Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Moyano reportea a Moyano

Daniel Moyano





Cuando hacía poco aún que estaba radicado en La Rioja, me mortificaba mi incapacidad para percibir a sus gentes, sus problemas. Por aquella época sólo trabajaba en base a un material recogido durante mi permanencia en Córdoba y era habitual que le preguntara a Irma, mi mujer, qué habríamos de hacer cuando se acabara. La crónica respuesta era que, irremediablemente, no quedaba otra solución que la de irnos. Pero esto era mera impaciencia. Lo que ocurría es que dos años son muy poco tiempo para meterse dentro de la gente, de las cosas. Todo empezó a cambiar con «El rescate», un cuento que fue publicado con considerable éxito. Allí comenzó a despuntar todo el cúmulo de mi experiencia riojana, enriquecida por el trabajo periodístico, que me obligaba a un contacto físico con La Rioja. Luego vino «El fuego interrumpido», un cuento en el que por primera vez ubiqué la historia en La Rioja, en un rancho de los bordos, con personajes auténticamente riojanos. Finalmente, en «El Coronel», no tuve problema alguno -ni prejuicio alguno, quizás conviniera decir- en trabajar con el material recogido durante seis años sin ninguna necesidad de escamoteos geográficos. Hoy pienso en aquellas consultas con mi mujer sobre qué habría de hacer cuando se me terminara el material de mi experiencia cordobesa y me entran ganas de reírme. Recién estoy percibiendo a La Rioja y advierto que sus posibles aportes para un trabajo de creación son prácticamente inagotables. Y esto tiene su explicación, aunque ella sea difícil y confusa: La Rioja no es un lugar como algunos otros. No es una superficie tersa transitada de puntillas por personajes que se representan a sí mismos. Yo la veo desnuda, toda huesos y vísceras, invitándome a penetrarla, a sufrirla, lo que significa decir, vivir la vida de sus gentes.

Pero La Rioja no es sólo eso. Es muchísimo más. Es, por ejemplo, Latinoamérica. Hasta que no viví en La Rioja no lo supe. Pero ahora me doy cuenta de que a Latinoamérica la vivía sólo intelectualmente. La Rioja es Latinoamérica. Es, ¿te das cuenta? Y eso es muy importante, porque Latinoamérica es un mundo, el único mundo que tengo como mío, el único mundo que siento mío.

Y La Rioja es, además, y fundamentalmente, un grupo de amigos. Un grupo de gente que me quiere y a la que quiero entrañablemente. Un grupo de gente que ha escrito conmigo «El Coronel» y cada una de las cosas que pueda escribir en adelante. Un grupo de gente con la que convivo y que ayer, cuando compartieron conmigo esta cosa maravillosa del premio, me ha dado con su presencia uno de los momentos más extraordinarios de mi vida.

La Rioja es todo eso -¿te das cuenta cuánto?- y aún muchísimo más. Es mis clases de violín, el periodismo... ¡qué sé yo!

¿Y sabés por qué me alegra, por sobre toda otra consideración, el premio? Porque lo conseguí con una novela cuya primera acción está ubicada en la Plaza Nueva, con la banda tocando la retreta. Es un modo de devolverle a La Rioja, todo lo que me ha dado, aunque sea en una proporción tan mínima y avara. Y también por que me ha probado que desde La Rioja se puede escribir, porque he destruido absurdos prejuicios de los que quizás no tenga la culpa pero que estaban en mí. Y ya no estarán más.

Y el premio me ha dado, además, otra gran alegría: que haya sido discernido por un jurado integrado por hombres que respeto y admiro. Me refiero fundamentalmente a Gabriel García Márquez y Augusto Roa Bastos. García Márquez es para mí -junto con Rulfo, con Vargas Llosa, con Onetti- el maestro de una nueva literatura latinoamericana que revolucionará el mundo porque es esencialmente revolucionaria. Una literatura que vuelve su mirada al hombre real para rescatar su infinita humanidad. Yo sé que todo esto es confuso, pero no tengo otra manera de decírtelo. Quizás si me dejaras sentarme a la máquina, con más tiempo, todo sería más coherente. ¿No? Bueno; después de todo el diario es tuyo. Sigo con García Márquez: ¿te das cuenta? Mientras yo leía en La Rioja Cien años de soledad, su obra maravillosa, él en México o en Colombia o vaya a saber donde estaba leyendo «El Coronel», y apoyándolo para el primer premio. Para mí esto es un premio aparte, una experiencia extraordinaria. En cuanto a Roa Bastos, es un hombre que admiro profundamente. Como escritor y como hombre. Una de esas personas con las que uno podría compartir la vida entera. ¿Te das cuenta?

Después de todo, un premio es nada más que un premio. Pero es útil en la medida que estos tipos -Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos- me dicen que lo que yo haga sirve, que se puede escribir desde La Rioja, que mis personajes son auténticos, viven, existen. El premio es una cosa agradable. Pero eso otro es maravilloso. Y la gente que se puso contenta porque es Latinoamérica. Es, también es algo maravilloso. En fin...





Indice