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Juan Gil-Albert
(Alcoy, Alicante, 1904-Valencia, 1994)
«Soy un poeta tardío con relación a mi prosa»
, escribe Gil-Albert en la nota preliminar a Fuentes de la constancia, la antología que marca el comienzo de su
recuperación como escritor. Cuando publica su primer libro de versos, los sonetos neogongorinos y mallarmeanos de Misteriosa presencia, ya era autor de varios títulos a medio camino
entre el relato y la evocación histórica, muy deudores de las crónicas modernistas y de Gabriel Miró. La guerra civil le desvía de su camino esteticista; junto al grupo de Hora de España
-revista de la que es uno de los fundadores- pone su pluma al servicio de la causa popular. En el exilio publica el que para muchos es su mejor libro, Las ilusiones con los poemas de El convaleciente,
poesía meditativa, culturalista, escrita casi siempre en endecasílabos blancos. A finales de los años cuarenta regresa a España y durante un cuarto de siglo vive recluido en Valencia, dedicado a su obra, que apenas publica, o lo hace sólo en minoritarias ediciones de autor. A partir de 1974, se descubre su literatura y se convierte en un autor de moda. Especial interés tiene su obra en prosa, siempre a medio camino entre la ficción, la reflexión y
la autobiografía: Crónica general (1974), Los días están contados (1974), Memorabilia (1975).
Obra poética
Misteriosa presencia, Madrid, Héroe, 1936.
Candente horror, Valencia, Nueva Cultura, 1936.
Siete romances de guerra, Valencia, Nueva Cultura, 1937.
Son nombres ignorados, Barcelona, Hora de España, 1938.
Las ilusiones con los poemas de El convaleciente, Buenos Aires, Imán, 1945; 2.ª, ed., Barcelona, Ocnos, 1975; 3.ª ed., Barcelona, Mondadori, 1998 (prólogo de Guillermo Carnero).
El existir medita su corriente, Madrid, Librería Clan, 1949; 2.ª ed., Valencia, Lindes, 1177.
Concertar es amor, Madrid, Adonais, 1951.
Poesía (Cormina manu trementi ducere), Valencia, La Caña Gris, 1961.
—194→La trama inextricable. Prosa, poesía, crítica, Valencia, Mis Cosechas, 1968.
Fuentes de la constancia, Barcelona, Ocnos, 1972.
La Meta-física, Barcelona, Ocnos, 1974.
Homenajes e in promptus, León, Provincia, 1976.
A los pre-socráticos, seguido de Migajas del pan nuestro, Valencia, Lindes, 1976.
El ocioso y las profesiones, Sevilla, Aldebarán, 1979.
Mi voz comprometida (1936-1939), Barcelona, Laia, 1980. Edición de Manuel Aznar Soler.
Obra poética completa, 3 vols., Valencia, Diputación Provincial / Institució Alfons el Magnànim, 1981.
Primera obra poética, 1936-1938, Valencia, Consell Valencià de Cultura, 1996.
Bibliografía
Aznar Soler, Manuel, «La poesía "difícil" de Juan Gil-Albert (1936-1939)», en Mi voz comprometida (1936-1939) (1980), págs. 7-83.
Carnero, Guillermo, «Las ilusiones o la poética del desasimiento», en Las ilusiones con los poemas de El convaleciente (1998), págs. 9-36.
Peña, Pedro J. de la, Juan Gil-Albert, Madrid, Júcar, 1982.
Simón, César, Juan Gil-Albert: de su vida y de su obra, Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1983.
Villena, Luis Antonio de, El razonamiento inagotable de Juan Gil-Albert, Madrid, Anjana, 1984.
VV.AA., Calle del Aire a Juan Gil Albert, en Calle del Aire, núm. 1, Sevilla, 1977.
—195→[Son nombres ignorados]
—197→—199→
—200→
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—202→
A veces en el fondo de mi alma | ||||
bulle una antigua fe resplandeciente, | ||||
como un grumo de púrpura extendido | ||||
tiñe mi corazón y de ese gozo | ||||
sube a mi faz con fértiles destellos | ||||
una espléndida sombra de tristeza. | ||||
Minutos cual suspiros, leve tiempo | ||||
que nadie ve pasar, aquí se siente | ||||
como una verde espada que se templa | ||||
en la carne gentil de la poesía. | ||||
¿Será verdad que el mundo está rodando | ||||
en sus inexorables fuerzas ciegas? | ||||
¿Que hay lastimeros ayes, que hay matanzas | ||||
en los oscuros días de los hombres? | ||||
¿Por qué yo pues me siento redimido | ||||
y esta alegre tensión de mis entrañas | ||||
hace ascender dichosa hasta mis labios | ||||
una dorada espuma? Viejos monstruos, | ||||
destructoras legiones de infortunio, | ||||
espíritus aciagos que pretenden | ||||
sellar al hombre dulce como bestia | ||||
sometido a la paz de su rebaño: | ||||
Doblad ante mi júbilo indefenso | ||||
vuestra horrenda cerviz, llorad al menos | ||||
vuestra insana impotencia rebelada, | ||||
cuando no habéis podido aniquilarme, | ||||
y cual nocturno beso del rocío | ||||
hace brillar la tierra entre cendales | ||||
de tenebrosos sueños, un ser puede, | ||||
con sólo abrir sus labios encantados, | ||||
hacer brotar de sí la dicha ajena. |
[Las ilusiones con los poemas de El Convaleciente]
—203→Como una sombra a veces te insinúas | ||||
lejos aún y un tiempo deliciosa, | ||||
casi como una joven que aportara | ||||
un nuevo resplandor. Siento en mi cuerpo | ||||
la transparente imagen de ti misma | ||||
como un sedoso velo que adormece | ||||
bríos y ansias. Vas como hechicera | ||||
vertiéndome en la sangre un bebedizo | ||||
y dando a mi sonrisa una engañosa | ||||
sombra primaveral. Qué importa, dices, | ||||
si en tus cabellos anda floreciendo | ||||
una pálida aurora y a tu puerta | ||||
hago sonar con férvida llamada | ||||
al juvenil discípulo extasiado. | ||||
¿Alguna vez brotaron de tu boca | ||||
tal caudal de estivales melodías | ||||
ni sentiste en lo hondo de tu pecho, | ||||
entre los borbotones de la sangre, | ||||
abrirse con dominio tan hermoso | ||||
tu flor crepuscular? Oye el susurro | ||||
con que se encrespa el don de la palabra | ||||
bajo el suave rocío del ocaso. | ||||
Y ante tal persuasión, ¿quién no abandona, | ||||
como un placer postrero que nos tienta, | ||||
su vida a esta fiel mano amortiguada | ||||
que pule cuanto toca? |
[El existir medita su corriente]
—204→Noche de las estrellas te estremeces | ||||
con un fluido oscuro. En tus arpegios | ||||
de soledad escucho la hermosura | ||||
de la existencia. Oh lumbres fugitivas | ||||
en cuyo seno mora irreparable | ||||
la verdad. Qué sombrías esperanzas | ||||
abres a quien te mira recostado | ||||
desde la dulce tierra y se incorpora | ||||
con un temor incierto a esas frondosas | ||||
penumbras celestiales. Brilla el rostro | ||||
de la nocturna esfera fascinando | ||||
como el de un animal entre las sombras | ||||
con sus ojos abiertos; brilla el sueño | ||||
de su caudal fluyendo lentamente | ||||
cual si nada existiera; en esa duda | ||||
no sé dónde poner mis ilusiones | ||||
y a quién brindar la dicha de sentirme, | ||||
tibio de vida en medio de los mundos, | ||||
hijo fiel del ardor y la pereza. | ||||
Esos silencios ruedan sumergidos | ||||
en ingentes distancias, esas flores | ||||
esparcen sus semillas vacilantes | ||||
en la bondad de un éter misterioso. | ||||
-Ah delirante triunfo de esperanzas | ||||
con los soles despiertos.- Ígneo atruena | ||||
mi corazón roído por deseos | ||||
irrealizables, salta en sus prisiones | ||||
como un astro humillado que pidiera | ||||
que lo dejaran ser; pálido atiendo | ||||
su súplica vehemente cual un padre | ||||
—205→ | ||||
oye qué desmedidas ambiciones | ||||
turban la paz del hijo. Oh noche, oh fragua | ||||
de los altos desvelos, solitaria | ||||
cripta donde reposan sus racimos | ||||
hombres y estrellas. |
—206→
(En un balcón) | ||||
Sólo cuando se es hombre se sabe qué es la vida. | ||||
Sólo si se ha cumplido con la edad | ||||
se sabe lo que empieza y lo que acaba. | ||||
Se sabe que el vacío que nos queda | ||||
es el hermoso todo que tuvimos: | ||||
como un bosque inmolado. | ||||
Donde el azul del cielo sólo encuentra | ||||
ancho campo abismal. Ya nada obstruye | ||||
el palpitar de un ala poderosa. | ||||
Ya las paredes todas se evadieron | ||||
y estamos al desnudo, como un cuerpo, | ||||
paradisíacamente. Es el retorno | ||||
tras haber agotado a la serpiente. | ||||
Tras haberla dejado de escuchar. | ||||
Es el retorno fiel a la ignorancia. |
[Poesía (Carmina manu trementi ducere)]
—207→He pedido a los labios de la vida | ||||
mutismo más que besos. Me he mirado | ||||
en los hondos espejos de la nada | ||||
para fijar en ellos la presencia | ||||
de mi fugacidad. Rompí las normas | ||||
que dóciles legáronme los míos | ||||
cual un caudal inerte. Y fui a los montes | ||||
a contarles mis cuitas con el pecho | ||||
unas veces sumido en su tristeza | ||||
otras casi rompiendo en aleluyas | ||||
su corazón. La tierra y el silencio | ||||
fueron el gran palacio de mi suerte, | ||||
rincón en que ignorado pude solo | ||||
lograr la paz. La paz, la paz terrible, | ||||
la paz que me arrullaba la firmeza | ||||
sin fe ni arraigo en nada: la paz pura. |
[Verano, ardor, presencia (Fuentes de la constancia)]
—208→Cuando se vive lejos de la vida | ||||
¿dónde se está viviendo? | ||||
Tal vez se esté caído en el arcano | ||||
de la misma existencia. | ||||
El campo en torno
| ||||
monótono se extiende en la memoria | ||||
como una rueda gira velozmente | ||||
sin que su vivo centro se desplace | ||||
del corazón humano. | ||||
El orbe entero
| ||||
irradia alrededor y sus aromas | ||||
parecen recordarnos cosas viejas | ||||
que no se sabe nunca al repetirse | ||||
si son de ayer, de hoy, de la mañana | ||||
o de su flujo eterno. | ||||
El hombre sabe
| ||||
ya demasiadamente de la vida | ||||
para que como nube no ensombrezca | ||||
su propia estela. | ||||
El hombre se separa
| ||||
de la dulce corteza que lo aflige | ||||
y hace como que duerme estremecido | ||||
dentro de su cubil: | ||||
su vida es todo;
| ||||
su vida es todo y nada: vida suya, | ||||
y es lo bastante ya para sentirse | ||||
ese todo, esa nada, aquí viviendo | ||||
en medio de la rueda movediza | ||||
que hace girar el mundo: | ||||
el hombre calla.
| ||||
—209→ | ||||
Ya no son las palabras dulcemente | ||||
lo que quiere decir y sus suspiros, | ||||
ni el rumor de esta brisa matutina | ||||
que le recuerda tanto al otro tiempo | ||||
de su felicidad y sus congojas; | ||||
ya no es él quien dirige, ya no quiere | ||||
ni sabe poseer: | ||||
son los enigmas | ||||
hablando por sí solos, sus presencias | ||||
reguladoras, sueño, acaso un sueño | ||||
tan poderoso, abierto, estremecido | ||||
que es necesario hundir en sus raíces | ||||
nuestra razón de ser y contentarnos | ||||
con meditar gozando estos paisajes | ||||
por los que nuestro aliento se expansiona | ||||
bajo el pinar: | ||||
el aire, la fragancia, | ||||
¿qué son sino vestigios de mí mismo | ||||
aun antes que de mí desaparezcan | ||||
figura y sombra? | ||||
Miro a las montañas
| ||||
y baja de sus lados el perfume | ||||
de sus sedosos vellos. | ||||
Miro a lo alto
| ||||
y sólo veo el sol omnipotente | ||||
tendiéndome sus manos luminosas | ||||
como cualquier galán. | ||||
La vida o nada.
| ||||
La vida nada más o cualquier sino. | ||||
Cuando el pinar se mueve tembloroso | ||||
y de todos los nudos de su cuerpo | ||||
—210→ | ||||
cantan las crías nuevas del verano | ||||
con hambre fresca: | ||||
el hambre y sólo vida.
| ||||
Este piar, mi pecho, el movimiento | ||||
de todo lo que está cansado y vive. | ||||
¿No está todo animado por un hambre | ||||
majestuosa y tierna? | ||||
Un hambre vela
| ||||
porque la vida siga, siendo canto, | ||||
porque la vida siga siendo vida. | ||||
Un hambre o este yo que aquí, en el centro | ||||
de mi bondad, irradia los clamores | ||||
que hacen de la mañana un sortilegio | ||||
suavemente tendido: | ||||
miro abajo
| ||||
y el corazón se posa como un ave | ||||
sobre los laboriosos campos finos | ||||
del color de la miel, | ||||
miro más hondo
| ||||
y apenas ya si veo otra caricia | ||||
que no sea belleza. | ||||
Es el silencio
| ||||
lo que impregna entero esta distancia, | ||||
lo que me da la altura conveniente | ||||
desde donde las cosas se incorporan | ||||
a su divinidad. | ||||
Pero este curso | ||||
que en mi costado late irresistible | ||||
sabe que el mundo es más, que vida es vida, | ||||
que lo que sangre lleva por las venas | ||||
es un bravo torrente que no logra | ||||
—211→ | ||||
detenerse contento: | ||||
mana y mana
| ||||
con imprevisto curso lamentoso | ||||
su fuerza ciega: | ||||
gime y goza y canta | ||||
porque la vida es eso, trino ardiente, | ||||
porque la vida es eso, fuerza ciega, | ||||
fuerza que labra el mundo primoroso | ||||
y al hombre recostado que dormita | ||||
bajo el pinar postrero. |
[La Meta-física]
—212→Homenaje a Franz Lehar | ||||
¿Quién no se ha puesto un día una guerrera | ||||
de húsares, azul, un quepis negro | ||||
con un aigret flamante, y las espuelas | ||||
con que el caballo vals galopa firme | ||||
dentro de los espejos fugitivos | ||||
y cual viento de mayo se ha lanzado | ||||
a la ocasión que pasa, al dulce atisbo | ||||
de la aventura errante, para luego | ||||
llorar amargamente sobre el rastro | ||||
de una estrella fugaz? |
—213→
(Homenaje a la vejez) | ||||
Nunca pude pensar que envejecernos | ||||
fuera esta plenitud que se reclina | ||||
del lado del poniente como tarde, | ||||
ya en la noche avanzada, nos volvemos | ||||
por consumir el sueño que nos queda | ||||
con postrer frenesí. Yo no sabía | ||||
que como rizos blancos la fragancia | ||||
de unas rosas postreras nos adornan | ||||
con impalpable toque de años idos | ||||
que apenas pesan. No, no son los días | ||||
aquel desconfiado interrumpirnos | ||||
en nuestra actividad, indecisiones | ||||
que nos hacen vivir cual si la vida | ||||
estuviera engañándonos. Ahora | ||||
todo es verdad, la vista se recrea | ||||
sobre tanto fastidio insatisfecho | ||||
como el pastor vigila sus ovejas, | ||||
pasado el crudo sol, en los confines | ||||
de un país menos hosco. Todo es suave | ||||
como un atardecer ensimismado. | ||||
Y aunque el cuerpo cansino no recuerde | ||||
sus sobresaltos, dentro, muy adentro, | ||||
el permanente joven sin torturas, | ||||
el corazón, no cesa de decirse | ||||
-a quién, ya no se sabe, a quién, en dónde-: | ||||
Amor, amor, amor, amor, amor. |
—214→
(Homenaje a Larra) | ||||
No quería saber que el día largo | ||||
acabaría así. Que el día corto, | ||||
un largo túnel verde y rumoroso, | ||||
bruscamente fallara. Aquellos besos, | ||||
aquella entrega entera se ha fundido | ||||
con el no ser. Si al menos los amantes | ||||
hubieran fracasado al mismo tiempo. | ||||
Uno en cambio subsiste aleteando | ||||
sobre la tierra muda. Qué impotencia | ||||
y qué desolación. Sólo le queda | ||||
o desertar los mágicos lugares | ||||
donde la imagen plena lo acompaña | ||||
vacía de su cuerpo o consumirse | ||||
de tristeza pisando los caminos | ||||
por donde no se vuelve. Si le dicen, | ||||
sólo el tiempo mitiga las desgracias, | ||||
eso es lo que le espanta, que un buen día | ||||
pueda ser como un nuevo personaje | ||||
que ha pasado una página intangible | ||||
de un libro fantasmal. |
—215→
Puede ocurrir que el hombre se despierte | ||||
por la noche soñando y entre vagas | ||||
luces de oscuridad recobre el ritmo | ||||
de su existencia y diga: estoy latiendo. | ||||
Y esta impresión sedante y repentina | ||||
de ser, de respirar, el tacto, el cuerpo, | ||||
lo calme de tal modo, lo sorprenda | ||||
con tal intimidad que como un niño | ||||
vuelva a sumirse suave en las tinieblas | ||||
que acaban, misteriosas, de espantarlo. |
[Homenajes e in promptus]