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Morir pensando matar

Comedia famosa

Francisco de Rojas



[Nota preliminar: Edición digital a partir de la Parte treinta y tres de doze comedias famosas de varios autores..., por Claudio Mace, al Colegio del Señor Patriarcha, (Valencia, 1642, h. 25-43) y cotejada con la edición crítica de Raymond R. MacCurdy (Madrid, Espasa Calpe, 1976, 2ª ed., pp. 5-126). Asumimos las interpolaciones y emendaciones que aparecen entre corchetes en esta última edición.]



PERSONAJES
 

 
FLABIO,   duque de Lorena.
ALBOINO,   rey.
ROSIMUNDA,   reina.
ALBISINDA,   infanta.
UN SENESCAL.
FINEA,   criada.
LEONCIO,   duque de Verona.
POLO,   gracioso.
OTÓN.
SOLDADOS.
UN PORTERO VIEJO.
[MÚSICOS.]
[ACOMPAÑAMIENTO.]





ArribaAbajoJornada I

 

Suena un clarín y entre FLABIO, duque de Lorena, a lo soldado, con bengala, botas y espuelas, y POLO, lacayo.

 
POLO
Parece que adivinó
tu intento el rey Alboino,
pues el alma le privó
lo mismo que deseó.
Quisístete adelantar 5
a ver la infanta, y su hermano,
ganándonos por la mano,
postas nos mandó tomar;
porque tu dicha se arguya,
en advertirte y mandarte, 10
que vinieses de su parte,
cuando vienes de la tuya
a ser deste tronco yedra
Pues al fin la has de abrazar;
que esto se dice matar 15
dos pájaros una piedra.
FLABIO
Confieso que venturoso
en esta embajada he sido,
pues al fin he conseguido
lo mismo que, desëoso, 20
del amor solicité,
que solo el amor pudiera
negociar: que yo pusiera
en este palacio el pie;
pues es doblarme la pena 25
ver que junte a su corona
el estado de Verona
el rey, con el de Lorena,
que fue mi estado, del modo
que también éstos lo fueron 30
de Leoncio, y se perdieron.
Mas no lo perdimos todo;
pues, aunque sin nuestras tierras
títulos y honras gozamos
de duques.
POLO
En eso estamos;
35
como eso alteran las guerras.
FLABIO
¿Posible es que llego a veros,
bello sol de Lombardía?
¿Que vuelvo, Albisinda mía,
a arder en vuestros luceros? 40
¿Que llegará, en tiernos lazos
y en suave y dulce unión,
a sentir el corazón
el regalo de los brazos?
¿Que después de tanta ausencia 45
y de guerra tan penosa,
he de ver la nieve y rosa
de tu rostro?
POLO
Ten prudencia,
señor, y prudencia mucha.
Templa la voz importuna, 50
que no sabemos si alguna
dueña infernal nos escucha,
destas que con rostro enjuto,
entre el monjil y la saya,
son beatas de anafaya, 55
correvediles de luto,
mensajeras de burato,
terceras de caniquí,
reverendas celesti-.
El «nas» diré de aquí a un rato; 60
porque ya la infanta, que
la cadencia interrumpió,
de su retrete salió.
 

(Sale la infanta ALBISINDA.)

 
FLABIO
Que vuestra alteza me dé
la mano a besar hermosa, 65
pido a sus pies más rendido
que cuando partí, ofendido
de la ausencia rigurosa,
como esclavo y como amante.
Este reconocimiento 70
acredite el rendimiento
y asegure lo constante.
ALBISINDA
Vos seáis tan bien venido
como os dirá mi deseo,
que aunque cumplido lo veo, 75
me parece aún no cumplido;
pues fueron las ansias mías
tan a par de tanto daños
que los días eran años,
cuando los instantes días. 80
Acrediten, pues, mis brazos
el amor con que os recibo.
FLABIO
Ya puedo decir que vivo.
POLO
Bendiga el cielo los lazos
sin que envidia venenosa 85
con su malicia os persiga
cada mérito sea higa
de la fortuna envidiosa.
Plegue amor que no os enoje
de celos la tiranía, 90
ni de basilisco tía,
el hito en hito os aoje;
y en tanto, dadme, señora,
la brújula del chapín
a besar, que en serafín 95
habéis de pintar, o aurora.
ALBISINDA
Seas, Polo, bienvenido.
POLO
Déjame -pues Polo soy
de aqueste cielo en que estoy-
ser Atlante comedido. 100
Verás, si no lo rehúsas,
juntas en aqueste Polo,
las garambainas de Apolo
y el buen humor de las musas.
ALBISINDA
¿Cómo en la guerra te ha ido?105
POLO
Bien con salud, a Dios gracias;
pues nos sobraron desgracias
y no nos faltaba olvido.
ALBISINDA
¿Cómo viene el rey mi hermano,
duque? Contadme el suceso. 110
¿Trae a su enemigo preso?
¿Muere o vive aquel tirano?
Decidme cómo pasó;
que después en el jardín
nos veremos.
FLABIO
Todo en fin
115
se resume en que venció;
mas si con más claridad
gustáis de saberlo todo,
nos sucedió deste modo;
bella Albisinda, escuchad: 120
Yace en lo mejor del norte
la celebrada Panonia,
coyunda feroz de Italia,
sangriento yugo de Europa;
divídese en alta y baja, 125
si bien confina una y otra
con los cristales del Istro,
que tan fértiles la mojan.
Es el Istro undoso río,
en cuyas serenas ondas, 130
cisnes de plata viviente
albergues de cristal moran,
siendo huéspedes del agua,
en vez de cerúleas ovas,
peces de nieve que dulces 135
escamas de pluma adornan.
No lejos yace, no lejos,
una campaña espaciosa,
verde tálamo del sol,
rojo abrigo del aurora, 140
cuyos espacios a trechos
tan varias las flores bordan
que hacen tapete del día,
o hacen de la luz alfombra.
Aquí nuestros estandartes, 145
al son de marciales trompas,
llegaron una mañana
cuando las pestañas rojas,
ese párpado del día
que luz a la tierra informa, 150
comenzaba a abrir, naciendo
a compás suyo las rosas.
Fue ver tremolar el aire,
los pendones y las borlas,
entre el pífano y la caja, 155
ya funesta y ya sonora;
espectáculo apacible,
haciendo armonía medrosa
el tafetán en el viento,
y en el eco la piel ronca. 160
El sol reciente brillaba
en los arneses, y todas
las llamas que despedían
eran centellas que abortan;
pues resurtiendo hacia arriba, 165
de tanta esfera ambiciosa,
iban quemando las plumas
y abrasando las garzotas.
Aquí el heroico Alboino,
que un tiempo -azote de Roma 170
sobre el Capitolio puso
sus insignias victoriosas,
con doscientos mil lombardos,
que cada cual, firme roca,
que cada cual, monte altivo, 175
contra los soplos de Bóreas,
contra el zafir de los cielos,
se sospecha o se blasona,
mandó hacer alto, obedientes
a su voz real las trompas. 180
Aquí descansó ocho días
en la margen deliciosa,
que f ue de la primavera,
ya original o ya copia.
El noveno Floribundo, 185
rey de la gépida y goda
nación, por la cumbre altiva
del Tauro eminente asoma.
Traía el bárbaro rey
cuantas naciones convoca 190
el bando setentrional,
aunque en escuadras bisoñas.
Con tan grande confianza
venía de la vitoria,
que, más que de lid sangrienta, 195
era su adorno de bodas.
En un trono de marfil,
que de plata una carroza,
si grave por la materia,
estimada por la forma, 200
traía, venía sentado,
acompañado de sola
Rosimunda, hija heredera
de su brío y su corona.
Sagaz caudillo Alboino, 205
con estratagema heroica,
sin permitirle un instante
de aliento, manda que rompa
el escuadrón que Leoncio,
noble duque de Verona, 210
guiaba. Habiendo a su gente
animado con heroicas
razones que dijo, apenas,
cuando la baqueta arroja,
que es la señal de embestir 215
-menos vista, aunque más propia-;
cuando saliendo del río
un cisne, que en voz sonora,
si no fue alada vigüela,
fue allí nevada tiorba; 220
pues en lo cándido y dulce,
en pluma y pico, mejora
al ruiseñor lo suave,
y lo cándido a la rosa.
Esta, pues, nieve de pluma, 225
esta azucena canora,
da muchas confusas voces
-dulcísima Babilonia-;
a vista de los dos campos,
en éxtasis grave absorta, 230
celebrando sus exequias,
naturales ceremonias,
un cadáver de alabastro,
una cristalina roca,
cuando midiendo la vida 235
al destino que la corta.
Este inopinado agüero,
esta cifra misteriosa,
de asombro fue a la una hueste,
y de terror a la otra. 240
Juntáronse pues, formando
la campaña, en breves horas,
de la púrpura caliente,
sangrienta laguna y ondas.
No hubo flor en todo el campo 245
del alhelí a la viola,
que reteñida en la sangre,
no quedase entonces roja.
Neutral se vio la fortuna
y dudosa la vitoria, 250
queriendo a tanto enemigo
hacer a un tiempo lisonja.
Yo -que de amor y de ausencia,
que me halaga y me congoja,
era centro, compitiendo 255
mi deseo y tu memoria-
desesperado en el riesgo,
viendo que el vivir me importa
para volver a tus ojos,
que es una muerte con gloria, 260
al cabo de Floribundo
acometo, donde toda
la fuerza del campo junta
se vio acudir animosa.
Mas yo, cual suele, cercada 265
de duros canes, leona,
a quien su voz importuna,
aún más enfada que enoja,
salté en el carro gritando
a grandes voces, «¡Vitoria! 270
Vitoria por Lombardía!»
Y aún no pronunció la boca
estos últimos acentos,
cuando esta cuchilla corta
del bárbaro Floribundo 275
la cabeza; y con briosa
determinación la llevo
a mi rey, para que ponga
en ella su invicta planta,
y en una triunfe de todas; 280
y también para que haga
-aun antes que se corrompa-
del casco, en oro engastado
y en diamantes, una copa;
pues sabes que en tu nación 285
ya es antigua ceremonia,
admitida en los banquetes
de más concurso y más pompa
Desmayaron los contrarios,
pero tanto los acosan 290
los nuestros, que para huir
el camino les estorban.
A la bella Rosimunda
llevó presa el de Verona,
en cuyos ojos, bebiendo 295
el rey ardiente ponzona,
después de alzado el despojo
y de cobrar de Panonia
las fuerzas, enamorado,
la recibió por esposa. 300
Y volviendo a Lombardía
con más triunfo y con más pompa
que en sus Alejandros Grecia
vio, y en sus Césares Roma,
a pedirte las albricias, 305
que ya en tu vista las cobra
Flabio, duque de Lorena,
se adelantó por la posta;
el que por tus bellos ojos,
el que por tu mano hermosa, 310
rendir la vida al cuchillo,
juzgara la fineza corta;
el que más amante vuelve,
cuando vitorioso torna
a mirar en tu belleza 315
una fe con muchas obras,
un hechizo con mil vidas,
un rigor con mil lisonjas,
un riesgo con mil ternezas,
y una pena con mil glorias. 320
ALBISINDA
Dos veces, duque, me alegra
el suceso y la vitoria,
por ser quien venció mi hermano,
y por ser vos quien me informa.
Con justa razón os quiero; 325
con justa causa, penosa
estaba de vuestra vida.
POLO
¿Y no hay de Polo memoria,
cuando él solo dio más vidas,
en los campos de Panonia, 330
a la muerte que en Egipto
mosquitos llovió, y langostas?
Qué vidas fueron aquéstas,
no se dice por agora;
que tiempo habrá para ello. 335
 

(Suena un clarín.)

 
FLABIO
Ya estos ecos, que alborotan
el viento, que llega el rey
nos dicen. ¿Cuándo, señora,
podré veros? Porque el alma,
de su centro desëosa, 340
todo lo que no sois vos
estima en poco.
ALBISINDA
A la hora
misma que antes de partirnos,
venid, y a la parte propia.
FLABIO
Noche para mí más bella, 345
descoge al mundo tus sombras.
POLO
Para que acostarme vaya,
si acaso no soy de ronda.
 

(Suenan cajas; salga el rey ALBOINO, ROSIMUNDA, LEONCIO, duque de Verona, el SENESCAL y ACOMPAÑAMIENTO.)

 
ALBISINDA
Sea muy bienvenido vuestra alteza,
señor, triunfante, alegre y vitorioso; 350
y vos, señora, en cuya gran belleza
se compite lo grave con lo hermoso.
REY
De nuevo el gusto a renacer empieza,
viéndote, hermana, con salud.
[ALBISINDA]
Forzoso
viene a ser que el contento se renueve, 355
si todo a vuestra vista se le debe.
REY
Éste es, vasallos, el festivo día,
digno que piedra blanca le señale,
en quien, alegre, toda Lombardía
ha de mostrar cuanto en riquezas vale. 360
No le olvide del tiempo la porfía,
y en otra edad ninguno se le iguale;
pues que su luz corona soberana
de Rosimunda la deidad humana.
ROSIMUNDA
¡Ah fortuna, que fuerzas mi albedrío, 365

 (Aparte.) 

dándome esposo de mi gusto ajeno!
¿No bastaba quitarme el padre mío?
¿Quitarme el reino fue poco veneno?
Mas ya ¿de quién me quejo? ¿En quién confío,
si solo el viento sabe lo que peno? 370
Hacia dentro llorad, ojos, mis males.
.......................................................
LEONCIO
¿Casóse el rey con Rosimunda, ¡ay cielos!,

 (Aparte.) 

siendo de mi valor real despojo?
Con mi fidelidad luchan mis celos, 375
y con mi propio honor lidia mi enojo.
FLABIO
Sol, que por helados paralelos

 [Aparte.] 

al mar se va a poner tu esplendor rojo,
sellen tu luz en monumento leve,
salobre mármol, entre espuma y nieve. 380
REY
Cubran las mesas; comerán conmigo
los duques de Lorena y de Verona.

  (Aparte con el SENESCAL.) 

Vos, Senescal, haréis esto que os digo.
FLABIO
Mil años guarde el cielo tu persona.
LEONCIO
Beso tus pies mil veces. (¡Ah enemigo!) 385

 (Aparte.) 

.......................................................
FLABIO
¡Viva la noche, amor!

 (Aparte.) 

ALBISINDA
¡Y muera el día!

 (Aparte) 

LEONCIO
¡Ay honor, ay lealtad, ay prenda mía!

 (Aparte.) 

 (Vanse, y queda POLO.) 

POLO
Bravo elemento es ser rey,
porque come cuando quiere 390
y sin que nada le altere,
si solo su gusto es ley.
Si yo fuera rey, ¿qué hiciera?
Eso es vida perdurable;
yo tuviera humor notable, 395
¿no tuviera? Sí tuviera.
Primeramente mandara
que hubiera envidiosos, ¿bueno?
Eso es permitir veneno
en palacio, cosa es clara; 400
pero está el mundo de modo
que es menester consentir
lo mismo que se ha de huir,
por no padecerlo todo.
Pragmáticas rigurosas 405
consultara en mis ideas,
sobre desterrar las feas
y premiar a las hermosas.
No tuviera jamás guarda
en orozuz, fondo en tudesco, 410
melocotón en greg[ü]esco,
y dátil con alabarda.
 

(Entren SOLDADOS despejando, y vayan pasando la comida cubierta, con gran pompa.)

 
SOLDADOS
¡Plaza, plaza!
POLO
¿Los sombreros
se quitan? ¡Qué idolatría!
¿Que le he de hacer yo cortesía 415
a un lechoncillo de cueros?
Ya a la mesa están sentados
el rey, la reina, la infanta
y los dos duques. ¿Quién canta?

 (Cantan dentro.) 

Dos ruíseñores barbados. 420
[MÚSICOS]
Pajarillo aprisionado,
que libre sólo la voz,
para hacer menor la pena,
tu dueño te permitió.
Sobrado descanso tienes, 425
que te alargue la prisión,
pudiendo en dulce armonía
quejarte de tu dolor.
POLO
¿Hay tan grande impertinencia,
hay disparate mayor 430
como ponerse muy graves
con un pájaro veloz,
muy moral con un arroyo
en buena conversación,
y muy tirado de cejas, 435
aconsejando a una flor
un pöeta? Lleve el diablo
al pájaro volador,
al arroyo bercebú,
y a la flor, una legión 440
de suegras -digo, demonios;
aunque para lo de Dios,
ya se endemonian las suegras,
si el demonio se ensuegró.
 

(Pásese la bebida con acompañamiento, que será un casco natural, o de calabaza, con unas listas de oro.)

 
¿Qué taza es aquélla? El casco 445
debe de ser, ¡qué rigor!,
de Floribundo. ¿Qué hará
su hija en esta ocasión
si lo sabe? Ah pobre reina,
¿para aquesto se casó 450
contigo el rey? ¡Qué crueldad!
Movídome ha a compasión.
[MÚSICOS]
No te llames desdichado

 (Vuelven a cantar.) 

de verte cautivo, no,
que perder la libertad 455
no es la desdicha mayor.
REY
En esa copa, Rosimunda hermosa,

 (Dentro.) 

que de tu padre fue infeliz cabeza,
quiero brindar a tu salud dichosa,
que es del convite la mayor grandeza. 460
 

(Suene dentro ruido, como de mesa que se desbarata, y salga ROSIMUNDA con el casco en la mano, el REY, la INFANTA, FLABIO y LEONCIO.)

 
ALBISINDA
Aguarda.
ROSIMUNDA
¡Qué lisonja tan costosa!
ALBISINDA
Vuelve, hermana, señora.
REY
¡Qué extrañeza!
ROSIMUNDA
Dejadme, y proseguid vuestra comida.
FLABIO
Fue su padre; es mujer y está ofendida.
ROSIMUNDA
No dejéis por mí las mesas. 465
Seguid el convite torpe,
que más de caribes fieros
parece que no de hombres.
¿De qué feroz troglodita,
de aquellos que hambrientos comen 470
humana carne, de aquellos
que sangre racional sorben,
se escribe que cometiese
un delito tan enorme,
una crueldad tan injusta, 475
entre mil culpas atroces?
¿No bastaba que a mi padre
de sus reinos le despojes,
y de las sienes le usurpes
laureles que te coronen? 480
¿No bastaba que en su hija
tu amor y esperanza logres,
llevándote dos imperios
y alguna hermosura en dote,
para templar tu venganza, 485
para aplacar tus rigores,
para moderar tus iras
y enmendar tus sinrazones?
¿Has tenido más valor
que haber querido los dioses 490
estar en una batalla
favorables a tus voces?
¿Qué culpa, después de muerto,
cometió mi padre noble?
Mas ya llegan las desdichas 495
a ser las culpas mayores.
Tener enemigos vivos
son ya mortales pasiones,
pensión que les dio al nacer
naturaleza a los hombres; 500
pero que los odios duren,
sin que el enojo se borre
aun más allá de la muerte,
no cabe, no, en pechos nobles.
¿No tuviste ejemplo en César 505
que te acuerde y que te informe
su lástima, su piedad,
con que eternizó su nombre
mas que con hacerse dueño
a un tiempo de todo el orbe, 510
desde la lama del Tiber
a la arena del Orontes?
Pues viendo del gran Pompeyo,
en breve púrpura y pobre
envuelta aquella cabeza, 515
que cortaron dos traidores
en las márgenes de Nilo,
lloró con ternura dócil;
que tal vez es seña el llanto
de más valor en un hombre. 520
Tú, pues, que en fierezas excedes
a los tigres y leones,
duro parto de una peña,
monstruoso aborto de un roble,
ni por ejemplos te mandas, 525
ni te riges por razones,
preciándote en tus crueldades
de ser irracional bronce.
¿Fueron éstas las promesas,
son aquéstos los favores, 530
que solicitando aleve
que contigo me despose,
en los campos de Panonia
me hiciste? Más son traiciones
de los hombres cuando halagan, 535
que más el veneno esconden.

 (Mirando al casco.) 

¡Oh cabeza de aquel rey!
¡Oh cadáver de aquel noble
príncipe, que ya en el cielo
en eternos resplandores 540
vives, ceñido de estrellas,
sin que del hado te toquen
la crueldad y la desdicha,
la mudanza y el desorden!
¿Cómo esta injuria consientes? 545
¿Cómo no pides que aborte
contra este tirano injusto
ardientes venganzas Jove?
Tú que viviendo ganaste
tanta fama, tanto nombre, 550
que a pesar del tiempo mismo
todos los siglos te oyen;
gran monarca de los godos
que, sin que nadie los dome,
los ha de temblar del mundo 555
el más remoto horizonte,
perdona si no te vengo;
y permíteme que llore
en mi dolor dos afrentas,
y en una acción mil baldones. 560
Mas ruego al cielo, enemigo
rey -que no es justo te nombre
de otra suerte-, que escarmiento
los siglos futuros tomen
en ti, vengándome el cielo, 565
si acaso atiende a mis voces,
si acaso escucha mis ruegos,
y a mis lástimas responde.
Todos los cuatro elementos
en tu daño se convoquen; 570
la tierra abierta te trague,
el agua, infiel, te ahogue,
el aire en un torbellino
a los abismos te arroje,
el fuego ardiente te abrase, 575
y aun polvo no quede entonces
Su luz el sol te recate,
su olor te nieguen las flores,
la respiración se excuse,
tu misma vida te asombre; 580
si algún caballo corrieres,
desobediente y disforme
a la rienda, en un peñasco,
sin poderle parar, choques.
Mátete el mayor amigo, 585
después que el honor te robe;
y a celos y a puñaladas,
mayores haga los golpes;
y aún no quedaré vengada
de haberme ofendido torpe 590
en este vaso. Los cielos
mi afrenta a su cargo tomen.
REY
Oye, aguarda Rosimunda.
ROSIMUNDA
Aparta.
ALBISINDA
¿Dónde vas?
ROSIMUNDA
Voyme
595
a morir.
REY
Escucha, espera.
ROSIMUNDA
¡Ay ingrato! ¡Ruego a los dioses
que me den de ti venganza!

 (Vase.) 

REY
Vuelve, Rosimunda; oye.
Como extranjera la reina, 600
no es maravilla que ignore
las leyes de Lombardía,
que no es justo se deroguen.
Pues en lugar de los triunfos
que daba a sus vencedores 605
Roma, volviendo triunfantes
de las bárbaras naciones,
usamos los longobardos,
de las cabezas más nobles
vencidas, labrar las tazas 610
mejor que de plata y cobre;
y aquel por más valeroso
se tiene, y de mayor nombre,
que más trofeos humanos
tiene en sus aparadores. 615
POLO
Es muy gentil camarín
si tales vidrios se ponen.
¿Qué más en un cimenterio
puede usarse? Mas ¿qué aloque,
qué hipocrás, qué carraspada 620
podrá saber bien, adonde
hubo ejércitos de sesos,
y de nervios, escuadrones?
No sé que pueda ser justo
el beber por un cogote; 625
ni el empinar una nuca
pueda ser brindis de porte.
¡Oh garrafa de esqueletos,
oh pichel fúnebre, con que
a puros tragos de réquiem 630
hará el gaznate, «gorigori»!
REY
Ella se entró tan furiosa
que hacer que se desenoje
y que su cólera temple
ha de ser difícil. Oye, 635
Leoncio -y pues que tú fuiste
en Panonia el primer hombre
de los nuestros que la habló,
pues la prendiste- disponte
a aplacar a Rosimunda 640
con eficaces razones.
LEONCIO
Voy, señor, a obedecerte.
(¡Ay amor, cómo socorres

 (Aparte.) 

mis pensamientos perdidos,
permitiéndome que logre, 645
para decilla mi pena,
lugar! La lealtad perdone.)
REY
¿Qué dices?
LEONCIO
Que podré poco,
o antes que llegue la noche
la he de tener reducida. 650
REY
Ven pues.

 (Vase el REY.) 

LEONCIO
(Déjame que goze,

 (Aparte.) 

amor, ventura tan alta;
que si a mi fe corresponde,
yo quemaré en tus altares
mas ámbar y más olores 655
que, para que anciano el fénix
en el nuevo se remoce,
de cinamomos y nardos
fragante pira compone.)

 (Vase.) 

FLABIO
Justa razón ha tenido 660
Rosimunda para dar
indicios de su pesar;
pero siendo su marido
el rey, templará su enojo.
POLO
Una mujer enojada, 665
cuando se ve festejada,
si hace a las iras del ojo,
es tres demonios enteros,
es cuatrocientas harpías,
y es seis docenas de tías 670
que están pidiendo dineros.
Guárdate tú de dar celos
a su alteza.
FLABIO
¿Celos yo?
Quien su favor mereció
ni aun sabrá darle recelos. 675
ALBISINDA
De mi parte, agradecida
estoy a ese cumplimiento;
que excusarme tal tormento
es asegurar mi vida,
pues es pena más rabiosa 680
de cuantas el mundo advierte,
y mucho más que la muerte,
estar con razón celosa.
FLABIO
Yo adoro con tantas veras,
Albisinda, tu hermosura, 685
que antes vieras la luz pura
apagarse en las esferas
que en mi fe mudanza vieras;
porque es mi amor tan leal
que, haciendo gala del mal, 690
cuando se vio desdeñado
pudo a costa del cuidado
introducirse a inmortal.
Mas hoy, que favorecido
estoy de tu mano hermosa 695
-pues de que serás mi esposa
esperanzas he tenido-
¿cómo pudiera el olvido,
a mi pecho de diamante,
hacer de firme, inconstante, 700
si enamorado imagino
que hago valor de ser fino,
y tema del ser constante?
ALBISINDA
Bien merece ese favor,
que mis temores anima, 705
el corazón que os estima
con tan bien nacido amor.
Sosegóse mi temor;
hízose afuera el engaño.
Dichosa yo, pues vi el daño 710
que pudiera presumir,
antes que llegase a oir
lo dulce del desengaño.
POLO
Mirad que éste no es lugar
para estar hablando ansí. 715
FLABIO
Polo, estoy fuera de mí.
POLO
Pues procurad en sí estar.
ALBISINDA
Bien dice Polo.
POLO
Acechar
os podrán; no hagáis alarde
del amor.
ALBISINDA
Vamos, que es tarde.
720
POLO
La noche es mejor guarida.
FLABIO
Adiós, infanta querida.
ALBISINDA
Adiós, duque.
FLABIO
Dios te guarde.
 

(Vanse, y entra ROSIMUNDA.)

 
ROSIMUNDA
¿Qué víbora pisada,
que estaba entre las flores, 725
ocultando el veneno sus olores,
cuando el dolor la deja más airada,
si acaso el pie grosero
la pisa inadvertido y deja herida,
pues el descuido paga con la vida? 730
¿Qué arroyo lisonjero,
que antes era apacible,
y enfurecido ya de la terrible
inundación del monte,
no fue ruina a todo el horizonte, 735
talando entonces con la espuma fiera
el olmo a la ribera,
la flor al prado, mies a la campaña,
la encina a la montaña,
sin que viva segura 740
de su avenida la mayor altura?
¿Qué fuego arrebatado,
vecino de la pólvora se mira,
que no convierta la mitad en ira,
y su arder aplicado, 745
en ceniza no deje convertido
la misma casa que su albergue ha sido?
Víbora, arroyo y fuego
es mujer ofendida,
que hiere, anega, abrasa 750
su ofensor, su enemigo y aun su casa.
 

(Sale LEONCIO.)

 
LEONCIO
(Determinado a morir,

 [A paño.] 

hoy desesperado vengo;
porque no quiero la vida
tan a costa del respeto. 755
Adoro un bello imposible,
y mirándole tan bello,
quiero morir de su enojo
primero que del silencio.
Airada está con el rey 760
Rosimunda, y en sus ceños,
solicita mi esperanza,
si no el agrado, el consuelo)
ROSIMUNDA
(Allí viene el de Verona,

 [A paño.] 

a quien conozco que debo 765
amor, sin demonstración,
y finezas con secreto.
Éste es el que en la batalla,
habiendo a mi padre muerto
Flabio, duque de Lorena, 770
prendiéndome, quedó preso;
y éste ha de ser, imagino,
de mi venganza instrumento,
si como de enamorado,
se preciase de resuelto. 775
Quiere hablarme y no se atreve;
que el amor, cuando es discreto,
se acredita de cobarde,
por no desdecir de cuerdo.
Animaréle.) ¿Qué hay, duque? 780
LEONCIO
Señora, de parte vengo
del rey.
ROSIMUNDA
Que dejéis al rey
os mando, os pido y os ruego.
No quiero escuchar disculpas
de su locura, que es presto, 785
y le he de castigar mucho.
En otras cosas hablemos,
que me diviertan.
LEONCIO
Señora,
si acaso pudo mi pecho,
si acaso mi voluntad, 790
si acaso mi entendimiento
caben en vuestra memoria,
yo... ¿cuándo?... ¿qué?...
ROSIMUNDA
No os entiendo.
(Él se quiere declarar

 (Aparte.) 

conmigo. ¡Qué bien ha hecho!; 795
que estaba determinada
de empeñarle yo primero,
y con fingidas caricias
animarle a lo que emprendo.)
Pues ¿de qué os habéis turbado 800
duque?
LEONCIO
Decirlo no puedo,
si palabra vuestra alteza
no me ofrece.
ROSIMUNDA
Yo os la ofrezco,
sin saber de que la doy.
LEONCIO
Pues confiado me atrevo 805
a deciros...voy a hablar,
y al pronunciar enmudezco...
que aquel día que en Panonia,
aquel infeliz suceso
de prender a vuestro padre 810
y de perder vuestros reinos
tuvisteis, y en vuestro carro,
que fue de tanto sol... cielo,
puse los pies... aquí dudo,
aquí me congojo y tiemblo... 815
ese día a vuestros ojos
quedé deslumbrado y ciego,
enamorado y rendido,
vos la cautiva, yo el preso.
Creí que el rey me entregara 820
de mis servicios el premio,
y que fuérades mi esposa;
mas él para sí queriendo,
junto con tanta hermosura,
gozar vuestros dos imperios, 825
con vos se desposó -¡ay triste!-,
y yo me quedé muriendo.
He querido que sepáis
que sois de mi vida el dueño,
que en vuestras luces me abras, 830
que en vuestros soles me enciendo,
y que a pesar del rigor
que ya de mi atrevimiento
imagino, he de adoraros,
contra el olvido y el tiempo. 835
ROSIMUNDA
Duque invicto de Verona,
yo agradezco esos deseos
que mostráis; bastante paga
es decir que os agradezco.
Confieso que me costastes, 840
si no amor, algún desvelo,
obligada a las finezas
vuestras cuando el sí violento
di a este bárbaro Alboino,
mas que por gusto, por miedo. 845
Él es mi esposo, aunque tanto
su nombre, duque, aborrezco,
que aun a costa de mi vida,
quitarle la suya intento.
Si como decís me amáis, 850
sabed que el mayor cohecho
para negociar mi mano
es cortar su infame cuello.
Procurad quitarme de mí
este embarazo grosero; 855
y adiós, que os he dicho mucho
LEONCIO
Esperad; no os vais tan presto,
porque no sola una vida
gastaré en obedeceros;
pero si tuviera más 860
que tiene estrellas el cielo,
perdiera por vuestro gusto...
mas será bien que miremos
con prudencia y con cordura
la ejecución deste intento. 865
ROSIMUNDA
Allá lo consultad vos.
LEONCIO
Si ser en esto tercero,
Flabio, duque de Lorena,
quisiere, feliz suceso
me pudiera prometer. 870
ROSIMUNDA
Pues ¿qué camino tendremos
para reducirle?
LEONCIO
Uno,
mas peligroso en extremo.
Él adora en Albisinda,
y ofreciéndole este reino, 875
que es su dote, podrá ser
que venga en este concierto.
Volveremos a tu estado
los dos, después del rey muerto;
que no nos faltará ayuda 880
en mis vasallos y deudos.
ROSIMUNDA
¿Cómo podré hablar al duque?
LEONCIO
Todas las noches sospecho
que se ven por el jardín,
donde sale el aposento 885
de la infanta.
ROSIMUNDA
Aquesta noche
llegar encubierta quiero,
y fingiéndome Albisinda,
entre amorosos requiebros,
pedirle que mate al rey; 890
que aunque es su hermano, creerlo
podrá el duque si le digo
que jamás tendrán efeto
sus bodas, viviendo el rey.
LEONCIO
Sutil invención. (Deseos, 895

 [Aparte.] 

¿qué me aconsejáis? Que vaya
al jardín donde, fingiendo
ser Flabio, de la ocasión
me aproveche; por si puedo,
aunque sea hurtado, lograr 900
un favor; que si a esto llego,
podré decirle quien soy
después.)
ROSIMUNDA
¿Qué dices?
LEONCIO
Que creo
que se logrará esa traza.
Mas ¿al rey qué le diremos, 905
que me envió a desenojarte?
ROSIMUNDA
Que yo reducida quedo,
y algo más desenojada;
esto le dirás.
LEONCIO
Los cielos
permitan que se nos logren 910
sin peligro estos conciertos
ROSIMUNDA
Adiós, duque; que yo voy
a ver si reducir puedo
a Flabio.
LEONCIO
Yo voy también
(a ver si puedo, encubierto, 915

 (Aparte.) 

gozar la mayor ventura
que en los anales del tiempo,
con el buril de la fama,
inmortales se escribieron.)
ROSIMUNDA
(Así mi venganza trazo.) 920

 (Aparte.) 

LEONCIO
(Así trazo mi remedio.)

 [Aparte.] 

ROSIMUNDA
(Así morirá Alboino.)

 [Aparte.] 

LEONCIO
(Así morirán mis celos.)

 [Aparte.] 

ROSIMUNDA
(Mujer soy que está ofendida.)

 [Aparte.] 

LEONCIO
(Hombre soy que amando peno.) 925

 [Aparte.] 

ROSIMUNDA
(¡Muera el rey!)

 [Aparte.] 

LEONCIO
(¡Mi gusto viva!) [Aparte.]
ROSIMUNDA
(¡Yo estoy loca!)

 [Aparte.] 

LEONCIO
(¡Yo estoy ciego!)

 (Aparte.) 

ROSIMUNIDA
. (¡Denme los cielos venganza!)

 [Aparte.] 

LEONCIO
(¡Denme su favor los cielos!)

 [Aparte.] 


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