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1

En su reseña (1927) de la novela, recopilada en las Obras Completas. Cito por la 6.ª edición, tomo III, Madrid, Revista de Occidente, 1966, págs. 544-550. No doy referencias a páginas específicas, pues es un artículo breve.

 

2

Cito por la versión en Obras Completas, 6.ª edición, tomo III, Madrid, Revista Occidente, 1966. Los números entre paréntesis remiten a páginas en esta edición.

 

3

Cito por la 6.ª edición de las Obras Completas (Madrid: Biblioteca Nueva, 1961). Los números entre paréntesis remiten a páginas de esta edición.

 

4

Es ejemplar de la primera edición, Biblioteca Nueva, 1926, y lleva la siguiente dedicatoria: «A Don José Ortega y Gasset de su devoto lector Gabriel Miró. Noviembre 1926».

Tiene los siguientes pasajes recortados (indico por página y capítulo): I, i, pág. 9: «Las oyes, Pablo [...] y no vemos sino agua de balsa». III, ii, pág. 93: «De Andalucía y de Orán [...] ojos de mujeres honradas», ni, ii, pág. 94: «¡Todo pasa [...] dejarán este pueblo!». III, iii, pág. 106: «No se las podía imaginar [...] todas las cosas, vírgenes».

Además de recortar estos pasajes, Ortega puso varias llamadas con lápiz rojo al margen del texto. En la mayoría de los casos (no son numerosos) es una línea vertical sin más, la cual podría expresar lo mismo aprobación que lo contrario: por un ejemplo, en IV, iv, junto a la frase «Y la abadesa y sus hijas le miraban, pareciéndoles recién venido de la Jerusalén celeste» y por otro, que podría significar admiración, en VII, iii, págs. 357-360, a lo largo de todo el pasaje: «Buena sonaja de molinos [...] el horror del pecado». Luego hay casos contados en que la línea vertical va acompañada de una interrogación: IV, iv: «Hasta la clavaria creyose en presencia de un enviado del cielo, de un arcángel resplandeciente». VI, vi, pág. 269: «Don Magín recordó lo que cuenta Eusebio [...] reinado de Cristo». VI, ii, pág. 282: «¡Ranca había muerto [...] y el huerto seguía...» En dos casos, añade a la línea un lacónico comentario: I, i, pág. 11: «Al principio estuvo Pablo [...] volviéndose para mirarle». Ha escrito Ortega: «Falso». I, i, pág. 12: «Entró y hallóse en una sala [...] le sonrió llamándole». Comentario: «Falso cuadro».

Digo más hacia abajo en el texto que no hay ejemplar de Nuestro Padre San Daniel en la biblioteca de Ortega y Gasset. No es absolutamente exacto. No hay ejemplar de la edición de 1921, la única existente cuando escribía Ortega su artículo sobre El obispo leproso en 1927. La biblioteca de Ortega está depositada ahora en el Instituto Universitario José Ortega y Gasset en Madrid.

 

5

En el coloquio que seguía a la lectura de esta conferencia en el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, los profesores Miguel Ángel Lozano y Gregorio Torres cuestionaron si de veras «Cara-rajada» se suicida. Quedamos de acuerdo en que hay una especie de suicidio moral. He vuelto al texto, y reconozco que mi lectura no es la única posible ni quizás la más acertada: «"Cara-rajada" huía de la afrenta de su mal. Se maldijo, se clavó las uñas en la cicatriz. Ya no podía llegar a su casa, y arrojóse entre los trascorrales de una calleja llena de río. Los troncos de los álamos, los hincones de las barcas, quedaron casi en medio del desbordado cauce. Sobre la vega se tendía la banda gloriosa del arco iris. Toda la caminaron los ojos del hombre de luto. Y su postrer pensamiento fue de imprecación a don Magín. // Desde las galerías, desde los vallados y ventanas le vieron los vecinos de las casas ribereñas. // Voltearon las piernas en medio de la corriente. No salió más».

 

6

La traducción es mía.