 
 

Escena III

 

El REY. VIVERO. HARO. PLASENCIA. RICOS-HOMBRES. SOLDADOS. PUEBLO. Detrás del REY y su acompañamiento, sale una multitud de gente, y se coloca en el fondo con grande agitación.

 
PLASENCIA No hay, señor, hombre en el mundo
de ambición más insaciable.
VOCES �Muera, muera el condestable,
y viva don Juan Segundo!
REY Esa turba despejad, 195
que atrevida se desmanda,
decidla que el rey lo manda,
que cumplan mi voluntad.
 

(Los soldados dispersan al pueblo, que se retira alborotado.)

 
PLASENCIA Ése no es el mejor medio
de hacer callar a la plebe 200
que en su entusiasmo se atreve
a demandar el remedio
que a sus males esté bien.
REY �Y habremos de hacer su gusto?
PLASENCIA Sí, hacerlo, señor, es justo... 205
REY Tened, que vos sois también
contra mí: vos encendiendo
acaso estáis las pasiones.
�Son esos vuestros blasones?
Ya os voy, conde, comprendiendo. 210
PLASENCIA Después de tan largos años
como Castilla ha sufrido
los caprichos de un valido
que la causa tantos daños,
�es acaso contra ley 215
el que ahora que al cielo plugo,
quiera sacudir el yugo [47]
que oprime a su mismo rey?
Quieren ser vuestros vasallos,
no esclavos del condestable, 220
�y mandáis inexorable
con las armas dispersallos!
�Si con los fieles usáis
severo tantos rigores,
para súbditos traidores 225
que castigos reserváis?
Del letargo despertad
en que os halláis sumergido:
vasallo fiel, yo os lo pido
hoy por el pueblo...
REY                                  Callad, 230
que harto tiempo os escuché.
Si así por diversos modos
me estáis engañando todos,
�a quién crédito daré?
Me habláis siempre de la paz, 235
y con bandos y con guerras
mancháis de sangre mis tierras,
y usurpáis mi autoridad.
Imprudentes y villanos
sólo mandar ambicionan, 240
y de rebeldes blasonan
mis pérfidos cortesanos.
�No os es el mando importuno?
Si mi poder lo alcanzara,
vive Dios que os castigara 245
dando un reino a cada uno.
�Oh! Para eterna mancilla
del triste rey que la abona
�cuán pesada es la corona
de los reinos de Castilla! 250
El cetro seca mis manos,
el regio manto me abruma:
vosotros lo sois en suma
todo, pues sois mis tiranos.
Vivero, quiero de vos 255
esta vez aconsejarme: [48]
mirad si podéis mostrarme
el buen sendero, por Dios.
VIVERO Yo al fraile preguntaría
por qué contra el condestable 260
ha dado el paso culpable.
REY Tienes razón, a fe mía.
VIVERO Y la pena le aplicara,
para perpetuo escarmiento,
debida a su atrevimiento; 265
y a confesar le obligara
los cómplices.
REY                           Sí; Plasencia.
PLASENCIA Soy todo vuestro, señor.
REY Buscad al predicador,
y llevadle a mi presencia. 270
 
 

Escena IV

 

PLASENCIA.

 
PLASENCIA El buen Alfonso Vivero
se equivoca, vive Dios,
si espera que el rey castigue
al fraile que predicó:
no conoce a Juan Segundo 275
como le conozco yo.
No hay remedio, de esta vez
para siempre se eclipsó
la luna que deslumbraba
con su vivo resplandor. 280
 

(Éntrase en la iglesia.)

 
 

Escena V

 

DON JUAN. RIVADENEIRA.

 
JUAN Ya, Fernando, el condestable
su sentencia fulminó:
sentencia de muerte, horrible,
que no tendrá apelación. [49]
RIVADENEIRA �Es decir, que cual quisisteis 285
nuestra empresa nos salió?
JUAN Habrás visto en el alcázar
de mi tío un torreón
elevadísimo...
RIVADENEIRA                         Sí;
tiene al sur un corredor 290
que está amenazando ruina.
JUAN Pues después de la oración
allí se hará el sacrificio.
RIVADENEIRA �Y quién lleva al contador
a la torre?
JUAN                   Eso es muy fácil, 295
pues como ignora el rencor
del condestable, al instante
que éste le llame, creo yo
que no tendrá inconveniente
en presentarse.
 

(PLASENCIA y el RELIGIOSO salen de la iglesia, y atraviesan pausadamente la escena por el fondo.)

 
RIVADENEIRA                         Chitón, 300
que sale allí el de Plasencia.
JUAN Y el padre predicador
viene con él; será bueno
que le pongan en prisión
y descubra nuestro enredo. 305
RIVADENEIRA Desechad ese temor:
el rey respetará en él
a un ministro del Señor.
JUAN Lo que yo sé es que en la iglesia
señales con el bastón 310
le hizo el rey asaz airado
por las palabras que oyó
para que dejase el púlpito.
RIVADENEIRA �Y acaso le obedeció
nuestro buen fraile? Bien visteis 315
que él su plática siguió
hasta que el pueblo agitado
dio muestras de conmoción.
Además, tiene el apoyo [50]
de tanto hidalgo de pro, 320
a quien ha favorecido
con su singular sermón.
JUAN En el palacio han entrado.
 
(Mirando hacia el lado por donde entró PLASENCIA con el RELIGIOSO.)
 
RIVADENEIRA Pues digo, tanto mejor.
�No habéis visto cómo el conde 325
le ha dispensado el honor
de dejarle entrar primero?
Ya veis que esa distinción...
JUAN Esa distinción, es cierto,
habla mucho en su favor: 330
dices muy bien.-Esta noche,
que hará ir a su mansión
el condestable a Vivero,
quisiera, Fernando, yo
llevar también a Jimena. 335
RIVADENEIRA Lindo capricho por Dios.
JUAN Sí, quiero ver cómo se hablan
allí esta noche los dos:
quiero gozar contemplando
cual hiere su corazón, 340
antes de que Alfonso entregue
para siempre su alma a Dios,
entre el ansia de la muerte
las protestas de su amor;
y creo no sea difícil 345
conseguirlo.
RIVADENEIRA                       �Por qué no?
JUAN (Enseñándole una carta, que examina FERNANDO.)
Mira esta carta: está escrita
por la mano que forjó
las otras que el condestable
de Alfonso Pérez creyó: 350
el carácter es el mismo;
la rúbrica pienso yo
que a verla el mismo Vivero
creyera que él la formó. [51]
RIVADENEIRA Es idéntica en efecto: 355
�y cuál es vuestra intención?
JUAN �Viste a Jimena en la iglesia
mientras duraba el sermón?
RIVADENEIRA La vi; por cierto que estaba
tan bella, que la atención 360
de todos los ricos-hombres
y las damas se llevó.
Postrada ante el monumento,
murmurando una oración,
más que mujer parecía 365
un arcángel del Señor.
JUAN �Qué apostamos a que ahora
vas a tener compasión?
RIVADENEIRA Son efectos de la vista
que no siente el corazón. 370
JUAN �Y sabes si entre el tumulto
del templo acaso salió?
RIVADENEIRA Cuando nosotros lo hicimos
ella en el templo quedó;
mas era pronto: con todo, 375
como al instante estalló
el furor del populacho,
es posible que el temor
la haya hecho permanecer
en la iglesia.
JUAN                         �Habrá ocasión 380
de darla esta carta en nombre
de Vivero?
RIVADENEIRA                  Sí señor.
JUAN �Pero de suerte que ella
se quede en la persuasión
de que fue Alfonso y no otro 385
el mismo que la escribió?
RIVADENEIRA Dejad eso a mi cuidado:
cabalmente viendo estoy
al criado de Vivero,
 

(Habrá un pequeño grupo de hombres en la puerta de la iglesia, y CHACÓN estará entre ellos.)

 
que está puesto de plantón 390 [52]
a la puerta de la iglesia
con otros varios.
JUAN                            Pues yo
me marcho, y lo dejo todo,
Fernando, a tu discreción.
RIVADENEIRA Los dos irán esta noche, 395
o no he de ser yo quien soy.
JUAN Cuenta con la recompensa:
hasta después.
RIVADENEIRA                         Id con Dios.
 
 

Escena VI

 

RIVADENEIRA. Después CHACÓN.

 
RIVADENEIRA �Quieres pagarme con oro
mis servicios...? �Luna, no! 400
No es oro lo que ahora anhela
mi ambicioso corazón.
Te serviré; sí, esta noche
tendrás, Luna, allí a los dos:
saciarás de tu venganza 405
el ominoso furor,
mas no sabes que esto labra,
imbécil, tu perdición;
no sabes que con tu ruina
pretendo elevarme yo. 410
 
(Se dirige al grupo que hay en la puerta de la iglesia.)
 
Hola, Chacón.
CHACÓN                        �Quién me llama?
RIVADENEIRA Yo.
CHACÓN         Señor, �qué me queréis?
RIVADENEIRA Poca cosa: que entreguéis
este papel a una dama.
CHACÓN �Qué ganará el portador 415
de esas amorosas nuevas?
RIVADENEIRA Como tú a hacerlo te atrevas
tendrás el premio mayor
que pueda obtener tu encargo. [53]
CHACÓN �Y cuánto será?
RIVADENEIRA                           Di tú. 420
CHACÓN Decid vos, por Belcebú;
mas cuidad de echar por largo.
RIVADENEIRA Toma este bolsillo.
 

(Presentándole un bolsillo: CHACÓN le toma, le sompesa, y después le examina por dentro.)

 
CHACÓN                                     Pesa
que es un gozo el tal bolsillo.
�Pardiez...! Metal amarillo 425
tiene dentro: me interesa
vuestro asunto: idme diciendo;
yo prometo seros fiel.
RIVADENEIRA Entregarás el papel
a doña Jimena...
CHACÓN                               Entiendo. 430
RIVADENEIRA Pero en nombre de Vivero
tienes la carta que dar.
CHACÓN (Alargándole el bolsillo.)
Si le ha de perjudicar
os vuelvo vuestro dinero.
RIVADENEIRA �Perjudicarle...? No, tonto: 435
antes es en su provecho.
CHACÓN Siendo así, negocio hecho:
dadme el papel;
 
(Le da RIVADENEIRA la carta.)
 
               estoy pronto.
En la iglesia cabalmente
doña Jimena se halla: 440
miradla, ya sale...
RIVADENEIRA                               Calla:
que no nos vea la gente.
 
(Se retiran a un lado, y hablan aparte.)
 
 

Escena VII

 

DOÑA JIMENA. LAURA. Un PAJE. RIVADENEIRA. CHACÓN. Poco después HARO y PLASENCIA.

 
JIMENA Vamos, Laura; ya el tumulto
parece que se aplacó: [54]
ya no hay temer, creo yo, 445
del pueblo ningún insulto.
LAURA Se ha lucido en el sermón
vuestro confesor, señora.
JIMENA Deja ese recuerdo ahora,
que me hiere el corazón. 450
�Has visto a Vivero?
LAURA                                     Sí;
salió con el rey del templo.
Mirad a Chacón: contemplo
que se dirige hacia aquí.
 

(CHACÓN se aparta de RIVADENEIRA: éste se queda en el foro en el foro hablando en secreto con HARO y PLASENCIA, que llegan en seguida.)

 
JIMENA Laura, no nos detengamos, 455
que si mi vista no miente
se va reuniendo gente
hacia aquella parte.
LAURA                                 Vamos;
mas nada hay que temer ya.
JIMENA No importa.
CHACÓN                      Señora mía, 460
en vuestra busca me envía
mi amo el contador, que está
entretenido en palacio
con el rey: allí me ha dado
en secreto este recado 465
para vos.
JIMENA                Habla despacio.
CHACÓN Tomad.
 
(Entregando la carta a DOÑA JIMENA.)
 
                También me encargó
que de palabra os dijera,
que allí donde él os espera
puedo acompañaros yo. 470
JIMENA �Una carta...! Es muy extraño:
no sé, Laura, qué pensar.
Ven, Chacón.
CHACÓN                     Podéis mandar.
(Pues señor, coló el engaño.) (Aparte.) [55]
 
 

Escena VIII

 

HARO. PLASENCIA. RIVADENEIRA.

 
RIVADENEIRA Muerto Vivero, don Álvaro 475
muere de cierto también.
PLASENCIA Ya lo oís, Haro: esta noche
asegurado veréis
nuestro triunfo.
HARO                         A tanta costa
prefiero, Plasencia, ver 480
en la cumbre al condestable
de su ominoso poder.
PLASENCIA Eso jamás, conde de Haro,
que he jurado por mi fe
acabar con el valido, 485
o en la empresa perecer.
RIVADENEIRA �Con que el fraile estuvo firme?
PLASENCIA Como una roca.
RIVADENEIRA                             Muy bien.
PLASENCIA Singular en sus descargos,
y entero y gracioso fue: 490
dijo que estaba inspirado
del cielo, y su proceder
disculpó de esa manera;
Vivero quiso con él
altercar, pero el buen padre 495
sus cargos desvanecer
supo con pocas palabras...
HARO Y con sobrada altivez.
PLASENCIA Esa entereza ha causado
trastorno tal en el rey, 500
que para esta misma noche
me ha mandado disponer
la gente de armas que traje,
sin duda para prender
al condestable.
RIVADENEIRA                             �Y pensáis 505
esa empresa acometer [56]
con tiempo, para evitar
la catástrofe?
PLASENCIA                        No sé;
porque el contador ahora
tiene influjo con el rey, 510
y si morir le dejamos
luego nos pese tal vez.
RIVADENEIRA Todo al contrario, su muerte
en pos de sí ha de traer
la de don Álvaro.
HARO                               Basta: 515
yo nunca consentiré
el bárbaro sacrificio
de un inocente.
PLASENCIA                           �Pardiez!
Hacéis muy mal cortesano,
conde de Haro.
HARO                            Bien lo sé, 520
mas poco importa; deseo
acabar con el poder
del orgulloso don Álvaro,
porque en ello el interés
cifro yo de todo el reino; 525
pero si hemos menester
para alcanzarlo, apelar
a tales medios, podéis
dejar de contar desde ahora
con mis servicios...
PLASENCIA                                   Muy bien: 530
no esperé yo nunca, conde,
menos de vuesa merced.
Pero decidme, el de Haro,
�acaso preferiréis
por salvar la vida a un hombre 535
sacrificar las de cien?
�Ignoráis que el condestable
ha sido más de una vez
desterrado de la Corte,
y que ha venido después 540
más orgulloso que nunca [57]
a insultar con su poder
a la nobleza, y al reino
todo entero...? �Olvidaréis
el influjo que aún ejerce 545
sobre el ánimo del rey?
Es preciso que no salga
de Burgos; es menester
ponerle el hierro en la mano,
y dejarle cometer 550
ese crimen...
HARO                        No, jamás.
PLASENCIA Al fin os convenceréis.
HARO Pienso que no.
PLASENCIA Discurrid
que si en vez de ir a prender 555
yo al condestable, doy parte
de sus intentos al rey,
y hago que vaya conmigo
donde pueda sorprender
al asesino, es seguro 560
que la segur de la ley
caerá sobre su cabeza.
HARO Puede lograrse también
eso mismo, antes que el crimen
llegue a consumarse.
PLASENCIA                                    Y bien, 565
si el crimen no se consuma
�no es harto fácil que el rey
se contente con echarle
de su Corte...? Vos queréis
hacer las cosas a medias. 570
HARO Y vos, conde, pretendéis
cosas, que sólo en pensarlas
mil agravios nos hacéis.
PLASENCIA La salud de los estados
fue siempre suprema ley 575
en todas partes.
HARO                           Es cierto;
pero también la honradez
entre nobles castellanos [58]
fue siempre el primer deber.
PLASENCIA Tiempo tenemos sobrado 580
todavía para ver
lo que mejor nos conviene:
vuelvo a palacio.
HARO                              También
allá voy yo.
PLASENCIA                     Iremos juntos.
HARO Sí, conde, como gustéis. 585
PLASENCIA Hasta la noche, Fernando.
RIVADENEIRA Mirad, señor, lo que hacéis.
 

(Vanse; los CONDES, por un lado, RIVADENEIRA por otro.)

 

FIN DEL ACTO TERCERO

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