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ArribaAbajo- IX -


El anónimo


ArribaAbajo   Aborto infame de la negra envidia,
Yo te maldigo, Anónimo cobarde,
Pérfido aun a ti mismo en tu perfidia;

   Que nunca de tu triunfo harás alarde,
O dejas de existir si el hondo arcano  5
Ve a tu pesar la luz temprano o tarde.

   ¡Y Dios permite que felón villano
Con ingrata labor la pluma fuerce
Contra el usado giro de la mano!

   Mas quien péñola y mano así refuerce  10
Harto muestra el atroz remordimiento
Con que su industria tenebrosa ejerce.

   ¡Triste el placer que nace en el tormento!
¡Miserable el artífice que duda
Si le herirá rebelde el instrumento!  15

   Con estéril afán trasnocha y suda;
Y en calma yace el indefenso blanco,
¡Y él tiembla al disparar flecha sañuda!

   Si la cara mostrase al aire franco
Pudiera ser que, en pago del insulto,  20
Del brazo aleve se quedase manco.

   Bien hace si no fía en el indulto;
Mas ni en el mal que avieso premedita
Deleitarse podrá guardando el bulto;

   Luego es tradición inútil y gratuita  25
La suya, y revolcándose en el cieno
El reptil de más noble se acredita;
—96→

   Que cuando muerde descuidado seno
Suya es la lengua al fin con que iracundo
Filtra en la humana sangre su veneno;  30

   Y tras de un picotazo da el segundo,
Y en buena lid la indignación arrostra
De quien puede aplastar su cuerpo inmundo.

   ¡Hombre que hoy se empareda cual la ostra
Para herir a mansalva a un individuo,  35
Mañana ante sus pies la frente postra;

   ¡Y torpe histrión y adulador asiduo
Mientras aguza el ponzoñoso dardo
Mendiga de sus platos el residuo!

   Por dicha ya el Anónimo bastardo  40
Tanto su filo embota con el uso
Que semeja a la espada de Bernardo.

   Si uno al leerlo se acongoja iluso,
Arrojándolo al sucio basurero
Ciento se mofan del libelo intruso.  45

   No en dar con un papel tósigo fiero
El ocio engaña, no, quien fuerza y brío
Tiene para asestar golpe certero.

   Mas tal a quien no da calor ni frío
De enemigo tan cauto en su ojeriza  50
El necio y jactancioso desafío;

    Tal a quien no acobarda una paliza
Mientras sólo en torcidos caracteres
Su adversario traidor la simboliza,

   Si indigno soplo amarga sus placeres,  55
Tiembla y en cada informe garrapato
Le punzan mil agudos alfileres.

   ¿Quién duerme en paz si en suculento plato
Teme que seducido el cocinero
Le aderece un funesto asesinato?  60

   ¿Quién si le obliga el delator artero
A confundir misántropo y adusto
Al amigo falaz con el sincero?
—97→

   Poetas que inventáis a vuestro gusto
De las Danaides el botijo roto,  65
Y el potro, que no lecho, de Procusto;

   Los que movido habéis tanto alboroto
Con el buitre que saja a Prometeo
En presencia de Láquesis y Cloto;

   Decidme si no es digno del Leteo  70
El horrible suplicio de que os hablo...,
Amén del real que cuesta en el correo.

   ¡Y Dante te olvidó siendo del diablo
Obra maestra, Anónimo precito!
Vale todo un infierno este vocablo.  75

   ¡Y no hay ley que prevenga tal delito!
¡Y no hay para el bribón que lo perpetra
Un asno, una coroza, un sambenito!

   Portador de un embuste en cada letra,
Más daño hace tal vez que guerra o fuego  80
En la casa infeliz donde penetra.

   «Podré ahuyentar su dicha y su sosiego,»
Diría un embozado libelista,
Si osara hablar; «mas ¿con embustes? Niego.

   »Larga es de los Anónimos la lista  85
En que se miente a roso y a velloso;
Mas yo de la verdad sigo la pista.

   »Decirla es sin embargo peligroso,
Y al débil, si el Anónimo condenas,
Entregas a merced del poderoso.»  90

   ¡Error! Ni aquí, ni en Roma, ni en Atenas,
Ni ayer, ni hoy, ni jamás el oprimido
Ha roto con pasquines sus cadenas;

   Que, o no llegan del déspota al oído,
O entre el fausto y la crápula insolente  95
Los sentencia al desprecio y al olvido.

   Pregunta a aquel esguízaro valiente
Que de Gesler el gorro escarneciendo
El yugo sacudió de Austria potente;
—98→

   Pregunta al siciliano que tremendo  100
Al resonar el consabido salmo
Hízole coro con marcial estruendo;

   Y a aquel que, convertido por ensalmo
De idiota en héroe, al violador Tarquino
No dejó del imperio un solo palmo;  105

   Pregúntales si Anónimo mezquino
El arma ignoble fue con que su diestra
Abrió a la libertad ancho camino.

   Cuando a la luz del hielo no se muestra,
La verdad, hija suya, se denigra.  110
O calla, o sal osado a la palestra.

   No la ama, no, quien vergonzante y pigra
La arrastra por vereda tortuosa
Pensando en si peligra o no peligra.

   La verdad verdadera es animosa,  115
Manteos de murciélago rehúsa
Y a la escuela no va de la raposa.

   ¡Pícaro siglo que de todo abusa!
Su faz ostenta la procaz mentira,
¿Y la santa verdad irá a la inclusa?  120

   «Pero el amor del bien tal vez inspira
Esa cautela que tan rudo acento
Hoy arranca a las cuerdas de tu lira.

   »Tal vez una verdad dicha con tiento
Excusa al hombre honrado una desgracia  125
Y consigue de un tuno el escarmiento.

    »¿Culparás que mi anónima eficacia
De un contador voraz liberte al fisco
Por él robado con impune audacia?

   »¿No quitaré la máscara a Francisco,  130
Que siendo un malhechor de tomo y lomo
Ve alzar a su virtud un obelisco?

   »¿He de sufrir que el cándido Jeromo
Tanto alabe a su púdica consorte,
Si sé que se la pega y cuándo y cómo?»  135
—99→

   ¡Oh! ¿Y sabes si denuncias en la corte
Las rapiñas de lobo financiero
A quien un tanto cobra del importe?

   Si el pueblo a algún malvado trapacero
Estatuas funde y monumentos labra  140
Cual Roma un día a Tito y a Severo,

   Calla y déjalo estar, hijo de cabra;
Que hoy a un ídolo humilla el incensario...,
Y mañana con él le descalabra;

   Y, pues que tenga alguno es necesario,  145
Quizá, en el cambio pierda más que gane
Si Juan releva a Pedro en el santuario.

   Y ¿qué te importa a ti, cabeza inane,
Que, aunque la suya acuse a don Sempronio,
Con su ventura conyugal se ufane?  150

   Pues ¿no ves, amanuense del demonio,
Que o da golpe cruel o golpe en vago
Quien se mete a infernar un matrimonio?

   Sabe o no un marido que el halago
De su mujer le usurpa un mozalbete  155
Mientras él hace viajes a Buitrago;

   Si lo sabe (y de diez lo saben siete),
Pierdes papel y tiempo; si lo ignora,
Le asesina tu anónimo billete.

   ¡Al abrir él los ojos en mal hora  160
Caerá de su beato Paraíso...,
Y no se enmendará la pecadora!

   Que rete a su rival será preciso;
No sin pena tal vez, porque es amable
Si los hay en el mundo el don Narciso.  165

   Y como barco sin timón ni cable
En mar bravío, sin defensa, ¡oh grima!
Su busto entrega al enemigo sable;

   Que él lego, y el galán docto en la esgrima,
Bien puede ser que, amén del cornificio,  170
Horrendo chirlo en la nariz le imprima.
—100→

   Y enredado en los trámites de un juicio
Él sufrirá la pública chacota
Antes que ella la pena de su vicio.

   Y en vano, en vano su indeleble nota  175
Pretenderá borrar el desdichado
Con autos de la Audiencia o de la Rota.

   «Días ha con el dedo señalado
A jovial cuchicheo daba asunto
En teatro y café, tertulia y Prado.»  180

   ¿Y qué? La misma mella que a un difunto
Le hacía, venturoso en su ignorancia,
Servir de mofa al universo junto.

   Tal vez con inocente petulancia,
Satirizando él mismo a sus cofrades,  185
Convertía las pullas en sustancia.

   Cuando de error tan dulce le disuades,
A pretexto de hacerle un beneficio
Cometes la mayor de las maldades.

   ¡Ay! ¿No es triste merced, flaco servicio,  190
Excitarle a dudar si el predilecto
Benjamín es auténtico o ficticio?

   Le oyes clamar don paternal afecto:
«¡Qué mono! ¡Un serafín!... ¡He aquí mi obra!
¡Su rostro no desmiente al arquitecto!»  195

   ¿Y no te duele su mortal zozobra
Si, por ti descubierta la maraña,
Pierde esa fe que nunca se recobra?

   Es caridad, ¡por Cristo!, bien extraña
Hacerle ver que le semeja el niño  200
Cual se parece un huevo a una castaña.

   Ni a lastimarme del papá me ciño.
¿No consideras que el muchacho tiene,
Si uno en el nombre, dos en el cariño?

   No un soplo que sus días envenene  205
Saque por tu oficiosa tontería
De su dichoso engaño al pobre nene.
—101→

   ¡Ay! de rubor su frente no cubría
Amando al sandio padre putativo;
Que su puro candor salvo le hacía.  210

   Pero ¡trocar por él, chivo o no chivo,
Otro que, aunque en secreto lo declare,
Por tal no consta en parroquial archivo!...

   Y, como el hombre al fin no es el que pare,
Caviloso quizá no le prohíje  215
Y en su triste orfandad le desampare.

   Con harta causa el mísero se aflige.
Ayer, ¡oh peripecia! tanto mimo;
Y hoy ¿a quién colgaremos este dije?

   Vuelvo al papá y el vástago suprimo.  220
¿No tiemblas al pensar que el sustituto
Era también su tutelar arrimo?

   ¿Qué olivar ni qué viña dio más fruto
Al sudor del colono que su boda?
¿Por qué llegó a intendente siendo un bruto?  225

   ¿Quién hizo de su casa una pagoda,
Con tanta y tanta ofrenda enriquecida,
Y a su mujer la reina de la moda?

   «¡Ay, dirá con conatos de suicida,
Confunda Dios al temerario amigo  230
Que rasguñó esta carta aborrecida!

   »¿Qué le hice yo para chocar conmigo?
Abrevado de penas y sonrojos,
De culpa ajena sufriré el castigo.

   »Si es tarde ya para poner cerrojos  235
mi robado honor, ¿por qué la venda
¡Sólo para llorar! rompen mis ojos?»

   O bien, siguiendo la trillada senda,
Al chisme y al chismoso hará una higa
Por no perder tan cómoda prebenda.  240

   Así, menguado fruto de tu intriga
Siempre habrás de sacar, pues es forzoso
Que el lector te desprecie o te maldiga.
—102→

   ¡Quién te dijera que instrumento odioso
Fuese, oh Cadmo, a un traidor de vil ralea  245
El arte que inventaste prodigioso!...

   ¡Y aún quieres achacar acción tan fea
A falso amor del bien! Mientes, canalla;
No cabe en ti tan generosa idea.

   Cuando tu falsa indignación estalla  250
Contra aquel aduanero que escamota
Cien fardos de tabaco y de quincalla,

   Su vacante codicias, mal patriota,
Y no el bien del Estado te propones
Sino agotar la mina que él explota.  255

   Al poderoso injurian tus renglones
Porque acaso anhelaste su privanza
Y él te echó de su casa a puntillones.

   Bajo, vil y soez en tu venganza,
Denuncias la flaqueza de Belisa  260
Porque frustró tu lúbrica esperanza;

   Y osado fuera un hombre de tu guisa
A vulnerar con falso testimonio
Timbres de Porcia lauros de Artemisa.

   Otra vez y otras mil doite al demonio,  265
Sierpe de tinta, anónimo libelo,
Y quien no te abomine es un bolonio.

   Arte que no inventara Maquiavelo,
Yo a las mayores plagas te comparo
Que fulmina la cólera del Cielo.  270

   Impalpable, invisible, el gesto avaro
Tu ruin adepto esconde; y ¿qué sibila
Nos dirá si es Crisóstomo o Jenaro?

   Así hasta Gibraltar desde Manila
Vuela en miasma sutil hórrida peste  275
Que jóvenes y viejos aniquila;

    Así el Céfiro blando del Oeste
Súbito cede al ímpetu del Noto
Que a conjurar no basta el arcipreste;
—103→

   Y así, en fin, por sendero oscuro, ignoto,  280
Mientras incauto el hombre se solaza,
Lleva su sorda zapa el terremoto
Que ciudades y montes despedaza.




ArribaAbajo- X -


A un pretendido retrato del autor y al autor del pretendido retrato


ArribaAbajo   ¡Mientes! no eres yo. ¡Mientes, bellaco!
Pudo ser el de Gestas ese gesto,
Pudo ser el de Judas o el de Caco;

   ¿Mío? ¡Jamás! Lo juro y lo protesto;
Y para dar mi nombre a tal blasfemia  5
Ni en la Instituta hay ley ni en el Digesto.

   Pregunten en mi casa, en la Academia,
En el café, en el Prado si mi cara
Espanta como el trueno o la epidemia.

   No es que blasone yo, ¡Dios me librara!  10
De venusto y donoso y pulcro y lindo;
Mas ¿figura de proa o de mampara?...

   No a las deidades del sublime Pindo
Culto daría tan aciago busto
Que ruibarbo destila y tamarindo.  15

   ¿Cuándo fui yo tan áspero y adusto?
¿Cuándo fui tal que la mujer encinta
Se exponga al verme a malparir del susto?

   ¿Quién reconoce en tan aviesa pinta
Al que, si no presume de Narciso,  20
Tierno fue, y lo es aún, como un Aminta?

   A hombre encarado así fuera preciso
Que Pedro, sin más trámite, la puerta
Tapiara del celeste Paraíso.

   Y una vez la impostura descubierta,  25
¿Será mucho un porvida a cada rasgo
Y por cada facción una reyerta?
—104→

   Español o francés, suizo o pelasgo,
¿No he de llamar calumniador infame
Al que así me transforma en fiero trasgo?  30

   ¿He de sufrir sin que a los cielos clame
Que un temerario a engendro tan aleve
Manuel Bretón de los Herreros llame?

   ¡Cómo! ¿Justicia habrá para el que leve
Injuria en una acción o en un vocablo  35
A inferir a su prójimo se atreve,

   Y no para el que en público retablo
Tal a un vecino honrado desfigura,
Que no osaría prohijarle el diablo?

   ¡Feliz yo si tan ruin manufactura,  40
Ya que mi cara no genuina y propia,
Fuese de ella mordaz caricatura!

   Siquiera al troglodita de la Etiopia
El maligno pintor me asimilase,
Pudiera brujuleárseme en la copia.  45

   Nadie contra el pintor pide un ukase,
que, aun ridiculizándole en estampa,
Le distingue entre el vulgo de su clase;

   Y hay más de un presuntuoso que se alampa
Porque su oscura faz caricaturen  50
Si así el mochuelo entre los cisnes campa.

   Mis defectos propalen y censuren;
Lleven hasta la hipérbole la mofa,
Mas no, sin ton ni son, me desnaturen.

   Pues no me juzgo de mejor estofa  55
Y a un rey he visto convertido en pera,
Hagan de mí una col o una alcachofa;

   Mas o diga: he pintado una quimera,
O el pintor en la que haga a su capricho
Deje algo de mi cara verdadera;  60

   Y no se diga de él lo que se ha dicho
Del que al pie de sus torpes mamarrachos
Ponía: este es un gallo; este es un micho.
—105→

   Rían de mí en buen hora los muchachos,
Pero rían de cuando en petacas  65
Me vendan o aleluyas los gabachos.

   Cuando a la feria mis facciones sacas,
Pintor, yo no te pido que me loes
Ni que indulgente seas con mis macas.

   Tengo una que ni Celso ni Averroes  70
Pudieran corregir; la que siquiera
Me iguala en esto al inmortal Camoes;

   Y el pincel detractor ¿quién lo creyera!
Hasta en la ausente luz me falsifica
Trasladando el eclipse a la otra acera.  75

   Porque cargue en lo feo no me pica,
Que fuera necio y femenil orgullo,
Quien me forja esa faz con que trafica.

   Esopo (es ya verdad de Perogrullo)
Romo, giboso y de infeliz pergenio,  80
No brindaba de amor al blando arrullo.

   Lindos no fueron Alarcón, Celenio,
Ni otros cien que a la cumbre del Parnaso
Se alzaron en las alas de su genio.

   Mas algo de ese genio nada escaso  85
Hubo de transpirar; algo el oculto
Fuego brilló a través del tosco vaso.

   Yo, mediocre poeta, no en mi bulto
Pienso escrito llevar Deus in nobis;
Pero ni soy feroz, ni soy estulto;  90

   Y tanto a mí semeja el coram-vobis
Con que cual vera effigies se me vende
Como a Ataúlfo, o Recesvinto o Clovis.

   Pero el que tanto con su brocha ofende,...
Al arte más que a mí, no es compatriota  95
Sino un quidam anónimo de allende.

   Y es maravilla que fandango o jota
Bailar no me haga en traje charanguero
Con un trabuco al margen y una bota;
—106→

   Que, ya sea rufián o caballero,  100
Para pintor de extranjis sólo un tipo
Tiene el pueblo español: el guerrillero.

   Y mienten; que, aunque yo no participo
De tan precioso don, hay aquí talles
No indignos de Timantes y Lisipo;  105

   Y si España en los campos y las calles
De horribles cataduras no escasea,
Hartas hay más allá de Roncesvalles.

   No es español quien tan vitanda y fea
Me la atribuye a mí: del mal el menos;  110
Ni habrá español que tan bestial me crea.

   ¿Mas quién con ojos, ¡ay! miró serenos
Otra profanación ruda, inaudita...
Y esta no hay que achacarla a los ajenos!

   Mi humilde cara al fin, fea o bonita,  115
Porque algún Orbaneja la adultere
Poco al lustre español pone ni quita;

   Pero que a un hombre excelso se vulnere
Hasta el punto, ¡oh dolor! de que su rostro
En despreciable trasto degenere,  120

   Es atentado atroz que ni Cagliostro
Osara concebir, y a su memoria
Herido en cuerpo y ánima me postro.

   Aquel Fénix de España, cuya gloria
No es ignorada ya ni del más drope;  125
Tal le encumbra en sus páginas la historia;

   El mimado de Clío y de Caliope
Y Talía y Melpómene y Erato;
Lope de Vega, en fin; Lope, el gran Lope,

   Largo tiempo, ¡oh baldón! ¡Oh desacato!  130
De molde de pelucas ha servido
Comprado no sé a quién en un barato.

   Cuenta al honrado artífice no pido
De aplicar a tan sucio ministerio
El busto de aquel hombre esclarecido.  135
—107→

   Ignoraba que hacía un vituperio
Al poeta amenísimo y fecundo
Que con su nombre llena el hemisferio.

   Culpo, sea quien fuere, al que de inmundo
Interés arrastrado hizo a sabiendas  140
Tráfico vil del vate sin segundo.

   ¡Tú, Lope mío, tú por esas tiendas
Sirviendo de irrisión al transeúnte!
¡Así han hecho de ti carnestolendas!

   ¡Tú con bucles cosidos a pespunte  145
Sobre esa frente que de lauro Febo
Ciñó y de nardo y rosas Amatunte!

   ¡En guisa tú de frívolo mancebo
Ostentando risibles papillotes
Sobre greñas robadas al Erebo!  150

   ¿Quién de tu ingenio las preclaras dotes
En ese maniquí reconociera
Que ya sirvió para dos mil cogotes?

   ¿Cabe suerte más triste y lastimera?
¡Peladas viera yo todas las nucas  155
Antes que befa tal de ti se hiciera!

   De estúpido acusando a Juan, o Lucas,
Es frase proverbial entre españoles:
«¡Soberbio molde para hacer pelucas!»

   Vista pues la ruindad de tres bemoles  160
Que al buen Lope injurió, la que me ensaña
No vale, a la verdad, tres caracoles.

   No como quiera al público se engaña,
Y quien por muestra tan soez me busque,
De fijo no me encuentra; no me araña.  165

   No más la ciega cólera me ofusque,
Que habas cuecen abondo en todas partes,
Y mi oración no pase del ¿Quousque...?
Contra ese Catilina de las artes.



  —108→     —109→  

ArribaAbajoFábulas




ArribaAbajo- I -


El mono y el buey

ArribaAbajo    Asomado al mirador
De la caprichosa Inés,
Un mono, que es su delicia,
Así interpelaba a un buey:
    «Torpe y rústico animal,  5
Cuya innata pesadez
Es proverbial, sólo en ella
Tu timbre está y tu poder.
    Y con ser tanta, es aún
Más grande la estupidez  10
Con que tu cerviz robusta
Al yugo humillada ves.
    Ora chillona carreta
Arrastras, ¡donoso tren!
Y con ella ricas viandas  15
Que tú no habrás de comer;
    O bien de negro carbón
Cien arrobas y otras cien;
Del carbón a cuya lumbre
No calentarás la piel.  20
    O por un gañán guiado,
Tosco y pesado también,
Surcas árido barbecho
Nueve horas al día o diez.
—110→
    Y el premio de servidumbre  25
Tan irritante ¿cuál es?
Dormir en establo inmundo,
Y al raso más de una vez;
    Y tres meses mantenerte
Con grama o con alcacer,  30
Y con heno seco y duro
Los nueve restantes.- ¡Bien!
    Cierto, más holgado vives,
Aunque no mucho, a mi ver,
Pues a cadena perpetua  35
Condenado estás.- ¿Y qué?
    No por castigo la llevo,
No por sentencia de un juez,
Sino porque valgo mucho
Y no me quieren perder.  40
    ¿Qué me importa una cadena
De cinco varas o seis,
Si con ella libremente
Los brazos muevo y los pies?
    Mira cómo me columpio,  45
Salto y brinco a mi placer,
Y abanico a mi señora,
Y casco y mondo una nuez.
    Y hago el marcial ejercicio
Mejor que un zuavo de Argel,  50
Y echaré un día si quiero
Una mano de ajedrez.
    Y cual otro Paganini
Toco violín o rabel,
Gracia que con otras muchas  55
Me enseñó un piamontés.
    Y con servilleta al hombro
¡Hubiérasme visto ayer
Servir a ocho convidados
El café y el pluscafé!  60
    Y vestido de botarga
Con pandera y cascabel,
Soy capaz de hacer reír
A un embajador inglés.
    Y ya me han visto en las calles  65
De Madrid y de Aranjuez
Darme tono y hacer muecas
Sobre un brioso corcel.-
—111→
    En suma, eres un bufón
Ridículo, ya lo sé,  70
Y sólo con eso tienes
Todo lo que has menester.-
    Rían de mí en hora buena,
Mientras a pasto me den,
Entre caricias sin fin,  75
Ave, conserva y pastel.
    Mas no por payaso insípido
Alcanzo yo tanta prez,
Sino por mi noble raza.-
¿Noble tu raza? ¿Por qué?  80
    Pues ¿no ves cuán parecido
Al privilegiado ser
Que llaman hombre soy yo?-
¡Jesús, María y José!-
    Sí, señor; y aunque otra cosa  85
Digan Buffon y Cuvier,
Hay muchos naturalistas
De mi opinión: ¿está usted?
    O de hombres vienen los monos,
Que perdieron por cualquier  90
Accidente el don de hablar
Y la blanca y suave tez;
    O tanto irán progresando,
Que al fin llegarán a ser
Tan hombres como Escipión  95
Y César y Hernán Cortés.
    Desde antes que del diluvio
Le preservase Noé,
Siempre el mono fue una bestia,
Fea, lasciva y soez.  100
    Y eso, y no más, eres tú,
A pesar de tu oropel,
Y eso tus hijos serán
Y los que nazcan después.
    Tus mimos y tus regalos  105
Yo no codicio, no, a fe,
Hijos de antojo pueril
O de mezquino interés.
    Sobrio por temperamento,
Grave, sesudo, y tal vez  110
Filósofo a la manera
Que Pitágoras lo fue,
—112→
    Con yerbas engordo yo
Más que tú con el bistec,
Y de juglar despreciable  115
No te envidio el ruin papel.
    No a falsas genealogías
Como tú recurriré
Para probar la nobleza
De que se ufana mi grey;  120
    Ora indómita y altiva
Lidie en ancho redondel
Con afamados maestros
De Sevilla o de Jerez;
    Ora después que tirano  125
La castra, contra la ley
De naturaleza, el hombre
Con hierro aleve y cruel.
    Mi buen nombre en el zodiaco
Leerás, si sabes leer,  130
Y a dos ciudades de España
Le he dado, Toro y Teruel.
    Y en forma de toro Jove,
Con ser de los dioses rey,
De la bella ninfa Europa  135
Fue raptor y palafrén.
    Mas ya que a tales blasones
Crédito entero no des,
Otro auténtico y más grande
Puedo alegar, ¡voto a quién!  140
    Cuando al Redentor del mundo
(¡Mal se lo pagó Israel!)
Dio a luz la Virgen María
En el portal de Belén,
    No el alto honor inefable  145
Cupo de verle nacer
A un asqueroso macaco,
Sino a un corpulento buey.
    Por útil y laborioso
Obtuvo aquella merced,  150
Que Dios no quiso otorgar
A brutos de tu jaez.»
    «A tal filípica el mono
No supo qué responder,
Volvió la grupa y saltó  155
Del balcón al canapé.
—113→
    Y el cornudo catedrático
¿Hablaba sólo con él?
¡Ay! no; que la moraleja,
Recíbanla mal o bien,  160
    Por carambola reprende
Al enfadoso tropel
De monigotes con fraque
Y monuelas con corsé.




ArribaAbajo- II -


El gato y los ratones


ArribaAbajo    «¡Cómo! ¡Un animalito
Que de su misma sombra tiene miedo
Te hace cuando le ves alzar el grito
Y casi desmayarte! ¡Ay Dios! No puedo
Mirarle sin horror y repugnancia.  5
Pues a mí me parece hasta bonito.
Lo creo, es proverbial tu extravagancia
Y pésimo tu gusto.
Que ese cargo es injusto,
Con haberte elegido por esposa  10
Harto lo pruebo, amable Sinforosa.
Ese requiebro insulso
No viene a cuento, y cuando yo repulso
Con razón a una inmunda sabandija,
Con defenderla tú me insultas. Hija,  15
Serénate. No quiero que el demonio
Perturbe por motivo tan ligero
La paz de nuestro dulce matrimonio.
Mandaré al carpintero
Que una alevosa trampa me construya  20
Donde, queso atrayéndole o tocino,
Cautivo caiga el animal dañino.
¡Bravo! ¡Lindo remedio es una trampa!
¿Piensas que es el ratón, en cuya estampa
He visto a Lucifer, solo en el mundo?  25
No; pero... ¡Sí, ya escampa!
No hay bicho más ladrón y más fecundo.
Mermada mi despensa
Harto atestigua su rapiña inmensa.
—114→
Poco, tomando bien tus precauciones,  30
Pueden mermarla tales musarañas;
Pero, ya que en su contra así te ensañas,
Guerra, ¡guerra de muerte a los ratones!
Dime tú (me someto a tu dominio)
Cómo conseguiremos su exterminio.  35
No hay cosa más sencilla: con un gato.
Justamente, sabiendo que me falta,
Me ofrecieron ayer uno de Malta.
Es taimado animal, pérfido, ingrato,
Y que traerá sospecho  40
Más daño a nuestra casa que provecho;
Pero, pues lo desea mi señora,
Venga el maltes cuadrúpedo en buen hora.»
Así acabó la conyugal reyerta,
Y en aquel mismo día la consorte  45
Al huésped redomado abrió la puerta.
Humilde era en su gesto y en su porte,
Y el que ignorase cuánta es la falsía,
Cuánta la refinada hipocresía
De la gatuna raza,  50
Pudiera, sin lisonja,
A juzgar solamente por la traza,
Ponerle en parangón con una monja.
Durante una semana, y no cumplida,
Hizo su obligación el raticida.  55
Dos o tres parvulillos
De la grey roedora
Cogidos por su zarpa destructora
Dieron sabroso pasto a sus colmillos.
Y en dirección diversa  60
Pánico susto a los demás dispersa.
Pero el guardián goloso en una hora
Más que ellos en un mes hurta y devora.
Ítem, le abriga su ama en el regazo,
Y la mano süave  65
Con que ella le acaricia el espinazo
Él, que otro modo de halagar no sabe,
Señala con sacrílego arañazo.
Ítem, un día aprovechando el maula
El descuido de un fámulo que abierta  70
De un canario gentil dejó la jaula,
El voraz Micifuz, que estaba alerta,
Le destroza con ira de ostrogodo
—115→
Y se lo traga ¡oh Dios! con pluma y todo.
Ítem, enamorado de una gata,  75
Que en cuatro rivales
Reparte sus favores a prorrata,
Como hacen muchas damas principales,
No hay noche en que al tejado no se escape,
Y arma tal guirigay, tal zipizape,  80
Ora el amor le instigue, ora la furia,
Que al barrio escandaliza su lujuria.
Ítem, penetra un galgo en su vivienda
Que disputarle quiere la merienda.
Salta, huyendo del can, sobre una silla;  85
De allí a un aparador (¡momento aciago!)
De vasos todo lleno y de vajilla,
Y con horrendo estrago
La porcelana rompe y el cristal
Que costaron al amo un dineral.  90

    Ahora bien, este apólogo prolijo
¿Qué nos enseña? Cáustica censura
Yo con él al resguardo no dirijo
Que fronteras y costas asegura;
Ni menos a la cauta policía,  95
Aunque tampoco haré su apología;
Mas sin que en ella dé crudo mordisco
Ni me ensangriente, ¡zape! con el fisco,
De mi sencillo ejemplo
Una verdad deduzco como un templo:  100
Muchas veces (perdóneme la ciencia)
El remedio es peor que la dolencia.




ArribaAbajo- III -


El galgo y el cerdo

ArribaAbajo    La sobriedad nos conviene
Y nos mata la pereza:
Esta fábula lo reza,
Que es una lección de higiene.
    Desde su hedionda pocilga  5
Cierto marrano archibruto
A un ligero galgo enjuto
Tales sandeces endilga:
—116→
    «Pobre animal baladí
Que estás hecho una silueta,  10
¿Eres dómine, o poeta?
Lástima tengo de ti.
    Gracias, le responde el galgo,
Por tu amistoso interés;
Pero, tal como me ves,  15
Más puedo que tú y más valgo.
    ¡Sí, cruzando valle y loma,
Y expuesto a más de un percance,
A una liebre das alcance
Para que otro se la coma!  20
    Cierto; mas de la victoria
La parte mejor reclamo:
El provecho doy al amo
Y me reservo la gloria.
    ¡Bah! ¿Qué es la gloria? Humo vano.  25
Yo, a tales quimeras sordo,
Como, y duermo en paz y engordo,
Replica el tosco marrano.
    Por ventura ¿estoy yo hambriento?
El amo no me limita  30
La ración que necesita
Mi sobrio temperamento.
    Conservo así la aptitud
Que pide mi noble oficio,
Y aire puro y ejercicio  35
Fortalecen mi salud,
    Entre el hogar y la caza,
Así, bestia descreída,
Quince años y más de vida
Concede el cielo a mi raza.  40
    Tú, cuyo sensorio embota,
Ya de suyo torpe y basto,
Entre inmundo cieno el pasto
Del salvado y la bellota;
    Tú, cuyo destino cierto,  45
Tras llevar tan feo nombre,
Es cebarte vivo el hombre
Para devorarte muerto;
    Tú, cuya importancia es nula
Para tanto orgullo, ignoras  50
Que están contadas tus horas
Y es tu enemigo la gula.
—117→
    Cumplido apenas un año
Darás el postrer resuello,
Y tras de horrible degüello  55
Te sacarán el redaño;
    Y el de muerte tan funesta,
Sin duelo de tu agonía,
Será en esta casa día
De regodeo y de fiesta.  60
    Ya preparan: la sartén,
Ya hacen de tu carne trizas
Y con ella longanizas,
Que yo he de probar también...»
    Su filípica severa  65
Suspendió el galgo ladino
Porque advirtió que el gorrino
Se durmió... como quien era.
    El estúpido glotón
Que, sin más Dios que su panza,  70
Vive en vergonzosa holganza
Como el citado lechón,
    Tema apresurar el día
En que le lleve al lucillo,
Si no acerado cuchillo  75
Fulminante apoplejía.




ArribaAbajo- IV -


El soldado y el carretero


ArribaAbajo    Bueno es ser comedido, mas no tanto
Que raye la modestia en tontería.
       Fábula al canto.

    Ya no podía continuar su ruta,
Con la mochila y el fusil cargado,  5
       Pobre recluta.

    Viéndole un carretero muy bizarro
En tal angustia, «¡Militar!, le dijo,
       Sube a mi carro.-
—118→

    De perlas me vendría, que voy muerto;  10
Mas si a pagar el porte se me obliga...-
       ¡Eh! No por cierto. -

    Gracias. Bendigo al cielo, que me trajo
Tan buen padrino,» le responde, y monta
       No sin trabajo.  15

    «Ahora, bueno será dar un refuerzo
Al estómago, dijo el trajinante.-
       No, yo no almuerzo.

    ¡Eh! Nada de melindres y pamplinas.
La bota tengo llena, y en la alforja  20
       Pan y sardinas.

    Al fin, transido de hambre el buen soldado,
Aunque gravar temía su conciencia,
       Toma un bocado.

    Ya durmiendo, ya hablando al camarada,  25
Dejado había atrás el carretero
       Media jornada;

    Y todavía el mílite (¡da grima!)
No se había quitado la engorrosa
       Mole de encima.  30

    Ríe el otro y le dice: «El sol escalda,
¡Y aún la ruda mochila, majadero,
       Veo en tu espalda!-

    Ya que me ahorro de pisar hormigas,
No es justo dar a la cansada mula  35
       Nuevas fatigas.-

    ¿Y alivias por ventura su molestia?
De ti y del carro y todo el cargamento
       Tira la bestia.

    No es tu propia carrera la castrense.-  40
¿Pues cuál? -Hazte, ya que eres tan pacato,
       Fraile mostense.»



  —119→  

ArribaAbajoOctavas




ArribaAbajo- I -


El tabaco


ArribaAbajo    Canten otros el Nabo y la Judía,
Cantar que tiene a fe, cuatro bemoles;
Lleve otro su poética manía
Hasta el extremo de cantar las Coles;
Cante alguno mañana u otro día  5
La gloria del arroz con caracoles;
Mas con permiso yo de Horacio Flaco
Canto las alabanzas del Tabaco.

    Si algún bien positivo a España trujo
Nauta atrevido el genovés Colombo,  10
No el oro fue que Potosí produjo,
No el tostado café que sirve Pombo,
Ni el ave tropical que habla por lujo;
¡No, nada de eso! O yo soy un zambombo,
O no vino de allá, ¡voto a dios Baco!,  15
Mercancía más útil que el Tabaco.

    Negro, como el Brasil lo fabricaba
Para arrollarlo en sempiterna soga,
Que dulce al catalán como guayaba
Le parecía cuando estaba en boga;  20
O en luengo puro, que hace echar la baba;
O en papelillo envuelto como droga,
O quemado en la pipa al modo austriaco,
Inestimable yerba es el Tabaco.
—120→

    Reine la ley, o el despotismo aleve,  25
De la santa igualdad él es la escuela.
Fuma el último quídam de la plebe;
Fuma el prócer que brilla en carretela.
¿Qué hombre a decir a otro hombre no se atreve:
Hágame usted el favor de la candela?  30
¿Quién la niega al más ruin hominicaco?
¡Oh virtud fraternal la del Tabaco!

    ¿Qué importa si los pobres lo consumen
De Virginia o Kentuqui, a cuarto el puro?
¿Qué importa que otros prójimos lo fumen  35
Habano rico, la docena un duro?
La calidad ¿qué importa si, en resumen,
Flojo o más fuerte, claro o más oscuro,
Barato o no, por consecuencia saco
Que todo ello es fumar, todo es Tabaco?  40

    Un cigarro las fuerzas restituye
Al tostado jayán que cava y suda;
La bota el zapatero no concluye
Si el humo del cigarro no le ayuda;
El letrado con él chupa y arguye,  45
Y si la gota crónica y aguda
Aflige al sesentón hipocondriaco,
Le alivia, más que el médico, el Tabaco.

    Al jugador que pierde su dinero,
Al aguador que rompe su botijo,  50
En su hondo calabozo al prisionero,
Al reo pregonado en su escondrijo,
Al demente en su jaula, al mundo entero
Es consuelo el fumar. ¡Oh qué bien dijo,
Llámese Pedro o Juan, Diego o Ciriaco,  55
El que dijo: ¡a mal dar, tomar Tabaco!

    ¿Quién no ha visto en presidios y cuarteles,
Cual su hacienda Esaú por un potaje,
Vender a veteranos los noveles,
Tras del último harapo de su traje,  60
Y aunque sufran después ansias crueles
Y el estómago hambriento se relaje,
El cotidiano pan negro y bellaco
Para comprar dos onzas de Tabaco?
—121→

    Aunque andrajoso, abigarrado y feo  65
El soldado español vaya a la guerra
Y tenga que vivir del merodeo
Y descansar sobre la dura tierra,
(Porque las corvas uñas de un hebreo
Roban la plata que el Tesoro encierra)  70
Derrotará al calmuco y al cosaco
Si no le faltan pólvora y Tabaco.

    Amigo (otros dirían alcahuete)
Es de Amor el Tabaco. So pretexto
De encender un cigarro, el mozalbete  75
A declarar su fin, no siempre honesto,
En el hogar de Brígida se mete...,
Aunque se expone a que con agrio gesto,
Si es sorprendido haciendo un arrumaco,
Padre o rival le den para Tabaco.  80

    Y ¡qué es ver a un currillo malagueño,
Después que en Estepona hace el alijo
Y el género cubano o brasileño
Resguarda del resguardo en un cortijo,
Con una mano de su dulce dueño  85
La cintura estrechar... ¡ay regocijo!...
Mientras tiene en la otra su retaco
Y en la boca la muestra del Tabaco!

    Y ¡qué es ver sobre el puente de Triana,
A babor y estribor terciado el dengue,  90
Pasearse la gárrula gitana
Columpiando con brío el bullarengue,
Y encendido un chicote de la Habana
Desafiar osada a Dios y al mengue!
Movería a un bajel su aire de taco  95
Y a otro el denso vapor de su Tabaco.

    Y si tomado en humo por la boca
Da el Tabaco momentos tan felices,
¿Qué gratas sensaciones no provoca
Cuando en polvo lo gozan las narices?  100
Dígalo la abadesa con su toca;
Díganlo más de tres sobrepellices.
Cura hay que sorberá sal amoniaco
Y dirá en su ilusión: ¡qué buen Tabaco!
—122→

    El segador que viene de Galicia  105
Flaco vuelve a su tierra como alambre.
Por ahorrar un ochavo (¡vil codicia!)
Se dejará morir de sed y de hambre.
Sólo el polvo es su orgullo y su delicia
Aunque en vez de rapé huela a cochambre;  110
Ni siente ver vacío el sucio saco
Si el fusique está lleno de Tabaco.

    Finalmente, el Tabaco es cosa grande,
Ya al paladar o a la nariz se pegue,
Y al que lo niegue, Dios se lo demande,  115
Si hay algún temerario que lo niegue;
Y sin que humana súplica me ablande
Yo exclamaré fumando: ¡al cielo plegue
Que salga un golondrino en el sobaco
Al que sea enemigo del Tabaco!  120