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ArribaAbajoJornada II

 

(Salen FLABIO y POLO de noche.)

 
FLABIO
¡Qué terrible escuridad!
POLO
Pisando voy, y no sé
en qué parte ponga el pie.
Extraña temeridad
es la de venir aquí 5
en noche tan espantosa.
FIABIO
. Ninguna a mí más hermosa
me ha parecido.
POLO
Pues di,
¿es mejor ir tropezando
entre una y otra tiniebla, 10
llenos los ojos de niebla
y el corazón recelando,
si al revolver de una esquina,
o al doblar alguna calle,
cobarde emboscada halle, 15
que una linda disciplina
de canelones de acero
le den al triste cuitado,
sobre haberle capeado
y quitádole el dinero? 20
FLABIO
En la noche más oscura
hay mayor seguridad;
no teme la oscuridad
quien el recato procura.
Mucho más discreto el cielo, 25
y avisado, me parece
cuando su luz oscurece
y cubre de negro velo
esta campaña estrellada,
sirviéndole de cortina 30
a tanta antorcha divina,
tanta nube que, embozada,
encubre los resplandores,
y ocultando sus diamantes,
da lugar a los amantes 35
para lograr sus amores.
Vulgar es la claridad;
lo difícil más se estima;
y siempre el peligro anima,
si tercia la voluntad. 40
POLO
Y quien no está enamorado,
¿qué ha de hacer, viéndose a escuras?
FLABIO
Quedarte en vano procuras.
Sirve, pues eres criado;
ésta es del jardín la puerta. 45
POLO
Abre, pues tienes la llave.
(¡Oh qué mal el miedo sabe!)

 [Aparte.] 

FLABIO
Entra pues, que ya está abierta.
POLO
Entraré, mas es gran yerro
servir a señor rondante. 50
¡Plegue a Dios que algún gigante
no nos pegue pan de perro!
 

(Éntrase, y sale ROSIMUNDA.)

 
ROSIMUNDA
Mientras la infanta Albisinda
queda hablando con sus damas,
burlándose de mi enojo 55
y riendo mis venganzas,
vengo al jardín; y aunque ignoro,
recién venida a esta casa,
sus laberintos, allí,
a pesar de tan extraña 60
oscuridad, una fuente
me dice con voz de plata
que a su cristal me avecine,
y mudamente me llama
entre la niebla confusa. 65
Aún no distingo las plantas;
solo el mármol de la fuente
avisa su color blanca.
¡Oh si el duque de Lorena,
a dar a mis esperanzas 70
alientos, viniera agora!;
pero, pues tanto se tarda,
no debe de ser el puesto
aquéste donde se hablan.
Quiero volverme y saberle 75
con más certeza mañana;
mas ¿qué es esto, pensamiento?
¿Agora, agora desmayas?
¿Dónde vive mi osadía?
¿Dónde mi valor se halla? 80
Rumor parece que siento.
 

(Salen FLABIO y POLO.)

 
FLABIO
Aquélla es la fuente clara
donde tuve tantas veces
entre mis brazos al alba;
allí las flores me vieron; 85
allí me oyeron las aguas
dar celos al mismo Adonis,
y dar envidia a Diana.
POLO
Y aquí me verán también,
si acaso me descalabran, 90
con el purpúreo licor
teñir en carmín la grama.
FLABIO
Con el horror de la noche,
dudosos los ojos andan;
pero servirá la voz 95
de seña: «¡Ah, mi bien, infanta!
ROSIMUNDA
(Si no me miente el oído,

 [Aparte.]  

ya que la vista me engaña,
«infanta» y «mi bien» dijeron.)
¿Es el duque?
FLABIO
Es quien os ama,
100
quien como a su vida os quiere,
quien os ha rendido el alma,
quien es vuestro amante firme.
ROSIMUNDA
¿Venís solo?
FLABIO
Me acompaña
Polo no más.
ROSIMUNDA
Pues decidle
105
que hacia la puerta se vaya
del jardín, y allí os espere.
FLABIO
(Tened ánimo, esperanzas;

 [Aparte.] 

que cuando a solas se queda
una mujer con quien ama, 110
es señal de que al recato
los testigos lo embarazan.)
A la puerta del jardín

 [A POLO.] 

un breve rato me aguarda;
que quiere estar sin testigos 115
aquesta noche la infanta.
POLO
Acabóse; aquesto es hecho.
Ya no hay más; aquesto basta.
No hay remedio; linda flema,
putas higas noramala, 120
no me enfade. ¡Sí, por cierto,
y qué poco! ¿No se aguarda?
Vaya en buen hora; camine
a las demás zarandajas,
que se llaman estribillos. 125
Vayan conmigo en mi guarda;
que tengo miedo de a ocho,
y no miro árbol ni planta,
que no imagine que es hombre,
que no la juzgue bisarma, 130
que no la sospeche duende,
que no la tema fantasma.
Conténtame la señora,
y su despejo me agrada.
¿A solas con él se queda? 135
Muy buen provecho le haga;
que yo me voy a dormir
seis horas, tantas del alba
estamos lejos; que ahora
son las diez. Adiós, madama. 140
FLABIO
¿Es posible, dueño hermoso,
que después de tanta ausencia
merezco en vuestra presencia
este favor venturoso;
que repito el ser dichoso; 145
y aquella dicha primera
resuscita o persevera;
y que libre de embarazos,
os podré pedir los brazos?
ROSIMUNDA
Antes de darlos, espera; 150
que primero he de saber,
por divertir un temor,
si es fingido tanto amor,
si es cierto tanto querer.
FLABIO
¿Vos dudar, y vos temer, 155
cuando está mi voluntad,
cuando asiste mi verdad,
de olvidaros tan distante
que, por mía o por amante,
se acredita mi lealtad? 160
ROSIMUNDA
Pues si tanto blasonáis
de quererme, Flabio mío,
hoy os llama mi experiencia
a hacer examen de fino.
Hoy del amor que decís, 165
yo propia he de ser testigo
en un negocio importante,
que a vuestro valor confío.
¿No me le habéis de negar?
FLABIO
Por esos ojos divinos, 170
en cuya luz apacible
los átomos del sol mismos
estudian rayos hermosos,
juro que si a los abismos
me mandaras que bajase, 175
lo vieras luego cumplido.
Pídeme que, deshaciendo
las esferas de sus quicios,
te traiga de su materia
algún verdadero indicio; 180
cuanta riqueza de oriente,
por siete bocas del Nilo,
conducen de Alejandría
los mercaderes más ricos;
las perlas que el sur engendra; 185
las granas que tiñe el Tirio;
cuanto borda el Babilonio,
y cuanto ha tejido el Frigio.
Pide el mayor imposible.
ROSIMUNDA
Más fácil es lo que pido 190
que cuantos hipérboles tuyos
liberalmente me has dicho.
A un hombre has de dar muerte
que [mi] decoro ha ofendido.
FLABIO
¿Tanto ha de tardar en verse? 195
ROSIMUNDA
Pues advierte, dueño mío,
que [es] mi hermano el rey.
FLABIO
¿Qué dices?
ROSIMUNDA
Que mi hermano, o mi enemigo,
quiere estorbar que se logren
nuestras bodas; y es preciso 200
que, dándole antes la muerte,
atajemos sus disinios.
Advierte cuánto te adoro;
pues que yo propia te animo
a que derrames mi sangre, 205
por ser más fácil camino
para reinar quietamente.
FLABIO
(¡Qué escucho, cielos divinos!)

 (Aparte.) 

¿Y no adviertes que es traición
cercada de mil peligros 210
una maldad semejante?
ROSIMUNDA
Por reinar, cualquier delito
se perdona en las historias.
Por amor, en cualquier siglo
ha merecido disculpa 215
la venganza, el homicidio;
que a tanto obligan, crueles,
las instancias de un dios niño.
Pues si el reinar, si el amor,
el perdón han merecido 220
y consiguen la disculpa
con sus propios desvaríos,
donde concurren conformes
el empeño y el cariño,
de buen aire es la traición, 225
y de buen gusto el delito.
FLABIO
Confuso estoy. Deme el cielo
en tan arduo laberinto,
o la cuerda del Teseo,
o el claro ingenio de Edipo. 230
ROSIMUNDA
¿Estás dudoso?
FLABIO
Soy noble.
ROSIMUNDA
¿Qué recelas?
FLABIO
Un prodigio.
ROSIMUNDA
¿Qué temes?
FLABIO
El ser traidor.
ROSIMUNDA
¿Qué huyes?
FLABIO
El ser impío.
ROSIMUNDA
¿Si me ganas?
FLABIO
Pierdo honor.
235
ROSIMUNDA
¿Si me pierdes?
FLABIO
No soy vivo.
ROSIMUNDA
¿Si eres rey?
FLABIO
Soy desleal.
ROSIMUNDA
¿Si nos mata?
FLABIO
Mi honor libro.
ROSIMUNDA
Pues ¡vive el cielo , cobarde!;

 (Quítale la daga de la cinta.) 

que con ese acero mismo 240
le he de dar la muerte yo,
en dándote a ti el castigo
que, cobarde, te negocias,
y que mereces, remiso.
(Si no puedo reducirle, 245

 (Aparte.) 

morirá en los brazos míos;
porque no pueda la infanta
dar deste suceso aviso.)
FLABIO
Dame, Albisinda, la daga.
ROSIMUNDA
Antes, duque, determino 250
guardarla hasta la ocasión.

 (Échasela en la manga.) 

FLABIO
(El rey está en gran peligro.

 (Aparte.) 

Conviene disimular
con ella. Si me resisto
aquí, dará cuenta a otro 255
de la traición que me ha dicho,
y podrá tener efeto.)
 

(Entre el duque de Verona, LEONCIO, habiendo primero hecho ruido, como que salta unas tapias.)

 
LEONCIO
(Con dificultad diviso,

 [A paño.] 

entre las confusas sombras
de la noche, el indistinto 260
bulto de la hermosa fuente,
si bien me avisa el ruido
de aquella sonora plata
que a sus cristales vecino
estoy. Si acaso la reina 265
a hablar a Flabio ha venido,
las paredes del jardín
salté con vuelo atrevido.
Amor, ayuda mi intento;
favorece mis disinios.) 270
FLABIO
Si no me engañan del aire
los ecos, siento ruido
en ese cuadro.
ROSIMUNDA
Bien dices.
(Si es la infanta, cuanto he dicho

 (Aparte.) 

me ha escuchado.) Id a mirallo, 275
duque.
FLABIO
Ya voy. Polo ha sido,
sin duda, que con el miedo
debe de andar afligido.
Voy a ver si está a la puerta
del jardín.

 (Vase.) 

ROSIMUNDA
En gran peligro
280
estoy, si acaso la infanta.
LEONCIO
(Si no me duda el oído,

 [Aparte.] 

no lejos hablar oí;
quiero llegarme.)
ROSIMUNDA
Infinito
me pesa de haber fiado 285
del duque el secreto mío...
LEONCIO
(Ésta es la reina, y diciendo

 [Aparte.] 

está que se ha arrepentido
de fiarme su secreto.)
ROSIMUNDA
Porque le vi muy remiso 290
y muy dudoso.
LEONCIO
(¡Por Dios!,

 [Aparte.] 

que cobarde he parecido.)

 (Vase acercando.) 

ROSIMUNDA
Rumor siento; el duque vuelve.
¿Quién es?
LEONCIO
Quien más que a sí mismo
os adora, inf anta, hermosa 295
(¡qué bien disimulo y finjo!);

 (Aparte.) 

quien dará por vos la vida,
intrépido y atrevido;
quien por solo gusto vuestro
será fiero basilisco 300
de toda esta monarquía,
pues pasándola a cuchillo,
no quedará vida en ella.
ROSIMUNDA
¿Ni la del rey?
LEONCIO
El principio
será el rey de mi crueldad. 305
ROSIMUNDA
(Albricias, corazón mío;

 (Aparte.) 

pues esta noche la muerte
le hemos de dar.)
 

(Sale ALBISINDA.)

 
ALBISINDA
(No he podido

 [A paño.] 

venir antes; que las damas,
en cansados y prolijos 310
discursos y novedades,
un hora me han detenido.
¿Si habrá esperado mi dueño
mucho?)
ROSIMUNDA
Digo, Flabio mío,
que os adoro y que soy vuestra. 315
ALBISINDA
(¡Cielos, estoy sin juicio!

 [Aparte.] 

¡Qué es lo que escucho! ¡Ah traidor,
ah infame, ah falso, ah fingido!
¿Así pagas mis finezas?
¿Así mi amor, enemigo, 320
correspondes? Quiero oír.)
LEONCIO
Antes que ponga en olvido,
dulce dueño de mi alma,
(bien la engaño) lo que estimo
vuestra hermosura, podrán 325
volver hacia atrás los ríos,
pararse el sol en el cielo.
ALBISINDA
(¿Éste es el amante, el fino,

 [Aparte.] 

el firme, el enamorado,
el apacible, el bienquisto, 330
el verdadero, el leal?
La fama mintió; mal hizo
llamarle falso, ingrato,
desleal, desconocido,
para que yo no le amara.) 335
 

(Hablan bajo LEONCIO y ROSIMUNDA, y salen FLABIO y POLO.)

 
POLO
Yo he dormido a sueño suelto
de la corte de Morfeo,
hecho un hijo de vecino,
socarrón con los cuidados,
y zaino con los peligros. 340
Cuando a mi sueño pesado
vi que cortaron el hilo,
de lo alto de la tapia
yo -que poco antojadizo
soy, y que, pues desperté, 345
debió de ser grande el ruido-
vi junto aquellos naranjos
levantarse de improviso
un hombre, y secretamente
entrarse por lo escondido 350
de los árboles.
FLABIO
¿Quién puede
tan resuelto y atrevido
escalar hoy a palacio?
(Parad, celos mal nacidos;

 [Aparte.] 

tened, infames sospechas; 355
que Albisinda... mas ¿qué digo?
Ilusión debió de ser
deste necio.)
POLO
Yo me afirmo
como testigo de vista
que dice, «lo dicho dicho». 360
FLABIO
Pues espérate aquí un rato.
ALBISINDA
(A ello me determino,

 [Aparte.] 

pues desengaño tan cierto
no puede haberme mentido.
A morir y no quejarme.) 365
FLABIO
(Hacia esta parte, imagino,

 [Aparte.] 

quedó la infanta.)
LEONCIO
¿Es posible
que tanto haya merecido
que pueda llamarme vuestro,
señora?
FLABIO
(¡Cielos divinos!
370

 [Aparte.] 

¿duermo, sueño, o es verdad
lo que escucho y lo que miro?
¿Otro hombre con Albisinda?
No se engañó; verdad dijo
Polo. La paciencia pierdo.) 375
ROSIMUNDA
Vuestra soy, y lo confirmo
con el alma. (Bien le engaño.)

 (Aparte.) 

LEONCIO
Yo soy vuestro. (Qué bien finjo.)

 (Aparte.) 

ALBISINDA
(¿Qué desengaño más cierto?

 [Aparte.] 

¡Oh alevoso, oh fementido!) 380
FLABIO
(¿Qué más cierto desengaño?

 [Aparte.] 

Yo he de perder el juicio.)
ALBISINDA
(No tengo que esperar más.

 [Aparte.] 

Voyme donde determino
morir entre mi silencio); 385

  (Vase a entrar y encuentra con POLO.) 

mas ¿quién es?
POLO
Polo, Polillo.
¿No me conoces?
ALBISINDA
Traidor
como tu dueño, ya he visto
sus mentiras, sus engaños,
sus infamias, sus olvidos. 390
Dile que ya lo sé todo;
que goce por largos siglos
la dama que le está hablando.
POLO
Harás que pierda el sentido.
¿Qué dama ni qué embeleco? 395
FLABIO
(¿Hay en el mundo martirio

 [Aparte.] 

como estar celoso un hombre
que se vio favorecido?
No hay burlas con el amor.
Para no ser su marido 400
esto basta. Aquí hay dos lances,
y en una acción dos avisos.
Ella es traidora a su hermano,
cuando es desleal conmigo.
Pidióme que le matase, 405
acaso porque el delito
se descubriese, quedando
mi vida expuesta al castigo,
y ella quedase sin miedo
con su amante. ¡Peregrino 410
modo de engaño! Ah mujeres!
Mas, pues el cielo ha querido
que lo supiese, remedio
pondré a un tiempo en dos delitos.
Quiero salir del jardín 415
y aguardar a mi enemigo
para matarle; y al rey
podré con secreto aviso
advertirle que se guarde.
Ya estoy resuelto a este arbitrio; 420
no quiero vella ni hablalla.)
¿Polo?
POLO
¿Señor?
FLABIO
Ven conmigo.
POLO
Mira que está aquí la infanta.
FLABIO
¿Cómo puede estar contigo?
ALBISINDA
Como han querido los cielos 425
volver por el honor mío,
que no viviese engañada;
pues aquesta noche he visto
el desengaño a mis ojos.
FLABIO
Pues, tirano cocodrilo, 430
que lloras para matar,
sirena que con hechizos
en la voz quitas la vida,
¿piensas borrar lo que he oído?
Yo te he visto con otro hombre 435
esta noche, entre cariños
y halagos, darle palabra
de ser suya.
ALBISINDA
Que el jüicio
has perdido, o que yo el seso
quieres que pierda, imagino. 440
¿Yo hablar con otro hombre? ¿Cuándo,
cómo, dónde, con quién? Dilo.
Tú, sí, que estabas hablando
con otra en aqueste sitio.
POLO
Aquí hay traición encubierta, 445
porque hacia la fuente he oído
«bisbis», como de quien habla.
Acerquémonos quedito;
lleguémonos poco a poco.
LEONCIO
Ya mi bien, que he merecido... 450
POLO
«Mi bien», no lo dije yo.
¿Hay tan grande ladroncinio
como un «mi bien» a estas horas?
LEONCIO
...favores de tan divino,
de tan soberano dueño, 455
quiero deste laberinto
sacaros.
POLO
Y yo también;
paso a paso me apropincuo,
por si del hilo se vale
sacar por él el ovillo. 460
ROSIMUNDA
¿Que no sois el duque Flabio
de Lorena?
LEONCIO
Ya os he dicho
que no soy sino Leoncio,
y vos, con nombre fingido
de Albisinda, sois la reina; 465
que sabiendo que a este sitio
habíades de venir
a persuadir el delito,
con el nombre de la infanta,
al de Lorena, he venido 470
a gozar con este engaño
favores tan peregrinos.
FLABIO
(¿No escuchas esto, Albisinda?)

 [Aparte.] 

ALBISINDA
(¡Ah. traidores! ¡Ah enemigos!)

 [Aparte.] 

ROSIMUNDA
Según eso, ya este empeño 475
os obliga al homicidio
del rey.
LEONCIO
Y esta misma noche
pretendo darle el castigo.
¿Son más cómplices en ello
que mi valor?
FLABIO
¿Haslo oído?
480
No quiera el cielo piadoso
que logréis esos disinios
tan alevosos. Señora,
yo pretendo dar aviso
al rey, pues de su retrete 485
la llave tengo.
ALBISINDA
Benigno
el cielo desta traición
darnos noticia ha querido.
POLO
Con la del martes querían
dar al pobre rey.
ROSIMUNDA
Confío
490
de tu valor tal hazaña.
LEONCIO
Ven, Rosimunda, conmigo
y verás cómo tus ojos
hacen menor el peligro.
ROSIMUNDA
Pagarás, bárbaro rey, 495
de una vez tantos delitos;
que una mujer ofendida
es áspid, es basilisco.
 

(Vanse ROSIMUNDA y LEONCIO.)

 
FLABIO
Fuéronse determinados;
mas, pues avisarnos quiso 500
la fortuna favorable
sus intentos fementidos,
la brevedad nos importa.
Vos, hermoso dueño mío,
os entrad en vuestro cuarto, 505
en tanto que a dar aviso
voy al rey.
POLO
¿Mejor no era
entrar por el cuarto mismo
de la infanta, y abreviar
una legua de camino, 510
como hay desde aquí a la puerta
de palacio?
FLABIO
Es dar indicio
y sospecha a tales horas.
Imitaré al viento mismo
en la ligereza. Adiós, 515
hermoso dueño.
ALBISINDA
Contigo
vayan los dioses.
FLABIO
Tú bastas;
pues siempre, Albisinda, has sido
mi fortuna en tantos riesgos,
mi impulso en tantos peligros, 520
mi suerte en tantas desgracias,
mi vida en tantos abismos.

 (Vanse.) 

 

(Entre el REY desnudándose con luces, el SENESCAL, OTÓN y criados.)

 
REY
Melancólico, triste y cuidadoso,
ajeno de reposo,
esta noche me veo, 525
fingiéndome ilusiones mi deseo;
que el dolor multiplica
los pesares que el pecho pronostica,
y casi el alma aguarda.
Pero ¿de qué mi vida se acobarda? 530
¿Qué recelo me advierte
los dudosos presagios de mi muerte?
¿Hay en el orbe entero
más poderoso rey? ¿De aqueste acero,
por tan cobardes modos, 535
no tiemblan los romanos y los godos?
Pues ¿de qué me acobardo,
si ya estampado el nombre longobardo
se mira en las estrellas,
haciendo en su zafir de las más bellas, 540
el cielo agradecido,
epigrama a mí nombre esclarecido;
y la fama parlera,
toda plumas y voz, hasta la esfera
mi valor tanto encumbra 545
que al mismo sol las luces le deslumbra,
y tanto el bronce alienta
que parece que el mismo se revienta?
OTÓN
Mira, señor, que es tarde.
REY
No ha de poder jamás hacer cobarde 550
mi valor la fortuna,
escrito con diamantes en la luna.
SENESCAL
Gran señor, ya la noche,
apresurando el tenebroso coche,
se despeña ligera. 555
Recójase tu alteza.
REY
No quisiera
sin ver a Rosimunda,
en quien el alma su descanso funda
deste pesar molesto;
mas, pues ya es tarde, desnudadme presto, 560

 (Vanle desnudando.) 

que estos vanos antojos
divertirán, durmiéndose mis ojos,
o los harán menores
del sueño las especies interiores,
que la vida aprisiona. 565
SENESCAL
Aquí está, gran señor, el de Verona.
REY
Él venga en hora buena,
si acaso viene a consolar mi pena.
 

(Sale LEONCIO.)

 
LEONCIO
A la reina mi señora
segunda vez volví a hablar, 570
procurándole enjugar
tantas perlas como llora;
y tanto pude decir
que, algo más desenojada
y de la pena olvidada, 575
ha prometido venir,
señor, esta noche a verte,
de tus finezas rendida.
REY
Vendrá a volverme la vida.
LEONCIO
(Antes, darte la muerte.) 580

 [Aparte.] 

REY
Quiero vestido esperalla;
solo todos me dejad,
y cualquier libro me dad,
por ver si sosiego halla,
divertido, el pensamiento. 585
OTÓN
Aquí está Suetonio.
REY
En él,
desta congoja cruel,
descansará mi tormento.
 

(Vanse todos y llévanse los vestidos, quedando el REY en jubón, y deja la espada sobre los brazos de una silla, y él se sienta en otra junto a un bufete con luces.)

 
REY
¡Oh, si en tanto que viene Rosimunda,
divirtiera este libro tan profunda 590
tristeza, aunque es en vano!:
Vida de Claudio, emperador romano.
Después de mil vitorias,
-línea son de la vida las historias,
de las acciones, guía-; 595
después que dilató su monarquía
Claudio; después de triunfos y batallas
de haber reedificado las murallas
de Roma, que, al tesón de tantos años,
más que defensa daban desengaños 600
a la posteridad en su ruina;
después de tantas glorias, Agripina,
su mujer ambiciosa, y con deseo
de que Nerón, su hijo -¡caso feo!-
a Claudio en el imperio sucediera, 605
le dio la muerte fiera.
¿Que me espanto yo, pues que Rosimunda,
guiada del enojo en que se funda,
solicite mi muerte y su ruina?
Pero no han de ser todas Agripina; 610
y más, que si se advierte,
dice adelante que le dio la muerte
después su propio hijo.
Mas ¡qué vanos discursos! ¿Qué me aflijo?
¿No está desenojada 615
la reina? Sí, ya está desengañada
de que no ha sido hacerle pesadumbre
usar con ella lo que ya es costumbre
tan usada entre todos los longobardos,
y aun entre los godos. 620
Mas, con todo, se tarda;
¡insufrible es la pena del que aguarda!
El sueño me fatiga,
y a matarme no viene mi enemiga.
¿A matarme? ¡Bien dije!: 625
de amores vendrá a ser. Mucho me aflige
el cuidado; y el sueño tan pesado
es su tormento, como mi cuidado.
 

(Quédase dormido, y sale ROSIMUNDA.)

 
ROSIMUNDA
¿Si habrá esperado el rey? Él se ha dormido.
Mucho me he detenido 630
con Leoncio; mas ya en mi cuarto aguarda
que yo le avise. Voy, que si se tarda,
puede ser que recuerde.
Nunca se cobra el tiempo que se pierde

 (Vase.) 

REY
¿Dónde vas, Rosimunda? ¿Duermo o velo? 635
Soñando estoy, sin duda; que el recelo
o el temor deste día,
propone sombras a la fantasía.
Engáñase quien dice
que en los sueños el cielo nos predice 640
el suceso contrario,
o el feliz, sucediendo de ordinario,
en la tiniebla fría,
soñar lo mismo que nos pasa el día;
de modo que, ya alegre ya importuno 645
su sueño se dispuso cada uno.
Durmiendo está el soldado
y a la voz del clarín tan alentado,
tan inquieto se halla,
que hace del lecho campo de batalla. 650
El avaro, entre sueños, el tesoro
se halla, y codicioso entierra el oro,
siendo para él lo mismo
estar en su poder que en el abismo.
Celos y quejas el amante pide; 655
valles y montes igualmente mide
el cazador; y aun el lebrel durmiendo
gime, y la presa en sueños va mordiendo
ya ligero la alcanza, ya la pierde,
recuerda y halla que su sombra muerde. 660
Fluctúa el marinero en inconstante
leño; discurre al fin el litigante,
y a sí mismo se alega en su derecho,
formando un tribunal dentro del pecho
Si por diversos modos 665
sus mismos sueños se fabrican todos,
soldado, avaro, amante,
cazador, marinero y litigante,
¿qué mucho, pues, que yo en la sombra fría
tema lo mismo que recela el día? 670
No puedo, aunque procuro, defenderme
que un triste aún no descansa cuando duerme.
 

(Duérmese, y entran ROSIMUNDA y LEONCIO.)

 
LEONCIO
Esta noche soy de guarda;
bien puedo entrar sin cuidado.
¿Si habrá ya el rey despertado? 675
ROSIMUNDA
¿Qué temes? ¿Qué te acobarda?
LEONCIO
¿Yo cobarde? ¿Yo temor?
¿Cuándo no ha sido alentado
un amor determinado?
ROSIMUNDA
¿Que al fin me tienes amor? 680
LEONCIO
Por ti vivo, y por ti muero.
ROSIMUNDA
Pues esto y más fiaré
de ti. Yo te avisaré
a su tiempo.
LEONCIO
Ya lo espero.685

  (Vase LEONCIO.)  

ROSIMUNDA
¿Si aún duerme el rey? ¡Señor mío!

 [Llama.] 

Durmiendo está y descuidado.
¡Señor! El sueño es pesado;
prisión es de su albedrío.
Hoy has de pagarme aquí 690
la injuria que tienes hecha
a mi padre; satisfecha
he de quedar hoy de ti.
No fío del de Verona
mucho, que jamás le han dado 695
opinión de gran soldado;
mas su amor y la corona
que aguarda le harán valiente.
Aquella espada quisiera
poder sacarla allá fuera; 700
mas no, que daré a la gente,
que en la antesala le asiste,
sospechas; bien es dejalla.
A la silla quiero atalla.
 

(El REY, entre sueños, y ROSIMUNDA enreda la espada con los talabartes.)

 
REY
¿Qué haces, Rosimunda?
ROSIMUNDA
¡Ay triste!
705
REY
Tú me matas.
ROSIMUNDA
¡Ay de mí!
¿Si me vio?, que estoy dudando.
Él duerme, y está soñando.
REY
Mi bien, ¿en qué te ofendí?
Lisonja en nuestra nación 710
fue, al vencedor y al vencido,
de lo que te has ofendido.
ROSIMUNDA
No le miente el corazón.
Si es lisonja, ¿cómo agora
teme tan justa venganza? 715
No está con desconfianza
el que su delito ignora.
Entre sueños se disculpa.
Quiero acabarla de atar;
muera, y vendrá a confesar 720
en la venganza, la culpa.
 

(Deja la espada atada, y toma a LEONCIO del brazo, que estará detrás del paño, y sale cuando le llama.)

 
Duque, llegó la ocasión;
el rey duerme; hasta su espada
a una silla dejé atada.
Si me tienes afición, 725
muestra aquí agora tu aliento.

 (Dale la daga que traía en la manga.) 

Toma, y véngame de todo.

 (Vase.) 

LEONCIO
No sólo el tiempo y el modo
me da, sino el instrumento.
Gran delito es el que emprendo,730
contra el cielo y contra el mundo.
¿Agora en razón lo fundo?
Matar o morir pretendo;
quiero llegar.
REY
Prenda amada,
espera. ¿Quién está aquí? 735
¿Tú con daga para mí?
¿Dónde, adónde está mi espada?
Mas ¿qué es esto?; que valerme
della no puedo. ¡Hola Otón,
Senescal!
LEONCIO
Ociosas son
740
tus voces.
REY
¡A socorrerme
acudid! ¡Traición!
LEONCIO
¿Qué aguardo,
que no acabo con tu vida?
REY
¡Ah Rosimunda!
LEONCIO
Ofendida
la tienes. Mucho me tardo; 745
muere.
REY
Dioses soberanos,
valedme, ya que en el suelo
no hay quien me defienda.
LEONCIO
El cielo
se venga en ti por mis manos.
 

(Andan los dos batallando, y el REY defendiéndose con la silla en que está la espada, y éntrase, habiéndole dado algunas puñaladas, de suerte que lo llegue a ver FLABIO, que sale con la espada desnuda.)

 
FLABIO
¡Aguarda! Mucho he tardado. 750
Tú, Leoncio, habías de ser
el traidor.
LEONCIO
Si yo lo fui,
tú lo has sido
también; pues aquí venías
solo, y desnudo el acero. 755
FLABIO
Vengar a mi rey espero.
¿Yo insultos? ¿Yo alevosías?
¿Cuándo yo no fui leal?
¿Cuándo en mí cupo traición?
LEONCIO
Quiero llamarlos: ¡Otón, 760
Rosimunda, Senescal!
ROSIMUNDA
(Parece que el rey llamó

 (Dentro.) 

«Senescal».)
FLABIO
Presto te oyeron,
¿y a las voces no acudieron
del rey, oyéndolas yo? 765
 

(Salen ROSIMUNDA, SENESCAL, OTÓN y criados.)

 
ROSIMUNDA
¿Muerto mi esposo? ¡Ah villanos!
FLABIO
Leoncio ha sido el autor
de su muerte.
LEONCIO
El fue el traidor.
SENESCAL
(Aunque ambos son italianos,

 (Aparte.) 

más en el duque, sospecho, 770
de Verona.)
FLABIO
Leoncio fue.
SENESCAL
(Y en la turbación se ve.)

 (Aparte.) 

FLABIO
¿Tú no le pasaste el pecho?
OTÓN
La daga en el suelo está
con sangre.
SENESCAL
Ella habrá de ser
775
el testigo.
OTÓN
No hay que ver
más; descubierto está ya
el matador.
ROSIMUNDA
¡Caso raro!
OTÓN
Del mismo aderezo es
que trae Flabio. ¿No la ves, 780
señora?
ROSIMUNDA
¿No estaba claro?
Por casarse con la infanta
Albisinda, y heredalle,
le mató. (Quiero culpalle;

 (Aparte.) 

sola una cosa me espanta: 785
¿yo a Flabio no le quité
la daga? La duda cese;
de cualquier modo que fuese,
me importa que libre esté
Leoncio desta sospecha.) 790
FLABIO
Digo que la daga es mía,
mas no la traición.
ROSIMUNDA
Desvía.
LEONCIO
La reina está satisfecha
de mi lealtad.
FLABIO
De tu amor,
di; y tú de su hermosura. 795
ROSIMUNDA
Démosle al rey sepultura
con la pompa y el honor
que se debe; y en prisiones
poned a Flabio.
LEONCIO
(Conviene

 (Aparte con ROSIMUNDA.)  

castigarle.)
FLABIO
El cielo tiene
800
llave de los corazones,
y descubrirá algún día
vuestra maldad y mi celo;
que no ha de tener el cielo
parte en una alevosía. 805
ROSIMUNDA
Da las armas.
FLABIO
¡Ah inhumano!
En mi inocencia se funda
mi verdad. ¡Ah Rosimunda!

 (Sale ALBISINDA.) 

ALBISINDA
Apartad. ¿Muerto mi hermano?
ROSIMUNDA
Llevadle a una torre.
ALBISINDA
¿A Flabio?
810
¿Y por qué?
LEONCIO
Alevosamente
mató al rey.
ALBISINDA
El duque...
ROSIMUNDA
Tente;
no le agravies; cierra el labio.
LEONCIO
Está apasionada.
ALBISINDA
Tú fuiste, tú y Rosimunda 815
quien le mató.
LEONCIO
¿En qué lo funda,
vuestra alteza?
ROSIMUNDA
Está enojada;
vamos, Leoncio, y llevad
vosotros al duque Flabio.
FLABIO
¡Que sufra el cielo este agravio! 820
OTÓN
Vamos, señor.
ALBISINDA
¡Esperad!
ROSIMUNDA
¡Llevadle!
FLABIO
¡El cielo piadoso
descubra traición tan fiera!
ALBISINDA
¡Quién le hablara!
FLABIO
¡Quién la oyera!
¡Ay mi Albisinda!
ALBISINDA
¡Ay mi esposo!
825
 

(Llévanle preso a FLABIO, OTÓN y los demás; y queden ROSIMUNDA, ALBISINDA, LEONCIO y el SENESCAL.)

 
ROSIMUNDA
Murió el rey,¡ah desdichada
monarquía!
ALBISINDA
¿Y tú le lloras?
ROSIMUNDA
El cielo muda las horas.
(Contenta voy, y vengada.)

 (Aparte.) 

ALBISINDA
Vengaréle, ¡vive Dios!, 830
de tan grande alevosía.
¡Ay hermano! ¡Ay prenda mía!
Vengarme tengo en los dos.